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PRIMERA PLANCHA:

(algo se puede sacar de esta primera plancha)

PROBLEMAS LEGALES DEL JURAMENTO MASÓNICO

Entre 1730 y 1755 varias revistas británicas publicaron partes de los rituales de la masonería
(The Daily Journal, The Scots Magazine, etc.) y lo mismo sucedió en otros países. Un texto
masónico de 1727 titulado La confesión de un masón desvelaba los términos del juramento
depuesto ante Dios y sobre la Biblia exigido a los que ingresaban en la masonería:

“Yo guardaré y esconderé, o no divulgaré ni daré a conocer los secretos de la palabra del masón,
bajo pena de serme arrancada la lengua de debajo de mis mandíbulas y mi corazón arrancado de
debajo de mi axila izquierda, y mi cuerpo sepultado bajo el límite de los altos mares, allí donde la
marea desciende y sube dos veces en veinticuatro horas” .

Ya en su momento, algunos masones consideraron crueles y excesivos los términos del


juramento de secreto exigido a quien era recibido en la Orden pues, en efecto, la fórmula
amenazaba con castigos atroces e impropios de una corporación que se postulaba como adalid de
la fraternidad. Pero sorprendentemente, tal fórmula no fue mitigada sino que se propagó por
todas las logias del continente europeo y americano. Al poco, la versión más extendida de la
fórmula de juramento del aprendiz masón añadía el consentimiento explícito del deponente a ser
ejecutado en caso de perjurio:

"Juro y prometo, sobre los Estatutos Generales de la Orden, y sobre esta espada símbolo del
honor, ante el Gran Arquitecto del Universo, guardar inviolablemente todos los secretos que me
serán confiados por esta Respetable Logia, así como todo lo que habré visto hacer o escuchado
decir; nunca escribirlos, grabarlos, ni burilarlos, si no he recibido el permiso expreso, y de la
manera que podrá serme indicada. Prometo amar a mis hermanos, socorrerles según mis
facultades; prometo además atenerme conforme a los estatutos y Reglamentos de esta
Respetable Logia. Consiento, si fuera perjuro, a tener la garganta cortada, el corazón y las entrañas
arrancadas, el cuerpo quemado y reducido a cenizas, ¡y mis cenizas lanzadas al viento y que mi
memoria sea en execración a todos los Masones! ¡Que el G.•.A.•.D.•.U.•. me ayude!" .

Tales expresiones se prolongaban también en los juramentos exigidos en grados superiores. Sin
ir más lejos, en el grado de compañero, el candidato había de proclamar que si faltaba a sus
juramentos “consentiré que se me arranque el corazón por indigno de la estimación de mis
hermanos y que no quede memoria de mí entre los masones” .
Por mucho simbolismo que se le echara a tal juramento, era evidente que, para el derecho de la
época, los términos de esa amenaza so capa de una invocación a Dios, con la Biblia abierta, no solo
era vehemente sospechosa sino abiertamente blasfema y aun delictiva. Bien es verdad que,
posteriormente, algunas Obediencias, especialmente las de tendencia más adogmática y liberal,
suavizaron los términos atroces del juramento para hacerlo compatible con el espíritu humanitario
y filantrópico de la masonería. Pero lo cierto es que esa fórmula siguió (y sigue) estando vigente
principalmente entre las Obediencias regulares, al ser éstas las más conservadoras y apegadas a
los usos antiguos y, por tanto, reacias a introducir cualquier modificación en los rituales. Tales
penalidades físicas eran herencia del derecho penal medieval inglés y concretamente, del castigo
aplicado a los reos de alta traición o atentado al rey (laesa maiestatis) que consistía en colgar, abrir
el vientre y eviscerar al condenado mientras seguía vivo. Las ordenanzas de la marina inglesa
establecían que “el culpable sería mantenido en el límite de la bajamar, por tres veces, con las
manos y pies atados, la garganta tronchada, la lengua arrancada y el cuerpo será echado a la mar”.

Así las cosas, definido el juramento como “una afirmación o negación de algo, poniendo por
testigo a Dios” (diccionario de la Real Academia Española), conviene determinar si el juramento
masónico resulta compatible con los parámetros o estándares de los valores liberales y de la
legislación constitucional surgida a fines del XVIII y desarrollada hasta nuestros días.

Lo primero que hay que aclarar es que la doctrina sobre los derechos fundamentales se debe
aplicar no sólo a las relaciones entre el Estado y los ciudadanos, sino también a las relaciones entre
particulares. Esto es especialmente importante en este caso por cuanto que el juramento era (y
es) realizado en el ámbito de una asociación privada. Por tanto, como el ámbito privado no está
excluido o marginado de la protección de los derechos humanos, ello hace inviable jurídicamente
que las personas, en uso de su libertad, realicen o autoricen actos que vayan en contra de la
dignidad humana o de los derechos fundamentales de carácter personal (vida, integridad,
dignidad, intimidad…) . En suma, cada individuo es titular de derechos y, por ese mismo motivo,
merece ser protegido contra aquellos actos que sean contrarios al respeto de tal valor intrínseco .
Por otra parte, la libertad individual tiene ciertos límites que son fijados por razones de interés
general . Las más importantes convenciones nacionales e internacionales han recogido el respeto
a los derechos humanos y la dignidad de la persona como uno de los principios fundamentales del
sistema universal de derechos humanos. Ya la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano aprobada por Asamblea Nacional Constituyente francesa en 1789, o la Carta de
Derechos de los Estados Unidos de 1791 consagraron la protección de los derechos humanos o la
prohibición de castigos crueles. En éste último texto se establece que “nadie estará obligado a
responder de un delito castigado con la pena capital o de otro delito infame a menos que un gran
jurado lo acuse; ni se le compelerá a declarar contra sí misma en ningún juicio criminal; ni se le
privará de la vida, la libertad o la propiedad sin el debido proceso legal”. Modernamente, la
Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 establece en su artículo 1º afirma que
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de
razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Similares
referencias se encuentran en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el Pacto
Internacional de Derechos económicos, Sociales y Culturales (ambos de 1966). Igualmente, la
dignidad fue incluida en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Su artículo
1º manifiesta que la dignidad humana es inviolable. Será respetada y protegida. Allí se ampara el
derecho a la vida (art. 2), el derecho a la integridad de la persona (art. 3), y la prohibición de la
tortura y de las penas o los tratos inhumanos o degradantes (art. 4).

Yendo al caso que nos ocupa, en la fórmula del juramento masónico arriba citado, existe un
primer ilícito en cuanto que el deponente acepta o autoriza a que, si incumple sus obligaciones, se
le haga un posible daño que podría llegar a costarle la vida. Tal fórmula violaría el concepto de
dignidad humana y además los derechos a la integridad física y a la vida (la legislación de diversos
países democráticos establece que la vida no es “disponible” por el propio sujeto al 100%).

El segundo ilícito derivaría de la intervención de un tercero que es autorizado a ejecutar al que


incumple su juramento. Ninguna legislación civilizada autoriza a que un particular habilite a otro
para que, en determinado caso, le quite la vida (véase el ejemplo de la penalización de la
asistencia al suicidio ). Por tanto, la fórmula del juramento vulneraría varios preceptos de la
legislación penal de la mayoría de los países civilizados por cuanto encierra la propuesta de
comisión del delito de coacciones graves, lesiones, inducción o asistencia al suicidio, homicidio e
incluso de asesinato.

El tercer ilícito del juramento masónico deriva de la calidad de la pena establecida; la muerte. Ya
el Convenio Europeo de Derechos Humanos afirma en su introducción: “que el derecho de toda
persona a la vida es un valor fundamental en una sociedad democrática, y de que la abolición de la
pena de muerte es esencial para la protección de este derecho y el pleno reconocimiento de la
dignidad inherente a todo ser humano”. Resulta paradójico que las Grandes Logias que mantienen
este tipo de penalidades en sus juramentos sean, a la vez, decididas defensoras de la abolición de
la pena de muerte. Igualmente paradójico es el hecho de que este juramento que amenaza con la
pena de muerte atente contra las propias constituciones nacionales e internacionales de la
masonería que obligan a los masones a acatar las leyes de sus respectivos países, incluidas
aquellas que han suprimido la pena de muerte ¿Cómo explicar la contradicción de que la
masonería presuma de combatir la pena de muerte o de acatar las leyes abolicionistas del país en
que se instala, y a la vez mantenga dicha pena capital dentro de su organización?

Y finalmente, la fórmula del juramento también traspasaría los límites del derecho de asociación
reconocido en la legislación de los países democráticos de nuestro entorno. Sin ir más lejos, la
normativa del derecho fundamental de asociación, declara ilegales las asociaciones que utilicen
medios tipificados como delito. Y es claro que la formula juramental utiliza “medios tipificados
como delito” ya que tal juramento, imprescidible para entrar en la asociación, exige que el
candidato ponga su vida como garantía del cumplimiento de su compromiso y, además, autorice a
otro a llevar a cabo la ejecución. Como tales compromisos exigidos al candidato están tipificados
como delitos, por tanto, la formula de este juramente podría determinar la ilegalidad de la
asociación y su consiguiente disolución por sentencia judicial.

En suma, la fórmula del juramento masónico atenta claramente contra la dignidad humana, el
derecho a la vida y a la integridad física, restaura la pena de muerte abolida en la mayor parte de
las legislaciones europeas, contiene conductas tipificadas como delito (proposición para delinquir,
coacción grave, homicidio, asesinato, inducción o asistencia al suicidio) y vulnera los límites del
derecho de asociación al utilizar medios tipificados como delito.

Los masones interpelados por este asunto suelen aducir que se trata de fórmulas antiguas e
intrascendentes que ningún masón toma en serio. Ciertamente que la masonería nunca ha
matado a nadie por revelar sus secretos. Por el contrario, siempre se aceptó que tales amenazas
tenían por finalidad amedrentar al candidato con el fin de que guardase los secretos de la
organización a sabiendas de que éste, por su situación mental, psíquica y física en la logia en el
momento de deponerlo, no estaría en condiciones de objetar sus dudas o reservas mentales. Pero
por otra parte, si tales castigos solo tenían una finalidad simbólica, la verdad es que había otros
temas simbólicos o argumentos iniciáticos más adecuados para la ocasión sin necesidad de
introducir las amenazas de muerte por muy simbólicas que fueran.

Lo cierto es que, aunque se tratara de un hecho “simbólico” e “histórico” y que la pena de


muerte nunca llegara a producirse, no estamos ante una mera manifestación realizada en un
contexto informal sino, al contrario, de una fórmula juramental que implica asumir unos deberes y
obligaciones de confidencialidad. Como cualquier otro juramento de confidencialidad, el acto
implica una obligación; el que la acepta queda jurídicamente vinculado a cumplirla, y a quien la
recibe, le asiste el derecho a reclamar su posible incumplimiento incluso por vía judicial. Las
obligaciones derivadas de un tal juramento son materia tan seria que la mayor parte de las
legislaciones del mundo regulan tal institución y castigan su violación.

En suma, si a la masonería, como a otras asociaciones, le asiste el derecho a proteger sus


secretos (patrimonio intelectual) y a defenderlos incluso ante los tribunales llevando a juicio a
cualquiera de sus miembros que los revele, es porque previamente ha habido un acuerdo
(juramento) en tal sentido. Y tal acuerdo tiene indiscutibles efectos jurídicos para ambas partes
que se traducen en los diversos derechos y deberes contenidos en sus estatutos: elegir y ser
elegido para los puestos de los órganos directivos y de gobierno, pagar las cuotas fijadas por la
asamblea general, etc. o incluso ser expulsado por la comisión de una falta disciplinaria.

En todo caso, y volviendo al carácter simbólico del juramento, si una organización masónica
considera intranscendente el exigir a sus miembros un juramento de confidencialidad que invoca a
Dios y es formalizado con la mano tocando la Biblia, hay que deducir que tal Obediencia es poco
seria. En tal caso ¿no habría que concluir en que tal institución se presta a apoyar frivolidades?

Cerremos esta reflexión sobre el juramento masónico insistiendo en la hipótesis de que


precisamente una de las razones que motivó la bula pontificia de 1738 se debía a los términos
vehementemente sospechosos del juramento masónico efectuado sobre la Biblia y bajo amenaza
de padecer graves castigos en caso de perjurio. La encíclica “Providas” de mayo de 1751 signada
por Benedicto XIV insiste en los anteriores motivos de la bula de 1738 y la encíclica “ecclesiam” de
Pío VII de septiembre de 1821 denuncia los términos del “juramento tan severo”. Más
explícitamente, la constitución apostólica “Quo Graviora” de León XII fechada en marzo de 1826
declara que;

“Nosotros condenamos singularmente y declaramos nulos los juramentos impíos y culpables por
los cuales aquéllos que ingresando en esas sociedades, se obligan a no revelar a ninguna persona
lo que ellos tratan en las sectas y a condenar a muerte los miembros de la sociedad que llegan a
revelarlo a los superiores eclesiásticos o laicos ¿Acaso no es, en efecto, un crimen el tener como
un lazo obligatorio un juramento, es decir un acto debido en estricta justicia, que lleva a cometer
un asesinato, y a despreciar la autoridad de aquellos que, teniéndola carga del poder eclesiástico o
civil, deben conocer todo lo que importa a la religión o a la sociedad, y aquello que puede
significar un atentado a la tranquilidad?”.

Y en efecto, dado que la formula juramental utilizada en los rituales masónicos amenazaba con la
pena de muerte al masón perjuro, ya solo por esta circunstancia, la condena pontificia de la
masonería no solo se ajustaba al derecho canónico, sino que también era coherente con las leyes
nacionales e internacionales del mundo contemporáneo.

Extractado de: Javier Alvarado Planas, Monarcas masones y otros príncipes de la Acacia, editorial
Dykinson, Madrid, 2017, vol. II

SEGUNDA PLANCHA

El juramento, su simbolismo, su interpretación

El contenido del presente Tema, se refiere al estudio de uno de los actos Públicos o Privados, más
imponentes y solemnes, puesto que afecta a la vida humana, dentro de todas sus actividades
Sociales, por lo tanto, su Filosofía contiene también los más bellos conceptos, sobre la DECISIÓN,
sobre el CARÁCTER y sobre la ENERGÍA del Hombre; razón por la cual debemos reconocer, que el
JURAMENTO se concibe o se presta, mediante el deliberado propósito, de contraer una obligación
VOLUNTARIA o un compromiso LEGAL, pero sin embargo, no olvidaremos que algunas veces, para
muchas personas, el acto de referencia resulta una cuestión CARENTE de importancia; a la que por
lo regular, le dan una interpretación FRÍVOLA; sin comprender que la inmensa mayoría de la
Población del Mundo, acepta tales ceremoniales, como una práctica de sumo interés Social, como
un acto Sublime o como un suceso Sagrado, según el caso.

Por lo tanto, también hay que entender, que el EGOÍSMO y la FRAGILIDAD HUMANA, se
interponen en forma directa ante la realidad de las cosas, y por lo mismo, no nos queda más que
eliminar esos DEFECTOS, haciendo un acopio del esfuerzo natural, para el fin de anteponer la
VERDAD, sobre cualquier interés particular, puesto que de ahí, ha nacido el JURAMENTO en
nuestras Leyes, para ser introducido dentro de nuestras costumbres, ya que su principal finalidad,
consiste en lograr el exacto cumplimiento a los DEBERES que irremisiblemente imponen los
CARGOS o las COMISIONES, dentro del orden Público o Privado; no obstante, se tiene noticia de
que en las Legislaciones antiguas o primitivas, o sea, cuando las Creencias, las Religiones y las
Costumbres dominaban preferentemente al Régimen Social, para controlar la Conciencia del
Individuo, como un factor que pertenecía a la Ley; consecuentemente, tenía por objeto disponer
de la VOLUNTAD del Hombre como su más eficaz auxiliar.

Por esa razón en aquellos tiempos, al JURAMENTO prestado ante cualquier Autoridad civil o
Religiosa, se le consideraba como un acto INVIOLABLE o SAGRADO; en cambio, hoy se practica,
únicamente como una GARANTÍA para el legislador; como la mejor forma de obtener la VERDAD y
la RAZÓN, cuando efectivamente existe dentro del fuero interno del individuo, ya que el espíritu y
la Moralidad de los Códigos Modernos, consiste en abolir totalmente al vocablo JURAMENTO,
substituyéndolo por el de la PROTESTA, pero que resulta el mismo Ritual de Fe, por medio del cual,
debe marcarse el fiel cumplimiento a las obligaciones Sociales, dentro de todas las Ramas de la
administración.

En efecto, de todos nosotros es conocido el sistema por el que hemos llegado a adquirir la noción
consciente y exacta, de lo que es un COMPROMISO PARTICULAR, de lo que es un DEBER SOCIAL, y
de lo que indica una OBLIGACIÓN PÚBLICA, por lo tanto, procederemos a estudiar y a investigar el
origen, la Interpretación, el simbolismo, el Significado y la Definición Moral y Filosófica de:

La palabra JURAMENTO, misma que deriva de las voces Latinas “JURF” o “JURAMENTUM”, las que
significan una afirmación o una negación, de lo que es cualquier cosa, poniendo como testigo al
Ser Supremo; se refiere también al acto de contraer a conciencia, algún compromiso; el de cumplir
con las promesas; el de acatar las Leyes; el de desempeñar fielmente, cualquier Cargo o comisión;
el de defender a una Persona; el de sostener un Ideal; el de morir por una Causa, por la Nación,
por la Bandera, etc.; al mismo tiempo, en el sentido figurado, estas voces denotan una Blasfemia,
una Maldición, un Voto, un Terno, etc.
Por otra parte, a la palabra JURAMENTO, se le agregan algunos adjetivos, para determinar su
aplicación y sus usos en el lenguaje corriente; y así tenemos: al JURAMENTO ASERTORIO, o sea el
que se refiere a alguna cosa o causa que se afirma, que se sostiene o que se niega: al JURAMENTO
PROMISORIO, que es aquel que se presta para prometer el fiel cumplimiento de los Deberes o de
las Obligaciones; al JURAMENTO CONMINATORIO, que es el que se emplea como una amenaza en
contra de cualquier persona; al JURAMENTO EXECRATORIO, que indica el hecho de desearse un
Mal a sí mismo, si acaso no se cumple con una promesa o con algún deseo; al JURAMENTO FALSO,
que es el que se presta faltando a la verdad o a la palabra de honor, en los dichos o en las
acciones; al JURAMENTO JUDICIAL, que se toma de oficio a cualquier individuo, durante sus
declaraciones, al ventilar los procedimientos legales.

Por lo que respecta al orden Masónico, el JURAMENTO, en el sentido Ético Filosófico, da a


entender la promesa que se hace en logia, al fiel cumplimiento a las Obligaciones Morales,
Materiales y Espirituales, que el Hombre se debe a sí mismo, las que debe a sus Semejantes y las
que debe al Ser Supremo.

Por esa razón en la Masonería, desde época inmemorial, se impuso el SOLEMNE ACTO DE LOS
JURAMENTOS, al reconocer a sus iniciados, mismos que han mantenido inalterable a la antigua
Costumbre Hebrea; por esa razón, a sus creyentes, se les definía en términos netamente
simbólicos dicho acto, tomando en cuenta que: la palabra “IAMIN”, o sea la mano derecha, deriva
de la voz “AMAN”, que significa Ser fiel; en consecuencia, es lo que constituye el origen primordial
del mencionado JURAMENTO, puesto que denota una marcada tendencia a establecer su propia
etimologìa en materia de simbolismo; razón por medio de la cual, la Masonería adoptó dicho
ceremonial, precisamente aplicando en todas sus partes las particularidades propias de la
Costumbre Hebrea, pero naturalmente, de acuerdo con la Lógica establecida, dentro de la
interpretación Dogmática, que se le atribuye a dichas palabras.

Además, si procedemos a hojear las páginas de la BIBLIA, resulta que constantemente nos
encontramos con variados y pintorescos pasajes, en que se hace alusión al JURAMENTO, como un
indiscutible emblema de la VERDAD, de la FIDELIDAD y de la RAZÓN; cuyo acto se ha venido
ejecutando, en el preciso instante de levantar el Brazo Derecho hacia arriba, con la palma de la
mano abierta, y figurando una escuadra con el antebrazo; este ceremonial llevado a la práctica en
la forma descripta, es en realidad la costumbre correcta UNIVERSAL, adoptada por nuestra
Institución, al prestar dicho JURAMENTO, aunque en ocasiones, también hemos observado que se
ejecuta con el Brazo Derecho extendido horizontalmente hacia delante, en la forma antes
descripta la mano izquierda, pero esa costumbre resulta completamente incorrecta, como lo
veremos después, al tratar otros Temas.
Asimismo, se sabe que los Judíos y los Paganos, al prestar su JURAMENTO, de una manera efectiva
se basaban en los antiguos usos, los que también se hacen remontar desde los tiempos de
Abraham, época en que dicho ceremonial, se verificaba ante el Rey de Salem; pero en los
siguientes términos: “Levanto mi mano derecha delante de vos, Señor Supremo, y ante Dios, que
es el dueño de los Cielos y de la Tierra, JURO que no tomaré nada, de lo que es tuyo.

Al mismo tiempo, y en otras ocasiones, se acostumbró entre los Graduantes, al iniciarse dentro de
los Secretos Masónicos, prestar su JURAMENTO, colocando la mano derecha sobre el Corazón; y
otras veces, se implantó el uso de colocarla sobre el Libro de la Ley, sobre la BIBLIA, o bien, sobre
la mano de quien ministraba tal obligación, pero de todas maneras, a dicho acto se le ha
considerado como indispensable para aceptar la validez de determinados ceremoniales o
procedimientos, Públicos o Privados.

Sin embargo, nuestro actual JURAMENTO, que invariablemente prestamos ante el ALTAR, se
ejecuta con toda solemnidad, extendiendo la mano derecha en toda su longitud, tocando con la
extremidad de los dedos, a la Escuadra y al Compás, que se encuentran colocados sobre la BIBLIA;
acto que también proviene de las antiguas costumbres, aunque ahora, se practica en el sentido
simbólico, para recordarnos constantemente, lo que antes se pretendía obtener de los Iniciados;
pues ahora debemos tomar en consideración, que los adelantos de la Civilización Moderna y el
estado actual en que se encuentra el Progreso Humano, en USOS y en IDEAS, nos han obligado a
suprimir y a simplificar, muchos de los ceremoniales del JURAMENTO, pero que sin embargo, los
actuales nos dan la impresión de que lo ejecutamos tal y cual se practicaba en la antigüedad,
circunstancia que nos hace pensar, en el grandioso cúmulo de enseñanzas simbólicas, cuyo
recuerdo queda grabado para siempre en nuestra mente, afectando un tanto a nuestra
CONCIENCIA, en el sentido Moral y Material, ya que los INICIADOS, cuando reciben la LUZ
MASÓNICA por primera vez, se consideran como Hombres cuya energía les ha permitido penetrar,
dentro de los Misterios de una Sociedad, que imparte sus Doctrinas, sus Principios y sus Máximas,
en forma efectiva, a quienes lo solicitan; sin hacer ninguna distinción de Razas ni mucho menos de
Castas Sociales.

Tomando en consideración los Razonamientos expuestos con anterioridad, resulta que los
principales puntos Científicos, Morales y Filosóficos, contenidos dentro del ceremonial Litúrgico
del JURAMENTO DEL APRENDIZ, se explican y se definen, tomando como base a la PROMESA
SOLEMNE que hace el INICIADO, así como a la FIDELIDAD ABSOLUTA, a las acciones que trata de
ejecutar durante toda su vida como Masón; puesto que su mecanismo científico, se materializa;
mediante el simbolismo deL TRAGO DE LA AMARGURA el AMARGO ..se hace beber en cantidad al
aspirante, para el fin de recordarle los Sufrimientos, las Penalidades, las Fatigas, los Desengaños,
los Sinsabores y los Obstáculos con los que irremisiblemente tendrá que tropezar el hombre
durante su recorrido por la escabrosa SENDA DE LA VIDA; tomando en cuenta que es el verdadero
DESTINO que le está reservado al Individuo IGNORANTE, o AISLADO de sus Semejantes; y por lo
mismo, eso tendrá que sucederle también al Hombre que NO OCURRE a la ayuda de sus Maestros,
por ese motivo, se le ministra al Aspirante, mayor cantidad del Líquido AMARGO.

ESTO YO NO LO MENCIONARIA

En cuanto a la bebida DULCE, se le concede una interpretación completamente distinta, si se toma


en consideración que simbólicamente, siempre ha representado al NÉCTAR DELICIOSO que tiene la
facultad de proporcionar una Vida apacible, sin tropiezos ni Amarguras; lo que en el sentido Moral
significa, que el Iniciado debe GOZAR de las Diversiones, de los Placeres, de los Deleites, de la
dicha y de la Felicidad, únicamente en forma MODERADA o METÓDICA, sabiendo que para
lograrlo, necesita hacer uso consciente de su Fuerza de Voluntad, de su Educaciòn y de su
ENERGÍA, cualidades que sólo le puede proporcionar su Preparación Intelectual y su Talento;
puesto que con ello, asimismo demuestra plenamente, su Alto Grado de Civilización, al actuar
como Hombre que sabe ser UTIL a la Sociedad, para el bien general de la Humanidad.

Por ese motivo el Masón, antes que todo, está obligado a cumplir en forma franca y sincera, con
fidelidad y constancia con sus DEBERES contraídos en Logia; ya que la propia Naturaleza, le
proporciona todos los medios Materiales, de Vital Interés y en el orden Científico para lograrlo;
por lo tanto, esta es la razón por la cual, el Postulante PRUEBA solamente una pequeña dosis, del
líquido DULCE.

En el sentido figurado de la palabra, NÉCTAR, en relación al orden Social; ya sabemos que tiene
una interpretación sublime, si consideramos que forzosamente debemos SOPORTAR, durante el
transcurso de nuestra existencia, las más AMARGAS EXPERIENCIAS, si queremos salir victoriosos
en la ejecución de nuestras más ARDUAS LABORES; puesto que SABER VIVIR, significa luchar
denodadamente, y SER ÚTIL a nuestros Semejantes, significa llegar hasta el sacrificio; por lo tanto,
SERVIR A LA SOCIEDAD, para conseguir el perfeccionamiento Humano, significa hacer el papel de
MÁRTIR, tomando en cuenta que sólo de esa manera se logra cumplir fielmente con nuestra
Misión como HOMBRES, como CIUDADANOS y como MASONES.

En cambio, la Alegría, los Placeres, los Goces y la Felicidad del Individuo, en el mismo sentido Ético
Social, resultan actos que se convierten en momentos puramente PASAJEROS, durante el
transcurso de la vida del Hombre; tomando en consideración que: quien abusa de ellos, sólo
consigue un perjuicio orgánico; con el agravante de que puede afectar a todos los que le rodean,
razón por medio de la cual, todos esos incidentes de entretenimiento o de distracción, deben
disfrutarse con ABSOLUTA MODERACIÓN, con un MARCADO LÍMITE y hasta donde la Prudencia, la
Discreción y la Fuerza de Voluntad nos lo permitan.

Consecuentemente, el JURAMENTO MASÓNICO, lleva como base, a la MORALIDAD y al RESPETO


que deben guardarse, a todos los Seres y a las Cosas que existen dentro de la propia Naturaleza;
por lo mismo, dicho acto nos recuerda incesantemente, a la Grandiosa Máxima que se refiere; al
RESPETO AL DERECHO AJENO, o sea, al más sublime de los razonamientos, que la justicia encierra
en sus principios, mismos que, llevados a la práctica como enseñanzas UNIVERSALES, es lo que
constituye nada menos que al Pedestal que sirve de apoyo a la UNIÓN INTERNACIONAL, y como
para lograrlo en forma efectiva, se hace necesario DESPOJARNOS DE TODO INTERÉS MEZQUINO O
PARTICULAR; quiere decir, que nosotros los Masones, debemos estar siempre dispuestos a
soportar las MÁS DURAS PRUEBAS, para poder afrontar cualquier situación, con la Esperanza y la
Firmeza del Triunfo; ésto, como es natural, constituye otro de los razonamientos, por medio del
cual, debemos privarnos del exceso de diversiones, durante nuestras horas de descanso, puesto
que no hay que olvidar, que nuestra principal obligación dentro de las Leyes de la Naturaleza, o
ante el mismo Ser Supremo, consiste en llegar hasta el Sacrifico, en BIEN DE LA HUMANIDAD, a la
que debemos nuestros respeto y nuestro más sincero afecto.

Otro de los puntos Filosóficos a que se refiere el JURAMENTO MASÓNICO, es el que corresponde
al concepto Moral, de lo que es la RESERVA, de lo que es la DISCRECIÓN y de lo que es el SECRETO,
puesto que se refiere a una de las más elevadas opiniones, sobre lo que significa saber guardar;
con absoluto sigilo y estricta diligencia, los Sucesos Íntimos, los Privados y los Particulares de los
demás; los que por sí solos, no nos pertenece divulgar; también debemos tener siempre presente,
que el Simbolismo Masónico del JURAMENTO en el sentido Espiritual; se interpreta como un
indispensable compromiso Social, para respetar las Opiniones o las Creencias, a lo que jamás se
debe faltar, tomando en cuenta que con ello se demuestra el TEMPLE del individuo, a la vez que
tiene por objeto también, FORMAR HOMBRES DE CARÁCTER Y DISCRETOS, ya que entre sus sabias
interpretaciones, encontramos un cúmulo de vastos conocimientos Científicos y Filosóficos, que
nos proporcionan ideas muy encumbradas y de elocuentes lecciones de MORAL Y DE CIVISMO.

Por lo tanto, no cabe duda que los inviolables principios que le sirven de sostén a la DISCRECIÓN,
también constituye un punto de apoyo, para fomentar los sentimientos armónicos, que mantienen
a la UNIÓN, y conservan los vínculos sublimes de la AMISTAD, entre todas las Clases Sociales y aún
entre las diferentes Razas Humanas.

Podemos referirnos a otro de los puntos más esenciales y complicados del JURAMENTO, y tal vez
sea el más interesante en su Simbolismo, puesto que se trata nada menos, que de la PALABRA
SAGRADA del Primer Grado, tomando en cuenta que su interpretación emblemática, dentro del
Cientificismo Masónico, consiste en hacer uso adecuado del SIGILO, de la PRECAUCIÓN y de la
DILIGENCIA que nos es peculiar, al ejecutar nuestras acciones o de Iniciar nuestras obras, después
de haber emitido nuestras opiniones conscientes y sanas; puesto que jamás debemos olvidar, que
nuestra más honrosa MISIÓN siempre consistirá, en ajustar de manera Serena y razonable, todas
nuestras Ideas, para lo que indudablemente, nuestra GUÍA, siempre será también, la más ALTA Y
VERDADERA MORAL.
Todos los Principios y Conceptos vertidos hasta aquì, debemos analizarlos y llevarlos a la práctica,
mediante la influencia de los ineludibles lazos de la FRATERNIDAD, mismos que nos unen a
nuestros hermanos y sus familiares; así como haciendo uso de las innegables relaciones de
AMISTAD, que nos dispensamos entre los profanos, en consecuencia, todos esos preceptos,
dentro del fondo científico encontramos infinidad de Máximas Filosóficas y Morales, que debemos
conservarlas INVIOLABLES, PURAS y sin MANCHA; puesto que sería muy penoso, tratar de
disculpar nuestros ERRORES, alegando IGNORANCIA, falta de PREPARACIÓN, o interponiendo
DISCULPAS, por los descuidos cometidos durante cualquier acto Inconsciente o INVOLUNTARIO.

Por otra parte, no debemos pasar por alto las verdaderas Máximas cuyas enseñanzas, están
contenidas en los saludables principios, que la SANA MORAL encierra en sus sublimes conceptos,
ya que nuestra educación y nuestra conducta para con la Sociedad en general, aconsejan un
DESPEJADO ENTENDIMIENTO para todos nuestros propósitos, de acuerdo con el firme y buen
CRITERIO del hombre de talento; puesto que sus elocuentes manifestaciones de cultura, se harían
más difícil de llevar a la práctica, si no se ocurre al auxilio científico de las VERDADERAS
DOCTRINAS MASÓNICAS, tomando en consideración que, desde tiempo inmemorial, se vienen
propagando sus SABIAS CUANTO JUSTAS ENSEÑANZAS.

Finalmente, no nos queda más que recordar, a nuestros Queridos Hermanos Aprendices, que el
JURAMENTO que presta ante el Altar, al ser recibido dentro del seno de la MASONERÍA AZUL, le
recuerda y le advierte constantemente, al solemne Ritual, en que aceptó QUEDAR DESHONRADO,
si alguna vez OLVIDA o ABJURA el cumplimiento de sus promesas; por cuya razón, en la actualidad,
y tomando en cuenta el progreso adquirido a base de la Inteligencia del Hombre; sólo basta la
palabra de honor que prestamos ante el ARA, para garantizar el VALOR DE LAS PROMESAS y de las
RESPONSABILIDADES contraídas, durante el imponente acto del JURAMENTO, ceremonial
mediante el cual, queda sellado el compromiso MORAL y ESPIRITUAL, propio de todo hombre
HONRADO Y RAZONABLE.

Para terminar el presente estudio, sólo nos resta establecer que en los remotos tiempos en que se
Iniciaba a los Candidatos, dentro de los Grandes Misterios; se castigaba al Aprendiz INDISCRETO o
TRAIDOR a sus DEBERES o a sus JURAMENTOS, cortándole el cuello, acto que simbólicamente hoy,
le recuerda constantemente el SIGNO GUTURAL, que se le enseña al postulante en el PRIMER
GRADO, no obstante en la actualidad, probablemente dicho ceremonial, resulta más elocuente y
rudo, si se toma en consideración que por ese sólo hecho, significa que el Iniciado QUEDA
DESHONRADO PARA SIEMPRE.

En síntesis, a éste se reduce, en términos generales, los estudios del Origen, el Significado, de la
Interpretación de la Definición, del Simbolismo y de la filosofía del JURAMENTO que se presta ante
el ARA, dentro del ceremonial de la Primera Cámara; mismo que no debemos olvidar jamás.
TERCERO de Jorge Adoum - El Aprendiz y sus Misterios

La sangre

169. Una de las pruebas a que se somete al candidato es la sangría. Se le dice que debe
firmar un juramente con su propia sangre, o sea suscribir con ella el pacto. Los herméticos saben
muy bien que la sangre es la sede del Yo, o del Ego, expresión de la vida individual. Mientras
circula la sangre en el organismo hay vida, mas cuando se coagula sobreviene la muerte.

Firmar el juramento con sangre significa adherir a la Causa Sagrada, eternamente, de


modo que ese pacto, así firmado, no puede quebrantarse ni con la muerte. Por eso, a ningún
Iniciado le es dado volverse atrás y aquel que pone la mano en el arado no puede volver la vista
atrás, si no quiere convertirse en estatua de sal, como la mujer de Lot.

No nos es posible revelar más a fondo este misterio, porque las consecuencias serían muy
dolorosas para nosotros y para quienes llegaran a comprenderlo. Lo único que podemos decir es
que el autor del juramento firmado con su sangre no puede ser Iniciado ni dejar de serlo cuando
quiera, sino que lo será para siempre, y aquel que cree que puede dejar de considerarse como tal,
es porque jamás lo fue. Cuando Cristo derramó su amor por medio de la sangre, firmó con
nosotros el pacto de sangre hasta la consumación de los siglos. Él mismo nos enseñó que no
debemos jurar ni por el cielo ni por la Tierra, porque sabía las consecuencias del juramento.

El juramento

172. El candidato debe prestar su juramento ante el ara (su corazón, altar de Dios). Va con
los ojos vendados (aún no puede ver la luz): se hinca sobre la rodilla izquierda (no sólo en señal de
respeto y devoción sino también porque en tal postura se pone en contacto con las corrientes
terrestres que tienden a subir hasta las que bajan de arriba, constituyendo el candidato el punto
de unión entre las dos), con la rodilla derecha formando una escuadra (símbolo de la fijeza,
estabilidad y firmeza, que son los objetivos del juramento) es la preparación para libertarse (véase
el significado de la escuadra en páginas anteriores); mantiene la mano derecha sobre la Biblia
(Verdad revelada) y en la izquierda un compás cuyas puntas se apoyan en el pecho, símbolo del
reconocimiento pleno de la armonía (véase la explicación sobre el significado del compás).

Se presta el juramento en presencia del Gran Arquitecto del Universo (G.A.D.U.) y de los
hermanos reunidos en la Logia. Que el Gran Arquitecto está presente en el hombre es la primera
condición que debe comprender el candidato; los hermanos que forman, con sus espadas, una
bóveda sobre su cabeza, sin que él los pueda ver con los ojos físicos, son símbolo de los
protectores invisibles que se hallan en el interior y el exterior, que nos vigilan constantemente y
nos protegen sin que percibamos su existencia.

El juramento se presta libre y espontáneamente, con pleno conocimiento del alma. No se


trata de una obligación contra su voluntad o bajo amenaza porque, como el masón es libre en la
acepción total de la palabra, contrae con espontánea voluntad la obligación o juramento que lo
liga al Ideal de la Orden.

Obligaciones del juramento

173. De las obligaciones del juramento, que son tres, la primera es el silencio. Ley
importante del hermetismo es no revelar a nadie los secretos de la Orden: “No echéis perlas a los
cerdos”. Al penetrar el hombre en el Templo Interno de la Sabiduría y recibir fragmentos del Saber
Divino, debe guardarlos en su propio corazón, como un tesoro, por dos motivos: porque nadie
puede comprenderlos y porque quien los divulgue perderá con las palabras la energía interna, que
es como la levadura que fermenta al corazón con esa sabiduría.

La segunda obligación es no escribir, grabar o trazar señal alguna que pueda revelarla
Palabra Sagrada. Esta es el Verbo Divino que se encuentra en todo ser, y sacarlo al exterior es
como arrancar la semilla de la tierra para ver su crecimiento. El Verbo Divino o Ideal Divino debe
actuar de adentro hacia afuera, sin ser jamás visto por los ojos de las pasiones, como los de
quienes se vanaglorian de sus poderes.

La tercera es la unión eterna del candidato con la Fraternidad Espiritual, con sus ideas,
aspiraciones y tendencias; comprometerse a ayudar a sus hermanos en todo momento. Así
comprenderá que la Fraternidad es un cuerpo y él una célula suya, que debe cumplir con sus
deberes.

El masón prefiere “tener cortada la garganta y arrancada de raíz la lengua” antes que faltar
al juramento. Es el castigo simbólico del indiscreto cuando hace uso egoísta de sus poderes.
Entonces la lengua, instrumento del Verbo, le será arrancada, o sea que perderá el poder de la
palabra o del Verbo. Y le será cortada la garganta que es la que produce el sonido de la Verdad.

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