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Derecho Canónico Matrimonial

Resumen
Luis Antonio Arvayo Araiza
III Teología
EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO
En el Código de Derecho Canónico se define al matrimonio como la alianza por la
que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, que se orienta por
su propia naturaleza al bien de los cónyuges y a la generación y educación de los hijos. Esta
alianza fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados
(c. 1055).
En esencia este sacramento significa la unión de Cristo con la Iglesia. Los
protagonistas de la alianza matrimonial son la mujer y el hombre bautizados, libres para
contraer el Matrimonio y que expresan públicamente su consentimiento. Este intercambio
de consentimientos es lo que la Iglesia considera como el elemento indispensable que hace
el Matrimonio, por lo tanto, ha de ser un acto de la voluntad, libre de toda presión. (cc.
1057§1 y 1103).
La necesaria preparación
La preparación al matrimonio no puede dejarse a la improvisación. En la
experiencia eclesial dicha preparación se vive en tres momentos: preparación remota,
próxima e inmediata.
La preparación remota conlleva todo el caminar en la fe de la persona, desde la
infancia, pasando por la adolescencia. Se trata de la formación recibida en la catequesis y
experiencias de formación en la fe. La meta de esta etapa es comprender a fondo que ala luz
del amor de Dios el amor humanos asume un papel central en la ética cristiana, que la vida
humana como vocación está llamada al amor, el cual tiene su fuente y su fin en Dios.
La preparación próxima tiene lugar durante el noviazgo. Toda esta etapa debe estar
dirigida al conocimiento de la verdad moral y a la formación de la conciencia personal,
sobre la base de que el amor conyugal constituye un amor total, exclusivo, fiel y fecundo.
La preparación inmediata tiene que ver con aquellos cursos previos y muy cercanos
a la celebración del Matrimonio. Es conveniente que estos cursos de preparación
matrimonial contengan experiencias de oración donde los novios puedan experimentar la
dimensión sobrenatural del amor. También durante este tiempo el Sacerdote que oficiará el
sacramento prepare junto con los novios la liturgia del rito matrimonial. En esta
preparación próxima se han de tener los coloquios de los novios con el párroco
canónicamente previstos, para que haya un conocimiento de cada uno.
Las investigaciones matrimoniales previas
Los novios deben hacer la inscripción y reserva de fecha para celebrar su futuro
Matrimonio con suficiente antelación en la parroquia del novio o de la novia, o de cuasi
domicilio del novio o de la novia, o donde hayan residido durante un mes, o, en caso de que
sean vagabundos, en la parroquia donde se encuentren (c. 1115).
Antes de que se celebre el Matrimonio debe constar que nada se opone a su
celebración válida y lícita. Para ello, la parroquia a la que le corresponde la celebración del
Matrimonio es la responsable de que se realice una investigación previa, es decir, la
información o expediente matrimonial, según las normas establecidas por la Conferencia
episcopal, aunque el párroco haya autorizado el traslado para que se celebre el Matrimonio
en otra parte (cc. 1066-1067).
En principio el párroco a quien corresponde asistir al Matrimonio no debe delegar
en otra persona la tarea de redactar las informaciones matrimoniales. Si hubiera que pedir
dispensa de algún impedimento o licencia para celebrar algún Matrimonio, el párroco hará
la solicitud correspondiente al Ordinario del lugar.
En la investigación previa también es importante considerar el anunció público de la
celebración de la boda, llamado las proclamas. Este anuncio puede realizarse por medio de
un edicto fijado en las puestas del templo por un plazo de quince días o leídas en las Misas
de al menos dos días de fiesta.
Dentro de las investigaciones previas a la celebración del Matrimonio es
fundamental descartar que el futuro Matrimonio se halle libre de todo impedimento. El
derecho a contraer Matrimonio es un derecho natural fundamental, anterior a cualquier
ordenamiento civil o canónico. Su ejercicio, sin embargo, ha de ser regulado por la
sociedad. En el caso de la Iglesia con mayor motivo, porque contraído entre bautizados es
además un sacramento. El impedimento dirimente es una ley que, en primer lugar, prohíbe
a una persona la celebración del Matrimonio y, además, hace a la persona inhábil para
contraerlo. Compete de modo exclusivo a la autoridad suprema de la Iglesia establecer
impedimentos y declarar auténticamente cuándo el derecho divino prohíbe o dirime el
matrimonio (c. 1075).
Los siguientes impedimentos no se pueden dispensar en ninguna circunstancia:
consanguinidad en línea recta en cualquier grado y en segundo grado en línea colateral;
impotencia antecedente y perpetua; vínculo matrimonial previo.
Los siguientes impedimentos únicamente puede dispensarlos la Santa Sede: las
sagradas órdenes del diaconado, presbiterado o episcopado; el voto público perpetua de
castidad emitido en un Instituto religioso de derecho pontificio; el crimen por el que
alguien, con el fin de contraer matrimonio con una determinada persona, causa la muerte
del cónyuge de ésta, o de su propio cónyuge.
Los siguientes impedimentos pueden ser dispensados por el Ordinario del lugar: la
edad establecida para la validez, disparidad de cultos (siempre que se cumplan las
condiciones indicadas en los cánones 1125 y 1126), el voto público perpetuo de castidad
emitido en un Instituto religioso de derecho diocesano; el rapto o retención de la mujer
con la intención de forzarla a contraer matrimonio; impedimentos por parentesco:
consanguinidad de tercer grado en línea colateral y hasta de cuarto grado.
Los impedimentos que puede dispensar el párroco o el asistente al Matrimonio: en
situaciones ordinarias el párroco no puede dispensar de ningún impedimentos, pero hay dos
casos en los que el derecho le autoriza a dispensar: en peligro de muerte, el sacerdote
debidamente delegado, goza de la facultad de dispensar de todos los impedimentos de
derecho eclesiástico salvo el del Orden del presbiterado (c. 1079 §2 y 4); en el llamado
caso perplejo, es decir, cuando se descubre el impedimento estando ya todo preparado
para la celebración de la boda.
El consentimiento matrimonial
La constitución válida del matrimonio se produce por el consentimiento
matrimonial de dos personas -un hombre y una mujer- legítimamente hábiles y manifestado
de forma pública. Por tanto, cuando este consentimiento es válido el matrimonio es
indisoluble cuando falta no hay matrimonio
El objeto del consentimiento es la constitución del matrimonio mismo con sus
elementos esenciales o constitutivos. El consentimiento es un acto humano que procede de
la inteligencia y de la voluntad, por lo que precisa del debido conocimiento, de la debida
voluntad, y de la intención determinada de obrar (c. 124 §1).
Los defectos del consentimiento son aquellos que hacen los actos inexistentes por
incapacidad del sujeto o del objeto; los vicios son los que provocan acto inválidos. En
ambos casos el Matrimonio sería nulo: En concreto:
-La carencia de suficiente uso de razón (c. 1095, 1°).
-Grave defecto de discreción de juicio (c. 195, 2°).
-Incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio (c. 1095, 3°).
-La ignorancia de la naturaleza del Matrimonio (c. 1096).
-El error:
-acerca de la persona del otro contrayente.
-el error sobre una cualidad de la persona.
-el dolo, por el cual alguien contrae matrimonio engañado deliberadamente para
obtener su consentimiento.
-el error de derecho sobre las propiedades esenciales del Matrimonio.
-La exclusión o simulación del consentimiento.
-La condición: es la circunstancia extrínseca al acto jurídico, añadida por la voluntad de la
persona, y de la que hace depender su eficacia, de tal modo que queda como en suspenso
durante un tiempo futuro e incierto.
-La violencia o fuerza física y miedo grave.
La presencia de los contrayente y el Matrimonio procurador
Para contraer válidamente matrimonio es necesario que ambos contrayentes se
hallen presentes en un mismo lugar, o en persona o por medio de un procurador, y expresen
los esposos con palabras el consentimiento matrimonial, o, si no pueden hablar, con signos
equivalentes (c. 1104).
Para contraer válidamente matrimonio por procurador se requiere que se haya dado
mandato especial para contraer con una persona determinada, que el procurador haya sido
designado por el mandante y que desempeñe personalmente esa función. El mandato ha de
ser firmado por el mandante y, además, por el párroco o el Ordinario del lugar donde se da
el mandato, o por un sacerdote delegado por uno de ellos, o al menos por dos testigos, o
que se haga mediante documento auténtico a tenor del derecho civil.

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