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La construccion del sentido histórico. Cuestiones de época.

La caída del paradigma teleológico y el fin de los relatos progresivos.

La guerra mundial y los genocidios modernos pusieron definitivamente en crisis la nocion de


progreso. Cayeron tambien los moralismos progresistas del iluminismo y se problematiza en
todas las esferas de la cultura, el arte y la ciencia. Se genera un cuestionamiento radical a uno
de los rasgos centrales que daba continuidad al desarrollo de la modernidad.

Con la caída del muro de berlin en 89, el replanteamiento de la llamada pos historia aparece
en la escena teorica y política para mirar con escepticismo el pasado y desfundamentar lo que
quedaba de la teoria del progreso.

En este sentido, fucuyama con su articulo, el fin de la historia, planteará que el derrumbe de
los regímenes comunistas hace evidente el fin de la historia porque la democracia liberal se
presenta como el punto final de la evolución ideológica de la humanidad. Para este autor en
1989 concluye un proceso evolutivo que había apuntado a la realización de la democracia
liberal entedida como un sistema con las virtudes necesarias para producir el reconocimiento
de los individuos. Ante estos planteos las críticas no tardaran en llegar

Tambíen la autora recupera los planteos de Lutz Niethammer quien publicó poshistoria,
poniendo en evidencia que la convergencia de estos planteos no era solo un síntoma de
época, sino que ponía de manifiesto que con la caída del muro, el fin de la historia se afirmaba
más que como una especulación teorica y se aferraba al escenario de la política. para este
autor, la posguerra europea había abierto un tiempo en el que el pesimismo moral se
convertia en un filtro posible para pensar la historia. En esta dirección se pueden leer los
planteos de Walter Benjamin como paradigmáticos de una suerte de utopia negativa
caracterizada por la pérdida de perspectivas en las sociedades industrializadas avanzadas.
Niethammer se pregunta también por el modo en que se volverá posible en el futuro
establecer metanarrativas y por la manera de evitar la pura melancolía ante un futuro menos
previsible y continuo que obliga a pensar desde la contingencia y el pluralismo.

Los planteos de este autor, siguen la línea que Lyotard había trazado en 1979 cuando definió
como condición posmoderna al “estado de la cultura después de las transformaciones que han
afectado a las reglas de juego de la ciencia, literatura y las artes a partir del siglo XIX”. Lyotard
introdujo el posmodernismo en la filosofía ( antes solo se aplicaba en el campo de la critica de
arte) dejando en evidencia el quiebre de un proceso de legitimación que implica el recurso al
metarrelato y una filosofía de la historia para la validez de la ciencia y el arte. Cuestionar este
fundamento implicaba atacar la validez misma de las instituciones como la historia, que ya no
podían hacer descansar su credibilidad en relatos omniabarcadores.

Me parecio interesante como define a los metarrelatos entendidos como aquellas narraciones
onmicomprensivas que sustentan sus propias legitimaciones y cuya tarea es fundamentar
tanto teorías científicas como prácticas sociales. Se trata de un modo de interrogar la
legitimidad sociopolítica combinada con una actitud científica: el héroe es el pueblo, el signo
de su legitimidad es el consenso y la lógica de la normativización es la deliberación. La idea de
progreso, asegura lyotard, representa el movimiento por el cual se supone que el saber se
acumula y se extiende “naturalmente” al nuevo sujeto histórico. Este pueblo es diferente al
que esta implícito en los saberes narrativos tradicionales, pues acumula leyes científicas,
perfecciona reglas del consenso y revisa sus conocimiento produciendo paradigmas nuevos.

El analisis del funcionamiento de los discursos en la sociedad muestra que los saberes se
relacionan directamente con la política a través de las instituciones y las practicas sociales.

Lyotard plantea tambien la exigencia de la consideración de los efectos pragmáticos de los


discursos, que permiten prevere con nitidez sus efectos políticos. Asi, el sentido y los fines
propios de cada saber resultan eliminados, neutralizados o subordinados a los discursos
utilizados por el poder , cuando estos se les imponen, provoncando, a través de las
instituciones sociales que utilizan o dpenden de esos saberes, abusos, perjuicios, injusticias,
opresión. Es claro entonces que el reconocimiento de la imposibilidad del ideal moderno de
autolegitimacion de los saberes y la cultura los relaciona directamente con el poder y los hace
vulnerables a una sumisión.

Los grandes relatos provenientes de las promesas de la modernidad y la razón absoluta,


sustentados en la filosofía de la ilustración ( que en lugar de lograr las sociedades libres de
dominación, donde la ciencia el arte y la ética serian la base de desarrollo de las
potencialidades de los sujetos en esas sociedades, terminaron en pesadillas violentas y
esperanzas truncadas) marcan la derrota del pensamiento.

La racionalidad científica ignoró además, la dimension afectiva y la imaginación. De este modo,


la racionalidad y el progreso tecnocientifico generaron su contrario en el predominio de cierta
liviandad.

Como explicita Vattimo , una de las visiones mas difundidas de la modernidad es la que
caracteriza como “época de la historia” en relación con la mentalidad dominada por una visión
del naturalismo cíclico del mundo. la modernidad, a partir de su elaboración secular de la
herencia judeo cristiana, confiere dimension ontológica a la historia y da significado al hombre
en ella. En este sentido asumir que se atraviesa un tiempo donde los relatos de la modernidad
han caído implica asumir que cae tambien la idea de historia y sus corolarios, el concepto de
progreso y el concepto de superación. Es asi que podria decirse que lo que esta después de la
historia, se caracteriza por la misma disolución de la categoría de “nuevo”, el hecho de
experimentar el fin de la historia y no como algo radicalmente diferente.

Vatimo aclara que la experiencia del fin de la historia, es el fin de la vida humana en la tierra
( en un sentido catastrófico) . sin embargo le interesa hacer hincapié en esta época como
aquella en la que la noción de historicidad se vuelve cada vez mas problemática en términos
teóricos y que, en relación con la practica historiográfica y su autoconciencia metodológica, la
idea de una historia como proceso unitario se disuelve y se instaura una nueva temporalidad
con condiciones efectivas que le dan una “especie de inmovilidad realmente no histórica”. Esto
conlleva pensar nuevas formas de narrar y renovados actores involucrados en la practica
historiográfica.
Frente al fracaso de los metarrelatos de la modernidad, se hace imposible establecer criterios
de verdad universal y evidente la necesidad de admitir verdades parciales, subjetivas,
contingentes, que habilitan pequeños relatos, el pluralismo axiológico y la diversidad narrativa.

Los siglos XIX y XX nos han proporcionado terror hasta el hartazgo. Ya hemos pagado
suficientemente la nostalgia del todo y de lo uno, de la reconciliación del concepto y de lo
sensible, de la experiencia transparente y comunicable. Bajo la demanda general de
relajamiento nos proponemos mascullar el deseo de recomenzar el terror, cumplir la fantasia
de apresar la realidad. La respuesta es: guerra al todo, debemos dar testimonio de lo
impresentable, salvemos el honor del nombre ( CITA DE LYOTARD)

Aquí aparece el aspecto eminentemente político que respecto de la historia exige poner
atención a los factores marginados de los discursos hegemónicos, pues una historia que solo
contemple los triunfos de las clases privilegiadas y dominantes dejando de lado los sacrificios
de las clases dominadas es como plantea Benjamin, una historia mutilada, parcial y ahistorica.

No es difícil acordar en que esto es lo específicamente sustancial de la posmodernidad: una


historia carente de fin, la idea de teleología que ha vuelto inoperante y vacia y una lógica
histórica sin marcos de referencia, sin fundamentos últimos que implique aceptar cualquier
criterio definitivo como verdad. Sin posibilidad de legitimar un relato sobre ningún orden
objetivo, el único fundamento es la simple reivindicación de la igualdad, si es verdaderamente
desencantada, no tiene argumentos racionales que hacer valer contra la reducción de la
realidad, o al menos del mundo humano, a un puro juego de fuerzas ( esto lo dice VATIMO)

No se desea discutir los problemas teóricos inaugurados por la posmodernidad, pero si asumir
la caída del relato del progreso como presupuesto de un entramado conceptual, teorico,
estético y político respecto de los problemas en torno a la narración y la representación de la
historia y el modo en que quedan habilitadas nuevas formas de presentación y
problematización del pasado. Con la caída de los grandes relatos aparecen la autonomía de lo
particular y el desacuerdo como principios reactores que caracterizan las innovaciones tanto
en la ciencia moderna como en el arte.

La ausencia de una filosofía de la historia, como los modelos del siglo XIX, esta acompañada
por la disolución de una idea de LA histori y modificaciones radicales en su conciencia
metodológica. Disolución en el sentido de ruptura de la unidad y puro y simple fin de la
historia, que implica asumir que la idea de historia actual obliga a sumir que la historia de los
acontecimientos es solo una historia entre otras, como afirma VATIMO.

“ la imagen de la historia que nos forjamos esta por entero condicionada por las reglas de un
genero literario, que la historia es una historia, una narración, un relato mucho mas de lo que
generalmente estamos dispuestos a admitir. Al concoimiento de los mecanismos retoricos del
texto se agregó el conocimiento del carácter ideologico de la historia…”

A la luz de estas consideraciones, el pensamiento de Benjamin, se vuelve ineludible. En sus


obras se refirió a la historia de los vencedores como el punto de vista que el proceso histórico
adopto de forma unitaria, dotando de coherencia y racionalidad un transcurso cargado de
violencia sobre los vencidos, cuyo relato exige ser redimido, convirtiéndose esta en la
prerrogativa moral de la historia materialista benjaminiana. Las luchas de los vencidos
quedaron veladas por la historia tradicional, y borradas del gran relato de la memoria coelctiva

Vatino plantea un problema central al reflexionar sobre la disolución de la historia:

“ si no hay una historia unitaria, portadora de la esencia humana y si solo existen las diversas
historias, los diversos niveles y modos de reconstrucción del pasado en la conciencia y en la
imaginación colectiva, es difícil ver hasta que punto la disolución de la historia como
diseminación de las historias no es tambien propiamente un verdadero fin de la historia como
tal, de la historiografía como imagen, por mas abigarrada que sea de un curso unitario de
acontecimientos, el cual también ( una vez eliminada la unidad del discurso que habla de el)
pierde toda consistencia reconocible.”

La idea de disolución es lo que verdaderamente diferencia la historia del siglo XX de la historia


moderna. VATIMO identifica esta época a la que llama Contemporanea, con aquella en la que,
mediante el uso de los medios de comunicación, se tiende a una suerte de achatamiento en el
plano de la contemporaneidad y la simultaneidad, produciéndose una deshistorizacion de la
experiencia. En el horizonte filosófico atravesado por estos problemas, sigue apareciendo la
pregunta por alguna verdad posible. Tal vez mas débil o mas reorientada hacia el arte.

Vatimo identifica que uno de los valores de la obra de arte, o de los criterios de valoración, es
la capacidad de la obra para poner en cuestión sus propias condiciones de posibilidad. Esto no
implica solamente la atorreferencia, sino que se convierte en un rasgo constitutivo del arte con
formas siempre nuevas. El pasaje de la explosión de lo estético como en las vanguardias a la
explosión de las neovanguardias ( teniendo en cuenta el efecto de la técnica ) se convierte en
un hecho decisivo. Con la reproductibilidad técnica, las obras del pasado pierden su aureola,
asegura Vatimo, pero tambien las obras que nacen en esta época hacen de la reproductibilidad
un rasgo constitutivo, como ocurre con la fotografía y el cine. Esto produce una modificación
decisiva en la estética, pues se pasa de una significación utópica revolucionaria de la muerte
del arte a una significación tecnológica que converge en la teoria de las culturas de masas. Esto
no era algo que Benjamin podria prever al distinguir entre la estetizacion de la política por
parte del fascismo y de la politización del arte de la utopia socialista.

Sentidos históricos

En este apartado la autora plantea que la figura del gran relato caído exige pensar la relevancia
de otros relatos no hegemónicos y formas de representación no convencionales.

Recupera algunas ideas de Adorno para quien el despliegue sociohistorico de la humanidad


socavo la posibilidad de sostener esta asunción sin problemas. En efecto, frente a la amenaza
que la misma humanidad implica para los hombres, la convicción es relativizada y solo se
puede tener una actitud cinica frente a la historia como progreso, pues suponer que se esta
constituyendo una humanidad necesariamente mejor obligaría a olvidar las catástrofes
históricas de los últimos siglos. El pensamiento adorniano hace confluir el fin de la ilustración y
la libertad como consecuencia de un proceso de superación infinito e ineluctable. Temiendo la
repetición de la barbarie tecnocientifica, la perspectiva frankfurtiana en general repensó el
progreso y la civilizacion y los equiparo a una huida ante la necesidad.

La convicción en el destino de la historia es puesta en cuestión por varios motivos:

- Por la imposibilidad de pensar los acontecimientos catastróficos del siglo XX como


partes de un proceso positivo, aun cuando el final teleológico fuera feliz.
- Las consecuencias contradictorias de la expansión de la razón instrumental y el avance
tecnológico, dadas las complejas condiciones de la vida en el orden contemporáneo.
- Las normativas sociopolíticas heredadas de la ilustración.

Además, la concepción de la historia como el sinsentido universal de la catástrofe es una


creencia que tiene toda una tradicion en la historia de las ideas. La consideración pesimista de
la historia se muestra escéptica ante un sentido progresista de evolución universal y
presupone la incapacidad humana para mejorar, de la misma manera que asume que todo
desarrollo es ineludiblemente visto como empobrecimiento permanente y sistematico de la
naturaleza. No obstante si la historia universal no tiene un único sentido, es posible atribuirle
sentido a determinados espacios y esfuerzos políticos sociales y culturales. La mayor osadia en
este conxtexto es la de brindar un sentido provisorio a un universo sin sentido aparente.

A partir del siglo XVIII y la Ilustracion, los enfoques racionalistas sobre la lógica de la evolución
brindaron a la historia un carácter teleológico, es decir un destino universal cuya meta es la de
un orden regido por la razón, la libertad y un sentido racional. Para LOWITH el sentido de la
historia implica precisamente la imposición de un orden razonado que le impone a la historia
el seguro de la necesidad. Sin embargo, la imagen de necesariedad que arroja esta definición
no es la única posible, pues podria pensarse a partir de un patrón contingente que plantee una
matriz ligada a una presentación no convencional ni hegemonica. LOWITH sostuvo la renuncia
a admitir un sentido histórico universal y el abandono de una certidumbre absoluta acerca del
devenir, abriendo la posibilidad de admitir perspectivas no dogmáticas ni restringidas.

Lowith asegura que con la gradual disolución de la creencia del siglo XVII en la razón y en el
progreso, la filosofía de la historia quedo mas o menos sin hogar ni significado, aclara además
que se refiere a filosofía en el sentido de una interpretacion sistematica de la historia
universal, de acuerdo con un principio “según el cual los acontecimientos históricos se unifican
en su sucesión y se dirigen hacia un significado fundamental”. En este sentido la filosofía de la
historia depende entonces de la teología de la historia, en relación con un concepto teológico
de la historia como una historia de perfeccion y salvación. Su perspectiva parte de un punto
central que la convierte en un trasfondo teorico ineludible para un trabajo sobre los modos de
representar la historia:

El elemento mas notable del cual puede originarse una interpretacion de la Historia es la
experiencia básica del mal y el sufrimiento, asi como la persecución de la felicidad por el
hombre. La interepretacion de la historia es, en ultima instancia un intento de comprender el
significado de la historia como el del sufrimiento originado por el acontecer histórico.
Cuando hablamos de la caída del paradigma teleológico creo que refiere al quiebre que ocurre
del esquema de orden y significados progresivos que había funcionado para dar sentido a la
modernidad y legitimarse, superar al miedo a la fatalidad existente. Por eso también se orienta
a mirar el futuro, y se busca un objetivo final.

Este paradigma proviene de la visión cristiana del mundo En este sentido Lowith asegura que
el futuro es el verdadero foco de la historia, siempre que la verdad more en el cimiento
religioso del occidente cristiano, cuya conciencia histórica esta ciertamente determinada por
una situación escatológica.

Lowith señala que la significación de esta visión de un fin ultimo como telos proporciona un
esquema de orden y significación progresivos que ha funcionado para superar el miedo a la
fatalidad y la suerte. Tambien lo articula y provee de un objetivo final. La lógica escatológica
orienta en el tiempo señalado el reino de los fines, el final catastrófico de la violencia como un
fin y objetivo.

Este autor, lowith, esta convencido de la influencia de la visión cristiana del mundo en la
definición del pensamiento filosófico histórico. Para los pensadores clásicos, el orden y la
belleza se hacían patentes en el mundo, pero no necesitaron impresionar la lógica histórica
con un sentido. Dominado por la intención de describir la racionalidad del cosmos, el mundo
griego y romano no dejaba lugar la significación escatológica de un evento histórico esperable.
Cada uno podía enfrentar su condición terrena sin descansar en un camino de salvación. El
principal interes estaba en el logos del cosmos y no en el dios supremo, ni tampoco en el
sentido ultimo de la historia.

“ para los griegos una filosofía de la historia resultaría un contrasentido. La historia era para
ellos una historia poliitica, y como tal era materia de estudio de estadistas e historiadores. Para
los judíos y cristianos, por el contrario la historia fue primordialmente una historia de salvación
y en cuanto tal, de interes para profetas y predicadores. La existencia misma de la filosofía de
la historia y la búsqueda de su significado es debida a la historia de la salvación, se orinigo de la
fe en un fin ultimo. La historia adquiere sentido cuando implica algún fin trascendente, mas
alla de los hechos reales” esto es lo que plantea Lowith

La idea del pasado y el presente como una preparación para el futuro se enfrenta con la
concepción grecoromana según la cual el porvenir tendría los mismos raasgos que los
acontecimientos contemporáneos y ya pasados. Las posibilidades que el futuro encerraba y la
preocupación por el significado final no son para Herodoto, Tucidides y polibio objeto de
interes científico. Contrariamente, en el relato que traza lowith el imaginario cristiano inaugura
la idea de un futuro como horizonte de un sentido definitivo.

Los hechos que ya ocurrieron están sometidos a la interpretación. Kyotard es sutil en su


analisis. No dice que lo qu escribió marx quedo derogado, sino que lo que queda en suspenso
es el relato. No pasaron ni cinco años, cuando el comunismo lo que trajo es neoliberalismo, se
vuelve a leer a marx. Ya lo veremos en el texto.

Supuestos atribuidos a marx, la creencia.

Lo que esta en crisis es el paradigma teleológico. De eso se trata el texto. Que quiere decir eso.

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