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Asociación con otras patologías

• La resistencia a la insulina desempeña un papel intrínseco en la patogénesis del


SOP y aumenta la predisposición a desarrollar intolerancia a la glucosa, diabetes
gestacional, y diabetes mellitus tipo 2.

• La obesidad puede presentarse al inicio del proceso o incluso precederlo. Empeora


el impacto metabólico y reproductivo especialmente el fenotipo abdominal: el
aumento de tejido graso abdominal está asociado a la producción de andrógenos y
a un aumento del riesgo cardiovascular.

• Varios estudios sugieren que el SOP podría estar asociado a un riesgo aumentado
de aparición de cáncer en los órganos reproductivos (endometrio, ovario y mama).

• También se ha observado aumento de la prevalencia de ansiedad, depresión, fobia


social y desórdenes alimenticios. Por tal motivo, debe realizarse una valoración
psicológica al inicio y durante el seguimiento de las pacientes con SOP.

• El tratamiento con anticonceptivos hormonales mejora el hirsutismo y las


alteraciones menstruales, pero no mejora las escalas de ansiedad y depresión. Por
otra parte, en mujeres obesas con SOP la pérdida de peso mejoró la depresión y la
calidad de vida.

• El síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) es 2-3 veces más frecuente en
mujeres obesas con SOP y no se observa en pacientes con normopeso. Su
presencia aumenta el riesgo cardiovascular y su tratamiento mejora la hipertensión
y la sensibilidad a la insulina.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico del SOP es fundamentalmente clínico. Para llevarlo a cabo se debe realizar
una anamnesis, examen físico completo y realizar pruebas complementarias para descartar
otras causas de disovulación o hiperandrogenismo, como la hiperplasia adrenal congénita
no clásica (tardía), síndrome de Cushing, hipotiroidismo e hiperprolactinemia. También es
de importancia esencial entrevistar a la paciente acerca de los tratamientos habituales
(corticoides, andrógenos, ácido valproico, danazol, ciclosporina, etc.).
En ausencia de estas entidades y el consumo de fármacos, proponemos seguir los pasos
referidos en el algoritmo.
Exploraciones complementarias
Determinaciones analíticas:
Índice de testosterona libre (ITL): es el marcador más sensible para determinar el
hiperandrogenismo bioquímico. Debe medirse mediante diálisis en equilibrio o cálculo
matemático a partir de la testosterona total, la globulina transportadora de hormonas
sexuales (SHBH) y la albúmina.
Testosterona total: niveles superiores a 200 ng/dl sugieren la presencia de un tumor
virilizante y estaría indicado descartar un tumor secretor de andrógenos ovárico o
suprarrenal.
17-OH-progesterona: niveles superiores a 200 ng/dl sugieren hiperplasia adrenal
congénita no clásica (tardía), supone menos del 2% de los hiperandrogenismos, la clínica
es similar al SOP y se debe a un defecto parcial de la 21-hidroxilasa.
Hormona luteinizante (LH): elevada en la mitad de los casos y con un cociente LH/FSH
mayor a 2 en la mayoría de los casos, aunque en la actualidad no se considera un criterio
diagnóstico de SOP.
Hormona antimulleriana (AMH): elevada en las pacientes con SOP. Se sugiere que un
valor mayor de 5 ng/ml sería más sensible y específico que un número de folículos antrales
mayor a 19 por ovario.

La hormona antimülleriana (HAM) es un péptido producido en las células


granulosas de los folículos ováricos y se relaciona directamente con el número
de folículos y volumen ovárico
Se recomienda valorar la presencia de obesidad central, hirsutismo e hipertensión y
descartar la presencia de un síndrome de Cushing mediante la determinación de cortisol
libre urinario en orina de 24 horas, cortisol salival nocturno o la realización de la prueba de
supresión con 1 mg de dexametasona.
En presencia de alteraciones menstruales, aumento de peso, letargia, depresión y
estreñimiento debe realizarse la determinación de la TSH para descartar la presencia de
hipotiroidismo.
En presencia de galactorrea, cefalea y alteraciones visuales debe determinarse la prolactina
para descartar una hiperprolactinemia.
Pruebas de imagen:
La ecografía transvaginal ha sido cuestionada durante varios años y han ido cambiando
los criterios ecográficos con los avances tecnológicos. Los criterios de Rotterdam
establecen los criterios de poliquistosis ovárica con la presencia de 12 o más folículos de 2
a 9 mm de diámetro y/o un volumen ovárico superior a 10 ml, cumpliendo uno o ambos
criterios en uno de los dos ovarios en fase folicular temprana. Esta definición no se aplica
a mujeres que toman anticonceptivos orales. Sólo un ovario afectado es suficiente para
definir el síndrome. Si hay evidencia de un folículo dominante (>10mm) o un cuerpo lúteo,
el examen debe repetirse durante el próximo ciclo.

El diagnóstico de SOP en la adolescencia continúa siendo un reto por muchas


razones, la imposibilidad en la mayoría de los casos de usar la vía transvaginal
constituye un gran obstáculo ya que la vía transabdominal dificulta la evaluación
sobre todo en pacientes obesas.
La resonancia magnética nos proporciona una imagen más nítida de los ovarios,
comparada con la ecografía transvaginal. Es útil sobre todo en la población adolescente sin
relaciones sexuales previas (Rothenberg SS, 2018).
Una vez realizado el diagnóstico debemos realizar otros estudios para valorar el riesgo
cardiovascular. Se recomienda investigar la presencia de síndrome metabólico
determinando la presencia de tres o más de los criterios siguientes:
Glucosa en ayunas igual o mayor a 100 mg/dl o recibir tratamiento para diabetes.
Colesterol HDL menor de 40 mg/dl en hombres y de 50 mg/dl en mujeres o recibir
tratamiento para niveles bajos de HDL con fibratos o niacina.
Triglicéridos igual o mayor a 150 o recibir tratamiento para reducir los triglicéridos.
Perímetro abdominal igual o mayor a 102 cm en varones y a 88 cm en mujeres.
Presión arterial mayor de 130/85 mmHg o recibir tratamiento para hipertensión arterial
(Alberti KG, 2009).
Se recomienda medir la presión arterial, el peso, altura (para calcular el IMC), el perfil
lipídico y realizar una prueba de sobrecarga oral de glucosa para descartar la intolerancia
a la glucosa o la diabetes tipo 2.
También debe realizarse una valoración psicológica para detectar la presencia de ansiedad,
depresión, fobia social y desórdenes alimenticios.

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