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Raúl Teoti: “(...) y allá en Colonia Dolores había violín, violín que
fue estudiado o enseñado por los sacerdotes (...), porque como fue
dominado por curas, el dominio, en los tiempos de los francisca-
nos, no sé... O en San Javier, tenían, los dominaron así con esa re-
ligión y siempre hubo el violín en la religión católica, siempre estu-
vo el violín
Silvia Citro: claro y aprendieron a tocar
Raúl: de ahí aprendieron y me parece que ahí salió también algún
baile”
En Colonia Dolores, entre los músicos del “baile paisano” que fueron
más recordados, se encontraban: Florencio Conaqui, Silvano Veláz-
quez (conocido como Don Silva) y Dionisio Lesati. Veamos los relatos
de Alfredo Salteño, Raúl Teotí y Juan Palacios, de Colonia Dolores:
Silvia Citro: “(...) ¿Había gente que armaba sus propios violines?
Modesto González: Sí.
Silvia: ¿Y se acuerda si los hacían de madera o de lata1?
Modesto: Sí, de madera lo hacían. Un tal... Costancio, de Malabri-
go, él trabajaba esos trabajos.
Silvia: ¿Y era mocoví...?
Modesto: Sí, mocoví, estancia Álvarez se llamaba, entonces él tra-
bajaba y le enseñaba a la gente cómo tiene que hacer. Muchos ve-
nían y miraban, escuchándole y mirando el trabajo de él. Y cuan-
do estaba listo, le enseñaba a poner las cuerdas del violín, y ahí a
1
Entre los grupos toba y pilagá está muy difundido un instrumento musical de una
sola cuerda que los aborígenes suelen denominar “violín de lata” o nvique, de allí
mi pregunta. Este instrumento es ejecutado por los hombres y se le otorgaba un es-
pecial poder para atraer a las mujeres. Para una descripción del mismo, puede
verse Ruiz (1985: 73).
Música, danzas e identidad 87
Silvia Citro: “(...) Modesto, ¿y alguna vez vio si alguien había hecho
una guitarra pero con una lata, en vez de hacerla de madera...?
Modesto González: Sí, también hay, un tal Pancho Troncoso hacía
una guitarra de lata. Tiene que comprar tijera de cortar lata, des-
pués clavos, pintura, el traste, todo, después la clavija de madera
pero la caja es todo lata. Le pinta después: rojo, amarillo, le dibu-
jaba todo, la gente criollo le miran, porque “yo lo hice para que
haiga música paisana”, Pancho Troncoso.
Silvia: ¿Y era mocoví?
Modesto: Mocoví, de Colonia 94, y el año fue el 58, hace muchos
años estaba él (...).
Silvia: Y estas guitarras que hacían con lata, las cuerdas ¿con qué
hacían las cuerdas...?
Modesto: Las cuerdas es la tripa del chivo. Lo orean bien y lo tuer-
cen bien, como sea oveja también, le limpian bien y le tiran, como
ser la madera aquella a la otra. Calculando las distancia más o
menos de que salga 70 o 80 de largo ya sirve. Le tuerce bien todi-
to, todito y después le ata. En las dos puntos entonces cuando se
seca, le limpia bien, le pasa el aceite bien brilloso, ahí están las
cuerdas. ¡Qué práctica! ¿eh? Yo he visto a Don Coria cuando esta-
ba trabajando, todos los chicos miraban: “esto es para nuestra es-
cuela, la guitarra, ahá, mirá como trabaja el abuelo”. Bien hecho,
bien hecho, le fue al temple, entonces él empareja. Si está grueso
en una parte le pone para tercera o si no por cuarta o por sexta, y
la más finita es la prima y segunda. Sabe probar si el lugar es ése o
no. Y si no baja otra vez, tiene que sacar las cuerdas y ponerlas
más arriba. Y cuando sale el sonido bien, entonces ahí es el lugar,
ya está listo, empieza a hacer otra guitarra. ¡Muchas guitarras!
¡uh...! estaba en ese trabajo él, muy práctico para hacer guitarras.
Silvia: ¿Y Coria también hacía de lata?
Modesto: Sí, sí, todos los hijos (...). Después murió el viejo y quedaron
90 Silvia Citro | La Fiesta del 30 de Agosto entre los mocoví de Santa Fe
Silvia Citro: “(...) Modesto, ¿y alguna vez escuchó si para los bailes
paisanos, para la música de los bailes paisanos, si le sacaban algu-
na cuerda a la guitarra y tocaban con menos cuerdas?
Modesto González: Sí, también, si sale la prima le mete con la se-
gunda igual, sigue por la segunda. Porque la prima es la principal.
Si el guitarrero sabe bien, no mira por la primera, se saltea por la
segunda y toca por la sexta, por la segunda, cuarta. Hoy ya no hay
más eso, no puede, si faltó la prima o la sexta ya no pueden tocar
la guitarra. El sonido, la compás, se pierde, porque no entiende
cómo suena todo eso, para dejar, para poder tocar. La gente de an-
tes no, no le interesaba que falte la prima o que falte la sexta, igual
tocaban. La manera que están enseñando a la gente, tienen que
decirle a la gente que si falta un día una clavijera de segunda, ter-
cera, sigan, saltean, por ejemplo, falta tercera y le meten quinta o
sexta. Y ahí están, salen los Chamamé.
Silvia: ¿Y el baile paisano también...? La música del bravo... ¿Aun-
que faltaran cuerdas igual la hacían...?
Modesto: Sí, sí, a veces con tres cuerdas también la hacían. Con
tres cuerdas tocaba Don Coria. La gente le preguntaba ¿por qué
tocaba así?. Y bueno, él lo sabe, cómo es la compás, cómo es el paso,
Música, danzas e identidad 91
Mi papá era guitarrero de los paisanos, sí, porque él, sacaba una
cuerda de la guitarra y tocaba con cinco cuerdas. Había viejitos
que bailaban.
Silvia Citro: ¿Los viejitos bailaban el baile más paisano...?
Pablo: Más paisano, ése era el baile de los paisanos.
Silvia: ¿Así que tocaba con cinco cuerdas su papá...?
Pablo: Sí, le sacaba la de arriba, la sexta y tocaba con cinco, y el
cantaba también.
Silvia: ¿Y cantaba en el idioma?
Pablo: Sí, en mocoví.
Silvia: ¿Y eran cantos que inventaba él, en mocoví...?.
Pablo: No sé si eran cantos que inventaba él, pero él cantaba
cuando se le ocurría, tenía su canto. Pero ya te digo que era muy
chico yo, todavía no tengo recuerdos, habré tenido ocho o nueve
años.
Silvia: ¿Y bailaban en ronda?
Pablo: ¡Sí!, bailaban en ronda. Y la gringada sabía todo, la gringa-
da de Alejandra se iban con auto a ver.”
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En la bibliografía antropológica, estos personajes suelen denominarse “héroes cul-
turales”, pues gracias a su intervención en el tiempo mítico, se pudieron obtener
preciados bienes culturales, como el fuego, la domesticación de una planta, el
aprendizaje de una técnica de caza, de ejecución de instrumentos musicales, de
construcción de diferentes herramientas, etc. En lo que refiere a los mitos sobre el
origen del fuego en otros grupos guaycurú, entre los toba, es también el carancho
el personaje que lo obtiene. Se lo denomina Pokole o Wole, en la zona de Miraflores
en la provincia del Chaco (Cordeu, 1969-70), Kakadé, en el oeste de la provincia de
Formosa (Métraux, 1946), y Taanki en el este de esa provincia (Wright, 1989).
94 Silvia Citro | La Fiesta del 30 de Agosto entre los mocoví de Santa Fe
ese fuego dice, lo soplaban y no, cada vez menos, menos, entonces
después buscaron a, a otro que le dicen el cuatro cuervo, un pajari-
to así chiquito, como el dormilón es, no sé si lo conocen...
Beatriz: ¿Cómo es...?
Pablo: Es un overo que en el campo, en las chacras, sabe haber,
como el caranchillo que solo en la noche anda (...).
Silvia: ¿Y en mocoví tiene nombre?
Pablo: Tilagalo, bueno ése lo buscaron, acá se siente cantar a ve-
ces cuando hace calor: “chorizo fresco, fresco, fresco” [cantando],
así canta. Y lo buscaron a ése y fue y lo sopló. Y bueno, tanto que
soplaron, vos viste que tiene una boca grande él, si él caza mos-
quito, vive cazando mosquito nomás de noche cuando canta así,
porque está cazando mosquito, comiendo. Dice que tanto que so-
pló, sopló y sopló hasta que los hizo hervir, por eso quedó marrón,
porque se había chamuscado también, con el golpe se encendió el
palo, se chamuscó, por eso quedó marrón, se chamuscó el pelo. Y
el único que lo podía salvar el tizón de fuego era él, dice, otro inte-
ligente le había dicho que era el único que le podía salvar el fuego.
Silvia: Y lo salvó al final...
Pablo: Y lo salvó al fuego pero se quemó, se chamuscó todo, por
eso quedó marroncito, ¿Vio? (riendo). Y ahí no sé después... ¡Ah! y
por eso dice nosotros que mediante ese pajarito, dice que median-
te ése, por eso nosotros tenemos fuego, porque dice que si se apa-
gaba el fuego nosotros íbamos a comer la comida cruda, carne, to-
do crudo, Nesoxoi, la única que come la carne cruda es Nesoxoi3.
Entonces mediante eso que hizo dar del fuego, entonces sí.
Beatriz: ¿Y ése se lo dio de nuevo a la gente...?
Pablo: Sí, entonces la vizcacha quedó sin fuego y nos dio a nosotros.
Silvia: Ah, porque era la vizcacha la del principio, la del campa-
mento.
Pablo: Claro, por eso que la vizcacha quedó con la leña nomás
ahora, ellos hacen, bailan toda la vuelta a la casa, la vizcachera
3
Nesoxoi es una entidad vinculada con los tabúes femeninos durante el período de
menstruación, concretamente con la prohibición de comer carne. Así, los relatos
señalan que cuando las mujeres trasgreden esa prescripción, quedarían expuestas
a la amenaza de transformarse ellas mismas en Nesoxoi, una de cuyas principales
características es comer carne cruda. En las narraciones míticas documentadas
entre los mocoví por Terán y Cipolleti (citadas en Wilbert and Simoneau, 1988:
244-246), Nesoxoi se come a su marido e intenta comerse a sus hijos, pero final-
mente es matada. Narrativas míticas y creencias similares se hallan entre los otros
grupos guaycurú. Para los toba, que la denominan NsoGoe, puede verse Métraux
(1946), Cordeu (1969), Citro (2005) y, para los pilagá, que la denominan Nesoge,
Idoyaga Molina (1976-77).
96 Silvia Citro | La Fiesta del 30 de Agosto entre los mocoví de Santa Fe
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En la bibliografía antropológica, a este tipo de relatos se los denomina mitos etioló-
gicos.
Música, danzas e identidad 97
Modesto González: “(...) ésos van a los saltos uno, uno, uno, ésa es
la Vizcacha. Porque dicen que la vizcacha donde hay vizcacheral,
por lo menos acá en Colonia San Pedro, ahí sale la vizcacha de no-
che y cuando está clarito, hay luna linda, juegan, están contentos
porque hay linda luna. Entonces la gente estudiaron cómo tene-
mos que hacer el baile a los saltos, pegan la vuelta a los saltos, co-
mo esos bichitos que saltan, juegan de contentos.”
Modesto González: “(...) La gente que pasó, los tiempos, los años,
ya se fueron los hombres estudiosos, hombres cantores, hombres
que bailan de distintas formas, en distintos lugares, colonia, en su
pueblo, cada cual en su pueblo, cada cual su sabiduría, cuál es la
persona que hace. Es la historia de antes, se acuerdan y lo hacen,
y la gente aplaude: “¡qué lindo!”, dicen, “nosotros no conocemos,
ahora recién estamos aprendiendo por medio de José el Manik”,
que enseña a la gente hasta hoy, Santa Rosa baila Manik, ¡qué
lindo!”
5
Para un análisis de las expresiones musicales toba y pilagá, puede verse Ruiz
(1985), Roig (1998), Ruiz y García (2001), Ruiz y Citro (2002), Citro (2005).
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Por esta simultaneidad, optamos por denominar a estas expresiones como cantos-
danzas, según ha propuesto Ruiz (1985) en diversos trabajos.
7
En relación con la estructura de los cantos-danzas, se destacan: la utilización de
unísonos e intervalos de 3as, el predominio de ritmos binarios, el acortamiento
progresivo de las frases musicales a partir de la pérdida de células y la repetición
como principio constructivo, expresado en el diseño melódico y rítmico y en la es-
tructura de las frases. Un análisis detallado de estos rasgos musicales, en el caso
de la Vizcacha, puede verse en Citro, Cerletti y Soich (2005).
8
En los cantos-danzas circulares de los jóvenes toba y pilagá, los varones formaban
una ronda con sus cuerpos en estrecho contacto, el capitán o canchero iniciaba ca-
da canto, sumándose el resto de los participantes, quienes se desplazaban y canta-
ban simultáneamente, avanzando con el mismo paso. Las mujeres permanecían
primero fuera de la ronda, observando a los hombres, y a medida que elegían a al-
guno, se sumaban a la ronda. La relación establecida entre hombres y mujeres re-
mite a uno de los elementos distintivos de este canto-danza: era ejecutado espe-
cialmente por jóvenes solteros durante las noches y solía promover la unión sexual
de las parejas, siendo las mujeres las que tomaban la iniciativa.
102 Silvia Citro | La Fiesta del 30 de Agosto entre los mocoví de Santa Fe
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Un análisis comparativo de las transformaciones estéticas en los cantos-danzas
circulares toba y mocoví y sus vínculos con los procesos históricos vividos por cada
grupo, puede verse en Citro (2004a).
Música, danzas e identidad 103
que encabeza la hilera pasa por debajo de los brazos de los otros inte-
grantes.
Gran parte de estas figuras coreográficas se corresponden con las
documentadas para el Cielito, el Pericón y la Media Caña10, caracteriza-
dos por el musicólogo Carlos Vega (1986, 1998) como “Contradanzas
criollas”: bailes de origen rural que se difunden especialmente en el
siglo diecinueve y que se vincularían con las Contradanzas europeas
que, a partir del siglo dieciocho, se propagan en nuestro país. Vega se-
ñala que a partir del 1700 se puede identificar una segunda promo-
ción de música europea de salón que llega a Sudamérica, y que abar-
caría las danzas de pareja suelta, como el Minué, la Bourrée y la Giga,
y los bailes de varias parejas coordinadas, como la Contradanza. Se-
gún el autor: “estas danzas arraigan en lo salones cultos, descienden a
las reuniones de la clase media, penetran en los ambientes suburba-
nos, invaden la campaña, y hasta las aprenden los indios y los africa-
nos”11. Para ejemplificar el caso indígena, el autor señala:
“Fray Pedro José de Parras cuenta en 1750 que los jesuitas se las
enseñaban a los indígenas de las misiones del alto Paraná: “Hay
10
Como ejemplo de esta correspondencia entre las figuras coreográficas, cabe seña-
lar que las figuras a) y b), denominadas “rueda” o “cadena”, respectivamente, apa-
recen en los Cielitos, Pericones y Media Caña; la figura c) se la conoce como “la re-
ja” en el Cielito (Vega, 1986: 204); la d) es conocida como “armas al hombro”, en el
Pericón antiguo que se bailaba en el Litoral (Vega, 1986: 246); y la e) parecería vin-
cularse con la vuelta picaresca con la compañera, característica del Cielito y Peri-
cón antiguo (Vega, 1986: 206). Asimismo, el momento de zapateo aparecía en el
Cielito y, probablemente también, en el Pericón antiguo (Vega, 1986: 244).
11
Es importante aclarar que no acordamos totalmente con el modelo de difusión de
los géneros que propone el autor, en tanto prioriza un modelo “hacia abajo”, es de-
cir, desde los colonizadores a los colonizados, de lo urbano a lo rural, desde las cla-
ses sociales más acomodadas hacia los sectores más marginados:
“..todo lo que se encuentra en la campaña americana, bajó de las ciudades —excep-
to lo aborigen— pero no todo lo que baja sobrevive en la situación folklórica. Hay se-
lección, acomodación, mezcla. A eso llamo proceso de folklorización. Lo que llega a
la campaña toma contacto y entra en lucha con lo que estaba.” (Vega, 1998: 262)
Si bien es innegable que determinados géneros cargan con un prestigio y legitima-
ción social que favorece su difusión e influencia en otros sectores sociales (rurales,
indígenas), es posible también que en estos últimos se generen expresiones propias
y/o que incidan en los sectores más legitimados. En suma, pensamos que lo que im-
porta destacar, son esos procesos complejos en los que los elementos estilísticos de
los diversos géneros confluyen (lo que Vega señala como selección, acomodación y
mezcla) y también se resignifican, y así generan nuevas músicas y danzas y no la
existencia de un único origen y sus líneas de difusión. Al analizar el caso del Cielito
mocoví retornaremos sobre esta perspectiva. Para un análisis del enfoque de Vega,
puede verse Ruiz (1998).
Música, danzas e identidad 105
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Cuando Vega se refiere al Pericón, en lo que denomina su etapa circense y tradi-
cionalista —cuando es incorporado a los espectáculos del circo criollo de los her-
manos Podestá—, alude de este modo a las transformaciones coreográficas en las
Contradanzas:
108 Silvia Citro | La Fiesta del 30 de Agosto entre los mocoví de Santa Fe
a) El Bravo
Una de las características distintivas del Bravo, habría sido que su pa-
so consistía en un fuerte zapateo rítmico; incluso el término “bravo”
estaría vinculado con la resistencia física que el baile involucraba:
tenía que tener una dama, ¡uh! ¡pero ése es complicado! Tiene que
ir zapateando y que esto y aquello, por ahí hacen vuelta y con las
manos no sé qué hacen, por ahí dan la vuelta así, por ahí queda la
dama, queda atrás (...). Tenía que estar la dama, la dama, ¡cómo
zapateaba también!
Silvia Citro: ¡Ah! ¿La dama también zapateaba en El Bravo...?
Juan: ¡Al compás de la música iba! (...). Y era divertido porque ¡có-
mo zapateaban! y que esto, y las vueltas que hacían, que daban
así, las dos. Si había dos parejas eran las dos, cada cual con su da-
ma, y si eran tres también, pero cada cual tenía su dama.
Silvia: ¿Y empezaban...? A ver, empezaban en ronda me dijiste...
¿o no, en el Bravo no?
Juan: No, así nomás zapateaban, y daba vuelta el hombre, y la da-
ma también. La dama zapateaba, daba la vuelta así, para allá, y el
otro, el damo, daba la vuelta así y por ahí quedaban frente a fren-
te. ¡No sé cómo miércoles hacían que hacían ese trabajo!
Silvia: Ah... iría uno para un lado y el otro para el otro... ¿Pero de
a dos se hacía ese baile?
Juan: De a dos, sí... y si van tres, tres parejas ahí va, sean dos o
tres parejas, según (...). Hasta que si se cansaba uno, bueno, de las
otras el que, el que tenía más aguante...”
Silvia Citro: “(...) Y este baile del paisano, ¿lo empezó alguien a
hacer...?
Modesto: Coria, el cacique Coria.
Silvia: Nicolás Coria.
Modesto: El, paisano, él, guitarrero, y él: cantor. Y él inventó el
baile del paisano, cantaba lindo.
Silvia: ¿El del Bravo?
Modesto: Paisano Bravo, Mocoví, lela.
Silvia: ¿Ése lo inventó Nicolás Coria?
Modesto: Sí.”
Uno de los cantos del cacique Coria, que Modesto recordó, decía:
b) Los Cielitos
“Sonsiona Valdés
De vuelta otra vez
Una mano al naté (atrás)
112 Silvia Citro | La Fiesta del 30 de Agosto entre los mocoví de Santa Fe
Cabe aclarar que Alcides Greca, también menciona este canto y lo in-
cluye en su película “El último malón” (1917), aunque sin los términos
en mocoví. Asimismo, Greca lo incluye en un artículo dentro de la des-
cripción general de una escena de baile, que parece corresponderse
con la de su película, pero identificándolo con un baile de parejas que
llama Sarandí (citado en Castelli, 1995: 335). No obstante estas dife-
rentes identificaciones como Cielito o Sarandí, lo interesante de re-
marcar es la manera en que el canto alude a la complejidad del baile,
pues describe una supuesta equivocación de una participante durante
la coreografía. En el texto de Greca (citado en Castelli, 1995: 335), es-
te canto es ejecutado por el guitarrista Desiderio Balcaza y es descrip-
to como una copla que éste improvisa en relación a la mujer llamada
Valdés, la cual se hallaba bailando en pareja con un criollo. Posterior-
mente, la copla alude al bailarín, diciendo:
“Pedrito Rivero
Pedrito Rivero
Paga una ginebra
Tomar un traguito.
Tomar un traguito.”
15
Vega sostiene que la música del primitivo Cielito bonaerense se componía de dos
partes, una instrumental en 6/8 y otra cantada en 4/8:
Música, danzas e identidad 113
“La parte instrumental consistía en una simple serie de acordes de tónica y domi-
nante arpegiados o en armonía rítmica, siempre en pies ternarios (...), cuando en-
traba el canto, este mismo diseño podía continuar a modo de acompañamiento, pe-
ro con frecuencia cedía su lugar a una fórmula de zamba (...). Constituían la parte
cantable cuatro frases musicales en compás de 4/8, una para cada verso de la
cuarteta, y otras cuatro para la estrofa que llamamos “estribillo”. Es decir, que un
canto binario marchaba sobre un acompañamiento ternario.” (Vega, 183: 1986)
114 Silvia Citro | La Fiesta del 30 de Agosto entre los mocoví de Santa Fe
“Vuelta ligera,
Ha sucumbido Echagüe
Triunfó Rivera.
Vuelta a la izquierda
La fama de esos bravos
Que no se pierda.
Vuelta al derecho
Vuelta hasta el tope
Otra vez vuelta.”
En este caso, puede notarse una similitud con el texto mocoví registra-
do por Greca y Zapata Gollán, en tanto la letra del canto indica los cam-
bios en la coreografía. La mención de los “bravos” militares, término
que también nos recuerda a la danza homónima de los mocoví, muestra
la presencia de la temática militar en estas expresiones. Zapata Gollán
(1989: 345-46)17 también cita otros cantos mocoví de la zona de San
16
Las primeras referencias que encontramos sobre los “Lanceros Indígenas de San
Pedro”, a cargo de Mariano Salteño, y sobre los “Lanceros de San Javier”, a cargo
de Raimundo Valdez, se remontan a 1856 (Alemán, 1997: 110). Asimismo, el autor
menciona para 1840 la participación militar de mocoví de San Javier (“comanda-
dos por el Cacique Ramón Valdes”), y para 1845, de indios calchines (los mocoví de
la reducción homónima), en los enfrentamientos entre unitarios y federales (Ale-
mán, 1994: 255, 273).
17
Zapata Gollán (1989: 347) también cita el canto de un anciano mocoví de Cayastá (no
especifica su nombre), en el que también se recurre a la comparación con las aves:
18
Ya en su texto de 1952, Vega (1986: 160) se sorprendía de que en 1921, cuando se
formó la “Colección de Folklore”, desde diferentes puntos del país habían llegado
116 Silvia Citro | La Fiesta del 30 de Agosto entre los mocoví de Santa Fe
19
No hemos podido relevar datos acerca de si estos Cielitos ejecutados en Corrientes
también se bailaban. En distintas charlas con Modesto González, los Cielitos de
Santa Fe documentados por Vega (1998) tendieron a ser vinculados con el Chama-
mé. De hecho, dichos Cielitos presentan rasgos estilísticos que lo acercan al Cha-
mamé, como el tempo y, sobre todo, la instrumentación: guitarra y acordeón, en un
caso, y guitarra y bandurria, en el otro.
20
Sobre la Salamanca, como dueña del inframundo y su relación con otros entidades
118 Silvia Citro | La Fiesta del 30 de Agosto entre los mocoví de Santa Fe
c) El Toncoyogo y el Sarandí
22
La presencia de estos hombres criollos observando el “baile paisano”, así como la
recurrencia con la que aparecen en los relatos la presencia de los patrones pero
no, por ejemplo, de sus esposas, nos plantea ahora la pregunta acerca de si ellos
concurrían solos a las fiestas aborígenes. Este es un elemento que habría que se-
guir indagando, por su posible implicancia en lo que refiere a las formación de pa-
rejas mestizas, ya sean duraderas o casuales.
120 Silvia Citro | La Fiesta del 30 de Agosto entre los mocoví de Santa Fe
Alcides Greca (citado en Castelli, 1995: 334) describe esta danza como
un “baile con zapateo de gato y figuras semejantes al pericón” y men-
ciona las figuras coreográficas de la “cadena” y el “puente”. Asimismo,
cita diferentes letras que también aparecen en la película “El último
Malón” y que habrían sido improvisadas por el guitarrista Desiderio
Balcaza:
23
El músico Orlando Veracruz, junto con Antonio Tarragó Ros, grabó un tema musi-
cal al que caracterizan como “chamamé tontoyogo”, titulado “Chirala”, término
con el que se denomina al zorzal.
Música, danzas e identidad 121
Raúl Teotí: “(...) Yo lo escuché pero con un, con un solo músico, co-
mo yo te digo, el viejito…
Silvia: Con este Silvano.
Raúl: Y siempre lo llevaban a él, que tocaba el violín o guitarra. Y
también le hacía el canto a ése, en el idioma, entreverado con el
castellano (...), y el castellano que cantaba él no era un castellano,
tenía un castellano más o menos (...). Yo me acuerdo una vez, yo
estaba contando, va, comentando, cuando hicimos, cuando Alfre-
do [Salteño] yo estuve hablando una vez con él y nosotros estuvi-
mos arreglando el tema del idioma, sobre la letra, hicimos un en-
cuentro con los mocoví del Chaco, de San Bernardo, y los tobas, en
Rosario. Y cuando estuvimos armando el abecedario nos dijeron
ellos que el aborigen no necesitaba la u. La letra u dicen no va en
el... no va en el... ¿Cómo es que le dicen?
Silvia: En el alfabeto...
Raúl: Porque nunca se lo usó. Y yo comentando con Alfredo me dijo:
“a lo mejor tenga un poco de razón Raúl”, dijo, porque yo, este, noso-
tros en la fiesta sabíamos andar jugando, como cualquier chico así,
pero dice que Alfredo siempre ponía atención. Dice que a veces “yo
dejaba el juego de correr entre la pista ahí cuando cantaba el Silva-
no, el viejito, y me ponía al lado de él”, dijo, “para escuchar qué es lo
que decía él”. “Y cuando cantaba el castellano”, dijo, en vez de decir
“tuyo” decía “toyo”, dijo, así tenía… Claro, que no usaba la u dice. Y
después cuando decía toyo, dijo que había partes que le mandaba
en el idioma, hablando del yuyo, no sé qué, y después esa misma es-
trofa en mocoví la cantaba en castellano, para que entienda…
Silvia: Ah, hacía una estrofa en mocoví y otra en castellano.
Raúl: La misma estrofa, para que entiendan los otros habrá sido.
Él quería hacerlo así, pero cuando hablaba del yuyo, dijo, “en vez
de decir yuyo decía yoyo.”
122 Silvia Citro | La Fiesta del 30 de Agosto entre los mocoví de Santa Fe
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Carmelo Rizzuti fue un guitarrista y compositor nacido en 1889 en Buenos Aires. En
1917, realizó una gira por el interior del país, junto al guitarrista Hilarion Leloup.
Música, danzas e identidad 123
Adiós Antonia
Adiós Antonia
Ya me voy pa la guerra
De las coloñas”
(Zapata Gollán, 1989: 344)
Como vemos, la temática militar seguía siendo uno de los tópicos pre-
sentes en este tipo de expresiones25.
La otra referencia al Sarandí es la de Alcides Greca, quien trans-
cribe las dos letras que citamos en la sección del Cielito. En lo que re-
fiere a la coreografía, Greca describe este baile como una danza de
parejas en la que también participan los criollos, a diferencia de las
danzas en rueda que bailaban sólo los mocoví. Otro elemento intere-
sante es la existencia de una especie de prenda dentro del baile. A
continuación, transcribimos su relato:
“(...) Suenan los acordes del Sarandí. Pedrito Rivero y otros mozos
sacan chinas. Hay gran expectativa entre la indiada, pues en sus
bailes a las parejas les está prohibido dirigirse la palabra y los
puebleros suelen inflingir la regla. Baltazar (el maestro de baile),
haciendo soplar el látigo sobre los talones, vigila más que nunca.
Existe verdadero interés porque alguno de los bailarines hable pa-
ra obligarlo a pagar la prenda (...). Pedrito sigue mudo, pero en
una vuelta, creyendo que Baltazar no lo veía, dice algo al oído de
la china Cenciona. Redobla alegremente el tambor, y Baltazar, al
compás de un fuerte zapateo, se acerca a la pareja. Forman un la-
zo con la guasca de su arriador, y los saca del círculo de los baila-
rines. Siempre zapateando, mientras suena el tambor conduce a
los dos reos a un poste cercano, donde los ata espalda contra es-
palda, entre la algaraza de los concurrentes que celebra la gracia.
Baltazar inicia un movido baile alrededor de los presos, haciéndose
25
Según Zapata Gollán, la guerra de las colonias referiría:
“a la revolución radical del 90, en la que participan los suizos —excelentes tirado-
res de las colonias— y algunos indios que llegan a Santa Fe con los radicales. Por
eso se llama la guerra de las Colonias, pues participaron activamente los poblado-
res de las Colonias fundadas por los inmigrantes que vinieron después de la Consti-
tución de 1853.” (Zapata Gollán, 1989: 345)
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el desatendido cuando estos le piden por señas que los largue. Só-
lo cuando Pedrito, echando manos a la cartera, le extiende un bi-
llete de un peso, el bastonero se detiene (...). A una indicación de
Rivero, Añatigui se acerca con dos vasos llenos de caña que presen-
ta al tamborero y al bailarín. Recién entonces desatan a la pareja, y
Rivero va a sentarse, mientras los indios lo palmotean, riendo de
la aventura y pechándole de paso chirolas y cigarrillos.” (Greca,
citado por Castelli, 1995: 335-336)
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Cragnolini (1996) también ha señalado la temprana difusión del Chamamé y de los
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Silvia Citro: “(...) Así que se mezclaba mucho con los correntinos
la gente mocoví...
Juan Palacios: Y quién va a creer que todos los correntinos inven-
tan los Chamamés ellos mismos. Y le inventan la música cómo tie-
ne, hacen la letra (...). ¡Qué memoria, eh!, ¡Quién va a creer! Y otro
aprende porque está escuchando la música, Chamamé, escucha
cómo es la tonada que le hacen. Si uno tiene un acordeón, ya aga-
rra el acordeón y se acuerda esto, así y así. Y así empieza, hasta
que le encuentra.”
Silvia Citro: “(...) ¿Vos llegaste a ver en esta fiesta del 30 algún
baile más de los paisanos, algún baile más mocoví o era baile todo
Chamamé lo que conociste vos?
Pablo Vázquez: Y sí, yo desde que conocí los bailes de Santa Rosa
ya era todo Chamamé. Esas otras músicas no existían, lo único
que existía era el Tango, pero bailaban los gringos. El Tango, Pa-
sodoble, todo eso. Y el mocoví era el Chamamé, Milonga y Valsea-
do. Porque todas estas otras músicas salieron después, más mo-
dernas, Cumbia, todo eso.
Silvia: Claro, ¿porque en estas fiestas los gringos se mezclaban
con los mocoví?
Pablo: Sí, ya ahora, después sí, ya era mezclado. Porque nosotros
sabíamos ir a los bailes de los gringos también. Mucho no entra-
ban pero siempre estaban presenciando las músicas, ¿viste? Pero
ya te digo, en esa época, cuando venían los tangueros, siempre sa-
bía ir yo. Yo entraba adentro, porque yo me crié con los blancos. A
la pista de baile donde yo concurría, era cuñado del patrón que yo
tenía...”
En suma, tanto los músicos criollos como los mocoví ejecutaron diver-
sos géneros durante el baile de la Fiesta del 30 de Agosto. Como nos
contaba Juan Nacitiqui, algunos ya eran comprometidos de antemano
para participar del baile, pero otros se acercaban por su propia cuen-
ta y se ofrecían a tocar:
Fotos 5 y 6. El violín de
Florencio Conaquí,
mostrado por su hija,
Juana Coria. Calchaquí,
marzo de 2006.
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Foto 7. “Indios bailando El Roquete. Santa Rosa de los Calchines”. En Alemán (1997).
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Foto 8. El baile del 30 de agosto en Costa del Toba, agosto del 2005.
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Fotos 9-12. Escenas de la Fiesta del 30 de Agosto en la casa de la familia de César Coria,
Música, danzas e identidad 137
participan músicos y parejas de bailes mocovíes y criollos. Colonia Dolores, agosto de 2005.
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Fotos 13-14. Escenas de la Fiesta del 30 de Agosto en la casa de la familia de César Coria,
en la que participan músicos y parejas de bailes mocovíes y criollos. Colonia Dolores,
agosto de 2005.
Música, danzas e identidad 139
Fotos 15 y 16. Antonio Gómez en un ensayo de su grupo de chamamé, y uno de sus hijos,
Víctor, intentando jugar/tocar con el acordeón de su padre. Recreo, agosto de 2002.
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5. Otros relatos
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