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EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES

PROF. RUBÉN H. PARDO

VIERNES 20/09/2021 TURNO MAÑANA

CLASE N° 7: Unidad 2: T. Kuhn: “Un lugar para la historia”;


Unidad 3: El nacimiento de las ciencias sociales desde el modelo
naturalista.

1) Retomando el hilo de la cursada:

Hola, buenos días. En esta segunda parte de la materia la idea es “bajar” la

problemática epistemológica al ámbito más específico de las ciencias sociales; ya que

hasta ahora hemos hablado de “ciencia en general”. Sólo nos quedó un tema pendiente de

la primera parte, el que cierra la Unidad 2, que es ejemplificar una manera de entender la

ciencia por fuera de la concepción heredada que, como hemos visto, centra su visión de

la ciencia en el método; vale decir, en un modo de fundamentar las hipótesis. Y ese

“ejemplo” es el de Thomas Kuhn.

Lo que aquí voy a comentarles de Kuhn es breve, no lo voy a desarrollar demasiado.

Por dos motivos: en primer lugar porque lo tienen bien explicado en uno de los textos de

Unidad 2; y la segunda razón es que no quisiera quitarle espacio al desarrollo de esta

segunda parte, la de ciencias sociales. Así que les puntualizo sólo un par de cosas a tener

en cuenta sobre tema. Y después ustedes amplían con el texto.


2) T. Kuhn: paradigmas y revoluciones científicas

Thomas Kuhn (1922-1996) fue un científico, con formación de base en Física, que

un buen día comenzó a interesarse por la historia de su disciplina. Las preguntas que

quería responder eran las siguientes: ¿cómo hay que entender la “ciencia antigua”?

¿Hay que considerarla realmente como “ciencia” o en realidad la ciencia antigua era más

bien producto de un pensamiento acientífico y fantasioso? Bueno, Kuhn piensa que la

ciencia antigua es tan producto del pensamiento científico como la ciencia actual.

Pero… si eso es así, entonces hay que cambiar la manera de entender “la historia de

la ciencia”; ya que normalmente se entiende la historia de la ciencia como una línea

temporal que evoluciona hacia la verdad: “hoy estaríamos más cerca de la verdad que

hace dos siglos y hace dos siglos estaban más cerca de la verdad que hace cuatro y así…”.

Esa es la versión a la que Kuhn quiere cambiar. Él dice: “si queremos hacer justicia a la

cientificidad de las ideas científicas antiguas, debemos dejar de ver la historia de la ciencia

como una evolución HACIA la verdad y entenderla más bien como una evolución

DESDE lo que tenemos”. Kuhn quiere en ciencia “un lugar para la historia”, tal como

dice el subtítulo de su obra más importante: La estructura de las revoluciones científicas.

A diferencia de la concepción heredada, este autor hará un planteo que propondrá un

modo de interpretar la historia de la ciencia en la cual quedarán en entredicho algunos

principios básicos de esa concepción tradicional. Por ejemplo, la diferencia entre contexto

de justificación y contexto de descubrimiento. Pero en qué consiste la lectura kuhniana

de la historia de la ciencia. Les puntualizo sólo sus conceptos principales y ustedes las

desarrollan a partir de la lectura del texto sobre Kuhn que ya tienen:

• Paradigma: Según Kuhn la ciencia se desarrolla siempre DESDE un

paradigma. ¿Y qué es un paradigma? Una cosmovisión, una concepción del


mundo y del conocimiento que opera al modo de un modelo, de un arquetipo a

seguir por todo aquel que hace ciencia (la comunidad científica). Los científicos

en su práctica hacen algo así como si estuvieran armando un rompecabezas,

solucionan problemas, como si acomodaran una piecita con la otra. Ahora bien,

para armar un rompecabezas hace falta antes tener algo en claro. ¿Qué? Muy

sencillo: el dibujo que hay que armar; si no sabemos eso no podemos hacer nada.

Bien, para Kuhn el paradigma sería ese “dibujo”, ese modelo a partir del cual se

encastra una pieza con la otra, o dicho de otra manera, la cosmovisión a partir de

la cual los científicos resuelven problemas. Hay paradigma cuando en la

comunidad científica hay consenso en torno a esa cosmovisión. ¿Y qué contiene

esa cosmovisión, en qué acuerdan los científicos, qué cosas comparten?

Respuesta: cuáles son los problemas a plantear, mediante qué teorías se tratarán

de resolver, cuáles son los valores científicos, cuáles son las principales

creencias vigentes, cuál es el método para hacer ciencia, mediante qué lenguaje

se expresa la ciencia. Esto quiere decir que un paradigma no contiene sólo teorías,

también creencias extracientíficas (recuerden por qué Galileo tuvo tantos

problemas en su época), por eso hablamos del paradigma como una cosmovisión.

Los ejemplos que da Kuhn son siempre de su ciencia: la Física. Para él el primer

paradigma en física fue el aristotélico, porque fue la primera vez que en física se

logró un tal consenso en torno a una cosmovisión.

• Ciencia normal: Cuando se logra ese consenso en torno a un paradigma los

científicos comienzan a desarrollar su actividad, comienzan a resolver problemas

de acuerdo a las pautas de esa cosmovisión. Por eso Kuhn dirá que cuando hay

paradigma se abre una etapa de normalidad científica, o dicho de otro modo, de

ciencia normal: toda la comunidad científica intenta resolver los problemas que
el paradigma plantea, mediante las teorías que rigen en el paradigma, suponiendo

unas creencias extracientíficas vigentes, mediante los mismos métodos y con un

lenguaje compartido. Eso es “ciencia normal”, la práctica científica de acuerdo al

paradigma. Por ejemplo, durante varios siglos, en la edad media todos los

científicos seguían la cosmovisión aristotélica.

• Anomalías: ¿Y qué pasa cuando alguna predicción no se cumple (anomalía),

cuando una consecuencia observacional falla, es decir cuando la teoría no

funciona? Bueno, si estamos en ciencia normal, los científicos creerán que el

problema no es de la teoría –porque confían en ella- y entonces intentarán

resolver el problema mediante una hipótesis ad hoc (recuerden el ejemplo de

Ptolomeo y los epiciclos). Los paradigmas siempre pueden tener anomalías.

• Crisis: Pero cuando las anomalías se acumulan y son muchas, como pasó en los

últimos siglos de la edad media, y ya no alcanzan los epiciclos para explicar el

movimiento de los planetas, entonces puede pasar que esas anomalías generen

cuestionamientos al paradigma. Esto es, que algunos científicos, como pasó

con Copérnico, duden del paradigma y comiencen a corregirlo, a cambiar alguna

de sus teorías. En ese momento, el paradigma entra en crisis, vale decir, se rompe

el consenso que reinaba en la ciencia normal.

• Revolución científica: La crisis del paradigma puede derivar, como de hecho

sucedió en el siglo XVI/XVII en una revolución científica, esto es, en la caída

del paradigma; lo cual significa que ya no hay modelo, no está más ese “dibujo”

a partir del cual se van acomodando las piezas de ese rompecabezas de problemas

que hay que resolver. Y al no haber ya consenso lo que sucede en los momentos

de revolución científica, es que se abre una etapa de investigación


extraordinaria, en la que varias teorías compiten y rivalizan para intentar

solucionar las anomalías del paradigma viejo.

• Cambio de paradigma: La revolución se cierra cuando se genera un nuevo

consenso, un nuevo modelo, un nuevo paradigma. Como sucedió en el siglo

XVII/XVIII con la física de Newton. Y vuelta a empezar. Un nuevo consenso, un

nuevo modelo, otra etapa de normalidad científica…

Éste es el esquema sencillo, resumido, de la manera en que Kuhn entiende la historia

de la ciencia: no como una historia lineal, en la que hay una meta –la verdad- a la que nos

vamos acercando; sino como una historia de revoluciones científicas, en la que lo que

va cambiando es la cosmovisión compartida por los científicos. Piensen que una

“revolución” es justamente un círculo. Lo que quiero decirles es que la visión kuhniana

de la ciencia no es la de un desarrollo lineal y progresivo, en el que unas teorías van

“refutando” a otras y acercándose más a la verdad; sino como un proceso de revoluciones,

de ciclos, en los que se pasa de un paradigma a otro.

Pero entonces nos queda un problema por resolver: ¿qué pasa con el “progreso

científico”? ¿Es más “verdadera” la física actual que la antigua? Bueno, aquí viene el

concepto más polémico de Kuhn:

• Los paradigmas son “inconmensurables”: “Inconmensurabilidad”, ése es el

concepto de Kuhn que más polémicas generó a mediados del siglo pasado. Lo

que Kuhn afirma es que los paradigmas entre sí no se pueden comparar

totalmente. Cuando se produce una revolución científica y pasamos de un

paradigma a otro, como sucedió entre los siglos XVI y XVII con el pasaje de la

física aristotélica a la newtoniana, no se puede decir que el nuevo paradigma sea

“más verdadero” que el anterior. ¿Por qué? Porque, como vimos anteriormente,
cada paradigma implica un lenguaje compartido y entonces querer traducir el

lenguaje de uno en los términos del otro implica siempre la pérdida de algún

sentido. Es como traducir un texto literario de un idioma a otro: yo puedo leer

una obra de Dostoievsky en castellano, pero al no poder leerla en ruso,

seguramente me estoy perdiendo algo, hay ciertos sentidos que se me escapan. A

esto Kuhn llama “inconmensutrabilidad”. Los paradigmas no son totalmente

comparables, totalmente traducibles. Además, piensen, cada paradigma es

fruto de una época, es algo así como la cosmovisión vigente en cada época y eso

tampoco es del todo comparable.

El concepto de inconmensurabilidad es el más polémico de Kuhn porque, por

supuesto, es el que introduce un cierto relativismo en la manera de comprender

la historia de la ciencia. Ésta ya no habría que entenderla como un progresivo

estiramiento hacia la verdad, sino como un proceso de revoluciones científicas,

que son cambios de paradigma, es decir, cambios en la cosmovisión científica

vigente. Lo más opuesto a la manera en que Popper, por ejemplo, piensa el

desarrollo histórico de la ciencia. Y justamente por eso mencionamos a Kuhn

como ejemplo de una concepción crítica.

Pero comencemos a partir de ahora a hablar no ya de “ciencia en general” sino de

“ciencias sociales”. Abramos la segunda parte nuestro programa de Epistemología de las

ciencias sociales.

3) Las Ciencias Sociales: surgimiento, contexto histórico y ejes problemáticos


Ya hemos visto en la primera parte de la materia que la cultura occidental está

atravesada por la ciencia. Su nacimiento, su desarrollo y su actualidad se explican en gran

parte a partir de ella. Desde su origen más remoto en la antigüedad clásica, el

conocimiento científico ha devenido en una de las invenciones más propias y

significativas de eso que llamamos Occidente. Primero bajo la forma de la ciencia griega

y luego desde el formato de las ciencias naturales modernas.

En la unidad 1 y en la 2 hemos resaltado que las ciencias modernas son

esencialmente ciencias empíricas y su ideal de conocimiento se plasmó en la posibilidad

de formulación de leyes universales y necesarias. Objetividad, capacidad de predicción y

calculabilidad son las características que debería poseer todo saber científico de acuerdo

al ideal moderno.

Sin embargo, para cumplimentar los ideales filosóficos de la modernidad faltaba

todavía algo muy importante. Llevar el progreso de la ciencia al ámbito del

conocimiento de “lo social”: la creación de las ciencias sociales.

“Ciencias sociales”, “ciencias del espíritu”, “ciencias humanas” o hasta incluso

“ciencias morales”, son algunas de las denominaciones. Y precisamente en el modelo

naturalista y esencialmente moderno de su matriz originaria reside el perfil siempre

controvertido y el status científico nunca del todo claro de esas disciplinas nacidas con la

misión de consumar el paradigma científico moderno: las ciencias sociales (o como

prefiera llamárselas).

Pero partamos primero de algunos ejemplos para ilustrar desde un principio cuál es la

problemática que abordaremos en esta Unidad:

Ejemplo 1: Un biólogo observa en un microscopio la reacción de ciertas bacterias al ser

puestas en contacto con un antibiótico específico, con la finalidad de establecer el poder

que esa sustancia tendría para neutralizarlas.


Ejemplo 2: Un psicopedagogo observa una clase en una escuela secundaria a

los fines de establecer posibles mecanismos que solucionen los problemas que el

profesor manifiesta que tiene el grupo de alumnos para aprender y relacionarse entre sí

y con el docente.

Ejemplo 3: un sociólogo entrevista a un grupo de vecinos en un barrio que registra

problemas de convivencia con otro grupo de vecinos de un barrio lindero, con el propósito

de seguir líneas de acción que consigan mitigar o reducir dicha problemática.

Los 3 ejemplos comparten cierta estructura. Por un lado, se trata de 3

investigaciones científicas en las cuales un sujeto, el científico o investigador, procura

realizar observaciones e intervenciones con la finalidad de recolectar datos. Sin embargo,

a priori ya podríamos establecer ciertas diferencias y ciertos problemas a la hora de

establecer comparaciones. Veamos.

Cuando comparamos el ejemplo 1 con el 2 surge inmediatamente una pregunta:

¿Cuando el biólogo (ejemplo 1) observa las bacterias, el hecho de que él las observe

influye de algún modo en la reacción que tendrán ante el antibiótico o, más bien podría

decirse que el poder de esa sustancia sobre esos microorganismos es independiente de la

observación? La respuesta más sensata sería suponer que la mirada del científico, en este

caso, no altera el comportamiento de lo observado. ¿Pero qué responderíamos ante una

pregunta similar sobre el ejemplo2? ¿No sería razonable, en este otro caso, pensar que la

sola presencia del psicopedagogo en la clase modificará o podría modificar de alguna

manera la conducta de los alumnos? Por supuesto que sí, la investigación del

psicopedagogo, como cualquier investigación en ciencias sociales, deberá tener presente

siempre la posibilidad de esta dificultad a la hora de planificar su estudio: la influencia

del observador en lo observado.


Y si comparamos el ejemplo 1 con el 3 se agrega otra dificultad: ¿cuál es el insumo,

la materia prima que el biólogo recolecta en su investigación? Respuesta simple: los datos

observacionales que le permiten establecer una mayor o menor cantidad de bacterias vivas

en el cultivo. ¿Y en el ejemplo 3, el del sociólogo? ¿Qué es lo que analiza en su

investigación? ¿En qué consiste específicamente su actividad? Lo que el científico social

hace en este caso es interpretar lo que los vecinos del barrio en cuestión dicen sobre su

situación. El “material” que él analiza, a diferencia del primer ejemplo, es discurso,

lenguaje, aquello que los vecinos manifiestan.

Así como en la primera comparación queríamos mostrar cómo la labor de los

científicos sociales conlleva –respecto de la de los científicos naturales- la dificultad de

calibrar la influencia del investigador en lo investigado, en esta segunda comparación

surge una cuestión fundamental a la hora de pensar las ciencias sociales: que uno de los

insumos principales de ésta es el lenguaje y, por lo tanto, la problemática de la

interpretación.

Y una tercera reflexión. Sin dudas, el científico del primer ejemplo seguramente

podría formular, a partir del resultado de su investigación, una ley acerca del poder y

alcance de un determinado antibiótico sobre un tipo de bacteria. ¿Pero qué pasaría con

los ejemplos 2 y 3? ¿El psicopedagogo y el sociólogo podrán formular una ley que se

pudiera aplicar para todo caso problemático del mismo tipo que el de esa investigación

específica? Esta es la problemática de las leyes en ciencias sociales. Ahora podemos

formular las preguntas que guiarán esta Unidad 3.

¿Tienen las ciencias sociales un objeto de estudio de similares características que el

de las ciencias naturales? Vale decir, ¿es “lo social” abordable científicamente del mismo

modo en que puede serlo la naturaleza? ¿O, en realidad, no es posible asimilar los

fenómenos sociales a los naturales? Por otro lado, ¿debemos pensar la investigación
social desde el mismo conjunto de normas procedimentales que guía exitosamente desde

hace varios siglos el trabajo en las ciencias naturales? ¿Hay que comprender la ciencia

desde un modelo de continuidad entre sus diferentes manifestaciones, o existe en realidad

un salto epistemológico insalvable entre las disciplinas sociales y las naturales? Y

finalmente, ¿qué tipo de saber es el alcanzado por las ciencias sociales? ¿Son realmente

“ciencias”, a la manera de las naturales, si es que –desde estas últimas- entendemos por

“científico” un conocimiento que supone ciertos estándares de objetividad y de consenso

en cuanto a sus afirmaciones? ¿O habrá, más bien, que relegarlas al nivel de unas

“ciencias blandas”, como algunos sostienen, en la medida en que no pueden cumplimentar

esos mínimos estándares?

Tres son los ejes sobre los que gira, una y otra vez, quizá desde su mismo

nacimiento, el debate en torno de las ciencias sociales: el objeto de estudio, el método,

y el status epistemológico. En el primero de ellos estaría en juego la posibilidad –y sobre

todo la pertinencia- de reducir lo social a lo natural; esto es, la pregunta acerca de si el

mundo social es homologable a un conjunto de hechos. O si, por el contrario, las

particularidades de este objeto de estudio –su carácter simbólico, lingüístico, valorativo

o histórico- lo hacen irreductible a todo intento de asimilación a los fenómenos naturales.

Obviamente, aquí los polos de toda eventual respuesta a este interrogante, estarán

constituidos por la receta del naturalismo, en un caso, y por la defensa de una cierta

especificidad de lo social, en el otro.

Ahora bien, de dicha discusión sobre la esencia de lo social, se desprende un

segundo eje de debate, pero de índole epistemológico o metodológico: el de si hay una

o muchas maneras de hacer ciencia. Así, nos encontraremos con posiciones monistas,

que afirman que sea lo que fuere el objeto de estudio de las ciencias sociales –si éstas son

cabalmente ciencias- deben abordar dicho objeto del mismo modo en que las naturales
estudian al suyo. Y, frente a este modelo fundado en la continuidad de las ciencias, alzarán

su voz las corrientes que introduzcan un punto de vista no monista en cuanto al método.

Sin embargo, todas estas polémicas terminan desembocando siempre en la

pregunta sobre el status epistemológico de las ciencias sociales. Hablar de “ciencias

duras” y de “ciencias blandas”, por ejemplo, implica ya toda una declaración de principios

en cuanto a cómo se debe comprender el conocimiento científico. Estas figuras de la

“blandura” o de la pretendida “dureza” del conocimiento no son más que metáforas de la

objetividad: llama r ciencias blandas a las ciencias sociales conlleva el supuesto de que el

conocimiento científico –ejemplificado paradigmáticamente en las ciencias naturales-

debe ser concebido desde el principio de la separación objetivadora entre sujeto y objeto.

Y, medido en estos términos, las ciencias sociales, en tanto no pueden cumplir con este

precepto de distanciación del mismo modo que las otras ciencias, serán “ciencias” pero

en un segundo grado, en un sentido derivado, vale decir, “blando”. De esto surgirían las

siguientes preguntas: ¿es posible repensar las ciencias desde otro punto de partida, desde

otro esquema epistemológico?

En síntesis, éstos serán los 3 ejes sobre los que discurrirá el resto del trabajo. Y

las respuestas que se proponen a todas las preguntas arriba formuladas se dividirán en dos

concepciones o escenarios principales:

A- Las concepciones naturalistas/empiristas, bajo cuya modelo surgieron las

ciencias sociales, y que ha constituido desde el siglo XIX hasta el incipiente siglo

XXI, la concepción dominante.

B- El escenario postnaturalista/postempirista que, desde la segunda mitad del

siglo XX, se ha abierto en franca oposición a la visión ortodoxa o standard. T

como ejemplo de concepción naturalista abordaremos la Hermenéutica filosófica

de Hans Georg Gadamer.


Y entre estas dos concepciones mencionaremos un movimiento que constituyó una

primera reacción al naturalismo, pero que luego fue reformulado y-de algún modo-

superado por la Hermenéutica: el comprensivismo.

4) Las concepciones naturalistas de las Ciencia Sociales

Ya se ha dicho que las ciencias sociales aparecen, desde su nacimiento mismo, como

la continuación y consumación de un programa científico o –para ser más amplios- de un

proyecto filosófico-científico, que no es otro que el de la modernidad. Según éste, debe

procurarse trasladar ese progreso tan vertiginoso como impresionante que han

experimentado las ciencias naturales desde la revolución científica de los siglos XVI y

XVII al ámbito del conocimiento del mundo social. Vale decir, se trata de aplicar el

modelo de las modernas ciencias naturales –representadas paradigmáticamente por la

ciencia física- a esas nuevas disciplinas científicas que estaban siendo concebidas con la

misión de hacer posible aquel mismo progreso, pero ahora en lo que concierne al

conocimiento de la sociedad.

No será tema de esta clase –ya que nos exigiría extendernos demasiado- explicitar las

ideas de cada una de las corrientes que componen el escenario naturalista/empirista en

Ciencias Sociales. Pero lo que sí haré a continuación es resumir algunas de las principales

ideas que todas las concepciones naturalistas/empiristas comparten. En el artículo “El

desafío…” encontrarán una explicación más detallada.

A) Supuesto naturalista: las Ciencias Naturales como modelo

La primera y más obvia característica a mencionar es que el principio común de los

que conforman este escenario consiste en pensar a las ciencias sociales desde el modelo

de las naturales. Como se dijo anteriormente, el progreso de las ciencias naturales desde

la revolución científica de los siglos XVI-XVII fue notable y constatable, sobre todo a
partir de la formulación de las leyes con que la física newtoniana ha conseguido explicar

los fenómenos naturales.

Este supuesto, que da nombre a la concepción, consiste en homologar de algún modo

el quehacer de las ciencias sociales al de las naturales: habría una sola manera de hacer

ciencia, que es estudiando los hechos como objetos, como cosas, se trate de fenómenos

naturales o sociales. Lo cual significa que, sea lo que fuere “lo social”, en tanto objeto de

ciencia, debe ser considerado como un conjunto de hechos a ser explicados. Esta

homologación de lo social a lo natural, en la que se funda la visión naturalista de las

ciencias sociales, limita y ubica todas las particularidades del mundo social –nos

referimos a sus características diferenciales respecto del mundo natural- en un segundo

plano. No importa que el científico social se escude en el carácter simbólico de aquello

que estudia, ni siquiera que esgrima como atenuantes la existencia de elementos

valorativos o la mayor impredecibilidad del comportamiento humano. Ni tampoco su

carácter lingüístico. Lo social, en tanto objeto de ciencia, no es diferente a lo que es lo

natural para las ciencias naturales: un conjunto de hechos o fenómenos empíricos.

B) El conocimiento como explicación:

¿Pero en qué consiste –concretamente- esa actividad única y homogénea que debe

caracterizar a todo aquel saber que se precie de científico? En “explicación”. Para la

concepción naturalista de las ciencias sociales una investigación científica debe estar

consagrada a la búsqueda de explicaciones. Y explicar un evento es subsumirlo bajo

una ley. Uno de los principales tipos de explicación en ciencia es aquel que posee la

estructura formal de un razonamiento deductivo, en el cual el hecho a explicar es una

consecuencia lógicamente necesaria de ciertas premisas. Por consiguiente, en este modo

de explicación las premisas expresan una condición suficiente de la verdad del asunto en
cuestión, y están constituidas por dos elementos: las leyes generales que expresan

conexiones uniformes; y las condiciones iniciales o circunstancias concretas. Por

ejemplo, las leyes económicas de la oferta y la demanda, más algunas circunstancias

particulares atinentes a la falta de créditos para la compra de viviendas, podrían servir

como explicación de una suba en el valor de los alquileres. O, por tomar otro caso, el

hecho de que el vaso que hace un instante tenía en mi poder se haya estrellado contra el

suelo, se explica por las leyes generales de la gravedad sumado a la torpeza natural en el

manejo de mis manos (condiciones iniciales). Sin explicación no hay ciencia. Y sin ley,

no hay explicación. Y esto vale no sólo para las ciencias naturales, sino también para las

sociales.

C) Supuesto empirista

Aquí llegamos a un supuesto fundamental: el de la confianza en la experiencia y

en el conocimiento empírico como fundamento último de la ciencia. Este supuesto,

que llamamos “empirista” está a la base de todas las corrientes naturalistas. Por ejemplo,

en el empirismo o positivismo lógico, el carácter científico de un enunciado se define en

conexión con la posibilidad de su significación. Y se puede afirmar que un enunciado

posee significado si es verificable –vale decir- si existe alguna posibilidad, en principio,

directa o indirecta, de establecer mediante observaciones su valor de verdad. Por ello para

esta corriente aquellas proposiciones que no pueden ser puestas a prueba, carecen de

sentido.

Recapitulando lo dicho anteriormente, hacer ciencia es explicar, y explicar es

subsumir un hecho particular bajo una ley general que deberá ser refrendada por hechos

observables. La experiencia será, por tanto, la fuente primera y la razón última del

conocimiento científico; por ello la base empírica es inherente a toda teoría científica.
D) Las teorías científicas como conjunto de enunciados testeables

Una teoría científica es–siempre desde el punto de vista de la concepción tradicional

o heredada- un conjunto de enunciados hipotéticos. Esto ya lo vimos en la Unidad 2, en

la parte de método. Lo que aquí importa, a los fines de contrastarlo luego con la manera

de ver las cosas de autores de otras corrientes- es que el quehacer científico se debe

entender a partir del concepto de “teoría”, comprendida ésta a su vez como conjunto

de hipótesis o enunciados. Para las concepciones naturalistas/empiristas lo que los

científicos hacen es formular teorías, esto es, enunciados, que pueden ser puestos a

prueba uno por uno de modo independiente. Piensen, por ejemplo, que esto sería bien

compatible con el falsacionismo de Popper, pero no con Kuhn, para quien los científicos

no formulan teorías o enunciados “sueltos”, sino que investigan siempre desde un

paradigma. Popper y cualquier “naturalista” dirá que la “Unidad de análisis” (el

concepto a partir del cual hay que analizar) de la actividad científica es el concepto

de Teoría. Podríamos entender esta característica como una concepción “atomista” de

la ciencia, a diferencia de una como la de Kuhn que sería una concepción “contextualista”.

5) Para la próxima clase:

Bien, hasta aquí los rasgos principales de cualquier concepción naturalista/empirista.

Seguramente muchos de ustedes volverán a toparse con algo de esto cuando en materias

como Sociología vean, por ejemplo, a E. Durkheim o a cualquier otro autor positivista.

La próxima clase veremos cómo, a comienzos del siglo XX, tuvo lugar una reacción

al naturalismo en ciencias sociales. Una reacción que va a intentar hacer hincapié en la


especificidad de las ciencias sociales, mostrar sus particularidades y salvaguardar para

ella una metodología propia. Será la reacción del comprensivismo.

Y finalmente, luego de explicitar algunos problemas del comprensivismo,

abordaremos una de las concepciones más importantes que tuvieron lugar a partir de la

segunda mitad del siglo XX: la Hermenéutica. Y con ella ejemplificaremos el escenario

postnaturalista en ciencias sociales.

Saludos y buena semana.-

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