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América Latina posee gran parte de los recursos naturales del mundo y mantiene
mayoritariamente el control estatal del agua, que es considerado un derecho humano
por la Asamblea General de la ONU.
En la Universidad Federal de Río de Janeiro se realizó el “Seminario Internacional:
Panorama Político sobre Estrategias de Privatización del Agua en América Latina”. Allí
participaron intelectuales y representantes de movimientos sociales, e invitados de
Brasil y de otros 13 países de Latinoamérica, Europa y África. Las conclusiones fueron
que en la región existe un acelerado proceso privatizador del agua, bajo la presión de
organismos internacionales de crédito y de grandes compañías, mediante diversas
estrategias, que no siempre son la compra directa de la empresa nacional de aguas.
Mientras que la política en el mundo se orienta a que este recurso vital y estratégico
tienda a permanecer en manos públicas, el intento de privatización está ganando
terreno en la región.
Tanto en Uruguay en 2004, como en Italia 2011, la población mediante referéndums
se pronunció por el control social de los recursos hídricos, con el 60 y 95 %
respectivamente.
MÉTODOS ENCUBIERTOS DE PRIVATIZACIÓN DEL AGUA
De acuerdo a varios analistas, la concesión de la administración del agua desde los
gobiernos centrales hacia a los municipios, es una manera de debilitar las
negociaciones a nivel nacional. Existen en América Latina varias empresas estatales
de aguas, pero paralelamente algunos municipios han privatizado parte del control que
ejercían autónomamente sobre este recurso.
La compra de empresas de saneamiento y el uso que hacen del agua las compañías
mineras y los sectores agrícolas es otra forma de traspasar este bien estatal a manos
privadas.
La venta de agua embotellada, la construcción de plantas de tratamiento de aguas
residuales y la administración de represas para la generación de energía eléctrica son
otras formas encubiertas de privatización, ya que no sólo se vende la energía, sino el
agua que se encuentra en el embalse.
Los ejemplos de privatización del agua en América Latina durante la década del
noventa produjeron fuertes incrementos de los precios para el Estado, para los
consumidores domésticos y pequeños productores agrícolas. Por ejemplo, en Brasil, la
ola privatizadora de electricidad trajo consigo un aumento del 400 % de las tarifas.
ALERTA EN BRASIL
El gigante sudamericano cuenta con el 11,6 % del agua dulce del planeta y el 53 % de
la de América del Sur, por eso no es casual que el seminario se haya desarrollado en
suelo brasileño.
El gobierno de Dilma Rousseff puso énfasis en el avance privatizador a través del
ministerio de Medio Ambiente, que elaboró un informe sobre disponibilidad y calidad
de recursos hídricos, que fue presentado por la Agencia Nacional de Aguas (ANA). De
acuerdo con el documento, el 90 % del agua que se utiliza para irrigación pertenece a
manos privadas, aunque el sector de saneamiento se encuentra casi completamente
en el Estado. Sin embargo, las empresas privadas anunciaron que van a avanzar,
mediante distintos artilugios legales, sobre el saneamiento y podrían llegar a adquirir
un 30 % de este sector.
Brasil pretende evitar lo que sucedió en la localidad de Santa Gertrudes, en el estado
de San Pablo, donde las tarifas se triplicaron en sólo tres meses después de haber
sido privatizadas.
AVANCE PRIVATISTA EN MÉXICO
En la ciudad de Atotonilco de Tula, en el estado de Hidalgo se está construyendo la
planta de tratamiento de aguas residuales más grande de México.
El Estado suele perder ante estos proyectos, dado que las firmas privadas construyen,
sacan provecho de la venta del agua tratada y transfieren las plantas a entidades
públicas una vez que la vida útil está por finalizar. Lo mismo sucede con las represas.
En Aguascalientes y Guadalajara, las privatizaciones del agua avanzan a través de las
construcciones de acueductos, venta de empresas públicas y concesiones por tres
décadas a compañías multinacionales, como por ejemplo Aguas de Barcelona.
Además, la sobre explotación de los acuíferos es otro de los problemas que los
mexicanos deberán afrontar.
EL AGUA EN OTROS PAÍSES
La privatización de los recursos hídricos en Cochabamba, Bolivia en el año 2000,
generó la llamada guerra del agua, ya que luego del acuerdo de venta del servicio,
impulsado entre otros por el Banco Mundial, los precios del agua se incrementaron un
50 por ciento.
Esto provocó un levantamiento popular y que la empresa multinacional norteamericana
Bechtel tuviera que retirarse. Los juicios al Estado todavía están desarrollándose y
todo parece indicar que la compañía va a ser indemnizada.
En Argentina, en 2004, el gobierno de Néstor Kirchner le retiró la concesión a la
empresa francesa Suez, por “incumplimientos en la prestación de servicios”, lo que
derivó en la creación de una nueva firma estatal denominada AYSA.
Esta tendencia la siguen Alemania, Francia e Italia, países que han estatizado las
empresas de aguas y saneamiento.
En Nicaragua el intento privatizador fue frenado por las protestas de organizaciones
sociales frente al Parlamento.
El control de los recursos hídricos es tan importante como la administración de la
producción energética y alimentaria. Por eso, no debe quedar en el sector privado,
sino que los gobiernos latinoamericanos deben seguir la tendencia mundial y socializar
la gestión del agua a través de empresas públicas, controladas eficientemente por
órganos independientes y más aún en nuestra región, que posee abundantes
suministros no renovables de agua dulce.