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M. N.

FORGY
El Candidato Que Nos Salvó
The Devil´s Dust MC Legacy 3

Sinopsis:

*** Continuación de El Largo Camino Hacia Nosotros


Piper pensaba que el amor era solo un estado de ánimo y no para
una muer de sus gustos y antecedentes. Eso fue hasta que Saint la
cautivó, dejándola embarazada.
Saint y Piper cometieron uno de los peores errores que podrías
cometer en su mundo y ahora Saint tiene que rezar para que ese
error no sea mortal.
Los dos estaban tan perdidos en la idea de superar sus pasados
juntos que pasaron por alto la peor traición en las profundidades de
su casa club. El único lugar que es sagrado, porque en el club no son
solo amigos, son familia. Esta pérdida de atención ahora pone a
Piper en manos de un némesis retorcido y el Devil´s Dust MC no
solo se está desmoronando por eso, sino que está perdiendo
miembros más rápido de lo que puede parcharlos.
Esto deja a los Devil´s Dust con demasiadas preguntas sin
respuestas y haciendo que todos se cuestionen... ¿Regresará Piper a
casa sana y salva? ¿Quién salvará el club? Y, lo más importante,
¿quién morirá y quién vivirá para montar otro día?
Prólogo
Piper

En la sala principal, Lip, Saint y Big Chief se sientan a la mesa de


póquer riendo. Delilah se para a mi lado en el bar, ayudándome en
silencio a mantener mi mierda bajo control sosteniendo mi mano. Mi
palma está sudada pensando en estar embarazada. ¿Saint querrá ser
padre? Sé que su pasado le ha servido para seguir adelante. Mis ojos
se deslizan hacia Lip. Realmente ha sido el mejor padre que
cualquier chica podría pedir. Mi padre era un pedazo de mierda, un
donante de esperma y nada más. Lip dio un paso adelante y tomó el
lugar de un padre cuando no teníamos el mismo ADN. Seguramente
Saint no me abandonaría.
Rad se para al otro lado de la barra, de espaldas a nosotros
mientras mira el partido.
Sabiendo que estoy embarazada, es como si ahora sintiera al bebé
dentro de mí, hay una pesadez. Me pregunto qué tan avanzada
estoy. ¿Es un niño o una niña? ¿Saint querrá tenerlo? Perdió a su hija
y eso definió toda su vida. ¿Cómo se sentirá sobre mi embarazo?
Esto podría cambiar todo entre nosotros.
Rad se vuelve de repente y sus ojos se clavan en los míos. Me son
muy familiares. Mis cejas se fruncen y mi corazón da un vuelco al
mirarlos.
—¿Qué?—dice bruscamente.
Negando con la cabeza, abro la boca para decir algo, pero lo
pienso mejor. Sigo mirando sus ojos hasta que me arrastran de
regreso al día del accidente.
—¡Oye, alguien está detrás de nosotros!—le digo a Big Chief, pero sus
jodidos escapes son tan fuertes que sé que no puede oírme—. ¡Oye!— él se
tensa contra mí pero no responde.
Me doy la vuelta y entrecierro los ojos para intentar ver a través del
cristal roto, pero la furgoneta acelera repentinamente, el humo del escape
nubla detrás de ellos justo antes de golpear la parte trasera de nuestra moto
con su parachoques, y Big Chief y yo derrapamos por la carretera.
Regreso de la escena retrospectiva, ¡los ojos de Rad se ven tan
familiares porque conducía la maldita furgoneta que nos atropelló!
Doy un paso atrás, con la boca abierta, la cara de Rad palidece como
si supiera que yo sé que fue él. Rápidamente camina alrededor del
bar y me mira.
—¿Piper? —Hay una advertencia en su voz.
—¡Fuiste tú! —Mi voz se eleva, captando la atención de todos.
Rad mira a la habitación, antes de volver a mí.
—¡Fue él, nos atropelló a Chief y a mí! —Mis ojos se llenan de
lágrimas cuando recuerdo los ojos malvados a través del parabrisas
segundos antes de que Big Chief y yo saliéramos despedidos.
Lip se pone de pie.
—¿De qué mierda está hablando, Rad?
Rad baja la cabeza como si estuviera aburrido.
—Bueno, maldición. Realmente quería que esto fuera diferente—
gruñe antes de agarrarme y poner mi espalda contra su pecho. Yo
grito, mis rodillas tiemblan de miedo.
—¡Piper! —Mi madre llora justo cuando Rad me pone un arma en
la cabeza. Me pongo rígida, mi sangre se hiela por que puedo morir
en este mismo instante.
—Tranquilo, hermano. —Zane intenta convencer a Rad, pero Rad
simplemente empuja el cañón del arma contra mi sien con más
fuerza. Me estremezco.
Mi madre de repente saca una 45 de debajo de la mesa de billar,
apuntando a Rad.
—¡Suéltala o juro por Dios que te mato! —Rad apunta el arma
hacia ella y aprieta el gatillo. Mis oídos resuenan por el disparo y mi
madre vuela al suelo.
—¡Mamá! —Intento correr hacia ella, pero Rad me acerca más, sin
dejar que la ayude. Lip da un paso adelante para ir hacia ella, pero
Rad apunta el arma hacia él y lo hace detenerse en seco.
—Éste no eres tú, hablemos de esto. —Saint se levanta
lentamente, con preocupación en sus ojos.
—¿Y tú me conoces? ¿Es eso lo que piensas? —Rad se ríe y yo
lloro más fuerte. Suena loco, nunca lo había escuchado sonar así
antes.
—Verificación de los hechos, hijos de puta. ¡He estado en este
club desde hace mucho tiempo, he sido tu mejor amigo durante
años, Zane, y ninguno de ustedes sabía que era el hijo de Locks!—
grita Rad. Mis ojos se alzan lentamente hacia la foto de Locks que
cuelga en la pared, los ojos de un Devil que me parecían tan
familiares.
Eran las mismas pupilas de nuestro enemigo.
—Locks no tenía hijos—informa Shadow.
—Ninguno del que todos supieran—dice con desprecio Rad.
—¿Qué quieres?—le pregunta Zane con un tono suave como si
estuviera hablando con una persona enferma que amenaza con
tirarse de un techo.
—¡Estoy aquí para cobrar lo que le debían a mi padre! —Rad
comienza a caminar lentamente hacia las puertas del club, pasando
por encima de mi madre sangrando y conmigo como su rehén. Él
patea violentamente a Addie que está al lado de mi madre,
haciéndola caer contra los taburetes del bar. Zane ruge, pero se
detiene en seco cuando Rad dispara su arma contra él, una bala
impacta en su pecho.
Arrastrándome fuera en la noche sollozo, el brazo de Rad me
rodea con fuerza la clavícula mientras se dirige a la camioneta de Big
Chief.
—Vamos a dar un pequeño paseo, Red.
Capítulo 1
Piper

Dentro de la enorme camioneta de Big Chief, el motor ruge


como un dragón salvaje listo para liberar su furia en cualquier
momento. El pie de Rad presiona el acelerador todo lo que puede, y
las cubiertas se aferran al asfalto tratando de mantenerse acorde con
su demanda de ir más rápido.
—¡Whoooo!—grita Rad psicóticamente, una mano en el volante y
la otra enredada en mi cabello, sacudiendo mi cabeza hacia él. Mi
mano está aferrada a la manija de la puerta, tratando de mantener la
parte inferior de mi cuerpo lo más lejos posible de él. Tengo miedo
de saber qué podrían hacer sus viles manos si me tuviera a su lado.
—¡Maldita sea, esta cosa puedes moverse rápido! —Sus ojos
salvajes se dilatan de la excitación cuando nos desplazamos dando
vuelta en una esquina. Mis uñas se clavan en el cuero del asiento
tratando de encontrar donde sujetarme antes de ser arrojada en la
cabina por su desquiciada conducción. Su agarre en mi cabello se
tensa, las hebras se rompen y mis puntos de sutura tiran de mi cuero
cabelludo con tanta fuerza que se me llenan los ojos de lágrimas. Él
me está sosteniendo como una perra porque sabe que intentaré saltar
de la camioneta a la primera oportunidad que tenga. En cualquier
otro momento tendría razón, pero sabiendo que estoy embarazada...
no estoy tan segura de poder justificar saltar a una zanja.
Su mano libre golpea el volante, sus labios se juntan mientras
mira por la ventanilla, su cabeza se bambolea con la música sonando
a todo volumen por los altavoces. Me mira con los ojos dilatados, el
cabello cayendo de su desordenada cola de caballo y volando
alrededor de su cara. Él grita la letra de Heartbreaker de Pat Benatar
como si estuviéramos en una especie de paseo alocado. Eso provoca
que apriete los dientes y mis fosas nasales se dilaten. Doblamos a
toda velocidad en otra esquina, los neumáticos chirrían.
—¡Estás jodidamente loco si crees que vas a salirte con la tuya!—
digo con sorna. Mi cuerpo se siente ligero, mi corazón se acelera
cuando la ansiedad me atraviesa como una tormenta rápida.
Ignorando mis amenazas, sube el volumen desde el volante, su voz
desafinada canta aún más fuerte que antes. Dios, está jodidamente
loco. ¿Cómo nunca antes vimos este lado de él? Todo este tiempo
pensamos que era un divertido chico surfista, pero en realidad, era la
fachada de un maldito lunático.
Dios, me pregunto si mi madre está bien. ¡Y Zane, le disparó a
Zane! Esto es un jodido desastre.
—¿Por qué estás haciendo esto? —Mi voz vacila, la traición que
ha impuesto al club golpea mi corazón. Viviendo la vida de un MC,
no deberías preocuparte por la deslealtad. Somos familia... o pensé
que lo éramos. ¿Hay alguien más en el club que no sea quien dice
ser?
Él baja la música y se frota la mandíbula con esa mano libre en un
pensamiento profundo.
—¿Quieres saber por qué estoy haciendo esto, Piper? —Su voz
ahora es tranquila y serena. Lo miro de reojo, mi cuerpo se balancea
hacia adelante y hacia atrás cuando la camioneta golpea los baches
—. Porque, mi madre y yo estamos muy pendientes del club. Bull
dirigió ese club como un maldito circo, y en el momento en que él
estira la pata, ¿le dan el mazo al hijo de puta que mató a mi padre?
—Me agarra el pelo con más fuerza y mis uñas se clavan en el
asiento—. Bull y Shadow mataron a mi jodido padre, Locks y de
hecho no les pasó nada por matar a otro miembro del club, ¿Shadow
recibió el maldito mazo? ¿Cómo es eso correcto? —Él sacude la
cabeza, la mía duele, tratando de reconstruirlo todo. Yo no conocí a
Locks, pero traicionó al club que yo conozco, Shadow y Bull le
dispararon y lo mataron por eso.
Pero nadie sabía que Locks tenía un hijo, y si lo sabían, nunca nos
dijeron. Mis cejas se fruncen. Espera, ¿Bull lo sabía? ¿Él mató a su
padre y dejó a su familia para valerse por su cuenta? Si es así,
entiendo la frustración de Rad, pero ¿por qué no lo trajo a la mesa?
¿Por qué el engaño?
—Tu amistad con Zane y con nosotros, ¿nada de eso fue
verdadero?
—Eh, quiero decir, él fue un buen amigo, pero no muy inteligente
viendo cómo no revisó mis antecedentes demasiado bien, ¿verdad?
Todos creyeron lo que les dije y estuve en el club así, sin más. Fue
mucho más fácil que tener que explicar quién era Locks y mentir
sobre no tener ningún resentimiento hacia nadie. —Él me mira de
una manera rencorosa—. ¡Habría tenido ese maldito martillo lo
suficientemente pronto si no fuera por ti volando mi tapadera! Yo
saqué del medio a Bull, y estaba en proceso de sacar a Big Chief
porque estaba siendo jodidamente entrometido, no quise
atropellarte, solo fuiste mercancía dañada, bebé…
—Espera, ¿qué quieres decir con que sacaste del medio a Bull? —
Mis ojos se abren ampliamente, mis uñas se clavan en el asiento con
más fuerza. Mató al padre de los Devil´s, en su camino a la cima,
salvaje e incomprensible.
Él mueve las cejas.
—Era un maldito vegetal, Piper, le hice un favor. Puse una
almohada sobre su rostro y envié su culo al infierno.
—¡Tú maldito imbécil!—grito. De todas las locuras que ha hecho
este hijo de puta, matar al presidente del club se lleva el jodido
trofeo.
Balanceando mi mano en un puño, la estrello contra su brazo, el
que está sosteniendo mi cabello, causando que las hebras se rompan
cuando se ve obligado a soltarlo. Me lanzo sobre él, golpeándolo y
gritando, tratando de liberar el dolor que causó en mi pecho. Mi
corazón está roto, destrozado por haber dejado entrar a un vil lobo al
club.
Los lobos se comen a los suyos; los matan. Ellos no saben nada
sobre familia, viven con el único propósito de sobrevivir y ser el alfa.
Usando su codo, trata de alejarme.
j
—¡Perra loca, me vas a hacer chocar! —Pero sigo viniendo hacia
él.
—Estás jodidamente muerto, ¡me oyes! ¡Voy a matarte! Saint va a
matar... —Rad se sube a una acera y me arroja al aire, mi lado
derecho se estrella contra la puerta del pasajero, mi cabeza golpea la
ventanilla y hace que el vidrio se rompa.
Mis ojos se ponen en blanco, el dolor irradia por todo mi cráneo.
Atontada, levanto la mano y me toco la cabeza, solo para sentir
humedad. Bajando las puntas de mis dedos, encuentro que la sangre
mancha mi piel.
Mierda.
Entrecierro los ojos y los mantengo sobre Rad, que saca un
cigarrillo de detrás de la oreja y lo enciende. Dando una larga calada,
me mira fieramente, con el cigarrillo colgando de sus labios.
—Apuesto a que eres una verdadera chupa pollas en la cama, ¿no
es cierto? —Él comienza a reírse, divertido consigo mismo—. Tanto
que andas por ahí, estoy seguro de que has aprendido algunas pocas
cosas, ¿no? —Él acerca la mano a mi pie que está apoyado en el
asiento. Quiero retarlo, arriesgarlo todo, pero ya no soy solo yo.
Este tipo de mierda no le sucede a las personas, no en la vida real.
Lo que me está sucediendo en este momento solo ocurre en las
películas y en los libros. Sin embargo, aquí estoy. Es porque no sigo
las reglas de una persona normal. Vivir fuera de los límites de un
ciudadano común y corriente te hace susceptible a cosas poco
realistas.
Suspirando, solo puedo esperar que mi final sea tan feliz como en
las películas y los libros, aunque algo me diga que dado que no
transito por el camino de un santo... Voy a cosechar lo que siembro.
Girando la cabeza hacia un lado, miro a través de la ventanilla
astillada por la rajadura que hizo mi cabeza y parpadeo lentamente
por el dolor.
—¿A dónde me llevas?—murmuro con voz débil. Esa sensación
de miedo comienza a pintar sobre mi ira. No importa cuánto pelee,
p p p
no tengo control sobre lo que me va a pasar.
—¡Con mamá!—corta, dando una calada al cigarrillo entre los
dientes con fuerza—. Ella sabrá qué hacer contigo.

Conducimos durante al menos otra hora antes de que la


camioneta rechine y se queje hasta detenernos en unas instalaciones
herrumbrosas de todos colores, recordándome un lugar del
programa The Walking Dead. No hay verja o alguien vigilando quién
está entrando y saliendo de este lugar. Eso se debe a que nadie sería
tan estúpido como para entrar o salir sin tener permiso.
Empujándome hacia arriba, mis ojos miran a mi alrededor.
—¿Dónde estamos?
Cruzando las paredes oxidadas, mi existencia es carcomida por el
club que siempre me encuentra.
Dos postes de luz con luces amarillentas proyectan un tenue
resplandor en dos edificios y una casa situada entre ellos.
Rad pone la camioneta en el parque justo cuando un grupo de
personas comienza a congregarse alrededor de ésta. Los faros brillan
en la casa de dos plantas. Rad me agarra por el brazo y me arrastra
por el asiento de manera imprudente, mi rodilla golpea contra el
tablero antes de llegar finalmente a la puerta del conductor.
Casi cayéndome de cara al suelo sobre la tierra seca, me agarro al
piso de la camioneta para sostenerme. Un par de hombres salen de
uno de los edificios más cercano a nosotros, están cubiertos de grasa
y manchas. Uno tiene cara de perro faldero y hombros anchos, otro
parece un niño que no tiene por qué estar en un lugar como éste,
pero el hombre en la parte posterior del grupo me llama la atención.
Él se destaca por encima de todos los demás y no parece que haya
caído lejos del árbol de los moteros con la chaqueta de cuero que
lleva puesta. Tiene una barba muy recortada y cabello oscuro que le
cae en la cara. Sus ojos me rastrillan de arriba abajo y tiemblo bajo su
abrasiva mirada lasciva. ¿Es éste otro club?
La puerta mosquitera de la casa cruje, atrayendo mi atención
antes de que se cierre de golpe. Una mujer alta y rubia se encuentra
en el porche de madera. Vaqueros azul oscuro y una camiseta blanca
sin mangas debajo de una chaqueta de cuero. Ella es bonita,
considerando en donde estamos, un depósito de chatarra.
—¡Te traje un pequeño regalo!—grita Rad y me tira de la
camiseta.
Ella baja, su cabello rubio rebotando con sus movimientos. La
multitud se abre ampliamente dándole un gran paso. Quienquiera
que sea, debe estar a cargo, el grupo la respeta. Esto no puede ser un
club, nunca he oído que una mujer sea presidente.
—¿De quién es esta camioneta?—pregunta la rubia, con un brazo
extendido, la palma hacia arriba, señala el orgullo y la alegría de Big
Chief.
—¿Ésta? Sí, es posible que quieras desmantelarla y rápido. —Rad
se ríe, golpeando su mano en el capot color cereza.
¿Desmantelarla? Eso es lo que es este lugar, un depósito de
chatarra, y están despojando a los coches de sus partes.
Ella se acerca, el olor a perfume se apodera del olor corporal de
los hombres que nos rodean. Su ceja derecha se levanta.
—¿Quién es ésta?
Puedo decir que no le gusto. Cuando dos mujeres se juntan,
levantan la barbilla, ponen la mano en la cadera y se ponen a la
defensiva como esta mujer, es que se sienten intimidadas.
La mano de Rad está enrollada alrededor del cuello de mi
camiseta, él me empuja hacia ella y yo me arrodillo.
—Una Devil, las cosas se fueron a la mierda en el club y saben
quién soy. —Rad desliza sus manos sobre su cabeza acicalando los
pelos sueltos que sobresalen. No lo ayuda a parecer menos loco, está
jodidamente loco.
La rubia viene más cerca, su lengua deslizándose por su labio
inferior, mirándome con ojos siniestros. Sus afilados pómulos se
alzan cuando una sonrisa de gato de Cheshire se extiende
perfectamente en su lugar.
—Debes ser la mocosa de Cherry y Lip, con ese cabello de color
Raggedy-Ann—me insulta antes de apartar suavemente el cabello de
mi cara.
—En realidad, ella es de Cherry, pero tiene un padre diferente—
le informa Rad. Ella lo mira antes de volver a mí.
—Ah, eso debió haber ocurrido después de que me echaran a
patadas del club.
Se me anuda el estómago. Ella es alguien con una vende a contra
el club. Dios ayúdame.
—Bueno, estás muy lejos del Infierno, ¿no es así pequeña Devil?
—¿Quién eres tú?—murmuro, irguiéndome sobre las rodillas
raspadas.
—Bebé, me llaman Candy, y será mejor que recuerdes ese
nombre. —Ella me señala, sus labios de algodón color caramelo
fruncidos.
Pongo los ojos en blanco, su ego es tan grande como sus tetas, y
no es muy halagador. Si nos conociéramos en un club o en la calle,
estaríamos en el estacionamiento, o al menos Delilah y yo
estaríamos. Esperaríamos a que ella saliera y le saltaríamos en el
culo.
Curvando mi labio, le escupo, Delilah estaría orgullosa. La cara
de Candy se cae, algunas de las personas en la multitud jadean con
sorpresa. Usando la manga de su chaqueta de cuero, se limpia el
líquido de la cara.
—Llévala a la habitación de arriba.
Estirando ambos brazos y niego con la cabeza.
—¡No, tienes que dejarme ir! —Me resisto.
Dos tipos de complexión mediana de la multitud marchan hacia
mí, uno cara redonda y fofa, el otro afilada y huesuda, pero ambos
visten monos con agujeros. Tímidamente, con los pies en una
postura amplia, las manos manchadas y engrasadas extendidas, se
abalanzan hacia mí como si fuera un animal salvaje acorralado.
Idealmente, soy imprevisible. Ellos me llevaron sin mi
consentimiento, su intención de lastimarme brilla en sus ojos. Quiero
proteger a mi hijo nonato y hacer lo que creo que una madre debería
hacer en una situación como ésta. Pero eso es todo. Una madre y su
hijo no estarían en una situación como ésta, así que tengo que hacer
lo que sé. Sobrevivir y esperar que no me lastimen demasiado.
Meto la palma de la mano en la nariz del gordo, haciéndole
tropezar y aterrizar sobre un montón de escombros de metal. El otro
mira a su amigo antes de mirarme con los ojos muy abiertos.
Poniéndome en cuclillas, lo tiro al suelo de una patada y le pateo el
codo, rompiéndoselo.
—¡Dios! ¡Stacks, agárrala! —ordena Candy por encima del caos.
El hombre de la chaqueta de cuero y el cabello oscuro se abre
paso entre la multitud, su presencia se apodera de todo el depósito
de chatarra, me agarra del brazo. Tratando de resistir su toque, clavo
mis pies en el suelo.
—¡Aléjate de mí!—protesto. Gruñendo, me arroja sobre su
hombro, mi mundo gira al revés. Sus músculos se balancean y se
hinchan debajo de mi cuerpo, su fuerza es demasiado para mí y
sucumbo. Levanto la cabeza y miro a Rad, que está apoyado contra
la camioneta, con una jodida sonrisa en el rostro.
—¡No te saldrás con la tuya, Rad, y lo sabes!—amenazo, mis ojos
se llenan de cálidas lágrimas no derramadas.
Él se ríe antes de que la mujer rubia lo golpee en la cara con
fuerza.
—¿Qué mierda estabas pensando al traerla aquí?
—Podemos usar a su madre para apoderarnos del club. Justo
como siempre quisiste... —responde Rad con un tono de empatía en
su voz que nunca antes había escuchado. ¿Ella es su madre? ¿De
aquí es de donde proviene Rad?
Stacks sube los escalones y entra en la casa. Dentro huele a limón
azucarado, la decoración que puedo ver desde este ángulo parece
sacada de una de esas revistas country. Las botas golpean contra los
peldaños de madera, el aire se vuelve más denso y caliente a medida
que subimos.
—Bájame—le gruño. Él no responde, así que le doy una palmada
en la espalda para reiterar mi maldita demanda. Sus hombros se
tensan, pero no responde de otra manera. Finalmente, sube las
escaleras, gira a la derecha y abre una puerta. Mi cabello está en mi
cara, evitando que mire alrededor de la habitación. Me tira sobre una
cama y mi cabeza rebota en el cojín. Me estremezco, mi pobre cabeza
ha pasado por mucho. Agarrándome de la muñeca, la tira por
encima de mi cabeza y me pone una esposa de metal frío,
aprisionándome contra la cama. Espera, él no puede hacer eso.
Poniendo a prueba la esposa, doy un tirón fuerte con la muñeca.
Sentada de rodillas, miro a mi alrededor, sin aliento por el miedo.
Es solo una habitación ordinaria. Una cama con un fino edredón
blanco, un baúl de madera en la esquina y una alfombra multicolor
sobre el polvoriento suelo de madera.
Él me da la espalda, abre una puerta blanca que está en la pared
del fondo, el pomo de la puerta golpea contra la pared.
Echándome de costado, hasta donde la esposa me lo permite, se
vislumbra una tina de porcelana blanca. Es un cuarto de baño.
—Si me dejas ir, mi club te pagará. —Intento negociar con él
mientras inspecciona la habitación. Por qué, no sé. ¿Quizás para
asegurarme de que no hay nada con lo que pueda lastimarlo a él o a
Candy?
Me mira, con su rostro sin emociones. No podría importarle
menos el dinero, está aquí por otra razón. Pero si Lip me enseñó
algo, es que cada hombre tiene un precio. Solo tengo que descubrir
cuál es el de Stacks.
—Candy te quiere aquí, entonces ahí es donde te vas a quedar—
habla finalmente, su voz es muy baja y áspera, si fuera un whisky
sería uno de los mejores.
—¿Por qué? ¿Por qué mierda me quiere aquí? —Pateo
salvajemente, enojada porque no tengo control de lo que me está
pasando.
La diversión destella en sus ojos azules. A él le gusta que yo esté
enojada y no triste y llorando por ayuda. Maldito enfermo.
—¡Déjame salir de aquí!—grito, mi propia voz sacudiendo las
ventanas sin cortinas al otro lado de la cama. La rabia me hierve en
los brazos y crispa mi rostro. Nunca me había sentido tan enojada en
toda mi vida.
—Cállate—exige casualmente, frunciendo el ceño.
—¡Jódete, dije, déjame ir! —Tiro de la esposa y toda la cama se
sacude con mi fuerza.
Stacks pisotea hacia el arcón de madera al final de la cama,
abriéndolo y sacando algo con un largo cordón negro.
Todavía de rodillas, flexiono el cuello para ver qué demonios es.
—¿Qué estás haciendo?—chasqueo.
Conecta la radio y la enciende. Una canción de rock que no
reconozco chirria por los altavoces. Él baja la cabeza, me mira de
reojo, su pulgar e índice deslizan el dial por completo haciendo que
la música suene más fuerte que el infierno. Con una sonrisa en el
rostro, se dirige hacia la puerta, cerrándola detrás de él.
—¡Regresa aquí! —Tiro de la esposa, mis rodillas rebotando en la
cama. Sin aliento, me inclino hacia adelante y descanso la cabeza en
la cama. Estoy estresada y haciendo todo lo posible para mantener a
raya las lágrimas, pero mis ojos arden, mi garganta sube y baja por la
emoción tratando de trepar por ella en forma de sollozo.
¿Lip me está buscando?
¿Saint?
¿Está bien mi madre?
¿Me encontrarán?
Saint
Sentados en la mesa de madera, las luces de la ambulancia en el
patio brillan a través de las ventanas. Con todos los disparos y la
conmoción, no había forma de evitar que la policía apareciera. Zane
y Cherry recibieron dos disparos, y mi chica fue secuestrada. Si el
infierno alguna vez vino a la Tierra, fue esta noche.
Quería perseguir la camioneta y seguirlos, pero Rad ya estaba
fuera de la vista antes de que pudiera arrancar mi moto. Con Addie
y Delilah pidiendo ayuda a los gritos desde el club y revoloteando
sobre los cuerpos heridos de Zane y Cherry, corrí de regreso al
interior. Debería haber seguido persiguiendo a Rad, incluso si fuese
a pie. Debería haber hecho más.
Cherry está en la parte de atrás de una ambulancia, y Zane está
afuera gritando a los policías para que se vayan de la propiedad del
club. Me duele la cabeza, se me hace agua la boca por un poco de
vodka. A Zane también le dispararon, pero tenía un chaleco
antibalas debajo de la camisa. Hombre inteligente.
Con un porro en la mano, inhalo una gran bocanada y lanzo el
humo hacia el techo. No me importa si los policías lo ven, dejen que
me arresten. Solo estoy esperando que alguien me empuje más allá
del límite para poder liberar lo que sea que está rugiendo dentro de
mi pecho.
—Hola—dice Delilah desde la puerta.
Concentrándome en la hierba enrollada entre mis dedos,
respondo.
—Hola.
—Vamos a encontrarla, lo sabes, ¿verdad?—trago, mirándola, con
el ceño fruncido.
—Tan pronto como estos policías salgan de nuestro camino de
entrada, la buscaré—le digo de hecho.
Ella asiente.
—Sí, yo también.
—¡No, tu no lo harás!—chasquea Zane detrás de ella, entrando
atropelladamente en la habitación antes de sentarse a mi lado en la
mesa. Él coloca dos vasos sobre la mesa, vertiendo tequila hasta el
borde. Agarrando su vaso, empuja el otro hacia mí antes de bajarse
el suyo.
—Ellos se están yendo—masculla, haciendo una mueca mientras
se recuesta en la silla. Se palmea las costillas con una mano.
—¿Vas a estar bien?— le pregunto entre sorbos de tequila.
Él me mira antes de arrebatarme el porro de la mano y fumarlo
hasta el final.
—Los días de Rad están contados. Ningún hombre, ningún alma
entra en nuestro club y hace esta mierda. Éste es nuestro hogar,
nuestra forma de vida, y pongo a Dios de testigo, voy a mostrarle a
este maldito mundo que no jodes con los Devil´s Dust. —Zane me
mira con ojos inyectados en sangre. Sentado hacia adelante, descansa
sus brazos sobre la mesa—. Saint, es como si hubiésemos sido
preparados y entrenados toda nuestra vida para este momento.
Vamos a mostrar a nuestros padres de qué mierda estamos hechos.
Alzo el puño.
—Amén, hermano. —Y él lo golpea.
Shadow y Bobby entran en la habitación, ambos con una mueca
en la cara. Shadow se sienta a la cabecera de la mesa y baja la cabeza.
Nuestro club está perdiendo su fuerza, su alma, y él lo sabe. Todo
comenzó cuando Bull murió. Es como si cada día desde que se fue,
los latidos del club se vuelven más débiles.
Pasándose ambas manos por la cara, suspira ruidosamente.
—Ni siquiera sé por dónde empezar—murmura, dejando caer las
manos sobre la mesa.
Bobby, de pie junto a él, lo palmea en el hombro.
—Oye, hemos estado en este camino antes, podemos manejar esto
—lo anima Bobby. Tomo otro sorbo de tequila. Éste no es cualquier
otro momento, esto es ahora. Ésta es mi mujer que fue secuestrada.
Yo quiero maldita justicia, ¡y ahora!
—Sí, pero eso fue cuando Bull era el presidente—se queja
Shadow, recostándose en la silla y frotándose la barbilla. Nunca he
visto a Shadow tener dudas de su fuerza como líder, y verlo ahora...
me hace preguntarme si ser un forajido nos va a morder en el culo en
lugar de ayudarnos.
Nadie nos va a ayudar, más que nosotros. Me paro, empujando la
silla detrás de mí. Necesito un maldito minuto, un segundo para
entender qué carajo acaba de pasar y qué tengo que traer a la mesa
para recuperar a mi chica. Para que este club regrese a la cima.
Frotando el dolor palpitante en mi nuca, me dirijo por el pasillo y
me encuentro en la habitación de Piper mirando su cama. En mi
mente, veo su cuerpo arquearse por mi toque, su boca
entreabriéndose por el vibrante gemido que escapa de sus labios.
Parpadeo para alejar la imagen. Huele a ella aquí. Agarrando su
almohada, me la llevo a la cara e inhalo el olor de su champú.
—¿Dónde estás, Piper?—susurro, esperando que algo me
responda suavemente.
Dejo caer la almohada y deambulo sin rumbo por la habitación.
Al entrar en el cuarto de baño, voy a apagar las luces y veo una caja
rosa brillante en el suelo. Agachándome para levantarla, noto que es
una prueba de embarazo. Mis cejas se fruncen, los ojos miran
alrededor de la encimera en busca de una prueba antes de encontrar
un palo al revés con una tapa rosa en el bote de basura. Dejo caer la
caja al suelo, tomo la prueba de orina y encuentro dos líneas rosadas.
Embarazada.
¿Pero es de ella?
—Ella te lo iba a decir.
Al darme la vuelta violentamente, encuentro a Delilah apoyada
contra el marco de la puerta, el maquillaje embadurnado por su cara
de llorar mientras se mastica una uña.
—¿Esto es de... Piper?
Ella asiente en silencio, y mi pecho se aprieta. Es como si Dios me
estuviera probando, dándome otra oportunidad de salvar a la mujer
que está llevando a mi hijo.
Voy a ser padre. De nuevo.
Sintiéndome un poco mareado, cierro los ojos. Visiones de Piper
sonriendo, y de su cabello rojo brillan detrás de mis párpados.
Esta vez, voy a salvar a la chica. Y quedármela. Este maldito
forajido prevalecerá independientemente de lo que alguien piense.
Salgo de la habitación pisando con fuerza y marcho por el pasillo,
la prueba de embarazo en mi mano. Empujando las puertas de la
capilla del club, arrojo el palo sobre la mesa. Todos los ojos se posan
en él.
—Ella está embarazada. Es mío. ¡Necesitamos un plan y
malditamente ahora! —Mi cuerpo tiembla, la adrenalina me hace
sentir enfermo. Zane me mira, algo brilla en sus ojos. Sé que él y
Piper tuvieron una historia tiempo atrás, tal vez saber que hice que
Piper se enamorara de mí y que está llevando a mi hijo lo incomoda.
—Esto se volvió más complicado—suspira Bobby, recostándose
en la silla.
—¿Dónde está Big Chief? ¿Tiene un Lojack1 o algo así?—
pregunto encogiéndome de hombros.
Big Chief ama a esa camioneta, seguramente tiene algún tipo de
GPS en ella, no es demasiado descabellado.
Shadow se sienta derecho en su silla, estirando la espalda.
—Encuéntrenlo. ¡Averígüenlo!—ordena Shadow, y Zane y yo
estamos fuera de la habitación antes de que pueda terminar su frase.
Capítulo 2
Piper

Recostada en la cama, siento que mi hombro está siendo sacado


de su articulación, causando un hormigueo en mi brazo por la
pérdida de circulación sanguínea. Sostengo mi otra mano sobre mi
abdomen sabiendo que hay una vida dentro de lo que alguna vez
fue un abdomen sagrado. La idea de ser madre está dando vueltas
en mi cabeza. Tengo una responsabilidad, un pequeño ser humano al
que debo criar. Todo lo que he hecho en mi vida es ser bonita. He
fallado en todo lo que he hecho, pero no voy a fallar en ser madre. Es
lo primero en una larga fila de mierda que voy a hacer bien.
Me acuesto aquí por lo que parecen ser horas. Mis ojos están
cansados, me palpita la cabeza y mi estómago está gruñendo por
comida.
Canto junto a la radio, tratando de ahogar mi situación actual en
la letra de la canción. Mis ojos se fijaron en el techo mientras aúllo las
palabras de You Don´t Own Me por... Grace, creo. No sé cómo sé esta
canción, las palabras comenzaron como un susurro antes de que yo
comenzara a llorar. Me arden los ojos con ganas de llorar, Dios, ¿por
qué estoy tan llorosa? Tienen que ser las hormonas o algo así. Las
mujeres embarazadas tienen esas como locas, ¿verdad?
La puerta de la habitación se abre, levanto la cabeza y encuentro a
Candy. Apaga el equipo de música, apoyando su culo en el borde
del baúl de madera. Sus uñas perfectamente pintadas con un dedo
tatuado con unas alas.
—¿Qué voy a hacer contigo, Piper?
No queriendo jugar sus juegos, recuesto mi cabeza y vuelvo a
mirar hacia el techo. Es una pregunta tendenciosa, cualquier cosa
que yo diga ella la tergiversará.
—No sé, ¿alguno de tus hombres está aburrido? Podríamos
establecer otra hora para jugar. —Levanto una ceja hacia ella,
entrometiéndome con ella, no es mi idea más inteligente, pero me
parece algo gracioso que derribara a dos de sus hombres. Lip estaría
orgulloso.
—Pusiste a dos de mis hombres en cabestrillos, ¿crees que esa
mierda es graciosa?
Me río, haciendo un espectáculo de que no tengo miedo, pero en
el fondo me cuesta mucho mantener la calma. Quiero rogar por mi
vida, ofrecerle a esta perra lo que quiera... pero soy más fuerte que
eso. Solo tengo que comprar mi tiempo hasta que mi familia me
encuentre.
—Se suponía que Rad tomaría a alguien importante de los Devil
´s si las cosas salían mal. Como Dani o Cherry—continúa, insultando
mi existencia—. Pero, te secuestró a ti. —Su rostro se torna en una
expresión como si comiera una manzana podrida.
—Pobrecita. —Pongo los ojos en blanco—. Déjame ir y me
aseguraré de darle a mi club el mensaje de que se necesita la
presencia de Dani—continúo, una sonrisa siniestra curva mi labio.
Dani aniquilaría a esta perra.
—Podríamos matarla, eso los sacaría de quicio—informa Rad
desde la puerta. Ni siquiera sabía que estaba parado allí. Sus
palabras corren por mi columna vertebral como una taza de agua
helada a mediados de julio, haciendo que mi cuerpo se tense.
—Mmm, tal vez—murmura ella.
—Nadie la extrañaría, en serio. No por mucho tiempo de todos
modos. Las zorras no son amadas como personas verdaderas—me
apuñala Rad donde duele. Siempre ha sido tan amable conmigo, no
puedo creer que eso sea lo que realmente piensa de mí. Espero que
Saint le ponga una bala en la cabeza.
—¿Cómo va la camioneta?—dice Candy, su tono sugiere que no
está contenta de que Rad la trajera aquí.
—Está siendo desarmada, pero encontraron un Lojack en ella, y
lo estamos manejando—informa Rad.
¿Lojack? ¿Qué demonios es eso?
Candy me mira con la cabeza inclinada hacia un lado. Ella está
tratando de decidir qué hacer conmigo.
—¿Crees que entregarán el mazo por ella?
Rad se encoge de hombros y me río histéricamente. Esta perra es
delirante.
—Si sabes algo sobre el club, sabes que tienen recursos, otros
clubes y pandillas. Incluso si tienes suerte y te apoderas del nombre
del club, no durarás un segundo en las calles. —Me rio, divertida de
que ella piense que tiene todo esto resuelto. Los clubes tienen reglas
y normas. No van a dejar que esta perra loca me secuestre a cambio
de una organización.
Sus cejas perfectas se fruncen, al darse cuenta de que no tiene el
control total sobre la situación, finalmente sentada sobre su pequeña
y bonita cabeza.
—Sí, a la mierda. Mátala. —Candy le hace señas a Rad de
adelante y yo me levanto de la cama. Mis ojos están muy abiertos.
¿Está hablando en serio? ¿Qué demonios piensa que obtendrá si
estoy muerta? Rad saca una navaja, sus ojos se dilatan por los límites
que está a punto de cruzar. Empuña el cuchillo con un propósito, sus
zancadas por la habitación son más suaves que un guepardo.
Gritando por mi vida, me paro en el colchón, tratando de
alejarme lo más posible de él, pero la esposa me mantiene confinada.
Él aferra mi camiseta, arrastrándome hacia la cama, trato de
patearlo, pero rápidamente aprieta la cuchilla fría entre la piel de mi
clavícula y me congelo por el miedo a moverme que podría cortarme
la garganta. Pierdo toda la confianza y dejo que el sollozo que tengo
barra a través de mí y recorra mi cuerpo.
—¡Estoy embarazada! —Escapa con mis sollozos antes de que
pueda recuperar las palabras. Con la esperanza de que si saben que
estoy embarazada, pensarán en el bebé y no solo en mí.
y p y
—¡Espera!—espeta Candy de repente, levantando la mano, Rad
se queda quieto como si estuviese entrenado para recibir órdenes. El
rostro de ella está frío mientras me mira, su boca abierta con
incredulidad. Se parece a una mujer que acaba de ser llevada a una
joyería, y sus ojos se deleitan con un regalo que solo ha soñado.
Aprovecho la oportunidad para lentamente dejar escapar un suspiro
irregular, con cuidado de no presionar la piel de mi cuello con más
fuerza sobre el cuchillo.
—¿Y qué? Hagamos esto—insiste Rad, aplicando presión a la
cuchilla. Me estremezco, estirando el cuello lo más lejos que puedo.
Candy se levanta del baúl y empuja a Rad lejos de mí. Sus manos
presionan el colchón a cada lado de mi cabeza, su cabello rubio cae
sobre mi cara mientras se cierne sobre mí.
—¿Embarazada? Eso cambia las cosas—murmura ella, su rostro
perfecto sin preocupación mientras lloro en silencio. Ella quita una
lágrima que cae por mi mejilla, menea la cabeza y me mira
desconcertada por mis emociones. Gracias a Dios, ella me ve como
una madre, una mujer como ella. El alivio inunda mi cuerpo con
tanta fuerza que siento la necesidad de orinar en la manta debajo de
mí.
Candy sonríe como un gato que se acaba de comer el pez dorado
de la familia y cualquier hilo de esperanza al que estaba aferrada, se
rompe.
—Te buscarán por un tiempo, pero eventualmente te convertirás
en una vieja noticia—susurra para sí misma. Sus ojos caen sobre mi
vientre y mi corazón da un vuelco.
—Un bebé—susurra con asombro como si me hubiera dejado
embarazada y descubriera que vamos a tener un bebé. Me retuerzo
debajo de ella, un tipo diferente de miedo resurgiendo en mi pecho.
Ella tiene que estar bromeando. ¿Por qué querría un bebé? Tiene sus
propios hijos.
—Mamá, el plan es usarla para asumir el control del club, no por
un bebé—gruñe Rad detrás de ella—. Obtendríamos territorio, el
respeto…
Ella se endereza, subiéndose las mangas de su chaqueta de cuero.
—Te amo, Rad, pero cuando te tuve no pude tener más hijos. —
Su rostro adquiere una mirada triste, un recuerdo de su pasado que
la rompió y no puede seguir adelante. ¿Algo salió mal con el
embarazo? ¿Era ya Rad un monstruo en el útero tanto como lo es
ahora?
—Todos allá afuera. —Señala a la ventana, una docena de
personas de todas las edades que viven y trabajan—. ¡Son tus hijos!
—grita él, su tono envuelto en celos de que no son suficientes—. ¡Les
prometiste algo más!
—No es lo mismo. Todos vinieron a mí prácticamente adultos,
con sus problemas propios. Quiero un bebé. —La desesperación
pesada en su voz me asusta—. Quiero el olor infantil, la ropa linda y
la inocencia que conlleva—murmura ella, sin apartar los ojos de mí.
—¿Más que el club? —Rad está con la cara roja, un vaso
sanguíneo estallando a través de la piel besada por el sol en su
frente.
—Tal vez, ese club me debe y no estaré satisfecha hasta que
obtenga todo lo que quiero. Cuando estaba embarazada de ti, a Bull
no le importó que Locks fuera tu padre, ¡me prohibió incluso
después de que di todo lo que tenía a ese maldito basurero! —Ella lo
mira de reojo, su mano ondeando en el aire enojada.
—Sabes que estaba con un chico negro, el bebé no es blanco. —Él
señala la raza del bebé como si fuera algo malo. Mi mandíbula late
de rabia. Hijo de puta racista.
—Y qué, los bebés mestizos son tan lindos—dice Candy, con los
ojos fijos en mi vientre como si estuviera eligiendo un cachorro de
un criador.
Se da la vuelta para mirar a Rad, con la mano en la cadera como
si no fuera una madre, sino una mujer joven con más descaro del
debido
—Además, si la matas, ¿para qué mierda la usaríamos de todos
modos?
Cerrando los ojos, no puedo evitar temblar de miedo. Voy a ser
su prisionera durante nueve putos meses. Incluso si logran dar a luz
a mi bebé de manera segura, me matarán. Lo sé.
Abriendo los ojos, me trago la vulnerabilidad como vodka barato.
Les voy a dar el infierno antes de dejar que me quiten la vida.
Quieren una pelea, entonces eso es lo que tendrán.
Capítulo 3
Piper

Sentada en la cama, la urgencia de orinar me hace cruzar las


piernas. Girando la cabeza, busco algo de alivio para el dolor que
estrangula mis músculos. Esta maldita esposa me hace doler todo el
cuerpo.
Candy apagó las luces y cerró la puerta detrás de ella antes de
irse hace horas.
Sin embargo no puedo dormir. Echo un vistazo por la ventana
polvorienta, las luces amarillas afuera proyectan la suficiente
luminosidad para que vea la cama y la pared.
¿Por qué todavía no ha venido el club? Ya deberían haberme
encontrado. Miro mi mano libre y me muerdo el labio. Un recuerdo
me viene a la mente. Cuando era pequeña y me sentaba en mi
habitación y miraba por la ventana esperando a que Cherry, mi
madre, apareciera.
La sensación de soledad y miedo se asienta en mi estómago al
igual que cuando era una niña. Acuno mi vientre plano, nunca
dejaré que se lleven a mi bebé. Estaré aquí para mi hijo desde el día
en que lo saquen de mi útero. Lo juro.
Mis muslos se aprietan, la necesidad de orinar advirtiéndome que
va a suceder sin que yo lo diga.
Suspirando, golpeo mi mano contra el cabecero de metal. El ruido
fuerte.
—¡Necesito orinar!—grito. Sacudo mi esposa una y otra vez hasta
que la puerta de la habitación finalmente se abre y la luz se enciende.
Usando mi mano, trato de bloquear la luz desapacible.
Es Stacks.
—Necesito orinar—digo cortante, mis ojos están entrecerrados
por el repentino brillo. Él no tiene camisa, usa un par de vaqueros
bajos con agujeros. Mis ojos se fijan en la tarántula tatuada en su
pecho. Sus pequeños ojos redondos y colmillos muestran tantos
detalles que parece que realmente tiene una araña arrastrándose
sobre él.
Descalzo, entra a la habitación y apoya una rodilla en el suelo,
destrabando mi esposa. Mi brazo cae como un peso muerto. Lo
agarro con la otra mano y froto el dolor que me quema la muñeca.
Mi piel es de un púrpura feo, mis dedos están hinchados y rojos.
Me mira con una mueca impaciente.
—Bueno, ve—solicita groseramente.
De pie sobre piernas inestables, me dirijo lentamente al cuarto de
baño. Es una habitación vieja, con la pintura mellada y descascarada.
Si no fuera una prisionera, diría que tiene el potencial de ser algo
realmente hermoso. Aún así, mi casa le daría un ataque al corazón a
un diseñador de interiores. Nunca he tenido ganas de decorar. La
idea de una habitación de bebé con temática country florece en lo
profundo de mi mente. Pequeñas margaritas en las paredes de
madera de granero. Sé que eso realmente no suena como algo que yo
escogería. Dios santo, he estado embarazada un minuto y mi mente
ya se está volviendo loca. Con las manos sobre mis nalgas, giro mi
cabello sobre mi hombro, a punto de sentarme en el inodoro cuando
noto que Stacks se apoya contra la pared del cuarto de baño
mirándome fijamente.
—Um, ¿en serio me vas a ver mear? —Contengo mi pis.
—No te hagas ilusiones, no disfruto viendo a las perras
embarazadas ir al baño—gruñe él, cruzando los brazos.
Frunzo el ceño.
—Bueno, no puedo orinar contigo observándome.
Apartándose de la pared, cierra la brecha entre nosotros y me
agarra de la muñeca adolorida.
—Entonces no tienes tantas ganas de ir.
—¡Espera! —Me alejo—. Iré.
Me suelta la mano y retrocede.
—Entonces hazlo.
Me bajo los pantalones y las bragas no más abajo de lo necesario
y orino.
Mantengo mis ojos en el papel higiénico delante de mí,
asegurándome de no establecer contacto visual con Stacks. El sonido
de mi pis golpeando la porcelana es lo suficientemente incómodo.
Me limpio y me pongo de pie. Lavándome las manos con agua
tibia solo porque no hay jabón. Las encimeras no tienen nada. Sin
cepillos ni productos para el cabello de ningún tipo.
Me seco las manos en la camiseta y me giro, Stacks y yo estamos
de pie cara a cara. Nuestros ojos se encontraron. Sus iris son azules
con manchas verde esmeralda. No me había dado cuenta de eso
antes.
—Entonces, ¿eres algún tipo de motero o algo así?—le pregunto,
buscando conversación.
Él se gira, rompiendo el contacto visual e ignorando mi pregunta.
—No puedo hacer esto cada vez que necesites ir al maldito baño
—gruñe, sacudiendo la cabeza. Obviamente, no tiene hijos porque
eso requeriría tener que llevarlos durante el aprendizaje de ir al
baño.
Frunzo el ceño ante su tono. No es como si lo quisiera allí
conmigo más de lo que él quiere estarlo, pero sería una mentirosa si
dijera que no habría buscado algo que me ayudara a escapar si él no
estuviera allí conmigo.
Él señala la cama como si le estuviera diciendo a un perro que se
acostara y yo me detengo.
—Vamos, estoy cansado—me apresura, presionando su mano
grande en la parte baja de mi espalda. Es más grande que Saint, más
insensible también.
Poniendo los ojos en blanco, me siento en la cama y me froto la
muñeca adolorida.
—Por favor, ¿no puedes cerrar la puerta o algo así? —Prometo que
no intentaré salir por la ventana.
—No—me corta, arrebatando mi mano y esposándola a la cama,
pero no tan apretada como antes, afortunadamente.
Gruño, irritada. Lo odio. Justo cuando llega a la puerta, levanto la
cabeza de la almohada, una mirada tortuosa me hace sonreír.
—Te veo en una hora, Stacks. —Me mira por encima del hombro
con una mirada confusa.
—No conoces sobre mujeres embarazadas, tenemos que orinar
todo el tiempo—le digo sarcásticamente. No tendré que orinar en
una hora, no me siento diferente de lo que me sentía ayer o anteayer,
pero si puedo meterme con él... entonces lo estaré llamando a gritos
en una hora.
Sus labios se crispan justo cuando apaga las luces y cierra la
puerta.
Saint
Sentado en la parte de atrás de la camioneta en la que hemos
estado trabajando, inclino la botella de vodka hacia atrás, el líquido
tibio está ardiendo y recubriendo mi estómago.
Ni una palabra sobre Piper.
Ni una palabra sobre mi bebé. Hemos buscado por toda la ciudad
y llamado a todos los que son alguien. Nada.
Big Chief fue detenido para interrogarlo sobre lo que ocurrió
anoche. Supongo que no cooperó con el interrogatorio y tomó
alguna actitud, aterrizando con su culo en la parte trasera de un
patrullero. Me sorprende que Zane no haya sido arrestado por lo
mucho que estaba gritando y enfrentándose a ellos.
Con Chief en sus manos, no tenemos idea de si su camioneta
tiene Lojack, así que esperamos.
Esperamos.
Apretando los dientes, grito y arrojo la botella vacía de vodka por
el estacionamiento. Saltando de la parte trasera de la camioneta, me
paseo. Enojado. Deberíamos haber encontrado a Piper para esta
hora, saber algo sobre adónde la llevó Rad.
—¡Oye! Vas a limpiar eso. —Girando sobre mis talones listo para
comenzar una pelea, encuentro a Shadow mirándome con furia.
—¿Estás jodidamente bromeando? ¿Te preocupan los vidrios
rotos, pero no encontrar a Piper? —Golpeo mis puños contra mi
pecho, marchando hacia Shadow con un deseo de muerte.
Él me señala.
—Será mejor que retrocedas.
—¿O qué? —Estoy medio borracho, cabreado. Estoy enojado por
esperar y no hacer una mierda. Toda esta rabia acumulada me tiene
listo para arrojarme contra cualquiera, incluso si es el presidente de
mi club. He estado esperando que alguien me empuje para poder
liberar el dolor y la rabia luchando mutuamente entre mis costillas.
Shadow acaba de abrir la maldita puerta.
A centímetros de Shadow, un puño golpea mi boca. Me balanceo
hacia atrás, aterrizando mis nudillos en el costado de su cabeza. Él se
recupera de prisa, poniéndose repentinamente detrás de mí y
arrojándome contra la puerta del club. Estoy furioso, sin aliento, y
listo para estrangular a alguien.
—Yo no soy el que la secuestró, tranquilízate antes de que hagas
algo de lo que te arrepientas—me dice Shadow con calma, mi cara
presionada contra el cristal, suelto el aliento; empañándolo.
—Soltaron a Big Chief, está en camino hacia aquí. ¿Por qué no vas
a buscar un vaso de agua donde Dani para que cuando llegue,
podamos ir a buscar la camioneta y a Piper? —Me suelta, dándome
una palmada en la espalda.
Estoy confundido. Acabo de golpear a mi presidente y todo lo
que obtengo a cambio son unas palabras de ánimo y una palmada en
la espalda.
—Deberías estar enojado, te golpeé, hombre. —Mis cejas se
fruncen con confusión.
Se pasa una mano por el pelo y sus ojos adquieren una mirada
ardiente de la que siempre escucho hablar a las mujeres.
—He estado donde estás, hermano. Sé como se siente.
Así es. Las historias alrededor del club dicen que la madre de
Shadow secuestró a Dani años atrás. Apuesto a que mató a su madre
por eso. Nadie se mete con Dani. Incluso yo sé eso.
Dentro, me siento en el bar y antes de que pueda preguntar, Dani
desliza un vaso de agua fría por la barra. Agarrándolo con mano
temblorosa, tomo un pequeño sorbo, el líquido frío sintiéndose en
mi estómago.
—La encontraremos. Cree en mi hombre, Saint—me dice Dani,
inclinándose sobre la encimera sobre sus codos y me mira fijamente
—. Piper es fuerte, quienquiera que la tenga probablemente se está
maldiciendo por llevársela en lugar de a otra persona, confía en mí.
—Ella pone humor sobre la situación, tratando de calmarme.
—Simplemente odio no hacer nada—le digo, limpiando la
condensación que se desliza por el cristal con el pulgar. Siento que
Dios me dio otra oportunidad de amar y está probando mi
compromiso con Piper. Solo estoy sentado aquí y siento, una vez
más, que es un deja vu.
Estoy aterrorizado de perderla a ella y al bebé. Era un muchacho
cuando perdí a mi novia y a mi bebé, ahora siendo un hombre y
sabiendo qué mierda estoy sintiendo y lo que quiero, duele mucho
más.
Una moto ruge cuando entra al patio. Mis ojos se abren, tiene que
ser Big Chief. Dejando el agua atrás, salgo corriendo del club y hacia
Big Chief. Él ya está hablando con Shadow, ambos mirando el
teléfono en la mano de Chief.
Al acercarme, miro el marcador iluminado en un mapa, él tiene
un GPS. Mi corazón late un poco más rápido.
Shadow me mira.
—Reúne a los muchachos, nos vamos.

Tres tazas de café en un intento de sobriedad, un chaleco


antibalas y un club armado hasta los dientes, nos dirigimos a la
autopista, alejándonos de la ciudad; hacia el este. Shadow lidera el
camino, Zane justo detrás de él. Mis manos estrangulan el manillar,
la adrenalina bombea en mí hasta el punto de ser tóxica... o tal vez es
solo el alcohol que aún está hablando. Cuando me encuentre cara a
cara con Rad otra vez, lo voy a matar. Su traición manchó mi
conciencia como un vino tinto caro, es una pena de la que nunca me
lavaré las manos.
Conduciendo durante más de una hora, llegamos a un área con
matorrales muertos y un automóvil medio enterrado en el desierto.
No hay señales de la camioneta de Chief o de Piper. ¿Qué demonios
es esto? ¿Dónde estamos?
Poniendo la moto en su pata de cabra, me duelen las rodillas de
conducir con las piernas trabadas, mi ira hace que mis extremidades
se pongan rígidas. Miro alrededor, observando el área, no hay
edificios ni socialización a la vista. Zane camina hacia el coche
desarmado, su pintura reemplazada por óxido marrón y amarillo.
Las ventanillas y los asientos se han ido. Big Chief mira el teléfono
en su mano, una expresión perpleja llenando su rostro.
—Dice que está aquí, no lo entiendo. —Él frunce el ceño, mirando
a nuestro alrededor como si su camioneta apareciera mágicamente.
—¿Es esto?—pregunta Bobby, con la cabeza gacha, mirando algo
al otro lado del coche. Todos nos dirigimos hacia él, encontrando
una caja negra polvorienta medio enterrada en tierra.
Big Chief se arrodilla, abriendo la caja.
Es el Lojack.
Rad lo encontró y lo descartó, enviándonos a una búsqueda sin
sentido Está jodiendo con nosotros y eso solo me vuelve más hostil
acerca de todo esto. Él tiene a mi mujer y la está balanceando delante
de nuestras narices.
—¡Maldita sea!—grito. Con los puños apretados y los bíceps
contraídos, grito contra el viento. ¿Qué mierda quiere Rad? ¿Por qué
está haciendo esto?
—Ve a comprobarlo—escucho a Shadow decirle a uno de los
hermanos. Bajando la cara, me paso las manos por la nuca.
¿Cómo diablos la vamos a encontrar ahora? Mi pecho comienza a
doler, mis costillas se sienten como si estuvieran rompiendo mi piel
y construyendo una pared alrededor de mi corazón herido. En un
intento de sucumbir a la sensación desconocida, me froto el pecho,
con la mandíbula apretada. Puede que me duela el corazón por no
poder estar allí para Piper, pero una cosa es segura. Nunca volveré a
ser ingenuo. Nunca seré tan confiado. Cuando recupere a Piper,
estaré sobre su trasero para que sea la mejor versión de sí misma que
pueda ser.
Nunca más la dejaré fuera de mi vista.
Mi chica tiene problemas de confianza por ausencia de una figura
paterna, está claro, se puede ver. Entonces, yo seré su jodido papi.
Ella lo odiará. Pero no dije que no vendría con sus ventajas.
Zane se pone detrás de mí, deteniéndose a un paso de mí. Sus
manos cuelgan de sus caderas, su rostro mira a cualquier parte
menos a mí. Está pensando en qué decir, algo para ayudar a calmar
lo que estoy pasando, pero él y yo sabemos que nada de lo que tiene
que decir va a servir de algo.
¿Cómo puede estar todo bien cuando la mujer que entró en mi
vida y me enseñó cómo ser un hombre, a finalmente ser capaz de
sentir algo más que culpa, fue secuestrada delante de mis ojos?
—¿Estás bien, hombre?—finalmente pregunta él.
Negando con la cabeza, pienso en lo estúpida que es su pregunta,
pero lo está intentando. Es un buen hermano.
—¿Cómo diablos se supone que voy a salvarla ahora, hombre?—
mascullo, negando con mi cabeza. Se suponía que este Lojack nos
llevaría a ella.
El sol brilla sobre mi piel oscura y me hace sudar. No puedo decir
si es por el calor o por la mierda que estamos pasando envolviendo
mi garganta y haciendo que sea insoportable respirar.
Suspira, sacudiendo la cabeza. Lamiendo sus labios, sus ojos
decididos me miran entrecerrados.
—No nos rendiremos, hermano. Seguiremos escarbando y
pagando a cualquiera que conozcamos que sea un soplón hasta que
la encontremos.
Girando sobre mis talones con los ojos lagrimeando, me trago la
emoción que se acumula en mi garganta.
—¿Y cómo sabes que ella ya no está muerta? —Mi susurro es una
nota de mi conciencia.
Él no responde, la expresión sombría en su rostro habla lo
suficiente por los dos.
Piper
A pesar del calor que se irradia a través de la ventana, tengo las
manos frías. Un huracán de ira está formándose dentro de mí
mientras yazco en la cama y pienso en cómo terminé aquí. ¿Qué
estaría haciendo hoy si no estuviese esposada a esta cama? ¿Estaría
mirando una botella de whisky con autocompasión? Tal vez si no
estuviera embarazada.
Deslizando mi mano desde la cama hasta mi vientre, lo acuno,
consciente de la vida que crece dentro de mí. Delilah y yo estaríamos
discutiendo sobre los nombres de los bebés, ella escogería algo
neutral en cuanto al género y me diría que todas mis ideas son una
porquería. Un sollozo de risa sacude mi cuerpo. La extraño mucho.
Tengo que salir de aquí. Vientos de caos se mueven de un lado a otro
dentro de mí, quiero llorar mucho y esconderme, pero también
quiero derramar sangre. Voy a salir de aquí.
—Vamos a salir de aquí. —Me froto el vientre. Haré llover el
maldito infierno en este lugar y sobre cualquiera que se interponga
en mi camino. La pregunta es cómo hago esto y mantengo al bebé
dentro de mí a salvo.
La puerta de mi habitación se abre y Candy está parada en la
puerta con una bata verde bosque con adornos dorados, el
dobladillo apenas llega a la mitad de sus muslos. Su cabello está
recogido en la parte superior de su cabeza y no lleva maquillaje. Con
el cigarrillo encendido en una mano, ella sacude ruidosamente
píldoras en un envase sobre su palma.
Me incorporo.
—¿Qué es eso?
—Vitaminas prenatales—dice cortante, sorbiendo por la nariz
como si estuviera resfriada, pero en realidad, probablemente sea por
el uso de drogas. Huele a laca y humo. Esta mañana sus uñas están
perfectamente pintadas de negro.
Al entrar más en la habitación, ella extiende su puño y me dice
que quiere que tome la píldora, yo la tomo.
Son grandes y rosadas como el color del coche de Barbie. Miro el
envase en sus manos, curiosa de qué marca son, pero su mano está
cubriendo la etiqueta.
¿Son del tipo de buena reputación que tomaría una madre o son
de Candy cuando estaba embarazada hace años? Demonios, está tan
loca que podrían ser algo que me lastime a mí o al bebé. Mirando a
través de mis pestañas, clavo los ojos en ella. Su bata se abre cuando
se sienta en la cama a mi lado, sus tetas perfectamente redondas
están a la vista. Tienen que ser falsas, ¿o es eso lo que pensamos las
mujeres cuando vemos a otra mujer con mejor estantería que
nosotras? Vuelvo a mirar la píldora apoyada en mi palma, mi pulgar
la gira una y otra vez. Si fuera libre, estaría buscando en Google las
mejores píldoras para tomar. Ya puedo imaginar a la esposa de
Bobbie, Doc, diciéndome que no se puede poner precio a la buena
salud. Probablemente discutiría con ella, pero en realidad, me
rendiría. Sé que lo haría. Suspirando, me muerdo el labio inferior.
Hago cualquier cosa para saber que la píldora que estoy a punto de
tomar no es más que la mejor.
—Eres realmente bonita—me felicita, dando una calada del
cigarrillo con una mano mientras la otra me quita el cabello de los
ojos. Ella roza ligeramente los raspones del otro lado de mi cabeza.
—Realmente diste un paseo, ¿verdad?—pregunta ella, mirando
mis marcas del accidente.
—Solo pregúntale a tu hijo—le comento.
Dando otra calada, sopla el humo en mi cara.
—¿Tu padre también tiene el pelo pelirrojo?
Mis ojos se arrastran de mi mano hacia su rostro, mi labio se
curva. Esta perra enferma está pensando tranquilamente en cómo se
verá mi bebé. Preguntándose si tendrá mi cabello pelirrojo, ¿tendrá
piel color oliva?
Me dan ganas de vomitar.
Me arde el estómago, mi boca se llena de agua. ¡Espera,
realmente voy a vomitar!
Me pongo de pie para correr al baño, mi muñeca atrapada por la
esposa y antes de que Candy se dé cuenta de lo que está sucediendo,
vomito sobre su regazo y el suelo.
Ella grita, parándose de mi cama frenéticamente. Sus fosas
nasales se dilatan, los ojos me miran fieramente como si lo hubiera
hecho a propósito. Tal vez lo hice, podría haber vuelto la cabeza de
otra manera, supongo.
Coloca el cigarrillo entre sus labios y se desabrocha la bata,
exponiendo todo su cuerpo desnudo, sin una pizca de modestia
enrojeciendo sus mejillas. Me arroja la seda verde y me da la
espalda. Su culo perfecto a la vista antes de salir precipitadamente
de la habitación, claramente enojada.
Me reiría, pero tengo vomito en la barbilla, cubriendo el suelo y
la cama donde estoy esposada. Ella solo me va a dejar en mi propio
vómito. Agradable.
Estúpida perra. Con la mano apretando la píldora, grito y la tiro
contra la puerta.
¿Dónde está mi familia?
¿Por qué todavía no han venido por mí?
El agotamiento me golpea como un peso muerto, con la
necesidad de vomitar aún en mi garganta me siento en la cama. De
repente me siento como una mierda, ¿es esto lo que son las náuseas
matutinas? Levanto mi mano hacia mi cabeza, cierro los ojos y siento
la pesadez detrás de ellos, necesito acostarme. Pateando las mantas
cubiertas de vómito de la cama, me subo encima del colchón y
entierro la cabeza en la almohada con olor a humedad. Con la
urgencia de vomitar nuevamente no muy lejos, trato de descansar de
los terroríficos pensamientos de lo que Candy intenta hacer conmigo
y con mi bebé. Soñaré con escapar a una tierra de fantasía.
Capítulo 4
Piper

Mi estómago gruñe como un oso enojado, y la necesidad de


orinar me despierta de mi sueño. Sentándome derecha, me duele el
cuerpo por la forma en que estaba acurrucada en la cama, mi espalda
está sudada por la falta de aire en esta vieja casa. Necesito un poco
de agua.
Gimiendo, me deslizo hacia un lado de la cama, el olor a vómito
agrio me recuerda que vomité por todo el lugar.
Quiero salir de este lugar. No pueden mantenerme aquí así.
Como un animal.
Aunque me duele la muñeca, empiezo a golpear el puño entre el
marco de la cama.
—¡Oye!—grito, mi voz es ronca—. ¡Necesito un poco de agua! —
En cuestión de minutos, escucho pasos subiendo las escaleras y me
calmo.
La puerta se abre y Stacks me frunce el ceño, enojado porque lo
convoqué. Está sin camisa, mostrando ese tatuaje de araña
nuevamente, sus vaqueros azules colgados tan bajos que puedo ver
la forma de V que tienen los hombres en buen estado físico.
—Tengo sed y necesito orinar—exijo con un tono hostil, tratando
de contener las lágrimas que llenan mis ojos.
Sus hombros se levantan y mira a su derecha como si alguien
estuviera parado a su lado.
—Dile a Rad que me traiga la cadena que está fuera del cobertizo
A.
Inclinando mi cuello lo más que puedo, trato de ver con quién
está hablando, pero no puedo. Quienquiera que sea, obedece cuando
escucho sus ligeros pasos descender las escaleras.
—Apesta aquí. —Stacks arruga su nariz y me mira como un
animal callejero que pide refugio.
—Necesito sábanas y ropa limpias. —Hago un gesto hacia mi
vómito seco.
Sus cejas se fruncen.
—Eso es jodidamente enfermo.
Enojada, me cruzo de brazos.
—Está caliente con el culo de Satanás aquí dentro, no he comido,
estoy usando la misma ropa del ayer y estoy jodidamente
embarazada. ¿Qué esperas exactamente cuando me tratas como a un
perro?
Él gruñe.
—Yo nunca trataría a mi perro así.
Se me cae la mandíbula. Genial, su mascota recibe un mejor trato
que yo.
El sonido de una cadena golpea las escaleras, el sonido familiar
del silbido de Rad hace que mis ojos se abran ampliamente. De todos
en este basurero, él es al que más temo y odio. Me engañó, no solo a
mí sino a mi club. Si no estuviera embarazada, haría todo lo que esté
en mi poder para lastimarlo.
Ahora Rad se encuentra junto a Stacks, con una tonta sonrisa en
el rostro. Sin camisa y con pantalones cortos, la piel quemada por el
sol. Debe haber ido a la playa hoy. Al menos, ser un amante del mar
era verdadero.
—¿Para qué necesitas esto?—pregunta Rad, entregando los
eslabones oxidados.
Stacks no le responde, simplemente entra a la habitación. Mi
espalda se endereza, asustada de cuáles sean sus intenciones con
esta cadena larga y pesada. A medida que se acerca a la cama, me
arrastro lo más lejos que puedo hacia la pared.
—Respira. —Él gruñe como si estuviera siendo ridícula, en
cuclillas junto a la cama.
Agarrando mi esposa, la abre e instantáneamente levanto mi
mano y froto el círculo morado que lastima mi piel. Está en carne
viva y duele. Dios, se ve muy mal, la piel es delgada y está lista para
rajarse en cualquier momento. Me agarra el pie tomándome por
sorpresa y cierra la esposa bruscamente en el tobillo.
Frunzo el ceño ante el apretado ajuste. Mi tobillo se verá como mi
maldita muñeca. Se pone de pie, tirando de la cadena, haciéndome
casi caer sobre él.
—Ven—exige. ¡No soy un perro! Lo empujo lejos de mí, pero, por
supuesto, no se mueve porque es como si acabara de subir a una
casa de ladrillos y tratara de empujarla con mis manos. Su labio se
curva con diversión, y vuelve a tirar de la cadena haciendo que me
estrelle contra él. Su pecho desnudo debajo de mis palmas me hace
sentir incómoda, rápidamente me alejo.
—Amigo, a Candy no le va a gustar esto—dice Rad, sacudiendo
la cabeza. Mirando la cadena.
—Realmente no me importa una mierda, muévete de mi camino
—gruñe Stacks y Rad se hace a un lado. Me saca de la habitación y
baja el primer tramo de escaleras hasta un radiador atornillado a la
pared. Envolviendo la cadena a su alrededor, le da a Rad una
mirada.
—Ve a sacar las esposas de la habitación de Candy.
Miro a Rad, curioso por su reacción ante el tono de voz de Stacks.
Rad salta bajando los escalones como si fuera un maldito niño
hasta que se pierde de vista. Qué idiota.
—¿Éste es tu plan, mantenerme atada? —Me burlo de Stacks. Él
suspira, irritado con todos en este momento, y me ignora. Rad
regresa, subiendo los escalones de dos en dos antes de entregarle a
Stacks un par de esposas negras y peludas.
Dios sabe cuántas veces se han usado. Asqueroso.
Stacks me esposa al radiador y se para.
—Baja las escaleras, quiero ver qué tan lejos puedes llegar—me
indica, su voz desprovista de cualquier empatía que está esposando
a una mujer embarazada a un calentador.
Mirándolo fieramente, no me muevo. Puede que me trate como a
un perro, pero esta perra no hace trucos.
Apretando la cadena, la tira, el metal golpea contra el hueso de
mi tobillo y me hace llorar de dolor.
—¡Muévete!—grita él, y antes de que siquiera piense en darle
más actitud, estoy bajando las escaleras, el deslizamiento de la
cadena contra el suelo de madera detrás de mí es fuerte y resuena
por el vestíbulo.
Bajo las escaleras, el olor a humo de cigarrillo y pizza en el aire,
recordándome un bar al que a Delilah le gustaba ir cuando estaba
ebria.
Dios, Delilah. Extraño mucho su trasero.
—Ve a la izquierda—me ordena Stacks, su tono áspero me hace
apretar los dientes. Cruzando los brazos en un intento de controlar
mi ira, hago lo que me dicen, entrando en la cocina. Es vieja y
anticuada, el refrigerador es blanco y voluminoso, y la estufa igual
de llamativa y fea. Llego a la isla en el medio de la cocina, con la
parte superior de color rosa arenosa astillada y mostrando partes de
la madera debajo.
Sin poder ir más lejos, miro por encima de mi hombro a Stacks,
preguntándome qué demonios se supone que debo hacer con un
alcance tan limitado.
—Podemos poner algo de comida en la isla, y puedes venir a
buscar tu propia mierda. —Él gruñe, saca algunas botellas de agua
de la nevera y las pone en la encimera.
Rad saca un plátano de un grupo de varios de la cocina; fuera de
mi alcance y me lo ofrece.
—¿Quieres uno?
Mi estómago gruñe, recordándome lo hambrienta que estoy.
Extiendo la mano, y él lo aleja, riendo burlonamente. Mis cejas se
fruncen, enojadas por ser tratadas así, la ira sacando lo mejor de mí,
agarro la tostadora y se la tiro a la cabeza. Deja caer el plátano y grita
de dolor.
Stacks me agarra del brazo.
—¡Corta esa mierda!—me grita en la cara.
—No dejaré que me traten así y no haré nada al respecto—me
defiendo. Los hombros de Stacks se levantan con un aliento enojado,
pero nunca rompo el contacto visual. Si querían una prisionera que
fuera temerosa y tímida, no deberían haber tomado una mocosa
motera. Les haré cuestionar su propia cordura antes de que esto
termine.
Rad señala con un dedo puntiagudo en mi dirección.
—¡Voy a matar a esa perra! —Yo levanto la barbilla, lista para que
ataque. Lo golpearé con una botella de agua si es necesario. Rad
rodea la isla rápidamente, agarrándome por el cuello. Tomando una
botella de agua helada, empiezo a golpearlo en la parte posterior de
su cabeza con ella.
En cuestión de segundos, Stacks golpea a Rad con tanta fuerza
que lo arroja sobre la isla, sus brazos y piernas se sacuden tirando
ollas y sartenes del escurridor de platos al suelo.
—¡Maldición no la toques! —ruge Stacks, su reacción me toma
por sorpresa.
Rad se levanta patéticamente.
—¿Viste lo que hizo?—grita él—. ¿Y vas a tenerla caminando por
el maldito lugar?
Stacks me da una mirada, a cambio lo fulmino con la mirada
antes de que me empuje hacia la puerta de la cocina.
—Me aseguraré de que todo esté fuera de su alcance. —Stacks me
lleva a una habitación al otro lado del pasillo—. TV—dice cortante,
su recorrido por la casa básica. Caminando más adentro, la cadena
alrededor de mi tobillo me permite llegar hasta el cojín izquierdo del
sofá. Tomando asiento, ni siquiera puedo retroceder. Una mesa de
café ubicada justo delante del sofá tiene un mando a distancia, velas
y revistas. Inclinándome hacia adelante, extiendo mi mano y no
puedo alcanzar el mando a distancia en la mesa frente a mí. Stacks
toma las velas, las llevan al otro lado de la habitación y las apoya en
una mesa auxiliar. Tengo que reprimir mi sonrisa, teme que las use
en alguien.
Una vieja televisión está apoyada en un soporte tambaleante, dos
estanterías llenas de revistas a ambos lados. Las paredes son de color
amarillo, una esquina del techo está manchada por una filtración.
—Tendrás que mirar lo que sea que esté en el tubo, es mejor que
estar en tu habitación. —Se encoge de hombros, pateando la mesa de
café un par de centímetros más lejos de mí solo para estar seguro.
Cretino.
Frotándome la frente, quiero amotinarme, tirar de mis cadenas y
mostrarle a este lugar con lo que realmente están tratando.
Dejaron entrar un Devil en su guarida y quiero quemarla hasta
los cimientos. Mostrarles de qué estoy hecha realmente.
—¿Qué mierda?—escucho la voz de Candy desde la otra
habitación y me levanto.
Ella entra arrastrando los pies a la sala de estar con la mejor cara
de perra descansada que he visto, vaqueros azules, un top de bikini,
se ve genial. Odio tener una hermosa captora, secuestradora. Mierda,
no sé cómo la llamarías.
—¿Qué demonios es esto? —Ella hace un gesto hacia mí, mirando
a Stacks con una mirada intensa.
—No voy a llevar su trasero al baño cada vez que necesite mear,
y tampoco la estaré alimentando. Es una mujer adulta...
—¡Ella va a escapar, idiota! —Candy se inclina y le da un tirón a
la cadena. Probando su fuerza. Hago una mueca, el metal contra el
hueso me magulla rápidamente.
—No, no irá a ninguna parte. Solo necesito asegurarme de que
cualquier cosa que no esté atornillada esté fuera de su alcance. —
Lanza su pulgar sobre su hombro justo cuando Rad sale de la cocina
comiendo un plátano, un huevo de gallina rojo brillando en su frente
donde lo golpeé con la tostadora.
Candy tuerce el cuello para mirar a qué se refiere Stacks y
comienza a reír.
Ella se da la vuelta, poniendo las manos en sus caderas.
—Te subestimé. —Su labio se curva con diversión—. Eres un
pequeño pandemónium, ¿verdad?
Su tono de sinceridad, como si quisiera ser mi amiga, me enferma
el estómago. La odio, y si pudiera, la estrangularía hasta que se le
salieran los ojos de las órbitas y la boca se volviera floja. Ella sería mi
primera muerte, mi trofeo, el que nunca olvidas. Zane estaría
orgulloso.
—Subestímame, por favor. Será divertido—la amenazo y su
rostro amigable es reemplazado por fosas nasales ensanchadas.
Dando un paso a mi alrededor, ella toma un paquete de
cigarrillos de un cojín de la silla y enciende uno. Soplando humo en
el aire, descansa su pie descalzo sobre la mesa, con el codo doblado y
la palma levantada sosteniendo su cigarrillo encendido.
—Entonces, ¿qué tan avanzada estás?
Mordiéndome la mejilla, me doy la vuelta, cruzando los brazos y
mirando por la ventana que está detrás del sofá con estampado de
flores. La gente camina de un lado a otro con partes en sus manos.
La pequeña tribu de forajidos de Candy, chatarras de vehículos y
cualquier otra cosa sobre la que puedan poner sus manos encima.
El calor es tan intenso que puedes verlo en ondas.
—¿Todavía esperas que Saint venga, cariño? —Su tono es
condescendiente. Solo escuchar su nombre me hace doler el pecho.
Ella no sabe nada de Saint, quiero decir, todavía estoy conociendo
quién es él, pero una cosa es segura, es un Devil. Y cualquiera que se
cruce con el Devil's Dust MC, será el próximo cuerpo en nuestro
cementerio rural.
—Estás de mi lado o a mi lado. —Me giro para mirarla—. O al
alcance de la maldita pistola de mi novio. —Levanto la barbilla con
confianza—. Tú escoges.
Saint
—¿Has visto a esta mujer? —Sostengo la foto de Piper sonriendo,
con las pecas más brillantes que nunca sobre la nariz, a un vendedor
de coches usados. Arruga la nariz, me saca la foto y la mira.
—No, no puedo decir que haya visto a alguien como ella venir
por aquí. — Él se ríe con un ligero movimiento de cabeza, como si
sabría si vio a alguien del tipo de Piper. Los celos me tocan el pecho
y le arranco la foto.
Zane dice que este tipo, Buster, es turbio, venderá un vehículo
por drogas, por una mamada, tú dilo. Entonces, tal vez ha visto a
Rad venir por aquí. Le muestro una foto de Rad, su foto policial, y la
ceja derecha de Buster se levanta, el resto de su rostro se pone seco
como su concesionaria.
—¿Quién pregunta? —Buster levanta una ceja arrogante,
actuando como si fuera mejor que nosotros.
Silenciosamente me río entre dientes, sintiéndome loco por no
tener a mi mujer ya. Me froto la barbilla, mirando al oxidado Buick.
Este hijo de puta tiene bolas o es jodidamente suicida. Encontrar a
Piper no es una opción, es lo principal en mi maldita lista y el club
no venderá, no hará un viaje, no funcionará sin su pequeña y
retorcida pelirroja en su guarida. Voy a tener que hacer que todos
vean eso usando a Buster como mi demostración.
Big Chief me agarra del hombro y me da un apretón conocedor.
Transmitiendo déjalo ir, tómalo con calma con el vendedor de
aspecto robusto. Él ha sido de fiar, ayudándome a no enojarme. Pero
no está apagando mi fuego, ya que quiere que Piper vuelva tanto
como yo, me mantiene hirviendo a fuego lento para que pueda
lograr lo que nos propusimos hacer, pero deja salir solo lo suficiente
de mi locura para causar una reacción.
—Estoy bien—murmuro, y él se va.
Antes de saber lo que estoy haciendo, me balanceo, golpeando mi
puño en la cara de Buster. Agarrándolo por el cuello, lo empujo
encima de un coche.
—¡Maldita sea, Saint!—gime Chief. Pensé que tenía mi mierda
bajo control, pero obviamente no, y ese bastardo jugando conmigo es
una falta de respeto hacia mi club y mi mujer. Puede que no tenga el
control de lo que Rad le está haciendo a mi mujer, o a dónde la llevó,
pero tengo el control de esta situación, de este pequeño hombre
rechoncho y está a punto de aprender eso.
—¡Estoy preguntando, quién ese es! ¡Quién es ese, hijo de puta!
—le grito en la oreja por detrás—. ¿Lo has visto o no?—grito,
empujando la foto de Rad en su boca. Él se atraganta, moviendo la
cabeza de un lado a otro en un intento de combatir el comerse el
papel.
—Agárralo. —Shadow suspira. Big Chief niega con la cabeza y se
quita el sombrero de vaquero—. ¿Por qué no podemos hablar con el
tipo? ¿Por qué siempre tienes que…
Levanto mi mano, cortándolo.
—¿Cuándo fue la última vez que lo viste?—le pregunto al
vendedor de coches. Él escupe trozos de papel, ahogándose.
—Hace dos semanas, quería saber cómo desarmar un Lojack. —
Esto capta la atención de Big Chief. Con ambas manos en el capó, se
pone en la cara del tipo en lugar de alejarme de él.
—¿Estaba conduciendo una camioneta roja?—pregunta Chief,
preocupado por su bebé. Sigo sujetando al tipo, esperando su
respuesta solo porque sé que soy un dolor en el culo de Chief.
—¡No sé nada más, lo juro!—lloriquea el tipo, su cara está roja
por el metal caliente quemándola. Lo aparto a empellones. Estamos
lejos del club; en el este. Si este cretino ha visto a Rad, eso significa
que estamos en el camino correcto.
Mi corazón late un poco más rápido, la esperanza pulsa a través
de mi cuerpo de que me estoy acercando a encontrarla.
—¿Con quién anda él?—le pregunto, frotando mis nudillos, mi
tono suave y casual mientras reúno las piezas. El hombre mira a
Shadow, como si fuera a ayudarlo.
—Responde—chasquea Shadow, cruzando los brazos y
separando las piernas.
—Por favor, no quiero ningún problema. —Buster se endereza y
se frota la cara achicharrada.
—Demasiado tarde para eso, hombre, en tu lugar, diría al hombre
lo que quiere. —Chief le habla al tipo como si fuera su amigo, como
si le estuviera ofreciendo buenos y amistosos consejos. Empujando
mi chaleco de cuero hacia un lado, muestro mi 45.
—Hay muchos más de nosotros que pueden causarte un montón
de problemas, eso, puedo prometértelo—le digo. Él piensa que unos
pocos de nosotros le estamos haciendo pasar un mal rato, espera
hasta que hagamos participar a otras secciones.
Big Chief pasa la palma de la mano por el elegante coche que está
a su lado, probablemente el mejor del lote.
—Sería una lástima que vinieras a trabajar mañana y todas estas
ventanillas estuviesen destrozadas, ¿verdad? —El se ríe—. ¿Tienes
seguro o algo por el estilo?
Buster niega con la cabeza, sus gordas mejillas me recuerdan un
par de tetas flácidas.
—Su nombre es Candy, es la madre de ese tipo viéndose como un
hippie. ¡Sí, todos aparecen juntos, echan una mirada por los
alrededores y se van! —Él escupe tanta información que apenas
puedo mantener el ritmo, levantando las manos como si fuera
inocente. Como si fuera un buen tipo atrapado con las personas
equivocadas. Pero él no es tan inocente. El aspecto de estos coches
embadurnados de lápiz labial y rubor son vendidos a alguien que no
conocen bien, sin una garantía. Todo en lo que puedo pensar es en
madres solteras varadas, en ancianas. Todas estafadas y
abandonadas con coches rotos.
—¿Candy?—mascullo para mí mismo. Ese nombre me suena
familiar. Tomando el teléfono del bolsillo, le doy la espalda al tipo y
llamo a Zane para ver si el nombre le suena.
—¿Candy? ¿Es eso lo que acaba de decir? —pregunta Zane, su
voz suena extraña
—Sí, eso es lo que dije—repito.
—Sí, ella solía ser una tipa que se quedaba en el club antes de
nuestros días. Bull la echó—me informa Zane.
—Bueno, ella está con Rad, y ellos tienen a Piper—le digo.
—Mierda—susurra, su tono sombrío no me hace sentir mejor
acerca de quién tiene a mi chica.
—Vamos hacia allá. Permanece allí.
Cuelgo el teléfono y me pellizco el puente de la nariz. Las
costuras de mi corazón se separan y me abren, sentimientos
sangrantes que nunca antes había sentido.
Estoy más que enojado.
Más que un poco triste.
No, cuando siento estas emociones me callo y me gusta estar solo.
En este momento hay una puta guerra en mi interior.
La línea de lo correcto y lo incorrecto se difumina en un blanco
sobre cualquiera que se ponga a mi vista.
Dejaré caer cuerpos y en este mismísimo instante dejaré mi huella
en su sangre mientras aún esté caliente.
El amor me hizo esto, y no hay vuelta atrás.
Me giro, Buster me mira con miedo, y Big Chief se está
desempolvando la tierra en la pierna izquierda de su pantalón.
—Los muchachos están llegando.
Capítulo 5
Piper

Es tarde en la noche y Candy, Rad, Stacks y yo estamos en la sala


viendo la televisión. Mis pies están acurrucados debajo de mí, mi
cabeza descansa sobre mi mano. Es difícil tratar de actuar de manera
normal, actuar como si no estuviese retenida aquí contra mi
voluntad. Estoy muy preocupada por mi madre. ¿Está viva?
¿Tuvieron un funeral sin mí? Mis ojos comienzan a brillar, y sorbo la
tristeza, haciendo todo lo posible para mantenerme optimista.
Candy se sienta en una mecedora cerca del televisor, sus pies
apoyados en la mesa de café, Rad está sentado frente a ella en una
caja de madera de leche y Stacks descansa en el sofá a un cojín de
distancia. Saturday Night Live está en la pantalla, pero no lo estoy
mirando. Mi atención está en mi dedo trazando el estampado de
flores en el reposabrazos.
Quiero salir de aquí, y no hay salida. No tengo el control, y eso es
lo más aterrador que puedo imaginar. Es como mirar a través de una
ventana examinando las colinas del infierno, sabiendo que
eventualmente tendrás que subir y bajar esas montañas. Levantando
el pie, inspecciono la cadena, buscando un eslabón débil. Hay uno
que está un poco oxidado, pero no hay forma de que pueda
romperlo con la mano. Necesitaría algo para serrucharlo, y Stacks se
aseguró de que todo lo que pudiera usar para escapar estuviese
fuera de mi alcance. Suspirando, mis ojos se elevan a la imagen
enmarcada sobre la pantalla del televisor. Es de una pareja, pero no
sé quienes son.
—¿Quiénes son?—pregunto finalmente, interrumpiendo el show.
Candy levanta la vista y da una calada a su cigarrillo.
—Nuestros padres—dice ella, y eso me llama la atención. ¿Qué
quiere decir ella con nuestros?
—¿Los padres de quién?
Candy mira de reojo, Stacks, tiene el codo apoyado en el brazo de
la mecedora y el cigarrillo entre los dedos. Por la lámina dorada
alrededor del filtro, diría que es un Marlboro, si no estuviera
embarazada, pediría uno, Dios sabe que mis nervios podrían
necesitar la nicotina.
—Pero, ¿pensé que tú y Stacks estaban juntos?—asumo yo.
La cara de ella enrojece, su atención vuelve a la televisión.
—Ellos no comparten sangre—informa Rad, sus ojos nunca salen
de la pantalla.
El silencio cubre la habitación, el único ruido proviene del
programa en la televisión.
—Nuestros padres se conocieron, se casaron, se mudaron a esta
gran casa y trataron de jugar a la familia—informa Stacks,
inclinándose hacia adelante en el asiento—. Sin embargo, después de
que la celebración terminó y todos volvieron a sus vidas, nuestros
padres se aburrieron de jugar a ser esposa y esposo y esnifaron hasta
volverse estúpidos y terminaron muertos. Dejándonos a Candy y a
mí para controlar este lugar. —Stacks me mira con los hombros
desnudos y sudorosos por el calor del otoño.
—Entonces, naturalmente, ¿pensaste que deberías follarte a tu
hermana?—digo sin reparo, esperando presionar un par de botones.
—Tú no eres mejor que nosotros—dice Candy bruscamente, sus
pies se deslizan de la mesa de café hacia el suelo duro. Sus ojos me
apuñalan con odio.
Tragando, la miro frunciendo el ceño.
—Créeme. No pienso que sea mejor que nadie, Candy. —Los
despojos y la vergüenza atan mi voz como veneno. Mis palabras solo
dicen a la habitación que he pasado por una mierda en mi vida, y lo
he hecho. Tengo más problemas de confianza por ausencia de una
figura paterna que los que tiene Candy, que los que tiene cualquiera
que conozca.
Stacks me da una mirada comprensiva, y vuelvo a trazar la flor
en el reposabrazos.
—¡No la mires así! —Candy lo golpea, poniéndose de pie, ella
camina arrastrando los pies alrededor de la mesa y se inclina para
ponerse en mi cara.
—Guau, tú sabes exactamente qué decir, ¿verdad? En verdad
piensas que eres la gran cosa.
Mirando a través de mis ojos entrecerrados, mis dedos se tensan
con la necesidad de atacarla.
Su nariz de repente se frunce.
—Maldición hueles mal. Necesitas un baño. —Chasquea los
dedos y señala hacia las escaleras.
—¡No puedo quitarme los jodidos pantalones con el maldito
grillete!—respondo a los gritos, pateando mi pie para recordarlo. Sé
que no debería pinchar al oso, pero esta perra ha golpeado cada
nervio mío desde la forma en que me mira hasta la forma en que me
habla.
—¿No has oído hablar de un baño de putas? Uno pensaría que
una con tus antecedentes estaría acostumbrada a eso—dice ella con
sorna, cruzando los brazos. ¿Un baño de putas? ¿En serio? Sí, he
estado haciendo eso, pero tirar agua sin jabón en tus agujeros solo
puedes hacerlo por un tiempo.
Sus ojos se agrandan y se tapa la boca con la mano.
—Oh, Dios mío, mira lo que me hiciste hacer. —Su voz se
convierte en un gemido, confundiéndome—. Maldije frente al bebé.
—Ella cae de rodillas, con ambas manos extendidas mientras alcanza
mi vientre. Yo me tenso.
—Mami lo siente, esta mujer me enoja mucho. ¡Si ella me enoja!—
arrulla Candy, su lado loco sale a la luz. Juro que es jodidamente
bipolar.
—La ayudaré. —Stacks se pone de pie, estirando sus brazos sobre
su cabeza. La boca de Candy se abre.
—¡No, no lo harás! —Los celos crispan su labio superior—. Puedo
bañarme con ella.
—No—me niego, apartando sus manos de mi vientre. Esto es
demasiado, no puedo soportarlo. ¡Ella no es la madre, yo lo soy!
Stacks mira fieramente a Candy antes de levantarme del sofá
tirando de mi mano. Resoplo, irritada por la forma en que siempre
me empuja y maltrata.
—No seas estúpida, Candy. No olvides que todo esto del bebé
fue idea tuya—gruñe él, con el ceño fruncido. Es tan misterioso,
siempre sentado en la parte de atrás y haciendo lo que quiere
cuando quiere. A veces pienso que está con la idea de Candy de
conservarme, otras veces no tengo esa impresión.
Ella se cruza de brazos y da un paso atrás.
—Lo sé, yo solo…
Stacks se inclina, le da un besito en la mejilla y le asegura que no
tiene ningún interés en mí. Ese pequeño gesto también me hace
sentir mejor. No quiero ir allí con él más de lo que ella quiere.
Arriba, él prepara el baño y me trae una toalla de color arándano y
algo de ropa. Las recojo, deben ser de Candy. Un par de vaqueros,
bragas, sujetador deportivo y una camiseta sin mangas blanca.
Sostengo los pantalones por la cintura y los presiono contra mis
caderas. Ella es más pequeña que yo.
—Stacks, ¿crees que ya estoy teniendo vientre o esto es hinchazón
abdominal?—le pregunto. No sé por qué le pregunto, tal vez porque
no tengo a nadie más con quien hablar. Si se tratara de Náufrago,
Stacks sería mi Wilson. Tomo en consideración todo lo que él dice,
pero en el fondo sé que es un imbécil y lo odio y odio todo lo que
dice.
Inclinándose para probar la temperatura del agua, me da una
mirada idiota.
—¿Cómo diablos se supone que debo saber eso?—se burla él de
mi pregunta.
Dejando caer los vaqueros, me encojo de hombros. Como dije,
alguien con quien hablar, pero no para tomarlo en serio.
—¿De cuánto estás?—me pregunta en voz baja, colocando
champú y acondicionador en el costado de la bañera. Estoy harta de
que la gente me pregunte eso.
—No sé. Tal vez un mes. Supongo, realmente no tengo idea. No
he estado con un doctor para confirmar nada.
Frotándose la barbilla, me mira con una expresión indescifrable
en el rostro.
—Entonces probablemente estés hinchada. —Me arrebata los
vaqueros y los arroja fuera del baño. Frunzo el ceño ante la idea de
no tener pantalones para usar.
Arrodillándose, me desencadena el tobillo y da un paso atrás.
—Desnúdate.
Un sonrojo se extiende por mi cuerpo. ¿Habla en serio?
Cruzando sus enormes brazos, bloquea la puerta y me mira. Está
hablando en serio.
Me quito la camiseta, mi sujetador está manchado de sudor, una
capa de tierra cubre mis senos. Candy tiene razón, estoy hedionda.
Al desabrocharme los pantalones, las mariposas me llenan el
estómago, miro a Stacks, él todavía me está observando, le vuelvo la
espalda. Yo solía quería la atención de los hombres, sentirme
deseada y tener todos los ojos en mí.
Nunca más desearé tal cosa.
Empujando mis pantalones hasta mis tobillos, mis bragas quedan
al descubierto, el color rosa está opaco por usarlas tanto tiempo. ¿Tal
vez puedo bañarme con el sujetador y las bragas? Realmente no
quiero desvestirme más.
—Todo ello. Hueles a basura. —La voz de Stacks detrás de mí me
hace cerrar los ojos e inhalar profundamente. Quiero discutir,
resistirme, pero estoy tan sucia que la única forma de limpiarme
completamente es desnudarme por completo.
p p p
Bajo un tirante del sujetador por los brazos, uno a la vez, y lo giro
para desenganchar los ganchos, con la espalda aún frente a él. Me lo
quito y lo dejo caer al suelo. Mis pezones se excitan por el aire fresco,
mis tetas se sienten más pesadas de lo que he notado antes. Mi
cuerpo ya está cambiando. Me arden los ojos, con ganas de llorar,
pero soy más fuerte que esto. Es solo piel, solo un cuerpo. Uno que
cambiará mucho en los próximos meses. Deslizando mis manos por
la cintura de mi ropa interior, las empujo por mis muslos hasta que
siento que me golpean los tobillos. Mis nalgas se aprietan sabiendo
que está mirando mi cuerpo desnudo. Doy un paso al costado, de
espaldas a él y me meto en la bañera. Con las burbujas ocultando la
mayoría de mis partes íntimas, dejo escapar un profundo suspiro. El
agua está caliente pero la bañera está fría contra mi piel, la
habitación tiene una corriente de aire, haciéndome temblar.
Suspira, entrando más en la habitación. Bajando la tapa del
inodoro, se sienta y apoya los codos sobre las rodillas. Él es enorme,
ocupa la mayor parte de la habitación. Es tan ilegible. Es un idiota,
pero parece tener piezas profundas dentro de él que contienen algo
saludable.
Un silencio incómodo cubre la habitación como una niebla en una
mañana de primavera. Levantando mi mano, el agua se derrama, y
embadurno burbujas a lo largo de mis brazos, hasta mi cuello y
sobre mi cara. Huele a pastelitos de vainilla con un toque de limón.
Inclinando mi cabeza hacia atrás, remojo mi cabello, pero la simple
acción hace que mis senos se eleven por encima de la línea de
flotación. Casi me voy a pique tratando de enderezarme para
esconder mis tetas debajo de la película de burbujas.
Espero que Stacks no haya visto, pero su gruñido divertido
confirma que realmente estaba mirando. Él gruñe.
—Déjame ayudarte antes de que te ahogues—me ofrece. Girando
el taburete, toma la botella marrón de champú y se echa un poco en
la mano.
—No—espeto, levantando las rodillas para intentar cubrirme
más. Gritaré si me toca, lo juro por Dios.
Su pecho se eleva, su mandíbula se aprieta.
—Date la vuelta y ven aquí ahora, o te sostendré bajo el agua y te
lavaré el pelo—me amenaza con un tono cruel, mis brazos se erizan
con piel de gallina—. Tú decides.
Hago lo que me dice y me doy la vuelta, de espaldas a él. Cierro
los ojos, ya que parece ayudar con la ansiedad. Me recuerda a un
niño asustado de un monstruo en su habitación, cierra los ojos y se
siente inmediatamente más seguro. Es como si te volvieras invisible.
Quiero desaparecer, así que cierro los ojos con tanta fuerza que
ellos desaparecen y pienso en Saint y en el club.
Sus grandes dedos se deslizan en mi cabello, sus uñas me rascan
el cuero cabelludo. No quiero que se sienta bien, pero lo hace. Finjo
que es Saint cuidando de mí.
Dios, estoy jodidamente loca.
Toda esta puta experiencia va a ser irreparable.
—Inclina un poco la cabeza hacia atrás para que pueda quitar el
jabón—me indica, y lo hago, asegurándome de que mis brazos se
mantengan sobre mi pecho para que mis pezones no vuelvan a pasar
a través de las burbujas.
—¿Por qué estás haciendo esto? —No puedo evitar pensar
demasiado en su generosidad. ¿Está haciendo esto porque es un
pervertido y lava a las mujeres, o tiene conciencia y realmente se
siente mal por mí?
—Porque tengo que olerte y no me gustan las perras malolientes
—me informa con seriedad.
Frunzo el ceño ante su respuesta.
Aprieta el acondicionador, soltando un copo en su palma antes
de masajearlo en mi cabello como el champú y enjuagarlo. Frotando
sus manos mojadas sobre sus vaqueros, toma la toalla del estante y
la despliega. Sus brazos están extendidos. Quiere que me deslice en
ella para poder secarme como si fuera un jodido niño o algo así.
Eso no estará sucediendo.
—¿No puedes dejarla en el inodoro y darte la vuelta? —La
desesperación espesa en mi voz.
—Te dejaré allí dentro, tú eliges—afirma él, sus ojos fríos me
prometen que puede hacerlo mucho peor. Mirando el agua barrosa
que ya está empezando a enfriarse, no duraría una hora más aquí.
Mordiéndome el labio, mis ojos se arrastraron a través de las
burbujas reventadas hacia la botella de champú, la idea de arrojarlo
a sus ojos e intentar salir a toda prisa está titilando en el fondo de mi
mente.
—¡Ahora!—me ladra él, haciéndome saltar donde estoy sentada.
De pie sobre piernas inestables, salgo y le doy la espalda. La
necesidad de llorar me ahoga. Envuelve la toalla a mi alrededor,
asegurándose de que sus dedos no me toquen y se aleja. El alivio
inunda mi sistema sabiendo que no va a tocarme con sus zarpas en
un intento de secarme.
—¡Rad!—grita él. Agarro la toalla a mi alrededor con más fuerza.
En cuestión de minutos, Rad aparece vistiendo pantalones cortos
y sin camisa.
—Ve a buscarme un par de pantalones deportivos, esos vaqueros
de Candy no le quedarán bien—le dice Stacks. Los ojos de Rad se
deslizan por mi figura un segundo más de lo que deberían antes de
irse a buscar los pantalones. Agachando la cabeza, me seco, la toalla
áspera y deshilachada por su excesivo uso. Stacks se inclina sobre la
bañera, tirando del tapón para drenar el agua sucia. Sus ojos en
cualquier lugar menos en mí. Miro hacia la puerta, mi pie da un paso
ligero en un intento de correr.
—Aquí está. —Rad arroja un par de pantalones gris oscuro a
Stacks, y él me los entrega, deteniendo mi escape.
—Estos deberían ser mucho más cómodos para ti. —Él señala
hacia mi vientre, y al instante me vuelvo insegura sobre mi aspecto.
Si ya estoy comenzando a tener una barriga gorda, ¿qué tan grande
voy a estar?
Con la toalla alrededor de mi cuerpo, tomo unas bragas moradas
que no son mías y me las pongo, tratando de no pensar en la vida
por la que han pasado. Cuántas veces han tenido semen, orina,
manchas de menstruación. Rápidamente le arrebato los pantalones y
no consigo levantarlos hasta mi cintura antes de que Stacks me
coloque el grillete en el tobillo nuevamente y salga del cuarto de
baño.
Con la toalla sobre mis pechos desnudos, escucho sus botas
golpear mientras baja las escaleras. Me dejo caer en el inodoro y
meto la cara en el sujetador deportivo que él trajo para mí y grito en
silencio.
Estoy empezando a pensar que el club nunca me va a encontrar.
***
La luz parpadea y me despierta. Sentándome, miro hacia la
puerta, y encuentro a Candy tarareando, con una sonrisa silenciosa
en su rostro. Ella tiene esa mirada de nuevo, de loca. No puedo
evitar notar que solo lleva un sujetador y un tanga. Ella sigue
tarareando, moviéndose por la habitación como si estuviera
flotando.
—¿Que hora es?—gimo.
Ignorándome, ella camina hacia mí y me toma de la mano.
—Ponte de pie—me ordena con un tono maternal. Sus ojos están
dilatados. ¿Ha fumado un poco de crack o, naturalmente, tiene una
personalidad cambiante?
—¿Por qué? —Las mariposas me llenan el estómago, le tengo
miedo cuando está así. Es impredecible. ¿Por qué está aquí?
Su cara de Loony Tune cae, su labio inferior se menea como si la
hubiera insultado.
—¡Stacks!—grita a todo pulmón, haciendo que mis oídos suenen.
Me tapo las orejas.
En cuestión de segundos, Stacks está en la puerta con solo un par
de bóxers.
El sueño es pesado en sus ojos, y se los frota.
—¿Qué?—gruñe, mirando a Candy con los ojos entrecerrados.
—Haz que se siente allí. —Ella señala a la pared lejos de la cama.
No hay nada allí, solo una pared y el suelo. Stacks entra en la
habitación y me agarra de la mano.
—¡Quítate de encima mío!—le grito, aparto su mano y él gruñe
de ira. Me tira con fuerza y le doy un puñetazo en el pecho. Mi golpe
hostil no hace nada mientras me arrastra de la cama y me sienta en el
suelo como una niña desobediente.
Las lágrimas llenan mis ojos, las manos en el suelo, clavo mis
uñas en la madera.
—¿Qué estás haciendo? —No puedo evitar llorar.
Candy sigue tarareando, sentada en el suelo a mi lado como si
fuéramos las mejores amigas. Empujo mi espalda contra la pared
para alejarme lo más posible. Ella está loca. Todos en esta casa están
jodidamente locos.
Levanta mi camiseta y comienza a frotar sus palmas alrededor de
mi pequeño bulto como si fuera una bola de cristal. Me siento
violada, como si ella tomara algo que es mío. ¿Qué pasa si mi bebé
comienza a escuchar en este mismo momento? La escucharía
primero. ¿Pensará el bebé que ella es la madre?
—Por favor, no—sollozo, alejándola. Ella empuja mis dos manos
hacia abajo a cada lado de mi cuerpo y apoya su cabeza en mi
vientre, tarareando una canción de cuna que no puedo ubicar.
—¡Detente!—le grito, tratando de salir de debajo de ella.
—¡Quieta! —Stacks me señala, su voz retumbante también me
asusta.
—¡Éste es mi bebé!—lloro, las lágrimas caen por mi cara.
Candy gira su cabeza sobre mi vientre, sonriendo a Stacks.
—Vas a ser un buen papi—ronronea ella.
Él se ríe y se frota la barbilla.
—No puedo esperar, bebé.
Con los ojos abiertos como platillos, lo miro fijamente como si
hubiera perdido la cabeza. Está tan loco como ella.
—La parte más difícil será asegurarse de que el bebé no respire
ningún líquido cuando la cortemos—informa ella como si estuviera
planeando un proyecto de bricolaje. Pero éste no es un lindo estante
en la cocina, ¡ésta es mi vida!
La realidad de mi situación realmente se instala.
Voy a morir aquí si no empiezo a pelear más duro.
Deslizo la cabeza hacia un lado de la pared, las lágrimas corren
por mi rostro y miro el marco de la cama. Casi perdida en un sueño,
me pregunto si puedo aflojar las partes de la cama. Desmontarla,
golpear sus cráneos hasta que vea sus cerebros, y después escapar.
Regresaré a Saint y estaremos felices. Realmente muy felices.
¿Verdad?
Capítulo 6
Dos Meses Después
Saint

Mirándome en el espejo, froto mi mano sobre mi barba. Ha


crecido, mi cabello también. Huelo a alcohol, y si no disminuyo la
velocidad, también seré un adicto a los opioides.
Cruzando las piernas, me siento en el suelo de mi habitación en el
club en nada más que mis bóxers, una pistola en mi mano izquierda
mientras miro los mapas que he dibujado. Una gran X roja marca los
lugares en los que hemos buscado y aparecen vacíos. Hemos
presionado a todos los agentes de bienes raíces que conocemos para
buscar propiedades bajo el nombre de Candy y Rad y no hemos
encontrado nada. Es como si estuvieran viviendo bajo el maldito
radar. Sé que Rad la ha llevado al este, por un par de personas que
no tuvieron mejor opción que admitir que han visto a Rad en el área.
Dirigirse más al este significa deslizarse en el territorio de otra
pandilla, dijo Shadow, así que tuvimos que dar un paso atrás.
Ahora esperamos el permiso para pasar por la última ciudad en
el mapa, y estar inactivo me está matando mientras Shadow negocia
con ellos. Por lo que me dijo Big Chief, la pandilla quiere mucho a
cambio de nuestro pasaje. Solo quiero pasar conduciendo a tiro
limpio. Dispara y haz las preguntas más tarde.
Con la muerte brillando en mis ojos, con el dedo apretado en el
gatillo cuando encuentre a mi mujer al otro lado del infierno. Pero
tampoco estoy bien de la cabeza en este momento. Solo tengo una
cosa en mente, sostener a Piper en mis brazos otra vez, y pondría a
mis propios hermanos en riesgo solo para conseguir lo que quiero.
El club está frío y desolado como una funeraria, no se siente como
una familia en este momento. Estamos perdidos, sin saber qué hacer
con nosotros mismos. Alguien ha entrado en nuestra casa y nos ha
quitado nuestra seguridad, nuestros corazones del pecho. Mi
corazón para ser exacto. No somos un hogar, no somos una
hermandad. Mi línea de vida está truncada y estoy perdiendo de
vista lo que es cuerdo y lo que es un suicidio.
Yo dije que este club no latiría sin Piper, y no lo ha hecho, y no lo
hará.
No sé cuánto tiempo más aguantaremos antes de que nuestros
enemigos nos despachen.
Necesito a Piper, la necesito ahora o voy a apretar el gatillo a la
siguiente persona que atraviese la línea. Poniéndome de pie
tambaleante contra la pared, abro la puerta de mi habitación y me
dirijo por el pasillo hacia la de Piper. Al instante la huelo.
Rascándome la cabeza con el cañón de mi arma, echo la cabeza hacia
atrás y grito. Necesito una liberación, algo para reprimir el dolor
dentro de mi maldito pecho.
—Amigo, ¿qué mierda?
Dándome la vuelta, Chief me mira desde el otro extremo del
pasillo como si me hubiera vuelto loco. Levanto mi arma, apuntando
hacia él. Entrecerrando los ojos, digo:
—Pum.
Frunciendo el ceño, avanza por el pasillo y toma el arma de mi
mano.
—¡Asienta tu puta cabeza!—dice furiosamente en mi cara.
Me río, completamente enloquecido.
—Estás inhalando estúpido—observa él, y yo lo despido con un
gesto de la mano. Caminando más dentro de la habitación, dejo caer
el pecho sobre la cama de Piper, empujando su almohada contra mi
cara.
—Duerme, hombre—masculla Big Chief, arrojando una manta
sobre mí.
—¿Oye, Chief?
—¿Sí, hombre?
—Mis labios no pueden explicar el dolor que siento. —Lo
escucho suspirar profundamente, perdido en cuanto a qué decir
antes de cerrar la puerta.
Piper
Sentada en el suelo de la puerta de la casa, con las piernas
extendidas frente a mí, sostengo mi barriga redondeada y veo a
todos moverse de prisa entre los garajes. La punta del dedo de mi
pie absorbe la pequeña cantidad de sol que llega al porche a esta
hora de la mañana. Ya está haciendo calor solo sentada a la sombra,
el vestido ligero que llevo puesto se está poniendo más ajustado
cada día, la ropa de Candy definitivamente ya no me queda. Se
supone que no debo estar afuera, pero me escapo aquí cada mañana
necesitando un poco de aire fresco. Siento que me estoy volviendo
tan loca como Candy. Cada vez que trato de encontrar una manera
de escapar, falla y pierdo el hilo de mi cordura. Les doy pelea, les
hago las cosas difíciles y juro que eso hace que Candy sea mucho
más excitantemente loca.
—Vada. —La voz ronca que viene de un garaje me llama la
atención—. Ve a buscar ese gran martillo de la casa. Rad o esa chica
embarazada te ayudarán.
Mis cejas se fruncen por la forma en que un hombre mayor, no sé
su nombre, dice el nombre Vada. Es el nombre de una niña, pero
suena extraño cuando lo dice con el acento de su país y la falta de
dientes. Pensar demasiado en nombres ha sido algo que he estado
haciendo mucho últimamente. Quiero poner un nombre a mi bebé
incluso si Candy se lo cambia. Tengo que creer que voy a salir de
aquí, que este es MI bebé.
Vada es una niña asiática que mira de reojo al sol que se eleva
sobre la casa, con el mono manchado y la camiseta rasgada. Parece
que podría tener ocho años. La he visto correr por los garajes los
últimos dos meses, pero nunca he hablado con ella. Nadie me habla,
y yo no les hablo por miedo a que le cuenten a Candy y Stacks que
me siento aquí por las mañanas.
Mirar a Vada golpea un punto duro en mi corazón. Me recuerda a
mi a esa edad cuando me vestía de niño porque mi padre tenía
problemas mentales. Tragando el recuerdo, inhalo un tembloroso
aliento. Los recuerdos todavía van y vienen desde que tuve el
accidente con Big Chief. Lo odio. No quiero recordar mi pasado.
Ahora solo quiero ser yo, aunque ese futuro no parezca demasiado
próspero.
Vada sube cautelosamente los peldaños, sus brillantes ojos verdes
me miran con inquietud, su largo cabello rubio está anudado. Mis
dedos se curvan, queriendo pasarlos a través de él para ayudar a los
enredos. Los instintos maternales están pateando.
—Um, ¿dijeron que hay un martillo allí? —Ella señala detrás de
mí. No se les permite entrar, al menos eso es lo que me dijeron.
—Creo que sé dónde está, pero no podré alcanzarlo. —Levanto la
cadena envuelta alrededor de mi tobillo, transmitiéndole que mi
alcance es limitado.
Ella mira por encima del hombro confundida, sabe que no puede
entrar a la casa. Se ve tan sedienta con este calor, pobrecita. Candy y
Stacks todavía están dormidos, no sabrán que ella entró y le di un
poco de agua. A la mierda si lo hacen.
Usando mis manos para incorporarme del suelo polvoriento, me
levanto y le doy la mano.
—Ven—le ofrezco.
Ella se frota la cara nerviosamente, sus ojos verdes se vuelven de
un tono que coincide con las hojas en el otoño.
Agito los dedos, con la palma hacia arriba, animándola a confiar
en mí. Dando otro paso, ella muy lentamente me agarra de la mano.
Está tan huesuda que me rompe el corazón. ¿No la alimentan?
¿Dónde están sus padres?
Al entrar en la casa, una brisa del ventilador ubicado en la
ventana en la parte trasera de la casa agita mi vestido alrededor de
mis muslos.
—¿Tienes sed, Vada?
Ella me mira con los ojos muy abiertos por la desesperación. Sus
mejillas manchadas de tierra, las grietas de su boca seca. Quiero
llevarla arriba y bañarla, cubrirla con loción y susurrarle al oído que
la salvaré. Sacudiendo mi cabeza, el instinto maternal que me
provoca estar embarazada me toma por sorpresa. Siento la necesidad
de acicalar y cuidar algo ferozmente.
Dentro de la cocina, hay una jarra de agua que Stacks me deja, no
está fría ya que ha estado fuera durante la noche, pero no creo que a
Vada le importe.
Pongo un poco en mi vaso de plástico y se lo entrego.
Ella lo toma con ambas manos, Dios mío, es tan linda. Llevándolo
a su boca, lo traga rápidamente, el ruido es algo que solo escucharías
en una caricatura.
Ella bebe cada gota y devuelve el vaso. Con una mano en la
encimera, empujo mi cabeza hacia la puerta trasera donde se
encuentra una caja de herramientas roja.
—El martillo está allí—le digo. He visto a Stacks usarlo varias
veces, he tratado de alcanzarlo muchas veces.
Usando el dorso de su mano, se limpia la boca y salta para
recuperar el martillo.
Un bostezo fuerte que solo puede ser de Stacks se puede escuchar
desde el pasillo, está despierto. La niña se pone rígida, y me alejo de
la encimera, lista para interferir si es necesario. Nunca he visto lo
que sucede si uno de ellos entra a la casa, pero la animé a que
entrara, así que si alguien tiene problemas, debería ser yo.
Sin camisa, solo con unos bóxers y el cabello desordenado, él
mira a la niña y después a mí.
Camina hacia el otro lado de la cocina, dirigiéndose al café.
Extraño el café.
La niña sale corriendo de la casa con el martillo antes de que
pueda decirle que no le diga a nadie que estaba sentada en el porche.
Me vuelvo hacia Stacks, curiosa de por qué no se les permite
entrar en la casa y por qué ella le tiene tanto miedo. Quiero decir,
¿por qué tenerlos aquí y llamarlos sus hijos si los tratan como ratas?
—Si Candy la ve aquí, se enojará—informa Stacks. Pongo los ojos
en blanco. Candy es una perra.
—Ella necesitaba el martillo y yo no puedo agarrarlo—respondo
bruscamente, con la voz cargada de ira—. ¿Por qué no puede venir
aquí de todos modos y por qué tiene tanta sed?
Él se da la vuelta, apoyando su espalda en la encimera, bebiendo
casualmente de su taza de café.
—Les ofrecemos un lugar para quedarse; un santuario. No
podemos alimentarlos y dejarlos a todos entrar en la casa porque se
aprovecharían y destrozarían el lugar. Ellos son basura y así es como
viven—afirma. Eso me enloquece.
—¡Es solo una niña! —Levanto la voz, puede que sea grande e
intimidante, pero nunca me ha levantado la mano, por lo que puedo
decir, no lo hará, ya que estoy embarazada. Él no responde a mi
arrebato como esperaba y pasa caminando, su altura me hace
sombra mientras sale de la cocina. Es entonces cuando me doy
cuenta de que no me ha dejado comida en la encimera para el
desayuno esta mañana.
—Necesito algo de comer—le recuerdo.
—Deberías haber pensado en eso antes de abrir tu maldita boca—
me responde. Agacho la cabeza, falta mucho para la cena y solo
consigo lo que no comen en sus platos. Me temo que si viera a un
doctor me dirían que tengo bajo peso para estar embarazada.
Sosteniendo mi estómago, rezo para que el bebé obtenga todo lo que
necesita.
Las consecuencias de Stacks no son físicas, pero él tomará
represalias por mi comportamiento.
—No te metas donde no te llaman, niñita—me amenaza, su
enorme espalda desapareciendo cuando dobla la esquina hacia la
otra habitación.
Al salir de la cocina, veo a la niña entrar a uno de los garajes.
Instintivamente acuno mi vientre.
—Nunca dejaré que te retengan—le susurro a mi bebé.
Subiendo los escalones, mis ojos comienzan a picar pensando en
Saint. Lo extraño mucho. A veces ayuda sacarme el pensamiento de
él de la cabeza para poder pasar el día un poco más fácil. Al dar un
paso, la cadena de repente me atrapa el pie y me tropiezo. El pánico
hormiguea en todo mi cuerpo y dejo escapar un grito impío mientras
caigo. Mis brazos se agitan tratando de agarrar algo para evitar caer
sobre mi vientre, mi pierna derecha se desliza por debajo de mí,
doblo rápidamente la rodilla izquierda y caigo al suelo.
Me quedo inmóvil, buscándome lesiones. Tengo una mano en la
barandilla de la escalera y mi rodilla izquierda en el suelo
polvoriento.
Con el corazón palpitante, no puedo evitar que las lágrimas
caigan. Lentamente, me coloco sobre mi trasero, me duele todo el
cuerpo por tropezar. Pero estoy bien, me duele la rodilla, pero el
bebé está bien.
Eso estuvo cerca, demasiado cerca.
—Dios mío, ¿está bien el bebé?—pregunta Candy, de repente
parada frente a mí con solo una larga camisa blanca. Su obsesión
conmigo y mi creciente barriga me aterrorizan. Me desperté un par
de veces con ella durmiendo detrás de mí, su brazo me envolvía, la
palma descansando sobre mi vientre. Ella está empezando a
asustarme en serio. No creo que espere hasta que tenga nueve meses
o esté de parto antes de llevarse al bebé.
—Estoy bien—mascullo, todo mi cuerpo está temblando por lo
que podría haber sucedido.
q p
—Tenemos que poner eso en su muñeca—informa Stacks, de pie
en la puerta de la sala de estar. Está muy tranquilo, no se ve afectado
en comparación con Candy y conmigo.
—¿Eso crees?—pregunta Candy, cruzando los brazos. La locura
de ellos es irritante. Les preocupa si me caigo, pero no si como o qué
como.
—¡Esto es una locura! —Mirando a través de las pestañas
mojadas, no puedo dejar de temblar—. ¡Déjame ir! —Ruego que
Stacks entienda que esto no está bien. ¡Llevarse a mi bebé no es
malditamente normal! Candy tiene un niño afuera que necesita
cuidado y ni siquiera puede hacer eso, ¿qué coño espera de un recién
nacido?
Ojos abrasivos recorren mi cuerpo antes de que él se agache a mi
lado, tomando mi tobillo en su mano, me quita la esposa. La piel
alrededor del hueso del tobillo tiene un aspecto desagradable. Es
púrpura, amarilla, escamosa y áspera. Como un reptil que ha sido
atropellado y abandonado en el calor durante días.
Me agarra la muñeca y pone bruscamente la esposa alrededor de
ésta. Me estremezco por el ruido del metal contra el hueso, pero a él
no parece importarle mi dolor. En todo caso, solo soy un
inconveniente para su rutina matutina.
—Ahí, eso debería ayudar—rezonga, poniéndose de pie.
—¡Se más cuidadosa!—me advierte Candy, sus cejas se juntan
como una madre preocupada cuyo hijo acaba de caerse y rasparse la
rodilla.
Con un gesto de desprecio, me paro, el peso de la cadena tirando
de mi brazo.
—Vete a la mierda—escupo sobre mi hombro.
—¡Subiré más tarde para leerle al bebé!—grita ella.

En mi habitación me encorvo y uso la cama para ayudarme a


sentarme en el suelo. Agarro el marco de la cama para ver mejor los
tornillos en los que he estado trabajando. Intento girar uno, pero no
se mueve, como de costumbre. Usando mi camiseta sin mangas,
aprieto el tornillo y tiro con todas mis fuerzas, pero no resulta. He
estado tratando con todo lo que tengo desarmar esta cama, pero es
tan vieja que los bulones están devastados.
Con los ojos apretados, los labios fruncidos, giro tan fuerte como
pueden mis dedos.
—¡Ay!—siseo, dejándome ir. Mirando mis dedos rojos, una
muesca del perno marcada contra mi pulgar y el dedo.
Pasando a otro perno en el que he estado trabajando, la puerta de
mi habitación se abre de repente y me alejo frenéticamente.
Es Rad.
—Bien, bien, bien. ¿Qué tenemos aquí?—comenta él, mirándome
a mí y a la cama. Su pecho está quemado por el sol, sus pantalones
cortos cuelgan bajos en sus caderas. Su cabello es un desastre,
combinando con su loca sonrisa. Algo sobre él hoy me levanta
banderas rojas. Tal vez sea la mirada en sus ojos, la polla en su
caminar.
—Fuera—le exijo.
Se sienta en el baúl al lado de la radio.
—¿Estás tan caliente como yo?
Los pelos de mis brazos se erizan, su polla se levanta debajo de
sus pantalones cortos.
—Rad…
Él se pone de pie y enciende la radio. Está sonando The Joker de
Steve Miller Band. Lo sube, muy alto.
Caminando hacia mí, agarra la cadena que está unida a mi
muñeca, tirando de ella centímetro a centímetro hacia él. Mis uñas se
clavan en el suelo, los dos tirando, pero él simplemente tira de su
extremo con más fuerza y hace que me deslice por el suelo hasta sus
pies.
Se ríe, inclinándose y separando mis piernas.
Estoy gritando, pero no soy escuchada por la música, levanto el
pie golpeándolo directamente en la garganta. Él cae hacia atrás
ahogándose y yo salgo a toda prisa. Casi cayendo de bruces, a punto
de alcanzar la puerta cuando la cadena es tirada bruscamente y me
detiene en seco. Ahora le doy la espalda a la puerta. Rad está de pie,
con una sonrisa sangrienta, la cadena en su mano.
Tragando con fuerza, doy un paso a un lado, mis manos tantean
sobre el baúl y la radio. Me gustaba esta canción, pero ahora mismo
me molesta mucho. Solo quiero que se calle. Quiero que Rad se calle.
Con la ira alimentando mi torrente sanguíneo, libero la radio del
enchufe y justo cuando Rad está a centímetros de mí, la estrello
contra su cabeza. Grito como si estuviera tan loca como Candy y lo
golpeo de nuevo.
Él grita de dolor, cayendo al suelo. Pierdo la cabeza. Caigo de
rodillas y lo golpeo en la cara. La sangre rocía mi atuendo y mi piel.
Lloro y me río, dejando salir cada parte en conflicto en mi cuerpo
justo cuando la puerta se abre y Stacks me encuentra matando a Rad
con una caja de radio.
De repente me tiran tan fuerte del pelo que soy movida hacia
atrás y dejo caer la radio. Me arrojan contra la pared, mi espalda se
estrella contra el baúl y me deja sin aliento.
Stacks cae al lado de Rad, golpeando su cara en pánico.
Intento reírme al mismo tiempo que recupero el aliento.
—Rad. ¡Rad! —intenta Stacks despertarlo.
Mordiéndome el labio, rezo para que esté muerto, será una
persona menos de la que escapar. Sé que el pensamiento parece
sombrío, pero eso es lo que este lugar me ha hecho, ha ennegrecido
la punta de mi corazón. Hay una parte de mí que es fría y egoísta.
¿Pero no es eso lo que la supervivencia es en resumen?
Rad gime y mi corazón se hunde. Está vivo.
—¡Tienes mucha suerte, Piper! —Stacks levanta a Rad y después
arrebata la radio rota del suelo antes de salir de la habitación.
Temblando, me apoyo contra el baúl, reproduciendo todo en mi
mente. Me desvanecí en otra dimensión. Solía vivir una vida en la
que pensaba que estaba rota y necesitaba la atención de un hombre,
ahora veo lo estúpida que realmente era.
Éste es el infierno, éste es el espejo de mis errores y remediarlos
es una persona que se hace cargo de su vida.
No hay nada más fuerte que una mujer que se está
reconstruyendo. Levantando mis manos temblorosas, veo la sangre
que las empapa. Ésta soy yo, encontrando mi corona y siendo dueña
de mi vida. La sangre de los detractores está goteando de mis dedos,
puedo sentirme cada vez más fuerte cuando me doy cuenta de que la
única forma de salir de aquí es matando a todos en esta jodida casa.
La pregunta ahora es, ¿a quién demonios tengo que matar
después para salir de aquí?
Capítulo 7
Piper

Al despertar esta mañana, una gran camiseta azul oscuro está


apoyada al final de mi cama. Frotándome los ojos, miro hacia la
puerta, curiosa por saber quién la colocó allí. No me importa, la
necesito. Anoche me arranqué ese feo y manchado vestido porque
no podía soportar el olor de la sangre de Rad. No he salido de mi
habitación desde el incidente, y tampoco he visto a nadie. Me
pregunto qué están haciendo, qué están pensando. Me estremezco,
nerviosa de que vayan a tomar represalias.
Justo cuando estoy a punto de ponerme la camiseta, me doy
cuenta de que no puedo con la esposa alrededor de mi muñeca.
—Mierda—barboteo. Inclinando la cabeza hacia atrás, gimo con
frustración Realmente no quiero llamar a Stacks o a Candy para
quitarme la esposa solo para poder cambiarme delante de ellos. Es
tan incómodo estar de pie allí mientras clavan los ojos en mí con una
mirada indescifrable en sus rostros mientras me visto, sin mencionar
que todo el asunto de Rad podría tener a todo el mundo un poco
picante esta mañana.
Mordiéndome el labio, miro la camiseta y mi esposa. Tal vez
pueda deslizar la tela entre el metal y mi muñeca. Pasando mi mano
esposada por una manga, pellizco el extremo de la camiseta y
empiezo a deslizarla, tirando de ella desde el otro lado de la esposa.
Hasta aquí todo bien. Solo falta un poco más. Tiro más fuerte y la
empujo con todas mis fuerzas, centímetro a centímetro. Pero, cuanto
más se desliza, más difícil es tirar del otro lado. Está empezando a
agruparse y resistir su viaje a través de la esposa y frunzo los labios.
Intento retorcer y girar mi muñeca, el material frota mi piel en carne
viva y me recuerda la vez que Zane me hizo una quemadura por
frotarme con una alfombra, pero finalmente logro pasar la camiseta.
Deslizándola sobre mi hombro y cabeza, finalmente me pongo la
maldita cosa. La camiseta cae sobre mis muslos y es ligera y suave
contra mi piel seca.
El color oscuro realmente hace que mi barriga aparezca de
repente. Realmente desearía saber qué tan avanzada estoy. Un olor a
madera especiada baila alrededor de mi nariz, un olor a hombre.
Agarrando el cuello, me lo llevo a la nariz y lo inhalo.
Ésta es probablemente la camiseta de Stacks o algo así.
Cerrando los ojos, quiero que sea el aroma de Saint. Que ésta sea
su camiseta, y él esté aquí conmigo. Un fuerte estallido afuera me
sobresalta y me devuelve al ahora. A este infierno implacable del
que no puedo escapar.
Bajando las escaleras, la puerta está abierta dejando entrar una
ligera brisa, el sol brilla en las tablas del porche. Suspirando, me
siento en mi lugar, mis dedos de los pies absorben todo el sol que
pueden.
Tal vez pueda probar un poco de acondicionador en los tornillos.
Sí, haré que Stacks me prepare un baño y arrojaré un poco al suelo, y
cuando me deje en mi habitación, tal vez lo use como lubricante.
Vada sale de uno de los garajes y me ve, ella siempre me saluda
desde el día en que la ayudé con el martillo. Hoy no saluda con la
mano, sino que regresa corriendo adentro. Frunzo el ceño
confundida antes de que ella de repente salga corriendo con algo en
la mano.
Subiendo los peldaños del porche, sostiene lo que parece un libro.
Ella me lo da.
Qué Esperar Cuando Estás Embarazada.
Las esquinas están dobladas, a la imagen de una futura mamá le
falta parte del cuerpo. Recordándome cuando despegas una
pegatina y solo sale la mitad, dejando una parte blanca que es más
difícil que la mierda de quitar. Un libro sobre estar embarazada,
mierda santa. Apretando los dientes para contener las lágrimas, la
miro con ojos agradecidos. Ella no tiene idea de cuánto significa esto
para mí. Este libro me dirá lo que estoy sintiendo, y las cosas sobre el
bebé que Candy nunca sabrá.
—Estaba en la parte trasera de uno de los coches que trajeron
anoche. ¿Pensé que lo querrías? —Su voz es suave pero llena de
tanta fuerza.
Asiento, incapaz de pronunciar palabras.
—¡Vada!—la llama alguien desde uno de los garajes, ella mira por
encima del hombro antes de mirarme.
—Mejor me voy. —Se limpia la frente y sale corriendo,
levantando tierra detrás de ella.
Agarrando el libro en mi mano, hojeo las páginas, abriéndolas en
cualquier lugar.
—Primer trimestre—leo en voz alta.
Escucho los pasos de Stacks detrás de mí, pero no me levanto y
me apresuro a entrar.
—¡Métete dentro ahora mismo!—me ladra, sacudiendo con
fuerza mi cadena. Normalmente pelearía con él, incluso lo
maldeciría. Pero no esta mañana. En cambio, tomo el libro, subo a mi
habitación y empiezo desde la página uno.
—¡Felicidades, estás embarazada! —Es la primera línea, el primer
elogio en mi honor por estar embarazada. Es como si este libro se
hubiera convertido en mi amigo en lugar de un montón de páginas
con tinta unidas. Usando mi pie, cierro la puerta de golpe y me
acuesto en la cama. Perdida en lo primero que me ha hecho sentir
otra cosa que ira y dolor desde que me arrancaron de mi vida.
Saint
Al salir de la ducha, Big Chief está parado allí con una toalla
negra en la mano. ¿Qué demonios está haciendo aquí?
Frunciendo el ceño, se la arrebato. Tengo la confianza suficiente
para estar desnudo frente a otro hombre, demonios. Lo hice todo el
tiempo en el vestuario de la escuela secundaria, pero tiene que haber
una razón por la que él está aquí. Espero que no me dé otra charla
sobre la cantidad de drogas y alcohol que he estado consumiendo.
—Qué es lo que quieres?—rezongo, secándome.
—Es posible que necesites otro lavado y enjuague, quitar esa
desesperación de ti. —Él revienta mis bolas, ganándose una burla de
mí. Me froto las gotas del pecho y la cara.
—¿Vienes aquí solo para mirar mi polla? —Alzo una ceja. Quiero
decir, estoy más que jodidamente cachondo, pero no estoy tan
desesperado como para girar en esa dirección.
—No te hagas ilusiones. —Él se ríe como si mi polla no fuera lo
suficientemente buena para él—. Shadow te quiere. Ahora.
—Estaré allí en un momento.
—Se trata de Piper.
Esto capta mi atención, mi cabeza se levanta bruscamente.
Envolviendo la toalla alrededor de mi cintura, ni siquiera me
molesto en vestirme. Sigo a Big Chief fuera de la vieja habitación de
Piper y por el pasillo, dejando un camino de huellas húmedas a lo
largo del suelo del club. Mejor que sea el día que resolvió la
negociación con el lado este, o incluso mejor. Que sepa dónde está
Piper.
Al entrar en la sala donde tenemos la capilla, todos los hombres
están sentados a la mesa.
—Dios mío, hermano, podrías haberte puesto algo de ropa. —Lip
me mira fieramente, sus ojos con bordes oscuros por las noches en
vela como los míos.
Ignorándolo, me siento, entrelazando los dedos, miro a Shadow
para que escupa lo que sea que tenga.
—Hablé con la pandilla en el territorio este, nos dejarán pasar con
una condición. —Shadow me mira, sus ojos azules entrecerrados y
con información. Se ve feroz sentado en la cabecera de la mesa,
camiseta negra y chaleco de cuero. Ser presidente le calza.
—¿Solías vender drogas para un hombre llamado Harry? —Él
sabe que lo hice, ¿qué tiene eso que ver con algo?
Estaba trabajando para él el día que mi novia embarazada fue
asesinada por un conductor ebrio. Ese fue el día que dejé la pandilla
con la ayuda de los Devil´s Dust y juré que nunca volvería. Mis
mandíbulas se tensan, el nombre no me trae más que malos
recuerdos.
—¿Qué pasa con él? —Miro a la mesa, no queriendo repetir la
historia.
—Es dueño del territorio por el que queremos pasar. Parece que
el asunto en el que se metió es más complicado de lo que pensó y
necesita deshacerse de algún producto y te quiere a ti. —Shadow se
frota la barbilla, sabiendo de mis dificultades con esta pandilla. Zane
me sacó, arriesgando su vida para ser exactos.
—Intenté todo para mantenerte fuera de esto, Saint. Eso es lo que
tomó tanto tiempo. —Shadow empatiza con lo que pasé y los
recuerdos que me trae Harry.
—Lo aprecio. —Asiento con la cabeza hacia él—. Trabajar para él
y ser un Devil revolverá mierda con rivales de ambos lados,
¿verdad? —Solo le llamo la atención porque el club no puede
soportar muchos más golpes, yo, por otro lado, haré cualquier cosa
para recuperar a Piper. Me encargaré de todos los enemigos de la
zona este y oeste de California por ella.
—Aún no has sido parchado. No uses tu chaleco y deberíamos
estar bien— dice Shadow, sentándose más derecho en su silla.
—Vas a hacerlo, ¿verdad?—pregunta Lip, sus ojos me miran con
una luz diferente que solo el culo del tipo que quiere patear por
preñar a su hijastra.
—Joder, sí, lo estoy haciendo. —Esa es una pregunta tonta, haré
cualquier cosa por Piper.
—Yo te ayudaré—murmura Big Chief a mi lado.
—Creo que después de que hagas esto, debes tomar un parche de
candidato, Big Chief, has hecho mucho por este club—sugiere
Shadow, obteniendo asentimientos de todos alrededor de la mesa.
—Estoy de acuerdo. —Le doy unas palmadas a Chief en el
hombro. Ha sido un hermano estos últimos meses, como cualquier
Devil que tenga el club.
Me paro, mirando a Shadow con confianza y lealtad.
—¿No hay trucos, este hijo de puta nos dejará hacer lo que
tenemos que hacer si hago esto?—le pregunto porque mataré a este
imbécil si está jodiendo conmigo, lo que provocará una revuelta en
el territorio.
—No quiere joder con nosotros, confía en mí—promete Shadow,
con el pelo cayendo sobre sus ojos mientras hace crujir los nudillos.
—Bien.

Montando hacia el este con Big Chief detrás de mí, mis botas
están cubiertas de polvo por la falta de lluvia que hemos tenido. Me
arde el cuello por el sol ocultándose a nuestras espaldas durante el
viaje, pero todo lo que puedo pensar es en llegar allí. No confío en
Harry, pero Shadow jura que no nos va a joder. No me importa,
incluso si Shadow no estuviera seguro de que Harry no nos jodería,
lo haría solo por la posibilidad de poder pasar y encontrar a Piper.
Nos dirigimos a un pueblo llamado LeyKent, nuestras motos
retumban y sacuden a la pequeña comunidad cuando entramos.
Nunca he oído hablar de este lugar, pero Big Chief lo encontró en el
Google Maps, un punto de un lugar donde Harry da sus órdenes en
la parte trasera de una lavandería. Nuestras motos rugen por la calle
principal que divide a los pequeños comercios. Florerías, correos,
licorerías y otros.
Estacionamos delante de la única lavandería a la vista, un fuerte
olor a lejía y detergente sin el viento soplando en nuestras caras, solo
puedo imaginar cómo huele este lugar cuando llega una brisa.
Tirando hacia abajo la bandana de esqueletos que protege mi cara
de respirar el aire seco, miro el lugar.
Ladrillos de color azul claro, una gran ventana con el nombre
Clean and Green escrito en cursiva en el cristal.
Big Chief reemplaza su casco de montar por su sombrero de
vaquero y me da una mirada cautelosa.
Inhalando, guío el camino, abriendo el doble cristal de las
puertas. Una anciana latina está sentada detrás del mostrador, con
los ojos cerrados. Acercándome a ella, muevo el carrusel con
muestras de jabón para la ropa con la esperanza de que el ruido
pueda despertarla.
Ella ni siquiera parpadea. ¿Está viva?
Big Chief agita su mano frente a su cara.
Ella gira la cabeza, sus ojos aún cerrados.
—Vete a la mierda—escupe furiosa con dientes amarillos, sus
labios delgados y de color oscuro. No estaba dormida, solo está
arrugada como la mierda.
Me río y Big Chief niega con la cabeza.
—¿Dónde diablos está Harry?—le pregunta, no divertido con sus
travesuras.
Levantando su brazo derecho, la flacidez debajo de él me
recuerda al cuello de un gallo, presiona un botón negro.
Apoyado en el mostrador, miro alrededor del lugar. Secadoras y
lavadoras apiladas a lo largo de cada pared. Solo una mujer está
cerca en la parte de atrás plegando ropa, un niño sentado en una
secadora con ropa interior roja y blanca patea sus pies mientras lame
una paleta y nos mira.
Una rayada puerta blanca a la izquierda del mostrador se abre, y
un hombre rechoncho con hombros anchos sale, un pañuelo grande
azul envuelto alrededor de su frente empuja sus cejas hacia abajo
sobre sus ojos. Su camiseta blanca es tres tallas más grande y le llega
hasta las rodillas, sus vaqueros son holgados. El estereotipo de un
q g p
pandillero, si caminara por mi vecindario sería arrestado solo por
parecer sospechoso. Lo juro, Harry selecciona a sus hombres y les da
un tutorial sobre cómo vestirse como un idiota. Se supone que debes
pasar desapercibido, no sobresalir, idiota.
—Ven—gruñe él, haciéndonos señas a través de la puerta con una
mano llena de anillos de oro falso.
Siguiendo al tipo a la parte de atrás pasamos delante de estantes
de ropa envueltos en plástico, pero lo que realmente me llama la
atención son las docenas de cubos de dieciocho litros con tapa.
¿Jabón de lavandería en polvo quizás? Eso es bastante si es así.
Abre la puerta de un puntapié que muestra la parte posterior de
la lavandería. Un escritorio limpio con Harry sentado detrás de él se
ubica más atrás, un pequeño sofá de cuero negro, una mesa a la
izquierda con un grupo de hombres acurrucados, y al otro lado de la
habitación hay cuatro largas mesas de madera con mujeres paradas
en bragas y sostenes, máscaras sobre sus rostros mientras ponen
polvo en bolsas y las arrojan a cubos de dieciocho litros.
Entonces quizás no sea jabón. Son drogas.
—¡Saint! —Harry se para detrás del escritorio. Su cara oscura ha
envejecido, su barba está veteada de canas. Su cabello está recogido
con un trenzado tan apretado que su frente ni siquiera se arruga
cuando habla.
Alejándose de detrás del escritorio, se quita el polvo de sus
vaqueros azules oscuros y se endereza la chaqueta que tiene
colocada sobre su camisa gris. Sus zapatillas de tenis son de color
rojo brillante y destacan atrevidamente.
Doblando mis manos frente a mí, no digo una palabra, me lamo
los labios saboreando la cocaína en el aire y espero a que él diga lo
que quiere para poder llegar a lo que realmente vine a buscar. Piper.
Presumiendo con una sonrisa confiada, juzga a Big Chief con
humillación brillando en sus ojos.
—¿Quién diablos trajo a Garth Brooks? —Él se ríe, los tipos en la
pequeña mesa cerca se ríen entre dientes con él.
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—Dijiste que tenías un trabajo para mí, ¿qué es?—voy directo al
grano.
Su sonrisa se desvanece, deslizando sus manos dentro de sus
vaqueros, mira a las mujeres semidesnudas que trabajan en silencio
en las mesas.
Presiona sus palmas juntas, las yemas de sus dedos presionando
su barbilla.
—Necesito que un producto se venda rápidamente y si alguien
puede hacerlo, eres tú. —Me señala con sus manos juntas.
—¿Por qué no puedes hacer que tus hombres lo hagan? —Miro a
la mesa de tipos jugando al póker.
—Oh, ellos han estado vendiendo, créemelo. Pero, tú quieres algo
de mí, así que a cambio haces algo gratis—me recuerda el código de
la calle.
Pero sé que hay una trampa, tiene que haberla con él.
—Solo dinos qué vender, y estaremos en camino—dice Big Chief,
deslizando sus dedos sobre el borde de su sombrero.
Harry se burla, pasando a nuestro lado y regresando a la
verdadera lavandería. Lo seguimos, molestos a estas alturas.
—Necesito que todo esto desaparezca, y rápido. —Señala las dos
docenas de cubos apilados contra las paredes. Sin duda llenos de
cocaína.
—¿Quién diablos va a comprar tanta droga?—gruño. Somos un
MC, no el maldito cartel.
—No es mi problema si quieres encontrar a tu chica. —Él se ríe
entre dientes.
—¿Qué dijiste? —Mis hombros se levantan de ira, mis pies se
mueven por su propia cuenta. Ya no soy un maldito niño sin
ninguna idea, le pondré una bala en la cabeza y haré lo que quiera
de este lado del estado, lo juro por Dios. Estoy aquí por respeto, por
las reglas de vivir al margen de la ley, pero si puedo hacer algo bien,
es romper las jodidas reglas.
p j g
—Tranquilo, hermano. —Big Chief se interpone entre nosotros,
empujándome unos pasos hacia atrás—. Lo venderemos y te
conseguiremos tu dinero—le dice Chief.
Hago un gesto de desprecio, dándome la vuelta y flexionando los
dedos. Necesito enfriarme, por Piper. Han pasado meses desde que
la vi y estoy muy cerca de encontrarla. No puedo joder esto.
—Vamos a mover dos de los cubos—le ofrezco. Un poco más y
estaremos en la misma situación en la que él está. Aceptó
demasiados, sin suficientes compradores en esta área.
—Seis, quiero que muevan seis de ellos—dice cortante él, sus ojos
marrones y sórdidos atravesándome con una mirada de fuego. Él
sabe por qué estoy aquí, buscando a Piper, y por eso, estoy en una
posición endeble y sucumbiré a lo que quiera.
Rechinando los dientes con ira, siento el pulso en mi cuello latir
como una bomba de tiempo. ¿Por qué el amor te hace débil?
Big Chief da un paso hacia mí, acercándose.
—No podemos moverlos con nuestras motos, hermano—señala
él. En aquellos días cuando Harry tenía un producto de venta
masiva moviéndose, lo distribuía con una camioneta de carga, yendo
de esquina a esquina para dar a cada traficante lo suficiente para
vender durante ese día.
Miro a Harry.
—¿Todavía tienes una camioneta de carga?
—Por supuesto. —Encoge su hombro izquierdo.
—La vamos a necesitar—le digo con tono de enojo. No puedo
evitar mi ira hacia él. Sé que no es su culpa lo que le sucedió a Tasha
y al bebé cuando era un muchacho, pero cuando lo veo, me recuerda
a la persona que una vez fui y lo orgulloso que estaba de mí. Quizás
Dios no estaría probando mi amor y el de Piper si Harry me hubiera
dicho que yo era demasiado joven y estúpido para trabajar para él y
me hubiera enviado de regreso a casa.
—¡Ripper!—grita Harry detrás de él y un hombre alto que lleva
una camiseta sin mangas y vaqueros oscuros se pavonea hacia
nosotros. Su piel dorada está coloreada con tatuajes de fantasmas y
esqueletos. Es alto, muy alto y larguirucho.
—¿Sip? —Él asiente con la cabeza a Harry y después nos mira.
Sus ojos demasiado grandes para su rostro y unos labios que me
recuerdan a una vagina.
—Carga la camioneta con ocho de estos cubos—lo instruye
Harry.
—¡Seis, hijo de puta!—lo corrijo. Debería dispararle aquí mismo.
Levantando las manos, se ríe, divertido consigo mismo tratando
de salirse con la suya.
—¡Bien, bien! —Bajando las manos, hace un gesto hacia los cubos.
—Pon seis.
—Lo tienes, jefe. —Ripper se desliza junto a él agarrando un cubo
y luego otro. Abrazando uno con cada brazo.
Big Chief y yo lo seguimos hasta donde está el escritorio y las
mujeres que manejan las drogas, y hacia una camioneta de carga
blanca estacionada justo en frente de la puerta de un garaje que no
había visto cuando estuvimos aquí antes, probablemente porque
estaba atacado de los nervios, Big Chief abre las puertas dobles en la
parte de atrás, y esperamos mientras la cargan.
—¿Cuánto hay en uno de estos bastardos? —Big Chief salta hacia
adelante, agarra uno de los cubos, lo saca de la parte trasera de la
camioneta y levanta la tapa. Estiro el cuello para echar un vistazo al
interior.
Hay varias bolsas plásticas de dos gramos y ocho bolas llenas a
tres cuartos del camino. Tiene que haber alrededor de un kilo por
cubo que valen alrededor de dos mil en las calles. Eso significa que,
si estoy en lo cierto, estaremos transportando alrededor de doce mil
dólares.
—Dios mío—susurro, recogiendo una de las bolsas de dos
gramos—. No tengo idea de cómo diablos vamos a mover tanta
mierda, y con esto metido en bolsas como ésta, la potencia se está
depreciando rápidamente. —Sacudiendo mi cabeza, arrojo el gramo
de vuelta al maldito cubo.
—¿No puedes venderlo en tu antiguo barrio?—pregunta Big
Chief, mirando dentro del cubo.
—No, ya no es el territorio de Harry si vive en esta área. Además,
si salgo a vender, eso causará problemas al club—murmuro. El club
es mi hogar y no quiero causar más olas de las que debo,
especialmente porque traeré a Piper y a mi bebé de regreso allí. El
lugar necesita ser seguro.
—Muévelo todo, tráeme mi dinero, y puedes pasar sin problemas
—dice Harry detrás de mí, actuando como si fuera un maldito
Monopoly. No me doy la vuelta, porque sé que si lo hago, lo mataré.
Lo mataré y a todos los que están aquí.
—Vámonos. —Cierro las puertas de la camioneta y me dirijo al
asiento del conductor. Entrando, Big Chief en el asiento del pasajero,
se quita el sombrero y lo arroja al tablero.
—Llama a Shadow, él sabrá qué hacer—me sugiere. Lo miro con
la frente fruncida pensando. Tiene razón, Shadow es nuestro
presidente, y si alguien puede hacer que esta mierda desaparezca
rápidamente, es él.
Piper
En mi habitación, acostada en la cama, todavía estoy tratando de
desarmarla en mi tiempo libre, aunque estoy leyendo el libro que
Vada me dio. Hojeo las páginas gastadas hacia atrás, donde hay un
lugar para escribir. Alguien que poseyó el libro antes que yo escribió
nombres; nombres de bebé. La letra femenina y cursiva.
Nellie
Halle
Rosy
Al otro lado de la página, hay:
Trip
Carter
Jax
Malark
Mordisqueándome el labio, acuno mi barriga, una ráfaga de
nombres repentinamente barriendo mi cabeza como polvo de nieve
en un ventoso día de invierno.
Nellie es lindo para una niña, nunca antes he conocido a nadie
que se llame así. Por otra parte, Halle también lo es. Es dulce, pero
tiene un toque insolente.
Mi pecho se siente pesado, mi corazón late un poco más fuerte,
preguntándome cómo querría Saint nombrar al bebé. Lo extraño.
Aproveché el tiempo que pasamos juntos tratando de resolver mi
mierda, pero haría cualquier cosa para ver su rostro en este
momento. Que él se acueste a mi lado y se burle de los nombres que
creo que son lindos, y que le hable a la panza. Las lágrimas llenan
mis ojos, tengo un sollozo feo listo para caer en cascada a través de
mis labios.
Cerrando los ojos, puedo imaginar sus grandes manos acunando
mi cuerpo, sentir la forma en que sus dientes mordisquean mi cuello.
Yo me sentía como su mundo entero, como la única mujer en el
mundo cuando estábamos juntos.
Mis pezones comienzan a palpitar pensando en él, mi clítoris
pulsando. Se siente como si hubiera pasado una eternidad desde que
lo tuve, y estas hormonas me ponen más caliente que una virgen
viendo porno por primera vez.
¡Pum!
¡Pum!
Me congelo. ¿Qué fue eso?
¡Pum!
¡Pum!
El sonido de los gemidos de Candy llena la escalera y entra en mi
habitación como un gemido fantasmal. Si no supiera mejor, creería
que este lugar está embrujado.
Stacks suelta un notorio gruñido bajo justo antes de que la cama
golpee contra la pared y Candy gima de placer.
Mis ojos se abren al darme cuenta de lo que está pasando. Están
follando.
¡Grr!
¡Pum!
¡Ahh!
Inhalando una respiración profunda, la mano que acuna mi
creciente vientre, desciende lentamente, deslizándose debajo de mis
bragas.
Mis muslos tiemblan sabiendo el deseo pecaminoso de mi
corazón. Extendiendo mis labios húmedos, hago círculos en mi
clítoris, mi boca se entreabre ante lo jodidamente bien que se siente.
Deseo tanto a Saint que podría encender un fuego con lo que siento
por él.
Sintonizando con Candy y Stacks, me imagino a Saint y a mí
teniendo sexo en el club, o esa vez en mi casa. En todas partes y en
cualquier lugar. La forma en que sus labios se deslizaron sobre mi
piel sudorosa, y la forma en que su culo cincelado se apretaba cada
vez que empujaba dentro de mí.
Excitándome, sumerjo solo la punta de mi dedo índice en mi
humedad y mis ojos revolotean de placer.
¡Dios, sí! Apretando los dientes, hago círculos en mi clítoris con
más fuerza y sumerjo mi dedo más profundamente. Un ritmo
pecaminoso que convierte mi cuerpo en un ciclón de deseo y
necesidad. La cadena que aprisiona mi muñeca golpea contra sí
misma mientras me follo con un dedo.
Al abrir los ojos, arqueo el cuerpo y escucho que la cama en la
planta baja aumenta su velocidad, mis dedos ahora están
sincronizados.
Sujeto mi teta hinchada con la mano libre, mi respiración es
dificultosa y sumerjo dos dedos en mi coño justo cuando mi clímax
sube por mis extremidades. Mis uñas se clavan en mi teta, el
orgasmo me sacude hasta la médula, cierro los ojos y veo a Saint, la
mirada que cruza su rostro cuando llega al clímax.
—Sálvame, Saint, sálvanos—le susurro, bajando de mi orgasmo.
Mi cuerpo se siente relajado y ágil. Aliviado.
Girándome sobre mi costado, con la mano sobre el libro sobre
futuras mamás, exhalo lentamente, tratando de estabilizar mi
corazón acelerado. Mi clítoris zumba por la excitación, mi muñeca
adolorida por los movimientos vigorosos. Mis ojos se fijan en las
ventanas y la neblina amarilla que emiten las farolas. Se siente como
si hubiera estado aquí por siempre. ¿ Lo hice?
¿Me salvará el candidato de los Devil´s Dust?
Capítulo 8
Saint

Al llegar al patio, Shadow, Zane, Lip y el resto de los muchachos


están esperando nuestra llegada. Regresamos tarde porque tomamos
carreteras secundarias y fuimos despacio. No quería llamar la
atención sobre nosotros con las drogas en la parte trasera. No puedo
salvar a Piper si estoy encerrado.
Estacionando, salgo justo cuando abren las puertas traseras. Lip
agarra uno de los cubos y abre la tapa.
—¡Santa mierda! —Su rostro se ensancha con sorpresa. No creo
que esperara tanto en un cubo.
—Lo sé—mascullo sombríamente, me apoyo en la camioneta y
cruzo los brazos. Abre una de las bolsas de dos gramos, desliza el
dedo por el polvo y se lo frota por las encías, lamiéndose los labios.
Está probando el producto para ver qué tan intenso es el
adormecimiento.
—Quiero decir, no está mal, pero no es de la mejor—me
responde, arrojando la bolsa al cubo.
—¿Cómo diablos vamos a mover todo esto? —Me encojo de
hombros, curioso de qué demonios va el plan.
Shadow envuelve un brazo alrededor de sí mismo, descansa el
otro sobre éste y se frota la barbilla profundamente ensimismado en
sus pensamientos.
—¿Cuánto crees que vale todo esto?—me pregunta finalmente,
sabiendo que soy el que recientemente ha comerciado drogas para
Harry.
—Probablemente doce mil—afirmo—. Pero eso fue hace unos
años, no sé cuál es el valor de la calle en estos días.
—Llamaré a mi hermano en Las Vegas, él puede mover esta
mierda en poco tiempo—me informa Lip, cerrando la tapa del cubo.
Tiene un hermano llamado Zeek que dirige un MC llamado los Sin
City Outlaws. Por lo que escuché, son bastante despiadados—. La
cosa es que eso llevará tiempo, y quiero recuperar a mi hija ahora. —
Lip me mira, sus ojos queriendo que descubra algo más.
Tan cerca de Lip me doy cuenta de que no he visto a Cherry, lo
que probablemente sea algo bueno. Ver su rostro solo empeoraría mi
anhelo por Piper.
—¿Cómo está Cherry?—pregunto casualmente.
—Es un desastre. Ella quiere que Piper vuelva—dice cortante, y
yo asiento en silencio. Todos lo hacemos.
—Le ofreceremos a Harry seis mil ahora, y la otra mitad cuando
hayamos terminado nuestro negocio. De esa forma, no puede
retractarse y revolver mierda mientras estamos buscando a Piper—
dice Shadow a todos, exhibiendo la fuerza de su nuevo parche de
presidente íntegramente, y estoy agradecido por ello.
—Tampoco estará de más ver a los Outlaws trabajando con
nosotros en este momento, mostrar nuestras conexiones para que no
tengamos un efecto dominó y hacer que pandillas tontas intenten
jugar al gato y al ratón con nosotros—dice Bobby, pasando su manos
a través de su cabello rubio y rizado. Desde que Bull falleció, parece
que todos han estado metiéndose con nosotros, haciendo que todo
haya ido mal.
—Vamos a hacerlo entonces. —Levantando una ceja, cierro la
puerta de la camioneta, deseando que todos se ponga en acción.
Piper
Cepillándome los dientes usando el agua del fregadero y el dedo
porque estos imbéciles se rehúsan a darme lo básico como un cepillo
de dientes y dentífrico, no puedo evitar sentirme diferente esta
mañana. Como si me despertara con un instinto animal para
proteger a mi hijo, poniéndome de pie sin importar el costo. He
terminado de tratar de encontrar una salida, sé que la única forma en
que voy a sobrevivir es con sangre y sudor. Tendré que romper
huesos y sacar el Devil dentro de mi pecho. No olvidaré las cosas
que sucederán, pero me haré más fuerte a partir de ellas.
No es mi deseo morir, pero lo haré antes de dejar que nadie se
lleve a mi hijo.
Bajando las escaleras, sostengo mi cadena con la mano libre,
tratando de silenciar el ruido metálico contra la escalera, sin querer
despertar a Candy, Stacks y Rad. No hasta que sepa cuál es mi plan.
Me encuentro en la sala de estar, miro a mi alrededor buscando
algo para quitarme esta maldita esposa, o incluso un arma para
golpear a la primera persona que vea esta mañana. Sin embargo,
Stacks se ha asegurado de que nada que valga la pena esté a mi
alcance.
Levantando el mando a distancia de la mesa de café, lo giro en la
palma de mi mano, es lo único que puedo alcanzar además de
algunas revistas. Mirando los botones que tienen los números
borrados, no puedo evitar preguntarme si puedo desmontar el
control remoto y encontrar algo afilado dentro. Me lo llevo conmigo,
con la esperanza de desarmarlo en mi habitación.
Saliendo de la sala de estar, me detengo en el pasillo junto a la
puerta principal. Está abierta como siempre en la mañana, y veo a
Vada llevando una caja de cartón a uno de los garajes.
Mis ojos se centran en ella, es libre de caminar y hacer lo que
quiera allá afuera. Ella podría conseguirme un arma, seguro algo
mejor que un mando a distancia. Saliendo lo más lejos que puedo de
la puerta, espero a que me mire, con la esperanza que pueda sentir
que la estoy mirando.
Después de unos segundos, ella me mira y la saludo. Las
mariposas se arremolinan en mi estómago, mi corazón se acelera
pensando en que Stacks o alguien se despertará en cualquier
momento y arruinará mi oportunidad de hablar con ella. Ella deja la
caja al suelo, mira a su alrededor para asegurarse de que nadie la ve
y corre hacia mí. Su cabello está rebotando sobre sus pequeños
hombros, mientras sus pequeñas piernas se mueven lo más rápido
que pueden.
—¿Estás bien?—me pregunta, apartándose el pelo de la cara.
—Necesito tu ayuda. —Mi voz se quiebra cuando la miro a los
ojos, y ella cierra boca como si supiera lo que voy a pedir. Como si
hubiera estado esperando este momento durante semanas—.
Necesito un destornillador o un cuchillo, necesito algo para salir de
aquí—le suplico para que entienda mi posición. Ella me mira sin
comprender como si me hubiera vuelto loca. Tal vez sí, me he
deslizado en la vasta realidad de la supervivencia y no tengo idea de
lo que estoy haciendo. Lo único que puedo ver claramente es salir de
aquí.
Alcanzándola, tomo sus manos en las mías. La suya es pequeña y
seca, con las uñas agrietadas por la suciedad debajo de ellas.
—Me van a matar cuando intenten llevarse al bebé. Podrían
matar al bebé tratando de hacerlo nacer ellos solos, ¿entiendes lo que
te estoy diciendo? —La desesperación espesa en mi voz, no puedo
evitar que las lágrimas resbalen por mi rostro. Estoy volcando
demasiado en una niña pequeña, pero no tengo otra opción. Ella es
mi única esperanza.
Su rostro cambia a uno de miedo, de repente está asustada. No la
culpo, no sé qué pasa allá afuera en los garajes. No sé qué le han
hecho, pero ella también se está poniendo en riesgo al ayudarme.
—Si salgo de aquí... volveré por ti, Vada—le prometo, y sus ojos
brillantes se agrandan. Parece que no solo me está salvando, yo la
estoy salvando a ella—. Te prometo que si salgo de aquí, te llevaré
conmigo. ¿Quieres eso? ¿Quieres que te salve? —susurro, rezando
para que nadie nos escuche. Ella mira por encima del hombro antes
de volver a mirarme.
Retirando sus manos de las mías. Frunzo el ceño, ¿por qué se va?
—¿Vada? —No puedo leer su lenguaje corporal para saber si ella
me va a ayudar o no—. ¿Vada?—repito.
Ella desaparece en el garaje a la izquierda y la esperanza con la
que me desperté esta mañana comienza a desvanecerse.
Deslizándome sobre mi trasero, en el porche polvoriento y cálido
contra mis muslos, cuelgo mi cabeza. Quiero ser fuerte, quiero ser la
madre que mi hijo necesita, pero no tengo forma de hacerlo. ¿Cómo
mato a alguien con un mando a distancia? Señor, encamíname en la
dirección correcta si no quieres que lastime a nadie más, porque no
veo otra manera. Empiezo a llorar más fuerte y el porche vibra con
unos pasos, levantando la cabeza, Vada está allí con un
destornillador oxidado en la mano.
Ella me esta ayudando. Oh, Dios mío. Eso es todo.
Mi boca se abre de golpe. Ubicándome a cuatro patas, alcanzo el
destornillador y se lo quito.
—Gracias—susurro—. Gracias. Gracias.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¡Fuera!—ladra Candy de repente
detrás de mí. Me pongo rígida, rápidamente tomo el destornillador y
lo pongo entre mis piernas, justo cuando Vada sale corriendo,
probablemente enojada de que la hayan pillado hablando conmigo.
¿Van a lastimarla por estar aquí arriba?
—No les hables, están trabajando—dice con desprecio ella, pasa
junto a mí y deja atrás el aroma de sexo sucio. Mi cabeza gira
lentamente, mis ojos la miran con furia mientras entra en la sala de
estar y desaparece en la cocina. Con el pelo en la cara, la observo
hasta que desaparece. Ella no vio lo que Vada me dio. Mi corazón
comienza a latir más fuerte cuando me doy cuenta de que la cosecha
de mi supervivencia acaba de comenzar.
¿Tal vez debería apuñalarla en el cuello con el destornillador?
¿Pero puedo derribar a Stacks con él? Mirando la herramienta, la
cadena que pesa sobre mi muñeca, levanto mi mano con la esposa.
Necesito quitarla si voy a eliminar a Stacks.
Poniéndome de pie, subo las escaleras a mi habitación y entro al
baño, los eslabones de la cadena resbalan contra el piso mientras me
dirijo ahí. Intento cerrar suavemente la puerta del cuarto de baño, no
completamente debido a la cadena, pero lo suficiente como para
ocultar lo que estoy haciendo aquí dentro.
Sentada en el inodoro, aprieto el extremo amarillo de la
herramienta y descanso la muñeca en mi regazo, mordiéndome el
labio inferior, empujo el extremo de borde recto del destornillador
en el orificio de la esposa donde va la llave. Giro, amolo y empujo el
extremo de cualquier manera posible. Éste se desliza a lo largo del
metal resbaladizo, lastimándome la piel de la mano, pero no me
rindo. Lucho contra el dolor y sigo con esto. Necesito que funcione.
Sintiendo que voy a tener un ataque en cualquier momento por ser
atrapada, trato de respirar por la boca en lugar de por la nariz.
Mi espalda está sudando, mi corazón late tan fuerte que me
siento mareada y sigo intentando.
—Vamos—susurro, rezando por un milagro. Mis manos húmedas
lo hacen cada vez más difícil y siento la necesidad de llorar y tirar el
destornillador por la habitación, asustada, por lo que esto significa
para mí. Si esto no funciona y moriré aquí.
—¿De dónde sacaste este libro? —La voz de Candy suena desde
el dormitorio, y mi corazón da un vuelco. Mis manos quietas y los
ojos muy abiertos.
—Um—dudo, sin saber qué decir o hacer. Los resortes de la cama
traquetean, ella está sentada, así que sigo tratando de quitarme la
esposa de la muñeca con la herramienta. Cada segundo cuenta a
estas alturas.
—Esto solo te lo hará más difícil, Piper. Piensa en ti como un
vientre subrogado, tú sabes. —Ella sigue hablando, cada palabra me
impulsa a esforzarme más y a no rendirme.
—Tres meses—lee ella un encabezado—. Sabes, si es una niña,
estaba pensando en llamarla Capri—me informa, jugando con mi
corazón. No, mi bebé no se llamará Capri, no será la hija de Candy.
Ella es mía. La cama suena, transmitiéndome que está de pie, pero
no dejo de clavar la herramienta en la esposa. Aprieto y giro,
esperando que la esposa ceda en cualquier momento.
Sus pasos resuenan por el suelo, mis ojos miran enloquecidos
entre la puerta y la herramienta.
De repente, el alivio inunda mi muñeca cuando la esposa se abre.
Mi boca se abre y mi cuerpo se congela. Inhalo, las lágrimas llenan el
borde de mis ojos.
Funcionó.
Lo hice.
La esposa se ha ido.
Poniéndome de pie, dejo la cadena y la esposa rota en el suelo tan
silenciosamente como puedo. La adrenalina está nadando por mis
venas y bombeando por mi corazón mientras aprieto la herramienta
como si fuera una daga.
El orden se restablecerá hoy y cualquiera que se interponga en mi
camino pagará el precio final.
Sus vidas.
Capítulo 9
Saint

Con las drogas escondidas en la parte trasera de nuestro garaje


en el club, esperando a que los Sin City Outlaws vengan y las
recojan, seguimos a Shadow de regreso a lo de Harry, con dinero
contante y sonante en sus alforjas. Solo quiero dispararle a este
pandillero y terminar con él, pero Shadow dijo que habrá suficientes
cuerpos cayendo cuando encontremos a Piper, que volveremos por
él más tarde. No podía discutir, solo quiero encontrar a Piper.
Cuando tenga en mis manos a Rad, voy a romper cada uno de sus
huesos hasta que el último chasquido me tranquilice.
Deteniéndonos en la lavandería, Shadow se estaciona primero y
luego el resto de nosotros. Zane saca los fajos de efectivo de la alforja
y los coloca en una bolsa negra de gimnasio que Big Chief mantiene
abierta.
—¿Qué pasa si él no lo hace?—pregunta Big Chief, con los ojos
entrecerrados por el sol. Los ojos de Shadow le lanzan una mirada
de furia que me hace tragar.
—Entonces supongo que comenzaremos a dejar caer cuerpos
desde ahora. —Shadow cierra la bolsa y la precinta—. Estoy
tratando de mantener mis prioridades claras, pero pondré una bala
en la cabeza de este hijo de puta si trata de desviarnos de la misión.
Todos asentimos estando de acuerdo y entramos. La viejecita
detrás del mostrador presiona el botón en la pared tan pronto como
nos ve, sin esperar a que nos acerquemos al mostrador y la
molestemos.
La puerta se abre y Ripper está allí con una mirada de perro
faldero en su rostro.
—¿Problemas?
—Tenemos que hablar con Harry—le digo, cruzando los brazos.
Nos da una ojeada antes de sacudir la cabeza para que lo sigamos
hasta la parte de atrás.
Una vez que pasamos la ropa y los cubos restantes de drogas,
entramos en la habitación del escritorio y la mesa de póker, solo que
esta vez no hay mujeres empacando drogas.
—¡Sé que no vendiste todo eso, tan rápido! —Harry se ríe,
sentado en un sillón detrás de su escritorio. Los hombres de la mesa
pequeña se ríen entre dientes, las fichas de póker se apilan más alto
que cuando estuvimos aquí antes.
Zane desliza la bolsa por el suelo de hormigón, borrando la
sonrisa de la cara de Harry.
—Así es como esto va a funcionar, te daremos la mitad ahora, y la
otra mitad una vez que hayamos terminado de hacer lo que estamos
haciendo—le informa Shadow, sin dejar espacio para negociaciones.
Miro a Harry, curioso por lo que piensa de Shadow entrando y
diciéndole cómo va a ser.
Harry clava los ojos en Shadow, un silencio escalofriante se
extiende por toda la habitación hasta que finalmente asiente con la
cabeza hacia Ripper, quien recoge la bolsa y se la entrega. La deja
caer sobre el escritorio, la abre y baraja el dinero.
—Estás buscando una chica embarazada, ¿verdad?—pregunta él
con calma. Quitando pelusa de la bolsa que contiene el dinero en
efectivo.
—Es mi hija—dice Lip, su voz al borde de apretar el gatillo de su
arma. Yo aprieto los labios para evitar decirle a este hijo de puta que
es mi mujer, no es que sea de su incumbencia.
—¿Y si te dijera que sé dónde puedes encontrarla?
El instinto se apodera de mí y saco mi arma de la cintura, enojado
porque lo ha sabido todo este tiempo.
Para mi sorpresa, Lip también tiene su arma desenfundada.
Las cejas de Harry se levantan con diversión, sus manos en alto.
—Si me matas, no la encontrarás—informa en un tono ridículo.
—¿Qué deseas?—grazna Shadow.
—Otros seis mil. Viendo cómo lo tienes. —Empuja la bolsa de
efectivo en el escritorio, lo que implica que nuestro club es más que
rico y darle más dinero no debería ser una diferencia—. No debería
ser un problema para ti. Eso es si realmente quieres salvar a esta
chica. —Él se ríe, y empiezo a ir hacia él... hasta que Big Chief me
detiene.
—¡Maldición te voy a matar! —Señalo a Harry, prometiendo
apretar el gatillo de mi arma.
Shadow mira al suelo, su mano frotando su barbilla. Verlo tan
tranquilo y sereno es aterrador. Sé que Shadow tiene un
temperamento igual al mío, pero si matamos a Harry reteniendo esta
información, nunca encontraremos a Piper.
—¿Cómo sabemos que esto no es una trampa, o algún tipo de
mierda?— ladra Bobby con la cara roja de ira. Estamos a punto de
estallar, nuestra paciencia se ha ido y la reputación de mal genio y
vida de chico malo está a punto de ser puesta a prueba.
—Mis hombres controlan este lado. —Harry levanta su mano,
agitándola de un lado a otro como si el escritorio estuviera en el lado
este de L.A.—. Sé todo lo que pasa por aquí, y quién…
—Llévanos con ella—exige Shadow, su tono sombrío y oscuro
hasta el punto que incluso yo tengo la piel de gallina.
Capítulo 10
Piper

Fuera de mi habitación, me inclino y agarro la cadena que está


en el suelo con una mano, me quito el cabello de la cara y encuentro
a Candy a punto de dar su primer paso hacia las escaleras. Ese
instinto con el que me desperté esta mañana se vuelve salvaje,
apoderándose de mi cuerpo como una enfermedad. Detrás de
Candy, mis movimientos son silenciosos y con un propósito. Justo
detrás de ella, mi cuerpo está tan cerca que puedo olerla, aprieto los
dientes y rápidamente envuelvo la cadena alrededor de su cuello.
Ella grita, sus manos se levantan para tirar de la cadena, y yo la
envuelvo alrededor de su cuello una y otra vez. No escucho sus
confusas súplicas, no siento sus uñas arañándome. Todo en lo que
pienso es que soy una madre, y éste es el primer paso en mi nuevo
rol.
Aprieto la cadena con más fuerza, su cara se pone azul mientras
le exprimo la vida.
—Vete al infierno—digo enfurecida detrás de su oreja antes de
empujarla sobre la barandilla. Los eslabones tintinean entre sí
mientras caen libremente con un tenso chasquido.
Mi pecho sube y baja mientras el silencio llena el pasillo. Oh, Dios
mío. Tragando, echo un vistazo por encima del borde y encuentro el
cuerpo flojo de Candy colgando de la cadena que estaba sujeta a mi
muñeca momentos antes. La maté. Lo hice.
Stacks sale corriendo de la habitación al pie de las escaleras, sus
ojos y boca se abren por la sorpresa cuando se da cuenta de lo que
acaba de suceder.
—No. ¡No! ¡No! ¡No! ¡No!—gime, corriendo hacia el cuerpo de
Candy, la agarra por los pies tratando de liberar la tensión de la
cadena alrededor de su cuello, pero es demasiado tarde. Ella está
muerta. Malditamente muerta.
Deslizándome por el costado de la pared, lentamente bajo los
escalones, esperando que en su histeria no mire en mi dirección. La
puerta está a solo unos metros de distancia, puedo correr y salir en
segundos si se enfoca en Candy. Así no tendré que intentar luchar
contra él o Rad.
—¡Candy, bebé!—llora él, tratando de alcanzar la cadena
alrededor de su cuello. Escucharlo quebrarse no me molesta, en
lugar de eso, mi mente ruge de orgullo. Cuando mi pie toca el último
escalón, sus ojos se clavan en los míos y contengo la respiración.
¡Mierda!
El momento en que la víbora se encuentra cara a cara con su
presa, me tambaleo por el terror que recorre mi cuerpo. Un rugido
llena mis oídos; mis latidos ahogando todo.
Corro.
Saliendo de la casa, mis pies descalzos levantando el polvo suelto
y la mugre del porche, corro lo más rápido que puedo.
—¡Tú perra! —aúlla Stacks desde la casa, su voz suena como si
estuviera yendo y viniendo, probablemente buscando algo con lo
que perseguirme.
El viento me sopla el pelo en la cara, pero sigo corriendo, mis
piernas apenas pueden seguir mis pies. Ahí es cuando lo veo.
Él.
Ellos.
Los Devil´s Dust.
Varias motos se encuentran estacionadas en la entrada del
depósito de chatarra, con Saint parado delante de todos los demás.
Sus vaqueros oscuros, su camiseta negra y su chaqueta de cuero me
recuerdan cuánto lo he extrañado.
—¡Nooo!—grita Stacks detrás de mí. Echo un vistazo sobre mi
hombro, todavía corriendo hacia Saint, él tiene una escopeta
recortada apuntando directamente hacia mí.
Extendiendo mi mano, rezo para poder volar y de alguna manera
estar en los brazos de Saint a salvo, pero sé que no hay forma de que
llegue a tiempo. Voy a morir.
Voy a recibir un disparo justo delante del amor de mi vida.
Llegó demasiado tarde.
He sido una mentirosa, una tramposa y una ladrona en la vida.
Mis pecados finalmente me han alcanzado y ahora todos los que
amo pagarán por ellos. Incluyendo a mi hijo nonato.
—¡Bum!
Un arma se dispara y caigo libremente en los brazos de Saint. Un
gemido irreconocible se escapa de mi boca mientras me desplomo de
rodillas, el cuerpo de Saint se dobla junto con el mío cuando tocamos
el suelo.
Nos balanceamos de un lado a otro, y él besa mi frente mientras
lloro más fuerte que nunca.
—Está bien. Estoy aquí—me dice él suavemente.
—Te amo, Saint—le susurro, mirando sus ojos color miel. Casi
había olvidado cómo se veían, a qué olía.
—Te amo—responde él, sus ojos brillantes, sus dedos clavándose
en mí como si nunca me dejara ir.
Yo espero, el dolor, la sangre que fluya debajo de mí, mientras mi
ADN y el de mi hijo no nacido pintan nuestro final en la tierra yerma
debajo de nosotros.
Pero nunca llega.
Empujándome hacia atrás, miro a mi alrededor, palpo mi cuerpo
buscando una herida pero no hay nada. Estoy bien. ¡Pero escuché un
arma dispararse! Miro a Stacks, su cuerpo está colgando a la mitad
del porche, la escopeta en el suelo. Parpadeando las lágrimas de mi
cara, deslizo mi mirada hacia Saint, que tiene una pistola en su mano
temblorosa.
Él le disparó a Stacks.
Los ojos de Saint se deslizan lentamente por mi cuerpo hasta mi
vientre, su rostro es ilegible cuando me ve embarazada por primera
vez.
—Santa mierda—susurra, una de sus manos frotando su labio
inferior con asombro.
Una risa débil sacude mi cuerpo, se ve más asustado ahora que
cuando Stacks casi me disparó. Tomo su mano, la que no sostiene el
arma, y me la pongo sobre el vientre.
—Buen trabajo, candidato—dice Shadow, poniéndose detrás de
él, pero yo nunca quito los ojos de Saint.
—El candidato que nos salvó—corrijo a Shadow.
Capítulo 11
Saint

Con una mano sobre el suave vientre redondeado de Piper, no


puedo quitar los ojos de mi palma. Yo sabía que estaba embarazada,
pero verlo y sentirlo. Estar aquí con ella y saber que la salvé.
Me parece un sueño.
—¿Dónde está Rad?—pregunta Big Chief a Piper.
Ella parpadea, volviendo la mirada a la casa.
—No lo sé, no lo he visto hoy—responde ella, su voz es más débil
de lo que la he escuchado. Soltando su vientre, la abrazo,
acercándola a mí. No puedo imaginar lo que pasó en esa casa, quiero
tomar su dolor y reemplazarlo con nada más que lo que una madre
embarazada debería experimentar.
Me quito el chaleco de cuero y lo envuelvo alrededor de ella, sus
ojos grises me miran como si todavía estuviera tratando de decidir si
soy real o una alucinación.
Shadow y los hombres se dirigen a la casa con sus armas
desenfundadas, pero no suelto a Piper. Nunca lo haré.
Si ella sobrevivió a esta persecución, puede hacer cualquier cosa.
Ella no es una víctima, ni una sobreviviente. Ella está aquí para
vencer y mostrarle a nuestro hijo cómo vivir en un mundo lleno de
peligro. Me va a odiar, va a pelear conmigo, pero estará acurrucada a
mi lado todas las noches con mis labios sobre los de ella.
—Oye ¿estás bien?—le pregunta Lip, sus ojos brillantes pero
aliviados, Piper está viva.
Ella asiente, las lágrimas caen por sus mejillas y él la abraza con
fuerza. Mirándolos juntos, me doy cuenta de que podría ser yo algún
día. Abrazando a mi hijo aliviado de que esté bien, es una mierda
pesada.
Big Chief vigila a Piper mientras entro en la casa, Shadow quiere
que lo vea. Tenían a Piper encadenada, viviendo como una mascota.
El cuerpo que cuelga de las escaleras me trastorna un poco la cabeza,
no pensé que Piper tuviese algo así en ella.
—Rad no está aquí—informa Zane, cruzando los brazos mientras
miramos el cuerpo de Candy.
—Saldrá de su escondite, no tiene a dónde ir—mascullo yo.
Lip se para a nuestro lado y me palmea el hombro.
—No te sorprendas, Piper es mitad una Devil y mitad su madre.
No hay nada que ella no pueda hacer.
Lo miro, sabiendo muy bien ahora que Piper hará cualquier cosa
para sobrevivir, incluso si eso significa dejar una escena del crimen a
su paso.
La amo aún más por eso.
Bobby entra desde fuera, con una mirada pálida en su rostro.
—Tenemos un problema aquí.
Miro a Zane antes de seguirlos afuera. Hay un grupo de personas
débiles de aspecto viejo parados fuera de los garajes. Más hombres y
niños que mujeres.
—Trabajan para Stacks y Candy—informa Bobby. Él se acerca—.
Creo que los hombres estaban violando a las mujeres, incluso hay
una niña de once años que parece embarazada—susurra Bobby, y
siento la necesidad de vomitar.
—¿Cómo sabes que las estaban violando?—le pregunto.
—Solo mire más allá en los garajes, algunas de los catres tenían
sangre, esposas. Las mujeres son realmente tímidas, y solo... algo no
está bien, hombre—continúa él.
Me doy la vuelta y encuentro a Piper hablando con una niña
pequeña junto a las motos. Me pregunto si ella sabía lo que estaba
pasando aquí.
Alejándome de la situación actual, me acerco a Piper y a la niña.
—Quiero que conozcas a alguien, Vada. —Piper sonríe antes de
mirarme—. Éste es Saint.
La niña me mira con ojos esperanzados. Un denso silencio cae
entre todos nosotros, Piper siente mi inquietud y mira a la chica.
—¿Por qué no vas a buscar tus cosas—le dice a Vada. Ella asiente
y sale corriendo a uno de los garajes.
—Piper, esa niña. —Dudo, sin saber cómo decir lo que voy a
decir. Me pongo en cuclillas, logrando su atención—. Los hombres
han estado violando a las mujeres, probablemente a las niñas, dado
que hay una preadolescente embarazada.
—Si están embarazadas, ¿por qué Candy quería a mi bebé?—me
pregunta, y mis ojos se abren ampliamente.
—¿Es por eso que ella te estaba reteniendo, para quedarse con el
bebé? — Mi tono es endurecido. No estoy tratando de ser cruel con
ella, es la idea de alguien secuestrando a una mujer embarazada solo
para quedarse con el bebé. Es una mierda de la que escuchas en las
noticias, no es algo que realmente te suceda.
Piper asiente solemnemente.
—Probablemente porque eres una Devil, Candy ha estado
obsesionada con el club desde que la conocí—informa Shadow,
saliendo de detrás de nosotros.
Piper niega con la cabeza, y tengo que tragar un par de veces para
evitar vomitar. Me preguntaba por qué Rad no había pedido un
rescate ni nada, resulta que iban a llevarse a mi hijo y solo Dios sabe
qué harían con Piper después.
—Vada viene con nosotros. No puedo salvarlos a todos, pero se lo
prometí. —Los ojos de Piper comienzan a llenarse de lágrimas—. Si
no fuera por ella... yo todavía... —Ella se ahoga, y me mata. La
atraigo hacia mí, descansando mi barbilla sobre su cabeza.
—Está bien bebé. La llevaremos con nosotros. Resolveremos algo.
—Le digo, el olor de ella coincide con el de la vieja casa.
Big Chief se acerca a nosotros desde uno de los garajes, su rostro
pálido.
—¿Qué pasa con el resto de ellos?
Miro a los hombres.
—Si dejamos ir a los tipos, simplemente seguirán haciendo lo que
han estado haciendo—le digo al grupo.
—Mata a los hombres—susurra Piper contra mi pecho—. A cada
uno de ellos.
Beso su pelirroja cabellera, no solo escucho al Devil en su voz por
primera vez sino que lo percibo.
—Así se hará, bebé.
—Entonces tenemos que salir de aquí—dice Zane con fuerza.
Porque efectivamente, los policías no estarán muy lejos de nosotros.
Capítulo 12
Piper

Aferrándome a Saint con fuerza, llegamos al estacionamiento de


la casa club. Él no quería que montara en la moto con él, pero yo no
iba a esperar que una camioneta me recogiera. Quería estar con
Saint, y no lo lograría de otra manera.
Estaciona su moto y yo comienzo a llorar. No pensé que volvería
a ver el club nunca más.
Él se baja primero y después me ayuda a bajar. Sonrío por cómo
me está tratando, como si fuese una muñeca de porcelana. Es una
sensación diferente teniendo en cuenta que Candy y ellos me
trataron como a un perro.
Las puertas del club se abren y Delilah sale corriendo chillando.
Con su cabello castaño por todas partes, se encuentra conmigo,
abrazándome con tanta fuerza alrededor del cuello que la agarro por
la espalda y lloro más fuerte sobre su hombro.
—¡Perra, no vuelvas a hacerme esto otra vez!—solloza ella.
Aferrándose a mí, nunca quiero dejarla ir. Extrañaba su perfume, su
voz ronca, todo sobre ella.
Nos separamos un paso, tratando de recuperarnos.
—Nunca dejé de buscarte—me dice, y las lágrimas siguen
bajando por mis mejillas. Ella mira mi vientre—. Oh, Dios mío, estas
hermosa. ¡Estás jodidamente brillante!—dice en voz alta,
haciéndome reír.
Un cabello rojo me llama la atención, en el club, es mi madre.
Jadeo, rápidamente golpeando mi mano sobre mi boca. Ella está
viva.
—¡Mamá! —Con las manos extendidas, camino hacia ella
rápidamente, y ella me abraza con fuerza.
—Oh Dios, Piper—murmura, acercándome a ella con fuerza—. Te
extrañé mucho—me susurra.
—Pensé que estabas muerta. —Lloro en su cuello.
—Se necesita más que una bala para mantenerme alejada de mi
familia, bebé—responde con arrogancia, pero eso es lo que amo de
ella. Ella me sostiene a la distancia de un brazo. Su cabello rojo y sus
ojos grises me llevan a casa. Es tan hermosa que espero parecerme a
ella a esa edad.
—Dime que te mantuviste fuerte, dime que nunca dudaste ni por
un segundo de que te salvaríamos, Piper.
Me tiembla el labio inferior, a veces fui débil excepto al final. Salí
de mi zona de confort y me dije, puedo con ellos. Al final.
—Digamos que no me rompieron—simplifico.
Sus ojos caen sobre mi vientre.
—Bueno, eres la mujer embarazada más hermosa que he visto. —
Sus ojos se llenan de lágrimas antes de volver a mirarme.
—Lip ni siquiera ha tenido la oportunidad de patear el trasero de
Saint, hemos estado muy ocupados tratando de encontrarte. —Las
dos nos reímos.
—Él puede intentarlo—dice Saint de manera arrogante desde
detrás de mí, y yo pongo los ojos en blanco. Me rodea con sus brazos
y besa un lado de mi cabeza. Me inclino hacia él, sin querer soltarlo.
Addie y Doc salen del club a continuación, y sonrío en su
dirección. Las chicas de Bobby, una familia de rubias, pero ellas no
siguen los pasos del estereotipo. Son muy elegantes e inteligentes.
—Addie—susurro. Ella toma mis dos manos entre las suyas y me
examina.
—¡Es verdad, eres madre!—se ríe mirando mi panza. Doc se
acerca a ella y apoya la barbilla en el hombro de Addie.
—En verdad necesitamos llevarte al hospital, revisarte a ti y al
bebé, hidratarte.
Rascándome la cabeza, me da una risa alegre. Estoy de acuerdo,
probablemente podría revisarme, pero realmente solo quiero estar
en casa por un minuto. Quiero acostarme con Saint y creer que esto
no es un sueño.
—¿Podemos hacerlo mañana? —Miro a Saint—. Realmente solo
quiero estar en casa contigo.
El pecho de Saint se eleva mientras piensa en la pregunta. Puedo
decir que él también quiere que vaya al hospital, pero un brillo en
conflicto en sus ojos me hace fruncir el ceño.
—¿Qué piensas, Shadow?—pregunta Saint, mirando a su lado
donde Shadow está parado con Dani observando el encuentro.
—Ella no parece estar herida o angustiada, creo que sería bueno
esperar hasta mañana. Rad está desaparecido, por lo que nos da
tiempo para establecer un plan—informa a todos, y siento que la
respiración se me escapa de los pulmones. Rad está desaparecido.
Ahora no quiero dejar el club en absoluto.
—Podría estar muerto—les digo a todos—. Lo lastimé bastante.
—No creo que tengamos tanta suerte—dice Zane exhalando—.
Pero su corrupto culo aparecerá, lo garantizo.
—Entonces le romperé el cuello—gruñe Saint, sus manos
alrededor de mí se aprietan.
Tragando todo lo que puedo pensar es, no si yo llego a él
primero.
Saint
Dentro del club, llevo a Piper de regreso a su habitación. Solo
somos nosotros dos. Me siento en la cama y ella se mueve entre mis
piernas. Descansando mi cabeza sobre su vientre, mis manos sobre
sus caderas, disfrutamos en silencio. Tengo a mi mujer y a mi bebé
en casa, seguros y vivos.
—Te extrañé tanto, Piper—le digo. Sus dedos corren por mi
cabello.
—Pensé en ti todo el tiempo. Cada segundo, cada minuto, cada
hora de cada día—confiesa ella, clavando sus garras en mi corazón.
Nunca he tenido a nadie como Piper en mi vida. Ella entró sin miedo
y prendió fuego a mi alma. No puedo arder sin ella; no puedo vivir
sin ella.
Bajando las manos por los brazos, le quito mi chaqueta de cuero,
levanto la camiseta que lleva puesta y se la quito. Su suave barriga
aparece a la vista, atrayéndome como una polilla a una llama.
Coloco mi palma sobre ella.
—Estás en casa ahora. Papá no va a dejar que te pase nada,
¿entiendes? — Escucho la risita de Piper, y es música para mis oídos.
Coloco mi otra mano sobre su vientre y presiono mi oreja contra
su bulto.
—¿Ya puedes sentir al bebé?
—No, no he sentido nada excepto ganas de orinar—dice ella.
Suspirando, me recuesto y la miro. Quiero expresar mis temores
de ser padre, nervioso porque la historia se repetirá y seré igual que
mi padre. Pero sé que ahora no es el momento. Ella me necesita, y
para ser honesto, yo la necesito.
—Vamos a meterte en la ducha y en algo limpio—le digo. Ella
asiente, sorbiéndose la nariz como si hubiera estado llorando en
silencio. Tomándola de la mano, la llevo al cuarto de baño y ella se
mira en el espejo. Poniéndome detrás de ella, beso su hombro
desnudo.
—Te ves increíble incluso en tu peor momento, Piper. —Ella
sonríe, pero la sonrisa no llega a sus ojos.
La ayudo a quitarse el sujetador deportivo y las bragas que no
son suyas. Sus pezones son más oscuros de lo que recuerdo, un poco
más grandes también. Su coño tiene un poco más de vello de lo que
lo he visto. Empujando la ropa interior sucia en el bote de basura,
ella la mira fijamente, y daría cualquier cosa por estar en su cabeza
en este momento.
—Dime lo que estás pensando.
Sus ojos se dirigen a los míos como si no se hubiera dado cuenta
de que se había quedado con la mirada fija.
—Yo solo... lo logré. Estoy aquí—masculla con incredulidad.
Inclinándome en la ducha, la enciendo y empiezo a desvestirme.
Al entrar en el agua caliente, la tiro de la mano, el agua cae sobre su
pecho. Ella se quita el cabello del cuello y baja la cabeza, disfrutando
de la sensación de que la estoy tocando.
—Estás aquí ahora, Piper, y me aseguraré de que siempre estés a
salvo. Eso significa no más clubes, no más salidas arriesgadas. Me
odiarás, llámame un imbécil controlador, pero alejaré el escozor a
besos todas las noches. Lo prometo—susurro en la nuca de ella.
Presionando mis labios en su cuello, la beso, pasando mis manos por
sus hombros y brazos. Su cuerpo se arquea contra mí, y no puedo
evitar girar mis manos alrededor de ella y subirlas por su pecho,
acunando sus pesadas tetas.
Descansando mi nariz sobre su espalda, amaso y froto sus tetas,
tirando de sus pezones hinchados.
Mi polla palpita tan fuerte que siento que voy a correrme en sus
nalgas en un segundo. Ha pasado tanto tiempo desde que la tuve.
Quiero ser egoísta y arrojarla contra la pared de la ducha y follarla.
La necesidad de estar dentro de ella haciéndome sentir salvaje, pero
me contengo. Lentamente suelto su pecho y coloco mis manos en sus
caderas.
Ella debe ser revisada por un médico primero. Estar seguros de
que el bebé esté a salvo, de que está bien.
Suspirando ruidosamente, agarro el champú y rocío un poco en
mi mano para ponerlo en su cabello. Antes de que mi mano la toque,
ella se da vuelta.
—Espera, yo... —Se ve asustada, como una esposa maltratada.
Con la cara pálida, los ojos muy abiertos, acuno su mejilla con mi
mano sin jabón.
—Qué es, dime—la insto a que me diga por qué está asustada.
Ella rompe el contacto visual, su labio inferior tiembla antes que
se recomponga y levante la barbilla. Ella está tratando de ser
valiente, actuar fuerte.
—Stacks, me obligó a sentarme en una bañera y me lavó con su
mano. Yo solo…
—Soy solo yo. Siénteme, Piper. —Haré que sea fuerte y confíe en
mí. Arrastrando mis uñas sobre su cuero cabelludo, con el jabón
empapado en su cabello, me mira profundamente a los ojos. Su
mano descansa sobre mi muñeca cuando empiezo a enjabonar sus
hebras de jengibre llenándolas de burbujas.
—¿Me sientes?
Ella asiente.
—¿Puedes verme?
Ella asiente.
Soltando su mejilla, uso esa mano para limpiar el otro lado de su
cabeza, ella me mira fijamente como cada hombre quiere que lo
miren. Sus iris grises me abrazan y me dicen cuánto me ama sin
necesidad de palabras. Me hundo en sus ojos, nunca queriendo irme.
Se me ocurre que no tengo miedo de ser amado por ella, de
comprometerme con ella.
En todo caso, me da miedo que ella no quiera lo mismo.
Ella inclina la cabeza hacia atrás y enjuaga el jabón. Su garganta
queda expuesta, me inclino y la beso.
—Deseo alejar a besos cada minuto que estuviste en esa casa y
volver a plantar susurros prometedores de nuestro futuro juntos.
Enderezando su cuello, ella me mira, con agua corriendo por su
cara.
—No digas nada que no quieras decir, porque te mataré si me
rompes el corazón, Saint.
Con los ojos cerrados, sé que está diciendo lo que quiere decir.
Ahora tiene el gusto de la sangre, y si de alguna manera me canso de
jugar a papá y me descarrío... no tendrá problemas para arrancar el
corazón de mi pecho con sus dedos desnudos, su padre le indicará
cómo sortear mi caja torácica, y su madre estará alentando la
carnicería.
Estoy enamorado de una Devil después de todo.
Capítulo 13
Piper

Cepillando mi cabello mientras me miro en el espejo de mi


habitación en el club, mis mechones rojos se ven más largos y
brillantes que nunca. Me siento como yo misma, mi barriga presiona
contra la encimera, recordándome que nunca estaré cien por ciento
entendiendo cómo mi mente arrancó el recuerdo de Stacks
bañándome de la nada y haciéndome sentir como una víctima, pero
esto es lo más cerca que me he sentido como yo misma en mucho
tiempo. Solo tendré que intentar olvidar lo que sucedió en esa casa.
Un golpe en la puerta del baño tiene a Saint envolviendo una toalla
alrededor de su cintura rápidamente, no me molesto. Tal vez porque
mi modestia se quedó en el depósito de chatarra, o tal vez nunca la
tuve. No estoy segura de cuál.
—Adelante—digo, y Delilah abre la puerta.
—Hola. —Le da una mirada a Saint, una que dice en silencio que
salga. Él no se mueve, y tengo que morderme la mejilla para no
sentirme amada.
—Tu madre compró ropa de maternidad. Sin embargo, traje una
gran camiseta de los Devil's Dust, porque esa camiseta que compró
es fea como la mierda. —Delilah saca una camiseta roja con flores
blancas de la pila de ropa doblada sobre su brazo.
—Oh, Dios, eso me recuerda algo que usaría nuestra maestra de
preescolar—le digo con la nariz arrugada.
—Exactamente. —La lengua de Delilah se mueve contra sus
dientes mientras expresa la palabra.
Quitándole la ropa, encuentro el sostén negro y me lo pongo
primero, después las bragas que tienen una pretina elástica.
—Siempre pensé que serías la primera en quedar embarazada—
me informa ella, cruzando los brazos y apoyándose contra el marco
de la puerta. Mirando su reflejo en el espejo, no puedo evitar
admirar su figura. Ella se ve linda con su suéter corto y vaqueros
cortos. No hay forma de que pueda usarlos en este momento.
—Voy a engordar y tener estrías, lo sé—resoplo.
—Solo asegúrate de mantener tu piel hidratada y debería ayudar,
al menos eso es lo que dice Doc. —Ella se encoge de hombros.
Lociones, un cepillo para el cabello, ropa nueva. Todo esto es
abrumador. Hace solo unas horas me estaba cepillando los dientes
con el dedo y agua. Ahora me siento mimada.
—Vamos a descansar un poco, ¿eh?—sugiere Saint, y mis ojos se
fijan en los suyos. Siente mi inquietud. Asiento, deslizando la
camiseta de los Devil´s Dust sobre mi cabeza y mi pequeño bulto.
—Ah, vale. ¿Te veré mañana?—pregunta Delilah, la tensión en su
voz me dice que no quiere irse. Yo tampoco quiero que lo haga, pero
estoy estresada.
Estoy agotada.
Estoy asustada.
Siento cosas que nunca antes había sentido y solo quiero subirme
a una cama y esconderme debajo de una manta hasta que todo
vuelva a tener sentido.
—Sí, mañana—murmuro yo, siguiéndola fuera del baño. Me subo
a la cama, el olor familiar de cuero y humo me envuelve y relaja.
Tirando de las mantas sobre mí, me acurruco en ellas, mi cabello
empapa la almohada.
Saint sale del baño con un par de pantalones cortos, sin camisa.
Su pecho se ve más definido que la última vez que lo vi, ¿ha estado
trabajando? Él se sube a la cama detrás de mí, acercándome. Me
quita el pelo de la cara y coloca una mano sobre mi vientre.
Una cálida lágrima llena el rabillo de mi ojo antes de caer por mi
nariz.
Durante meses imaginé esto, y ahora es real. Estoy en casa, con
Saint detrás de mí palmeando mi vientre embarazado.
p
Sollozo.
—¿Dónde está Vada?—le pregunto.
—Las damas la tienen. Ellas decidirán qué hacer—me explica.
Asiento, sabiendo que Vada está en buenas manos. Las damas
son confiables y no pondrían a Vada en peligro, mi madre es una
dama. La chequearé por la mañana. Ahora... solo quiero
acurrucarme en el momento con mi candidato y dormir.
La cara de Stacks me devuelve la mirada sin ninguna emoción en su
rostro, sus ojos mirándome como si estuviera mirando una foto de
prontuario. Pero, puedo sentir sus manos en mi espalda, mi cara y mi
cabello. Es como si insectos entraran y salieran de mis orificios. Los
abofeteo, tratando de deshacerme de las criaturas y Stacks se ríe, el sonido
de burla.
—¡No!—grito, tratando de alejarlo. De repente se abre un agujero negro
en su frente y la sangre comienza a derramarse sobre mí. No puedo respirar,
los insectos y la sangre ahogándome donde yazco.
—¡Ayuda!—jadeo, tratando de alejarme. No sé a dónde voy, todo es
negro.
Abriendo mi boca para pedir ayuda nuevamente, todos los insectos
pululan en mi boca y descienden por mi garganta, silenciando mis gritos.
—Saint…
De repente me despierto bruscamente, Saint me mira fijamente.
Palpo mi cara, mi boca, está normal, no hay bichos. Fue una
pesadilla. Estoy aquí en el club, a salvo. Miro a Saint, mis ojos se
llenan de lágrimas. ¿Es esto lo que va a pasar cada vez que duerma?
¿Voy a tener flashbacks y reaccionar con los síntomas del SPT?
Siempre tendré miedo, siempre miraré por encima del hombro y
deseando que mi mente permanezca en el ahora.
—Ellos me rompieron—grazno al darme cuenta—. Él me rompió.
—Empiezo a llorar, asustada porque siempre temeré a Stacks, Candy
y Rad.
Saint me agarra la barbilla con firmeza, haciéndome mirarlo a los
ojos.
—A la mierda con ellos. Eres más fuerte que esto, Piper—espeta,
enojándome. Se supone que él debe estar aquí para mí,
consolándome—. Los mandarás a la mierda la próxima vez que
traten de jugar en tu cabeza, ¿me oyes?
Él tiene razón. Soy más fuerte que esto. Solo me romperán si los
dejo. Asintiendo, saco mi barbilla de su agarre y tiro las mantas.
Estoy empapada de sudor.
El olor del desayuno hace que mi estómago gruña. Huele muy
bien. Candy no cocinaba mucho, por lo que el olor a tocino y huevos
fue un aroma ausente en los últimos meses.
Pienso en ponerme unos pantalones, pero me encojo de hombros
y abro la puerta de la habitación. Delilah está dormida en el suelo
con una 45 en la mano. Ella estaba vigilando.
Me pongo en cuclillas, quitándole el cabello de la cara. Ella se
sobresalta antes de mirarme.
Sonrío.
—¿Cuánto tiempo te quedaste despierta?—le pregunto. Ella se
despereza y hace una mueca. Estar acostada en el suelo produce
dolor.
—No sé, había luz afuera, lo sé. —Sentada, con las rodillas
pegadas al pecho, bosteza.
—Ve a dormir. Hoy estaré bien. —Saint no solo estará a unos
metros de mí, sino que Lip y el resto de los Devil´s no me dejarán
fuera de su vista. No con Rad desaparecido.
De pie, me dirijo por el pasillo hasta llegar a la sala principal.
Parece igual a cuando la dejé, es agradable ver que algunas cosas
nunca cambian.
Mi madre me sonríe desde detrás de la barra. Está
completamente vestida con una camisa ajustada negra y vaqueros, el
cabello recogido alto y lápiz labial rojo. Me toco los labios, el lápiz
labial rojo es lo nuestro, lo extraño.
Me desliza una taza y un plato lleno de comida mientras me
siento en un taburete.
Agarrando la taza de café, miro el líquido marrón. No he tomado
café en meses. Los libros sobre embarazos decían que la cafeína no es
buena para el bebé, así que la dejo de lado por ahora y me concentro
en la comida.
Tomando mi tenedor, lo miro fijamente. Parece tan bueno. Pincho
un huevo revuelto, lo coloco en mi boca y mis papilas gustativas
cobran vida. Cierro los ojos y disfruto del sabor de la comida caliente
y fresca. Trago, olvidando masticar y empiezo a devorar el resto del
plato.
Mi madre lo rellena dos veces antes de dejar que el tenedor caiga
sobre el plato con un traqueteo.
—¿Como te sientes?—me pregunta Dani, apoyándose contra la
encimera. Su cabello oscuro suelto, enmarcando su rostro. Lleva su
chaqueta de cuero negro, ropa oscura como su alma. La amo.
—Todavía cansada, siento que podría dormir por días—le
explico.
—Probablemente estas deshidratada—me ofrece.
Inhalo, me limpio la boca con el dorso de la mano y digo:
—Quizás.
Hablando de deshidratado.
—Um, ¿dónde está Vada?
—Está durmiendo en una de las habitaciones. —Dani suspira,
volviendo a llenar su taza de café—. Íbamos a llevarla a los servicios
familiares, pero ella dijo que se escapó de un hogar de acogida solo
para encontrar refugio con Candy. —Dani me mira, soplando el
vapor de la parte superior de su taza—. No quiero llevarla solo para
que regrese a un lugar peligroso. Voy a llevarla a casa conmigo por
ahora—continúa Dani. Cruzando mis brazos, me inclino hacia
adelante.
—Creo que a ella realmente le gustaría—le digo. Mirando mi
plato limpio, no puedo evitar preguntarme si Vada fue violada en los
garajes, cómo habría sido su vida en un hogar de acogida si
quedarse con Candy fue una mejor opción. Ella ha pasado por
mucho para una niña tan joven.
Instintivamente, coloco mi mano sobre mi vientre,
preguntándome cómo una madre podría dejar que su hija pase por
lo que Vada pasó.
—Mi bebé está a salvo, no está con Candy y nunca lo estará—
susurro por lo bajo.
—¿Estás lista para ir al hospital?—pregunta mi madre, apartando
mi atención de mí hacia ella.
—Si. Veo crecer mi barriga y sé que hay un bebé allí, pero quiero
verlo, escucharlo, ¿sabes? —La miro y la encuentro sonriendo.
—Sé exactamente a que te refieres.
—¿Crees que nos enteraremos si es un niño o una niña hoy? —No
puedo evitar preguntarme.
—No sé, hace tanto tiempo que estuve embarazada. —La cara de
mi madre es burlona.
Eructando, me paro.
—¿Iré a cambiarme y las encontraré aquí?
Ambas mujeres asienten. Girando para dirigirse hacia el pasillo,
Shadow se interpone en mi camino, con los brazos cruzados. Con los
brazos musculosos y la cara sombría, no puedo evitar detenerme en
seco.
—Necesitamos hablar sobre lo que les dirán a los doctores, cómo
explicarán tu malnutrición. —Su voz insensible y al grano. Justo
como lo recuerdo.
—¿Qué quieres que les diga?
—Que eres tonta y no sabías hacerlo mejor—ofrece Saint,
poniéndose detrás de Shadow. Mis cejas fruncen con ira.
—Eso funcionará—aprueba Shadow y se hace a un lado.
—Bien—chasqueo, empujando a Saint fuera de mi camino,
vuelvo a mi habitación enojada. Saint está siendo un imbécil esta
mañana. ¿Por qué iba a sugerir eso?
En la habitación, Delilah está dormida de mi lado de la cama,
miro a través del tocador y encuentro un par de pantalones cortos
para hombres. Mientras me los pongo, Saint entra en la habitación.
—¿Por qué estás actuando como un imbécil?—chasqueo.
—Solo estoy tratando de protegerte—me informa.
—Y lo mejor que se te ocurre es que, ¿soy tonta? —Inclino mi
cabeza hacia un lado y frunzo los labios.
—Eres una madre primeriza, vives en un lugar que hace calor.
No sé, diles que te preocupaba engordar, que te gusta la gaseosa y
no el agua. Cualquier cosa menos la verdad, Piper, dejamos varios
cadáveres atrás. , ¿quieres que vaya a prisión? —Su voz se eleva. Él
me enoja, pero también tiene razón.
—¡Intentando dormir!—grita Delilah, golpeando la almohada
debajo de su cabeza. Mirándola, me muerdo el labio inferior,
odiando lo mal que me están haciendo sentir las hormonas.
—Deberíamos irnos—mascullo.
—Si estoy de acuerdo. Estarás viajando con tu madre. —Es la
primera vez que escucho eso.
—¿Estás viajando con nosotros?—pregunto con dudas. Saint
siempre monta su moto.
—No te quiero en la moto en tu condición, bebé.
—¿Mi condición?
—Sí, estar embarazada y todo. Es demasiado arriesgado para ti
montar.
Me encanta montar, así que eso me deprime, incluso si tiene
razón. Sin embargo, no discuto con él porque sé que estoy siendo
difícil. No puedo evitarlo, solo quiero ser una mujer embarazada
normal. Ir al centro comercial y mirar ropa de bebé demasiado cara,
hablar sobre el tamaño del bebé con cualquier persona que esté
dispuesta a escucharme y publicar en las redes sociales todos mis
síntomas locos y la imagen del bulto del bebé. No se me ocurre un
encubrimiento de por qué tengo moretones alrededor del tobillo y la
muñeca, y por qué no he visto a un médico durante todo mi
embarazo.
—Vivir la vida de un forajido es más difícil de lo que cualquiera
sabe. —Suelto un suspiro largo, como si mis dificultades fueran
relevantes para violar la ley.
—La libertad tiene un costo, me temo—murmura Delilah, medio
dormida en la cama.
Sí, pero en qué momento un forajido ha pagado sus deudas,
¿cuándo es suficiente?

Viajando en el coche con mi madre y Saint, los Devil's Dust


montando a ambos lados, detrás de nosotros, y liderando el camino.
Me siento como el presidente de los Estados Unidos. Una mano
agarra la mía mientras miro por la ventanilla y miro mi mano. Es de
mi madre. Cuando la miro, me da una pequeña sonrisa. Aprieto su
mano y vuelvo la mirada a las rugientes motos a nuestro lado. Son
tan elegantes y llenas de metal duro, los hombres sobre ellos son
fuertes y valientes. Quiero lucir así, ser fuerte y no tener miedo a
nada.
Al llegar al hospital, algunos de los muchachos ya han
estacionado sus motos, Lip es uno de ellos. Acerca una silla de
ruedas al coche antes de abrir mi puerta. Lo miro como si estuviera
siendo ridículo.
—No me sentaré en eso. Estoy bien —lo rechazo.
—Por si acaso—sugiere Lip, asintiendo con la cabeza para que
me siente. Girándome, me siento en la silla para hacerlo feliz. Sin
embargo, no lo necesito, realmente estoy bien.
Al entrar en el hospital, todos los Devil´s nos siguen, incluido
Shadow. Los pacientes jadean y los niños miran. Es una gran escena.
Mi madre habla con la recepcionista que me observa. Espero que
a mi madre se le ocurriera algo diferente a que mi hija es tonta y no
se cuidó sola.
Mi madre se vuelve hacia mí.
—Te llevan al piso de maternidad para observación.
Sonrío, feliz de escuchar que no tengo que ir a la sala de
emergencias ni nada. Tendré una habitación cómoda y ningún
compañero de habitación.
En cuestión de segundos, tengo enfermeras que me llevan a un
ascensor. Subimos unos pisos antes de seguir a una enfermera alta y
rubia con un portapapeles a una habitación. Las ventanas son
grandes y dejan pasar mucha luz, la cama tiene sábanas blancas y
crujientes y hay un televisor frente a la cama.
Saint toma mi mano, ayudándome a salir de la silla y me siento
en la cama.
—Está bien cariño, ponte esta bata. —Ella me da una bata azul
con flores pequeñas—. Volveré con un ultrasonido—me informa.
—OK, gracias. —Le sonrío cortésmente.
—Lip y yo estaremos fuera hasta que estés lista—me dice mi
madre. Asiento en silencio y empiezo a desvestirme.
Saint se sienta en una silla al lado de la cama, la habitación
tranquila.
—¿Qué estás pensando?—le pregunto.
—Um, estoy nervioso—responde quedamente.
Mirándolo por encima del hombro, no puedo evitar sonreír.
—¿De qué?
¿ q
Inclinándose hacia adelante, apoya las manos sobre los codos.
—De todo. ¿El bebé está sano, ser padre?—me cuenta.
—¿Qué pasa si hay gemelos allí dentro?—me rio entre dientes.
—¡No es divertido! —Pero se ríe al decirlo.
Empujo mis brazos por las mangas y la espalda queda abierta.
Saint comienza a atarla sin que yo tenga que pedirlo, y recuerdo que
ha tenido una novia embarazada antes. Probablemente haya visto
estas batas antes, haya escuchado los latidos del corazón de un bebé.
Todo esto es nuevo para mí.
La enfermera entra haciendo rodar una máquina y tararea
mientras levanta la pantalla.
—Está bien, cariño, ¿por qué no te recuestas?—me instruye. Hago
lo que ella dice y tiro las mantas hasta mi cintura. La enfermera se
hace cargo desde allí, levantando la bata y chorreando gel sobre mi
pequeño bulto.
—¿Estás bien, mamá?—me pregunta, sintiendo mi nerviosismo.
—Sí, solo ansiosa—le respondo. Han pasado meses y me he
preguntado muchas cosas sobre lo que está creciendo dentro de mí.
—Oh, estoy seguro de que todo va a estar bien. Al menos te estás
sintiendo mejor—dice mientras enciende la máquina.
—¿Sintiendo mejor? —Miro a Saint confundida a lo que se
refiere.
—Um...
—Tu madre dijo que has tenido síntomas parecidos a la gripe
durante tanto tiempo que ni siquiera sabías que estabas embarazada.
—Me mira para confirmar si lo que mi madre dijo era verdad.
—Oh sí... yo...—tartamudeo, sin saber qué decir o hacerla creer.
Ella presiona lo que parece una varita sobre mi barriga, unos
sonidos en el monitor captura mi atención y la de Saint.
La enfermera hace clic y chasquea, moviendo la varita alrededor
de mi estómago.
g
—Ésta es la cabeza. —La imagen gira, justo cuando ella lo señala
y no estoy seguro de lo que estoy mirando—. Oh, nos está mirando.
Estos son los ojos, la nariz y la boca—nos informa con tanta emoción
que no puedo evitar sonreír, y quiero decir realmente sonreír.
Ahí está mi bebé. Gracias a Dios solo hay uno.
—El latido del corazón es fuerte—dice con aprobación,
presionando los botones de la máquina. De repente, el sonido de un
latido cardíaco rápido suena a través de los altavoces. Me quita el
aliento y mi boca se entreabre. Ese es el latido del corazón. Dentro de
mí.
—Fiuu—suspira Saint.
—Podría decirles el sexo, ¿quieren que mire? —Ella nos mira y mi
boca se abre.
—Yo, eh... sí. Quiero saber. —Echo un vistazo a Saint, que ya está
asintiendo con la cabeza que quiere saber. Me río, y entonces la
enfermera se ríe del entusiasmo de Saint. La varita se desliza hacia
abajo y siento la necesidad de orinar.
Ella entrecierra los ojos y mueve la varita.
Me muerdo los labios, miro el monitor y después su boca,
esperando que ella diga el sexo de nuestro bebé.
—Es un... —Hace una pausa, y contengo la respiración, Saint me
aprieta la mano—. Niña. Definitivamente es una niña. Felicidades.
Mi cabeza gira en dirección a Saint.
—Una niña—susurro. Sus ojos están brillantes, una mano
descansando debajo de su barbilla, la otra apretando la mía con
fuerza.
—Todo se ve muy bien. El bebé tiene unas dieciocho semanas.
Tendrás otro ultrasonido a las veinte semanas con un doctor y ellos
pueden confirmarlo y la fecha de nacimiento. Por ahora, le
conseguiremos algunos líquidos solo para asegurarnos. ¿Suena bien?
Aparto los ojos de Saint y asiento, atónita de ver al bebé y
escuchar que voy a tener una niña.
q y
Dios mío, ¿y si ella es como Delilah y yo?
Lip y mi madre entran, ella está completamente exaltada.
—¿Supongo que por tu sonrisa todo está bien?
—Sí, ella está bien—le informo.
—¿Ella? ¿Es una niña? —Mi madre detecta mi error más rápido
de lo que me doy cuenta que dije ella. Saint y yo ni siquiera tuvimos
la oportunidad de discutir si queríamos decirle a todos. Ahora es
muy tarde.
—Sí, es una niña—confirmo, y ella chilla, abrazándome con
fuerza. Mirando por encima del hombro de mi madre, veo a Lip
caminar lentamente hacia Saint, y me tenso. Por favor, no seas idiota.
Todo es perfecto en este momento.
Saint mira fijamente a Lip, sus dos caras ilegibles. Mi madre
finalmente me deja ir y se da cuenta de lo que está sucediendo.
Lip apoya su mano sobre el hombro de Saint.
—Mejor cuida bien de mis chicas, Saint—dice con un dejo de
humor, pero sus ojos dicen lo contrario. Silenciosamente está
diciendo que matará a Saint si nos lastima al bebé o a mí.
—Sí, señor—responde Saint en voz baja.
La enfermera entra, colocando una vía intravenosa en mi mano,
todavía tarareando la melodía de antes.
—¿Te puedo conseguir algo más, cariño?—pregunta ella con una
sonrisa.
—¿Cuál es la mejor vitamina prenatal para tomar? —Las palabras
provienen de la nada como si la pregunta estuviera escondida en mi
lengua desde el día en que Candy intentó darme la suya.
—Oh, ¿no tomas ninguna? —Ella se para y yo niego con la
cabeza, sintiéndome culpable.
—¡Te traeré algo de información! —Ella me acaricia el brazo,
ningún juicio en su voz.
—Gracias. —Agradecida, recuesto mi cabeza sobre la incómoda
almohada. Escucho a los hombres hablando fuera de mi habitación,
haciendo guardia, mi madre conversa con Saint sobre lo que
necesitamos para el bebé. Mis ojos comienzan a sentirse pesados, así
que los cierro por un minuto hasta que no puedo contenerme más y
me quedo dormida.
De vuelta en el club, veo a Vada sentada fuera en el suelo, con las
piernas cruzadas. Su cabeza está caída, un ceño fruncido en su
rostro. Lleva el pelo peinado hacia atrás, limpio y brillante, con un
vestido negro. Se ve tan bonita para una niña triste. Mi madre
estaciona el coche y Saint me ayuda. Comienzan a hablar pero los
desconecto y me dirijo hacia Vada.
Me siento a su lado.
—Hola. —Empujo su brazo.
—Hola—repite ella.
—¿Qué pasa?
Ella suspira, arrojando una piedra al otro lado del lote.
—Todo esto está bien, pero ¿se supone que debo olvidar lo que
me pasó? — Ella busca las mismas respuestas que yo he estado
buscando.
Lamiéndome el labio inferior, miro a Saint y a los hombres
hablando, diciendo gilipolleces.
—Sabes, fui violada cuando tenía tu edad—le confieso, y ella me
mira de reojo, con los hombros rígidos como si leyera su mente y me
sumergiera en sus secretos más oscuros.
—Me gustaría poder decirte que te olvidarás y seguirás adelante
como cualquier otra niña, pero no lo harás. —La miro, ella apoya la
cabeza sobre su mano derecha y se sorbe la nariz.
—Pero, con el tiempo, los recuerdos se vuelven menos vívidos
hasta que recuerdes una o dos cosas. Depende de ti si dejas que ese
par de cosas te defina, Vada.
Ella me mira con ojos llorosos, y no puedo evitar atraerla hacia
mí.
—Tal vez... ¿aproveches esos momentos difíciles y los conviertas
en parte de quien eres hoy?
Poniéndole el cabello detrás de la oreja, ella se sienta, tirando de
mis brazos.
—Dani me va a mandar a la escuela, quizás me ayude estar cerca
de niños de mi edad.
—Mmm. —Me muerdo la mejilla pensando. Era modelo antes de
todo esto, pero lo hice por todas las razones equivocadas. Estar en el
centro del escenario solo alimentó mis inseguridades y lo que mi
padre me hizo.
—Creo que yo también podría ir a la escuela—mascullo.
Sintiendo su mirada a un lado de mi cabeza, la miro y le
devuelvo la sonrisa.
—Tal vez puedas ayudarme con mi tarea, ¿eh? —Me río y ella se
ríe como una niña pequeña, lo que es música para mis oídos.
De pie, instintivamente acuno mi barriga. Estoy teniendo una
niña pequeña, y la idea de que alguien le quitará su inocencia a una
edad temprana se me viene a la mente más rápido de lo que puedo
respirar.
Dentro del club, Chief limpia un arma en la encimera, mirando
casualmente la televisión sobre la barra. Bobby frota el vientre de
Doc, Shadow se sienta en el sofá con Dani en su regazo, con su arma
en la funda.
Un hombre sería suicida para meterse con mi hija, mira su
familia.
Dani me ve y salta del regazo de Shadow.
—¿Sabes si es un niño o una niña?—pregunta emocionada.
—Niña—respondo con modestia.
Ella jadea, una sonrisa llena su rostro.
—Ella va a ser una chica dura. ¡Solo mira! —dice señalándome
con un dedo.
Miro a Addie saliendo de la cocina.
—Addie se asegurará que acate las normas. —Al escuchar su
nombre, Addie nos mira—. ¿No quieres?
—¿Qué? —Addie se acerca.
—Mantener a mi hija bajo control como lo hiciste con Delilah y
conmigo.
Addie se ríe, su mano frota mi pequeño bulto.
—¡Definitivamente lo haré! La tendrás en Chucks y yo traeré los
vestidos. —Addie se ríe, y en este momento no puedo evitar
sentirme bendecida. Esto es lo que se supone que debe sentir una
mujer embarazada, ¿verdad? El amor y la emoción de sus amigos y
familiares. Sostener a la madre y prepararla para lo que está por
venir.
Entrando en la cocina, abro el refrigerador, saco una caja de
pizza, poniendo algunos pedazos en un plato y lo caliento en el
microondas.
Apoyando la espalda en la encimera, pienso en lo fácil que fue
conseguir la comida que quiero y prepararla yo misma. No tenía ese
lujo hace días.
—¡Oye, se supone que no debes pararte al lado de esa cosa!—me
grita Doc, refiriéndose al microondas. Me hace alejarme unos pasos y
me doy cuenta de que me había estado mordiendo las uñas, sumida
en mis pensamientos. Hombre, ella está realmente enorme, como a
punto de explotar cualquier día, a partir de ahora.
—¿Todo fue bien en el hospital?—me pregunta con
preocupación, sus cejas están levantadas.
Asiento con la cabeza. Ella es tan hermosa embarazada. Cabello
rubio brillante, piel brillante y toda barriga. Me siento hinchada y
cansada y juro que ya estoy aumentando de peso en todas partes.
El microondas suena y ella agarra el plato y me lo entrega.
y g p y g
—Buena suerte, incluso mirar la pizza me da ardor de estómago
—me informa.
Tomando el plato caliente, gentilmente le sonrío y me siento en la
mesa cromada. Levantando el triángulo de bondad llena de queso, le
doy un mordisco y no puedo evitar gemir.
Un vaso de agua está delante de mí, y sigo la mano que lo colocó
allí.
—¡Bebe mucho de esto!
Tratando de atrapar el queso derretido que cae de mis labios,
trago y digo:
—¡Gracias!
Al terminar una porción de pizza, bebo todo el vaso de agua y de
repente siento que me voy a quedar dormida en la mesa. Me arden
los ojos y siento que he pasado por una maratón.
Coloco mi plato y mi vaso en el fregadero y me dirijo al área
principal donde está parado Zane encima de una mesa de billar.
—¡Todos, escuchen de una puta vez!—grita él.
Saint se para debajo de él, con una sonrisa tímida en el rostro. Se
frota la barbilla con ansiedad mientras todos lo miran. Él es muy
guapo.
—Saint ha demostrado liderazgo y, más que nada, ser de
confianza. Se ha convertido en familia y...
Shadow entra desde la habitación en la que tienen la capilla, con
un balancín en la mano. Yo jadeo, con mi mano sobre la boca.
—¡Oficialmente eres un Devil, hijo de puta!—grita Bobby,
acercando a Saint para un abrazo. Todo el club estalla en caos.
Aplaudo, este momento es enorme para él.
Sus ojos encuentran los míos al otro lado de la habitación y le
sonrío. Empujándose a través de la multitud, lentamente se dirige
hacia mí, presumiendo a su paso, presiona una mano en la pared
detrás de mí, inclinándose en mi espacio.
—Mi primera acción como miembro... ¿quieres ser mi dama? —Él
se lame los labios, sus ojos me ruegan que tome su chaleco, que sea
su mujer en lo bueno y en lo malo.
No pensé que el club pudiera volverse más ruidoso, pero lo hace,
silbidos y gritos de todos los que conozco mientras Saint y yo nos
miramos en silencio. Lo que está pidiendo es enorme, bien podría
tener un maldito anillo de compromiso en la mano con esa pregunta.
Pero no podía imaginarme usando mi corona de fortaleza sin
Saint a mi lado. Él es mi monta o muere.
—Absolutamente—le digo suavemente, y él coloca sus palmas a
ambos lados de mi cara y me besa profundamente. Le devuelvo el
beso, mis ojos cerrados cuando escucho a Delilah gritar a todos.
—¡Esa es mi perra! —Incapaz de contenerme, me río, rompiendo
el beso. Con mis dos manos en su pecho, su saliva en mi boca, me
froto los labios como si fuera mi lápiz labial favorito.
—Yo llevaré una chaqueta de cuero roja. —Le guiño un ojo, él me
acerca más a él, sus dos manos sobre mi trasero.
—Veré lo que puedo hacer. —Besa mi frente, sellando mi corazón
con amor.
Soy suya ahora. Mi corazón está en sus manos, él puede hacer lo
que quiera con él ahora. Puede romperlo, amarlo o engañarlo.
Soy su dama.
Capítulo 14
Saint

Sentado en la mesa de madera en la capilla, tomo otro trago de


whisky, riéndome de una estúpida mierda que acaba de decir Big
Chief. Todos la están pasando bien, menos Lip. Está sentado a la
mesa, con un brazo extendido y tocando nerviosamente un vaso de
chupito vacío, con una mirada cabreada en su rostro.
—Necesito algún culo—dice Big Chief, medio borracho.
—Mmm, las damas nos patearían el trasero si trajéramos eso
aquí. —Zane se ríe desde el fondo de la habitación. Dado que no
tenemos información de Rad, no sabemos si está vivo o muerto,
tenemos a todos cerca, incluidas las novias y las esposas.
—Podrías llevar un coño al garaje—ofrece Shadow. Con todos
dormidos, nadie escucharía nada desde ahí afuera—. No todos los
días te parchan. —Levanta una cerveza en mi honor, y todos los
hombres vitorean y gritan. Si no estuviera con Piper, estaría
deprimido por un coño. Shadow se aseguraría de que tuviese lo que
quisiese y más. El único coño que quiero es el de Piper, ha vuelto a
mi vida hace poco más de veinticuatro horas y todavía no le he dado
la bienvenida por completo.
—¿Quieres coño, te daré a mi chica... a todas las perras! —Big
Chief bambolea al caminar hacia mí, diciendo las palabras sin que se
le entienda.
—No, no necesito ninguna perra. ¡Una es suficiente para mí! —
Asiento, tan destruido que mantener los ojos abiertos es una tarea.
—¡Al menos necesitas una stripper! Hazlo por mí, hermano—me
implora Big Chief, haciendo reír a Bobby.
—Voy a llamar a algunas, a la mierda con él—dice Bobby,
sacando su teléfono.
—Mirar sin tocar. ¡Juro por Dios que si tengo una dama aquí
arrojando botellas a tu maldita cabeza, mañana estás reabasteciendo
todo el bar!—señala Shadow a Bobby, su tono es serio.
Mis ojos se posan en Lip, él solo está sentado allí en su maldita
burbuja, completamente perdido de todo lo que está sucediendo.
Me levanto de la mesa y me dirijo hacia él, zigzagueando a través
de todos felicitándome y dándome palmadas en la espalda.
Me siento al lado de Lip que me mira como si fuera un enemigo.
—¿Estás bien?
Él suspira, sentándose derecho en su silla.
—Acabas de pedirle a mi única hija que sea tu dama y ni siquiera
me pediste permiso. —Me mira con una mirada fría y aguanto la
respiración.
Oh. Mierda.
Niego con la cabeza.
—Mierda, hombre, ni siquiera lo pensé. Solo quiero hacerlo bien
por Piper, ¿sabes? —Mi cara se tuerce en confesión, los efectos del
alcohol y la coca hacen que la mitad de mi maldita mejilla se
entumezca.
—¿Es esa la única razón por la que lo hiciste?—escupe él, sus
cejas se alzan. Se ríe a medias, pasando las manos por su cabello
rubio oscuro.
—Juro por Dios…
—Lo hice porque la amo—lo interrumpo, y él pasa sus labios uno
sobre el otro.
—¿Lo dices en serio?
Pienso en el tiempo en que Piper estuvo ausente y en lo
terriblemente solo que me sentí. Perdí mi mierda, asustado de no
volver a verla nunca más, o escuchar esa linda risa.
—Sí, lo hago. —Lo miro, el tono de mi voz es serio, mis palabras
arrastradas.
Me palmea el hombro.
—Arruinas esto y te enterraré con ese jodido balancín.
¿Entiendes?
—Sí, señor.
Él se pone de pie y yo hago lo mismo. Agarrando mi mano, me
atrae para un abrazo.
—Ah, y no te lo tomes como algo personal, sino por faltarme el
respeto como padre de Piper. Debes pedirme permiso para todo.
Antes de registrar lo que está diciendo, golpea su puño contra la
cuenca de mi ojo, arrojándome sobre una silla y a los pies de Bobby.
—¡Maldita sea! —Bobby se ríe, levantando la silla que derribé en
mi caída.
—Mierda, hombre—siseo, sosteniendo mi mejilla. Pica como un
hijo de puta. Definitivamente está partida. Sí, voy a sentir esta
mierda por la mañana.
—¿Está todo bien?—pregunta Shadow desde el final de la mesa.
Lip me mira y me deja informar a la habitación que estoy bien
con todo lo que acaba de suceder.
—Sí, estamos bien—digo, levantando mi culo borracho.
—Bien, ¡porque las strippers acaban de aparecer!—aúlla Big
Chief, mirando por la ventana.
—Bienvenido a la manada, viejo—murmura Zane detrás de mí
antes de reírse a mi costa.
Piper
Despierto bañada en un sudor frío, la misma pesadilla que antes
fresca en mi mente, echo un vistazo para encontrar a Saint
profundamente dormido. Su mejilla está más oscura que de
costumbre, un par de puntos de mariposa le cierran la piel. ¿Qué
diablos pasó?
Quitando las mantas de mis piernas, arrastro los pies a un lado
de la cama. Necesito un trago, un poco de aire.
Me quito el pelo sudoroso de la cara, agarro la bata negra de la
parte trasera de la puerta y la envuelvo alrededor de mi cuerpo, su
seda oculta mi sostén y las bragas de maternidad. Abro la puerta lo
más silenciosamente que puedo y la dejo un poco abierta, sin
arriesgarme a despertar a Saint. Se fue a la cama tarde, él y los
muchachos se quedaron levantados toda la noche bebiendo y
festejando debido a que lo habían parchado.
Tomo un vaso de agua de la cocina y compruebo las puertas del
club para ver si están cerradas. Se abren, así que salgo, el aire fresco
y cálido al instante me hace sentir mejor.
—No deberías estar aquí afuera.
Salto, Big Chief está apoyado contra la pared, un porro entre sus
labios, el humo bailando alrededor de su cara.
—Escuché algunos golpes, así que salí a ver qué era. —Pellizca el
porro entre sus dedos y lo frota sobre el ladrillo.
Mirando a mi alrededor, no puedo evitar preguntarme si Rad
está tratando de encontrar un modo de entrar al club. Un escalofrío
baja por mi columna vertebral
—¿Qué era?—le pregunto.
—No estoy seguro, ¿quizás algunos animales salvajes en la
basura? —Él se encoge de hombros.
—Necesito aire fresco de vez en cuando—le explico. Creo que
ahora soy claustrofóbica.
—Nos diste un susto, pequeña colorada—me informa,
caminando hacia mí. Su pecho desnudo y sudoroso, la luna se refleja
en las gotas de sudor que cubren sus pectorales. Sus vaqueros bajos
muestran la depresión de su V. Miro hacia otro lado, sintiendo un
sonrojo en mis mejillas.
—Así que ahora eres una dama. —Se cruza de brazos y me mira
como si estuviera a punto de darme un sermón paternal.
—Conozco los deberes de una dama, Chief, probablemente más
que tú—lo interrumpo con una sonrisa.
—Sí, probablemente tengas razón. —Él se ríe—. Solo recuerda
sobre todo el lado de Saint, ¿de acuerdo?
Mis cejas se fruncen.
—¿Que se supone que significa eso?
—Significa que está con la hija de un miembro original del club y
todo lo que hagas estará sobre sus hombros de ahora en adelante.
Solo estoy cuidando a mi amigo. —Descruza los brazos y se frota las
manos con nerviosismo.
—Sí, lo entiendo—le digo. Si antes pensaba que Lip era duro con
él, no quiero saber qué está haciendo Lip ahora. Oh Dios, ¿y si ese
moretón en la cara de Saint es de Lip? No, Lip no sería tan salvaje.
Bebiendo el resto del agua, me giro para entrar, Big Chief está
justo detrás de mí.
—¿Tienes hambre?—me pregunta él.
Tengo que pensar en esa pregunta. Comí un pedazo de pizza
antes, pero me hizo sentir mal. No estoy segura de si debería volver
a comer. El sonido de la comida me da ganas de vomitar, para ser
sincera.
—Podría comer un poco de pan. —Me encojo de hombros.
—Conviértelo en un queso asado, consigue un poco de proteína
allí dentro para ese bebé—sugiere, su voz dura y áspera ahora que
estamos adentro.
—Podría intentarlo—digo, siguiéndolo a la cocina. Me siento a la
mesa mientras él toma una sartén y los ingredientes.
—¿Cómo lo llevas?—conversa él mientras cocina.
Me encojo de hombros, mi dedo dibuja un corazón invisible sobre
la mesa.
—No sé, quiero normalidad—le confieso.
—Sí, las cosas se calmarán. Solo tenemos que resolver la disputa
con el puto culo de Rad.
Mirando por encima de mi hombro, descanso la cabeza en mi
mano.
—¿Crees que está vivo?
—Probablemente—masculla él, dando la vuelta un sándwich y
confirmando mis peores temores.
—Debería haber seguido golpeándolo con esa radio—me digo,
recibiendo un gruñido de Big Chief.
—¡Piper!—grita Saint desde el pasillo, el sonido de su voz me
hace pararme. Las puertas se abren de golpe y él sigue gritando mi
nombre.
Miro a Big Chief cuya cara es tan curiosa como la mía. Antes de
que pueda dar un paso, las puertas de la cocina se abren y Saint me
mira con ojos salvajes, el cuerpo cubierto de sudor.
—¡Nunca salgas de la habitación así!—me exige, sus manos se
levantan en puños.
—¡Puedo salir si quiero!—le respondo a los gritos, no me gusta su
tono dominante.
Él cierra la brecha entre nosotros y me agarra por la barbilla.
Descansando su cabeza sobre la mía, cierra los ojos.
—No puedes dejarme así. No sabía dónde estabas, pensé... —Su
voz se debilita, sus fosas nasales se dilatan porque está sin aliento.
—Yo... —No sé qué decir. Él tenía miedo de que algo me hubiera
sucedido, que me llevaran.
Sus labios chocan contra los míos, y cierro los ojos. Con las
piernas alrededor de sus caderas, él me empuja hacia la mesa. Inhalo
un tembloroso aliento, su boca dándose un festín en mi clavícula.
Dios, se siente tan bien tenerlo conmigo. Su mano se desliza por mi
bata, sujetando mi teta y mi clítoris florece de excitación.
—Me llevaré esto—informa Big Chief, saliendo él y su queso
asado de la cocina.
—No podemos aquí—digo sin aliento. Si Lip o mi madre entran,
nunca escucharé el final.
—Te deseo ahora; en cualquier lugar—responde él. Abriendo mi
boca para discutir, él me besa para mantenerla cerrada, su lengua se
desliza en mi boca y se frota contra la mía.
¡No, aquí no! Tratando de liberarme del momento, empujo su
pecho y me siento.
—No aquí—le repito.
Él gruñe antes de mirar alrededor de la habitación.
Apretando cada una de mis nalgas, me levanta de la mesa de la
cocina y me lleva a la encimera.
—¡Saint!—chillo, mi mano derecha está agarrando el fregadero.
—No puedo esperar un segundo más para estar dentro de ti,
Piper. —Él desata la faja de mi bata, apartando la seda a un lado. Al
exponer todo mi cuerpo, mis mejillas se calientan nerviosamente. No
me veo como solía hacerlo. Como no quiero que se demore
demasiado tiempo en mi cuerpo, lo agarro por la nuca y lo atraigo
hacia mí. Sus labios sobre los míos, sus manos bajando mis bragas
por mis piernas hasta que caen al suelo, mis nalgas desnudas en la
encimera. La misma encimera en la que nuestro presidente se
prepara el café por la mañana.
Arqueo mi cuello y los labios de Saint bajan rozándolo, sus
dientes mordisquean mi clavícula. Gimo, frotando el costado de mi
cara contra la suya, mis manos y pies empujando sus pantalones
cortos hacia abajo.
Su polla se libera, el piercing y la punta dan un golpecito al
reborde de la encimera. Joder, me perdí esto. Cerrando mi mano
alrededor de su palpitante polla, siento que se contrae en mi palma,
y la bombeo un par de veces.
Él sisea entre dientes.
—Dios, te sientes tan bien, sigue haciendo eso, bebé. —Su tono es
ronco, su cabeza descansa sobre la mía y los dos miramos hacia
abajo observándome bombear violentamente su polla. Ver gotas de
esperma en la punta me tiene mojada.
Usando su frente, obliga a mi cabeza a alinearse con la suya, y me
besa. Sus manos separan mis piernas y yo tiro mi cabeza hacia atrás,
mis dos manos extendidas a cada lado de mí, preparándome para
que me folle hasta quedar en coma.
El calor de su punta empuja dentro de mí lentamente, y mi
cabeza se endereza, el cabello cae en mi cara. Me siento tan apretada,
él es tan grande. ¿Es por no tener relaciones sexuales durante tanto
tiempo o porque estoy embarazada? Recuerdo que él era tan grande
que apenas cabía en mi coño y dolía, pero estoy tan jodidamente
húmeda por él que ni siquiera necesitamos lubricante para ayudar
esta vez. Solo quiero todo de él. Quiero sus manos en mi cuerpo, su
boca en la mía, su polla dentro de mí. Dame todo, estoy jodidamente
cachonda.
—¿Te gusta esto? —Inclinando la cabeza hacia un lado, su boca se
abre con arrogancia mientras se desliza lentamente dentro y fuera de
mí. Asiento con la cabeza, mis ojos están entornados. Me gusta, pero
no es suficiente. Necesito más, anhelo que satisfaga un desbordante
caldero de deseos en el que me he estado sofocando durante meses.
—Fóllame como el matón que eres, Saint. —Él sonríe, la
expresión de su rostro es tan jodidamente sexy que juro que me
dejaría embarazada si aún lo no estuviera.
Me golpea el culo y me empuja hacia él. Me aprieta el pelo con la
mano y se empuja dentro de mi coño con tanta fuerza que un
gemido escapa de mis labios tan fuerte que estoy seguro alguien en
el club lo escuchó.
Me coloca una mano en la boca y continúa follándome. Mi cuerpo
fabrica un millón de pequeñas piezas de placer y una vez que las
reúna mis gritos de éxtasis no serán sofocados por una mano.
Muerde la suave piel de mi teta, y yo meneo las caderas,
deseando más de él.
Nos follamos tan fuerte que los platos en el fregadero y la sartén
en la estufa caen al suelo.
Con la mano en mi cabello, me obliga a tirar hacia atrás la cabeza
para dar golpecitos con su lengua por mi cuello y yo me precipito
por el borde del alivio. Todo mi cuerpo está encendiéndose en un
infierno de placer, mis ojos se entornan y gimo tan fuerte que su
mano termina en mi boca. La muerdo, y es como si el dolor fuera lo
que él necesitaba. Se tensa, gruñendo y empujando una, dos veces
más. Nos quedamos quietos , nuestros cuerpos están sudados, y los
dos estamos sin aliento.
Vuelvo a colocar mis tetas en mi sostén y cierro la bata. Mi
cabello está todo despeinado, puedo decir que me veo y me siento
completamente follada.
Dando un paso atrás, se levanta los pantalones cortos y guarda su
polla.
—Maldita sea, Piper—masculla. Me ayuda a bajar y me acerca.
Puedo sentirlo goteando por mi pierna, así que trato de cerrarlas.
Lo contemplo con mis brazos envueltos alrededor de él.
—Te extrañé—le digo.
—Sí, yo también te extrañé, bebé. —Me besa en los labios.
—Vamos a la cama para que pueda volver a hacerlo, pero esta
vez más despacio—me sugiere, mordiéndose el labio inferior de la
manera más sexy posible. Me toma de la mano, guiándome detrás de
él y por el pasillo para pasar una noche llena de sexo.
Capítulo 15
Una Semana Después
Piper

Sentada en el bar, con mi teléfono en la mano, escucho a Delilah


hablar sobre un diseño personalizado que pintará sobre la Harley de
algún ricachón, estoy tratando de prestarle atención, pero
últimamente me he encontrado en línea mirando cosas para mi bebé,
ropa, biberones, cunas.
—¿Me estás escuchando, perra? —Delilah finalmente se da
cuenta de que no tiene toda mi atención. Bajo el teléfono y suspiro.
—No, me estoy volviendo loca pensando en el bebé. ¿Tendré que
poner una maldita cuna aquí? Necesito ropa, biberones—divago,
hablando con mis manos.
—Saldrás de aquí antes de tener el bebé, si Rad no se presenta
para entonces... lo mataste. —Ella asiente de hecho.
—¡Delilah!—espeta Addie como si hablar mal de los muertos
fuera un mal presagio. Yo me río.
—Sabes que Target tiene muchas cosas para bebés, podemos ir a
ver—sugiere Addie, inclinándose sobre la encimera con una sonrisa
maliciosa.
—Saint sufrirá un ataque al corazón si me voy sin avisarle a nadie
—gruño, pasándome las manos por el cabello, lo que me recuerda
que el lado donde tenía los puntos de sutura está comenzando a
crecer y se ve ridículo. He estado tratando de acomodarlo con
productos para el cabello, pero no funciona.
—Los hombres no están haciendo nada, podemos hacer que un
par de tipos vengan con nosotras—insiste Delilah como si tener un
par de moteros siguiéndonos por Target no fuese gran cosa.
—No sé—suspiro, agarrando mi teléfono para volver a navegar.
Addie me lo arrebata.
—Sí, vamos, ve a vestirte.
Mis ojos se dirigen a los de ella.
—Estoy vestida. —Me río. Los pantalones deportivos y un sostén
deportivo han sido lo más cómodo que puede encontrar.
—Está bien, pero Target o Saint no te dejarán ponerte solo un
sostén—señala Addie.
—Touché—le respondo, deslizándome del taburete.
—Iré a buscarnos algunos moteros temibles para protegernos—
dice Delilah con voz de damisela en apuros, haciéndonos reír a
todos.
Me dirijo por el pasillo para ir a buscar una camiseta para que
Saint no se vuelva loco por mostrar demasiada piel, pero me detengo
cuando veo a Dani.
—Hola, ¿dónde está Vada? —Tal vez ella quiera ir de compras.
—En el colegio. La tengo en una casa de seguridad hasta que
todo esto de Rad se disipe—me informa ella, dirigiéndose a la
oficina de Shadow.
En el dormitorio, encuentro una de las camisetas sin mangas de
Saint y me la pongo. Me cuelga suelta, mostrando mucho de mi
sostén deportivo, es perfecta. He tenido mucho calor aquí
últimamente, así que esto será perfecto.
—¿Delilah dijo que quieres ir a Target?—me pregunta Saint,
entrando en la habitación, con un trapo con grasa en la mano. Debe
estar trabajando en una moto o automóvil en el garaje nuevamente.
—Um, sí. Quería ir a ver algunas cosas de bebé. —Me encojo de
hombros.
Él asiente con la cabeza antes de agarrar su funda de la parte
trasera de la puerta y empacar su arma. Mis ojos se abren
ampliamente, ¿qué cree que va a pasar en Target?
—Si te parece bien, tú y las chicas tomen el coche de Delilah y yo
las seguiré —me dice, poniendo la funda en su hombro.
Asiento, prestando poca atención a lo que está diciendo porque
verlo con esa funda sobresaliendo de su chaleco de cuero me está
haciendo sentir dolor entre las piernas por él.
Él detiene lo que está haciendo y me señala.
—No me mires con esos ojos de fóllame.
Riendo, agarro mis chanclas y lo sigo fuera de la habitación.

Al llegar a Target, como se esperaba, todos los que están


caminando en el estacionamiento nos miran. Zane, Saint, Lip, Bobby
y Big Chief decidieron que no tenían nada más que hacer, así que
nos siguieron.
—Esto me recuerda a mi primer baile—dice Addie desde el
asiento trasero, los hombres estacionan a ambos lados del coche.
—Esto es tan vergonzoso—me quejo antes de abrir la puerta.
—No creo haber estado nunca en un Target—afirma Big Chief,
poniendo su casco en el manillar.
—Muy bien ahora, Piper y las chicas van a hacer... cualquier
mierda de chicas que necesiten hacer y nosotros solo estaremos
atentos a Rad—informa Zane a todos, tratando de dejarnos a las
mujeres tener nuestro tiempo, pero con las pesadas sombras de estos
hombres muy cerca, no hay forma de que hablemos de cosas de
chicas.
Delilah envuelve su brazo alrededor del mío, Addie al otro lado
de mí, mientras entramos en Target.
El sonido de las botas de los hombres tronando detrás de
nosotras, y su presencia oscura está atrayendo la atención de todos.
Me pongo el pelo detrás de la oreja, intento ignorar las miradas y me
dirijo hacia el centro de la tienda donde tienen las cosas para bebés.
Me detengo en la ropa, Delilah camina hacia el siguiente pasillo,
y Addie está al otro lado del perchero en el que estoy.
—¡Si tuviera una niña, ella llevaría vestidos con flores todo el
tiempo! — Con su tono vertiginoso, saca un vestido de margaritas
del perchero y me lo muestra. Saco la lengua con desagrado. Ella
resopla y lo vuelve a poner en su lugar.
—¿Estamos haciendo un baby shower?—pregunta, volviéndose
hacia el estante detrás de ella.
—No sé, no he escuchado nada sobre uno—digo entre dientes
perdida en la selección de ropas lindas de bebé. Un pequeño
mameluco negro con botones blancos me llama la atención, es tan
lindo y atrevido. Lo pongo debajo de mi brazo, lo que significa que
lo estoy comprando.
Addie y yo nos movemos hacia el pasillo en el que está Delilah,
notando que cada uno de los hombres está parado al final de un
pasillo en la sección de bebés. Big Chief tiene cruzados los brazos
como si fuera un gorila en la entrada de un bar y Bobby está jugando
con su teléfono. Es como si estuvieran vigilando los pasillos. Es una
locura.
—¿Estarás dando biberón o amamantando?—pregunta Delilah
mirando las bombas.
Mis ojos se abren ampliamente, alcanzando un extractor de leche
amarillo.
—Creo que no lo he pensado mucho—murmuro.
Delilah agarra crema para los pezones, y mis senos comienzan a
doler instantáneamente al pensar en un bebé prendido. ¿Cuánto
tiempo dura un bebé mamando? ¿Con qué frecuencia?
—Sabes, el otro día estaba en McDonald's y había una madre con
su teta afuera alimentando a su bebé—dice Addie, escogiendo un
biberón con pajaritos impresos en el costado.
—¡Oh, Dios mío, no seas una madre completamente natural del
tipo sacaré mis tetas en cualquier lugar y no me pondré desodorante
para que mi leche no esté contaminada, Piper!—dice Delilah
severamente, mirándome como si estuviera a punto de sacar un
signo de paz y trenzarme el vello de la axila.
—Sabes, en estos días dicen que la fórmula es tan buena como la
leche materna—informa Addie desde el final del pasillo con una lata
gigante de fórmula en polvo en la mano. Me muerdo el labio
inferior, no estoy segura de lo que quiero hacer. Tal vez debería
preguntarle a Doc, me pregunto qué va ha hacer ella.
—¿Sabes lo que va a hacer tu madre?—le pregunto a Addie.
Ella se burla.
—Demonios, no, y no le preguntaría.
Pasando al siguiente pasillo, encontramos algunos juguetes,
Delilah encuentra instantáneamente la cosa más ruidosa en el
estante, y Addie todavía está mirando cosas para amamantar en el
otro pasillo. Me encuentro mirando animales de peluche. Paso los
dedos sobre un zorro, es plano porque no tiene ningún relleno. Sin
embargo, es lindo.
—Oh, Dios mío, eso es de lo más lindo, ¡cómpralo!—dice Delilah
a mi lado, haciéndome saltar.
—¿Qué, qué es?—pregunta Addie, dando la vuelta a la esquina.
Bajándolo, lo miro, es lindo. Necesito un cuarto de niños.
—¿Sabías que los zorros son animales muy independientes, no
tienen que prosperar en manadas, irán y cazarán solos? —Addie
arroja algo de su conocimiento de la escuela y me golpea en el
corazón. Mi dedo toca el ojo cosido.
—Quiero que mi hija sea independiente—digo en voz alta. Siento
que crecí siempre necesitando algo o a alguien a mi lado... hasta hace
poco. Tuve que luchar por mi cuenta para escapar de esa casa del
horror, y me siento más independiente que nunca. Mi niña va a ser
fuerte desde el principio.
Shadow camina por el pasillo, atrapando la atención mía y la de
las chicas. Big Chief está en un extremo, y Saint en el otro extremo
caminando hacia mí con expresión sombría. Mi corazón se hunde en
la boca del estómago, algo está mal.
—Tenemos que irnos—murmura, tomando las cosas que he
recogido y colocándolas en un estante.
—¿Por qué?—susurra Delilah.
—Alguien que se parece a Rad fue visto cerca de la sección de
electrónica—informa él, tomándome de la mano.
—¡Entonces vamos a agarrar su culo y pateárselo!—dice Delilah
un poco demasiado fuerte.
—Estamos en un lugar público, Delilah, no podemos. En este
momento solo tenemos que llevar a las chicas de regreso al club a
salvo—informa Big Chief detrás de nosotros, el resto de los hombres
rodeándonos como un rebaño de antílopes.
Mis ojos se abren intentando mirar a través de sus brazos y
cabezas para ver si puedo divisar a quién están viendo. ¿Es Rad o
alguien que se parece a él? Una parte de mí quiere terminar lo que
comenzó y golpearlo hasta convertirlo en una pulpa sanguinolenta
en el pasillo de la sección de electrónica, solo que esta vez lo
estrangularé con una cuerda... como lo hice con su madre.
—Sigue caminando, Piper—dice Saint por encima de su hombro,
leyendo mi mente. Le devuelvo su orden con una mirada furiosa.
Las personas nos miran fijamente, otras miran hacia otro lado tan
rápido como pueden, pero una cosa es segura. Estamos haciendo
una escena.
Afuera, en el estacionamiento, todas volvemos arrastrando los
pies al coche mientras los muchachos montan sus motos. Ni siquiera
pude mirar las cunas. Cuando Delilah enciende el coche, se reclina y
abre su chaqueta de cuero revelando al zorro que estábamos
mirando en Target. Se me cae la boca y se lo agarro.
—¿Te robaste esto?— le pregunto en estado de shock.
—Maldita sea, Delilah, no podemos ir a ninguna parte contigo—
la regaña Addie desde el asiento trasero, pero se ve tan emocionada
como yo. Delilah le consiguió algo al bebé, su primer cosa.
Mis ojos comienzan a lagrimear mientras paso mis dedos sobre el
pelaje del zorro.
—Demonios sí, me lo llevé. Ese bebé se lo merece todo,
comenzando por ese zorro y lo que representa. —Delilah mira por
encima del hombro a Addie—. Independiente.
Mis hormonas sacan lo mejor de mí y atraigo a Delilah en un gran
abrazo.
—Te amo, perra—sollozo y ella me palmea la espalda.
—Está bien, tranquila con la mierda amorosa. Intentamos esto
una vez y no fue para nosotras, ¿recuerdas?—me recuerda la vez que
nos emborrachamos y nos besamos haciéndome reír a carcajadas.
—Éramos muy jóvenes y eran nuestros días de experimento—me
defiendo, y Addie solo niega con la cabeza.
Bobby golpea con el puño la puerta del conductor, arriándonos
para que juntemos nuestra mierda y avancemos. Me recuesto, con
una gran sonrisa en mi rostro y el zorro en mi regazo mientras
Delilah le grita a Bobby y mueve el coche.
Sé que ella dijo que se mudaría para ese trabajo de pintura, ¿qué
voy a hacer sin ella?

Entrando en el estacionamiento del club, Saint y Lip no se bajan


de sus motos. Cuando salgo del coche de Delilah me congelo viendo
a Shadow salir del club y subirse a su moto.
—¿A donde van ellos? —No le pregunto a nadie en particular.
Delilah se encuentra del lado del conductor mirando con una mirada
burlona en su rostro. Los tres se van sin decir una palabra.
Big Chief pasa a nuestro lado y yo lo alcanzo.
—¿Adónde van ellos?
Él me mira de reojo pero no responde.
—Maldita sea, ¿adónde va Saint?—levanto la voz, tirando de su
brazo para detenerlo. Suspira pero se detiene. Con el ceño fruncido
por la frustración, me mira mientras me responde.
—A ver si Rad todavía está allí—me informa, sus ojos finalmente
se encontraron con los míos. Yo lo empujo.
—¿Por qué? ¿Por qué no hizo eso cuando estábamos allí? —le
grito.
—¡Porque tú estabas allí y él no quería arriesgarse, Piper!—me
responde gritando.
Esto es demasiado. Saint podría salir lastimado, podría ser
arrestado. Sollozo, mis ojos se llenan de lágrimas.
—Maldita sea, Piper, no llores—dice Big Chief, su voz llena de
compasión. Me atrae para un abrazo, y lo dejo. Descansando mi
cabeza sobre su pecho, noto lo sudado que está. Me frota la espalda
y me limpio la nariz con su camiseta.
—Gracias—murmuro emocionalmente.
—Vamos, cariño, vamos dentro. Hace calor aquí afuera—ofrece
Addie, Delilah justo a su lado.
Dentro del club, tomo una de mis chanclas y la tiro enfurecida
por la habitación. Mi madre, que está parada al lado de la barra, me
mira.
—Mierda, ¿por qué no puede morirse?—grito.
—Hola, cariño, ¿cómo estuvieron las compras?—pregunta mi
madre, aparentemente ajena a lo que pasó en Target.
—¡Tenemos un zorro para el bebé!—dice Addie con emoción,
sentada en el bar.
Yo sollozo, tratando de recuperar mis locas hormonas.
—Sí, tenemos un juguete, pero entonces los hombres vieron a
Rad... y ellos piensan. —Hablo con mis manos, agitándolas por todas
partes.
Los ojos de mi madre se abren ampliamente, su espalda se
endereza.
—¿Estás segura de que vieron a ese jodido hijo de puta?—
pregunta ella, su tono ilegible. Tiene miedo o quiere venganza de
cuando Rad le disparó.
Me encojo de hombros
—No sé.
—Vamos a descansar un poco, Piper—sugiere Dani, parándose
del sofá.
Yo niego con la cabeza.
—No puedo dormir sabiendo que Saint está ahí afuera.
Ella asiente, conociendo lo que siento. Shadow también está ahí
afuera, y Lip, el único padre que he amado.
Sentándome en el sofá, descanso mi cabeza en mi mano y
suspiro. Desearía poder estar con ellos, quiero pelear, no recostarme
y no hacer nada.
¿Qué pasa si pierdo a Saint?.
Capítulo 16
Saint

Al llegar al estacionamiento de Target, apago mi moto y espero a


que Shadow nos diga cómo quiere hacer esto.
Él pone su moto en el soporte y mira el estacionamiento.
—Si él está allí, quiero que Lip se acerque por detrás, presione su
arma contra su espalda y haga que nos siga hasta afuera—indica
Shadow.
—No puedo prometer que no apretaré el maldito gatillo—dice
Lip, saliendo de su moto. Shadow lo fulmina con la mirada.
—No, no queremos una escena. Queremos sacarlo lo más
silenciosamente posible sin ninguna atención o corremos el riesgo de
perderlo—declara Shadow. Volviendo a la maldita tienda,
comenzamos a mirar arriba y abajo por los pasillos. Las familias se
alejan rápidamente de nosotros, y estoy bastante seguro de que Lip
hizo llorar a un bebé con solo mirarlo.
Bienes para la casa.
Tienda de comestibles.
Juguetes.
Electrónica.
Buscamos en todas partes y no lo vemos. Terminamos dando
vueltas hacia el frente, los tres frustrados. Debería haberlo agarrado
y arrastrado fuera de aquí cuando tuve la oportunidad, pero estaba
preocupado por la seguridad de Piper y el bebé. ¿Qué pasaría si Rad
tuviera una pistola u otros con él?
—Él no está aquí. —Lip suspira y se frota la frente con el pulgar.
—No, no veo a nadie que se parezca a él—informa Shadow con
un tono de muerte. Creo que todos estábamos listos para
ensuciarnos las manos.
—Larguémonos de aquí. —Exhalo, sacando a los muchachos.
De vuelta en el club, Cherry sale corriendo de la casa pidiéndole
respuestas a Lip, rogándole que le diga que encontró a Rad. Al pasar
junto a ellos, evito la decepción que él tiene que darle y me dirijo al
interior. El aire frío del club se mueve alrededor de mi cuerpo
sudoroso, noto a Delilah sentada en el bar con un zorro de juguete
en la mano, sus ojos lentamente barriendo mi camino. Endereza la
espalda y señala con el dedo hacia la izquierda.
Piper está dormida en el sofá de cuero, con una manta sobre ella.
Delilah se desliza del taburete y camina hacia mí, cruzando sus
brazos.
—¿Lo encontraste?—me pregunta en voz baja, no queriendo
despertar a Piper.
Niego con la cabeza y ella maldice por lo bajo. Suspirando, se
quita la gorra y se pasa las uñas por el pelo antes de ponerse la gorra
hacia atrás. Es una marimacho, pero linda.
—Siento que ella todavía está prisionera hasta que lo
encontremos—me susurra, comenzando a morderse las uñas con
ansiedad.
Me froto la barbilla con el pulgar y el índice.
—Lo sé.
Finalizando la conversación, voy con Piper y la recojo mientras
duerme, la llevo al dormitorio y la acuesto en la cama. Quitándome
el chaleco, la funda y la camiseta, me deslizo debajo de las mantas
con ella y acaricio con mi nariz su nuca, envolviendo un brazo
alrededor de ella y del bebé.
Ella se acurruca contra mi cuerpo, y yacemos allí hasta quedarnos
dormidos.
***
Me pegan en la cara y me despiertan de una patada. Saltando de
la cama, Piper está enloqueciendo tratando de alejarse de mí. Su
rostro esta pálido y sus ojos brillaban con una mirada perdida.
—No, vete. ¡Es mi bebé!—llora ella.
—Bebé...—susurro, frotando mi rostro con mis dos palmas.
En el suelo, con las piernas evitando torpemente que se caiga
sobre su trasero, me mira salvajemente.
—Ven aquí, soy solo yo—digo en voz baja. Ella parpadea,
mirando alrededor de la habitación, las lágrimas resbalando por su
rostro. Arrastrándome hasta el borde de la cama, extiendo mi mano.
—Ven—la animo.
Desliza su mano sobre el borde del colchón, trepa y se sienta con
las rodillas contra el pecho. Sus ojos brillantes encuentran los míos.
—Lo siento mucho—llora.
Envolviendo mis brazos alrededor de ella, pongo una manta
alrededor de nosotros.
—¿Qué demonios pasó? ¿Tuviste una pesadilla?—le pregunto, mi
voz ronca por el sueño.
Ella sacude la cabeza y se mira las rodillas.
—Algo como eso. —El dolor se entrelaza con sus palabras y el
pecho me duele.
—Dime.
Sus ojos tristes me miran de nuevo, su cuerpo está meciéndose.
—Me despertaba en medio de la noche con Candy durmiendo
detrás de mí y su mano sobre mi vientre—me dice Piper.
—Esa perra tenía su propia clase de locura—afirmo.
—Sí—coincide ella, secándose las lágrimas de la cara.
La tiro hacia abajo sobre la cama, haciéndola tenderse y mirarme.
—Ella murió y nuestro bebé está aquí con nosotros. —Descanso
mi mano sobre su vientre.
—Lo sé—me susurra, una lágrima deslizándose sobre sus labios.
No puedo evitarlo, me inclino y beso su dolor, la humedad de su
tristeza ahora es mía para tomar y calmar. Ella me devuelve el beso,
y lo profundizo, deslizando mi lengua en su boca. Ella tararea contra
mi boca, y yo deslizo mi mano alrededor de su cuello deseando más
de ella.
Lanzando una pierna sobre mi cintura, mi polla dura se presiona
contra ella, y puedo sentir su sonrisa.
—¡Saint!
La puerta de nuestra habitación se abre de golpe, haciendo que
Piper chille.
Big Chief nos mira con pánico en los ojos y mi polla se pone
flácida al instante.
—¿Qué es? ¿Que pasó? —Mi mente va hacia lo peor, pensando
que Rad ha atacado de nuevo.
—¡Tu madre está aquí!—me informa Big Chief.
—¿Donde esta él? —Escucho a mi madre gritar desde el pasillo.
—Mierda—murmuro, arrojando la manta de mis piernas. No he
hablado con mi madre en meses. Todo lo que sucedió con Piper me
deprimió y no quería que ella lo viera.
—Él no ha respondido a mis llamadas ni ha venido durante
meses. ¿Dónde está su culo? —continúa ella, el sonido de su voz se
vuelve más fuerte hasta que está parada en la puerta de la
habitación.
Su cabello está peinado en rizos perfectos, sus cejas grises
levantadas hasta la línea del cabello. Ella pone la mano en sus
caderas y su bolso se desliza hasta su muñeca.
Piper sale de la cama, con las mejillas rojas de vergüenza porque
mi madre acaba de vernos a los dos en la misma cama.
Los ojos de mi madre se disparan hacia ella antes de caer
lentamente sobre su vientre.
—Mamá, ¿qué demonios estás…?—digo con tono cortante.
Ella levanta la mano y me calla.
—¿Qué es esto? Eso es... —Me mira con los ojos muy abiertos.
Lamiendo mis labios, no sé qué decir. Iba a contarle pero las
cosas estaban locas.
—Sí, es mío—respondo en voz baja.
La ira de mi madre se desliza visiblemente de su cuerpo,
reemplazada por la emoción. Ella entra en la habitación, su vestido
rojo brillante se desliza por el sucio suelo del club.
—¿Qué tan avanzada estás, pequeña?—pregunta mi madre. Piper
me mira, poniendo sus manos sobre su vientre de una manera
cariñosa.
—Um, tres meses y medio—le informa ella dócilmente.
Mi madre se lleva la mano a la boca con incredulidad y sus ojos
se llenan de lágrimas.
—Es una niña—le informa Piper, y escucho a mi madre sollozar.
—Mamá...—digo tratando de calmarla, y ella sacude sus rizos,
inhalando.
—Bueno, lo primero que tenemos que hacer es enseñarte a
peinarte, porque mi nieta no va a correr con el cabello toda
enredado. —Mi madre se estira y toca el lado de la cabeza de Piper,
en donde crece el pelo.
—Vamos, te arreglaré.
Ella se da la vuelta, dándome una mirada de complicidad. Es mi
culo cuando estemos solos, estoy en problemas por no contarle.
Cuando Tasha y el bebé murieron, me liquidó, pero mi madre se
mantuvo fuerte todo el tiempo. Nunca derramó una lágrima a pesar
de que sé que le rompió el corazón. Adoptó la idea de ser abuela y
estaba lista para cuidar niños y hacer lo que fuera necesario para que
Tasha y yo pudiésemos seguir siendo niños.
—¡Vamos, muchacha!—grita mi madre desde el pasillo. La cara
de Piper expresa alarma cuando sale a toda prisa de la habitación.
Piper
Atravesando el club, puedo sentir a todos mirándome mientras
sigo a la madre de Saint al frente. Estoy nerviosa por lo que quiere.
Afuera el sol está caliente, pero se siente bien en mi piel. Encuentro a
la madre de Saint sentada en un cacharro, tarareando y sacando
basura al azar de su bolso.
Respiro hondo y me dirijo hacia ella.
—Siéntate. —Ella señala delante de ella, hacia el suelo. Con el
ceño fruncido, me siento y ella me acomoda, así que estoy de lado.
Toma un tubo de crema blanca que dice Vonte. Usando sus
dedos, comienza a ponerla en los pequeños mechones de cabello que
han crecido desde mi accidente.
—Sabes, siempre quise una niña pequeña para poder arreglar su
cabello con trenzas y cuentas—informa, tirando de mi cabello tan
fuerte que me hace llorar los ojos.
—Quiero ir a la escuela de cosmetología—le informo.
—Eso sería bueno para ti. Conozco a un par de chicas de la iglesia
que son peluqueras y ganan mucho dinero—dice ella, con fuerte
acento sureño. Mi cabeza se mueve hacia adelante y hacia atrás
mientras mi cabello es tirado y tensado.
—Eres esa chica que Saint trajo a la casa hace un tiempo,
¿verdad?—me pregunta.
—Sí.
—¿Eres la razón por la que no ha venido a verme?—continúa ella.
Abro la boca para responder pero me detengo. No sé qué decirle, ya
que no sé qué hacía realmente Saint cuando me encadenaron a un
radiador.
—No sé—respondo honestamente.
—¿Qué demonios quieres decir con que no lo sabes? ¿Donde
estuvo él?—chasquea ella.
No respondo porque no sé qué decir. Ella es un poco intimidante.
Como la mujer que mata a Medea.
—Viendo cómo están juntos, quiero que te asegures de que venga
y me vea al menos una vez a la semana, ¿entendido?
Asiento con la cabeza.
—Quiero que vengas con él también—agrega, y tengo que
contener una sonrisa. Se siente bien que ella también quiera verme.
—¿Tienes algún nombre para el bebé?—me pregunta, trenzando
el cabello detrás de mi oreja—. Sabes que mi abuela se llamaba
Nellie, y siempre pensé que eso era diferente para una niña, ¿no?
Me giro en su agarre, haciendo que mi cabello se deslice de sus
manos.
—¿Qué fue lo que dijo?
—Nellie, ¿lo has escuchado?—me pregunta ella, tirando mi
cabello hacia atrás y poniendo mi cabeza hacia un lado.
No respondo porque no puedo, es el nombre que vi en el libro de
bebés en la casa. Es como si el destino me dijera que estoy donde
necesito estar, que la historia me está hablando.
—Sí, deberíamos llamarla Nellie—murmuro, todavía en estado
de shock por la extraña coincidencia.
—Muy bien, todo listo. —Ella aplaude. Levantando mi brazo,
paso mis dedos por el lado de mi cabeza, hay cinco trenzas rectas.
—Pareces una Alicia Keys blanca—se ríe ella, haciéndome reír.
Ella arroja su peine y la crema para el cabello nuevamente dentro de
su bolso grande y se para justo cuando Saint sale.
Al darse cuenta de mi cabello, él sonríe.
—¿Te gusta? —No puedo evitar preguntar, paso los dedos sobre
el cabello trenzado hasta el cuero cabelludo, me pica un poco, está
muy apretado.
—Te sienta bien. —Toca las trenzas, deslizando su dedo por mi
barbilla.
Su madre se mete entre nosotros, dejándonos sin aliento.
—¿Dónde diablos has estado, muchacho?—le dice a Saint.
—Mierdas del club, mamá—responde él con frialdad.
Ella pone los ojos en blanco.
—¡Juro por Dios que te mataré si sigues dándome esa maldita
excusa! —Ella levanta sus manos, mirando al cielo en busca de
fuerza.
—Les voy a dar un momento chicos—les digo, haciendo todo lo
posible para no reírme a costa de Saint.
Girándome, puedo escucharlos discutiendo cuando entro al club.
Delilah se para detrás de la barra, con los ojos muy abiertos.
—¡Amo tu cabello!—dice ella con entusiasmo.
—La madre de Saint lo hizo—le digo, insegura.
—¡Haz que ella lo haga con el mío!—me exige ella, mirando por
encima de mi hombro.
Una hora después, Addie, Delilah y yo estamos todas sentadas
fuera en una vieja mesa de picnic mientras la madre de Saint arregla
el cabello de Delilah y nos cuenta sobre los hombres y lo que
realmente quieren.
Delilah tiene más cabello y le lleva mucho más tiempo.
—Os digo, damiselas, los hombres no saben lo que quieren hasta
que tú les dices cómo va a ser, y cuando discuten contigo
simplemente dale la razón, entonces a ellos se les ocurre la misma
mierda que acabas de decirle solo que ahora es su idea—nos
aconseja ella.
Delilah toma un trago de una cerveza y dice:
—Juro que deberíamos ser lesbianas, estar con el mismo sexo
parece más fácil.
—Niña... no—la regaña ella—. Tal vez deberías venir a la iglesia
conmigo este domingo. —Ella se ofrece y yo me echo a reír.
—Es probable que se incendie si Delilah entra allí—agrega Addie,
ganando un dedo medio de Delilah.
—¡Ay!—sisea Delilah, mirando ferozmente a la madre de Saint.
—Estás bien, silencio—corta ella, trenzando las largas hebras del
cabello de Delilah. Se ve muy bien, realmente como una chica ruda.
Sin embargo, Delilah puede hacer cualquier cosa y verse bien,
siempre la envidié por eso. Miro mi barriga, recostada en la mesa de
picnic. La voy a extrañar cuando se vaya. Me pregunto si le ha
contado a alguien más sobre su gran movimiento.
Capítulo 17
Saint

En el garaje trabajando en una moto que Big Chief le compró a un


tipo, soy golpeado ligeramente en el hombro.
—Mierda, no vas a creer esto—masculla Chief. Inclinándome
hacia atrás, miro por encima de mi hombro, echando una mirada
fuera del garaje.
Rad se encuentra en el medio del estacionamiento. Su camisa
blanca desabrochada y soplada por el viento, su cabello y vaqueros
húmedos luciendo como si hubiera ido a nadar y decidió caminar
hasta aquí para dejarlos secar al aire.
De pie, enderezo la espalda, algo oscuro entra en mi mente. Mis
dedos se tensan y estrangulan el trapo rojo con grasa en mi mano.
—Voy a jodidamente matarlo. —Respiro pesadamente.
Con Big Chief a mi lado, salimos del garaje hacia Rad. Los
muchachos del club deben haberlo visto también porque Shadow,
Lip y el resto de ellos también salen.
—Tienes muchas bolas viniendo aquí—se burla Shadow,
abriéndose paso frente a todos nosotros. Él se para erguido, llevando
los colores del club en la parte posterior de su chaleco de cuero con
orgullo.
—Quiero hablar, explicarme—dice Rad, volviendo la cabeza
hacia un lado y entrecerrando los ojos por el sol de la tarde.
—Este jodido hijo de puta—barboteo, listo para golpear su
maldito culo aquí mismo. Ni siquiera necesito un arma, lo mataré
con mis propias manos.
—Le disparaste a mi hijo, le disparaste a Cherry, y te llevaste a
Piper... ¿cómo diablos explicas eso? —El tono de Shadow es
condescendiente.
—Me vi obligado a hacerlo, hombre. No tenía otra opción. —Rad
da un paso adelante, y Big Chief levanta una pistola, evitando que
Rad dé otro paso.
—Oh, tuviste una opción y no elegiste a tu club—continúa
Shadow.
—Elegiste un certificado de defunción, hijo de puta—dice Lip
inquietantemente tranquilo.
—Zane, diles. Me conoces, hombre—suplica Rad, mirando a Zane
para que lo ayude.
—Hombre, no sé en qué demonios estabas pensando. —Zane
niega con la cabeza, cruzando los brazos—. No deberías haber
venido aquí.
—Ésta es mi casa, mi única familia. —La voz de Rad se rompe
con la emoción, pero no compro.
Esos meses que Piper se fue, podría haber venido y decirnos
dónde estaba. Demonios, él fue quien se la llevó. Está jodidamente
loco.
—¡Bam! —Algo emite un ligero silbido junto a mi, y me
desplomo en el suelo, el resto de los hombres hacen lo mismo. El
sonido de un disparo nos hace huir a todos del área. Miro a Big
Chief sabiendo que tuvo que haber matado a Rad mientras sacaba su
arma, pero está en el suelo mirando a su alrededor para ver quién
disparó.
Piper se pavonea por el estacionamiento. Descalza, con una
camiseta de los Devil´s Dust, piernas largas y una pistola en la mano
apuntando directamente a Rad.
Él la mira como un alma perdida mientras ella dispara el arma
nuevamente, esta vez su cabeza se abre, rociando sangre y cerebro
por todo el patio.
—¡Piper! —Me pongo de pie de un salto y casi la derribo tratando
de quitarle el arma.
—¡No, tengo que asegurarme!—gruñe ella, empujándome fuera
del camino y disparando otra ronda en su pecho. El cuerpo sin vida
de Rad salta—. ¡Mató a Bull, así es como debe ser!—grita ella
histéricamente, la noticia de que Rad mató a Bull me sorprende.
—Bebé—grito, agarrando su muñeca y apretándola, haciéndola
soltar el arma. La atraigo hacia mí, descansando mi barbilla sobre su
hombro.
—Rad está muerto. Él se fue—susurro y escucho su sollozo.
—¿Estás seguro?—llora ella, tratando de pasarme.
—Sí, se ha ido. Ya no puede lastimarte—le digo, y ella deja de
pelear conmigo. Lip se para a mi lado y le entrego el arma para que
pueda sostener a Piper.
Ella llora más fuerte y yo la abrazo más fuerte.
—Mató a Bull en el hospital, me lo dijo él. —Ella explica más. Mis
ojos se dirigen a Lip, cuyos ojos están brillantes. De vez en cuando
hacíamos que Rad comprobara a Bull, ni siquiera lo pensamos dos
veces antes de que Bull muriera en el hospital. La traición de Rad es
más profunda que las tumbas que ha creado para el MC.
—Se acabó—le susurro al pelo. La vergüenza lastima mi pecho
sabiendo que ella fue quien apretó el gatillo. Ese debería haber sido
yo, debería haberla liberado de esa carga.
—Está hecho. Todos están muertos—murmura en mi pecho—.
Ahora podemos ser una familia.
Un SUV blanco y negro se detiene, y giro a Piper hacia el club.
—¡Vamos!—le señalo, ordenándole que se aleje de la escena lo
más rápido que pueda.
—Malditos policías—murmura Lip, metiendo la pistola en la
parte trasera de sus vaqueros. Big Chief camina detrás de él,
sacándosela de la cintura y sosteniéndola.
—¿Qué coño estás haciendo? —Le frunzo el ceño.
—Me haré cargo del disparo, todos deben estar aquí para Piper.
La puerta del SUV se abre, el policía ve el arma en la mano de Big
Chief al instante y comienza a gritar órdenes.
—¡CONTRA AL SUELO AHORA! —Él se esconde detrás de su
puerta, su arma se agita en el aire y está lista para disparar una bala
contra cualquiera de nosotros. Somos el enemigo, el club del uno por
ciento que busca la policía.
Todos nos tiramos al suelo, colocando las manos sobre nuestras
cabezas, excepto Big Chief. Él se para como un hombre de las
cavernas mirando a los policías como si estuviera a punto de montar
un maldito toro.
—¡Tú, tira el arma y arrodíllate ahora!—exige el oficial.
—¡Maldición hazlo!—le grito. Chief hace lo que le dicen y arroja
el arma, cae de rodillas y coloca las manos detrás de su cabeza.
El policía no se mueve mientras murmura algo en la radio
conectada a su hombro. Está pidiendo refuerzos, demasiado
asustado para tratar de venir a nosotros solo. No lo culpo. Hay un
cadáver a solo unos metros delante de nosotros y media docena de
delincuentes que podrían haberlo hecho.
Tendido en el suelo, giro la cabeza hacia el club. Piper está de pie
en la puerta, con una mano sobre su vientre y la otra sobre el cristal.
Nos miramos durante unos veinte minutos antes de que aparezcan
otros tres coches de policía y un sheriff. Afuera comienzan a
arrestarnos a todos, arrojan a Big Chief a la parte trasera de un
patrullero sin siquiera preguntarle.
Me presionan una rodilla en la espalda, mientras el policía me lee
mis derechos. Siento que mi columna vertebral está a punto de
romperse en cualquier momento.
—¡Dios, no me estoy resistiendo, saca tu gorda rodilla de mi
espalda, imbécil!—gruño mientras me esposan las manos. Me
levanta usando mi brazo y comienza a empujarme hacia un
patrullero.
—¡NO, él no hizo nada!—grita Piper, huyendo del club.
—¡Señora, vuelva adentro!—le ordena un policía, pero ella no
escucha, trata de llegar a mí, empujando al policía fuera de su
camino. Él la maltrata, golpeándola contra el edificio y yo pierdo mi
mierda.
—¡Aléjate de ella, está embarazada! —Golpeo al policía que me
tiene y me acerco a ella. Pero antes de que pueda hacerlo, me tiran al
suelo y mi barbilla se estrella contra el pavimento.
—¡Déjala en paz, ella no hizo nada!—protesto yo.
Cherry sale corriendo en ayuda de Piper, hablando con el policía
mientras me arrojan a un patrullero con Big Chief. Lo miro, mi
barbilla gotea sangre.
—No puedo ir a la cárcel. Necesito estar aquí por Piper, acabo de
recuperarla.
—Tu madre te va a matar. —Big Chief sonríe, tratando de aliviar
la situación. Descanso mi cabeza en la jaula frente a mí y suspiro.
—Sí, eso también.

Sentado en una sala de interrogatorios, un hombre calvo con una


cara gorda me mira mientras sostiene una taza de café. De vez en
cuando gira la cabeza hacia un lado, pero no dice nada. No hay reloj
aquí, así que no sé cuánto durará esto, pero parece que son horas.
—¿No deberías hacerme preguntas o algo así?—le pregunto
finalmente sentándome, con las manos esposadas en mi regazo.
—¿Hay algo que quieras confesar?—me pregunta, su bigote
bailando con sus labios.
Me callo en ese instante. Solo nos miramos fieramente uno al
otro.
Se abre la puerta de la izquierda y entra el jefe de policía.
—Sal, Gail.
El calvo Gail, se pone de pie, llevando el café con él.
—Esto es una mierda, capitán—resopla Gail antes de salir de la
pequeña habitación.
El jefe se sienta y se frota la mandíbula con la mano. Él está
casado. Su anillo se refleja en la única luz en la habitación.
—Ustedes son un jodido desastre—masculla.
—¿Defensa propia?—me pregunta, y yo frunzo el ceño, inseguro
del ángulo que está tomando.
—Tu club, como lo llamas, echó a un miembro que se volvió
hostil y secuestró a uno de sus miembros que se llama Piper. Ella
escapó, y ustedes se olvidaron reportarlo y cuando él regresó y la
atacó, se llevó a cabo una defensa propia. —Él me dice, no me
pregunta.
—Infórmale a tu presidente que nos pondremos en contacto para
los arreglos que discutimos anteriormente. —Él levanta las cejas
esperando mi respuesta. Asiento con la cabeza.
—Sí, se lo diré.
Golpea la mesa de metal con una mano y se levanta.
—Sal de mi estación—rezonga, dejando la puerta abierta.
—Um. —Levanto las manos esposadas.
—Cierto. —Regresa a la habitación y me libera, tirando las
esposas sobre la mesa antes de irse. Froto mis doloridas muñecas,
sumido en mis pensamientos.
Shadow debe haber resuelto algo con el jefe, lo que significa que
ahora están en nuestros bolsillos. Será bueno tener eso.
Saliendo de la habitación, encuentro a Big Chief parado afuera de
la estación, con las manos en los bolsillos. Al abrir las puertas, me
mira.
—Un poco de suerte, ¿eh? —Él se ríe.
—El club nos rescató. Shadow debe haber hecho un trato—le
informo.
—¡Saint! —La voz familiar de Piper me hace ignorar todo lo que
dice Chief y troto escaleras abajo hacia ella. Ella salta en mis brazos,
y yo acaricio mi rostro en su cuello.
—Mi viaje o morir—respiro.
—Estaba tan asustada. Lo siento, le disparé a Rad, me volví loca.
Yo..
Sacando mi rostro de su pecho, la miro con una ceja levantada.
No mentiré y diré que no me sorprendió ver a Piper tomar el asunto
del club en sus manos y matar a Rad. Ser madre le ha hecho algo,
algo que me hace quererla más que nunca.
—Cállate y bésame, Piper. —Yo me río.
Ella sonríe y presiona sus labios con los míos.
Shadow se baja de su moto, y pongo a Piper en el suelo.
—Gracias, hombre. —Lo golpeo con el puño y él me da un guiño
de complicidad.
—Viendo cómo tu dama tiene un pequeño Devil en su sangre,
pensé que sería el mejor momento para esto. —Shadow se hace a un
lado y Dani se adelanta con su chaqueta de cuero roja reclamando a
Piper como mi dama.
Piper jadea, sus manos cubren su boca.
Dani la ayuda a ponérsela y mi polla se pone dura al instante. Mi
colorada, mi jodida pelirroja, y dentro de esa barriga en crecimiento
va a haber una niña tan irritante como su madre.
—¿Podemos salir de aquí antes de que estos imbéciles cambien
de opinión?—pregunta Big Chief, mirando por encima del hombro a
la estación nerviosamente.
—Mierda, escuché que la única razón por la que salimos fue
porque le diste al capitán una mamada—me burlo, haciendo que el
rostro de Big Chief se enrojezca furiosamente.
Todos nos reímos, alejándonos de un Chief maldiciendo.
Capítulo 18
Nueve Meses De Embarazo
Piper

Sentada en el sofá de mi casa, giro las instrucciones de la cuna,


esperando unas instrucciones en mi lengua nativa.
Mientras tanto, Big Chief y Saint están discutiendo si deberían
cambiar al Plan B mientras Delilah y yo tratamos de instruirlos
desde el sofá.
—Dice que esos tornillos van al fondo. —Yo señalo a los que
están en el suelo al lado de la rodilla de Big Chief. Él los mira y
exhala un suspiro de frustración.
—Hace mucho calor aquí—se queja él, quitándose la camiseta y
quedando ahora solo con un par de vaqueros ajustados. Hace calor
aquí, pero mi aire acondicionado está al máximo. Nos mudamos del
club hace unos meses y la transición no ha sido muy fácil. Como mi
aire acondicionado de mierda.
—No necesitamos esas instrucciones, cariño, te dije que tenemos
esto—me repite Saint por decimoquinta vez. Resoplando, arrojo el
papel al suelo. A la mierda. Veamos qué se les ocurre.
—Entonces, ¿decidieron un nombre?—pregunta Delilah. Saint y
yo hemos hablado varias veces sobre nombres, pero nunca nos
decidimos por uno.
—Quiero llamarla Nellie—le digo a la habitación, y Saint detiene
lo que está haciendo, ésta es la primera vez que ha oído mi opinión.
—Ese es el nombre de mi bisabuela—me informa. Sonrío, ya
sabiendo eso.
—¡Por mi parte, me encanta ese nombre!—señala Delilah.
—A mí, también—dice Big Chief, agarrando la bolsa de tornillos
del suelo. Saint me mira fijamente, el amor en sus ojos me dice en
silencio que encontramos el nombre para nuestra niña.
Mis ojos se arrastran hacia su pecho, está todo sudado por
trabajar en la cuna y me está poniendo increíblemente cachonda. Si
alguien tiene problemas para sentirse excitada que se quede
embarazada, porque no puedo quitarle las manos de encima.
Poniéndome de pie, me dirijo hacia mi dormitorio,
asegurándome de mirar por encima del hombro a Saint con ojos de
fóllame.
—Voy a ver si tenemos un taladro eléctrico o algo así—anuncio lo
suficientemente fuerte como para que todos puedan escucharme. Sin
embargo, a nadie le importa.
—Sé dónde está—dice Saint, parándose y siguiéndome por el
pasillo.
Dándonos la vuelta, ni siquiera llegamos a la puerta del
dormitorio antes de que golpee sus labios con los míos. Yo
profundizo el beso, mis manos alcanzan su nuca mientras las suyas
agarran mi trasero. Mi coño palpita, estoy tan mojada que haría
cualquier cosa por él para que me folle duro aquí mismo en el suelo.
Él cierra la puerta del dormitorio y pasa su mano por mi camiseta y
sobre mis doloridos pezones.
—Oh, Dios—gimo un poco demasiado fuerte, mi cabeza cae hacia
atrás, golpeando la puerta de la habitación.
—Parece que no puedo tener suficiente de ti, Piper—se queja él,
deslizando un pezón en su cálida boca.
Comienzo a respirar pesadamente, una mano en su cabeza y la
otra en mi vientre mientras se da un festín entre mis pechos como si
fuera una comida exótica.
Él se arrodilla y agarra cada lado de mis vaqueros de maternidad
para bajarlos. Le tiro el pelo, queriendo que se detenga.
—No, no puedo. Estoy demasiado grande—digo sin aliento.
Estoy cachonda y quiero sexo, pero estoy tan grande que el sexo en
este momento es más una tarea que otra cosa. Solo quiero complacer
a Saint, tocarlo y escuchar que se deshace dentro de mi boca, tal vez
pueda follarme con el dedo después.
—Bebé, puedo ir tan lento como necesites, y…
—Cállate y ponte de pie—lo interrumpo. Se muerde el labio
inferior para reprimir su respuesta, y se pone de pie, mirándome con
aire de suficiencia. Entornando los ojos, desabrocho sus vaqueros sin
romper el contacto visual mientras saco su gruesa polla. Ya está
duro. Lo bombeo un par de veces, intrigada por lo gruesa y grande
que puede ponerse su polla.
Cuidadosamente, me arrodillo y aprieto la base de su pene.
Muevo su piercing con la punta de mi lengua, y él se tensa dentro de
mi palma. Contemplándolo con anhelo, lo deslizo en mi boca y
ahueco mis mejillas para chuparle la polla tan fuerte como puedo.
Sisea, sus manos aterrizan en la puerta detrás de mí para
mantenerse de pie.
Subo y bajo la cabeza chupando con fuerza, mis uñas raspan muy
cuidadosamente sus bolas.
—Me encanta lo duro que te pones cuando te lamo así. —Gimo
alrededor de su polla. Besando la punta antes de que mi boca la
envuelva.
—Me encanta lo mucho que disfrutas chupando mi polla—gime,
echando la cabeza hacia atrás y disfrutando de mi boca sobre él.
La saliva gotea por mi barbilla y mis dedos. Mi boca comienza a
dolerme mientras mis dientes se clavan en mis mejillas y protejo su
polla de una mordida punzante.
Sus caderas comienzan a sincronizarse con los movimientos de
mi cabeza y sus dedos cavan en mi cabello.
—Dime cuándo estás cerca para que pueda dejar que te corras en
mi cara—le digo en medio de su polla golpeando la parte posterior
de mi garganta.
Noto que su cuerpo se tensa, mis palabras lo excitan, su polla late
dentro de mi boca.
—¡Ahora!—me advierte él. Tirando de mi boca hacia atrás,
aprieta su propia polla y el cálido y blanco semen me golpea
directamente en los labios y gotea por mi barbilla.
Lamiendo mis labios, busco una camiseta sucia y me limpio la
cara.
—Joder, Piper, no puedo decir lo caliente me pones solo estando
a tu lado. Entonces vas y haces cosas como ésta. ¿Cómo va a pensar
un hombre durante el día? —me pregunta con los labios curvados en
una sonrisa sexy. Su polla fuera de sus pantalones, y su mano
empuñándola. Es una imagen que pertenece a la página central de
una revista
De pie, me limpio la boca con el dorso de la mano y sonrío.
—No sé—le digo con timidez.
—¿No lo sabes?—pregunta arrogantemente, apoyándome contra
la puerta.
—¿Qué tal si te doy una probada de tu propio vudú? —Su voz es
ronca. Deslizando sus manos por mis pantalones, dos dedos rodean
mi clítoris.
—Santa mierda—gimo, mis rodillas casi se doblan.
—¿Si?—me susurra al oído, moviendo sus diestros dedos a un
ritmo tortuoso.
Con los ojos cerrados, trato de concentrarme en respirar, todo mi
cuerpo responde a su toque, siento que ni siquiera puedo respirar.
Mis ojos se entornan más.
—Justo allí, Dios sí—gimo, y su dedo medio se sumerge en mi
humedad.
Mi espalda se endereza, agarro mi teta y semen de sus dedos.
Él apoya su mano libre sobre mi boca y me deja cabalgar mi
clímax. Mi orgasmo sacude todo mi cuerpo hasta que un calambre
intenso me atraviesa el vientre. Me inclino hacia adelante, sorbiendo
mientras grito de dolor. Saint saca sus manos de mis pantalones,
ahora con una mano en mi espalda.
—¿Estás bien? ¿Qué es? ¿Es el bebé?
Permaneciendo quieta, espero para ver si volverá a suceder.
—No sé—le susurro, insegura de lo que está sucediendo. Ya pasé
mi fecha de parto, pero el doctor dijo que probablemente tendríamos
que ser inducidos la próxima semana.
De pie, con las piernas temblorosas, miro a Saint en busca de
respuestas.
—Vamos a traerte un poco de agua—dice con cara de
preocupación. Asiento, el agua ayudará.
Al abrir la puerta, levanto la cintura de mis pantalones de
maternidad un poco más y empiezo a caminar por el pasillo. Big
Chief tiene la mitad de la cuna armada y Delilah sigue mirando las
instrucciones.
Ella me mira.
—Mmmjá. ¿Dónde está el taladro eléctrico?
Cuando abro la boca para responder, un calor empapa mis
pantalones. Miro hacia abajo, mi boca abierta.
—¿Te orinaste?—pregunta Big Chief.
Delilah se para con pánico en la cara.
—Oh, Dios mío, ¿es eso tu agua?
Levantando la cabeza lentamente hasta que nuestros ojos se
encuentran, asiento.
—Creo que sí.
—¿Qué? —Saint camina a mi alrededor y me mira.
—Creo que mi agua se rompió. —Mi voz es temblorosa.
—¡Oh, mierda! ¡Está bien, que nadie se asuste! —grita Big Chief
con las manos en la cabeza. Está claramente en pánico.
—¿Dónde está tu bolso? ¿Tu bolso de hospital? —pregunta
Delilah, saltando a la acción.
—En mi habitación—respondo, justo cuando llega otra
contracción. Me estremezco, las rodillas se me doblan, agarro la
mano de Saint y la aprieto hasta que pasa.
—Vamos, vamos a llevarte al hospital. —Saint comienza a
guiarme hacia la puerta.
—Delilah, llama a Cherry y a Lip, hazles saber que vamos a tener
el bebé—ordena Saint, ayudándome a subir al coche.
—Vete a la mierda, estoy yendo. Los llamaré en el camino—dice
ella bruscamente, saliendo de la casa con mi bolso de hospital y la
almohada debajo del brazo. Big Chief y Delilah se suben al asiento
trasero del automóvil de Delilah, Saint me ayuda en el lado del
pasajero y salta detrás del lado del conductor.
—¿Estás bien? ¿Te sientes bien? —me pregunta, poniendo el auto
en reversa. Asiento, asustada de moverme o decir algo, ya que
podría provocar otra contracción.
—Está sucediendo. Vamos a tener un bebé—le digo con los ojos
llenos de emoción y miedo.
Saint me mira con una mirada aterrorizada, su rostro tiene un
tono más claro que el que he visto antes y al instante recuerdo que
tuvo una novia que murió dando a luz.
Voy a estar bien, ¿verdad? ¿El bebé y yo estaremos bien?
Saint
Al acercarme a las puertas de emergencia del hospital, casi me
olvido de poner el coche en park antes de salir. Delilah y Big Chief
están gritándome, vuelvo a meterme en el coche, lo pongo en park y
corro al lado de Piper. Realmente está teniendo muchas
contracciones y rápidas, sus gritos de dolor me asustan. ¿Esto es
normal? ¿Se encuentra bien?
Ella pone su brazo alrededor de mi cuello, y yo envuelvo el mío
alrededor de ella mientras caminamos lentamente hacia el hospital.
—¡Vamos a tener un bebé!—le grita Delilah al personal y ellos se
ponen en marcha. Una enfermera busca una silla de ruedas y la otra
llama a un doctor.
—¿Qué tan separadas están las contracciones?—pregunta la
enfermera con un anillo en la nariz.
—Um, tal vez cuatro minutos de diferencia—respondo, inseguro.
Ella ayuda a Piper a sentarse en la silla y comienza a llevarla por el
pasillo. Troto para seguir el ritmo, Delilah y Chief detrás de mí.
—¿Cómo te llamas, cariño?— pregunta otra enfermera,
recogiendo cosas de un carro por el pasillo. Piper sisea, saliva gotea
de sus labios cuando la golpea otra contracción.
En pánico, coloco ambas manos sobre mi cabeza. Algo está mal,
no debería estar sufriendo así.
—Su nombre es Piper, solo... ¡solo ayúdala!—me quejo, señalando
a las enfermeras para que hagan algo.
Big Chief me acaricia el hombro y Delilah agarra la mano de
Piper cuando nos empujan a una habitación con una cama.
—Ayúdala a subirse a la cama—exige la enfermera, agarrando
guantes de la pared.
Chief y yo la levantamos de la silla y la acostamos en la cama.
Está sudada y pálida. Sus uñas arañan la cama del hospital.
—Respira bebé, me estás asustando—le digo lo suficientemente
fuerte como para que ella me escuche.
—Yo también tengo miedo—llora, agarrando mi mano.
Empuñando sus dedos, la beso una y otra vez.
Las enfermeras le quitan los pantalones y le indican que separe
las piernas. Miro hacia otro lado, asegurándome de que mis ojos solo
estén en los de ella.
—Estoy aquí. No voy a ir a ninguna parte —le digo, mi cabeza
comienza a jugar conmigo. Veo a Tasha acostada en la cama y a mí,
un adolescente aterrorizado, sin saber qué hacer. Sacudo la cabeza y
veo a Piper acostada allí con los ojos cerrados.
—Bebé, abre los ojos—le digo con demasiada tensión. Ella abre
los ojos y yo sonrío. Necesito sus ojos abiertos, nunca cerrados.
—Está completamente dilatada, estamos teniendo este bebé
ahora. ¿Dónde está la doctora?—grita la enfermera, sentada en un
taburete entre las piernas de Piper.
—Necesitamos un doctor, ¿dónde está el doctor? —Mis palabras
salen enojadas.
—Los encontraré, dime dónde encontrarlos—dice Chief desde la
puerta, tan asustado como yo.
—Está en camino, viene de una cirugía—dice otra enfermera que
entra en la habitación.
—¡Respira conmigo, Piper!—ordena Delilah, poniéndose
directamente en la cara de Piper.
Piper se enfoca en ella, su respiración es dificultosa.
—Que alguien le de oxígeno—exige una enfermera, y mi corazón
realmente comienza a latir más fuerte.
—Necesito pujar—gruñe Piper, el sudor gotea por su mejilla.
De repente, una doctora alta con bata blanca y guantes azules
entra en la habitación. La enfermera entre las piernas de Piper se
mueve para permitir que ella se siente.
Ella evalúa a Piper y la mira con una mirada seria.
—A la cuenta de tres, quiero que pujes.
Piper asiente.
—Uno, dos, tres…
Piper se encorva, exprimiendo la vida de mi mano, gruñendo y
pujando. Delilah sostiene una pierna como una enfermera la
instruye, por lo que Piper tiene algo que la soporte.
y p q p g q p
Piper deja de pujar y suelta un suspiro.
—¡Genial, hagámoslo de nuevo!
Piper puja, su cara se pone roja y pierdo el aliento.
—¡De nuevo!—le ordena la doctora.
—No puedo. —Piper comienza a llorar, y tengo tantas ganas de
decirles a todos que se detengan, que algo está mal, pero
inestablemente, solo descanso mi cabeza sobre la de ella. Hasta que
escucho un fuerte grito.
Levanto la cabeza y la doctora y las enfermeras están
envolviendo a un bebé. Miro a Piper que está sin aliento, con el
pecho agitado por aire. Está tan pálida que creo que está a punto de
desmayarse.
Colocan al bebé sobre su vientre y Piper retira la manta blanca y
azul.
Mis ojos se llenan de lágrimas y tengo que mirar hacia otro lado
por un minuto mientras juro que veo a Tasha y a mí bebé.
—¿Estás bien?—me pregunta Delilah detrás de mí.
Respirando hondo, miro a Piper y al bebé, y asiento.
Ambas están bien y yo estuve aquí.
—Nellie, éste es tu papá—dice Piper con un aliento ronco, antes
de mirarme con una mirada que siempre estará en mi corazón.
Estirando el brazo, paso el pulgar sobre la cabeza de Nellie
necesitando sentirla, creer que es real y está bien.
Una lágrima se desliza por mi cara mientras una risa brota de mis
labios.
—Ella es tan hermosa—dice Delilah detrás de mí.
—Tiene el cabello de su mamá—digo sorbiéndome la nariz y
admirando los rizos rojos.
De repente, la puerta se abre y Cherry entra volando en la
habitación.
—¿Piper?
—Estoy bien, mamá—gime Piper. La boca de Cherry se abre
cuando ve al bebé y comienza a llorar.
—¡Dios mío, ella está aquí!—solloza, caminando hacia un lado de
la cama.
—Sí, esta bebé estaba lista para entrar al mundo. Ella tenía una
misión. —La doctora se ríe, limpiando a Piper allá abajo.
—Entonces ella está bien, ¿la bebé está bien?—le pregunto,
necesitando escuchar que todo está bien.
La doctora cierra los ojos con una sonrisa en su rostro y asiente.
—La mamá y el bebé están bien, puedes respirar.
Mirando a Piper y Nellie, siento que me han llevado a otro
mundo. Como que estoy retrocediendo y observando que todo
sucede. Toda mi vida acaba de cambiar, mi mundo tiene un
significado diferente.
Piper me mira.
—Llama a tu madre.
—¿Mi madre? —Mis ojos se abren de par en par. Este hospital no
está listo para mi madre.
—Ya lo hice—susurra Delilah, acercándose a mí para mirar más
al bebé.
—Vamos a hacer algunas pruebas, pesar a la bebé y traerla de
regreso—dice la enfermera, tomando a Nellie de Piper.
—Oye. —Doy un paso alrededor de la cama, sin querer que
Nellie se pierda de vista. No puedo estar allí.
—Puedes venir con ella, papá—dice la enfermera, entendiendo
mi miedo, así que lo hago. Los sigo por el pasillo hasta la sala de
enfermeras donde escucho a los bebés llorar desde la otra habitación.
Me congelo, mirándolos por todas partes. Diferentes colores de piel,
de cabello y gritos de diferentes tonos.
Pequeños paquetes que llegaron al mundo y cambiaron la vida de
una pareja.
—¿Me recuerdas? —La enfermera me mira y yo a ella.
—Estaba aquí cuando... —Se detiene, volviendo a mirar a Nellie,
y mi estómago se hunde. Ella se refiere a Tasha. Para ser honesto, he
intentado tanto olvidar ese día que no la recuerdo.
—Yo fui quien te llamó y te dijo que Tasha estaba de parto—me
recuerda.
Asiento, ahora recordando.
Ella mira a Nellie.
—Tienes una segunda oportunidad, y es hermosa—susurra,
sopesando a Nellie.
Presionando mi mano contra mi boca, trato de no romperme y
llorar como una pequeña perra, pero esta enfermera está tirando de
los hilos de mi corazón.
—¡Dónde está mi nieta! —Se escuchan ecos en el pasillo, una voz
que solo puede ser la de mi madre.
La enfermeras en la sala, inmediatamente se acercan a ella, ya que
mi madre es una atracción por sí misma, entrando al hospital
gritando y haciendo una escena.
La enfermera pone a Nellie en una manta apretada y en una cuna
con ruedas.
—Volvamos con mamá. Piel a piel es lo mejor en este momento—
le dice a nadie en particular. Fuera de la guardería, encuentro a mi
madre mirando en cada habitación. Su vestido de flores parece un
sofá andante.
—Ma—le digo en voz baja, y ella se da la vuelta, encendiéndose
cuando ve al bebé.
La enfermera entra en la habitación, mi madre le pisa los talones.
—Lo logré—le dice a Piper sin aliento. Piper yace en la cama
luciendo realmente cansada, sus ojos apenas abiertos.
La enfermera le devuelve Nellie a Piper, y mi madre se cierne
sobre ella como un helicóptero.
—¡Oh Dios mío, ella es tan linda! —Ma empieza a llorar—. ¡Mira
ese pelo!—solloza ella, y Big Chief la abraza. Es una locura cómo un
pequeño bebé puede poner de rodillas a cualquiera.
—¿Cómo la llamaste?—susurra Ma, pasando los dedos
suavemente sobre el cabello rojo de Nellie.
Piper la contempla.
—Nellie.
Ma tiene una sonrisa de complicidad en su rostro, y tengo que
pasar mi mano sobre mi rostro para evitar perderlo nuevamente.
Gracias Dios por esta bendición. Sé que no me la merezco, pero
no lo daré por sentado. Haré todo lo que esté a mi alcance para
mantener a mi hija a salvo, y gracias a ti... nunca perderé la fe en tu
plan. Como me llevó al amor de mi vida; mi familia.
Piper
Es tarde y no puedo dormir. Tengo demasiado calor y me duele
la cabeza. Nellie está profundamente dormida en mis brazos y no
puedo dejar de mirarla. Yo hice esto. Si alguna vez hice algo bien, fue
ella. Nellie vino a este mundo como una tormenta y no espero nada
menos de ella cuando adquiera su fama. Saint en el sofá a mi lado y
Delilah en la silla a mi lado. Addie vino y vio a Nellie, ella lloró y
Zane le dijo que tenía cinco minutos y que se iban porque él no
quería que le contagiara la fiebre del bebé.
—Lo hiciste bien, Piper. —La voz de Delilah me sorprende, pensé
que estaba dormida.
Sonrío, pasando el dedo por la mejilla de Nellie.
—Ella es como una pequeña princesa. —Me río en voz baja.
—Ella necesita una corona—murmura Delilah, levantando una
manta debajo de su barbilla.
—Ella la encontrará algún día, tal como yo lo hice. —Sonrío.
Al levantar la vista, respiro hondo y pregunto lo que me ha
asustado preguntar durante meses.
—¿Cuando te vas?
Ella se cruza de brazos, inclinando la cabeza hacia atrás y
cerrando los ojos.
—Cuando el tiempo sea el correcto.
—¿Cuándo es eso?—la presiono, pero ella no responde. La
golpearía o gritaría, pero no quiero despertar al bebé. Mi bebé. En
mis brazos.
—Lo hicimos—le digo a Nellie. Mis ojos se llenan de lágrimas.
Hubo momentos en que temí no poder lograrlo, o que ella no fuera
mía. Casi pierdo la esperanza, pero me mantuve fuerte y mira lo que
resultó de eso.
Un gran hombre y un hermoso bebé.

Epílogo

El grito de Nellie me despierta y salto de la cama. La reviso y


noto que quiere un biberón.
—Está bien, está bien—le susurro, colocando mi mano sobre su
pecho para calmarla. Tiene esta cosa en el vientre que la madre de
Saint compró, parpadea una luz verde cada vez que respira, y si deja
de respirar, se activa una alarma. Crees que estar embarazada da
miedo, estás nerviosa por comer algo o tropezar, pero el miedo solo
empeora una vez que tienes el bebé. ¿Qué pasa si se enferma o deja
de respirar? ¿Qué pasa si soy un mal padre y si duermo mientras ella
llora?
Cuando se calma, me dirijo a la cocina para tomar un biberón.
Decidí alimentarla con biberón, y aunque Addie no discutió
conmigo, me di cuenta de que ella quería que amamantara. Pero mis
tetas se caen de mi parte superior tal como están y mi entrepierna se
siente como que una bomba atómica detonó, no puedo imaginar
tener los pezones lastimados e hinchados junto con todo lo demás.
Solo quiero tanto dormir, pero Saint se levantó con ella la última
vez, que fue hace una hora. Preparo un biberón y regreso a la
habitación, levantándola en brazos para alimentarla. Ella es tan
malditamente bonita. Piel mestiza del lado de Saint y mío, y su
cabello rojo la hacen tan única.
Tarareo una canción de cuna y le doy un biberón, su suave
succión es lo mejor que puedo escuchar.
Al salir de la habitación, paso por la habitación de Delilah y noto
una nota adjunta a la puerta.
Para ti, mi amiga.
¿Cuánto tiempo ha estado allí? Confundida, abro la puerta y toda
la habitación se ha convertido en un cuarto de niños y lo único que
falta es la cuna que está en mi habitación. Tiene paredes bañadas por
el sol con una decoración moderna. Una mecedora blanca en la
esquina con respaldo azul.
—¡Saint!—grito, y él sale de la cama, aterrorizado.
—¿Qué? ¿Qué pasó?
Me ve mirando y mira dentro, boquiabierto. Las letras doradas en
la pared deletrean el nombre de Nellie. Lo que más me llama la
atención es una corona en un tocador adornada con diamantes
falsos. La corona de Nellie.
—Delilah, ella... —Empiezo a llorar. Me encanta la habitación,
pero eso significa que... se ha ido.
Saint toma a Nellie y entra en la habitación y yo agarro el teléfono
para llamarla.
—¿Viste la habitación?—contesta ella.
—No me dejaste decirte adiós—lloro.
—No podía, no me habría ido. Además, esto no es un adiós, nos
vemos luego—dice con una voz tan fuerte que me dan ganas de
pegarle.
—Toda esa habitación no es solo de mi parte, sino del club. Te
amo, perra. Ahora es mi turno de encontrar mi futuro, mi corona.
Sollozo y el teléfono se apaga.
Girándose, Saint se queda allí en sus bóxers, sus ojos cansados
como el infierno mientras me mira expectante.
—Ella se ha ido.
Fin
EL CONO del SILENCIO
Traducción

Colmillo
Corrección

La 99
Edición

El Jefe
Diseño

Max

EL CONO del SILENCIO


Notas

[←1]
Es un dispositivo GPS inteligente que sirve entre otras cosas
para He visto la recuperación de vehículos robados.

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