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(DIRECTOR)
MACARENAMARRAGIMENEZ
COORDINADORA
LAACCIÓN DE
AMPARO Y LA
ACCIÓN DECLARATIVA
La acción de amparo y la acción declarativa 1 José Luis López Castiñeira ... [et
al.] ;coordinación general de Macarena Marra Gínenez ; dirigido por José Luis
López Castiñeira. - l a ed . -Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Erreius, 2019.
Libro digital, PDF
edición
la
ERREIUS
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O 2017 ERREIUS
Esta obra persigue como finalidad no solo ser una herramienta de estudio
para quienes se encuentran cursando la carrera de abogacía, sino también un
elemento de consulta para aquellos profesionales que necesiten despejar alguna
inquietud en el ejercicio de su actividad cotidiana. También fue nuestro objetivo
proyectarla de manera tal que cualquier ciudadano pueda comprender los aspec-
tos esenciales de la materia.
Apunta a brindar elementos concretos basados tanto en aspectos doctrinarios
como, esencialmente, en la evolución legal y jurisprudencia1 evidenciada en los
últimos tiempos.
Como veremos, es una asignatura muy dinámica que seguramente presentará
nuevos y apasionantes cambios y debates en el futuro.
El enfoque brindado es reflejo de la vasta experiencia de sus autores en distin-
tos ámbitos del ejercicio cotidiano. Cuenta con la participación de magistrados y
funcionarios del Poder Judicial, profesionales que ejercen libremente su actividad
y docentes con dilatada trayectoria académica y de investigación. De ese modo,
se ha intentado brindar una mirada amplia desde distintas ópticas.
Quiero agradecer al cuerpo docente de la Cátedra del Seminario de Amparo
y Acción Declarativa de la Universidad Nacional de José C. Paz que, de manera
entusiasta, se sumó a esta propuesta. Hago extensiva mi gatitud a todo el grupo
de profesionales que nos acompaiía con sus valiosos aportes.
Finalmente, un agradecimiento especial a mi familia y a la de todos los auto-
res que, con su apoyo y comprensión cotidianos, nos han respaldado en las largas
horas dedicadas a la concreción de este proyecto.
Dentro de los diferentes tipos de procesos que tramitan ante los tribunales
judiciales encontramos el denominado "amparo".
Se trata de un proceso sumamente simplificado tanto en su aspecto tempo-
ral como en cuanto a sus formas.
Ello así dado que su principal objeto consiste en reparar de modo urgente y
eficaz la lesión de un derecho constitucional.
Bidart Campos concibe al amparo como "la pretensión formal que se inter-
pone contra el Estado (o cualquier particular) para que por sus órganos jurisdiccio-
nales se depare tutela a una pretensión material, mediante vía sumaria y expeditiva".
Por su parte, Díaz Solimine sostiene que la acción de amparo persigue el
reconocimiento de un derecho especialmente establecido por la Constitución,
frente a la violación o amenaza motivada a través de un acto manifiestamente ar-
bitrario e ilegal, y siempre que no existan otras vías procesales aptas o más idóneas
para remediar con rapidez y eficacia el perjuicio sufrido por el afectado.
Asimismo, Canda seiíala que se trata de una vía regia, franqueada de todo
obstáculo de naturaleza procesal que pueda dificultar la defensa del derecho cons-
titucional en juego, y que el carácter expedito y rápido deriva de su condición de
proceso urgente.
3. CONCEPTO
De acuerdo con lo establecido por el artículo 4 3 de la Constitución Nacio-
nal reformada en 1994, el amparo es una "acción expedita y rápida contra todo
acto u omisión de autoridades públicas o de particulares, que en forma actual
o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad
manifiesta, derechos y garantías reconocidos por la Constitución Nacional, un
tratado internacional o una ley de la Nación".
4. ELEMENTOS
Del latín elemenmm, un elemento es una parte integrante de un todo, una
pieza que forma una estructura, o bien se trata de un componente de una agru-
pación.
Al promoverse una acción de amparo, se forma una relación jurídica com-
puesta por diferentes piezas, a saber: sujeto, objeto y causa.
Del artículo 6 de la ley 16.986 se pueden identificar con facilidad estos
componentes, en cuanto su texto establece lo siguiente:
La demanda deberá interponerse por escrito y contendrá:
a) el nombre, apellido y domicilios real y constituido del accionante;
b) la individualización, en lo posible, del autor del acto u omisión im-
pugnados;
C) la relación circunstanciadade los extremos que hayan producido o es-
tén en vías de producir la lesión del derecho o garantía constitucional;
d) la petición, en términos claros y precisos.
4.1. Sujetos
a) El accionante: es toda persona física o jurídica que se considere afectada.
b) El accionado: se trata del autor del acto lesivo u omisión previstos en el
artículo 43 de la Constitución Nacional en cuanto refiere a "todo acto u
omisión de autoridades públicas o de particulares".
4.2. Objeto
A través de la acción de amparo, el afectado persigue la obtención de una
condena o bien de una declaración, mediante el dictado de una sentencia que
resuelva la petición planteada ante el órgano jurisdiccional.
No es otra cosa que la protección al afectado contra los alcances de un acto
u omisión de una autoridad pública o de un particular, del cual resulta una lesión
a un derecho reconocido por la Constitución, un tratado o una ley.
4.3. Causa
La causa que origina el nacimiento de la acción para que el afectado acuda
ante el órgano jurisdiccional es la lesión, alteración, restricción o amenaza a sus
derechos, reconocidos por la Constitución, por un tratado internacional o por
una ley.
Estos conceptos serán ampliados oportunamente.
Florencia González
FALL0"SIRl"
(CONTRA ACTOS DE AUTORIDAD
PUBLICA)
JURISPRUDENCIAL
FALLO"K0T"
(CONTRA ACTOS DE
PARTICULARES)
DECRETOLEY 16.986
(REGULA EL AMPARO CONTRA
ACTOS DE AUTORIDAD PUBLICA
EN ELORDEN NACIONAL)
ETAPAS LEGISLATIVA
C6DlGO PROCESALCIVILY
COMERCIAL DE LA NACl6N
(ART.32l,INC.2.REGULA EL
-
AMPARO CONTRA ACTOS DE
PARTICULARES)
CONSTITUCIONAL
JURISPRUDENCIA
CSJN, "Halabi, Ernesto c/ PEN - ley 25.783 - dto. 1563104 S/ amparo Ley NO
16.986", 24/2/2009, Id Infojus: FA09000006.
CSJN, "Siri, Ángel S/ habeas corpus", 27/12/1957, Id Infojus: FA57997827.
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CNCAF, Sala 4, "Espacio SA c/ Empresa Ferrocarriles Argentinos", 1987.
PRESUPUESTOS DE ADMlSlBlLlDAD
DE LA ACCIÓN DE AMPARO
Maricel Mengoni
b) Vía principal
Rivera explica que el artículo 43 habilita al amparo como expedito y rápido,
y el proceso ordinario no lo es; por lo tanto, no puede servir como medio más
idóneo. Este último no tiene la finalidad del amparo ni opera en las situaciones
en las que se da, pues aquel apunta a dar certidumbre al derecho y sirve como
presupuesto de un derecho cierto.
De allí se desprende que el amparo no es subsidiario y, como consecuen-
cia, el amparista no ha de probar el daño grave e irreparable ni la existencia de
otro medio judicial más idóneo. En definitiva, se trata del derecho a un recurso
sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales
competentes.
Para Quiroga Lavié, el amparo es la jurisdicción constitucional de los dere-
chos reconocidos en la Constitución, en los tratados internacionales o en la ley. El
constituyente no ha creado una jurisdicción constitucional para remitir la tutela
de los derechos fundamentales a la justicia ordinaria, que se ocupa de aplicar el
derecho de fondo.
El citado autor considera que, a partir de la reforma constitucional del año
1994, hay dos grandes jurisdicciones judiciales en el país: la constitucional y la or-
dinaria. En estos términos, se entiende que, cuando un derecho constitucional es
negado, restringido o impedido de ejercer por cualquier autoridad pública, se ha
fijado la política constitucional de que la vía de protección de estos será la acción
de amparo para la efectiva tutela de ellos.
B~BL~OGRAF
PARTICULAR
~A
BRACCA, Marta S., Derecho administrativo aduanero, Ciudad Argentina, Buenos
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CANDA,Fabián O., "Requisitos de procedencia de la acción de amparo indivi-
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Vocos CONESA, Juan M., "Vigencia del plazo de caducidad para la acción de am-
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LA LEGITIMACIÓN ACTIVA
EN LA ACCIÓN DE AMPARO
2.1. El afectado
El artículo 43, primer párrafo, de la Constitución Nacional, incorporado en
la reforma del año 1994, textualmente dispone que "Toda persona puede interpo-
ner acción expedita y rápida de amparo", importando con ello el reconocimiento
a todos los habitantes de la Nación del derecho constitucional de demandar judi-
cialmente por la vía del amparo (Díaz Solimine).
La referencia a "toda persona" como sujeto legitimado para interponer la ac-
ción de amparo, entendida como aquel poder, concedido por el Estado, de acudir
a los tribunales de justicia para formular pretensiones, en el marco de esta especial
herramienta procesal, suscitó dudas en un principio, en cuanto se interpretó que
ello excedía o ampliaba el concepto de "afectado" previsto en la ley 16.986.
En efecto, el artículo 5 de la citada ley dispone:
La acción de amparo podrá deducirse por toda persona individual o jurídi-
ca, por sí o por apoderados, que se considere afectada conforme los presupues-
tos establecidos en el artículo 1. Podrá también ser deducida, en las mismas
condiciones, por las asociaciones que sin revestir el carácter de personas jurídi-
cas justificaren, mediante la exhibición de sus estatutos, que no contrarían una
finalidad de bien público.
Sin embargo, ha sido constante la jurisprudencia de los tribunales en el sen-
tido de exigir que quien interpone la acción de amparo individual debe invocar
un agravio o menoscabo a título personal de sus derechos o garantías reconocidos
en la Constitución Nacional, un tratado o una ley.
Por ello, se ha destacado que el interés del afectado debe ser propio (Díaz
Solimine). Es decir, quien asume la calidad de "parte actora" en una acción de am-
paro individual debe demostrar la existencia de un "interés especial" en el litigio
o, tal como lo ha entendido la jurisprudencia, que los agravios invocados la afectan
de forma "suficientemente directa" o "sustancial", esto es, que posean "concreción"
o "inmediatez" bastante para poder procurar dicho proceso (doctrina de Fallos:
322:528, entre otros).
En otras palabras, el sujeto que pretenda asumir la calidad de parte legiti-
mada deberá demostrar o acreditar que posee un gravamen o agravio, entendidos
como un menoscabo o perjuicio en sus derechos o intereses.
2.2. El ciudadano
A los fines de dilucidar la cuestión planteada en el acápite anterior, resulta
necesario tomar en cuenta la doctrina y las directrices -constantes e invariables-
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con relación a la falta de legitima-
ción procesal de quienes se presentan ante la Justicia, instando su intervención e
invocando el carácter de "ciudadanos", aun en aquellos temas que se consideran
resonantes o de repercusión para la sociedad en su conjunto.
En este sentido, la CSJN ha subrayado que "la existencia de un interés par-
ticular del demandante en el derecho que alega [. ..] no aparece como un requi-
sito tendiente a eludir cuestiones de repercusión pública sino a fin de preservar
rigurosamente el principio de división de poderes, al excluir al Poder Judicial
de una atribución que, como la de expedirse en forma general sobre la consti-
tucionalidad de las normas emitidas por los Poderes Legislativo y Ejecutivo, no
le ha sido reconocida por el artículo~ll6de la ~ o n s t i t i c i ó nNacional", es que
el Poder Judicial "debe ser preservado de la sobrejudicialización de los procesos
de gobierno" (conf. Fallos: 328:2429, "La Rioja, Provincia de c/ Consejo de la
Magistratura y otro S/ acción declarativa de certeza-ley 18.198 nacional electo-
ral", del 14/6/2005).
Por su parte, el Máximo Tribunal ha advertido que la invocación de la cali-
dad de "ciudadano" sin la demostración de un perjuicio concreto es insuficiente
para sostener la legitimación a los fines de impugnar la constitucionalidad de una
norma (conf. doctrina de Fallos: 306:1125, 307:2384, 331:1364, 333:1023, en-
tre otros, citados en "Roquel, Héctor Alberto c/ Santa Cruz, Provincia de (Estado
Nacional) S/ acción de amparo", del 10/12/20 13).
Agregó que el de "ciudadano" es un concepto de notable generalidad y su
comprobación -en la mayoría de los casos- no resulta suficiente para demostrar la
existencia de un interés "especial" o "directo", "inmediato", "concreto" o "sustan-
cial", que permita tener por configurado un "caso contencioso" (Fallos: 32:528,
3242048 y 333:1023, citados por la CSJN en el precedente "Roquel").
Asimismo, el Tribunal advirtió que el accionante debe expresar un agravio
diferenciado respecto de la situación en la que se hallan los demás ciudadanos
y no puede fundar su legitimación para accionar en el interés general en que se
cumpla la Constitución y las leyes (arg. Fallos: 321:1352); es decir, invocando el
cumplimiento de la mera legalidad. Y que admitir la legitimación en un grado
que la identifique con el "generalizado interés de todos los ciudadanos en ejercicio
de los poderes de gobierno" "deformaría las atribuciones del Poder Judicial en
sus relaciones con el Ejecutivo y con la legislatura y lo expondría a la imputa-
ción de ejercer el gobierno por medio de medidas cautelares" (Fallos: 331:1364,
333:1023, cons. 4 y sus citas, vide cons. 4 de "Roquel", opus cit. y 333:1023,
"Thomas Enrique").
Tal doctrina no ha variado con lo resuelto por el Máximo Tribunal en los
autos "Colegio Público de Abogados de Tucumán c/ Honorable Convención
Constituyente de Tucumán y otro", de fecha 14/4/2015, en los cuales destacó
que, frente a "situaciones excepcionalísimas", en las que se denuncia que han
sido lesionadas expresas disposiciones constitucionales que hacen a la esencia
de la forma republicana de gobierno, la simple condición de ciudadano resul-
taría suficiente para tener por demostrada la existencia de un interés "especial"
o "directo", al advertir que estaban en juego las propias reglas constitucionales
(cons. 9).
Nótese que en dicho precedente se cuestionaba el proceso de reforma de la
Constitución provincial y se denunciaba la violación de la forma republicana de
gobierno que las provincias deben respetar (art. 5, CN). Y, por lo demás, la Cor-
te señaló que tal interpretación no debía equipararse a la admisión de la acción
popular, que es aquella que legitima a cualquier persona, aunque no titularice
un derecho, ni sea afectada, ni sufra perjuicio, a entablar una acción judicial en
defensa de la mera legalidad, la que no se encuentra prevista en el ordenamiento
nacional.
B ~ B L ~ O G R A FGENERAL
~A
FASSI,Santiago C. y YAREz, César, Código Procesal Civily Comercial, comentado,
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FENOCHIETTO, Carlos E. y ARAZI, Roland, Código Procesal Civily Comercial de la
Nación, comentadoy concordado, tomo 1, Astrea, 1987.
PALACIO,Lino, Derecho Procesal Civil, tomo 1, Buenos Aires, 1975.
BIBLIOGRAF~APARTICULAR
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GELLI,M. Angélica, Constitución Nacional, comentada y concordada, 3". ed. am-
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REAL ACADEMIA ESPANOLA, Diccionario de la lengua espafiola, tomo 1, 20.a ed.,
1984.
ASPECTOS PROCESALES.TRÁMITE
4.1.Tasa de justicia
Todas las demandas que se presentan ante la justicia -el amparo no es la
excepción- deben cumplir con el pago de un tributo. Dicho tributo ha sido ca-
racterizado por la doctrina mayoritaria (entre los que se enrola Diez) como una
tasa, en virtud de que es abonada por la prestación de un servicio por parte de la
Administración Pública. A diferencia del tributo, la tasa es abonada por la presta-
ción de un servicio, en este caso, el servicio de justicia.
El artículo 2 de la ley 23.898 -referida a las tasas a las que estarán sujetas
todas las actuaciones judiciales que tramiten ante los tribunales nacionales de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los tribunales nacionales con asiento en las
provincias- dispone:
A todas las actuaciones, cualquiera sea su naturaleza, susceptibles de apre-
ciación pecuniaria se aplicará una tasa del tres por ciento (3%),siempre que
esta ley u otra disposición legal no establezca una solución especial para el caso.
Esta tasa se calculará sobre el valor del objeto litigioso que constituya la preten-
sión del obligado al pago según lo dispuesto en el primer párrafo del artículo
9 de la presente ley, con las modalidades y excepciones previstas por la misma.
7. LA SENTENCIA
A fin de abordar el punto relativo al dictado de la sentencia de amparo,
como así también aquellas cuestiones relacionadas a ella, es menester señalar que
los artículos 11 y 12 de la ley de amparo deban ser estudiados en consonancia con
el artículo 8 infine del cuerpo legal citado. Dicha norma dispone: "producido el
informe o vencido el plazo otorgado sin su presentación, no habiendo prueba del
accionante a tramitar, se dictará sentencia fundada dentro de las 48 horas, conce-
diendo o denegando el amparo".
Por su parte, el artículo 11 expresa: "Evacuado el informe a que se refiere el
artículo 8 o realizada, en su caso, la audiencia de prueba, el juez dictará senten-
cia dentro del tercer día. Si existiera prueba pendiente de producción por causas
ajenas a la diligencia de las partes, el juez podrá ampliar dicho término por igual
plazo".
En resumidas cuentas, de la lectura de las normas transcriptas se extrae la
siguiente conclusión: 1) si no se produjo prueba, o la aportada por las partes no
era susceptible de producción en la audiencia de prueba, el juez tiene 48 horas
para dictar sentencia desde el momento estipulado en el artículo 8 infine; 2) si la
prueba ofrecida por las partes debe ser sustanciada en la audiencia prevista en el
artículo 9 de la ley 16.986, el magistrado debe dictar sentencia dentro de los 3 días
posteriores de celebrada la audiencia.
Por último, el artículo 12 hace alusión a los elementos en torno de los cuales
se apoyará el magistrado al momento de dictar la sentencia de amparo. Dicha
norma seiíala: "La sentencia que admita la acción deberá contener: a) La mención
concreta de la autoridad contra cuya resolución, acto u omisión se concede el
amparo; b) La determinación precisa de la conducta a cumplir, con las especifi-
caciones necesarias para su debida ejecución; c) El plazo para el cumplimiento de
lo resuelto".
Sentado lo expuesto, no debe olvidarse que, antes de considerar la cues-
tión de fondo, el magistrado deberá analizar: 1) si se reúnen los presupuestos
procesales; 2) si no existen obstáculos a la constitución válida del proceso; 3) si
se cumplen las condiciones de viabilidad de la acción; 4) la observancia de los
presupuestos procesales implica la existencia de lo siguiente: a) juez competente,
b) capacidad de las partes, c) demanda válida, 4) inexistencia de un proceso igual
en trámite.
Como se ha sostenido (Díaz Solimine), la verificación de presupuestos ne-
gativos -incompetencia del juez, falta de personería, defecto legal, litispenden-
cia- obsta al análisis del fondo de la cuestión y determina la consecuente impro-
cedencia del amparo. Corresponde aclarar que en estos casos el juez no analiza la
fundabilidad de la pretensión, por lo cual tal decisión no hace cosa juzgada mate-
rial y habilita al reclamante a formular de nuevo su pretensión. La subsanación del
impedimento en el mismo expediente determinará que el juez dicte la sentencia
correspondiente; de manera contraria, podrá ejercer nuevamente la acción en un
proceso válido.
La doctrina mayoritaria (Díaz Solimine, Sagüés, entre otros) sostiene que el
hecho de haber pasado la etapa de rechazo in limine no impide al juez el rechazo
de la acción por entender que, una vez reexaminados los presupuestos de admisi-
bilidad, estos no se cumplen.
Finalmente, como bien es sabido, las sentencias pueden ser: a) declarativas:
aquellas que tienen por objeto un pronunciamiento judicial acerca de la existencia
o inexistencia de un derecho; b) de condena: aquellas que obligan al cumplimien-
to de una prestación, ya sea en forma activa, ordenando una conducta, o negativa,
prohibiendo un determinado comportamiento. La sentencia que hace lugar a 12
demanda de amparo participa de los caracteres de la sentencia de condena.
9. RÉGIMEN DE COSTAS
En lo referente a las costas del proceso de amparo, el artículo 14 de la ley
16.986 dispone: "Las costas se impondrán al vencido. No habrá condena en cos-
tas si antes del plazo fijado para la contestación del informe a que se refiere el
artículo 8, cesara el acto u omisión en que se fundó el amparo".
El artículo mencionado no genera complejidad de interpretación; como se
observa, hace aplicación del principio general de la derrota, mediante el cual la
parte que pierde la acción deberá cargar con las costas del proceso.
Ahora bien, vale hacer una pequeha aclaración respecto de la aplicación del
mencionado principio. Cuando estamos en presencia del supuesto mediante el
cual la autoridad pública cesa con el acto u omisión en que se fundó el amparo,
al contestar el informe circunstanciado del artículo 8, la jurisprudencia actual ha
entendido que, igualmente, las costas estarían a cargo de dicha autoridad, puesto
que ha obligado al particular a iniciar la acción; dicho criterio también se ha se-
guido en lo referente a los amparos por mora de la Administración.
Así, la Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal, en una
causa en donde la demandada reclamaba la eximición de costas, ha entendido lo
siguiente: "Si la actora debió acudir a la justicia a fin de obtener que la demanda-
da dictara el acto administrativo en el procedimiento requerido por su parte, no
corresponde hacer lugar al planteo" (ver, entre muchos otros, Sala 11, in re "Paillet,
Laura Marcela c/ EN -M0 Salud- Exp. 2002-3198199-7- S/ amparo por mora",
sentencia del 27/3/2012).
BIBLIOGRAF~A
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QUIROGA LA-, Humberto; BENEDETTI, Miguel A. y CENICACELAYA, María de las
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constitucional de 1994. Adenda de actualización, tomo 3, 5.a ed. actualizada y
ampliada, Astrea, Buenos Aires, 2015.
JURISPRUDENCIA
Corte Suprema de Justicia de la Nación, in re "Bonorino Peró, Abel y otros S/
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Cámara Contencioso Administrativo Federal, Sala 111, in re "Cocovi, Mirta Dora
y otro c/ PEN-Ley 25.5612 Dtos. 1570/01 y 214102 S/amparo ley 25.561n,
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Cámara Contencioso Administrativo Federal, Sala IV, in re "Del Río, José Enri-
que" cl ADIF (S/E) (contrato 3636171-4005 y 4020) S/amparo ley 16.986",
de1 5/6/2012.
Cámara Contencioso Administrativo Federal, Sala 111, in re "Fatala, Abel Claudio
y otro cl Estado Nacional -COMFER- S/ amparo 16.986", del 29/3/1995.
Cámara Contencioso Administrativo Federal, Sala 11, in re "Paiüet, Laura Marcela
c/ EN-M0 Salud- Exp 2002-3198199-7- S/amparo por mora", del 27/3/2012.
Cámara Contencioso Administrativo Federal, Sala V, in re "Pérez, Yolanda Inés
c/ EN Instituto de Seguridad Social de la Provincia de Neuquén y otro S/
amparo", del 31312015.
VIAS RECURSIVASY MEDIDAS
ASEGURATIVAS
1. RECURSOS
El artículo 15 de la ley 16.986 regula el trámite de la apelación de la acción
de amparo al sefialar:
Sólo serán apelables la sentencia definitiva, las resoluciones previstas en el
artículo 3 y las que dispongan medidas de no innovar o la suspensión de los
efectos del acto impugnado. El recurso deberá interponerse dentro de 48 horas
de notificada la resolución impugnada y será fundado, debiendo denegarse o
concederse en ambos efectos dentro de las 48 horas. En este último caso se
elevará el expediente al respectivo tribunal de alzada dentro de las 24 horas de
ser concedido.
En caso de que fuera denegado, entenderá dicho tribunal en el recurso
directo que deberá articularse dentro de las 24 horas de ser notificada la dene-
gatoria, debiendo dictarse sentencia dentro del tercer día.
8.1. Concepto
Diez define las medidas cautelares como aquellos actos procesales del órgano
judicial adoptados en el curso de un proceso, o previamente a él, a solicitud del in-
teresado para asegurar bienes o pruebas y mantener una situación de hecho, como
anticipo de una garantía judicial de la defensa de la persona y de los bienes (art.
18, Constitución Nacional), y para no tornar ilusorias las sentencia judiciales.
El proceso cautelar tiende a impedir la frustración del derecho de quien
acciona, al evitar que, durante el lapso transcurrido entre la iniciación del proceso
y el pronunciamiento definitivo, puedan sobrevenir circunstancias que dificulten
o impidan la ejecución forzada.
Sin embargo, el otorgamiento de una medida cautelar no importa una sen-
tencia anticipada, ya que el objeto de la medida no puede confundirse con el
resultado al cual se pretende arribar mediante la sentencia definitiva.
En otras palabras, la pretensión cautelar -que carece de autonomía funcio-
nal- consiste en asegurar la eficacia práctica de la sentencia o resolución que debe
dictarse en otro proceso (de conocimiento o de ejecución), al que se encuentra
necesariamente vinculada por un nexo de subsidiariedad.
8.2. Caracteres
Según Gallegos Fedriani, algunos de los principales caracteres que se obser-
van en distintas disposiciones del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
son:
- No causan instancia: la decisión que recae al respecto no produce cosa
juzgada, pues, ante hechos sobrevinientes, pueden cesar, ser sustituidas
unas por otras más prácticas y menos gravosas, ampliadas o disminuidas
(conf. arts. 202; 203; 204; 212, inc. 2, y 209, inc. 5, CPCCN). Son,
entonces, provisionales.
- Caráctersumariodel trámitc el conocimiento judicial previo a su dictado
Cabe recordar que el artículo 15 de la ley 16.986 dispone -en lo que aquí
interesa- que "Sólo serán apelables [. ..] las [resoluciones] que dispongan medidas
de no innovar o la suspensión de los efectos del acto impugnado [. . .] debiendo
[el recurso] denegarse o concederse en ambos efectos".
La concesión del recurso con efecto suspensivo previsto en la norma trans-
cripta se aparta del principio general establecido por el artículo 198 -último pá-
rrafo- del CPCCN, ya que el otorgamiento en ambos efectos importa que la
medida cautelar no puede ser ejecutada si es recurrida.
Sin embargo, la jurisprudencia ha señalado al respecto que la incorpora-
ción del amparo como garantía constitucional hace que las disposiciones de la ley
16.986 resulten inaplicables si obstaculizan el ejercicio efectivo de los derechos
fundamentales.
VkS RECURSNAS Y MEDIDAS ASEGURATIVAS
B~BLIOGRAF~A
GENERAL
BASTERRA, Marcela, El proceso constitucional de amparo, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 2013.
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DIEZ,Manuel M., Derecho administrativo, Plus Ultra, Buenos Aires, 1996.
GALLEGOS FEDRIANI,Pablo O., Las medidas cautelares contra la administraciónpú-
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pdsito de la lT 26854, Estudios de derecho público, Buenos Aires, 2013.
GOZAÍNI,Osvaldo A,, "El cómputo de los plazos fijados en horas", La Ley, 2010-
B, 940.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
2.1. Introducción
El control de constitucionalidad de las leyes y de los actos del Poder Ejecuti-
vo es una de las funciones más importantes en el Estado de derecho.
Con relación al órgano que lo ejerce, el sistema puede ser político o judicial,
y este, a su vez, puede ser difuso o concentrado.
Teniendo en cuenta el procedimiento, el sistema puede ser instrumentado
por vía de acción o de excepción.
En cuanto a los efectos que produce el acto invalidante de la norma incons-
titucional, el sistema puede ser erga omnes o interpartes.
Analizaremos a continuación estas categorías.
El sistema político tiene su origen en Francia y se funda en que el Parla-
mento es el único depositario de la soberanía del pueblo y reconoce a la ley como
expresión primigenia de la soberanía popular. Por esa razón, un juez -órgano
designado indirectamente- jamás puede impedir que se aplique la expresión so-
berana del pueblo.
El sistema judicial tiene su origen en los Estados Unidos de América. Es a
partir del fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos, dictado en el famoso
caso "Marbury vs. Madison", cuando nace y se afianza este sistema de control
jurisdiccional de constitucionalidad.
El caso se había suscitado por una presentación directa ante la Corte Supre-
ma norteamericana, efectuada por varios jueces designados por la administración
saliente, pero cuyos nombramientos no se habían hecho efectivos cuando asumie-
ron las nuevas autoridades elegidas por votación popular.
El presidente de la Corte, John Marshall (que no era abogado), es quien
redactó la sentencia que imprimiría un sello definitivo en la jurisprudencia del
Máximo Tribunal de aquel país.
Ese fallo se funda en un sencillo razonamiento, que es conocido como el si-
logismo de Marshall: cuando en un pleito se presenta un conflicto o contradicción
entre dos normas de distinto rango, esto es, si la norma inferior es contradictoria
de la norma superior, el juez, en el acto de dictar sentencia, puede hacer dos co-
sas: aplicar directamente la norma inferior o desechar esta y aplicar la superior.
Si hiciera lo primero, la afirmación de la supremacía constitucional sería hueca y
sin contenido; por lo tanto, para preservar dicha supremacía, debe abstenerse de
aplicar la norma inferior. La inconstitucionalidad en este sistema es el resultado
del ejercicio de un poder de impedir o de evitar la aplicación de la ley a ese caso,
únicamente.
La atribución de esta competencia al Poder Judicial le otorga un verdadero
poder de veto sobre los actos de los otros poderes, que robustece la doctrina de los
frenos y contrapesos entre los tres poderes constituidos. La consolidación ulterior
de ese rol de la Corte Suprema de Justicia la convierte en guardián de la suprale-
gdidad constitucional de las leyes.
El sistema judicial o jurisdiccional puede, a su vez, subdividirse en difu-
so, concentrado y mixto. El control jurisdiccional norteamericano es el deno-
minado "difuso", es decir que se halla a cargo de todos los jueces que integran
el Poder Judicial, cualquiera sea su rango o competencia, aunque usualmente
la última palabra con relación a dicho control la tiene la Corte Suprema de
Justicia.
En la mayoría de los países americanos ha prevalecido el control judiciai
difuso, a la manera del de los Estados Unidos.
El control es concentrado cuando hay un órgano jurisdiccional único y es-
pecífico, al que se reserva la competencia exclusiva de ejercer el control de consti-
tucionalidad; por ejemplo, Italia, Uruguay, España, ente otros. A veces ese órgano
jurisdiccional no forma parte del Poder Judicial, sino que se considera un órgano
"extrapoder", como en Italia.
El sistema es mixto cuando tanto un tribunal constitucional como los jueces
ordinarios invisten competencia, cada cual mediante diversas vías procesales; por
ejemplo, Perú y Colombia.
Hemos expresado que, con relación al procedimiento, el sistema de control
puede ser instrumentado por vía de acción o de excepción.
El control por vía de acción se produce cuando en el proceso se preten-
de como objetivo principal obtener la declaración de inconstitucionalidad de la
norma o acto cuestionado. Este tipo de proceso está previsto en la mayoría de las
Constituciones provinciales. Se sustancia generalmente ante el Superior Tribunal
de la Provincia y tiene por objeto principal discutir la constitucionalidad de las
leyes, decretos y resoluciones provinciales y ordenanzas, decretos y resoluciones
municipales.
El control por vía de excepción se da cuando en la causa se pretende, como
objetivo principal de esta, una condena o declaración determinada, para obtener
-lo cual es necesario- que el juez se pronuncie sobre la constitucionalidad de una
norma.
El control de constitucionalidad es aquí un objeto mediato de las partes en
el pleito. Así, por ejemplo, cuando se demanda judicialmente al Estado, reclaman-
do la devolución de un impuesto que el demandante considera inconstitucional,
el juez, para resolver el pleito, haciendo lugar a la demanda o rechazándola, debe
pronunciarse necesariamente sobre la constitucionalidad de la norma que creó
dicho impuesto.
Hemos señalado antes que, con relación a los efectos que produce el acto
invalidante de la norma inconstitucional, los sistemas pueden clasificarse en erga
omnes o inter partes.
La declaración invalidante es erga omnes cuando sus efectos se extienden a
todos los casos en que pudiera haberse aplicado la norma inconstitucional. En
otras palabras, equivale a la nulificación de la norma en cuestión.
La sentencia tiene efectos inter partes cuando se limita a prescindir de la
aplicación de la norma inconstitucional solo en la causa en la cual ha sido dictada,
dejando subsistentes los efectos de la norma, que se podría aplicar en otros casos.
Por regla general, las sentencias dictadas en las acciones directas de inconsti-
tucionalidad y las decisiones de los órganos políticos que ejercen el control tienen
efectos erga omnes. Tal es el caso de las acciones declarativas de inconstitucionali-
dad en las Constituciones provinciales.
Por su parte, las sentencias dictadas en aquellos procesos en que se ejerce el
control por vía incidental o de excepción tienen efectos interpartes.
A partir de la reforma constitucional de 1994, el texto de nuestra Carta
Fundamental faculta al juez -en ciertos supuestos- para invalidar una norma ex-
tendiendo los efectos de la declaración de inconstitucionalidad erga omnes.
Este procedimiento reconoce su antecedente más valioso en el precedente
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, in re "Ekmekdjián, Miguel Ángel
vs. Sofovich, Gerardo", de 1992. Luego dicha doctrina fue receptada por la Con-
vención Constituyente, dándole forma parcialmente al texto del artículo 43 de la
Constitución Nacional.
Con posterioridad, la doctrina jurisprudencial vinculada con los efectos
erga omnes de las sentencias tuvo réplicas en los conocidos casos "Monges, Ana-
lía vs. U B A , de 1996; "Asociación Benghalensis vs. M0 de Salud, de 2000;
"Halabi, Ernesto vs. PEN", de 2009; "Thomas, Enrique vs. EN", de 2010,
entre otros.
BIBLIOGRAF~APARTICULAR
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Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 315:1492, 319:3148, 323:1339,
332:111, 333:1023, 3:131, 32:120, 33:162, 239459, 190:142, 306:303,
3243219, 327:3117, 330:3248, 269:243, 298:511, 267:215, 269:393,
306:400,319:2955 y 324:3074 (citados según aparecen en el texto).
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67, p. 189; t. 64, p. 100, entre otros.
AMPARO CONTRA PARTICULARES
1. ORIGEN
En cuanto a su génesis, como se ha explicado, el amparo es una creación de
la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, concebido para la
protección de derechos que, reconocidos en la Constitución Nacional a sus ha-
bitantes, habían sido vulnerados por un acto de la Administración Pública. Ello
como consecuencia de la acción promovida en 1956 por Ángel Siri.
En lo que respecta al actuar de los particulares, como ya se trató, en el caso
"Kot Samuel SRL" (5/9/1958), motivado por la ocupación ilegítima que de un
establecimiento textil efectuaron algunos de sus empleados, el Tribunal Superior
acogió la pretensión -revocando la sentencia apelada que la desestimaba- con
fundamento, entre otros, en que, "si bien en el precedente citado la restricción
ilegítima provenía de la autoridad pública y no de actos de particulares, tal dis-
tinción no es esencial a los fines de la protección constitucional", pues "nada
hay, ni en la letra ni en el espíritu de la Constitución, que permita afirmar
que la protección de los llamados 'derechos humanos' -porque son los derechos
esenciales del hombre- esté circunscripta a los ataques que provengan sólo de
la autoridad.
Es decir que, a partir de este fallo, cuando nos encontramos frente a un
hecho que reúne los caracteres que se requieren para la promoción de una acción
de amparo, resulta indiferente, para que sea viable, de quién provenga el acto u
omisión lesiva. Ello por cuanto corresponde atender principalmente a la lesión de
los derechos fundamentales y no al agente que vulnera el derecho o la garantía
protegida que se intenta resguardar (Font).
2. MARCO NORMATIVO
En el orden nacional o federal, la acción de amparo contra la autoridad
pública está regida por la ley 16.986, mientras que la que reconoce su origen en el
hecho proveniente de particulares fue receptada por el artículo 321, inciso 2, del
Código- Procesal Civil y Comercial de la Nación.
En este punto, no debe perderse de vista que tanto la ley 16.986 como la
mayoría de las leyes provinciales que regularon la acción de amparo a partir de los
años 60 omitieron tratar el supuesto en que el acto proviniera de un particular,
entidad colectiva o persona distinta de la autoridad pública; dicha omisión legis-
lativa vino a ser salvada por el artículo 321 del CPCCN. Además, se advierte que,
dada la diversidad de regulaciones legales, existen ciertas diferencias entre estas
(Morello, Sosa, Berizonce).
En cuanto al régimen estatuido por el Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación, el amparo se encuentra estructurado como un proceso sumarísimo,
plenario, que se caracteriza por ser simple y abreviado, pero que no se halla acotado
respecto al conocimiento que el juez pueda tener del fondo del asunto, sino que
lo que se simplifica es el trámite, al mismo tiempo que se abrevian los plazos del
proceso.
Para una mejor comprensión del asunto, y solo como uno de los ejemplos
que pueden darse, nótese que el término para contestar la demanda, que en el
amparo contra los actos u omisiones de los particulares, es de 5 días (art. 498,
inc. 3, CPCCN); en el juicio ordinario fue fijado por el artículo 338 del mismo
ordenamiento procesal en 15.
Finalmente, la Constitución Nacional lo recogió en su artículo 43, que en
su primer párrafo reza:
Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siem-
pre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión
de autoridades públicas o de particulares, que en forma actual o inminente
lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta,
derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley.
En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se
funde el acto u omisión lesiva.
Respecto a la incorporación del amparo a nuestra Carta Magna, puede afir-
marse que convierte a esta acción en un derecho y garantía constitucional opera-
tiva, cuya admisibilidad debe apreciarse con amplitud de criterio (Kielmanovich).
En el orden local, las provincias se rigen, en cuanto al procedimiento a se-
guir, por las normas que cada una de ellas fue dictando, y, en lo que atañe a las de
Buenos Aires, actualmente se encuentra en vigencia la ley de amparo 13.928 (texto
según ley 14.192), que en su artículo 1 establece que "será admisible en los supues-
tos y con los alcances del artículo 20, inciso 2 de la Constitución de la Provincia
de Buenos Aires"; este en lo pertinente dispone: "La garantía de Amparo podrá ser
ejercida por el Estado en sentido lato o por particulares, cuando por cualquier acto,
hecho, decisión u omisión, proveniente de autoridad pública o de persona privada,
se lesione o amenace, en forma actual o inminente con arbitrariedad o ilegalidad
manifiesta, el ejercicio de los derechos constitucionales individuales y colectivos".
Aquí es interesante recordar que, en la norma provincial que comentamos,
el régimen del juicio de amparo contra particulares -que se encuentra legislado a
partir del artículo 10- se ha unificado con el del amparo contra actos de la auto-
ridad, de modo tal que lo allí dispuesto resulta de aplicación para ambos tipos de
proceso. Ello -como sostiene López- con el propósito de lograr un debido orde-
namiento legal y con miras a la tutela efectiva de los derechos en juego.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires impera la ley 2.145, que señala
que "la acción de amparo se rige por las disposiciones del art. 14 de la Consti-
tución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las de la presente ley" (art.
l), como es tratado en el capítulo correspondiente -al igual que el amparo en la
Provincia de Buenos Aires-, a cuya lectura remitimos.
3. CONCEPTO
El inciso 2 del artículo 32 1 dispone que el trámite del proceso de amparo con-
tra particulares será sumarísimo "cuando se reclamase contra un acto u omisión de
un particular que, en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace
con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta algún derecho o garantía explícita o implí-
citamente reconocidos por la Constitución Nacional, un tratado o una ley, siempre
que hiere necesaria la reparación urgente del perjuicio o la cesación inmediata de
los efectos del acto, y la cuestión, por su naturaleza, no deba sustanciarse por alguno
de los procesos establecidos por este Código u otras leyes, que le brinden la tutela
inmediata y efectiva a que está destinada esta vía acelerada de protección".
De este modo, y como una primera aproximación, puede señalarse, como lo
ha hecho la doctrina (Díaz Solimine, Morello, Vallefín, etc.) que la definición es
conceptualmente semejante a la contenida en el artículo 1 de la ley 16.986, aun-
que con algunas diferencias. Así, mientras la que nos ocupa atiende solo lo que se
refiere al obrar de los particulares, la otra prevé las consecuencias de la actuación
de la autoridad pública.
Aquí se hace referencia a los derechos y garantías reconocidos por la Cons-
titución -al igual que en la ley de amparo-, pero se añadió, con la reforma de la
ley 25.488 del año 2001 y siguiendo los lineamientos dados por el artículo 43 de
la Constitución Nacional (que ya había sido reformado en el año 1994), también
lo atinente a los derechos y garantías que hieren reconocidos por un tratado o una
ley, con lo que se amplió la esfera de aplicación de este tipo de procesos.
Finalmente, supeditó la procedencia de la acción a la inexistencia de "algu-
no de los procesos establecidos por este Código u otras leyes, que le brinden la
tutela inmediata y efectiva a que está destinada esta vía acelerada de protección",
de modo similar, en cuanto a su alcance, al supuesto previsto por el primer inciso
del artículo 2 de la ley 16.986, en cuanto dispuso que "la acción de amparo no
será admisible cuando: a) Existan recursos o remedios judiciales o administrativos
que permitan obtener la protección del derecho o garantía constitucional de que
se trate". A su turno, el artículo 4 3 de nuestra Carta Magna dispuso que es viable
" .
siempre que no exista otro medio judicial más idóneo".
Con relación a los demás recaudos, idénticos a los ya establecidos por la ley
16.986, remitimos a lo explicado en el capítulo correspondiente.
4. PRESUPUESTOS DE ADMlSlBlLlDAD
Como se ha dicho, se presenta entre el artículo 321 que analizamos y el
artículo 1 de la ley 16.986 un caso de identidad conceptual, que autoriza a aplicar
analógicamente a la demanda de amparo promovida contra los particulares los
presupuestos de admisibilidad establecidos en el artículo 2 de la ley para las accio-
nes incoadas contra la Administración Pública (Díaz Solimine).
Ello, obviamente, en la medida que sus previsiones sean compatibles en el
caso, pues se advierte con claridad que no es lo mismo iniciar y tramitar un pro-
ceso contra el Estado que hacerlo contra un particular.
En el sentido apuntado, la ley de amparo, luego de sentar las condiciones
de admisibilidad de este tipo de acción (art. l), se encarga de enumerar en los
distintos incisos del artículo 2 los supuestos en que no procede.
De tal modo, el inciso a) señala que no es viable cuando "existan recursos
o remedios judiciales o administrativos que permitan obtener la protección del
derecho o garantía constitucional de que se trate", previsión similar a la estable-
cida por el artículo 321, que señala como recaudo para su procedencia que "la
cuestión, por su naturaleza, no deba sustanciarse por alguno de los procesos esta-
blecidos por este Código u otras leyes, que le brinden la tutela inmediata y efectiva
a que está destinada esta vía acelerada de protección".
En cambio, no resulta de aplicación el inciso b), que se refiere a los actos
emanados del Poder Judicial o que hayan sido adoptados por aplicación de la ley
16.970 de Defensa Nacional (hoy derogada).
No procede esta acción, al igual que el amparo contra la autoridad, confor-
me lo preceptuado por la primera parte del inciso d), cuando "la determinación
de la eventual invalidez del acto requiriese una mayor amplitud de debate o de
prueba", pues en tales supuestos es necesario recurrir a otra clase de proceso que
permita desarrollar en mayor medida las probanzas que resulten necesarias, sin
que sea un elemento determinante el tiempo que demande su producción. Ello
sin perjuicio de la facultad del juez de reconducir de oficio el trámite del juicio
que fuere iniciado como amparo y reenviarlo al tipo de proceso que corresponda
según el caso, en virtud de las facultades que como director del proceso le confiere
el artículo 34, inciso 5. Es que, como lo establece expresamente el artículo 321, la
arbitrariedad o ilegalidad del acto debe ser manifiesta, es decir, no debe requerir
un extenso trámite ni en lo que se refiere al debate ni en lo que ataiíe a la produc-
ción de la prueba.
Finalmente, no es de aplicación el plazo de caducidad previsto en el inciso
e), en tanto este dispone que la acción de amparo no es admisible si "la demanda
no hubiese sido presentada dentro de los quince días hábiles a partir de la fecha en
que el acto fue ejecutado o debió producirse".
Sin embargo, se ha entendido que ello no significa que la demanda pueda
ser interpuesta sin límites de este tipo, pues una presentación efectuada mucho
tiempo después de ejecutado el acto lesivo vendría a demostrar la falta de urgencia
que se requiere para justificar la procedencia de este tipo de acciones. Dicho en
otras palabras, corresponde apreciar en la inmediatez con la que se formula la pe-
tición la urgencia que justifique la vía procedimental elegida (Gozaíni).
Su análisis queda reservado a la prudente ponderación de las circunstancias
de hecho que debe efectuar el juez, quien, basado en la sana crítica, puede deses-
timar la acción de amparo o, en su caso, reencausar el tratamiento del asunto some-
tido a su decisión, disponiendo que la causa tramite por la forma que corresponda.
5. ASPECTOS PROCESALES
El artículo 321 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación ha dis-
puesto la aplicación del procedimiento establecido en el artículo 498, que es el
que regula al proceso sumarísimo. Ello con el claro propósito de aminorar la du-
ración de la contienda y así lograr el proceso rápido y expedito que hoy postula el
artículo 43 de nuestra Constitución Nacional.
A la luz de tal premisa, la norma apuntada dispone a lo largo de sus incisos
lo siguiente:
1) Con la demanda y contestación se ofrecerá la prueba y se agregará la
documental. 2) No serán admisibles excepciones de previo y especial pronun-
ciamiento, ni reconvención. 3) Todos los plazos serán de tres días, con excep-
ción del de contestación de demanda, y el otorgado para fundar la apelación
y contestar el traslado del memorial, que será de cinco días. 4) Contestada
la demanda se procederá conforme al artículo 359. La audiencia prevista en
el artículo 360 deberá ser seiíalada dentro de los diez días de contestada la
demanda o de vencido el plazo para hacerlo. 5) No procederá la presentación
de alegatos. 6) Sólo serán apelables la sentencia definitiva y las providencias
que decreten o denieguen medidas precautorias. La apelación se concederá en
relación, en efecto devolutivo, salvo cuando el cumplimiento de la sentencia
pudiese ocasionar un perjuicio irreparable en cuyo caso se otorgará en efecto
suspensivo.
Antes el mismo artículo se encargaba de aclarar que, en lo que ella no modi-
fica, "el trámite se ajustará a lo establecido para el proceso ordinario".
De lo expuesto podemos concluir que nos encontramos frente a un tipo de
acción de conocimiento pleno, aunque abreviado en cuanto a sus términos, que,
sin embargo, en modo alguno va en desmedro del derecho de defensa en juicio,
pues lo cierto es que, aun cuando en este caso la celeridad es primordial, no lo
es menos que en él deben ser respetadas las garantías del debido proceso (Font).
Una solución similar contempla la ley 16.986, que en sus 20 artículos regula
un trámite abreviado y contiene la expresa previsión de que son supletorias de sus
normas "las disposiciones procesales en vigor (art. 17).
6.COMPETENCIA
Con relación a los actos de particulares, la legislación procesal no contiene
una norma específica sobre la materia, por lo que se estimó que resultaban apli-
cables las reglas generales contempladas en el Código Procesal Civil y Comercial
sobre la competencia (Morello, Vallefín).
Entonces, como primera pauta de interpretación, debe estarse a lo dispuesto
por el artículo 5 del CPCCN, que establece que "se determinará por la naturaleza
de las pretensiones deducidas en la demanda y no por las defensas opuestas por
el demandado".
Luego, y como ya hemos visto, existen distintos criterios para fijar la compe-
tencia, como el territorio, el grado, la materia y el monto; se admite que no lo es el
turno, pues su objeto no es determinar aquella, sino la forma de distribución de las
causas entre tribunales con igual competencia, como, por ejemplo, por quincenas
o por sorteo.
En lo que se refiere a la competencia territorial, algunos autores coinciden
en que está dada por el juego armónico de lo dispuesto por el inciso 4 del artículo
5 del CPCCN, con las reglas que sienta el artículo 4 de la ley 16.986, por lo cual
va a ser competente el juez "del lugar del hecho o el del domicilio del demandado,
a elección del actor", o "el juez de Primera Instancia con jurisdicción en el lugar en
que el acto se exteriorice o tuviere o pudiere tener efecto" (Marra, Díaz Solimine,
entre otros).
Para otros autores, en cambio, corresponde solo aplicar aquí el dispositivo
contenido en el artículo 5, inciso 4, del Código Procesal, pues la situación se en-
cuentra adecuadamente contemplada en las normas del Código Procesal que regu-
lan el juicio sumarísimo (Kielmanovich).
Por aplicación analógica de lo preceptuado por la ley de amparo en el artícu-
lo 4 mencionado, se determina la competencia por el grado, por cuanto dispone
que será competente el juez de primera instancia, lo que implica que, en caso de
existir más de una en la jurisdicción donde se presente el reclamo, este no puede
ser iniciado ante el tribunal de alzada, sino ante los juzgados de primera instancia.
En su segundo párrafo, el artículo 4 de la ley 16.986 señala que "se obser-
varán en lo pertinente, las normas sobre la competencia en razón de la materia,
salvo que aquellas engendraran dudas razonables al respecto, en cuyo caso el juez
requerido deberá conocer de la acción". Luego afiade que, "cuando un mismo acto
u omisión afectare el derecho de varias personas, entenderá en todas esas acciones
el juzgado que hubiese prevenido, disponiéndose la acumulación de autos, en su
caso", lo que permite advertir que se ha buscado adaptar el trámite al de un pro-
cedimiento ágil y sencillo.
A su turno, y conforme lo preceptúa el artículo 117 de la Constitución
Nacional, la Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene competencia originaria
y exclusiva en todos aquellos asuntos concernientes a embajadores, ministros y
cónsules extranjeros, con lo que los reclamos en los que intervengan deberán ser
presentados ante dicho tribunal.
Más allá de lo expuesto hasta aquí, importa destacar que, a pesar de que
el artículo 16 de la ley de amparo establece que en el ámbito de su aplicación
no pueden articularse cuestiones de competencia, no existe en el CPCCN una
norma similar, por lo que, en el supuesto de amparo contra particulares, no existe
reparo en que sean opuestas, aunque, dado que por el inciso 2 del artículo 498
del CPCCN no se admiten excepciones de previo y especial pronunciamiento, un
cuestionamiento de este tipo debe ser tratado junto con el fondo del asunto, es
decir, en la oportunidad del dictado de la sentencia.
8. DEMANDAY CONTESTACIÓN
Entre muchas otras definiciones, la demanda ha sido conceptualizada como
aquel acto inicial de la relación procesal, que consiste en la primera petición que
resume las pretensiones del actor (Gallo Tagle).
Como se ha visto, los artículos 321 y 498 del CPCCN fijan para el amparo
contra particulares el procedimiento previsto para los juicios sumarísimos, que
junto al ordinario -y ante la supresión del sumario efectuada por la ley 25.488-
son los que conforman el género de juicios de conocimiento regulados por el
Código- Procesal Civil y Comercial de la Nación.
A su vez, y gracias a la remisión hecha por el artículo 498 a los juicios ordi-
narios, la demanda debe cumplir, en lo pertinente, con los requisitos establecidos
por el artículo 330 del mismo orden procesal para esta clase de procesos.
En consecuencia, debe ser deducida por escrito, porque así lo dispone la
norma que sigue en este rubro los lineamientos del sistema de escritura, en virtud
del cual y como se lo ha expuesto en doctrina (Palacio), las peticiones o preten-
siones de las partes se hacen conocer al juez o tribunal mediante actos escritos.
Además, y en lo que atañe a su contenido, deben consignarse tanto el nom-
bre y apellido de la parte actora como el del accionado, indicando sus domicilios
reales y constituyendo cada parte otro a los efectos del proceso; la cosa demandada
debe ser designada con total exactitud; los hechos en que se funda la pretensión,
explicados en forma clara; el derecho, expuesto sucintamente, y la petición, for-
mulada en términos claros y precisos.
~ -
Antes de seguir avanzando, vale la pena hacer referencia a los cambios que
se vienen suscitando en el campo del derecho y su aplicación con relación a uno
de los recaudos exigidos por la norma -constitución de domicilio- con motivo de
los instrumentos que hoy nos brinda el avance tecnológico.
La ley 26.685, promulgada el 301612011, dejó en manos de la Corte Su-
prema y del Consejo de la Magistratura de la Nación, de manera conjunta, la
reglamentación y posterior implementación (art. 2) de un sistema que permita
"la utilización de expedientes electrónicos, documentos electrónicos, firmas elec-
trónicas, firmas digitales, comunicaciones electrónicas y domicilios electrónicos
constituidos, en todos los procesos judiciales y administrativos que se tramitan
ante el Poder Judicial de la Nación, con idéntica eficacia jurídica y valor probato-
rio que sus equivalentes convencionales" (art. 1).
En cumplimiento de tales premisas, la Corte Suprema fue arbitrando distin-
tas medidas, entre las que merecen destacarse las establecidas mediante las acorda-
das 3112011,38/2013 y 312015.
Así, en el artículo 1 de la acordada 311201 1 se dispuso que "toda persona
que litigue por propio derecho o en ejercicio de una representación legal o con-
vencional, deberá constituir domicilio electrónico, para las causas judiciales que
tramiten ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación", con el apercibimiento,
ante el no cumplimiento, de aplicar lo dispuesto por el artículo 41, primer pá-
rrafo, del CPCCN. Luego, añadió que "todas las notificaciones de providencias,
resoluciones y sentencias que deban practicarse personalmente o por cédula, se
realizarán en el código de usuario que el beneficiario deberá haber constituido
como domicilio electrónico" (art. 4).
A su turno, la acordada 3812013 extendió el ámbito de aplicación de este
sistema de notificación electrónica a todo el Poder Judicial de la Nación (consi-
derando l), disponiendo que el diligenciamiento de notificaciones de este tipo
se hará a través del Sistema de Gestión Judicial (considerando 2), mientras que,
por la acordada 312015 estableció "que todos los operadores judiciales que se
encuentren obligados o autorizados a utilizar el sistema deberán denunciar su
Identificación Electrónica Judicial (IEJ), entendiéndose por tal su CUILICUIT"
(considerando 5).
Esta es, en líneas generales, la implementación de este novedoso sistema
que, como ya sugiere la práctica, busca dotar de un trámite más rápido y efectivo
a las notificaciones que deban realizarse en el proceso.
Volviendo a lo anterior, también merece destacarse que, en mérito a las direc-
tivas que emanan de otro de los principios rectores de nuestro orden procesal, como
lo es el de bilateralidad o contradicción, que se deriva del artículo 18 de la Consti-
tución que consagra la inviolabilidad de la defensa en juicio, se ha dispuesto que de
la demanda debe correrse traslado al requerido (por 5 días, conforme lo dispuesto
por el inc. 3 del art. 498), para que este se presente en el expediente a contestarla.
En este ítem se advierte que, con relación al plazo, existe una diferencia de
régimen con el estatuido por la ley 16.986, pues en este último supuesto, "cuando
la acción fuera admisible, el juez requerirá a la autoridad que corresponda un in-
forme circunstanciado acerca de los antecedentes y fundamento de la medida im-
pugnada, el que deberá ser evacuado dentro del plazo prudencial que fije" (art. 8).
Es decir que, mientras en el amparo contra particulares es la ley la que lo fija,
cuando la demandada es la autoridad pública, la norma otorga al juez la facultad
de ser él quien lo establezca, lo que dependerá de las circunstancias de cada caso,
consideradas prudentemente por el magistrado.
Los recaudos para la contestación de la demanda y las consecuencias que
acarrea su falta de respuesta están previstos en el artículo 356 del CPCCN. Así,
deben observarse, en lo pertinente, los requisitos exigidos por el artículo 330, y,
en cuanto al silencio, las respuestas evasivas o la negativa meramente genérica, po-
drán ser considerados como reconocimiento de la verdad de los hechos exouestos
en la demanda, mientras que a los documentos se los tendrá por reconocidos o
recibidos, según el caso.
En lo que atañe a los medios probatorios, tanto con la demanda como con
su contestación, conforme lo requerido por el artículo 333, "deberá acompafiarse
la prueba documental y ofrecerse todas las demás pruebas de que las partes inten-
taren valerse", con la salvedad de que lo que prevé respecto a la reconvención y a
su contestación no es de aplicación al caso, pues en los procesos sumarísimos tales
actos procesales no son admitidos (art. 498, inc. 2). Agrega el artículo mencio-
nado en su último párrafo que, de ofrecerse prueba de testigos, deberá indicarse
qué extremos pretenden probarse con su declaración, a la vez que contempla el
supuesto en el que se ofreciere prueba pericial, en cuyo caso, la parte interesada
"propondrá los puntos de pericia".
9. INCIDENTES
Se denominan incidentes a todas aquellas cuestiones contenciosas que pue-
den surgir durante el desarrollo del pleito y que son conexas con la pretensión o
petición que constituye su objeto (Palacio). Se trata de planteos menores que en
forma independiente o ligada requieren una solución anticipada al dictado de la
sentencia (Falcón).
Salvo aquellos que han sido objeto de una específica reglamentación (au-
tónomos), a los restantes incidentes el Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación los regula en el título IV, del libro 1, denominado "Contingencias genera-
les", entre los artículos 175 a 187. Sienta el primero de ellos la regla de que "toda
cuestión que tuviere relación con el objeto principal del pleito y no se hallare
sometida a un procedimiento especial, tramitará en pieza separada, en la forma
prevista por las disposiciones de este título".
Si bien el Código no prohibe la promoción de incidentes en los amparos con-
tra particulares, el artículo 187, que se refiere a juicios sumarísimos, sienta como
premisa que en ellos "regirán los plazos que fije el juez, quien asimismo adoptará
de oficio las medidas adecuadas para que el incidente no desnaturalice el procedi-
miento principal", lo que da una herramienta eficaz al magistrado para evitar que
el trámite urgente de este tipo de procesos sufra las demoras, muchas veces injusti-
ficadas, que pudieren derivar de tales planteos.
En nuestro caso y entre otros supuestos, pueden tramitar por esta vía, con-
juntamente con el proceso principal, medidas precautorias o cautelares, que son
aquellas que tienen por objeto evitar que el derecho cuyo reconocimiento se pre-
tende obtener a través del litigio pierda su eficacia durante el tiempo que insume
su tramitación.
Mientras que el artículo 498, inciso 6, del CPCCN las menciona, en tanto
establece que "sólo serán apelables la sentencia definitiva y las providencias que
decreten o denieguen medidas precautorias", el artículo 15 de la ley 16.986 se
refiere concretamente a las resoluciones "que dispongan medidas de no innovar o
la suspensión de los efectos del acto impugnado", siendo este último tipo de me-
didas cautelares las características de los juicios de amparo (Díaz Solimine). Ello
sin perjuicio de la facultad que la ley atribuye a los jueces de disponer otra medida
que resulte compatible con las particularidades del amparo (Morello, Vallefin).
En otro orden, la recusación sin expresión de causa se encuentra expresamen-
te vedada por el artículo 14 del mismo orden procesal; rige al respecto la misma
solución que adoptara para los amparos contra la autoridad pública el artículo 16
de la ley 16.986.
10. PLAZOS
El Código de rito o procesal le dedica los artículos 155 a 159. Vale la pena
destacar que el primero de ellos sienta como regla la base de que, en principio,
"los plazos legales o judiciales son perentorios" (también conocidos como fatales
o preclusivos).
Ello significa que, una vez transcurrido el plazo, se pierde la facultad proce-
sal de ejercer el derecho para el que fuera concedido, en la medida en que este no
haya sido ejercido. Sirva como ejemplo el plazo otorgado para plantear un recurso
de apelación, que en este caso es de tres días, vencido el cual ya no podrá ser in-
terpuesto, con lo que la parte -sea actora o demandada- pierde en lo sucesivo el
derecho de utilizar tal vía recursiva contra una providencia que le hubiere causado
gravamen irreparable.
A su turno y, específicamente en lo que se refiere al amparo contra particu-
lares, el régimen es el que estatuye el artículo 498, que en su inciso 3 dispone que
''todos los plazos serán de tres días, con excepción del de contestación de deman-
da, y el otorgado para fundar la apelación y contestar el traslado del memorial,
que será de cinco días", distinguiéndose así de los contemplados para el proceso
ordinario, en el que, por lo general, resultan ser más prolongados.
11. PRUEBA
En materia probatoria, rige el artículo 377 que impone la carga de la prueba
a quien afirme la existencia de un hecho controvertido que el juez no tenga el
deber de conocer.
De la comparación que se viene haciendo con el procedimiento del ampa-
ro de la ley 16.986, y dado que aquí se aplica, en lo que no esté expresamente
previsto por el artículo 498 para los juicios surnarísimos, la normativa del juicio
ordinario, puede concluirse que la actividad probatoria que se permite desarrollar
en la acción contra particulares es mayor.
En lo que hace a la oportunidad del ofrecimiento, el inciso 1 del artículo
498 dispone que "con la demanda y contestación se ofrecerá la prueba y se agre-
gará la documental", mientras que "la audiencia prevista en el artículo 360 deberá
ser seiíalada dentro de los diez días de contestada la demanda o de vencido el plazo
para hacerlo" (inc. 4).
Hasta aquí lo establecido por el Código Procesal para la producción de la
prueba en juicio sumarísimo, por lo que, para los restantes medios probatorios,
deberá estarse a las reglas del proceso ordinario.
A partir de allí se observan las siguientes diferencias:
- El último párrafo del artículo 7 de la ley de amparo no admite la prueba
de posiciones, la que no se encuentra prohibida por el Código Procesal
para el amparo contra particulares, por lo que aquí puede ofrecerse.
- Mientras que el artículo 7 recién mencionado seiíala que el número de
testigos no puede exceder de 5 por cada parte, quienes deben hacerlos
comparecer a su costa a la audiencia que se fije, el artículo 430 del Códi-
go ritual sefiala que no pueden exceder de 8, existiendo aun la posibili-
dad de examinar a un número mayor de testigos si el juez lo considerase
necesario. Además, los testigos serán citados por el juzgado (art. 434).
Es que, para el caso de haberse ofrecido un número mayor de testigos,
luego de examinados los primeros 8, de oficio o a petición de parte, la
norma faculta al tribunal para recibir otros testimonios entre los testigos
propuestos, pero ello solo si fueren estrictamente necesarios (art. 430,
CPCCN).
- Además, el magistrado tiene la potestad de llamar a declarar a otras per-
sonas en calidad de testigos, según lo que surja de los escritos de cons-
titución del proceso o cuando, conforme lo que resulte de la prueba,
tuvieren conocimiento de hechos que puedan gravitar en la decisión de
la causa (art. 452).
- Las pruebas pericial e informativa son proveídas en la audiencia del artículo
360 -amparo contra particulares-, mientras que el artículo 9 de la ley
16.986 sefiala que, "si alguna de las partes hubiese ofrecido prueba, de-
berá ordenarse su inmediata producción, fijándose la audiencia respecti-
va, la que deberá tener lugar dentro del tercer día".
- Finalmente, no procede (en el amparo contra particulares) la presenta-
ción de alegatos (art. 498, inc. 5), circunstancia que no resulta ser un
detalle menor en cuanto a tiempos del proceso se refiere. Para arribar a
tal conclusión, basta tener en cuenta que -en el proceso ordinario- la
providencia judicial que pone los autos para alegar debe ser notificada
por cédula a todas las partes; que el plazo comienza a correr luego
de transcurridos 5 días de la última notificación y que es concedido
considerando 6 días por cada parte que actúe en el proceso, excepto
las que lo hacen bajo representación común (art. 482, CPCCN). Tam-
poco aparece prevista en la ley 16.986 la posibilidad de que las partes
aleguen.
En el siguiente gráfico se plasman las diferencias mencionadas:
En lo que atañe a sus efectos, el artículo 13 establece que "la sentencia firme
declarativa de la existencia o inexistencia de la lesión, restricción, alteración o ame-
naza arbitraria o manifiestamente ilegal de un derecho o garantía constitucional,
hace cosa juzgada respecto al amparo, dejando subsistente el ejercicio de las acciones
o recursos que puedan corresponder a las partes, con independencia del amparo".
Entonces, como primera pauta para comprender la cuestión, creemos que es
útil recordar la definición dada por Couture, para quien cosa juzgada "es la auto-
ridad y eficacia de una sentencia judicial cuando no existen contra ella medios de
impugnación que permitan modificarla".
A su vez, en doctrina se ha distinguido entre cosa juzgada material y formal,
y, mientras que la segunda permite que se inicie un nuevo proceso posterior, aun-
que distinto del anterior y donde se discuta la misma pretensión; en el supuesto de
cosa juzgada material, la decisión se torna inmutable y definitiva, lo que impide
reeditar la cuestión en otro juicio.
En el caso del amparo, se ha sostenido que la sentencia que lo admite hace
cosa juzgada material, en tanto que la que lo rechaza, porque la ilegalidad o arbi-
trariedad del acto no aparece como manifiesta o porque considera que en el caso
existe una vía judicial más idónea, hace cosa juzgada formal (Kielmanovich).
B ~ B L ~ O G R A FPARTICULAR
~A
D h z SOLIMINE, Omar L., Juicio de amparo, l.a ed., Hammurabi, Buenos Aires,
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LÓPEZ,José I., "El nuevo marco normativo del amparo en la Provincia de Buenos
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MORELLO, ~ N , A., El amparo. Régimenprocesal, 5.a ed.,
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Librería Editora Platense, Buenos Aires, 2004.
JURISPRUDENCIA
CSJN, "Kot, Samuel SRL sl recurso de habeas corpus", Fallos: 241:291.
CSJN, "Siri, Ángel sl interpone recurso de habeas corpus", Fallos: 239:459.
AMPARO AMBIENTAL
4.3. Asociaciones
La última parte del segundo párrafo del artículo 43 señala que la legitima-
ción activa estará también en cabeza de "las asociaciones que propendan a estos
fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de
su organización".
La prescripción es clara. Sucede que, pasados ya más de veinte años de la
reforma constitucional, aquella ley destinada a reglamentar la estructura de las
sociedades señaladas en la Carta Magna no ha sido sancionada.
Podrá el lector imaginar los vaivenes jurisprudenciales en torno a la habilita-
ción legitimante que tal carencia normativa ha generado.
Fue la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el marco de la emblemá-
tica causa "Mendoza", la que ha sentado los pilares jurisprudenciales en torno a la
legitimación activa de las asociaciones.
En el proceso aludido, se presentaron espontáneamente diversas organiza-
ciones con apoyo en la legitimación que le confieren los textos constitucionales e
infraconstitucionales, invocando su derecho a tomar intervención como terceros
en los términos del artículo 90 del Código Procesal Civil y Comercial de la Na-
ción, artículos 41 y 43 de la Constitución Nacional y 30 de la Ley General del
Ambiente.
El tribunal, en su decisorio del 301812006, hizo lugar parcialmente a la
intervención como terceros requerida por las 7 entidades peticionarias, admitién-
dola solo respecto de 4 de ellas.
Consideró la Corte que la aptitud reconocida a las organizaciones menciona-
das encontraba sustento en los fines previstos en sus respectivos estatutos asociati-
vos. De esta manera, su accionar no se daba en el marco del interés general y difuso
relacionado con el cumplimiento de la Constitución Nacional y las leyes, sino te-
niendo en mira los intereses legítimos de estas organizaciones tendientes a la preser-
vación de un derecho de incidencia colectiva, como el derecho a un ambiente sano.
El Supremo Tribunal ha dicho desde entonces reiteradamente que el re-
quisito esencial para la habilitación legitimante es que encuentre dentro de sus
estatutos la defensa del medio ambiente como objetivo principal.
En este sentido también se ha expresado la Sala 11 de la Cámara Federal
de La Plata el 8/7/2003 en autos "Asociación para la Protección del Medio Am-
biente y Educación Ecológica 18 de Octubre c/ Aguas Argentinas SA y otros":
"Las asociaciones tienen legitimación en el campo de los intereses difusos con
el solo cumplimiento de los requisitos enunciados en el artículo 43 de la CN,
sin la necesidad de una ley específica que establezca los requisitos y formas de su
organización".
Como hemos visto, el imperativo constitucional establece los lineamientos
centrales en torno a la jerarquización de los bienes colectivos, como así también
determina quiénes se encuentran habilitados para solicitar el restablecimiento de
los derechos vulnerados, dejando espacio al legislador para la reglamentación es-
pecífica de cada caso.
5.3. Sentencia
En los casos individuales, la decisión judicial declara el derecho y ordena
su satisfacción. En el caso de los conflictos colectivos, la sentencia no solo tiene
valor para las partes, sino también para terceros, con lo cual puede decirse que sus
efectos exceden a las partes en una dimensión que puede ser variable y referirse a
un grupo de diez, cien, mil, un millón de personas o toda una población.
Asimismo, aunque resulte extraño, en los casos colectivos, no hay una sola
sentencia, sino varias que configuran un proceso adaptativo de aproximación a la
solución definitiva.
En el caso de la recomposición ambiental del Riachuelo (caso "Mendoza"),
se condenó a la ejecución de un plan para limpiar un río, pero luego se deben dic-
tar varias decisiones sobre aspectos concretos del plan y su implementación hasta
que se logra una definición razonable (Lorenzetti).
Respecto de la sentencia, el artículo 33 de la ley 25.675 dice: "La sentencia
hará cosa juzgada y tendrá efectos erga omnes, a excepción de que la acción sea
rechazada, aunque parcialmente, por cuestiones probatorias".
La excepción, como bien dice el artículo, está dada por el rechazo motivado
por orfandad probatoria, en este caso la sentencia no tiene efecto expansivo y
posibilita a cualquier otra persona a presentar igual demanda con eficaces modos
de prueba.
Coincidimos nuevamente con Lorenzetti al Armar que el aspecto más re-
levante de la sentencia colectiva es que, al tener efectos normativos erga omnes,
obligan al juez a pensar como un legislador o un administrador gubernamental.
1. CONCEPTO
El habeas corpus es la garantía constitucional que tiene por fin proteger la
libertad física o ambulatoria de una persona frente a ataques ilegítimos o arbitra-
rios de la autoridad pública.
La acción resulta procedente para cuestionar tanto arrestos, prisiones o de-
tenciones como actos lesivos menores, como hostigamientos, seguimientos y vigi-
lancias que restringen la libertad ambulatoria de una persona, a través de un proce-
so sumarísimo, en razón de la importancia del bien jurídico protegido (la libertad).
En la actualidad, cuenta con regulación propia; sin embargo, la garantía
en cuestión siempre fue tutelada. Si bien la Constitución Nacional de 1853 no
contemplaba de manera expresa el instituto en análisis, este derivaba del artículo
18, que dispone que "ningún habitante de la Nación puede ser arrestado, sino en
virtud de orden escrita de autoridad competente".
La primera reglamentación procesal se halló en el artículo 20 de la ley 48 de
Jurisdicción y Competencia de los Tribunales Nacionales, que trataba el habeas
corpus escuetamente. Allí se facultaba a la Corte Suprema de Justicia o a los jueces
de sección para investigar sobre el origen de la prisión de una persona.
Con posterioridad, se lo reguló en el viejo Código de Procedimientos en
Materia Penal, en sus artículos 617 a 645 (título IV, sección 11 del libro cuarto de
la ley 2372).
En la reforma constitucional del aiío 1994, el constituyente incorporó de
manera expresa el habeas corpus en el último párrafo del artículo 43, de la si-
guiente manera:
Cuando el derecho lesionado, restringido, alterado o amenazado fuera la
libertad física o en caso de agravamiento ilegítimo en la forma o condiciones
de detención o en el de desaparición forzada de personas, la acción de habeas
corpus podrá ser interpuesta por el afectado o por cualquiera en su favor y el
juez resolverá de inmediato, aun durante la vigencia del estado de sitio.
En la actualidad, su procedimiento se encuentra regulado por la ley 23.098
(sancionada el 28/9/1984 y en vigencia desde el 25/10/1984), que tiene aplica-
ción en todo el territorio de la Nación.
La ley 23.098 derogó tanto el artículo 20 de la ley 48 como el título IV,
sección 11 del libro IV del Código Procesal Penal de la Nación, y no incorporó a
este un nuevo texto legal. Esta norma regulatoria introdujo varias innovaciones
que representaron un gran avance en la materia, como ser la oralidad, un proceso
ágil que cuenta con la presentación ante el juez de la persona a favor de la que se
presentó el habeas corpus, y un desarrollo del proceso que no admite dilaciones y
que concluye rápidamente con un decisorio.
Por otra parte, la legislación citada para regular el procedimiento del habeas
corpus, en su artículo 4, prevé el control de las limitaciones a la libertad ambula-
toria aun frente a un estado de emergencia nacional, estado de sitio, conforme lo
dispuesto en el artículo 23 de la Constitución Nacional.
2.2. Restringido
Destinado para supuestos en los que la libertad del interesado, si bien no
está suprimida, se ve disminuida ante hostigamientos, acosos, seguimientos o vi-
gilancias.
2.3. Preventivo
Es aquel que resulta viable cuando la privación de la libertad de una persona
no se ha hecho aún efectiva, sino que existe una amenaza en su contra. Este su-
puesto fue tratado por la Corte Suprema de Justicia en el fallo "Cafassi, Emilio F.
S/ recurso de habeas corpus", del 22/3/1988 (Fallos: 31 1:308).
En el caso, el actor promovió la acción alegando que, días previos a su pre-
sentación, dos personas vestidas de civil, invocando ser personal de la Policía Fe-
deral, tras exhibir credenciales que los acreditaban como tales, interrogaron al en-
cargado del edificio donde se domiciliaba el presentante acerca de sus actividades
y costumbres, como así también de las personas que lo visitan habitualmente,
aunque nunca requirieron su presencia ni llamaron a su puerta.
En primera y segunda instancia, el recurso fue desestimado por entender
que las circunstancias apuntadas no podían ser encuadradas en los artículos 3 o
4 de la ley 23.098, ya que se trataba de investigaciones llevadas a cabo por per-
sonal policial en uso de actividades propias, aun cuando tal circunstancia no fue
verificada.
La Corte Suprema revocó el pronunciamiento, disponiendo el dictado de
uno nuevo por quien corresponda. Advirtió que debían llevarse a cabo las medidas
necesarias para verificar la legitimidad del procedimiento, por cuanto entendió
que existía un riesgo cierto de que, sin orden escrita de autoridad competente,
se encontrara amenazada la libertad ambulatoria del afectado, y ello importaba
atender a su reclamo, en los términos previstos en los artículos 3, incisos 1 y 11,
párrafo 2, de la ley 23.098.
2.4. Correctivo
Es procedente para los casos de agravamiento ilegítimo en las condiciones de
detención de una persona que se encuentra detenida legítimamente. Se reclama
en estos casos el debido trato en prisión, no así la libertad de locomoción. Se busca
garantizar de esta manera un trato digno en el sistema carcelario.
Este tipo de habeas corpus admite, a su vez, dos clasificaciones determinadas
de acuerdo con su finalidad. Así, estaremos frente al habeas corpus correctivo con
fin reparador para aquellos casos en los que ya fue efectivo el agravamiento en las
condiciones de detención, y ante el habeas corpus correctivo con fin preventivo
cuando se trate de una amenaza de que ello ocurra.
De esta manera, la ley 23.098 estableció una especie de control externo en
la detención de una persona, que se realiza por un juez distinto a aquel que se
encuentra a cargo del proceso que motivó esa detención.
Respecto del alcance de este control, se expidió la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en el caso "Gallardo" (Fallos: 322:2735), sentando un principio
importante, ya que admitió el recurso interpuesto por el interesado ante un juez
distinto del que conocía en su proceso. Sin embargo, el Alto Tribunal también, en
diversos fallos, ha fijado límites a tal intervención, estableciendo que, en primer
término, debe verificarse la existencia del acto u omisión de autoridad estatal que
agrave la situación de detención de una persona, y luego, la inexistencia de otras
vías ordinarias efectivas para corregir el alegado agravamiento. Ello tiene por fin
evitar que se busque a través de la acción de habeas corpus sortear la competencia
del magistrado que posee a su disposición al detenido.
En el citado fallo, el Máximo Tribunal resaltó que el objeto del instituto era
establecer un medio legal, adicional, rápido y eficaz para resguardar el trato digno
en las prisiones y solucionar situaciones injustas que allí se planteen. Asimismo,
indicó que los hechos denunciados comprometían la dignidad humana (se había
suspendido el tratamiento del interno, quien se agravió de no recibir atención
médica pese a padecer una enfermedad urológica, de dormir en el piso y de no
tener comunicación con su abogado defensor).
Otro ejemplo de habeas corpus preventivo se encuentra en el fallo dicta-
do por la CSJN en el expediente CSJ 71312010 "Gutiérrez Alejandro" (causa
11.960). En dicho precedente el detenido presentó este tipo de habeas corpus por
considerar que se advertía un agravamiento de sus condiciones de detención, en
virtud de la demora en los mecanismos de aperturas de las puertas del Módulo
V del celular 2 del CPF CABA. Alegó que se comprometía negativamente la
capacidad de actuar en caso de emergencia e indicó la inexistencia de un sistema
de seguridad elaborado para cumplir satisfactoriamente con los traslados diarios.
Asimismo, y pese a que la Constitución Nacional no lo menciona de manera
expresa, existe el habeas corpus "colectivo", admitido jurisprudencialmente por la
Corte Suprema en reiteradas oportunidades.
En el fallo "Verbitsky, Horacio S/ habeas corpus" (Fallos: 328:1146), nuestro
Máximo Tribunal, al resolver, adoptó un criterio amplio y admitió una acción
de habeas corpus correctivo y colectivo interpuesto por una organización no gu-
bernamental (CELS), a favor de personas alojadas en establecimientos policiales
y10 en comisarías superpobladas de la Provincia de Buenos Aires, en situación
de detención que ponían en riesgo la salud y la vida debido a las condiciones de
higiene.
3. LEGITIMACIÓN PROCESAL
BIBLIOGRAF~AGENERAL
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Ediar, 2005.
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JURISPRUDENCIA
"Acevedo, Eliseo" (11811885, Fallos: 28:406). Habeas corpus. Arresto dispuesto
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"Cafassi, Emilio F. SI recurso de habeas corpus" (221311988, Fallos: 311:308).
Habeas corpus preventivo. Amenaza a la libertad ambulatoria. Agotamiento
de diligencias.
"Corrales, Guillermo Gustavo y otro SIhabeas corpus colectivo", Corte Suprema
de Justicia de la Nación, autos CCC 761412015lCNC1-CA1.
"Gallardo" (Fallos: 322:2735) .
"Gutiérrez, Alejandro" (Fallos: 338:68).
"Kot, Samuel S/recurso de habeas corpus" (51311958, Fallos: 241:291). Acción de
amparo. Constitución Nacional. Habeas corpus.
"Mignone, Emilio Fermín" (91412002, Fallos: 325:524, CSJN).
"Siri, Ángel S/interpone recurso de habeas corpus" (2711211957, Fallos: 239:459).
Acción de amparo. Habeas corpus. Derechos protegidos.
"Verbitslq Horacio S/ habeas corpus" (31512005, Fallos: 328:1146). Habeas cor-
pus colectivo. Naturaleza. Procedencia.
http:/lwww.diariojudicial.com/publicldocumentos10001064/461l000064461.
pdf.
HABEAS DATA
Natalia F: M a q u e s Battaglia
2. BIEN JUR~DICOTUTELADO.FINALIDAD
La acción de habeas data tiene como objetivo la protección de la intimidad
de los datos y el derecho a la autodeterminación informativa, aun cuando no se
advierta en el acto impugnado arbitrariedad o ilegalidad manifiesta.
Es decir, la garantía constitucional bajo examen tiene dos propósitos; el
primero es tomar conocimiento de los datos referidos a la persona que articula
la acción y de su finalidad, y el segundo reside en la posibilidad de solicitar la
supresión, rectificación, confidencialidad o actualización de dichos datos, en los
supuestos en los que aquellos resultaran falsos o discriminatorios. Sin embargo, la
Ley Suprema no menciona de manera explícita el derecho que tutela esta acción.
Por su lado, la ley 25.326, en su artículo 1, dispone que la finalidad de la
acción de habeas data radica en la protección de los datos personales asentados
en archivos, registros, bancos de datos y otros medios técnicos de tratamiento de
datos -públicos o privados- destinados a dar informes, para garantizar el derecho
al honor y a la intimidad de las personas, así como también el acceso a la infor-
mación que sobre estas se registre, de conformidad con lo establecido en el tercer
párrafo del artículo 43 de la CN.
Sobre este punto, la Sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Contencioso Administrativo Federal entendió que los objetivos principales por
los que se inicia una acción de habeas data son:
a) que una persona pueda acceder a la información que sobre ella conste en
un registro o banco de datos;
b) que se actualicen datos atrasados;
c) que se rectifiquen los datos inexactos;
d) que se asegure la confidencialidad de cierta información legalmente ob-
tenida para evitar su conocimiento por terceros, y
e) que se suprima del registro la llamada "información sensible" -vida ínti-
ma, ideas políticas, religiosas o gremiales- (conf. "FEA c/ EN - Consejo
de la Magistratura S/ habeas data, y sus citas", del 111112012).
En sentido concordante, la Sala 11 de la Cámara Nacional de Apelaciones en
lo Contencioso Administrativo Federal consideró:
El bien jurídico protegido es, sustancialmente, la veracidad de la informa-
ción. Y, en tal sentido, la acción protege a los individuos contra la información
falsa o incompleta, y los habilita para exigir la supresión, rectificación, confi-
dencialidad o actualización de los datos e impedir que se haga un uso abusivo
o discriminatorio de ellos (conf. Colautti, Carlos E., "Reflexiones preliminares
sobre el habeas data", LL 4/6/96).
Esta garantía está vinculada al derecho a la intimidad y al derecho a la
veracidad de la propia imagen, reconociéndose cinco fines principales: a)
acceder al registro de datos, b) actualizar los datos atrasados, c) corregir in-
formación inexacta, d) asegurar la confidencialidad de cierta información
legalmente obtenida, pero que no debería trascender a terceros, e) cancelar
datos que hacen a la llamada "información sensible" (origen racial y étnico,
opiniones políticas, convicciones religiosas, filosóficas o morales, afiliación
sindical e información referente a la salud o a la vida sexual), potencialmente
discriminatoria o que afecte la privacidad del registrado [conf. "Cairnie, Mó-
nica Graciela cl EN -AFIP- DGI S/habeas data" y sus citas, del 3014/2015].
Si bien puede entenderse que el bien jurídico protegido por la acción bajo
examen es el derecho a la intimidad, no puede perderse de vista la existencia de
otros derechos conexos que deben ser tutelados. En este sentido, Bianchi con-
sidera que esta garantía constitucional resguarda el derecho a la identidad, a la
privacidad y al honor.
El derecho a la intimidad es un derecho personalísimo, de contenido ex-
trapatrimonial, que le corresponde a toda persona simplemente por su calidad
de tal. Ekmekdjian lo define como la facultad que tiene cada sujeto de disponer de
una esfera, de un ámbito de privacidad o reducto infranqueable de libertad indi-
vidual; que no puede ser invadido por terceros, ya sean individuales o el propio
Estado.
Para Basterra, la intimidad es un aspecto de la persona que está exento del
conocimiento generalizado por parte de los demás, y se materializa en el derecho
a que los otros individuos no tengan información documentada sobre hechos
-respecto de una persona- que esta no desea que sean ampliamente conocidos.
El derecho a utilizar información y el derecho a resguardar una esfera de in-
timidad se basan en la propia naturaleza humana y erigen los cimientos que deben
ser protegidos y regulados por el Estado.
El procesamiento de datos y las nuevas tecnologías ocasionan peligros que
se traducen en amenazas a la intimidad de las personas. De este modo, el derecho
a la autodeterminación informativa puede definirse como la posibilidad que tiene
el titular de un dato personal de inspeccionar quiénes receptarán esa información
y el empleo que se hará de esta.
Según Basterra, cuando la información es utilizada sin autorización de su ti-
tular puede constituirse en un riesgo para su intimidad. Por ello, el artículo 43 de
la C N se encarga de otorgar el equilibrio necesario para garantizar el acceso a las
fuentes de información con el fin de conocer los datos que se tengan con relación
a un individuo y la finalidad con que estos se han recabado, y, en caso de que se
consideren falsos, discriminatorios o sensibles, obtener la supresión, rectificación,
actualización y confidencialidad. Queda así tutelado el derecho a la autodetermi-
nación informativa.
Cabe recordar que la protección de los datos personales comporta un de-
recho personalísimo nuevo e independiente, que deriva del valor dignidad de la
persona, como derecho constitucional implícito del artículo 33 de la CN.
Es que la privacidad no es la única cuestión de tutela frente a la explosión
informática, ya que debe tenerse en cuenta la identidad, en los supuestos en los
que se desnaturalicen los datos brindados con falsedades o equívocos que se deben
subsanar. Sin perjuicio de que en la C N no existe un precepto que regule expresa-
mente el derecho a la imagen, este se encuentra incluido de manera implícita en
las normas con jerarquía constitucional incorporadas luego de la reforma consti-
tucional de 1994, en el inciso 22 del artículo 75.
Al respecto, cabe reiterar -tal como antes se explicó- que el Código Civil y
Comercial de la Nación en su artículo 52 se ocupa de legislar lo relativo al derecho
a la imagen.
Por su parte, el Alto Tribunal ha entendido que "el derecho a la imagen
integra el derecho a la privacidad protegido por el artículo 19 de la Constitución
Nacional. [. ..] dicha norma otorga al individuo un ámbito de libertad en el cual
este puede adopta libremente las decisiones fundamentales acerca de su persona,
sin interferencia alguna por parte del Estado o de los particulares, en tanto dichas
decisiones no violen derechos de terceros" (conf. CSJN, in re "Rodríguez, María
Belén cl Google Inc. SI daños y perjuicios", del 2811012014).
En definitiva, debe entenderse que el habeas data protege indirectamente
todos los derechos hasta aquí enunciados, y directamente tutela el derecho a
la intimidad informática y a la propia imagen. Ambos pueden subsumirse en
el derecho a la autodeterminación informativa, que implica la posibilidad de
elegir qué datos queremos mantener en reserva y qué otros optamos por dar a
conocer.
6.2.Etapa judicial
La demanda de habeas data debe cumplir ciertos requisitos, los cuales se en-
cuentran mencionados en el artículo 38, incisos 1 y 2, de la ley 25.326, además de
los que están determinados por la legislación supletoria, conforme lo establecido
en el artículo 37.
Así, el inciso 1 del artículo 38 de la norma seiíala:
La demanda deberá interponerse por escrito, individualizando con la ma-
yor precisión posible el nombre y domicilio del archivo, registro o banco de
datos y, en su caso, el nombre del responsable o usuario del mismo.
En el caso de los archivos, registros o bancos públicos, se procurará estable-
cer el organismo estatal del cual dependen.
8.TASA DE JUSTICIA
La demanda de habeas data está exenta de la tasa de justicia en el ámbito
nacional, sin perjuicio del deber de abonar lo que corresponda en caso de que la
pretensión sea rechazada.
JURISPRUDENCIA
CSJN
"Asociación de Derechos Civiles c/ EN - PAMI", de14/12/2012 (Fallos: 335:2393).
"CIPPEC c/ ENM Desarrollo Social dto. 1172/2003 S/ amparo ley 16.986", del
26/3/2014 (Fallos: 337:262).
"Martínez, Matilde Susana cl Organización Veraz SA", del 5/4/2005 (Fallos:
328:797).
"Rodríguez, María Belén c/ Google Inc. S/ daños y perjuicios", del 28/10/2014
(Fallos: 337: 1187).
"Urteaga, Facundo Raúl cl Estado Nacional - Estado Mayor Conjunto de las
FFAA S/ amparo", del 15/10/1998 (Fallos: 321:2777).
2. MORA DE LAADMINISTRACIÓN
A menudo, suele ocurrir que la Administración se toma su tiempo para
resolver las solicitudes que los particulares le presentan y que dicho plazo excede
muchas veces el previsto normativamente para expedirse, o bien el tiempo trans-
currido, sin brindar una respuesta al administrado, se extiende más allá de lo que
sería razonable.
El Diccionario de la Real Academia Espaíiola define el término "mora"
como una "tardanza o dilación en el cumplimiento de una obligación".
En efecto, la mora de la Administración no es otra cosa que el retardo en
que incurre el organismo competente cuando no cumple con su obligación de
pronunciarse respecto a un reclamo que se le formuló.
La pasividad de la autoridad pública en el marco de un expediente admi-
nistrativo puede generar un perjuicio, que se origina justamente en la falta de
respuesta a un pedido de un particular; es decir, es la demora en sí misma la que
lesiona las garantías constitucionales de debida defensa y de peticionar a las au-
toridades.
Al respecto, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Admi-
nistrativo Federal ha dicho: "No decidir o decidir fuera del plazo constituyen
conductas irregulares de la Administración que perjudican al particular y atentan
contra el accionar eficaz de aquella" (conf. Sala V, in re "Orazi, Norberto L. cl
Comité Federal de Radiodihsión S/ amparo por mora", del 101211999; Sala 111,
in re "Ocampo, Eva Beatriz cl EN -M0 de Justicia Seguridad y DDHH- (Expte.
45.636198) sl amparo por mora", del 2811 112005; Sala 11, in re "Yacomini, José
Luis" cl EN - M" Justicia y D D H H (exp. 450.426198) S/ amparo por mora",
expte. 19.39112011, del 16/8/2012; entre otros).
Entre las distintas situaciones que dan lugar al inicio de acciones judiciales
de amparo por mora en los términos del artículo 28 de la ley 19.549, a modo de
ejemplo, podemos encontrar:
- Una firma importadora que solicita que la autoridad aduanera se expida
en relación con el otorgamiento del certificado de importación necesario
para poder ingresar al país las mercaderías que tiene inmovilizadas en el
Puerto de Buenos Aires.
- Un oficial de la Policía Federal Argentina que peticiona al jefe de Policía
que dicte el acto administrativo pertinente en relación con la concesión
del pedido de baja para poder, así, sumarse a las filas de la Policía Metro-
politana de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
- Una compafiía ganadera que solicita a la Unidad de Coordinación y
Evaluación de Subsidios al Consumo Interno (UCESCI) que resuelva
el pedido de pago de las compensaciones establecidas por el Poder Eje-
cutivo para los productores ganaderos que operan bajo la modalidad de
engorde a corral ofeed-lot, en el marco de su política de subsidios.
- Una ciudadana china que, invocando ser madre de un hijo nacido en la
Argentina, requiere a la Dirección Nacional de Migraciones que se expi-
da sobre su pedido de radicación permanente en la República Argentina.
- Un ex militante político que durante la dictadura militar iniciada en
1976 debió exiliarse en el exterior para salvaguardar su vida y su libertad
física solicita a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación resuelva
la solicitud de reparación económica prevista por la ley 24.043.
Por lo visto, los pedidos de amparo por mora muchas veces son una conse-
cuencia directa de las políticas que ha ido adoptando el Estado nacional a través
de las diferentes administraciones de turno.
En todos estos casos, el amparo por mora aparece como una solución posi-
ble frente a una Administración que -a lo largo del tiempo- no resuelve los pedi-
dos que recibe y deja a las pretensiones de los particulares flotando en un limbo
eterno: el estado de indefinición.
BIBLIOGRAF~A
BIOTTI,María A., "Recurso de apelación y régimen aplicable", La Ley, 1992-C.
BIOTTI,María A. y GILARDI MADARIAGA DE NEGRE, Cecilia, "Amparo por mora de
la Administración, en BALBIN, Carlos F. (dir.), Proceso contencioso administra-
tivofederal tomo 11, capítulo XII.2.2, l.a ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
2014.
CASSAGNE, Ezequiel, "El amparo por mora en la Administración", La Ley, LXXIV,
n.O 171.
COMADIRA, Julio y MONTI,Laura, Procedimientos administrativos. Ley Nacional de
Procedimientos Administrativos, anotada y comenta&, La Ley, Buenos Aires,
2007.
GAVALDA, Juan M., 'Amparo por mora", en BRUNO DOSSANTOS, Marcelo A. (dir.),
Una mirada desde elfuero contencioso administrativofedralsobre elderechopro-
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GORDILLO, Agustín, Tratado de derecho administrativo, tomo 4, "El Procedimiento
administrativo", Fundación de Derecho Administrativo, Buenos Aires, 2013.
HUTCHINSON,Tomás, Régimen de procedimientos administrativos, 9.a ed., Astrea,
Buenos Aires, 20 10.
AMPARO IMPOSITIVOY ADUANERO
2. REQUISITOS DE PROCEDENCIA
En lo que respecta a los requisitos para su admisibilidad, el Alto Tribunal ha
establecido que, a diferencia de la acción de amparo regulada en la ley 16.986, el
mecanismo reglado en el artículo 182 de la ley 11.683 no requiere para su proce-
dencia que se acredite una conducta arbitraria o ilegal por parte de la Administra-
ción Pública, sino que dicha norma se dirige a evaluar la conducta administrativa
en juego (conf. Fallos: 313:1706).
García Vizcaíno indica que el perjuicio exigido por la Ley Nacional de Pro-
cedimiento Tributario y por el Código Aduanero reviste menor entidad que las si-
tuaciones descriptas en la ley 16.986, ya que esta requiere la existencia de "arbitra-
riedad o ilegalidad manifiesta", mientras que en aquellos alcanza con la "demora
excesiva" causante de un daño -que puede ser potencial- a una persona individual
o colectiva, para expedirse respecto a las peticiones planteadas.
Agrega que los amparos impositivo y aduanero difieren del amparo por mora
regulado en la Ley de Procedimiento Administrativo (conf. art. 28, ley 19.549),
por la especificidad de la ley 11.683 y del Código Aduanero, que le otorgan a los
amparos ante el TFN un alcance mayor al de procurar el logro de una "simple
orden de pronto despacho", pudiendo el particular solicitar ante el T F N la libera-
ción de un trámite que se encuentre a su cargo.
Algunos doctrinarios (Gómez y Folco) advierten que resulta erróneo soste-
ner que la acción de amparo procede cuando no existe otro remedio legal previsto
para recomponer el menoscabo producido, pues no existe norma legal que así
lo establezca. De otro modo, si se continuara con esta postura, se asemejaría el
recurso por demora previsto en el artículo 182 de la ley 11.683 con la acción de
amparo prevista en la ley 16.986, que requiere para su procedencia que no existan
otros recursos o remedios judiciales que restablezcan la protección del derecho o
garantía constitucional agraviado.
Otra postura (Torres) ha entendido que, para que proceda la acción de am-
paro (impositivo o aduanero), deben concurrir la inexistencia de otro remedio
procesal y la mora excesiva en la realización de un trámite o diligencia por parte
de los empleados del órgano recaudador, de manera que se perjudique al actor
del amparo afectándolo en el ejercicio de una actividad o derecho (conf. en igual
sentido, Sala de feria del TFN en los autos caratulados "Magalcuer SA S/ recurso
de amparo", del 7/1/1997).
Por su parte, García Vizcaíno considera que, en caso de existir una vía legal
para la protección del derecho presuntamente afectado, se excluye, en principio, el
procedimiento de amparo (impositivo y aduanero). Sin embargo, el amparo ante
el TFN procede también cuando la otra vía no fuera suficientemente idónea para
tutelar de manera efectiva y urgente de acuerdo con las circunstancias particulares
del caso.
En este sentido, el T F N estableció que "el examen a realizar a fin de dilu-
cidar si efectivamente existió la alegada demora debe llevarse a cabo sin dejar de
lado la apreciación de otra circunstancia [. ..] fundamental para decidir la proce-
dencia del amparo. Se trata de la ponderación del perjuicio concreto -actual o
inminente-, que la tardanza del Fisco en emitir el pronunciamiento debe irrogar
al contribuyente, porque ha sido criterio reiterado de este organismo jurisdiccio-
nal que deben darse ambos requisitos: demora y perjuicio" (conf. Sala de feria del
TFN, en los autos caratulados "Fideicomiso La Martina S/ recurso de amparo",
del 1/1/2014).
En el mismo orden de ideas, y en lo que respecta especialmente al amparo
impositivo, un reciente fallo de la Sala D del T F N señaló que "para la proceden-
cia de la vía preventiva del amparo [. ..] deben concomitantemente verificarse
[. ..] a) Perjuicio hacia una persona individual o colectiva; b) Existencia de una
demora excesiva; c) Trámite o diligencia a cargo de los empleados administrati-
vos de la AFIP - Dirección General Impositiva y d) Interposición de pedido de
pronto despacho ante la autoridad administrativa y haber transcurrido un plazo
de 15 (quince) días sin que se hubiere resuelto el trámite" (conf. "ARA 69 SRL",
ya citado).
Agregó que, en relación con la demora de la Administración, a efectos de
dilucidar si aquella existió, se debe examinar la cuestión sin dejar de advertir la
ponderación del perjuicio concreto -actual o inminente- que la tardanza del Fis-
co en emitir el pronunciamiento debe irrogar al contribuyente, ya que deben con-
currir ambos requisitos: demora y perjuicio (conf. Sala A del TFN, en los autos
caratulados "Kovacic, Esteban Eduardo", del 23/5/1996).
Por otro lado, tal como se desprende del inciso d) del precedente antes trans-
cripto, el segundo párrafo del artículo 182 establece como requisito previo a la
articulación del amparo la solicitud de pronto despacho ante la AFIl? Transcurri-
dos 15 días de su interposición sin haber obtenido respuesta por parte del Fisco,
podrá iniciarse el recurso mencionado.
Reconocida doctrina (Gómez y Folco) entiende que dicha petición es la
última posibilidad para que el Fisco resuelva, mas no puede convertirse en una
nueva ocasión que lo faculte para solicitar la incorporación de nuevos elementos al
expediente en trámite. El comienzo del cómputo de 15 días que el precepto nor-
mativo brinda a la Administración para dictar resolución empieza a correr desde
el día efectivo de la interposición del pedido de pronto despacho.
No resulta ocioso aclarar que el plazo de 15 días al que se refiere la ley alude
a días hábiles administrativos, que pueden diferir de los días hábiles judiciales.
Con la misma lógica, se interpretará el resto de los plazos de la Ley de Procedi-
miento Tributario, siendo todos ellos días hábiles administrativos.
Ahora bien, cabe advertir que, en lo que concierne a los requisitos de pro-
cedencia del amparo aduanero, la ley 25.795 no ha modificado el artículo 1160
de la ley 22.415, por lo que el pedido de pronto despacho no será un recaudo
necesario para la admisibilidad de la acción. En este sentido, la Sala G del T F N ha
establecido que no podía prosperar la solicitud de la DGA a fin de que se desesti-
mara in limine el amparo incoado porque la parte actora no hubiera requerido un
pronto despacho (conf. "Cencosud SA cl DGA sl recurso de amparo", expediente
25.003-A, del 8/10/2008).
En cuanto a los demás requisitos de admisibilidad (daño a una persona in-
dividual o colectiva, existencia de una demora excesiva y el trámite o diligencia a
cargo de los empleados administrativos de la AFIP) del amparo impositivo, todos
ellos se aplican también a l caso del amparo aduanero.
~.TRÁMITE
ANTE ELTFN
Se inicia por escrito ante el TFN, que fue creado por la ley 15.265 (BO:
27/1/1960) dentro de la órbita del Poder Ejecutivo Nacional con funciones ju-
risdiccionales destinadas a solucionar las controversias que se suscitaran entre los
contribuyentes, responsables y demás sancionados, por un lado, y la AFIR tanto
en lo relativo a la Dirección General Impositiva (en adelante, DGI) como a la
Dirección General de Aduanas (en lo sucesivo, DGA), por otro.
Es un tribunal autárquico (conf. art. 154, ley 11.683) tanto a nivel financie-
ro como administrativo y, por ello, tiene la facultad de administrar los fondos que
le son asignados por las partidas presupuestarias correspondientes.
Está situado en la calle Julio A. Roca 651, piso 7, de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, y el horario de atención al público es de 12:30 a 16:30.
En cuanto a su composición, actualmente está integrado por un total de
siete salas, de las cuales cuatro poseen competencia en materia impositiva (confor-
madas en cada caso por dos abogados y un contador público), y las tres restantes,
competencia aduanera (conformadas por tres abogados cada una; conf. art. 146,
ley 11.683).
Si bien en la actualidad tiene competencia en materia impositiva y aduanera,
esta última le h e otorgada recién en el año 1963 mediante el dictado del decreto
669211963 (modificado por la ley 16.656). Sin embargo, no resulta competente
para entender en las resoluciones dictadas por la Dirección General de los Recur-
sos de la Seguridad Social ni en causas vinculadas con los delitos aduaneros.
En lo que respecta al tema bajo examen -amparo impositivo y aduanero-, ei
TFN resulta competente para entender en estos procesos en virtud de lo estable-
cido en el inciso d) del artículo 159 de la ley 1 1.683 (t.0. en 1998 y sus modifica-
ciones) y de lo dispuesto en el artículo 1160 del Código Aduanero.
En la oportunidad de su articulación, debe adjuntarse al escrito de inicio el
formulario F4 por quintuplicado, marcando con una "x" el casillero "Recurso de
amparo" y especificando: nombre; domicilio real o legal; domicilio fiscal; teléfono
y domicilio constituido del recurrente, que necesariamente deberá estar en la Ciu-
dad Autónoma de Buenos Aires; nombre, teléfono y domicilio constituido de los
representantes y patrocinantes; dos copias del escrito de interposición, así como
de toda la documentación, firmadas por el letrado del promotor de la acción, y
los instrumentos que acrediten la representación, con copia firmada (conf. arts.
19 y 20, Reglamento de Procedimientos del Tribunal Fiscal de la Nación, texto SI
acordada AA-840, modif. por acordada AA-1 113; acordada AA-1438 y acordada
AA-1680).
Debe cumplirse con los requisitos de procedencia antes enunciados (existen-
cia de demora excesiva en la realización de un trámite o diligencia por parte del
organismo recaudador, la generación de un perjuicio en el ejercicio de la actividad
o derecho del contribuyente -persona individual o colectiva- y, únicamente para
el amparo impositivo, se afiade la solicitud de pronto despacho presentada al me-
nos quince días antes a la fecha de interposición del escrito promotor).
Sobre este punto, la Sala V de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Contencioso Administrativo Federal expresó que "debe tenerse en consideración
para calificar la demora como injustificada o arbitraria, la desidia, indiferencia,
negligencia o inercia administrativa" [conf. "Áridos del Plata SA (TF 20543-1) cl
DGI", del voto del Dr. Otero, del 5/2/2003].
Al respecto, cierta doctrina (Gadea, Marmillon y Pontiggia) explica que por
"demora excesiva debe entenderse una demora injustificada o arbitraria, pero no
la resultante de trámites exigidos para el debido esclarecimiento de los presupues-
tos de hecho cuyo contralor incumbe, de modo específico, al órgano recaudador
[...l. En definitiva, quedará librado a la apreciación de los juzgadores determinar
si la morosidad imputada fue excesiva, para lo cual se podrá tomar en cuenta -a
título enunciativo- la naturaleza o contenido del trámite, la entidad del perjuicio,
el desarrollo del procedimiento en estadios anteriores a aquel en que se encontra-
ba al momento de la promoción del amparo [. ..]".
Para GarcíaVizcaíno, la "demora excesiva" se refiere a una cuestión de hecho
que debe ser valorada por el juzgador, ya que se trata de una materia completa-
mente casuística.
El trámite del amparo impositivo continúa según lo dispuesto en el artículo
183 de la ley 11.683, que sefiala:
El Tribunal Fiscal de la Nación, si lo juzgare procedente en atención a la
naturaleza del caso, requerirá del funcionario a cargo de la Administración de
Ingresos Públicos que dentro del breve plazo informe sobre la causa de la de-
mora imputada y forma de hacerla cesar. Contestado el requerimiento o ven-
cido el plazo para hacerlo, podrá el Tribunal Fiscal resolver lo que corresponda
para garantizar el ejercicio del derecho del afectado, ordenando en su caso la
realización del trámite administrativo o liberando de él al particular mediante
el requerimiento de la garantía que estime suficiente.
El vocal instructor deberá sustanciar los trámites previstos en la primera
parte del presente artículo dentro de los 3 (tres) días de recibidos los autos,
correspondiendo al Secretario dejar constancia de su recepción y dar cuenta
inmediata a aquel.
Cumplimentados los mismos, elevará inmediatamente los autos a la Sala,
la que procederá al dictado de las medidas para mejor proveer que estime
oportunas dentro de las cuarenta y ocho (48) horas de la elevatoria, que se
notificará a las partes.
Las resoluciones sobre la cuestión serán dictadas prescindiendo del Ilama-
miento de autos por el vocal instructor o de que la causa haya quedado en
estado, en su caso.
En el mismo sentido, el artículo 1161 del Código Aduanero explica lo si-
guiente:
1) El Tribunal Fiscal, si lo juzgare procedente en atención a la natura-
leza del caso, requerirá del Administrador Nacional de Aduanas que
dentro de breve plazo informe sobre la causa de la demora imputada
y forma de hacerla cesar.
2) Contestado el requerimiento o vencido el plazo para hacerlo, podrá
el Tribunal Fiscal resolver lo que corresponda para garantizar el ejer-
cicio del derecho afectado, ordenando en su caso la realización del
trámite administrativo o liberando de él al particular mediante el
requerimiento de la garantía que estimare suficiente.
El vocal instructor deberá sustanciar los trámites previstos en el primer pá-
rrafo del presente artículo dentro de los tres días de recibidos los autos, debien-
do el Secretario dejar constancia de su recepción y dando cuenta inmediata a
aquel. Cumplimentados los mismos, elevará inmediatamente los autos a la
Sala, la que procederá al dictado de las medidas para mejor proveer que estime
oportunas dentro de las 48 horas de la elevatoria, que se notificará a las partes
(Párrafo incorporado por decreto 168411993, art. 9).
En cuanto a las normas transcriptas, hay que decir que, en la fecha en que
se presenta el amparo, el secretario general sorteará la Vocalía que deba intervenir.
De este modo, recibidas las actuaciones por el instructor del TFN -y en caso
de estimar procedente el amparo-, aquel cuenta con un plazo de tres días para
requerir al funcionario a cargo de la DGI o DGA que informe sobre la causa de
la demora imputada y la forma de hacerla cesar. Dicho requerimiento se instru-
menta en la práctica mediante oficio suscripto por el secretario del T F N con el
sello medalla del tribunal.
El secretario debe dejar constancia de la recepción del expediente y comuni-
carla inmediatamente al vocal, quien dispondrá de manera discrecional, y tenien-
do en cuenta las particularidades del caso, el plazo (breve) con que cuenta el fun-
cionario mencionado para cumplir con lo requerido (conf. decreto 168411993).
Corresponde precisar que han existido casos de rechazos in lirnine de ampa-
ros en los que se consideró relevante que se efectuara el requerimiento menciona-
do al Fisco. Sobre este punto, cabe destacar lo resuelto por la Sala IV de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal en los autos
caratulados "Carlos María Molteni", del 311211998, en cuanto entendió que, si
bien la improcedencia del recurso no resultaba indiscutible -e independiente-
mente de la resolución final que se adoptara sobre su admisibilidad-, incumbía
conminar que se ejecutara lo ordenado en el artículo 183 de la Ley de Procedi-
miento Tributario, a efectos de contar con todos los componentes necesarios para
una especial valoración del tema debatido (citado en Gómez y Folco, Procedimien-
to tributario.. ., p. 855).
Al respecto, García Vizcaíno explica que "el principio de inviolabilidad de
defensa en juicio implica la obligatoriedad de la intervención del ente autor de la
demora excesiva contra la cual se reclama; por ende, consideramos que, en todos
los casos, debe requerirse el informe al que se refieren los artículos 183 de la ley
11.683 y 1161 del Código Aduanero, salvo el supuesto de absoluta y manifiesta
improcedencia de la vía intentada".
Contestado el informe, o vencido el plazo para ello, el vocal instructor eleva
la causa a la Sala para que -dentro de las 48 horas y en caso de corresponder-
dicte las medidas para mejor proveer que considere convenientes, las que deberán
notificarse a las partes.
El plazo para dictar resolución es de 5 días, pero ese término puede dupli-
carse en caso de mediar intervención de vocales subrogantes (conf. art. 188, ley
11.683 y art. 1167, Código Aduanero).
Cabe resaltar que, en el supuesto de que se dictaran medidas para mejor pro-
veer, el plazo de producción de estas no será computado al previsto para el dictado
de la resolución (conf. art. 34, inc. 3 i n j n e , CPCCN). Asimismo, al producirse
medidas para mejor proveer, no será de aplicación la prórroga de 30 días prevista
en el artículo 177 de la ley 11.683 y en el artículo 1156 del Código Aduanero,
ya que ello desnaturalizaría la finalidad perseguida por el instituto sub examine.
Podrán aplicarse los artículos 177 y 1156 mencionados -de manera excepcional-
cuando se acreditare excesiva complejidad de la cuestión.
A fin de resguardar el derecho de defensa del afectado, la resolución decidirá,
dependiendo el caso, la realización del trámite administrativo (entrega de mer-
caderías, levantamiento de medidas cautelares, entre otras), o dispensará de él al
particular, mediante el requerimiento de la garantía que estime suficiente, mas no
se pronunciará sobre el fondo del asunto, siendo ello -eventualmente- el objeto
de otro proceso (conf. art. 183, ley 11.683 y art. 1161, Código Aduanero).
En cuanto a los mecanismos recursivos que pueden interponerse contra la
resolución dictada en el amparo impositivo, el artículo 192 de la Ley de Procedi-
miento Tributario establece un plazo de 10 días para la articulación del recurso
de apelación, el que deberá ser fundado al momento de su interposición. De la
apelación se correrá traslado a la contraria para que responda por escrito dentro
de los 10 días de notificada.
Respecto de la apelación de la sentencia del amparo aduanero, el artículo
1171 del Código de la materia prevé la posibilidad de las partes de impugnar el
pronunciamiento del TFN dentro de los 5 días de notificadas (conf. art. 9, de-
creto 168411993), El escrito deberá expresar los motivos precisos que le causan
agravio, y se sustanciará a la otra parte para que responda dentro de los 5 días de
notificada.
Tanto en el amparo impositivo como en el amparo aduanero, la apelación de
la decisión será concedida en ambos efectos (conf. arts. 194, ley 11.683 y 1172,
Código Aduanero).
Vencidos los plazos indicados en los artículos 195 de la ley 11.683 y 1173
de la ley 22.41 5, hubiere o no contestación, las actuaciones se elevarán a la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal sin más sustan-
ciación, dentro de las 48 horas. Recibidas las actuaciones, pasarán sin más trámite
al acuerdo.
No existe un monto mínimo exigible para que se conceda la apelación de
estas sentencias.
Es relevante advertir que esta acción no es gratuita, ya que su promotor
deberá abonar la tasa de actuación ante el TFN. Será necesario, a tal efecto, acom-
pafiar el formulario 294lB. El segundo párrafo del artículo 2 de la ley 25.964
establece que (tanto en el amparo impositivo como en el aduanero) la tasa por
actuaciones se integrará en concepto de monto fijo en la suma de $ 80.
En cambio, si la decisión del TFN fuere apelada, la mayoría de las salas de
la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal no
intiman al recurrente al pago de la tasa judicial, en virtud de la exención estable-
cida en el inciso b) del artículo 13 de la ley 23.898 (conf. CNACAF, Sala 11, en
autos caratulados "Magneti Marelli Argentina SA -TF 15013-A- c/ D G A , del
8/5/2001), pasando directamente los autos para dictar sentencia.
Dicha exención está sujeta a una condición resolutoria: que el recurso o
acción interpuesto tenga acogida favorable. El rechazo in limine es equiparable a
la denegatoria. En cambio, el desistimiento de la acción ocurrido antes de que el
tribunal le diera curso no tiene dicho alcance (conf. Diez).
En lo referente a las costas del proceso ante el TFN, el anteúltimo párrafo
del artículo 184 de la ley 11.683 establece que "la parte vencida en el juicio deberá
pagar los gastos causídicos y costas de la contraria, aun cuando esta no lo hubiera
solicitado. Sin embargo, la Sala respectiva podrá eximir total o parcialmente de
esta responsabilidad al litigante vencido, siempre que encontrare mérito para ello,
expresándole en su pronunciamiento bajo pena de nulidad de la eximición".
Por su parte, el artículo 1163 del Código Aduanero dispone que "la parte
vencida en el juicio deberá, sin excepción alguna, pagar todos los gastos causídi-
cos y costas de la contraria, aun cuando esta no lo hubiere solicitado". Es decir,
no faculta en este caso al TFN para eximir -aun en supuestos excepcionales- a la
vencida del pago de las costas del proceso.
En lo que respecta al régimen de costas ante la Cámara Nacional de Ape-
laciones en lo Contencioso Administrativo Federal, se aplica el artículo 68 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación que indica que "la parte vencida
en el juicio deberá pagar todos los gastos de la contraria, aun cuando esta no lo
hubiese solicitado. Sin embargo, el juez podrá eximir total o parcialmente de esta
responsabilidad al litigante vencido, siempre que encontrare mérito para ello, ex-
presándolo en su pronunciamiento, bajo pena de nulidad.
En cuanto a la eximición del pago de los intereses devengados por los tri-
butos debidos en el caso de la mora del Fisco en resolver, algunas salas del TFN
entendieron que dicha pretensión resulta improcedente por exceder el objeto del
amparo previsto por el artículo 182 de la ley 11.683 (conf. "ARA 69 SRL", ya ci-
tado), toda vez que el proceso bajo examen se limita a determinar si existió, o no,
demora excesiva e injustificada en resolver un trámite al contribuyente por parte
de la DGI, y si dicha demora ocasionó un daiío actual o inminente en el normal
ejercicio de su actividad.
Si bien el precedente citado se refiere a un caso de amparo impositivo, esta
doctrina resulta de aplicación también para el supuesto de los amparos aduaneros.
Finalmente, en lo que respecta al tratamiento de los honorarios profesiona-
les, habrá que estar a lo dispuesto por la Ley de Aranceles y Honorarios de Aboga-
dos y Procuradores (ley 21.839 modificada por la ley 24.432 -BO: 101111995-).
1.3. Legitimación
En el texto del artículo 20 de la Constitución provincial, así como en los
artículos 1 y 4 de la ley 13.928, con las modificaciones introducidas por la ley
14.192, reglamentarias de ella, se expresa que están habilitados para ejercer la
acción de amparo, es decir, para interponer la demanda, tanto el Estado como los
particulares.
En la Constitución de la Provincia de Buenos Aires se establecen las pautas
aplicables al juicio de amparo destinado a la protección en su jurisdicción de
derechos constitucionales "individuales y colectivos". Esto significa que la acción
puede ser ejercida para proteger un derecho individual del afectado o los afecta-
dos (por ejemplo, el derecho de dominio o el condominio), o un derecho de los
denominados "de incidencia colectiva".
Dentro de estos últimos pueden considerarse comprendidos los derechos
individuales, es decir, aquellos cuya titularidad pertenece a un individuo, pero
cuyo objeto es de naturaleza divisible, en el sentido de que otros individuos de un
mismo grupo, conjunto o "clase" puedan ser igualmente afectados (por ejemplo,
un incremento de impuestos ordenado sin ley previa, o las cláusulas abusivas in-
cluidas en los contratos de consumo, que afectan a cada uno de esos individuos en
sus respectivos patrimonios, pero por una misma causa). También, y en sentido
estricto, están comprendidos aquellos derechos que solo pueden ser ejercidos de
manera común con otros individuos porque su titularidad no es individual sino
colectiva (por ejemplo, el derecho a vivir en un ambiente sano, dado que el am-
biente no pertenece individualmente a ninguno).
En ese mismo sentido, en el artículo 4 de la ley 13.928, al indicar qué suje-
tos están legitimados para interponer esta acción, se menciona: 1) al Estado; 2) a
toda persona física o jurídica "afectada en sus derechos o intereses individuales o
derechos de incidencia colectiva"; 3) además, se incluye a las asociaciones que, sin
revestir el carácter de personas jurídicas, justificaren mediante la exhibición de sus
estatutos que no contrarían una finalidad de bien público.
1.6. Competencia
En el artículo 20 de la Constitución provincial se establece que la acción
de amparo podrá interponerse ante cualquier juez, y en el artículo 3 de la ley
13.928 se mantiene ese criterio y, además, se asigna competencia para entender
en la acción de amparo a todo juez o tribunal de primera o única instancia con
competencia en el lugar donde el hecho, acto u omisión cuestionado tuviera
efectos.
Tanto la Constitución provincial como la ley 13.928 establecen un cri-
terio de competencia territorial, esto es, determinada por el domicilio del de-
mandante y del ente demandado, sin atenerse al criterio de la competencia en
razón de la materia, es decir, si se trata de juez en lo civil y comercial, laboral,
o contencioso administrativo. Por tanto, a los fines del amparo, no es relevante
si, en virtud de la materia, la cuestión debe ser resuelta por aplicación de los
principios y normas del derecho común o del derecho administrativo; todo juez
es competente.
En el último párrafo del artículo 3 de la ley 13.928 se contempla un supues-
to de desplazamiento de la competencia por conexidad, en virtud del principio
de prevención, pues en el caso en que se interpusiera más de una acción originada
en los mismos hechos, es decir, actos u omisión, la competencia le corresponde al
juez que intervino en el primer juicio iniciado por esa misma causa.
El único supuesto de excepción al criterio de la competencia territorial está
previsto en el artículo 17 bis de la ley 13.928, modificada por la ley 14.192, en
cuanto dispone que en las acciones de amparo que se dirijan contra acciones u
omisiones, en el ejercicio de funciones administrativas, de los órganos de la Pro-
vincia, los municipios, los entes descentralizados y otras personas, regidas por
el derecho administrativo, será tribunal de alzada la Cámara en lo Contencioso
Administrativo correspondiente a la jurisdicción donde tramitara la acción. En
estos supuestos, el tribunal de apelación es, únicamente, la Cámara en lo Con-
tencioso Administrativo, de manera que la competencia para la apelación se
define por la materia.
1.7. Plazo para interponer la acción
La ley 13.928 fija en su artículo 5 un plazo de 30 días para interponer la
acción de amparo, que se cuenta a partir de que el afectado tome conocimiento
del acto que considere violatorio de sus derechos o garantías constitucionales. Ese
plazo, llamado "plazo de caducidad, debe ser contado en días hábiles, aunque
la ley no lo explicite, pues se trata de un plazo procesal, y no se interrumpirá
por intimaciones o presentaciones en sede administrativa. La jurisprudencia de la
Suprema Corte provincial tiene dicho que, en caso de duda sobre cómo contar el
plazo, siempre debe preferirse la interpretación que favorezca la procedencia del
amparo, dada la índole constitucional de los derechos cuya protección se persigue.
1.8. Demanda
Debe ser presentada por escrito, individualizando, en lo posible, al autor
del acto, la relación circunstanciada de los hechos, actos u omisiones que ya se
hayan producido o estén en vías de producirse, y la lesión del derecho o garantía
constitucional cuyo amparo se pretende. Junto con la demanda deberá ofrecerse
toda la prueba, para lo cual será admisible todo tipo de prueba, siempre que con
su producción no se vulneren los principios de celeridad y economía procesal (art.
6, ley de amparo provincial).
1.1O.Trámites excluidos
No podrán articularse cuestiones previas, demandas reconvencionales ni in-
cidentes, y no procede la recusación sin causa.
1.13. Prueba
En el artículo 6, inciso 5, de la ley 13.928 y su modificatoria, se determina
que en el escrito de demanda se debe ofrecer toda la prueba de que se intente
valer el accionante, adjuntando la que se encuentre en su poder. Como se dijo
antes, resulta admisible todo tipo de prueba que no se contraponga con los prin-
cipios de celeridad y economía procesal. Aquí la norma pretende excluir aquella
prueba que pueda dar lugar a dilaciones impropias en el juicio de amparo, y, a
la vez, es indicativa de que la cuestión no puede ser decidida en un proceso de
tipo sumarísimo, es decir, el más abreviado, sino que requiere mayor amplitud
de debate y prueba.
En la oportunidad de declarar la admisibilidad de la acción de amparo, el
juez estará facultado para fijar una audiencia, tendiente a simplificar la produc-
ción de la prueba, para ser celebrada dentro del plazo de 10 días hábiles, en la que
el magistrado deberá estar presente, bajo pena de nulidad. En esa audiencia, las
partes podrán conciliar o transigir sus pretensiones, es decir, pueden resolver el
conflicto por medio de un acuerdo entre ellas, evitando el dictado de la sentencia.
Si el actor no se presentare, se lo tendrá por desistido con costas. El juez analizará
las pruebas ofrecidas y dará un plazo de 5 días para que se produzcan las que con-
sidere admisibles o pertinentes, y, en caso de que no las admitiera o no hubiera
pruebas que producir, llamará autos para dictar la sentencia definitiva. Además,
el juez podrá solicitar en cualquier estado del proceso las medidas para mejor
proveer que considere necesarias.
1.14. Sentencia
Una vez producida la prueba o vencido el plazo para hacerlo, el juez dictará
sentencia dentro del plazo de 5 días, la que deberá contener, en caso de que se con-
ceda y conforme lo dispone el artículo 14 de la ley 13.928: 1) la mención concreta
de la autoridad pública o del particular contra cuyo acto u omisión se concede el
amparo; 2) la determinación precisa de la conducta que se ordena cumplir, con
las especificaciones necesarias para su debida ejecución; 3) el plazo para el cum-
plimiento de lo resuelto, y 4) el pronunciamiento sobre las costas (todo ello sin
perjuicio de que también se deberá cumplir con los requisitos tradicionales pro-
pios de toda sentencia, establecidos en el artículo 163 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Provincia de Buenos Aires). Esta norma está concebida para que
la sentencia disponga de qué manera concreta y efectiva el demandado debe hacer
cesar el acto u omisión lesivos.
1.15. Costas
En el artículo 19 de la ley 13.928, texto según la redacción de la ley 14.192,
se determina que las costas se impondrán a la parte vencida. No obstante ello,
aclara que no habrá condena en costas si antes del vencimiento del plazo fijado
por el artículo 10 para la contestación de demanda o del informe circunstanciado,
según la clase de persona demandada (es decir, el Estado o un particular), cesara el
acto u omisión que motivó la interposición de la acción de amparo.
1.17. Apelación
En el artículo 16 de la ley 13.928 se dispone que solo serán apelables las
resoluciones que rechacen la acción de amparo por su manifiesta inadmisibilidad,
las referentes a medidas cautelares y la sentencia definitiva.
Asimismo, en el artículo 17 de esa ley se indica que el apelante deberá in-
terponer y fundar el recurso en el plazo de 3 días ante el juez que hubiere dictado
la decisión apelada. El juez resolverá sobre la concesión del recurso el mismo día.
Si lo concede, lo hará con efecto devolutivo, es decir, no suspensivo. Con carácter
excepcional y fundadamente, atendiendo a las características particulares del caso,
podrá concederlo con efecto suspensivo.
El recurso se sustanciará con un traslado a la contraparte por el término de
3 días; contestado el mismo o vencido el plazo para hacerlo, el juez deberá remitir
las actuaciones a la alzada en igual plazo. El tribunal de alzada deberá expedirse
dentro de un plazo de 3 días de recibido el expediente. En el supuesto de que el
juez denegase la apelación, podrá interponerse una queja o recurso directo ante
la alzada en el plazo de un día de ser notificada la denegatoria, debiendo dictarse
sentencia dentro de los 3 días.
Entonces, para destacar, podemos decir que el recurso se concede con efecto
devolutivo, es decir, no se suspende la aplicación de lo resuelto por el tribunal
hasta tanto se expida el superior. Sin embargo, se admite excepcionalmente la
concesión del recurso con efecto suspensivo, de acuerdo con las circunstancias
particulares de cada caso, ya que, como se dijo, el objeto del amparo es brindar
una tutela jurídica efectiva.
1.18. Recursos extraordinarios
En la Provincia de Buenos Aires existen tres recursos extraordinarios que
pueden ser deducidos ante su máximo órgano judicial, la Suprema Corte: a) el
de inaplicabilidad de la ley; b) el de nulidad, y c) el de inconstitucionalidad. En
lo que hace a la procedencia de esos recursos, se exige como requisito que la sen-
tencia recurrida revista carácter de definitiva; así lo establece el artículo 278 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia.
Si bien la Corte bonaerense ha sido reacia a considerar a la sentencia dictada
en el proceso de amparo como "definitiva", en los últimos años ha adoptado el
criterio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en cuanto la considera con
carácter definitivo cuando se demuestra que lo allí decidido causa un agravio de
imposible o muy dificultosa reparación ulterior. En este sentido, cabe mencionar
como ejemplo la sentencia en la que se rechaza una demanda de amparo tendiente
a obtener una orden para la cobertura de una prestación de salud, un trasplante o
un tratamiento médico imp~ster~able. En este tipo de casos, se considera que la
sentencia que rechaza el amparo y remite toda la controversia a un nuevo juicio es
"definitiva" porque la índole de la cuestión no permite la reparación ulterior del
derecho vulnerado.
2.3. Legitimación
En el artículo 14 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires se esta-
blece que se encuentran legitimados para iniciar la acción de amparo: 1) cualquier
habitante; es decir, cualquier persona que acredite su calidad de residente en la
Ciudad de Buenos Aires; 2) las personas jurídicas defensoras de derechos o de
interés colectivo; esto quiere decir que se promueve la creación de organizaciones
no gubernamentales que propendan a la protección de los derechos de incidencia
colectiva; 3) el Defensor del Pueblo.
En la Ciudad de Buenos Aires, la legitimación se juzga con los parámetros
previstos en el artículo 43 de la Constitución Nacional y en el fallo "Halabi", sin
perjuicio de que en determinados casos se admite la legitimación de "cualquier
habitante", cuando se trata de un derecho de incidencia colectiva y no exista, o
no se haya presentado en el pleito, un sujeto que esté en condiciones de invocar la
situación de "afectado", siempre que el acto lesivo afecte un derecho que puede ser
concebido como perteneciente a "todos los habitantes" y, por tanto, a "cualquier
habitante", tal como, por ejemplo, el de respirar aire puro, beber agua limpia,
en suma, el medio ambiente sano, o el derecho a vivir en una sociedad libre de
discriminación.
2.6. Competencia
Según el artículo 7 de la ley 2145, será competente para conocer en las
demandas de amparo dirigidas contra actos u omisiones de autoridad pública de
la Ciudad la justicia de primera instancia del fuero Contencioso Administrativo
y Tributario de la Ciudad. Para los procesos de amparo iniciados contra actos de
los particulares, será competente la justicia de primera instancia local que corres-
ponda en razón de la materia. Cabe aclarar que, en la actualidad, la Justicia de la
Ciudad de Buenos Aires se encuentra integrada por los fueros Contencioso Admi-
nistrativo Tributario y Contravencional, sin que se hubiera producido el traspaso
de los demás fueros ordinarios (civil, comercial, laboral) que se mantienen en la
órbita de la Justicia nacional.
2.8. Demanda
En el artículo 8 de la ley 2145 se dispone que la demanda se interpondrá por
escrito, con individualización, en lo posible, del autor del acto contra el que va di-
rigida la acción, la relación circunstanciada de los extremos que hayan producido
la lesión del derecho invocado, el ofrecimiento de toda la prueba y la petición en
términos claros y precisos.
2.lO.Trámites excluidos
No procede la recusación sin causa, ni podrán articularse cuestiones de com-
petencia o excepciones de previo y especial pronunciamiento.
2.11.Traslado
Declarada la admisibilidad formal de la acción de amparo, el juez ordenará
el traslado a la otra parte. Cuando la parte demandada sea una autoridad pública
de la Ciudad, el traslado será por el plazo de 10 días, y cuando sea una persona
particular, el traslado será por el plazo de 5 días.
2.13. Prueba
Según el artículo 10 de la ley 2145, se admitirán los siguientes medios de
prueba: 1) documental, que deberá ser acompaiiada junto con la demanda, salvo
que no estuviera en poder de la parte, en cuyo caso deberá individualizarla indi-
cando el contenido y el lugar donde se encuentra; 2) informativa; 3) testimonial,
limitada a tres testigos; 4) reconocimiento judicial, y 5) excepcionalmente se ad-
mite la prueba pericial, cuando las circunstancias del caso lo justifiquen. Se halla
expresamente prohibida la prueba confesional.
Inmediatamente después de contestada la demanda, o vencido el plazo para
hacerlo, el magistrado interviniente ordenará la producción de la prueba, que
deberá realizarse en el plazo de 5 días.
En el artículo 12 de la ley 2145 se prevé la posibilidad de que el juez inter-
viniente fije una audiencia si lo considera necesario, para simplificar el trámite de
producción de la prueba.
2.14. Sentencia
De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 17 de la ley 2145, una vez que
estén los autos en condiciones de resolver, el juez tendrá 5 días para dictar sen-
tencia. Según el artículo 18, "la sentencia firme que resuelva sobre la existencia
o inexistencia de la lesión, restricción, alteración o amenaza en las condiciones
establecidas por el artículo 14 de la Constitución de la Ciudad, hará cosa juzgada
respecto del amparo, dejando subsistente el ejercicio de las acciones que puedan
corresponder a las partes, con independencia del amparo".
El texto es similar al del artículo 13 de la ley 13.928 de amparo provincial.
En síntesis, si en la sentencia definitiva se rechaza el amparo por razones formales,
es decir, inexistencia de los requisitos y, en particular, necesidad de mayor debate
y prueba, el demandante tiene a su disposición las restantes vías procesales para
volver a plantear la cuestión. Si la sentencia definitiva rechaza el amparo por ra-
zones de fondo, es decir, examina detenidamente el acto u omisión, o la norma
cuestionada, y declara asertivamente su legitimidad o su validez, el demandante
debe apelarla porque esa declaración de derecho contraria a sus intereses debe ser
discutida en ese mismo pleito.
Concretamente, si lo que está en juego es una amenaza, en la sentencia se
ordenará que esta finalice; si es una lesión, que esta sea reparada; si es una restric-
ción, que se suprima; si es una alteración, que el derecho se restaure; en cualquiera
de los casos en que se admita la sentencia será de condena, es decir, debe indicar
de manera precisa de qué forma el demandado debe hacer cesar la lesión.
2.15. Costas
Según el artículo 14 de la Constitución local, el demandante no podrá ser
condenado en costas, salvo en caso de temeridad o malicia. Si la demanda es
rechazada pero no configura ninguno de estos dos últimos supuestos, el deman-
dante se beneficia con la imposición de costas en el orden causado. En cambio, si
su pretensión progresa, la parte demandada deberá cargar con los gastos del juicio,
de conformidad con el principio objetivo de la derrota en juicio.
2.16. Apelación
En el artículo 15 de la ley 2145 se dispone que serán apelables: 1) la sen-
tencia definitiva; 2) el rechazo in limine de la acción; 3) la resolución que decide
reconducir el proceso; 4) la que declara la caducidad de la instancia; 5) la denega-
ción de la recusación con causa; 6) las que versan sobre medidas cautelares.
El recurso de apelación contra la sentencia definitiva deberá interponerse y
fundarse dentro de los tres días de notificada la resolución impugnada, corriéndo-
se traslado del recurso por idéntico plazo.
La concesión del recurso de apelación contra la sentencia definitiva será
en relación y con efecto suspensivo, es decir, su ejecución depende de que sea
confirmada por el tribunal de alzada. Las restantes apelaciones, esto es, la de la re-
solución judicial que resuelve la recusación con causa y la que se pronuncia sobre
las medidas cautelares, se conceden con efecto devolutivo, esto es, no suspensivo.
El recurso de apelación contra el rechazo de una recusación con causa debe
interponerse y fundarse en el plazo de un día desde la notificación de la resolu-
ción impugnada. En caso de así corresponder, ese recurso debe ser concedido
en el mismo día, y el tribunal de alzada debe dictar sentencia en el plazo de tres
días desde el arribo de las actuaciones. El recurso de apelación contra las reso-
luciones dictadas en materia de medidas cautelares debe interponerse dentro de
ese mismo plazo. En la resolución que concede el recurso, el juez debe indicar
cuáles son las copias necesarias para formar el incidente. Es decir, en estos casos,
se forma un incidente, con las copias pertinentes, que es elevado al tribunal de
alzada para que este pueda resolver la apelación sin interferir con la prosecución
del juicio.
En el articulo 21 se establece que, si el tribunal de primera instancia deniega
la concesión de la apelación, la parte que se considere agraviada puede recurrir
directamente en queja a la Cámara, pidiendo que esta le conceda el recurso dene-
gado y ordene la remisión del expediente. El plazo para interponer la queja será de
dos días. La Cámara deberá resolver dentro de los tres días.
2.17. Caducidad de la instancia
Se producirá la caducidad de la instancia del proceso cuando no se instare
el curso del procedimiento dentro del plazo de treinta días, o de sesenta días
en el caso de amparo colectivo. La caducidad puede ser declarada de oficio o a
pedido de parte. Dicho plazo se computará desde la fecha de la última petición
de las partes o resolución o actuación del juez que tenga por objeto impulsar el
proceso. El plazo correrá durante días inhábiles, salvo los que correspondan a la
feria judicial.
Sobre este punto es preciso señalar que la ley de amparo de la Ciudad adoptó
un criterio subjetivo para el cómputo del plazo de caducidad, en el sentido de
que este será interrumpido por cualquier actuación procesal de las partes o del
tribunal. Es decir que no se hace distinción entre los actos que producen, estricta-
mente, efectos interruptivos y los actos que no los producen, sino que de manera
general se refiere indistintamente a todos los actos procesales, y admite que cual-
quiera de ellos interrumpe ese plazo.
3.1. Similitudes
En el sistema argentino, el amparo, como remedio constitucional, nace con
el caso "Siri", del 27/12/1957 (Fallos: 239:459). En lo que interesa, la Corte Su-
prema de Justicia de la Nación expresó que bastaba la comprobación de que las
garantías invocadas en la demanda hubieran sido violadas para que los jueces tu-
vieran que restablecerlas de inmediato, aunque no existiera una ley reglamentaria,
es decir, una vía procesal prevista de manera específica, que particularmente las
protegiera, porque las garantías constitucionales existen y deben ser resguardadas
incluso en ausencia de las leyes reglamentarias.
Asimismo, en el caso "Kot", del 5/9/1958 (Fallos: 241:291), la Corte Su-
prema precisó y desarrolló el alcance de ese remedio y lo admitió respecto de los
actos de los particulares. Nuevamente dijo que el "recurso de amparo" -pues con
esa denominación había sido interpuesto por el apelante ante la Cámara- tenía
por objeto la protección de las garantías constitucionales no comprendidas en el
"habeas corpus", y expresó que los constituyentes habían tenido por finalidad la
protección de la libertad en todos sus aspectos.
Por estas razones, el amparo es, en un principio, una creación jurispruden-
cid; es decir, se trata de un remedio o vía procesal, una clase especial de "procedi-
miento" creado a partir de la interpretación de la Constitución Nacional, debido
a la ausencia de leyes que lo reglamentaran.
Con posterioridad, fue legislada por primera vez en la Provincia de Bue-
nos Aires por medio del decreto-ley 7166 del año 1965, en la Nación por la ley
16.986 del año 1966, y en la Ciudad Autónoma por el artículo 14 de la Consti-
tución sancionada en 1996; sin perjuicio de las modificaciones posteriores y de su
recepción en el artículo 43 de la Constitución Nacional y en el artículo 20, inciso
2, de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires.
De tal manera, estas tres variantes legislativas tienen un origen común y, por
tanto, presentan más similitudes que diferencias, porque en todas ellas básicamen-
te se reglamenta, de manera más o menos detallada, el mismo "remedio constitu-
cional" de acuerdo con los principios establecidos en esas primeras sentencias de
la Corte Suprema, y las modificaciones introducidas en las respectivas reformas
constitucionales, que, además de reconocerle un estatus constitucional expreso,
introducen definiciones sustanciales en los aspectos relativos a la legitimación
al incorporar la protección de los derechos de incidencia colectiva, así como en
la enunciación de los derechos susceptibles de protección, al otorgarle rango de
derechos constitucionales; por ejemplo, el derecho a vivir en un ambiente sano, el
derecho a la vivienda, a la educación, a la salud, y los restantes derechos incorpora-
dos de manera expresa por las reformas constitucionales respectivamente llevadas
a cabo en los tres órdenes.
Por esta razón, las respectivas fórmulas adoptadas en los sucesivos textos
legislativos y constitucionales pardan una considerable similitud:
a) En todos los casos se exige que exista un acto u omisión de autori-
dad pública que, en forma actual o inminente, lesione, restrinja, altere
o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, los derechos o
garantías explícita o implícitamente reconocidos por la Constitución
Nacional, con excepción de la libertad individual tutelada por el habeas
Corpus.
b) También se exige que no existan otros remedios administrativos o judi-
ciales que permitan proteger de manera adecuada los derechos y garan-
tías constitucionales lesionados.
c) Si la determinación de la ilegitimidad o arbitrariedad del acto u omisión
requiere mayor debate y prueba de la que se admite en el juicio de am-
paro, que es lo contrario a los denominados "remedios ordinarios", no
es posible afirmar que la ilegitimidad o arbitrariedad sean "manifiestas",
pues tal cualidad no requiere de evidencias o debates extensos.
d) En principio, están excluidos los actos emanados del Poder Judicial
siempre que sean propiamente "jurisdiccionales", es decir, las resolu-
ciones o sentencias judiciales, porque para cuestionarlas se hallan pre-
vistos los recursos, que son medios de impugnación de las decisiones
judiciales, dispuestos en cada uno de los Códigos de procedimiento,
que son de carácter local (no están previstos en el art. 75, inc. 12, de la
Constitución Nacional sino en los arts. 121 a 123; la expresión "juris-
dicciones locales" se refiere a los poderes judiciales de cada Estado, el
federal y los Estados locales, y la forma de tramitar los juicios, es decir,
los procedimientos, está reglamentada por cada uno de ellos).
e) Hasta la reforma introducida en el artículo 43 de la Constitución Na-
cional, en el artículo 20, inciso 2 , de la Constitución de la Provincia de
Buenos Aires, y en el artículo 14 de la Constitución de la Ciudad Autó-
noma de Buenos Aires, se entendía [y así aun está previsto en el art. 2 ,
inc. d), de la ley 16.986, y en el art. 2 , inc. 3, de la ley 13.3281 que en el
amparo no era posible la declaración de inconstitucionalidad de leyes y
de reglamentos administrativos, es decir, de las normas generales y abs-
tractas en las cuales se funda el acto lesivo o la omisión. En ese entonces
se interpretaba, en principio, que un acto fundado en una ley o en un
reglamento administrativo dictado en virtud de una ley no podía, por
esa misma razón, resultar "manifiestamente ilegítimo o arbitrario", es
decir, no se presentaba el requisito esencial que justifica el amparo. Sin
embargo, la jurisprudencia fue morigerando ese requisito y sostuvo que
no debía ser interpretado como "absoluto" (un ejemplo de ello es el caso
"Arenzón", Fallos: 306:400, en el que a un profesor se le negó la matri-
culación para ensefiar matemáticas porque no tenía la estatura mínima
de 1,60 m exigida por la reglamentación aplicable). Con posterioridad,
ese requisito fue dejado de lado por los nuevos textos constitucionales.
f ) De manera inicial, también en los 3 órdenes, es decir, el federal, el pro-
vincial y el local de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se exigía que la
acción de amparo fuera interpuesta dentro de un plazo de "caducidad,
en otras, dentro de un plazo perentorio e improrrogable, no susceptible
de ser interrumpido o suspendido, si bien cada legislación estableció un
plazo distinto: 15 días en la ley nacional, 30 días en la Provincia de Bue-
nos Aires y 45 días en la Ciudad Autónoma. El concepto inicial con el
que se justificaba ese plazo era la circunstancia de que la o las personas
afectadas por una lesión manifiesta que ocasiona un dafio irreparable por
los procedimientos ordinarios, por esta misma razón, debían interponer
la acción de una manera más o menos inmediata. Sin embargo, como la
sujeción del amparo al plazo de caducidad pone en riesgo la existencia
misma del remedio, la jurisprudencia también fue atenuando el rigor en
la aplicación de aquel, aunque en el orden nacional todavía no ha llegado
a declararlo inconstitucional con fundamento en que desnaturaliza el
amparo.
g) Existe un rasgo que puede considerarse similar, que se refiere al supuesto
en el cual la sentencia que pudiera hacer lugar al amparo "comprometie-
ra directa o indirectamente la regularidad, continuidad y eficacia de la
prestación de un servicio público, o el desenvolvimiento de actividades
esenciales del Estado", según lo expresa el artículo 2, inciso c), de la ley
16.986, o, de manera más general, cuando comprometiera o afectase
la prestación de un servicio público o una actividad esencial, tal como
lo establece de modo más atenuado el artículo 15, segunda parte, de la
ley 2145, que se refiere exclusivamente a las medidas cautelares y como
exigencia para solicitar el informe previo al dictado de la medida, y no
como requisito de admisibilidad de la acción. No está previsto en la le-
gislación de la Provincia de Buenos Aires.
h) La última semejanza se refiere a los aspectos esenciales del trámite, ya
que se trata de un juicio de trámite abreviado, que puede asimilarse al
proceso sumarísimo, en el sentido de que los plazos son los más breves
que reconoce la legislación procesal y los actos procesales, recursos e in-
cidencias están reducidos a la mínima expresión, para garantizar que
se trate de un recurso rápido y expedito que efectivamente garantice
la protección inmediata del derecho lesionado. En todos los casos, en
la demanda debe fundarse la pretensión y acompaííar u ofrecer toda la
prueba, y se pueden solicitar medidas cautelares. Después de un examen
de la concurrencia de los requisitos de admisibilidad, el juez ordena o
pide un informe (también considerado como traslado de la demanda)
para que la autoridad pública brinde explicaciones sobre la lesión denun-
ciada. La prueba se diligencia también de manera inmediata y, dentro de
lo posible, en una misma audiencia, para los testigos o peritos. Con pos-
terioridad, debe ser dictada la sentencia, dentro de un plazo exiguo. Las
posibilidades de apelar están restringidas. Sin embargo, y dentro de estos
rasgos comunes, el trámite legislado en el orden nacional, provincial y
local difieren entre sí, y la determinación de las diferencias específicas
entre ellos surge del examen de las normas constitucionales y de las leyes
reglamentarias sancionadas en cada jurisdicción.
3.2. Diferencias
Los textos constitucionales y reglamentarios de los respectivos regímenes de
amparo guardan también ciertas diferencias:
a) En primer lugar, y con relación a la legitimación, tanto la ley provincial
13.928, con las modificaciones introducidas por la ley 14.192, como la
ley porteha 2145, y sus respectivas Constituciones, admiten, a diferencia
del ámbito nacional, la legitimación activa del Estado, además de los
particulares. Por lo tanto, en los dos primeros regímenes se reconoce
también al Estado la posibilidad de defenderse de los abusos cometidos
por los particulares.
En cuanto a la legitimación para ejercer la acción colectiva, en el artículo
43 de la Constitución Nacional se la reconoce al afectado, al Defensor
del Pueblo y a las asociaciones registradas conforme la ley. Como ya
dijimos, la ley de la Ciudad se refiere a "cualquier habitante", no solo al
"afectado", si bien esa expresión no implica consagrar una "acción popu-
lar" ni tiene el mismo alcance que en el habeas Corpus.
b) Por otro lado, en el ámbito nacional, será competente para conocer en
la acción de amparo el juez de primera instancia con jurisdicción en el
lugar en que el acto se exteriorice o tuviere o pudiere tener efecto. Se
observarán, al igual de lo que sucede en la Ciudad de Buenos Aires, las
normas sobre competencia por razón de la materia, salvo que aquellas
engendraran dudas razonables al respecto, en cuyo caso el juez requerido
deberá conocer en la acción.
En el régimen de la Provincia de Buenos Aires, como ya vimos, se
establece un criterio de competencia territorial, determinada por el
domicilio del demandante y del ente demandado, y sin atenerse al cri-
terio de la competencia de cada juez en razón de la materia. Por tanto,
no es relevante si, en virtud de aquella, la cuestión debe ser resuelta
por aplicación de los principios y normas del derecho común o del de-
recho administrativo. En principio, todo juez es competente; excepto
en el caso previsto en el artículo 17 bis de la ley 13.928, modificada
por la ley 14.192. En este se dispone que, en las acciones de amparo
que se dirijan contra acciones u omisiones, en el ejercicio de funcio-
nes administrativas, de los órganos de la provincia, los municipios,
los entes descentralizados y otras personas, regidas por el derecho ad-
ministrativo, será tribunal de alzada la Cámara en lo Contencioso
Administrativo correspondiente a la jurisdicción donde tramitara la
acción. De manera que, en estos supuestos, el tribunal de apelación
es, únicamente, la Cámara en lo Contencioso Administrativo.
c) Con relación al amparo colectivo, el régimen de la Provincia es el único
que lo regula expresamente en el artículo 7 de la ley 13.928, según la
nueva redacción introducida por la ley 14.192. Allí se establece en de-
talle el trámite de la acción de amparo colectivo. En el artículo 21 de la
ley 13.928 se ordena la creación en el ámbito de la Suprema Corte de
Justicia provincial de un Registro Público de Amparos de Incidencia Co-
lectiva, que fue creado por la acordada 3660113, dictada por la Suprema
Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires. El juez deberá ordenar
la inscripción en el referido registro para que éste informe dentro de los
2 días si existen otras causas que tengan igual objeto, referidas al mismo
derecho.
En la Ciudad, al haber sido vetado el artículo 27 de la ley 2145 -en el
que se establecía la anotación del inicio de las demandas de amparo en
el Registro Público de Amparos Colectivos para que éste informe si exis-
ten otros procesos con igual objeto que involucren el mismo derecho y
comprendan al mismo grupo de personas individualizadas en la deman-
da, ello para evitar el dictado de sentencias contradictorias-, el juez, en
ejercicio de sus facultades instructorias, al correr traslado de la demanda,
debe intimar a la parte contraria para que denuncie todo amparo que
tenga por objeto el mismo acto u omisión.
En el ámbito nacional, la acción de amparo colectivo no ha sido legisla-
da. Sin embargo, por medio de la acordada 32/14, dictada por la corte
Suprema de Justicia de la Nación, se creó el Registro Público de Proce-
sos Colectivos radicados ante los tribunales del Poder Judicial de la Na-
ción. Ello fue como consecuencia de lo resuelto por la Corte Suprema
de Justicia de la Nación en los precedentes "Halabi" (Fallos: 332:ll l),
P.361.XLIII; "PADEC c/ Swiss Medical SA S/ nulidad de cláusulas con-
tractuales", sentencia del 21/8/2013, y "Municipalidad de Berazategui
C/ Cablevisión SA S/ amparo", M. 1145.XLIX. del 23/9/2014. En ellos
se puso de manifiesto el significativo incremento de causas colectivas
con idénticos o similares objetos que provienen de diferentes tribunales
del país. En ese registro, que funciona con carácter público, gratuito y
de acceso libre, se inscribirán ordenadamente todos los procesos colec-
tivos, tanto los que tengan por objeto bienes colectivos como los que
promuevan la tutela de intereses individuales homogéneos con arreglo
a las pautas dadas por la Corte en el fallo "Halabi".
1. CONCEPTO
A fin de posibilitar un mejor estudio y análisis, podemos decir que la acción
declarativa de certeza es un remedio urgente para hacer cesar un estado de incerti-
dumbre sobre la existencia, alcance o modalidades de una relación jurídica, siem-
pre que esa falta de certeza pudiera producir un perjuicio o lesión actual al actor
y este no dispusiere de otro medio legal para ponerle término inmediatamente.
Lo expuesto nos posiciona para un mejor entendimiento de este instituto
procesal que tiene como finalidad dilucidar un estado de incertidumbre; compro-
bar o fijar una situación jurídica.
La acción en estudio integra -junto con la acción constitutiva y la de conde-
na- el grupo tripartito que la doctrina clasifica como "acciones de conocimiento".
En este punto, cabe aclarar que, a pesar de que la normativa aplicable al caso
se refiere a acciones, en realidad se trata de una pretensión de sentencia declarativa
de certeza limitada.
Como nota característica, debe resaltarse que se agota con la declaración
judicial, es decir con el reconocimiento de la norma legal o con la negación de que
la voluntad de la ley sea la perseguida.
Así las cosas, la acción declarativa se presenta como el medio idóneo para
obtener el reconocimiento de la existencia de un derecho del reclamante (acción
positiva), o bien de que no existe un derecho de otro para con él (acción negativa).
En otras palabras, la vía judicial bajo examen tiene por objeto la pura de-
claración de existencia o inexistencia de un derecho. En tal sentido, la doctrina
admite que todo estado de incertidumbre jurídica que no tenga otro medio de
solución que el del fallo judicial justifica una acción de mera declaración y una
sentencia de esta naturaleza.
La doctrina mayoritaria la hace extensiva a todos los supuestos en que el
interés de accionar está dado por una situación de hecho tal que el reclamante, sin
la declaración judicial de certeza de la voluntad concreta de la ley, sufriría un daño
injusto; la declaración judicial se presenta como el modo necesario para evitarlo.
Nótese que todas las sentencias que se dicten contienen una declaración
sobre el derecho aplicable. Si a esa declaración se agrega un pedido de cumpli-
miento de una prestación, será denominada "de condena". Cuando a esa referida
declaración se une un requerimiento de modificación o constitución de un estado
jurídico, se llamará "constitutiva".
En cambio, cuando la decisión se limita solo a satisfacer el interés del requi-
rente, se las denominará simplemente "declarativas" o "declarativas de certeza".
Como quedó dicho, la sentencia dictada en el marco de una pretensión de-
clarativa puede ser positiva o negativa. Pueden citarse como ejemplos de acciones
positivas la prescripción adquisitiva; el pago por consignación judicial; el recono-
cimiento de filiación; las acciones que surgen de la ley para modificar, cambiar o
adicionar un nombre y10 apellido, y la rectificación de errores de partidas.
Para completar, son ejemplos de acciones negativas la acción negatoria del
poseedor de inmuebles, la redargución de falsedad de un instrumento público y la
de nulidad de los actos jurídicos.
Sentado ello, es preciso destacar que la acción bajo examen integra parte
del procedimiento procesal argentino, ya que lo regula el artículo 322 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación.
Estamos, entonces, en presencia de una declaración especial acotada a cier-
tos tipos de necesidades, criterio que reiteradamente es repetido por la jurispru-
dencia de nuestros tribunales.
2. ANTECEDENTES
Para tratar los antecedentes de esta acción debemos remontarnos a los ro-
manos, quienes señalaban las fórmulas prejudiciales que solo contaban con inten-
tio (pretensión), pero carecían de condemnatio (de condena). La construcción de
esta se persigue con los glosadores, a través de las acciones provocatorias, de las
cuales llega a ser expresión típica la acción de jactancia, y con la provocatio ex kge
si contendat (si intenta desafiar la ley), que permitía al cofiador prevenirse de la
insolvencia eventual del deudor, y, además de alegar como excepción el beneficio
de división, podía pedirlo también por medio de acción.
En el derecho hispánico se recoge la acción de jactancia de las Partidas (estas
fueron la máxima recopilación del derecho en la Edad Media en España), desde
la cual los doctrinarios de la época, como Covarrubias y Suárez, esbozaron una
acción puramente declarativa, a través de la demanda de un derecho futuro.
Este criterio fue evolucionando por medio de la jurisprudencia, hasta que,
a mediados del siglo XX, las sentencias judiciales abordaron con resolución y cla-
ridad la existencia y procedencia de la acción declarativa. En estas, se comienza a
afirmar que la tutela del derecho de propiedad se obtiene a través de dos acciones
distintas, aunque muy enlazadas: la propiamente reivindicatoria y la meramente
declarativa.
El criterio diferencial entre ambas, considerando la acción como ejercicio
de una pretensión o derecho in actu (un acto), que sigue la condición del dere-
cho ejercitado, estriba en que la primera debe catalogarse entre las acciones reales
ejercitables contra todo detentador de la cosa, y la segunda, en el grupo de las
personales, solo utilizable contra determinada persona que sea sujeto pasivo de la
relación jurídica que se pretende hacer valer.
Si la acción se concibe como un derecho autónomo atendiendo su finalidad,
en el orden procesal la reivindicatoria será siempre acción de condena, porque
persigue la finalidad de recuperación en el mismo pleito de la cosa concreta que
se reclama mediante un proceso de ejecución, con tal que esté ligado a una previa
declaración del derecho; mientras que la meramente declarativa se detiene en los
límites de una declaración o expresión judicial del pretendido derecho, sin aspira-
ciones de ejecución en el mismo pleito, aunque puede tenerlas en ulterior proceso.
Efectuado este breve análisis de los antecedentes históricos de esta acción
que persigue una sentencia meramente declarativa, desde los romanos pasando
por el derecho hispano, debemos saber que es novedosa en nuestro derecho pro-
cesal, ya que fue introducida en la reforma que sufrió nuestro Código de forma
en el año 1967 en reemplazo de la acción de jactancia referida rupra, sobre la que
volveremos a hacer referencia a continuación.
Como quedó dicho, esta acción tiene por objeto la pura declaración de exis-
tencia o inexistencia de un derecho, lo que fue admitido por la doctrina en el
sentido de que todo estado de incertidumbre jurídica que no tenga otro medio
de solución que el del falo judicial justifica una acción de mera declaración y una
sentencia de esta naturaleza.
En el anterior Código de Procedimientos de la Nación estaba reglada la
acción de jactancia, que podía entablarse contra toda persona capaz de ser deman-
dada y que se hubiera atribuido derechos propios sobre bienes que constituyen el
patrimonio de un tercero.
El juez ordenaba entonces que aquel contra quien se dirigía la acción mani-
festara si era cierta o no la exposición de la versión que se le atribuía, aceptando la
verdad de lo expuesto o bien negando, siempre bajo juramento. Si el demandado
se negaba a contestar, lo hacía ambiguamente o reconocía la verdad de lo expues-
to, el juez ordenaba dentro de los diez días que se entablara la acción que surgía
de los hechos expuestos, bajo apercibimiento de que, si no lo hacía, caducaba todo
el derecho pretendido y sería condenado en costas.
Si el emplazado contestaba y negaba bajo juramento la jactancia, se entrega-
ban las actuaciones al que las inició, provocando así que este, de considerarse con
derecho, promoviera otro juicio.
Esta acción meramente declarativa de certeza que venimos examinando des-
de sus orígenes, en la actualidad se encuentra contemplada en el artículo 322 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, cuando dice: "Podrá deducirse la
acción que tienda a obtener una sentencia meramente declarativa, para hacer cesar
un estado de incertidumbre sobre la existencia, alcance o modalidades de una
relación jurídica, siempre que esa falta de certeza pudiera producir un perjuicio o
lesión actual al actor y este no dispusiera de otro medio legal para ponerle térmi-
no inmediatamente" (sustituido por la ley 25.488, BO: 22/11/2001, entrada en
vigencia el 22/5/2002).
En virtud de ello, ante la promoción de esta acción, el juez debe resolver
de oficio y como primera providencia si corresponde el trámite pretendido por el
actor, teniendo en cuenta a tal fin la naturaleza de la cuestión y la prueba ofrecida.
Para clasificar las acciones meramente declarativas, se pueden seguir dos cri-
terios:
a) Considerar la finalidad que persiguen: por un lado, a aquellas que bus-
can la declaración de existencia del derecho propio o de alguna de sus
modalidades se las denomina "positivas"; un claro ejemplo de ellas es el
de los derechos filiatorios. Por otro lado, a las que tienden a declarar la
inexistencia de derechos ajenos en alguna de sus modalidades se las llama
"negativas", como cuando se desconoce la legitimidad para demandar la
acción negatoria
- de servidumbre.
b) Por el modo en que se insertan en el proceso: desde esta perspectiva
deben diferenciarse las acciones meramente declarativas principales, que
dan vida a un proceso de la misma índole, de aquellas que se insertan en
uno ya incoado de cualquier naturaleza, y que ya han sido previstas
en algunos ordenamientos procesales, donde se las conoce como "inci-
dentales".
Alsina señala que "la acción declarativa puede ser ejercida independien-
temente como acción principal, pero puede también serlo en un proceso
ya iniciado, como cuando se pide la declaración de falsedad de un docu-
mento. En el primero se resolverá por los trámites del juicio ordinario -si
el juez así lo determina-; en el segundo, en forma incidental, según las
reglas especiales que prescribe el código de procedimientos".
A título de ejemplo, se puede citar el caso de una incidencia planteada
dentro de un proceso de condena, para que el tribunal se declare incom-
petente. Tal articulación sin duda es promovida a través de una acción
declarativa incidental.
4. REQUISITOS DE ADMlSlBlLlDAD
Para la procedencia de este proceso, corresponde analizar el mencionado ar-
tículo 322 del Código de forma vigente, del cual surgen con claridad los requisitos
para que prospere la acción declarativa.
De conformidad con lo prescripto con dicha norma se requiere que concu-
rra un estado de incertidumbre sobre la existencia, alcance y modalidad de una
relación jurídica concreta. Esto es que, al dictarse el fallo, se hayan producido to-
dos los presupuestos de hecho en que se apoya la declaración: 1) que el accionante
tenga interés jurídico suficiente, en el sentido de que la falta de certeza pueda
producir un perjuicio o lesión actual, actualidad que no depende de la eventua-
lidad de la relación jurídica, y 2) que haya un interés específico en el uso de esta
vía, lo que solo ocurrirá cuando aquel no disponga de otro medio legal para darle
fin inmediatamente.
En esta línea de ideas, encontramos que son diversas las condiciones que
hacen viable una acción meramente declarativa, exigiendo la doctrina y la juris-
prudencia que todas ellas concurran para posibilitar su progreso.
De lo expuesto se desprende que los requisitos son los siguientes:
a) La existencia de una relación jurídica: para que esta acción declarativa
sea viable, deben estar presentes los tres elementos de toda relación jurí-
dica, que son sujeto, objeto y causa.
En punto al sujeto, más allá de las discusiones doctrinarias al respecto,
es imprescindible la existencia de dos partes, es decir, de dos sujetos que
ostenten intereses contrapuestos, y no que persigan la misma finalidad.
Sin ello, la acción declarativa no sería viable.
El objeto del presente proceso será lograr que el órgano judicial declare
la certeza pretendida.
La causa estará dada por la existencia de una situación de hecho a la cual
el actor le asigna consecuencias jurídicas.
b) Estado de incertidumbre: el artículo 322 del Código Procesal exige, para
dar andamiaje a esta acción, la presencia de un estado de incertidumbre
que debe recaer sobre la existencia, alcances o modalidades de la relación
jurídica.
Ese estado de incertidumbre necesario es importante porque produce
duda, discusión, inseguridad, hipótesis de problemas y consiguiente in-
tranquilidad que debe recaer sobre el objeto (que no puede ser un simple
hecho) o los sujetos, y que puede referirse a una relación jurídica pasada
extinguida, pero con efectos subsiguientes.
En el tema que nos ocupa, sobre la base del criterio adoptado por la Su-
prema Corte, podemos concluir que, cuando se trata de interpretar una
norma de derecho común, la incertidumbre existe en la medida que esta
sea oscura.
Es dable sefialar que la falta de certeza debe recaer sobre una relación
jurídica, como así también que no puede ser motivo de una acción o sen-
tencia meramente declarativa de certeza la verificación de la existencia de
un hecho, aunque sea jurídicamente relevante.
El presupuesto del ejercicio de la función declarativa de la jurisdicción no
puede ser otro que una relación jurídica cuya existencia o modalidades
se pretende poner de manifiesto o, por lo menos, la búsqueda de quien
reviste la calidad de sujeto activo o pasivo de una relación obligacional.
Siguiendo este orden de pensamiento, es preciso aclarar que la relación
cuya existencia o inexistencia se pretende declarar puede ser tanto pre-
sente como pasada o fütura.
c) Interés legítimo: respecto a este requisito, se ha generado una polémica
por las muchas facetas que presenta y por lo difícil que resulta discernir
si se está ante la presencia de un legítimo interés procesal. En definitiva,
solo el criterio del magistrado interviniente puede evitar el abuso del
empleo de las acciones meramente declarativas.
De cualquier manera, a continuación desarrollaremos algunas de las
pautas que fueron elaboradas por la doctrina y la jurisprudencia para
descubrir la existencia de un verdadero interés procesal, como así tam-
bién quién está legitimado para ejercerlas.
1) Legitimatio ad causam (legitimación procesal): si la finalidad de las
acciones y las sentencias meramente declarativas es acabar con un
estado de incertidumbre, para cumplir con su misión, deben inten-
tarse contra todos a los que se pretenda oponer la eficacia de la cosa
juzgada que resulte de ellos.
2) Interés efectivo y actual en promover la acción: la doctrina y la juris-
prudencia son contestes en requerir la presencia de un interés jurí-
dico razonable para hacer admisible el progreso de una acción mera-
mente dedarativa.
No es suficiente la invocación de un interés moral o científico. Ello se
explica fácilmente si recordamos que la idea de interés procesal está ín-
timamente ligada a la de daño, razón por la cual no se puede hablar de
interés ante la imposibilidad de producción de un perjuicio.
Hay que destacar que el interés debe ser actual. En consecuencia, debe
estar directamente orientado a la desaparición de una incertidumbre ju-
rídica existente y no eventual.
d) Subsidiariedad de la acción meramente declarativa de certeza: la opinión
predominante en nuestro país niega la posibilidad del ejercicio de la ac-
ción meramente declarativa a quien cuenta con la chance de emplear
la acción de condena para hacer valer sus derechos. Por ello es que se le
otorga a la acción en estudio un carácter meramente subsidiario.
Un ejemplo en el cual se evidencian en forma clara los requisitos nece-
sarios para que prospere una acción declarativa es el proceso de prescrip-
ción adquisitiva. En él se da una relación jurídica entre dos partes, en la
que una de ellas intenta extinguir un estado de incertidumbre logrando
una acción declarativa de certeza, y que así se la reconozca como propie-
taria del inmueble que se pretende usucapir.
Asimismo, es la única vía pertinente a fin de lograr una sentencia deda-
rativa.
9. MEDIDAS CAUTELARES
En principio, sobre las medidas cautelares dictadas en el marco de este tipo
de procesos hay que hacer una distinción para el caso de estar en presencia de una
acción meramente declarativa de certeza, del derecho común o una acción decla-
rativa de inconstitucionalidad.
La primera de ellas no admitiría medidas cautelares en razón de que no tie-
nen que proteger una prestación futura a cumplir, pero, a criterio del Dt Falcón,
la medida debe admitirse en el supuesto de que la otra parte pudiera hacer ineficaz
la sentencia, por actos sobre la cosa o derecho, y así preferentemente corresponden
medidas de no innovar, prohibición de contratar o anotación de litis.
En cuanto a la viabilidad de las medidas cautelares en la acción de inconsti-
tucionalidad, es un tema que, si bien tuvo aceptación con la finalidad de evitar la
consumación de un perjuicio, aún hoy su admisión no es pacífica.
Al respecto, según Toricelli, se plantean dos posiciones: una primera negato-
ria, que entiende que las medidas cautelares son en principio inviables, dado que,
si este proceso constitucional concluye con la declaración del derecho sin posibi-
lidad de condena alguna, mal puede dictarse durante el transcurso del mismo una
medida coercitiva que imponga un comportamiento u obligación determinada.
La crítica a este criterio restrictivo es que priva al justiciable de la tarea preventiva
que la ley asigna a la acción meramente declarativa. Existe otra postura que ad-
mite la procedencia de estas medidas cautelares, pues entiende que, si la esencia
de la acción declarativa es la de prevenir entuertos y evitar daños, la única manera
posible de lograr un pronunciamiento sin que el perjuicio se ocasione es a través
del dictado de una medida cautelar.
De conformidad con esta última posición, la jurisprudencia es conteste en
afirmar que, de consumarse el daño, de irrogarse el perjuicio, la modificación así
operada en la situación inicialmente afirmada como existente va a influir en la
sentencia; que al momento de dictarse esta, ya no se estará ante una posibilidad de
daño, ante la presencia de una falta de certeza que pudiere producir un perjuicio o
lesión al actor, sino frente al hecho consumado de la lesión ya producida.
Esta postura sin duda fue la que primó en la jurisprudencia de nuestros
tribunales, incluso en la Corte nacional, pese a que sus decisiones tienen un ca-
suismo tal que dificulta afirmar la existencia de una línea claramente definida al
respecto.
Dicho esto, y en el supuesto caso de admitir la procedencia de la medida caute-
lar, solo resta plantearse qué medidas cautelares son viables en este tipo de procesos.
Así fijada la cuestión, hay que tener en cuenta que la esencia de este proceso
declarativo es la de evitar la consumación de perjuicios, por lo cual la única medi-
da cautelar viable será la prohibición de innovar, ya que por su naturaleza tiende
a prevenir la consumación del daño.
Partiendo de este criterio, en general entendemos que no parece pertinente
trabar embargos, secuestrar o establecer inhibiciones generales, cuando estas me-
didas son propias de los procesos de condena, cuyo dictado desnaturalizaría una
acción que, si bien tiende a prevenir la consumación de dafios, se limita a declarar
el derecho. En el caso de las acciones declarativas de inconstitucionalidad, será la
concordancia o no de la norma con la Constitución Nacional.
Pasando a las medidas de innovación -que tienen por objeto volver las cosas
a su estado inmediato anterior-, es preciso realizar una aclaración especial. Si la
cautela se solicita junto con la iniciación de la demanda, es difícil que sea recepta-
da, fundamentalmente porque lo que no procedería es la acción declarativa, toda
vez que el perjuicio fue consumado y lo que debería intentar el actor es procurar
su reparación a través de una sentencia de condena, atento el rol subsidiario de la
acción declarativa, por lo que la medida solicitada está demostrando que el proce-
so intentado no sería el idóneo.
Distinto es lo que sucede si, durante el transcurso del proceso, el demanda-
do empieza a ejecutar un acto basado en la norma cuestionada, y el actor, a fin de
obtener una sentencia útil a la finalización del proceso, requiere que se invierta
el estado de cosas actualmente existente, retrotrayéndolo al mismo momento de
iniciación de la demanda.
En este último supuesto, la cautelar innovativa no solo no contradice la
esencia de esta garantía procesal, sino que procura asegurar sus fines.
Al respecto, la posición del más Alto Tribunal no fue clara, toda vez que llegó
a admitir medidas cautelares incluso cuando lo que se cuestionaba era la constitu-
cionalidad de normas de Cartas provinciales (se denomina "carta orgánica", "carta
municipal" o "carta provincial" al instrumento escrito donde se plasma la autono-
mía institucional y no hay motivos valederos para vedar la calificación de "constitu-
ción" a estas, ya que es el máximo instrumento normativo municipal o provincial).
En los primeros tiempos de admisión de la acción declarativa de inconsti-
tucionalidad, la Corte rechazó la medida de no innovar solicitada por los actores,
adhiriendo a la postura negatoria.
En tal sentido, en el fallo "Newland sostuvo que "no se advierte que la sus-
tanciación del presente juicio, mientras no haya recaído en él decisión definitiva
firme, pueda impedir la percepción que pretende la Provincia [. ..] no se advierte
que la discusión judicial en los términos planteados pueda colocar al contribuyen-
te en situación privilegiada ni que se altere el derecho del Fisco a recaudar, dere-
cho que se sustenta en la definitiva configuración del hecho imponible" (Fallos:
310:606, CSJN, "Newland, del 19/3/1987).
Pocos días después, esta doctrina era abandonada con el dictado del prece-
dente "Asociación Civil Escuela Escocesa San Andrés", que, si bien no hizo lugar
a la medida cautelar solicitada, no fue porque ella fuera contradictoria con la na-
turaleza de la acción declarativa, sino porque no se encontraba demostrado el re-
quisito de peligro en la demora que prescribe el artículo 230 del CPCCN (Fallos:
3 10:977, CSJN, "Asociación Civil Escuela Escocesa San Andrés", del 21/5/1987).
Con posterioridad, la Corte vuelve sobre sus pasos y, reafirmando la incom-
patibilidad entre las medidas cautelares y la acción declarativa, desestima la pro-
hibición de innovar articulada por el actor pretendiendo se impida al Gobierno
nacional percibir los impuestos cuestionados.
Estos cambios de criterios en el Tribunal cimero se mantuvieron a lo largo
del tiempo, impidiendo así poder afirmar con seguridad cuál es el criterio adop-
tado por la Corte en cuanto a la viabilidad o no de las medidas cautelares en este
tipo de procesos.
Si bien rechazó medidas con fundamento en el principio general de su impro-
cedencia en procesos declarativos de inconstitucionalidad, no puede desconocerse
la importante cantidad de precedentes en los cuales acogió las cautelares requeridas.
Sin embargo, puede concluirse -como se adelantó en el comienzo del pre-
sente acápite- que la Corte admite la existencia de medidas cautelares en acciones
declarativas de inconstitucionalidad.
10.TASA DE JUSTICIA
En principio, todas las actuaciones judiciales, cualquiera sea su naturaleza,
deben abonar tasa de justicia, la que debe ser calculada sobre el valor del objeto
litigioso que constituya la pretensión del obligado al pago.
En cuanto al monto que corresponde afrontar en este tipo de acciones, es
oportuno remarcar que, como se explicó en los acápites anteriores, estamos frente
a procesos que versan sobre la obtención de una sentencia declarativa de certeza
que -en líneas generales- tratan sobre derechos que no son susceptibles de apre-
ciación pecuniaria, o en los que existen dudas sobre el valor reclamado producto
de una cuasi imposible determinación.
En consecuencia, por lo general, suele abonarse la suma que corresponda
-según la ley de cada jurisdicción- a los juicios con monto indeterminado.
B ~ B L ~ O G R AGENERAL
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FALCÓN,Enrique M., Código Procesal Civily Comercial de la Nación anotado, con-
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DERECHOS COLECTIVOS
Y ACCIONES DE CLASE
Cecilia López Ballesteros
3. LA AUSENCIA DE REGULACIÓN
En nuestro país, al igual que en la mayor parte de la región, el reconocimien-
to de los derechos colectivos, y de las consecuentes garantías para su defensa, se han
cristalizado en los textos constitucionales, pero no ha sucedido lo propio a nivel
infraconstitucional. Esto indica que los cambios ocurridos en las leyes fundamen-
tales de cada país no han encontrado aún un correlato en el resto del ordenamiento
jurídico.
En Argentina, todavía no existe una ley que regule en forma orgánica y sis-
temática los procesos colectivos. La falta de legislación no es un tema menor, pues
termina por conspirar contra el acceso a la justicia y conlleva un menoscabo -y
aun negación- de la tutela judicial efectiva. Frente a ello, la labor de la jurispru-
dencia ha servido para suplir la omisión del legislador.
En "Halabi", el Alto Tribunal sostuvo que la ausencia de regulación consti-
tuía una mora del legislador, que debía ser solucionada lo antes posible para faci-
litar el acceso a la justicia. No obstante, consideró que el artículo 43 de la C N es
claramente operativo y que los jueces tienen la obligación de darle eficacia, si hay
una afectación de un derecho fundamental y del acceso a la justicia de su titular.
Advirtió, además, que todo derecho debe contar con un correlativo remedio legal
para hacerlo valer en caso de desconocimiento, porque las garantías constitucio-
nales protegen a los individuos por el solo hecho de estar en la Constitución e
independientemente de sus leyes reglamentarias, cuyas limitaciones no pueden
constituir obstáculo para su vigencia efectiva.
Como veremos luego, el Código Civil y Comercial de la Nación contiene
previsiones a u n q u e insuficientes- relativas a los derechos colectivos.
a ) Derechos individuales
En la primera categoría, el bien afectado es individualmente disponible por
su titular, quien debe probar la lesión a ese derecho para que se configure una
cuestión justiciable.
Por ende, como principio general, solo su titular puede perseguir la defensa
de ese bien individual. Esto ocurre en relación con los derechos de primera gene-
ración contemplados básicamente en el artículo 14 de la C N y, por lo tanto, se
aplica el principio del derecho procesal conforme al cual el interés es la medida
de todas las acciones. De allí que, para determinar la legitimación activa, deba
verificarse no solo que se esté ante el titular del derecho, sino, además, que este
haya sufrido un daño en su persona o en su patrimonio y que exista una relación
de causalidad entre aquel y el hecho que lo ha producido.
Esta clase de derechos son ejercidos por su titular sin que importe la exis-
tencia de numerosos sujetos afectados. En tal supuesto, habrá obligaciones con
pluralidad de sujetos activos o pasivos, o bien un litisconsorcio activo o pasivo
derivado de la pluralidad de acreedores o deudores, o una representación plural.
A esta categoría de derechos se refiere el primer párrafo del artículo 43 de la
CN en el que encuentra cabida la tradicional acción de amparo -instituida por vía
pretoriana por la Corte en los conocidos precedentes "Siri" y "Kot" y consagrada
más tarde legislativamente-, que por ello recibió la denominación de "amparo in-
dividual". Esta acción está destinada a obtener la protección de derechos divisibles
y no homogéneos, y se caracteriza por la búsqueda de la reparación de un daño
esencialmente individual y propio de cada uno de los afectados.
9.1. Fundamento
Las razones que motivaron el dictado del Reglamento de referencia fueron
explicitadas en los considerandos de la acordada 12/16. El Máximo Tribunal ob-
servó que las constancias obrantes en el Registro Público de Procesos Colectivos
radicados ante los tribunales del Poder Judicial de la Nación (creado por la ya
analizada acordada 32/14) mostraban un dispar cumplimiento de la obligación de
informar este tipo de procesos por parte de los tribunales nacionales y federales.
Advirtió que, en múltiples casos, se mantuvo la radicación ante distintos tribuna-
les de procesos colectivos en los que se ventilan pretensiones idénticas o similares,
lo que podría conllevar situaciones de gravedad institucional por el riesgo de dic-
tado de sentencias contradictorias y consecuente escándalo jurídico, además del
evidente dispendio jurisdiccional que ello acarrea.
Mediante la acordada bajo examen, la CSJN intentó una vez más paliar
la omisión del legislador. En efecto, retomando las consideraciones vertidas en
9.4.Trámite
Previo al traslado de la demanda, el juez interviniente requerirá al Regis-
tro un informe respecto de la existencia de un proceso colectivo en trámite, ya
inscripto, que guarde "sustancial semejanza" en la afectación de los derechos de
incidencia colectiva. El magistrado podrá efectuar tal requerimiento aun cuando
la demanda no hubiese sido promovida como colectiva.
Si del informe aportado por el Registro surgiere la existencia de un proceso
colectivo en trámite, registrado con anterioridad y sustancialmente análogo en
la afectación de los derechos de incidencia colectiva, el juez interviniente deberá
remitir el expediente, sin dilación, a aquel que previno. Si este último aceptara la
radicación de la causa, lo comunicará al tribunal ante el cual se inició el proceso;
de lo contrario, dispondrá fundadamente la devolución del expediente al tribunal
remitente. En ambos casos, debe informar su decisión al Registro. Solo resultará
apelable la resolución por la que el juez interviniente rechaza la remisión de la
causa al juez que previno, y la decisión de este último de rechazar la radicación del
expediente remitido.
Por el contrario, cuando del informe emitido por el Registro se desprenda
que no existe otro proceso en trámite ya registrado, el juez dictará una resolución
en la que deberá identificar provisionalmente la composición del colectivo, e in-
dicar las características o circunstancias que hacen a su configuración, así como
individualizar el objeto de la pretensión y el sujeto demandado. De manera si-
multánea, ordenará la inscripción del proceso en el Registro, resolución que es
irrecurrible.
El Registro hará conocer la inscripción al tribunal de la causa. El asiento
registra1 trae aparejada, naturalmente, una serie de consecuencias:
a) Imposibilidad de registración, en lo sucesivo, de otro proceso que pre-
sente sustancial semejanza en la afectación de los derechos de incidencia
colectiva.
b) Remisión al tribunal registrante de todos aquellos procesos con preten-
siones análogas, por el principio de prevención, es decir, una suerte de
"atracción" futura.
c) Obligación del magistrado de actualizar toda la información relevante
para la tramitación de la causa. Si bien se contemplan expresamente las
resoluciones concernientes a la certificación del colectivo y su represen-
tación, las medidas cautelares, las homologaciones de acuerdos y las sen-
tencias definitivas, dicha enumeración es abierta, en tanto se deja librado
al criterio del tribunal la actualización respecto de toda otra resolución
que, por la índole de sus efectos, justifique la anotación.
"Halabi", el Alto Tribunal puso de resalto la mora del legislador en la regula-
ción de los procesos colectivos (repárese en que, entre la emisión del citado fallo
-241212009- y el dictado de la acordada -5/4/201G, transcurrieron más de siete
anos).
10. V ~ A SPROCESALES
Vimos que, en la acordada (CSJN) 32/14 de creación del Registro de Ac-
ciones Colectivas -a la que nos referimos en el acápite precedente-, se ordena la
inscripción de todos los procesos colectivos, sin importar la vía procesal por la que
tramiten (juicio ordinario, amparo, habeas Corpus, habeas data, etc.). Pareciera,
entonces, que no hay obstáculo para la utilización de otros cauces procesales, dis-
tintos de la acción de amparo.
Si bien en "Halabi" la Corte admitió el carácter colectivo de la acción en el
marco de un amparo iniciado en los términos del artículo 43 de la CN, ello no
obsta a la utilización de otras vías. A título ilustrativo, a continuación menciona-
remos algunas de ellas.
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