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LOPE DE VEGA
PERSONAJES
- FLORIANO: Caballero
- LEONATO: Caballero
- BELARDO:
- VERINO: Médico
- REINERO: Príncipe
- MORDACHO:
- LIBERTO: Policía
- ERIFILA: Dama
ESCENA 1
VALERIO.- Me alegro tanto de verte, Floriano. Pero, ¿qué te pasa? Parece que hayas visto a un
muerto.
VALERIO.- ¿CÓMO?
VALERIO.- ¿qué?
FLORIANO.- Yo he...
VALERIO.- ¡Habla!
FLORIANO.- Matado…
VALERIO.- ¿A quién?
VALERIO.- Nadie.
FLORIANO.- Desde que salí de Zaragoza hasta que llegué aquí a Valencia, que estoy así.
VALERIO.- El daño está claro, porque por mucho que lo intentemos, no pararán hasta
encontrarte.
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FLORIANO.- ¡Tengo miedo y por eso acudo a ti! ¿Y tú me respondes así?
VALERIO.- Yo intento ayudarte, pero tu enemigo es muy poderoso. ¿Cómo y dónde lo mataste?
FLORIANO.- Me rodeó con otros dos hombres e intentó matarme… Pero conseguí escaparme y
me persiguió a una calle y empezó de nuevo la pelea, hasta que conseguí sacar mi navaja y le
apuñalé. Directamente en el pecho y allí mismo cayó muerto.
VALERIO.- ¡Joder!
FLORIANO.- Quise huir, aunque una parte de mí quería quedarse allí mismo con el cuerpo de la
pena que me daba. Me agaché a intentar ayudarle y, al preguntarle quién era, me dijo que era
el rey e inmediatamente se quedó helado. No sabía que hacer, así que cogí mi navaja y salí
corriendo.
VALERIO.- ¡Ojalá pudiera ayudarte! Aunque soy rico, no sé cómo hacerlo… un momento…
¿puedes disfrazarte y hacerte el loco?
FLORIANO.- ¿Loco?
VALERIO.- Escucha. Te tienes que hacer el loco, que todo el mundo crea que eres así. En Valencia
hay un hospital al que acuden todos los hombres de este tipo. Te encierras en una cárcel de
estas, sucio y loco y nadie te reconocerá.
FLORIANO.- ¡Ayúdame! Y cuando acabe mi transformación lo haré tan bien que nadie dudará de
mi naturaleza.
ESCENA 2
LEONATO.- Es preciosa.
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LEONATO.- Confieso que fue locura quererme, pero no me trates mal. Que el amor que siento
por ti hace que pueda ser como tú.
ERIFILA.- Todo mi amor te demostré cuando dejé a mis padres y huimos juntos. Digo una palabra
¿y te ofendes?
LEONATO.- El amor entre personas de distinta cuna poco vale y menos dura. Y sé que te
arrepientes.
LEONATO.- Sí.
LEONATO.- Lo estuve.
ERIFILA.- Tengo la sensación, Leonato, que lo único que quieres es bucar una excusa para
dejarme.
LEONATO.- Confiésalo.
ERIFILA.- ¿Pero qué estás diciendo? ¿Por qué te enfureces así? ¿De verdad no me crees? No
pienso hablar más contigo, ya que de mis sentimientos no te fías.
LEONATO.- Sí.
ERIFILA.- ¿Yo?
LEONATO.- Sí.
LEONATO.- No, creo que viniste porque estabas aburrida pero no enamorada.
ERIFILA.- ¿Para?
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LEONATO.- ¿Por qué si no te lo pediría?
ERIFILA.- ¿Todas?
LEONATO.- Todas.
Saca la navaja.
ERIFILA.- ¡Traidor!
ERIFILA .- Me da igual. (Intenta robarle la navaja. Forcejean. Ella consigue tirarle la navaja y él
quitarle algo de ropa).
LEONATO.- ¡Suelta! Se va
ERIFILA.- ¡ESPERA!
ERIFILA.- ¡Cobarde! ¡Cabrón! ¿Aquí me dejas completamente sola y medio desnuda en medio
de la nada? Yo que abandoné a mi familia, mi vida y todo lo que tenía por irme contigo… Me has
robado las joyas y mi vestido, pero no mi alma. ¿Qué voy a hacer? ¿Dónde estoy? ¿Dónde voy?
¿Qué pesarán de mí?... Me voy a volver loca. ¡Se oye gente!
ESCENA 3
Entran los porteros del hospital, Pisano, y Valerio, y dos que han sido locos, Martín y Tomás.
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PISANO.- Puede… Pero creo que te has equivocado en no dejar que lo encerráramos.
VALERIO.- Ahora no está furioso, pero lo haremos cuando le dé otro ataque. Pero cuando está
alegre, si se pone triste, probablemente se nos muera.
VALERIO.- Beltrán.
VALERIO.- De Toledo.
PISANO.- Ya se sabe que el estudio y el amor suelen quitar el juicio. ¿Ves estos dos?
PISANO.- Eran grandes estudiantes y por amor enloquecieron. Ahora se han curado y ayudan en
el hospital. ¡Tomás!
TOMÁS.- ¡Señor!
TOMÁS.- Sí, claro. Pero mi padre murió y, como ya no tengo padre, pues no soy hijo.
ERIFILA.- Me acaban de ver. Tendré que contarles todo lo que me ha ocurrido, que me han
robado y por eso estoy así, medio desnuda, a ver si me ayudan.
TOMÁS.- ¡Oye!
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ERIFILA.- ¿Qué?
ERIFILA.- No me toques.
ERIFILA.- ¡Señor! Mire que me ha pasado una cosa muy extraña y me han robado…
MARTÍN.- Por Dios, si que debe haber sido extraña porque poco cerebro te han dejado.
ERIFILA.- Tres mil ducados valían las joyas que me han robado.
VALERIO.- Tranquila.
PISANO.- ¡Venga!
TOMÁS.- ¡A la cárcel!
ERIFILA ¿Cárcel?
ERIFILA.- ¿Así me ayudáis? ¿Esta es la fama de Valencia? Después de que me han robado
¿quieres ponerme en prisión?
VALERIO.- Pisano, ve al administrador, dale las gracias por la ayuda con Beltrán y luego ve y
libéralo mientras su locura le deja.
Se va Pisano.
VALERIO.- ¡La suerte está de mi parte! He traído al hospital a Floriano. Luego vi a una mujer que
van a ingresar aquí y toda la cordura se me fue. ¿Era mujer lo que vi o era algún ángel del cielo?
No estoy bien… ¿Por qué dejé que se la llevasen pudiendo haberlo impedido? ¿Estoy loco? ¿Se
puede uno volver loco de amor? Quiero volverla a ver. Quiero volver al hospital porque si me
ven enfermo o no me dejarán salir o allí me curarán el mal.
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ESCENA 4
FEDRA.- Pues si que te has enamorado rápido… ¿Sabías que estaba loco?
FLORIANO.- ¿Eres el mayordomo de esta casa honrada? Seguidme, pues, que os daré con un
ladrillo, y no turrón de Alicante.
FLORIANO.- Aquí tenéis un esclavo, cuerdo, humilde y diligente. No os alteréis, deteneos; que el
amor me trajo aquí. Quise a una mujer…
FLORIANO.- Vuestra Majestad me mande darme sus divinos pies, porque entre los aires ande;
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LAIDA.- Para mí no lo está…
FEDRA .- Extraños discursos hace. Que nacen, sin duda, de su claro entendimiento.
FEDRA.- ¿Cómo?
FLORIANO.- (A Laida) Dame esa cinta, que será de mi mal la medicina y será el antídoto y vos a
quien deba mi salud.
Le da una cinta.
FLORIANO.- Sí, porque la esperanza nunca se pierde. Quiero hacer una cosa que me recuerda a
algo.
FLORIANO.- A un baile…
FEDRA.- Calla, Laida, que esto es un error. Le estoy siguiendo el rollo para que no se enfurezca y
no puedo más. (se oyen voces) Viene gente. No me pueden ver aquí sola con él.
Se van.
FLORIANO .- ¡Con qué noche de dolor tan bello sol se me ha puesto! Acordaos allá de mí si algún
rato estáis ociosa.
ESCENA 5
MARTÍN.- Pague.
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ERIFILA.- Ya no puedo más. Aquí no me entienden y nunca creerán que no estoy loca. Ojalá lo
fuera porque la esta situación motivos me da para ello.
FLORIANO.- ¿Qué es lo que tengo ante mis ojos? ¡Qué hermosa mujer! ¡ Pobre suerte la mía!
¿Estoy conmigo o sin mí?
TOMÁS.- La patente
TOMÁS.- La entrada.
TOMÁS.- ¡VIVA!
ESCENA 6
ERIFILA.- ¡Ay, Dios! ¿Qué tiene este loco que me mira tan fijamente?
FLORIANO.- Si lo fuera, no miraría lo que el cielo y la tierra admiran…(Aparte) ¡Por Dios! Parezco
imbécil si le hablo así. Me duele hablarle como si estuviera loco.
ERIFILA.-(Aparte)¿Por qué no huyo? La verdad es que es muy guapo… y alto. ¡Por favor, miedo,
deja que le hable!
FLORIANO.- (Aparte) ¡No puedo más! Que hable amor y la lengua calle.
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FLORIANO.- (Aparte) ¡Oh, imagen bella y notable de todo el universo!
ERIFILA.- (Aparte) Aunque esté loco, confieso, que por su culpa podría volverme yo loca.
FLORIANO.- (Aparte) ¡Dios! Si me da vergüenza hablarle por el amor que le tengo, seguro que
sospecha porque no me estoy moviendo.
ERIFILA.- (Aparte) Creo que de verme aquí parada está empezado a sospechar.
ERIFILA.- (Aparte) Aún recuerdo el engaño de Leonato y todo lo que dejé y sufrí por él. ¿Qué me
ha pasado que hace que me enamore de un loco? ¿Pero qué hago? ¿Le hablo? (A Floriano) Estoy
loca.
FLORIANO.- Estoy loco de verte y prometo, desde hoy, serlo todavía más.
FLORIANO.- Beltrán.
ERIFILA.-¿Roldán?
FLORIANO.- (Aparte) Creo que se ha dado cuenta de que en realidad no estoy loco. Tengo que
disimular. (A Erifila) Quiero salir a cazar. ¿Me han traído los caballos ya?
ERIFILA.- Los caballos, los perros y todo lo demás está listo ya.
ESCENA 7
Entra Geardo.
GERARDO.- Señora, ya está aquí tu ropa. Entra a probártela. Beltrán, ni se te ocurra acercarte a
ella.
ERIFILA.- ¡No quiero! ¡Yo soy libre y puedo hacer lo que quiera!
Queda Floriano.
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FLORIANO.- Vete, pensamiento mío. No te aventures a hacer una locura porque no tiene sentido
perder la cabeza por alguien que no la tiene.
ESCENA 8
Enta Valerio.
VALERIO.- No hace falta que me agradezcas que haya venido a verte tan pronto. Vengo aquí
por negocios.
VALERIO.- Floriano, el loco, soy yo. Que tú estás perfectamente cuerdo. Todavía nadie sabe
nada de ti.
FLORIANO.- ¿Qué te ha pasado entonces, Valerio? ¿ Qué ha pasado para que pierdas tú también
la cabeza?
VALERIO.- ¿No trajeron aquí una loca más guapa que todo el universo?
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ACTO II
ESCENA 1
FLORIANO.- ¡ Joder! ¿Puede ser alguien más desgraciado que yo? Fui yo el primero en ver esos
ojos divinos y bellos y, sin darme cuenta, me enamoré de ellos. Y ahora Valerio me dice que de
ella también está enamorado, que quiere estar con ella o cuerda o loca porque cuando uno está
enamorado siempre se hacen locuras. Va a decir que es familiar suyo para poder llevársela de
aquí. ¡Oh, amor! Déjame con mi loca o enloqueceré si la pierdo.
Entra Fedra
FEDRA.- (Aparte) No puedo más. Ni yo misma me entiendo y no puedo dejar de pensar en él.
Siempre dicen que el amor es loco, pero no pensaba que lo fuese tanto. ¿Qué me pasa? Que no
puedo pensar con claridad por su culpa. (Ve a Floriano) ¡Ay! Mira si estoy loca que ni me había
dado cuenta de que precisamente él estaba aquí.
FLORIANO.- (Aparte) Mierda. De esta me tengo que esconder, que conozco bien su intención y
no lo consentiré. Fingiré que estoy más loco de lo normal.
FLORIANO. (A Fedra) ¿Has visto por ahí una cosa que he perdido?
FEDRA.- Y tú, ¿no has visto que estoy triste por aquí?
FEDRA.- ¡Ojalá supiera lo que has perdido y dónde te has dejado el sentido para que yo te lo
trajera!
FLORIANO.- ¿Lo harás entonces? ¿Me ayudarás? ¡Gracias! Al menos tú eres hermosa.
FLORIANO.- Los dientes y las encías tiene de nieve y pimientos. La quería y aún la quiero, de
verdad, y si ella se muere yo me muero.
FLORIANO.- Pero no es eso lo que busco, sino otra cosa he perdido. ¿Ves estos trapos? Pues he
perdido…
FEDRA.- (Aparte) ¡ Que esto no me desenamore, sino que me obliga a quererlo más! (A Floriano)
¿Qué hiciste de aquella cinta que te di?
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FLORIANO.- La perdí cuando descubrí su verdadera naturaleza y la descarté porque encontré
otra mejor, aunque otra por medio se metió y la amistad y el amor son tan pesados que por
miedo a romper una no me quedo con la otra.
FLORIANO.- Y la mía.
FEDRA.- Aquí.
FEDRA.- Mejor si me la quitas tú a mí. (Le desata una cinta de la cabeza.) ¡Ay! ¿Qué hago? ¿Le
abrazo? Lo haré. Está loco y no le importará nada.
ESCENA 2
ERIFILA.- Mirad qué bonito abrazo. Por mí no paréis, ¿eh? Os deseo muchos años de felicidad.
Espera… (A Fedra) ¿Tú no estás cuerda? ¿Qué haces entre los locos, loca? ¡Vete fuera! Que tiene
dueño este loco.
ESCENA 3
FLORIANO.- (Aparte) Lo ha hecho mejor que una Celestina. ¡Ay celos, que el amor creces! ( a
Erifila) ¿Te callas ahora? ¿Por qué lloras?
ERIFILA.- Porque odio hablar con ella, porque ahora pensarás que me gustas y por la muestra
que me habéis dado los dos.
FLORIANO.- Elvira, tranquila. Ma rayo me parta si me gusta a mí esa mujer. Como es la hija del
administrador del hospital, pues me gusta jugar con ella y engañarla como a una loca. Si otra
cosa parecía, te juro que era mentira.
ERIFILA.- Perro, ¿ahora te haces el loco? Cuidado con cómo me tratas a mí, que te parto la cara.
ERIFILA.- (Aparte) Amor, haz que este loco me entienda. No quiero declararme hasta que no
compruebe que me puedo fiar.
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FLORIANO.- (Aparte) Tengo miedo de declararme hasta que pueda fiarme.
FLORIANO.- (Aparte) Siendo loco le diré lo que pienso, aunque mis sentimientos son
completamente cuerdos.
FLORIANO.- El que siente deseo al mirar, pero el amor no sabe mostrar porque su fin no es otro
que el carnal.
FLORIANO.- Dicen que hay dos tipos de deseo: el carnal y el intelectual. Por ello, también, tiene
que haber dos tipos de bellezas: la corporal y la intelectiva. Si alguien te priva del cielo por
hacerte daño, es que le falta el ornamento del alma más necesario.
ERIFILA.- (Aparte) ¿Seguro que está loco? ¡No puedo más! (A FLORIANO) Me gustas tanto como
la pimienta al vino.
FLORIANO.- (Aparte)¿Tiene esta ahora cordura? (A Erifila) Y tú a mí como el tocino después del
sábado santo.
ERIFILA.- (Aparte) Contesta de la misma manera como yo le hablo. ¡Por Dios! ¿Y si no está loco?
FLORIANO.- Pues de mí dicen que maté un príncipe y me hago el loco para que no me maten.
Vuelven en sí.
ERIFILA.- Yo sí.
FLORIANO.- Pues, por favor, compréndeme. Mira cómo te quiero que incluso loca y sin juicio te
digo mi secreto.
ERIFILA.- Amigo, no soy Elvira, ni loca, como has pensado. Yo me llamaba Erifila hasta que llegué
aquí. Puedes confiar en mí. Te adoro, te amo y soy tuya hasta la muerte.
FLORIANO.- ¡Qué suerte la mía, que mis deseos se cumplen! Dame un abrazo.
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ESCENA 4
Entra Gerardo
ESCENA 5
GERARDO.-¿Ah, sí?
FLORIANO.- Así es. (Aparte) Me encantaría hacerme el loco, pero me da miedo que me
encierren.
MARTÍN.- ¿No sabes la condición de este hospital, mocoso? ¿Desde cuándo pueden estar los
hombres con las mujeres?
GERARDO.- Es normal que ésta loca tenga enamorado un loco, que también más de un cuerdo
querría entregarle su alma.
ESCENA 6
Entra Liberto.
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PISANO.- Dame un abrazo, primo.
PISANO.- Estás en tu casa, Liberto. Pero, dime, ¿Qué negocios te traen a Valencia?
LIBERTO.- ¿No te has enterado de lo que le ha pasado al príncipe Reinero, hijo legítimo del conde
Arnolfo?
PISANO.- Algo se ha rumoreado por aquí, pero no se cree que sea cierto.
LIBERTO.- ¡Ojalá no lo fuera! Está muerto, primo. Asesinado a manos de un hombre, a quien
ando buscando. Vamos muchos en su busca y por diferentes sitios.
PISANO.- Entonces seguro que lo encontraréis y haréis que caiga sobre él todo el peso de la ley.
Ojalá lo encontréis rápido.
LIBERTO.- Todos llevamos una foto suya que han hecho de él en Zaragoza.
LIBERTO.- Pues puedes cumplir rápidamente tu deseo. Le muestra el retrato. Este es el asesino.
PISANO.- Empanado está mirando las estrellas. No te preocupes. Ven conmigo, que te haré un
regalo mientras llega la hora de cenar.
TOMÁS.- No hay secretos en el mundo porque , tal y como se dice, las paredes oyen. Si el secreto
me importara, libraría al desgraciado ese de la muerte.
ESCENA 7
TOMÁS.- Ojalá las tuviera iguales el desalmado que ha matado, según dicen, a Reinero. Le
buscan por todas partes y van con su foto y todo.
TOMÁS.- Ha venido un hombre de Aragón, primo del portero, que va en su busca con su foto.
Se llama…
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FLORIANO.- ¿Cómo?
TOMÁS.- Eso mismo. Sí, sí. Floriano. Y que era un hombre de treinta años, más o menos.
TOMÁS.- Pues sin duda a ver la casa. Que no hay nadie que venga aquí que no la vea.
FLORIANO.- Por Dios, que pienso ver ese retrato. Quédate aquí, que voy a buscarlo.
Se va Floriano.
ESCENA 8
ERIFILA.- (Aparte) Menos mal que he conseguido escaparme, aunque sigo con las esposas. ¿Qué
haces por aquí, Tomás?
TOMÁS.- Pues ya lo ves… Que si el viejo os ve, seguro que os encerrará otra vez.
ERIFILA.- ¿Pero no tiene ya suficiente con dejarme sin manos? ¿Qué quiere? ¿Qué tengo?
TOMÁS.- Pues, yo creo que está celoso porque a más de uno tienes enamorado.
TOMÁS.- ¡Por Dios, que estaba cuerdo pero ahora enloquezco cada vez que te veo ¿Te quieres
casar conmigo?
TOMÁS.- ¿Quién?
ERIFILA.- Beltrán.
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ERIFILA.- Ahora pensaré algo. Llámalo, que nos casará.
ERIFILA.- Ve.
TOMÁS.-Pues voy.
Se va Tomás.
ERIFILA.- Vamos, amor piadoso, que venga aquél por quien muero y por cuya culpa la cabeza
pierdo. Aquél por cuya culpa el alma tengo cuerda y el entendimiento loco. Que por estar a su
lado, no quiero volver a la cordura.
ESCENA 9
ERIFILA.- ¿Beltrán?
FLORIANO.- ¿Elvira?
FLORIANO.- Mi señora, ahora juego al ajedrez. Un rey con dos mil peones, me persigue hasta
que cobre su venganza en mi traición. Hoy me ha venido a buscar un hombre decidido a
matarme.
FLORIANO.- Dicen que trae mi retrato y por eso me he pintado y vengo camuflado.
FLORIANO.- Por eso necesito que me ayudes, que estoy muy cerca de ser arrestado.
ERIFILA.- Cuéntamelo, que no nos oye nadie. No hace falta que finjas estar loco. ¿De verdad
alguien ha venido a buscarte?
FLORIANO.- Quieren matar a este tu loco fingido. Pero no te preocupes que no me descubrirán
porque fingiré que estoy tan loco y desfigurado que no me reconocerán.
ERIFILA.- Gran secreto me has fiado. Pero no por ello me quedo más tranquila. Hablemos de
otras cosas.
ERIFILA.- Pulseras son, que no esposas. Son las joyas que el amor me dio y no está bien que las
llames esposas, porque quiero que me quieras y la esposa serlo yo.
FLORIANO.- Si dan amor, aunque me muera, te juro, que no me iré. El alguacil viene ya.
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ESCENA 10
LIBERTO.- Lo dudo.
LIBERTO.- Floriano.
PISANO.- Es perfecta.
FLORIANO.- ¡Hola! Aunque me dais miedo, yo nunca os he ofendido, pero creo que ahora os
burláis vosotros de mí.
PISANO.- Esta es una mujer que dice que la han robado y no para con el tema.
ERIFILA.- (A Floriano) ¿Tú sabes algo de eso? Si me has robado a traición, ya tengo preso al
ladrón.
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LIBERTO.- Mejor me gustaría conocerla.
FLORIANO.- ¿A mí me conoces?
FLORIANO.- ¿Sabes por qué estoy tan negro? Para que no des en el blanco.
ERIFILA.- ¡Mal año y mal mes, hermano! Que antes que esa mano me cure, prefiero estar
enferma.
Le enseña la foto
PISANO.- Te acompaño.
ESCENA 11
Entra Laida.
LAIDA.- Sabía yo que aquí pasaba algo raro. ¡Suelta la loca, ladrón!
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ERIFILA.- ¡Oh, traidor!, ¿forzarme a mí?
ERIFILA.- Sí.
LAIDA.- Estudiante o Satanás, ¿qué te ha hecho esta mujer que siempre estás con ella?
FLORIANO.- Me dado un bollo con el que podría haber matado a un rey y, por mi vida, que me
tengo que vengar.
ERIFILA.- Ya sea vengado, así que no tiene por qué seguir buscándome.
FLORIANO.- Ya te veo.
ESCENA 12
LAIDA.- ¿Esto es posible? ¿Hay dolor que se parezca al que padezco? ¡Que tenga celos de un
loco que quiere a otra loca! Pues no, no, que yo pondré remedio a esto metiéndome por el
medio. Fingiré que he enloquecido y, si me dejan aquí, seré una cuerda con suerte. ¡Ea, pues!,
¿por qué me paro? (Se hace la loca). ¡Hola, gente de palacio! ¿Cómo venís tan despacio? Decilde
al rey que ya voy. (Aparte) Bueno, hasta aquí.
Entre Fedra.
FEDRA.- Mortales.
FEDRA.- Nadie… Mi padre me ha dicho que me tengo que ir a Segorbe, que me voy a casar.
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FEDRA.- ¿Estás loca?
FEDRA.- ¡Oh, quién tan loca estuviera! ¡Qué suerte tiene esta mujer!
FEDRA.- (Aparte) ¡Ay que no me queda otra que seguir su buen ejemplo! Si me hago la loca, me
podré quedar aquí y no me casarán… puede que, al verme así, como seré tan igual a Beltrán, me
casarán con él y verán que, solo así, curarán mi locura. Ya empiezo. Adiós, cordura. Adiós, seso
y todo.
Se hace la loca.
FEDRA.- (Aparte) Quiero seguir con esta locura, que se dice que el amor es locura.
FEDRA.- Conmigo.
LAIDA.- ¿Contigo?
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FEDRA.- Como lo cuento.
FEDRA.- El Papa.
LAIDA.-¡Tomá un bofetón!
GERARDO.- Entra, que quiero ver lo que pasa y luego hablaremos de la razón por la que has
venido.
GERARDO.- ¿Qué es esto? Suelta, aparta. ¿A qué bajaste aquí? ¡Porteros! ¡Hola! Recoged a esta
loca. ¿Por qué está libre?
FEDRA.- ¿Sabéis que está diciendo que es la Reina y que está casada con don Beltrán que, como
lo sabe Dios y el mundo, es mi marido?
GERARDO.- ¡Por Dios! ¿Y qué les habrá pasado? ¿Y si les dieron algún hechizo?
GERARDO.- Amigo Valerio, seguro que esta desgracia tiene una explicación.
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Bailan
GERARDO.- ¡Sobrina!
FEDRA.- ¡Quiquiriquí!
VALERIO.- Lo mejor será encerrarlas antes de que alguien las vea, que el castigo seguro que las
cura.
GERARDO.- Haré lo que haga falta para curarlas y me aseguraré de que Beltrán reciba su castigo
ESCENA 13
MARTÍN.- ¿Laida?
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GERARDO.- Cuando encerremos a estas.
LAIDA.- ¡Suéltame!
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ACTO III
ESCENA 1
VERINO.- También es peligroso que no coma. Gerardo, hay que hacer que coma, aunque sea a
la fuerza.
GERARDO.- Verino, desde que le dio, en su locura, que a Beltrán le quitan, no ha querido ni
comer.
VERINO.- De ahí que aparezca, lo que nosotros conocemos como atrofía: la palidez del rostro a
causa de la falta de sustento; se vacía el estómago y se enfría todo el cuerpo. Le daréis a oler un
poco de vinagre o algún pan caliente, que es un remedio infalible.
GERARDO.- También le ha dado en tal melancolía de verse presa, que temo por su vida.
VERINO.- Yo sentí que tenía un poco de calentura, puede que sea por su melancolía. A esto se le
conoce como catalepsis o erotes, que es una enfermedad que afecta a un género de tristes que
solo están enfermos del amor.
VERINO.- Ojalá se pudieran aplicar muchos remedios, pero si queréis mi consejo, sin duda
vuestra sobrina morirá sin duda, si le quitáis la vista de este loco.
GERARDO.- He pensado mil veces por intentar curarla en fingir que la caso con el loco.
VERINO.- Yo creo que es el único remedio. Hoy, día de los Santos Inocentes se celebra una fiesta
aquí en el hospital. Sacadla a la ventana y que vea a la gente, que se entretenga y se alegre. Y si,
os parece, esta misma tarde fingís la boda con el loco. Seguro que tras esta alegría se volverá
como estaba.
VERINO.- ¿Cómo?
ESCENA 2
Entra Floriano.
FLORIANO.- Quieren que esta tarde salga al patio con los otros locos, como si fuese yo loco como
ellos. Yo estoy muy cuerdo, y tengo más sentido que cualquiera de esta casa y no quiero salir
donde me puedan ver.
GERARDO.- Tiene mucha razón. ¡Dejadle! Habrá ya muchos que pidan la limosna. Que no vaya
si no quiere.
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VERINO.- ¿Ya te olvidas, Beltrán, de los amigos?
FLORIANO.- ¡Oh, señor licenciado, y cuánto tiempo sin ver su reverendo personaje!
FLORIANO.- ¡Y cómo, si lo he visto en mis trabajos! Y aún tengo un alma yo dentro en la mía.
VERINO.- ¡Y cómo acierta! Sin duda este fue gran estudiante, que habla cuerdamente aún
estando loco. ¡Beltrán!
FLORIANO.- ¡Señor!
VERINO.- Como conoces tanto sobre el alma y por ella tanto has padecido, en tus manos queda
el remedio de un alma.
VERINO.-La pobre Fedra está loca por ti y morirá si no te casas con ella. Gerardo y yo lo hemos
concertado y esta tarde os casaréis.
FLORIANO.- Pues muy bien, que ya me siento un poco más cuerdo y haré muy bien de novio.
GERARDO.- Estoy seguro de que nos saldremos con la nuestra. Beltrán, quédate aquí. Vamos,
Verino.
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ESCENA 3
FLORIANO.- Hoy es el día en el que me da miedo que alguien me reconozca. Hoy es día de
libertad y toda la ciudad parará aquí.
Entra Erífila.
ERIFILA.- Te estaba buscando para darte la enhorabuena, aunque a mí el pésame me den. ¡Que
a Fedra mil años goces, loco!
ERIFILA.- ¿Mentira? Esto no se podría haber hecho sin que hubieses dado tu consentimiento.
FLORIANO.- Te digo que me da la risa cada vez que nombras a esa mujer. No te hagas la dolida
cuando sabes que es todo mentira.
FLORIANO.- Pero es solo para entretenerla porque dice que le gusto y con esta burla me han
dicho que se curará de la locura.
ERIFILA.- Yo lo que creo es que Fedra es tu mujer y si para ti fuera una burla nada de esto habrías
aceptado. Pero, ¿qué me debes o te debo? ¿Qué te dejo o qué me llevo? Si hoy te dejo, ayer te
vi. Ahora te digo, Floriano, que te dejo.
FLORIANO.- Es verdad que hace pocos días que nuestro amor comenzó, pero no hace falta más
para saber que quiero pasar contigo mil años e incluso más.
FLORIANO.- Si es así, grande es el mío. ¡Cómo te has enfadado! Perdóname, por favor.
FLORIANO.- Solo adoro las tuyas. ¿No ves que estoy llorando?
FLORIANO.- Mátame.
ERIFILA.- Corta, para que se te muera la lengua. Aparta, que viene gente.
29
FLORIANO.- Ese es mi enemigo.
ESCENA 4
Entra Valerio.
FLORIANO.- ¿Y te irás?
VALERIO.- ¿Sabes cómo he conseguido que me den permiso para sacar a Elvira de este lugar?
VALERIO.- He conseguido que se crean que es familiar mía y que no la puedo dejar así. He traído
gente para que me ayude.
ERIFILA.- Y yo que me voy contenta. Eres guapo, vistes bien y todo el enfado que tenía, se me ha
ido al verte.
VALERIO.- Vamos.
FLORIANO.- (aparte) Me encantaría callarme, pero seguro que en cuanto salga se arrepentirá.
(A Erifila) ¿Entonces te vas?
ERIFILA.- Y contenta.
FLORIANO.- Te arrepentirás.
30
FLORIANO.- Vete. Todo es por culpa de los celos. No quise decir nada por no enfadar a Valerio y
ahora ella me hace el vacío y se burla… pero seguro que volverá rápido porque estoy seguro de
que ella también me quiere. A ver qué depara esta mentira de casamiento.
Se va.
ESCENA 5
Entra Pisano y todos los locos delante, que serán Laida, Tomás y Martín, Belardo, Mordacho,
Calandrio.
MARTÍN.- ¿Hay alguien que nos dé limosna? ¿Alguien que nos haga alguna caridad a los pobres?
MORDACHO.- Ut, sol, fa, sol, re, mi, sol, fa, re, ut.
LAIDA.- (Aparte) Desde que comenzó toda esta locura que dudo de que estoy cuerda.
BELARDO.- Dos cosas, o dos partes ha de tener la poesía: dulzura con provecho. Por eso Cicerón
aconseja que la oración no solo sea dulce, pero que tenga utilidad, que importa.
LAIDA.- Hermosos son los ojos de mi Beltrán, graciosa boca y apacible lengua.
ESCENA 6
31
CABALLERO.- De las cosas, Leonato, más notables que he visto en esta ciudad es este hospital.
LEONATO.- Es una obra digna de ciudad tan bella. La dama que te he dicho dicen que estaba
loca en esta casa y me gustaría verla.
PISANO.- ¡Señor!
LEONATO.- No lo sabría decir, aunque le sirvo. Dice que es de Aragón y nada más. Solo que es
noble. Pero no sé nada más.
PISANO.- Dadnos algo, ¡oh, ilustre caballero! Algo para estos pobres.
PISANO.- Este es un gran músico, se llama Mordacho, aunque antes se llamaba Lisandro.
PISANO.- Belardo se llamaba. Escribe versos y cuentos sobre varios sucesos de su vida. Aquesta
es Laida, una criada pobre del administrador. Perdió el juicio por un Beltrán, que aquí también
le falta. Este y aquel están ya mejor, aunque alguna vez les falla el seso.
CABALLERO.- ¿Y este?
PISANO.- Es un famoso portugués, que, se enamoró de una gran señora y perdió la cabeza. Llegó
aquí y ahora está mejor.
CABALLERO.- ¡Menos mal! ¡Gracias a Dios que hay gente que escapa de este mal!
BELARDO.- Porque no encontraréis a un hombre tan perfecto que no haya hecho alguna gran
locura.
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de la inmortal belleza de aquel corpo
PISANO.- Si os gusta, esta tarde os llevaré a que presencieis un acto todavía más curioso.
CABALLERO.- Muchas gracias. Pero ahora enseñadme la casa y os daré veinte escudos de
limosna
ESCENA 7
GERARDO.- Doctor, tu consejo ha sido muy acertado. Desde que le dijimos lo del casamiento
habla, come y bebe muy alegremente.
ESCENA 8
PISANO.- ¡Entra!
PISANO.- Un señor aragonés, me ha dado veinte escudos y me ha pedido que le dejes ver la
fiesta.
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VERINO.- Que entre quien quiera, que no es tiene importancia.
GERARDO.- ¡Hola! Haced que saquen sillas y que traigan a todos los que hoy no estén tan locos.
Que no hay boda si no hay gente.
Traen bancos.
GERARDO.-Siéntese.
CABALLERO.- Gracias.
FEDRA.- Si me caso prometo que acabará todo este enredo. ¿Quién es el padrino?
LEONATO.- ¡Señor!
ESCENA 9
Salen de dos en dos los locos: Martín y Tomás; Belardo y Calandrio; Laida y Mordacho y detrás
Pisano con Floriano de la mano, vestido de novio lo más gracioso que pueda.
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LAIDA.- ¿Madrina? Suficiente tengo con los cuernos como para tener que aguantar esto.
VERINO.- ¡Calla!
LAIDA.- Calla, loca fingida, que si ahora te dan a Beltrán, mañana te lo quitarán.
Hacen estos un baile de locos y salen al acabar. Entran Erifila y Valerio, y de los locos solo queda
Laida.
ESCENA 10
VALERIO.- Mira que te has quejado hasta que has conseguido volver aquí.
FLORIANO.- Sí.
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ERIFILA.- ¿Que te has casado, traidor?
FLORIANO.- Me casé porque te fuiste al enamorarte de Valerio e irte con él. Así que te digo que
te vuelvas por donde has venido.
ERIFILA.- …haciéndote falso loco, ¿vas a poder encubrir la muerte del gran Reinero?
GERARDO.- ¿De Reinero? ¡Espera un poco! ¡Traidor! ¿Tú eres Floriano, el que mató a Reinero?
GERARDO.- ¡Cogedlo!
CABALLERO.- El mismo.
FLORIANO.-¿Engaño? ¿Cómo?
REINERO.- Escucha. Yo quería a la hermosa Celia, a quien tú también amaste. Una noche, harto
de que no me hiciera caso, salí a rondarla vestido como mi paje y él como yo. Fue a él a quien
mataste, pero yo dejé que corriese el rumor de mi muerte por ver si Celia mostraba algún signo
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de amor. Pero se enteró mi padre y se puso como un loco a buscarte. Hui de allí y me enteré
que Celia, por su tristeza se encuentra en este hospital y no me quiero ir de aquí sin ella.
FLORIANO.- Aunque sea un suceso raro, tengo que dar las gracias.
LEONATO.- Eso os lo puedo contestar yo. Que soy criado suyo y de su padre.
FLORIANO.- Eso no, que ahora quiere a Valerio. Él se casará con ella.
VALERIO.-No podría hacerlo si de esa manera separo a dos personas que se quieren y me aleja
de un buen amigo.
FLORIANO.- Muchas gracias, Valerio. ME has dado dos vidas al enviarme a esta cárcel. Dame esa
mano, amor, que todo ha sido fingido. Deja que sea tu marido.
VALERIO.- Príncipe, conocéis a Fedra y su matrimonio fingido, ¿puedo casarme con ella?
FEDRA.- Solo fingí estar loca por casarme con Beltrán. Ahora quiero que Valerio sea mi marido.
LAIDA.- No, señor. Toda mi locura era fingida y quiero recuperar todo lo que perdí.
LEONATO.- Yo podría ayudarte a curar tus penas y, si me quieres a mí, podría ser tu marido.
LAIDA.- Y yo tu esposa.
REINERO.- De estos tres casamientos, yo quiero ser el padrino. Tan buen fin seguro estaba.
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