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Facilitación
Nuestro sistema de memoria es una red de asociaciones y la preparación o facilitación
despierta o activa ciertas asociaciones. Algunos experimentos demuestran que facilitar un
pensamiento, incluso sin estar conscientes de ello, puede influir en otro pensamiento o,
incluso, en una acción (Herring et al., 2013). John Bargh ha equiparado esta facilitación con
campanas que solo los mayordomos mentales (que se encargan de las cosas inconscientes
poco importantes) pueden oír (Bargh, 2017). En un sinfín de estudios, los efectos de
facilitación suceden incluso cuando los estímulos se presentan de forma subliminal, con
demasiada brevedad para que se perciban de manera consciente.
Los experimentos de facilitación tienen sus contrapartes en la vida cotidiana, informa John
Bargh (2006):
Ver una película de miedo a solas en la casa puede activar emociones que, sin que
nos demos cuenta, ocasionan que interpretemos los ruidos de una caldera como un
posible intruso. Yo [JT] experimenté una versión de esto último: de regreso a mi
habitación de Nueva Orleáns después de un “tour de fantasmas” me percaté de una
sombra ominosa que no había visto antes. Una inspección adicional arrojó no un
fantasma, sino una mesa de noche colocada en un ángulo inusual.
Los estados de ánimo deprimidos, como explica este capítulo más adelante, facilitan
las asociaciones negativas. Pero ponga a las personas de buen humor y de inmediato
su pasado parece más maravilloso y su futuro más brillante.
Para muchos alumnos de psicología, leer acerca de trastornos psicológicos facilitan
la manera en que interpretan sus propias ansiedades y estados de ánimo tristes. Leer
acerca de los síntomas de enfermedades también facilita que los estudiantes de
medicina se preocupen acerca de sus congestiones, fiebres o dolores de cabeza.
Juicios Intuitivos
¿Cuáles son nuestros poderes de intuición de saber algo de manera inmediata sin
razonamiento ni análisis? Los defensores del “manejo intuitivo” creen que deberíamos estar
al tanto de nuestras corazonadas; utilizar el sistema 1. Al juzgar a otros, dicen, deberíamos
conectarnos con la inteligencia no lógica de nuestro hemisferio derecho. Al contratar,
despedir e invertir, deberíamos hacerle caso a nuestras premoniciones. Al hacer juicios,
deberíamos confiar en nuestra fuerza interna.
investigadores quieren darnos un mapa del pensamiento social cotidiano donde aparezcan
indicados los peligros con claridad.
Exceso de confianza
Hasta el momento, hemos visto que nuestros sistemas cognitivos procesan enormes
cantidades de información de manera eficiente y automática. Pero esta eficiencia tiene una
desventaja; al interpretar nuestras experiencias y construir recuerdos, hay veces en que
nuestras intuiciones automáticas de sistema 1 son incorrectas. Por lo general, no nos
percatamos de nuestros errores; en otras palabras, mostramos un exceso de confianza.
Sesgo de confirmación
El sesgo de confirmación ayuda a explicar la razón por la que nuestra autoimagen es tan
estable. En una serie de experimentos en la Universidad de Texas en Austin, William
Swann y colaboradores (1981; Swann et al., 1992a, 1992b, 2007) descubrieron que los
estudiantes buscaban, evocaban y recordaban la realimentación que confirmaba sus
creencias acerca de sí mismos. Las personas buscan como amigos y cónyuges a aquellas
personas que refuerzan sus perspectivas propias; incluso si piensan mal de sí mismas
(Swann et al., 1991, 2003).
Swann y Read (1981) compararon esta auto verificación con la forma en que una persona
dominante podría comportarse en una fiesta. Al llegar, busca a aquellos que sabe que
reconocerán su dominio. Al conversar, presenta sus puntos de vista para obtener el respeto
que espera. Después de la fiesta, le cuesta trabajo recordar las conversaciones en las que su
influencia fue mínima y recuerda con mayor facilidad su capacidad de persuasión en las
conversaciones que dominó. Así, su experiencia durante la fiesta confirma su autoimagen.
Existen dos técnicas que han reducido el sesgo de confianza excesiva de manera exitosa.
Una es la realimentación inmediata (Koriat et al., 1980). En la vida cotidiana, quienes
predicen el clima y quienes establecen los momios en las carreras de caballos reciben
realimentación contundente a diario. Quizá a causa de esto, los expertos en ambos grupos
tienen un buen desempeño cuando calculan su propia precisión (Fischhoff, 1982).
La heurística de la representatividad
A algunos estudiantes de la Universidad de Oregón se les dijo que un grupo de psicólogos
había entrevistado a 30 ingenieros y 70 abogados y que habían resumido sus impresiones en
descripciones condensadas.
La heurística de la disponibilidad
Considere lo siguiente: ¿hay más personas que viven en Irak o en Tanzania?
Quizá respondió según la facilidad con la que le vienen a la mente los iraquíes o los
tanzanos. Si hay ejemplos disponibles en nuestra memoria, como tienden a serlo los
iraquíes, supondremos que otros ejemplos del mismo tipo son comunes. Esto suele ser
cierto, de modo que es frecuente que nos convenga utilizar esta regla cognitiva que se
denomina heurística de la disponibilidad. Dicho en términos sencillos, mientras más fácil
nos es recordar algo, más probable parece
(Respuesta: los 56 millones de pobladores de Tanzania son más que los 37 millones de
pobladores de Irak. La mayoría de las personas, al tener imágenes más vivas de los iraquíes,
suponen de manera incorrecta).
Pensamiento Contrafáctico
Los eventos que se encuentran disponibles con facilidad también influyen en nuestras
experiencias de culpa, consternación, frustración y alivio. Si nuestro equipo pierde (o gana)
un juego importante por un solo punto, nos es fácil imaginar el desenlace contrario, por lo
que sentimos desazón (o alivio). Imaginar alternativas peores hace que nos sintamos mejor.
Cuando la esquiadora Lindsay Vonn perdió la Copa Mundial en la competencia de slalom
por solo 0.03 segundos, se sintió feliz por su contendiente pero señaló: “Hubiera preferido
que me ganara por un segundo completo”. Imaginar mejores alternativas, y reflexionar
acerca de lo que podríamos hacer de manera diferente en la siguiente oportunidad, nos
ayuda a prepararnos para tener un mejor desempeño a futuro (Epstude y Roese, 2008;
Scholl y Sassenberg, 2014).
En las competencias olímpicas, las emociones de los atletas después de un evento reflejan
sobre todo la manera en que se desempeñaron según sus expectativas, pero también su
pensamiento contrafáctico: su simulación mental de cómo pudieron ser las cosas (McGraw
et al., 2005; Medvec et al., 1995). Los medallistas de bronce (para quienes la alternativa
más fácil de imaginar es que llegaron en cuarto logar y no obtuvieron una medalla) exhiben
más felicidad que los que ganan la presea de plata (quienes pueden imaginarse con más
facilidad haber ganado el oro). En el podio de las medallas, la felicidad se reduce a 1-3-2.
Pensamiento Ilusorio
Otra influencia sobre el pensamiento cotidiano es nuestra búsqueda de orden en los sucesos
aleatorios, una tendencia que puede conducirnos a tomar toda serie de caminos errados.
Correlación ilusoria
Es fácil ver correlaciones donde no existen. Cuando esperamos encontrar relaciones
significativas, es fácil que asociemos eventos aleatorios y que percibamos una correlación
ilusoria. William Ward y Herbert Jenkins (1965) les mostraron a varias personas los
resultados de un experimento hipotético de siembra de nubes de 50 días de duración. Les
dijeron a los participantes en cuáles de los 50 días se habían sembrado las nubes y qué días
había llovido.
En contraste, las personas felices son más confiadas, más amorosas y más receptivas. Si a
las personas se les da un pequeño regalo cuando están de compras, informarán, pocos
momentos después, en una encuesta no relacionada, que sus autos o teléfonos están
funcionando de maravilla: mejor, si es que podemos creerles, que aquellos que pertenecen a
aquellas personas que respondieron después de no haber recibido regalo alguno.
Cuando estamos de buen humor, el mundo parece más amistoso, las decisiones son más
simples y es más fácil que las buenas noticias nos vengan a la mente (DeSteno et al., 2000;
Isen y Means, 1983; Stone y Glass, 1986).
2012). Nuestras primeras impresiones y juicios de los demás suelen ser más correctos que
incorrectos. No solo eso, mientras mejor conocemos a la gente, mayor será la precisión con
la que podamos interpretar sus pensamientos y sentimientos.
Percepciones políticas
Lo mismo sucede en el caso de las percepciones políticas. Debido a que estas tienen mucho
que ver con quien las tiene, incluso el estímulo más pequeño puede parecerle muy distinto a
diferentes personas. Un experimento de Robert Vallone, Lee Ross y Mark Lepper (1985)
reveló cuán poderosas pueden ser las preconcepciones. A estudiantes proisraelíes y
proárabes se les mostraron seis segmentos noticiosos en los que se describían los asesinatos
de civiles refugiados en Beirut, Líbano. Cada grupo percibió a las cadenas de noticias como
hostiles hacia su postura.
Este fenómeno es de lo más común: los fanáticos de algún deporte perciben al réferi como
injusto a favor del contrincante. Los candidatos políticos y sus partidarios casi siempre
consideran que los medios noticiosos están en contra de su causa (Richardson et al., 2008).
Cuando el Pew Research Center les preguntó a varios estadounidenses: “¿Diría usted que
su partido ha estado ganando o perdiendo más?”, la mayoría de ambos partidos creyó que
su lado había estado perdiendo en más ocasiones (Fingerhut, 2015).
Sus investigaciones revelaron que es bastante difícil destruir una falsedad una vez que las
personas inventan alguna argumentación que la sostenga. Primero, cada experimento
implantó una creencia, ya sea pregonando su veracidad o mostrándoles algún tipo de
evidencia anecdótica a los participantes. Luego, se les pidió a los participantes que
explicaran por qué era verdad. Después, los experimentadores desacreditaron la
información inicial por completo explicándoles la verdad a los participantes: que la
información había sido elaborada para el experimento y que a la mitad de los participantes
se les había dado la información contraria. No obstante, la creencia falsa sobre- vivió
intacta en alrededor de 75% de los participantes, al parecer porque seguían reteniendo las
explicaciones inventadas que sustentaban la creencia. Aunque dicha creencia era falsa, los
participantes seguían creyéndola a pie juntillas. Este fenómeno, denominado perseverancia
de las creencias, muestra que las creencias pueden sostenerse por sí mismas y sobrevivir a
la desacreditación. En un momento en que las fake news (noticias falsas que a menudo
están diseñadas para atraer clics y, por ende, ganancias publicitarias) se difunden por todos
los medios sociales (Fulgoni y Lipsman, 2017), es importante comprender las razones por
las que las personas siguen creyendo la información falsa.
que se ajusten a nuestros conocimientos actuales. Cuando uno de mis hijos [DM] se quejó
de que no había llegado el ejemplar de junio de una revista, y después le mostraron dónde
se encontraba, feliz de la vida respondió: “¡Qué bueno! ¡Sabía que había llegado!”.
Las personas cuyas creencias o actitudes han cambiado, con frecuencia afirman que
siempre se han sentido igual a como se sienten en la actualidad (Wolfe y Williams, 2018).
Estudiantes de la Universidad Carnegie Mellon respondieron una larga encuesta que incluía
una pregunta acerca del control estudiantil sobre los planes de estudio de la universidad.
Una semana después, acordaron escribir un ensayo en oposición a dicho control estudiantil.
Después de hacerlo, sus actitudes se inclinaron hacia una mayor oposición en contra del
control estudiantil. Cuando se les pidió que recordaran cómo habían respondido la pregunta
antes de escribir el ensayo, los estudiantes recordaron haber tenido la misma opinión que en
el presente y negaron que el experimento los hubiera afectado (Bem y McConnell, 1970).
Algunos investigadores han encontrado que las personas casadas con frecuencia analizan el
comportamiento de sus parejas, en especial el negativo. Es probable que la hostilidad
distante, a diferencia de un cálido abrazo, deje al otro miembro de la pareja preguntándose:
“¿Por qué?” (Holtzworth y Jacobson, 1988). Las respuestas de los cónyuges se
correlacionan con la satisfacción marital. Las parejas infelices casi siempre ofrecen
explicaciones internas a los actos negativos (“Llegó tarde porque no le importo”). Las
parejas felices tienen una mayor tendencia a externalizar (“Llegó tarde porque hubo mucho
tránsito”). De manera semejante, las explicaciones de los actos positivos también funcionan
para conservar la angustia (“Me compró flores porque quiere tener relaciones sexuales”) o
para elogiar la relación (“Me compró flores porque quiso mostrarme que me ama”)
(Hewstone y Fincham, 1996; McNulty et al., 2008; Weiner, 1995).
Inferencia de rasgos
La facilidad con la que inferimos rasgos, un fenómeno que se denomina inferencia
espontánea de rasgos, es asombrosa. En algunos experimentos en la Universidad de Nueva
York, James Uleman (1989; Uleman et al., 2008), les pidió a estudiantes que recordaran
ciertas afirmaciones, como “El bibliotecario cargó las compras de la viejecita al otro lado
de la calle”. De manera instantánea, intencional e inconsciente, los estudiantes inferían un
rasgo. Más tarde, cuando se les pedía que recordaran la afirmación, la pista más valiosa no
era “libros” (para evocar al bibliotecario) ni “bolsas” (para evocar las compras), sino
“servicial”: el rasgo inferido que sospechamos que también usted debe haberle atribuido al
bibliotecario de manera espontánea. Una exposición de tan solo 1/10 de segundo al rostro
de una persona lleva a la gente a inferir ciertos rasgos de personalidad de manera
espontánea (Willis y Todorov, 2006).
Diferencias culturales
La cultura también influye en el error de atribución (Ickes,
1980; Watson, 1982). Una visión del mundo individualista occidental predispone a las
personas a suponer que la gente, no las situaciones, ocasiona los sucesos. Las explicaciones
con base en lo personal tienen una mayor aprobación social (Jellison y Green, 1981). “¡Tú
puedes lograrlo!”, nos asegura la psicología popular de la cultura occidental de
pensamiento positivo. Obtienes lo que mereces y te mereces lo que tienes.
A medida que los niños occidentales crecen, aprenden a explicar el comportamiento de los
demás en términos de sus características personales (Rholes et al., 1990; Ross, 1981).
Cuando estaba en primer grado, uno de mis hijos [DM] ordenó las palabras “reja a la
manga atrapó Tom su” en la oración “la reja atrapó a Tom su manga”. Su maestro,
aplicando las suposiciones culturales de Occidente, le dijo que su respuesta era incorrecta.
La respuesta “correcta” localizaba la causa en Tom: “Tom atrapó su manga a la reja”.
En juegos de laboratorio, la hostilidad casi siempre genera hostilidad: si alguien cree que un
oponente será poco cooperativo, dicho oponente responderá comportándose de manera
poco cooperativa (Kelley y Stahelski, 1970). El que cada parte perciba a la otra como
agresiva, resentida y vengativa induce que la otra muestre dichas conductas en defensa
propia, creando así un círculo vicioso permanente. En otro experimento, las personas
anticiparon que se relacionarían con otra de raza distinta.