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La Función Arquitectónica de La Metafísica
La Función Arquitectónica de La Metafísica
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Alumno: Carlos Herrera
Reflexión: “La función arquitectónica de la metafísica”
La fortaleza de la metafísica también radica en que esta representa una cualidad intrínseca al ser humano.
La muerte o la reanimación de la metafísica, como se ha venido explicando, no depende únicamente de la
tradición filosófica, sino de la actividad propiamente dicha del ser humano: el pensar. La metafísica
encuentra un sentido óptimo en la capacidad que tiene el ser humano para volverse sobre sí mismo y
sobre la realidad y establecer, con algunos criterios de verdad, los límites de su conocimiento y una
interpretación universal de los temas en cuestión. Es por esta razón que hay interrogantes fundamentales
de la existencia humana que unas generaciones han heredado a otras, precisamente porque esa
capacidad individual de contemplación es impulsada por el espíritu que motiva a reflexionar
profundamente en las cuestiones de la existencia del hombre.
Si el ejercicio espiritual de reflexionar metafísicamente involucra todas las dimensiones de la realidad
humana, entonces hay, necesariamente, que tomar en consideración el fenómeno de la afectividad para
tal objetivo. La metafísica contemporánea en su horizonte reflexivo, reivindica la idea de deseo al asumir
que toda ella, entendiendo que la metafísica es todas sus posibilidades, debe encaminarse hacia un
escalafón que le permita discurrir bien y correctamente sobre las preguntas que se realiza. Tal como un
factor del pensamiento más vago y cotidiano es la evasión del dolor, la tristeza, el sufrimiento, y no el
establecimiento de un modo de vida que experimente el gozo en vivir mismo, así la metafísica se ha
comprometido con elucubraciones en torno a las cuestiones del ser como tal, y no en cómo la existencia
humana puede conducirse hacia un plano vivencial que contemple la felicidad como su horizonte último,
por ejemplo.
Esta última problematización podría situarnos frente a la incorporación de la idea de admiración, sobre la
cual está fundamentada en toda la tradición filosófica el ejercicio de filosofar. Admirarse de la propia
existencia humana y de las facultades del ser encaminaría al metafísico contemporáneo hacia la vía de
una construcción de una metafísica positivista que, a partir de la experiencia y la reflexión profunda de la
realidad, se establezcan criterios universales metaéticos que posibiliten el ordenamiento de los saberes y
de la vida misma para hacer más eficaz y productiva la existencia de los seres humanos.
Referencias bibliográficas
GILBERT, PAUL SJ. La simplicidad del principio. Prolegómenos a la metafísica. México: Universidad
Iberoamericana, 2001.
SERRANO, JOSÉ EGIDO. «Aristóteles y la metafísica como “saber que se busca” (Zetouméne espistéme). Lo
que es, el ser y lo divino», Pensamiento, no. 211 (1999): 91-104.
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