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El ornitorrinco es una de las criaturas

más raras del mundo: aunque es un


mamífero, pone huevos; y amamanta
a sus crías pero no tienen mamas.

El ornitorrinco, una especie endémica de Australia occidental y de la isla de Tasmania


parecido a un castor y dotado de un pico de pato, exhibe una variedad de características
extrañas: pone huevos en lugar de dar a luz crías vivas, produce leche y tiene unos
espolones venenosos, además de muchos más cromosomas sexuales que los demás
mamíferos. Por algo es considerado uno de los animales más extraños del mundo. Ahora,
un equipo internacional de investigadores dirigido por la Universidad de Copenhague ha
realizado un exhaustivo análisis del genoma de esta extraña criatura y de sus primos
hermanos: los equidnas. Sus conclusiones, publicadas recientemente en la revista Nature,
aportan nuevos datos sobre esta criatura y su evolución.

Pone huevos, pero amamanta a sus crías. No es un ave, pero tiene un hocico en forma de
pico de pato. Carece de dientes y los machos cuentan con un espolón venenoso. Desde
que los europeos descubrieron el ornitorrinco en Australia a finales del siglo XIX, la
peculiar criatura semiacuática ha desconcertado a la comunidad científica. Ahora, según
esta nueva investigación, se sabe que que los monotremas, el orden al que pertenecen, se
separó de los terios, la subclase de mamíferos a la que pertenecemos nosotros, hace unos
187 millones de años, unos 21 millones de años antes de lo que se pensaba, mientras que
las dos especies (ornitorrincos y equidnas), pudieron separarse entre ellas hace unos 55
millones de años. La secuenciación genética de ambas especies ha permitido a los
investigadores arrojar nueva luz sobre la evolución de estas extrañas criaturas, y por ende,
de todos los mamíferos.

La importancia de la genética y la evolución


Para entender mejor la importancia de este estudio es preciso primero remontarse hasta
los primeros ancestros de los mamíferos: los primeros sinápsidos, que difirieron de su
grupo hermano, los saurópsidos, hace aproximadamente unos 300 millones de años. Estos
dieron origen a los reptiles actuales, las aves y los dinosaurios, mientras que los sinápsidos
siguieron evolucionando hasta hace aproximadamente unos 200 millones de años, cuando
aparecieron los primeros mamíferos de los que se tiene constancia, entre ellos
australosfénidos, el clado al que pertenecen los actuales ornitorrincos y los equidnas. ¿Por
qué son tan extraños? ¿Qué características genéticas de estas criaturas pervivieron hasta
nuestros días? ¿Tienen los actuales mamíferos algún rasgo genético en sus cromosomas
que proceda de un antepasado común? Son algunas de las respuestas que buscaban los
investigadores.
“El genoma completo nos ha proporcionado las respuestas a cómo surgieron algunas de
las particularidades que convierten a estas criaturas en unos seres tan extraños. Al mismo
tiempo, descodificar el genoma del ornitorrinco es importante para mejorar nuestra
comprensión de cómo evolucionaron otros mamíferos, incluidos los humanos. Cómo
evolucionamos para convertirnos en criaturas capaces de dar a luz crías vivas ”, explica el
profesor Guojie Zhang del Departamento de Biología de la Universidad de Copenhague.

Los ornitorrincos -asegura Zhang- pertenece a la clase de los mamíferos, aunque han
conservado muchas de las características originales de sus antepasados, lo que
probablemente contribuya a su éxito en la adaptación al entorno en el que viven.

Pone huevos pero amamanta a sus crías


Una de sus peculiaridades más destacadas es que son capaces de poner huevos y
amamantar a sus crías, dos cualidades aparentemente incompatibles entre sí. Aunque, a
diferencia de los equidnas, esta última función la realizan sin contar con glándulas
mamarias. Es decir, la leche que producen ‘exuda’ directamente de los poros de la piel.

La respuesta a esta particularidad, según se detalla en el estudio, radica en la expresión


los tres genes de la vitoligenina, una proteína precursora en la formación del huevo. Los
tres genes están presentes, por ejemplo en las aves, pero no en los humanos. El estudio
descubrió que los ornitorrincos todavía conservaban uno de esos tres genes, a pesar de
haber perdido el otro hace aproximadamente unos 130 millones de años, razón por la que
siguen poniendo huevos, aunque ya no necesitan de esa proteína para que sus crías se
desarrollen.
En todos los demás mamíferos, entre los que nos encontramos los humanos, los genes de
la vitelogenina han sido reemplazados por los de la caseína, una proteína de alto valor
biológico presente en la leche. De hecho, los investigadores descubrieron que la leche que
producen los ornitorrincos es bastante similar a la de otros mamíferos como las vacas
lecheras a los humanos.

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