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FilolOgia

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EUGENIO GARIN

LA EDUCACiÓN EN EUROPA,
1400-1600
Problemas y programas

EDITORIAL CRrTICA

Grupo editorial GrlJalbo

BARCELONA
32 LA EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400-1600

tides, la habilidad de Temístocles, la elocuencia de Cicerón y la virtud


de Cat6n y sofiad.n con el puñal de Bruto. Y esto porque su acceso
al mundo del espíritu no se realizará ya a través de los auctores octo,
sino a través de Homero y Virgilio, Livio y Cicerón, Tucídides y
Plutarco, Platón y Aristóteles: es decir, en relación con los antiguos;
y después, poco importa si la relación es de imitación o polémica.
El Contrato social erige como lema los versos de Virgilio, y a la
«república cristiana» opone los pueblos generosos de Esparta y
Roma; los jacobinos tienen la impresión de combatir bajo los ojos CAPÍTULO 1
de Bruto y Catón. Más allá de la Ilustración, pero no fuera de su
influencia, Hegel todavía podrá identificar el Estado «natural» de SOBRE ALGUNAS CARACTERíSTICAS
Rousseau con Grecia, armoniosa y feliz y patria ideal de la huma­ DE LA EDUCACION MEDIEVAL
nidad.
En el discurso preliminar a la Enciclopedia, D'Alembert obser­
vaba que, aunque los «humanistas» a veces consultaron los textos 1. ORIENTACIONES CULTURALES Y ESCUELAS DESDE EL SIGLO IX
antiguos para encontrar en ellos modelos de estilo, la lección que allí AL XII. LA OBRA DE CARLOMAGNO
aprendieron y transmitieron fue otra. Y la discusión que entonces
encendieron entre «antiguos» y «modernos», y que con diversas Giovanni Boccaccio, en uno de sus libros de apuntes, anota que
vicisitudes estuvo en el centro de la cultura durante algunos siglos, «Beda, Rabano Mauro, Claudio, Juan Escoto, junto con Alcuino,
es uno de los temas esenciales de la formación de la conciencia euro­ maestro de Carlomagno, transfirieron el Estudio de Roma a París, y
pea. Sin comprenderla en su valor y en su resonancia es imposible fundaron así la escuela parisiense». El gran escritor de cuentos, que
hacer frente a muchos problemas del mundo moderno; yes todavía con Petrarca estuvo entre los primeros exponentes de la renovada
aquella discusión, y las falsas interpretaciones que originó, lo que cultura humanística, retomaba en aquellas notas suyas el texto de un
permanece en la base de tantas polémicas de nuestro tiempo en torno maestro parisiense de finales del siglo XIII, el dominico Tomás de
a las pautas más convenientes para llevar a cabo una educación Irlanda, que había desarrollado el concepto de París como nueva
«humana» del hombre. Atenas. Las grandes etapas de la cultura humana -escribía Tomás­
se dividen en tres épocas, y han tenido sucesivamente como centro
a tres ciudades: Atenas, Roma, y, finalmente, París.! Carlomagno no

1. Boccaccio, Zibaldone magliabechiano (Biblioteca Nacional de Florencia,


Rari 50), c. 185 r: «Beda, Rabanus, Clauruus, Johannes Scotus, una cum Alcuino
magistro Caroli Magní studium de Roma Parisüs transtulerunt et parisiensem
studium fundaverunt ... ». Escribía Tomás de Irlanda en el De tribus sensibus
sacrae scripturae (citado por B. Hauréau en el artículo sobre Thomas Ibernicus
de la Histoire littéraire de la France, XXX, París, 1888, pp. 405 ss., del ms. de
la Nacional de París 15966): «Sapientia de; patrís aedíficavit sibi domum ...
Esta casa es la escuela de París ... El beato Dionisio, el mayor filósofo de Ate­
nas. " vino al reino de Francia trayéndonos dos flores de Grecia, la filosofía
y el arte militar, y adjuntándonos una tercera flor, la fe cristiana ... Más tarde,
el beato Dionisio vino a París para hacer de esta ciudad la madre de los estu­
dios, como Atenas... Los estudios primeros fueron transferidos de Greda a

3.-GAlIJN
34 LA EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400-1600 LA EDUCACIÓN MEDIEVAL 35
fue sólo el heredero y renovador de la dignidad imperial; también París, como creía Boccaccio, pero es cierto que los estudios florecie­
él había restaurado y hecho triunfar la sabiduría clásica. Lupo de ron, entonces, primero en Tours, y más tarde en ReÍlns y en Char­
Ferrieres, en la segunda mitad del siglo IX, decía al monje Ebrardo, tres: y en Ferrieres, en Laon, en Lieja; en territorio germánico en
pariente suyo, que se alegraba mucho de ver en su país «revivir la Fulda, Osnabrück, Hildesheim, Paderborn. Entre la época de Casio·
sabiduría» (reviviscentem sapientiam). El tema de París, punto de doro y de Boecio, y el inicio de la actividad de Alcuino en la corte
llegada de un viaje iniciado en Atenas, fue un lugar común de la de Carlomagno (en 782), transcurrieron casi dos siglos que, si no
literatura medieval tras el florecimiento carolingio. Notkero el tarta· fueron de tinieblas igualmente existentes en toda Europa, tampoco
mudo no dudará en proclamar que las semillas de la escuela de Al­ puede decirse que brillaron luces de sabiduría. y si sobrevivieron
cuino habían fructificado hasta tal punto que «los modernos galos, escuelas, fueron escuelas monacales, preocupadas por una sola cosa:
o sea los francos, se podían comparar a los romanos y atenienses».2 asegurar la formación del clero, educando sacerdotes capaces de dis­
En realidad, la importancia de la edad carolingia en el campo culpar con cualquier preparación técnica sus propias tareas. Todo
de la cultura fue muy grande, y debió realmente dar la impresión de elemento mundano es apartado: la regla de san Cesario prohibía rigu­
ser una feliz vuelta a la vida tras una época férrea.3 No todavía en rosamente el acceso de las mucllachas, nobles o menores, a la
instrucción, como hizo el canon de Calcedonia en Oriente. Por otra
parte, el patrimonio cultural que se ofrecía a los futuros sacerdotes
Roma, después de Roma a París en tiempos de Carlomagno, alrededor del 800,
Y la escuela de París contó con cuatro fundadores, a saber, Rabano, Claudio, era bien modesto: leer y escribir; conocimiento de la Biblia, posi­
Alcuino, maestro del rey Carlomagno, y Juan, llamado Escoto, pero nacido en blemente de memoria (al menos los Salmos); algunas nociones de
Irlanda». Cf. M. D. Chenu, Introductíon a l'étude de Saínt Tbomas d'Aquin, liturgia y de los cánones.4 Gregorio Magno tiene expresiones muy
Montreal-París, 1950, p. 22, n. 2 (y E. Gilson, «L'humarusme médiévah> en
Les idées et les lettres, París, 1932, pp. 171-185). Para el tema de los pbilosopbi au Moyen Age (IV·XIV sjeele), París, 1953, es merecedor de grandes reservas
Hellenismi alumni ... odorantes... sapientiae et veritatis umbram, escondida una (d., exacto y preciso, F. Símone, «Cultura medíevaIe francese e umanesimo
vez latebris in ¡llis aenigmaticis, in cryptis, cf. los tres libros del De transitu italiano», en Rassegna della Lett. it., 58, 1954, pp. 212·231). Precioso en mu­
Hellenismi ad Christianismum (1534) de Budé (Opera, Basilea, 1557, pp. 130 SS., chos puntos por el estudio de la tradición de los clásicos es R. R. Bolgar, The
Y para investigaciones más recientes sobre la relación entre studia humanitatis Classical Heritage and íts Beneficiaries, Cambridge, 1954; numerosos textos,
y litterae sacrae en Budé d. Bulletin de Tbéologíe Ancienne et Médiévale, VII, traducidos y comentados, en Jürgen von Stackelberg, Humanistisehe Geisteswelt
1956, p. 517). von Karl dem Grossen bis Philip Sidney, Baden.Baden, 1956. Ver también
2. Correspondance, ed. por 1. Levillain, II, París, 1935, pp. 218·222: P. Riché, Education et culture dans l'oecident barbare, VI'-VIII' siecles, París,
«reviviscentem in rus nostris regionibus sapientiam quosdam studiosissime 1962 (bib1., pp. 27·40).
colere pergratum habeo». Sin embargo, Lupo advierte a Ebrardo de la nece­ 4. H. 1. Marrou, Histoire de l'éducation dans l'antiquité, París, 1948, pp.
sidad de enlazar la elegantia verborum con la sapientia (<<sic linguae vitia refor· 444445 (<<cet obscurantísme est aussi une conséquence de l'effondrement géné·
midamus et purgare contendimus, vitae vero delicta parvipendimus et auge­ ral de la culture en Occident, la décadence n'est pas faite seulement d'igno­
mus... Quocírca, sí vigilan ter poliendo eloquio, multo maxime consequendae rance et d'oublí, tnais aussi de dégénérescence interne» [«Este oscurantismo
honestatis atque iustitíae operam impendamus oportet... Sane, dum his studiís es asimismo una consecuencia del derrumbamiento general de la cultura de
occuparis, honestas artes et ingenuo dignas nolim negligenter praetereas ... »). Occidente, la decadencia no está hecha solamente de ignorancia y olvido, sino
El texto de Notkero en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores, II, 731 también de degeneración interna» J, d. É. Lesne, op. cit., pp. 1 ss. (y, sobre
(Stephen d'Irsay, Histoire des Universith, I, París, 1933, p. 48, n. 7). (Sobre todo, M. Roger, L'enseignement des lettres elassiques d'Ausone a Aleuin, París,
Lupo de Ferrieres, restaurador y conservador del mundo clásico, ver Charles 1950). En la dirección de la apología romántica, a lo Chateaubriand (cf. Marrou,
Hcnry Beeson, Lupus 01 Ferrieres as Scribe and Text Critlc, Cambridge, Mass., op. cit., p. 570), de los méritos de la Iglesia como valor positívo de la cultura,
1930.) ver A. F. Ozanam, La civilisation ehrétienne ehez les Francs, París, 1894
3. nmilc Lcsne, Les écoles de la fin du VIII' siecle a la fin du XII' (His· (y Le scuole e l'istruzione in Italia nel medio evo, tr. ít., Florencia, 1895).
toire de la propriété ecclésiastique en France), tomo V, Lille, 1940 (Mémoires Un intento de demostrar la existencia de una escuela laica en H. Pirenne, «De
et travaux fiubliés /lar des professeurs des Facultés catholiques de Lille, fas­ l'état de l'instruction des lruques a l'époque mérovinglenne», en Revue Béné­
cículo 4), p. 696. El vo1. de P. Renucci, L'aventure de l'Humanisme européen dictine, XLVI, 1934, pp. 165·177.
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cumque tenebat Apollo».6 Con la Admonitio generalis del 789, Carlo­
precisas y crudas; en la introducción a su famoso comentario al libro magno pondrá en vigor y completará disposiciones ya existentes, pero
de Job dedara no sólo despreciar con toda la fuerza de su alma las inoperantes, imponiendo la apertura de escuelas donde se enseñe a
artes del discurso, la elegancia del estilo, la cultura «humana», sino leer a los niños (ut scholae legentium puerorum fíant)? Ya en el 529
que proclama complacerse de una forma expresiva, retorcida, bárba­ el concilio de Vaison había establecido que se extendiera por todas
ra, que viole sistemáticamente los dictámenes de la «gramática» y partes una saludable costumbre italiana, esto es, que los párrocos
que a la belleza del hablar oponga intencionadamente dureza de hospedaran jóvenes célibes (juniores lectores quantoscumque sine
modos y aspereza de sonidos. En efecto, ¿qué asunto podría seros uxoribus haberent) enseñándoles los Salmos y las leyes de Dios, «de
más indigno que someter la palabra divina a las normas de los maes­ forma que se proveyesen de sucesores dignos». La Admonitio gene­
tros de retórica, «de violentar las palabras del oráculo celeste bajo ralis de Carlomagno precisa las enseñanzas: los Salmos, los cantos,
las reglas de Donato»? Y cuando llega a saber que el obispo Desi­ el cálculo, la gramática y los textos sagrados (psalmos, notas, cantos,
derio ha enseñado a algunos la «gramática», grita enseguida su dolor computum, grammaticam, et libros catbolicos). El capitular del 802
y su ira desdeñosa: «en la misma boca no pueden estar juntas las
establece que «todos los fieles pueden enviar a sus hijos a estudiar
alabanzas de Júpiter y las de Cristo; para un obispo es deshonesto (ad discendas litteras) hasta que hayan aprendido». Y Alcuino acon­
y nefando aquello que no es lícito ni siquiera para un piadoso laico».5 seja clases separadas y maestros distintos para la enseñanza de la
Este ánimo, y no invasiones e incendios, dispersó y destruyó en lectura, de la escritura y del canto (segregentur separatim qui libros
poco tiempo gran parte de la herencia antigua; y de este ánimo,
Gregorio Magno es insigne testimonio, aun cuando quizá sea legenda­
ria la información que nos proporciona Juan de Salisbury de que él 6. Joannis Saresberiensis Políeraticus, n, 26 (P. L., 199 a = Webb, 1,
había dado códices y bibliotecas a las llamas, «scripta Palatinus quae­ p. 142): «ut traditur a maioribus, incendio dedit». Juan de Salisbury es la
fuente más antigua para nosotros como señal de esta tradición, transformada
5. Para la discutida interpretación de la actitud de Gregorio Magno véase luego en la creencia de que Gregorio hubiese hecho quemar los libros de Livio.
Marrou, op. cit., p. 570 (y M. Roger, op. cit., pp. 156-157, también H.-J. Le­ Guarino escribirá: «... quia beatum Gregorium pontificem iussisse intellexeris,
blanc, Utrum B. Gregorius Magnus litteras bumaniores et ingenuas artes odio ut Livii decades cremarentur ... » (Epistolario, ed. Sabbadini, vol. n, «Miscella­
perseeutus sil, París, 1852). El texto habla claro; en la Epístola ad Lean­ nea di storia veneta», Serie In, lI, Venecia, 1916, p. 528). Sabbadini (Episto­
drum Episeopum Hispalensem (V, 53, ed. Hartmann, M. G. H., Epistolae, 1, lario, op, cit., lII, pp. 421-422) retrocedió hasta más allá de san Antonino (Sum­
p. 357) se lee: «et ipsam loquendi artem, quam magisteria disciplinae exte­ ma tbeologiea, pars IV, tito 11, cap. 4, 3), hasta la Lueula Noctis (ed. Hunt,
rioris insinuant, servare despexi ... Non metacismí collisíonem fugio, non barba­ Notre Dame, Indiana, 1940, cap. 17, p. 143); pero no eonoci6 a Juan de Salís­
rismi collisionem devito, situs modosque et praepositionum casus servare con­ bury (<<Más allá [de DominiciJ no he encontrado huellas de la leyenda»). De
temno, quía indignum vehementer exístimo, ut verba caelestis oraculi restingam cualquier modo es importante que sobre el episodio se volviera a discutir en el
sub rcgulis Donati». Y en la epístola a Desiderio (XI, 34 ed. Hartmann, M. G.H., 400. [Según Riché, p. 194, Juan de Salisbury sería el responsable de la leyenda,
lJpistolae, II, p. 303): «pervenit ad nos, quod sine verecundia memorare non nacida, en su opinión, por la lucha llevada a cabo por Gregorio contra los textos
possumus, fraternitatem tuam grammaticam quibusdam exponere... In uno se astrológicos. ]
ore cum Iovis laudibus Christi laudes non capiunt. Et quam grave nefandumque 7. M. G. H. Legum seetio JI, Capitularía Regum Franeorum, 1 (ed.
sit cpiscopis eanere, quod nec laico religioso conveníat, ipse considera». Pero A. Boretius, Hannover, 1883), pp. 59-60: Admonítio generalis, 72: «SacerdotÍ­
v61sc también P. Riché, op. cit., pp. 187·200, que tiende a ponerlo sobre e! bus... obsecramus... ut... non solum servilis condítionis infantes, sed etiam
mismo plílno que Casiodoro. Cf., algunos siglos después, san Pedro Damiano: ingenuorum filios adgregent sibique socient. Et ut scolae 1egentium puerorum
«Platoncl\1 ],¡tcntis naturae secreta rimantem respuo ... » (P. L., 145, 232 b); fiant. Psalmos, notas, cantos, computum, grammaticam per singu1a monasteria
«parvi¡)('lIdcntcs siquidem regulam Benedicti, regulis gaudent vacare Donad» ve! episcopia et libros catholicos bene emendate, quia saepe, dum bene aliqui
(P. L, 145, 30ú c-307 dj. Ver al propósito J. Gonsette, Pierre Damien et la Deum rogare cupiunt, sed per inemendatos libros male rogant. Et pueros
culture profllne, Lovaina, 1956. Delhaye, en su notable ensayo sobre «L'organi­ vestros non sinite eos ve! legendo vel scribendo corrumpere; et si opus est
sation seolaire au XTI' siede», Traditio, V, 1947, p. 225, cita del De divina evangelium, psalterium et missa1e scribere, perfectae aetatis homines scribant
omnipotentia la IIlabanza a Montecassino: «hoc mihi non mediocriter placuit, cum omni diligentia», "
quod ibi scholas lmcrorum ... non invení»).
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legant, qui cantilene inserviant, qui scribendi studio deputentur. Pero aquí no se acaban las disposiciones de Carlomagno: en la
Habeas et singulis his ordinibus magistros suos).s Epístola generalis, además de invitar con su ejemplo al estudio de
Sin embargo, lo que importa es la orientación nueva que se apre­ las artes liberales, también se preocupa de los libros, de los sagrados
cia en todo este florecimiento de las escuelas: no se trata de una libros corrompidos por la incapacidad de los libreros, y que él hizo
enseñanza esttictnmente técnica para el clero; se pretende una edu­ corregir con la máxima precisión. 1O Por mérito de Alcuino, y luego
cación más completa, una formación más humana. La epístola de de su discípulo Rabano, se concretaron las iniciativas del emperador,u
Carlom~.gno De litteris colendis, de la que nos ha llegado la copia La articulación de los estudios, la clasificaci6n de las disciplinas, ya
dirigida al abad Baugulfo de Fulda, insiste sobre la necesidad de había encontrado una sistematizaci6n de importancia decisiva en Ca­
enseñar, a cuantos tengan capacidad de aprender, no sólo la «santa siodoro. En las obras de Casiodoro, en las de Isidoro de Sevilla,
religión» sino también las «letras» y la forma de «adornan> el dis­ vemos :lijada esa distribución de las «artes» que constituirá durante
curso, porque si conviene agradar a Dios viviendo con rectitud, tam­ siglos el cuadro de la enseñanza, también se variará la relaci6n entre
bién resulta aconsejable agradarle hablando bien. Se lee en el Evan­ las materias y, sobre todo, en el siglo XII, el avance del saber llegará
gelio de Mateo que seremos condenados o perdonados por nuestras sobrepasando continuamente las líneas demasiado rígidas de la divi­
palabras, «y aunque sea mejor obrar el bien que conocer, es nece­ sión clásica. Las siete artes liberales, gramática, retórica, dialéctica,
sario, sin embargo, saber primero actuar». También para alabar aritmética, geometría, astronomía y música, en efecto, habían cons­
dignamente al Señor será necesario utilizar con precisión las pala­ tituido el sistema del saber «encíclica» primero en Quintiliano y,
bras; y para comprender la verdad, será necesario interpretar la reve­ después, en la afortunada alegoría de Marciano Capella, cuya De
laci6n con exactitud. Las Escrituras sagradas están, ellas mismas, nuptiís philologiae et Mercurii et de septem artibus liberalibus fue
llenas de :liguras, de metáforas, de similitudes, cuya correcta como una autoridad 12 en la Edad Media. Isidoro de Sevilla definía en el
prensión requiere una no pequeña pericia literaria. De aquí la nece­ siglo VII:
sidad de que «los soldados de la Iglesia sean no sólo íntimamente
devotos, sino también exteriormente doctos: hombres de costumbres jona (<<Charlemagne's letter, then contains elements of Alcuin's style, and
puras y maestros de discursos claros».9 educational ideas which, like those of Alcuin, belong to the tradition of Anglo.
Saxon humanism»). De WalIach ver también Alcuin and Charlemagne: Studies
8. Para el concilio de Vaison, M. G. H., Conc., I, p. 56. Sobre esta parte in Carolingian History and Literature, Ithaca-Nueva York, 1959 (siempre de
ef. las lúcidas páginas de M. Cappuyns, Jean Seot Érigene, sa víe, son oeuvre, Wallach, «Education and Culture in the Tenth Century», Medievalia et Huma­
sa pensée, Lovaina-París, 19.3.3, pp . .34 ss. (y É. Lesne, op. cit., pp. 15 ss.). nistica, IX, 1955, pp. 18-22).
9. Para la epístola De litteris eolendís Y su texto, d. Luitpold Wallach, 10. Karoli epístola generalis (M. G. H., Capitularia, I, p. 80).
«Charlemagne's de litteris colendis and Alcmn. A Diplomatic-Hístorical Study» , 11. Sobre Alcuino, A. K1einclausz, «Alcuin», París, 1948 (Annales de
en Speculum , XXVI (1951), pp. 288-.305 (el texto en p. 290). El emperador l'Université de Lyon, serie III, 15), y, en particular, E. S. Duckett, Alcuin,
exhorta: «quamobrem hortamur vos litterarum studia non solum non negli­ Friend 01 Cbarlemagne. His World and bis Work, Nueva York, 1951. Sobre
gere, verum etiam humillíma et Deo placita intentione ad hoc certatim discere, la escuela de la que provenía y sobre la enseñanza de Aeberto, d. M. G. H.,
ut facilius et rectius divinarum scripturarum mysteria valeatis penetrare. Cum Poet. Lat. Aevi Car., I, pp. 169 ss. (Raby, A Hist. 01 Saee. Lat. Poetry in the
autem in sacris paginis scemata, tropi et eaetera his similla inserta inveniantur, M. A., I, Oxford, 1934, p. 178: «his dans grammaticae rationis graviter artes, /
nulli duhium est, quod ea unusquisque legens tanto citius spiritaliter intelligit, illis rhetoricae infundens refluamina linguae; / illos iuridica curavit cote polire, /
quanto ptius in litterarutn magisterio plenius instructus fuetÍt. Tales vero ad illos Aonio docuit concinnere cantu, / Castalida instituens alios resonare ci­
hoc opus vid eligantur, qui et voluntatem et possibilitatem discendi et desi­ cuta, / et iuga Pamassi lyricis percurrere plantis. I Ast alios fedt prefatus nosse
derium habeant alios instruendi». En cuanto a la funci6n de la gramma#ca magister I harmoruan caeli, solís lunaeque labores, / ... ».
Alcuino escrihc (Ars Grammatiea, P. L., 101, 857 d): «grammatica est custos 12. Sobre la clasificación de las siete 'artes' liberales -las disciplinas o artes
recte loqllcndi et scríbendi». Wallach concluye su análisis de la epístola de liberales- que constituyen el ciclo de la cultura formativa (E'YXÚX).~oC; 1ta~oeCa)
Carlomag no observando que, tanto en la forma literaria como en el contenido, d. las esenciales páginas de Marrou, Sain! Augustin et la fin de la culture
indica la influencia de Alcuino, y, a través de Alcuino, de la cultura anglosa- antique, París, 1938, pp. Zl1-275, el cual, pp. 216-217, rastrea la clasificaci6n
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Siete son las disciplinas de las artes liberales. La primera es la Las tres primeras artes forman el trivio; las últimas, el cuadrivio;
gramática, o sea, la pericia del decir; la segunda la retórica, que y, después, Isidoro unirá a ésas la medicina y las 1eyesP
se considera sumamente necesaria en las cuestiones civiles por la Un maestro insigne del siglo XII, Thierry de Chartres, en una
nitidez y la riqueza de la elocuencia; la tercera es la dialéctica, gran obra suya, el Heptateucon, no sólo dará lúcidamente las razo­
llamada también lógica, que con sutilísimas disputas distingue lo nes de la enciclopedia del saber, sino que también la redactará
verdadero de lo falso; la cuarta es la aritmética, que comprende las
reuniendo y organizando todo lo mejor de cuanto la ciencia había
causas de los números y sus divisiones; la quinta es la música, que
tenido antes de él. El prólogo de su libro es uno de los documentos
consiste en los cantos y en los cármenes; la sexta es la geometría,
que ah arca las medidas y dimensiones de la Tierra; la séptima es más precisos al propósito:
la astronomía, que contiene las leyes de los astros.
El manual de las siete artes liberales, que los griegos han
llamado Reptateucon, entre los latinos fue ordenado por primera
vez por Varrón, después por Plinio y, finalmente, por Marciano.
Ellos 10 ordenaron según su criterio. Nosotros hemos dispuesto con
de las ciencias en Heráclides del Ponto (gramática, retórica, dialéctica, música),
cuidado y orden, armonizando en un solo cuerpo, no obras maes­
Arcesilao (gramática, elocuencia, dialéctica, matemática), en el Pseudo-Cebete
(gramática retórica, dialéctica, música, aritmética, geometría, astronomía), en tras, sino todo aquello que en estas artes han encontrado los sabios
Filón (gramática, retórica, dialéctica, música, geometría, astronomía), Séneca más egregios, y casi hemos unido el trivio y el cuadrivio debido al
(gramática, música, geometría, aritmética, astronomía), Sexto Empírico (gra­ incremento de la noble familia de los filósofos. Los poetas griegos
mática, retórica, geometría, aritmética, astronomía, música), Orígenes (gramá­ y latinos afirman que la Filología se ha unido solemnemente a Mer­
tica, retórica, geometría, música, astronomía), Anatolio de Laodicea (gramáti­ curio con todo el cortejo del himeneo, con el consenso de Apolo y
ca, retórica, dialéctica, aritmética, geometría, astronomía), Porfirio (gramática, de las Musas, y con la intervención de estas siete artes, sin las
retórica, dialéctica, aritmética, música, astronomía), Lactancio (gramática, re­ cuales no se puede hacer nada. Y no sin razón. En efecto, dos son
tórica, geometría, música, astronomía). Y d. también, para Vitruvio, Galeno, los instrumentos principales del filosofar: el entendimiento y la
Filostrato, Mario Victorino, p. 227, n. L Marrou subraya además, muy eficaz­ expresión; el cuadrivio ilumina el intelecto; el trivio le da una
mente, el carácter en absoluto «enciclopédico», sino propedéutico-formativo, expresión elegante, racional, adorna. Está claro, pues, que el Repta­
de la hx{¡"A,~o<; 1tr1.tod.r1. [además ver L. M. De Rijk, 'EyxÚXA,to<; 1tr1.tOE~r1..
«A Study of Íts Original Meaning», Vivarium, 1965, vol. III, pp. 24-93]. teucon es el instrumento propio y único de toda la filosofía. Filoso­
Courcelle, Les lettres greeques en Oecident. De Macrobe a Cassiodore, París, fía es amor a la sabiduría; la sabiduría es la comprensión integral
1943, ha demostrado la dependencia de la clasificación de Casíodoro, decisiva de la verdad de las cosas que son, a la que no llega quien no la
para el Medievo, desde Amonio (pp. 321-326), ilustrando la distinción entre ame. Por tanto, sólo el filósofo es sabio.
las tres artes (gramática, retórica, dialéctica) y las cuatro disciplinas (aritmética,
música, geometría, astronomía). El ars (1:ÉX'V'l)) es habitudo operatrix contin­ Hechos y palabras, contenido y forma: un saber verdadero para una
gcntium; la disciplina (g1t~(j..1¡¡J.'l)) de his agit quae aliter evenire non possunt cultura humana (ad cultum humanitatis) es medido con concretas
(eL Marrou, «"Dotrina" et "disciplina" dans la langue des peres de l'Eglise»,
Bulletin Du Cange, IX, 1937). Sobre las denominaciones de trivium y quadri­
vium, P. Raina, «Le denominazioni "Trivium" e "Quadrivium"», Studi medie­ 13. Isidoro, Et"m., 1, 1-2 (ed. Lindsay, Oxoníi, 1911). Cf. toda la diva­
gación VI de E. R. Curtius, Europaische Literatur und lateinisehes Mittelalter,
valí, 1, 1928, pp. 4-)6; sobre la influencia de la clasificación de Casiodoro, y,
Berna, 1948 [hay traducción castellana: Literatura europea y Edad Media latina,
en general, de sus Instituciones, L. W. Jones, «The Influence of Cassiodorus
F. C. E., México-Buenos Aires, 1954]. Sobre los comentarios del siglo IX en
on Mc¡liaeval Culture», en Specmum, XX (1945), pp. 433-442: «Further Notes
Marciano Capella, Dunchad, Juan Escoto Edgena y Remigio de Auxerre d.
concerning Cassiodorus' Influenee on Mediaeval Culture», en Speeulum, XXII
la ed. de las Annotationes in Marcianum a cargo de Cora E. Lutz, Cambridge
(1947), pp. 254-256. Para las Instituciones ver la ed. de R. A. B. Mynors, Ox­
(Mass.), 1939 (y Labowsky, «A New Version of Scotus Eriugena's Commen­
ford, 1961'. Bucnas indicaciones sobre la escuela y la pedagogía medieval en
tary on Martianus Cape11a», en Mediaeval and Renaissance Studies, 1 (1943),
general se puedcn leer ahora a cargo de T. Gregory, en el voL de B. Nardi,
pp. 187-193). Para una idea de la difusión de Marciano Capella ver C. Leonardi,
Il pensiero pcdagogico del Medioevo, Florencia, 1957. [Véase también Artes
liberales. Von der antiken Bildung zur Wissensehaft des Mittelalters, editada
<d codici di Marziano Cape11a», en Aevum! 33 (1959), pp. 443-489¡ 34, 1960,
por Joseph Koch, Leiden-Colonia, 1959.]
pp. 1-99, 4l1-524,
42 LA EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400-1600 LA EDUCACIÓN MEDIEVAL 43

nociones de número, espacio, esferas celestes, armonía (artes reales), des innatas que existían en el hombre, «sólo con que se puedan hacer
ordenadas y expuestas con todos los medios lógicos y elegancias esti­ brotar, educar y potenciar». Congregó a «los hombres dispersos por
lísticas (artes sermocinales). Filosofía es, exactamente, la totalidad los campos o nacidos en las selvas; los reunió, los indujo a la paz, y
orgánica y armónica del saber. La enseñanza, por tanto, deberá con­ les hizo ser mansos y pacíficos con las fieras mediante el razonamiento
templar, según una precisa clasificación de las ciencias, y ofrecer un y la conversación (propter rationem et orationem)>>.16 Ratio y oratio
completo conocimiento de las cosas que se saben. Los sabios antiguos se unen estrechamente y constituyen la humanidad misma en lo que
ya han descubierto la constitución del mundo y los modos para orde­ ésta tiene de peculiar, resaltando la sociabilidad de esta humanidad.
narla y expresarla. Se trata, pues, de imbuirse de aquellas doctrinas y si la conversación es el instrumento de convivencia cívica, así como
y de reconocerse capaces de usarlas en la disputa y en todas las del conocimiento en general, es un instrumento hasta tal punto acorde
formas de la vida práctica.14 con la mente que, a través de su perfeccionamiento, se alcanza el
Ya Alcuino organizó el saber en dos partes, componiendo tam­ completo perfeccionamiento del hombre.
bién manuales elementales -manuales libelli- para la enseñanza De aquí la importancia concedida a la lectura de los autores, o
de las diversas artes. Manuales cuya serie completa, desgraciadamen­ sea, de aquellos que mejor han expresado las posibilidades del razo­
te, no poseemos, pero que constituyen, aun así, una indicación pre­ namiento humano. Lupa de Ferrieres lamenta que los escritores de
ciosa en la enseñanza y en sus formas. ls Quien abra el diálogo De' su tiempo no alcancen la talla de los antiguos aunque, frente a los
arte rhetorica, que continuó circulando durante siglos, se sorpren­ clásicos, se deja ver la preocupación de poner en guardia al público
derá no sólo del método dia16gico y del vínculo indisoluble estable­ ante una cultura impulsada para sí (propter seipsam) y no para Dios
cido entre retórica y moral, o sea, entre educación literaria y for­ (propter Deum), como punto de partida para la enseñanza de otras
mación humana, sino de toda la significación ciceroniana que se atri­ cosas y para un fin no mundano. Si, por un lado, las siete artes
buye al lenguaje, a las formas expresivas, como instrumento de liberales son presentadas como las siete columnas del templo del sa­
progreso de la sociedad. Al principio de la obra, Carlomagno interro­ ber, si su síntesis orgánica constituye esa «filosofía» que ha sustituido
ga a Alcuino y le invita a descubrir los orígenes y el valor de la a los sabios «más ilustres que los cónsules y más famosos que los
retórica, y Alcumo responde: «hubo un tiempo en el que los hombres reyes», por otra parte, se aprecia el contraste profundo entre una
erraban por los campos como fieras, no trabajaban con la razón, sino concepción de la cultura que ignoraba la revelación y una visi6n de
que hacían todo con la fuerza del cuerpo. Entonces aún no se vene­ la vida que sitúa los valores supremos en la ciudad de Dios.17
raba la santa religión, ni se tenía conciencia del deber humano, sino Hombres como Alcuino, Rabano Mauro, Lupo, conscientes de la
que lo que se veneraba era la codicia ciega y temeraria que se servía, significación de los estudios «humanos», pero por otra parte conven­
sin freno, de las fuerzas físicas para su satisfacción propia». Fue cidos de la necesidad de coordinarlos con el cristianismo, están indu­
entonces cuando un sabio se dio cuenta de la cantidad de posibilida­ cidos a ordenar la educación como un camino que, ascendiendo desde
las artes liberales, llega hasta una cumbre religiosa, escrituraria
(culmen scripttJrarum).18 Lo sumo, el saber que corona todo progreso,
14. El texto del prólogo <le Thierry de Chartres (del ms. 487 de Chartres, es el conocimiento de los Textos Sagrados. Así, de un grado elemen­
ahora conservado 5610 en microfilm) ha sido publicado por E. Jeauneau, «Le
"Prologus in Eptatheucon" de Thierry de Chartres», en Medieval Studies, XVI
tal de educación, en el que se aprende a leer y escribir, se pasa al
(1954), pp. 171-175, Y de esta edición me sirvo (no obstante, cf. A. Clerval, estudio de las artes liberales diversamente dispuestas, pero cuyo
Les écoles de Chartres au Moyen Age, París, 1895, pp. 220-248; G. Paré, A. Bru­ cuerpo, como se lee en el texto de Thierry de Chartres, es la filoso­
net, P. Tremblay, La Renaissance du XII' sicele. Les écoles el l'enseignement,
París.Otawa, 19.3.3, pp. 94 ss.).
15. Sobre los manuales libelli de Alcumo (P. L., 101, 858 d), cf. M. Maní­ 16. Dialogus de rhetorica et virtutibus, P. L., 101, 920 d-921 a.
tius, Geschichte der lateinischen LitertUur des Mittelalters, 1 (M1.Ulíc:h, 1911), 17. Grammatica, P. L., 101, 850 b, 854 a.
pp. 285-286. 18. De institutionibus clericorum, P. L' I 107 (A. Knoplet, MuniGh, 1900).
44 I.A EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400-1600 LA EDUCACIÓN MEDIEVAL 45
fia. Y, finalmente, se alcanza el grado sumo, el objeto del saber, que teles sobre las Categorías o predicados; luego, con gran precisión, el
es la Escritma. En esencia, los estudios de las artes se justifican y libro aristotélico De la interpretación; y, finalmente, los Tópicos,
poseen un vnlor, si es que tienen uno, por cuanto nos permiten llegar o sea, los fundamentos de la prueba, traducidos por Cicerón del
a entender mejor el significado de la Escritura (ut facilius et rectius griego alladn, e ilustrados por Boccio en seis libros. Leyó y comen­
dívinarum scrip/urarum mysteria valeatis penetrare).19 Por otra parte, tó los cuatro libros [de Boecio] de las diferencias tópicas, los dos
el método de la exégesis de las Escrituras -estudio y comentario que libros sobre silogismos categóricos, los tres libros sobre silogismos
adarnn los diversos significados- se reflejará en el estudio mismo hipotéticos, el único libro de definiciones, y el libro sobre divisio­
de aquellas obras de los autores antiguos que constituían la base para nes. Después quería que sus alumnos pasaran a la retórica, pero
la ensefianza de las artes, comprendidas la medicina y la jurispru­ pensaba que no podrían iniciarse en la oratoria sin conocer las for­
mas de elocución que sólo se pueden aprender de los poetas. Así
dencia, incluidas por Isidoro tras el cuadrivio. Estudiar significa leer acudió a los poetas con los que creía que se deberían familiarizar.
y glosar. La enseñanza, planteada como un diálogo entre maestro y Leyó y comentó a Virgilio, Estacio y Terencio y a los satíricos
discípulo, se concreta en una aclaración al margen o entre líneas de Juvenal, Persio y Horacio, y al historiador Lucano. Y cuando sus
un autor o de un texto. El proceso del saber es un comentario, o alumnos se fueron habituando a estos autores y a sus formas expre­
comentario de un comentario. Como decía Casiodoro, liberalis sivas, les hizo pasar al estudio de la retórica. Cuando la aprendieron
deriva de liber; legere textum significa descifrar códices, es entender les envió a un sofista para que los ejercitara en la controversia con
el sentido, más bien, los diferentes sentidos: litteralis, historicus, el fin de que, con arte, pareciera que se expresaban sin arte, 10 cual
allegoricus, spiritualis. 2fJ Excerpta,21 commenta, compilaciones y glosa­ constituye el máximo de la perfección oratoria.
rios: he aquí la producción característica de la escuela medieval; y Esto en cuanto a la lógica; pero tampoco es inútil señalar lo
no se debe olvidar que la «escuela» es el foco de la cultura del que hizo en matemáticas. Ante todo, enseñó aritmética a los que
Medievo. eran capaces de aprenderla, que es la primera parte de esta disci·
plina; después restauró la importancia de la música, hasta entonces
La bella página en la que, a finales del siglo x, Richer de Reims, ignorada en Francia. Y no resulta inútil decir con cuánto trabajo
monje de Saint-Rémy, nos presenta, en elegante prosa salustiana, la enseñó astronomía; no menor fue su empeño en explícar geometría.
escuela de su maestro Gerberto, el futuro pontífice Silvestre II, se
encuentra toda entretejida de referencias a «textos» y a «autores»,
que Gerberto leyó cuando Adalberto, arzobispo de Reíms, le encargó, rucber describe minuciosamente las lecciones de astronomía y geo­
tras su petición, enseñar las «artes». metría de Gerberto, los instrumentos y los recursos de los que se
Ilustró la dialéctica comentando por orden los libros siguientes:
sirvió; y cómo, después, integró las ciencias matemáticas a las físi­
primero la Introducción de Porfirio en la traducción de Vittorino; cas y precisó su clasificación de las ciencias y su puesto en la unidad
segundo, la interpretación de Boecio; después, el tratado de Aristó­ de la filosofía. El historiador nos narra con mucba eficacia una
disputa pública sobre el orden de las ciencias y la división de la filo­
19. Cf. Alcuíno, Grammatica, P. L., 101, 854 a. sofía, realizada en el año 970 en Pavía, entre Gerberto y Otrico,
20. Cf. C. Spiq, Esquisse d'une histoire de l'éxegese latine au Moyen Age, ante Otón y el obispo Adalberto, disputa importante porque nos
Pntf~. 1944 (B. SmaIley, The Study 01 the Bible in the Middle Ages, Oxford, muestra el relieve que la organización del saber iba adquiriendo según
1952'); A. Pézntd, Dante sous la pluie de leu, París, 1950, App. VIII, pp. 372­ las diversas disciplinas y. al mismo tiempo, la importancia atribuida
400 (L(~.f qtla/re sens de l'écriture). (Para un planteamiento más amplio del pro­ a los «autores», que, tras haber descubierto la ciencia (scientia rerum
blcmn, ver n. De Lubac, Exégese médiévale. Les quatre sens de l'écriture, 1,
1-2, ]lllrfs. 1<)')')). a doctissimis elicita), la expusieron y fijaron en libros (ab eis pro/ata,
21. ef. los importantes estudios de B. 1. Ullman, «Classical Authors in libros tradita), que nosotros debemos estudiar y comentar. De este
Medillcvnl l'1()rik¡¡;il1~, reimpresión de Classical Philology, XXII (2-4-1928); modo, el mismo Richer, para estudiar medicina, de la que después
XXIV (2-4-1929); XXV, 1 (enero, 1930); XXVI (1-1-1931); XXVII (1-1-1932,. fue maestro, se trasladó en el año 991. rodeado de dificultades de
46 LA EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400-1600 LA EDUCACIÓN MEDIEVAL 47

todo género, a Chartres, donde pudo leer en aquella biblioteca a hacía sentir la influencia de la enseñanza renovada de Aristóteles, de
Hipócrates y Galeno.u preocupaciones jurídicas, así como de escuelas médicas. Ya estaban
La escuela de Gerberto de Aurillac, a finales del siglo x, mani­ cerca los tiempos lamentados por Elinando en su discurso de 1229 a
festó un gran interés tanto por las disciplinas del trivio como del los estudiantes de Toulouse: «he aquí que los clérigos investigan en
cuadrivio. Mostró, sin embargo, cómo los diferentes maestros, hacien­ París las artes liberales; en Orleáns, los auctores; en Bolonia, los
do hincapié en una como en otra de las artes, dieron un colorido códices; en Salemo, los pyxides; en Toledo, la nigromancia, pero en
diferente a las diferentes escuelas. En efecto, no se debe pensar que ningún lugar el buen comportamiento».24 Con el desarrollo de la cul­
el plan de las siete artes se aplicó uniforme y rigurosamente, según tura, con el florecimiento de las escuelas y de los centros de estudio,
un orden fijo y preciso. También a principios de aquel siglo XII, en las formas de enseñanza y los ideales educativos se enriquecían, se
el que notamos cada vez más fuerte la tendencia a una nueva articu­ articulaban y se especializaban.
lación del saber con especulaciones propias, profesores y estudiantes La batalla llevada a cabo por Juan de Salisbury en su Metalogicon
demuestran competencias particulares y preferencias individuales. El contra los cornificianos es, sobre todo, una lucha contra la exaspera­
mismo Gerberto, en el siglo X, estudia gramática en Aurillac, el cua­ ción de los estudios lógicos en perjuicio de las artes «reales» y de la
drivio en España y dialéctica en Reíms. elocuencia, contra la dialéctica convertida en fin de sí misma en lugar
Hugo de San Víctor en el Dídascalion, que es el mejor tratado de ser el instrumento para la organización de la ciencia, contra una
sobre estudios que del siglo XIII tenemos, y que se sitúa junto al educación humana que se encierra en un tecnicismo formalista.
Heptateucon de Thierry de Chartres, continúa idealmente las grandes
Yo no hablo -exc1ama- contra la lógica, que es ciencia bella
obras sistemáticas de Casiodoro, Isidoro, Alcuino y Rabano Mau­
y útil, sino para que esté claro que no la dominan los que van
ro.23 Ahora bien, en el Dídascalion Hugo de San Víctor polemizaba
gritando por las esquinas y enseñando por las calles, y que sólo a
contra las especializaciones, tanto de los maestros como de las escue­ ella han dedicado no diez, ni veinte años, sino toda la vida. Cuando
las; y favorecía las pretensiones hegemónicas tanto de la gramática, sobreviene la vejez se debilita el cuerpo, se embotan los sentidos
del ars díctaminis, de la dialéctica como de las matemáticas. Ya se y disminuye el gusto por los placeres, sólo queda este ejercido que
ocupa el sitio de cualquier otra atención. Envejecen así, entre juegos
22. rucheri Hístoriarum Libri JII, ex codice saeculi X, autographo edidit de niños, discutiendo cada sUaba, cada letra que leen o escuchan,
G. H. Pcrtz, Hannoverae, 1839, lB, 44 ss. (pp. 131 ss.); R. Latouche, París, dudando en todo, siempre buscando y nunca alcanzando la ciencia.
1937, vol. I1, pp. 54 ss. (y d. la edición de J. Havet de las Lettres de Gerbert, y finalmente concluyen en el vaniloquio, sin saber de qué están
París, 1889, y de F. Picavet, Gerbert, un pape philosophe, etc., París, 1897) hablando ...25 En realidad la dialéctica es útil a cada cual en
23. El Didascalíon (o didascalicon) de Hugo de San Víctor, en P. L., 176,
739·809; el Metalogicon de Juan de Salisbury, en P. L., 119, 823-946 (ed. Webb,
Oxford, 1929); el Díalogus super auctores sive Dídascalion de Corrado de 24. El texto de Elinando en E. Norden, Antike Kunstprose, II, Leipzig,
Hirschilu, ed. G. Scheps, Würzburg, 1889. y sobre las artes liberales y las 1898, p. 727: «Ecce quaerunt clerici Parisiis artes liberales, Aurelianis auctores,
nuevas tendencias científicas del siglo XII está el «De eodem et diverso!>, de Bononíae codices, Salerni pyxides, Toleti daemones, et nusquam mores.»
Adclardo de Bath (ed. Willner, Beítriige zur Gesch. der Philos. des Mittelalters, y Hugo de San Víctor, Did., IlI, 5 (P. L., 176, 769): «Hae [Artes] quidam
IV, 1, 1903), el Anticlaudianus de Alain de Lille (ed. Bossuat, París, 1955). ita sibi cohaerent, et alterius vicissim rationíbus indigent, ut si una defuerit,
Consultar también Sigmund Günther, «Geschichte des mathematische Unter­ caeterae philosophum facere non possint. Unde mihi errare videntur quí non
richts In dcutschc Mittclalter bis zum Jahte 1525», Berlín, 1887 (Monumenta attendentes talem in artibus cohaerentiam quasdam sibi ex ipsis eligunt, et
GermanJac l'acda[l,ogica, IU), p. 27, donde se han trasladado los versos de caeteris intactis, his se posse fieri perfectos putant.!> Sobre la «nigromancia»
Gauthicr de ChUtillon: «In fronte nituit ars astrologica; ¡ Dentium seriem regit ver Henri d'Andeli, La bataille des sept arts (Paetow, Berkeley, 1914): «De
grammlltica; ¡ In lingua pulcrius vernat rhetorica; ¡ Concussís estuat in labrís Toulete vint et de Nap1es! Qui des batailles sont 1es chap1es,! A mienuit la
logica.¡ Est nri thmetica digitis socia ¡ In causa musica ludit arteria; ¡ Pallens Nigremance...!>
in oculis stnt geometria,! Quilibet artium vernat vi proprla.! Est ante ratio 25. No sin provocar vivas reacciones, entre las que constituye un singular
totius aethice¡! In tergo scriptc sunt artes mechanice... » documento, por las claras alusiones, una carta de Pierre de BIois (P. L., 207,
48 LA EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400-1600

proporción n lo que sabe; muchísimo para quien tiene conocimiento


sobre muchos temas, poquísimo para quien sabe poco.26
f
1:(
LA EDUCACIÓN MEDIEVAL

formación literaria contra las ciencias naturales favorecidas por el


re cimiento del aristotelismo, fue una advertencia a desconfiar del
49

formalismo lógico, de las especializaciones, que para un provecho


Solidaridad, por tanto, entre lógica y ciencias «reales»; solidaridad inmediato y parcial sacrifican la más profunda y auténtica de una
entre «elocuencia» y «sabiduría»; solidaridad entre forma y conte­ formación humana integral. Antes que formar mentalidades capaces
nido, y entre las distintas ramas del saber; solidaridad entre teoría que ayudan a definir y desarrollar las propias posibilidades, fue una
y práctica. La insistente llamada que Juan de Salisbury lanzó en el condena casi profética del tecnicismo abstracto de la «escolástica», y
ya avanzado siglo XII, más que una defensa de las letras y de la de todo intento de ofrecer instrumentos perfectos en sí mismos pero
carentes de materiales sobre los que trabajar (<<sicut dialectica alias
expedit disciplinas, sic, si sola fuerit, iacet exanguis et sterilis, nec
pp. 311-314 = Charlularium Universitatis Parisiensis, H. Denifle·L. Chatelain, ad fructum philosophiae fecundat animam, si aliunde non concipÍt»).
=
Parls, 1889-1897, voL 1, p. 28 L. Thorndike, University Reeords and Lile in Juan de Salisbury nos ofreció la imagen de escuela perfecta evo­
the Middle Ages, Nueva York, 1944, p. 15): «quidam antequam disciplinis cando las enseñanzas del gran Bernardo de Chartres, la insistente
elementnribus imbuantur, docentur inquirere de puncto, de linea, de superficie,
de quantitate anime, de fato, de probitate anime, de casu et libero arbitrio, de lectura de textos importantes, la familiarización con ellos, impuestos
materia et motu, de principiis corporum, de progressu multitudinis et magni­ para aprender de memoria, repetidos y meditados sin descanso, de los
tudinis sectione, quid sit tempus, quid inane, quid locos, de eodem et diverso, que se hace sustancia del alma. En la escuela de Bernardo no impor­
de dividuo et individuo, de substantia et forma vocis, de essentia universa· taba aprender mucho, al contrario, ya que lo que allí dominaba era
lium, de orto usuque et fine virtutum, de causis rerum, de refluxione oceani, la antigua máxima alíqua ignorare. Lo que importa, insiste Juan
de ortu Nili, de variis latentis nature secretis, de variis nguris causarum, que
in contractibus vel quasi contractibus, maleficiis vel quasi maleficlls oriuntur, sobre las normas de Bernardo, no es la cantidad de lo aprendido o el
de primis rerum iniciis, et aliis quampluribus, que plenioris scientie funda­ adecuado uso, y no sólo parecer hombres, sino serlo de veras. Desgra­
mentum et eminentiores exigunt intellectus. Prirnicianda erat etas tenera in ciadamente «desde que la opinión superó a la verdad, y se prefirió
regulis artis grammatice, in analogiís, in barbarismís, in soloecismis, in tropis aparentar ser filósofos y maestros de las artes antes que serlo, los
et scematibus, in quorum onIDÍum doctrina Donatus, Priscianus, Ysidorus, Beda,
Cassiodorus plurimam diligentiam impenderunt... Que utilitas est scedulas
profesores anunciaron ser capaces de infundir en los escolares toda
evolvere, firmare verbotenus summas et soplúsmatum versucias inversare, damp­ la filosofía en menos un trienio e incluso un bienio». En las pági­
nare scripta veterum et reprobare omina que non inveniuntur in suorum scedu­ nas de Juan de Salisbury, precisamente en boca de Bernardo, se
lis magistrorum? Scriptum est, quia in antiquis est sdentia... Nam de igno­ encuentra la famosa imagen del saber como progresiva conquista
rantia ad lumen sdentie non ascenditur, nísi antiquorum scrípta propensiore del hombre: los modernos son pequeños como enanos ante los ma­
studio relegantur». A propósito de la polémica contra las summe, la breve­
dild, etc., d. Bernardo Silvestre en la introducción a su ars dielandi: «Hínc
jestuosos antiguos que parecen gigantes. Pero son enanos capaces de
quia vita brevis brevitate amica est, I Binc ego succincte, tamquam brevitatis
Imator, Eec breviter studui docmata summa dare. Hec brevitas operis det
posse plllcere modernis ...» [ros. Vindob. lato 246, c. 51 r a]. La «brevedad» Brunet, Tremblay, op. cit., pp. 190 ss. (y la bibliografía en general sobre el
y las «compilaciones» constituyen el centro de la polémica contra los <modernos' «conflicto» de las artes). También hay que leer la carta de Pedro de Celles
de JUlln de SlIlisbury, Metal., 1, 4: «repentini plúlosophi»; 1, 24: «professores­ a Juan de Salisbury (IV, 10, ed. Sirmond = Charl. Univ. Paris, 1, p. 24):
que artium se totam philosoplúam brevius quam trÍennio aut biennio transfu· «o beata schola, ubi Chrístus docet corda nostra verbo virtutis suae... Non
8UfOS lluditoribu6 pollicebantur»; II, 7: «compilant omnium opiniones...» emitur ibi líber, non redimítur magíster scriptorum, nulla circumventío dispu­
(Ph. Ddhayc, «Un témoignage frauduleux de Pierre de Blois sur la pédagogie tationum, nuIla sophísmatum íntricatio, plana omnium quaestionum determi­
du XU' Hi~de», en Recherehes de Théologie ancienne et médiévale, XIV (1947), natío, plena uníversarum rationum et argumentationum apprehensio. Ibí plus
pp. 329·331, demuestra elegantemente que Pedro de Blois depende de Juan vita confert quam lectio, plus prodest simplicitas quam cavillatio. Ibi nemo
de SlIllsbury, Polter., 7, 2, pero no prueba la inconsistencia de la alusión polé. concluditur, nísi quí excluditur ... ». Cf. D. D. McGarry, «Educatíonal Theory
mica que ha sido confirmada). in the "Metalogicon" of John of Salisbury», en Speculum, XXIII (1948),
26. Metal., Il, 7; P. L., 199, 864 be. Sobre los «cornifidanos», d. Paré, pp. 659-675.

4.-GARIN
50 LA EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400-1600
1
LA EDUCACIÓN MEDIEVAL 51

subir por las espaldas de aquellos gigantes y de ver más lejos que jado, se encontró el espléndido florecimiento de la escuela monástica
ellos. Y en esto, precisamente, consiste la educación, junto a la me­ de una gran abadía; allí se encuentra el impetuoso preludio de la
ditación fecunda y consciente de la obra de los antiguos, en vez de escuela parisiense, que tuvo su propio significado formando un com­
21
la mecánica adquisición de un tecnicismo formal. plejo de escuelas de teología de resonancia universal. A una forma
de enseñar rigurosamente ordenada, regida por reglas precisas, se
oponen escuelas diferentes, concurrentes entre ellas, rivales, diversa­
2. LAS UNIVERSIDADES mente especializadas, en donde la discusión pública y la polémica son
centrales, y donde, por tanto, la «dialéctica» asumirá una función pre­
La obra de Cadomagno, de sus colaboradores y de sus inmediatos ponderante.
sucesores, fue de una importancia notable; pero las profundas trans­ Cuando Lanfranco, tras haber asimilado en Pavía un saber «secu­
formaciones de la situación de la sociedad medieval, la crisis de la lar», llegó a Bec, su doctrina hizo acudir estudiantes de todas partes:
jerarquía feudal y el nuevo florecimiento de las ciudades, incidieron «acudieron clérigos, hijos de duques, maestros famosos, laicos poten­
profundamente en la organización de la cultura, en las escuelas, en tes y numerosos nobles». Pero más que su cultura 10 que destaca es
los estudios. Así, entre los siglos x y XII asistimos a un desplazamien­ su piedad:
to de los centros de interés cultural y, por tanto, de las escuelas
_y con este desplazamiento coincide un cambio de orientaciones, Un dfa leía un texto durante la comida, y leyendo pronunció
de tonos, de intereses-o A las escuelas monásticas (monachi non est una palabra con el acento adecuado, pero de una forma que no le
docere, sed lugere) suceden las escuelas episcopales; la cultura sale agradó al religioso que presidía, que era iletrado, y le ordenó que
pronunciara de otra forma. Entonces aquel hombre docto, sabiendo
de los «monasterios», que quedan aislados en los campos, mientras
que se debe mayor obediencia a Cristo que a Donato, renunció a la
que la nueva escuela se organiza en torno a las sedes episcopales, en pronunciación exacta y cometió el error que se le había ordenado.
los centros urbanos, refleja la organización de la ciudad, responde Sabía que variando la cantidad de una sílaba no se cometía pecado
a las nuevas exigencias, combate nuevas luchas, florece diversamente 2B mortal; pero no sería una falta leve desobedecer a quien ordena
y se caracteriza de forma original en la expansión de los Comunes. en nombre de una autoridad que le viene de Dios.30
Esto explica cómo documentos no muy distantes entre ellos
hablan tan pronto de decadencia como de auge y, sobre todo, presen­
tan «escuelas» singularmente diferentes entre sí en su modo de Anselmo fue la luz en la Abadía de Bec en Normandía; Abelardo fue el maes­
enseñar. Cuando de la gran escuela de Bec en Normandía, hecha tro atrayente y apasionado de la escuela de París». (Cf. M. Grabmann, Ges­
chichte der scholastischen Methode, vol. Il, Friburgo, 1911.)
célebre por Lanfranco e iluminada por Anselmo, el uno procedente 30. Vita Lanlranci, 2 (P. L., 150, 32). La escena y sus detalles reflejan
de Pavía y el otro de Aosta, pasamos a la escuela de Abelardo en modelos habituales en la representaci6n de tales episodios: primero, el agolpa­
Sainte-Genevieve, no debemos olvidar que la escasa diferencia de miento alrededor del docto maestro (<<clerící accurrunt, ducum filii, nomina­
29
algunos años marca la distancia de dos mundos. Aquí, aunque ale­ tissimi scholarum magistri latinítatis, laící potentes et nobiles viri multi...•);
después, el comedor y la anécdota del acento (<<velut si ille dixisset docere
media producta, ut est; et iste eadem media correpta docere, quod non est»);
27. Metal., 1, 24 (P. L., 199, 853-856). Cf. The Metalogicon 01 John 01 al final, la oposici6n entre Cristo y Donato (<<magis oboedientíam Christo
Salisbury, traducci6n, introducci6n Y notas a cargo de Daniel D. McGarry, deberi quam Donato>~). Desde Gregorio Magno hasta el incidente famoso que
Berkelcy y Los Angeles, 1955. llega hasta Gunzone (P. L., 136, 1285 ss.), o a los episodios de la vida de
28. Paré, Brunet, Tremblay, op. cit., p. 21 (<<sin duda, hemos salido de Abelardo, los lugares comunes de este tipo de narraciones llegan fácilmente
los monasterios: la escuela episcopal refleja todas las características del comune a la memoria (<<Pagina divina non vult se subdere legi / grammatices", escribirá
en su organización y trabajo»). Juan de Garlande).
29. Loe. cit.: «Anselmo y Abelardo podrán ser proclamados creadores del En cambio, es evidentemente un error atribuir, como se suele hacer (G. Ma­
método escolástico; pero entre Anselmo y Abelardo hay mucha distancia: nacorda, Storia deUa scuola in Italia, Palermo [1913], Il, p. 121), a los circulos
;J
1 53
52 LA EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400-1600 LA EDUCACIÓN MEDIEVAL

Cuando Abe1ardo nos cuenta, con encendida vehemencia, cómo, ~


i'f
•.. ..
Tanto para unos como para otros el cuerpo del saber humano,
a pesar de la oposición de su maestro Guillermo de Champeaux, las «artes» en su organismo, y la filosofía, están en función de la
fundó su escuela y se convirtió en el maestro de dialéctica más teología, que es la culminación: la única diferencia es que se ha
célebre; o cuando recuerda cómo quedó en ridículo en una disputa cambiado el significado de las «artes», su ordenación, sus relaciones,
pública ante los ojos de sus disdpulos que al principio admiraban al los métodos mismos de su enseñanza. O, mejor dicho, se reconoce la
anciano y venerable teólogo Anselmo de Laon; o cuando leemos la artificiosidad de aquella clasificación, de aquellos planes de estudio,
famosa autobiografía abelardiana, medimos toda la distancia que sepa­ de aquellas relaciones. La variedad de escuelas del siglo XII nos hace
ra las nuevas escuelas del siglo XII de las célebres escuelas de siglos asistir, sobre todo, a la ruptura de aquel equilibrio, a su fin, aunque
precedentes.31 Y, precisamente Abelardo, cuando critica ~a Anselmo no pueda decirse que le sustituye explícitamente otra clasificación,
de Laon, subraya los puntos que más separan la nueva forma de ya que quedan las denominaciones tradicionales, aunque se insista
enseñar: la importancia decisiva de la dialéctica para el estudio de la en las caracterizaciones y especializaciones de cada una de las escuelas
teologia.32 y de los diversos maestros. Así, Chartres fue célebre por las discipli­
nas científicas, por el estudio de la naturaleza, desde la medicina hasta
la astronomía;
cercanos a Lanfranco la noticia de D'Achery sobre las enseñanzas impartidas
en una escuela inglesa cerca de Cambridge (P. L., 150, 85): «Diversis in locis, In morbis sanat medici virtutc Salernum
a se divísí, et formam Aureliensis studii sccuti, summo mane frater Odo Acgros. In causis Bononia lcgibus armat
grammaticus et satyricus illo tempore singularis, pueris et junioribus legebat Nudos. Parísius dispensat in artibus mos
grammaticam, juxta Prisciani doctrinam et Remigíi in eundem. Ad horam vero Panes, unde cibat robustos. Aurelianis
primam frater Terricus acutissimus sophista logícam Aristotelis juxta Porphyrii Educat in cunis autorum lacte
et Averrois isagogas et commenta adolescentioribus tradebat. Ad horam vero III,
frater Wíllelmus rhetoricam Tullli Quintilianique flores perorabat. Magíster La «batalla de las artes», que se convierte en un motivo recu­
vero Ghislebertus, omnibus Dominids diebus et sanctorum festis, in diversis
ecc1esiis Verbum Dei ad populum praedicans rudis in Anglicana lingua, sed rrente, indica no sólo la crisis de una determinada ordenación del
expeditus in Latina et Gallicana sua, contra Judaicum errorem maxirne dispu­ saber, y un cambio de relaciones entre varias ramas de la cultura, sino
tabat; ferialibus autem diebus, litteratis et sacerdotibus ad eius auditorium que además disimula una batalla más profunda y compleja. A veces,
specialius confluentibus, ante sextam horam textum sacrae paginae exponebat ... ». antiguos y modernos cambian sus papeles y se lanzan acusaciones
31. J. T. Muckle, «Abelard's Letter of Consolation to a Friend», en
recíprocas. En el Eclesial, Alejandro de Villadei, atormentador
Med. Studies, XII (1950), pp. 163-213; Paré, Brunet, Tremblay, op. cit., pp.
muchas generaciones de estudiantes, cerraba las puertas del paraíso
275 ss.
32. É. Lesne, op. cit., pp. 643 ss. «Dialecticus proponit ... diabolus conciu­ a los que estudiaban los clásicos en Orleáns:
dit», es el tema polémico de Gualterio de San Víctor en el «Contra quattuor
labyrinthos Franciae» (ed. Glorieux, Arch. d'Hist. doctr. et litt. du Moyen Sacrificare deis nos edocet Aurelianís
Age, XIX, 1952, París, 1953, pp. 187-335). Cf. de Glorieux, «Mauvaise action Aurelianiste vía non patet ad Paradisum. 33
et mauvais travail. Le "Contra quattuor labyrinthos Frandae"», en Recherches
de Tb{:olo)'je ancienne et méd., XXI (1954), pp. 179-193. Escribe Abe1ardo
1. M. De Rijk, Assen, 1956, pp. 469 ss.): ~<Novam accusatiorus omnis veritatis seu falsitatis discredo ita subiecta est, ut omnis philoso­
calumniam llJversus me de arte dialectica scriptitantem aeumuli mei novissime phiae principatum dux universae doctrinae atque regimcn possideat». Abelardo
ellcogilaVel'llllt, affirmantes quidem de his quae ad fidem non attinent, chris­ sigue poniendo de relieve cómo sólo la dificultad de la dialéctica es la razón
tiano tractore non liccre. Hanc autem scientiam non solum nos ad fidem non de la aversión de los que no consiguen penetrar a través de sus duras puertas
instl'uel'e Jicunt, vcrum fidem ipsam suarum implicamentis argumentationum «<quae quidem quanto subtilior est, tanto difficilior; quanto autem difficilior,
dcstruer<:... H~l ... s.:kntia veritatis rerum comprehensio, cuius species est sapien­ tanto rarior; quanto autem rarior, tanto pretiosior; quanto pretiosior, tanto
tia, in qua FiJes cOllsistit. Haec autem est honestatis sive utilitatis discretio; maIO!1S studii digna exercitatio»).
veritas autem verítati non cst adversa... Hace autem est dialectica, cui quidem 33. Charles Thurot, «Notices et extraits de divers manuscrits latins pour
.54 LA EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400-1600 LA EDUCACIÓN MEDIEVAL 55

Después, los modernos serán alumnos de Salerno y Montpellier, París verá aumentar en sus escuelas el interés por la dialéctica,
los clientuli de los médicos, «fallacibus referti experimentis», por una en perjuicio de las restantes partes del trivio; y, tras el año 1150,
parte l6gicos y, por otra, físicos. 34 Sin embargo, incluso cuando el Aristóteles, con el Organon, con la física y la metafísica, tendrá un
troutJere Henry d'Andely se divertía presentando la confrontación peso decisivo para la caracterización de las escuelas parisienses: la
entre Pavía y Orleáns, entre lógica y gramática, entre antiguos y Universitas magistrorum et scholarium Parisiis studentíum, ya defi·
modernos, esta simple querella en el seno del trivio se prolongará nida oficialmente en sus derechos y privilegios, a principios del
en un conflicto más vasto entre diversos métodos y planteamientos en siglo XIII cumple un proceso de centralización respecto a Francia. y
contraste con el modo de entender el saber. de coordinación respecto a los grupos de maestros y estudiantes pari­
sienses, que hace tiempo quebraron los estrechos límites de la escuela
París et Odiens ce son TI.
episcopa1.36
C'est granz domages et granz deuls

Que ti uns a l'autre n'acorde.


París organizaba sus escuelas en la línea de un predominio de los
Savez por qui est la descorde?
estudios teológicos, de una reducción, dicho con términos del famoso
Qu'ils ne sont pas d'une science;
libro de san Buenaventura, de las artes a la teología (omnes cogni­
Quar Logique, qui toz jors tence,
tiones famulantur theologie; et ideo ipsa assumit exempla et utitur
Claime les autors autoriaus
vocabulis pertinentibus ad omne genus cognitionis); Bolonia, en cam­
Et les clers d'Odeans glomeriaus ...
bio, con un proceso distinto, se organizaba sobre la base de estudios
Logique a les clers en ses maÍns
jurídicos sobresalientes; en Salemo, y después en Montpellíer, se fun­
Et Gramaire rest mise au mains ...
daban, sobre todo, escuelas de medicina. Lo que no significa que tam­
CH de París, li cIerc PIaton,
bién las otras disciplinas no florecieran después junto a esas mate­
Ne les prisent pas un bouton ...35
rias predominantes; sin embargo, éstas dominaron en los orígenes
y caracterizaron a las escuelas. Y no debemos olvidar subrayarlo.37
servir ji l'histoire des doctrines grammaticaIes au Moyen Age», París, 1868,
pp. 114·115 (<<Norices et Extraits», XX, 2). Alejandro Neékam escribía (De lau­
dibus divo saplentloe, ed. Wright, p. 453): «Parisius ... paradisus deliciarum». 36. Chartularium Un/v. Par., 1, p. 55: «ln hac insula regale -escribe
34. Juan de Salisbury, Met., 1, 34 (P. L., 199, 829-830): «Ecce nova Guido de Bazoches-- sibi solium ab anriquo filosofia collocavit, que sola solo
:6ebant omnia innovabatur grammatica, immutabatur dialectica, contemnebatur comite contenta studio, perhemnem luds et irnmortalitatis possidens arcem,
rhetorica ... AliL. Salernum ve! ad Montempessulanum profectí, facti sunt cUen­ victorioso pede calcat mundi iampridem senescentis aridum florem. In hac
tuli medicorum, et repente, quales fuerant philosophi, tales in momento medid ínsula perpetuam sibi mansionem septem pepigere sorores, artes videlicet libe­
eruperunt... Hippocratem ostentant, aut Galenum ... ». Pero un típico expo­ rales, et íntonante nobilioris eloquentie thuba decreta leguntur et leges. Ríc
nente de la escuela de Chartres, Bernardo Silvestre (<<Bernardins li sauvages / fons doctrine salutaris exuberat, et quasi tres rivos ex se limpidissimos ad
qui connoissoit toz les langages / des esciencies et des arts ... », como decía el prata mentium irriganda producens, dividit intellectum sacre pagine spiritalem
trovador), comenta la EneMa, aprecia a los autores, se proclama moderno en in hystoricum, allegoricum et moralem». Son las escuelas que en la ínsula
el af'S dietandi, imita a los antiguos (<<la bone ancienctez») en su poema, pero, constituyen el primer núcleo de la Universidad; aquellas escuelas de las que
al mismo tiempo, compila y traduce a los «nigromantes» de Toledo en el Jacobo de Vitry hablará en un texto célebre: «in una autem et eadem domo
Experimenlarius. scholae erant super/us, postribula inferius. In parte superiore magistri legebant,
3.'. Henri d'Andeli, loe. cit., pp. 37 ss. Cf. p. 49, vid. 191 ss.: «Platon in ínferiore meretrices off/cia turpitudinis excercebant ... » (Chart. Un/v. Par.,
par Rran air / Le [Donato] referí si d'un sofisme / Sor l'escu, parmi une rime, / 1, p. XVIII).
Qu'il le fist trebuchier el fanc / Et le couvrit trestout de sanc./ Aristote fiert 37. F. Ehrle, 1 pi/¡ anliehi statuti della Facolta teologiea dell'Universita
PrecYen / Nostre hllut preudomne anden / Qu'il le fist aterre voler ... ». Cf. di Bologna, Bolonia, 1932, pp. XXXI-XXXII: «Entre las Universidades me­
tamb/61 H. Waddcl, The Wandering Seholars, Pelican Books, 1954, pp. 145 ss.; dievales, incluso las más antiguas e importantes, encontramos notas caracterís­
y también para algunas relaciones entre Thierry de Chartres, Pedro Elías y ticas y notables diferencias. Estas diferencias provenían, quizá, del hecho de
Gundisalvo, R. W. Ilunt, The Introduetions lo the «artes» in the Twelfth que las universidades se dedicaban, desde sus orígenes, casi exclusivamente
Century, en Studia Mediaevalia ... R. J. Martín, Brujas, 1948, pp. 85-112. a una dencia, la cual no podía dejar de influir en su fisonomía. Así, por eiem­
.56 LA EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400-1600 LA EDUCACIÓN MEDIEVAL .57

Por otra parte, con la determinación de las enseñanzas y su articula­ La organizaci6n de las universidades y su expansión en toda Euro­
ción, se define, en las universidades, la relación entre varias «artes» pa a partir del siglo XIII en adelante, con todo lo que representaba
con las materias que, poco a poco, van siendo predominantes en cada por lo que atañe a bibliotecas, libros, locales y materiales didácticos,
una de las escuelas. El estudio de la filosofía se desarrolla más par­ constituye, sin duda, la más alta aportaci6n del mundo medieval a
ticularmente a partir de la dialéctica, de la ret6rica se desarrolla el la organizaci6n y difusi6n de la cultura. Diferentes tanto en su estruc­
derecho, mientras que la gramática vendrá a significar el complejo de tura específica como en sus orígenes, caracterizadas de forma distinta
enseñanzas elementales preparatorias para la verdadera y recta instruc­ en sus direcciones, las escuelas universitarias tuvieron una funci6n
ción superior.38 decisiva en el desarrollo del saber. Y si, en sus orígenes, las escuelas
de «artes» y teología fueron escuelas de «clérigos» (<<clericatus non
est ordo -escribe santo Tomás- sed quaedam professio vitae dan­
pIo, Bolonía fue la ciudad del derecho, París, la ciudad de la filosofía y la tium se divino ministerio»), el estudio de las artes liberales, del
teología, mientras que Salerno y, más tarde, Montpellier, preferían la medicina. derecho civil y de la medicina estarán vedados a clérigos religiosos
Con el paso de los años, estos modelos perdían mucho su individualidad estando
obligadas casi todas las universidades a impartir también las otras ciencias ... o iniciados en las 6rdenes sagradas.39 Así, en la distinci6n entre
Así, Bo10nía, hacia finales del siglo XIII, debió ocuparse de la medicina y de teólogos, médicos y juristas se irá perfilando una siempre mayor
la filosofía y, más tarde (1364), de la teología ... Por lo demás, no se debe afirmación de estudios «laicos», de aquellos laicos que el Catholicon
olvidar que en aquellos tiempos ya existían, además de las universidades, escuelas de Juan Balbi de Génova, todavía a finales del siglo XIII, definía
municipales, parroquiales, claustrales, capitulares. En todos los países más avan­
zados, como por ejemplo en Italia, los municipios ofrecían escuelas y maestros
como individuos «torpes» e «idiotas», o sea, ignorantes: «laicus viene
elementales, no sólo para el uso adecuado de la lengua materna, el cálculo y la
aritmética, sino también para el uso correcto y ágil de la lengua latina, para
la formación de los indispensables notarios, secretarios, "lectores" de la vida sunt accepti, et quanta est differentia inter modos significandi, tanta est inter
civil y de los tribunales. Más tarde, se ponen en conexión las universidades modos intelligendi, qui etiam accepti sunt a modis propriis essendi rerum;
de derecho, en sus orígenes, como la de Bolonía, preferentemente con escuelas aliter enim essent figmentum intellectus, si eÍs nihil extra animum respondeat»
municipales ya más desarrolladas en esta dirección; mientras que las universi­ (cit. en Thurot, p. 124). En la Glosa notabilis al Docfrinale (ed. Colonia, 1488 =
dades teológicas habrán sido preparadas, más bien, por escuelas claustrales y ed. Reichling, Berlín, 1893, p. XI) se lee: «primus inventor grammatice posi­
capitulares». Sobre las articulaciones internas de las universidades por «nacio­ tive fuit metaphysicus, et naturalis philosophus, quod ille consideran s diversas
nes», d. P. Kibre, The Nations in fhe Mediaeval Universities, Cambridge, Mass., proprietates, naturam et modos essendi rerum, rebus imposuit diversa nomina».
1948. Boncompagno define muy claramente la relación gramática-dialéctica desde el
38. La relación entre lógica y gramática y, en general, el significado de punto de vista «lector» (<<dictamen est ratio qua verba ymaginata et in animo
la gramática, deberían ser examinados a fondo, incluso para disipar muchos concepta congrue proferuntur»): «Cum sit gramatica lac primarium, quo addis­
equívocos sobre el valor que, más tarde, tuvo la enseñanza de los «gra­ centium corda nutriuntur, miror quod sine illius noritia te ad dialecticam
máticos». Cuando Lamberto de Auxerre (en un texto publicado por Grab· transtulisti. .. ». Se responde: «Ars gramatica potest mole asinarie assimilari,
mann) presenta el trivio como el conjunto de las tres vías (gramática, lógica que, dum laborioso impulsu volvitur, grana in farinam convertit, de qua :lit
y retórica) que se encuentran en la elocuencia (<<triviales, quasi tres vie in nutritivus panis per adiutaria successiva. Unde cupio per auxilium dialectice
unum, scilicet in eloquentiam, quía reddunt hominem eloquentem»), formula gramaticam adiuvare. Sane qui proficit in dialectica gramaticam non obmittit... ».
una afirmación carente de significado. Siger de Courtrai (Thurot, op. cit., p. 128) En un determinado momento, la antítesis está, en realidad, entre grammatica
distingue la lógica per relationem ad res, mientras que la gramática se sitúa speculativa y te6ricos modorum significan di; entre quien se limita a considerar
ex parle vocis. Y he aquí el grave problema de la relación entre gramático los figmenta y el discurso en el que entran, y quien dirige la atención, sobre
y filósofo, que ya en la forma de presentarse indica diversas orientaciones filo­ todo, a la re/afio ad res.
sóficas, segtÍn si el énbsis recae sobre el valor significante del término o sobre =
39. Alex. III in Concilio Turonensi [19 mayo 1163 Chart. Univ. Part.,
su relación escncial con el objeto. Primero no es el gramático sino el filósofo, 1, p. 3]: «statuimus ut nulli omnino post votum religionis et post factam in
que viene dd gl'amático, por cuanto, considerando la esencia de las cosas, alíquo loco religioso professionem ad physicam legesve mundanas legendas
determina In apropiación de los nombres: «modi enim signíficandi, tam essen· permittatur exire». Sobre los clérigos se encuentran datos esenciales en H. Wad­
tiales quam accidentales, tam generales quam speciales, a modis intelligendi del, op. cit., pp. 186 ss.
58 59
LA EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400-1600 LA EDUCACIÓN MEDIEVAL

de lapis (piedra); de donde laicus significa lapideus, porque es duro lectio como el proceso de adquisición de la ciencia mediante el estu·
y extraño a la cultura (scientia litterarum )>>.40 Por otra parte, con la dio de textos. Por un lado existen los autores (auctores), que poseen
definición de las estructuras de la escuela, con el rígido estableci· un valor que goza de una especie de reconocimiento jurÍdicO; la cua­
miento de los métodos, libros y forma de enseñanza, se va cristali· lidad que tienen los grandes escritores es la auctoritas, que comuni·
zando un modo de pensar, un sistema de la realidad y de la vida, can a sus textos, a aquellas páginas que llevan el sello de su digni­
fijado en esquemas rígidos que, nacidos de un razonamiento fluido, dad, que son «auténticas». Los «autores» son los que enuncian
pretendieron inmovilizarlo en fórmulas válidas para siempre. Estas afirmaciones propias, originales; frente a ellos se sitúan los «lecto·
f6rmulas representaron la grandeza y el límite de lo que precisamente res», los maestros, que exponen e ilustran las «sentencias» de los
se llama escolástica. Su grandeza consistió en haber reunido en las autores. Gilberto de la Porrée escribe: «los autores enuncian sus
escuelas la elaboración de un sistema capaz de asumir un valor uni· propias doctrinas; los lectores exponen las doctrinas de los otros».
versal; y su límite fue haber creído en la validez de aquel sistema, El maestro es siempre un lector, nunca un autor: cuando Roger
considerando absoluta aquella admirable «técnica» del saber que se Bacon quiera atacar a Alberto Magno más ferozmente, le acusa~á de
había definido especialmente en París y en Bolonia, en los dominios haber expuesto al crédulo vulgo sus propias tesis como «auténtlcas»,
de la teología y del derecho. como si él fuera un «autor» induciendo a los insensatos escolares de
París a citar su nombre junto «al de Aristóteles» , Avicena Y Averroes.
Enseñar es leer y comentar: lectio significa, precisamente, lectura.
3. MÉTODOS y FORMAS DE LA ENSEÑANZA ESCOLÁSTICA: Por eso es fundamental para la ensefíanza dar la referencia de textos,
LA «LECTIO» y LOS «AUCTORES» libros y autores. La universidad los cataloga, intenta que, con un
precio establecido, los estudiantes puedan adquirirlos. La gramática
Por otra parte, no existe nada más significativo del proceder de se compone de Donato, en dos grados, minor y maior, y, tal vez, de
la enseñanza escolástica: se trata de un método que, articulándose Prisdano. Cicerón y Quintiliano representan la ret6rica; Galeno y
en un exacto y riguroso procedimiento, revela un modo de concebir Constantino el Mricano, la medicina; el derecho está encerrado en
la ciencia y su aprendizaje. «Toda la pedagogía medieval -se dice­ el Corpus Iuds; la filosofía corresponde al Isagoge de porfirio y a
está basada en la lectura de textos.» 41 Hugo de San Víctor define la Boecio. La postura propia de la teología ante la Escritura, texto
revelado por Dios, se extiende a los libros de los autores. Estos
libros, poco a poco, se van multiplicando, mientras que su cambio
40. En una glosa interlineal del Doctrinal, del manuscrito Magl., I, 47, :11 parece ir midiendo el curso de la historia. Tras el año 1215 se
se lee: «laica língua idest grossa». Escribe Enrique de Crissey (Thurot, op. cit.,
p. 131): «latinorum populorum quidam laici dicuntur, et quidam derici ..•
Laid vero dicuntur habere ydiomata vocum compositarum ad placitum, que
ydiomata docentur pueri [aJ matribus et a parentibus; et ita ydiomata multipli.
da sunt apud Latinos, quia alíud est apud Gallos, aliud apud Germanos, aliud
j «leen» las sentencias de Pedro Lombardo en teología; Prisdano
se sustituyó por el Doctrinal de Alejandro de Villadei (1199) y por
el Graecismus de Everardo de Béthune; en medicina corno texto, se
lee el Canon de Avicena; la novedad en filosofía ~erá Aristóteles,
apud Lombardos seu Ytalos. Clerici vera Latini dicuntur habere ydioma idem combatido, aceptado en parte y, al fin, triunfador. Las «autoridades»
apud omnes eos, ct istud docentur pueri in scolis a gramaticis. Satis constat voces cambian; cuentan con un peso e importancia diferentes, pero siem·
latinas ultimo fuisse impositas. Circa quod est sciendum quod impositores primi 42
latini ydiomatís, mediante greco ydiomate, voces latinas imponebant." Greci pre establecidos de la forma más exacta.
vero imposuenmt suas voces, mediante hebreo ydiomate... Rebrei vero voces
multas imposuerunt mediantibus vodbus datis a Deo ... ». Así, la lengua vulgar
está constituida por voces arbitrarias, mientras que el ladn está fundado, en plfa este tipo de trabajo»). Sin embargo, consultar todo el capítulO de Chenu
última instancia, in re. (y la citada obra de Paré, Brunet, Tremblay).
41. Chenu, op. cit., p. 67 (<<toda la pedagogía medieval se desarrolla en 42. M.-D. Chenu, «Auetor, actor, autor», en Areh. Lat. meaii aevi (Bull.
base a la lectura de textos, y la escolástica universitaria "institucionaliza" y amo Du Cange), 1927, pp. 81-86.
60 LA EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400·1600 LA EDUCACIÓN MEDIEVAL 61

Sobre el significado medieval del libro se podría discutir larga· ordenando los aspectos que tratará durante todo el año, en el orden
mente: <da mente es un libro intelectual», «toda criatura del mundo debido», y el que desobedezca esta regla incurrirá en penas fijadas
es como un libro», «la carne de Cristo sobre la cruz es como una previamente.
blanca página abierta, cuyas cinco heridas, como cinco vocales, hablan Durante algunos siglos la producción científica consta sólo de
al Padre por nosotros». Las imágenes del siglo XIII de Otón de Che· «lecturas», o sea «comentarios», porque la cultura es «escolástica»
riton, de Alain de Lille y de Nicolás de Cusa, no son sino ejemplos y la pedagogía de esta «escuela» se centra en la lectura de libros con '
de una literatura vastísima, de la que parece brotar un significado autoridad y procura que sea explícito el significado de sus palabras.
sacro del libro. 43 El respeto que inspira el texto sustituye al texto objeto del saber no es el hombre ni el mundo, sino lo que «está
por el objeto: no se lee el libro de la naturaleza, sino el libro en escrito» en páginas sobre el hombre y el mundo; el fin del saber no
lugar de la naturaleza; no el cuerpo humano, sino el Canon de es una formación humana, una liberación del hombre, sino la adqui­
Avicena; no el universo, sino Aristóteles; no el cielo, sino Ptolomeo. sición de técnicas, admirables por su sutileza y refinamiento, pensadas
Ya no se escucha la palabra de Dios; son los herederos quienes leen para entender los textos, para resolver las dudas de la lectura, para
e interpretan con sutileza jurídica los artículos de su Testamento a la resolver problemas que pueden engendrar posibles opiniones enfren­
luz de la tradición y de los exégetas precedentes que constituyen tadas. La lucha originaria con la realidad, con la res del mundo,
«autoridad» y cuyas obras, a su vez, adquieren el valor sagrado del con la experiencia, se hace más distante, más convencional. Ahora
«texto». se trabaja y actúa sobre símbolos, sobre términos abandonados, y
La escuela y las universidades ejercitan al máximo la técnica de ninguna llamada a la realidad efectiva tiene importancia. Las para­
la lectura. La lectio se articula; la glosa interlineal ocupa espacio dojas, a veces extrañísimas, de la enseñanza escolástica, encuentran
entre línea y línea de los textos; la densísima glosa marginal llena todo su valor si se instauran en su proceso artificioso, pero ingenio­
los márgenes. Se explica la littera, o sea, el valor del término; se sísimo. Sustituidos el mundo real y la vida por un complejo de signos,
ilustran los sensus, es decir, el significado de varios elementos del la referencia al mundo se convierte en irrelevante. Pero se convierte
discurso; los valores del texto se separan en estadios cada vez más en irrelevante toda referencia a toda realidad primaría, ya sea la
profundos y reservados. Las palabras son, de alguna manera, la pro­ originalidad de una experiencia, o el original de un texto. Así como
longación de las cosas; como se puede leer en la glosa al Digesto no se discute lo que se ve del Sol, sino lo que Ptolomeo dijo del Sol,
compuesta por Accursio, y como repetirá Dante, nomina sunt con­ poseyendo así Ptolomeo prioridad sobre la experiencia directa, así
sequentia rerum, los nombres están en armonía con las cosas. Gracias un acreditado comentarista de Ptolomeo poseerá prioridad sobre Pto­
a un trabajo exegético la interpretación siempre penetra más lomeo; y, sobre el comentarista, el comentarista del comentarista.
mente desde la corteza hasta la médula a través de etapas riguro­ Mientras que una mentalidad crítica siempre vuelve a la fuente, la
samente fijadas (historia, alegoría, tropología, anagogía).44 conduce ante el tribunal de la razón y evalúa racionalmente el dato
La tluaestío nace en pasajes espinosos y alimenta la disputatio.
y sus interpretaciones, aquí la interpretación «autorizada», es decir,
poco a poco una técnica compleja y muy minuciosa que
garantizada y reconocida, sienta cátedra, y constituye un nuevo e
la lección, la define, la determina completamente. Los esta­
indiscutible punto de partida.
tutos de las escuelas que establecen, materia por materia, los libros
Los versos canturreados de las chartulae enseñaban a los niños
que deben usarse imponen a cada doctor «separar su plan de lectura,
el desprecio del mundo, del amor, de la carne, de la naturaleza, de
las cosas:

43. Curtius, op. cit., cap. XVI (el libro como símbolo). Quisquis amat Christum, mundum non diligat ístum

44. B. Nardi, Dante e la cultura medievale, Bari, 1942, pp. 152 SS.; A. Pé· Totum sibi vilescit, quícquid in orbe nitescit.45

~llrd, Dante sous la pluie de feu, París, 1950, pp. 354-364 (Nomina sunt consc­
<¡tlC,/ttia rcmm); pp. 372-400 (Les quatre sens de l'Ecriture). 45. Son versos del De contemptu mundi, atribuído a Bernardo de Morval.
62 LA EDUCACIÓN EN EUROPA, 1400-1600

Los sabios satisfacían en sus libros todo apetito de investigación:


entre la mente y las cosas se elevaba, como una barrera cada vez
más espesa e impenetrable, la montaña de textos, de comentarios, de
comentarios a comentarios. Las dificultades no se resolvían nunca por
la vía breve de la experiencia y de la vida, sino por la vía intermi­
nable de las quaestiones, de las distinciones, de los significados cada
vez más extraordinarios encontrados en las palabras. Algunas líneas
y términos de Aristóteles fueron tergiversados en páginas, libros y
bibliotecas. Una duda en un texto sobre el significado de una hierba CAPÍTULO 2
indicada como medicinal no se resuelve probando y experimentando
si se trata de una u otra planta, sino comentando, comparando textos LA POLÉMICA CONTRA LA CULTURA MEDIEVAL
y autoridades, discutiendo sobre las palabras: verba non res -pala­
bras, no cosas-. Los autores, no la naturaleza, la observación o
la razón, son fuente de autoridad y autenticidad. Finalmente, entre 1. RABELAIS y LOS NUEVOS IDEALES EDUCATIVOS
el hombre y su alma existe el diafragma del texto, ese diafragma
contra el que Descartes protestará, oponiendo su meditación fresca En algunas pagmas merecidamente famosas Fran~ois Rabelais
y genuina a las disputas y cuestiones de las escuelas: a las montañas describe, ya en pleno Renacimiento, el violento contraste entre la
de libros. vieja educación «escolástica» medieval, y los ideales educativos, y
los métodos nuevos, madurados en el humanismo, el italiano especial­
El texto comienza por el verso «Ghartula nostra tibi portat [mittit] Raynalde mente.1 Este singular personaje, que, en los primeros decenios del
salutem», y estaba incluido en las recopilaciones de textos escolásticos prepa­ siglo XVI, habia visto cómo la Sorbona advertía solemnemente a los
ratorios, junto a la Ianua de Donato (<<Ianua sum rudibus primam cupientibus
artem»), con Eva Columba de Prudencio y similares, de tal forma que la pre­
franceses de los peligros del estudio del griego porque es lengua
sencia de estos textos en las compilaciones fue proverbial: <mil eDÍm aliud lege­ de herejía; este docto médico que habia estudiado en Montpellier,
runt -dirá un humanista lamentándose-- quam Chartula nostra... et Eva y que era capaz de preparar una edición de los Aforismos de Hipócra­
Columba IUÍ/... ». Leemos la Chartula en una típica recopilación de ese género, tes, estaba en condiciones de mostrar la distancia que separaba una
en el manuscrito Magl., 1, 45, que contiene el Liber Donati, el Liber Catonis, cultura desfalleciente por el exasperado formalismo que agotaba toda
el Liber Ethiopi, el Liber eve columbe y el Liber contemptus mundi. Para el
Doctrinal: «Das Doctrinale des Alexander de Villa Dei». Kritisch- exegetische alternativa y una escuela que quería potenciar las capacidades del
Ausgabe... von D. Reich1ing, Berlín, 1893 (Monumenta Germaniae Paedagogica, hombre. Una escuela que, frente a máquinas capaces de formular sin
XII), con una exhaustiva introducción. Para el Graecismus (J. Wrobel, Bratis­ reposo series interminables de silogismos rigurosos, oponía hombres
lava, 1887): K. Lohmeyer, «Ebrard von Béthune. Eine Untersuchung über den
Verfasser des "Graecismus" und "Laborinthus"», Romanische Forschungen, 1. Para los textos de Rabe1ais (1, 14, 21-24; n, 8) sigo la edición Lefranc
XI, 1901, pp. 412 ss. Y he aquí un ejemplo del Graecismus (cap. XX, ed. (Oeuvres, París, 1912 ss.: vol. 1, pp. 139 SS., 182 ss.; vol. II, pp. 215 SS.; vol.
Wrobe1, pp. 187 ss.): «sunt adiectiva verborum adverbia semper / sicut tes­ nI, pp. 98 ss.); para la traducción utilizo, con alguna modificación, la de Mario
tatur artis doctissimus auetor; / adiunctum verbo dicas, ut didt origo; / unde Bonfantini, en dos volúmenes, Einaudi, Turín, 1953. Los comentaristas de la
ubi quo vd qua loca quaerunt quattuor ista, / quo petit ad, qua per, in ubi petit, edición Lefranc, 1, pp. LXXXVIII ss., ya subrayaron en Rabe1ais los temas de la
unde petit de, / hic illic ístic alibí foris, haec ad ubi des, / hinc illinc istinc aliun­ cultura del siglo xv y los tomados de Folengo, Gaguin, Erasmo, Comelio Agripa
de foris petit unde, / huc illuc istue alioque foras dabis ad quo ...». Para textos y Budé. En realidad, se puede decir que cada una de las ideas expresadas por
escolásticos en general, d. Manacorda, op. cit., II, pp. 213 ss. Sobre el De con­ Rabelais se encuentran en nuestros escritores del siglo xv, sólo que, muy a
temptu mundi, ver F. Lazzari, Il «contemptus mundi" nella scuola di S. Vittore, menudo, en ellos se busca en vano la fuerza y la carga demoledora de Rabelais.
Nápoles, 1965, pp. 19·21 (y R. Bultot, La doctrine du mépris du monde, IV, 1, Hoy que los «sorbonagros» cuentan con tantos defensores, puede ser útil releer
París-Lovaina, 1963). aquellos textos.

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