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Serra Pensar La Educación en Tiempos de Pandemia
Serra Pensar La Educación en Tiempos de Pandemia
en tiempos de pandemia
Continuidad pedagógica en pantalla:
entre la disputa de lenguajes
y las posibilidades creativas
María Silvia Serra
INTRODUCCIÓN
a sus familias: «no te estamos dejando solo, niño, niña; familia, seguimos acá
presentes, los estamos acompañando».
Pensando el vínculo entre educación y cuidado, es posible visualizar en los
programas de TV otra modalidad de cuidado. El mensaje insiste en la cons-
trucción de una figura: «Hay un maestro que te está esperando si prendés la
televisión», «alguien se dirige a vos, y solo a vos, por ser alumnx de tal o cual
grado». Esa figura constituye en sí un gesto amoroso que reafirma el acompa-
ñamiento a pesar de todas las situaciones extrañas que rodearon y rodean a las
familias. Ese acompañamiento se ligó a la idea fuerza presente en la expresión
continuidad pedagógica y a su objetivo final de estar presente allí donde está
interrumpida una experiencia central en la vida de niños, niñas y jóvenes: la
escuela. Con claridad acerca de la imposibilidad de reemplazar la experiencia
escolar, estas iniciativas se inscriben en la voluntad de que el retorno a clases,
cuando quiera que sea, pueda recuperar algo de lo ocurrido en el período de
interrupción.
Otro desafío cotidiano en todo el proceso de desarrollo de esta experiencia de
continuidad pedagógica implicó pensar cómo la escuela ingresa adentro de la
televisión, operación que no es lineal ni sencilla. Hay cuestiones que funcionan
en la escuela porque son parte de la escuela, y otras en la televisión, porque es
la televisión. Constituyen espacios diferenciados, con lógicas y modalidades dis-
tintas. Una de las más importantes tiene que ver con la interacción. El vínculo
pedagógico propio de la escuela se sostiene en interacciones fuertes. Cualquier
maestrx, aun cumpliendo el rol más tradicional, siempre ve, lee o interpreta lo
que pasa cuando enseña. Lee los rostros de lxs alumnxs, atiende lo que escriben
o producen, escucha, evalúa. El vínculo entre maestrxs y estudiantes puede asen-
tarse sobre esquemas más o menos dialógicos, pero es innegable que lxs maes-
trxs siempre tienen un «retorno». La televisión no ofrece ese retorno, no ofrece
una retroalimentación.
Sin embargo, desde el primer momento del proceso, Seguimos Educando in-
cluyó la figura del maestrx. Esa determinación, que a algunos sorprendió («¿es
necesario que un programa de TV tenga un maestrx en una escena tan clara-
mente escolar, con pizarrón, escritorio, bandera, etc.?»), en el terreno práctico
funcionó: muchxs alumnxs, especialmente los más pequeñxs, reconocían como
su «seño» a la que estaba en la tele.
Para que este fenómeno de identificación fuera posible, más allá de la pro-
ducción, hubo algo que logró cadx maestrx, esta vez en su doble rol de enseñante
y de «conductorx» de TV.2 Consiguió dirigirse a lxs pibes desde una cámara y
generar un tipo de interpelación en la que lxs niñxs se sintieron convocadxs y res-
pondieron, como lo evidencia la cantidad de fotos que mandan a los programas
de su presencia frente a ellos. Eso demostró que algo estaba pasando, que se fue
produciendo un ida y vuelta, que se podía construir un vínculo con algo del orden
de la interacción y el reconocimiento mutuo.
2. Cabe señalar que los maestros fueron elegidos como tales, no como maestros con
alguna experiencia actoral o televisiva.
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CONTINUARÁ…
La segunda mitad de este año escolar tan excepcional e incierto seguirá suce-
diendo en la pantalla de Seguimos Educando. Al escribir estas líneas, todavía no
hay jurisdicciones que hayan retomado la presencialidad, pero se espera que, en
algunas regiones del país, esto ocurra en breve, pero con condiciones especiales.
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Para este segundo tramo se ensayan nuevas respuestas, que pretenden apren-
der de los logros y dificultades del primer trayecto, sobre todo partiendo de la
profundización de la mirada alrededor de lo que la TV puede y de lo que no, de
sus límites y potencialidades. Existe la intención de realizar un salto cualitati-
vo en el tratamiento de los temas, trabajando con otra lógica, con problemas
articuladores y privilegiando algunos saberes por sobre otros según sea el caso,
pero poniendo en diálogo lo poético, lo científico, los lenguajes narrativos, el arte.
El tiempo dirá del éxito de estas propuestas.
Pero no podemos dejar de señalar el contexto que rodea a estas producciones.
Como en otros órdenes de la vida, la incertidumbre que rodea decisiones de todo
tipo hace que una y otra vez haya que pensar y recalcular. En clave de la produc-
ción de estos programas de TV, existen muchos condicionantes asociados a los
tiempos que impone la realización de programas diarios, en su mayoría en vivo.
Por otra parte, aparece otro aspecto no menor atribuible a las condiciones
impuestas por el tiempo de la cuarentena, que tiene que ver con cierta preca-
riedad del proceso de producción: no siempre se dispone de todos los recursos
necesarios y existen a menudo dificultades insalvables para conseguirlos. No es
tan sencillo en este contexto producir nuevos materiales. En general los recursos
a los que se acude tienen que ver con el importante material que cuentan canales
como PakaPaka y Encuentro. Pero estos materiales fueron producidos en otro
contexto y con otra lógica, por lo que, por ejemplo para algunos segmentos de
edad, existe abundante material, y para otros, este es escaso o los existentes no
son adecuados desde la perspectiva de los programas. En ocasiones los progra-
mas no pueden eludir la posición explicativa de maestrxs y profesores, porque no
existen en archivo imágenes suficientes o pertinentes para acompañar. Esa limi-
tación de recursos, esa precariedad, hace que se vaya resolviendo todo «sobre el
filo» y desafía la imaginación y las capacidades del equipo.
REVISIONES
los recreos, en las normas de convivencia tiene una importancia radical, casi tan
esencial como la mediación adulta en el encuentro con el saber.
Porque lxs chicxs no asisten a una escuela donde hay otrxs chicxs solamente.
Hay un maestrx, se hace presente una lógica de cuidado, que excede el acompa-
ñamiento a través de la enseñanza. La escuela vuelve a mostrar su importancia
como una experiencia de un «mundo aparte» al cotidiano, donde la presencia
adulta cumple un rol central desde las decisiones que se toman sobre qué ense-
ñar en el aula hasta el aprendizaje de la vida con otros.
Algo de esto se visibilizó con claridad: los programas de Seguimos Educando
han sido vistos como un tiempo «otro», como un momento particular del día de
niñxs y jóvenes que tienen por todo horizonte las paredes de sus casas. Sabemos
que hay niñxs que están solxs frente a las pantallas porque los papás trabajan,
porque no hay adultos a cargo. Es más, muchas veces han servido como opción
desde la organización familiar: hay padres que sostienen que necesitan ese mo-
mento del día en que sus hijxs ven los programas para poder ellos sentarse a
trabajar. En este punto, se revaloriza el tiempo de la escuela como un momento
del día en el que lxs pibes tienen un tiempo y un espacio para ellos mismos, solo
de ellxs, distante y distinto del espacio doméstico.
El testimonio de una mamá que señala que su hija se sienta a mirar el progra-
ma de segundo grado con su mesita frente a la tele y pide no ser «molestada» per-
mite reconocer la necesidad, por parte de la niña, de «suspender» por un rato a
su madre, su abuela, u otrx adultx a cargo, constituyendo, por qué no, un espacio
que puede ser pensando como saludable para los niños y niñas. Un ejemplo como
este hizo ver de qué modo la cuarentena constituye una oportunidad para repen-
sar la importancia de la experiencia escolar, aun sabiendo que esta necesita ser
revisada, y jerarquizar qué es lo importante y qué es lo accesorio en su interior.
Aparece en el horizonte una oportunidad para pensar en la tarea de maestrxs y
profesores, que está disponible, después de la emergencia y la vorágine… Cual-
quiera de ellxs tiene en su bagaje unas experiencias nuevas, inéditas, para pensar
su tarea cotidiana, no solo en clave de los aprendizajes nuevos que se vio obligado
a realizar para sostener su rol, sino también en relación a la tarea que las escuelas
cumplen en nuestras sociedades.
En relación a la educación primaria y secundaria, resulta clave pensar cómo
se suman a lo que se venía haciendo desde las escuelas la interacción en redes,
los relatos audiovisuales, cómo se amplían los horizontes del aula si se pueden
incorporar otro tipo de narrativas, la intertextualidad, películas de cine, progra-
mas de TV, etc. Se ha desplegado una gran producción de recursos en estos pocos
meses. E incluso se han hecho visibles cosas que ya existían antes y no se estaban
usando y ahora pueden comenzarse a usar más decididamente.
Si pensamos específicamente en los programas de TV, no podemos dejar de
señalar que la imagen tiene una gran capacidad para educar, de por sí, más allá
del tratamiento que se puede hacer de ella. Pero también experimentar su po-
tencia hace que volvamos a plantear la necesidad de profundizar en la escuela la
idea de la educación de la mirada. Cuanto más se ve y se mira, cuanto más se abre
la puerta a relatos audiovisuales diversos, más es posible que nos abramos a la
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comprensión de modos de ver cada vez más complejos, que bien pueden conver-
tirse en una demanda y una exigencia mayor al relato. Hay algo allí que resulta
fantástico en la educación de la mirada y que resulta conveniente potenciar.
¿Por qué no pensar que allí hay un trabajo que puede hacer la escuela, de
generar algunas herramientas para tener capacidad de interrogar registros vi-
suales? Si bien es posible encontrar, históricamente, que la escuela ha producido
esa interrogación, en general esta ha sido moral. En este momento es tiempo de
profundizar en otros planteos que sean capaces de interrogar de una forma más
«cognitiva» el relato audiovisual, para que los alumnos puedan desarmarlo, des-
estructurarlo, ver qué trae, abonar a un pensamiento complejo.
Es llamativo cómo un tiempo tan cargado de incertidumbres como el que vi-
vimos ha permitido, en cierto sentido, despejar algunas discusiones ligadas al fu-
turo de la educación escolar y reafirmar algunos de sus rasgos. También es cierto
que sería un error centrar a la escuela que vendrá en la nostalgia de lo que fue.
Se nos ha dado la oportunidad de pensar, otra vez, y en el marco de su inte-
rrupción, lo que queremos hacer disponible en la experiencia escolar. Ojalá que
no la dejemos pasar porque, venga lo que venga, para proyectar un futuro es
ineludible que sigamos educando.