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Facilitador:
Realizado por:
Yailiana Benavides
C.I: 19.477.075
En ese sentido una de las causas que explican los rasgos del estado de
naturaleza en las clásicas teorías contractualitas es precisamente la ausencia de ese
tercero imparcial, cuya voluntad se impone a la de las partes enfrentadas.
Ahora bien, el Juez como rector de todo proceso judicial debe ser el responsable
de dirigir dicho proceso con probidad, honradez, discreción, eficiencia, veracidad y
lealtad, en el desempeño de sus funciones, tal como se lo exige como deber, el nuevo
código de Ética Profesional del Abogado Venezolano en su artículo 4. Es responsable
además de los daños y perjuicios que se puedan ocasionar a las partes o terceros
intervinientes en un proceso por acción u omisión de su desempeño laboral.
En ese sentido, los jueces tienen deberes propios para cumplir. Específicamente
el artículo 255 de la Carta Magna en su último parágrafo, dispone “… Los Jueces o
Juezas son personalmente responsables, en los términos que determine la Ley, por
error, retardo u omisiones injustificados, por la inobservancia sustancial de las normas
procesales, por denegación, parcialidad y por los delitos de cohecho y prevaricación en
que incurran en el desempeño de sus funciones”.
Por último; cabe señalar que, entre las condiciones que se exige para garantizar
la idoneidad y responsabilidad del Juez, es su formación intelectual. Un Juez inmerso
en un tiempo y en una sociedad que claman por cambios profundos; un Juez
emplazado a procurar la verdad real y no solo la verdad formal, debe ser consciente de
la necesidad de estudiar, de investigar, de adquirir técnicas de interpretación y de
utilizar los auxilios de la tecnología, para rendir un mejor servicio. El artículo 20
ejusdem, señala que “La formación integral y la actualización de conocimientos son un
derecho y un deber del Magistrado y del Juez, estando obligado a participar por lo
menos, una vez al año en cursos o actividades profesionales y fortalecimiento Ético
promovidos y organizados por la Escuela de la Magistratura”.
(Aportes Jurisprudencial)
Para el Abogado Español Fernando Reglero Campos: “La relación que une al
Abogado con su cliente puede ser de muy variada condición, atendiendo al objeto de la
obligación de aquél. En el ejercicio libre de la profesión, normalmente se concibe como
un contrato de prestación de servicios, que en ocasiones no se aproxima al contrato de
mandato, sustentado en la buena fe, y sobre todo, en una relación de confianza entre
abogado y cliente”.
El mismo autor, señala que entre las tantas responsabilidades del Abogado,
están: 1) Realizar diligentemente las actividades profesionales que le imponga la
defensa del asunto encomendado, ateniéndose a las exigencias técnicas, deontológicas
y éticas adecuadas a la tutela jurídica de dicha causa y pudiendo auxiliarse de otros
colaboradores y colegas, actuando estos bajo su responsabilidad; 2) El Abogado
deberá identificarse ante la persona a la que asesore o defienda, incluso cuando lo
hiciere por cuenta de un tercero, a fin de asumir las responsabilidades civiles, penales y
deontológicas que, en su caso, correspondan.
Del artículo 1185 del Código Civil vigente se desprende, Pudiéndose definir el
daño como el deterioro, perjuicio o menoscabo que por la acción de otro se recibe en la
propia persona o en los propios bienes; el cual puede provenir de dolo de culpa e
inclusive de caso fortuito, según el grado de malicia, negligencia o causalidad entre el
acto y el efecto del mismo.
El Daño ya sea moral o material, en los casos del artículo 1185 del Código Civil
(CC), es la consecuencia del Hecho Ilícito; así provenga este de un acto voluntario o
culposo; o que el daño reclamado (moral o material) tuvo su origen en alguno de los
supuestos en que existe el Hecho Ilícito, contemplados en el referido artículo. No se
trata, pues, de una simple calificación de la acción, ya que siempre seria esta por
indemnización de daños, morales o materiales, sino de establecer la causa, el origen de
esos daños, cuestión esencialmente de hecho y no de derecho tal como señala Emilio
Calvo Baca en sus comentarios al Código Civil Venezolano.
En efecto, dispone el articulo 1185del CC, que el que con intención o por
negligencia, o por imprudencia, ha causado un daño, a otro, está obligado a repararlo;
de lo que se desprende que, el hecho ilícito da lugar a la Responsabilidad Civil
denominada extra – contractual.