Nicomedes Santa Cruz, poeta decimista e investigador de la
cultura afroperuana o negra, contaba que el festejo era un género musical que se cantaba, pero que no se bailaba hasta que, a finales de la década de los años 1940, don Porfirio Vásquez, decimista, bailarín y compositor, dando clases en una academia de danzas folclóricas, fusionó pasos del "Son de los diablos" con los de Resbalosa. Creó así un baile que ahora tiene gran importancia en la cultura musical peruana. Entre los primeros Festejos populares grabados estuvieron "Don Antonio Mina" y "Trai-Lai-Lai", por el conjunto Los Chalanes del Perú en 1946. Posteriormente ya hacia la década de los años 1960, se popularizaron festejos del compositor Pepe Villalobos Cavero, como por ejemplo, sus obras: "El Negrito chinchiví", "El galpón", "Mueve tu cucu", "La morena Trinidad", "El pobre Miguel", "La comadre Cocoliche", "Cintura quiebra", "Milagros Grande" (con letra de Catalina Recavarren, dedicado a San Martín de Porres). Otros festejos antiguos son "Congorito", de Filomeno Ormeño y el "Son de los diablos" de Fernando Soria, en el que describe la danza de carnaval del mismo nombre en la que se recordaba a don Francisco Andrade, a quien llamaban "Ño Bisté", el último caporal de la danza que saliera en Lima hasta 1949. En 1956, se desarrolla un trabajo dirigido por José Durand Flórez, quien impulsó el espectáculo basado en las estampas de Pancho Fierro y que luego continuaron otras agrupaciones. La cultura popular criolla y afroperuana reconoce en núcleos familiares importantes la posibilidad de su continuidad. Entre estos tiene gran importancia la familia Vásquez: don Porfirio (proveniente de Aucallama, norte de Lima) y sus hijos, Abelardo y Vicente, quienes trabajan diversos aspectos de la cultura musical y coreográfica: la guitarra, el cajón, la composición, el canto, las décimas, el zapateo, la marinera, el festejo, los pregones, etc. La reivindicación de la presencia africana en la cultura peruana, emprendida por Victoria y Nicomedes Santa Cruz, a través de los grupos de teatro y danza, así como a través de la creación literaria, coreográfica y musical, tuvo su mayor desarrollo hacia la década de los años 1970. Con el trabajo del Conjunto Nacional de Folclore, que dirigía Victoria Santa Cruz, quien enfatizó el trabajo de las danzas afroperuanas. Posteriormente, en 1969 se fundó el grupo Perú Negro, dirigido por el cañetano Ronaldo Campos y que contó con el apoyo del poeta César Calvo y del Estado. Este conjunto desarrolló un repertorio importante de canciones y danzas que fueron presentadas con singular suceso tanto en el Perú como en el extranjero. Los conjuntos profesionales de bailarines y músicos son las principales fuentes de recreación de las danzas afroperuanas que se cultivan en la actualidad, en especial del festejo, baile que en el escenario se presenta como danza de parejas interdependientes y que, sin embargo, a nivel popular y espontáneo, es cultivada como baile de pareja libre, con gran aceptación del público juvenil. Cantantes como Lucila Campos, Lucía de la Cruz, Eva Ayllón, Bartola, Marco Romero y Arturo "Zambo" Cavero han fortalecido el cultivo de estos géneros y la ampliación del repertorio en complemento a las veteranas Chabuca Granda, Carmencita Lara y Jesús Vásquez.23 Es singular el aporte de Carlos Soto de la Colina "Caitro Soto", quien tomando antiguas tradiciones de San Luis de Cañete, crea y recrea motivos y canciones clásicas del repertorio afroperuano. Tal es el caso de "Toro mata", género musical que según las noticias que se tienen, se diera en el siglo XIX y que cantantes como Cecilia Barraza, hicieran muy popular. Caitro Soto es recopilador de conocidas canciones como "A sacá camote con el pie", del género landó, los festejos: "Yo tengo dos papás", "Canto a Cañete", "Curruñao", "Ollita Noma", "Negrito de San Luis" y el alcatraz "Quema tú". Canciones que se bailan, sin duda con la sensualidad y la alegría de las antiguas "danzas de cintura", como se les decía a las danzas de los descendientes africanos en San Luis de Cañete, canciones que en sus versos recogen las vivencias cotidianas de los trabajadores del campo y la ciudad. "Todas mis canciones tienen un por qué. Son vivencias que han pasado, cosas verídicas que ha sucedido en la hacienda, en mi pueblo. Son cosas que yo he vivido o que mis antepasados o gente de mi pueblo me han contado." "Yo la he rearmado y he hecho canciones con parte de mi vida."