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EL AGUIJÓN DE PABLO II CO 12,7

Ignorar el poder del diablo o sobrevalorarlo son extremos peligrosos de los que debemos
guardarnos. Ambas actitudes son dañinas para los creyentes. No podemos vivir como si
satanás no obre, pero tampoco como si él fuese quien tiene el control. Y en ese sentido,
creo que en el mundo hispanohablante, lo segundo es más común. Es decir, una gran parte
de la iglesia hispana ha sobrevalorado el papel, la influencia y el poder del diablo. Se habla
de satanás y de sus demonios como si ellos son los que tuvieran el poder y los que al final
determinan lo que nos sucede.

En ese esquema, Dios es un espectador y el diablo soberano. 

Pero gracias a Dios eso no es lo que enseña la biblia. Las escrituras presentan a un Dios que
crea, sustenta y gobierna su creación. Soberano, quien quita y pone reyes, quien gobierna
todos los asuntos, pequeños y grandes. Quien mata y da vida, hiere y sana, da y quita, aflige
y exalta. Ese es el Dios de la biblia (Daniel 2,21; I Samuel 2,6; Job 5,18; Job 1,21). Sólo
esta visión nos dará la perspectiva correcta de todo cuanto sucede, incluso de las
tribulaciones y sufrimientos. Cuando Dios es soberano sobre mi aflicción, entonces habrá
esperanza. Cuando confiamos en un Dios que controla y ordena todo, entonces podremos
interpretar el sufrimiento como un don y al aguijón como una bendición.

El aguijón

La explicación del aguijón en la carne ha sido objeto de varias interpretaciones.  Los


comentaristas no están de acuerdo en cuanto a su naturaleza. Algunos dicen que era una
enfermedad de los ojos, otros la persecución que sufría y otros creen que se trata de un
deseo pecaminoso (quizá la codicia). Sin embargo, las explicaciones que se proponen son
sólo especulaciones. Pablo, bajo la inspiración del Espíritu Santo decidió omitir esa
información. Doy gracias a Dios por eso.

Pero lo que si podemos afirmar es que el aguijón era una situación o condición que lo
doblegaba y afligía y los creyentes nos podemos identificar con la experiencia de Pablo.
Todos en algún momento hemos experimentado (o seguimos experimentando) nuestro
“aguijón”. Eso que nos doblega, nos aflige, y nos humilla. Persecución, debilidad,
enfermedad, escasez, temores, traumas o dolores. Y también nos podemos identificar con el
apóstol en su clamor para que el aguijón sea removido.

El propósito del aguijón

Pablo dijo: Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente,


me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que
no me enaltezca sobremanera; (II Co 12,7)
La idea de “no enaltecerse” se repite dos veces en el versículo para darle énfasis. El
propósito del aguijón es que Pablo no se envanezca. Las revelaciones de Pablo lo pueden
volver arrogante y vanidoso. Pero creo que también podemos hablar de un doble propósito.
El objetivo del aguijón tiene dos lados: el negativo es para que no se llene de orgullo y el
positivo es que permanezca humilde. Dicho de otra manera, por medio de ese aguijón Pablo
puede permanecer más humilde y dependiente de Dios y así se parecerá más a Cristo. Y sin
esa aflicción, sería tentado a ser más altivo y vanidoso.

El aguijón es un instrumento de santificación.

El aguijón es un medio para hacer a Pablo más como Cristo.

¿Quién da el aguijón?

Ahora bien, el texto continúa diciendo: “me fue dado”. La pregunta que debemos hacer es,
¿quién le dio a Pablo ese aguijón? o ¿Quién da el aguijón?. La respuesta natural sería decir
que ese aguijón lo envía satanás. El mismo texto parece enseñar eso pues establece que el
aguijón es un mensajero de satanás. Pero afirmar eso sería muy apresurado. Me explico:

Hemos concluido, a partir del texto que el aguijón tiene el objetivo de hacer a Pablo menos
arrogante y menos vanidoso. En otras palabras, el aguijón sirve para hacer a Pablo más
como Cristo. La pregunta que debemos responder es ¿quién no quiere que seamos
vanidosos? ¿Quién desea que seamos más humildes? ¿Quién quiere hacernos más como a
Cristo?   ¿Será satanás? Claro que no. Dios es quien nos quiere hacer más como a su Hijo.
En realidad, la salvación tiene como objeto transformarnos a la imagen de Cristo. En el
centro de nuestra redención está el propósito de restaurar la imagen afectada por el pecado.

Satanás nunca quiere hacernos como Cristo.

Entonces ¿en qué sentido el aguijón es un mensajero de satanás? En el sentido de que el


aprovecha la ocasión para tentarnos y desenfocarnos. Aunque es Dios quién da el aguijón
para no envanecernos, Satanás aprovecha la ocasión para tentarnos con la queja, la
murmuración y la incredulidad.

Esto quiere decir que el diablo está usando y aprovechando esta ocasión contra el creyente
para afligirlo (abofetee), pero por encima de satanás se encuentra Dios obrando. El Señor es
quien quiere hacernos más humildes y menos arrogantes. Él es quien da el aguijón. Él es
quien ordena el aguijón. Él es quien usa al diablo para cumplir sus propósitos eternos.

Dios quiere hacernos como a Cristo.

Pablo decía que Cristo es la cabeza de todo principado y potestad (Col 2,10), es decir,
Cristo también es la autoridad de los seres angelicales que se rebelaron. Cristo es Señor
sobre los demonios. Dios también es el Dios de satanás. Él lo dirige, lo gobierna, lo usa y lo
limita. ¿No es esa la lección del libro de Job?. Por encima de la mano de satanás que envía
un mensajero, se encuentra la mano de Dios usando ese mensajero para hacernos más como
a Cristo. Por eso el aguijón es una bendición.

Todo aquello que contribuya a la obra de Dios en tu vida, será una bendición, un don y
un regalo, aunque venga envuelto como aguijón

El aguijón de Pablo era la vista


“Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue
dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no
me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo
quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la
debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que
repose sobre mí el poder de Cristo”.

Sobre el aguijón mencionado en el texto bíblico que hemos leído (II Co 12,7-9), se han
ofrecido incontables explicaciones concernientes a la naturaleza de ese aguijón de Pablo en la
carne. 

Esas explicaciones van del rango desde una tentación incesante, inflexibles oponentes,
enfermedades crónicas, como malaria, migrañas, epilepsia, problemas del habla y problemas
oculares.

Primeramente, definamos el vocablo aguijón.

El aguijón es el Órgano puntiagudo y penetrante que tienen en el extremo del abdomen los
escorpiones y ciertos insectos, como las abejas y avispas. También en sentido figurado se
refiere a un estimulo para hacer algo. También se le llama así al instrumento puntiagudo que
se utiliza para estimular a los animales de carga.

De manera que Pablo utiliza un el vocablo aguijón en sentido figurado, destacando que para el
es un tormento, algo que le es molesto a él para servir a Dios en el ministerio de manera mas
eficiente, según el creía. 

Creemos que el aguijón que Pablo menciona era un problema físico crónico y debilitante, que
le obstaculizaba en su trabajo. Es muy probable que este problema físico consistiera en un
problema ocular, de conformidad con lo señalado por él en Gálatas 4,13-15, que dice: “Pues
vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al
principio; y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes
bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. ¿Dónde, pues, está esa
satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os
hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos”

Notemos que el mismo Pablo menciona que tenia una enfermedad del cuerpo, por lo cual
desechamos la teoría de que era un problema de orgullo o un demonio que lo atormentaba.
También tenemos que ver el trasfondo del verso 15, mencionando que los gálatas estaban
dispuestos a intercambiar ojos para que Pablo continuara con su labor de manera mas
eficiente.
Además, en Gálatas 6,11, Pablo dice: “Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia
mano”; con esto, debemos señalar que Pablo a menudo utilizaba los servicios de un
amanuense o escribiente, debido a su problema de visión; sin embargo, trata de escribirle con
su propia mano para darle autenticidad a sus señalamientos.

¿De donde provino esa enfermedad? Muchos atribuyen que esa enfermedad es surgió
cuando fue interceptado por la luz resplandeciente de la presencia de Jesús, camino a
Damasco, mientras perseguía a la iglesia. Ciertamente, los fuertes rayos ultravioletas que
provienen de la gloria de Dios, porque la gloria de Dios y el cordero es una lumbrera (Ap
21,23); estos fuertes rayos provocaron ceguera a Saulo (Hechos 9:3-8). Es probable que Dios
dejara alguna deficiencia, después de que Ananías orara por Saulo para quitarle la ceguera.

PROPOSITO DEL AGUIJON.

La permanencia de esta enfermedad, aun siendo Pablo un fiel testigo de los milagros y las
sanidades que Dios había hecho a través de él, este aguijón tenia el propósito de mantener a
Pablo en humildad. Cualquiera que haya tenido un encuentro con Jesús y le haya hablado y
haya sido comisionado por Él (Hch 9,2-8) podría, en su estado natural, volverse “engreído” por
este increíble encuentro. Pablo era una persona muy autosuficiente, ni siguiera le gustaba
pedir o ser mantenido (I Te 2,9 y 2 Te 3,8); incluso, se dedicaba tenia su profesión para no
tener que recibir el sustento de parte de otros (Hechos 18,3). También, su mismo carácter
autosuficiente lo llevo a separarse del compañero ministerial que Dios le dio (Hch 15,36-39).
Sin duda que este aguijón lo mantuvo humillado, recordándole su necesidad de mantenerse
en contacto directo con Dios y beneficiar a todos los que estuvieran a su alrededor, por medio
de lo que vieran que Dios hacia en su vida.

SOBRE EL MENSAJERO DE SATANTAS. Pablo consideraba como un mensajero de


Satanás; lo cual no descalifica la teoría de la enfermedad, ya que Dios permitió que Satanás
atormentara a Job (Job 1,1-12), Dios permitió a Satanás atormentar a Pablo para los propios
buenos propósitos de Dios y siempre dentro de Su perfecta voluntad.

Aunque Dios no le quito la aflicción física, le prometió demostrar su poder en él. el hecho de
que el poder de Dios se muestra en gente débil debiera darnos valor. Si reconocemos
nuestras limitaciones, no nos sentiremos orgullosos de nosotros mismos. Al contrario, nos
volveremos a Dios, buscando el camino para ser más efectivos. Nuestras debilidades no solo
nos ayudan a desarrollar nuestro carácter cristiano, sino que también profundizan nuestra
adoración, porque al afirmar nuestras debilidades, afirmamos la fortaleza de Dios.

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