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Cantú 1

Victoria Cantú
Mtra. Luz María Santos
Historia Universal
10 mayo 2022

“El antisemitismo es exactamente lo mismo que el despiojamiento. Deshacerse


de los piojos no es una cuestión ideológica, sino de limpieza. Así mismo, para
nosotros el antisemitismo no ha sido una cuestión ideológica, sino de
limpieza.”
-Heinrich Himmler1

“En su monumento [el de los caídos] la historia escribirá:


«Aquí duerme un humano».”
-Vasili Grossman

Deshumanización y re-humanización: La Alemania Nazi versus Vasili Grossman

Durante trece meses, al menos tres millones de vidas fueron cobradas en el


campo de exterminio de Treblinka. El uso de las cifras para comunicar la frialdad y
crueldad de los campos de exterminio nazis durante la Segunda Guerra Mundial es
amplio y genera una respuesta fuerte por parte de la audiencia. Sin embargo, dicha
reacción es momentánea. El lector promedio probablemente no alcance a dimensionar lo
que significa, pues los números rara vez generan empatía. Así lo demostró ampliamente
el régimen nazi mediante sus prácticas. Los números son importantes para entender la
magnitud de lo ocurrido, sin embargo, para comunicar realmente siquiera una fracción
del desgarrador sufrimiento que ocasionó el campo de Treblinka, hace falta retratarlo
desde varios ojos, desde varias perspectivas. Esto debe ser a través de un relato que
cuente las historias de las personas, tanto de los oficiales como de los muertos vivos.
Las guerras se hacen entre personas. La deshumanización creada por la Alemania nazi
mediante mecanismos como la privación de la dignidad, la industrialización de la
matanza y la diversión con crueldad fue lo que permitió que un lugar como Treblinka
fuera ideológicamente justificado, mientras que la re-humanización de todos los

1
Citada en "Conscience and Memory: Meditations in a Museum of the Holocaust" - Page 29 - by Harold
Kaplan - History - 1994
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participantes creada por Grossman a través del uso de nombres, ocupaciones y el relato
de acciones tanto individuales como colectivas es lo que permite contar la historia de las
personas, no de las estadísticas, para recordar por qué es obligación de todo ser humano
velar porque no se repita.

Los mecanismos de justificación que usaba el régimen nazi para validar sus
acciones en los campos de concentración tienen como fin último deshumanizar a los
individuos indeseados a través de la privación de la dignidad, la industrialización
masiva de la matanza y la diversión con la crueldad. Lo dice Vasili: “Así pues, el
proceso de trabajo de la fábrica de Treblinka se reducía a privar sucesivamente al
hombre de todo lo que venía gozando desde su creación por la sagrada ley de la vida.”
En Treblinka se les quitaba todo: la libertad, la casa, la patria, los objetos sentimentales
como cartas y fotografías de sus seres queridos, a sus seres queridos, la ropa, el cabello,
los documentos, el mundo… y la vida. Grossman ve algo cierto: los alemanes nazis le
encontraban valor a todo (dientes, cabello, ropa, pertenencias, cuero, papel, etc.)
excepto a lo más valioso: la vida.2 Aquella fábrica de muerte, estaba perfectamente
industrializada y eficientizada. El sistema diseñado para matar a personas rápido y sin
molestias estaba perfectamente calculado y claramente prestado de una organización
industrial de producción en cadena.3 Los itineraros, las llegadas a ciegas, las mentiras
para obtener cooperación, los supuestos baños, los pasillos, las zanjas, todo…hasta la
plataforma inclinada para que los cuerpos caigan por efecto de la gravedad. Esta forma
de matanza, rápida y sin problemas4, contribuía al distanciamiento racional y emocional
de los nazis. Reducían a los seres humanos hasta que en sus propios ojos fuesen nada,
convenciéndose así de que simplemente se estaban deshaciendo de piojos. Ahí, los seres
humanos perdían toda dignidad y quedaban industrialmente reducidos a objetos,
facilitando que los guardias viesen a las víctimas como juguetes desechables, como
productos insensibles para su entretenimiento. Las burlas, los circos, las violaciones, la

2
“Las bestias lo utilizaban todo: el cuero, el papel, los tejidos, todo lo que sirve al hombre era necesario y
útil para las bestias; únicamente el valor más grande que existe en el mundo, la vida, era pisoteado.”
(Grossman, 309)

3
“Pues el cadalso de Treblinka no era un cadalso sencillo: era un lugar de ejecución en cadena,
método adoptado por la producción industrial contemporánea.” (Grossman, 313)

4
La recepción del nuevo contingente se llevaba a cabo siguiendo un horario riguroso, de tal
manera que las víctimas entraran por el «camino sin regreso» precisamente en el momento en
que los últimos cadáveres de «gaseados» eran arrojados a la fosa. Ésta seguía sin cubrir, esperaba.
(Grossman, 317)
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tortura, matar por diversión personas que buscaban comida, las carcajadas ante las
desgracias que ellos provocaban, y la diversión cruel permitían que los dirigentes de
Treblinka vieran en sus iguales nada más que un juguete defectuoso producido en masa,
listo para ser incinerado. 5 Así, los guardias podían facilmente dormir de noche, pues
según ellos, estaban limpiando.

Y de todo lo que la Alemania nazi les quitó a sus víctimas, Vasili trata de
regresarles una de las cosas más importantes: su humanidad. Nombrando víctimas,
oficiales y testigos, contando sus ocupaciones u objetos valiosos y relatando tanto
emociones como reacciones individuales y colectivas, Grossman hace que nos importen
las personas, sus vidas, sus emociones, y por lo tanto nos mete al mundo del campo de
Treblinka: un auténtico infierno. El autor está en lo correcto al decir, “Mientras la Tierra
exista, ya nadie sabrá nunca los nombres de los caídos.” Sin embargo, él mismo hace un
esfuerzo por dar los nombres de la mayor cantidad de personas que puede, para mostrar
que tanto las víctimas como los agresores eran humanos, que los agresores estaban
matando a sus iguales con desdén y frialdad. Además, estos nombres nos regresan a que
esto pasó en este mundo, con personas con nombre y vida alrededor que lo vieron todo:
que vieron a los trenes pasar, que vieron las flamas de ocho metros, que vieron las
cenizas. Este mundo ya no recordará los nombres de los caídos, pero sí de quienes lo
hicieron y lo vieron. Al leer las diversas ocupaciones y situaciones de las personas
exterminadas, el lector comprende al nivel más profundo que eran seres humanos, cada
uno con toda una vida. Eran cocineros, panaderos, campesinos, joyeros, carpinteros...
cada persona “gaseada” se dedicaba a un trabajo, tenía pasiones, tenía sueños. 6 Es aún
más fuerte el relato desde el punto de vista de los recién llegados. El autor nos lleva de
la mano por un camino de empatía. El impacto emocional de imaginar cómo madres,
padres, hijos, nietos, abuelos, familias llegaban sin saber su destino o desesperados por
lo que les aguardaba; de ver las acciones desesperadas de aquellos quienes en momentos

5
“Organizaron competiciones de fútbol entre los condenados a muerte, les obligaban a jugar al marro,
instituyeron un coro y danzas con los presos. […]Obligaban a gentes ensangrentadas a que algunos
minutos antes de su muerte ensayaran a coro unas estúpidas canciones sentimentales alemanas.[…] Una
de las principales distracciones consistía en la violación y el ensañamiento con las mujeres jóvenes y
guapas y las muchachas que separaban de cada contingente de condenados.” (Grossman, 329)

6
“Por estas calles, hoy muertas, caminaban decenas y centenares de miles de hombres: catedráticos,
maestros, cerrajeros, artistas, mecánicos, contables, médicos, relojeros, arquitectos, ópticos, ingenieros,
tejedores, panaderos.” (Grossman, 348)
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desesperados cuidaban de sus seres queridos o luchaban hasta con el último aliento 7; de
escuchar a lo lejos los gritos desgarradores; de sentir el calor o el dolor de morir
ahogado. Como dice Grossman, “Emocionan hasta lo más profundo del alma, quitan el
sueño y la tranquilidad los relatos sobre cómo los cadáveres vivientes de Treblinka
conservan hasta los últimos minutos, no ya la apariencia, sino el alma humana.”

Vasili nos muestra cómo los nazis le quitaron todo a quienes mandaron a sus
campos. El deshumanizarlos, tratarles como inferiores y aprovecharse de ellos fue tan
sencillo como común. Al privarles de un nombre, pertenencias, tranquilidad, decisiones
y finalmente dignidad, los oficiales les dejaban en un estado de subyugación completo.
Los oficiales estaban completamente insensibilizados a la matanza, pues un
distanciamiento emocional ocurría. Este está muy ligado a las diversiones de los
oficiales y sus crueldades. Había una distancia ideológica entre iguales. Por otra parte,
el autor recupera sus nombres. Nos cuenta sus vidas, sus reacciones, historias de
personas valientes. Grossman les regresa un poco del poder de su dignidad, mientras el
lector va desarrollando una profunda empatía por los personajes, por los seres humanos
que pasaron por ahí. Quizás no recuerdes que en trece meses tres millones de vidas
fueron tomadas en Treblinka, pero definitivamente jamás olvidarás por la crueldad que
sufrieron esos tres millones de seres humanos. Es entonces cuando la audiencia entiende
el propósito de reflexión ante lo sucedido y la importancia de conocer la historia para no
repetirla. Es este, finalmente, el deber de todo ser humano que defienda la libertad, la
vida, y su valor.

Bibliografía
Grossman, Vasili. (2009). El infierno de Treblinka. En Años de guerra(297-327).
. Barcelona: Galaxia Gutenberg.

7
“Pero todos ellos, tanto las madres que cubrían con su cuerpo a sus hijos como los niños que se secaban
las lágrimas ante sus padres y aquellos que lucharon con cuchillos y arrojaron granadas y que cayeron en
el combate nocturno, y la muchacha desnuda, parecida a las diosas de la antigua Grecia que luchaban
solas contra decenas, todos ellos sumidos en la nada, conservaron eternamente el mejor de los nombres, el
que no podrá hundir en la tierra la jauría de los esbirros de Hitler y Himmler: la denominación de
«humanos».” (Grossman, 313)

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