Está en la página 1de 4

LA APLICACIÓN DEL IMPERATIVO CATEGÓRICO EN ALGUNOS

CASOS PRÁCTICOS
I. La conformación de la doctrina del derecho penal en Kant:

En mi sección voy a tratar y exponer como se realiza la aplicación del imperativo


categórico kantiano en la praxis y plantearé algunos casos prácticos para ver el
desarrollo del mismo.

Pero antes que nada me gustaría apuntar el paso transitorio del imperativo formal al
derecho y a la justificación del castigo.

El tan famoso imperativo: Obra de tal manera que la máxima de tu acción se convierta
en ley universal de conducta. Se traduce en ‘La doctrina del derecho’ de Kant en el
siguiente dictamen:

Una acción es conforme a derecho cuando ella, o la máxima conforme a ella, permite la
libertad de todos según una ley universal.

Cuando se dice que una acción es conforme a derecho se refiere a que es digna de ser
ejecutada o lo que es lo mismo que no atenta contra la utilización de los seres humanos
como simples medios. Este enunciado lleva implícito también la carga del otro
imperativo Kantiano tan famoso: Obra siempre de tal manera que trates a la humanidad
siempre como fin y nunca como medio. Ambos principios pretenden aportar una
dignidad universal a los sujetos que las ejecuten. Puesto que ambos aportan la
autonomía a los sujetos y el criterio moral de actuación.

En líneas generales la aplicación de la ética Kantiana se rige por los mismos principios
que el llamado iustalionis, esto es, el derecho del Talión o la ley del Talión.

El término "talión" deriva de la palabra latina "talis" o "tale" que significa idéntica o
semejante, de modo que no se refiere a una pena equivalente sino a una pena idéntica.
Esta ley o derecho tan antigua se resume con el proverbio vulgar de: Ojo por ojo.

El estado-coercitivo que postula Kant actuaría justamente utilizando la aplicación de


esta máxima como castigo. El estado de derecho solo puede utilizar como amenazas
coactivas aquellos castigos en que el delincuente incurre mediante su acto dentro del
conocimiento de la ley. Solo a través de este reconocimiento se vuelve su acción un
comportamiento relevante desde la perspectiva jurídica. Las disposiciones legales ( o lo
que està permitido por el estado o la sociedad regida por estos principios) quedan
legitimadas merced a este principio de tal modo que el derecho se ve asociado con la
atribución de coaccionar conforme al axioma de la no contradicción:

Si un determinado uso de la libertad misma supone un obstáculo a la libertad según


leyes universales (es decir lo contrario al derecho por ley establecido), entonces la
coacción que se le contrapone, (esto es el castigo que se la debe aplicar) en cuanto
estorbo de un obstáculo de la libertad, concuerda con la libertad según leyes universales,
esto es, resulta conforme al derecho.

(Este principio jurídico universal requiere de las leyes estatales para verse realizado,
puesto que sin una disposición legal nadie sabe donde comienza y acaba propiamente su
libertad)

Lo que nos dice es que si algún acto de libertad se opone o restringe la libertad según
leyes universales (esto es, las libertades que toda la humanidad tiene por derecho),
entonces el castigo o coacción que se le debe contraponer en la medida que restrinja la
libertad que todos debemos poseer, debe ser el que concuerde con las libertades según
leyes universales.

En lo que sigue serán examinados dos casos particulares de esta doctrina jurídica.

Pero primero hay que aludir brevemente a cómo se fundamentan los castigos en Los
principios metafísicos de la doctrina del derecho. Kant intenta desarrollar una solución
que salvaguarde la autonomía del autor del crimen y lo hace de la siguiente manera.
Según Kant, cada ciudadano infractor es también legislador, pues incluso los
ciudadanos pasivos están idealmente de acuerdo con las leyes. Pues los ciudadanos
aceptan formar parte del estado para verse protegidos de estar a merced de cualquiera y
para que el estado coercitivo les proteja mediante las leyes universales de actuación que
entre todos los ciudadanos han pactado que se deben cumplir.

En cuanto legisladores, los ciudadanos proveen a las leyes de sanciones que serán
impuestas a quienes transgredan la ley. En cuanto autor del crimen, no perpetra ningún
hecho físico, sino una acción marcada por la ley; el infractor ha sometido su obrar
mismo bajo la ley y atenta libremente contra lo que la ley dice, cometiendo un
quebrantamiento de la misma. La cuestión del grado de la pena la resuelve asimismo el
legislador conforme al principio de autonomía (esto es): el criminal determina mediante
su acto ese grado tanto cualitativamente como cuantitativamente. De esta forma se
conforma el iustalionis, nombrado anteriormente, que amenaza con una estricta
correspondencia y, en caso de delinquir, confiere a la sentencia y a la ejecución
judiciales aquello que se ha merecido e imputado en su acción libre.

En otras palabras, con su actuación ha hecho suyo el castigo con que le amenazaba
dicha ley del suumcuique (a cada uno lo que le pertenece)-el delincuente obtiene
aquello a lo que tiene derecho legalmente.

Kant sostiene con toda razón que el delincuente no puede quejarse del castigo, pues
cuanto le ocurre lo hizo a sabiendas y ejercitando su libre arbitrio en contra del resto de
los cuidadanos.
La acción individual está sujeta a la máxima universal según la cual(la acción que se
ejecute) se determina jurídicamente (esto quiere decir que no es llevada a cabo por
interioridad psicológica del actor), dándose a conocer en esa exterioridad.

Un detalle muy importante a considerar en la doctrina del derecho de Kant es el


concepto de acción en su teoría jurídica. La doctrina del derecho versa, al contrario que
la doctrina de la virtud aristotélica, sobre la vertiente externa de las acciones.

La teoría penal de Kant resulta de la exigencia jurídico-racional de una acuerdo legal


revestido de fuerza coercitiva, entre libertad de cada cual y la de todos los demás. El
estado de derecho solo puede utilizar como amenazas coactivas aquellos castigos en que
eldelicuente incurre mediante su acto dentro del conocimiento de la ley. Su propio acto
proporciona la justa medida coercitiva que debe ser aplicada.

II. Las consecuencias de la aplicación del deontologismo kantiano. La pena de


muerte.

Planteando un caso práctico como pueda ser el asesinato de alguna persona, la


resolución de este sería como sigue:

El asesino antes de ejecutar sus actos era consciente de cuales eran los límites de su
libertad para con los demás, de la misma manera que el resto de la humanidad actuaba
en conformidad al respeto de las mismas, todo en función de la ley universal del
imperativo categórico. Así pues con la transgresión de el principio de obrar siempre
tratando al resto de la humanidad como fines en sí mismos, ha transgredido y recortado
por completo la libertad de los demás en favor de la suya. Y al mismo tiempo ha tratado
de objeto a un ser humano, puesto que lo ha utilizado como medio para conseguir un fin
último por los móviles que fuese a otro ser humano. Con lo cual el estado se ve
obligado a restablecer el orden de libertades según las leyes universales en la justa
medida y proporción en que él sujeto las haya rebasado. Puesto que en la medida que el
sujeto es legislador y obre de esta manera universal de conducta, hará uso de las
personas como simples medios para sus fines particulares. El estado debe impugnarle la
misma dignidad con la que ha tratado él a su víctima, esto es, la ha reducido a la nada.
Por tanto el estado se ve obligado a aplicarle a él la pena de muerte.

Como consecuencia justificada de que es un peligro para la humanidad y porque no


vamos a poder restablecer este orden de libertades.

Se debe entender que la sociedad en la que vive contempla siempre los universales del
deber y las máximas en la acción, puesto que el cumplimiento de estas es lo que la
mantiene en orden. La sociedad actua en función del proverbio fiatjustitiapereatmundus,
esto es el deber por delante de todo, y las pasiones o móviles internos no importan. Los
castigos se hacen en proporción al daño causado, puesto que no se debe dejar la libertad
de los sujetos sin límite en pro de la sumisión del resto de sujetos a ella.
De alguna manera la explicación de como resolver los casos prácticos se resume
aplicando la ley del talión pero entendiéndola como: No hagas a los demás lo que no
estés dispuesto a que te hagan a ti.La explicación más clara de la justificación de esta
actuación del estado sobre los sujetos para restablecer el orden sería la siguiente: Puesto
que al transgredir tu libertad la aumentas por encima de la de los demás, los demás
sujetos deben poder tener acceso a este tipo de libertad de la misma manera, así que los
demás también están obligados a tratarte con la misma libertad con que tú los tratas.

Pero como ya sabemos que el resto de individuos no esta dispuesto a que se les trate así
puesto que renunciaron a parte de su libertad para obtener dignidad y tener su libertad
en compatibilidad con la de los demás, el estado se ve obligado a intervenir. Puesto que
el principio de autonomía de leyes universales a través del imperativo categórico
legitima que se te castigue como retribución al daño causado, de la misma manera. De
modo que en los robos por poner otro ejemplo se devuelve la cantidad justa de
propiedad perdida. Y cuando se atenta contra la libertad humana en la medida que sea,
el estado debe retribuir el castigo en la misma medida al agresor.

El problema práctico que esconde la realización práctica de la voluntad de la humanidad


siguiendo el imperativo categórico es el siguiente:

¿Cómo tratar a todos los sujetos como fines en sí mismos a la vez? ¿Cómo no pecar de
tratar a alguien más como fin en sí mismo que a otro? ¿Cómo tratar a la humanidad
como fin en sí cuando me encuentro con el problema de las restricciones de mi libertad
a costa de la de otros sujetos?

Bibliografía utilizada:

Robert R. Aramayo y Faustino Oncina, Ética y Antropología: un dilema kantiano; Ed.


Comares.

I. Kant, Principios Metafísicos de la doctrina del derecho

AUTOR:

Òscar Carbonell Màrmol

También podría gustarte