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ADICTOS
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así sucesivamente. Al explicar sus frustraciones, el marido dice que
su retraimiento no es mas que una defensa contra los constantes
regaños de su mujer mientras que ésta dirá que eso constituye una
distorsión burda e intencional de lo que “realmente” sucede en su
matrimonio, esto es, que ella le critica o le regaña debido a su
pasividad. Despojadas de todos los elementos efímeros y fortuitos,
sus discusiones consisten en un intercambio monótono de los
mensajes: “me retraigo porque me regañas” y “te regaño porque te
retraes”.
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sentirse perfectamente desconcertado por el contraste entre la
información verbal y la no verbal).
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Por otro lado, diversos autores han trabajado en los últimos años
para intentar determinar las características más frecuentes de las
familias de adictos. Ausloos distingue entre familias de transición
caótica, que generarían delincuentes o drogodependientes y familias de
transición rígida, que generarían miembros psicóticos o anoréxicos. De
las primeras, que son las de nuestro interés, habría que destacar su
fuerte tendencia a la transformación, es decir, no poseen reglas estables
sino que éstas se encuentran en un continuo proceso de cambio. Las
fronteras o límites en este tipo de familias son muy abiertas y
permeables, con lo que la información no es retenida ni elaborada. Los
comportamientos que exhiben sus miembros son desordenados, no hay
ligazón entre ellos, no se definen con relación a los otros y generalmente
suelen buscar a alguien que arbitre entre ellos y sus conflictos con la
sociedad.
Este autor extrapola de su trabajo con familias unas características
generales estadísticamente significativas:1-El adicto suele ser rechazado
por el padre del mismo sexo ya que es el único objeto de amor del padre
del sexo contrario en detrimento de la pareja.2- Respecto a los
hermanos del adicto, si éste no es el mayor, entonces el que ocupa el
primer lugar suele presentarse como un modelo o hijo ideal.
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funcional para el sujeto pues le permite afrontar y superar el
sufrimiento personal.
b) Tipo Adicción de Neurosis Actual (el tipo más frecuente según
Cancrini). La estructura familiar donde se desarrolla este tipo
de adicción se caracteriza por: 1- La gran implicación de uno
de los padres (generalmente el del sexo opuesto) en la vida del
hijo y su enfermedad. A este aspecto, un estudio de Attardo
demuestra que las madres de adictos se atascan en una edad
más temprana de crianza y tienden a aferrarse a los hijos y
tratarlos como si fueran menores de lo que son. 2- El papel
periférico del otro miembro de la pareja parental. 3- La
presencia de una estructura conocida como el triángulo
perverso (Haley) consistente en una díada progenitor - hijo
excesivamente apegados y el otro vértice excluido. 4- La
debilidad entre subsistemas que constituyen la jerarquía
familiar. 5- El desarrollo de una polarización que define al
hijo adicto como “malo” en comparación con otro(s) hijo(s)
“bueno(s)”.6- Un sistema de comunicación caracterizado por
mensajes contradictorios no paradójicos y conflictos que se
desarrollan rápida y violentamente.7- La existencia de un
conflicto irresuelto entre los padres que es mantenido oculto
por el síntoma del hijo. 8- Si los padres están separados, el
hijo mantiene un vínculo cómplice mediante sus problemas
para que los padres sigan juntos.
Este tipo de adicción, según Cancrini, sería propia de
adolescentes en vías de individualización o de jóvenes
adultos en fase de abandono del hogar con una constelación
familiar en la que no hay comunicaciones incongruentes sino
comunicaciones contradictorias.
c) Adicción Transicional. En ellas el contexto familiar se
caracteriza por el esfuerzo de no definir las relaciones. Esto se
logra mediante el frecuente número de mensajes paradójicos
e incongruentes. Este tipo de trastorno se sitúa entre la
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neurosis y la psicosis con defensas de ambas. La droga
funciona entonces como una válvula de escape para la
psicosis es una especie de “terapia peligrosa” para mantener
el equilibrio. Ambos progenitores en este tipo de familias
están muy involucrados, unidos y ligados, aunque existe un
divorcio emocional entre ellos.
d) Adicción Anti-Social y Sociopática (Acting-out).
Presenta rasgos comunes con familias desligadas, familias
que generalmente pertenecen a clases sociales bajas cuyos
miembros parecen moverse en órbitas aisladas, mostrando no
tener mutuamente ninguna interdependencia. El uso de
drogas en estos sujetos es una forma de autodestruirse, de no
quererse a sí mismos y presentan problemas de adaptación
antes de que comience la adicción. Suelen tener una
personalidad antisocial o psicopática y tienden a expresar el
conflicto psíquico a través del acting.
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abstinentes después del tratamiento no residían con sus padres y que
la cura estuvo asociada para ellos a no vivir con los padres o parientes.
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también hubo que aprender mediante fracasos, puesto que lo
interpersonal no suplanta totalmente a lo intrapersonal y no hay suma
sin al menos dos factores, por mucho que el resultado de la misma sea
algo cuantitativa y cualitativamente distinto a los elementos que la
producen.
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a largo plazo. No obstante, también resultaba evidente que tal inclusión
exigía la confección de un programa familiar paralelo al del paciente que
permitiera incidir de manera secuencial y sinérgica en los distintos
trastornos observados.
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− Respecto a la secuenciación del programa, la barrera de
ignorancia familiar con que chocábamos en cualquier plano de
intervención, hicieron que las etapas iniciales del programa de
terapia familiar se planteasen con un enfoque predominantemente
psicoeducativo para volverse más psicoterapéutico en etapas
siguientes, ya que este desconocimiento familiar de la adicción -
real en ocasiones, consecuencia de un proceso de negación en
otras - impedía avanzar hacia terrenos más íntimos y
proporcionaba además un excelente argumento para la ausencia
de implicación de parte o de la totalidad de los miembros de la
familia (“Los profesionales son los que saben, que se encarguen
ellos”).
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3.2. Las Áreas Básicas y la Terapia Familiar
I. Desvitalización
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II. Dependencia
III. Descontrol
IV. Mistificación
Este concepto nada tiene que ver con lo religioso ni con lo místico
y sí en cambio con “engañar, embaucar, falsear, falsificar, deformar”
(Diccionario de la Real Academia Española, 1992).
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En el caso de las adicciones haría referencia a la serie de alteraciones
del sentido de la realidad que sufren los adictos (originalmente
imputables a los efectos que tienen las drogas sobre el estado de
consciencia y que más tarde se mantienen a consecuencia de un
aprendizaje mistificador) y que les conducen a no saber distinguir la
realidad de la fantasía, la verdad de la mentira y la necesidad de la
apetencia.
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Pero, como es lógico, para soportar todo lo antes dicho, la familia (al
igual que el propio sujeto) debe ganar la energía que la dinámica del
trastorno le robó o que hizo que la invirtiera desafortunadamente en
soluciones inadecuadas (Desvitalización). Bebe intentarse por ello que la
familia en general y aquellos miembros más afectados en particular
recuperen el equilibrio perdido entre pensamiento, afecto y conducta al
objeto de no sólo poder manejar mejor lo que suceda con el adicto sino
encontrarse mejor consigo mismos.
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3.4. Principios que orientan el Programa de Terapia Familiar.
II. - Si bien no todas las familias con miembros adictos llegan a organizar
la vida familiar en torno a los mismos, aquellas que sí lo hacen dicho
problema llega a ser algo tan importante en la vida familiar que afecta
profundamente a todos sus miembros.
III. - Con frecuencia las personas afectadas por adicciones ven alteradas
las estructuras reguladoras de su funcionamiento interno (actitudes,
supuestos básicos, expectativas, prejuicios, convicciones y creencias),
erigiéndose tales estructuras en marcadores de la medida en que cada
familia ha sido reorganizada en torno al problema. Por consiguiente,
estos elementos son referentes básicos para la evaluación y el
diagnóstico clínico.
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procurando no sólo que se subsane el deterioro relacional y normativo
habido, sino que se dé una reestructuración familiar lo más armónica y
saludable posible a fin de prevenir la reaparición del deterioro
relacional y, si se produjera una recaída, capacite a la familia y al
propio adicto para reaccionar adecuada y rápidamente ante la misma.
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VI. Actuar en coordinación con las demás actividades que el sujeto va
efectuando dentro de su tratamiento, de manera que se establezca
un sincronismo y sinergia de actuaciones que se ajusten en todo al
"tempo" terapéutico.
IX. Hacer que la familia, el sujeto y las PES (personas significativas del
entorno sociofamiliar) sean capaces de detectar y prevenir una
recaída sabiendo reaccionar ante la misma con prontitud, serenidad
y sin las perturbaciones en la dinámica relacional de la vez (o veces)
anteriores.
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La que reúne al paciente y a su núcleo familiar junto al(os) terapeuta(s) en una misma sesión.
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experimentan sus miembros y agrava emociones como el miedo, la
impotencia, la rabia, la desconfianza y la inseguridad.
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Personas significativas del Entorno Sociofamiliar.
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4.1. Objetivos de la Terapia de Grupo con familiares de adictos
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Hay que tener en cuenta que muchas veces esta circunstancia se produce por una
premeditada manipulación del adicto a uno o varios de sus familiares, a quienes chantajea
emocionalmente para que le sustituyan y asuman sus responsabilidades. Cierto es no obstante
que la otra persona ha de aceptar dicho “juego” para que éste se lleve a cabo.
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no hay mejor maestro que aquél que ha experimentado algo parecido a
lo propio y ha sabido resolverlo4, para que quien recibe dicha
información pueda utilizarla favorablemente tiene que poder
“encontrarse” con aquella persona que la ofrece y las sesiones
multifamiliares son espacios de encuentro, siempre y cuando el
terapeuta sepa proveerlas de las condiciones necesarias para que así
sea.
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Este es uno de los efectos beneficiosos del modelado grupal sobre el bipersonal.
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consideremos a la Terapia Multifamiliar como algo que trasciende lo
formativo no quiere decir que no se tenga en cuenta y que no posea
importancia en esta dimensión terapéutica. Antes bien, en las primeras
fases de la intervención multifamiliar predomina un enfoque
psicoeducativo (recogiendo las ideas de Anderson sobre el tratamiento
psicosocial de la esquizofrenia) sobre otro más decididamente
psicoterapéutico pues las familias necesitan orientación e indicaciones
claras tanto respecto a los fenómenos adictivos como al programa
terapéutico5. Con todo, además de proporcionar a las familias
información básica sobre dichos fenómenos, se intenta establecer un
marco terapéutico de diálogo que favorezca la expresión racional y
emocional de los distintos problemas de los asistentes y oriente en el
establecimiento de futuras líneas de trabajo individual y colectivo,
pretendiendo además que las familias se impliquen progresivamente en
el programa de rehabilitación.
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Para explicar esta cuestión, suelo valerme del ejemplo siguiente: si pasas por un río y ves que
alguien se está ahogando, espero que no se te ocurra impartirle una clase de natación en ese
momento aunque estés convencido de que lo ideal sería que supiera nadar y se salvara a sí
mismo. Antes bien, le intentarías sacar del agua y, una vez pasado el peligro mayor, es cuando
le ayudarías a que aprendiera a nadar.
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conflictos, intentando obsesivamente que no consuma drogas y – en
definitiva- ofreciendo toda su vida a la servidumbre de la adicción. Lo
habitual es que la situación degenere hacia un permanente estado de
conflicto y /o hacia una ceguera patológica de manera los familiares se
convierten en una especie de mártires por la causa, más bien
resignados que masoquistas, y que se comporten con una irracional
abnegación. El final es una autoanulación absoluta que acaba
convirtiéndose en una situación de cuasi - esclavitud voluntaria.
Encontrarse con otras familias que aportan, transmiten y repiten las
mismas actuaciones, afectos y vínculos es como mirarse en un espejo,
“verse los michelines”6 y darse cuenta de que los demás también los
tienen pues han seguido la misma “dieta defectuosa”.
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Otra expresión de Pablo Población (¿qué tendrá él con /contra la acumulación de grasas?).
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Suelo comentar medio en broma medio en serio que un porcentaje muy elevado de adictos al
empezar tratamiento tienen “una oreja más grande que la otra”, refiriéndome a la presión que
ha de ejercer su entorno sociofamiliar para que esto suceda.
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Potencia la adquisición de nuevos recursos mediante su
entrenamiento en un entorno menos traumático.
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Este es un concepto psicodramático que alude a la cualidad y capacidad que tienen los grupos
terapéuticos para no sólo multiplicar cuantitativamente las alternativas comportamentales ante
una misma situación sino para ayudar a las personas a mirar sus dificultades de otra manera.
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4.2. Etapas que configuran el Programa Multifamiliar
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Además, el hecho de que aún en la actualidad muchas familias de
personas con problemas de adicción se sientan excluidas de las
intervenciones profesionales, agrava las emociones antes señaladas y
sitúa a la familia en un rol de agente patógeno que refuerza la culpa
que experimentan. El resultado de cuanto viene diciendo es que
frecuentemente las familias acuden a las primeras sesiones con una
mezcla de desconfianza, ansiedad y esperanza cuasi - mágica en que
todas sus dudas y problemas sean resueltos desde el primer momento
por los profesionales encargados de dirigir dichas sesiones. Recordemos
por ello que la familia del adicto está compuesta por PERSONAS QUE
SUFREN y que no encuentran el espacio donde compartir tal
sufrimiento y que la actitud y comportamiento del(los) terapeuta(s)
deben ajustarse a tales circunstancias mediante intervenciones
terapéuticas que contengan y vehiculen simultáneamente dichas
tensiones al objeto de evitar que los conflictos no abordados en el
ámbito familiar perjudiquen seriamente al proceso de recuperación.
2. - Etapa de Maduración
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un margen más amplio a la expresión de los conflictos familiares y
convirtiendo los grupos multifamiliares en auténticos grupos de
psicoterapia que reúnen todas las características de los mismos. De
hecho, según avanza el proceso terapéutico se observa cómo el
lenguaje de los asistentes va cambiando del característico “ellos y sus
problemas” iniciales al “nosotros y los nuestros” propio de un grupo
centrado en sí mismo y en las dificultades de los miembros que lo
componen.
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instancias del propio equipo terapéutico pues aparece la ya citada
dependencia institucional con una intensidad que sorprende al tratarse
de familiares y no de afectados.
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