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Universidad Nacional de Río Negro

Licenciatura en Educación/ Licenciatura en Educación Inicial


Perspectiva Situacional de la Enseñanza
Dra. Cecilia Ferrarino

Clase 9
Materiales curriculares

Para desarrollar este tema seguiremos a Area Moreira, quien propone una serie de criterios para
analizar el papel que desempeñan los materiales curriculares (no sólo libros de texto, sino todo aquel
material calificado como “educativo”) como recurso privilegiado en los procesos de difusión y desarrollo
del currículum y las reformas educativas. Esto es, el enfoque de su análisis es más amplio que el
estrictamente didáctico (los materiales que podría elegir un docente en vistas de su utilización en el
aula para el desarrollo de un tema en particular), puesto que nos vincula de lleno con el ámbito de las
políticas educativas.
Para el autor, es una necesidad de cualquier innovación educativa la existencia de materiales
curriculares elaborados a tal fin, puesto que ellos son una condición para que el profesorado desarrolle
prácticas pedagógicas coherentes con dichas innovaciones.
Debemos tener en cuenta, en primer lugar, que por material curricular se entiende “el conjunto de
medios, objetos y artefactos que son elaborados específicamente para facilitar el desarrollo de procesos
educativos en los centros escolares y aulas”. Este tipo de materiales, a diferencia de otros, “se diseñan
y se usan para cumplir funciones vinculadas con la diseminación y el desarrollo práctico de los procesos
de enseñanza y/o aprendizaje de un determinado programa o proyecto curricular” (Area Moreira, 1999,
p. 2), y pueden clasificarse, en general, de la siguiente forma:

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a) Materiales curriculares de apoyo a la planificación, desarrollo y evaluación de la enseñanza,


por lo general dirigidos al profesorado.
Tienen como finalidad diseminar los cambios propuestos (reformas amplias o proyectos más
concretos), apoyar su puesta en práctica y facilitar el desarrollo profesional de los docentes.
b) Materiales curriculares de apoyo al aprendizaje de los alumnos. Estos implican algunos
supuestos:
1. Permiten a los alumnos experiencias de aprendizaje mediadas figurativa o simbólicamente,
esto es, adquirir conocimiento más allá de la experiencia directa sobre la realidad. Involucra tareas
de decodificación específicos, que deben a su vez ser enseñados. Se espera, además, que los
alumnos utilicen esos diferentes tipos de medios como recursos de expresión y comunicación.
“Un proceso de enseñanza multimediado (...) un aprendizaje global y rico en relación con los
medios no sólo consiste en que el alumnado aprenda a dominar los procesos de decodificación
de los mensajes, sino también en aprender a utilizar sus símbolos y sintaxis para poder comunicar
las ideas propias a los demás a través de diversos medios y lenguajes.” (Area Moreira, 1999, p.
4)
2. Los medios y materiales no son neutros valorativamente, no son un mero vehículo, sino que
ofrecen al alumno una “representación” del conocimiento y de la cultura. Siguiendo a Blanco
(1994) entendemos que no son un producto técnico ajeno a los fines, ideas y valores
socioeducativos de sus autores; sino que, por el contrario, en todo medio y material curricular
subyace una determinada representación o imagen de la sociedad, del conocimiento y de la
cultura.
3. A todo material curricular subyace una propuesta concreta de implementación de un programa
o proyecto curricular en términos de práctica educativa, lo que Ben-Peretz (1975) llamó potencial
curricular de los materiales, esto es, los usos pedagógicos diferenciados (actividades y procesos
educativos en el aula) que el profesorado puede inferir del análisis de un material concreto.
Los materiales curriculares “son una estrategia clave para la difusión y desarrollo de innovaciones
educativas”, ya que “suponen uno de los elementos simbólicos más representativos de las señas de
identidad de una propuesta de reforma o innovación educativa”. En efecto, “uno de los signos que
evidencian los cambios curriculares son la aparición de nuevos medios y materiales” (Area Moreira,
1999, p. 5)
Por eso el material curricular adopta características, formatos y funciones muy distintos, de acuerdo
con el modelo o concepción de currículum que sirve de base a su elaboración.
• Si el currículum es “un plan técnicamente racionalizado de procedimientos y directrices
planificados por expertos”, que el docente tiene que “ejecutar paso a paso”; el material curricular
será “un recurso altamente prescriptivo y detallado de las acciones que el profesor debe
desarrollar ante las situaciones previsibles de enseñanza”.
• Si el currículum es “un proyecto global” o “marco de referencia esencialmente cultural, a partir
del cual el profesor habrá de interpretar, matizar y definir situaciones, contenidos, procedimientos

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y métodos de actuación en el aula”, el material tendrá “características abiertas, poco


estructuradoras de la práctica, permitiendo usos y aplicaciones flexibles” (Area Moreira, 1999, pp.
5-6)
El autor caracteriza a continuación el papel de los materiales en cada uno de los marcos curriculares
antes mencionados: el primero, de corte técnico-racional, y el segundo, con una orientación práctica,
deliberativa y participativa.
• En el primero de ellos, que sigue una “lógica técnica y racionalista”, el autor considera -de
manera humorística- que se trata de “materiales a prueba de profesores”. La fase prioritaria es la
del diseño curricular; la fase de diseminación tendrá un carácter informativo; la fase de desarrollo
consistirá en reproducir prescripciones emanadas de las instancias administrativas. La producción
de materiales se ubica en la fase de diseño, y estará a cargo de expertos. Tendrán el carácter de
instrumentos y pueden llegar a suplantar las decisiones docentes tanto en lo que respecta a
contenidos como a formas de acción didáctica. En este último sentido, puede pensarse, con
Alwright (1981, que implican dos supuestos sobre el profesorado: en primer lugar, una deficiencia,
pues los medios se producen para proteger a los alumnos de las deficiencias del profesorado, y
así asegurar, en la medida de lo posible, que el Programa sea cubierto adecuadamente y que los
ejercicios sean bien enseñados; y en segundo lugar que las habilidades requeridas para la
elaboración de materiales son muy diferentes de las exigidas a los profesores de aula (Area
Moreira, 1999, p. 6)
• En el segundo caso, que el autor denomina “lógica práctica”, los materiales curriculares son
producto de la experiencia del profesorado, esto es, permite la incidencia de los profesores e
instituciones escolares. No se entiende el desarrollo del currículum de modo estandarizado ni
uniforme, sino como un proceso que asume la diversidad de los contextos y sujetos que lo ponen
en práctica. “Los materiales curriculares elaborados desde esta lógica tienen la ventaja de ser
fruto de la experiencia docente, estar adaptados a los rasgos idiosincrásicos del alumnado y del
contexto desde el cual surgieron, y ser elaborados en el marco de proyectos de innovación
pedagógica” (Area Moreira, 1999, pp. 7-8)
En ambos casos, el autor ofrece una síntesis de los rasgos que caracterizan la lógica y función
otorgadas a los materiales en esa perspectiva, y señala las ventajas y limitaciones de estas.
En un tercer apartado del capítulo (8.3), el autor hace referencia a la experiencia española de reforma
curricular, analizando en ella el papel de los materiales para el profesorado como instrumentos de
difusión y comunicación de las innovaciones. Proponemos tomar este apartado a título de ejemplo, y
centrarnos especialmente, para nuestro trabajo, en el apartado 8.4. “La inercia de la tradición: los libros
de texto y el profesorado”.
Area se refiere aquí a los libros de texto como “símbolo representativo de la escolaridad” tal como la
conocemos actualmente (al cabo del proceso histórico que el autor reseña seguidamente), algo que
seguramente compartiremos: “(...) el libro de texto no es un medio más entre los restantes materiales
curriculares, ni por su historia, ni tampoco por su naturaleza y características pedagógicas (...) es un
instrumento, a diferencia de otros medios, que no se diseña (y consiguientemente no se utiliza) para
que sea útil en situaciones específicas y puntuales de enseñanza, sino que es un recurso con suficiente

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potencial para ser usado a lo largo de todo un curso escolar completo (...), en estos momentos, es el
principal material de que dispone el profesorado donde se dotan de contenido y se operativizan en un
nivel práctico las prescripciones de un programa curricular oficial.” “Es, de ese modo, un recurso
decisivo para traducir el currículum oficial y mediar entre éste y los profesores” (Area Moreira, 1999, p.
12)
Por eso quienes diseñan y elaboran los textos son los agentes decisivos en la enseñanza que
finalmente reciben los alumnos. Las editoriales o instancias productoras de los textos han llegado a
desempeñar un papel decisivo (Apple, 1989; Gimeno, 1994) y ejercen una poderosa influencia sobre lo
que realmente se enseña en las escuelas. Debe tenerse en cuenta, además, que en muchos países los
libros de texto requieren para ser comercializados la revisión y aprobación por parte de instancias
administrativas estatales.
Los libros de texto tienen en la actualidad una utilización masiva en el aula, como se ha comprobado
en investigaciones empíricas. De esto puede inferirse que se da en los docentes una suerte de
“dependencia profesional de este tipo de materiales”, que se estima es producto de diversos factores
(Area, 1994), entre ellos, la “descualificación profesional del profesorado”. Advierte el autor que, sin
embargo:
“El problema no estriba en la presencia o ausencia de este medio en las aulas, sino en las
consecuencias curriculares que supone un modelo de enseñanza basado en el uso casi exclusivo o
predominante del texto escolar: desprofesionalización del profesorado, metodologías tradicionales de
enseñanza, homogeneización y estandarización de los procesos de enseñanza y aprendizaje, difícil
compatibilidad de este medio con estrategias metodológicas que favorezcan la construcción del
conocimiento por los alumnos, dificultades para el estudio del entorno” (Area Moreira, 1999, p. 13).
Es necesario tener en cuenta, no obstante, que las actuales condiciones de trabajo del profesorado son
un factor que dificulta que los docentes implementen otras alternativas en relación con el uso de
materiales.

Les proponemos seleccionar un material curricular y analizarlo según “Guía de análisis de


materiales curriculares” de Nieves Blanco presentada en el Anexo del Capítulo 4 de Araujo
(2014, pp. 210- 212).

Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la comunicación y la información


En la definición de material curricular ha quedado fuera un conjunto de artefactos, medios, materiales
de importante valor en el proceso educativo.
Como bien establece Area Moreira, los periódicos, televisión, cd- rom, internet, radio, software

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informático, son medios de comunicación o tecnologías de la información que no se producen con


finalidades pedagógicas pero que ingresan al aula. Entendiendo que:
(…) las nuevas tecnologías de la información – como el acceso a redes de información y el uso del
correo electrónico- redefinirán las tareas intelectuales. No se trata de llenar disquetes con información,
del mismo modo como en ciertas propuestas didácticas se llenan carpetas de recortes de diario que
nadie lee, ni de acumular folletos que nadie consulta, sino de utilizar un medio para acceder a nueva
información realmente necesaria y con posibilidades de ser trasformada en el contexto de una actividad
y de un contexto específico (Libedinsky, 1995, p. 284).
En el contexto actual, el uso y manejo de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación
resultan cada vez más importante. No sólo es necesario su manejo técnico; también es necesario saber
qué y saber dónde buscar la información, así como construir criterios para su evaluación.
Por lo tanto, como en cualquier propuesta didáctica, el uso de los materiales, medios y recursos
considerados supone una reflexión más profunda en torno a la finalidad de su incorporación y
elaboración.

Sugerimos la lectura del punto “Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de
la comunicación y la información” del Capítulo 4 de Araujo (2014, pp. 203- 209) para
avanzar en el análisis de esta cuestión.

LECTURAS SUGERIDAS

Araujo, S. (2006). “Los materiales curriculares en la enseñanza”; en: Docencia y enseñanza. Una
introducción a la didáctica. Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes.
Área Moreira, M. (1999). “Los materiales curriculares en los procesos de diseminación y desarrollo del
currículum”, en Escudero, J., Diseño, desarrollo e innovación del currículum. Madrid: Síntesis.

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