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Introducción:

Observaciones de textos
1 Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías,
Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.
Éste primer texto simplemente nos proporciona el contexto histórico de los primeros de
todo el libro.
2 “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y
ellos se rebelaron contra mí.”.
Cuando Dios habla, por ser Él, el Dios y Creador soberano, todo el universo tiene el alto
deber de escuchar y obedecer con prontitud el consejo sabio de su Dios y Creador, esto nos
incluye a nosotros, los seres humanos, que habitamos en su mundo. Éste sagrado deber de
todo lo creado, está expresado en su modo imperativo “Oíd”. Esto significa que no es
opcional para ti y para mí y de hecho, no oírle y obedecerle, se entiende como una clara
rebeldía, insulto, desacato y oposición a su persona, etc. El Dios soberano, tiene toda la
autoridad y el derecho de hablarnos, de exhortarnos, de disciplinarnos e inclusive, de
destruirnos, según lo que merezcamos.
…Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. Después que el mismo
Señor Dios, nos ha recordado, que cuando el Rey del universo habla, el pueblo debe
escuchar y obedecer pronto; ahora pasa a darnos su mensaje soberano y ¡vaya! que es un
mensaje de reproche, de pesar, de desaprobación, de condena y de juicio hacia los
Israelitas. El Señor soberano, comienza a hablar aquí como un padre de familia y dice:
“crié hijos, y los engrandecí”. Estos dos actos de Dios como Padre, es algo que todos
nosotros, que somos padres hemos hecho o estamos haciendo hasta ahora. Ahora bien,
¿Qué es criar a un hijo o varios hijos? El termino bíblico, que aparece en éste texto,
significa: “Aumento de tamaño y de edad como parte del proceso de maduración de la vida
humana.”
Sabemos hermanos y amigos que, criar un hijo o varios hijos, involucran varias cosas. De
parte de las mamás, amamantar al bebé o darle leche recetada; lavarles la ropa; y para
ambos padres: pasar varias noches sin dormir, darles comida a su tiempo; asearlos;
cuidarlos; vitaminarlos; desparasitarlos; medicarlos; trabajar por ellos, proveerles de ropa,
zapatos, educarlos en casa, darles estudio en alguna escuela pública o particular y esta
labor, de criar y engrandecer, seguirá hasta que crezcan, alcancen algún título profesional y
formen a su propia familia. Jóvenes, no es mi intención desanimarlos al matrimonio, o a
que no tengan bebés. Sino que la intensión es que al mencionarlos nos demos cuenta que
criar y engrandecer hijos es un compromiso serio e inclusive, un verdadero sacrificio que
hay que hacer constantemente como padres para hacerles bien y no males. Gracias a Dios,
por el sacrificio que hicieron nuestros padres para criarnos y engrandecernos y gracias a
Dios, también por la vida de muchos padres que están empeñados en criar y engrandecer a
sus hijos actualmente.
Saben, hermanos y amigos, el Dios del universo, es sin duda el mejor, el excelente, el
perfecto y el padre ejemplar a seguir por todos los padres del mundo. Él ha hecho y está
llevando a cabo ésta labor de criar y engrandecer. El Dios soberano, crió y engrandeció a un
hijo o más bien a muchos hijos, la nación de Israel, en la antigüedad. Nos dice la Palabra de
Dios: que el SEÑOR eligió a Israel para que fuera su posesión exclusiva entre todos los
pueblos de la tierra. » Se encariñó con ésta nación, aunque no era el pueblo más numeroso
sino el más insignificante de todos. Lo hizo porque le ama y quería cumplir su juramento a
tus antepasados; por eso lo rescató del poder del faraón, el rey de Egipto, y lo sacó de la
esclavitud con gran despliegue de fuerza.” Y no solo eso, sino que les dio una tierra, una
heredad llamada “tierra de leche y miel”, les entregó estas tierras con ciudades grandes y
prósperas que ellos no edificaron, casas llenas de toda clase de bienes que ellos no
acumularon, cisternas o pozos que ellos no cavaron, y se les dio viñas y olivares que no
plantaron y se les prometió prosperidad y bendiciones abundantes si permanecían fieles a
Dios y el propósito del Señor, era que mediante la vida santa, justa y sabia de los hijos de
Israel, representaran al Dios santo, justo, fiel, misericordioso, ante las otras naciones del
mundo y así darían gloria al único Dios vivo y verdadero para siempre.
Ahora bien, el texto continua con las siguientes palabras que da mucho dolor con solo
escucharlo: “Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.” Y ellos se
rebelaron contra mí. Hermanos y amigos, sin razón, sin motivos se rebelaron contra el buen
Padre Dios, que tanto les había hecho bien. Dios es el único Padre excelente, perfecto,
bueno en gran manera, justo, sabio y sus planes y propósitos son perfectos y eternos para
todos los seres humanos y la creación entera. Pero a pesar de todo el bien que habían
recibido de Dios, el Padre bueno y justo, ellos (los israelitas) se rebelaron contra Él. Ahora
bien, el término bíblico, que se emplea aquí es interesante, porque indica básicamente que
toda rebelión contra Dios tiene a la mira la independencia o la autonomía.
Ahora bien, nosotros los seres humanos no consideramos mal ser autónomos o
independientes. De hecho, en cierto sentido, cuando uno se casa, se vuelve independiente
de sus padres; muchas organizaciones de nuestra nación son independiente: La UNAM, La
UADY, etc. Pero, cuando el Dios soberano nos enseña acerca de su relación con toda su
obra de creación e incluyendo al ser humano, no nos ha dado ese derecho para vivir
independientes de Él. No nos ha dado licencia para ser autónomos o independientes de Él.
Sino que cada uno de nosotros fuimos creados para depender totalmente de Dios y al vivir
así, seríamos bendecidos y nuestras vidas tendrían sentido y le daríamos gloria solamente a
Dios para siempre. Pero esta forma perfecta de vida, trazado por Dios para el ser humano,
solo duró muy poco tiempo en el Huerto del Edén con nuestros primeros padres Adán y
Eva.
Un día Adán y Eva fueron tentados por Satanás para hacer aquello que Dios les había
prohibido, como parte de su plan perfecto para el hombre. Nuestros primeros padres en vez
de resistir y rechazar tal tentación, se dejaron convencer por el enemigo e incurrieron a la
terrible desobediencia e hicieron aquello que estaba prohibido por Dios y desde en ese
momento, dejaron de ser perfectos, se volvieron 100% depravados en toda su naturaleza y
quedaron bajo el maligno gobierno del pecado en sus corazones. De esta manera,
dominados por el pecado, quisieron vivir independientes y autónomos de Dios. Y lo peor de
todo esto, es que no solo Adán y Eva iban vivirían de ésta manera, sino que ese estado o
naturaleza malvada y pecadora continuaría así o le heredarían a su posteridad. Por eso, todo
ser humano que nace, viene ya con ésta naturaleza depravada y pecadora.
Saben hermanos, con ésta enseñanza en mente, podemos entender lo que Dios le dice a su
pueblo Israel “ustedes se rebelaron contra mí”. Básicamente significa que al igual que
nuestros primeros padres, dominados por el pecado, quisieron vivir autónomos de Dios, es
lo que están haciendo aquí los hijos de Israel. A pesar, de que Dios les había rescatado de la
esclavitud de Egipto, con el despliegue de su poder; a pesar de que Dios había cumplido su
promesa sin faltar ninguna de ellas, dándoles una tierra de abundancia; a pesar de que Dios
les prometió prosperidad si se mantendrían fieles a sus mandamientos, ni con todo esto, no
quisieron volver y ser fieles a Dios. Al contrario, decidieron ser independientes. Tomaron la
malvada decisión de no querer nada con Dios. Se atrevieron a trazar sus propios caminos y
dejaron los caminos justos y perfectos de Dios. Decidieron
Isa 1:3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi
pueblo no tiene conocimiento.
En éste texto, Dios compara la vida de su pueblo con la vida de dos animales domésticos:
buey y burro. El contraste es como sigue:
Isa 1:4 ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos
depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.
Isa 1:5 ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está
enferma, y todo corazón doliente.
Isa 1:6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida,
hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
Isa 1:7 Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra
delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños.
Isa 1:8 Y queda la hija de Sion como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como
ciudad asolada.
Isa 1:9 Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como Sodoma
fuéramos, y semejantes a Gomorra.

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