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Falla en La Estructura
Falla en La Estructura
LA
ESTRUCTURA
Figura 2.- Resultante de dos esfuerzos verticales (pesos) con puntos de aplicación distintos.
Puesto que los dos vectores de pesos-fuerza tienen la misma dirección y el mismo
sentido, la resultante (R) tendrá la misma dirección y el mismo sentido que ellos, y su
módulo será la suma algebraica de los módulos de los dos vectores de peso-fuerza. El
punto de aplicación de la fuerza resultante está contenido en la recta que une los orígenes
de ambos pesos-fuerza, y su localización puede determinarse geométricamente de la
siguiente manera. Se unen los dos los vectores de pesos-fuerza secuencialmente,
haciendo coincidir la flecha del primero con el origen del segundo (el vector que resulta de
unir el origen del primero con la flecha del segundo es el vector resultante de la suma de
ambos). Se toma a continuación un punto P cualquiera, con el que se unen los orígenes y
las flechas de los vectores, definiéndose así tres rectas (0-P, 1-P y 2-P en la Figura 2). A
continuación, se traza una paralela a la primera recta (0-P) que pase por cualquier punto
de la recta directora del primer vector. Por ese mismo punto se traza una paralela a la
segunda recta (1-P). Por el punto de corte de esta última con la recta directora del
segundo vector se traza una nueva paralela a la tercera recta (2-P). El punto de corte
entre las paralelas a la primera (0-P) y última (2-P) rectas es el punto por donde pasa la
resultante. El punto de aplicación se encuentra en la intersección entre la recta que uno
los orígenes de ambos vectores y la recta directora de la resultante.
Cuando existen más de dos fuerzas con puntos de aplicación variados, el cálculo de
la resultante y su punto de aplicación es similar al anterior. Esto se representa en la
Figura 3 para cuatro vectores (f1, f2, f3 y f4). El módulo del vector resultante R no es la
suma algebraica de los módulos de los vectores ya que sus direcciones no coinciden. Para
calcular el punto de aplicación se recurre a obtener resultantes parciales (R 1 y R2)
mediante sumas de pares de vectores, que se suman a su vez de la misma manera hasta
obtener la resultante final.
Figura 3.- Resultante de más de dos vectores de magnitud, dirección, sentido y puntos de
aplicación diversos.
2. ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS
2.1. MUROS
Los muros están constituidos por la yuxtaposición de elementos naturales (piedras)
y/o artificiales (ladrillos, hormigones) con elevada resistencia mecánica. Cuando los
elementos son discretos (piedras y ladrillos) están unidos generalmente por morteros que
cumplen la función de unión entre los mismos. No obstante, cuando los elementos
discretos son de grandes dimensiones, pueden colocarse en obra sin morteros de unión,
i.e., a hueso, siempre y cuando presenten una buena calidad de labra. Esto es posible
debido al elevado peso de los elementos, que se transfiere a lo largo de los muros y
confiriendo estabilidad estructural a los mismos. No obstante, la construcción a hueso se
realiza generalmente con la ayuda de anclajes entre los elementos constructivos,
introduciendo piezas de metal, madera, piedra, etc. entre los mismos (a veces la función
de anclaje la ejercen los encajes entre partes rehundidas y sobresalientes de los propios
elementos constructivos).
Las características mecánicas de un muro son distintas de las de los elementos
constructivos aislados (ladrillos o piedras), ya que estas características dependen del
funcionamiento de las conexiones difusas en todo el cuerpo de la estructura. En los
muros con morteros de unión, el comportamiento mecánico del muro depende
esencialmente de las características mecánicas (resistencia y deformabilidad) del mortero,
que generalmente representa el elemento con menor competencia (i.e., resistencia)
mecánica. En los muros a hueso la transmisión de los esfuerzos se verifica a través de un
número elevado, pero limitado, de puntos de contacto entre los elementos constructivos.
Por esto, deviene importante el desarrollo de aplastamiento locales y la posibilidad de
transmitir esfuerzos a través de planos inclinados respecto de la direcciones de los
esfuerzos.
Las principales características mecánicas de los muros son:
Resistencia a la compresión alta
Resistencia a la tracción muy baja (prácticamente nula)
Resistencia al flujo modesta (aunque no desdeñable).
Rigidez elevada (poca deformabilidad bajo carga).
De estas características dependen los esquemas estáticos de las construcciones con
muros, cuya concepción se basa esencialmente sobre dos prestaciones técnicas
fundamentales:
Posibilidad de soportar cargas verticales de compresión elevadas (paredes,
pilastras, columnas,...).
Imposibilidad de realizar cubrimientos horizontales resistentes a la flexo-
tracción (placas, vigas,...).
Por lo que se refiere al segundo punto, las soluciones técnicas implican la
utilización de otros materiales resistentes a la flexo-tracción (e.g., maderas) o la
construcción de arcos y bóvedas, típico de las estructuras murales.
2.2. ARCOS Y BOVEDAS
2.2.1. Arcos
El esquema más sencillo de un arco es el constituido por dos vigas (supuestas sin
peso) apoyadas mútuamente (Figura 4). En este esquema, puede apreciarse que el peso (P
en la Figura 4) se descompone en dos vectores oblicuos (R) que deben contrarrestarse por
la reacción de la base. Esta reacción tiene en cada base una componente vertical de
sentido opuesto al peso P y cuyo valor es la mitad del mismo (P/2), y una componente
horizontal (S), necesaria para mantener el equilibrio. Por tanto, la estructura de un arco
simple como el de la Figura 4, o de uno complejo, puede mantenerse estable bajo el efecto
compresivo de cargas verticales siempre que se aseguren los correspondientes
componentes de reacción horizontales (spinta). Estos componentes pueden ser, por
ejemplo, el propio muro de carga donde se enmarca el arco aislado, u otros arcos
adyacentes como en las estructuras porticadas. Clásicamente, los contrafuertes han
ejercido esta función de contrarrestar los esfuerzos horizontales creados por arcos y
bóvedas. Otros sistemas de estabilización de los arcos son de entibe, ya sea con tirantes
metálicos o con soluciones más complejas y estéticamente más bellas como sistemas de
arquería múltiple. Este es el caso de la doble arquería de la mezquita de Córdoba, donde
el arco de herradura inferior ejerce de entibe para sostener unos arcos superiores de
medio punto demasiado altos.
Figura 4.- Esquema simplificado de un arco. Se suponen dos elementos sin peso apoyados
mútuamente que soportan y reparten el peso suprayacente (P). El peso se transmite hacia
cada lado en dos esfuerzos oblícuos paralelos a las reacciones (R) que deben constar de
una reacción vertical (P/2) y una horizontal (S) para permitir la estabilidad del arco.
Figura 5.- Distribución de esfuerzos que pueden resistir arcos de medio punto (un centro),
apuntado (dos centros) y carpanel (de tres centros).
Si la curvatura del arco está mal diseñada, nace una excentricidad de la fuerza de
compresión y a la compresión misma se une una solicitación de flexión. Estas dos
solicitaciones pueden producir esfuerzos de tracción. Se comprende así que un arco es
una estructura óptima para soportar cargas repartidas de manera regular (i.e., el peso de
una cubierta más el suyo propio), pero no es apropiado para soportar cargas
concentradas en un punto cualquiera no anguloso, ni cargas repartidas de manera
asimétrica.
2.2.2. Bóvedas
El comportamiento de las bóvedas, aunque más complicado debido a su aspecto
tridimensional, se basa en los mismos principios que el de los arcos. Así, el
comportamiento de la bóveda de cañón es idéntico al de los arcos ya que puede
considerarse como una serie continua de arcos unidos, y en consecuencia la reacción
vertical y horizontal viene distribuida a lo largo de todo el muro de apoyo (Figura 6).
Dependiendo del tipo de sección de la bóveda de cañón, esto es, si es de sección circular o
de un centro (i.e., de cañón s.s.), de sección apuntada o de dos centros (i.e., de cañón
apuntado), condicionará el tipo de distribución de cargas que puede soportar.
La bóveda de crucería, resultante de la intersección de dos bóvedas de cañón, está
formada por cuatro bovedillas, cada una de las cuales puede conceptualizarse como una
serie de arcos continuos que descargan en la línea de compluvio (Figura 7). Si la bóveda
es de planta cuadrada, las componentes horizontales generadas por cada bovedilla son
idénticas, mientras que si la planta es rectangular existirán componentes horizontales
mayores resultantes del peso de las bovedillas mayores.
2.3. CONTRAFUERTES
Para poder equilibrar la componente horizontal de la fuerza transmitida por arcos y
bóvedas, y ante la ausencia elementos como tirantes la eliminen, no es suficiente que el
apoyo esté constituido por un simple pilar, columna o muro verticales. Por contra, es
necesario que el apoyo sea más amplio en su base, para garantizar que la resultante de la
fuerza transmitida, oblicua a la vertical, se proyecte sobre la misma. En estos casos, el
muro o pilar funciona como contrafuerte. Hay que tener en cuenta que, además de la
reacción transmitida por el arco o bóveda, las partes inferiores de los apoyos también
soportan el peso de las partes suprayacentes del apoyo (contrafuerte) mismo. El resultado
de esta situación es que la base del contrafuerte soporta más carga, pero esta resultante
del peso del contrafuerte y de la carga transmitida por el arco o bóveda presentará una
dirección más próxima a la vertical que si estuviese formada exclusivamente por la
componente transmitida por el arco o bóveda. Dado que la excentricidad de la carga
genera solicitaciones de flexión, su disminución es beneficiosa para la estabilidad
estructura, ya que los muros son capaces de resistir fuertes solicitaciones de compresión
pero no tanto de flexión. Por tanto, el contrafuerte será más efectivo cuanto más pesado
sea. Por este mismo motivo, la existencia de pináculos son beneficiosos para la
estabilidad de la estructura, al producir una reducción aún mayor de la excentricidad de
la carga transmitida por los arcos o bóvedas. Sobre estos principios se concebía la
arquitectura de las catedrales góticas, basada sobre el sistema de arcos rampantes y
pináculos con los que se transmitía a tierra el peso de las cubiertas.
2.4. APERTURAS EN MUROS
La apertura de ventanas y puertas en los muros introduce un problema que
presenta dos aspectos. En primer lugar, deben usarse elementos localizados por encima
de la apertura que desvíen la carga del muro suprayacente hacia los lados de la propia
apertura. Estos elementos son arcos, eventualmente cegado en la misma pared, y
arquitrabes de materiales que puedan soportar por flexión la carga del muro sobre la luz
de la apertura (vigas de piedra, madera). El segundo aspecto del problema es que, en
ambos casos, se genera una situación de esfuerzos concentrados en los lados de la
apertura, que pueden llegar a ser mayores del doble de la carga soportada por el muro sin
apertura. En estos flancos o jambas se disponen elementos de refuerzo, como largueros
de piedra resistente de una sola pieza y tan altos como la luz del vano.
2.5. CIMIENTOS DE MUROS
Mientras el comportamiento de una estructura puede abordarse mediante
consideraciones derivadas sobre todo de la teoría de la elasticidad, el comportamiento del
terreno de cimentación se aleja de un comportamiento elástico. Más bien, de hecho, su
comportamiento es plástico, siendo importante parámetros como deformación plástica,
flujo viscoso, etc.
De forma general, puede decirse que la capacidad sustentativa del terreno depende
de su:
grado de compactación, ya sea original del terreno o debido a la presión
ejercida en el pasado por otros pesos suprayacentes (i.e., otros edificios). En la
generalidad de los casos, el peso de los edificios compacta el terreno y mejora sus
propiedades mecánicas.
contenido en agua, que aumenta la plasticidad y la posibilidad de flujo viscoso.
Si el terreno está muy húmedo, es necesario profundizar más para acceder a
formaciones geológicas apropiadas.
acción lateral de contenimiento, derivada de la presión vertical del terreno
circundante (cuando los cimientos se encuentran a una cierta profundidad). La
eficacia de esta acción lateral se mejora profundizando los cimientos,
contrarrestándose así posibles flujos viscosos.
3.3. OBRAS DE REMODELACIÓN
No es difícil comprender que ésta sea una frecuente causa de fallos estructurales.
Pueden presentarse situaciones numerosísimas, pudiéndose señalar las siguientes:
Ampliación de la construcción con elevación de pisos adicionales, con el
consiguiente aumento de peso que puede no estar repartido uniformemente.
Adición/eliminación de tabiques de nuevos/viejos, que pueden crear situaciones
de carga concentrada y hundimiento de suelos, respectivamente.
Eliminación arcos o bóvedas, cuando éstos ejercen una función de contrarresto
mutuo con otros arcos o bóvedas
Aperturas de ventanas, pasajes, etc.
4.3.2. Apertura de un vano
Pueden producirse lesiones de dos tipos. En el muro suprayacente se produce una
situación similar a la de cedimiento de la cimentación. Más raro, aunque más peligroso,
es el desplazamiento de las jambas, debido a la concentración de los esfuerzos
compresivos discutida más arriba.
4.3.5. Solicitaciones sísmicas
La acción de un terremoto puede ser concebida como la aplicación de fuerzas
horizontales que actúan en sentido contrario, generando una situación de cizalla. Esta
situación es oscilante, de manera que el sentido de las fuerzas horizontales cambia con el
tiempo (i.e., temblor).
En un esquema muy simplificado, se puede considerar que el muro es sometido a
dos esfuerzos diagonales, uno de tracción y otro de compresión, con direcciones
perpendiculares entre sí y ambos formando 45 º respecto de la vertical. La componente de
tracción produce por tanto una fisuración perpendicular a la dirección de la tracción
(paralela a la compresión) e inclinada aproximadamente a 45 º respecto de la vertical.
Cuando se invierte el sentido de las fuerzas horizontales, las direcciones de los esfuerzos
de compresión y tracción también cambian, por lo que se generan nuevas fracturas por
tracción que presentan una traza ortonormal (i.e., perpendicular) respecto de la traza de
las anteriores. Esto da lugar a sistemas de fracturas en cruz de San Andrés.
Este tipo de fracturas se encontrará preferentemente entre vanos en los muros, ya
que es ahí donde se da una concentración de los esfuerzos de tracción.