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FORGY
El Candidato Que Nos Salvó
The Devil´s Dust MC Legacy 3
Sinopsis:
Montando hacia el este con Big Chief detrás de mí, mis botas
están cubiertas de polvo por la falta de lluvia que hemos tenido. Me
arde el cuello por el sol ocultándose a nuestras espaldas durante el
viaje, pero todo lo que puedo pensar es en llegar allí. No confío en
Harry, pero Shadow jura que no nos va a joder. No me importa,
incluso si Shadow no estuviera seguro de que Harry no nos jodería,
lo haría solo por la posibilidad de poder pasar y encontrar a Piper.
Nos dirigimos a un pueblo llamado LeyKent, nuestras motos
retumban y sacuden a la pequeña comunidad cuando entramos.
Nunca he oído hablar de este lugar, pero Big Chief lo encontró en el
Google Maps, un punto de un lugar donde Harry da sus órdenes en
la parte trasera de una lavandería. Nuestras motos rugen por la calle
principal que divide a los pequeños comercios. Florerías, correos,
licorerías y otros.
Estacionamos delante de la única lavandería a la vista, un fuerte
olor a lejía y detergente sin el viento soplando en nuestras caras, solo
puedo imaginar cómo huele este lugar cuando llega una brisa.
Tirando hacia abajo la bandana de esqueletos que protege mi cara
de respirar el aire seco, miro el lugar.
Ladrillos de color azul claro, una gran ventana con el nombre
Clean and Green escrito en cursiva en el cristal.
Big Chief reemplaza su casco de montar por su sombrero de
vaquero y me da una mirada cautelosa.
Inhalando, guío el camino, abriendo el doble cristal de las
puertas. Una anciana latina está sentada detrás del mostrador, con
los ojos cerrados. Acercándome a ella, muevo el carrusel con
muestras de jabón para la ropa con la esperanza de que el ruido
pueda despertarla.
Ella ni siquiera parpadea. ¿Está viva?
Big Chief agita su mano frente a su cara.
Ella gira la cabeza, sus ojos aún cerrados.
—Vete a la mierda—escupe furiosa con dientes amarillos, sus
labios delgados y de color oscuro. No estaba dormida, solo está
arrugada como la mierda.
Me río y Big Chief niega con la cabeza.
—¿Dónde diablos está Harry?—le pregunta, no divertido con sus
travesuras.
Levantando su brazo derecho, la flacidez debajo de él me
recuerda al cuello de un gallo, presiona un botón negro.
Apoyado en el mostrador, miro alrededor del lugar. Secadoras y
lavadoras apiladas a lo largo de cada pared. Solo una mujer está
cerca en la parte de atrás plegando ropa, un niño sentado en una
secadora con ropa interior roja y blanca patea sus pies mientras lame
una paleta y nos mira.
Una rayada puerta blanca a la izquierda del mostrador se abre, y
un hombre rechoncho con hombros anchos sale, un pañuelo grande
azul envuelto alrededor de su frente empuja sus cejas hacia abajo
sobre sus ojos. Su camiseta blanca es tres tallas más grande y le llega
hasta las rodillas, sus vaqueros son holgados. El estereotipo de un
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pandillero, si caminara por mi vecindario sería arrestado solo por
parecer sospechoso. Lo juro, Harry selecciona a sus hombres y les da
un tutorial sobre cómo vestirse como un idiota. Se supone que debes
pasar desapercibido, no sobresalir, idiota.
—Ven—gruñe él, haciéndonos señas a través de la puerta con una
mano llena de anillos de oro falso.
Siguiendo al tipo a la parte de atrás pasamos delante de estantes
de ropa envueltos en plástico, pero lo que realmente me llama la
atención son las docenas de cubos de dieciocho litros con tapa.
¿Jabón de lavandería en polvo quizás? Eso es bastante si es así.
Abre la puerta de un puntapié que muestra la parte posterior de
la lavandería. Un escritorio limpio con Harry sentado detrás de él se
ubica más atrás, un pequeño sofá de cuero negro, una mesa a la
izquierda con un grupo de hombres acurrucados, y al otro lado de la
habitación hay cuatro largas mesas de madera con mujeres paradas
en bragas y sostenes, máscaras sobre sus rostros mientras ponen
polvo en bolsas y las arrojan a cubos de dieciocho litros.
Entonces quizás no sea jabón. Son drogas.
—¡Saint! —Harry se para detrás del escritorio. Su cara oscura ha
envejecido, su barba está veteada de canas. Su cabello está recogido
con un trenzado tan apretado que su frente ni siquiera se arruga
cuando habla.
Alejándose de detrás del escritorio, se quita el polvo de sus
vaqueros azules oscuros y se endereza la chaqueta que tiene
colocada sobre su camisa gris. Sus zapatillas de tenis son de color
rojo brillante y destacan atrevidamente.
Doblando mis manos frente a mí, no digo una palabra, me lamo
los labios saboreando la cocaína en el aire y espero a que él diga lo
que quiere para poder llegar a lo que realmente vine a buscar. Piper.
Presumiendo con una sonrisa confiada, juzga a Big Chief con
humillación brillando en sus ojos.
—¿Quién diablos trajo a Garth Brooks? —Él se ríe, los tipos en la
pequeña mesa cerca se ríen entre dientes con él.
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—Dijiste que tenías un trabajo para mí, ¿qué es?—voy directo al
grano.
Su sonrisa se desvanece, deslizando sus manos dentro de sus
vaqueros, mira a las mujeres semidesnudas que trabajan en silencio
en las mesas.
Presiona sus palmas juntas, las yemas de sus dedos presionando
su barbilla.
—Necesito que un producto se venda rápidamente y si alguien
puede hacerlo, eres tú. —Me señala con sus manos juntas.
—¿Por qué no puedes hacer que tus hombres lo hagan? —Miro a
la mesa de tipos jugando al póker.
—Oh, ellos han estado vendiendo, créemelo. Pero, tú quieres algo
de mí, así que a cambio haces algo gratis—me recuerda el código de
la calle.
Pero sé que hay una trampa, tiene que haberla con él.
—Solo dinos qué vender, y estaremos en camino—dice Big Chief,
deslizando sus dedos sobre el borde de su sombrero.
Harry se burla, pasando a nuestro lado y regresando a la
verdadera lavandería. Lo seguimos, molestos a estas alturas.
—Necesito que todo esto desaparezca, y rápido. —Señala las dos
docenas de cubos apilados contra las paredes. Sin duda llenos de
cocaína.
—¿Quién diablos va a comprar tanta droga?—gruño. Somos un
MC, no el maldito cartel.
—No es mi problema si quieres encontrar a tu chica. —Él se ríe
entre dientes.
—¿Qué dijiste? —Mis hombros se levantan de ira, mis pies se
mueven por su propia cuenta. Ya no soy un maldito niño sin
ninguna idea, le pondré una bala en la cabeza y haré lo que quiera
de este lado del estado, lo juro por Dios. Estoy aquí por respeto, por
las reglas de vivir al margen de la ley, pero si puedo hacer algo bien,
es romper las jodidas reglas.
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—Tranquilo, hermano. —Big Chief se interpone entre nosotros,
empujándome unos pasos hacia atrás—. Lo venderemos y te
conseguiremos tu dinero—le dice Chief.
Hago un gesto de desprecio, dándome la vuelta y flexionando los
dedos. Necesito enfriarme, por Piper. Han pasado meses desde que
la vi y estoy muy cerca de encontrarla. No puedo joder esto.
—Vamos a mover dos de los cubos—le ofrezco. Un poco más y
estaremos en la misma situación en la que él está. Aceptó
demasiados, sin suficientes compradores en esta área.
—Seis, quiero que muevan seis de ellos—dice cortante él, sus ojos
marrones y sórdidos atravesándome con una mirada de fuego. Él
sabe por qué estoy aquí, buscando a Piper, y por eso, estoy en una
posición endeble y sucumbiré a lo que quiera.
Rechinando los dientes con ira, siento el pulso en mi cuello latir
como una bomba de tiempo. ¿Por qué el amor te hace débil?
Big Chief da un paso hacia mí, acercándose.
—No podemos moverlos con nuestras motos, hermano—señala
él. En aquellos días cuando Harry tenía un producto de venta
masiva moviéndose, lo distribuía con una camioneta de carga, yendo
de esquina a esquina para dar a cada traficante lo suficiente para
vender durante ese día.
Miro a Harry.
—¿Todavía tienes una camioneta de carga?
—Por supuesto. —Encoge su hombro izquierdo.
—La vamos a necesitar—le digo con tono de enojo. No puedo
evitar mi ira hacia él. Sé que no es su culpa lo que le sucedió a Tasha
y al bebé cuando era un muchacho, pero cuando lo veo, me recuerda
a la persona que una vez fui y lo orgulloso que estaba de mí. Quizás
Dios no estaría probando mi amor y el de Piper si Harry me hubiera
dicho que yo era demasiado joven y estúpido para trabajar para él y
me hubiera enviado de regreso a casa.
—¡Ripper!—grita Harry detrás de él y un hombre alto que lleva
una camiseta sin mangas y vaqueros oscuros se pavonea hacia
nosotros. Su piel dorada está coloreada con tatuajes de fantasmas y
esqueletos. Es alto, muy alto y larguirucho.
—¿Sip? —Él asiente con la cabeza a Harry y después nos mira.
Sus ojos demasiado grandes para su rostro y unos labios que me
recuerdan a una vagina.
—Carga la camioneta con ocho de estos cubos—lo instruye
Harry.
—¡Seis, hijo de puta!—lo corrijo. Debería dispararle aquí mismo.
Levantando las manos, se ríe, divertido consigo mismo tratando
de salirse con la suya.
—¡Bien, bien! —Bajando las manos, hace un gesto hacia los cubos.
—Pon seis.
—Lo tienes, jefe. —Ripper se desliza junto a él agarrando un cubo
y luego otro. Abrazando uno con cada brazo.
Big Chief y yo lo seguimos hasta donde está el escritorio y las
mujeres que manejan las drogas, y hacia una camioneta de carga
blanca estacionada justo en frente de la puerta de un garaje que no
había visto cuando estuvimos aquí antes, probablemente porque
estaba atacado de los nervios, Big Chief abre las puertas dobles en la
parte de atrás, y esperamos mientras la cargan.
—¿Cuánto hay en uno de estos bastardos? —Big Chief salta hacia
adelante, agarra uno de los cubos, lo saca de la parte trasera de la
camioneta y levanta la tapa. Estiro el cuello para echar un vistazo al
interior.
Hay varias bolsas plásticas de dos gramos y ocho bolas llenas a
tres cuartos del camino. Tiene que haber alrededor de un kilo por
cubo que valen alrededor de dos mil en las calles. Eso significa que,
si estoy en lo cierto, estaremos transportando alrededor de doce mil
dólares.
—Dios mío—susurro, recogiendo una de las bolsas de dos
gramos—. No tengo idea de cómo diablos vamos a mover tanta
mierda, y con esto metido en bolsas como ésta, la potencia se está
depreciando rápidamente. —Sacudiendo mi cabeza, arrojo el gramo
de vuelta al maldito cubo.
—¿No puedes venderlo en tu antiguo barrio?—pregunta Big
Chief, mirando dentro del cubo.
—No, ya no es el territorio de Harry si vive en esta área. Además,
si salgo a vender, eso causará problemas al club—murmuro. El club
es mi hogar y no quiero causar más olas de las que debo,
especialmente porque traeré a Piper y a mi bebé de regreso allí. El
lugar necesita ser seguro.
—Muévelo todo, tráeme mi dinero, y puedes pasar sin problemas
—dice Harry detrás de mí, actuando como si fuera un maldito
Monopoly. No me doy la vuelta, porque sé que si lo hago, lo mataré.
Lo mataré y a todos los que están aquí.
—Vámonos. —Cierro las puertas de la camioneta y me dirijo al
asiento del conductor. Entrando, Big Chief en el asiento del pasajero,
se quita el sombrero y lo arroja al tablero.
—Llama a Shadow, él sabrá qué hacer—me sugiere. Lo miro con
la frente fruncida pensando. Tiene razón, Shadow es nuestro
presidente, y si alguien puede hacer que esta mierda desaparezca
rápidamente, es él.
Piper
En mi habitación, acostada en la cama, todavía estoy tratando de
desarmarla en mi tiempo libre, aunque estoy leyendo el libro que
Vada me dio. Hojeo las páginas gastadas hacia atrás, donde hay un
lugar para escribir. Alguien que poseyó el libro antes que yo escribió
nombres; nombres de bebé. La letra femenina y cursiva.
Nellie
Halle
Rosy
Al otro lado de la página, hay:
Trip
Carter
Jax
Malark
Mordisqueándome el labio, acuno mi barriga, una ráfaga de
nombres repentinamente barriendo mi cabeza como polvo de nieve
en un ventoso día de invierno.
Nellie es lindo para una niña, nunca antes he conocido a nadie
que se llame así. Por otra parte, Halle también lo es. Es dulce, pero
tiene un toque insolente.
Mi pecho se siente pesado, mi corazón late un poco más fuerte,
preguntándome cómo querría Saint nombrar al bebé. Lo extraño.
Aproveché el tiempo que pasamos juntos tratando de resolver mi
mierda, pero haría cualquier cosa para ver su rostro en este
momento. Que él se acueste a mi lado y se burle de los nombres que
creo que son lindos, y que le hable a la panza. Las lágrimas llenan
mis ojos, tengo un sollozo feo listo para caer en cascada a través de
mis labios.
Cerrando los ojos, puedo imaginar sus grandes manos acunando
mi cuerpo, sentir la forma en que sus dientes mordisquean mi cuello.
Yo me sentía como su mundo entero, como la única mujer en el
mundo cuando estábamos juntos.
Mis pezones comienzan a palpitar pensando en él, mi clítoris
pulsando. Se siente como si hubiera pasado una eternidad desde que
lo tuve, y estas hormonas me ponen más caliente que una virgen
viendo porno por primera vez.
¡Pum!
¡Pum!
Me congelo. ¿Qué fue eso?
¡Pum!
¡Pum!
El sonido de los gemidos de Candy llena la escalera y entra en mi
habitación como un gemido fantasmal. Si no supiera mejor, creería
que este lugar está embrujado.
Stacks suelta un notorio gruñido bajo justo antes de que la cama
golpee contra la pared y Candy gima de placer.
Mis ojos se abren al darme cuenta de lo que está pasando. Están
follando.
¡Grr!
¡Pum!
¡Ahh!
Inhalando una respiración profunda, la mano que acuna mi
creciente vientre, desciende lentamente, deslizándose debajo de mis
bragas.
Mis muslos tiemblan sabiendo el deseo pecaminoso de mi
corazón. Extendiendo mis labios húmedos, hago círculos en mi
clítoris, mi boca se entreabre ante lo jodidamente bien que se siente.
Deseo tanto a Saint que podría encender un fuego con lo que siento
por él.
Sintonizando con Candy y Stacks, me imagino a Saint y a mí
teniendo sexo en el club, o esa vez en mi casa. En todas partes y en
cualquier lugar. La forma en que sus labios se deslizaron sobre mi
piel sudorosa, y la forma en que su culo cincelado se apretaba cada
vez que empujaba dentro de mí.
Excitándome, sumerjo solo la punta de mi dedo índice en mi
humedad y mis ojos revolotean de placer.
¡Dios, sí! Apretando los dientes, hago círculos en mi clítoris con
más fuerza y sumerjo mi dedo más profundamente. Un ritmo
pecaminoso que convierte mi cuerpo en un ciclón de deseo y
necesidad. La cadena que aprisiona mi muñeca golpea contra sí
misma mientras me follo con un dedo.
Al abrir los ojos, arqueo el cuerpo y escucho que la cama en la
planta baja aumenta su velocidad, mis dedos ahora están
sincronizados.
Sujeto mi teta hinchada con la mano libre, mi respiración es
dificultosa y sumerjo dos dedos en mi coño justo cuando mi clímax
sube por mis extremidades. Mis uñas se clavan en mi teta, el
orgasmo me sacude hasta la médula, cierro los ojos y veo a Saint, la
mirada que cruza su rostro cuando llega al clímax.
—Sálvame, Saint, sálvanos—le susurro, bajando de mi orgasmo.
Mi cuerpo se siente relajado y ágil. Aliviado.
Girándome sobre mi costado, con la mano sobre el libro sobre
futuras mamás, exhalo lentamente, tratando de estabilizar mi
corazón acelerado. Mi clítoris zumba por la excitación, mi muñeca
adolorida por los movimientos vigorosos. Mis ojos se fijan en las
ventanas y la neblina amarilla que emiten las farolas. Se siente como
si hubiera estado aquí por siempre. ¿ Lo hice?
¿Me salvará el candidato de los Devil´s Dust?
Capítulo 8
Saint
Epílogo
Colmillo
Corrección
La 99
Edición
El Jefe
Diseño
Max
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Es un dispositivo GPS inteligente que sirve entre otras cosas
para He visto la recuperación de vehículos robados.