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SINTESIS

LECTURAS:
LA DIRECCIÓN UNA ETICA DE PALABRA - ALAIN CHANLAT Y RENÉE BÉDARD
EL HABLA EN LA VIDA EMPRESARIAL: HECHOS Y PERJUICIOS - OMAR AKTOUF

Chanlat y Bédard (1995) afirman que la esencia de la función del dirigente es involucrarse en intercambios
verbales con los diferentes agentes sean superiores, empleados, colegas, etc., quienes hacen parte de la
organización. De allí que los autores indiquen "el uso de la palabra se convierte en el instrumento de gestión
por excelencia y en el medio privilegiado para entrar en relación con los demás y obtener resultados de ese
intercambio" (Chanlat y Bédard, 1995:1). No obstante, siendo el intercambio verbal una forma de relacionarse,
implica entonces la posibilidad de que se presenten conflictos y/o tensiones "psíquicas" que generan en el
dirigente y en los demás actores una serie de sentimientos por fuera del ámbito profesional, los cuales,
considerados como problemas de las relaciones humanas, pueden ser resueltos bajo el enfoque teórico
administrativo siempre y cuando la empresa se desligue del paradigma de racionalidad económica. Todo esto
conlleva a que deba realizarse un examen del uso de la palabra por parte del hombre.

Los autores apoyan que la diferencia entre hombre y animal se encuentra en el lenguaje, que le permite
representar la realidad a través de un sistema de signos, logrando de esta forma la posesión y transformación
del mundo. Los autores señalan que la palabra es parte constitutiva del sujeto, porque construye su existencia
personal, es una acción de reconocimiento e identidad social, a partir de lo que los demás dicen del sujeto. Por
otra parte, los signos son la expresión del pensamiento y son requisito para la reflexión, por ello los autores
hablan de una relación mutua entre lenguaje y pensamiento.

El lenguaje es un acto de creación de sentido, porque tras cada frase existen múltiples posibilidades de
interpretación, que enriquecen el sentido a medida que la elección y organización de los elementos para
expresar el sentimiento sean las más adecuadas conforme a la situación. Por lo tanto, la lengua se encuentra
restringida por los límites para crear sentido que se asocian a la elección, y su influencia sobre la realidad que
se percibe. El lenguaje cumple entonces la función de identificación del sujeto, reconocimiento, percepción de
la realidad. El psicoanálisis ha contribuido en la definición de la "palabra consciente" que permite descubrir el
otro que se esconde en cada hombre; el diálogo representa las posibilidades de influir en las actitudes y
comportamientos de otros, es algo "constitutivo del ser", que conducen al autodescubrimiento y conocimiento
de la verdad y a las implicaciones éticas de la palabra. La ética de la palabra posee algunas dimensiones: la
primera de ellas está relacionada con su poder para exigir la verdad, y la segunda, se encuentra ligada con la
violencia que puede provocar tras el incumplimiento por parte de la autoridad de la palabra "empeñada" que
representa la adquisición de un compromiso sobre el otro, cuyo incumplimiento puede derivar efectos
fisiológicos tales como el sufrimiento psíquico tras la frustración, que acelera la vulnerabilidad del sujeto frente
a las amenazas exteriores, exponiéndolo a otro tipo de alteraciones de su sistema fisiológico como las
enfermedades.

Chanlat y Bédard (1995), tras describir las implicaciones del diálogo, examinan el uso de la palabra en el mundo
del trabajo, en especial, estudian los obstáculos provenientes por su uso: la ideología gerencial y los valores
que transmite, la lengua de la administración, las jergas especializadas y la estructura burocrática.
La ideología gerencial considera que todo problema debe ser considerado en términos de la racionalidad
económica, que busca eficacia desconociendo la importancia del desempeño y el rendimiento; de allí la
importancia de los conceptos de autoridad, orden y disciplina dentro del discurso del directivo, que se
convierten en fundamento de su gestión. Esta posición origina una ausencia de conversaciones entre
empleados, porque va en contravía de la racionalidad económica (pérdida de tiempo).
La lengua administrativa implica la comunicación verbal a través de un lenguaje administrativo que unifica los
principios y leyes sobre los que se basan los miembros de una organización. Aktouf (1980) se enfoca en
estudiar este problema de la importancia del habla en el ámbito laboral dentro del contexto administrativo,
manifestando que los lenguajes que adoptan los diferentes grupos de una organización son la expresión del
sentido que le otorgan tanto a sus funciones como a las funciones de los demás, que a su vez determina su
relación con los otros. Este lenguaje es diferente en la autoridad y en los obreros, los primeros utilizan una
forma de hablar que pretende demostrar su superioridad con respecto a los obreros, manifestada en el poder y
en el uso de términos propios de sus responsabilidades gerenciales, que limitan el diálogo con los obreros. Por
otro lado están los obreros, cuyo lenguaje no tiene estilo particular. El papel del habla en la fábrica
representado en la ausencia de diálogo, según Aktouf (1980) gira alrededor de las aspiraciones del obrero por
ascender al rol del superior; mientras que quienes más hablan por lo regular son aquellos que ocupan puestos
no representativos. Esta diferencia de lenguaje de dirigentes y obreros demuestra la división del sistema
jerárquico y se encuentra limitado por la posición que ocupa en la fábrica, incluso una forma de violencia que
surge a través de la palabra se presenta cuando los miembros de la jerarquía solo se dirigen a los empleados
cuando hay un problema, de lo contrario se presenta una negación del obrero como persona, y el no diálogo se
encuentra relacionado con la persecución de la rentabilidad, mientras que el habla es una herramienta de
poder que destruye las posibilidades de diálogo.

Siguiendo con los obstáculos del uso del diálogo presentados por Chanlat y Bédard (1995), la jerga
especializada facilita la comunicación dentro de cada especialidad pero a su vez esta particularidad dificulta la
comprensión entre dichas especialidades. La estructura burocrática incentiva los conflictos de los empleados
frente a la autoridad, recurriendo a ciertos mecanismos de respuesta que conllevan a los efectos del sistema
fisiológico.

Por su parte, el diálogo en el medio laboral puede facilitarse si existe un sistema de valores que establezca la
igualdad de derechos; o a través de la formación de grupos informales dentro de la organización y las prácticas
de gestión que contienen un sentido humano.

Finalmente, el estudio de la palabra según Chanlat y Bédard (1995) revela que a pesar de la búsqueda de
mayor rentabilidad en una organización, ésta no se logra a través de la restricción de la comunicación, dado
que esta ocasiona una serie de factores que desperdician tiempo y recursos que podrían ser utilizados para tal
fin optimizador.

Considero que las dos lecturas de Chanlat y Bérdard (1995) y Aktouf (1980) coinciden en tratar de poner en
evidencia la importancia del lenguaje en el mundo de las organizaciones. El lenguaje cumple el rol de construir
representaciones del mundo, sin embargo sus limitaciones dentro de las organizaciones, sobre todo en
aquellas de tipo industrial, desconoce su parte fundamental en el establecimiento de los vínculos dentro de la
organización, esto debido a la concepción de la organización dentro del paradigma de la racionalidad
económica. Este carácter lingüístico de las organizaciones es percibido como vital, si se considera a la
organización como un fenómeno social. Si definimos la organización como un sistema social, entonces toda
esa cultura que define la identidad organizacional se hace visible a través del lenguaje.

Las dos lecturas realizadas permiten comprender la importancia del lenguaje no solo como factor diferenciador
del hombre frente al animal, sino también como medio de comunicación en las organizaciones, sin embargo
dicha cualidad del hombre, se ha visto degradada por los fines mercantilistas que se sobreponen en la mayoría
de las organizaciones, y que cada vez restringen la comunicación entre los diferentes miembros de la
organización y marcan la división jerárquica. Por otra parte, esta restricción del diálogo incrementa la violencia
en las organizaciones, en primer lugar porque la autoridad utiliza la palabra solo para llamar la atención de los
empleados por cierto problema presentado, creando una barrera entre ambos grupos, que en lugar de
beneficiar esa búsqueda de rentabilidad, genera mayores costos y limita la productividad. La mayoría de los
conflictos y la ineficiencia laboral, parten de este déficit de comunicación que afecta desde los costos de
producción de una organización, hasta la atención al cliente, además de perder las oportunidades de innovar.
Si las organizaciones, y específicamente los dirigentes buscan cumplir las funciones de dirección, planificación,
organización, dirección y control, esto se cumplen por medio de la comunicación.

Sobre este tema de limitantes en el habla dentro de las organizaciones es importante referenciar a
Roethlisberger (1965) en su libro Management and Morale, quien expone la importancia de la cooperación en
las organizaciones, afirmando que la complejidad de los problemas actuales hace parte de los problemas
humanos, que por lo tanto, deben ser resueltos con soluciones humanas en lugar de otro tipo de herramientas.

Si se habla en términos de la organización moderna, la comunicación se convierte en un eje fundamental para


la supervivencia de la empresa, porque permite la comprensión por todos los miembros de la organización de
la misión, visión, cultura organizacional, objetivos, estrategias, y favorece la planificación, y dirección de las
actividades, generando motivación sobre todos los empleados que ocasiona el funcionamiento normal de la
empresa, donde los flujos de información van a permitir que se establezcan políticas de mejoramiento, que
redunden en oportunidades de innovación y optimización de recursos que conducen a la búsqueda de
rentabilidad. Esto implica que la comunicación en las organizaciones debe ser bidireccional, es decir que debe
existir diálogo entre directivos y empleados si lo que se busca es un transferencia de conocimiento. Considero
que para establecer este tipo de comunicación es necesario un cambio de mentalidad por parte de los
directivos que deben asumir la importancia de la comunicación interna, y por lo tanto, el directivo debe abrir
esos espacios de comunicación, eliminar la barrera, atreverse a hablar a su público "empleados", y también a
escucharlos.

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