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DIVERSIDAD CULTURAL
Una disonancia particular entre los dos conceptos aparece en todo lo
relacionado con la diversidad cultural. Propiamente la diversidad cultural
no es apenas conceptualmente apreciable cuando la “cultura” se entiende
desde la perspectiva humanística. Otros conceptos como el de libertad y el
de creatividad tienen una dimensión mucho más relevante y se sitúan en su
núcleo de significado, a la vez que le proporcionan impulso y dinamismo.
La cultura (es decir, el arte, la ciencia, etc.) está en continuo proceso de
cambio, de evolución multidireccional, de exploración, invención,
renovación, trasformación y progreso. Sometida permanentemente a
revisión y crítica, alimenta con ellas su dinamismo. La diversidad es una
caracterización menor de las prácticas y los productos frente a las
superiores caracterizaciones del genio creador e innovador. (Y también una
vía estéril cuando se marca normatividad y método). La cultura, entonces,
es en cierto modo única. En los Estados Modernos en el caso de las
llamadas “culturas populares” o las expresiones culturales de las minorías
sociales, la reclamación de diversidad contiene un componente no sólo de
libertad y creatividad sino de resistencia frente a la subordinación respecto
a la cultura dominante.
La primera diferencia destacable entre los dos conceptos es que el
antropológico exige el enunciado en plural: las culturas. La diversidad se
sitúa en el núcleo conceptual, de forma que no cabe hablar de la cultura en
singular, salvo para reconocer que todas las sociedades humanas emplean
la cultura para sobrevivir en los diferentes entornos medioambientales, para
socializar a los que pertenecen a ellas, para organizarse, para otorgar
sentido al mundo y para justificar el papel que tienen en él. Y a
continuación se hace necesario constatar que las formas de hacer todo eso
han sido y son variadas, diversas.
La diversidad cultural ha sido débilmente conceptualizada. Más bien es
objeto de mostración que de demostración. Sin embargo, la diversidad
biológica -igualmente fascinante objeto de exposición y exhibición- ha
recibido un sólido tratamiento científico. La Declaración Universal de la
Diversidad Cultural (UNESCO 2001) no aborda su definición, simplemente
la constata. El Art. 1 la presenta: “La cultura adquiere formas diversas a
través del tiempo y del espacio. Esta diversidad se manifiesta en la
originalidad y la pluralidad de las identidades que caracterizan los grupos y
las sociedades que componen la humanidad. Fuente de intercambios, de
innovación y de creatividad, la diversidad cultural es, para el género
humano, tan necesaria como la diversidad biológica para los organismos
vivos. En este sentido, constituye el patrimonio común de la humanidad y
debe ser reconocida y consolidada en beneficio de las generaciones
presentes y futuras”. La Convención de la UNESCO de 2005 dedica el Art.
4 a las definiciones. La primera es la de diversidad cultural, pero se limita a
afirmar que: “La “diversidad cultural” se refiere a la multiplicidad de
formas en que se expresan las culturas de los grupos y sociedades. Estas
expresiones se transmiten dentro y entre los grupos y las sociedades. La
diversidad cultural se manifiesta no sólo en las diversas formas en que se
expresa, enriquece y transmite el patrimonio cultural de la humanidad
mediante la variedad de expresiones culturales, sino también a través de
distintos modos de creación artística, producción, difusión, distribución y
disfrute de las expresiones culturales, cualesquiera que sean los medios y
tecnologías utilizados”.
La Declaración Universal propiamente da un tono doctrinal al tratamiento
de la Diversidad Cultural. Y luego la Convención de 2005 aunque acomete
las definiciones, sitúa en primer lugar los principios. Es suficientemente
significativo, pues realmente de ella más que su definición importa su
reconocimiento. En tanto que tratados internacionales estos documentos
reconocen la diversidad cultural y no sólo la diversidad entre los Estados
preservando el principio de soberanía sino igualmente de la diversidad de
los pueblos dentro de cada Estado. En una y en otra escala el
reconocimiento de la diversidad tiene consecuencias distintas. Entre los
Estados tal reconocimiento conlleva una defensa frente al predominio
“cultural” de unos sobre otros -el colonialismo había sido particularmente
eficaz en ese sentido, pero adoptaba particularidades distintivas en la era de
la globalización- y, dentro de muchos Estados el reconocimiento de la
diversidad conlleva una defensa de las minorías y en particular de las
étnicas y de los pueblos indígenas frente a las políticas “culturales”
uniformizadoras de los Estados modernos.
Toda una serie de principios han sido ya formulados dentro de la doctrina
de la Diversidad Cultural. Dentro de ellos está en primer lugar el de la igual
dignidad de las culturas y el respeto hacia ellas, que en la Convención del
2005 es glosado como un supuesto de la diversidad de
las expresiones culturales, pero sin duda tiene un Lectura recomendada:
alcance mucho mayor que sobrepasa en exceso aquello H. M. Velasco y J.
a lo que se aplica. Si la Convención hubiera sido “de la Prieto (eds.). La
Diversidad Cultural” el principio probablemente diversidad cultural.
hubiera sido desarrollado en profundidad. Pese a todo Análisis sistemático y
hay posicionamientos adoptados en otros documentos disciplinar de la
anteriores que constituyen toda una tabla que, por su Convención de la
transcendencia podrían equipararse a la de los UNESCO. Madrid:
Derechos Humanos, como advirtió el propio Director Trotta, 2016
General de a UNESCO. Serían los siguientes:
1. Toda cultura tiene una dignidad y un valor que deben ser
respetados y protegidos.
2. Todo pueblo tiene el derecho y el deber de desarrollar su cultura.
3. En su fecunda variedad, en su diversidad y por la influencia
recíproca que ejercen unas sobre otras, todas las culturas forman
parte del patrimonio común de la humanidad.
4. La diversidad cultural es potencialmente dinámica y es fuente de
innovación y creatividad.
5. La diversidad cultural amplía las posibilidades de elección que se
ofrecen a todos.
6. La diversidad cultural se concreta políticamente en pluralismo
cultural.
7. La diversidad cultural da fundamento a los derechos culturales.
8. La diversidad cultural está estrechamente involucrada en el
mantenimiento de la diversidad biológica y posibilita el desarrollo
sostenible.
9. La diversidad cultural debería estar presente en los medios de
expresión y difusión respetando la voluntad de las sociedades y
grupos sociales y sin deformaciones ni prejuicios.
Los tres primeros estaban ya en la Declaración de la Cooperación Cultural
Internacional de 1966, el segundo de ellos no volvió a aparecer. El 4 en el
documento denominado Nuestra diversidad creativa, 1992 (Informe Pérez
de Cuéllar). El 5 aparece en la Declaración Universal de 2001 con énfasis
en ser factor de desarrollo no sólo económico sino también humano. El 6 y
el 7 en la Declaración Universal de 2001. El 8 en la Convención de la
Biodiversidad 1992 y en la Cumbre de Johannesburgo 2002. El 9 en la
Declaración de 2001 con matices.
Además, como el Informe mundial sobre la Diversidad
Cultural, elaborado por la propia UNESCO en 2010, Informe mundial de la
luego ha hecho explícito el programa que podría haber UNESCO. Invertir en
abordado la Convención de la Diversidad Cultural de Diversidad Cultural y
el Diálogo
2005 habría contenido: el pluralismo cultural, los
Intercultural.
derechos culturales, el patrimonio cultural, la
creatividad, y el intercambio de los productos http://unesdoc.unesco.or
culturales, la promoción de industrias culturales, la g/images/0018/001878/1
87828s.pdf
distribución online… Es sintomático que el Informe
mundial explícitamente adopte la diversidad cultural (y
no la diversidad de las expresiones culturales) como foco de atención y así
se muestra en el título ligándola con el diálogo intercultural. El Informe
declara de entrada que la diversidad cultural “es un hecho” (p. 4), pero en
realidad ya no es simplemente un hecho, convertido en dato al modo como
lo hacía la vieja Etnología, archivado y expuesto en una vitrina
museológica; más bien lo que se afirma es que su percepción, la toma de
conciencia de ella, se ha convertido en un lugar común (p.4), se ha hecho
más notoria merced a los procesos de mundialización de los intercambios,
los flujos multidireccionales de poblaciones, de información y de capitales
(p.14-15), etc. Más que un “hecho” en sí es un hecho percibido con tal
grado de imponente evidencia que resulta ineludible.
Por supuesto, la diversidad cultural no se queda en el plano de la
contemplación, sino que es una cuestión social, una cuestión de
experiencia, y de convivencia; las sociedades –incluida la sociedad-mundo-
han devenido en ser multiculturales y las interacciones sociales en
interculturales. La diversidad no es tanto cuestión de contraste entre los
objetos, las expresiones, los comportamientos o los textos de las
creencias,… sino que con ellos se posicionan las personas, los grupos, las
sociedades; de modo que la diversidad cultural involucra a los sujetos
sociales, a su condición individual y a su condición de pertenencia a los
grupos y sociedades, es decir, la diversidad cultural en mundialización es el
campo común, compartido, donde se dramatiza el juego de las identidades
culturales (pp.20-23). El Informe menciona en particular a: las
comunidades locales, los pueblos indígenas, los grupos desfavorecidos o
vulnerables y las personas excluidas por su origen étnico, filiación social,
edad o sexo,… Pero en realidad esta mención no oculta que respecto a las
“sociedades” generales y las “estructuras políticas oficiales” estos sujetos
sociales suponen “nuevas” formas de diversidad. Cabe resaltar esta
supuesta novedad de la diversidad caracterizada por el Informe, que no
puede serlo estrictamente cuando estas minorías vienen reclamando
visibilidad hace tiempo, más bien la novedad está en la potencia de desafío
que han alcanzado y en lo que supone en el marco de la mundialización.
Sigue siendo innegable que la configuración de diversidad no la
proporciona la variedad –por amplia que sea- de las poblaciones,
sociedades, pueblos, comunidades, minorías, … del mundo sino
determinadas poblaciones, sociedades, comunidades y minorías en
contraste.
Y es innegable que la diversidad cultural está amenazada (pp. 17-19). El
Informe ya advierte que su mayor notoriedad por sí sola no conlleva
necesariamente su preservación. La enumeración de amenazas puede ser
muy larga en el caso de las expresiones culturales, lista que en las
reivindicaciones de la excepción cultural comenzaba por el cine y los
productos audiovisuales y en los listados de Patrimonio Cultural Inmaterial
se puede apreciar lo variado que pueden llegar a ser lenguas, artesanías,
músicas, conocimientos tradicionales, rituales curativos, procedimientos de
adivinación, técnicas y modelos de construcción arquitectónica, etc., etc. ,
pero ya advirtió Lévi-Strauss que lo decisivo no es la pérdida de algunas de
estas valiosas expresiones o prácticas culturales, sino de la diversidad
misma. Y bien parece que en esto el Informe intenta corregir el
planteamiento de la Convención de 2005.
El Informe desglosa los siguientes contenidos del concepto de cultura,
respecto a los cuales se constata la experiencia de la diversidad: los estilos
de vida, las representaciones sociales, los sistemas de valores, los códigos
de conducta, las relaciones sociales (entre generaciones, entre hombres y
mujeres, etc.), las formas y los registros lingüísticos en una determinada
lengua, los procesos cognitivos, las expresiones artísticas, las nociones de
espacio público y privado (con especial referencia a la planificación urbana
y al entorno de vida), las formas de aprendizaje y expresión, los modos de
comunicación, los sistemas de pensamiento, …Estos son ámbitos
abstractos. A menudo las caracterizaciones de la diversidad cultural en las
sociedades multiculturales son concretas, se han servido de determinadas
prácticas o expresiones, por ejemplo, cocina, vestido, música, que
Kymlicka ha criticado como propias de los discursos post-multiculturales
cuyo efecto es la trivialización de la diversidad entregando elementos
absorbidos por el mercado a modo de souvenirs. Las expresiones culturales
tomadas aisladamente por el mercado sufren de un sesgo semejante. Parece
en ocasiones que fueran reductos de resistencia (y diversidad) frente a
masivas invasiones de productos standard, pero no bastan para sostener
sólo con ellas identidades incólumes. El Informe debería añadir que más
bien la generalización de la diversidad de las expresiones culturales en la
mundialización parece estar contribuyendo a la hibridación de las culturas.
Ciertamente la diversidad cultural suele formularse en
términos –que el Informe llama “sucedáneos”-,
lingüísticos, de afiliación religiosa, o de morfología Lectura recomendada:
corporal, color de piel, etc. Algunos de ellos se erigen
en signos paradigmáticos con capacidad para focalizar
A. Appadurai.
la identidad en torno a él. El Informe propugna reducir
Sustainable Diversity.
su transcendencia e instalarse en una noción
The Indivisibiliy of
omnicomprensiva de cultura para evitar
Culture and
reduccionismos, pues de esa manera se propician Development. En
segregaciones y disociaciones irreconciliables. El UNESCO. Universal
Informe debería añadir que la diversidad cultural se Declaration on
empequeñece así. Pues las culturas en interrelación no Cultural Diversity.
necesariamente divergen del todo y en todos sus Cultural Diversity
diferentes ámbitos. Series, nº 1. 2002
Una de las tareas actuales de la Secretaría de la [Las barras laterales son
Convención es el establecimiento de indicadores de diversidad cultural,
perfectasuna
para remarcar
fórmula que conduce a un instrumento de evaluación aplicable puntosaimportantes
los del
Estados, pero también al mundo en general y que a la vez texto permitiría
o agregar
detectar tendencias futuras acerca de los ámbitos concretos en los que laadicional de
información
referencia rápida como,
diversidad cultural puede estar afectada. También en este aspecto hay una
por ejemplo, una
cierta modelización de los instrumentos empleados para la evaluación de la
programación.
aplicación de otras Declaraciones y convenciones. La eficacia de estas
medidas es una cuestión que queda en el aire. En todo cadoPorsin lo general, se colocan
duda
en la parte izquierda,
debería mantenerse fija la atención no tanto en los contenidos sino en
derecha, superior o
particular en los sujetos sociales, las poblaciones y sectores sociales
inferior de la página. No
vulnerables. obstante, se pueden
arrastrar fácilmente a
La elaboración de la batería de Indicadores UNESCO fue presentada como
cualquier posición que
cultura para el desarrollo. Una tabla de indicadores del desarrollo había
prefiera.
sido ya acometida anteriormente por numerosas instituciones, no sólo el
Cuando esté listo para
Banco Mundial, sino también el PNUD sobre desarrollo humano, o la
agregar contenido, haga
OCDE sobre calidad de vida. Los indicadores se habían convertidoclic aquíen la
y empiece a
codificación internacional del Desarrollo, un instrumento de medida
escribir.] que
tenía como sujetos a los Estados y era universalmente utilizado en la
política internacional no solo económica, mercantil o tecnológica sino
también de la cooperación y asistencia. Las instituciones internacionales
empleaban las tablas de indicadores como lenguaje común de diálogo.
Según términos acuñados estas tablas traducían la diversidad en diferencias
susceptibles de apreciación concreta. Las intenciones de la Secretaría de la
Convención eran claras: elaborar igualmente un instrumento similar con la
esperanza de proporcionar argumentos para que la marginalización de la
cultura en los programas de desarrollo y la evidente baja asignación de
recursos no se deba a carencia de instrumentos de medición (Alonso y
Medici 2012).
Appadurai mencionaba cinco ámbitos en los cuales se aglutinan las
interrelaciones entre esos tres conceptos básicos de diversidad, diálogo y
desarrollo: el primero, la participación de la gente común, de las
comunidades, en el desarrollo; el segundo, la cultura de aspiración que
introduce energía y creatividad y dinamiza la participación; la tercera, la
diversidad cultural como conjuntos de valores, sentidos y creencias que
representan y dan imagen concreta al bienestar y cuya variedad es
indispensable mantener; la cuarta, la articulación entre el patrimonio
cultural como capacidad de recuerdo y la capacidad de aspiración; y la
quinta, la indivisibilidad entre patrimonio material e inmaterial que es el
fundamento de la creatividad (Appadurai 2002).
Por su parte, el proyecto de indicadores se sitúa explícitamente en la línea
de explicación de la “naturaleza y alcance de las relaciones entre cultura y
desarrollo” (según aparece en los documentos de presentación del proyecto
de la UNESCO). Este instrumento de medida establece 22 indicadores
agrupados en 7 dimensiones. Las dimensiones son: Economía
(contribución de las actividades culturales al PIB, Empleo cultural y gastos
domésticos en cultura), Educación (Educación inclusiva, Educación
multilingüe, Educación de las Artes, Entrenamiento profesional en el sector
cultural), Gobernanza (Trama de asentamiento-estándar para la cultura,
Política y trama institucional para la cultura, Distribución de
infraestructuras culturales, Participación civil en la gobernanza cultural),
Participación social (Participación en completar las actividades culturales,
Participación en actividades culturales de construcción de identidad,
Tolerancia de otras culturas, Confianza interpersonal, Libertad de
autodeterminación), Igualdad de género (Resultados objetivos de igualdad
de género, Percepción de igualdad de género), Comunicación (Libertad de
expresión, Acceso a uso de Internet. Diversidad del contenido de ficción en
la TV pública) y Patrimonio (Sostenibilidad del Patrimonio) (UNESCO
2014). Los indicadores y las dimensiones fueron elaborados por la
Secretaría de la Convención y un grupo de expertos con participación de
grupos nacionales y fue puesto a prueba en 11 países. El proyecto fue
financiado por España y sobre su aplicación general aún no hay
información precisa. Los datos en parte son obtenidos de estadísticas
oficiales u oficiosas y otros son básicamente constataciones de existencia.
Sin duda recoge ideas ya expresadas en el documento Nuestra diversidad
creativa (UNESCO 1996) y en particular sigue directrices de la
Convención de la Diversidad de las expresiones culturales con referencias
múltiples a industrias y servicios culturales. Incluye al menos dos ámbitos
de los mencionados por Appadurai, la Participación social y el Patrimonio
(este presentado bajo la perspectiva de la sostenibilidad). Parece haber
intentado compaginar la Diversidad Cultural de los principios y la
diversidad de las expresiones culturales. Pero se trata del mismo modo de
un instrumento aplicado a los Estados con el objetivo de ser determinante
en las políticas internacionales del desarrollo. En suma, los llamados
Indicadores de la Diversidad Cultural que se proponen siguen siendo
fundamentalmente Indicadores del Desarrollo, toman a los Estados como
entidades culturalmente homogéneas y convierten en índices cuantitativos
lo que es reductible de la diversidad.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
Alonso, M.R. 1992. El patrimonio histórico. Destino público y valor
cultural. Madrid: Civitas/Universidad de Oviedo.
Barreiro, B. 2011. La diversidad cultural en el Derecho Internacional. La
Convención de la UNESCO. Madrid. Iustel,
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(traducción castellana: El hombre y la cultura. Buenos Aires: Sudamericana
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Díaz de Rada, A. y H.M. Velasco. 1996. La cultura como objeto. Signos,
17: 6-12.
García Canclini, N. 1982. Las culturas populares en el capitalismo. La
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