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METRÓPOLIS: TORRES DE ACERO

Por MArq. María Bustamante Harfush* / Presidenta de FUNDARQMX**

Hoy en día existen en el mundo numerosas ciudades de gran escala, más de 30 ya rebasan
los 10 millones de habitantes1 y con ello, la simultánea expansión urbana hacia la periferia
y la densificación de sus zonas centrales con la construcción de altas torres que van de los
30 a los 100 niveles para albergar nuevos habitantes y trabajos corporativos.

La utópica idea de mediados del siglo XX, del arquitecto norte americano Frank Lloyd Wright
de construir en la ciudad de Chicago una torre futurista “de una milla de alto” (1609 metros)
llamada The Illinois, prácticamente se materializó en la torre Burj Khalifa en Dubai en 2009
pero con 828 metros de altura; la mitad de la utopía hasta ahora… sin embargo, duplicando
la altura del Empire State o triplicando la de la Torre Eiffel.

La revolución industrial y el manejo de perfiles de acero permitió concebir amplios espacios


para una concurrencia masiva de personas. Nuevas tipologías surgieron: estaciones de tren,
mercados, salones de exposiciones mundiales, invernaderos, almacenes y fábricas, fueron
los primeros usos que vendrían a solucionar la necesidad de abastecer, de movilizar, de
exponer y de fabricar lo que una sociedad requería para subsistir en un nuevo modelo
económico que no había existido antes en el mundo. Un tema fascinante que abordaremos
en un próximo artículo.

Sin embargo, en el paso del siglo XIX al XX, era rara la ciudad con más de un millón de
habitantes -algunas ciudades de China, Londres-, pero pese a la población creciente, no
concebían el crecimiento vertical ya que existía mucho campo alrededor, el suficiente para
cultivar y vivir. La mayoría de las ciudades permanecieron de baja escala; la constante era
construir entre dos y cuatro niveles.

Es Nueva York la ciudad que toma el estandarte en la edificación masiva y paulatina de altas
torres para oficinas y viviendas, reunidas en la Isla de Manhattan. Parecía que seguían el
modelo de la antigua ciudad medieval San Giminiano en la Toscana Italiana, donde se
erigieron altas y esbeltas torres so pretexto de guardar el grano o habitáculos para
sirvientes, pero cuyo fin real, era demostrar el poder de la familia a través de la máxima
altura posible de torre adosada a la casa.

Figura 1. Torres San Gimignano

1
Tokio, Japón con 39.4 millones de habitantes; Cantón y Shanghái en China con 32 y 29.6 millones; Yakarta
en Indonesia con 27 millones; Delhi y Bombay en India con 25.3; Seúl en Corea con 24.2 millones; Karachi en
Pakistán con 23.2 millones; Manila en Filipinas con 22.5 millones y México con 22.2 millones.

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De la misma manera en Nueva York, empresas y empresarios acaudalados comenzaron
a bautizar sus icónicos edificios con su apellido o su marca: torre Chrysler, torre Sears,
torre Hancock, torre Hearst, Rockefeller Center las cuales continúan siendo un referente
de empresas y personajes poderosos en la historia estadounidense, poniendo un nuevo
paradigma en la manera de pensar de numerosas ciudades en el mundo.

Figura 2. Torre Chrysler Figura 3. Torre Hearst

El Empire State con sus 102 niveles construido en 1931, marca un nuevo hito de la capacidad
que tiene el hombre para construir verticalmente. Era inimaginable un edificio de tal escala
y dimensión, ¡con 73 elevadores! que hicieran viable subir cientos de metros en cuestión de
segundos y la posibilidad de albergar a más de 10,000 personas al mismo tiempo. Aunque,
en sus inicios -debido a la “Gran Depresión”- llegó a llamarse “The Empty State” y no será
rentable sino hasta 1950. Hoy, todas estas torres representan “colonias” enteras con todos
los servicios en un solo edificio: su propio sistema de correo, de basura, restaurantes y
comercios.

La construcción de esta torre hubiera sido imposible sin la existencia del acero. Tan sólo
observar aquellas famosísimas imágenes de los trabajadores comiendo miles de metros
arriba del suelo, sentados de manera equilibrada en una viga de acero “volando en el
espacio” ha sido el símbolo de la construcción osada a la cual se ha atrevido el hombre
desde entonces.

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La costumbre de construir en ciudades altas torres como estandarte y poder, ha continuado
a lo largo del siglo XX y cada vez se presenta más retadora y atractiva para arquitectos e
ingenieros. Los bancos en el mundo han ido edificando torres insignes que hacen alarde de
su fuerza económica; ejemplos como la torre HSBC (1985) en Hong Kong de Norman Foster
dejando su atractiva estructura de 30 mil toneladas de acero y 4 mil 500 de aluminio
totalmente expuestos, una nueva propuesta de mostrar los materiales, sus conexiones,2 los
tirantes y contraventeos por cuestiones estructurales, de viento o sísmicas y a favor de un
diseño arquitectónico y de ingeniería fuera de lo común. Además de numerosas propuestas
sustentables impensables en su tiempo, como favorecer el uso de escaleras entre niveles,
iluminar con espejos los interiores, ventilar el edificio con agua de mar, paneles móviles
para colocar nuevas instalaciones, etcétera.

De la misma manera la torre Lloyds (1986) en Inglaterra de Richard Rogers cuya premisa
era proyectar un edificio que pudiera admitir cambios en el futuro, según las necesidades
de la empresa, ubicando los servicios hacia el exterior, baños, escaleras, etc. y dejando
espacios diáfanos en su interior laboral. El mismo arquitecto junto con Legorreta Arquitectos
vuelve a realizar una torre icónica en la ciudad de México, BBVA, que es actualmente la
segunda edificación más alta de México, después de la Reforma (con 235 vs 246 metros),
con interesantes aplicaciones bioclimáticas en sus fachadas, un programa interno de
restaurantes, comedor, zonas de descanso, médico, peluquería y más.

Figura 4. Torre Hearst

2
Se dice que el proyecto de es�lo High Tech se diseñó con la idea de poder desconectar las partes,
desmontarlas y trasladarlas de lugar, en caso de ser necesario… quizás ¿pensando en el cambio administra�vo
de la Isla por la Gran Bretaña?

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Todas estas torres han sido construidas con perfiles de acero expuestos en trabes y
columnas, en contra venteos y en elementos decorativos. La maleabilidad de los perfiles, la
posibilidad de conexiones, la seguridad estructural que ofrece el acero, la rapidez de
construcción y la economía en escala lo ha convertido en uno de los sistemas constructivos
más empleados del último siglo.

Las grandes metrópolis del siglo XXI han tenido que densificar los distritos corporativos y
de vivienda en breves extensiones de territorio, debido a la gran expansión urbana que se
desató por el crecimiento exponencial de la población en el siglo XX. Esta necesidad de
otorgar nuevos espacios para trabajar o para vivir a una sociedad creciente, ha transformado
la economía y el valor del territorio tanto, que se ha tenido que permitir construir al máximo
en altura para posibilitar la rentabilidad de un negocio.

Por esa razón, ciudades como Hong Kong o Singapur que tienen un territorio acotado a una
isla, se plantean desarrollos urbanos con visiones que duran décadas para llevarlos a cabo,
de tal forma que aprovechan cada metro cuadrado con la mayor densidad posible y
construyen nuevas plataformas para ganar terreno al mar que les permitan edificar su
futuro.

Cada una de estas ciudades compiten por tener arquitecturas que se vuelvan un referente
de su cultura y de su fuerza económica, como un estandarte que represente a su país y/o
a su empresa, tal es el caso de las torres Petronas (1998) en Kuala Lumpur con 88 niveles,
proyecto del arquitecto argentino César Pelli quien inspirado en elementos de la cultura
musulmana de Malasia, toma una “ajaraca” y la gira, a la vez que la va reduciendo
paulatinamente según su altura, conformando una planta arquitectónica con forma estrella
de 12 puntas generando una volumetría elegante y atractiva.

De igual manera, son torres icónicas la famosa “vela” en Dubai llamada Burj Al Arab; el One
World Trade Center (2014) en Nueva York de David Libeskind, la torre Agbar (1999) en
Barcelona de Jean Nouvel, la hermana gemela llamada “30 St. Mary Axe” (2004) de Norman
Foster en Londres o la llamada Turning torso (2005) en Suecia realizada por el arquitecto
Santiago Calatrava entre muchos otros ejemplos conceptuales que van estilizando y
transformando cada vez más la típica torre rectangular, impulsando nuevas configuraciones
y estructuras, inconcebibles hasta hace pocas décadas. Los nuevos programas
computacionales y la tendencia a estudiar la arquitectura paramétrica fueron permitiendo
concebir soluciones que antes se antojaban imposibles de realizar.

Toda la versatilidad de diseños estructurales y compositivos que fusionan arquitectura e


ingeniería en la obra de Zaha Hadid Architects es poderosísima e invita a que los retos sean
cada vez mayores en cuanto a las posibilidades constructivas y estéticas. La torre Santa Fe,
Las Bailarinas, Leeza Soho ó Dorobanti por mencionar sólo algunas, se vuelven piezas de
arte, con programas complejos, pero excelentemente bien resueltos.

Otra realidad es que el valor de los terrenos viables para construir grandes torres en las
ciudades centrales ha incrementado inmensamente, provocando que los inversionistas
construyan en predios cada vez más acotados generando retos a los arquitectos e
ingenieros, haciendo inevitablemente esbeltas torres como el proyecto reciente de vivienda
que todos reconocen como “the pencil” en Nueva York por su extrema esbeltez.

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El acero permite configuraciones geométricas, estructurales y proyectuales de gran libertad,
pudiendo observarse cada vez más en el mundo caprichos compositivos en donde cada torre
se vuelve única y protagonista, como la torre Tornillo en la ciudad de Panamá, la torre Helea
que se está construyendo en la ciudad de Puebla, o la torre “píxel” que se puede apreciar
en la ciudad de Bangkok.

Figura 5. One World Trade Center Figura 6. Tornillo Panamá

La ciudad de México forma parte de las grandes metrópolis del mundo desde hace más de
tres décadas. Su extensión y su población siempre la ponen en las estadísticas mundiales,
sin embargo, no ha sido sino hasta décadas recientes que se ha buscado la verticalidad a
pesar de la problemática del subsuelo lacustre y la alta sismicidad.

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Las primeras torres altas se inician a mediados del siglo XX en nuestro país, algunos
ejemplos son el edificio de La Nacional de Manuel Ortiz Monasterio de 1934 (55 metros), el
edificio de la Lotería Nacional de 1946 (107 metros) y la icónica Torre Latinoamericana (182
metros) del Arq. Augusto H. Álvarez y del ingeniero Leonardo Zeevaert cuando en 1956
edifican en el mero centro histórico de la ciudad de México la torre más alta de América
latina con sus 44 niveles y 9 ascensores.

Figura 7. Lotería Nacional

Por otra parte, aunque no han sido edificaciones tan altas, es importante mencionar algunos
ejemplos de osadas estructuraciones que ha planteado la arquitectura mexicana. Edificios
con entrepisos colgados, losas colgadas, losas flotadas, ancladas o suspendidas gracias a
tensores, armaduras o vigas de acero, como es el edificio Celanese (1968) obra del Arq.
Ricardo Legorreta y el Ing. Leonardo Zeevaert; el edificio Seguros Monterrey del arquitecto
Enrique de la Mora y Palomar, con Alberto González Pozo y el Ing. Leonardo Zeevaert
también con un corazón central de concreto armado para albergar los elevadores, pero
como tronco central para anclar extensas vigas y armaduras de acero voladas para cargar
los entrepisos ó el conjunto urbano, Condominio Palmas de Enrique Carral y Augusto H.
Álvarez de 1958 cuya intención era levantar primero las columnas de acero en toda su
verticalidad y posteriormente subir con grúas cada una de las losas al nivel correspondiente.

Todas estas edificaciones se verían ridículas en escala, al compararlas con las torres ya
mencionadas. Sin embargo, para México siguen siendo referentes importantes y
aspiracionales, así como edificios que han sabido responder al tiempo a través de su
ingenioso sistema estructural y de cimentación, y que además han pasado invictos todos los
terremotos que han sacudido a la ciudad; por otra parte, son torres que actualmente son
consideradas patrimonio de la ciudad por su propuesta estructural, estética y artística que
marcan distintas épocas históricas de la evolución de la ciudad.
La siguiente etapa de torres en la ciudad de México se da con el icónico edificio de planta
triangular y elementos de vigas de acero expuestas y cristal para la nueva sede de la Lotería
Nacional o torre Prisma (1971) de David Muñoz y Ramón Torres; Hotel Presidente (1977)
con 44 niveles y 130 metros de altura obra de Juan Sordo Madaleno y Adolfo Wiechers;

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Mexicana (1982) de Pedro Ramírez Vázquez y Gildardo Alvarado García con 30 niveles; la
de Pemex concluida el mismo año por el arquitecto Pedro Moctezuma, símbolo del orgullo
que tenía México por la fuerza petrolera un edificio de 54 niveles y 214 metros de altura, la
cual recién terminada daba la impresión de un México futurista; torre Caballito de Adolfo
Wiechers (1993) con 34 niveles.

Después se dieron varios ejemplos aislados de torres de vivienda como Altus de 195 metros
y 44 niveles en Vista Hermosa realizada por Augusto H. Álvarez y Adolfo Wiechers; la torre
Palmas y alguna que otra torre sobre el paseo de la Reforma, o las llamadas Coca Cola del
arquitecto Pelli en Polanco terminadas en el año 2000 con 30 niveles.

El siglo XXI llevó la atención a densificar al Paseo de la Reforma como uno de los principales
corredores urbanos de la ciudad de México para el establecimiento de viviendas y
corporativos contemporáneos de alta densidad. Inició la torre Mayor (2003) edificada por
Reichmann con 55 niveles, y la posterior secuencia de torres que se han ido insertando a
todo lo largo de la avenida, las cuales han sido encargadas a importantes despachos de
arquitectura, de ingeniería, y de gestión como lo es la torre Reforma 222 (2007) con 31
niveles proyecto del arquitecto Teodoro González de León, la torre Saint Regis (2008) de
César Pelli con 32 pisos, la torre blanca de 40 niveles de Richard Meier y la más renombrada
de los últimos años por su audacia, la torre Reforma (2016) con 65 plantas, proyecto del
arquitecto Benjamín Romano.

Figura 8. Torre Reforma Figura 9. Torre Libertad The St. Regis

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Finalmente, mencionar las últimas obras realizadas por el arquitecto Teodoro González de
León, la torre Virreyes (2014) de 24 niveles y 121 metros y Manacar (2017) de 30 niveles y
144 metros, ambas torres realizadas en acero con cálculos eficientes y geometrías con
inclinaciones que retan a la gravedad y al contexto urbano donde se insertaron.

Figura 10. Torre Manacar

Es verdad que todavía continúa la estandarización de millones de metros cuadrados


resueltos en acero recubiertos con prefabricados o cristales, los cuales en su mayoría pasan
desapercibidos. Sin embargo, cada vez son más los que están haciendo cambios en la
concepción tradicional del diseño de torres. Sin embargo, lo que se está haciendo en México
en los últimos años marca un referente en el proyecto arquitectónico, en las posibilidades
estructurales y en nuevas formas de concebir el diseño integral de las mismas, poniéndose
a nivel con lo que está sucediendo en el mundo.

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Ejemplos en otras ciudades del país también se están dando de manera puntual como
Monterrey o Guadalajara. Con este artículo quiero invitarlos a prestar particular atención a
las obras que están haciendo un cambio radical en la propuesta estructura-arquitectura, en
la conciencia sísmica, en los criterios de sostenibilidad y bioclimáticos, y en la propuesta de
hacer ciudad; no sólo ofreciendo edificaciones bellas que buscan ser reconocidas
mundialmente, sino que además quieren ofrecer al usuario la mejor calidad espacial, de
confort, economía a mediano plazo, así como ser detonadores que provoquen una
regeneración de zonas en abandono. Son discursos materializados para hablar del futuro
que queremos en las ciudades mexicanas en el siglo XXI.

La ciudad “ideal” concebida por los griegos hace 2000 años con un máximo de ¡10,000
habitantes! quedó rebasada siglos atrás. Hoy ese ideal, puede compararse con la cantidad
de personas que habitan o trabajan en uno solo de los edificios referidos, es por ello de
suma importancia que estos proyectos funcionen de manera impecable y perduren en el
tiempo con dignidad.

Siempre he imaginado a la ciudad construida como “algo artificial que ha hecho el hombre”;
sin embargo, al ver un programa del fotógrafo y activista medioambiental francés Yann
Arthus-Bertrand quien ha retratado el mundo desde el cielo en helicóptero -antes de tener
la facilidad de uso de imágenes satelitales y de drones-; en una escena se ve cómo un
helicóptero se acerca a una ciudad de rascacielos y él se asoma para retratar la densidad;
y comenta como “todo, absolutamente todo en una ciudad ha sido tomado de la naturaleza,
incluso el acero”. Ese programa me impactó y me hizo reconsiderar la importancia que
tenemos los que construimos en la selección de los materiales que empleamos y en ver
cómo esa naturaleza que nos da la Tierra, la podemos transformar para bien de la
humanidad y del planeta.
PD. Que sirva este artículo como una invitación a participar en el Concurso “Diseña una
Torre 2020” organizado por Gerdau Corsa México en alianza con FUNDARQMX.
¡Participa! www.fundarqmx.com/concursos

MARÍA BUSTAMANTE HARFUSH Arquitecta egresada con el mejor promedio y


mención honorífica en la Universidad Iberoamericana; Maestra en Vivienda y Urbanismo por
la Architectural Association School of Architecture de Londres; Catedrática en la
misma universidad; Investigadora y autora de varios libros como "Tacubaya en la memoria"
"Quintas de Tacubaya" "90 años en el Corazón de las Lomas" "Ciudad de México: Crónica
de sus Delegaciones", así como artículos sobre patrimonio, crónica, ciudad y arquitectura;
Cronista de la ciudad de México, Alcaldía Miguel Hidalgo; Ejerce su profesión a través de su
propio taller María Bustamante Arquitectura; es Miembro Fundador del Colegio de
Cronistas de la Ciudad de México; Miembro de la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis
Barragán y del Patronato de la Fundación Don Antonio Haghenbeck y de la Lama /
Presidenta de FUNDARQMX.

FUNDARQMX Fomento Universal para la Difusión Arquitectónica de México, es una


organización que busca contribuir al desarrollo de una cultura de recuperación, protección
y conservación del patrimonio arquitectónico, ambiental y urbano, para el desarrollo y
beneficio de las ciudades.

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Fotografías de MArq. María Bustamante Harfush:

1. Torres de San Giminiano, Italia.


2. Vista a la torre Chrysler e interior de torre Hearst, Nueva York.
3. Torre HSBC, Hong Kong.
4. Torre BBVA, Ciudad de México.
5. Torre One World Trade Center en Nueva York y Torre Tornillo, Panamá.
6. Torres de la Lotería Nacional (1946 y 1971), Ciudad de México.
7. Torre St Regis y Torre Reforma, Ciudad de México.
8. Torre Manacar, Ciudad de México.

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