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FILOSOFIA II

TEMA: LA POSMODERNIDAD

SELECCION DE TEXTOS.

TEXTO 1: LA POSMODERNIDAD. NUEVO RÉGIMEN DE VERDAD, VIOLENCIA


METAFÍSICA Y FIN DE LOS METARRELATOS

Adolfo Vásquez Rocca

1.- De la destotalización del mundo a la obsesión epistemológica por los


fragmentos.

¿Cómo caracteriza el autor la posmodernidad en relación a la cuestión de “los


grandes relatos”?

Lo que se denomina "posmodernidad" aparece como una conjunción ecléctica de


teorías. Esa amalgama va desde algunos planteamientos nietzscheanos e
instintivistas hasta conceptos tomados del Pragmatismo anglosajón hasta pasar por
retazos terminológicos heideggerianos, nietszcheanos y existencialistas. Se trata,
pues, de un tipo de pensamiento en el que caben temáticas dispersas y, a menudo,
conjuntadas sin un hilo teórico claro.

La posmodernidad no es una época que se halle después de la modernidad como


etapa de la historia. El “post” de la posmodernidad, a juicio de Gianni Vattimo2, es
“espacial” antes que “temporal”. Esto quiere decir que estamos sobre la modernidad.
La Posmodernidad no es un tiempo concreto ni de la historia ni del pensamiento,
sino que es una condición humana determinada, como insinúa Lyotard en La
condición postmoderna3. El término posmodernidad nace en el domino del arte y es
introducido en el campo filosófico hace tres décadas por Jean Lyotard con su trabajo
La condición postmoderna4. Jean-Francois Lyotard explica la Condición
postmoderna de nuestra cultura como una emancipación de la razón y de la libertad
de la influencia ejercida por los “grandes relatos”, los cuales, siendo totalitarios,
resultaban nocivos para el ser humano porque buscaban una homogeneización que
elimina toda diversidad y pluralidad: “Por eso, la Posmodernidad se presenta como
una reivindicación de lo individual y local frente a lo universal. La fragmentación, la
babelización, no es ya considerada un mal sino un estado positivo” porque “permite
la liberación del individuo, quien despojado de las ilusiones de las utopías centradas
en la lucha por un futuro utópico, puede vivir libremente y gozar el presente
siguiendo sus inclinaciones y sus gustos”. La posmodernidad, dice Lyotard, es una
edad de la cultura. Es la era del conocimiento y la información, los cuales se
constituyen en medios de poder; época de desencanto y declinación de los ideales
modernos; es el fin, la muerte anunciada de la idea de progreso.

2.- De los grandes relatos a las petites histoires

¿Qué es lo que se entiende en el texto por destotalización del mundo


moderno? ¿Cómo se relaciona esta característica con la caída de los grandes
relatos y el surgimiento de las pequeñas historias?

Con la deslegitimación de la racionalidad totalizadora procede lo que ha venido en


llamarse el fin de la historia. La posmodernidad revela que la razón ha sido sólo una
narrativa entre otras en la historia; una gran narrativa, sin duda, pero una de tantas.
Estamos en presencia de la muerte de los metarrelatos, en la que la razón y su
sujeto – como detentador de la unidad y la totalidad– vuelan en pedazos. Si se mira
con más detenimiento, se trata de un movimiento de deconstrucción del cogito y de
las utopías de unidad. Aquí debe subrayarse el irreductible carácter local de todo
discurso, acuerdo y legitimación. Esto nos instala al margen del discurso de la
tradición literaria (estética) occidental. Tal vez de ahí provenga la vitalidad de los
engendros del discurso periférico, en Los Margenes de la Filosofía7 como dirá
Derrida.

La destotalización del mundo moderno exige eliminar la nostalgia del todo y la


unidad. Como características de lo que Foucault ha denominado la episteme8
posmoderna podrían mencionarse las siguientes: deconstrucción, descentración,
diseminación, discontinuidad, dispersión. Estos términos expresan el rechazo del
cogito que se había convertido en algo propio y característico de la filosofía
occidental, con lo cual surge una “obsesión epistemológica” por los fragmentos.

La ruptura con la razón totalizadora supone el abandono de los grands récits, es


decir, de las grandes narraciones, del discurso con pretensiones de universalidad y
el retorno de las petites histoires. Tras el fin de los grandes proyectos aparece una
diversidad de pequeños proyectos que alientan modestas pretensiones. Aquí se
insiste en el irreductible pluralismo de los juegos de lenguaje, acentuando el
carácter local de todo discurso, y la imposibilidad de un comienzo absoluto en la
historia de la razón. Ya no existe un lenguaje general, sino multiplicidad de
discursos. Y ha perdido credibilidad la idea de un discurso, consenso, historia o
progreso en singular: en su lugar aparece una pluralidad de ámbitos de discurso y
narraciones.

LA CONDICION POSMODERNA. J-F. LYOTARD

¿Cuál es el problema planteado en relación a la legitimación del saber en las


sociedades posmodernas?
Este estudio tiene por objeto la condición del saber en las sociedades más
desarrolladas. Se ha decidido llamar a esta condición «postmoderna». El término
está en uso en el continente americano, en pluma de sociólogos y críticos. Designa
el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las
reglas de juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX.
Aquí se situarán esas transformaciones con relación a la crisis de los relatos. En
origen, la ciencia está en conflicto con los relatos. Medidos por sus propios criterios,
la mayor parte de los relatos se revelan fábulas. Pero, en tanto que la ciencia no se
reduce a enunciar regularidades útiles y busca lo verdadero, debe legitimar sus
reglas de juego. Es entonces cuando mantiene sobre su propio estatuto un discurso
de legitimación, y se la llama filosofía. Cuando ese metadiscurso recurre
explícitamente a tal o tal otro gran relato, como la dialéctica del Espíritu, la
hermenéutica del sentido, la emancipación del sujeto razonante o trabajador, se
decide llamar «moderna» a la ciencia que se refiere a ellos para legitimarse. Así, por
ejemplo, la regla del consenso entre el destinador y el destinatario de un enunciado
con valor de verdad será considerada aceptable si se inscribe en la perspectiva de
una unanimidad posible de los espíritus razonantes: ese era el relato de las Luces,
donde el héroe del saber trabaja para un buen fin épico-político, la paz universal. En
este caso se ve que, al legitimar el saber por medio de un metarrelato que implica
una filosofía de la historia, se está cuestionando la validez de las instituciones que
rigen el lazo social: también ellas exigen ser legitimadas. De ese modo, la justicia se
encuentra referida al gran relato, al mismo título que la verdad.

Simplificando al máximo, se tiene por «postmoderna» la incredulidad con respecto a


los metarrelatos. Ésta es, sin duda, un efecto del progreso de las ciencias; pero ese
progreso, a su vez, la presupone. Al desuso del dispositivo metanarrativo de
legitimación corresponde especialmente la crisis de la filosofía metafísica, y la de la
institución universitaria que dependía de ella. La función narrativa pierde sus
functores, el gran héroe, los grandes peligros, los grandes periplos y el gran
propósito. Se dispersa en nubes de elementos lingüísticos narrativos, etc., cada uno
de ellos vehiculando consigo valencias pragmáticas sui generis. Cada uno de
nosotros vive en la encrucijada de muchas de ellas. No formamos combinaciones
lingüísticas necesariamente estables, y las propiedades de las que formamos no
son necesariamente comunicables.

La condición postmoderna es, sin embargo, tan extraña al desencanto, como a la


positividad ciega de la deslegitimación. ¿Dónde puede residir la legitimación
después de los metarrelatos? El criterio de operatividad es tecnológico, no es
pertinente para juzgar lo verdadero y lo justo. ¿El consenso obtenido por discusión,
como piensa Habermas? Violenta la heterogeneidad de los juegos de lenguaje. Y la
invención siempre se hace en el disentimiento. El saber postmoderno no es
solamente el instrumento de los poderes. Hace más útil nuestra sensibilidad ante las
diferencias, y fortalece nuestra capacidad de soportar lo inconmensurable. No
encuentra su razón en la homología de los expertos, sino en la paralogía de los
inventores.

La cuestión abierta es ésta: ¿es practicable una legitimación del lazo social, una
sociedad justa, según una paradoja análoga a la de la actividad científica? ¿En qué
consistiría?

POSMODERNIDAD: ¿UNA SOCIEDAD TRANSPARENTE?1 Gianni Vattimo

¿Qué implica, según Vattimo, la pérdida del sentido unitario de la historia?

…Pues bien, en la hipótesis que yo propongo, la modernidad deja de existir cuando


-por múltiples razones- desaparece la posibilidad de seguir hablando de la historia
como una entidad unitaria. Tal concepción de la historia, en efecto, implicaba la
existencia de un centro alrededor del cuál se reúnen y ordenan los acontecimientos.
Nosotros concebimos la historia como ordenada en torno al año del nacimiento de
Cristo, y más específicamente, como una concatenación de las vicisitudes de las
naciones situadas en la zona «central», del Occidente, que representa el lugar
propio de la civilización, fuera de la cual están los hombres primitivos, las naciones
«en vías de desarrollo», etc. La filosofía surgida entre los siglos XIX y XX ha
criticado radicalmente la idea de historia unitaria y ha puesto de manifiesto
cabalmente el carácter ideológico de estas representaciones. Así, Walter Benjamin,
en un breve escrito del año 1938, sostenía que la historia concebida como un
decurso unitario es una representación del pasado construida por los grupos y las
clases sociales dominantes. ¿Qué es, en efecto, lo que se transmite del pasado? No
todo lo que ha acontecido, sino sólo lo que parece relevante. Por ejemplo, en la
escuela aprendimos muchas fechas de batallas, tratados de paz, incluso
revoluciones; pero nunca nos contaron las transformaciones en el modo de
alimentarse, en el modo de vivir la sensualidad o cosas por el estilo. Y así, las cosas
de que habla la historia son las vicisitudes de la gente que cuenta, de los nobles, de
los soberanos y de la burguesía cuando llega a ser clase poderosa; en cambio, los
pobres e incluso los aspectos de la vida que se consideraban «bajos» no hacen
historia…

La crisis de la idea de la historia lleva consigo la crisis de la idea de progreso: si no


hay un decurso unitario de las vicisitudes humanas, no se podrá ni siquiera sostener
que avanzan hacia un fin, que realizan un plan racional de mejora, de educación, de
emancipación. Por lo demás, el fin que la modernidad pensaba que dirigía el curso
de los acontecimientos era también una representación proyectada desde el punto
de vista de un cierto ideal del hombre. Filósofos de la Ilustración, Hegel, Marx,
positivistas, historicistas de todo tipo pensaban más o menos todos ellos del mismo
modo que el sentido de la historia era la realización de la civilización, es decir, de la
forma del hombre europeo moderno. Como la historia se concibe 2 unitariamente a
partir sólo de un punto de vista determinado que se pone en el centro (bien sea la
venida de Cristo o el Sacro Romano Imperio, etc.), así también el progreso se
concibe sólo asumiendo como criterio un determinado ideal del hombre. Sin
embargo, habida cuenta que en la modernidad este ideal ha sido siempre el del
hombre moderno europeo -como diciendo: nosotros los europeos somos la mejor
forma de humanidad-, todo el decurso de la historia se ordena según se realice más
o menos completamente este modelo supremo...

Teniendo todo esto en cuenta, se comprende también que la crisis actual de la


concepción unitaria de la historia, la consiguiente crisis de la idea de progreso y el
ocaso de la modernidad no son solamente acontecimientos determinados por
transformaciones teóricas, por las críticas que el historicismo decimonónico
(idealista, positivista, marxista, etc.) ha padecido en el plano de las ideas. Ha
sucedido algo mucho mayor y muy distinto: los pueblos «primitivos», los así
llamados, colonizados por los europeos en nombre del buen derecho de la
civilización «superior» y más desarrollada, se han rebelado y han vuelto
problemática de hecho una historia unitaria, centralizada. El ideal europeo de
humanidad se ha manifestado como un ideal más entre otros muchos, no
necesariamente peor, pero que no puede pretender, sin violencia, el derecho de ser
la esencia verdadera del hombre, de todo hombre...

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Dado el tiempo que tenemos, vamos a empezar por el final, que para nosotros es el
principio, porque entiendo que las ideas que trabajaremos en los próximos
encuentros son más cercanas a nuestra forma de pensar contemporánea.
Antes de avanzar, preguntar cómo se manejan con la bibliografía.
Comencemos con una cuestión sencilla, si yo les digo “POSMODERNIAD” o
“POSMODERNO” ¿qué comprenden por este término? ¿qué resonancias les trae?
Dar un tiempo a la charla.

En estas 11 clases que nos quedan,desde el 15/09 al 24/11, nos abocaremos a


trabajar la cuestión de la posmodernidad en filosofía.

LA POSMODERNIDAD: LYOTARD, VATTIMO y BAUMAN.

Hay tres autores fundamentales que trabajaremos, como marco general a nuestra
temática y luego iremos trabajando en específico algunas cuestiones que son
anunciadas en los textos.
En principio, sería algo temerario sostener que la posmodernidad se circunscribe a
un período histórico, porque no todos los pensadores del siglo XX-XXI, se
reconocen posmodernos. Tampoco podemos decir que es una escuela o corriente
de pensamiento, organizados en función de algún tipo de marco teórico compartido.
Y aquí vemos algo propio de la posmodernidad, aún sin quererlo, que es la dificultad
de totalizar este tipo de filosofías. Según Lyotard, filósofo francés del s XX, quién
acuña el término “posmodernidad” en filosofía en su obra La condición posmoderna,
esta se trata de una actitud de descreimiento respecto de los grandes relatos o
metarelatos. Volveremos sobre esto.

LEER PARTE I DEL TEXTO 1

Les pregunto a ustedes

¿Creen que existe algo universal que una a la humanidad en un sentido común?

¿Piensan que la historia humana tiene un sentido o dirección?

¿Aceptando que la historia humana tenga un sentido, este es progresivo, es decir,


avanzamos hacia “lo mejor”?

¿Puede haber un conocimiento universal, válido para todo ser humano?


¿Qué es la verdad, existe la verdad?
¿Qué es lo real?

LEER PARTE II DEL TEXTO 2.

En los próximos encuentros nos ocuparemos de comprender qué son los


metarrelatos y cuál es su función.

Según sostiene Lyotard, en su obra de 1979 La condición posmoderna, en el s XX,


lo que caracteriza a la posmodernidad es la caída de los metarrelatos, esto es,
aquellos juegos de lenguaje que legitimaban el saber en las sociedades modernas.
Los metarrelatos son discursos a los cuales apela el saber científico en la sociedad
moderna, para legitimarse. Es decir ¿qué es lo que le da validez al discurso
científico? No alcanza con que la ciencia diga “yo sé”, debe justificar ese enunciado
en otro saber, ese otro saber son los metarrelatos. Ustedes recuerdan en el caso de
Platón, las famosas alegorías. Lo que se pone en juego ahí es la legitimación de un
saber racional, la teoría de las formas, por medio de un saber no racional, de un
relato mítico. Para poder justificar por qué su saber es saber, debe recurrir a otro
tipo de saber, que no obedece las mismas reglas que el que es justificado. Este
saber es narrativo.
Esta cuestión se aplica a todos los saberes que son maneras de entender el mundo,
la realidad, la verdad, al ser humano, que en mayor o menor medida, todos damos
por sentado y, por lo tanto, brindan cierta armonía o piso común que orienta los
saberes humanos. Por eso estos metarrelatos tienen la función de legitimar los
pequeños relatos y saberes.
De manera que la caída en la legitimación de estos grandes relatos tiene como
consecuencia la dispersión de los núcleos de sentido que se apoyaban en ellos y
que mantenían unidos a los pequeños relatos. Nos encontramos, de esta manera,
con una falta del sentido de unidad y coherencia interna y externa de aquello que
pensamos. Tampoco aparece esta necesidad de coherencia como una necesidad.
La verdad pierde, asimismo, su carácter objetivo. El saber científico ya no se
autolegitima, la palabra de la ciencia no vale por sí misma y es fuertemente
cuestionada por otros discursos. La fe en el progreso humano a través del saber
científico ya no marca el rumbo de la humanidad. De la misma manera, la razón
universal, como garante de la igualdad y libertad humanas, pierde su capacidad de
unificar e igualar a los seres humanos. El clima posmoderno es, entonces, de
dispersión, fragmentación y falta de sentido unitario frente a lo real.

Nos centraremos principalmente en analizar el metarrelato moderno del


sujeto-sustancia (Descartes vs Foucault La muerte del hombre)

y por otro lado, el discurso positivista-historicista del s. XIX, que sostiene que la
historia progresa racionalmente, a través del desarrollo del conocimiento científica,
hacia lo mejor de la humanidad. (Hegel-Marx-Comte)

El problema de la legitimación del saber en las sociedades posmodernas.

Para Lyotard, el problema es el estatus del saber en esta sociedades posindustriales


contemporáneas:

“Nuestra hipótesis es que el saber cambia de estatuto al mismo tiempo que las
sociedades entran en la edad llamada postindustrial y las culturas en la edad
llamada postmoderna 1. Este paso ha comenzado cuando menos desde fines de los
años 50, que para Europa señalan el fin de su reconstrucción.” p 9
Para comprender por qué hablamos de “materrelatos” debemos entender que
Lyotard sostiene que el modelo actual de la sociedad es el esquema informatico,
dado que, con la masividad de la informática, hoy podemos agregar internet masiva
y los dispositivos inteligentes móviles, casi todo puede ser traducido al lenguaje
informático, convertido en información y datos. Lo datos son una de las principales
mercancías y factores de poder en nuestra sociedad (BIG DATA). De manera que,
pensar las sociedades como grandes sistemas informáticos pareciera ser un modelo
adecuado para su análisis. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que todo se
reduzca a datos e información, sino que el de la informática parece ser un modelo
útil para analizar la sociedad contemporánea.
Por ejemplo, podemos señalar que el crecimiento de una planta, el vuelo de un ave,
el desarrollo demográfico de un país, incluso el oleaje del océano, puede ser
traducido a algoritmos predictivos. Detectar patrones y establecer predicciones a
partir de su transcripción a un lenguaje informático es una manera de argumentar
que la realidad puede ser pensada discursivamente.

“Más que de trazar un cuadro que no puede ser completo, se partirá de una
característica que determina inmediatamente nuestro objeto. El saber científico es
una clase de discurso. Pues se puede decir que desde hace cuarenta años las
ciencias y las técnicas llamadas de punta se apoyan en el lenguaje: la fonología y
las teorías lingüísticas 4, los problemas de la comunicación y la cibernética 5, las
álgebras modernas y la informática 6, los ordenadores y sus lenguajes 7, los
problemas de traducción de los lenguajes y la búsqueda de compatibilidades entre
lenguajes-máquinas 8, los problemas de la memorización y los bancos de datos 9,
la telemática y la puesta a punto de terminales «inteligentes» 10, la paradojología
11: he ahí testimonios evidentes, y la lista no es exhaustiva. “ 6 o 13

“En esta transformación general, la naturaleza del saber no queda intacta. No puede
pasar por los nuevos canales, y convertirse en operativa, a no ser que el
conocimiento pueda ser traducido en cantidades de información 14. Se puede, pues,
establecer la previsión de que todo lo que en el saber constituido no es traducible de
ese modo será dejado de lado, y que la orientación de las nuevas investigaciones se
subordinará a la condición de traducibilidad de los eventuales resultados a un
lenguaje de máquina. Los «productores» del saber, lo mismo que sus utilizadores,
deben y deberán poseer los medios de traducir a esos lenguajes lo que buscan, los
unos al inventar, los otros al aprender. Sin embargo, las investigaciones referidas a
esas máquinas intérpretes ya están avanzadas 15. Con la hegemonía de la
informática, se impone una cierta lógica, y, por tanto, un conjunto de prescripciones
que se refieran a los enunciados aceptados como «de saber». “ 6 o 15

LOS JUEGOS DEL LENGUAJE.

Si el modelo informático es el escogido para analizar la sociedad, debe aclararse lo


que son los juegos del lenguaje, para poder entender por qué insistir en los
términos relato y metarrelato. El planteo fundamental es que “estamos en el
lenguaje”, el lenguaje nos atraviesa, es nuestro medio. No significa que la realidad
se reduzca al lenguaje, pero sí que nosotros no podemos evitarlo para pensar la
realidad, sea lo que esta sea. Estos juegos lenguaje, como todo juego, tienen reglas
que se legitiman en el mismo juego, eso es lo que las valida. No necesariamente
deben ser explícitas, porque, como decíamos, es el uso mismo lo que las hace
válidas. De esta manera, todas las relaciones humanas están mediadas por juegos
del lenguaje, que son fundamentalmente las reglas que determinan qué puede
decirse y qué no en cada contexto. Por ejemplo, en una discusión con amigos vale
la ironía, la burla, la interrogación, la denotación, la argumentación, etc. En una
clase en una institución hay otro tipo de reglas, predominan la interrogación, la
argumentación y la exposición. En una institución judicial o de salud, las reglas de
juego son mucho más acotadas. Pero lo importante es comprender la idea de que
todos estamos jugando un juego del lenguaje determinado según el contexto. Y si
bien pueden crearse nuevos juegos, como el llamado lenguaje inclusivo, las reglas
de juego no obedecen a un deseo individual, por eso decimos que estamos en el
lenguaje y nos atraviesa. Otra característica, según Lyotard, es lo que él llama
“agonística”, esto significa que “hablar es combatir”, en el sentido de “jugar”. Si
hablo, estoy jugando y mi jugada se traduce en un enunciado “tengo hambre”
“¿Querés comer?” “La heladera está vacía”, etc.

“Tres observaciones deben hacerse a propósito de los juegos de lenguaje. La


primera es que sus reglas no tienen su legitimación en ellas mismas, sino que
forman parte de un contrato explícito o no entre los jugadores (lo que no quiere decir
que éstos las inventen). La segunda es que a falta de reglas no hay juego 33, que
una modificación incluso mínima de una regla modifica la naturaleza del juego, y
que una «jugada» o un enunciado que no satisfaga las reglas no pertenece al juego
11 La condición postmoderna. Informe sobre el saber. Jean-François Lyotard
definido por éstas. La tercera observación acaba de ser sugerida: todo enunciado
debe ser considerado como una «jugada» hecha en un juego. Esta última
observación lleva a admitir un primer principio que subtiende todo nuestro método:
que hablar es combatir, en el sentido de jugar, y que los actos de lenguaje 34 se
derivan de una agonística general 35. Eso no significa necesariamente que se
juegue para ganar. Se puede hacer una jugada por el placer de inventarla: ¿qué otra
cosa existe en el trabajo de hostigamiento de la lengua que llevan a cabo el habla
popular o la literatura? La invención continua de giros, de palabras y de sentidos
que, en el plano del habla, es lo que hace evolucionar la lengua, procura grandes
alegrías. Pero, sin duda, hasta ese placer no es independiente de un sentimiento de
triunfo, conseguido al menos sobre un adversario, pero de talla, la lengua
establecida, la connotación 36. Esta idea de una agonística del lenguaje no debe
ocultar el segundo principio que es complemento suyo y que rige nuestro análisis:
que el lazo social está hecho de «jugadas» de lenguaje. Elucidando esta
proposición, entramos de lleno en el tema. “
La naturaleza del lazo social en la sociedad posmoderna.

Recordemos que lo que nos interesa es comprender de qué habamos cuando


hablamos de relatos y matearrelatos y cuál es el sentido de pensar con ese
esquema la sociedad contemporánea.

“De esta descomposición de los grandes Relatos, que analizamos más adelante, se
sigue eso que algunos analizan como la disolución del lazo social y el paso de las
colectividades sociales al estado de una masa compuesta de átomos individuales
lanzados a un absurdo movimiento browniano 55. Lo que no es más que una visión
que nos parece obnubilada por la representación paradisíaca de una sociedad
«orgánica» perdida..

El sí mismo es poco, pero no está aislado, está atrapado en un cañamazo de


relaciones más complejas y más móviles que nunca. Joven o viejo, hombre o mujer,
rico o pobre, siempre está situado sobre «nudos» de circuitos de comunicación, por
ínfimos que éstos sean 56. Es preferible decir situado en puntos por los que pasan
mensajes de naturaleza diversa. Nunca está, ni siquiera el más desfavorecido,
desprovisto de poder sobre esos mensajes que le atraviesan al situarlo, sea en la
posición de destinador, o de destinatario, o de referente. Pues su desplazamiento
con respecto a esos efectos de los juegos de lenguaje (se ha comprendido que es
de ellos de lo que se trata) es tolerable dentro de ciertos límites (incluso cuando
éstos son borrosos) y hasta es suscitado por las reglas y sobre todo por los
reajustes con los que el sistema se provee con el fin de mejorar sus actuaciones.
Incluso se puede decir que el sistema puede y debe estimular esos desplazamientos
en tanto que lucha contra su propia entropía, y que una novedad correspondiente a
una «jugada» inesperada y al correlativo desplazamiento de tal compañero de juego
o de tal grupo de compañeros a los que implique, puede proporcionar al sistema ese
suplemento de performatividad que no deja de exigir y de consumir 57.

Se comprende ahora desde qué perspectiva se ha propuesto más arriba como


método general de acercamiento el de los juegos de lenguaje. No pretendemos que
toda relación social sea de este 15 La condición postmoderna. Informe sobre el
saber. Jean-François Lyotard orden, eso quedará aquí como cuestión pendiente;
sino que los juegos de lenguaje son, por una parte, el mínimo de relación exigido
para que haya sociedad, y no es preciso recurrir a una robinsonada para hacer que
esto se admita: desde antes de su nacimiento, el ser humano está ya situado con
referencia a la historia que cuenta su ambiente 58 y con respecto a la cual tendrá
posteriormente que conducirse. O más sencillamente aún: la cuestión del lazo
social, en tanto que cuestión, es un juego del lenguaje, el de la interrogación, que
sitúa inmediatamente a aquél que la plantea, a aquél a quien se dirige, y al referente
que interroga: esta cuestión ya es, pues, el lazo social.” 16-17 o 36-37 (escrito)

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