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Los primeros rastros de esta cultura se remontan a unos 10.000 a 8.000 años A.C, en el área de
Los Vilos, donde grupos de cazadores se movilizaban de una zona a otra en búsqueda de animales
para su alimentación.
Hacia el año 2.500 A.C, estos cazadores entran en contacto con otros grupos que ya manejan
nociones de agricultura, y con el tiempo, comienza a establecerse una cultura agroalfarera en el
Valle del Elqui, la cual lleva por nombre El Molle.
Este complejo cultural se caracteriza por una cultura agrícola y ganadera, un patrón de
asentamiento semi estable en los valles, quebradas y en la costa.
Conoce las técnicas de metalurgia del cobre, plata y oro, mantiene rebaños de llamas y elabora
una fina cerámica; el elemento más característico de El Molle, es el uso de un adorno labial
elaborado en piedra ('Tembetá', que actualmente aún utilizan algunas tribus amazónicas).
El Molle desaparece o se desplaza hacia otras regiones, en el período del 700 D.C, pero se
convertirá en la base de la Cultura Diaguita.
El origen de la Cultura Diaguita se sitúa hacia el año 800 D.C, según los hallazgos del Complejo
Las Animas, en los Valles de Copiapó, Huasco, Elqui y Limarí.
Cultivaban el maíz, mantenían rebaños, recolectaban frutos y explotaban los recursos marinos.
También hilaban el suave pelo de las llamas y con esa lana confeccionaban sus vestimentas. Tal
como sus antecesores, eran hábiles metalurgistas, puesto que con aros, placas y brazaletes
adornaban sus cuerpos.
Alrededor del año 1000 D.C, la Cultura Diaguita, heredera directa de las Animas y El Molle,
comienza a establecerse en pequeñas aldeas, que desarrollaron una intensa producción de
alimentos, pero conservando en gran medida también los métodos y costumbres de sus
predecesores.
Lo más destacado de esta cultura, y que la hace reconocida a nivel mundial, es su maravillosa
elaboración de cerámicas, la cual constituye un verdadero tesoro artístico.
Hacia el año 1470 D.C, el Imperio Inca comenzó la conquista del territorio chileno, interrumpiendo
violentamente la hasta entonces apacible vida de los diaguitas, quienes se vieron obligados a
trabajar en la explotación de recursos mineros, para provecho de la administración Inca.
Casi setenta años después, en 1537 D.C, a la llegada de los colonizadores españoles, la población
diaguita se encontraba reducida drásticamente a tan sólo 3.000 habitantes, según los cronistas
hispanos.
En 1700 D.C, esta cultura ya estaba casi totalmente absorbida por la sociedad criolla.