Está en la página 1de 2

Vida Cristiana

Profesor: Frank Luis de la Cruz Alcéquiez.


Nombre: Linette Jerez
ID:10144114

Introducción

Dentro del presente trabajo se planteare mi análisis critico de los temas tratados por el
autor Joan Planellas Barnosell, sobre el Espíritu Santo, en los capítulos 35, 36 y 37 del libro,
¨Un comentario al Credo¨. El término "Espíritu" traduce el término hebreo Ruah, que en su
primera acepción significa soplo, aire, viento. Conociendo el significado nos ayuda a creer y
comprender el Espíritu Santo como persona de la Santísima Trinidad y que a lo largo de la
historia se nos a revelado, y que también es el espíritu dador de vida.

Reporte

El Espíritu Santo es Dios, no es una fuerza o energía cualquiera. Es la tercera persona de la


Trinidad, compuesta por Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, que realiza una obra
especial en este mundo y dentro del pueblo de Dios. Es la presencia del Dios todopoderoso
en medio nuestro. Él obra de diferentes formas ayudándonos a sentir al Señor y a andar
siempre de acuerdo con su voluntad. Esta en el corazón de nosotros los creyentes y nos
capacita o empodera como pueblo de Dios para que realicemos la obra que el Padre nos a
encomendado hacer en este mundo. Hablar del Espíritu Santo es hablar de la Iglesia, de su
misión, de su vida íntima, de la presencia constante de Cristo resucitado, de la permanente
acción creadora de Dios en la historia. Por eso el Espíritu Santo no es parte de la creación de
Dios ni tampoco una realidad separada o ajena a la intimidad misma de Dios. El Espíritu
Santo es en sí mismo, Dios, Como una de las personas divinas en el misterio del Dios
Trinitario, el Espíritu comparte la naturaleza divina del Padre y del Hijo.

En la Sagrada Escritura, el Espíritu Santo es llamado con distintos nombres: Don, Señor,
Espíritu de Dios, Espíritu de Verdad y Paráclito, entre otros. Cada uno de estos nombres nos
indica algo de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Es Don, porque el Padre y el Hijo
nos lo envían gratuitamente. Además, de Él proceden todas las gracias y dones, el mayor de
los cuales es la vida eterna junto con las otras Personas divinas es por eso por lo que en Él
tenemos acceso al Padre por el Hijo. El Espíritu es Señor y Dios, que en la Sagrada Escritura
son nombres que se refieren sólo a Dios, porque es Dios con el Padre y el Hijo. Por ser Señor
y dador de vida, es Dios con el Padre y el Hijo y recibe por tanto la misma adoración que las
otras dos Personas divinas. Es el otro Paráclito que significa Consolador y Abogado
prometido por Cristo, que es el primer Paráclito por eso la comunión y continuidad entre
Cristo y el Espíritu. Por medio de los sacramentos, Cristo comunica su Espíritu a los
discípulos, y les ofrece la gracia de Dios, que da frutos de vida nueva.
Conclusión

En conclusión, el Espíritu Santo, más que una creencia, debe ser una vivencia. Exclamar creo
en el Espíritu Santo, más que como una frase del credo, ha de ser el testimonio indiscutible
del que ha experimentado en su vida la acción del Espíritu de Dios vivo. 
El Espíritu Santo es quien hace fecunda la Palabra de Dios en el corazón del hombre. Es
quien nos hace comprender su Palabra y que la podamos vivir. Es también quien nos une
con el Padre y con el Hijo en oración, nos mueve a alabar a Dios y a proclamarlo Señor de
nuestras vidas. Creer en el Espíritu Santo es adorarle como Dios igual que al Padre y al Hijo.
Quiere decir creer que el Espíritu Santo viene a nuestro corazón para que como hijos de
Dios conozcamos a nuestro Padre del cielo. 

También podría gustarte