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El estado de sitio

El estado de sitio es un régimen de excepción que debe ser impuesto por el poder ejecutivo,
en particular por el jefe de Estado, y con la autorización del órgano legislativo correspondiente
a ejecutarlo. El estado de sitio representa un concepto equivalente al de estado de guerra, y
por ello se dan a las fuerzas armadas facultades preponderantes para los actos de represión.
Durante el estado de sitio quedan en suspenso las garantías constitucionales, con mayor o
menor extensión, según las leyes.

El presidente Fernando de la Rúa declara el estado de sitio por cadena nacional la noche del 19 de


diciembre de 2001.

El estado de sitio, junto con la intervención federal, los decretos de necesidad y


urgencia (DNU) y la delegación legislativa, conforman los denominados institutos de
emergencia, consagrados en la Constitución de la Nación Argentina. El estado de sitio es
considerado como una medida excepcional y extraordinaria cuya declaración compete a los
poderes políticos del gobierno federal, dictada en circunstancias de extrema gravedad para
el orden público, la seguridad común y la paz interior, que pueden ser generadas tanto por
conmoción interna (desórdenes domésticos de gravedad, crisis económicas, sedición o
invasión interprovincial, hostilidades interprovinciales calificadas de guerra civil) como por
ataque exterior (invasión por un Estado extranjero o cualquier otra fuerza hostil foránea). En el
primer caso, corresponde al Poder Legislativo la declaración del estado de sitio; sólo le
corresponderá al Poder Ejecutivo Nacional declararlo, emitiendo un reglamento o decreto de
necesidad y urgencia, cuando el Congreso de la Nación Argentina se encuentre en receso; no
obstante, una vez que éste se haya reunido o fuera convocado por el mismo presidente,
aprobará o suspenderá la medida ejecutiva adoptada, por ser atribución constitucional
exclusiva de aquel cuerpo, debiéndose manifestar su voluntad expresamente. En la
conmoción exterior, será el Poder Ejecutivo el encargado de declarar el estado de sitio, con
acuerdo senatorial, en uno o en varios puntos del territorio de la Nación, supuestos estos
últimos en los cuales las garantías constitucionales se suspenderán sólo en donde exista
perturbación del orden, sin propagarse a territorios no afectados por él.
Sus efectos principales se registran en un acrecentamiento de poder en uno o varios órganos
del poder federal, respetando sus competencias relativas y, en consecuencia, el principio
básico y general de la división de poderes. Correspectivamente, produce la suspensión
temporal y limitada sólo de aquellas garantías que resultasen inadecuadas al orden
constitucional que con la vigencia del estado de sitio se busca preservar. Por esa razón, todas
las medidas implementadas que no fuera razonablemente adecuadas a la gravedad de las
circunstancias, serán consideradas por los jueces inconstitucionales, aceptando el control de
irracionabilidad de dichas medidas, toda vez que la emergencia se gesta dentro del orden
constitucional, sin corromperlo ni destruirlo. El estado de sitio durará hasta que las
circunstancias de gravedad que hicieron necesaria su declaración hayan cesado; en otras
palabras: cuando la emergencia haya concluido, la vigencia del estado de sitio no tendrá
justificación alguna. De ahí se sigue que, una vez que ya no se encuentre en vigor, las
garantías constitucionales afectadas durante ese período sean restablecidas.
Cualquiera sea la razón que haya motivado la declaración del estado de sitio, sea por
conmoción interior o ataque exterior, el Poder Ejecutivo no podrá arrogarse competencias que
excedan la órbita de las que le son propias, especialmente las del Poder Judicial, puesto que
no podrá condenar ni aplicar penas por sí. Por el contrario, podrá arrestar o trasladar a las
personas de un punto a otro de la Nación, siempre que ellas no hubieran optado por salir del
territorio o por el exilio (v. gr., en calidad de refugiado político). En ese sentido, y aunque la
declaración del estado de sitio sea considerada como una cuestión política no justiciable,
quedarán no obstante las medidas excepcionales que a causa de él dimanen, sujetas
al control de razonabilidad, en cuanto a sus aplicaciones respecta, por parte del Poder
Judicial.
En la Constitución Argentina pueden verse los artículos referidos al estado de sitio:
Primera Parte: Declaraciones, derechos y garantías Capítulo Primero Art. 23.- En caso de
conmoción interior o de ataque exterior que pongan en peligro el ejercicio de esta Constitución
y de las autoridades creadas por ella, se declarará en estado de sitio la provincia o territorio en
donde exista la perturbación del orden, quedando suspensas allí las garantías
constitucionales. Pero durante esta suspensión no podrá el presidente de la República
condenar por sí ni aplicar penas. Su poder se limitará en tal caso respecto de las personas, a
arrestarlas o trasladarlas de un punto a otro de la Nación, si ellas no prefiriesen salir fuera del
territorio argentino. Segunda Parte: Autoridades de la Nación Capítulo Segundo Del Senado
Art. 61.- Corresponde también al Senado autorizar al presidente de la Nación para que declare
en estado de sitio, uno o varios puntos de la República en caso de ataque exterior.
Segunda Parte: Autoridades de la Nación Capítulo Tercero Atribuciones del Poder Ejecutivo
Art. 99.- El presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones: -Inciso 16. Declara en
estado de sitio uno o varios puntos de la Nación, en caso de ataque exterior y por un término
limitado, con acuerdo del Senado. En caso de conmoción interior sólo tiene esta facultad
cuando el Congreso está en receso, porque es atribución que corresponde a este cuerpo. El
presidente la ejerce con las limitaciones prescriptas en el artículo 23. Segunda Parte:
Autoridades de la Nación Capítulo Cuarto Atribuciones del Congreso Art. 75.- Corresponde al
Congreso: -Inciso 29. Declarar en estado de sitio uno o varios puntos de la Nación en caso de
conmoción interior, y aprobar o suspender el estado de sitio declarado, durante su receso, por
el Poder Ejecutivo.

Bolivia[editar]
En Bolivia, a partir del el año 2009, al estado de sitio se lo ha denominado estado de
excepción. El estado de excepción se encuentra regulado en los artículos 137, 138,139 y 140
de la constitución política del estado boliviano.
Según la constitución, el Presidente de Bolivia tiene la potestad para declarar el estado de
excepción en caso de peligro para la seguridad del estado, conmoción interna, amenaza
externa o desastre natural. El alcance del estado de excepción puede ser en todo el territorio
nacional o solo en una parte del territorio donde fuera necesario.
La declaración del estado de excepción no podrá suspender en ningún caso los principales
derechos fundamentales constitucionales y garantías constitucionales. Tampoco se
suspenderá el derecho al debido proceso, el derecho a la información ni los derechos de las
personas privadas de libertad.
Aunque es el Presidente de Bolivia el que puede declarar el Estado de Excepción, la entrada
en vigencia de este, depende de la Asamblea Legislativa Plurinacional la que en un plazo de
72 horas (3 días) deberá aprobar o no, la entrada en vigencia del estado de excepción.
Una vez concluido el estado de excepción, no podrá declararse otro estado de excepción
hasta dentro del siguiente año, salvo la autorización de la Asamblea Legislativa
Plurinacional previamente.

Chile[editar]
El Estado de Sitio (y el resto de los Estados de Excepción Constitucional) se hallan regulados
en los arts. 39 a 45 de la Constitución chilena y en la ley 18.415, Orgánica Constitucional de
Estados de Excepción.
El Estado de Sitio procede en casos de grave conmoción interior o de guerra civil. Puede ser
declarado por el Presidente de la República con aprobación del Congreso dentro de un plazo
de cinco días. En casos urgentes, puede decretarlo sin esperar la decisión del Parlamento,
pero solo limitando el derecho de reunión. El Estado de Sitio dura hasta 15 días, los que
pueden ser renovados.
Por el Estado de Excepción pueden ser restringidas la libertad de transporte y desplazamiento
y el derecho a reunión. Puede también detenerse a personas en sus casas o recintos que no
sean cárceles. También, puede delegar funciones en los Intendentes y Gobernadores o en los
jefes militares que designe al efecto. Además, si el estado de sitio es por causa de guerra civil,
cesa la competencia de los tribunales civiles y militares de tiempo de paz, y en su lugar
asumen los tribunales militares de tiempo de guerra (en este caso, los comandantes de plaza).

Colombia[editar]
El estado de sitio funcionó en Colombia a partir de la Constitución de 1886 que en su artículo
121 decía: "Artículo 121. En los casos de guerra exterior, o de conmoción interior, podrá el
Presidente, previa audiencia del Consejo de Estado y con la firma de todos los Ministros,
declarar turbado el orden público y en estado de sitio toda la República o parte de ella.
Mediante tal declaración quedará el Presidente investido de las facultades que le confieran las
leyes, y, en su defecto, de las que le da el Derecho de gentes, para defender los derechos de
la Nación o reprimir el alzamiento. Las medidas extraordinarias o decretos de carácter
provisional legislativo que, dentro de dichos límites, dicte el Presidente, serán obligatorios
siempre que lleven la firma de todos los Ministros. El Gobierno declarará restablecido el orden
público luego que haya cesado la perturbación o el peligro exterior; y pasará al Congreso una
exposición motivada de sus providencias. Serán responsables cualesquiera autoridades por
los abusos que hubieren cometido en el ejercicio de facultades extraordinarias".
Bajo el amparo del Estado de Sitio, el gobierno colombiano intentó controlar el avance de la
subversión y grupos al margen de la ley, sin embargo, se tradujo en la violación
sistemáticamente de los derechos humanos y las libertades ciudadanas por parte de algunos
agentes del Estado. Su permanencia en las Instituciones Colombianas, 70 de los 105 años
que se mantuvo vigente la Constitución de 1886, derivó en autoritarismos que permitieron la
criminalización de la protesta, la persecución política y la limpieza social. Lo anterior ha sido
evaluado por historiadores como Marco Palacios quien indica al respecto: " En el Estado de
derecho colombiano, el autoritarismo se expresó en estado de sitio permanente, arma jurídica
empleada para neutralizar los efectos políticos y sociales de la creciente presencia de masas
urbanas, convertidas en base de opinión y de electorado, por las movilizaciones liberales."1
Tras la promulgación de la Constitución de 1991 el estado de sitio fue reemplazado por
los estados de excepción.

España[editar]
Artículo principal: Estados de alarma, excepción y sitio en España

En España, el Congreso de los Diputados puede declarar por mayoría absoluta el estado de
sitio a propuesta exclusiva del Gobierno, siguiendo el artículo 116.4 de la Constitución
española y la Ley Orgánica 4/1981 de los estados de alarma, de excepción y de sitio «cuando
se produzca o amenace producirse una insurrección o acto de fuerza contra la soberanía o
independencia de España, su integridad territorial o el ordenamiento constitucional que no
pueda resolverse por otros medios».
El Congreso de los Diputados podrá asimismo determinar en esa declaración «los delitos que
durante su vigencia quedan sometidos a la Jurisdicción Militar» (art. 35). En esas
circunstancias, el Gobierno, que dirige la política militar y de la defensa, asumirá todas las
facultades extraordinarias previstas en la Constitución y en la citada Ley Orgánica de Estados
de Alarma, de Excepción y de Sitio y designará la autoridad militar que, bajo su dirección,
haya de ejecutar las medidas que procedan en el territorio a que el estado de sitio se refiera
(art. 33 de la L. O. 4/1981).
La autoridad militar publicará y difundirá oportunamente los bandos con las medidas y
prevenciones necesarias, de acuerdo con la Constitución, la referida Ley Orgánica 4/1981 y
las condiciones reflejadas en la declaración del estado de sitio. Durante el tiempo en que
permanezca vigente esa situación excepcional, la citada Ley Orgánica 4/1981 determina que
las autoridades civiles continuarán en el ejercicio de las facultades que no hayan sido
conferidas a la autoridad militar, a la que darán las informaciones que ésta le solicite y cuantas
noticias referentes al orden público lleguen a su conocimiento (art. 36).

México[editar]
En México, el estado de sitio se encuentra regulado por el artículo 29 de la Constitución.
El Presidente de la República puede restringir o suspender las garantías y derechos de los
individuos, de manera temporal, en toda la República o en algunas regiones, en los casos de
invasión, perturbación grave de la paz pública, o cualquier otra situación que ponga en riesgo
la soberanía de la Nación y la sociedad. Para declarar el estado de sitio, el Presidente
requiere de la previa autorización del Congreso de la Unión o, en caso de que el Congreso no
se encuentre en periodo ordinario de sesiones, ante la Comisión Permanente.
Las garantías que no pueden suspenderse con esta declaratoria son las siguientes:

 Derecho a la vida e integridad personal.


 Derecho a la identidad (nombre, nacionalidad)
 Derecho a la personalidad jurídica
 Derechos políticos
 Derechos de los niños
 Derecho a la no discriminación
 Libertades de pensamiento, ideología o creencia religiosa
 Principio de legalidad y retroactividad (Artículo 14 constitucional).
También quedan prohibidas la pena de muerte, la esclavitud, la tortura y la desaparición
forzada.
Durante este periodo, el Presidente puede decretar las medidas que crea necesarias para
hacer frente a la situación, adquiriedo de forma temporal y extraordinaria la facultad legislativa,
en base al artículo 49 constitucional. Las normas que él expida durante este periodo no tienen
el carácter de ley, sino que serán decretos-ley2, y perderán vigencia una vez que se ponga fin
a la restricción o suspensión de garantías y derechos.

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