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Diana Margarita Torres Palencia 11ª

La influencia del Pop art en el arte colombiano

El 25 de mayo de 1964, la revista Life en Español, que tenía mucho ascendiente en los países
suramericanos publicó una reseña del pop art, donde presentó obras de Lichtenstein, Rosenquist,
Warhol, Dine, Wesselmann e Indiana.

Era la primera vez que se veía en Colombia una Marilyn Monroe de Warhol, a todo color. En el pie
de foto decía algo así como, “Marilyn Monroe como sellos de correo.

Al avanzar en la búsqueda de la recepción del arte pop en Colombia se encuentra que el 10 de julio
de 1964, la crítica de arte más importante en Colombia, la argentina Marta Traba, tituló una nota con
las tres letras que conforman la palabra “pop”: “Pintura, poesía, detonaciones, pop, etc.”. Estaba
ilustrada con una tira cómica de Lichtenstein; en el pie de foto no se identificaba la obra sino que
decía simplemente: El pop art. El artículo no se refería a algún artista norteamericano ni a su
movimiento, sino a una artista colombiana, Judith Márquez, quien se había residenciado en México
donde, según la crítica, “siente el divertido empuje del pop art. En su espíritu, La tertulia es un
cuadro ‘pop’, o un Botero sin magia”.

El Salón de Intercol se ha considerado erróneamente como la presentación del arte pop en


Colombia: “La primera mención histórica del término pop (…) tuvo lugar a raíz del Salón de Arte
Joven de 1964, en el que participaban Jorge Madriñán, Carlos Rojas, Gastón Bettelli y Bernardo
Salcedo”

Por tradición y por error, las obras de Salcedo y Madriñán han pasado a la historia del arte
colombiano como las primeras de arte pop, pero no lo fueron; en cambio, sí causaron un escándalo
inherente a este movimiento.

El arte pop, por algunas reseñas de la prensa a mediados de 1964, causaba ira y risa en el público
receptor que pensaba que iba a ser víctima de una tomadura de pelo. A finales de ese mismo año
era ya aceptado por el receptor. Como todos los grandes movimientos de arte, traía desde su
iniciación el germen de su propia destrucción.

El arte pop auténtico fue adoptado por muy pocos artistas colombianos, a partir de 1964, uno de
ellos fue Santiago Cárdenas. Había recibido su formación artística en los Estados Unidos. Durante
una conferencia del crítico inglés Lawrence Alloway, en la Universidad de Yale, el estudiante
colombiano le manifestó su escepticismo respecto al nuevo arte. Alloway le sugirió que debería
hacerse un artista pop.
Artistas

En Colombia los primeros artistas enmarcados dentro del arte pop fueron Jorge Madriñán –por su
obra Carmen la Violenta- y Bernardo Salcedo- por un collage con la imagen de Alka-Seltzer-. La
participación de ambos se encuentra documentada en el catálogo del Primer Salón Intercol de
Artistas Jóvenes, realizado en 1964, pero no hay imágenes de sus trabajos. Desde esa primera
incursión al arte pop, varios autores colombianos siguieron apostándole a este movimiento que ya
tiene más de 50 años. A continuación les presentamos algunos de ellos, que son reconocidos
internacionalmente y cuyo trabajo sigue vigente con exposiciones en diferentes galerías.

Álvaro Barrios

Nació en Cartagena, a los cuatro años diseñó el logotipo del diario La Prensa y hoy es de los artistas
de arte pop más importantes de Colombia. Su obra mezcla diferentes técnicas como el dibujo, el
grabado y la acuarela, abordando conceptos oníricos y satíricos cuyo tema principal es el arte
mismo.

Beatriz González

Es una de las artistas infaltables en esta lista. Nació en Bucaramanga y en 1974 la crítica de arte
argentina, Marta Traba, la catalogó junto a Álvaro Barrios y Bernardo Salcedo, en algo que
denominó pop ubicado. Su obra documenta parte de la violencia en Colombia. Luego de la toma del
Palacio de Justicia en 1985, la temática de su trabajo estuvo centrada en el dolor de las víctimas, y
en 2009 realizó una intervención serigráfica sobre los columbarios del Cementerio Central, de
Bogotá, titulada: Auras Anónimas.
Antonio Caro

Nació en Bogotá en 1950. Sus performances han estado marcados por anécdotas tan dramáticas
como graciosas; por ejemplo, en 1970 hizo un busto de sal con la forma de Carlos Lleras Restrepo.
La idea era regarle agua para que se diluyera, pero usó tanta que se salió del cristal donde estaba
contenida e inundó la galería.

Caro considera que la obra que lo graduó como artista es en la que escribió Colombia con la
tipografía de Coca Cola.

Nadin Ospina

Es bogotano y nació en 1960, su obra es un híbrido entre vedettes del cine y la televisión
norteamericana y figuras representativas de culturas indígenas. Por eso vemos a Homero Simpson
Pielroja, Bart a los ojos de indígenas Quimbaya y Mr Spock sentado junto a una figura precolombina.
Su obra es una lucha de estereotipo versus estereotipo; por ejemplo, en 2004, para la edición de
julio, la revista National Geographic publicó la foto de una guerrillera colombiana con una frase que
decía: “Cocaína, un fotógrafo en la tierra del polvo blanco”.
2. Beatriz González

Cursaba el grado quinto de primaria en su ciudad natal (Bucaramanga, Colombia, 1938) y sin
embargo sabía con certeza lo que iba a hacer con todos los días del resto de su vida: una artista.
Años más tarde la crítica la nombraría madre superiora del pop art colombiano, precursora criolla del
ready-made, o simplemente, pintora universal de provincia, categorías que a rechazado siempre con
simpatía, pues se define humildemente como una artista que trabaja como testigo del desarrollo –
antinatura- de la historia, una hacedora de iconos que registra sin adornos el entorno caricaturesco
en el que habita.

Alumna del pintor Juan Antonio Roda, del diseñador David Consuegra y de la crítica e historiadora
de arte Marta Traba, estudia en la facultad de artes de la Universidad de Los Andes en la ciudad de
Bogotá. Luego profundiza en la técnica del grabado en la academia Van Beeldende Kunsten de
Rótterdam. Sus primeros trabajos revelan un estudio muy consciente de las pinturas hechas por
verdaderos gigantes de la historia del arte como Rafael Sanzio, Sandro Botticelli, Jean-Francois
Millet, Paul Cézanne, Paul Gauguin o Edgar Degas, de quienes toma prestado el tema de sus
cuadros. Luego remplazaría el lienzo y el óleo por objetos de madera y metal como mesas,
bandejas, camas o escaparates que compraba en el mercado local. En ellos plasmaría una variedad
de iconos nacionales, utilizando pintura de esmalte de colores planos y vibrantes. Pero el gran
aporte al arte moderno colombiano lo haría en 1965 con la obra Los suicidas del Sisga, ganadora del
Segundo premio especial de pintura del Salón Nacional de Artistas. Con esta obra Beatriz González
no solo define las bases de su estilo, si no también la dirección temática que tomarían sus pinturas
en los años posteriores. Desde entonces su trabajo –cada vez más comprometido- se alimenta de la
reportería gráfica y la prensa nacional de un país en guerra, que sufre frecuentemente de olvido e
incertidumbre.

De pincelada fuerte, figuras irregulares, escenas crudas y colores planos poco convencionales,
Beatriz Gonzalez es la artista viva más relevante de su generación (después del encantador
Fernando Botero) que además de la memoria activa de sus pinturas, nos ofrece una buena serie de
publicaciones sobre la historia del arte nacional y un buen número de exposiciones en donde juega
el papel de curadora. ¡Una artista! que no escatima esfuerzo alguno para enseñar a través de las
imágenes todo lo bueno que se puede hacer en la vida.

Hoy sus obras se encuentran en las colecciones del MoMA de Nueva York, el Tate Modern de
Londres, el Museo Reina Sofía de Madrid o el Museo de Bellas Artes de Houston.

 Una de las obras importantes en su carrera es nombrada como “los suicidas del sisga”

El 29 de junio de 1965 fue publicada en la página tres del periódico colombiano El Tiempo la imagen
de una pareja que sostiene un ramo de flores con el titular “El doble suicidio de “El Sisga”: El día de
su santo, escogido por Martínez para la tragedia”. La noticia que acompaña la fotografía relata cómo
el jardinero Antonio Martínez quien vivía en Bogotá, motiva a su novia Tulia Vargas a suicidarse
juntos por una obsesión mística. Este retrato de la pareja suicida se convirtió en un ícono del arte
colombiano cuando Beatriz González la recorta del periódico y la copia en la pintura Los Suicidas del
Sisga (1965) con la que ganó el premio especial compartido en el XVII Salón Nacional de Artistas
Colombianos.

Los rostros planos, las flores sin detalle, las manos entrecruzadas, las figuras recortadas y sin
volumen mal reproducidas por los sistemas de impresión de la época son algunos de los aspectos
formales que llamaron la atención de González, y que marcaron una pauta para la futura selección
de imágenes por parte de la artista.

 Decoración de interiores

La obra Decoración de Interiores (1981) sintetiza el ejercicio que hace González con las imágenes
de prensa a partir de la década de 1980 y hasta el presente: la artista recorta del periódico El
Tiempo la fotografía del presidente cantando coplas junto a un grupo de amigos en una fiesta y la
convierte en un símbolo. En la imagen detrás del grupo que canta hay una cortina, por lo que la
artista decide recrear la escena sobre una cortina, aludiendo a su serie de objetos domésticos
intervenidos en los setentas.
3. C. La cama actúa como el marco de la pintura pero, al mismo tiempo, como el objeto que es,
permite que los personajes descansen sobre ella en el momento previo a su muerte.

Cibergrafia

https://www.banrepcultural.org/warhol/colombia/b-gonzalez-colombia-pop.html

https://revistadiners.com.co/

https://historia-arte.com/

http://graficasmolinari.com/

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