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El documento resume las ideas del filósofo Gianni Vattimo sobre el pensamiento débil y la posmodernidad. Explica cómo la modernidad y sus verdades absolutas están decayendo, dando paso a múltiples realidades y perspectivas. Esto representa una oportunidad para que las culturas marginadas sean reivindicadas. La arquitectura también está experimentando este cambio, alejándose de los grandes estilos del pasado hacia enfoques más humanistas y contextuales.
El documento resume las ideas del filósofo Gianni Vattimo sobre el pensamiento débil y la posmodernidad. Explica cómo la modernidad y sus verdades absolutas están decayendo, dando paso a múltiples realidades y perspectivas. Esto representa una oportunidad para que las culturas marginadas sean reivindicadas. La arquitectura también está experimentando este cambio, alejándose de los grandes estilos del pasado hacia enfoques más humanistas y contextuales.
El documento resume las ideas del filósofo Gianni Vattimo sobre el pensamiento débil y la posmodernidad. Explica cómo la modernidad y sus verdades absolutas están decayendo, dando paso a múltiples realidades y perspectivas. Esto representa una oportunidad para que las culturas marginadas sean reivindicadas. La arquitectura también está experimentando este cambio, alejándose de los grandes estilos del pasado hacia enfoques más humanistas y contextuales.
La entrega del tercer milenio a la historia representa, sin lugar a dudas, un
desenlace de extraordinario significado por su singularidad y secuelas. Las especulaciones intelectuales de los grandes pensadores y científicos de fin de siècle establecieron nuevos paradigmas de pensamiento, que a la postre, detonaron en una de las renovaciones socioculturales más liberadoras en el devenir de nuestra civilización. De manera afín al ser humano medieval, que enfrentó la llegada del año 1000 azotado por temores apocalípticos y atrapado en el caos aleatorio del oscurantismo, el ser humano contemporáneo atravesó el umbral del siglo XXI en una realidad agónica por la incertidumbre del saber científico y de todo sistema teorético que buscaba una compresión totalizadora del mundo.
Ya en el siglo pasado, las orientaciones filosóficas que ampararon la cultura del
Viejo Continente durante más de 500 años vislumbraban síntomas de decadencia y crisis. Dichas inquietudes intelectuales dieron inicio a un proceso de agrietamiento epistemológico que culminó con el derrumbe nihilista de los fundamentos del pensamiento occidental. La revolución sociocultural del Renacimiento y, unos siglos después, la corriente filosófica de la Ilustración, fueron las líneas de pensamiento que más influenciaron la consolidación de las verdades del racionalismo occidental, pilares de la época moderna. Durante siglos, nuestras vidas han sido arraigadas en una dimensión ética y política asentada por los grandes relatos, las estructuras fuertes y centralizadas de la Modernidad. En el siglo XX, con Einstein y los descubrimientos de la física cuántica, estas estructuras empezaron a mostrar signos de vacilación, demostrándose la relatividad del ser y la inconsistencia de las posturas positivistas. En el ámbito filosófico, los pensadores de las Postmodernidad, como Lyotard y Vattimo, cuestionaron de forma exhaustiva la existencia de un solo mundo plasmado por estas verdades. El filosofo Gianni Vattimo, teórico del Pensamiento Débil, así se expresa: “…se defiende la hibridación, la cultura popular, el descentramiento de la autoridad intelectual y científica y la desconfianza ante los grandes relatos… en una perspectiva en cierto modo relativista, que valora el multiculturalismo”. Desde luego, esta inferencia filosófica adquiere rigor paradigmático si se inserta en el discurso histórico que enmarca el fenómeno de la globalización. La Postmodernidad de la cual habla Vattimo se afirma a razón de la disgregación y disolución del pensamiento fuerte a favor del pluralismo local, con la aseveración de las verdades relativas y opinables, de los relatos débiles. Se nos abrieron los ojos al hecho de que no existe un solo mundo, el mundo portador de los grandes valores de la cultura occidental; en cambio, la proliferación de los medios de comunicación nos ha develado un sinnúmero de mundos posibles, muchas maneras de pensar estos mundos y muchos lenguajes para comprenderlos. Cabe aquí aclarar que el fin de la Modernidad y la determinación de la razón postmoderna propuesta por Vattimo no tienen relación con lo que comúnmente y a menudo de forma errónea se define como postmoderno en arquitectura. La Postmodernidad que teoriza el filósofo italiano es la época de la cruzada a través de la historia, del peregrinaje cognitivo, de la diversidad, del escepticismo, de las grandes migraciones masivas: es la actualidad conflictiva y dudosa que estamos viviendo.
Sobre la hegemonía cultural y científica occidental habla ampliamente el
filósofo Peter Sloterdijk. En su calificación histórico-política proclama la declinación de la civilización de occidente y del imperialismo capitalista llevado al extremo. Su crítica áspera se concreta en la metáfora del Palacio de Cristal. Afirma agudamente Elías Marín Lara: “El Palacio de Cristal, como telos del pensamiento ilustrado, es representado con la construcción de un recinto controlado y decorado, donde a falta de nuevos acontecimientos históricos, la sociedad que se ha denominado Primer Mundo se consagra al placentero culto del consumismo. Un recinto cuya exterioridad está conformada por todo lo que la naturaleza tiene de indomable y por todas aquellas culturas que tras el fin de la historia de la ideología (Fukuyama) fueron declaradas como perdedoras”.
Así pues, decaído el racionalismo moderno junto a sus estructuras fuertes, lo
que nos queda es un mundo de incertidumbre, donde no hay verdades absolutas y universales, sino una multiplicidad de realidades particulares y dinámicas. Este desplazamiento hacia el localismo, hacia un pensar en pequeño, esencial y contextual es parte y consecuencia del proceso de mundialización históricamente ineludible. En una sociedad dividida entre Primer Mundo y Tercer Mundo, entre ricos y pobres, en la insoportable y dolorosa distinción entre winner y loser, los países del mundo industrializado están ahora atrapados en su némesis histórica, expiando por siglos de explotación y sufrimiento infligido y planificado. Por ello, este momento de re-pensamiento y rehabilitación cultural representa un acontecimiento único que está polarizando el interés del mundo: la reivindicación de los débiles, de los diversos de la historia. El haber vivido en la periferia, en las afueras del recinto del Palacio de Cristal, coloca a los países tercermundistas en una posición privilegiada en potencia, de cierta manera la marginalidad los ha amparado del vacío de los países industrializados. La detonación liberadora de la hegemonía primermundista es la razón de la efervescente germinación cultural de las sociedades subdesarrolladas y en ellas pone sus esperanzas este tercer milenio.
Trasladando nuestro discurso a la esfera artística, la disciplina arquitectónica
está enfrentando una fase análoga de autocrítica y relectura formal y conceptual. Durante siglos, los grandes relatos de la historia de la arquitectura constituyeron las verdades estilísticas absolutas: el Renacimiento, el Barroco, las corrientes clasicistas y finalmente el Movimiento Moderno, el último grande paradigma racionalista de la Modernidad. Durante el proceso de superación de la Modernidad y afirmación de la Postmodernidad, la arquitectura ha tratado espasmódicamente de objetivar nuevas abstracciones y nuevos lenguajes. Desde nuestro punto de vista, los resultados no han sido alentadores: entre pastiches historicistas y orgías deconstructivistas, imbuidas de intelectualismo a menudo injustificado y poco comprensible, las proposiciones estético-formales no lograron superar las oscilaciones del gusto y rápidamente se quemaron en el remolino de las modas. Por consiguiente, lo que percibimos en la actualidad de la arquitectura es un estado de pulverización lingüística y semántica: la incertidumbre de la ausencia. Otra vez, el panorama que se nos presenta se enfoca en la verdad de los débiles, de las culturas históricamente periféricas, cuyo marco de referencia no es una arquitectura espectacular y protagónica, sino una arquitectura humanista, contextual, accesible a todos porque se conecta con todos; una arquitectura que se arraiga holísticamente al lugar al que pertenece, que responde a los únicos paradigmas vivenciales que nos impone el nuevo milenio: los patrones de la naturaleza.
Escatología y Apocalipsis en tiempos posmodernos. Una mirada desde las víctimas y los justos de la historia. Concilium 356 (2014): Concilium 356/ Artículo 6 EPUB