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Bioética SHM UABP4
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decir, una ley internacional no vinculante para los gobiernos, cuya mayor fortaleza está en el consenso
político logrado internacionalmente, lo que constituye una buena base para que con el paso del tiempo los
países la incorporen a sus respectivas legislaciones, tal como ha sucedido, por ejemplo, con la Declaración
Universal de los Derechos Humanos
1. Identifique las raíces de la bioética que plantea S. Vidal: ¿Dónde encuentra la autora el
mayor desafío para la bioética?
Por bioética puede entenderse:
● Una reflexión crítica sobre la vida y la salud ( bios + ethos)
● Una nueva forma de tomar decisiones sobre la vida y la salud (ética aplicada)
● Una disciplina académica (enseñanza institucionalizada, investigación, producción bibliográfica, etc.)
● Un movimiento de reforma social (democratizador, de reivindicación de derechos, de participación en
las decisiones colectivas, de diálogo intercultural)
La palabra bioética proviene de dos raíces griegas, bios y ethos. Pero ambos términos refieren a una cierta
particularidad.
El bios de la Bioética en su planteamiento original, (el propuesto por Potter), es un bios tecnocientífico,
atravesado por el desarrollo de la ciencia. Una vida humana que se encuentra en crisis entre las inmensas
posibilidades que el desarrollo ofrece a la humanidad como progreso evidente y el temor de que éste no se
vea reflejado en una mejora en las condiciones y la calidad de vida de los seres humanos en el planeta. Lo
que Mainetti ha llamado la crisis del bios de la bioética interroga sobre si es posible seguir adelante con el
desarrollo tecnológico o si este terminará con la vida humana en el planeta.
También el ethos de la bioética esconde una crisis, relacionada al menos con tres aspectos: uno interno al
terreno de la ética, vinculado al impacto que produjo en el campo de las humanidades y de la ética, en
particular el discurso del positivismo científico bajo su modelo de racionalidad valorativamente neutral. Este
modelo que otorga estatuto científico solo a las ciencias objetivas y descalifica a todo aquel conocimiento
que no esté fundado en su propio modelo de razonamiento científico,
Pero si el terreno de la fundamentación no fuera suficiente, existe una crisis que se suma a las anteriores
en el campo social respecto a la caída de los códigos únicos como referentes válidos para fundar la
moralidad de la sociedad. Hay un reconocimiento de que en las sociedades modernas democráticas existe
un ethos secular y una moral liberalizada y pluralista. Distintas formas de entender el hecho moral en el
seno de una sociedad en la que conviven individuos y grupos de individuos con distintas creencias y
valores.
Finalmente, podría mencionarse una tercera crisis del ethos y probablemente sea la que impacta con más
fuerza en las estructuras político sociales que remeda no ya una “crisis de los valores” como
frecuentemente se ha dado en llamar, sino una pérdida de la legitimidad de obra conforme a valores,
“poniendo en realidad en crisis el significado mismo de la validez, en un mundo que yace bajo el reinado de
la racionalidad estratégica”.
3. Vidal propone un concepto amplio de bioética como: “Reflexión crítica sobre los conflictos
éticos que emergen de la vida y la salud humana”: ¿Qué implica la idea de salud integral?,
¿Cómo se relaciona con el desarrollo humano (o de capacidades) y con los derechos
humanos?
Se intentará establecer la definición del objeto campo de estudio de la bioética analizando los conceptos de
vida humana y salud humana a los que su definición alude y proponiendo una redefinición del concepto de
salud desde la salud integral, los modos de vida, las capacidades y el desarrollo humano. De este modo se
intenta aportar a la construcción de una bioética social, capaz de incluir en su análisis tanto a la clínica
como mirada singular del ser humano, como a la epidemiología, llamada habitualmente perspectiva social
y la dimensión planetaria también llamada global integrando el conjunto de saberes que se ocupan de este
campo.
La salud será entendida aquí ya no como la mera “ausencia de enfermedad” sino como el superador
concepto de salud como “bienestar”, de salud integral. Desde esta perspectiva, la salud se asume como
cuestión pública, no ya como asunto privado reservado a la tarea individual de cada sujeto.
Así entenderemos por salud integral: “la capacidad y el derecho individual y colectivo de realización del
potencial humano (biológico, psicológico y social) que permita a todos participar ampliamente de los
beneficios del desarrollo”. La salud como derecho humano, relacionada de manera indivisible con el pleno
ejercicio de otros derechos que resguardan las necesidades humanas como el derecho a la educación, al
empleo, a la vivienda, a un medio ambiente adecuado, etc., derechos que solo pueden ser ejercidos en un
sistema que asegure su plena vigencia.
La salud integral, entonces, será entendida como el desarrollo de capacidades humanas esenciales que
comienzan por tener una vida larga y saludable, tener conocimientos, y disfrutar de un nivel decente de
vida, para lo cual es necesario tener acceso a medios materiales básicos como agua potable, alimentación,
medicamentos y servicios de salud, aunque ellos no son suficientes.
Hay una polarización entre quienes entienden las necesidades humanas como valor relativo que dependen
de opciones individuales y de las posibilidades que cada persona y su familia tienen para adquirirlo en el
mercado (corriente liberal) y que relaciona necesidad con capacidad de consumo y, las necesidades como
un proceso determinante de la vida cuya realización (como capacidad) se constituye en un derecho
humano inalienable, al que debe accederse bajo una distribución equitativa y segura por parte de todos los
miembros de una sociedad que debe construirse solidariamente (corriente solidaria). Es sobre este último
concepto que se puede construir la noción de desarrollo humano y de salud integral en la Bioética.
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1. Explique a qué se refiere el término “injusticia ambiental”. ¿Cuáles son las respuestas que
se han gestado para afrontarla?
Entendemos por injusticia ambiental el mecanismo por el cual sociedades desiguales, del punto de vista
económico y social, destinan la mayor carga de los daños ambientales del desarrollo a las poblaciones de
baja renta, a los grupos sociales discriminados, a los pueblos étnicos tradicionales, a los barrios obreros, a
las poblaciones marginalizadas y vulnerables. (*)
La injusticia ambiental no significa simplemente un acceso y una distribución totalmente desiguales de los
bienes de la naturaleza, sino soportar, por otro lado, los daños ambientales de procesos económicos e
industriales que producen desechos, empujados para territorios donde habitan poblaciones socialmente
fragilizadas.
2. ¿Qué características tienen los problemas ambientales? ¿Son suficientes los recursos del
estado para resolverlos? ¿Por qué?
Desde un punto de vista general, el estudio de los problemas ambientales se plantea de forma aislada, no
mostrándose las importantes relaciones existentes entre los distintos problemas. No obstante, no solo se
obvian las conexiones existentes entre las diversas problemáticas, sino que tampoco se definen como
problemas socioambientales, donde interactúan entre sí diversos aspectos como por ejemplo sociales,
económicos, culturales o políticos entre otros, continuándose de esta manera con el tradicional enfoque
simplista. Esto significa que no se ha asumido una visión sistémica del medio en la que se debe considerar
las problemáticas ambientales dentro de un conjunto de elementos que interaccionan entre sí y provocan
repercusiones, no solo en el ámbito natural, sino en el socioeconómico y cultural. Los problemas que
consideramos más relevantes en los libros, porque ocupan una mayor extensión, son el agotamiento de los
recursos, la contaminación del agua y la generación de residuos. Estos datos coinciden con el mayor
conocimiento que los estudiantes tienen de las problemáticas ambientales según los estudios realizados
sobre estos temas. Esto muestra la importancia que tienen los libros de texto en la generación de saberes.
(*)
El concepto de desarrollo sostenible, es una manera de conjugar el uso de los recursos naturales para el
desarrollo con la sostenibilidad del medio ambiente. Se definió como desarrollo sostenible aquél que
satisface las necesidades de las presentes generaciones, sin comprometer las de las generaciones futuras.
Este concepto fue aceptado por la declaración final de la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas de
1992 en Río de Janeiro. Definir la sostenibilidad en relación a las necesidades de las generaciones futuras,
es desconocer la progresión geométrica de las necesidades humanas y de su progreso económico
correspondiente, provocando el desmantelamiento de la biodiversidad necesaria para la preservación del
ecosistema e imposibilitando la reproducción de sus recursos para las generaciones futuras. Amartya Sen
plantea que ver a los seres humanos simplemente en términos de necesidades es hacerse una idea muy
insuficiente de la humanidad. Por lo tanto, la sostenibilidad no puede ser definida por las puras
necesidades humanas, sino por la complejidad ambiental de la reproducción de la vida de un ecosistema.
En ese sentido, esa comprensión engloba sólo los intereses humanos, actuales y futuros, no incluyendo los
intereses de los otros seres vivos esenciales para la propia sostenibilidad. Debido a estas consideraciones,
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el concepto de desarrollo fue criticado. Considerando esta situación, fue propuesto un nuevo término en el
documento final de la Conferencia Río+20 de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible de 2012, en
Río de Janeiro: economía verde. El documento afirma que “la economía verde, el contexto del desarrollo
sostenible y la erradicación de la pobreza, son unos de los instrumentos más importantes disponibles para
lograr el desarrollo sostenible y que podrían ofrecer alternativas respecto a la formulación de políticas, pero
no deberían consistir en un conjunto de normas rígidas. Destacamos que la economía verde debería
contribuir a la erradicación de la pobreza y el crecimiento económico sostenible, aumentando la inclusión
social, mejorando el bienestar humano y creando oportunidades de empleo y trabajo decente para todos,
manteniendo, al mismo tiempo, el funcionamiento saludable de los ecosistemas de la Tierra”.
Es necesario distinguir entre los transgénicos terapéuticos (por ejemplo, la producción de insulina para
diabéticos por vía transgénica) y los alimenticios (el caso de la soja, el tomate, la papa transgénicos, y
tantos otros alimentos genéticamente reconstruidos por la introducción de algún gen de interés). La
discusión ética se refiere única y exclusivamente a ese segundo caso por las repercusiones sobre la salud
humana y el medio ambiente. Generalmente, son señalados dos posibles efectos negativos de la
producción y del uso de alimentos transgénicos: riesgos para la salud humana y para el medio ambiente.
Su aplicación en el área del ambiente ansía, sobre todo, precaver posibles efectos nefastos e
irrecuperables, causados por acciones que, a pesar de no estar científica y empíricamente probado que
originen implícitamente esos daños, por precaución, no deben tener lugar. Debido a esos posibles riesgos,
el consumidor tiene el derecho de saber si un determinado producto contiene algún componente que
provenga de su condición de transgénico. La información e identificación clara sobre la composición del
alimento es un derecho del consumidor, que debería constar en el rótulo del embalaje, pues es la única
manera de que la sociedad civil se proteja de los riesgos del consumo de alimentos transgénicos, ya que
ella está sistemáticamente excluida del debate previo a la liberación comercial.
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Además de la salud humana, otra área de riesgos provenientes de la producción de plantas transgénicas,
es el medio ambiente. Aquí la cuestión central es la posibilidad de interacción genética entre las plantas
naturales de determinado ecosistema y las genéticamente modificadas, cultivadas en la proximidad, y el
hecho de que los transgénicos, en general, están asociados al uso de determinados fungicidas y/o
herbicidas, abriendo la posibilidad de esos productos de interactuar con el ambiente, creando
consecuentemente desequilibrio y desestructuración del ecosistema. El principal desafío ético de la
producción de plantas transgénicas es superar el reduccionismo científico que deforma la evaluación del
alimento, por seleccionar e imponer determinados procedimientos y hechos científicos, impidiendo un
abordaje más interdisciplinario, imperioso cuando se trata de objetos híbridos. Las biotecnologías tienen
riesgos complejos de difícil análisis, que precisan, justamente por eso, ser discutidos por toda la sociedad
civil, teniendo como orientación ética el principio de precaución.
El principio de precaución nos exige que en caso de amenaza para el medio ambiente o la salud y en una
situación de incertidumbre científica se tomen las medidas apropiadas para prevenir el daño. El principio de
precaución o principio precautorio es un concepto que respalda la adopción de medidas protectoras ante
las sospechas fundadas de que ciertos productos o tecnologías crean un riesgo grave para la salud pública
o el medio ambiente, pero sin que se cuente todavía con una prueba científica definitiva. (*)
Power:
★ Bioética social → Ligada a los problemas persistentes de los países periféricos: cuestiones éticas
relacionadas con la pobreza, la exclusión social y la injusticia estructural. Inspirada en valores
colectivos, no sólo individuales. Importante desarrollo en América Latina.
Ninguna perspectiva bioética puede elaborarse sin contar con los determinantes sociales de la salud