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Suspensión de garantías (Crisis constitucional.

Estados de excepción) Si bien las constituciones


son emitidas para perdurar en el tiempo, también dentro de estas se reconoce la posibilidad de
existencia de fenómenos políticos, sociales, naturales, económicos, bélicos, tanto internos como
externos, que afecten de tal manera el funcionamiento del Estado y sus instituciones que hagan
peligrar la continuidad del ordenamiento constitucional.
Los temas de la crisis constitucional, de los estados de excepción y de la suspensión de garantías,
encuentran sus antecedentes remotos en la dictadura romana (501 a. C.), la cual reconocía una
situación, de cierto modo reglada, a través de la que se instauraba una dictadura transitoria que
otorgaba amplios poderes a un solo hombre, que era designado por el Senado.
Dicha dictadura no podía exceder de seis meses; bajo esta no se suspendía el funcionamiento de
los principales órganos del Estado; se restringían las libertades públicas reconocidas para los
romanos. Resueltos los problemas que motivaban la instauración de la dictadura transitoria, o
vencido el plazo señalado, el dictador debía abdicar.
La dictadura temporal y la dictadura permanente (tiránica) siguieron presentes en la Edad Media.
En la primera, se trataba de la asunción de facultades amplias necesaria en momentos de
conflictos internos y externos, que tenían una duración limitada. La segunda, era ejercida por un
tirano que usurpaba o distorsionaba estos poderes de manera permanente.
"Durante el Renacimiento, se distinguía entre el jura imperio , que comprendía los atributos del
soberano, rey o emperador, y que comprendía la expedición de la legislación y su aplicación, en
relación con el jura dominaciones, que se ejercitaba durante la guerra y la insurrección, en interés
de la existencia estatal y de la tranquilidad social, situación durante la cual el soberano podía
apartarse del ius comunes. Tanto en la hipótesis de una situación normal como en las de
excepción, las atribuciones del soberano, al menos teóricamente, estaban reguladas jurídicamente,
en el primer supuesto por el ius imperio, y en el segundo por el ius especiales."
Durante el período que Europa estuvo bajo el gobierno de regímenes absolutos, que oscila entre
los siglos XIV a XVIII (Ancien Régime: Francia; Viejo Régimen: Inglaterra; Antiguo Régimen:
España), las situaciones de emergencia hacían referencia muy específicamente a levantamientos
populares originados por la escasez de alimentos. Por tal razón, no existía una legislación
específica para el tema, y, en todo caso, sus medidas eran del tipo preventivas, amén de evitar las
revueltas.:'
En el siglo XVIII, bajo el influjo de los postulados del constitucionalismo clásico, se suceden la
independencia de los Estados Unidos de América y la Revolución francesa. En este momento, la
normativa referida a los estados de emergencia adquiere carácter constitucional y pasa de ser
arbitraria a ser normada, y de ser preventiva a ser esencialmente represiva. Su fin esencial era
permitir al gobierno hacer frente a las convulsiones internas y a las amenazas externas.
El resurgimiento de los estados de emergencia, en el contexto de los modernos estados de
constitucionales, nuevamente concentra facultades extraordinarias en el Ejecutivo, por un tiempo y
para un fin determinado, solamente que el ejercicio de esas facultades debía coexistir con el
reconocimiento del catálogo de derechos civiles realizado en sus respectivas Cartas
fundamentales.
"Posteriormente su fundamentación pasó del derecho penal en préstamo al Derecho constitucional,
con las nociones propias de aquél, como son el estado de necesidad y la legítima defensa,
entendido el primero como la necesidad de proteger un derecho propio o ajeno de un peligro actual
o inminente, y el segundo como la reacción ante una agresión injusta con iguales características de
actualidad o inminencia, aplicadas las anteriores instituciones jurídico penales a la protección del
Estado. ,,302 Así, dentro del contexto de un Estado constitucional de Derecho, donde gobernantes
y gobernados se encuentran sometidos a la supremacía de la Constitución y esta es producto de la
soberanía popular, no es inoportuno hablar de estados de excepción; muy por el contrario, estos
son la válvula de escape que permitirá al Estado cumplir en todo momento con su obligación
principal, la protección y materialización de los derechos fundamentales de la persona humana,
para lo cual debe proveer seguridad y bienestar en circunstancias extraordinarias.

Entonces, los estados de excepción vienen a ser un mal necesario dentro de un Estado
constitucional de Derecho, ya que este necesita estar dotado de herramientas suficientes para
afrontar los cambios y hechos extraordinarios que puedan atentar contra su existencia y
estabilidad. Ya lo señalaba Bodenheimer: " ...el Derecho quiebra a veces en épocas de crisis y
cambio social, dejando vía expedita a nuevos reajustes de poder. En tales épocas el Derecho sólo
tiene posibilidad de conservarse dando pruebas de gran flexibilidad y adaptabilidad.
Definición
Tratando de brindar una definición que sea congruente con lo regulado por la Constitución
guatemalteca podemos definir a la suspensión de garantías como:
"Un acto complejo, principal,... formalmente legislativo y materialmente ejecutivo, en virtud del cual
se hace cesar, de modo temporal, el goce de ciertos derechos o garantías que, a favor de los
habitantes del país, existen en la Constitución.
Siguiendo las ideas expuestas por Arteaga Nava, analizaremos la anterior definición expuesta e
indicaremos que: a) es un acto complejo ya que deriva necesariamente de la combinación o
coincidencia de dos voluntades y de diversos puntos de vista: la del Presidente de la República en
Consejo de Ministros y la de los diputados al Congreso; b) es principal, ya que una vez ratificado
no requiere de otro acto para su existencia y validez; c) es formalmente legislativo ya que es el
Congreso el que lo ratifica, modifica o imprueba, y materialmente ejecutivo ya que las facultades
que derivan de éstos se concentran y son atribuidas al Presidente de la República quien las
ejecuta; d) son temporales, ya que la suspensión de garantías posee límites tanto materiales como
temporales que impiden su duración indefinida.
Podemos complementar lo expuesto citando a Alzate Ríos, quien indica: "Las constituciones
políticas de los estados modernos tienen por objeto principal la regulación de las relaciones
humanas entre sí, su interacción con el Estado y la correlación de los órganos y ramas de este en
situaciones de normalidad. Sin embargo y dada la imprevisibilidad a la que se encuentra sujeta la
vida humana, las mismas contemplan regulaciones para las épocas en las que se presenten actos
y hechos anormales, que pueden afectar la aplicación del orden normativo existente y cuyo objeto
final es la preservación de la vigencia de las instituciones ordinarias y el restablecimiento de su
pleno vigor. Dicha regulación se conoce con el nombre de estados de excepción. La declaratoria
de los mismos conlleva, por lo general, a la concentración de poder por parte de una de las ramas
del Estado y en particular del Presidente como cabeza de la rama ejecutiva, produciendo con ello
la posibilidad de abusos por parte del mismo ante la fragilidad de los derechos fundamentales de
los simples ciudadanos.
Regulación constitucional
La Constitución guatemalteca y la Ley de Orden Público prevén la forma en que el Estado debe
responder en los momentos de crisis constitucional ante la presencia de dichos fenómenos. En
estos momentos de crisis serán limitados los derechos constitucionales, estableciéndose para cada
situación particular la gradación de los estados de excepción, en razón de los cuales se verán
disminuidos los derechos constitucionales en forma creciente.
Entonces las leyes mencionadas parten del principio de que el Congreso de la República no puede
modificar la Constitución ni suspender su imperio [en lo concerniente a los derechos que esta
garantiza] pero lo facultan para sancionar leyes que limiten transitoriamente los derechos, en
relación con el peligro que amenaza a la sociedad. En lo relativo a la limitación de los derechos
constitucionales y los estados de excepción, la Constitución guatemalteca establece lo siguiente:
Título n. Derechos Humanos Capítulo IV. Limitación a los derechos constitucionales Artículo 138.
Limitación a los derechos constitucionales. Es obligación del Estado y de las autoridades, mantener
a los habitantes de la Nación, en el pleno goce de los derechos que la Constitución garantiza. Sin
embargo, en caso de invasión del territorio, de perturbación grave de la paz, de actividades contra
la seguridad del Estado o calamidad pública, podrá cesar la plena vigencia de los derechos a que
se refieren los artículos 50, 60, 90, 26, 33, primer párrafo del artículo 35, segundo párrafo del
artículo 38 y segundo párrafo del artículo 116. Al concurrir cualquiera de los casos que se indican
en el párrafo anterior, el Presidente de la República, hará la declaratoria correspondiente, por
medio de decreto dictado en Consejo de Ministros y se aplicarán las disposiciones de la Ley de
Orden Público. En el estado de prevención, no será necesaria esta formalidad. El decreto
especifica rá: a) Los motivos que lo justifiquen; b) Los derechos que no puedan asegurarse en su
plenitud; e) El territorio que afecte; y d) El tiempo que durará su vigencia. Además, en el propio
decreto, se convocará al Congreso, para que dentro del término de tres días, lo conozca, lo
ratifique, modifique o impruebe. En caso de que el Congreso estuviere reunido, deberá conocerlo
inmediatamente. Los efectos del decreto no podrán exceder de treinta días por cada vez. Si antes
de que venza el plazo señalado, hubieren desaparecido las causas que motivaron el decreto, se le
hará cesar en sus efectos y para este fin, todo ciudadano tiene derecho a pedir su revisión.
Vencido el plazo de treinta días, automáticamente queda reestablecida la vigencia plena de los
derechos, salvo que se hubiere dictado nuevo decreto en igual sentido. Cuando Guatemala afronte
un estado real de guerra, el decreto no estará sujeto a las limitaciones de tiempo, consideradas en
el párrafo anterior. Desaparecidas las causas que motivaron el decreto a que se refiere este
artículo, toda persona tiene derecho a deducir las responsabilidades legales procedentes, por los
actos innecesarios y medidas no autorizadas por la Ley del Orden Público
Artículo 139. Ley de Orden Público y Estados de Excepción. Todo lo relativo a esta materia, se
regula en la Ley Constitucional de Orden Público.
La Ley de Orden Público, no afectará el funcionamiento de los organismos del Estado y sus
miembros gozarán siempre de las inmunidades y prerrogativas que les reconoce la ley; tampoco
afectará el funcionamiento de los partidos políticos. La Ley de Orden Público, establecerá las
medidas y facultades que procedan, de acuerdo con la siguiente gradación: a) Estado de
prevención; b) Estado de alarma; c) Estado de calamidad pública; d) Estado de sitio; y e) Estado de
guerra.
Causas o circunstancias para declarar un estado de excepción
De la lectura del articulado constitucional respectivo, inferimos que las causas o circunstancias que
habilitan al Presidente de la República para declarar un estado de excepción son las siguientes:
O Invasión del territorio; O Perturbación grave de la paz; O Actividades contra la seguridad del
Estado; o o Calamidad pública. Además, en dicha declaratoria se convocará al Congreso para que
dentro del término de tres días lo conozca, lo ratifique, modifique o impruebe. En caso de que éste
estuviere reunido, deberá conocerlo inmediatamente.
Derechos que no son garantizados plenamente Los derechos que el Estado no garantiza
plenamente durante un estado de excepción son los siguientes:
o Libertad de acción (Art. 5 constitucional); O Detención lega I (Art. 6); O Interrogatorio a detenidos
o presos (Art. 9); O Libertad de locomoción (Art. 26); O Derecho de reunión y manifestación (Art.
33); O Libertad de emisión del pensamiento (Art. 35 primer párrafo) ; O Tenencia y portación de
armas (Art. 38 segundo párrafo); O Huelga de trabajadores del Estado (Art. 116 segundo párrafo)
Respecto a los efectos de los estados de excepción, estos no afectarán el funcionamiento de los
organismos del Estado; tampoco afectará el funcionamiento de los partidos políticos.
En lo que concierne al tiempo de vigencia, la norma indica que el estado de excepción no podrá
exceder de treinta días por cada vez, cesando sus efectos, antes de dicho plazo, si desaparecen
las causas que lo motivaron. Sin embargo, si el Estado afronta un estado real de guerra, el decreto
no estará sujeto a limitaciones de tiempo; este encontrará su límite en el cese de dicha
circunstancia.

Por último, es necesario aclarar dos aspectos esenciales de los estados de excepción. Primero, la
vigencia de un estado de excepción no presupone otorgar un poder omnipotente a las autoridades.
Estas deberán rendir cuentas sobre las acciones realizadas durante dicho período y serán
responsables por ios actos innecesarios y medidas no autorizadas por la Ley del Orden Público.
Segundo, los derechos que el Estado no garantiza plenamente durante la vigencia de un estado de
excepción también son reconocidos en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Dicho Pacto, en su Artículo 4 señala: "En situaciones excepcionales que pongan en peligro la vida
de la nación y cuya existencia haya sido proclamada oficialmente, los Estados Partes en el
presente Pacto podrán adoptar disposiciones que, en la medida estrictamente limitada a las
exigencias de la situación, suspendan las obligaciones contraídas en virtud de este Pacto..

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