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Cross
MAKING HER MINE
ELLA GOODE
Vuelvo a mirar los papeles, sin entender cómo o por qué mi padre
dejó que esto sucediera. No es propio de él tirar el dinero. Prefiere
apostarlo. Desgraciadamente, sé que hay algo que se me escapa, y es
poco probable que me diga qué es.
Si tuviera que adivinar es porque es un maldito estafador.
Debería haberlo sabido cuando me ofreció hacerme cargo de este lugar
y dijo que si empezaba a obtener beneficios, podría comprárselo a
precio de coste. Está claro que eso nunca va a suceder. Obviamente
se ha asegurado de ello.
Recojo el papeleo, lo meto en una carpeta y le pongo un bolígrafo
encima. Solo hay una manera de intentar obtener respuestas, y es ir
directamente a la fuente. Me dirijo a la entrada de la tienda. Solo falta
una hora para el cierre.
—Hey. — Apoyo mi cadera contra el mostrador junto a Clare. —
¿Crees que puedes cerrar esta noche? Tengo que ir a casa de mi padre.
— Creo que es mejor atraparlo por sorpresa. Así no tiene tiempo de
pensar en sus mentiras ni de intentar evitarme.
—Por supuesto.
—Gracias. — Le doy un abrazo antes de subir las escaleras para
ver cómo está Ryan. Cuando entro en nuestra casa, se levanta de un
salto del sofá y coge un libro de la mesa de centro. Le sacudo la cabeza.
—Tengo que hacer un recado. Hay pizza en el congelador. No
debería tardar mucho.
—Genial. — Se mueve con su libro, esperando que lo regañe por
jugar a los videojuegos en lugar de hacer sus deberes.
—Solo asegúrate de terminar tu cálculo.
— ¡No lo entiendo!
Estaba tan tentada de ir a casa con Miles. Para robar una noche
para mí. Me costó mucho rechazarlo, pero sabía que no era lo correcto.
Me niego a ser egoísta como mi padre siempre lo es. Sus necesidades
están por encima de las de los demás. Esa mierda siempre duele, pero
con el tiempo me he acostumbrado a ella. No quiero que Ryan sienta
nunca que no tiene a alguien en su vida que siempre estará ahí para
él. Incluso cuando quiere decirme que me pierda.
Vuelvo a poner el candado en su sitio antes de dirigirme a la
cafetería y a la parte de atrás, donde está mi ordenador. Quiero revisar
mis correos electrónicos antes de irme a dormir.
Suelto un grito y dejo caer el bolso al suelo cuando veo a un
hombre de pie. El miedo se instala en mi interior mientras mi corazón
comienza a acelerarse. Pongo las manos delante de mí y retrocedo
unos pasos, tratando de poner la mayor distancia posible entre
nosotros.
— ¿Dónde está Tony?— pregunta el hombre. Lleva un traje. No
es uno elegante a medida como el que lleva Miles. Aun así, es extraño
irrumpir en algún lugar vistiendo un traje. ¿No se supone que tienes
que ir de negro o algo así?
—No lo sé. — digo con sinceridad. No he oído ni una palabra de
mi padre desde la noche en que estuve en su casa.
—Esta es su cafetería, ¿no?— da un paso hacia mí. Lucho por
no retroceder ni un paso más, preocupada por si se enoja. No puedo
arriesgarme a que Ryan esté arriba. Tengo que jugar con inteligencia
y tratar de sacar a este hombre de aquí.
—Sí. Lo dirijo para él. — Chasquea la lengua con fuerza mientras
sus ojos recorren mi cuerpo de arriba abajo, haciendo que se me
formen nudos en el estómago. Mi corazón late tan fuerte que juro que
debe ser capaz de oírlo.
No. Solo yo, digo, pero no estoy seguro de darle voz porque me he
ido. Su coño convulsiona con su orgasmo. El primer espasmo enciende
mi cohete, y salgo orbitando del espacio. Su coño exprime cada gota
de semen que sale de mí. La follo como si fuera una bala a toda
velocidad, un semi a mil por hora. Grita y chilla. Me salgo en el último
segundo y le echo mi semilla por todo el estómago y el pecho. Froto mi
semen en su piel y gruño: —Ahora eres mía. Eres jodidamente mía. No
pienses nunca en dejarme. Te perseguiré hasta los confines de esta
puta tierra y te encerraré.
— Cariño…— me atrae. —no podrías librarte de mí ni aunque lo
intentaras.
Fin…