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“TRABAJO”

 “Estados de excepción”

 “Constitución Colombiana”
Semestre: 1° - Grupo 4.

Estudiante

Miguel Angel Tovar Tirado

Docente

Marcio Melgosa Torrado.

UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO


FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS
PROGRAMA DE CONTADURÍA PÚBLICA
BARRANQUILLA
2021
Estados de excepción en la constitución colombiana
A partir de un análisis jurídico en torno a la regulación de los estados de excepción en el
ordenamiento jurídico colombiano, y de las valoraciones realizadas por parte de la Corte
Constitucional, este texto tiene como objetivo abordar el estudio de cada uno de los
estados de excepción: estado de guerra exterior (art. 212 C. P.), estado de conmoción
interior (art. 213 C. P.), y estado de emergencia económica, social y ecológica (art. 215 C.
P.), junto al estudio de los antecedentes de los estados de excepción de la constitución
colombiana, definiendo claramente la naturaleza, los límites, y los presupuestos de cada
uno.
Antecedentes: Durante el siglo XIX, en nuestro país, las diversas constituciones
expedidas se refirieron en distintas disposiciones a situaciones de anormalidad jurídica,
las cuales enunciamos:

• En la Constitución de 1821, se estableció que en situaciones de conmoción interior


a mano armada que amenace la seguridad del Estado o por una invasión exterior
y repentina, con previo acuerdo del Congreso Nacional, el Presidente puede dictar
medidas extraordinarias que no estuvieran comprendidas dentro de sus
atribuciones ordinarias; y en caso de no estar sesionando el órgano legislativo
asume las citadas facultades directamente con la obligación de convocarlo en
forma inmediata; tales atribuciones estaban limitadas a los lugares y tiempo
necesarios. (Art. 128)
• La Constitución formal de 1830 no contiene ninguna disposición expresa con
respecto a situaciones de anormalidad jurídico-institucional.
• Después de la disolución de la mal llamada Gran Colombia (cuya denominación
real fue República de Colombia), que implicaba la unión de tres antiguas colonias:
la Nueva Granada, Venezuela y el Ecuador, al separarse estas dos últimas y
conformarse como Estados independientes, se promulgó la Constitución de la
Nueva Granada de 1832 que señaló que en casos de grave peligro por causa de
conmoción interior o de ataque exterior que amenazare la seguridad de la
República, el Gobierno Nacional convocaría al Congreso Nacional o, por receso de
éste, al Consejo de Estado, para que le concediera, con la restricciones
convenientes, algunas facultades especiales, reguladas en el artículo108, así: 1ª
Llamar al servicio aquella parte necesaria de la guardia nacional; 2ª Negociar el
pago anticipado que se considera indispensable de las contribuciones y
rendimientos de las rentas (impuestos) nacionales, con el respectivo descuento, o
para negociar o exigir por vía de empréstito una suma suficiente, siempre que no
puedan cubrirse los gastos con las rentas ordinarias; 3ª Expedir, por motivos de
afectación de la tranquilidad o seguridad del Estado nacional, órdenes de
comparecencia o arresto contra los indiciados de algún delito, pudiendo
interrogarlos o hacerlos interrogar, con la obligación de ponerlos a disposición del
juez competente en un término no superior a 72 horas; y 4ª Conceder amnistías o
indultos generales o particulares. Si bien en la Constitución de 1843 no hay
referencia expresa a estados de anormalidad institucional, se mantiene la
atribución en cabeza del jefe del Poder Ejecutivo Nacional, para conmutar la pena
de muerte (Art. 102).
• • Durante la época de la denominada Revolución del Medio Siglo, con cambios en
la dimensión política (creación de los partidos tradicionales, el liberalismo en 1848
y el conservatismo en 1849), en el ámbito económico (disminución de los
aranceles aduaneros, supresión de la esclavitud, reducción de los resguardos
indígenas y la llamada desamortización de bienes de manos muertas) y en el
campo fiscal (cesión de la Nación a las provincias de algunas rentas nacionales
como fueron el diezmo, el impuesto a los licores, los peajes provinciales, entre
otros). Al mismo tiempo, se expidió la Constitución de 1853, de corte Centro
Federal, que otorgó amplia autonomía provincial y local, pero, tampoco consagró
ninguna disposición sobre los estados de excepción, manteniendo la atribución al
Presidente de la República para conceder amnistías o indultos generales o
particulares, por algún grave motivo de conveniencia pública, prohibiéndola para
los delitos comunes y para los empleados públicos por faltas cometidas en el
ejercicio del cargo.
• En el inicio de la etapa Federalista se promulgó la Constitución de 1858, dando
paso a la mal denominada Confederación Granadina (ya que propiamente fue
establecido un sistema federalista), la cual precisó como atribución del Presidente
de la República, la de velar por la conservación del orden general y, al presentarse
su perturbación, la facultad de emplear contra “los perturbadores” la fuerza pública
del nivel nacional (de la “confederación”) o la de los estados miembros.
• La Constitución de Rionegro de 1863 tampoco reguló en forma expresa lo
relacionado con situaciones de anormalidad institucional, a pesar de mantener
como funciones del jefe del Ejecutivo Federal: 1ª) Impedir cualquier agresión
armada de un estado de la Unión (en aquella época se conformaron nueve) contra
otro de la misma o de una nación extranjera, y 2ª) velar por la conservación del
orden general. Sin embargo, la gran paradoja fue que en el campo formal no
aparece ninguna norma jurídica constitucional para situaciones especiales
(internas o externas), al tiempo que en la realidad se vivió una situación bastante
conflictiva, que se materializó en los diversos desacuerdos entre el ámbito Federal
(la Unión) y los llamados estados soberanos: Magdalena, Bolívar, Panamá,
Santander, Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Cauca y Tolima, pudiéndose
destacar las guerras civiles de 1860-61, 1875 y 1885.
• Al entrar en crisis el modelo federal en el país, en la década de los años 80 del
siglo XIX, surge el denominado Movimiento de la Regeneración encabezado por
Núñez y Caro. Luego del triunfo militar sobre el ejército liberal (1885), se convocó
a una Asamblea Constituyente a la que equívocamente se le dio el título de
Consejo Nacional de Delegatarios, escenario donde se discutió la propuesta
centralista y autoritaria de Rafael Núñez, materializada finalmente en la
Constitución de 1886, la cual reguló en el artículo 121 los siguientes aspectos: 1º
Se crea la figura del estado de sitio, referido a dos circunstancias: la guerra
exterior y la conmoción interior; 2º El Presidente de la República, previa audiencia
del Consejo de Estado (en aquel momento es un órgano asesor del Ejecutivo
Nacional) y con la firma de todos los ministros, podrá declarar turbado el orden
público en todo o parte del territorio nacional; 3º Se le otorgan facultades
temporales especiales al Presidente, las señaladas en las leyes o en el Derecho
de Gentes, para defender los derechos de la Nación o reprimir el alzamiento; 4º Al
cesar las causas de la perturbación interior o el peligro exterior, deberá declararse
restablecido el orden público, debiendo dar el Gobierno Nacional una exposición
motivada de sus decisiones; y 5º Fue establecida una responsabilidad de las
autoridades respectivas (Presidente y ministros), por el abuso cometido en el
ejercicio de las facultades extraordinarias.
• Y, en la Reforma Constitucional de 1968 a la Carta de 1886, se hizo una distinción
entre el estado de sitio (Art. 121), para casos de guerra exterior o conmoción
interior, que facultan al Presidente para suspender leyes incompatibles con el
restablecimiento del orden público y el estado de emergencia (Art. 122), cuando
sobrevengan hechos distintos a la guerra exterior o a la conmoción interior, que
perturben o amenacen perturbar el orden económico o social del país o que
constituyan grave calamidad pública, para períodos que sumados no podrán
exceder de 90 días al año.

A lo largo de la historia constitucional de Colombia se han presentado diferentes


transformaciones en los niveles políticos, jurídicos, económicos y sociales lo que ha
hecho necesario en los diferentes periodos presidenciales acudir a las figuras de los
estados excepcionales que a pesar de tener un fundamento constitucional en los artículos
del 212 al 215, están reglamentados por la ley 137 de 1994 y son explicados
detalladamente y dice cuáles son las medidas que deben implementar los estados, en el
artículo 214,  Los Estados de Excepción a que se refieren los artículos anteriores se
someterán a las siguientes disposiciones:
1. Los decretos legislativos llevarán la firma del Presidente de la República y todos sus
ministros y solamente podrán referirse a materias que tengan relación directa y específica
con la situación que hubiere determinado la declaratoria del Estado de Excepción.
2. No podrán suspenderse los derechos humanos ni las libertades fundamentales. En
todo caso se respetarán las reglas del derecho internacional humanitario. Una ley
estatutaria regulará las facultades del Gobierno durante los estados de excepción y
establecerá los controles judiciales y las garantías para proteger los derechos, de
conformidad con los tratados internacionales. Las medidas que se adopten deberán ser
proporcionales a la gravedad de los hechos.
3. No se interrumpirá el normal funcionamiento de las ramas del poder público ni de los
órganos del Estado.
4. Tan pronto como hayan cesado la guerra exterior o las causas que dieron lugar al
Estado de Conmoción Interior, el Gobierno declarará restablecido el orden público y
levantará el Estado de Excepción.
5. El Presidente y los ministros serán responsables cuando declaren los estados de
excepción sin haber ocurrido los casos de guerra exterior o de conmoción interior, y lo
serán también, al igual que los demás funcionarios, por cualquier abuso que hubieren
cometido en el ejercicio de las facultades a que se refieren los artículos anteriores.
6. El Gobierno enviará a la Corte Constitucional al día siguiente de su expedición, los
decretos legislativos que dicte en uso de las facultades a que se refieren los artículos
anteriores, para que aquella decida definitivamente sobre su constitucionalidad. Si el
Gobierno no cumpliere con el deber de enviarlos, la Corte Constitucional aprehenderá de
oficio y en forma inmediata su conocimiento.
La Constitución Política (C.P.) consagra tres estados de excepción: Guerra exterior,
conmoción interna y emergencia. El propósito del constituyente es el de distinguir los
escenarios de la normalidad y de la anormalidad, dejando claro que inclusive este último
se sujeta al imperio de la Constitución. La respuesta que el ordenamiento ofrece a la
situación de anormalidad es jurídica, aunque su naturaleza, estructura y limitaciones
revistan una particularidad que se explica por el fenómeno al cual se remite. Los tres
estados de excepción tienen notas comunes que se ponen de relieve en los siguientes
principios que, de distinta manera, expresan una misma idea central. Los estados de
excepción se definen, por contraste, a partir de la normalidad, y, en términos teleológicos,
como dispositivos institucionales para retornar a ella.
Cada uno de estos estados de excepción tienen una duración limitada y deben cesar en el
instante en el cual el peligro o riesgo sea terminado, en su implementación se deben
preservar y salvaguardar los derechos humanos.

 Estado de guerra exterior (ART. 212): El Presidente de la República, con la firma


de todos los ministros, podrá declarar el Estado de Guerra Exterior. Mediante tal
declaración, el Gobierno tendrá las facultades estrictamente necesarias para
repeler la agresión, defender la soberanía, atender los requerimientos de la guerra,
y procurar el restablecimiento de la normalidad. La declaración del Estado de
Guerra Exterior sólo procederá una vez el Senado haya autorizado la declaratoria
de guerra, salvo que a juicio del Presidente fuere necesario repeler la agresión.
Mientras subsista el Estado de Guerra, el Congreso se reunirá con la plenitud de
sus atribuciones constitucionales y legales, y el Gobierno le informará motivada y
periódicamente sobre los decretos que haya dictado y la evolución de los
acontecimientos. Los decretos legislativos que dicte el Gobierno suspenden las
leyes incompatibles con el Estado de Guerra, rigen durante el tiempo que ellos
mismos señalen y dejarán de tener vigencia tan pronto se declare restablecida la
normalidad. El Congreso podrá, en cualquier época, reformarlos o derogarlos con
el voto favorable de los dos tercios de los miembros de una y otra cámara.

Es decir que, este estado de guerra se caracteriza por una posible confrontación
con otra nación, dicha confrontación se puede presentar en el siguiente aspecto:
Si se generan condiciones que compliquen el ambiente político y diplomático entre
Colombia y aquella otra nación, en este caso existe la posibilidad de tiempo para
que el senado entre a debatir si es conveniente declarar el estado de guerra
exterior, sin embargo la misma constitución deja a disposición del presidente
declarar el estado de guerra o no, como las guerras no tienen una duración
establecida, el estado de guerra permanecerá hasta el fin de la misma o hasta el
tiempo en el que los mismos decretos legislativos señalen; en otras palabras, en
caso de guerra, de la existencia de un peligro público o de otra emergencia que
genere amenaza inminente a la soberanía, independencia o seguridad del Estado,
el Gobierno podrá adoptar disposiciones que, en la medida y por un tiempo
determinado estrictamente a las exigencias de la situación, le permitan repeler la
agresión y recuperar la seguridad en la zona afectada, siempre que tales
disposiciones no sean incompatibles con los derechos fundamentales de los
ciudadanos y las normas del derecho internacional y que no generen
discriminación alguna fundada en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u
origen social.
 Estado de conmoción interna (ART. 213) En caso de grave perturbación del
orden público que atente de manera inminente contra la estabilidad institucional, la
seguridad del Estado, o la convivencia ciudadana, y que no pueda ser conjurada
mediante el uso de las atribuciones ordinarias de las autoridades de Policía, el
Presidente de la República, con la firma de todos los ministros, podrá declarar el
Estado de Conmoción Interior, en toda la República o parte de ella, por término no
mayor de noventa días, prorrogable hasta por dos períodos iguales, el segundo de
los cuales requiere concepto previo y favorable del Senado de la República.
Mediante tal declaración, el Gobierno tendrá las facultades estrictamente
necesarias para conjurar las causas de la perturbación e impedir la extensión de
sus efectos. Los decretos legislativos que dicte el Gobierno podrán suspender las
leyes incompatibles con el Estado de Conmoción y dejarán de regir tan pronto
como se declare restablecido el orden público. El Gobierno podrá prorrogar su
vigencia hasta por noventa días más. Dentro de los tres días siguientes a la
declaratoria o prórroga del Estado de Conmoción, el Congreso se reunirá por
derecho propio, con la plenitud de sus atribuciones constitucionales y legales. El
Presidente le pasará inmediatamente un informe motivado sobre las razones que
determinaron la declaración. En ningún caso los civiles podrán ser investigados o
juzgados por la justicia penal militar.

Es la perturbación del orden público que atenta contra la ciudadanía o el estado,


que no puede ser controlada por las autoridades policiales; el presidente junto con
la firma de los ministros son quienes tienen la autoridad para declarar este estado,
puede ser aplicado en todo el país o una región de este, en un periodo no mayor
de 90 días, mediante esta situación el gobierno será facultado para tomar medidas
que controlen la perturbación y se evite la extensión de esta, los decretos
legislados en ese periodo de tiempo dejan de estar vigentes una vez termine este
estado y sea restablecido el orden público, luego de esto, el congreso se reunirá y
tendrá su poder absoluto de legislar, y el presidente debe disponer de un informe
detallado sobre las razones por la cuales tomo la decisión de declarar este estado
de conmoción interior.

"En materia del estado de conmoción interior los límites impuestos por la
regulación constitucional se reflejan en los siguientes aspectos. En primer lugar, se
exige que los hechos tengan tal gravedad que atenten de manera inminente contra
la integridad territorial, la estabilidad institucional, la seguridad del Estado y la
convivencia ciudadana, y que las circunstancias perturbadoras no puedan ser
conjuradas con las atribuciones ordinarias de policía; en segundo lugar, las
facultades excepcionales del Gobierno se limitan a aquellas estrictamente
necesarias para conjurarlas causas de la perturbación e impedir la extensión de
sus efectos; en tercer lugar, los decretos legislativos expedidos por el Presidente
de la República solamente podrán referirse a materias que tengan relación directa
y específica con la situación que hubiere determinado la declaratoria del estado de
excepción; y en cuarto lugar, el ejercicio de las atribuciones presidenciales debe
respetar principios tales como los de proporcionalidad, necesidad, intangibilidad de
derechos humanos, temporalidad y legalidad" Corte Constitucional sentencia C-
070-200
 Estado de emergencia económica, social y ecológica (ART. 215): Cuando
sobrevengan hechos distintos de los previstos en los artículos 212 y 213
que perturben o amenacen perturbar en forma grave e inminente el
orden económico, social y ecológico del país, o que constituyan grave
calamidad pública, podrá el Presidente, con la firma de todos los
ministros, declarar el Estado de Emergencia por períodos hasta de
treinta días en cada caso, que sumados no podrán exceder de noventa
días en el año calendario. Mediante tal declaración, que deberá ser
motivada, podrá el Presidente, con la firma de todos los ministros, dictar
decretos con fuerza de ley, destinados exclusivamente a conjurar la
crisis y a impedir la extensión de sus efectos. Estos decretos deberán
referirse a materias que tengan relación directa y específica con el
Estado de Emergencia, y podrán, en forma transitoria, establecer nuevos
tributos o modificar los existentes. En estos últimos casos, las medidas
dejarán de regir al término de la siguiente vigencia fiscal, salvo que el
Congreso, durante el año siguiente, les otorgue carácter permanente. El
Gobierno, en el decreto que declare el Estado de Emergencia, señalará
el término dentro del cual va a hacer uso de las facultades
extraordinarias a que se refiere este artículo, y convocará al Congreso,
si éste no se hallare reunido, para los diez días siguientes al vencimiento
de dicho término. El Congreso examinará hasta por un lapso de treinta
días, prorrogable por acuerdo de las dos cámaras, el informe motivado
que le presente el Gobierno sobre las causas que determinaron el Estado
de Emergencia y las medidas adoptadas, y se pronunciará expresamente
sobre la conveniencia y oportunidad de las mismas. El Congreso,
durante el año siguiente a la declaratoria de la emergencia, podrá
derogar, modificar o adicionar los decretos a que se refiere este artículo,
en aquellas materias que ordinariamente son de iniciativa del Gobierno.
En relación con aquellas que son de iniciativa de sus miembros, el
Congreso podrá ejercer dichas atribuciones en todo tiempo. El Congreso,
si no fuere convocado, se reunirá por derecho propio, en las condiciones
y para los efectos previstos en este artículo. El Presidente de la
República y los ministros serán responsables cuando declaren el Estado
de Emergencia sin haberse presentado alguna de las circunstancias
previstas en el inciso primero, y lo serán también por cualquier abuso
cometido en el ejercicio de las facultades que la Constitución otorga al
Gobierno durante la emergencia. El Gobierno no podrá desmejorar los
derechos sociales de los trabajadores mediante los decretos
contemplados en este artículo.

PARÁGRAFO. El Gobierno enviará a la Corte Constitucional al día


siguiente de su expedición los decretos legislativos que dicte en uso de
las facultades a que se refiere este artículo, para que aquella decida
sobre su constitucionalidad. Si el Gobierno no cumpliere con el deber de
enviarlos, la Corte Constitucional aprehenderá de oficio y en forma
inmediata su conocimiento.

Este artículo de la constitución política señala que cuando se presenten hechos


distintos en los ya estipulados artículos 212 y 213 (Guerra exterior y conmoción
interior) que perturben o amenacen en forma grave e inminente el orden
económico, social y ecológico del país o que constituya una grave calamidad
pública podrá ser declarado el estado de emergencia por el presidente con la firma
de todos sus ministros por un periodo de 30 días en cada caso que sumados no
pueden exceder más de 90 días en el año calendario, para mejorar la crisis y así
evitar la extensión de sus efectos, el presidente junto con la firma de los ministros
podrá dictar decretos con fuerza de ley, las medidas económicas que se expongan
durante este tiempo, dejaran de regir al término de la siguiente vigencia fiscal
hasta el 31 de diciembre del mismo año en que se declara el impuesto a menos
que el congreso el año siguiente les otorgue carácter permanente, como los
decretos que firma el presidente tienen fuerza de ley durante el año siguiente de la
declaratoria de emergencia el congreso podrá derogar o modificar dichas normas,
estos decretos deberán referirse a materias que tengan relaciones directas y
especificas con el estado de emergencia y podrán en forma transitoria establecer
nuevos atributos y modificar los existentes, en relación con aquellas que son de
iniciativa de sus miembros el congreso podrá ejercer dichas atribuciones en todo
tiempo, el congreso si no fuese convocado podrá reunirse por derecho propio con
las condiciones para los efectos previstos en este artículo. En este estado de
emergencia el gobierno debe salvaguardar y prevalecer la protección de los
derechos sociales de los trabajadores mediante los decretos que expida.

En otras palabras, el articulo 215 se trata de la declaratoria de un estado de


excepción, que puede tener como origen diversos hechos que habilitan su
declaratoria por parte el presidente de la República
En lo que tiene que ver con las facultades concedidas al Presidente de la
República.

En un estado de emergencia, el artículo 215 de la Constitución lo habilita para


dictar normas con fuerza y rango de ley destinados específicamente a conjurar la
crisis y a impedir la extensión de sus efectos. Estos decretos deben referirse a
materias que tengan relación directa y específica con el estado de emergencia.
Los decretos legislativos que se dicten son permanentes, excepto en el evento de
normas que establecen o modifican tributos, caso en el cual dejan de regir al
término de la siguiente vigencia fiscal, salvo que el Congreso durante el año
siguiente les otorgue carácter permanente.

En el estado de emergencia económica, social o ecológica la Constitución señaló


un plazo, en donde se prescribe que la declaratoria podrá hacerse hasta por
treinta días, que sumados no podrán exceder de noventa días en el año
calendario.
Es importante resaltar que en este estado de excepción no está prevista la figura
de las "prórrogas", como ocurre en la conmoción interior, lo que significa que
siempre será menester proceder a una nueva declaratoria, con el único límite de
que dicha declaratoria no puede ser superior a treinta días y que en el año
calendario no pueden superar los noventa días.

Mecanismos de control de los poderes presidenciales al amparo de los estados de


excepción

• Control político: Los estados de excepción no interrumpen el funcionamiento del


Congreso, el cual conserva la plenitud de sus atribuciones constitucionales y
puede, en cualquier época, reformar o derogar los decretos legislativos. En caso
de guerra exterior, la reforma o derogación de los decretos legislativos, requieren
el voto favorable de los dos tercios de los miembros de una y otra cámara (C.P.
art. 213).

Dentro de los tres días siguientes a la declaratoria o prórroga del estado de


conmoción, el Congreso se reunirá por derecho propio, entre otros propósitos, a fin
de examinar el informe motivado que habrá de presentar el Presidente sobre las
razones que determinaron la declaración (C.P. art. 213).

Tratándose del estado de emergencia, el Congreso examinará el informe motivado


presentado por el Gobierno y se pronunciará expresamente sobre la conveniencia
y oportunidad de las medidas adoptadas (C.P. art. 215). Dentro del año siguiente a
la declaratoria de la emergencia, el Congreso podrá derogar, modificar o adicionar
los decretos dictados, inclusive en aquellas materias que ordinariamente son de
iniciativa del gobierno.

• Control judicial: A voces de los artículos 214-6 y 215 – parágrafo de la C.P. -, el


gobierno enviará a la Corte Constitucional, al día siguiente de su expedición, los
decretos legislativos que dicte en uso de las facultades excepcionales, para que
aquélla decida definitivamente sobre su constitucionalidad.

o Control constitucional de los decretos que declaran un estado de excepción

Además del control formal – referido a la concurrencia de ciertos requisitos que


exige la Constitución: existencia de motivación; firma del Presidente y los
Ministros; período de duración -, que por varios lustros fue el único existente, la
Corte Constitucional creada por la Constitución de 1991, asumió el control material
de los decretos mediante los cuales se declaran los estados de excepción. El
control material se ocupa de establecer la existencia real de las circunstancias y
hechos en los que se sustenta la respectiva declaratoria del estado de excepción.

Las razones que apoyan el control material son los siguientes:

 En el estado de derecho, no existen poderes omnímodos.


 El control circunscrito a los aspectos formales, carece de relevancia y no
amerita que se adscriba al máximo órgano de la jurisdicción constitucional.

 La Constitución atribuye a la Corte el control constitucional de los decretos


dictados al amparo de los estados de excepción, sin hacer entre ellos
distinción alguna.

 El control integral es el único que asegura la primacía de la Constitución


como norma de normas.

 Si se omite el control material, los poderes del Presidente, en la materia,


serían supraconstitucionales.

 A la Corte corresponde la guarda de la "integridad" y de la "supremacía" de


la Constitución.

o Control constitucional de los decretos dictados en desarrollo de los estados


de excepción

La Corte realiza un examen constitucional integral de los decretos legislativos


dictados por el Presidente. Se confronta cada decreto con el universo de las
normas constitucionales.

Entre otros aspectos, el examen constitucional se ocupa de verificar, en primer


término, la relación de causalidad y conexidad de la medida con la situación
específica que hubiere determinado el estado de excepción. Esta relación debe
ser "directa y específica". En segundo término, se toma en consideración la
"proporcionalidad" de las medidas con referencia a la gravedad de los hechos.

Sin embargo, la justificación principal del control constitucional, está dado por la
protección de los derechos frente a la expansión de los poderes presidenciales y al
uso que se haga de los mismos.

A este respecto, la ley estatutaria sobre los estados de excepción, con base en los
tratados internacionales suscritos por Colombia, distingue, entre los derechos, los
que son intangibles – por tanto, inafectables durante los estados de excepción – y
los que no lo son y que, por consiguiente, podrían ser restringidos durante los
estados de excepción.

El artículo 4° de la citada ley, dispone:

"Artículo 4°

Derechos intangibles. De conformidad con el artículo 27 de la Convención


Americana de Derechos Humanos, y los demás tratados sobre la materia
ratificados por Colombia, durante los estados de excepción serán intangibles; el
derecho a la vida y a la integridad personal; el derecho a no ser sometido a
desaparición forzada, a torturas, ni a tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes; el derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica; la
prohibición de la esclavitud, la servidumbre y la trata de seres humanos; la
prohibición de las penas de destierro, la prisión perpetua y confiscación, la libertad
de conciencia; la libertad de religión; el principio de legalidad, de favorabilidad y de
irretroactividad de la ley penal; el derecho a elegir y ser elegido; el derecho a
contraer matrimonio y a la protección de la familia; los derechos del niño, a la
protección por parte de su familia; de la sociedad y del Estado; el derecho a no ser
condenado a prisión por deudas civiles; el derecho al Hábeas Corpus y el derecho
de los colombianos por nacimiento a no ser extraditados.

Tampoco podrán ser suspendidas las garantías judiciales indispensables para la


protección de tales derechos.

De conformidad con el literal b) del artículo 29 de la Convención Americana de


Derechos Humanos, ninguna disposición de la Convención, puede ser interpretada
en el sentido de limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o libertad que
pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los Estados
partes o de acuerdo con otra Convención en que sea parte uno de estos Estados.

Parágrafo 1. Garantía de la libre y pacífica actividad política. Los derechos a


constituir partidos, movimientos y agrupaciones políticas, a formar parte de ellas, a
participar en sus actividades legítimas y a hacer oposición, podrán ser ejercidos
libremente dentro del respeto de la Constitución Política y sin recurrir a ninguna
forma de violencia.

Parágrafo 2. Para asegurar la efectividad del derecho a la paz, en ejercicio de las


facultades derivadas del estado de Conmoción Interior, se podrá expedir medidas
exceptivas encaminadas a facilitar la reincorporación de delincuentes políticos a la
vida civil y para remover obstáculos de índole administrativa, presupuestal o
jurídica. En desarrollo de estas facultades el Gobierno podrá conceder, por graves
motivos de conveniencia pública, amnistías o indultos por delitos políticos y
conexos".

Por su parte, la mencionada ley prohíbe la suspensión de derechos y determina el


alcance de las limitaciones que pueden imponerse a los derechos "no intangibles".

"Artículo 5. Prohibición de suspender derechos. Las limitaciones a los derechos


no podrán ser tan gravosas que impliquen la negación de la dignidad humana, de
la intimidad, de la libertad de asociación, del derecho al trabajo, del derecho a la
educación, de la libertad de expresión y de los demás derechos humanos y
libertades fundamentales que no pueden ser suspendidos en ningún estado de
excepción.

Tampoco podrán ser suspendidas las garantías judiciales indispensables para la


protección de tales derechos. De todas formas se garantizarán los derechos
consagrados en el artículo 29 de la Constitución Política".

"Artículo 6. Ausencia de regulación. En caso que sea necesario limitar el ejercicio


de algún derecho no intangible, no tratado en la ley, no se podrá afectar su núcleo
esencial y se deberán establecer garantías y controles para su ejercicio".
Opinión personal: La Organización Mundial de la Salud declaró el Coronavirus como
Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional, afirmando además que
traspasa las fronteras geográficas a través de la transmisión de persona a persona entre
viajeros infectados. Esta contingencia fue afrontada por el presidente Iván Duque, a través
de 12 decretos presidenciales que expidió días después del primer caso de Coronavirus
en Colombia. Sin embargo, la declaración de estado de emergencia y los mandatos
presidenciales sobre orden público, entraron en conflicto con decretos departamentales y
municipales expedidos previamente. Para dirimir este conflicto, el presente artículo es
producto de una investigación cualitativa que hace una interpretación sistémica los 12
decretos presidenciales, con el fin de verificar el cumplimiento del principio de legalidad de
las atribuciones presidenciales y el marco jurídico de los estados de excepción. Los
decretos expedidos por el presidente de la República de Colombia, se encuentran dentro
de sus facultades consagradas en el numeral 4 del artículo 189 de la Constitución
Nacional, en el artículo 199 de la Ley 1801 de 2016 y el Decreto 418 de 2020. Estas
funciones y atribuciones presidenciales fueron usadas por el presidente Iván Duque
Márquez, para enfrentar la contingencia del Coronavirus COVID-19, a través de la
expedición de los Decretos 402 de 2020, 410 de 2020, 411 de 2020, 412 de 2020, 417 de
2020, 418 de 2020, 420 de 2020, 434 de 2020, 438 de 2020, 439 de 2020, 440 de 2020 y
441 de 2020.

En este Estado de emergencia, los políticos no descansan y buscan prevalecer en sus


territorios. Conforme Presidencia expedía decretos, los mandatarios municipales
(alcaldes) y departamentales (gobernadores) también hacían sus propios decretos con el
fin de enfrentar el Coronavirus. Sin embargo, algunos de estos mandatarios salían
públicamente a desconocer los mandatos del Gobierno nacional, como si prevaleciera el
protagonismo político sobre la emergencia sanitaria que el mundo estaba asimilando.

Ahora en la actualidad podemos ver que claramente hubo un mal manejo y una mala
organización de los gobernantes municipales, departamentales y del país en general tras
haberse declarado el estado de emergencia; Luego de muchos meses de haber estado en
cuarentena, se quedó al descubierto la mala gestión del gobierno de duque,
lamentablemente fuimos catalogados como uno de los peores países en manejo de la
pandemia, lo cual se vio reflejado en los ámbitos sociales, culturales, políticos y
económicos, tras diversas intentos de implementar reformas el pueblo tomó la decisión de
salir a protestar evidenciando el inconformismo de los ciudadanos con el actual gobierno.
Decido terminar mi opinión personal diciendo que hubo un mal manejo y una mala
implementación de los estados excepcionales por parte de los gobernantes.

Conclusiones

La Constitución de 1991 estableció que el acaecimiento de tres (3) circunstancias


excepcionales, puede dar lugar a que el Gobierno Nacional, tenga la potestad de declarar
el estado de excepción ante hechos que afecten el orden institucional, como la guerra
exterior, la conmoción interior y la emergencia económica, social y ecológica, frente a
estas situaciones especiales la Carta Política otorga al Presidente de la República
"facultades estrictamente necesarias" tendientes a superar la crisis y retornar a la
normalidad.

Sin bien las facultades extraordinarias pueden considerarse como un concepto abierto en
el sentido que la administración puede atribuirse un sinnúmero de capacidades, es de
entrever que la Constitución Política de 1991 y la Ley 137 de 1994, establecieron
limitantes frente el ejercicio de esas facultades, con el fin de garantizar el respeto a los
derechos humanos, el Estado de Derecho, y evitar el ejercicio de medidas
desproporcionadas o discriminatorias, etc.

Adicionalmente, es de precaver que el ejercicio de estas facultades implica el


sometimiento a sistemas de control establecidos en la constitución y la ley, el primero de
ellos implica el control político ejercido por el Congreso, el cual se complementa con el
control judicial ejercido por la Corte Constitucional y el Consejo de Estado quienes
realizan controles formales y materiales respecto al ejercicio de las competencias
abrogadas y acciones tomadas por la administración.

En definitiva y dando respuesta a la consulta planteada referente a "cuáles son las


implicaciones, alcance y/o facultades para el Gobierno colombiano en caso de declararse
el Estado de Emergencia " en la frontera Colombo Venezolana, es pertinente aclarar que
el gobierno puede hacer uso de las facultadas que considere necesarias para atender y
conjurar la crisis social, en la zona de frontera, pero tal como se señaló a lo largo del
presente concepto tanto el decreto del estado de emergencia y las medidas desarrolladas
como consecuencia de su declaración implican la observancia de ciertos límites
constitucionales y legales contenidos en Tratados Internacionales, la Constitución política
y la ley. Todo ello en aras de preservar derechos fundamentales y garantizar el Estado de
derecho.

En ese sentido, se podrían expedir decretos con fuerza de ley para conjurar la crisis,
siempre que resulten indispensables para ello. Esto se traduce en que su fin únicamente
sea superar las causas de la declaratoria de emergencia y que no existan, o hayan
existido, medidas ordinarias para superar la crisis social de la frontera.

Conforme a lo anterior y en aras de prevenir la eventual declaratoria de inexequibilidad del


Decreto que declare el estado de emergencia, es pertinente que se tenga claridad sobre
el hecho generador del estado de excepción, la observancia de los límites y principios
establecidos en la Constitución y la Ley 137 de 1994 respecto a las medidas que se
ejecutaran para conjurar la crisis.

 El estado de sitio del antiguo régimen constitucional colombiano, de ser un


mecanismo excepcional, se convirtió en la regla general. La restricción de la
libertad, por varios lustros, desvirtuó el contenido y alcance de una Constitución
inscrita en la tradición demo liberal. La asamblea nacional constituyente reaccionó
contra el abuso de esta salvaguarda excepcional del Estado de derecho, como
puede inferirse de su regulación detallada, de la prohibición de que durante su
vigencia se suspendan los derechos y libertades fundamentales, de la necesidad
de ceñirse al derecho internacional humanitario, de la existencia de una ley
estatutaria para regular los poderes excepcionales y, en fin, de la consagración de
un sistema "automático" de control constitucional.

 Al lado del control constitucional sobre los decretos dictados en desarrollo de los
estados de excepción, la Corte, desde un comienzo, consideró indispensable
aplicar el control constitucional material – y no exclusivamente formal como en el
pasado - a los decretos que inauguran el estado de anormalidad mediante la
correspondiente declaratoria del estado de excepción. Entre otras razones, que
justifican esta posición, importa puntualizar las siguientes: (i) se trata de un
examen relativo a la existencia del presupuesto objetivo de estado de excepción,
acerca de cuya real ocurrencia no es admisible un juicio de mera discrecionalidad
del Presidente; (ii) este primer decreto es la base de los siguientes que,
normalmente, si tienen una relación de conexidad con aquél, mantienen plena
validez; (iii) si se omite el control material de las declaratorias, se corre el riesgo de
repetir la experiencia que se quiso sepultar con la nueva Constitución: trivializar los
estados de excepción, convirtiéndolos en la regla general por encima del régimen
ordinario de las libertades y los derechos.

 La Corte se ha excedido en el ejercicio de su función de control constitucional. De


un total de siete declaratorias de estados de excepción, sólo en dos ocasiones ha
declarado su inconstitucionalidad. En el primer caso, desde antes de que se
expidiera la Constitución de 1991 hasta el mes de mayo de 1994, gracias a una
serie ininterrumpida de decretos y leyes, dictados sin solución de continuidad, se
pretendía mantener privados provisionalmente de la libertad a las personas
sindicadas de la comisión de ciertos delitos graves, sin por otra parte cerrar la
respectiva investigación y calificar el sumario. Justo antes de que venciera el
último plazo legal para definir la situación de los detenidos, el gobierno pretendió
extender injustificadamente aún más los plazos de confinamiento. En el segundo
caso, el gobierno, sin agotar los instrumentos legales a su disposición, apeló al
estado de conmoción para combatir, con medidas transitorias, males endémicos,
aduciendo para el efecto aumentos de la criminalidad con base en cifras que
negaban tal aserto.

 El control judicial de los actos en cuya virtud el Presidente asume, en desarrollo de


la Constitución poderes excepcionales, así sea para verificar empíricamente la
existencia del presupuesto objetivo que le sirve de sustento, suscita el viejo debate
sobre el órgano llamado a ser el guardián de la Constitución. El contenido
radicalmente político de la declaratoria de los estados de excepción, no menos
que defensivo de la misma Constitución, puede sugerir una alternativa distinta:
control no judicial, sino político, a cargo exclusivo del Congreso.

Esta posición, en el fondo, responde a estas premisas: (i) El Presidente representa


un "poder neutro" que lo hace eje del sistema político y atalaya privilegiado suyo,
lo que se traduce en la atribución soberana de optar por los estados de excepción
cuando se avizora una situación que amenace la Constitución: La declaratoria de
un estado de excepción, es el supremo acto de defensa de la Constitución y, por lo
tanto, no puede, dentro del estado, ser objeto de un control ulterior; (ii) El abuso
eventual de los poderes excepcionales, es un problema político que, como tal, sólo
incumbe a los representantes del pueblo. De ahí que se otorgue al Congreso la
función de ejercitar el control político de los actos del Gobierno dictados al amparo
de los estados excepcionales; (iii) La Corte Constitucional habida cuenta de la
naturaleza política – que no jurídica – de los actos de declaración de los estados
de excepción, por sustracción de materia, carece de competencia.

La tesis que favorece el control judicial, se aparta de las anteriores ideas. El


Presidente está sujeto a la Constitución, y no es su guardián. La Carta ha instituido
a la Corte Constitucional como órgano autónomo e independiente de los órganos
ejecutivo y legislativo con el objeto de confrontar sus actos con la Constitución,
como quiera que ningún sujeto público puede ser juez de sus propios actos o
carecer de control.

De otro lado, al lado del control político del abuso del poder presidencial, se
precisa el control judicial, en razón de que la desviación de los cauces
constitucionales tiene implicaciones jurídico-constitucionales y debe, por
consiguiente, quedar comprendido dentro de la esfera de competencia del máximo
órgano de control constitucional. Finalmente, la naturaleza política de las
decisiones gubernamentales, no puede inhibir al Tribunal Constitucional, pues, el
mismo argumento obligaría a eliminar todas sus competencias, ya que ellas tienen
una connotación eminentemente política, así se desenvuelvan a través de un
método de naturaleza judicial. En todo caso, las dudas que puedan subsistir sobre
la eficacia del control exclusivamente político – que son mayores cuando el órgano
de control corresponde a las mismas mayorías políticas que apoyan al Presidente
hacen todavía más necesario el control judicial.

 La experiencia de algunos países latinoamericanos – entre ellos Colombia -


demuestra que al socaire de los estados de excepción se acentúan los
tratamientos puramente represivos a los problemas sociales, económicos y
políticos, cuya etiología ameritaría un enfoque distinto. El anotado acento
represivo, generalmente significa una presencia y actuación mayores de la fuerza
pública. El control judicial, en este contexto, muestra una faceta inédita del antiguo
principio de división de poderes, aplicado no a los órganos del poder público, sino
al equilibrio y adecuada división de funciones entre la esfera civil y la esfera militar
y policiva. La inestabilidad institucional se vuelve causa y efecto del exceso de
militarismo y del espacio que a éste se le cede en el ámbito de lo político, con
perjuicio de su estricta profesionalización. Es evidente que una judicatura débil, no
querría arriesgarse a probar su fuerza y ante el deterioro de la eficacia de sus
fallos, antes que erradicar excesos represivos y poner término a la colonización
indebida de lo político por lo militar, acudirá procelosa a tesis inhibitorias,
resignando su papel, lo que prácticamente pasa inadvertido, pues son muchas las
máscaras que sirven para ocultar el temor y la debilidad de la jurisdicción.

 En la figura de los Estados de Excepción suelen entrar en conflicto las "razones de


Estado" frente a la vigencia del Estado de Derecho. En ocasiones, la defensa del
Estado justifica la adopción de cualquier medio para protegerlo de las amenazas
que atacan su estabilidad y, a la vez, constituye la legitimación de la ruptura de la
legalidad. De allí que autores como Luigi Ferrajoli destaquen la forma como la
alteración de las fuentes de legitimidad ha consistido en la asunción de la
excepción o de la emergencia como justificación política del cambio de las reglas
de juego que disciplinan aspectos tan delicados como la función penal.
Bibliografía

 Cifuentes, E. (2002). Los estados de excepción constitucional en Colombia. En


Revista Ius- et Praxis, Volumen 8, (Número 1), junio de 2014, pp. 117-146. Versión
digital disponible en: http:// www.scielo.cl/scielo.php?script=sci _ arttex
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 https://www.constitucioncolombia.com/titulo-7/capitulo-6/articulo-212
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 http://www.scielo.org.co/pdf/ojum/v16n31/1692-2530-ojum-16-31-00067.pdf
 https://www.youtube.com/watch?
v=nYVLEUgFuQU&ab_channel=ForumConstitucionalUniversidaddeCaldas
 https://www.spreaker.com/user/forumucaldas/estado-de-excepcion-en-
colombia-caracter

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