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«(...

) Y, comparada con la intolerable muerte de la juventud, la del cuerpo carecía de


importancia. Como les sucede a tantos jóvenes, pues vivir la juventud es una muerte impetuosa
y constante, ellos aspiraban continuamente a una nueva destrucción. Un hermoso joven en el
umbral de la muerte debe tener una sonrisa en los labios.»

Yukio Mishima

«Llévalo a la arboleda de Apolo; átalo al tronco más hermoso de los laureles; luego desata contra
su cuerpo desnudo todas tus flechas. ¡No temas! ¡No llores! Pero mantente intoxicado, ebrio de
sangre, como en la batalla. Apunta estrechamente. Yo soy el objetivo. Desde las profundidades,
desde las entreñas, invoco tu terrible amor.»

Gabriele D'Annunzio, Il martirio di San Sebastiano

«Su vida ya se había estropeado, porque había conocido la muerte. Él se había familiarizado con
ella. Pertenecía a ella más que a la vida. Esto también le dio ese aire fúnebre. Porque fue
funerario, a pesar de su gracia, funerario como las rosas, que simbolizan el amor y la muerte».

Jean Genet, Pompas fúnebres

«La verdadera libertad es un privilegio de los déspotas que dominan y de los grandes rebeldes
que no saben obedecer. Pero ambos están más allá de la ley y el gobierno, ambos están más allá
de la mediocridad.»

Renzo Novatore

«Tienes que prometer no besarme hasta después de morir.»

Yukio Mishima, La casa de Kyoto.

Nem homem nem nação podem existir sem uma ideia sublime.

Fiódor Dostoiévski

"Como é possível denominar 'homem de ação' a quem por seu trabalho de presidente em uma
empresa faz cento e vinte chamadas telefônicas diárias para se adiantar à concorrência? É
talvez homem de ação o que recebe elogios porque aumenta as ganâncias de sua sociedade
viajando a países subdesenvolvidos e saqueando seus habitantes? Em geral, são estes vulgares
despojos sociais os que recebem o título de homens de ação em nosso tempo. Emaranhados
nesse lixo, estamos obrigados a testemunhar a decadência e morte do antigo modelo de herói,
que já exala um odor miserável. Os jovens não podem deixar de observar com desgosto o
vergonhoso espetáculo desse modelo de herói, o qual aprenderam a conhecer pelas historietas,
implacavelmente derrotado e deixado a murxar pela sociedade à qual deverão pertencer algum
dia. E gritando seu rechaço a semelhante sociedade em seu conjunto, tentam
desesperadamente defender sua pequena divindade."
-Yukio Mishima
“Perfect purity is possible if you turn your life into a line of poetry written with a splash of blood.”
-Mishima

«En el momento en que se manifiesta la muerte, el hombre parece salir de la ciega voluntad
y conocer que lo íntimo de todo es el amor. Fuera de él quizá sólo la muerte sea el único
bienhechor de este mundo».
Ernst Jünger

"El "sacerdote obrero": uno de los síntomas de la desaparición de los carismas, en


medio de la cual sucumbe también la diferencia entre "patres" y "fratres"."
Ernst Jünger, "El autor y la escritura".

"La serpiente se muerde la cola y se devora circularmente. El anillo queda cerrado, el


peso y la cualidad no se modifican. El placer y el dolor no se anulan recíprocamente,
sino que se completan".
Ernst Jünger, "El autor y la escritura".

"La vida está orientada a un reencuentro: esto es indicio de una pérdida, que en el
tiempo sólo puede ser atenuada transitoriamente y sólo mediante símiles, mediante
sucesos fortuitos".
Ernst Jünger, "El autor y la escritura".

"Al considerar la penetración del dolor en la esfera de la procreación no nos es lícito


olvidar tampoco la agresión a los no nacidos; es una agresión peculiar del carácter débil
y a la vez bestial del "último hombre".".
Ernst Jünger, "Sobre el dolor" ("Sobre el dolor, seguido de La movilización total y Fuego
y movimiento").

"Lo milagroso, el movimiento más íntimo de los átomos, gira en cada piedra, en cada
miga de pan, en cada pedazo de papel. La materia entera está viva y cuando las cosas
se nos aparecen descoloridas es que no las captamos en el auténtico rango de su
sustancia. Únicamente vemos sombras de lo Absoluto, de la Luz divina".
Ernst Jünger, "Radiaciones. Diarios de la Segunda Guerra Mundial", vol. 1.

"O nada es milagroso o todo lo es. El milagro es lo necesario. La casualidad es todo


encuentro que no puede ser comprendido en el marco de un orden superior. De ahí que
la casualidad disminuya en la medida en que la vida va ganando categoría".
Ernst Jünger, "Esgrafiados".

"Este tiempo nuestro es abundante en mártires desconocidos; y la profundidad de


sufrimiento que posee es tal que ningún ojo ha visto todavía su fondo".
Ernst Jünger, "El Trabajador. Dominio y Figura".
«Quien muere con amor a este mundo, es un hipócrita; quien muere con el anhelo del
Paraíso es un asceta; pero quien muere enamorado de la Verdad, es un sufí».
Shebli ‫شبلي‬

«Imaginemos a un grupo de hombres encadenados, todos ellos, condenados a muerte,


algunos de los cuales son degollados cada día en presencia de los demás, quienes
aguardan, con dolor y sin esperanza, que les llegue su turno: tal es la imagen de la
condición humana».
Blaise Pascal

"El budista intenta morir de forma consciente, plena, sin temores ni lamentos, puesto que
considera la muerte como una antesala de la reencarnación, y al cuerpo como un tronco de
árbol seco y hueco, que diría un maestro zen."

«La muerte es el gran tránsito. Nuestro cuerpo físico es sólo la crisálida, nuestro verdadero
ser, la mariposa, es inmortal e indestructible y se libera en el instante que llamamos
muerte».
Elizabeth Kübler-Ross

En los bosques de Nóvgorod, en el Rus de Kiev, allá por el siglo X, cuando un hombre tenía
un hijo, cogía una espada desenvainada, la colocaba entre las manitas del bebé, y le decía:

«No te dejaré ninguna riqueza, y sólo tendrás lo que ganes usando esta espada».

«Se dice que la doctrina de Buda nos enseña que el sufrimiento desaparece si se medita lo
suficiente. No es eso en absoluto. El sufrimiento no va a desaparecer, el que sufre
desaparece».
Ayya Khema

«En el zen, como en las artes marciales, el entrenamiento cuenta mucho. ¿Cuánto tiempo
hay que entrenarse? Mucha gente me lo ha preguntado: '¿Durante cuántos años tengo que
practicar zazen?' Yo respondo: hasta la muerte».
Maestro Deshimaru

«Todas las enseñanzas no son más que referencias.


La verdadera experiencia es vivir tu propia vida».
Ming-Dao Deng

«No tienes que preocuparte o perder el sueño por el mundo: continuará sin ti».
Swami Vivekananda

«La felicidad, antes que nada o después de todo, es un supremo contento, no vanidoso,
sino puro, con el propio yo insobornable, un no encontrar a solas con nuestra conciencia,
reproches o vergüenzas que la inquieten».
César González-Ruano
«Es necesario prepararse para la muerte mañana y noche y día tras día. Porque el miedo a
la muerte hace al hombre cobarde y lo predispone a la esclavitud».
葉隠 Hagakure

«No trates de seguir las huellas de los antiguos; busca lo que ellos buscaron».
松尾芭蕉 Matsuo Bashō

Stirner no se deja enredar en la discusión sobre las ideas, y menos aún en las ideas de
felicidad. Busca la fuente de la dicha, del poder, de la propiedad, de lo divino, en sí mismo.
No quiere estar al servicio de nadie.

Ernst Jünger, Eumeswil

''O impulso de amor, levado ao extremo, é um impulso de morte.''

Georges Bataille

"Mientras en la Tierra vivan mujeres hermosas no puede ser que las cosas carezcan
completamente de sentido".
Ernst Jünger, "Jardines y carreteras" (en "Radiaciones", vol. I)

"Llegaban incluso a constituirse en jueces de Dios, que permitía tales cosas... como si
nunca hubieran oído hablar de Sodoma, la ciudad cuyo destino se repite incansablemente
en cada giro de la historia".
Ernst Jünger, "Heliópolis".

"...hay que agradecer sólo a la Iglesia, aparte de a algunos soldados, el que no se haya
llegado bajo el júbilo de las masas al canibalismo abierto y a la adoración entusiasta de la
bestia [...] Los otros poderes, por muy social y humanamente que se comportaran, pusieron
pies en polvorosa. No se debería ayudarles en sus descomposiciones insípidas".
Ernst Jünger, "Sobre la línea".

"Es probable que en el circo romano, junto a la furia ciega de las masas estuviera vivo entre
las clases cultas un sentimiento de esa índole: la exaltación que experimenta el ser
humano, cuando cree representar el destino. Que se tenía conciencia de la bajeza de ese
placer demoníaco lo ilustra el hecho de que las estatuas de los dioses fueran cubiertas con
velos".
Ernst Jünger, "El corazón aventurero. Figuras y caprichos".

"La caída de los dioses, vivida en un principio como liberación, dejaría tras de sí un terreno
baldío y sin nombre. Al principio las ideas se instalarían en él como la avena loca, lo cual
haría aún más desolado el desierto. Quien llegara entonces con agua, o quien sólo supiera
de la existencia del agua, los tendría a todos en su mano".
Ernst Jünger, "El tirachinas".

"En la antigua China se decía que si el emperador estaba sentado en el trono, el imperio
estaba en orden. No se trata de un privilegio. También es así para el zapatero silesio,
sentado en su tajuela. En el hecho de estar sentado, y no en el sillón en sí, radica el
misterio".
Ernst Jünger, "Esgrafiados".

"Lo que la abuela hacía gratis, y además nos daba un caramelo, puede costar hoy
trescientos marcos. A eso yo no lo denomino una explosión de los costes, sino del cerebro".
Ernst Jünger, "Pasados los setenta IV. Diarios (1986-1990)".

"Con la caverna de Platón y el espejo de San Pablo se nos han transmitido dos modelos en
los que se interpenetran casi sin solución de continuidad el sentir humano y la
transcendencia: ambos modelos llevan muy cerca del origen".
Ernst Jünger, "La tijera".

"Ésta es la razón por la que fracasan los soldados puros; porque no basta con la simple y
desnuda voluntad de orden (...) Falta la fe que ofrece resistencia a los cañones".
Ernst Jünger, "Heliópolis".

"Cuando vemos a alguien hacer algo por última vez, aunque sea sólo comer un trozo de
pan, esta acción adquiere una prodigiosa profundidad. Asistimos a la transformación de lo
efímero en sacramental".
Ernst Jünger, "Eumeswil".

"Hoy en día sólo puede vivir quien ya no crea en un "happy end", quien haya renunciado a
él a sabiendas. No existe un siglo feliz, pero sí existe el instante de la dicha y existe la
libertad del momento".

"La perfección humana y la perfección técnica son incompatibles. Si queremos la una


debemos sacrificar la otra; en esta decisión comienza la bifurcación. Quien llegue a
descubrirlo trabajará más limpiamente, de una manera u otra".
Ernst Jünger, "Abejas de cristal"

Los santuarios de Esculapio estaban adornados con estatuas del dios, a menudo muy
bellas, a juzgar por las que han sido descubiertas.
Según los medios de cada cual, le eran ofrecidas víctimas y ofrendas: un buey, una oveja,
un gallo, pasteles de flor de harina, aceite, incienso. Es probable que los sacerdotes
dirigiesen a la multitud de peregrinos, explicándoles prolijamente, de la manera
que describió Plutarco en su De áefectu oracülorum, las virtudes
del dios y de su culto, y excitasen su fe y su esperanza, comentando
las curaciones milagrosas producidas en el santuario y corroboradas por numerosas
inscripciones y exvotos aportados por
los enfermos que se habían mostrado agradecidos y estaban curados, para glorificar al dios
y para edificación de los suplicantes
que habrían de sucederles.
Llegada la noche, había lo que Aelius Arístides llama «la hora de las lámparas sagradas»,
celebrada sin duda delante de los templos
iluminados por antorchas: debía de ser una especie de oficio nocturno o de hora santa, pero
durante la cual, a diferencia del
himno de completas de la liturgia católica —que implora una noche sin sueños—, los
devotos de Asclepio debían redoblar su
fervor para suplicar al dios que les otorgase el sueño tan buscado
y esperado.
Por último, iban a acostarse en el ábaton: se instalaban sobre la piel de la víctima inmolada
a Esculapio o se envolvían en mantas, y empezaba el sueño sagrado. Un servidor del
templo, probablemente un zácoro, pasaba al pórtico, apagaba las luces e
invitaba a los peregrinos a dormir. Las grandes serpientes amarillas
de la región, inofensivas, naturalmente, y que eran emblema de Esculapio, reptaban
libremente entre los durmientes, y su presencia
debía contribuir al extraño aspecto de aquel ambiente cargado
de misterio...
Sólo después de realizadas estas ceremonias preparatorias aparecía el dios para indicar a
los consultantes los regímenes a seguir, los tratamientos a aplicar, los actos religiosos a
cumplir y las
ofrendas que tenían que hacerle.
En el curso de los siglos durante los cuales fue consultado el dios de la salud, se produjo
una evolución en la índole de los sueños.
Las inscripciones descubiertas en Epidauro y publicadas en el libro de Defrasse y Lechat
son, en efecto, pura y simplemente milagrosas.
Su esquema es el siguiente: un enfermo sueña que está curado de su parálisis o de su
ceguera, y, al día siguiente, al despertar, se mueve o ve tanto como hubiese podido desear;
por ejemplo, un tal Clinatas de Tebas, desdichadamente cubierto de piojos, sueña que el
dios lo desnuda, coge una escoba y le libra con ella de sus parásitos, y, efectivamente, se
encuentra, por la mañana, libre de los infectos animalitos. El sueño es terapéutico en sí
mismo. Las inscripciones que leemos en la isla del Tíber no indican una curación inmediata,
sino un principio de consulta médica: Esculapio aporta, ahora, remedios o actos
propiciatorios. Así, por ejemplo, aconsejó a un tal Gaius que para recobrar la vista se
acercase al altar, orase ante él, cruzase el templo de derecha a izquierda, tocase el altar
con la mano y se pasara ésta por los ojos; o bien ordenó a cierto hijo de Lucius que para
curarse de la pleuresía
que padecía pusiese ceniza sobre el altar, la mezclase con vino y se la aplicase sobre el
costado. Sin embargo, también en este caso la curación es inmediata e infalible. Más tarde,
nos encontramos con consultas médicas en toda regla. El singular personaje que fue Aelius
Arístides, filósofo y retórico del siglo II de nuestra Era, que se complace en enumerar las
enfermedades que padecía... y no nos ahorra ninguno de los vomitivos, laxantes, lavativas,
emplastos y otros productos o utensilios farmacéuticos que empleó, nos da igualmente
abundantes informes sobre los tratamientos y remedios que recibía, en sueños, de
Esculapio. Algunos de ellos son anodinos: ejercicios gimnásticos, abluciones con agua fría,
absorción de jugos de plantas o de agua de sal: el agua, a la cual da el nombre de
«servidora y auxiliar» del dios, desempeña un papel importante. Sin embargo, Esculapio
mostrábase también exigente con su fanático devoto y le prescribía medicamentos capaces,
al parecer, de enviar ad patres a personas de espléndida salud y, a fortiori, a un museo de
dolencias como él. Por ejemplo, hallándose nuestro hombre en Focia, le ordenó que se
bañara en el Medis, en pleno invierno y con un frío horrible, cosa que el bueno de Arístides
hizo sin vacilar, a la luz del día y seguido de un cortejo de amigos y médicos y de una
asombrada muchedumbre; y salió de ello con bien. En otra ocasión, y por mediación de un
guardián del templo que soñó por él, el dios le prescribió que se hiciera quitar los huesos y
los nervios corrompidos, pero, afortunadamente, tranquilizó después a su devoto —muy
asustado ante la perspectiva de la más grave operación imaginable— proporcionándole un
remedio lo bastante enérgico para producir un cambio en sus nervios y en sus huesos;
remedio, por lo demás, bastante benigno, pues consistía únicamente en beber aceite sin
sal. Pasamos, pues, de la curación inmediata a la curación por un remedio inmediatamente
eficaz, y, por último, a un tratamiento médico con curación a plazo más o menos largo.
(André Taffin, Comment on révait dans les temples d'Escülape. Comunicación a la
«Assotiation Guillaume Budé», 1961, págs. 327-334.)

"Si existiera un gran ser al que no le costase ningún esfuerzo abarcar de una sola mirada el
espacio que desde los Alpes se extiende hasta el mar, vería todo aquel trajín como una
graciosa batalla de hormigas, como un suave martilleo en una misma obra. Pero nosotros
vemos únicamente una parcela minúscula, y por eso nuestro pequeño Destino nos aplasta y
la Muerte se nos aparece con una figura terrible. Tan sólo podemos conjeturar que estas
cosas que aquí ocurren forman parte de un gran orden, y que en algún lugar se anudan,
para formar un sentido cuya unidad se nos escapa, esos hilos de los cuales pendemos y en
cuyo extremo realizamos contorsiones aparentemente absurdas e incoherentes."
― Ernst Jünger

"Lo cardinal de toda angustia, aunque sólo sea por una astilla en el dedo, es el temor a la
muerte; éste reviste hoy una solemnidad que no es un buen presagio.
Los templos de nuestro tiempo son los hospitales; pero hay que dudar que en ellos siga
imperando Esculapio".
Ernst Jünger, "Pasados los Setenta III. Diarios (1981-1985)".

"La idea del Eterno Retorno es como el pez que quiere saltar de la sartén. Cae en las
brasas".
Ernst Jünger, "Eumeswil".

"Si se consigue separar al cuerpo de la esencia, es decir, si se consigue el


autodistanciamiento, hemos ascendido ya el primer peldaño hacia el poder espiritual. A esto
se enderezan muchos ejercicios... desde la instrucción militar hasta la meditación del
ermitaño".
Ernst Jünger, "Eumeswil".

"Antes de obrar se debería ponderar la situación. Eso aconsejan muchos proverbios, en


parte venerables. A este respecto, también vale la vieja y buena máxima: "De los
escarmentados nacen los avisados". Cuando salimos con un ojo morado, hemos aprendido
algo que, tal vez, pueda ser útil para otros".
"Acercamientos. Drogas y ebriedad", Ernst Jünger.

"La conversación con los muertos se cuenta entre los síntomas de la edad; crece con la
soledad. En los cementerios orientales he visto viudas en las tumbas sin adornos; movían
los labios, a lo mejor tenían también respuesta".
Ernst Jünger, "Pasados los setenta. Diarios (1971-1980)".

"Durante las crisis lo bueno para la persona singular es que no se la vea; y lo mejor, no
estar presente. Aquí tienen importancia dos presupuestos: el camuflaje y la movilidad".
Ernst Jünger, "La tijera".

"El hombre más fácil de asustar es, ciertamente, quien cree que todo ha acabado cuando se
ha extinguido su fugaz apariencia".
Ernst Jünger, "La emboscadura".

"Un dolor lancinante, la pérdida de una persona querida, de un gran amor, un éxito o un
ataque epiléptico pueden asociarse igualmente a la irrupción de nuevos conocimientos y
capacidades".
Ernst Jünger, "Acercamientos. Drogas y ebriedad".

"El tiempo no es más que una forma de la ausencia".


Ernst Jünger, "Acercamientos. Drogas y ebriedad".

''Salve-me, oh Deus, de ter certeza absoluta; mantenha-me inseguro até o fim, para que
quando eu receber a bênção eterna, eu possa estar completamente certo de que a tenho
pela graça.''

-Søren Kierkegaard

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