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LOS LOCOS DE VALENCIA

LOPE DE VEGA

PERSONAJES

- FLORIANO: Caballero

- LEONATO: Caballero

- MARTÍN: Empleado del hospital

- BELARDO:

- CALANDRIO: Loco, portugués

- VERINO: Médico

- REINERO: Príncipe

- FEDRA: Dama, hija de Gerardo

- VALERIO: Caballero, amigo de Floriano

- PISANO: Empleado del hospital

- TOMÁS: Empleado del hospital

- MORDACHO:

- GERARDO: Administrador del hospital

- LIBERTO: Policía

- ERIFILA: Dama

- LAIDA: Criada de Fedra.


ACTO I

ESCENA 1

Salen Valerio y Floriano, caballeros.

FLORIANO.- Acabo de llegar ahora mismo.

VALERIO.- Me alegro tanto de verte, Floriano. Pero, ¿qué te pasa? Parece que hayas visto a un
muerto.

FLORIANO.- ¡Ay Valerio!, dame la mano. Mi vida depende de ti.

VALERIO.- ¿CÓMO?

FLORIANO.- ¡ay, amigo! Yo he…

VALERIO.- ¿qué?

FLORIANO.- Yo he...

VALERIO.- ¡Habla!

FLORIANO.- Matado…

VALERIO.- ¿A quién?

FLORIANO.- ¿Nos oye alguien?

VALERIO.- Nadie.

FLORIANO.- A un hombre, que…

VALERIO.- Dilo; ¿qué te preocupa?

FLORIANO.- No te extrañes, Valerio, que me asuste del más pequeño ruido.

VALERIO.- ¿Quién es? Acaba ya, dime el nombre.

FLORIANO.- La gente me perseguirá.

VALERIO.- Más muerto estás que el muerto.

FLORIANO.- Desde que salí de Zaragoza hasta que llegué aquí a Valencia, que estoy así.

VALERIO.- Solo quiero quién era tu enemigo. ¿A quién has matado?

FLORIANO.- Si alguien pasa…

VALERIO.- ¿ No te fías de mí?

FLORIANO.- Claro que sí. Perdona, ya voy: he matado al príncipe Reinero.

VALERIO.- ¡Jesús! ¡Qué mal suceso!

FLORIANO.- ¡Matar un sucesor de un reino!

VALERIO.- El daño está claro, porque por mucho que lo intentemos, no pararán hasta
encontrarte.

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FLORIANO.- ¡Tengo miedo y por eso acudo a ti! ¿Y tú me respondes así?

VALERIO.- Yo intento ayudarte, pero tu enemigo es muy poderoso. ¿Cómo y dónde lo mataste?

FLORIANO.- Le maté en una calle...

FLORIANO.- Me rodeó con otros dos hombres e intentó matarme… Pero conseguí escaparme y
me persiguió a una calle y empezó de nuevo la pelea, hasta que conseguí sacar mi navaja y le
apuñalé. Directamente en el pecho y allí mismo cayó muerto.

VALERIO.- ¡Joder!

FLORIANO.- Quise huir, aunque una parte de mí quería quedarse allí mismo con el cuerpo de la
pena que me daba. Me agaché a intentar ayudarle y, al preguntarle quién era, me dijo que era
el rey e inmediatamente se quedó helado. No sabía que hacer, así que cogí mi navaja y salí
corriendo.

VALERIO.- ¡Ojalá pudiera ayudarte! Aunque soy rico, no sé cómo hacerlo… un momento…
¿puedes disfrazarte y hacerte el loco?

FLORIANO.- ¿Loco?

VALERIO.- Escucha. Te tienes que hacer el loco, que todo el mundo crea que eres así. En Valencia
hay un hospital al que acuden todos los hombres de este tipo. Te encierras en una cárcel de
estas, sucio y loco y nadie te reconocerá.

FLORIANO.- ¡Ayúdame! Y cuando acabe mi transformación lo haré tan bien que nadie dudará de
mi naturaleza.

ESCENA 2

Entran Leonato y Erifila; él con botas, y ella con capotillo y sombrero.

LEONATO.- Erifila, esto es Valencia y, allí, la puerta de Quart.

ERIFILA.- Es tal y como me la había imaginado.

LEONATO.- Es preciosa.

FLORIANO.- ¿Es gente de fuera?

VALERIO.- Sí, vámonos de aquí.

FLORIANO.- Tengo miedo de que me reconozcan.

Salen Floriano y Valerio.

ERIFILA.- Es un bello lugar.

LEONATO.- Yo no le he visto mejor.

ERIFILA.- Hemos tenido suerte de llegar. ¿Qué hará mi cruel padre?

LEONATO.- Te llamará hija infame y a mí, criado traidor.

ERIFILA.- Si sabe de amor, te aseguro que me llamará loca.

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LEONATO.- Confieso que fue locura quererme, pero no me trates mal. Que el amor que siento
por ti hace que pueda ser como tú.

ERIFILA.- El desprecio debería ser hacia mí Leonato, no hacia ti.

LEONATO.- ¿Te arrepientes de haber huido conmigo?

ERIFILA.- Todo mi amor te demostré cuando dejé a mis padres y huimos juntos. Digo una palabra
¿y te ofendes?

LEONATO.- El amor entre personas de distinta cuna poco vale y menos dura. Y sé que te
arrepientes.

ERIFILA ¿Yo arrepentida, Leonato?

LEONATO.- Sí.

ERIFILA.- ¿Por qué piensas así?

LEONATO.- No puedes negar que en realidad me desprecias.

ERIFILA.- ¿Estás loco?

LEONATO.- Lo estuve.

ERIFILA.- ¿Estoy loca por quererte? ¿Te ofende si te quiero?

LEONATO.- Yo entiendo tu corazón.

ERIFILA.- Tengo la sensación, Leonato, que lo único que quieres es bucar una excusa para
dejarme.

LEONATO.- Confiésalo.

ERIFILA.- ¿Pero qué estás diciendo? ¿Por qué te enfureces así? ¿De verdad no me crees? No
pienso hablar más contigo, ya que de mis sentimientos no te fías.

LEONATO.- Habla, Erífila. Admítelo, no me quieres.

ERIFILA.- ¿Yo digo eso?

LEONATO.- Sí.

ERIFILA.- ¿Yo?

LEONATO.- Sí.

ERIFILA.- ¿Hubiese abandonado todo lo que tengo si no estuviera enamorada?

LEONATO.- No, creo que viniste porque estabas aburrida pero no enamorada.

ERIFILA.- ¿Aburrida de qué?

LEONATO.- Déjate de tonterías y dame tus joyas.

ERIFILA.- ¿Para?

LEONATO.- Pagar el mesón.

ERIFILA.- ¿Y el dinero? ¿Se ha acabo del dinero?

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LEONATO.- ¿Por qué si no te lo pediría?

ERIFILA.- Pues vende esta pulsera.

LEONATO.- Te he dicho que las quiero todas.

ERIFILA.- ¿Todas?

LEONATO.- Todas.

ERIFILA.- ¿Pero qué te he hecho?

LEONATO.- ¡Dame las joyas y cállate!

Saca la navaja.

ERIFILA.- ¡Ay, Dios!

LEONATO.- Dámelas todas.

ERIFILA.- No hay más. Guárdala.

LEONATO.- Si me discutes te clavo la navaja.

ERIFILA.- ¿Todo esto por una palabra?

LEONATO.- Quítate la ropa.

ERIFILA.- ¿La ropa? ¿Pero qué dices?

LEONATO.- No repliques. (Le amenaza con la navaja)

ERIFILA.- ¡Traidor!

LEONATO.- ¡Quítatela o te apuñalo!

ERIFILA .- Me da igual. (Intenta robarle la navaja. Forcejean. Ella consigue tirarle la navaja y él
quitarle algo de ropa).

LEONATO.- ¡Suelta! Se va

ERIFILA.- ¡ESPERA!

Se va Leonato, queda Erifila envuelta en poca ropa.

ERIFILA.- ¡Cobarde! ¡Cabrón! ¿Aquí me dejas completamente sola y medio desnuda en medio
de la nada? Yo que abandoné a mi familia, mi vida y todo lo que tenía por irme contigo… Me has
robado las joyas y mi vestido, pero no mi alma. ¿Qué voy a hacer? ¿Dónde estoy? ¿Dónde voy?
¿Qué pesarán de mí?... Me voy a volver loca. ¡Se oye gente!

ESCENA 3

Entran los porteros del hospital, Pisano, y Valerio, y dos que han sido locos, Martín y Tomás.

VALERIO.- ¿Entonces, le curaréis?

PISANO.- Pues él está a mi cargo y haré lo que pueda.

VALERIO.- Todavía es muy pronto para darle medicinas.

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PISANO.- Puede… Pero creo que te has equivocado en no dejar que lo encerráramos.

VALERIO.- Ahora no está furioso, pero lo haremos cuando le dé otro ataque. Pero cuando está
alegre, si se pone triste, probablemente se nos muera.

PISANO.- Bueno, entonces haces bien. ¿Cómo se llama?

VALERIO.- Beltrán.

PISANO.-¿Y de dónde es?

VALERIO.- De Toledo.

ERIFILA.- Si estos me ven, tengo miedo de que me tomen por loca.

PISANO.- ¿Y a qué se dedicaba?

VALERIO.- Estudiaba Filosofía.

PISANO.- Ya se sabe que el estudio y el amor suelen quitar el juicio. ¿Ves estos dos?

VALERIO.- Los veo.

PISANO.- Eran grandes estudiantes y por amor enloquecieron. Ahora se han curado y ayudan en
el hospital. ¡Tomás!

TOMÁS.- ¡Señor!

PISANO.- Ven aquí.

ERIFILA.- ¿Me voy?¿qué hago?

PISANO.- Eres muy buen hijo.

TOMÁS.- Sí, claro. Pero mi padre murió y, como ya no tengo padre, pues no soy hijo.

VALERIO.- Y tú, Martín, ¿eres buen hombre?

MARTÍN.- Sí, algún ruin, pero no mucho. ¿Sabéis si el fuego quema?

PISANO.- Yo juraría que no enfría. (Ríen. Ven a Erifila intentando esconderse).

VALERIO.- ¿Quién es esa mujer?

TOMÁS.- Santa Tisbe en el desierto, que busca a su esposo muerto.

ERIFILA.- Me acaban de ver. Tendré que contarles todo lo que me ha ocurrido, que me han
robado y por eso estoy así, medio desnuda, a ver si me ayudan.

MARTÍN.- ¡Hola, mujer! ¿Tienes padre?

ERIFILA.- ¡Me ha robado un ladrón mis joyas y mi vestido!

PISANO.- Hemos llegado a tiempo.

VALERIO.- Parece loca.

ERIFILA.- ¡Ay de mí!

TOMÁS.- ¡Oye!

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ERIFILA.- ¿Qué?

TOMÁS.- Quédate quieta

ERIFILA.- ¿Por qué?

TOMÁS- Te quiero abrazar.

ERIFILA.- No me toques.

PISANO.- Está loca, seguro.

ERIFILA.- ¡Señor! Mire que me ha pasado una cosa muy extraña y me han robado…

MARTÍN.- Por Dios, si que debe haber sido extraña porque poco cerebro te han dejado.

ERIFILA.- Tres mil ducados valían las joyas que me han robado.

VALERIO.- Tranquila.

ERIFILA.- ¿Qué me tranquilice? Si me creyerais no me dejaríais aquí fuera pasando frío y me


ayudaríais.

PISANO.- Te ayudaremos. Venga. ¿A qué esperas? ¡Cogedla!

ERIFILA.- ¿A mí? ¿Cómo? ¿por qué?

PISANO.- ¡Venga!

ERIFILA.- Como os acerquéis…

TOMÁS.- ¡A la cárcel!

ERIFILA ¿Cárcel?

PISANO.- ¡Cogedla bien!

ERIFILA.- ¿Así me ayudáis? ¿Esta es la fama de Valencia? Después de que me han robado
¿quieres ponerme en prisión?

PISANO.- ¡Qué pesada!

ERIFILA.- ¿No sería mejor coger al ladrón que me robó?

MARTÍN.- ¡Venga! camina.

Se la llevan los dos locos.

VALERIO.- Pisano, ve al administrador, dale las gracias por la ayuda con Beltrán y luego ve y
libéralo mientras su locura le deja.

PISANO.- Lo haré, pero si se queja, lo encerraré.

Se va Pisano.

VALERIO.- ¡La suerte está de mi parte! He traído al hospital a Floriano. Luego vi a una mujer que
van a ingresar aquí y toda la cordura se me fue. ¿Era mujer lo que vi o era algún ángel del cielo?
No estoy bien… ¿Por qué dejé que se la llevasen pudiendo haberlo impedido? ¿Estoy loco? ¿Se
puede uno volver loco de amor? Quiero volverla a ver. Quiero volver al hospital porque si me
ven enfermo o no me dejarán salir o allí me curarán el mal.

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ESCENA 4

Se va. Entran Fedra, dama, hija del administrador, y Laida, criada.

FEDRA.- Deja de quejarte, que ya has conseguido que bajase al patio.

LAIDA.- Tendré yo la culpa… Además, aprovechando que el administrador, que es tu tío y mi


padre, se ha ido del hospital … te enseñaré a mi amor.

FEDRA.- ¿Que te has enamorado de un loco?

LAIDA.- ¡Así es!

FEDRA .- ¿De verdad?

LAIDA.- Pero él no lo sabe…

FEDRA.- Pues si que te has enamorado rápido… ¿Sabías que estaba loco?

LAIDA.- Me engañó porque me pareció completamente cuerdo. Porque no me enamoré de


escucharle hablar, sino de verle callar.

FEDRA.- ¿Cómo puede ser que el silencio te incite a querer y desear?

LAIDA.- Le he dado mi alma a una piedra, Fedra.

FEDRA.- ¡Pobre! Locos, en fin, sois los dos. Curaos juntos.

LAIDA.- ¡Reza a Dios!

Entra Floriano fingiendo el loco.

FLORIANO.- ¿Eres el mayordomo de esta casa honrada? Seguidme, pues, que os daré con un
ladrillo, y no turrón de Alicante.

FEDRA.- ¡Ay Laida!, huyamos.

LAIDA.- ¡Para! Tranquila, que no hará nada.

FLORIANO.- Aquí tenéis un esclavo, cuerdo, humilde y diligente. No os alteréis, deteneos; que el
amor me trajo aquí. Quise a una mujer…

FEDRA.- ¡Ay, qué pena tan grande!

LAIDA.- ¡Lo sé!

FLORIANO.- Vuestra Majestad me mande darme sus divinos pies, porque entre los aires ande;

FEDRA.- ¡Qué linda cara y presencia!

FLORIANO.- Mirad que os digo verdades; no me descubráis ninguna.

LAIDA.- Ahora me da miedo que te enamores de él.

FEDRA .- ¡Quién fuera la luna, quién dirige todas sus locuras!

LAIDA.- ¿Entonces ya no te gusta?

FEDRA.- Solo me gustaría asegurarme de que no está loco.

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LAIDA.- Para mí no lo está…

FEDRA .- Extraños discursos hace. Que nacen, sin duda, de su claro entendimiento.

FLORIANO.- ¿Queréis hacerme un favor con que requiescat in pace?

FEDRA.- ¿Cómo?

FLORIANO.- (A Laida) Dame esa cinta, que será de mi mal la medicina y será el antídoto y vos a
quien deba mi salud.

Le da una cinta.

FEDRA.- (Dándole otra) Esta es mejor, porque es verde.

FLORIANO.- Sí, porque la esperanza nunca se pierde. Quiero hacer una cosa que me recuerda a
algo.

FEDRA.- ¿A algo? ¿A un amor del pasado?

FLORIANO.- A un baile…

LAIDA.- Dile que tú no estás loca.

FEDRA.- Calla, Laida, que esto es un error. Le estoy siguiendo el rollo para que no se enfurezca y
no puedo más. (se oyen voces) Viene gente. No me pueden ver aquí sola con él.

LAIDA .- No. Vámonos.

Se van.

FLORIANO .- ¡Con qué noche de dolor tan bello sol se me ha puesto! Acordaos allá de mí si algún
rato estáis ociosa.

ESCENA 5

Entran Pisano, Tomás, Martín, con Erifila.

ERIFILA.- ¿Por qué me tratáis así?

PISANO.- Estate quieta, loca.

ERIFILA.- No lo soy, que ya lo estuve.

TOMÁS.- Ya está en casa la hechicera, pague la patente.

MARTÍN.- Pague.

ERIFILA.- ¡Encerrarme a mí de esta manera!

MARTÍN.- Hay que cumplir la ley; pague luego.

TOMÁS.- Pague o muera.

FLORIANO.- ¿Quién sois?

MARTÍN.- Gente de paz.

TOMÁS.- ¿Quién te manda meterte donde no te llaman?

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ERIFILA.- Ya no puedo más. Aquí no me entienden y nunca creerán que no estoy loca. Ojalá lo
fuera porque la esta situación motivos me da para ello.

PISANO.- Quedáos aquí mientras vengo. Y no le hagas daño. (Se va Pisano).

FLORIANO.- ¿Qué es lo que tengo ante mis ojos? ¡Qué hermosa mujer! ¡ Pobre suerte la mía!
¿Estoy conmigo o sin mí?

TOMÁS.- Pague luego.

MARTÍN.- Paga aquí.

ERIFILA.- ¿Qué tengo que pagar?

TOMÁS.- La patente

ERIFILA.-No tengo dinero.

FLORIANO.- ¡Ah, buena gente!

MARTÍN.- ¿Nos hablas a nosotros?

FLORIANO.- Sí. ¿Qué es lo que pedís?

TOMÁS.- La entrada.

FLORIANO.- Yo se la pago si os gusta este anillo.

MARTÍN.- Enséñalo a ver.

TOMÁS.- Es bueno, os lo aseguro.

MARTÍN.- ¿Es de oro o plata?

FLORIANO.- Como os guste más.

TOMÁS.- ¡VIVA!

MARTÍN.- Avisa a todos que hoy comeremos como unos señores.

Se van Martín y Tomás.

ESCENA 6

ERIFILA.- ¡Ay, Dios! ¿Qué tiene este loco que me mira tan fijamente?

FLORIANO.- Si lo fuera, no miraría lo que el cielo y la tierra admiran…(Aparte) ¡Por Dios! Parezco
imbécil si le hablo así. Me duele hablarle como si estuviera loco.

ERIFILA.-(Aparte)¿Por qué no huyo? La verdad es que es muy guapo… y alto. ¡Por favor, miedo,
deja que le hable!

FLORIANO.- (Aparte) ¡No puedo más! Que hable amor y la lengua calle.

ERIFILA.- (Aparte) ¡Qué hombre más extraño!

FLORIANO.- (Aparte) ¡El mundo se asombra de ver su belleza!

ERIFILA.- (Aparte) ¡Qué cuerpo más admirable!

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FLORIANO.- (Aparte) ¡Oh, imagen bella y notable de todo el universo!

ERIFILA.- (Aparte) Aunque esté loco, confieso, que por su culpa podría volverme yo loca.

FLORIANO.- (Aparte) ¡Dios! Si me da vergüenza hablarle por el amor que le tengo, seguro que
sospecha porque no me estoy moviendo.

ERIFILA.- (Aparte) Creo que de verme aquí parada está empezado a sospechar.

FLORIANO.- (Aparte) ¿Qué hago? ¿Le hablo?

ERIFILA.- (Aparte) Aún recuerdo el engaño de Leonato y todo lo que dejé y sufrí por él. ¿Qué me
ha pasado que hace que me enamore de un loco? ¿Pero qué hago? ¿Le hablo? (A Floriano) Estoy
loca.

FLORIANO.- Estoy loco de verte y prometo, desde hoy, serlo todavía más.

ERIFILA.- ¿Cómo te llamas?

FLORIANO.- Beltrán.

ERIFILA.-¿Roldán?

FLORIANO.- Seré quien tú quieras que sea.

ERIFILA.- ¡Cómo me gusta este loco! O él es el cuerdo o yo estoy completamente enajenada.

FLORIANO.- (Aparte) Creo que se ha dado cuenta de que en realidad no estoy loco. Tengo que
disimular. (A Erifila) Quiero salir a cazar. ¿Me han traído los caballos ya?

ERIFILA.- Los caballos, los perros y todo lo demás está listo ya.

FLORIANO.- ¡Perfecto! Pues vámonos ya.

ESCENA 7

Entra Geardo.

GERARDO.- Señora, ya está aquí tu ropa. Entra a probártela. Beltrán, ni se te ocurra acercarte a
ella.

ERIFILA.- ¿A ti qué te importa?

FLORIANO.- Eso ¿A ti qué te importa?

GERARDO.- ¿Ya lo defiendes? Entra, venga.

ERIFILA.- ¡No quiero! ¡Yo soy libre y puedo hacer lo que quiera!

GERARDO.-¡Entra de una vez!

ERIFILA.- Adiós, hermoso loco.

FLORIANO.- Divina loca, adiós.

GERARDO.- Poquito a poco.

Queda Floriano.

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FLORIANO.- Vete, pensamiento mío. No te aventures a hacer una locura porque no tiene sentido
perder la cabeza por alguien que no la tiene.

ESCENA 8

Enta Valerio.

VALERIO.- No hace falta que me agradezcas que haya venido a verte tan pronto. Vengo aquí
por negocios.

FLORIANO.- ¿Qué haces aquí Valerio?

VALERIO.- Floriano, el loco, soy yo. Que tú estás perfectamente cuerdo. Todavía nadie sabe
nada de ti.

FLORIANO.- ¿Qué te ha pasado entonces, Valerio? ¿ Qué ha pasado para que pierdas tú también
la cabeza?

VALERIO.- ¿No trajeron aquí una loca más guapa que todo el universo?

FLORIANO.- ¿Estás con ella? ¿Eres algo suyo?

VALERIO.-No estoy con ella, pero te aseguro que soy suyo.

FLORIANO.- Espera. Ven conmigo y cuéntamelo todo.

VALERIO.- ¡Ay, Dios!

FLORIANO.-¿ Eso es un suspiro?

VALERIO.- ¡Bueno! Pierdo la cabeza.

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ACTO II

ESCENA 1

Sale Floriano solo.

FLORIANO.- ¡ Joder! ¿Puede ser alguien más desgraciado que yo? Fui yo el primero en ver esos
ojos divinos y bellos y, sin darme cuenta, me enamoré de ellos. Y ahora Valerio me dice que de
ella también está enamorado, que quiere estar con ella o cuerda o loca porque cuando uno está
enamorado siempre se hacen locuras. Va a decir que es familiar suyo para poder llevársela de
aquí. ¡Oh, amor! Déjame con mi loca o enloqueceré si la pierdo.

Entra Fedra

FEDRA.- (Aparte) No puedo más. Ni yo misma me entiendo y no puedo dejar de pensar en él.
Siempre dicen que el amor es loco, pero no pensaba que lo fuese tanto. ¿Qué me pasa? Que no
puedo pensar con claridad por su culpa. (Ve a Floriano) ¡Ay! Mira si estoy loca que ni me había
dado cuenta de que precisamente él estaba aquí.

FLORIANO.- (Aparte) Mierda. De esta me tengo que esconder, que conozco bien su intención y
no lo consentiré. Fingiré que estoy más loco de lo normal.

FEDRA.- (Aparte) Que yo pierda la cabeza por un loco…

FLORIANO. (A Fedra) ¿Has visto por ahí una cosa que he perdido?

FEDRA.- Y tú, ¿no has visto que estoy triste por aquí?

FLORIANO.- Si andas en pena, conseguirás rápido la gloria.

FEDRA.- Misteriosas palabras. (Aparte) Qué listo se cree.

FLORIANO.- Si encuentras lo que he perdido te daré un trozo de queso.

FEDRA.- ¡Ojalá supiera lo que has perdido y dónde te has dejado el sentido para que yo te lo
trajera!

FLORIANO.- ¿Lo harás entonces? ¿Me ayudarás? ¡Gracias! Al menos tú eres hermosa.

FEDRA.- Pues lo que has perdido, ¿no merece cumplidos?

FLORIANO.- Los dientes y las encías tiene de nieve y pimientos. La quería y aún la quiero, de
verdad, y si ella se muere yo me muero.

FEDRA.- ¿Es una mujer, entonces, lo que has perdido, loco?

FLORIANO.- Pero no es eso lo que busco, sino otra cosa he perdido. ¿Ves estos trapos? Pues he
perdido…

FEDRA.- ¿Qué, por mi vida?

FLORIANO.- Una borrica con un tocado.

FEDRA.- (Aparte) ¡ Que esto no me desenamore, sino que me obliga a quererlo más! (A Floriano)
¿Qué hiciste de aquella cinta que te di?

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FLORIANO.- La perdí cuando descubrí su verdadera naturaleza y la descarté porque encontré
otra mejor, aunque otra por medio se metió y la amistad y el amor son tan pesados que por
miedo a romper una no me quedo con la otra.

FEDRA.- Vamos, ¿que te jugaste mi esperanza?

FLORIANO.- Y la mía.

FEDRA.- ¿Quieres otra?

FLORIANO.- Me gustaría. Si no te molesta que la gaste, claro. ¿Dónde está la cinta?

FEDRA.- Aquí.

FLORIANO.- ¿En la frente?

FEDRA.- ¿No la ves?

FLORIANO.- Pues quítatela.

FEDRA.- Mejor si me la quitas tú a mí. (Le desata una cinta de la cabeza.) ¡Ay! ¿Qué hago? ¿Le
abrazo? Lo haré. Está loco y no le importará nada.

FLORIANO.- ¿Qué me tocas? ¿Me quieres robar?

ESCENA 2

Entra Erifila con sayo de jirones y una caperucilla de loco.

ERIFILA.- Mirad qué bonito abrazo. Por mí no paréis, ¿eh? Os deseo muchos años de felicidad.
Espera… (A Fedra) ¿Tú no estás cuerda? ¿Qué haces entre los locos, loca? ¡Vete fuera! Que tiene
dueño este loco.

FEDRA.- Elvira, tranquila.

ERIFILA.- ¡Salte! ¡Vete! ¡Fuera!

FEDRA.- Me voy. (Sale)

ESCENA 3

FLORIANO.- (Aparte) Lo ha hecho mejor que una Celestina. ¡Ay celos, que el amor creces! ( a
Erifila) ¿Te callas ahora? ¿Por qué lloras?

ERIFILA.- Porque odio hablar con ella, porque ahora pensarás que me gustas y por la muestra
que me habéis dado los dos.

FLORIANO.- Elvira, tranquila. Ma rayo me parta si me gusta a mí esa mujer. Como es la hija del
administrador del hospital, pues me gusta jugar con ella y engañarla como a una loca. Si otra
cosa parecía, te juro que era mentira.

ERIFILA.- Perro, ¿ahora te haces el loco? Cuidado con cómo me tratas a mí, que te parto la cara.

FLORIANO.- (Aparte) ¡AY, amor! Haz que me escuche y que me entienda.

ERIFILA.- (Aparte) Amor, haz que este loco me entienda. No quiero declararme hasta que no
compruebe que me puedo fiar.

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FLORIANO.- (Aparte) Tengo miedo de declararme hasta que pueda fiarme.

ERIFILA.- (Aparte) Haciéndome la loca podré decirle lo que siento.

FLORIANO.- (Aparte) Siendo loco le diré lo que pienso, aunque mis sentimientos son
completamente cuerdos.

ERIFILA.- ¡Hola! ¿sabes tú lo que es amor?

FLORIANO.- El que siente deseo al mirar, pero el amor no sabe mostrar porque su fin no es otro
que el carnal.

ERIFILA.- (Aparte) ¡Ay, amor, qué bien empiezas!

FLORIANO.- Dicen que hay dos tipos de deseo: el carnal y el intelectual. Por ello, también, tiene
que haber dos tipos de bellezas: la corporal y la intelectiva. Si alguien te priva del cielo por
hacerte daño, es que le falta el ornamento del alma más necesario.

ERIFILA.- (Aparte) ¿Seguro que está loco? ¡No puedo más! (A FLORIANO) Me gustas tanto como
la pimienta al vino.

FLORIANO.- (Aparte)¿Tiene esta ahora cordura? (A Erifila) Y tú a mí como el tocino después del
sábado santo.

ERIFILA.- (Aparte) Contesta de la misma manera como yo le hablo. ¡Por Dios! ¿Y si no está loco?

FLORIANO.- (Aparte) Esta no está loca, sino bien cuerda.

ERIFILA.- Yo vengo de una buena familia.

FLORIANO.- Yo también. Pero voy así porque quiero.

ERIFILA.- A mí me engañó un ladrón y me ingresaron aquí porque me encontraron dando gritos


desesperada.

FLORIANO.- Pues de mí dicen que maté un príncipe y me hago el loco para que no me maten.

Vuelven en sí.

ERIFILA.- ¿Lo dices en serio?

FLORIANO.- Sí. ¿Y tú?

ERIFILA.- Yo sí.

FLORIANO.- Pues, por favor, compréndeme. Mira cómo te quiero que incluso loca y sin juicio te
digo mi secreto.

ERIFILA.- Amigo, no soy Elvira, ni loca, como has pensado. Yo me llamaba Erifila hasta que llegué
aquí. Puedes confiar en mí. Te adoro, te amo y soy tuya hasta la muerte.

FLORIANO.- ¡Qué suerte la mía, que mis deseos se cumplen! Dame un abrazo.

ERIFILA.- Aún pienso que no soy digna.

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ESCENA 4

Entra Gerardo

GERARDO.- ¡Oh, mal garrote os haga el cuerpo pedazos!

FLORIANO.- ¡Ah, puto viejo!¿La paz te parece mal?

GERARDO.- ¡Os arrepentiréis! ¡Ah, Martín! ¡Hola, Tomás!

FLORIANO.- Ya la hemos liado.

ESCENA 5

Entran Tomás y Martín.

TOMÁS.- ¿Qué hay nuevo? ¿Qué ha sucedido?

GERARDO.-¡No quiero oíros más! Esposadlos a los dos.

FLORIANO.- Esposadme solo a mí, que yo tuve culpa.

GERARDO.-¿Ah, sí?

FLORIANO.- Así es. (Aparte) Me encantaría hacerme el loco, pero me da miedo que me
encierren.

MARTÍN.- ¿No sabes la condición de este hospital, mocoso? ¿Desde cuándo pueden estar los
hombres con las mujeres?

GERARDO.- Lleváoslos ya.

FLORIANO.- ¿Dónde me llevas? ¿A darme de cenar?

ERIFILA.- ¿También me lleváis a mí?

GERARDO.- Lleváoslos a los dos ya.

Llévenlos y quede Gerardo.

GERARDO.- Es normal que ésta loca tenga enamorado un loco, que también más de un cuerdo
querría entregarle su alma.

ESCENA 6

Entra Tomás y Pisano.

TOMÁS.- Señor, ha llegado su primo.

PISANO.- ¿Te refieres a Liberto?

TOMÁS.- Ese mismo.

PISANO.- Pues dile que entre.

Entra Liberto.

LIBERTO.- No te quejarás de que vengo a Valencia y no paso a verte.

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PISANO.- Dame un abrazo, primo.

LIBERTO.- ¿Cómo estás? Gracias por atenderme tan pronto.

PISANO.- Estás en tu casa, Liberto. Pero, dime, ¿Qué negocios te traen a Valencia?

LIBERTO.- ¿No te has enterado de lo que le ha pasado al príncipe Reinero, hijo legítimo del conde
Arnolfo?

PISANO.- Algo se ha rumoreado por aquí, pero no se cree que sea cierto.

LIBERTO.- ¡Ojalá no lo fuera! Está muerto, primo. Asesinado a manos de un hombre, a quien
ando buscando. Vamos muchos en su busca y por diferentes sitios.

PISANO.- Entonces seguro que lo encontraréis y haréis que caiga sobre él todo el peso de la ley.
Ojalá lo encontréis rápido.

LIBERTO.- Todos llevamos una foto suya que han hecho de él en Zaragoza.

PISANO.- Ojalá lo encontrase yo.

LIBERTO.- Pues puedes cumplir rápidamente tu deseo. Le muestra el retrato. Este es el asesino.

PISANO.- ¡Qué guapo! ¿Qué pone ahí?

LIBERTO.- “Floriano. Edad: veintinueve o treinta”.

PISANO.- Mírale la cara… me da pena.

LIBERTO.-¿Has visto a este loco? Por mi vida que necesito encontrarlo.

PISANO.- Empanado está mirando las estrellas. No te preocupes. Ven conmigo, que te haré un
regalo mientras llega la hora de cenar.

LIBERTO.- ¡Me alegro tanto de verte! Preocupado me tenía el loco este.

Se van y se queda Tomás.

TOMÁS.- No hay secretos en el mundo porque , tal y como se dice, las paredes oyen. Si el secreto
me importara, libraría al desgraciado ese de la muerte.

ESCENA 7

Entra Floriano con esposas.

FLORIANO.- ¿Qué tal, Tomás?

TOMÁS.- ¡Oh, Beltranico! ¿Cómo van las esposas? ¿Son pesadas?

FLORIANO.- Pues bastante.

TOMÁS.- Ojalá las tuviera iguales el desalmado que ha matado, según dicen, a Reinero. Le
buscan por todas partes y van con su foto y todo.

FLORIANO.- (Aparte)¡Por Dios! ¡Que ya me han descubierto! (A Tomás) ¿Y tú cómo lo sabes?

TOMÁS.- Ha venido un hombre de Aragón, primo del portero, que va en su busca con su foto.
Se llama…

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FLORIANO.- ¿Cómo?

TOMÁS.- Empieza por flor y lo demás se me ha olvidado.

FLORIANO.- ¿Dijo, por algún casual, Floriano?

TOMÁS.- Eso mismo. Sí, sí. Floriano. Y que era un hombre de treinta años, más o menos.

FLORIANO.- ¿Y dónde se ha ido?

TOMÁS.- Pues sin duda a ver la casa. Que no hay nadie que venga aquí que no la vea.

FLORIANO.- Por Dios, que pienso ver ese retrato. Quédate aquí, que voy a buscarlo.

TOMÁS.- Ni se te ocurra decirle que yo te he dicho algo.

FLORIANO.- ¡Calla! No te preocupes, que a mí me importa más que a ti el secreto.

TOMÁS.- Ya sé que, aunque eres loco, eres discreto.

Se va Floriano.

ESCENA 8

Entra Erifila con esposas.

ERIFILA.- (Aparte) Menos mal que he conseguido escaparme, aunque sigo con las esposas. ¿Qué
haces por aquí, Tomás?

TOMÁS.- Pues ya lo ves… Que si el viejo os ve, seguro que os encerrará otra vez.

ERIFILA.- ¿Pero no tiene ya suficiente con dejarme sin manos? ¿Qué quiere? ¿Qué tengo?

TOMÁS.- Pues, yo creo que está celoso porque a más de uno tienes enamorado.

ERIFILA.- Si solo es por eso, yo me escondo si hace falta. ¿A ti te parezco guapa?

TOMÁS.- ¡Por Dios, que estaba cuerdo pero ahora enloquezco cada vez que te veo ¿Te quieres
casar conmigo?

ERIFILA.- La palabra te doy...

TOMÁS.- ¿De qué?

ERIFILA.- De que voy a comerme un higo.

TOMÁS.- Entonces, ¿no quieres casarte?

ERIFILA.-Si hubiera cura, lo haría.

TOMÁS.- ¡Que por un maldito cura cualquiera, no pueda yo casarme contigo!

ERIFILA.- ¿Sabes quién podría casarnos?

TOMÁS.- ¿Quién?

ERIFILA.- Beltrán.

TOMÁS.- ¿Se lo vas a decir así, sin más?

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ERIFILA.- Ahora pensaré algo. Llámalo, que nos casará.

TOMÁS.- Dame la mano.

ERIFILA.- Ve.

TOMÁS.-Pues voy.

Se va Tomás.

ERIFILA.- Vamos, amor piadoso, que venga aquél por quien muero y por cuya culpa la cabeza
pierdo. Aquél por cuya culpa el alma tengo cuerda y el entendimiento loco. Que por estar a su
lado, no quiero volver a la cordura.

ESCENA 9

Entra Floriano pintada la cara.

ERIFILA.- ¿Beltrán?

FLORIANO.- ¿Elvira?

ERIFILA.- ¿Por qué te has puesto así? ¿Qué llevas en la cara?

FLORIANO.- Mi señora, ahora juego al ajedrez. Un rey con dos mil peones, me persigue hasta
que cobre su venganza en mi traición. Hoy me ha venido a buscar un hombre decidido a
matarme.

ERIFILA.- ¿Que alguien ha venido a por ti?

FLORIANO.- Dicen que trae mi retrato y por eso me he pintado y vengo camuflado.

ERIFILA.- No me gusta nada este juego.

FLORIANO.- Por eso necesito que me ayudes, que estoy muy cerca de ser arrestado.

ERIFILA.- Cuéntamelo, que no nos oye nadie. No hace falta que finjas estar loco. ¿De verdad
alguien ha venido a buscarte?

FLORIANO.- Quieren matar a este tu loco fingido. Pero no te preocupes que no me descubrirán
porque fingiré que estoy tan loco y desfigurado que no me reconocerán.

ERIFILA.- Gran secreto me has fiado. Pero no por ello me quedo más tranquila. Hablemos de
otras cosas.

FLORIANO.- ¿Al final te han puesto esposas?

ERIFILA.- Pulseras son, que no esposas. Son las joyas que el amor me dio y no está bien que las
llames esposas, porque quiero que me quieras y la esposa serlo yo.

FLORIANO.- Si dan amor, aunque me muera, te juro, que no me iré. El alguacil viene ya.

ERIFILA.- ¿Quieres que huya o me quede?

FLORIANO.- No importa, quédate aquí.

19
ESCENA 10

Entran Liberto y Pisano.

LIBERTO.- No me puedo entretener, que tengo mucho que hacer.

PISANO.- ¿No necesitas nada de mí?

LIBERTO.- Con haberte visto me sobra.

PISANO.- ¿Qué hacéis aquí? ¿Qué está pasando?

ERIFILA.- ¿Quiénes sois? ¿A quién buscáis?

LIBERTO.- Yo, vengo a buscar un famoso delincuente.

FLORIANO.- Creo que está presente y que no le vais a encontrar.

LIBERTO.- Lo dudo.

ERIFILA.- ¿Qué ha hecho?

LIBERTO.- Mató a un rey.

ERIFILA.- ¿Y cómo se llama?

LIBERTO.- Floriano.

ERIFILA.- Pues esta es mujer.

LIBERTO.- Qué graciosa es esta loca y qué hermosa.

PISANO.- Es perfecta.

FLORIANO.- ¡Hola! Aunque me dais miedo, yo nunca os he ofendido, pero creo que ahora os
burláis vosotros de mí.

PISANO.- Este es un estudiante que enloqueció de amor.

FLORIANO.- Y este un asno que le dio dos coces a un elefante.

PISANO.- Esta es una mujer que dice que la han robado y no para con el tema.

ERIFILA.- (A Floriano) ¿Tú sabes algo de eso? Si me has robado a traición, ya tengo preso al
ladrón.

FLORIANO.- Yo soy el preso.

LIBERTO.- Por mi vida, que es hermosa, y me ha movido a compasión.

ERIFILA.-¿Qué es, marido, tres esposas y una esposa?

FLORIANO.- Las trébedes.

ERIFILA.- ¡Bien, por Dios!

FLORIANO.- ¿De quién son?, que no me acuerdo.

ERIFILA.- Las dos son de este cuerdo y la otra de este loco.

PISANO.- Poco tiempo estará aquí esta mujer.

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LIBERTO.- Mejor me gustaría conocerla.

FLORIANO.- ¿A mí me conoces?

LIBERTO.- Ni te conozco ni me gustaría.

FLORIANO.- Pues seguro que os importaría.

LIBERTO.- Tienes la cara muy negra.

FLORIANO.- ¿Sabes por qué estoy tan negro? Para que no des en el blanco.

GERARDO.- Elvira , quiero darte una noticia,.

ERIFILA.-Y yo deciros que estas esposas me aprietan.

GERARDO.- Hay un pariente tuyo, que ha venido a buscarte.

ERIFILA.- ¿Y a eso llamas noticia?

GERARDO.- Dice que quiere curarte en su casa, como debe ser.

ERIFILA.- ¡Mal año y mal mes, hermano! Que antes que esa mano me cure, prefiero estar
enferma.

LIBERTO.- Ya es hora de que yo me vaya. Antes de dejar Valencia, volveré.

FLORIANO.- Me han dicho que traéis un retrato de cierto asesino.

ERIFILA.- ¡Qué miedo!

LIBERTO.- ¿Lo quieres ver?

FLORIANO.- Sí, por Dios.

Le enseña la foto

LIBERTO.- Pues aquí lo tienes.

FLORIANO.-¡Vaya! Pues sí que es parecido, aunque no se parece a ti. Yo sé quién es y sé muy


bien dónde está.

LIBERTO.- Quiero irme, que es tarde.

FLORIANO.-¿Qué me das si te le enseño?

PISANO.- Te acompaño.

Se van Pisano y Liberto.

ERIFILA.- Ahora digo que estás loco.

FLORIANO.- No te preocupes, lo tengo todo controlado.

ESCENA 11

Entra Laida.

LAIDA.- Sabía yo que aquí pasaba algo raro. ¡Suelta la loca, ladrón!

21
ERIFILA.- ¡Oh, traidor!, ¿forzarme a mí?

LAIDA.- ¿Te estaba forzando?

ERIFILA.- Sí.

FLORIANO.- Fuerza del corazón.

LAIDA.- Estudiante o Satanás, ¿qué te ha hecho esta mujer que siempre estás con ella?

FLORIANO.- Me dado un bollo con el que podría haber matado a un rey y, por mi vida, que me
tengo que vengar.

ERIFILA.- Ya sea vengado, así que no tiene por qué seguir buscándome.

LAIDA.-Beltrán, no la mires tanto. Mírame a mí.

FLORIANO.- Ya te veo.

LAIDA.- NO puedes ir tras ella.

ERIFILA.- ¡Oh, qué graciosa! Mucho te arde el pecho. ¿Estás en celo?

LAIDA.- ¿Que no ves que no?

ERIFILA.- Burlarse es de mal gusto. Quédate con Dios.

Se van y se queda Laida.

ESCENA 12

LAIDA.- ¿Esto es posible? ¿Hay dolor que se parezca al que padezco? ¡Que tenga celos de un
loco que quiere a otra loca! Pues no, no, que yo pondré remedio a esto metiéndome por el
medio. Fingiré que he enloquecido y, si me dejan aquí, seré una cuerda con suerte. ¡Ea, pues!,
¿por qué me paro? (Se hace la loca). ¡Hola, gente de palacio! ¿Cómo venís tan despacio? Decilde
al rey que ya voy. (Aparte) Bueno, hasta aquí.

Entre Fedra.

FEDRA.-¡Hola, Laida! ¿Estás aquí?

LAIDA.- ¿Laida? ¡Querrás decir la reina!

FEDRA.- ¡Qué noticias traigo, ay de mí!

LAIDA.- ¿Noticias? ¿Qué noticias?

FEDRA.- Mortales.

LAIDA.- ¿ Quién se ha muerto?

FEDRA.- Nadie… Mi padre me ha dicho que me tengo que ir a Segorbe, que me voy a casar.

LAIDA.- Que se alegre el reino.

FEDRA.- ¿Qué reino?

LAIDA.- El que yo gobierno como reina.

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FEDRA.- ¿Estás loca?

LAIDA.- Ahora estoy buscándole a mi madre un yerno.

FEDRA.- ¡Ay, Dios, ha perdido la cabeza!

LAIDA.- Por eso el alma ha ganado.

FEDRA.- Laida, ¿qué te ha pasado? Vuelve en ti.

LAIDA.- ¡Te fastidias!

FEDRA.- ¡Que loca estás! ¡Ay! Aquí te vas a quedar.

LAIDA.- ¡Hola, señora!

FEDRA.- ¡Oh, quién tan loca estuviera! ¡Qué suerte tiene esta mujer!

LAIDA.- Traedme un cántaro de agua y una naranja. ¿Vienes?

FEDRA.- (Aparte) Me miran todos…

LAIDA.- Señora, ¿me oyes?

FEDRA.- (Aparte) ¡Ay que no me queda otra que seguir su buen ejemplo! Si me hago la loca, me
podré quedar aquí y no me casarán… puede que, al verme así, como seré tan igual a Beltrán, me
casarán con él y verán que, solo así, curarán mi locura. Ya empiezo. Adiós, cordura. Adiós, seso
y todo.

LAIDA.- Señora, ¿cómo no venís?

Se hace la loca.

FEDRA.- ¿Qué quieres, Reina y señora?

LAIDA.- Llevo esperando más de un hora…un poco de agua y anís.

FEDRA.- Perdón. El mayordomo se cayó y tiró todo el escabeche.

LAIDA.- (Aparte) ¿Qué le pasa a esta ahora?

FEDRA.- (Aparte) Quiero seguir con esta locura, que se dice que el amor es locura.

LAIDA.- (Aparte) ¿Me está entendiendo y se ha burlado de mí?

FEDRA.-Gran Reina, un paje está aquí que os quiere contar un cuento.

LAIDA.- Si es paje de don Beltrán, dile que pase.

FEDRA.- ¿Aún osas en mi presencia nombrar ese ganapán?

LAIDA.- ¿No te has enterado ya que Beltrán me quiere?

FEDRA.- ¡Qué traidor estando ya casado!

LAIDA.- ¿Casado? ¿Con quién?

FEDRA.- Conmigo.

LAIDA.- ¿Contigo?

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FEDRA.- Como lo cuento.

LAIDA.-¿Y quién os casó?

FEDRA.- El Papa.

LAIDA.- ¡Una porra!

FEDRA.- ¿Qué? ¿pensó la criada casarse con Beltrán?

LAIDA.- ¡Ay! ¡La reina! Cuídate la cara que te la desfiguro.

FEDRA.- ¿Ah,sí? Que te rompo los dientes.

LAIDA.-¡Tomá un bofetón!

FEDRA.- ¿Bofetón a mí? ¡Ah, traición!

Empiezan a pegarse las dos. Entran Gerardo y Valerio.

GERARDO.- Entra, que quiero ver lo que pasa y luego hablaremos de la razón por la que has
venido.

VALERIO.- ¡Corre! Que una loca maltrata a tu hija.

GERARDO.- ¿Qué es esto? Suelta, aparta. ¿A qué bajaste aquí? ¡Porteros! ¡Hola! Recoged a esta
loca. ¿Por qué está libre?

LAIDA.- ¿Ya no me conoces?

GERARDO.- Laida, ¿eres tú?

LAIDA.- Soy yo.

FEDRA.- ¿Sabéis que está diciendo que es la Reina y que está casada con don Beltrán que, como
lo sabe Dios y el mundo, es mi marido?

GERARDO.- ¡Oh, cielos! ¿Qué dices, Fedra?

VALERIO.- ¡Vive Dios, Gerardo, que están las dos locas!

GERARDO.- ¡Por Dios! ¿Y qué les habrá pasado? ¿Y si les dieron algún hechizo?

FEDRA.- No es hechizo el amor, sino hechicero.

LAIDA.- A mí también me ha dado ese hombre hechizos.

GERARDO.- Amigo Valerio, seguro que esta desgracia tiene una explicación.

LAIDA.- Yo soy la Reina de Tracia, aunque tengo aquí mi imperio.

VALERIO.- De verdad creo que esto es cosa de un hechizo.

GERARDO.- Maldito el día que me trajiste a esta casa ese Beltrán.

VALERIO.- ¿Tan rápido os enamorasteis?

GERARDO.- ¿Pero no ves cómo están?

FEDRA.- Bailemos, que estamos tristes.

24
Bailan

GERARDO.- Hija, ¿quién te ha puesto así?

FEDRA.- Beltrán, Beltrán, ¿no lo entiende?

VALERIO.- ¿Que un loco provoca todo esto?

GERARDO.- ¡Sobrina!

FEDRA.- ¡Quiquiriquí!

VALERIO.- Lo mejor será encerrarlas antes de que alguien las vea, que el castigo seguro que las
cura.

GERARDO.- Haré lo que haga falta para curarlas y me aseguraré de que Beltrán reciba su castigo

VALERIO.- Si Beltrán estuviera cuerdo, sería justo, pero escucha…

GERARDO.- Nada tengo que escuchar, que ha sido culpa suya.

FEDRA.-Si le ponéis en prisión me voy a morir.

ESCENA 13

Entran Pisano, Martín y Tomás

PISANO.- ¿Qué pasa señor? ¿Qué ocurre? ¿A qué tanta prisa?

GERARDO.- Esto, que el alma entristece.

PISANO.- Señora Fedra, ¿qué haces aquí?

FEDRA.-Aquí estoy. ¿Qué te parece?

TOMÁS.- ¿Les ha dado la locura?

LAIDA.- Pregúntaselo a Beltrán.

MARTÍN.- ¿Laida?

LAIDA.- ¿Qué quieres?

PISANO.- ¡Qué incierta es nuestra cordura! ¿Qué ha pasado, señor?

GERARDO.- ¡Pues no lo sé! Ellas dicen que es amor.

PISANO.- Pues yo se lo quitaré.

PISANO.- ¡Ea! ¡Cogedlas!

TOMÁS.- ¡Estate quieta!

FEDRA.-¡Acércate, perro, y recibirás!

MARTÍN.- No hay quien pueda acercarse.

GERARDO.- Cógela bien fuerte, Tomás.

VALERIO.- ¿Cuándo me daréis a mi loca?

25
GERARDO.- Cuando encerremos a estas.

LAIDA.- ¡Suéltame!

MARTÍN.- ¡Calla la boca!

FEDRA.- Digo que es Beltrán mi marido.

LAIDA.- ¡Mentís, que yo soy su mujer!

GERARDO.- No hay cosa que de más lástima que un amante loco.

26
ACTO III

ESCENA 1

Entran Gerardo, y Verino, médico.

VERINO.- También es peligroso que no coma. Gerardo, hay que hacer que coma, aunque sea a
la fuerza.

GERARDO.- Verino, desde que le dio, en su locura, que a Beltrán le quitan, no ha querido ni
comer.

VERINO.- De ahí que aparezca, lo que nosotros conocemos como atrofía: la palidez del rostro a
causa de la falta de sustento; se vacía el estómago y se enfría todo el cuerpo. Le daréis a oler un
poco de vinagre o algún pan caliente, que es un remedio infalible.

GERARDO.- También le ha dado en tal melancolía de verse presa, que temo por su vida.

VERINO.- Yo sentí que tenía un poco de calentura, puede que sea por su melancolía. A esto se le
conoce como catalepsis o erotes, que es una enfermedad que afecta a un género de tristes que
solo están enfermos del amor.

GERARDO.- Debe haber perdido la cabeza por el amor de ese loco.

VERINO.- Ojalá se pudieran aplicar muchos remedios, pero si queréis mi consejo, sin duda
vuestra sobrina morirá sin duda, si le quitáis la vista de este loco.

GERARDO.- He pensado mil veces por intentar curarla en fingir que la caso con el loco.

VERINO.- Yo creo que es el único remedio. Hoy, día de los Santos Inocentes se celebra una fiesta
aquí en el hospital. Sacadla a la ventana y que vea a la gente, que se entretenga y se alegre. Y si,
os parece, esta misma tarde fingís la boda con el loco. Seguro que tras esta alegría se volverá
como estaba.

GERARDO.- Seguiré vuestro consejo. Hablando del rey de Roma…

VERINO.- ¿Cómo?

GERARDO.- Viene Beltrán.

ESCENA 2

Entra Floriano.

FLORIANO.- Por Dios, que si no salgo, aunque me maten, me acabarán matando.

GERARDO.- Beltrán, ¿qué te pasa?

FLORIANO.- Quieren que esta tarde salga al patio con los otros locos, como si fuese yo loco como
ellos. Yo estoy muy cuerdo, y tengo más sentido que cualquiera de esta casa y no quiero salir
donde me puedan ver.

GERARDO.- Tiene mucha razón. ¡Dejadle! Habrá ya muchos que pidan la limosna. Que no vaya
si no quiere.

FLORIANO.- ¿Quién es este?

27
VERINO.- ¿Ya te olvidas, Beltrán, de los amigos?

FLORIANO.- ¿Quién eres?

VERINO.- Soy el médico.

FLORIANO.- ¡Oh, señor licenciado, y cuánto tiempo sin ver su reverendo personaje!

VERINO.- ¿Tú sabes lo que es alma?

FLORIANO.- Claro que lo sé. Acto primero y perfección del cuerpo.

VERINO.- ¿Y sabes qué es tener pasión en ella?

FLORIANO.- ¡Y cómo, si lo he visto en mis trabajos! Y aún tengo un alma yo dentro en la mía.

VERINO.- ¿Alma en tu alma?

FLORIANO.- Alma dentro el alma.

VERINO.- ¿Sabes tú en qué lugar vive el alma?

FLORIANO.- Dentro, en el corazón, dicen algunos.

GERARDO.- ¿Acierta en lo que dice?

VERINO.- ¡Y cómo acierta! Sin duda este fue gran estudiante, que habla cuerdamente aún
estando loco. ¡Beltrán!

FLORIANO.- ¡Señor!

VERINO.- Como conoces tanto sobre el alma y por ella tanto has padecido, en tus manos queda
el remedio de un alma.

FLORIANO.- ¿Qué ha pasado?

VERINO.-La pobre Fedra está loca por ti y morirá si no te casas con ella. Gerardo y yo lo hemos
concertado y esta tarde os casaréis.

FLORIANO.- ¿De verdad o de mentira?

VERINO.- ¿Qué decimos?

GERARDO.- Decid que de mentira.

VERINO.- Será todo de mentira. Solo queremos que se cure.

FLORIANO.- Pues muy bien, que ya me siento un poco más cuerdo y haré muy bien de novio.

GERARDO.- Estoy seguro de que nos saldremos con la nuestra. Beltrán, quédate aquí. Vamos,
Verino.

FLORIANO.- Aquí estaré para serviros.

VERINO.- Vamos, hay que prepararlo todo.

Se van. Se queda Floriano.

28
ESCENA 3

FLORIANO.- Hoy es el día en el que me da miedo que alguien me reconozca. Hoy es día de
libertad y toda la ciudad parará aquí.

Entra Erífila.

ERIFILA.- Te estaba buscando para darte la enhorabuena, aunque a mí el pésame me den. ¡Que
a Fedra mil años goces, loco!

FLORIANO.- ¿Por una mentira te enfadas? Si me río de ella.

ERIFILA.- ¿Mentira? Esto no se podría haber hecho sin que hubieses dado tu consentimiento.

FLORIANO.- Te digo que me da la risa cada vez que nombras a esa mujer. No te hagas la dolida
cuando sabes que es todo mentira.

ERIFILA.- Yo nunca he hecho burla de cosas tan graves. Estás casado.

FLORIANO.- ¿Yo casado? ¿Qué dices?

ERIFILA.- Como lo oyes.

FLORIANO.- ¿Cómo, si no lo he hecho?

ERIFILA.- Está concertado.

FLORIANO.- Pero es solo para entretenerla porque dice que le gusto y con esta burla me han
dicho que se curará de la locura.

ERIFILA.- Para mí no es una burla.

FLORIANO.- Amor, ¿ no vas a creer lo que te digo?

ERIFILA.- Yo lo que creo es que Fedra es tu mujer y si para ti fuera una burla nada de esto habrías
aceptado. Pero, ¿qué me debes o te debo? ¿Qué te dejo o qué me llevo? Si hoy te dejo, ayer te
vi. Ahora te digo, Floriano, que te dejo.

FLORIANO.- Es verdad que hace pocos días que nuestro amor comenzó, pero no hace falta más
para saber que quiero pasar contigo mil años e incluso más.

ERIFILA.- No me conquistes con ciencia, conquístame con amor.

FLORIANO.- Si es así, grande es el mío. ¡Cómo te has enfadado! Perdóname, por favor.

ERIFILA.- ¡Aparta! Busca las manos de Fedra.

FLORIANO.- Solo adoro las tuyas. ¿No ves que estoy llorando?

ERIFILA.- No lo veo, que soy una piedra.

FLORIANO.- Mátame.

ERIFILA.- ¿Y a mí qué me importa?

FLORIANO.- ¿Eso dices? ¡Córtame el cuello!

ERIFILA.- Corta, para que se te muera la lengua. Aparta, que viene gente.

29
FLORIANO.- Ese es mi enemigo.

ESCENA 4

Entra Valerio.

VALERIO.- Yo traigo gente conmigo, creo que será suficiente.

FLORIANO.- Sin duda viene a por ti.

ERIFILA.- ¡No, por favor!

FLORIANO.- ¿Y te irás?

ERIFILA.- ¡Bueno! Ahora lo verás.

VALERIO.- Vengo a buscarte.

ERIFILA.- ¿Eres el embajador de mi tío el Papa?

VALERIO.- ¿Cómo te va, Beltrán?

FLORIANO.- ¡Por Dios, hermano, peor!

VALERIO.- ¿Sabes cómo he conseguido que me den permiso para sacar a Elvira de este lugar?

ERIFILA.- Por favor, díselo.

VALERIO.- Quiero curarla en mi casa.

FLORIANO.- ¿De verdad te la llevas?

VALERIO.- He conseguido que se crean que es familiar mía y que no la puedo dejar así. He traído
gente para que me ayude.

ERIFILA.- Y yo que me voy contenta. Eres guapo, vistes bien y todo el enfado que tenía, se me ha
ido al verte.

FLORIANO.- ¡Malditos celos!

ERIFILA.- ¡Ea, pues! ¿nos vamos?

VALERIO.- Vamos.

FLORIANO.- (aparte) Me encantaría callarme, pero seguro que en cuanto salga se arrepentirá.
(A Erifila) ¿Entonces te vas?

ERIFILA.- Y contenta.

VALERIO.- ¡Adiós, amigo Beltrán! La saco a ella y luego volveré a tu fiesta.

ERIFILA.- Queda con Dios, ganapán.

FLORIANO.- Te arrepentirás.

Se van. Se queda Floriano solo.

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FLORIANO.- Vete. Todo es por culpa de los celos. No quise decir nada por no enfadar a Valerio y
ahora ella me hace el vacío y se burla… pero seguro que volverá rápido porque estoy seguro de
que ella también me quiere. A ver qué depara esta mentira de casamiento.

Se va.

ESCENA 5

Entra Pisano y todos los locos delante, que serán Laida, Tomás y Martín, Belardo, Mordacho,
Calandrio.

PISANO.- Pasad y poneos en orden para que la gente os vea y os de limosna.

TOMÁS.- Hay que quedarse quietos.

MARTÍN.- ¿Hay alguien que nos dé limosna? ¿Alguien que nos haga alguna caridad a los pobres?

BELARDO.- ¿Alguien puede dar limosna a estos locos?

MORDACHO.- Ut, sol, fa, sol, re, mi, sol, fa, re, ut.

CALANDRIO.- Eu tenho já determinado em tudo,

que miña dama fale com seu pai,

e que se faza o despósorio ainda,

porque me morro é tudo me disfazo.

BELARDO.- Ese verso es del Petrarca.

LAIDA.- (Aparte) Desde que comenzó toda esta locura que dudo de que estoy cuerda.

MORDACHO.- La música es divina concordancia del cielo y el infierno. Todo es música. El


hombre, el cielo, el sol, la luna, los planetas, los signos, las estrellas. La música es la hermosura
de las cosas. Ut, sol, fa, sol, re, mi, fa, sol, re, ut.

CALANDRIO.- ¿Vistes per a ventura aqui la nave

que em Portugal chamaron Cagafogo,

que arrojava os piloiros por o vento?

Pois tal mi coraçón ternos suspiros

del fogo com que amor miña alma enciende.

BELARDO.- Dos cosas, o dos partes ha de tener la poesía: dulzura con provecho. Por eso Cicerón
aconseja que la oración no solo sea dulce, pero que tenga utilidad, que importa.

LAIDA.- Hermosos son los ojos de mi Beltrán, graciosa boca y apacible lengua.

TOMÁS.- ¿No hay quién nos dé limosna a estos pobres?

ESCENA 6

Entra un caballero y Leonato como su criado.

31
CABALLERO.- De las cosas, Leonato, más notables que he visto en esta ciudad es este hospital.

LEONATO.- Es una obra digna de ciudad tan bella. La dama que te he dicho dicen que estaba
loca en esta casa y me gustaría verla.

CABALLERO.- Déjame ver a estos locos.

PISANO.- ¡Señor!

LEONATO.- ¿Qué quieres?

PISANO.- Saber quién es este caballero.

LEONATO.- No lo sabría decir, aunque le sirvo. Dice que es de Aragón y nada más. Solo que es
noble. Pero no sé nada más.

PISANO.- Pues quiero pedirle limosna, si puede ser.

LEONATO.- Pues claro, es muy generoso.

PISANO.- Dadnos algo, ¡oh, ilustre caballero! Algo para estos pobres.

CABALLERO.- Estos ¿siguen estando locos?

PISANO.- Algunos… Aunque con el tiempo serán tratables.

CABALLERO.- ¿Quién es este?

PISANO.- Este es un gran músico, se llama Mordacho, aunque antes se llamaba Lisandro.

CABALLERO.- Y este, ¿quién es?

PISANO.- Belardo se llamaba. Escribe versos y cuentos sobre varios sucesos de su vida. Aquesta
es Laida, una criada pobre del administrador. Perdió el juicio por un Beltrán, que aquí también
le falta. Este y aquel están ya mejor, aunque alguna vez les falla el seso.

CABALLERO.- ¿Y este?

PISANO.- Es un famoso portugués, que, se enamoró de una gran señora y perdió la cabeza. Llegó
aquí y ahora está mejor.

CABALLERO.- ¡Menos mal! ¡Gracias a Dios que hay gente que escapa de este mal!

BELARDO.- Pocos se las dieran, aunque debieran darse infinitas.

CABALLERO.- ¿Por qué, Belardo?

BELARDO.- Porque no encontraréis a un hombre tan perfecto que no haya hecho alguna gran
locura.

CABALLERO.- ¡Jesús! ¿Es este hombre quiromántico?

PISANO.- Fue muy buen estudiante

LAIDA.- ¡Que Beltrán no sepa lo que siento por él!

CALANDRIO.- Coimbra me matou e me deu vida.

¡Ó montes de Coimbra, fermoseados

32
de la inmortal belleza de aquel corpo

em quien vive un espíritu tan grave!

MORDACHO.- Nadie iguala a la Susana, digan lo que digan cuantos cantan.

CABALLERO.- Hablan de temas muy extraños.

PISANO.- Si os gusta, esta tarde os llevaré a que presencieis un acto todavía más curioso.

CABALLERO.- Muchas gracias. Pero ahora enseñadme la casa y os daré veinte escudos de
limosna

CABALLERO.- Vamos, y que vengan todos.

PISANO.- ¡Ea, señores, entren sin ruido!

LAIDA.- Voy a ver a Beltrán. ¡Hola, escuderos! Llevadme a palacio.

CALANDRIO.- ¡De oji per diante, hermosa Lisida,

por vosso amor conquistarán mis mãos

tuda la Índia é costa de Guinea!

MORDACHO.- No vale todo el tono una semínima .

TOMÁS.- Todo este mundo es locos.

MARTÍN.- Y encubiertos. (Salen todos)

ESCENA 7

Entran el administrador y el médico.

GERARDO.- Doctor, tu consejo ha sido muy acertado. Desde que le dijimos lo del casamiento
habla, come y bebe muy alegremente.

VERINO.- Estaba claro que al casarla con Beltrán resucitaría.

GERARDO.- Y para Laida, mi criada, ¿no hay esperanza de que se cure?

VERINO.- Cuando curemos a Fedra, la atenderemos. Luego haced que venga.

GERARDO.- Aquí viene Fedra.

ESCENA 8

Entren Pisano y Fedra

PISANO.- ¡Entra!

FEDRA.- Y Beltrán, ¿dónde está?

GERARDO.- Hija, ahora lo traeremos.

PISANO.- Un señor aragonés, me ha dado veinte escudos y me ha pedido que le dejes ver la
fiesta.

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VERINO.- Que entre quien quiera, que no es tiene importancia.

FEDRA.- No os preocupéis, que de esa ganancia no me tendréis que pagar nada.

GERARDO.- Hija, relaja un poco.

FEDRA.- ¿Cómo puedo estar cuerda mientras me falta mi loco?

GERARDO.- Pero después de estar casada, ¿no piensas volver en ti?

FEDRA.- Digo que sí, sí, sí, sí,

Entran el caballero, Leonato y Pisano.

CABALLERO.- Con vuestro permiso vengo a ver la fiesta. ,

GERARDO.- Gracias por acompañarnos.

FEDRA.- ¿Quién es este?

GERARDO.- ¡Hola! Haced que saquen sillas y que traigan a todos los que hoy no estén tan locos.
Que no hay boda si no hay gente.

Traen bancos.

PISANO.- Ya están aquí los asientos.

GERARDO.-Siéntese.

CABALLERO.- Gracias.

FEDRA.- Y yo, ¿no me puedo sentar?

VERINO.- Ve a por el novio.

PISANO.- Le voy a llamar.

GERARDO.- ¿Me prometes que volverás en ti?

FEDRA.- Si me caso prometo que acabará todo este enredo. ¿Quién es el padrino?

VERINO.- Dejad que sea este caballero.

CABALLERO.- Por supuesto. ¡Hola, Leonato!

LEONATO.- ¡Señor!

CABALLERO.- Ya eres padrino.

LEONATO.- Vale, señor.

VERINO.- Aquí viene el novio.

ESCENA 9

Salen de dos en dos los locos: Martín y Tomás; Belardo y Calandrio; Laida y Mordacho y detrás
Pisano con Floriano de la mano, vestido de novio lo más gracioso que pueda.

GERARDO.- Sentaos los dos aquí y Laida será madrina.

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LAIDA.- ¿Madrina? Suficiente tengo con los cuernos como para tener que aguantar esto.

VERINO.- ¡Calla!

LAIDA.- Me quiero ir. No quiero estar aquí.

FEDRA.- ¿Habéis visto a la relamida?

LAIDA.- Calla, loca fingida, que si ahora te dan a Beltrán, mañana te lo quitarán.

FLORIANO.- Calla y ten respeto.

BELARDO.- No gruñas, que te haces viejo.

FLORIANO.- ¿Te parezco un viejo?

FEDRA.- ¿Te quieres callar?

FLORIANO.- ¿Qué me calle?...

GERARDO.- ¡Ea!, ya está bien.

MORDACHO.- ¿Nos calmamos ya todos, que parecemos unos locos?

VERINO.-Muy bien dicho, Mordacho.

CALANDRIO.- ¿Vós queréis que folixemos, pois que contento me acho?

MORDACHO.- ¡ Calandrio, bailemos!

Hacen estos un baile de locos y salen al acabar. Entran Erifila y Valerio, y de los locos solo queda
Laida.

ESCENA 10

VALERIO.- Mira que te has quejado hasta que has conseguido volver aquí.

ERIFILA.- No estoy huyendo de ti, vengo buscando mi curación.

GERARDO.- ¿Qué pasa?

VALERIO.- Esta loca ha huido de mi casa y ha vuelto aquí.

GERARDO.- Elvira, ¿qué haces aquí?¿Por qué huyes de tu remedio?

ERIFILA.- Porque allí estaban mis males y aquí mis bienes.

VALERIO.- No he conseguido convencerla y vengo tras ella.

ERIFILA.- No tengáis esperanza de mí, que por Beltrán me perdí.

LEONATO.- (Aparte)¡Ostras! ¡Erífila aquí! ¿Qué habrá pasado?

VALERIO.- ¿Por Beltrán? Sin duda alguna este loco es hechicero.

FLORIANO.- No te enfades, que yo no he hecho nada. ¿Qué te he hecho Elvira?

ERIFILA.- Dime, ¿estás ya casado?

FLORIANO.- Sí.

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ERIFILA.- ¿Que te has casado, traidor?

FLORIANO.- Me casé porque te fuiste al enamorarte de Valerio e irte con él. Así que te digo que
te vuelvas por donde has venido.

ERIFILA.- ¿Que te has casado?

FLORIANO.- (Aparte) Ella piensa que es de verdad.

ERIFILA.- ¿Traidor para siempre te he perdido? ¡Perro, te arrepentirás!

FLORIANO.- (Aparte) ¿Se atreverá a contar toda mi historia?

ERIFILA.- ¿Crees, Floriano, con ese disfraz...?

FLORIANO.- (Aparte) ¡Mierda! (Intenta taparle la boca)

ERIFILA.- …haciéndote falso loco, ¿vas a poder encubrir la muerte del gran Reinero?

GERARDO.- ¿De Reinero? ¡Espera un poco! ¡Traidor! ¿Tú eres Floriano, el que mató a Reinero?

FLORIANO.- No, que está loca.

GERARDO.- ¡Cogedlo!

PISANO.-¡Traidor! ¿Quieres que nos maten a todos por tu culpa?

GERARDO.- Valerio ha sido quien me engañó.

VALERIO.- Me pidió ayuda.

CABALLERO.- Si no ha hecho más que matar a Reinero, soltalde.

GERARDO.- ¿Por qué?

CABALLERO.- ¿Me conoces, Floriano?

FLORIANO.- ¿Es sombra o es ilusión?

CABALLERO.- Yo soy, no te asustes.

FLORIANO.- ¡Príncipe!, ¿ o estás muerto?

VALERIO.- ¿Eres Reinero?

CABALLERO.- El mismo.

VALERIO.- Pues, señor, ¿no te mató Floriano?

REINERO.- No, estoy vivo.

FLORIANO.-Dime: ¿qué pasó?

REINERO.- Mi muerte fue un engaño.

FLORIANO.-¿Engaño? ¿Cómo?

REINERO.- Escucha. Yo quería a la hermosa Celia, a quien tú también amaste. Una noche, harto
de que no me hiciera caso, salí a rondarla vestido como mi paje y él como yo. Fue a él a quien
mataste, pero yo dejé que corriese el rumor de mi muerte por ver si Celia mostraba algún signo

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de amor. Pero se enteró mi padre y se puso como un loco a buscarte. Hui de allí y me enteré
que Celia, por su tristeza se encuentra en este hospital y no me quiero ir de aquí sin ella.

FLORIANO.- Aunque sea un suceso raro, tengo que dar las gracias.

VERINO.- Pero decid, Floriano, ¿quién es Elvira, esta loca?

LEONATO.- Eso os lo puedo contestar yo. Que soy criado suyo y de su padre.

GERARDO.- ¿Cómo ha venido aquí?

LEONATO.- Me da vergüenza la verdad. Yo, señores, la saqué de su casa y la traje a Valencia.


Aquí la abandoné porque me daba miedo su padre y le robé las joyas, que luego os devolveré.
La encontraron estos señores y pensaron que estaba loca. Perdóname, Erifila, que este es tu
nombre y no Elvira.

GERARDO.- Estoy un poco confundido. ¿Os vais a casar a pesar de todo?

FLORIANO.- Eso no, que ahora quiere a Valerio. Él se casará con ella.

VALERIO.-No podría hacerlo si de esa manera separo a dos personas que se quieren y me aleja
de un buen amigo.

FLORIANO.- Muchas gracias, Valerio. ME has dado dos vidas al enviarme a esta cárcel. Dame esa
mano, amor, que todo ha sido fingido. Deja que sea tu marido.

ERIFILA.- La mano, y el alma, y todo te doy.

CABALLERO.- Me alegro de que se cumpla todo.

VALERIO.- Príncipe, conocéis a Fedra y su matrimonio fingido, ¿puedo casarme con ella?

FEDRA.- Si quieres, yo encantada.

GERARDO.- Hija, ¿estás segura?

FEDRA.- Solo fingí estar loca por casarme con Beltrán. Ahora quiero que Valerio sea mi marido.

VALERIO.- Digo que soy tu marido.

FEDRA.- Y yo, Valerio, tu esposa.

VERINO.- ¿Hay enredo semejante?

LAIDA.- ¿Y yo qué, señores casamenteros?

VERINO.- ¿Otra boda más?

LAIDA.- No, señor. Toda mi locura era fingida y quiero recuperar todo lo que perdí.

LEONATO.- Yo podría ayudarte a curar tus penas y, si me quieres a mí, podría ser tu marido.

LAIDA.- Y yo tu esposa.

VERINO.- ¿Qué locura es esta? Esto no hay quien lo entienda.

REINERO.- De estos tres casamientos, yo quiero ser el padrino. Tan buen fin seguro estaba.

FLORIANO.- Aquí, señores, se acaba Los locos de Valencia.

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