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LIMITACIONES
En el Art. 583 del Código Civil textualmente manifiesta “Los bienes consisten en cosas
corporales o incorporales. Corporales son las que tienen un ser real y pueden ser
percibidas por los sentidos, como una casa, un libro. Incorporales las que consisten en
meros derechos, como los créditos, y las servidumbres activas”
El Código Civil en su Libro segundo trae todas las normas relativas a los bienes y de
su dominio, posesión uso y goce; es así como trata de las varias clases de bienes, de
las cosas corporales y de las cosas incorporales; del dominio; de los bienes de la
unión, de la ocupación; de la accesión, y de las accesiones de frutos, de las
accesiones del suelo, de la accesión de una cosa mueble a otra; de la accesión de las
cosas muebles a inmuebles. De la tradición; concretando la tradición de las cosas
corporales muebles y otras especies de tradición; de la posesión, de la posesión y sus
diferentes calidades; de los modos de adquirir y perder la posesión; de las limitaciones
del dominio, y primeramente de la propiedad fiduciaria; del derecho de usufructo ; de
los derechos de uso y habitación; de las servidumbres; y de las servidumbres
naturales, legales y voluntarias; de la extinción de las servidumbres; de la
reivindicación; de las cosas que pueden reivindicarse; acerca de quién puede
reivindicar; contra quién se puede reivindicar; de las prestaciones mutuas y de las
acciones posesorias, incluso las acciones posesorias especiales.
Siguiendo las pautas metodológicas y didácticas de esta obra, se insertarán algunos
fragmentos doctrinarios y jurisprudenciales, en las partes pertinentes a los temas de la
legislación que tratan los diversos temas. Se sintetizarán los aspectos medulares de la
normatividad civil sobre este ámbito de la juridicidad, y se desarrollarán algunos
análisis complementarios, propiciando, la presentación de la materia, de la manera
más objetiva y ágil, que permita una lectura amena y secuencias. Así mismo se
incluirán las disposiciones reglamentarias específicas, para complemento e
información de esta disciplina, y con ello, se buscará mostrar un horizonte esencial de
esta parte del Derecho Civil. Haciendo énfasis en el proceso reivindicatorio, que, por
su crucial importancia, amerita un poco más de dedicación y análisis, al cual, sin
desmedro de la unidad coherente de cada capítulo o Título del Libro segundo del
Código Civil, se le dedicará un más amplio estudio, por las repercusiones judiciales
que detenta y por las polémicas doctrinarias que suscita.
Clases de bienes
Del dominio
El dominio, que se llama también propiedad, es el derecho real en una cosa corporal,
para gozar y disponer de ella arbitrariamente, no siendo contra ley o contra derecho
ajeno.
Este es el concepto que consagra el artículo 669 del Código Civil.
La propiedad separa del goce de la cosa, se llama mera o nuda propiedad.
Analizamos, que la expresión arbitrariamente consignada en el artículo 669 del C.C.
parece incongruente con el precepto constitucional en el cual se define la propiedad
como "una función social que implica obligaciones."
Las limitaciones de orden legal al derecho de dominio y las disposiciones que
condicionan su ejercicio al interés colectivo riñen con el alcance que pueda llegar a
tener dicho término.
Las producciones del talento o del ingenio son propiedad de sus autores.
Esta especie de propiedad se rige por leyes especiales.
Legislación de derechos de autor: la Ley 23 de 1982 reguló íntegramente la materia
relativa a los derechos de autor de obras literarias, científicas y artísticas.
La nueva legislación acoge modernos criterios sobre la protección del derecho de
autor y deroga la antigua norma reguladora del tema, la Ley 86 de 1946.
La Ley 23 de 1982 y sus preceptos reglamentarios conforman un cuerpo legal
armónico y técnicamente elaborados sobre la propiedad intelectual. En el último
capítulo de esta obra la estudiaremos sucintamente.
Pero entre tanto, traigamos a colación un pronunciamiento jurisprudencial sobre la
propiedad intelectual, que puede ser ilustrativo e interesante:
"Habida consideración a que los productos del talento y del ingenio son una propiedad
de sus autores, sujeta al régimen de leyes especiales, es apenas lógico que estas
leyes especiales al reglamentar las diversas formas que asume tal tipo especial de
propiedad, se ocupen primordialmente de establecer cuáles son aquellos productos. Y
señalen a este efecto las condiciones y requisitos que en sí misma considerada debe
reunir la creación del espíritu para adquirir la calidad de un bien jurídico, y para ser
apta por lo mismo para fundar el consiguiente derecho subjetivo a favor de su
autor." (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, Sentencia de febrero 17 de
1969).
Dominio sobre bienes religiosos. El uso y goce de las capillas y cementerios, situados
en posesión de particulares y accesorios a ellas, pasarán junto con ellas y junto con
los ornamentos, vasos y demás objetos pertenecientes a dichas capillas
o159cementerios, a las personas que sucesivamente adquieran las posesiones en que
están situados, a menos de disponerse otra cosa por testamento o por acto entre
vivos.
Modos de adquirir el dominio. Los modos de adquirir el dominio son:
La ocupación.
La tradición.
La accesión.
La Sucesión por causa de muerte
La prescripción.
La adquisición de dominio por estos dos últimos medios se tratará en el Libro 3º. 4º
del Código Civil.
El derecho personal se adquiere por el contrato o acto constitutivo; en cambio para la
adquisición de un derecho real se requiere, además, un modo de adquirir.
Nuestro código, siguiendo al Derecho Romano y apartándose del Derecho Francés,
exige para la adquisición y transmisión de los derechos reales un título y un modo de
adquirir.
El título se define como la causa remota de adquisición, como el hecho que da
posibilidad para adquirir un derecho real.
El modo es hecho idóneo y apto para producir la adquisición del derecho.
Aun cuando la redacción del artículo 673 pareciera indicar lo contrario, la doctrina es
mayoritaria en considerar que esta enumeración de los modos de adquirir el dominio y
los derechos reales no es taxativa.
Los certificados de registro no constituyen prueba de dominio, ha dicho la
jurisprudencia, en sentencia de noviembre 12 de 1986 de la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación civil; el extracto es el siguiente:
"Los certificados expedidos por las oficinas de registro de instrumentos públicos, como
surge del artículo 54 del Decreto 1250 de 1970, son constancias sobre la situación
jurídica de los bienes sometidos a registro, "mediante la reproducción fiel y total de las
inscripciones respectivas." De manera que, si bien estos certificados son documentos
públicos, de conformidad con el artículo 262 del C. de P.C., su alcance probatorio, de
acuerdo con el 264 ibídem, se contrae a la fecha de su otorgamiento y a las
declaraciones que haga el funcionario que los autoriza.
Las declaraciones que hace el registrador se refiere a los documentos que se le
adujeron para su inscripción, pero en manera alguna prueban por sí solos el acto
jurídico causa de la adquisición del derecho sobre los bienes.
De manera que los certificados de registro y las copias de adjudicaciones en procesos
divisorios, expedidas éstas por los secretarios de la oficina judicial, no constituyen
título que demuestre el dominio o propiedad de bienes raíces.
Dichos documentos tienen el valor probatorio acerca de su otorgamiento, su fecha y
de las declaraciones que hace el funcionario que los expide, más no del acto jurídico o
contrato causa de la adquisición del derecho real.
La prueba de dominio de un bien raíz - ha dicho la Corte - está constituida por el título.
Cuando el demandante ha adquirido el bien por compra, su título de dominio no puede
ser otro que la copia auténtica de la escritura correspondiente, con la nota de registro
del caso.
El certificado del registrador que también debe allegarse como prueba al proceso
reivindicatorio, no suple aquella prueba, sino que se limita a demostrar que la
inscripción de la escritura está aún vigente; dicho en otras palabras, que el comprador
del bien todavía es dueño del mismo." (Corte Suprema de Justicia, Sala de casación
Civil, sentencia de noviembre 12 de 1986).
Bienes de la unión
El Título III del Libro 2º. del Código Civil estatuye las disposiciones relativas a los
bienes de la unión.
Es así como se postula el concepto de bienes nacionales de uso público en el artículo
674:
Se llaman bienes de la unión aquéllos cuyo dominio pertenece a la República.
Si además su uso pertenece a todos los habitantes de un territorio, como el de calles,
plazas, puentes y caminos se llaman bienes de la Unión de uso público o bienes
públicos del territorio.
Los bienes de la Unión cuyo uso no pertenece generalmente a los habitantes, se
llaman bienes de la Unión o bienes fiscales
Teorías sobre bienes de uso público
La jurisprudencia se ha pronunciado y precisado los límites y los alcances de las
teorías sobre bienes de uso público, en el siguiente extracto hacemos alusión al
pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia de la Sala de Casación Civil,
sentencia de junio 19 de 1968:
"Ciertamente acerca de la naturaleza y régimen de los bienes de uso público se han
formulado varias teorías que van desde la revaluada hace largo tiempo que los
considera como parte integrante del patrimonio del Estado y unidos a éste por vínculo
de dominio civil propiamente dicho, y con todos los atributos, facultades y
prerrogativas inherentes a éste, sólo que mientras tales bienes conserven su
destinación específica no pueden ser objeto de enajenaciones ni aún por parte de su
titular hasta llegar a la teoría diametralmente opuesta, bien acogida por el pensamiento
germano que no solamente los declara incomerciales, sino que escapan a todo
derecho subjetivo, son bienes unidos entre sí por su destinación y constituyen un
patrimonio autónomo, es decir, independiente de toda persona pública o privada y
respecto del cual el Estado, o sus órganos u otras entidades oficiales tienen una
función meramente tutelar en pro de los usuarios comunes.
En medio de la precitada antítesis se ubica la teoría más generalizada, a lo menos en
el pensamiento latino que inspirada en el tradicional concepto del patrimonio -
personalidad subordina jurídicamente los bienes de uso común a la potestad del
Estado o de las otras entidades públicas como son, entre nosotros, los departamentos
y los municipios.
Empero, esta vinculación no se asimila al dominio civil, sino que se mira como un
nexo, entre público y privado con características propias, que somete los bienes en
cuestión a la titularidad del Estado, pero que, más que prerrogativas o facultades de
aprovechamiento de los mismos, le impone a éste funciones de custodia, defensa y
administración.
Tal es, en líneas generales, el sentido de las expresiones dominio eminente y dominio
sui generis empleados para designar esta figura jurídica y distinguirla de la propiedad
civil o común.
Esta última variante doctrinal es la que mejor se acomoda al sistema latino de que
forma parte nuestro ordenamiento positivo y es la que acertadamente ha sustentado
nuestra jurisprudencia.
Ahora bien, ante la precitada concepción jurisprudencial es consecuente la tesis
expuesta por el sensor conforme a la cual la posesión común, tal como la define y
reglamenta nuestra legislación y que es proyección fáctica del clásico derecho de
propiedad, no corresponde a la situación en que se encuentra el Estado frente a los
bienes de uso público, como también lo es la afirmación de que una vez adscritos
éstos a esa destinación especial, ya no pueden ser objeto de acción reivindicatoria por
parte de los propietarios desposeídos, ni contra el Estado ni contra los municipios en
que se encuentren ubicados. La reivindicación in corpore se hace jurídicamente
imposible desde que los bienes se encuentren fuera del comercio jurídico.
Pero, estas tesis no se pueden llevar hasta el pretendido extremo de excluir de toda
tutela jurídica el derecho de dominio irreversiblemente vulnerado por la actuación
oficial que priva al dueño del aprovechamiento exclusivo de su bien y lo traslada a uso
común.
Sobre el particular conviene recordar lo expuesto por la Corte en casación de 29 de
septiembre de 1934."
En verdad, son bienes de la Unión todas las tierras que, estando situadas dentro de
los límites territoriales, carecen de otro dueño; esto entraña el dominio estatal sobre
tierras sin dueño: baldíos.
En cuanto a las construcciones de dominio privado, resulta viable plantear que los
puentes y caminos construidos a expensas de personas particulares, en tierras que les
pertenecen, no son bienes de la Unión, aunque los dueños permitan su uso y goce a
todos los habitantes de un territorio.
Lo mismo se extiende a cualesquiera otras construcciones hechas a expensas de
particulares y en sus tierras, aun cuando su uso sea público, por permiso del dueño.
La sola destinación o afectación de un inmueble de propiedad particular a un servicio
público, no es ni puede ser título suficiente a favor de la Nación y menos aún de los
particulares, que al gozar y usar tal servicio no ejercitan acto alguno de posesión
material.
Dominio sobre las aguas. Los ríos y todas las aguas que corren por cauces naturales
son bienes de la Unión, de uso público en los respectivos territorios.
Exceptúense las vertientes que nacen y mueren dentro de una misma heredad; su
propiedad, uso y goce pertenece a los dueños de las riberas, y pasan con éstos a los
herederos y demás sucesores de los dueños.
La nación se reserva el dominio y el uso de la fuerza hidráulica que puede
desarrollarse con aguas que le pertenecen según el artículo 677 del Código Civil, con
excepción de la que se destine al beneficio o explotación de predios o para mover
maquinarias destinadas exclusivamente al mismo objeto. Este aprovecha-miento
técnico de las aguas está estatuido en la Ley 113 de 1928, art. 3.
La moderna legislación sobre recursos naturales establece limitaciones al dominio
público de las aguas por razones ecológicas y de conservación ambiental. Sobre el
particular remito al lector a mi obra "Política y Legislación del Medio Ambiente en
Colombia", Ediciones Futuro, 1981, capítulo III.
Si la muerte puede obedecer a causas variadas, pero la condición del efecto jurídico
es el hecho predeterminado por la norma y no por sus causas, carece de validez
cualquiera duda en saber si sólo una o varias, en lugar de todas las causas que hagan
morir la vertiente en la misma heredad donde ha nacido, son hábiles en derecho para
que tales aguas al quedar sustraídas del dominio común ingresen al dominio privado.
En realidad, no varía la consecuencia jurídica cualquiera que sea en concreto el
motivo generador del fenómeno natural.
Como corolario se desprende que, si una corriente es de uso público por atravesar
diversas heredades, nunca habría título idóneo para que entre al dominio privado por
el mero hecho de que alguien llegue a ser dueño de todos aquellos predios, desde
luego que el ordenamiento no ha instituido ese modo de enajenar y adquirir los bienes
del Estado, así sean de uso público.
Uso y goce de bienes nacionales. El uso y goce que, para el tránsito, riego,
navegación y cualesquiera otros objetos lícitos, corresponden a los particulares en las
calles, plazas, puentes y caminos públicos, en ríos y lagos, y generalmente en todos
los bienes de la Unión de uso público, estarán sujetos a las disposiciones del código y
a las demás que sobre la materia contengan las leyes. (Art. 678).
Restricciones al uso y goce. Nadie podrá construir, sino por permiso especial de
autoridad competente, obra alguna sobre las calles, plazas, puentes, playas, terrenos
fiscales y demás lugares de propiedad de la Unión.
En cuanto a otras restricciones es viable anotar que las columnas, pilastras, gradas,
umbrales y cualesquiera otras construcciones que sirvan para la comodidad u ornato
de los edificios, o que hagan parte de ellos, no podrán ocupar ningún espacio, por
pequeño que sea, de la superficie de las calles, plazas, puentes caminos y demás
lugares de propiedad de la Unión
Sobre las obras que con permiso de la autoridad competente se construyan en sitios
de propiedad de la Unión, no tienen los particulares que han obtenido este permiso,
sino el uso y goce de ellas, y no la propiedad del suelo.
Abandonadas las obras o terminado el tiempo por el cual se concedió el permiso, se
restituyen ellas y el suelo, por ministerio de la ley, al uso y goce privativo de la Unión, o
al uso y goce general de los habitantes, según prescriba la autoridad soberana. Pero
no se entiende lo dicho si la propiedad del suelo ha sido concedida expresamente por
la Unión.
No se podrán sacar canales de los ríos para ningún objeto industrial o doméstico, sino
con arreglo a las leyes respectivas. (Ver Decreto 2811 de 1974 y Decreto 1541 de
1978, relativos a los recursos naturales y específicamente a las aguas. ).
Derechos adquiridos sobre las aguas: no obstante, lo prevenido en el Código Civil,
relativamente al dominio de la Unión sobre los ríos, lagos e islas, subsistirán en ellos
los derechos adquiridos por los particulares, de acuerdo con la legislación anterior.
La accesión
El Libro 2º. del Código Civil, en su Título V, dispone todo lo relativo a la figura de la
accesión, como un modo especial de adquirir el dominio de los bienes.
Es así como el concepto de accesión se desdibuja en los siguientes términos:
"La accesión es un modo de adquirir por el cual el dueño de una cosa pasa a serlo de
lo que ella produce o de lo que se junta a ella. Los productos de las cosas son frutos
naturales o civiles." (Art. 713).
"Este concepto es aceptable y comprende, en términos generales, todas las formas
posibles bajo las cuales se presenta el fenómeno, porque lo que una cosa produce es
algo que, siendo accesorio o secundario, se le agrega ya sea por virtud de fuerzas
internas naturales o bien por consecuencia de operaciones jurídicas, de donde nace la
distinción entre frutos naturales, que son los que la cosa produce conforme a lo que
ella es en sí de acuerdo con su naturaleza, como los pastos de los campos y frutos
civiles, que son los que se obtienen de las cosas mediante actos jurídicos como los
cánones de arrenda-miento de una casa. En forma muy clara se halla regulado lo
referente a la adquisición de los frutos, en los artículos 714 a 718 del Código
Civil." (Barragán, Alfonso. Derechos Reales, Editorial Temis, Bogotá, pág . 401)
Accesiones de frutos. Se llaman frutos naturales los que da la naturaleza ayudada o
no de la industria humana.
La situación de los frutos naturales es la siguiente: los frutos naturales se llaman
pendientes mientras que adhieran todavía a la cosa que los produce, como las plantas
que están arraigadas al suelo, o los productos de las plantas mientras no han sido
separados de ellas.
Frutos naturales percibidos, son los que han sido separados de la cosa productiva,
como las maderas cortadas, las frutas y granos cosechados, etc., y se dicen
consumidos cuando se han consumido verdaderamente, o se han enajenado.
Dominio sobre frutos naturales. Los frutos naturales de una cosa pertenecen al dueño
de ella; sin perjuicio de los derechos constituidos por las leyes, o por un hecho del
hombre, al poseedor de buena fe, al usufructuario, al arrendatario.
Así, los vegetales que la tierra produce espontáneamente o por el cultivo, y las frutas,
semillas y demás productos de los vegetales, pertenecen al dueño de la tierra.
Así también las pieles, lana, astas, leche, cría y demás productos de los animales,
pertenecen al dueño de éstos.
Frutos civiles. Se llaman frutos civiles los precios, pensiones o cánones de
arrendamiento o censo, y los intereses de capitales exigibles o impuestos.
Los frutos civiles se llaman pendientes mientras se deben; y percibidos desde que se
cobran.
Dominio sobre frutos civiles. Los frutos civiles pertenecen también al dueño de la cosa
de que provienen, de la misma manera y con la misma limitación que los naturales.
Accesiones al suelo. El capítulo II del Título V del libro 2º. del Código Civil las
contempla.
Empecemos por mencionar la definición de aluvión contenida en la normatividad.
Se llama aluvión el aumento que recibe la ribera de un río o lago por el lento e
imperceptible retiro de las aguas.
El terreno de aluvión accede a las heredades riberanas, dentro de sus respectivas
líneas de demarcación, prolongadas directamente hasta el agua; pero en puertos
habilitados pertenecerá a la Unión.
La Tradición
La Posesión
El Código Civil en su Libro 2º. Título VII consagra las normas concernientes a la
posesión.
El artículo 762 trae el concepto de posesión, en los siguientes términos:
"La posesión es la tenencia de una cosa determinada con ánimo de señor o dueño,
sea que el dueño o el que se da por tal tenga la cosa por sí mismo, o por otra persona
que la tenga en lugar y a nombre de él.
El poseedor es reputado dueño, mientras otra persona no justifique serlo."
La definición de posesión de nuestro código sigue la concepción subjetiva de Savigny,
que además considera aquélla como un hecho.
La tendencia objetiva, definida, entre otros, por Ihering y Saleilles, considera que la
posesión es un derecho, y la define como el poder o señorío que el hombre ejerce de
una manera independiente sobre las cosas, con el fin de utilizarlas económicamente.
Resulta procedente considerar la posesión como un estado de hecho protegido por el
derecho.
Caracteres generales de la posesión. "En términos generales, lo que caracteriza hoy la
teoría de la posesión es su relación con la moderna teoría, más amplia y comprensiva,
denominada de la apariencia jurídica, la cual fue elaborada y desarrollada por juristas
alemanes. Esta teoría se desenvuelve alrededor del siguiente postulado:
Hay algunas relaciones de hecho que sustituyen a relaciones de derecho, y a las
cuales es necesario, conveniente y lícito reconocerles ciertos efectos jurídicos para la
seguridad del tráfico jurídico." (Barragán. M. Alfonso. Derechos Reales, Editorial
Temis, Bogotá, pág. 263).
Presunción de la posesión. "El art. 762 del Código Civil no puede interpretarse en
forma absoluta, y en cuanto a la presunción allí establecida es de carácter legal, es
decir, admite prueba en contrario para desvirtuarla. Por ello el inciso 2º. deja a salvo
los derechos del verdadero dueño, para que los pueda hacer efectivos mediante los
medios procesales respectivos." (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil,
sentencia de junio 23 de 1958).
Posesión por varios títulos. Se puede poseer una cosa por varios títulos.
Clases de posesión. La posesión puede ser regular o irregular.
Se llama posesión regular la que procede de justo título y ha sido adquirida de buena
fe, aunque la buena fe no subsista después de adquirida la posesión.
Se puede ser, por consiguiente, poseedor regular y poseedor de mala fe, como
viceversa, el poseedor de buena fe puede ser poseedor irregular.
Si el título es traslaticio de dominio, es también necesaria la tradición.
La posesión de una cosa, a ciencia y paciencia del que se obligó a entregarla, hará
presumir la tradición; a menos que ésta haya debido efectuarse por la inscripción del
título.
Justo título. El justo título es constitutivo o traslaticio de dominio.
Son constitutivos de dominio la ocupación, la accesión y la prescripción.
Son traslaticios de dominio los que por su naturaleza sirven para trasferirlo, como la
venta, la permuta, la donación entre vivos.
Pertenecen a esta clase las sentencias de adjudicación en juicios divisorios y los actos
legales de partición.
Las sentencias judiciales sobre derechos litigiosos no forman nuevo título para
legitimar la posesión.
Las transacciones en cuanto se limitan a reconocer o declarar derechos preexistentes
no forman nuevo título; pero en cuanto transfieren la propiedad de un objeto no
disputado, constituyen un título nuevo.
"En amplia acepción, por justo título se entiende la causa que conforme a derecho
permite integrar la adquisición del dominio, de manera originaria o derivativa.
Así, es justo título la ocupación o la accesión, como la venta o la prescripción, que
cuando tiene categoría extraordinaria, constituye el dominio sin necesidad de otro
título.
Por ello también, para que sea justo, se exige que si el título es traslaticio de dominio
se realice y ejecute por la tradición del objeto." (Corte Suprema de Justicia, Sala de
Casación Civil, sentencia de febrero 27 de 1982).
Título sin la calidad de justo. No es justo título:
1. El falsificado, esto es, no otorgado realmente por la persona que se pretende.
2. El conferido por una persona en calidad de mandatario o representante legal de
otra, sin serlo.
3. El que adolece de un vicio de nulidad, como la enajenación, que debiendo ser
autorizada por un representante legal o por decreto judicial, no lo ha sido.
4. El meramente putativo, como el del heredero aparente que no es en realidad
heredero; el del legatario, cuyo legado ha sido revocado por un acto testamentario
posterior, etc.
Sin embargo, al heredero putativo a quien por decreto judicial se haya dado la
posesión efectiva, servirá de justo título el decreto; como al legatario putativo el
correspondiente acto testamentario, que haya sido judicialmente reconocido.
Validación del título. La validación del título que en su principio fue nulo, efectuada por
la ratificación, o por otro medio legal, se retrotrae a la fecha en que fue conferido el
título.
Buena fe en la posesión. La buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio
de la cosa por medios legítimos, exentos de fraudes y de todo otro vicio.
Así en los títulos traslaticios de dominio, la buena fe supone la persuasión de haberse
recibido la cosa de quien tenía la facultad de enajenarla y de no haber habido fraude ni
otro vicio en el acto o contrato.
Un justo error en materia de hecho, no se opone a la buena fe.
Pero el error, en materia de derecho, constituye una presunción de mala fe, que no
admite prueba en contrario.
"La posesión de buena fe encuentra por fundamento el error. Si el dueño ejerce en
plano de libertad social su derecho sobre el objeto que le pertenece, no habrá cuestión
sobre su estado posesorio; se contempla la paz jurídica en que el hecho económico es
adecuada manifestación del dominio.
Si quien ejecuta actos de dueño sabe muy bien que el objeto no le pertenece y sin
embargo se da por tal, ningún error sufre su entendimiento; es apenas poseedor de
mala fe.
Mas si alguien tiene el convencimiento honesto e íntimo de ser dueño del objeto que
disfruta, y en realidad pertenece a otro, está equivocado ciertamente, pero su posesión
es de buena fe.
Tuvo la conciencia de haber adquirido el dominio por medios legítimos, exentos de
fraude y todo otro vicio. El derecho no está fundamentado en el error, pero sus normas
no desconocen la falibilidad de la condición humana, ni olvida nunca proteger la
honestidad en el vivir. Un justo yerro de hecho no se opone y antes bien explica la
buena fe que el legislador presume para la progresiva cristalización de la
cultura." (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de diciembre
16 de 1959).
Así las cosas, la buena fe se presume, excepto en los casos en que la ley establece la
presunción contraria.
En todos los otros, la mala fe deberá probarse.
Posesión irregular. Es la que carece de uno o más de los requisitos señalados en el
artículo 764 del Código Civil.
Son posesiones viciosas la violenta y la clandestina.
Son estas últimas las llamadas posesiones inútiles en atención a que en ningún caso
pueden conducir a ganar el dominio por prescripción, según indican los artículos 2528
y 2531 del Código Civil, que exigen, como requerimiento para usucapir, la existencia
de posesión regular o irregular, pero en ningún caso violenta o clandestina.
Posesión violenta. Es la que se adquiere por la fuerza. La fuerza puede ser actual o
inminente.
Mera tenencia. Se llama mera tenencia la que se ejerce sobre una cosa, no como
dueño, sino en lugar o a nombre del dueño. El acreedor prendario, el secuestre, el
usufructuario, el usuario, el que tiene derecho de habitación, son meros tenedores de
la cosa empeñada, secuestrada o cuyo usufructo, uso o habitación les pertenece.
Lo dicho se aplica generalmente a todo el que tiene una cosa reconociendo dominio
ajeno.
Posesión y tenencia. "Si se compara el contenido de los artículos 775 y 787 del
Código Civil, claramente se concluye la diferencia entre la mera tenencia y la
posesión, cuestión que descansa en el ánimo de dueño, ausente en la tenencia e
indispensable en la posesión.
El ánimo de dueño, decide si se trata de posesión o de tenencia. Aquí cabe recordar lo
dicho por la Corte, en relación con quien ocupa, pero niega tener ese ánimo.
El problema consiste, en el orden teórico, en diferenciar la posesión de la tenencia y,
en lo práctico, dadas las manifestaciones exteriores de la relación posesoria,
determinar de qué depende que haya posesión o tenencia. El animus es cuestión de
fuero interno del individuo y si con afirmar que no lo tiene, pudiera matarse la acción
reivindicatoria, no obstante, la prueba de la posesión, la acción de dominio sería
ilusoria. De donde resulta que definir si el demandado es poseedor o tenedor es una
cuestión de hecho." (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de
mayo 29 de 1963).
Posesión de cosas incorporales. La posesión de las cosas incorporales es susceptible
de las mismas calidades y vicios que la posesión de una cosa corporal.
Inmutabilidad de la mera tenencia. El simple lapso de tiempo no muda la mera
tenencia en posesión.
Suma de posesiones. Sea que se suceda a título universal o singular, la posesión del
sucesor principia en él; a menos que quiera añadir la de su antecesor a la suya; pero
en tal caso se la apropia con sus calidades y vicios.
Podrá agregarse, en los mismos términos, a la posesión propia la de una serie no
interrumpida de antecesores.
Posesión pro indiviso. Cada uno de los partícipes de una cosa que se poseía pro
indiviso, se entenderá haber poseído exclusivamente la parte que por la división le
cupiere, durante todo el tiempo que duró la indivisión.
Podrá, pues, añadir este tiempo al de su posesión exclusiva y las enajenaciones que
haya hecho por sí solo de la cosa común, y los derechos reales con que la haya
gravado, subsistirán sobre dicha parte si hubiere sido comprendida en la enajenación
o gravamen.
El Capítulo II del Título VIII del Libro 2º. del Código Civil, regula lo concerniente a los
modos de adquirir y perder la posesión.
Respecto a la adquisición de la posesión, el artículo 782 del C.C., estatuye:
Si una persona toma la posesión de una cosa, en lugar o a nombre de otra de quien es
mandatario o representante legal, la posesión del mandante o representado principia
en el mismo acto, aún sin su conocimiento.
Si el que toma la posesión a nombre de otra persona, no es su mandatario ni
representante, no poseerá ésta sino en virtud de su conocimiento y aceptación; pero
se retrotraerá su posesión al momento en que fue tomada a su nombre.
Posesión inscrita. Si la cosa es de aquéllas cuya tradición deba hacerse por
inscripción en el registro de instrumentos públicos, nadie podrá adquirir la posesión de
ellas, sino por este medio.
Acciones posesorias
Art. 960.- Las acciones posesorias tienen por objeto conservar o recuperar la posesión
de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos.
El art. 747 del Código Civil, textualmente manifiesta “El dominio puede ser limitado:1.
Por haber de pasar a otra persona, en virtud de una condición; 2. Por el gravamen de
un usufructo, uso o habitación, a que una persona tenga derecho en las cosas que
pertenecen a otra; 3. Por la constitución del patrimonio familiar; y, 4. Por las
servidumbres.”
Se llama propiedad fiduciaria la que está sujeta al gravamen de pasar a otra persona
por el hecho de verificarse una condición.
La constitución de la propiedad fiduciaria se llama fideicomiso.
Este nombre se da también a la cosa constituida en propiedad fiduciaria.
La traslación de la propiedad a la persona en cuyo favor se ha constituido el
fideicomiso, se llama restitución.
Fideicomiso. "No puede sostenerse tampoco que en el fideicomiso el fiduciario debe
ser único dueño mientras pende la condición, puesto que pueden coexistir sobre un
mismo cuerpo cierto dos calidades: la de dueño absoluto, de una cuota, y la de
fiduciario, en otra, según enseña el art. 812, por donde se ve más aún de bulto que el
nudo propietario puede enajenar la cosa que le ha sido dada en fideicomiso, para lo
cual está autorizado por el art. 810 del Código Civil, y no tiene más valla que impida la
transmisibilidad de ese derecho sino cuando el día fijado para la restitución es la
muerte del fiduciario; entonces no podrá transmitir por testamento el bien que tiene en
fiducia.
El fideicomiso puede constituirse sobre la nuda propiedad." (Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de agosto 17 de 1944).
No puede constituirse fideicomiso sino sobre la totalidad de una herencia o sobre una
cuota determinada de ella, o sobre uno o más cuerpos ciertos.
Los fideicomisos no pueden constituirse sino por acto entre vivos otorgado en
instrumento público, o por acto testamentario.
La constitución de todo fideicomiso que comprenda o afecte un inmueble, deberá
inscribirse en el competente registro.
Una misma propiedad puede constituirse a la vez en usufructo a favor de una persona,
y en fideicomiso a favor de otra.
El fideicomisario puede ser persona que al tiempo de deferirse la propiedad fiduciaria
no existe, pero se espera que exista.
El fideicomiso supone siempre la condición expresa o tácita de existir el fideicomisario
o su sustituto, a la época de la restitución.
A esta condición de existencia, pueden agregarse otras copulativa o disyuntivamente.
Las disposiciones a día que no equivalgan a condición, según las reglas del título de
las asignaciones testamentarias, capítulo 3º., no constituye fideicomiso.
El que constituye fideicomiso puede nombrar no sólo uno sino dos o más fiduciarios y
dos o más fideicomisarios.
El constituyente puede dar al fideicomisario los sustitutos que quiera para el caso de
que deje de existir antes de la restitución, por fallecimiento u otra causa.
Estas sustituciones pueden ser de diferentes grados, sustituyéndose una persona al
fideicomisario nombrado en primer lugar, otra el primer sustituto, otra al segundo, etc.
No se reconocerán otros sustitutos que los designados expresamente en el respectivo
acto entre vivos o testamento.
Se prohíbe constituir dos o más fideicomisos sucesivos, de manera que restituido el
fideicomiso a una persona, lo adquiera ésta con el gravamen de restituirlo
eventualmente a otra.
Si de hecho se constituyeren, adquirido el fideicomiso por uno de los fideicomisarios
nombrados, se extinguirá para siempre la expectativa de los otros.
Si se nombran uno o más fideicomisarios de primer grado, y cuya existencia haya de
aguardarse en conformidad al artículo 798, se restituirá la totalidad del fideicomiso, en
el debido tiempo, a los fideicomisarios que existan, y los otros entrarán al goce de él a
medida que se cumpla, respecto de cada uno, la condición impuesta. Pero expirado el
plazo prefijado en el artículo 800, no se dará lugar a ningún otro fideicomisario.
Cuando en la constitución del fideicomiso no se designe expresamente el fiduciario, o
cuando falte por cualquier causa el fiduciario designado, estando todavía pendiente la
condición, gozará fiduciariamente de la propiedad el mismo constituyente, si viviere, o
sus herederos.
Derechos del fideicomisario. El fideicomisario, mientras pende la condición, no tiene
derecho ninguno sobre el fideicomiso, sino la simple expectativa de adquirirlo.
Podrá, sin embargo, impetrar las providencias conservatorias que le con-vengan, si la
propiedad pareciere peligrar o deteriorarse en manos del fiduciario.
Tendrán el mismo derecho los ascendientes legítimos del fideicomisario que todavía
no existe y cuya existencia se espera, y los personeros o represen-tantes de las
corporaciones y fundaciones interesadas.
El fideicomisario que fallece antes de la restitución, no trasmite por testamento o
abintestato derecho alguno sobre el fideicomiso, ni aún la simple expectativa que pasa
ipso jure al sustituto o sustitutos designados por el constituyente, si los hubiere.
Extinción del fideicomiso. El fideicomiso se extingue:
1. Por la restitución.
2. Por la resolución del derecho de su autor, como cuando se ha constituido el
fideicomiso sobre una cosa que se ha comprado con pacto de retrovendendo, y se
verifica la retroventa.
3. Por destrucción de la cosa en que está constituido, conforme lo prevenido respecto
al usufructo.
4. Por la renuncia del fideicomisario antes del día de la restitución, sin perjuicio de los
derechos de los sustitutos.
5. Por faltar la condición o no haberse cumplido en tiempo hábil.
6. Por confundirse la calidad de único fideicomisario con la de único fiduciario.
Derecho de usufructo
Concepto.- El Derecho de usufructo es un derecho real que consiste en la facultad de
gozar de una cosa con cargo de conservar su forma y sustancia, y de restituirla a su
dueño, si la cosa no es fungible; o con cargo de volver igual cantidad y calidad del
mismo género o de pagar su valor, si la cosa es fungible.
Las normas relativas al Derecho de Usufructo están contenidas en el Título IX del
Libro segundo del Código Civil.
Nos resulta viable analizar lo siguiente: que el usufructo sobre cosas consumibles es
llamado por la doctrina usufructo impropio o anormal, ya que en este caso no se puede
cumplir con la obligación de conservar la forma y sustancia de la cosa.
A esta figura el Derecho Romano lo llamó quasi usus fructus. El cuasi usufructuario
adquiere el dominio de las cosas y queda obligado a la restitu-ción de otras del mismo
género y calidad. No es, por lo tanto, propiamente un usufructuario, sino más bien un
propietario de las cosas.
Las diferencias entre el cuasi usufructo y el mutuo o préstamos de consumo son sólo
accidentales o de forma, ya que en el fondo estas dos figuras son jurídicamente
iguales.
Las diferencias radican en la forma de constitución de uno y otro, en la caución e
inventario a que está obligado el cuasi usufructuario y en las causales de extinción.
Características.- El usufructo supone necesariamente dos derechos coexis-tentes: el
del nudo propietario, y el del usufructuario. Tiene, por consiguiente, una duración
limitada, al cabo de la cual pasa al nudo propietario y se consolida con la propiedad.
Formas de constitución del usufructo.- El derecho de usufructo se puede constituir de
varios modos:
1. Por la ley, como el del padre de familia, sobre ciertos bienes del hijo.
2. Por testamento.
3. Por donación, venta u otro acto entre vivos.
4. Se puede también adquirir un usufructo por prescripción
El único usufructo legal en nuestro sistema es el que consagran los arts. 291 y
siguientes del Código Civil, el cual presenta ciertas características que lo diferencian
fundamentalmente del usufructo ordinario.
Los padres no gozan del derecho de persecución respecto de las cosas sobre las
cuales recae su derecho de usufructo. El usufructo de los padres es personalísimo, no
puede enajenarse, renunciarse ni embargarse; no están obligados los padres al
inventario y caución. El usufructo de los padres termina con la emancipación del hijo.
Usufructo solemne.- El usufructo que haya de recaer sobre inmuebles por acto entre
vivos, no valdrá si no se otorgare por instrumento público inscrito.
Modalidades en el usufructo.- Se prohibe constituir usufructo alguno bajo una
condición o un plazo cualquiera que suspenda su ejercicio. Si de hecho se
constituyere no tendrá valor alguno.
En el Título X del Libro segundo del Código Civil, se estatuye todo lo relativo a los
Derechos de Uso y habitación.
Concepto.- El derecho de uso es derecho real que consiste, generalmente, en la
facultad de gozar de una parte limitada de las utilidades y productos de una cosa.
Si se refiere a una casa, y a la utilidad de morar en ella, se llama derecho de
habitación.
Los derechos de uso y habitación se constituyen y pierden de la misma manera que el
usufructo. Ni el usuario ni el habitador estarán obligados a prestar caución. Pero el
habitador es obligado a inventario; y la misma obligación se extenderá al usuario, si el
uso se constituye sobre cosas que deban restituirse en especie.
La extensión en que se concede el derecho de uso o de habitación, se determina por
el título que lo constituye, y a falta de esta determinación en el título, se regla por el
Código Civil.
Beneficiarios.- El uso y la habitación se limitan a las necesidades personales del
usuario o del habitador. En las necesidades personales del usuario o del habitador se
comprenden las de su familia.
La familia comprende la mujer y los hijos; tanto los que existen al momento de la
constitución, como los que sobrevienen después, y esto aun cuando el usuario o
habitador no esté casado ni haya reconocido hijo alguno a la fecha de la constitución.
Comprende, asimismo, el número de sirvientes necesarios para la familia, además, las
personas que, a la misma fecha, vivan con el habitador o usuario, y a costa de éstos; y
las personas a quienes estos deben alimentos.
Derechos del usuario.- El usuario de una heredad tiene solamente derecho a los
objetos comunes de alimentación y combustible, no a los de una calidad superior; y
está obligado a recibirlos del dueño, o a tomarlos con su permiso.
Responsabilidad de los titulares.- El usuario y el habitador deben usuar de los objetos
comprendidos en sus respectivos derechos con la moderación y cuidado propios de un
buen padre de familia; y están obligados a contribuír a las expensas ordinarias de
conservación y cultivo, a prorrata del beneficio que reporten.
Esta última obligación no se extiende al uso o la habitación que se dan caritativamente
a las personas necesitadas.
Intrasmisibilidad. Los derechos de uso y habitación son intrasmisibles a los herederos,
y no pueden cederse a ningún título, ni prestarse ni arrendarse. Ni el usuario ni el
habitador pueden arrendar, prestar o enajenar objeto alguno de aquéllos a que se
extiende el ejercicio de su derecho. Pero bien pueden dar los frutos que les es lícito
consumir en sus necesidades personales.
La jurisprudencia eventualmente se ha pronunciado sobre el derecho de habitación; es
de mencionar la sentencia del 18 de octubre de 1962 de la Corte Suprema de Justicia,
Sala de Casación Civil.
Servidumbres
La regulación de las servidumbres se encuentra contemplada en el Título XI del Libro
segundo del Código Civil.
Concepto.- El artículo 879 del Código Civil trae el concepto de servidumbre en los
siguientes términos:
Servidumbre predial o simplemente servidumbre, es un gravamen impuesto sobre un
predio, en utilidad de otro predio de distinto dueño.
En los procesos sobre servidumbres deberá citarse, de oficio, o a petición de parte, a
las personas que tengan derechos reales principales sobre los predios dominante y
sirviente, de acuerdo con el certificado del registrador de instrumentos públicos, que se
acompañará a la demanda.
No se puede, por consiguiente, dirigir un albañal o acequia sobre el predio vecino, sino
se ha constituido esta servidumbre especial. En el predio servil no se puede hacer
cosa alguna que estorbe la servidumbre natural, ni el predio dominante, que la grave.
Uso de las aguas.- El dueño de una heredad puede hacer, de las aguas que corren
naturalmente por ella, aunque no sean de su dominio privado, el uso conveniente para
los menesteres domésticos, para el riego de la misma heredad, para dar movimiento a
sus molinos u otras máquinas, y abrevar sus animales.
Pero, aunque el dueño pueda servirse de dichas aguas, deberá hacer volver el
sobrante al acostumbrado cauce a la salida del fundo.
Servidumbres legales.- Concepto: las servidumbres legales son relativas al uso
público, o a la utilidad de los particulares.
Las servidumbres legales, relativas al uso público son: el uso de las riberas en cuanto
sea necesario para la navegación o flote.
Y las demás determinadas por las leyes respectivas.
Servidumbres voluntarias.- Constitución: cada cual podrá sujetar su predio a las
servidumbres que quiera, y adquirirlas sobre los predios vecinos, con la voluntad de
sus dueños, con tal de que no se dañe con ellas al orden público, ni se contravengan
las leyes. Las servidumbres de esta especie pueden también adquirirse por sentencia.