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Lo comunitario como escenario para la salud mental

Sobre un programa de Recuperación en la Comunidad

De lo singular y lo comunitario

por Gabriela E. Lachowicz. 1

"...sabe desde hace mucho tiempo que, en el


proceso que el discurso del Otro inicia contra él y en el que
su delirio inicia contra los discursos de los otros, toda
absolución, cuando se produce, es aparente. También
descubre a veces que los oropeles con los que se revisten los
representantes de la ley no son, a menudo, más que
"frágiles apariencias"; es esta, quizás, una de las razones
que lo llevan a no rendirse y a declarar cerrado el
proceso"2

En el trabajo cotidiano con personas con padecimiento mental, fuimos delimitando


una serie de necesidades, expresadas a través de diferentes tipos de demandas. En particular
una, que llegaba de parte de aquella población que se encuentra atravesando por un período
de estabilidad, que tienen resuelto el soporte individual (nos referimos al armado de un
equipo tratante); que no vienen directamente de una internación y que, y éste es quizás el
criterio decisivo, comienzan a conectarse con el deseo, las ganas de retomar y rediseñar
proyectos vitales.

Guiados por ésta inquietud, recorrimos la historia, en Argentina, de dispositivos


pensados en las necesidades antes mencionadas3, hicimos un análisis de las políticas actuales
en cuanto a rehabilitación en salud mental, y sin perder de vista nuestra misión como
institución, a saber: Construir alternativas para el alivio, restablecimiento e integración de
personas con sufrimiento mental en el medio familiar, social y ocupacional; fuimos armando
el andamiaje que nos llevó a diagramar el programa de Recuperación en la Comunidad
(ReC). Y lo hicimos con el objetivo de hacer un poco más real el camino de la inclusión
social.

Hablar de Rehabilitación, Recuperación e Inclusión Social, nos remite a un plus que

1
Licenciada en Psicología (UNLP). Psicóloga Social (Primera Escuela Privada de Psicología social fundada
por E. Pichon-Rivière).
2
Castoriadis-Aulagnier; Piera: La violencia de la interpretación, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1997
3
Experiencias que intentaron poner el foco en el abordaje comunitario, como por ejemplo : el trabajo
transformador realizado en el Hospital Dr. Alejandro Korn de Melchor Romero antes de 1976 y luego durante
la gestión del Dr. Abelardo Gilabert, la experiencia realizada por el Dr. Fidel Moccio en el Hospital Sor María
Ludovica de La Plata, que incluyó el trabajo con las familias y la comunidad de dentro y fuera del hospital, la
experiencia del Hospital Lanús de la mano de Mauricio Goldemberg, la reforma psiquiátrica en Chubut y San
Luis llevada adelante por el Dr. Pellegrini, el cierre de los manicomios en Río Negro, el trabajo de Pichón-
Riviére quizás el pionero en Argentina de estas prácticas con un enfoque comunitario, en el Hospicio de las
Mercedes hoy Hospital Borda, El Frente de Artistas del Borda, la Red Nacional de Arte y Salud Mental que
engloba varias experiencias de este tipo en Hospitales de todo el país, el Prea, por nombrar solo algunos.
Experiencias todas, que se constituyeron en el semillero que posibilitó la nueva ley nacional de salud mental
(Ley 26.000).

1
va más allá de la estabilización sintomática. Requiere de un abordaje que permita el análisis
sistemático de lo comunitario y su complejidad, incluyendo las instituciones, los grupos y los
sujetos. Ámbitos de configuración y emergencia de la subjetividad, de inserción y de tránsito
de los sujetos.

Somos sujetos de la historia, de nuestra propia historia y la historia de los otros, somos
sujetos singulares y sociales, soy yo y soy tú, somos uno y todos, ¿sujeto(s)?; sujetados,
nombrados, advenidos, construidos, estructurados, atravesados, barrados, reflejados. Somos
presente, aquí y ahora, somos pasado y futuro. Somos el resultado de un complejo entramado
que incluye la estructura y el proceso social. En cada una de estas dimensiones se replican y
reproducen de uno u otro modo los dogmas que nos atraviesan y estructuran como sujetos
sociales. Ese entramado social configura representaciones subjetivas, modos de interpretar y
significar la realidad y el mundo que nos rodea. “La complejidad y espesura propia del orden
social se conjuga en cada sujeto en forma específica y particular”4. Pensar en el trabajo con
la comunidad, desde una perspectiva comunitaria, nos posiciona analizando
permanentemente las contradicciones emergentes de la relación del sujeto con el mundo, y
del mundo con el sujeto. Trabajamos desde una perspectiva singular, vincular, grupal y
comunitaria, sin desatender ninguno de estos ámbitos y sus resonancias en el proceso de
recuperación de cada persona. Por ejemplo al tiempo que trabajamos sobre el deseo de
realizar una actividad determinada en un usuario, analizamos sus capacidades (ilusorias,
simbólicas y concretas) para llevar adelante ese deseo, analizamos la red vincular que rodea
y sostiene (o no), recortamos el sector de lo social que se vería involucrado en el desarrollo
de esa actividad, trabajamos con la comunidad en cuestión: sobre las representaciones acerca
del padecimiento mental, las posibilidades de los sujetos, los beneficios de la interacción, las
dificultades que pudieran aparecer. En fin, ofrecemos un soporte, que sin negar ni idealizar
al padecimiento mental, promueva la posibilidad de inclusión.

Planteamos para la realización y puesta en marcha de dicho programa el trazado de


un espacio “otro” entre la casa, la institución y la comunidad, donde se pueda ir
configurando una red, un tejido de experiencias, de saberes, de vínculos, que hagan posible
el ensayo de escenas grupales, sociales. Un espacio que pueda inscribirse con un encuadre
predeterminado, que ofrezca una cierta “exterioridad”, permitiendo redimensionar variables
de tiempo y espacio. Favoreciendo así la posibilidad del advenimiento de un lugar donde el
sujeto pueda hablar y no solo ser hablado, donde pueda habitar y no solo ser habitado. “El
sujeto habla desde su escena interna como lo demuestra la experiencia clínica, y es a la vez
hablado por la misma. Es un intérprete de su escena a la vez efecto de la misma”5
La conformación de un espacio “otro” genera la posibilidad de nuevos sentidos que
permitan resignificar los acontecimientos de la escena singular y grupal. Hernán Kesselmán
y Tato Pavlovsky han utilizado la multiplicación dramática como técnica en los grupos
psicoterapéuticos, y hablando de esta técnica dicen: “lo que nosotros hacemos desde el grupo
es construir otros espacios tiempos a través de la multiplicidad de versiones de los integrantes
del grupo”. Y siguen: “El grupo creando otros espacios-tiempos desterritorializa la historia a
partir de una o varias líneas de fuga que escapan constantemente del contorno concreto de la

4
Fabris Fernando, Galiñanes María dolores, “Psicología Clínica Pichoniana. Una perspectiva vincular, social y
operativa de la subjetividad” Ediciones Cinco. Buenos Aires, 2004
5
Fabris Fernando, Galiñanes María Dolores, Op.Cit

2
versión dramática inicial. Líneas de fuga que son también fugas temporales en la medida
que rompen una temporalidad haciendo desaparecer el contorno narrativo de la historia
inicial, incorporando otros sentidos, otras velocidades, ritmos, afectos que estaban
bloqueados. Allí se instala el acontecimiento.” Es entonces en la búsqueda de instalar un
nuevo “acontecimiento” dador de otros sentidos, que configuramos otra escena, fuera del
ámbito familiar, de la casa.
La puerta de entrada al programa es la admisión, a la que concebimos como un
proceso, organizado en torno a tres dimensiones: la dimensión vincular- familiar, el proceso
de recuperación-rehabilitación y la dimensión vocacional-ocupacional.
De esta forma, en la admisión la escucha estará dirigida tanto a la presentación
sintomática como a la historia del padecimiento mental, tanto a visibilizar aspectos vitales
como los obstáculos que pudieron aparecer; tanto a indagar su red vincular como las
potencialidades y dificultades de esos vínculos. La historia del padecimiento mental y sus
vicisitudes nos darán un diagnóstico estructural. Seguimos aquí la nosografía que nos viene
dada desde la psiquiatría llamada dinámica como desde el psicoanálisis. Luego realizamos
un diagnóstico situacional, entendiendo por situación, “a la multiplicidad simultánea de
determinaciones” Es importante en toda estrategia de Recuperación, redimensionar “ese
presente donde el diseño de la configuración da lugar a condiciones de un específico
acontecer, siempre singular”6. Y a esto le sumamos luego en el proceso de inclusión a los
espacios grupales, un diagnóstico metafórico, “Una lectura colectiva y compartida de las
singularidades en formas de personajes conceptuales y figuras estéticas que va configurando
un ritornelo (sonoro, visual, rítmico) para designar la obra de arte producida por el grupo”7.
Así vamos diseñando una hipótesis de trabajo que nos permite delimitar lo singular, la
situación, el potencial creativo y la red social. De esas hipótesis partimos para luego con el
usuario, protagonista principal de su proceso de recuperación, delimitar una estrategia que
implica la enunciación de objetivos o metas. Sin negar ni oponerse a la singularidad del caso
por caso, se marcan así los primeros pasos hacia la intervención en y con la comunidad. A
esta etapa del proceso, la llamamos la elaboración del traje a medida. Hablamos de “traje a
medida”, ya que no remite a un plan de tratamiento ni a una grilla horaria, sino a un espacio
que envuelve al sujeto, que es de él, que existe para ser usado, y que no existe sin él.

Una de nuestras tareas, sino la tarea central, es descubrir, recortar, señalar el “saber
hacer”, esa invención anudada al síntoma, que le permite al sujeto “arreglárselas” frente a
situaciones diversas, logrando suplementar y bordear la falla estructural, procurándose una
posibilidad de vida diferente. Soluciones singulares que hacen a la identidad de quién las
porta, pequeño hallazgo al que “hay que cuidar, proteger, porque puede ser el núcleo de su
recuperación”; Saber reconocer ese saber del lado del paciente es aceptar “la posibilidad de
que lo bueno pueda residir en el paciente” FM. “Las respuestas de nuestros pacientes a las
actividades expresivas – no necesariamente artísticas- nos enfrentan con actitudes y
productos personales … tendencias al desarrollo, al cambio, a la adquisición de capacidades,
aportes a la propia identidad, en las que nosotros, los psicoterapeutas, absorbidos por la
resolución de lo patológico, no ponemos suficiente atención8” Fidel Moccio. Se trata de “un

6
Fiorini, Héctor, “Foco, Situación y Proyecto. Otros ejes para la clínica psicoanalítica “Ediciones del
Boulevard. Universidad de Córdoba, 2015
7
Kesselman, Hernán, Pavlovsky Eduardo, “La multiplicación dramática” Ediciones Atuel. Buenos Aires 2006
8
Fabris, Fernando, “Conversaciones con Fidel Moccio” Ediciones Cinco. Buenos Aires 2000

3
objeto, (hacer, saber), desconocido para el propio sujeto9” que es necesario de ser encontrado,
descubierto, redescubierto10” y porque no “recuperado, reconstruido, manejado e
incluido…11” como estrategia del proceso de recuperación.

Muchas veces esa solución singular, cargada de cierta rareza para la mirada externa, es
motivo de estigmatización, es por eso que debemos cuidarla y cuidar a su portador, al mismo
tiempo que trabajar con la comunidad en la visibilización de formas estigmatizantes. La
estigmatización afecta a todos los integrantes de la sociedad en la que vivimos, incluidas las
personas con padecimiento mental, por lo que resulta un acto de responsabilidad por parte de
todos, el reflexionar sobre la manera en que podemos contribuir a transformar este estigma
social.
Sintetizando hasta acá, diremos, que las patologías más graves se manifiestan a través
de una ruptura de la dialéctica mundo interno-mundo externo, de la cual las elaboraciones
delirantes o las pequeñas invenciones singulares son un intento de reparación. La ruptura de
ese lazo social, será también, objeto de nuestra propuesta de estudio y trabajo, favoreciendo
espacios, encuadres y situaciones donde poder desarrollarlo. Así concebido el Rec, tendrá
dos ejes que lo atraviesan y recorren a modo de estructura vertebral; la delimitación de la
invención singular y la reconstrucción del lazo social.
Durante el proceso de admisión se asigna un “referente”, un profesional que, como lo
dice su nombre, tiene la función específica de ser durante el pasaje por el dispositivo, desde
la admisión hasta el alta, el primer punto de referencia para la persona, su familia, la
comunidad y los profesionales; un profesional referente que pueda pensar al usuario no solo
como sujeto que padece, sino también, integralmente, como persona, como sujeto de
derechos, como ciudadano. El anclaje, así, no se encuentra ya sólo en la institución, sino en
uno mismo y en un otro que puede alojar el pasaje del usuario por el dispositivo y dar
testimonio de cómo, poco a poco, el sujeto va encontrando otros referentes y referencias, en
el adentro y en el afuera de la institución. René Kaës, en Introducción al Análisis
Transicional, habla de los grupos y el sujeto y dice, en relación a la pregunta sobre la cohesión
grupal, “Todo apoyo pertenece a una red de apoyaturas y al mismo tiempo realiza o propicia
un apoyo mutuo. Es decir que aquello que se apoya tiene la posibilidad de oficiar a su tiempo
de apoyo a lo que sostiene”. Estos apoyos mutuos de la apoyatura tejidos en red se alternan,
cambian y recrean, dando lugar al movimiento propio del dispositivo.
El objetivo principal del programa, como decíamos, es facilitar la inclusión social de
las personas con padecimiento mental, de acuerdo a sus deseos, potencialidades y
dificultades. A tal fin, el ReC propone distintas actividades que buscan el fortalecimiento y
el despliegue de las capacidades creativas, intelectuales, cognitivas, emocionales, laborales
y vinculares de los usuarios. Estamos convencidos que el objetivo de la inclusión social sólo
se logra a través de dispositivos grupales que integren distintos saberes y prácticas. Las
propuestas se agrupan de acuerdo a una tarea convocante en el sentido ocupacional de tarea.
Así ofrecemos actividades expresivo-artísticas, de recreación, de capacitación en alguna

9
Pichón-Rivière, Enrique, “El proceso creador. Del Psicoanálisis a la Psicología Social” Tomo 3. Buenos Aires
1997. Ed. Nueva Visión
10
Pichón-Rivière, Enrique, Op.cit.
11
Pichón-Rivière, Enrique, Op. cit.

4
habilidad útil para la vida diaria, o ligadas a lo laboral, todas pensadas para promover la
reconstrucción del lazo social, facilitando la recuperación y la inserción desde los aspectos
ocupacionales. Esta propuesta se enlaza con la idea de planificar un futuro, movimiento
subjetivo que dispone a las personas a ser sujeto activo de su destino.
Adscribimos a una “visión integradora del hombre en situación, ubicado en una
determinada circunstancia histórica y social, objeto de una ciencia única o inter ciencia,”12,
lo que Pichón-Riviére denomina Epistemología Convergente, “las ciencias del hombre
funcionan como una unidad operacional enriqueciendo tanto el objeto de conocimiento como
la técnica destinada a su abordaje”13. Así vamos definiendo un ECRO; Esquema Referencial
Conceptual y Operativo que nos permitirá el análisis y comprensión de la comunidad al
mismo tiempo que del individuo inserto en ella. Y siguiendo a Pichón-Riviére elaboramos
una “didáctica interdisciplinaria, (que) se apoya en la preexistencia, en cada uno de nosotros,
de un conjunto de experiencias, conocimientos y afectos con los que el individuo piensa y
actúa. Este juego de inter saberes adquiere unidad por medio del trabajo grupal, promoviendo
en ese grupo o comunidad un Ecro sustentado en el común denominador de los esquemas
previos”. Dicha didáctica, así concebida, sostiene la conformación de nuestro equipo
integrado por profesionales de distintas disciplinas y por “pares” que acompañan a partir de
su propia experiencia de padecimiento y recuperación, como también, el armado de las
Reuniones abiertas a la comunidad14, el espacio de supervisión de la tarea clínica, las
reuniones de equipo, el espacio de talleres, el trabajo con la comunidad. 15

El abordaje de las patologías mentales graves, nos ubica a nosotros los “neuróticos”
en un lugar de mucha incomodidad, de no saber, de incertidumbres. No nos queda más
remedio que describir fenómenos, hipotetizar causas, aventurar nombres a modo de
diagnósticos, que tranquilicen ese mundo de incertidumbres que produce el contacto con el
espanto, con lo siniestro, con lo inconmensurable. Desde esa experiencia, que sabemos
inconclusa es que abogamos por el trabajo con otros, por el trabajo inter saberes, entre
disciplinas, entre sujetos, para no perdernos en ese sin límites que nos produce el vacío, y

12
Pichón-Rivére, Enrique: “El Proceso grupal. Del Psicoanálisis a la Psicología Social” Tomo 1. Buenos Aires.
1985. Ed. Nueva Visión
13
Pichón-Riviére, Enrique: Op. Cit
14
Durante un tiempo sostuvimos un espacio para las familias, a modo de las multifamiliares de hospital de día.
El espacio no prosperó, no pasó de un momento inicial donde las pocas familias que asistían lo hacían desde un
lugar de queja y expresión de la frustración y el cansancio de estas familias que compartían la desazón de venir
hace mucho tiempo transitando por distintos dispositivos de atención de la salud mental. Pensamos entonces en
un modo de salir de esa queja, de capitalizar el saber y las experiencias de estas familias, como dice FM “tratar
de hacer lo posible desde los mismos recursos de esa comunidad”.
Elaboramos la propuesta de una reunión abierta a la comunidad de la cual participan usuarios del programa,
profesionales de Proyecto Suma, familias, vecinos, organizaciones de la sociedad civil y del Estado. El objetivo
es trabajar sobre los temas de interés que faciliten el proceso de inclusión social con el compromiso y
protagonismo de todos los actores en juego.
15
Con el propósito de favorecer el armado de redes comunitarias se procura que las actividades se den en la
comunidad, en los ámbitos de pertenencia de las personas o en espacios en los cuales se hubiera relacionado
con anterioridad. el armado de redes comunitarias, la referencia a los espacios de pertenencia de cada usuario
y a los recursos presentes en la comunidad; y la conformación de instancias grupales/colectivas que integren
distintos saberes y prácticas.

5
para encontrarnos en esa red de lenguajes, que nos permite hablar, dialogar, investigar. La
teoría debiera elaborarse en un inter juego dialéctico con la práctica, sino no hay más que
palabras vacías o experiencias escindidas de poder nombrarlas.

El dispositivo ofrece desde el inicio la posibilidad de incluirse en distintos grupos, de


distinta índole y con distintas tareas. El trabajo en grupos permite salir de los enredos que a
veces se producen en las relaciones del uno a uno, para enredarnos en las transferencias y
vínculos múltiples que suceden en lo grupal. La multiplicidad agrega otros aspectos al trabajo
con el padecimiento mental abriendo puertas, caminos, significados. Y sabemos que abrir,
cuando se trata de situaciones en salud mental, graves y prolongadas en el tiempo aporta aire
fresco y renueva esperanzas para todos los actores que intervienen en las diferentes puestas
y escenas en una institución como la nuestra. Tanto en los grupos, como en el trabajo
individual con las personas, así como nuestro propio trabajo como equipo, está recorrido por
un concepto clave, el concepto de TAREA16. “Tarea es un hacer fundado en necesidades,
complementarias unas y contradictoras otras, lo que genera una dinámica de avances y
retrocesos relativos respecto de su satisfacción”17. Este concepto nos viene dado por Pichón-
Riviére, quien la define como “la direccionalidad de un proceso no lineal que va de
necesidades a objetivos, pero también de yuxtaposición de planos que implican coexistencia
de direcciones y sentidos múltiples”18 “Tarea es un hacer; pero no es cualquier hacer. Es una
actividad, siempre individual y grupal al mismo tiempo, que produce enriquecimiento
subjetivo de los participantes, aumenta la salud mental, genera aprendizaje y sortea
obstáculos, produce actos comunicativos más que ruido, interacciones asociativas entre los
participantes, cooperación más que saboteo, (…) flexibilidad en el uso de los procesos de
análisis y síntesis” Así concebida la tarea nos ubica del lado de un posible, “del despliegue
de un proyecto” Por ejemplo, si la tarea que convoca es hacer música, mientras se hace
música, “es imposible que no se esté haciendo al mismo tiempo mucho más que música. Es
muy difícil hacer algo sin que se estén haciendo, de hecho, muchas otras cosas. Hacemos
música mientras nos comunicamos con otros, buscamos formas de cooperación, satisfacemos
necesidades de pertenencia y realización personal, resolvemos ciertas antinomias de la vida
cotidiana y reconstruimos modos de convivencia más armónicas y cálidas” y continua Fabris,
“En toda tarea existe una incertidumbre que debe ser respetada a riesgo de caer en la
desnaturalización y sin sentido de algo que ya no es tarea. Esa capacidad de transitar la
incertidumbre, junto con la capacidad de centrarse firmemente en la tarea combinadas, dan
lugar a la esperanza que permanece abierta en toda situación de tarea”. “El desafío práctico
de cada sujeto individual o colectivo es poder desplegar su tarea, resolver los obstáculos y
lograr los objetivos iniciales y/o sus reconfiguraciones emergentes. En las trayectorias que
describen las vicisitudes de la tarea, entre las fuerzas de la pre-tarea y el proyecto, los sujetos
se encuentran y se pierden; se arraigan, vislumbran, concretan, actualizan y proyectan”. El

16
Tarea es un concepto formulado por Enrique Pichon-Rivière en 1956. En 1964 se relaciona a otros dos
conceptos, pre tarea y proyecto. Según definió Pichon-Rivière: “La tarea es la marcha del grupo hacia su
objetivo, es un hacerse y un hacer dialéctico hacia una finalidad, es una praxis y una trayectoria” (1970b. pág.
189). La tarea constituye “lo esencial del proceso grupal...” (1970a. p. 21) y permite definir el eje de su técnica
que se centra en “la relación entre un grupo y sus miembros con una tarea determinada”. (1970a. Pag. 22)
17
Fabris, Fernando, “La intervención psicosocial” en elaboración.
18
Pichón-Rivière, Enrique: “El Proceso grupal. Del Psicoanálisis a la Psicología Social” Tomo 1. Buenos Aires.
1985. Ed. Nueva Visión

6
momento de la tarea implica un pasaje, un salto cualitativo para el sujeto y el grupo. A nivel
vincular podemos decir que el sujeto se personifica y establece una relación con un otro
diferenciado. En este momento el sujeto logra una percepción más integrada de sí mismo y
de los otros, con la posibilidad de poder percibir los elementos en juego, manipular sobre
ellos, logra un ajuste de la percepción de la realidad, como sujeto en relación con el contexto
que lo rodea y desde allí, es posible pasar al tercer momento que es el del proyecto. El
momento anterior permitirá anticiparse a algunas situaciones, pudiendo elaborar algún
objetivo o proyecto y allí comienza nuevamente el proceso. Pero en cada vuelta el sujeto y
el grupo que vuelven a empezar, lo hacen desde otro lugar, ya no son los mismos, pues la
experiencia vivida queda inscripta a modo de lo que podríamos llamar disponibles. “Los
disposibles” dice Hernán Kesselmán; constituyen síntesis de disposición, de posibilidades
diferentes, de estar en acto biográfico, de conexiones y relaciones. Parafraseando a Winnicott
(1951, 1971), transitar por un espacio potencial, en el que es posible ser creativo, en el que
es posible jugar y maniobrar, es la condición que permite soltar amarras y empezar a dirigirse
hacia la construcción de la autonomía. Desplegamos una serie de espacios, que a modo de
propuestas permitan desarrollar estos tres tiempos. Contamos para ello con la capacidad de
invención de los pacientes, nuestra capacidad receptiva y creativa y el arduo trabajo con la
comunidad del afuera y adentro de la institución para hacer posible el despliegue de un
proyecto y desarrollar modos singulares de inclusión. Pensar la salud mental en términos de
proyectos nos devuelve algo de lo posible frente a lo imposible que se despliega muchas
veces como único acontecer. “El proyecto es una apuesta a lo posible…apunta a la creación
de alternativas… Sartre en crítica de la razón dialéctica dice que el ser humano habita un
horizonte de posibles...lo que nos lleva a considerar la empresa que se oculta en las formas
de padecimiento...” Fiorini. op cit. Se tratará de buscar, entonces, aquellas actividades que le
permitan a la persona desarrollar alguna habilidad o potencialidad, proyectos que puedan
valerse de esa “invención singular” que se transfiera a una actividad concreta, permitiendo
un mejor funcionamiento social. Sabiendo que nos movemos en un terreno ilusorio, al que
hemos dado la conformación de un espacio transicional, como modo, ensayo de esa escena
social que en lo concreto se dará en un ámbito menos cuidado, más exigente y estigmatizante.
Ahora bien, ¿cuáles son nuestros límites? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a sostener
un proceso de recuperación en la institución? O dicho de otro modo ¿en qué momento
definimos un cierre? Intentamos tener constantemente presente, el proceso del usuario, eso
implica conocer su situación actual y pasada, y hacer una imaginación conjunta de futuros,
encarnados en la figura de proyectos. En términos prácticos, el cierre del proceso tiene que
ver con su apertura. ¿Para qué se inicia un proceso en Recuperación en la Comunidad? Y,
¿porque el tiempo se vuelve una variable importante? En primer lugar, porque en Rec a
diferencia de HDD, el riesgo es la cronificación. La cronificación, tomando a Laurent, no
tiene que ver con el tiempo del tratamiento, sino con el momento en que ya no se plantean
más objetivos19. La cronificación no es algo que se acaba una vez se sale de una institución,
sino que tiene que ver con la mirada sobre el sujeto que se configura en el acontecer social,

19
La estructura y función de un grupo cualquiera, sea cual fuere su campo de acción, están dadas por el
interjuego de mecanismos de asunción y adjudicación de roles. Estos presentan modelos de conductas
correspondientes a la posición de los individuos en esa red de interacciones, y están ligados a las expectativas
propias y a las de los otros miembros del grupo. El rol se liga a los derechos, deberes e ideologías que
contribuyen a la cohesión grupal.

7
y que le asigna la no posibilidad de tener un futuro distinto. Pero la cuestión no se agota ahí:
por un lado, plantear “objetivos” no tendría que ser una operación lineal, tan sólo otro nombre
para la demanda del usuario u otro nombre para lo que el dispositivo (admisor, referente,
tallerista) cree que el usuario puede. Por eso el dispositivo apunta al armado conjunto de
propuestas de trayecto, una “hoja de ruta”, en donde los proyectos son el diálogo entre el
deseo, la demanda, la oferta del dispositivo y sus limitaciones.
Ahora bien, ¿los proyectos se concluyen? ¿Se reformulan, se plantean nuevos, se
convierten, se acaban…? Con toda franqueza, nosotros no lo sabemos a ciencia cierta. Pero
podemos pensar que tener y vivir una vida con otros, que valga la pena ser vivida, es quizás,
el gran proyecto. La recuperación en la comunidad es lo que no se acaba, aunque sí se
terminaría el proceso en las referencias del dispositivo. Cobra aquí relevancia y se resignifica
aquello que decíamos de pasaje por el Rec. Los objetivos y proyectos, en cualquier caso, nos
permiten acompañar en ese tránsito de una situación a otra. El pasaje implica un límite, un
comienzo y un final en ese camino, la posibilidad de abrir a nuevos sentidos, a otros espacios
que habitar. Ciertamente, se trata de tener el límite en el horizonte.

Luego cabrá preguntarse, en qué momento deja uno de recuperarse en la comunidad,


y empieza a ser en la comunidad. Si pensamos que la recuperación tiene que ver con la
búsqueda de sentido y el desarrollo en un medio social, necesariamente tiene que ser
planteada como un continuo. Como ideal, pensamos en que esa persona pueda establecer
lazos con el barrio, amigos, familia, compañeros; y que pueda desarrollar alguna actividad
que otorgue dignidad a su ser como sujeto habitando el mundo.

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