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TOMO V
(ARTS. 600 A 773)
CAPÍTULO I - INTERDICTOS
Clases
Art. 600 — Los interdictos sólo podrán intentarse:
1º) Para adquirir la posesión.
2º) Para retener la posesión o tenencia.
3º) Para recobrar la posesión o tenencia.
4º) Para impedir una obra nueva.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
El tema de los interdictos es uno de los más oscuros y menos conocidos del
derecho privado, al punto que son muy pocos los operadores jurídicos que tienen
alguna claridad conceptual acerca de la diferencia que existe entre acciones
posesorias, acciones reales e interdictos, así como sobre la funcionalidad de cada
figura. Ni qué hablar si a ese esquema se suma el juicio de desalojo, ya la
confusión es completa y no es raro que se pretenda, a través de un desalojo,
sacar de un predio a un poseedor, lo que es un dislate(18) .
En nuestro desempeño como abogado primero y como Juez de Cámara
después hemos visto pocos escritos vinculados con la defensa de la posesión;
pero, de los pocos que hemos visto, casi ninguno exhibía solvencia en el dominio
del tema y muchos de ellos —si no la gran mayoría — han terminado siendo
rechazados, justamente por falta de claridad en la pretensión o de diligencia en la
prueba requerida para prosperar. Es un tema serio y así lo abordaremos.
Como primera medida, diremos que el artículo que aquí comentamos establece
un catálogo cerrado de interdictos: los interdictos a disposición del justiciable son
los que se encuentran en él enumerados y nada más que esos. No hay libre
albedrío o imaginación frondosa que sea admisible en materia de protección
posesoria.
La expresión "Los interdictos sólo podrán intentarse" que emplea la norma es
inequívoca sobre el carácter taxativo de la enumeración que la sigue.
Ello implica que no hay interdictos innominados en el derecho argentino y la
creación pretoriana no es admitida en el proceso interdictal: los interdictos son
solamente aquellos que el legislador establece como tales y para las situaciones
previstas por él y no otras.
La protección posesoria por medio del derecho es el acicate que entrega el
Estado a los particulares para que no hagan uso de la justicia por propia mano
para defender su posesión.
Así, si el despojo de la propiedad se hubiese consumado, aunque medie un
escaso intervalo de tiempo entre la desposesión y la tentativa de recuperación, el
derecho veda el recurso al uso de la propia fuerza del propietario desposeído,
debiendo éste recurrir necesariamente a las autoridades judiciales para hacer
valer sus derechos.
Es que, la posesión —incluso viciosa y aun violenta —, está protegida, para
evitar las escaladas de violencia que estos episodios de toma de propiedades
suelen provocar.
Por medio de los interdictos se impide el desorden social que resultaría del
intento, por parte del turbado en la posesión o tenencia, de hacerse justicia por
propia mano(19) .
El querido maestro Jorge Crespi, a quien debemos mucho de lo que sabemos
sobre el Poder Judicial por nuestro paso por su inolvidable Juzgado Civil 24 de La
Plata, ya desaparecido y reemplazado por un juzgado contencioso-administrativo,
escribió en esta línea en un voto suyo que el interdicto de retener es una
institución de orden público, tendiente a prevenir la violencia y el atentado de
hacerse justicia por sí mismo, más que una acción, es un remedio urgente y
sumario dado a quien se encuentra en posesión o tenencia de un inmueble, con o
sin derecho a ello, cualquiera sea el tiempo de su duración y origen, contra aquel
que por sí y ante sí la turba con violencia o clandestinidad(20) .
El estado de derecho ha recortado la esfera de violencia privada admisible para
los particulares, aunque es necesario decirlo, paralelamente no les ha garantizado
efectivamente la defensa de su propiedad, habiendo proliferado últimamente
usurpaciones e intrusiones de toda clase, muchas veces por parte de extranjeros
ilegales y otras por simples vivillos del país, en las viviendas y locales. Hoy día
dejar desocupado un local o sin custodia una vivienda es sinónimo de usurpación
casi segura, a vista y paciencia de las autoridades.
Y los trámites judiciales para restablecer el orden resquebrajado y los derechos
vulnerados por los usurpadores tardan largos años, lo que implica un premio a
quienes se apropian de viviendas ajenas sin derecho.
Sostenemos que el derecho argentino debe ser profundamente reformado en
esta temática, estableciéndose un sistema de protección posesoria simplificado,
que en plazos no mayores a los diez días corridos logre el desalojo efectivo de los
intrusos, sin permitir que éstos utilicen a menores inocentes como escudos
humanos contra el desalojo, como hacen cada vez más desvergonzadamente.
Sentado ello, sería bueno esclarecer la relación que existe entre las defensas
de la posesión que concede el Código Civil y las que recepta el ordenamiento
procesal.
Cabe afirmar, a volapluma, que nuestro ordenamiento de fondo organiza la
defensa de la posesión sobre la base de dos categorías de acciones:
a) las conservatorias , tendientes a mantener una posesión objeto de
turbación (v.gr. acción policial de manutención en la tenencia, art. 2469 Cód.
Civil; acción posesoria de manutención en la tenencia, arts. 2487, 2495 y
2496 Cód. Civil); y
b) las recuperatorias , que tienen por objeto recobrar una posesión ya perdida
(acción policial de despojo, art. 2490 Cód. Civil y acción posesoria de
recobrar, art. 2487 Cód. Civil).
También recepta el Código Civil las acciones de obra nueva y de daño temido,
como actos turbatorios de la posesión (arts. 2498 y 2499).
A este elenco de defensas sustanciales se yuxtapone un rosario de interdictos
procesales, contemplados en los arts. 606 y sigtes. CPCC y sus correlativos
provinciales.
La duda que surge inmediatamente es si los interdictos constituyen remedios
posesorios independientes o si son, básicamente, la reglamentación procesal de
las defensas posesorias sustanciales.
Maestros del derecho como Julio Dassen y Raymundo Salvat sostuvieron
enfáticamente la autonomía de los interdictos respecto de las acciones de fondo,
postulando la total prescindencia de las disposiciones del Código Civil respecto de
los ordenamientos procesales(21) , en posición que compartimos, en general.
Por nuestra parte, pensamos que la protección de la posesión tiene diversos
mecanismos previstos para hacerse efectiva. Así, existen mecanismos
sustanciales regulados por el Código Civil y mecanismos procesales,
denominados normalmente interdictos, contemplados en los códigos procesales
provinciales y de la Nación.
De tal modo, como regla general, los interdictos no son la regulación procesal
de las acciones posesorias sustantivas, sino que ambos son herramientas
distintas, diversificadas para responder al problema de la turbación en el goce del
derecho de posesión.
Por caso, existen interdictos que canalizan protecciones que no dan las
defensas posesorias sustanciales, con lo que se evidencia la duplicidad de
herramientas.
Claro que, excepcionalmente, existen dos casos de interdictos que son la
regulación procesal de una herramienta sustancial, tales los interdictos de retener
y de recobrar.
Verdaderamente comparando las regulaciones procesales originales y el Código
de Vélez original, había ancho paño para esta tesis, ya que la legitimación activa y
pasiva, los requisitos y hasta los efectos de las acciones eran diferentes de las de
los interdictos, en la mayor parte de los casos.
Evidentemente, a la luz de las regulaciones originales sostenemos la diversidad
y autonomía de interdictos y acciones posesorias sustanciales. El problema es que
luego la regulación de ambos ordenamientos cambió, aproximándose bastante el
estatuto de unos y otras, al punto de hacer dudar sobre si subsiste dicha
independencia.
La actual regulación procesal de los interdictos ha hecho prácticamente
desaparecer las diferencias que antiguamente existían entre ellos y las defensas
de fondo.
La Prof. Marina Mariani de Vidal ha sostenido al respecto que los interdictos de
retener y de recobrar han venido a resultar, aunque involuntariamente, por obra de
la sanción casi simultánea de las leyes 17.454 y 17.711, la regulación procesal de
la acción policial de manutención del art. 2469 y de la acción de despojo del
art. 2490, respectivamente(22) . Y no es descaminada la opinión.
Creemos, por nuestra parte, sí, que ha existido cierta falta de conexión entre los
esfuerzos reformistas del código de fondo y de forma, pero seguimos pensando
que los interdictos son herramientas procesales independientes y que no son
meros reglamentos de las figuras contempladas por el Código Civil. Varias
razones nos hacen encolumnar en esta senda:
1) Los interdictos receptados en las normas procesales patrias preexisten a las
defensas posesorias sustanciales, siendo ellos parte de nuestro acervo jurídico
más antiguo y respetable; ello, simplemente además porque el "Proyecto
Domínguez" preexistió al de Código Civil.
2) Es más, las Leyes de Partidas, receptaban un rudimento de interdicto de
recobrar en las leyes 10 y 12, título 10 de la Partida VII y no es dable olvidar que
estas Leyes fueron el derecho del país hasta la sanción del Código Civil, como lo
pusiera de resalto Vélez en su célebre polémica con Alberdi(23) .
3) Y si bien la Novísima Recopilación de 1805 nunca rigió en el país —porque
fue comunicada a las Reales Audiencias del Virreinato del Río de la Plata luego de
la Revolución de Mayo— , pero era conocida y leída por jueces y juristas patrios,
ella también había receptado dicho germen de interdicto de recobrar, que luego
sería complementado con un verdadero interdicto de retener (art. 710) en la Ley
de Enjuiciamiento Civil de 1855, también conocida y leída en el país antes de la
sanción del Código de Vélez.
4) Incluso dejando de lado ello, el venerable Código sancionado por ley 17.454
y en el que se reconoce la mano diestra del querido maestro Carlos Colombo, se
redactó y entró en vigencia antes que la ley 17.771 diera una pátina de mal barniz
al Código Civil e instaurara algunas extrañas soluciones en él.
5) El régimen de los interdictos deriva del ejercicio de los poderes de policía,
reservado a las legislaciones locales por el art. 104 de la Const. Nac., teniendo por
finalidad el restablecimiento de una situación de hecho, posesión o tenencia,
injustificadamente modificada o en vías de serlo(24) .
6) Algunas características propias de las acciones posesorias no coinciden o no
se corresponden del todo con las normas procesales.
7) Subsisten todavía —bien que escasas y sutiles— algunas diferencias de
regulación entre ambos cuerpos:
a) para la procedencia del interdicto de retener basta la amenaza (art. 610,
inc. 2º, CPCC), en tanto el Código Civil exige la efectiva concreción de la
turbación;
b) los interdictos se refieren a la violencia y a la clandestinidad, sin mencionar al
abuso de confianza, no correspondiendo la regulación al concepto amplio de
despojo que plasma el ordenamiento de fondo;
c) las acciones del Código Civil prescriben y los interdictos caducan;
d) las acciones del Código Civil protegen al poseedor, los interdictos también al
tenedor.
No siendo ésta una obra específica de derechos reales nos limitaremos a
marcar el criterio que sostenemos, prohijando la independencia de ambas figuras.
En especial porque adoptar la teoría unitaria implicaría recortar el ámbito de
protección de la posesión, al exigir a quien los promueve la prueba de una
posesión jurídica previa(25) .
Consideramos que la posesión y la tenencia deben ser protegidas con firmeza
por el derecho; ello, máxime desde hace unos años en que bandas de facinerosos
se han enseñoreado de las calles, provocando todo género de desmanes contra la
propiedad de los buenos y pacíficos ciudadanos, usurpando viviendas, ocupando
lotes de terreno que tienen un propietario que no los ocupa o los ha dejado vacíos
por un tiempo.
Coincidimos así con el parecer de Serantes Peña y Palma: "Los interdictos son
remedios distintos de las acciones posesorias legisladas en el Código Civil. No
constituyen, tal como están tratados en el Código Procesal, la reglamentación
procesal de las acciones posesorias. Son remedios distintos... comprensivos de
situaciones no contempladas en aquéllas"(26) .
Cuanto más medidas de protección haya de la propiedad, la posesión y la
tenencia, mejor, y como no coinciden ambas figuras del todo, sostenemos
enfáticamente su autonomía y dualidad conceptual, de modo que los interesados
en promoverlas tengan una herramienta más y no una menos.
Sentado ello, diremos que "los interdictos constituyen un juicio directísimo
porque su objeto requiere tutela urgente por existir una lesión que compromete
seriamente la paz jurídica, unida a una flagrancia fáctica o comprobación de un
estado de hecho. Como medio tendiente a evitar las vías de hecho, constituye el
punto de mayor aproximación entre el proceso civil y el proceso penal en lo que se
refiere a lo que debiera ser la fase instructoria y, sobre todo, a los poderes del
juez, que aquí sí han de ser reforzados y ejercidos al máximo. Integran con la
acción meramente declarativa el sistema de protección, porque ésta tutela contra
la arbitraria atribución de derechos; los interdictos contra el arbitrario ataque de
hecho, que perturba o despoja, sin perjuicio, naturalmente, de las demás acciones
que tienden a la reparación cuando la atribución de derechos se consuma por
actos distintos a las meras manifestaciones" (27).
Los interdictos se conceden a poseedores de la cosa o a tenedores de ella (cfr.
arts. 607, 610, 614, 619 CPCC). Cabe en este punto trazar una línea directriz para
distinguir tenedores de detentadores, pues estos últimos no son legitimados
activos en los interdictos.
Un detentador es aquel que ocupó un inmueble mediando el consentimiento
voluntario de su propietario, ya sea por contrato o simple aquiescencia; se trata de
una relación de hospitalidad que no habilita al ocupante o detentador a iniciar un
interdicto.
En un fallo se sostuvo atinadamente que la distinción doctrinaria entre tenencia
y detentación, posee fuerza legal, tanto en el sistema original del Código
(art. 2186, Cód. Civil) como en la reforma de la ley 17.711, ya que el art. 2490
Cód. Civil también la consagra y le asigna diferentes efectos. La tenencia implica
la existencia de un interés propio (comodato, locación) o ajeno (mandato,
representación o depósito); la detentación, en cambio, consiste en una relación de
dependencia, hospedaje u hospitalidad(28) .
Y se agregó allí que la distinción entre tenencia y detentación tiene efectos
trascendentes, dado que en nuestro sistema legal, actualmente vigente, no
cualquier situación de hecho o vinculación entre una persona y una cosa, otorga
derecho a las defensas posesorias(29) .
Un ejemplo de este tipo de relación es el del concubino o concubina del
propietario del inmueble fallecido que ingresó al inmueble con él y con su
consentimiento, lo que hace que no pueda ser calificado de intruso(30) , pero no
está legitimado para promover un interdicto en procura de tutela de su
detentación.
En este sentido, acertadamente ha expuesto el maestro Colombo que "quien
ocupa transitoriamente, sin derecho alguno y sólo por un acto de tolerancia del
titular, un inmueble o parte de él, no puede invocar la protección de los
interdictos"(31) .
En cuanto a la legitimación pasiva, depende el caso es la legitimación: en el
interdicto de retener, el art. 611 CPCC confiere legitimación pasiva a quien el actor
denunciare que lo perturba en la posesión o tenencia, sus sucesores o
copartícipes.
En cuanto al interdicto de recobrar, la demanda se dirigirá contra el autor
denunciado, sus sucesores, copartícipes o beneficiarios del despojo (art. 615
CPCC).
En tanto, en lo tocante al interdicto de obra nueva, el legitimado pasivamente es
el dueño de la obra nueva y, si fuere desconocido, el director o encargado de ella
(art. 619 CPCC).
Cabe consignar, llegado este punto, que el vocablo "interdictos" reúne a un
conjunto heterogéneo de medidas de acción directa, destinadas a evitar batallas
campales protagonizadas por grupos rivales que buscan objetivos encontrados, en
relación a un bien.
Dentro de ese concepto se han cobijado a los interdictos propiamente dichos,
que son los de recobrar y retener y, también se han refugiado allí otros dos
"interdictos" que de tales sólo tienen el nombre: el llamado "interdicto de adquirir" y
el de obra nueva, que vistos con detenimiento y analizados sus perfiles y efectos
no son propiamente interdictos.
Salvedad al margen, debe quedar claro que en los interdictos no se ventila, no
se debate, el derecho de propiedad ni están ellos pensados para proteger el
derecho de poseer —excepción hecha del llamado interdicto de adquirir receptado
por el art. 607 CPCC —, sino la posesión en sí misma; por ello, toda prueba sobre
el derecho a poseer o sobre el derecho de propiedad es superflua en los
interdictos y debe ser considerada improcedente.
Un interdicto sólo debe ser promovido para adquirir, retener o recobrar la
posesión, o impedir una obra nueva; cualquier otro objeto desborda su esencia.
Ellos amparan el hecho material de la posesión, y procuran evitar la autotutela
del perturbado.
Los interdictos son procesos de trámite urgente; ellos constituyen procesos de
cognición limitada, en los que no influye que la posesión sea viciosa o no lo sea, o
fuera anual o no.
En el decisorio a dictarse en los interdictos no se resuelve sobre el derecho a la
posesión del actor o del demandado: el pronunciamiento se limita a decidir sobre
la ilegitimidad de la turbación. Dicho de otro modo, en vez de analizarse en ellos
"la película" de la posesión y su posterior turbación o despojo, lo que el juez debe
analizar exclusivamente es "la foto" de la turbación o del despojo.
Esta característica de ser una defensa casi de hecho o de cognición jurídica
muy limitada hace que ellos estén sometidos a un plazo de caducidad muy
estricto, que se explica por la esencia misma del instituto: si alguien que es
turbado o despojado permanece un año en idas y vueltas sin promoverlos, es
porque no necesita su protección o se ha mostrado jurídicamente torpe para ser
beneficiado con ella. Y el derecho no protege a los torpes. Por ende, la acción
interdictal caduca cuando no ha sido ejercida durante un año y como es un plazo
de caducidad, ni se interrumpe ni se suspende.
El juez competente para entender en ellos es el del lugar donde se halla la cosa
sometida a despojo, turbación u obra nueva.
En cuanto a los recursos con que puede atacarse al decisorio dictado en un
interdicto, es dable aseverar que tal decisorio es cuestionable por conducto de los
recursos de apelación y nulidad, concediéndose el primero en relación y al solo
efecto devolutivo, en general.
Como excepción al principio cabe señalar al interdicto de obra nueva, en que la
sentencia que ordena la destrucción de la obra es apelable, debiendo ser
concedido el recurso con efecto suspensivo.
Procedencia
Art. 601 — Para que proceda el interdicto de adquirir se requerirá:
1) Que se presente título suficiente para adquirir la posesión con arreglo a
derecho.
2) Que nadie tenga título de dueño o de usufructuario o posea los bienes
que constituyen el objeto del interdicto. Si otro también tuviere título o
poseyere el bien, la cuestión deberá sustanciarse en juicio ordinario.
Cuando alguien ejerciere la tenencia de los bienes, la demanda deberá
dirigirse contra él y se sustanciará por el trámite del juicio sumarísimo.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. El "interdicto" de adquirir
El denominado "interdicto de adquirir" no es, hablando con propiedad, un
verdadero interdicto.
Éstos están llamados a proteger un estado de cosas actual, mientras que el
llamado "interdicto de adquirir", es una herramienta atípica, pensada para tutelar
una suerte de ius ad rem.
Esto es, que quien promueve este particular interdicto solicita se le entregue
una posesión o tenencia que nunca tuvo, a pesar de ostentar y acreditar un título
suficiente para adquirirlas.
Es también un interdicto extraño, peculiar o sui generis por otro aspecto que lo
diferencia radicalmente de los interdictos tradicionales: en él, a diferencia del
interdicto de retener o del de recobrar, arquetipos de los interdictos propiis
verbis debe probarse el derecho a la posesión o tenencia y no la tenencia o
posesión en sí, cuya obtención es lo que solicita el accionante.
La constatación sobre la peculiaridad —por llamarla de alguna manera— del
interdicto que aquí analizamos fue hecha por el maestro Lafaille, quien sostuvo
originalmente que tal remedio procesal no era propiamente un interdicto, por
cuanto él trata de llegar a la posesión y no de mantenerla o de recobrarla,
calificando el gran maestro citado de oscuras a las nomas que regulaban el
instituto en las normas procesales previas a la ley 17.454 (11) .
3. Aplicación práctica
El interdicto de adquirir ha tenido en la historia una menguada importancia
práctica, destacando los autores que tuvo su importancia dentro del derecho
sucesorio español, a fin de que el heredero pudiera entrar en posesión de los
bienes del difunto. Él era el medio otorgado a quienes ostentasen título de
herederos a fin de obtener la posesión de los bienes integrantes del acervo
sucesorio, ya que durante el lapso transcurrido entre la muerte del causante y la
aceptación de la herencia ésta se reputaba yacente(15) .
Se trata de una situación que en nuestro país no se presenta en materia de
herencia forzosa, ya que los herederos forzosos suceden al causante de pleno
derecho y sin intervalo de tiempo en el instante de su fallecimiento (art. 3410 Cód.
Civil).
Pensando un poco, es posible que los supuestos de utilización práctica más
claros que presente este "interdicto" sean los que plasman los arts. 3412 y 3413
del Código Civil.
Conforme el primero de ellos, los otros parientes —los que no son herederos
forzosos — llamados por la ley a la sucesión no pueden tomar la posesión de la
herencia, sin pedirla a los jueces y justificar su título a la sucesión.
Y de acuerdo al art. 3413 Cód. Civil, los que fuesen instituidos en un testamento
sin vicio alguno, deben igualmente pedir a los jueces la posesión hereditaria,
exhibiendo el testamento en que fuesen instituidos. Toda contradicción a su
derecho debe ser juzgada sumariamente. Si se reflexiona un poco, este interdicto
puede ser el canal procesal de tales mandas; pero sí es verdad que, fuera de
ellas, no es sencillo encontrar supuestos de aplicación para él. Y tal vez no los
haya, al menos, supuestos que sean algo más que ejemplos de escuela, que no
es del caso mencionar aquí, pues se trata de una obra de interés práctico y de
esencia procesal.
Yendo más allá de lo que planteamos nosotros incluso, la Dra. Mariani de Vidal
ha postulado —en idea que han repetido decenas de procesalistas, sin pensarla
mucho — que las exigencias del inc. 2º del art. 607 CPCC Nación —601 CPCC
Buenos Aires— dejan sin posibilidades de aplicación al interdicto de adquirir.
Nos parece una audacia tal afirmación. Es más, creemos que los arts. 3412 y
3413 del Cód. Civil representan un supuesto de aplicación de la norma —bien que
de empleo no corriente — que demuestra la desproporción de la aseveración de la
carencia de aplicabilidad práctica de la figura.
Si se reflexiona un poco, en el caso de ambas normas, pueden darse los
presupuestos de aplicación del art. 601 CPCC: los herederos intestados no
forzosos y los herederos testamentarios que piden al juez que los ponga en
posesión de la herencia, presentan con su escrito liminar un título suficiente para
adquirir la posesión, título que no es otro que los instrumentos acreditantes del
parentesco en el primer caso y el testamento en el segundo. Si se tratara de un
derecho de habitación, se presentará el título suficiente para adquirir la tenencia
del bien, supuestos estos en los que quedaría satisfecho el primer requisito, que
sienta el inc. 1º de la manda que analizamos aquí.
En cuanto al segundo inciso, según el caso, perfectamente puede darse el
requisito del inc. 2º y que nadie tenga título de dueño o usufructuario de la cosa
que constituye el objeto del interdicto, si no existiesen herederos forzosos, o si
éstos fueran indignos o hubieran sido desheredados. Es más, aunque alguien
tuviera dicho título y no se dieran causales de exclusión hereditaria, dado que la
declaratoria de herederos se dicta en cuanto ha lugar por derecho, bien podría
decirse que el requisito debiera tenerse por cumplido igualmente, si el legitimado
no se hubiera presentado al juicio sucesorio. Para que se dé el tercer requisito, no
debieran existir herederos forzosos, pues si no, éstos serían poseedores de la
misma cosa, al haber continuado la posesión del causante en el mismo instante de
su muerte.
Es decir, que en caso de que no existan herederos forzosos y sí otros
encuadrables en los arts. 3412 o 3413, Cód. Civil, sería éste el ejemplo de
aplicación del interdicto de adquirir(16) , que desmiente la categórica afirmación de
la falta de todo supuesto de aplicación práctica del interdicto de adquirir.
Nos apresuramos a conceder que no son precisamente supuestos equiparables
a la acción de amparo en cuanto a su vigencia práctica, pero sólo quisimos tornar
manifiesto que es un exceso la afirmación corriente entre procesalistas —y aun
entre algunos civilistas— de que el interdicto de adquirir no tiene supuestos de
aplicación posibles.
Es más, una afirmación tan categórica implica no haber consultado los
repertorios, pues existen en ellos algunos casos de procedencia de tal interdicto.
Uno de ellos puntualmente merece referirse.
En ese caso el anterior propietario de un departamento había autorizado al
encargado de casas de renta a ocupar la unidad que luego vendiera, declarando
un importante fallo capitalino que llevaba la firma de la maestra Margarita Argúas y
de Antonio Collazo, que tal ocupación era inoponible al nuevo adquirente, por más
que haya conocido, al tiempo de la compra, el verdadero estado en que se
encontraba el departamento en cuanto a la ocupación se refiere, declarando la
procedencia del interdicto de adquirir para tutelar los derechos del adquirente a
quien no se había hecho tradición de la cosa(17) .
Para no tener ámbito de aplicación —como afirman inadvertidamente la mayoría
de los autores— ya hemos dado tres ejemplos claros de procedencia, lo que es
bastante y desmiente tan categórica, como audaz, aseveración.
Procedimiento
Art. 602 — Promovido el interdicto, el juez examinará el título y requerirá
informes sobre las condiciones de dominio y gravámenes del bien. Si lo
hallare suficiente otorgará la posesión, sin perjuicio de mejor derecho, y
dispondrá la inscripción del título, si correspondiere.
COMENTARIO
Anotación de litis
Art. 603 — Presentada la demanda, si el derecho fuere verosímil, podrá
decretarse la anotación de litis en el Registro de la Propiedad.
COMENTARIO
El comentario de esta norma debe partir de una aclaración inicial: la norma tiene
sentido solamente si el interdicto de adquirir se ha ordinarizado, ante la oposición
de un tercero interesado, ya que es kakfiano pensar en hipótesis de un juicio
voluntario que amerite una anotación de litis.
Sin embargo, Falcón plantea que pueden existir supuestos de juicios voluntarios
que ameriten disponer la medida, sin hacer precisiones al respecto(18) .
Verdaderamente no creemos que sea de aplicación tal idea. Dos motivos nos
encolumnan en tal posición: en primer lugar, estando en el seno de un proceso
voluntario, no habría propiamente una "litis", ya que no existe oposición de
intereses ni adversarios, con lo que no estaría presente la finalidad de la anotación
de litis, que es llamar la atención de terceros acerca de la existencia de un
conflicto, que en un proceso voluntario, todavía no está plasmado efectivamente.
En segundo lugar, la experiencia judicial que hemos tenido durante largos años
de tribunales y foro nos indica que este tipo de peticiones están destinadas al
fracaso, pues a la magistratura le resulta inconcebible una petición cautelar en un
proceso voluntario, la que sería vista o como una tentativa de esconder algún
problema serio en el título o como una pretensión desmedida.
Ergo, sostenemos que la norma sólo es invocable si ha existido oposición a la
pretensión actora, de parte de un poseedor o tenedor de la cosa, no siendo
alegable la norma en caso de proceso voluntario.
Por otra parte, solamente un loco o un querulante nato reclamaría a un juez en
un proceso voluntario una anotación de litis, cuando puede obtener directamente
una sentencia favorable y/o, según el caso, la pronta inscripción del título en el
registro.
Una petición cautelar así dispararía los peores temores del juez que tuviese que
resolverla y no sería extraño que éste nunca encuentre verosimilitud suficiente —
concepto que es una especie de mantra inasible que suele repetirse en tribunales
para conceder o denegar las peticiones cautelares sin dar mayor sustancialidad al
tema — para conceder la medida en tales casos.
Si se piensa un poco, los jueces en las pretensiones cautelares ordinarias,
corrientes o comunes, se ven tironeados por una doble exigencia: dar una
fundamentación suficiente para no conceder cautelas infundadas y, a su vez, no
excederse en la fundamentación, invadiendo el terreno de las sustancialidades
plenas, que puede significar adelantar opinión sobre la forma en que se ve el
juicio, de lo que los litigantes podrían entender cómo será resuelto el fondo, lo que
podría implicar un prejuzgamiento y una causal de apartamiento del magistrado.
Por ende, los jueces normalmente son recoletos en cuanto a la apreciación y
fundamentación de las cautelas, las que suelen concederse o administrarse cum
grano salis (como los granos de sal), según una gráfica expresión grata a ese
magnífico Tribunal Supremo que tiene España, donde aprendiéramos mucho
durante nuestra inolvidable y enriquecedora estancia como pasante allí.
Reiteramos, nuestra experiencia judicial nos indica que una pretensión cautelar
en el seno de un interdicto que tramita como juicio voluntario, estaría normalmente
destinada al fracaso; ello, salvo que se tratara de algún caso verdaderamente de
excepción de los que, en todo nuestro recorrido judicial, en varios cargos
(empleado judicial, secretario de Cámara, relator de un Tribunal Superior de
Provincia y Juez y Presidente de una Cámara de Apelaciones), ejercidos en
distintas provincias argentinas (Buenos Aires, Neuquén y Chubut) y nuestra
experiencia como pasante en una Real Audiencia Provincial española
(Salamanca) y en dos Salas civiles del Tribunal Supremo de España, no hemos
visto nunca. Y tampoco hemos leído algo así en los repertorios argentinos y
españoles. No pareciera muy probable que nos topemos con algo tan particular en
el futuro.
Dejando ello a un lado, es dable dejar aclarado que si bien la norma no lo dice,
resulta obvio que para la anotación de litis deben cumplirse los extremos de hecho
que se requieren para disponer una medida cautelar.
También podría dictarse otro tipo de medida cautelar distinta de la anotación de
litis, ya que el hecho de que se mencione expresamente ésta no significa un
obstáculo o valladar para el dictado de otra, que las circunstancias del proceso
ordinario o sumarísimo por el que tramite el caso una vez que se ha plasmado la
oposición de posesiones o derecho, mutando la esencia del interdicto, inicialmente
voluntario.
Así podría, por caso, disponerse una prohibición de innovar, dirigida a preservar
la igualdad de las partes mientras tramita el proceso(19) e impedir que alguna de
ellas, normalmente la que se halla en posesión del bien, entronice a terceros en
una situación de privilegio o intente desbaratar los derechos de su contradictor,
tornándolos ilusorios o de inviable cumplimiento, al modificar el estado posesorio
de la cosa.
Procedencia
Art. 604 — Para que proceda el interdicto de retener se requerirá:
1. Que quien lo intentare se encuentre en la actual posesión o tenencia de
una cosa, mueble o inmueble.
2. Que alguien amenazare perturbarle o lo perturbase en ellas mediante
actos materiales.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Interdicto de retener: objeto. a) El objeto del interdicto de retener es proteger
el hecho de la mera tenencia de las cosas, bastando que el simple tenedor de un
bien se encuentre amenazado o perturbado por actos materiales para que
prospere el interdicto(2) .
b) El interdicto de retener tiene por objeto el amparo de quien es poseedor o
tenedor de un bien mueble o inmueble contra los actos materiales que lo
inquieten, perturben o simplemente amenacen. No procede cuando el demandado
no pretende turbar en el ejercicio de la posesión o tenencia o privarlo de ellas. Tal
turbación debe provenir de hechos materiales y ejercerse sobre la cosa
directamente no siendo suficiente la simple turbación de derecho, sea judicial o
extrajudicial(3) .
c) La función del interdicto de retener consiste en restablecer el orden alterado
por vías de hecho ilícitas; por ello, no corresponde aplicar al caso lo que las partes
hubieran pactado respecto a la compra del bien, toda vez que ésa es una cuestión
totalmente ajena a la que se trata de dilucidar(4) .
d) El interdicto de retener es un procedimiento sumarísimo cuyo objeto es tutelar
al poseedor actual o tenedor contra la perturbación o amenaza de perturbación
con actos materiales que "importen hacerse justicia por sí mismo" respecto del
bien de que se trata, sea inmueble o mueble(5) .
2. Interdicto de retener: naturaleza. a) El interdicto de retener es una institución
de orden público, tendiente a prevenir la violencia y el atentado de hacerse justicia
por sí mismo, más que una acción, es un remedio urgente y sumario dado a quien
se encuentra en posesión o tenencia de un inmueble, con o sin derecho a ello,
cualquiera sea el tiempo de su duración y origen, contra aquél que por sí y ante sí
la turba con violencia o clandestinidad(6) .
b) El interdicto de retener es un procedimiento sumarísimo cuyo objeto es tutelar
al poseedor actual o tenedor contra la perturbación o amenaza de perturbación
con actos materiales que "importen hacerse justicia por sí mismo" respecto del
bien de que se trata, sea inmueble o mueble(7) .
c) Las órdenes de autoridades judiciales no importan, como norma de principio,
actos de turbación de la posesión que autoricen la medida prevista por el art. 607
del CPCC. En consecuencia la promoción de un interdicto de retener no puede
impedir el cumplimiento de una sentencia de desalojo regularmente dictada y que
causa ejecutoria(8) .
3. Interdicto de retener: causa. La perturbación que justifica la procedencia del
interdicto de retener debe consistir en verdaderos actos posesorios actuales o
inminentes realizados por el demandado sobre la cosa del actor, efectuados con
intención de desconocer su posesión o tenencia(9) .
4. Interdicto de retener: prueba. El objeto de los interdictos en líneas generales
tiende a proteger el hecho de la mera tenencia de las cosas, o en su caso la
posesión actual, habiendo sido instituidos para evitar que nadie zanje
sus conflictos por propia mano. Basta que el simple tenedor de un bien mueble o
inmueble se encuentre amenazado o perturbado, por actos materiales, en la
tenencia del mismo, para que prospere el interdicto de retener (art. 604, Cód.
Procesal). En tal caso, la prueba sólo puede versar sobre el hecho de la tenencia
invocada, así como respecto de la verificación de los actos de perturbación
atribuidos al demandado (art. 606, Cód. cit.)(10) .
5. Interdicto de retener: procedencia. a) Basta que el poseedor o el simple
tenedor de un bien mueble o inmueble se encuentre amenazado o perturbado, por
actos materiales, en la posesión o tenencia del mismo, para que prospere el
interdicto de retener. En tal caso, la prueba sólo puede versar sobre el hecho de la
posesión o tenencia invocada, así como respecto de la verificación de los actos de
perturbación atribuidos al demandado (art. 606, Cód. Procesal)(11) .
b) Para que proceda el interdicto de retener, se requiere que quien lo intentare
se encuentre en la actual posesión o tenencia de un bien mueble o inmueble y que
alguien amenazare perturbarle o lo perturbase en ellas mediante actos
materiales(12) .
c) En el interdicto de retener la controversia debe circunscribirse al hecho de la
posesión o a su ausencia respecto del promotor, y a la existencia o inexistencia de
los actos de turbación atribuidos a los demandados. Consecuentemente, la
determinación del derecho a la posesión no entra en el ámbito del interdicto de
retener, juicio de trámite sumarísimo, en donde se trata de mantener el orden y
prevenir el uso de la violencia, y para lo cual basta acreditar el hecho de la
posesión(13) .
6. Interdicto de retener: turbación. a) Aquellos actos de terceros que ocasionen
molestias o perjuicios a la persona del poseedor o tenedor sólo autorizan a este
último a reclamar la cesación de tales molestias o las indemnizaciones que
correspondan, pero no a iniciar un interdicto de retener, que sólo es procedente
cuando la perturbación implica la pretensión sobre la cosa misma(14) .
b) El interdicto de retener se confiere contra quien provoca la turbación con
violencia o clandestinidad, no correspondiendo alegación alguna relacionada con
el derecho posesorio. Es decir, sólo está en discusión el hecho de la posesión o
tenencia y la existencia de actos turbatorios que se atribuyan al demandado
(art. 606 del CPCC). Queda pues marginado del objeto limitado del interdicto de
retener la cuestión referida al ius possidendi . Es decir, que no cabe discutir el
derecho de poseer, porque un título válido no da sino un derecho de la cosa y no
la posesión misma(15) .
c) Las tareas de mensura efectuadas en el predio, sin consentimiento del actor,
a efectos de confeccionar un plano a utilizar en un juicio de usucapión tramitable
por el demandado constituye un acto típico de turbación de la posesión,
cumplimentándose de tal modo el segundo requisito impuesto por el art. 604 del
CPC (16) .
7. Interdicto de retener: alcance y limitaciones. Dentro de los alcances limitados
del interdicto de retener, sólo se decide acerca de la posesión o tenencia como
situación de hecho ius possessionis , y no sobre el mejor título que las partes han
podido tener respecto de la misma ius possidendi (17) .
8. Interdicto de retener: improcedencia. a) En principio, no resulta procedente el
interdicto para detener el cumplimiento de un acto emanado del Poder Judicial,
pues éste supone el regular ejercicio de un derecho(18) .
b) En principio no procede el interdicto de retener respecto de actos de poderes
públicos y respecto de los emanados del Poder Judicial, salvo en el caso
excepcional en que el trámite que precede a las resoluciones haya sido irregular,
por no haber sido citado el tenedor o poseedor, o no habérsele dado oportunidad
de defenderse(19) .
c) Las órdenes de autoridades judiciales no importan, como norma de principio,
actos de turbación de la posesión que autoricen la medida prevista por el art. 607
del CPCC. En consecuencia, la promoción de un interdicto de retener no puede
impedir el cumplimiento de una sentencia de desalojo regularmente dictada y que
causa ejecutoria(20) .
d) La promoción de un juicio regular no constituye acto turbatorio de la
posesión, ni el interdicto importa un remedio preventivo ni un postrer recurso para
evitar o dejar sin efecto sentencias condenatorias firmes o para rever lo ya
juzgado. En consecuencia, la sentencia dictada en un juicio de desalojo tramitado
regularmente no configura un acto de turbación de la posesión(21) .
9. Interdicto y prueba. Al analizarse los actos posesorios conforme al art. 2384
CCI, debe destacarse la ambigüedad que resulte de la prueba en esta defensa de
carácter policial, para prevenir la violencia o hacerse justicia por mano propia, por
lo cual si el actor no acredita acabadamente los hechos que invoca debe triunfar el
demandado(22) .
10. Interdicto y desalojo. a) La iniciación de un juicio de desalojo no puede
constituir un ataque al elemento intencional de la posesión, ni importa un acto
perturbador en cuanto se trata del ejercicio de un derecho, y dado que la
intervención de una autoridad judicial supone la posibilidad de deducir allí las
defensas pertinentes, sin que sea dable después oponer a sus decisiones otros
recursos que los que autoriza la ley. De reverso y excepcionalmente se ha
admitido el interdicto frente a la orden de desalojo cuando la decisión judicial sea
producto de un proceso irregular con grave lesión al legítimo ejercicio del derecho
de defensa en juicio (art. 18 C.N.)(23) .
b) El interdicto comporta un remedio esencialmente policial, urgente y sumario,
relativo a situaciones de hecho, impropio para discernir el derecho basado en
relaciones contractuales, pues está puntualmente destinado a la protección del
hecho material de la tenencia o posesión, con o sin derecho, confiriéndose para
prevenir la violencia y la clandestinidad(24) .
c) El proceso de desalojo reglado por el CPCC da cauce a una acción personal
cuyo objeto es lograr la restitución de la tenencia de un inmueble de quien la
detenta y tiene una obligación exigible de restituirla o entregarla(25) . En tal
situación, el reducido marco procesal del desalojo se ve desbordado por aquellas
cuestiones en que deba debatirse el derecho a la posesión del bien, cuestión que
debe ser objeto de dilucidación en procesos más complejos, que permiten
indagaciones más profundas y dilatadas, las que no se compadecen con el
procedimiento del desalojo. Al estar discutida la posesión del inmueble no existe el
deber cierto y exigible de restituir que el ordenamiento procesal contempla como
un requisito esencial de procedencia del desalojo(26) .
11. Aspectos procesales relacionados. a) Las decisiones recaídas en un
interdicto de retener no tienen carácter definitivo en los términos del art. 278 del
Código Procesal Civil y Comercial, desde que no impiden el ejercicio de las
correspondientes acciones reales, por lo que tampoco tiene tal carácter, a los fines
de la admisibilidad del recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley, la
resolución de la Cámara que declaró mal concedida la apelación interpuesta
contra la resolución de primera instancia que decretó la caducidad de la
instancia(27) .
b) Si la empresa poseedora de las fracciones de terreno no tuvo debida
participación en el proceso de cesación de comodato gratuito, la existencia de
cosa juzgada no le es válidamente oponible y, por ello, el interdicto de retener la
posesión encuentra debido sustento (arts. 604, 606 y concs. del CPCB)(28) .
1 2. Honorarios. a) En los supuestos de interdictos no puede ponderarse el valor
total del inmueble que lo motiva, sino en todo caso fijar la cuantía retributiva en
concordancia con el valor económico del interés lesionado cuya protección
jurisdiccional se requiere(29) .
b) Si la pretensión actora prosperó respecto de determinadas dependencias del
inmueble de marras, pues sólo con relación a ellas pesa para la demandada la
orden de abstenerse de realizar actos turbatorios o molestos, no resulta ni lógico
ni congruente con el objeto litigioso, recalar, a los fines regulatorios, en el valor
total del inmueble, sobremanera cuando la propia actora reconoce la existencia de
ámbitos exclusivos reservados por la locadora(30) .
c) Tratándose de un interdicto de retener la posesión o tenencia, resulta
razonable, al par que prudente, establecer el monto del juicio a los fines
regulatorios, en concordancia con el valor económico del interés lesionado cuya
protección jurisdiccional se requiere(31) .
COMENTARIO
1. Generalidades
El interdicto de retener es uno de los interdictos arquetípicos o modelo, el que
presenta todos los caracteres de su género.
Hemos tenido ocasión de pronunciarnos sobre este interdicto en un voto de
nuestra autoría, en el que dejamos sentadas algunas importantes premisas, que
reflejan nuestra forma de ver esta figura y que merecen tenerse presentes, ellas
son:
1) El interdicto de retener está previsto para dar protección judicial al poseedor o
tenedor de un bien mueble o inmueble frente a la existencia de actos materiales
que importen una turbación potencial o efectiva al ejercicio de la posesión o de la
tenencia(32) .
2) El interdicto es un remedio policial, urgente, breve por naturaleza, sumarísimo
y hasta podría decirse de carácter extraordinario para lograr soluciones rápidas en
casos en que está en juego, de alguna manera, la posesión de un bien, es decir,
que se trata de una tutela específica contra la turbación o despojo(33) . El objeto
de los interdictos en líneas generales tiende a proteger el hecho de la mera
tenencia de las cosas, o en su caso la posesión actual, habiendo sido instituidos
para evitar que nadie zanje sus conflictos por propia mano. A través del interdicto
de retener se reclama el amparo judicial frente a la alegada existencia de actos
materiales que importan una turbación al ejercicio de la posesión o tenencia(34) .
3) Por ende, el objeto de la prueba en un interdicto es el hecho en sí de la
posesión y el despojo con violencia y clandestinidad, por lo tanto resulta ajeno
determinar si el actor es propietario del inmueble en cuestión, pues este proceso
tiene por finalidad reponer las cosas al estado en que se encontraban, impidiendo
que cada cual se hiciera justicia por su propia mano, con la consiguiente alteración
del orden público y escarnio del derecho(35) .
4) Dentro de los alcances limitados del interdicto de retener, sólo se decide
acerca de la posesión o tenencia como situación de hecho ius possessionis y no
sobre el mejor título que las partes han podido tener respecto de la misma ius
possidendi (36) .
5) Exceden el objeto del interdicto, tanto las cuestiones relativas a la eficacia,
ineficacia o alcance del título acompañado por la accionante, como las razones
que pueda o no tener la demandada para fundar su actitud y retener la posesión o
la tenencia de la cosa.
6) Tratándose de un interdicto de recobrar, lo propio respecto de los de retener
y obra nueva, la no anualidad de los hechos en que se fundan —despojo o
exclusión de la posesión o tenencia o turbación en su ejercicio —, es uno de los
presupuestos fácticos de admisibilidad de la acción, el que debe ser verificado por
el órgano jurisdiccional, conjuntamente con los otros requisitos: la posesión o
tenencia actual y el despojo o exclusión de éstos; en tal situación, la no anualidad
del hecho turbatorio invocado integra la carga probatoria del actor(37) .
7) El interdicto de retener no es otra cosa que un simple remedio de carácter
policial tendiente a prevenir la violencia o el atentado de hacerse justicia por mano
propia, y constituye una protección cuya finalidad es amparar al poseedor actual
por el solo hecho de serla frente al que pretenda turbarlo o privarlo del ejercicio de
la posesión.
8) Resulta ajena a la esencia del interdicto de retener, la dilucidación de las
relaciones de derecho que pudieran vincular a las partes. En los interdictos son
inoperantes las alegaciones acerca del dominio y los títulos que puedan
acreditarlo, ya que el objeto de la litis tiende a restablecer la situación de hecho
existente antes de suceder el despojo, de modo que nada relevante suma para la
resolución de la causa el debate acerca del título correspondiente al inmueble
motivo del pleito.
9) El limitado alcance cognoscitivo de la vía interdictal hace que, como los
restantes medios de protección posesoria, deba circunscribirse a la defensa del
hecho de la posesión, con independencia del derecho en que ésta se sustente o la
extensión de los respectivos títulos que pretendieran hacer valer las partes(38) .
10) El interdicto de retener deducido por quien invocó ser propietario del
inmueble debe ser desestimado, si el hecho de la posesión no ha sido
debidamente introducido en la etapa procesal oportuna, lo que impide
directamente valorar la prueba existente, pues es requisito esencial para la
procedencia de la acción haber acreditado la posesión al momento de los hechos
turbatorios(39) .
Cabe agregar algunos elementos a esta gráfica descripción que hicimos en el
voto:
3. Legitimación activa
Son legitimados activos del interdicto de retener el poseedor actual, el mero
tenedor, el locatario, el comodatario, el usufructuario, y el locador de obra,
mientras tenga la obra bajo su guarda.
En vez no tienen esta legitimación los detentadores, que están en el uso y goce
de la cosa por cortesía u hospitalidad del propietario o poseedor. Por ello, bien se
ha dicho que "el concubinato no puede engendrar un derecho a la tenencia sobre
el inmueble que habita la concubina, quien sólo inviste la calidad de huésped del
dueño de casa"(40) .
4. Legitimación pasiva
La acción canalizada por medio del interdicto puede ser dirigida contra todo
aquel a quien se afirme que realiza actos materiales de perturbación de la
posesión, o de la tenencia, a aquel que amenace con perturbarlas y contra sus
sucesores o copartícipes.
Cuando el interdicto prospera, la orden de cesar la perturbación y, en su caso,
la disposición de medidas para evitarlas, debe ser librada no sólo contra quien
fuera individualizado como el autor de los actos de perturbación, sino que también
procederá en contra de quienes han sido sus colaboradores y copartícipes(41) .
Procedimiento
Art. 605 — La demanda se dirigirá contra quien el actor denunciare que lo
perturba en la posesión o tenencia, sus sucesores o copartícipes, y tramitará
por las reglas del proceso sumarísimo.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Legitimación activa. Basta que el poseedor o el simple tenedor de un bien
mueble o inmueble se encuentre amenazado o perturbado, por actos materiales,
en la posesión o tenencia del mismo, para que prospere el interdicto de retener
(art. 604, Código Procesal). Por lo tanto, aun cuando pudiera llegar a entenderse
que la actora no probó su carácter de poseedora del bien de marras porque de sus
dichos se desprende que posee por otro, ello no resulta razón suficiente para
desembocar en el rechazo in limine de la acción promovida, pues, aunque así
fuere, resultaría tenedor del bien y por lo tanto se encontraría habilitado para
promover el interdicto de retener (52).
2. Legitimación pasiva. El interdicto de retener se confiere contra quien provoca
la turbación con violencia o clandestinidad, no correspondiendo alegación alguna
relacionada con el derecho posesorio. Es decir, sólo está en discusión el hecho de
la posesión o tenencia y la existencia de actos turbatorios que se atribuyan al
demandado (art. 606 del CPCC). Queda pues marginado del objeto limitado del
interdicto de retener la cuestión referida al ius possidendi . Es decir, que no cabe
discutir el derecho de poseer, porque un título válido no da sino un derecho de la
cosa y no la posesión misma(53) .
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Medidas precautorias
Art. 607 — Si la perturbación fuere inminente, el juez podrá disponer la
medida de no innovar, bajo apercibimiento de aplicar las sanciones a que se
refiere el art. 37.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
Las órdenes de autoridades judiciales no importan, como norma de principio,
actos de turbación de la posesión que autoricen la medida prevista por el art. 607
del CPC. En consecuencia, la promoción de un interdicto de retener no puede
impedir el cumplimiento de una sentencia de desalojo regularmente dictada y que
causa ejecutoria(71) .
COMENTARIO
Procedencia
Art. 608 — Para que proceda el interdicto de recobrar se requerirá:
1. Que quien lo intente, o su causante, hubiere tenido la posesión actual o la
tenencia de una cosa mueble o inmueble.
2. Que hubiere sido despojado total o parcialmente de la cosa, con violencia
o clandestinidad.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
El interdicto de recobrar es uno de los interdictos arquetípicos, es decir, cuando
se menciona la palabra interdicto, se piensa —por concepto— en él.
Sus notas caracterizantes o esenciales están bien claras, aunque no siempre
ello se aprecia en el foro. Por ende, profundizaremos sus perfiles y características.
1. Interdicto de recobrar: concepto
El interdicto de recobrar, también llamado interdicto de despojo —aunque
alguna doctrina, con la que no coincidimos, sostenga que se trata de dos
interdictos diferentes—, es aquel que se concede al poseedor o tenedor de una
cosa o bien para obtener judicialmente la restitución de la posesión o tenencia de
ella, de la cual había sido despojado, sea total o parcialmente.
El interdicto de recobrar es en concreto un remedio policial, urgente y sumario,
dado a favor de quien se encuentra en posesión de un inmueble —o tenencia—
con o sin derecho a tenerla y cualquiera que sea el tiempo de duración y origen,
contra el que por sí y ante sí, la turbe con violencia o clandestinidad(51) ; siendo
inoperante las alegaciones sobre el dominio y los títulos que puedan acreditarlo,
ya que el objeto de la litis tiende a restablecer la situación de hecho sin abrir juicio
sobre la posesión o propiedad(52) .
El interdicto de recobrar o de despojo se concede al poseedor despojado para
obtener la restitución de la posesión.
El interdicto de recobrar o de despojo es una herramienta que se concede
contra el autor de un acto violento respecto de quien está en la cosa. Por eso se
da al que tiene una posesión viciosa y al mero tenedor, sin necesidad de producir
título alguno. El interdicto busca proteger el hecho de la posesión y no el derecho
de la posesión, por lo que el juez no ha de valorar la preferencia del título al
dominio(53) .
Como bien dijo el Dr. Agustín Hankovits en un voto suyo, para que proceda el
interdicto de recobrar, no interesa establecer en mérito a qué antecedente se tiene
la cosa, y lo que en él se resuelve no afecta los derechos sustanciales de las
partes, pues su resultado se limita provisionalmente a mantener la posesión o la
tenencia despojada. El abuso de confianza no es supuesto configurante del
interdicto de recobrar. Ello es así, pues en el art. 614 del Código Procesal, en su
actual redacción, al igual que en el texto derogado, claramente establece como
únicas causales de despojo, la violencia y a la clandestinidad, resultando la
primera extraña a la ley(54) .
4. Legitimación activa
Los legitimados activos de este interdicto son los poseedores o tenedores que,
habiendo tenido la posesión o tenencia efectiva de un bien mueble o inmueble, por
el título que fuera y aun sin título y aun siendo viciosa la posesión, fueran
desposeídos luego total o parcialmente de la cosa, con violencia o clandestinidad.
El interdicto está expedito y disponible en su ejercicio para el caso de que quien
lo intente o su causante hubiera tenido la posesión actual o la tenencia de un bien
mueble o inmueble, aun cuando ellas fueran viciosas.
También está legitimado activamente uno de los condóminos de un bien en
contra del otro, si éste pretende excluir al primero del uso y goce de la cosa y
actúa como único propietario.
En cuanto al propietario de un inmueble, el mismo está legitimado, si tuvo la
posesión del mismo, pero no si lo ha adquirido y no logró la posesión(58) . Si la
tuvo, está legitimado el propietario para deducir acción de despojo aunque la cosa
se hallare alquilada, por cuanto el locatario es tenedor en nombre del dominus y
representa su posesión.
También el locatario está legitimado para deducir el interdicto, dado que el
mismo es tenedor del bien. Sin embargo, en un caso se resolvió que era
improcedente el interdicto de recobrar interpuesto contra el propietario de un
inmueble por el locador que afirma haber sido desposeído del bien, toda vez que
aquél lo recibió por tradición del co-locatario del actor, por lo cual no medió
violencia ni clandestinidad, y sin perjuicio de la eventual responsabilidad civil —
contractual o extra contractual— en que pudiera haber incurrido el locador(59) .
Se le ha reconocido el carácter de legitimada activa a la esposa en contra de su
marido, del cual se encontraba separada de hecho, en caso de su cónyuge
unilateralmente y en forma arbitraria, introdujera en un bien propio del referido
marido a personas ajenas a la familia(60) . Se dijo allí agudamente que es
procedente el interdicto de recobrar deducido por la esposa contra su marido, del
cual se halla separada de hecho, pues la circunstancia de estar instalado el
domicilio conyugal, en un bien propio del esposo no autoriza a éste, por vía
unilateral y arbitraria, a alterar su intimidad y condición jurídica, introduciendo en él
a personas ajenas a la familia, como lo es un presunto comprador amparado por
un boleto privado de compra(61) . La actividad del marido —sin apelar a las vías
judiciales pertinentes— no puede tener como consecuencia privar a la esposa e
hijos del derecho a la tenencia total del hogar común, nacido del vínculo que los
une y del hecho mismo de la convivencia(62) .
En cambio, no son legitimados activos de este interdicto los detentadores, esto
es, aquellos que tuvieran relación con la cosa de otra a título de una relación de
dependencia, hospedaje u hospitalidad(63) .
Bien se ha resuelto, en consecuencia, que la existencia de posesión por su
sujeto requiere, además del corpus , el elemento animus (doc. de los arts. 2351,
2373, 2455 Cód. Civil), de modo que la simple habitación en un inmueble no basta
para tenerla por configurada, pues bien podría obedecer ella a un título que no
entrañara ánimo de dueño, v.gr., la hospitalidad del propietario(64) .
5. Legitimación pasiva
El interdicto de recobrar procede en contra de la persona que realizó el acto de
la desposesión o despojo, aun cuando pretenda haber obrado por cuenta de
terceros, pero puede también intentarse contra éstos cuando el demandado
hubiera procedido en cumplimiento de órdenes recibidas de superior
jerárquico(65) .
La acción de despojo se da también contra los cómplices, revistiendo este
carácter quienes reciben a sabiendas la cosa obtenida por semejante
procedimiento(66) .
Procedimiento
Art. 609 — La demanda se dirigirá contra el autor denunciado, sus
sucesores, copartícipes o beneficiarios del despojo y tramitará por juicio
sumarísimo.
Sólo se admitirán pruebas que tuvieren por objeto demostrar el hecho de la
posesión o tenencia invocadas, así como el despojo y la fecha en que éste se
produjo.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
COMENTARIO
COMENTARIO
Sentencia
Art. 612 — El juez dictará sentencia, desestimando el interdicto o
mandando restituir la posesión o la tenencia del bien al despojado.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Efectos de la sentencia. a) No puede sostenerse que de lo resuelto en la
sentencia final dictada en un interdicto de recobrar deriven efectos de cosa
juzgada que condicionen el ejercicio ulterior de las acciones posesorias o
petitorias que se juzguen conducentes porque en este interdicto son inoperantes
las alegaciones sobre el dominio y los títulos que puedan acreditarlo, ya que el
objeto de la litis tiende a restablecer la situación de hecho sin abrir juicio sobre la
posesión o propiedad(104) .
b) La decisión que rechaza el interdicto de recobrar, en razón de no haberse
acreditado la tenencia o posesión clara e indudable de los lotes en disputa al
momento del despojo, ni la violencia o clandestinidad de la supuesta desposesión,
no tiene el carácter de sentencia definitiva a los fines del art. 278 del CPCC, toda
vez que nada impide a los quejosos el ejercicio de las acciones pertinentes (105).
COMENTARIO
Procedencia
Art. 613 — Cuando se hubiere comenzado una obra que afectare a un
inmueble, su poseedor o tenedor podrá promover el interdicto de obra nueva.
Será inadmisible si aquélla estuviere concluida o próxima a su terminación. La
acción se dirigirá contra el dueño de la obra y, si fuere desconocido, contra el
director o encargado de ella. Tramitará por el juicio sumarísimo. El juez podrá
ordenar preventivamente la suspensión de la obra.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Interdicto de obra nueva. a) El interdicto es una suerte de medida cautelar; y
el interdicto de obra nueva es un tipo de cautela que tiende a evitar turbaciones
futuras o por lo menos que se completen como tales, configurando un menoscabo
la desvalorización, aun cuando sea futura(2) .
b) El interdicto de obra nueva es una acción urgente, que termina por vía
sumarísima, tendiente a la detención y en su caso la destrucción, de una obra
nueva que provoca turbación o despojo en un inmueble ajeno(3) .
c) En el caso del interdicto de obra nueva, cuando ésta se hace en terreno que
no es del poseedor, es de aplicación el art. 2499 Cód. Civil que, en concordancia
con el art. 613 CPCC, determina como supuestos para su procedencia que el
demandante sufra un menoscabo que cediese en beneficio del que ejecuta
aquélla; que dicha posesión resulte perjudicada en beneficio del demandado. En
tal supuesto, lo mismo que en la acción posesoria, la obra habrá de suspenderse
durante el juicio y a su terminación destruirse lo hecho (4).
2. Obra nueva: concepto. Dentro del concepto de "obra nueva" queda
comprendida toda clase de obra ejecutada en el terreno objeto del proceso y que
está sujeto a la servidumbre denunciada, por lo que las tareas de "abovedamiento
y cuneteo" no deben ser excluidas de tal concepto (5).
3. Interdicto de obra nueva: finalidad. a) Tratándose de un interdicto de obra
nueva, el bien jurídico que se tiende a tutelar y que constituye el objeto del
proceso, es la restitución al actor de la plenitud en el uso y goce de la cosa que
posee turbados por la obra aludida (6).
b) Tanto la acción como el interdicto de obra nueva tienden a poner remedio a
las turbaciones o al despojo de que es víctima el poseedor de una cosa, como
consecuencia de una obra que está realizando el turbador; al ser concebidas
como medidas cautelares, es ajena a este tipo de procesos toda acción que tenga
una finalidad distinta, como podría ser la de daños y perjuicios derivados del
despojo o de la turbación de la posesión (7).
4. Interdicto de obra nueva: requisitos. a) Para que proceda el interdicto de
obra nueva debe acreditarse el hecho de la posesión o tenencia, la existencia de
una obra que haya tenido principio de ejecución y que afecte o menoscabe los
derechos del peticionante. Va de suyo que estamos frente a una situación de
hecho que debe necesariamente probarse (8).
b) Para que proceda la demanda instaurada por una obra nueva es necesario
que exista turbación para los poseedores, verificable cuando la obra se halla en
ejecución y exponiéndolos a un daño presente o futuro (9).
c) No se encuentran dados los presupuestos del interdicto de obra nueva del
art. 2499 del Código Civil, si no existe perjuicio del accionante ni beneficio del
constructor (10).
5. Interdicto de obra nueva: prueba requerida. Para que proceda el interdicto de
obra nueva debe acreditarse el hecho de la posesión o tenencia, la existencia de
una obra que haya tenido principio de ejecución y que afecte o menoscabe los
derechos del peticionante. Va de suyo que estamos frente a una situación de
hecho que debe necesariamente probarse (11).
6. Medidas cautelares. a) En el interdicto de obra nueva la adopción de la
medida de no innovar queda confiada al prudente arbitrio judicial, que la decretará
luego de apreciar a ese solo efecto la verosimilitud del derecho, evitando que se
convierta en un medio de presión para obtener ventajas del perjudicado por dicha
medida. A su vez, es menester señalar que para solicitar, mediante el respectivo
interdicto, la paralización de una obra nueva, es necesario, dada la
responsabilidad que ello trae aparejado, el debido asesoramiento técnico (12).
b) Si en el interdicto de obra nueva se ha obtenido el dictado de una medida de
no innovar, sus alcances no pueden extenderse a la absoluta prohibición de
realizar cualquier trabajo sobre lo construido, pues las labores que no impliquen un
verdadero menoscabo en los derechos del actor (como lo son los trabajos de
impermeabilización) deben permitirse a los efectos de evitar el deterioro de lo ya
edificado(13) .
c) Es cierto que quien obtiene una medida cautelar es responsable de las
consecuencias, pero de ello no se debe inferir que el juez deba actuar
mecánicamente, sin apreciar los hechos sometidos a su decisión. Es decir, la
adopción de la medida precautoria autorizada por el art. 2500 del Código Civil no
es imperativa para el juez, debiendo adoptarse sólo si el derecho invocado es
verosímil y los motivos por los que se la pide son serios(14) .
7. Interdicto de obra nueva: procedencia. a) Si se realizó en el inmueble lindero
una obra que puso en riesgo y causó daños en la casa habitación vecina,
propiedad de la actora, no puede caber dudas de que nos hallamos ante una clara
turbación de la posesión de esta última, que abre la protección propia de la
llamada "acción de obra nueva"(15) .
b) Las obras clandestinas efectuadas en el fondo del terreno de los
demandados menoscaban la posesión del accionante, al proyectar un
considerable cono de sombra sobre su jardín, pileta de natación y vivienda, pero
además, al dañar la intimidad al permitir vistas sobre dicho predio, afectan el libre
ejercicio de los derechos posesorios y, por último, las filtraciones pluviales en el
predio del actor, causadas por las indebidas construcciones en la medianera,
complementan el cuadro agresivo que hace procedente el interdicto de obra nueva
interpuesto(16) .
c) No es obstáculo para la procedencia del interdicto de obra nueva la ausencia
de impugnación de la aprobación de los planos de la obra en sede administrativa,
ya que aun cuando la parte haya podido tener un interés legítimo de carácter
administrativo y en su virtud cuestionar la aprobación municipal, ello no descarta
su derecho de accionar conforme las normas del derecho civil(17) .
8. Interdicto de obra nueva: improcedencia. a) No procede el interdicto de obra
nueva contra los trabajos de desvío de las aguas efectuados para controlar las
inundaciones, que afectaron un campo vecino, desde que cualquier decisión sobre
restitución de las cosas a su estado anterior mediante su destrucción requiere, por
las características del caso, un debate más amplio en el cual se aprecien los
efectos de tales obras, que escapa a los estrechos límites de un juicio
sumarísimo(18) .
b) Cuando el acto no se ejecutó con la intención de desconocer la posesión de
la accionante, ni el efecto de él ha sido mantener un menoscabo de dicha
posesión, no se justifica el ejercicio de una acción sumaria de la naturaleza del
interdicto de obra nueva, sin perjuicio de los reclamos por indemnización de
eventuales daños y perjuicios(19) .
c) En el interdicto de obra nueva, para disponer la demolición de la construcción
resulta menester tener presentes las normas vigentes en materia de edificación, o
sea si es de buena o mala fe; como así la etapa de la obra, esto es, si está en sus
comienzos o terminada; toda vez que si la construcción está en su etapa final y
sólo faltan algunos detalles, resulta prudente mantener la obra y tener por operada
la conversión de la obligación originaria en la de satisfacer los daños y
perjuicios(20) .
d) Debe rechazarse el interdicto de obra nueva promovido por los actores en
base a supuestos perjuicios ocasionados por una pared lindera, si el actor
condenado en un juicio por reivindicación, no cumplió la sentencia que lo obligaba
a ceder parte del terreno que motiva el interdicto. Las molestias invocadas en la
demanda son entonces consecuencia de su propio incumplimiento(21) . Aun
cuando la obra realizada por los demandados sin autorización viola la Ley de
Propiedad Horizontal 13.512 porque consiste en una construcción de ochenta
metros cuadrados sobre los techos de su unidad funcional, que son de propiedad
común del consorcio, la demolición no puede ser ordenada si se encuentra
terminada y durante la tramitación del interdicto en ningún momento los actores
solicitaron su paralización para así satisfacer los requisitos legales del art. 619
CPCC(22) .
e) Debe rechazarse el interdicto de obra nueva promovido por el Estado
nacional contra una provincia, a fin de impedir la realización de cualquier obra que
pueda alterar el estado de un inmueble de esta la parte demandada declarado
monumento histórico nacional pues no teniendo el Estado nacional ninguna
relación real con el inmueble en cuestión, exigida por el art. 619 del Cód. Procesal
—que permite iniciarla al poseedor o tenedor del inmueble cuyo estado sea
perturbado por una obra nueva— carece de la legitimación para iniciar esta clase
de acción(23) .
9. Destrucción de una cosa ya construida. El interdicto de obra nueva no resulta
un remedio apto para dirimir sutilezas o cuestiones dudosas que requieren de un
mayor marco procesal de indagación. En esta línea se ha dicho que el interdicto
de obra nueva no resulta admisible cuando las cuestiones litigiosas se refieren al
lugar en que fue construido el muro divisorio o a una supuesta invasión de terreno
invocada por los accionantes, controversias estas que, dada la limitación de la vía
procesal intentada, tienen reservadas otros procesos específicos, caracterizados
por un debate más amplio y, por ende, un mayor ámbito de conocimiento(24) .
10. Aspectos procesales relacionados. El principio general que se extrae del
art. 2500 del Código Civil, en correlación con el art. 614 CPCC, es que cuando la
turbación en la posesión o tenencia consiste en una obra nueva que menoscabara
tales derechos, el interdicto tiene por objeto que se disponga la suspensión de la
obra y la restitución de las cosas al estado anterior; mas allí no se agota el
cometido de la jurisdicción, cuando se promueve una pretensión de tal tipo, pues
siempre el juzgador como director del proceso, cuenta con la potestad de
salvaguardar los derechos que están en juego, como el de conservación teniendo
por operada la conversión de la obligación originaria, en la de satisfacer daños y
perjuicios. Por lo tanto, si el iudex a quo pudo decretar la destrucción de la cosa, la
morigeración de esa potestad nunca pudo llevar a considerar que se ha violado el
postulado de congruencia(25) .
11. Interdicto de obra nueva y honorarios. a) En el interdicto de obra nueva el
valor del bien debe considerarse sólo como una pauta a tener en cuenta para la
pertinente regulación de los honorarios, porque en este tipo de procesos no se
encuentra en discusión el valor del inmueble como tal, sino solamente la
factibilidad de la anexión de una "obra nueva" (cartel, cerramiento, alero, paredón
etc.)(26) .
b) Del objeto del interdicto de obra nueva, ha de destacarse que el valor de la
base regulatoria debe estar dado, no por el de la propiedad de la demandada, sino
por el de la obra pretendida. En el interdicto de obra nueva no se encuentra en
discusión el valor del inmueble como tal, sino solamente la factibilidad de la
anexión de la obra nueva; el valor del inmueble no puede servir de base
regulatoria, cuando lo afectado es sólo parte de los derechos inherentes a la
posesión(27) .
c) No resulta atendible incluir el valor atribuido al inmueble donde se realizaron
las obras pertenecientes al accionado como base de cálculo en la determinación
de los honorarios, porque sin perjuicio de señalar que en los interdictos de obra
nueva debe tomarse en consideración, como norma general, para la regulación de
honorarios de los profesionales intervinientes, el valor de la obra impugnada, pues,
dada la naturaleza y finalidad perseguida por dicho interdicto, ha sido ése,
lógicamente, el interés patrimonial debatido en el litigio, lo real y concreto es que
en modo alguno es materia de debate —al menos en forma directa— lo
relacionado con el dominio o posesión del bien de la parte demandada, ya que en
este tipo de procesos no se encuentra en discusión el valor del inmueble como tal,
sino que el núcleo de la acción era la paralización o suspensión de la obra
perjudicial(28) .
d) Persiguiendo la interposición del interdicto de obra nueva corregir una
perturbación en la privacidad que no implica la afectación total del uso y goce del
inmueble —se pretendía la suspensión y posterior destrucción de una
construcción levantada con apoyo en la medianera del inmueble sobre el que
asienta su vivienda el accionante, con aberturas y vistas que le restan intimidad y
luz— el valor del fondo afectante sobre el que se realizó la obra nueva sólo puede
ser computado a mero título referencial, en orden a la retribución de las tareas
profesionales devengadas(29) .
COMENTARIO
Sentencia
Art. 614 — La sentencia que admitiere la demanda dispondrá la suspensión
definitiva de la obra o, en su caso, su destrucción y la restitución de las cosas
al estado anterior, a costa del vencido.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Caducidad
Art. 615 — Los interdictos de retener, de recobrar y de obra nueva no
podrán promoverse después de transcurrido un año de producidos los hechos
en que se fundaren.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Como primera medida cabe aclarar que el año a que se refiere la norma es un
año calendario, es decir, un año corrido. No se trata de un plazo de trescientos
sesenta y cinco días hábiles, sino de un año calendario el que mienta la norma.
El alma máter de la ley 17.454, el maestro Carlos Colombo, explicaba esta
norma en un solitario párrafo, diciendo que "el procedimiento directísimo de los
interdictos tiene su razón de ser... en la circunstancia de que la tutela requerida ha
de ser, por definición, urgente. La inacción prolongada del afectado incumple el
presupuesto" (14) .
El requisito de anualidad y la caducidad por el transcurso del plazo de un año
desde el despojo, turbación u obra nueva sin promover el interdicto, se establecen
en la norma con relación a tres de los cuatro interdictos reglamentados por el
legislador procesal: los interdictos de retener, de recobrar y de obra nueva. Queda
fuera del ámbito de esta norma el interdicto de adquirir, respecto del que no podría
hacerse jugar el plazo de anualidad, justamente por no estar en posesión de la
cosa el actor.
Tratándose de un interdicto de recobrar, lo propio respecto de los de retener y
obra nueva, la no anualidad de los hechos en que se fundan —despojo o
exclusión de la posesión o tenencia o turbación en su ejercicio— es uno de los
presupuestos fácticos de admisibilidad de la acción, el que debe ser verificado por
el órgano jurisdiccional, conjuntamente con los otros requisitos: la posesión o
tenencia actual y el despojo o exclusión de éstos; en tal situación, la no anualidad
del hecho turbatorio invocado integra la carga probatoria del actor(15) .
La norma presume —sin admitir prueba en contrario— que el interdicto ejercido
luego de un año contado desde la turbación —interdicto de retener —, el despojo
—interdicto de recobrar — o la obra nueva —interdicto de obra nueva — no
resulta procedente por no darse a su respecto la urgencia que es connatural a
estas figuras procesales.
La presunción se aposenta en un terreno firme, respecto de acciones que
buscan tutelar la posesión y que tienen previsto un trámite urgente, quien deja
transcurrir un año sin ejercerlas está demostrando con su conducta y por hechos
concluyentes que su conflicto jurídico no es de urgente resolución, pues de otro
modo no hubiera dejado pasar tanto tiempo sin iniciarlo.
La consecuencia de la inacción de un año es clara y terminante: después de
vencido ese plazo, el poseedor desposeído o turbado, sólo podrá ejercitar las
acciones posesorias o petitorias que fueran procedentes, pero no un interdicto.
Como regla el término de un año se computa desde la fecha de los hechos en
que se fundare el interdicto.
El plazo de caducidad de los interdictos debe contarse desde que los hechos
que dan motivo al planteo tuvieron comienzo de ejecución, o, mejor expresado,
desde que la demandante conoció o pudo conocer ese comienzo de ejecución,
pues a partir de allí fue afectada su posesión o tenencia y, al saber de ello, tuvo a
su disposición el remedio policial que el interdicto constituye(16) .
Cabe una aclaración al respecto: la caducidad se cuenta, en principio, desde el
momento en que se produjeron los hechos en que se basa o aposenta el
interdicto; pero, cuando quien lo inicia sostiene haber tomado conocimiento de los
hechos turbatorios después de esa fecha, él carga con la prueba de la fecha en
que tomó conocimiento y del medio en que lo hizo. Ello es así para evitar que por
el fácil trámite de afirmar que se tomó conocimiento de los hechos en fecha muy
posterior al momento de ocurrir se termine desnaturalizando o volviendo inocuo el
plazo de caducidad de un año.
En palabras llanas, si la toma de conocimiento de tales hechos difiere de la
fecha en que ellos se produjeron, el accionante carga con la prueba de que se
enteró de ellos antes del año de iniciar el interdicto, con lo que debe desvirtuar la
presunción de que la fecha en que tomó conocimiento fue cuando se produjeron.
La caducidad por anualidad debe ser introducida como defensa de fondo por el
demandado, conjuntamente con las demás defensas que tuviera; ello por cuanto
en el trámite sumarísimo connatural a los interdictos no existen excepciones
previas (cfr. art. 496 CPCC inc. 1º).
El cumplimiento del requisito de anualidad debe ser verificado de oficio por los
jueces, quienes pueden rechazar in limine la acción intentada si de los términos
del escrito liminar o de la documentación acompañada surgiera que se ha
infringido dicho requisito, iniciando el interdicto luego de un año de ocurridos los
hechos.
Si, en cambio, no surge evidente o manifiesta la violación del requisito de
anualidad de la demanda y documentación anexa, el juez debe correr traslado de
la acción a la contraria, para que en todo caso sea ella quien haga valer tal
incumplimiento de requisitos esenciales como defensa(17) .
El efecto o consecuencia que provoca el incumplimiento del requisito de
anualidad es la caducidad del derecho a promover interdictos con relación a los
hechos de los que ha transcurrido más de un año, aun cuando pueda iniciarse el
mentado interdicto respecto de otros hechos ocurridos dentro del año calendario
posterior.
El efecto de la caducidad es la pérdida del derecho; y el plazo, al ser de
caducidad y no prescripción, puede aplicarse de oficio por el juez y no se
interrumpe ni se suspende(18) .
Al tratarse de una defensa de fondo, la fundada en la caducidad o cualquier otra
defensa que haya interpuesto el demandado al progreso del interdicto deberá ser
objeto de pronunciamiento previo al fondo del asunto por parte del juez. Al no
haberse previsto en el trámite sumarísimo el dictado de sentencias de previo y
especial pronunciamiento la sentencia de mérito debe tratar en primer término
estas articulaciones, dada la inviabilidad e inconveniencia de entrar a tratar el
fondo del asunto, cuando ha mediado un supuesto de caducidad que torna inane
lo que pudiera decirse en cuanto al fondo, porque el derecho ha quedado vaciado
de sustancia por el cumplimiento del plazo de caducidad.
Juicio posterior
Art. 616 — Las sentencias que se dictaren en los interdictos de adquirir,
retener y recobrar no impedirán el ejercicio de las acciones reales que
pudieren corresponder a las partes.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
La norma que analizamos establece que las sentencias que se dictaren en los
interdictos de adquirir, retener y recobrar no impedirán el ejercicio de las acciones
reales que pudieren corresponder a las partes; pero nada dice de las acciones
posesorias.
Ergo, como primera aclaración a esta norma cabe distinguir claramente las
acciones reales de las acciones posesorias.
Acciones reales son los medios de hacer declarar en juicio la existencia,
plenitud y libertad de los derechos reales, con el efecto accesorio, cuando hubiere
lugar, de indemnización del daño causado ( art. 2756 Cód. Civil). Las acciones
reales son: la acción de reivindicación, la acción confesoria, y la acción
negatoria (art. 2757 Cód. Civil).
Las acciones posesorias tienen por objeto obtener la restitución o manutención
de la cosa. La función de la acciones posesorias consiste en restablecer el orden
alterado por vías de hecho ilícitas(22) .
Entre estas acciones cabe mencionar como las más importantes a la acción de
despojo (art. 2490 Cód. Civil), la acción innominada de mantener (art. 2469 Cód.
Civil) y la acción de manutención (art. 2495 Cód. Civil), la acción de recuperar la
posesión, la acción de obra nueva, del art. 2498 Cód. Civil, las acciones policiales
de manutención y de recobrar o despojo y la acción de daño temido.
Cabe hacer notar que el sistema de protección posesoria organizado por Vélez,
en lo relativo a la manutención en la posesión, tiene dos aspectos bien
diferenciados, a saber: el supuesto a que alude el art. 2469 Cód. Civil, que
defiende el "hecho actual de la posesión" aun viciosa (y la tenencia), denominada
en doctrina como "acción innominada" de carácter policial, que cabe ejercitar
cuando media una turbación "arbitraria", y el supuesto que surge de los arts. 2495
y 2496 Cód. Civil, que refiere para su ejercicio a las condiciones puntualizadas en
los arts. 2473 a 2481, destinado a proteger la "posesión anual" y a título de
propietario (art. 2480 y su nota)(23) .
Con tales distinciones en mente, cabe afirmar enfáticamente que la norma
analizada asegura al vencido en los interdictos el ejercicio posterior de las
acciones petitorias(24) .
Esta posibilidad que diera primigeniamente la ley 17.454 significó una radical
modificación en esta materia del régimen anterior, continuando al presente
manteniéndose la impronta dada a la norma por la ley 17.454. La facultad de
volver a plantear sus respectivos derechos en una acción real que brinda a las
partes la norma que analizamos, se corresponde con la naturaleza, objeto y fin de
los interdictos, que no es efectuar comprobaciones profundas sobre aspectos
jurídicos, ni disponer de tiempos dilatados para dilucidar cuestiones que vayan
más allá de la actual tenencia o posesión de la cosa y de la existencia o
inexistencia de hechos turbatorios, despojos u obras, según el caso de que se
trate.
El reducido marco cognoscitivo de los interdictos, que no permite debatir ni
dilucidar en su seno, aspectos delicados de derechos, como la calidad de los
títulos del poseedor o la naturaleza de la posesión, hace que no pueda
concederse a una sentencia dictada en un proceso de extrema presteza y plazos
angustiosos como el interdicto, el efecto de cosa juzgada formal, no pudiendo
afectar lo que en él se resuelva ni la posesión definitiva, ni la propiedad de la cosa,
ni sobre el carácter vicioso de la posesión que el presunto propietario esgrima, ni
sobre la insuficiencia o irregularidad jurídica del título que se presente.
El Prof. Cuadrao ha dedicado un logrado párrafo a esta situación, expresando
que "no es sin fundamento, pues, que las legislaciones ofrezcan esas reservas,
para no confirmar como definitivo lo que tan rápida y sencillamente se haya
decidido sobre una cuestión tan fundamental como es la posesión jurídica. Sin
embargo, conforme al artículo que comentamos, la sentencia en los interdictos de
adquirir, retener y recobrar hace cosa juzgada respecto de la legitimidad del
derecho a la posesión..."(25) .
Reiteradamente ha decidido la Corte que el pronunciamiento recaído en un
interdicto de recobrar la posesión no reviste carácter de definitivo en los términos
de los arts. 278 y 296 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, no
observándose en el caso, en que la resolución impugnada torna firme la que
desestimó la petición de la adquirente del inmueble de ser tenida por parte y dejar
sin efecto la restitución de la tenencia del mismo aquí ordenada, motivos de
excepción para apartarse de tal principio, desde que nada obsta a la recurrente al
ejercicio de las acciones pertinentes. Corte Sup. Bs. As., Ac. 98511, 19/7/2006,
"Poligoma SA c/ Garacciolo, Roberto si Interdicto de recobrar: Recurso de queja") .
No sólo procede promover las pretensiones tendientes a declararla existencia,
plenitud y libertad de los derechos reales, sino también, en su caso, las apuntadas
a la indemnización de los daños padecidos.
Un tema de interés es cuál es el efecto de las pruebas producidas y colectadas
en el interdicto.
Hemos dicho ya que la sentencia dada en el interdicto no hace cosa juzgada en
el petitorio; pero ello no obsta a que las conclusiones del juez en el interdicto, en lo
concerniente a los hechos y situaciones jurídicas vinculadas a la posesión misma,
la existencia o no de hechos turbatorios, la fecha de los mismos, etc., deben
considerarse válidas y firmes en el petitorio. El principio de adquisición procesal
hace que esta prueba, colectada en el interdicto, y producida en presencia de un
juez o, al menos, que estuvo bajo supervisión judicial lo que acredita su
regularidad, no pueda ser obviada en procesos posteriores.
De otro modo, la sentencia del interdicto y sobre todo sus tramitaciones
regulares equivaldrían a actos procesales cumplidos con animus iocandi o
levantados en borrador o con lápiz negro, lo que no puede aceptarse.
En especial, si lo actuado en el interdicto previo al petitorio, se ha incorporado
por petición de una de las partes a la acción real como prueba, resulta inadmisible
que se quite valor en esta última a las constataciones relativas a la posesión, a la
turbación, etc. que se hayan efectuado en el interdicto(26) .
Trámite
Art. 617 — Las acciones posesorias del título III, libro III del Código Civil, se
tramitarán por juicio sumario.
Deducida la acción posesoria o el interdicto, posteriormente sólo podrá
promoverse acción real.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
COMENTARIO
1. Esencia de la figura
No se trata de una demanda en sentido clásico, ni da origen a una litis de
contenido tradicional, sino que es apenas un "requerimiento", una petición al juez,
para que éste adopte las medidas y se lleven a cabo los trabajos que sean
necesarios para evitar un daño mayor al ya producido.
4. Legitimación pasiva
La legitimación pasiva de la petición receptada por el art. 617 ter está en cabeza
del ocupante del edificio o de la unidad donde se produjeron los deterioros o
averías que ocasionen grave daño a otro.
La legitimación pasiva la da la ocupación, con prescindencia del título de esa
ocupación, ya que el legitimado es el ocupante a secas, y no el propietario, el
tenedor o el poseedor, sino que lo que define la calidad de legitimado pasivo es
una conexión física con la cosa en el momento en que se producen los daños que
se expanden a otras unidades o edificios.
6. El informe técnico
El informe que debe ser adjuntado al escrito liminar de la petición o
requerimiento, no equivale ni configura un dictamen pericial, sino que es un mero
informe técnico de parte, como los presentados por las partes y firmados por un
consultor técnico.
Si el juez lo considerara pertinente, el experto podrá ser citado a ratificar el
contenido del informe ante el juez o, en su caso, requerirse a éste que amplíe in
voce algún punto del contenido del mismo o aclare alguna duda u oscuridad que
éste pudiera contener a criterio del magistrado.
El informe no será considerado un informe pericial, sino un elemento de prueba
mixto como sería la declaración de un testigo experto.
7. Procedimiento de la petición
Iniciado el requerimiento, y adjuntado al mismo un informe técnico en el que se
detallen y describan los deterioros o averías producidos, sus causas y
consecuencias, la factibilidad, índole y costo de las reparaciones y todo otro dato
de interés para la correcta resolución de la solicitud, el juez debe convocar a una
audiencia a los interesados, notificación que se realizará bajo el apercibimiento de
celebrarse ella con quienes concurran al acto.
Realizada la audiencia y oídos los interesados, si ellos no han presentado
escritos o documentos que hagan a su derecho, el juez deberá dictar resolución,
sea ordenando las medidas que estime adecuadas o la realización de los trabajos
necesarios a costa del responsable, si considerara probados los extremos de
hecho que tornan acogible la solicitud. En caso contrario, si juzgare no probados
los presupuestos de andamiento de la acción o intrascendente el daño alegado,
denegará la petición si la estima improcedente, siendo en cualquier caso su
resolución inapelable.
Nuevamente, al igual que respecto del artículo anterior, hacemos la aclaración
de que si bien la norma establece la inapelabilidad de las resoluciones del juez,
ello no quita que si las mismas son francamente antojadizas, arbitrarias,
incoherentes, absurdas, el legitimado pueda impugnar tales decisiones ante la
instancia superior del magistrado, sea por conducto del recurso de nulidad, que no
está vedado o de los recursos extraordinarios locales, conforme se describiera en
el artículo anterior, lugar al que remitimos.
Requisitos
Art. 618 — Las personas que pueden pedir la declaración de demencia se
presentarán ante el juez competente exponiendo los hechos y acompañando
certificados de dos médicos, relativos al estado mental del presunto incapaz y
su peligrosidad actual.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
Médicos forenses
Art. 619 — Cuando no fuere posible acompañar dichos certificados, el juez
requerirá la opinión de dos médicos forenses, quienes deberán expedirse
dentro de 48 horas. A ese solo efecto y de acuerdo con las circunstancias del
caso, el juez podrá ordenar la internación del presunto incapaz por igual
plazo, si fuere indispensable para su examen.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Art. 619 bis — ( Artículo incorporado por ley 14.334 (99)). El Juez
oficiará al registro de Actos de Autoprotección establecido en los arts. 184 bis
y subsiguientes del decreto-ley 9020/78 y sus modificatorias, quien deberá
informar sobre el registro de decisiones tomadas por el presunto insano para
la eventual imposibilidad, transitoria o definitiva de tomarlas por sí. De existir
estipulaciones al respecto, las mismas serán remitidas al Juzgado actuante y
consideradas especialmente por el Juez al momento de resolver.
El Juez prescindirá de la consulta en los supuestos en que se demuestre
que el presunto incapaz no tenga patrimonio y se solicite su declaración para
la obtención del Beneficio de Pensión Social, ley 10.205 y sus modificatorias,
o cuando se acredite que por las características del mismo nunca ha gozado
de la capacidad necesaria para otorgar un acto de esta naturaleza.
COMENTARIO
La modificación legislativa viene a receptar un resguardo ya operativizado
desde la praxis judicial, consistente en la indagación en los procesos de
determinación de la capacidad jurídica(100) —tradicionalmente regulados como
"insania" e "inhabilitación"—, acerca de la existencia de directivas anticipadas —o
más genéricamente, estipulaciones previsoras de la futura incapacidad —,
dictadas por la persona sujeta ahora a proceso de determinación de su capacidad
civil(101) .
3. La norma procesal
Por ley 14.154(132) se modifica parcialmente el decreto-ley 9020/78 —Ley
Orgánica del Notariado—, estableciendo la creación expresa del Registro de Actos
de Autoprotección (133).
Se incorpora a dicho decreto el art. 184 bis, conforme al cual el Colegio de
Escribanos ha de llevar un Registro de Actos de Autoprotección, en el que se
tomará razón de las escrituras públicas que dispongan, estipulen o revoquen
decisiones tomadas por el otorgante para la eventual imposibilidad, transitoria o
definitiva, de tomarlas por sí, cualquiera fuere la causa que motivare esa
imposibilidad(134) .
En punto a las rogatorias, se habilita para las mismas a: a) el otorgante del acto;
b) el notario autorizante o cualquier otro que tenga competencia para actuar en el
mismo registro notarial.; c) el juez competente para entender en el asunto (art. 184
ter).
La normativa regula igualmente los datos a consignar en la registración de
dichos instrumentos(135) y la atención de esta oficina.
El Registro tiene carácter reservado y sólo pueden expedirse certificaciones a
requerimiento de: a) el otorgante, por sí o por medio de apoderado con facultades
expresas conferidas en escritura pública; b) juez competente.; c) personas
habilitadas por el otorgante para solicitarlo, conforme con el art. 5º, inc. d), de la
ley, con el alcance allí indicado. En caso de estar acreditado el fallecimiento del
otorgante, sólo se expedirán certificaciones por orden judicial (art. 184 quinquies).
En punto al art. 619 bis y la obligación de oficiar al Registro de actos de
Autoprotección, se establece que el Juez "prescindirá de la consulta en los
supuestos en que se demuestre que el presunto incapaz no tenga patrimonio y se
solicite su declaración para la obtención del Beneficio de Pensión Social, ley
10.205 y sus modificatorias, o cuando se acredite que por las características del
mismo nunca ha gozado de la capacidad necesaria para otorgar un acto de esta
naturaleza".
Por su parte, en relación con la solicitud de informes a los fines de la indagación
sobre la autodesignación de curador o tutor, también se "prescindirá de la consulta
en los supuestos en que se demuestre que el presunto incapaz no tenga
patrimonio y se solicite su declaración para la obtención del Beneficio de Pensión
Social, ley 10.205 y sus modificatorias, o cuando se acredite que por las
características del mismo nunca ha gozado de la capacidad necesaria para
otorgar un acto de esta naturaleza". Tres son así las excepciones, en nuestro
humilde entender, cuestionables, que prevé la valiosa previsión legal incorporada
al Código Procesal(136) .
Excepciona de la consulta el caso en que el "presunto incapaz no tenga
patrimonio"(137) : la ley olvida aquí la ya referida dualidad en punto al tipo de
actos que estas autoprevisiones pueden abarcar: personales, patrimoniales. De tal
modo, puede una persona no poseer un patrimonio de importancia, o no decidir
anticipar decisiones para su incapacidad en el aspecto patrimonial y sí en cambio
en el personal.
Entendemos que ambos tipos de previsiones deben presentar interés para el
juez del proceso de determinación de capacidad civil —conf. art. 12 CDPD y
art. 152 ter Cód. Civil—.
En relación con el proceso de incapacidad promovido "para la obtención del
beneficio de pensión ley 10.205"(138) , cabe efectuar dos advertencias.
La primera, que cuando un proceso de interdicción se inicia, aunque su origen o
la pretensión que motorice a los legitimados a su promoción (art. 145 Cód. Civil)
sea la obtención de un beneficio social, se abre un proceso de indagación de la
capacidad civil de la persona, cuyo resultado final será —salvo el supuesto de
rechazo de la acción— la determinación de mecanismos de apoyos y
salvaguardas acordes a las capacidades y actos que se limiten -o para los casos
en que se mantiene el régimen tradicional, la declaración de incapacidad o
inhabilitación—.
De tal modo, aun cuando el proceso sea iniciado por los legitimados con la
intención de procurar un beneficio social, la declaración de restricción al ejercicio
de la capacidad será en su caso dictada y provocará efectos personales y/o
patrimoniales —según cada caso— en la vida de la persona, que incluyen la
eventual limitación de actos (art. 152 ter Cód. Civil) y la designación de curador.
En tal sentido, no se aprecia entonces justificada la diferenciación fundada en la
razón que motivó a los legitimados al inicio del proceso.
Párrafo aparte merece la mención relacionada con la finalidad de la promoción
del proceso de incapacidad: obtener la asignación de un beneficio social (139).
Sostenemos que estas prestaciones —pensiones no contributivas— son debidas
en función de la diferencia que importa la condición de discapacidad —en una
acepción de discriminación positiva, de igualación de oportunidades—; constituyen
así una medida de acción positiva estatal a favor de la persona con discapacidad
(art. 75 inc. 23 C.N.).
Tal como ha tenido ocasión de resolver la jurisprudencia más avanzada(140) ,
resulta inconstitucional la exigencia de las normas reglamentarias(141) y las
prácticas administrativas que requieren la declaración de incapacidad y la
designación de curador a los fines de otorgar un beneficio de pensión a favor de la
persona con discapacidad mental —declaración judicial que no es exigida en
cambio para las personas con discapacidad física—.
De tal modo, estas exigencias resultan viciadas de inconstitucionalidad(142) y
desajuste convencional(143) , en cuanto obligan a la promoción de un proceso de
limitación de la capacidad civil, al solo fin de la obtención de un beneficio
previsional.
El requisito administrativo resulta desproporcionado y no adecuado a las
circunstancias personales de la persona con discapacidad, en los términos del
art. 12 de la Convención. Asimismo contraviene los ajustes
razonables(144) previstos por este instrumento.
Los fallos referenciados ordenaron a la Administración el pago del beneficio de
pensión independientemente de la existencia de proceso de incapacidad, cuya
apertura incluso no fue decretada(145) .
En relación con la excepción fundada en la situación personal del sujeto,
cuando "se acredite que por las características del mismo nunca ha gozado de la
capacidad necesaria para otorgar un acto de esta naturaleza", entendemos que
esta previsión sólo puede referirse a casos de afecciones severas e irreversibles,
permanentes, que limiten en un inmodificable y elevado porcentaje la aptitud de la
persona —v.gr. retraso mental profundo originado en el nacimiento—, pues en otro
aspecto cabe decir que la mutabilidad y relatividad de los diagnósticos médicos,
así como la modificación y variabilidad del concepto de "enfermedad mental", junto
a los avances de la ciencia médico-psiquiátrica, no permiten establecer
calificaciones rígidas o inamovibles, que cercenen ab initio el acceso al ejercicio
de derechos fundamentales.
Apreciamos por lo demás respecto de la referencia "un acto de esta naturaleza"
— en relación con el de autoprotección—, que acorde el contenido variable de
estas estipulaciones, también distinta será la apreciación, según el objeto del acto.
Así, frente a determinados diagnósticos podría tal vez concluirse acerca de una
mayor improbabilidad del otorgamiento de un acto patrimonial, pero no quizás de
un acto personal, como ser la designación del curador.
Pareciera por lo demás al menos riesgoso, que en el inicio del proceso el Juez
ya pudiera concluir en pos de una tajante improbabilidad de otorgamiento de estos
actos autorreferenciales, cuando no cuenta siquiera con la pericia interdisciplinaria
—conf. ley 26.657— que le permitirá tener una acabada comprensión de las
aptitudes o limitaciones de la persona con disfunción mental, sin incurrir en un
prejuzgamiento o discriminación infundada(146) .
Resolución
Art. 620 — Con los recaudos de los artículos anteriores y previa vista al
ministerio público el juez resolverá:
1º) El nombramiento de un curador provisional, que recaerá en un abogado
de la matrícula. Sus funciones subsistirán hasta que se discierna la curatela
definitiva o se desestime la demanda.
2º) La fijación de un plazo no mayor de 30 días, dentro del cual deberán
producirse todas las pruebas.
3º) La designación de oficio de tres médicos psiquiatras o legistas, para que
informen, dentro del plazo preindicado, sobre el estado actual de las
facultades mentales del presunto insano. Dicha resolución se notificará
personalmente a aquél.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Cumplidos los recaudos de los arts. 618 o 619 en su caso, el Juez interviniente
habrá de resolver la apertura o no del proceso. En efecto, sin perjuicio de que la
norma dispone que el juez resolverá acerca de las cuestiones contenidas en los
tres incisos que enumera —nombramiento de curador provisorio, fijación de plazo
de producción de pruebas y designación de peritos oficiales—, corresponde
advertir que, previamente, el juez se ha pronunciado en dicha resolución en favor
de la apertura del proceso, opción que no es imperativa; por el contrario, el Juez
deberá meritar si existen los elementos suficientes para resolver la apertura de un
proceso de entidad, tal como es un juicio de determinación de eventuales
restricciones a la capacidad jurídica de una persona.
De tal modo el art. 620 contiene el llamado "auto de apertura" del proceso, para
cuyo dictado el magistrado habrá de conferir previa vista al Ministerio Público —
Asesoría de Incapaces— a efectos de que se pronuncie y dictamine acerca de la
apertura o no del proceso. Cumplida dicha vista, el Juez se encuentra en
condiciones de resolver al respecto.
En función de los principios de concentración y celeridad que rigen al Fuero de
Familia y a estos procesos especiales en particular, habrá de concentrarse en esta
única resolución la determinación de los tres incisos exigidos por el artículo, así
como otras diligencias que la praxis judicial ha incorporado, a saber: el libramiento
de oficio al Registro de Juicios Universales a efectos de conocer la eventual
existencia de otros procesos de incapacidad en trámite ante otro Departamento
Judicial; la diligencia ahora incorporada al art. 619 bis pero que era de práctica
judicial preexistente, esto es, el libramiento de oficio al Registro de Actos de
Autoprotección existente en el Colegio de Escribanos de cada Departamental; el
libramiento de oficio al ANSeS a efectos de que informe la existencia de beneficio
previsional en favor del causante, entre otros.
La resolución que dispone la apertura del proceso debe notificarse
personalmente (art. 135 CPCC) a la persona afectada. No obstante que el artículo
no lo dice, este auto es apelable por la persona, por configurar un gravamen
irreparable, en cuanto importa la apertura de un proceso de eventual
cercenamiento de su capacidad civil, y que más allá del resultado final que arroje
constituye una injerencia estatal en su vida privada y la judicialización de su
situación personal.
Ninguna de las normas de este capítulo involucran activamente a la persona
afectada en el proceso; menos aún le reconocen expresamente su calidad de
parte. No obstante, así ha de entenderse y en tal sentido se ha pronunciado la
doctrina más moderna(176) . El hecho de reconocerle dicho carácter de parte
permitirá viabilizar una intervención activa de la persona en defensa del
mantenimiento de su capacidad —si es que así lo pretende—, con un amplio
espectro de actuación, que no se limita al solo efecto de recibir notificaciones de
decisorios, ni de ofrecer pruebas en defensa de su capacidad (arts. 620 y 621).
En este sentido, el Proyecto de Código Civil y Comercial ha mejorado en mucho
las regulaciones procesales, reconociendo un auténtico carácter de parte a la
persona con discapacidad sujeto del proceso, conclusión que se desprende desde
las "Reglas generales" de estos procesos (art. 31) así como de las normas
particulares que así lo establecen.
En efecto, las Reglas generales prevén como principio la participación de la
persona en el proceso y la garantía de defensa, que será aportada por el Estado si
carece de medios.
En cuanto a la participación de la persona en su proceso, éste emerge desde el
inicio con el reconocimiento expreso de la posibilidad de peticionar la apertura de
su propio proceso (art. 33, inc. a]), a lo que suma la garantía de inmediatez como
exigencia de validez de los actos procesales a cumplir (at. 35) y el expreso
reconocimiento de su carácter de parte: "La persona en cuyo interés se lleva
adelante el proceso es parte y puede aportar todas las pruebas que hacen a su
defensa" (art. 36).
El derecho de defensa se garantiza con la participación obligatoria de la
persona con debido patrocinio letrado, el que debe existir desde el inicio del
proceso: "(...) Interpuesta la solicitud de declaración de incapacidad o de
restricción de la capacidad ante el juez correspondiente a su domicilio o del lugar
de su internación, si la persona en cuyo interés se lleva adelante el proceso ha
comparecido sin abogado, se le debe nombrar uno para que la represente y le
preste asistencia letrada en el juicio (...)" (art. 36). La actuación de dicho abogado
apunta a defender la voluntad y los intereses de la persona y desempeñarse
desde los principios y reglas generales del art. 31 y siguientes del Proyecto y
presenta claras diferencias con la función del curador provisorio, quien actúa
direccionado a obtener la sentencia que entienda conforme al mejor interés de la
persona, pudiendo pronunciarse en favor de la restricción de la capacidad aunque
aquélla se oponga.
Estas reglas generales apuntan a asegurar el principio de inmediatez que debe
regir durante todo el proceso (cfr. art. 35) y que han sido reconocidas por la Corte
Suprema de Justicia, al establecer que "resulta imperioso —atento su
vulnerabilidad y desprotección—, extremar la salvaguarda del principio de
inmediatez en resguardo de los derechos fundamentales de las personas
internadas forzosamente, en procura de su eficaz protección"(177) .
El art. 75, inc. 23, que exige la implementación de medidas de acción
positiva(178) a favor de los grupos vulnerables, entre ellos, la discapacidad. Estas
disposiciones consagran un principio central del derecho, el del favor
debilis (179), en beneficio de los grupos más desfavorecidos.
Todos los derechos humanos son pronta e inmediatamente exigibles y
justiciables, y la mejor forma de dar expresión concreta a esta postura doctrinal es
a partir de la garantía del acceso a la justicia(180) .
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad —ley
26.378— en su art. 13 postula el Acceso a la justicia en los siguientes términos: "1.
Los Estados partes asegurarán que las personas con discapacidad tengan acceso
a la justicia en igualdad de condiciones con las demás, incluso mediante ajustes
de procedimiento y adecuados a la edad, para facilitar el desempeño de las
funciones efectivas de esas personas como participantes directos e indirectos,
incluida la declaración como testigos, en todos los procedimientos judiciales, con
inclusión de la etapa de investigación y otras etapas preliminares".
La situación de vulnerabilidad y su innegable relación con la posibilidad de
acceso a la justicia fue también materia de tratamiento de las 100 Reglas de
Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las Personas en Condición de
Vulnerabilidad (181). Las Reglas justamente contemplan a la discapacidad entre
las causales de obstrucción del acceso a la justicia (principalmente Regla 3(182) y
Regla 4(183) ); puntualmente la Regla 8 exige "establecer las condiciones
necesarias para garantizar la accesibilidad d las personas con discapacidad al
sistema de justicia, incluyendo aquellas medidas conducentes a utilizar todos los
servicios judiciales requeridos...".
En la materia de realización procesal del acceso a la justicia de las personas
con discapacidad en los procesos de determinación de su capacidad jurídica, la
Fundación Aequitas del Notariado Español, ha venido desarrollando una intensa
actividad tanto en Europa como en Latinoamérica, generando un valioso ámbito de
debate y discusión con participación de juristas, profesionales de otras disciplinas
y representantes del colectivo de la discapacidad. En este marco ha dictado
algunas Recomendaciones en diversos foros celebrados(184) , entre las cuales
seleccionamos las que aparecen más relevantes al tema que nos ocupa. Así, se
ha recomendado que:
— Las personas que intervienen en el procedimiento y aplicación de las normas
referentes a la discapacidad deben recibir formación "humanística" para
adecuarse a las peculiaridades de las personas que son sujetos del
procedimiento(185) .
— Debe lograrse una especialización de todos los operadores en este ámbito:
fiscales, psicólogos, jueces, médicos forenses, abogados... que se adapten a
las necesidades de estos procesos(186) .
— Las cuestiones que afectan a la capacidad y a la dependencia tienen un
carácter multidisciplinar. Por ello, se hace necesaria la coordinación y
comunicación entre los distintos estamentos públicos y privados implicados
en la atención y protección de los discapacitados y dependientes. Jueces,
secretarios judiciales, fiscales(187) , médicos forenses, notarios, trabajadores
sociales, abogados, fundaciones tutelares, asociaciones de familiares,
entidades religiosas, agrupaciones de voluntarios, poderes legislativos y
ejecutivo... en definitiva, es necesaria la coordinación entre todos los
profesionales e instituciones civiles y públicas que tienen entre sus objetivos
una mayor protección de las personas en situación de discapacidad(188) .
— Debe reforzarse el carácter pluridisciplinar de los profesionales que participan
en los procedimientos de incapacitación, así como el trato más humano
posible a las personas con discapacidad y sus familiares(189) .
— En relación con la incapacitación, el diagnóstico solo no es suficiente. Hay
que entrar en la búsqueda de las capacidades adaptativas del afectado(190) .
— En el proceso de incapacitación se pide una graduación en atención al caso
concreto de cada persona que debe ser a la medida exacta, superación de la
terminología actual y del carácter contradictorio que tiene actualmente el
procedimiento de incapacitación; así como una mayor claridad en la
redacción de las resoluciones judiciales, que sean comprensibles por los
ciudadanos. Por ello, debido a las singularidades que tiene el procedimiento
de incapacitación, debemos promover desde este foro una regulación
especial y distinta del resto de los procedimientos. El interés de la persona
sometida al proceso de revisión de su capacidad por encima de otros. (...) La
futura ley de jurisdicción voluntaria debe ser el marco adecuado para el
establecimiento de un procedimiento de incapacitación más justo, flexible y
ponderado(191) .
— El procedimiento de incapacitación es necesario, por la protección que
proporciona a la persona con discapacidad, que ve así completada su
capacidad de obrar, pero debe ser revisado en muchos de sus aspectos: (...)
Debe optarse por una incapacitación adaptada a las necesidades concretas
de cada persona, las incapacitaciones deben graduarse(192) .
Adentrándonos en el análisis puntual de los tres incisos del artículo en
comentario, nos hemos referido en la cita jurisprudencial a las facultades y
alcances de la función del curador provisorio, a lo que remitimos.
En cuanto a la fijación del plazo de pruebas que se determina en 30 días, éste
es susceptible de ampliación en atención a la necesidad de probar acerca de la
adecuada decisión y los alcances de la restricción a la capacidad jurídica. Las
pruebas a producirse se rigen por un criterio amplio, siendo admisible todo medio
que vaya dirigido y guarde relación con el objeto del proceso.
No obstante, no cabe duda de que la prueba central y esencial es la prevista en
el inc. c) de este artículo. En este punto nuevamente se aprecia la falta de
adecuación convencional de buena parte de la normativa vigente en materia de
discapacidad, y que en el caso exhibe, además, el desajuste procesal —que lleva
ya más de tres años— con la ley nacional de salud mental 26.657.
En efecto, no obstante la previsión mantenida por el art. 620 inc. 3º respecto de
"la designación de oficio de tres médicos psiquiatras o legistas, para que informen
(...) sobre el estado actual de las facultades mentales del presunto insano (...)",
ninguna duda cabe de que, en función de la reforma impresa por la Ley Nacional
de Salud Mental, esta prueba ha de cumplirse mediante una
junta interdisciplinaria y no exclusivamente médica.
La exigencia del examen de facultativos impuesta por el art. 142 del Cód. Civil
(reiterada ahora por el art. 152 ter) es una norma de las calificables como de
naturaleza típicamente procesal. Su constitucionalidad, sin embargo, se admite
por considerarse que se trata de reglamentaciones que integran la propia materia
de fondo, así como ocurre con otras materias —v.gr., adopción—.
La jurisprudencia ha dicho que "Si bien la ley 26.657 no establece el modo en el
que debe conformarse el grupo de facultativos, a tal fin debe estarse a lo
dispuesto por el art. 8º de dicha normativa(193) . Sin perder de vista que son los
psiquiatras y psicólogos los profesionales capacitados para establecer el
diagnóstico y pronóstico del estado de salud del causante, no debe descartarse la
opinión de facultativos de otras disciplinas que puedan completar la información a
tener en cuenta por el juzgador(194) .
De la mano del art. 3º de la ley 26.657, que " reconoce a la salud mental como
un proceso determinado por componentes históricos, socioeconómicos, culturales,
biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica
de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y
sociales de toda persona", la determinación de la aptitud de la persona con
discapacidad mental no podría determinarse entonces exclusivamente con
fundamento en el factor y la calificación médica.
En el mismo sentido dispone el art. 5º que "La existencia de diagnóstico en el
campo de la salud mental no autoriza en ningún caso a presumir riesgo de daño o
incapacidad, lo que sólo puede deducirse a partir de una evaluación
interdisciplinaria de cada situación particular en un momento determinado". Esta
norma resalta asimismo entonces la necesidad de actualidad de los exámenes
interdisciplinarios.
La doctrina ha resaltado en esta ley el resquemor a la primacía que la profesión
médica —en la especialidad de la psiquiatría— ha detentado tradicionalmente en
el diagnóstico, evolución y tratamiento del paciente mental, que ahora se
consideran materia propia de varias disciplinas. Así, la ley establece que "debe
promoverse que la atención en salud mental esté a cargo de un equipo
interdisciplinario integrado por profesionales, técnicos y otros trabajadores
capacitados con la debida acreditación de la autoridad competente. Se incluyen
las áreas de psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería, terapia ocupacional
y otras disciplinas o campos pertinentes"(195) .
Correlativamente, se prescribe que el proceso de atención debe realizarse "en
el marco de un abordaje interdisciplinario e intersectorial" (art. 9º); que la
internación debe disponerse en función de criterios terapéuticos interdisciplinarios
(art. 15); la disposición de internación debe contar con una evaluación diagnóstica
interdisciplinaria (art. 16); en fin, la declaración de incapacidad o inhabilitación
requiere un examen de facultativos conformado por evaluaciones
interdisciplinarias (art. 42) y la decisión de "alta, externación o permiso de salida
son facultad del equipo interdisciplinario" que no requiere autorización judicial
(art. 23).
En el ámbito del Fuero de Familia, esta actuación será cumplida por los Equipos
Técnicos (art. 844 CPCC).
Prueba
Art. 621 — El denunciante únicamente podrá aportar pruebas que acrediten
los hechos que hubiese invocado; y el presunto insano las que hagan a la
defensa de su capacidad. Las pruebas que aquéllos o las demás partes
ofrecieren, se producirán en el plazo previsto en el inc. 2) del artículo anterior.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Si bien los presupuestos que condicionan la aplicación del art. 628 CPr.
deben juzgarse en forma estricta, en el caso el único bien que correspondería a la
denunciada se encuentra desocupado y los beneficios previsionales de que goza
no son suficientes para afrontar los gastos derivados de los profesionales a que
alude el art. 626 Cód. cit. Por otro lado, el inmueble de la presunta incapaz
además de no producir rentas genera gastos, lo que lleva a la conclusión de que
en la especie no es de aplicación la norma citada en primer lugar(209) .
2. El curador provisorio a designar en el proceso de insania tiene como función
coadyuvar en el control de legalidad y cumplimiento del debido proceso en
relación con la persona cuya capacidad se encuentra en debate(210) .
3. Aun cuando no se encuentre designado un curador a los bienes o ad bona ,
el curador provisional se encuentra habilitado a peticionar el dictado de medidas
cautelares en resguardo de los bienes del denunciado, así como de su persona —
v.gr. la internación—(211) .
4. La diferencia esencial entre ambos curadores —además de su cometido— se
aprecia desde el punto en que el curador provisorio procede como garantía del
proceso en todo juicio de insania; en tanto la designación del segundo está
supeditada a los recaudos del art. 148 y peligro por el abandono de los bienes a
causa de la situación de su titular(212) .
5. Contándose entre las funciones del curador provisional ad litem , adoptar las
medidas cautelares necesarias de carácter impostergables para la preservación
del patrimonio y resguardo de la persona —en el caso presunta insana— mientras
no media designación de curador ad bona , cabe hacer excepción al principio
restrictivo enunciado en la resolución que rechaza in limine la acción de alimentos
promovida, por resultar indudable que, por su naturaleza, el reclamo intentado no
permite postergaciones, particularmente si se tiene en cuenta el desinterés familiar
que trasuntan las actuaciones principales de insania(213) .
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
4. Tipos de internación
La legislación de salud mental reconoce dos tipos de internación: voluntaria e
involuntaria.
Conforme la primera, se valida el consentimiento informado de la propia
persona respecto de su decisión de someterse oportunamente a un internamiento
como alternativa eficaz de tratamiento ante su afección mental.
Dispone así el art. 16 inc. c) en relación con los recaudos que debe cumplir la
internación: "c) Consentimiento informado de la persona o del representante legal
cuando corresponda. Sólo se considera válido el consentimiento cuando se presta
en estado de lucidez y con comprensión de la situación, y se considerará
invalidado si durante el transcurso de la internación dicho estado se pierde, ya sea
por el estado de salud de la persona o por efecto de los medicamentos o
terapéuticas aplicadas. En tal caso deberá procederse como si se tratase de una
internación involuntaria".
De este modo, lo que define la voluntariedad de la internación es el
consentimiento prestado por la propia persona o su representante legal —en el
caso de menores de edad o personas con máximas restricciones a su
capacidad—. No obstante, la sola prestación del consentimiento por el
representante legal no resultará suficiente cuando la persona afectada no pueda
expresarse con juicio y válidamente respecto a la cuestión, tal como aclara la
norma "sólo se considerará válido el consentimiento cuando se presta en estado
de lucidez y con comprensión de la situación." Así, el consentimiento expresado
por el representante de la persona, durante el curso de una descompensación, no
exime a la internación del control judicial propio al internamiento involuntario.
Este consentimiento resulta un requisito no sólo exigible al inicio de la
internación sino también posteriormente. En efecto, el mismo consentimiento
inicial permite a la persona "en cualquier momento decidir por sí misma el
abandono de la internación". La razón de esta previsión es lógica y se condice con
el carácter voluntario del internamiento.
Sin embargo, si el consentimiento informado inicial, prestado en estado de
lucidez, desaparece durante la internación, automáticamente ésta debe
considerarse involuntaria, cumpliéndose con los recaudos de los arts. 20 y sigtes.
de la ley.
Por su parte, el factor temporal también actúa a efectos de modificar el carácter
voluntario del internamiento, por cuanto siempre que ésta se prolongue más allá
de sesenta días corridos, el equipo de salud a cargo debe comunicarlo al Órgano
de Revisión creado por esta ley —recientemente puesto en vigencia— y al Juez.
El Juez deberá entonces evaluar en un plazo no mayor de cinco días de ser
notificado, "si la internación continúa teniendo carácter voluntario o si la misma
debe pasar a considerarse involuntaria, con los requisitos y garantías establecidas
para esta última situación". (art. 18).
La ley incorpora una previsión válida más allá de las altas dificultades para su
eficacia práctica, en el art. 18 párrafo final: "En caso de que la prolongación de la
internación fuese por problemáticas de orden social, el Juez deberá ordenar al
órgano administrativo correspondiente la inclusión en programas sociales y
dispositivos específicos y la externación a la mayor brevedad posible,
comunicando dicha situación al Órgano de Revisión creado por esta ley".
Esta incorporación guarda relación con la extensa cantidad de situaciones que
históricamente ha puesto de manifiesto la situación de vulnerabilidad a que
quedan expuestas las personas al momento de su externación —sobre todo si el
internamiento fue prolongado—, encontrándose carentes de recursos familiares,
sociales o comunitarios que les permitan su egreso, pasando así muchas a veces
el hospital a constituirse en un recurso habitacional más que sanitario.
En relación con la internación involuntaria —que es la decidida por el equipo
interdisciplinario de salud con posterior control judicial—, la ley de salud mental
regula esta situación a partir del art. 20 y sigtes.
Las internaciones involuntarias proceden únicamente previa evaluación de
equipo interdisciplinario sanitario, quien habrá de determinar, conforme su criterio
profesional, la existencia de "riesgo cierto e inminente para sí o para terceros"
(art. 20).
Se concibe como un recurso terapéutico excepcional en caso de que no sean
posibles los abordajes ambulatorios, que permitan la atención de la persona por
fuera del ámbito internativo.
Según la ley, además de los requisitos comunes a toda internación, la de
carácter involuntario exige: "a) Dictamen profesional del servicio asistencial que
realice la internación. Se debe determinar la situación de riesgo cierto e inminente
a que hace referencia el primer párrafo de este artículo, con la firma de dos
profesionales de diferentes disciplinas, que no tengan relación de parentesco,
amistad o vínculos económicos con la persona, uno de los cuales deberá ser
psicólogo o médico psiquiatra. b) Ausencia de otra alternativa eficaz para su
tratamiento. c) Informe acerca de las instancias previas implementadas si las
hubiera".
El concepto de riesgo cierto e inminente ha sido objeto de reglamentación por
el decreto 603/2013, el que ha profundizado los recaudos a cumplir (art. 20), a fin
de evitar que bajo un cambio de terminología —anterior "peligrosidad"— se
enmascaren similares situaciones arbitrarias a las vividas bajo el viejo sistema.
Cuando se habla de internaciones en general, la ley alude a internaciones
terapéuticas para aventar un riesgo grave, "cierto e inminente", como legitimador
únicamente de una internación involuntaria o forzosa (art. 20). La norma implica
así un intento de pasaje del modelo actual que es facilitador de reclusiones
innecesarias o abusivas —malas prácticas reconocidas y nunca sancionadas— a
uno restrictivo y sólo autorizado como último recurso terapéutico (313) .
Conceptualmente se sustituye el criterio de internación involuntaria que se
sustenta en la confusa noción de peligrosidad para sí o para terceros por la
"constatación de riesgo cierto o inminente con la firma de dos profesionales de
diferentes disciplinas" (art. 20). El art. 16 indica que la internación de pacientes
deberá hacerse con la firma de dos profesionales o técnicos integrantes del equipo
interdisciplinario, uno de los cuales debe ser necesariamente psicólogo o médico
psiquiatra.
Los jueces son ahora entonces monitores y revisores de la legalidad del
procedimiento, pudiendo mantener la internación aun en oposición del criterio del
equipo interdisciplinario. Ello, es evidente, debiendo contar con un informe, estudio
o pericia que avale la decisión. Lo contrario, tornará la sentencia interlocutoria
dictada en consecuencia, un acto nulo, revocable por la Alzada y eventualmente
fundamento válido para ser denunciado por el órgano de revisión ante los
organismos competentes (314).
Las internaciones involuntarias requieren de una evaluación interdisciplinaria,
siendo insuficiente e inoponible en la actualidad, el solo dictamen del médico
psiquiatra o legista; en rigor tal como vimos, ésta es una exigencia no sólo para las
internaciones, sino también en los procesos de insania e inhabilitación, debiendo
entenderse implícitamente derogadas las normas procesales vigentes en sentido
contrario, en función de lo dispuesto por el art. 152 ter, Código Civil, introducido
por la ley 26.657.
Tanto en los casos de las internaciones dispuestas por orden judicial, como en
las perfeccionadas contra la voluntad de la persona por el equipo de salud
tratante, los permisos de salida, así como las externaciones, deben ser decididos y
efectivizados directamente por dicho equipo interdisciplinario, con la condición, de
que una vez dispuesta sea inmediatamente comunicada al tribunal competente,
único autorizado para controlar su legalidad.
En efecto, conforme el art. 23 de la ley, "El alta, externación o permisos de
salida son facultad del equipo de salud que no requiere autorización del Juez. El
mismo deberá ser informado si se tratase de una internación involuntaria, o
voluntaria ya informada en los términos de los arts. 18 o 26 de la presente ley. El
equipo de salud está obligado a externar a la persona o transformar la internación
en voluntaria, cumpliendo los requisitos establecidos en el art. 16 apenas cesa la
situación de riesgo cierto e inminente. Queda exceptuado de lo dispuesto en el
presente artículo, las internaciones realizadas en el marco de lo previsto en el
art. 34 del Código Penal".
Una vez materializada esta internación involuntaria, debe notificarse
obligatoriamente en un plazo de diez horas —corridas, conf. dec. 603— al Juez
competente y al órgano de Revisión, debiendo agregarse a las cuarenta y ocho
horas como máximo todas las constancias previstas en el art. 20.
Es aquí donde se materializa la intervención del Juez, en el ejercicio del control
de legalidad y razonabilidad de la internación. Para este fin, en el plazo máximo de
tres días corridos desde la notificación el juez debe: "a) autorizar, si evalúa que
están dadas las causales previstas por esta ley, b) requerir informes ampliatorios
de los profesionales tratantes o indicar peritajes externos, siempre que no
perjudiquen la evolución del tratamiento, tendientes a evaluar si existen los
supuestos necesarios que justifiquen la medida extrema de la internación
involuntaria, y/o c) denegar, en caso de evaluar que no existen los supuestos
necesarios para la medida de internación involuntaria, en cuyo caso debe
asegurar la externación de forma inmediata". Aquí sí operará la excepción a la
regla de decisión de la externación de la persona por el ámbito sanitario, debiendo
en este caso previsto por el inc. c), ordenarse directamente el egreso.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Valor y función de la pericia . a) La pericia tiene como función la de actuar
como garantía de un pronunciamiento que incidirá en una cuestión tan
trascendental como lo es la vinculada con la capacidad de obrar de las personas,
según la correcta consideración de la relevancia de este medio probatorio para
dilucidar lo que constituye el objeto de la investigación(338) .
b) El dictamen pericial "no sólo tiene el objeto de ilustrar el criterio del juez sino
que también constituye una garantía en beneficio del denunciado(339) .
c) Debe distinguirse entre el dictamen que admite la enfermedad mental y el que
la niega; en el segundo caso, el juez debe sujetarse a las conclusiones pues
apartarse de ellas significaría desconocer el valor de un dictamen impuesto como
garantía para el denunciado. Si el dictamen en cambio se pronunciara por la
existencia del aspecto psiquiátrico, el juez —en base a otros elementos de
convicción— podría llegar a la solución contraria pues la resolución no afectaría la
capacidad del denunciado —por el contrario— y por ende no quedaría afectada la
función de garantía que el Código atribuye a la pericia(340) .
d) Las dolencias y afecciones propias de la edad avanzada, no pueden
convertirse por sí solas en fuente de disminución de la capacidad civil. De ser ello
así todo anciano se encontraría en la situación aludida, o la ley habría
contemplado límites de edad máxima para la capacidad plena(341) .
e) La ancianidad como proceso fisiológico normal no excluye la salud, por lo que
no puede entenderse que no gozan de ella personas en quienes la ciencia médica
no registra modos de ser anormales en relación a su edad, máxime si no se
demuestra el elemento jurídico determinante de la restricción a la capacidad(342) .
f) No obstante que en el proceso de insania el dictamen médico constituye la
prueba esencial, lo cierto es que su objeto se limita a verificar la existencia de la
enfermedad y sus alcances en la vida de relación del enfermo, en tanto que
incumbe exclusivamente al juzgador determinar si la persona contra quien se
sigue el proceso requiere protección jurídica y, en su caso, en qué medida(343) .
g) El art. 141 Cód. Civil determina la base para establecer la interdicción,
indicando el factor psiquiátrico que permita dar seguridad al pronunciamiento, y el
factor jurídico sobre la finalidad del mismo, que es en tanto y en cuanto la dolencia
afecte la aptitud para el manejo de su persona y de sus bienes; por consiguiente,
la importancia de la afección mental, dejando de lado la denominación y ubicación
dentro del cuadro científico de las de su índole, está contemplada en la medida en
que impida dirigir la persona o administrar los bienes. De ahí que en los juicios de
insania, el dictamen médico reviste fundamental importancia y constituye prueba
legal, quedando a cargo del juzgador su consideración y calificación jurídica(344) .
h) Establecida la existencia de la enfermedad mental, su encuadre dependerá
del criterio o presupuesto jurídico, es decir que no sólo si se detecta determinada
enfermedad mental es factible dicha declaración sino que a ello debe agregarse la
incidencia de la enfermedad mental en la aptitud de la persona; y ello es tarea del
Magistrado interviniente en cada caso concreto(345) .
i) En los procesos de insania, la pericia médica asume una importancia
relevante y si los peritos son concordantes y categóricos, el juez no podría en la
práctica apartarse de ellos; pero resulta claro que si las opiniones de los médicos
resultaran divergentes, podrá escoger la que a su juicio ofrezca un desarrollo más
razonable y convincente o que esté más de acuerdo con las otras pruebas que se
hubieran aportado a la causa(346) .
j) De los requisitos sobre los cuales se deben expedir los profesionales médicos
en los juicios de insania, surge con total claridad que deben manifestarse sobre la
enfermedad mental en sí misma, es decir, sobre el campo de su competencia
médica y en ningún caso sobre el encuadre jurídico que la misma pueda
tener(347) .
k) El informe médico si bien no es la prueba exclusiva en el juicio de insania,
constituye la prueba esencial. Es además indispensable en todos los casos. Pero
su alcance y valoración debe calibrarse en función de la naturaleza técnica,
específica, del mismo y no sobre datos, en que su apreciación resultará también
de otras circunstancias donde las reglas de la sana crítica pueden aplicarse por el
magistrado al analizar los hechos que se invoquen y elaborar, racionalmente, su
propia conclusión(348) .
l) Tanto la demencia en sentido jurídico como la inhabilitación constituyen el
meollo del pronunciamiento judicial y no el del dictamen médico, que debe
limitarse a verificar la existencia de la enfermedad mental y a establecer el alcance
de la misma en la vida de relación del enfermo, porque luego será el juez el que
determine si la persona contra quien se sigue el proceso requiere protección
jurídica(349) .
2. Examen interdisciplinario. a) La Ley Nacional de Salud Mental 26.657 produjo
un profundo impacto en el régimen de capacidad, incapacidad e inhabilitación
previsto por el Código Civil, modificando el art. 482 del mencionado cuerpo legal e
incorporando al mismo el art. 152 ter, a más de reconocer el derecho a la
protección de la salud mental y establecer mecanismos tendientes a asegurar el
goce de los derechos humanos a aquellas personas con padecimientos
mentales(350) .
b) En el marco de los procesos de insania los exámenes periciales adquieren
una función de vital importancia, en tanto aportan elementos que permiten al
juzgador acercarse a la verdad material, resultando necesarios tanto respecto de
internaciones voluntarias, involuntarias, inhabilitaciones o declaraciones de
demencia, situaciones todas ellas en donde se encuentran en juego derechos
personalísimos de raigambre constitucional(351) .
c) Si la sentencia que declara la insania del causante hubiera sido dictada con
anterioridad a la entrada en vigencia de la Res. 3196/11 de la Sup. Corte Bs. As.,
pero estando ya vigente la nueva Ley Nacional de Salud Mental 26.657 y la ley
26.378, corresponde se la deje sin efecto por resultar prematura, en virtud de
haberse dictado sin que se hicieran las pericias médicas interdisciplinarias
requeridas por la primera ley citada, que permite determinar con mayor precisión
las futuras restricciones que eventualmente afectarían el ejercicio de la capacidad
jurídica del causante(352) .
d) A partir de la sanción de la ley 26.657, la composición del grupo de expertos
que debe intervenir en los procesos de insania ha variado a mérito de lo dispuesto
por los arts. 42 y 43 de la mentada norma y la modificación al texto del art. 482 del
Código Civil e incorporación al mismo del art. 152 ter, en cuanto requieren que las
evaluaciones producidas en el marco de los procedimientos de insania e
inhabilitación sean de carácter interdisciplinario(353) .
e) Si bien la ley 26.657 no establece el modo en el que debe conformarse el
grupo de facultativos, a tal fin debe estarse a lo dispuesto por el art. 8º de dicha
normativa. Sin perder de vista que son los psiquiatras y psicólogos los
profesionales capacitados para establecer el diagnóstico y pronóstico del estado
de salud del causante, no debe descartarse la opinión de facultativos de otras
disciplinas que puedan completar la información a tener en cuenta por el
juzgador (354).
f) No obstante que en los procesos de insania el dictamen médico constituye la
prueba esencial, lo cierto es que su objeto se limita a verificar la existencia de la
enfermedad y sus alcances en la vida de relación del enfermo, en tanto que
incumbe exclusivamente al juzgador determinar si la persona contra quien se
sigue el proceso requiere protección jurídica y, en su caso, en qué medida(355) .
g) A partir de la modificación del régimen de salud mental instituido por la ley
26.657 y la incorporación del art. 152 ter del Código Civil, resulta necesario que en
forma previa al dictado de la sentencia, al declarado incapaz en los términos del
art. 141 del Código Civil, se le realice un examen no sólo conformado por
evaluaciones interdisciplinarias como establece el art. 8º de la ley 26.657, sino
también actualizarlo pues, conforme prevé el art. 7º de la ley, se reconoce el
derecho de las personas con padecimiento mental a que dicho estado no sea
considerado inmodificable(356) .
h) Tomar en cuenta el resultado de un examen psiquiátrico efectuado en forma
unitaria, sin la presencia de otras disciplinas, no resulta suficiente a los fines de
tener por satisfecha la solución brindada por la Nueva Ley de Salud Mental al
requerir el examen por medio de un grupo interdisciplinario de profesionales, toda
vez que al realizarse la entrevista al paciente con la intervención no sólo de un
médico psiquiatra sino también con trabajadores sociales y psicólogos se da
debido cumplimiento a ese requisito esencial mencionado, revelándose ello de los
informes agregados en autos por parte del equipo perteneciente al programa
P.R.E.A. Y de la evaluación interdisciplinaria efectuada en la audiencia realizada
por ante los Estrados del Juzgado, donde se desprende que la causante no
presenta dificultades para administrar el dinero, el tiempo, sus actividades
cotidianas, de relación con su pareja y convivencia con las compañeras con las
que comparte la misma casa y las tareas propias de un hogar, y aunque —según
las especialistas— la misma presenta un trastorno de personalidad congénito,
actualmente no merece inclusión en el art. 152 bis inc. 2º del Código Civil ni
tampoco —claro está— en el 141 del mismo digesto, toda vez que B. controla
dicha patología y acude cuando lo considera necesario a una consulta con su
médico psiquiatra, para su debido control", expresándose asimismo que "de las
conclusiones allí arribadas (en los informes agregados y audiencia realizada) se
desprende que la Sra. B. Z. no padece alteraciones psicopatológicas
inhabilitantes, encontrándose de alta desde hace 4 años y conviviendo con 4
compañeras más desde la fecha de su externación en un hogar de pre alta
(dependiente del Hospital Esteves) y que los efectos de su enfermedad han
mermado debiendo recibir tratamiento psiquiátrico de control únicamente; y que
también de las constancias de las actuaciones se evidencia que en la actualidad
B. no se encuentra en un estado de indefensión que haga necesaria su
interdicción. Máxime teniendo en cuenta que a poco de haberse dictado la
sentencia en el año 1999, el Hospital Esteves —institución donde se hallaba
internada la causante— informa que la misma paciente cobra su pensión
mensualmente, autorizando la jurisdicción que la misma continúe percibiendo su
haber previsional, siempre que su estado de salud se mantenga sin variaciones y
que no implique un menoscabo en su patrimonio, situación que se extiende hasta
la actualidad, es decir luego de 11 años, y que es reeditada en un informe
acompañado en las actuaciones por el Defensor Oficial (357).
i) La pericia realizada en la Oficina Pericial Departamental —sólo por médicos
psiquiatras sin tener en cuenta el contexto social en el que se desarrolla B. y
contención que siente junto con su entorno (compañeras de convivencia y su
compañero) como surge de la evaluación interdisciplinaria realizada— no ha de
ser tenida en cuenta en las presentes en virtud de no cumplir con el requisito
básico que dispone la ley 26.657 en la materia y de reciente dictado (358).
j) Corresponde hacer lugar a los recursos de inaplicabilidad de ley interpuestos,
casando la sentencia que declaró demente a la denunciada y designó curador
definitivo a la insana, cuando la misma se ha fundamentando básicamente en la
pericia médica, y tanto su apreciación como las conclusiones que de ella se
siguen, no se ajustan a los parámetros vigentes de evaluación de la salud mental
de una persona (conf. Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad —CDPD—, aprobada por Resolución de Asamblea General de
Naciones Unidas el 13/6/2006, incorporada a nuestro derecho interno por ley
26.378; asimismo, art. 152 bis y ter, Cód. Civil, conf. ley 26.657 de Salud Mental).
Los mismos se basan en la promoción y protección de su autonomía y dignidad
(arts. 1º, 3º, inc. a], y 4º, CDPD), apreciando la discapacidad como un concepto
que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias,
donde aparece como necesario promover y proteger los derechos humanos de
todas las personas con discapacidad, incluidas aquellas que necesitan un apoyo
más intenso, y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los
derechos humanos y libertades fundamentales (359).
COMENTARIO
COMENTARIO
Sobre esta norma remitimos a lo tratado en los arts. 620 y 625 en relación con
la calidad de parte de la persona cuya capacidad se juzga, lo que sin duda aporta
su posibilidad de cuestionar el informe pericial, en el plazo previsto por la norma.
La misma facultad se reconoce en favor del denunciante, en atención a su
interés en la promoción del proceso. Al curador provisorio —ver comentario
art. 620— respecto de su función de contralor de la legalidad del proceso y
resultado del mismo y al Ministerio Público —Asesor de Incapaces—, en pos de la
defensa de la capacidad de la persona cuyos intereses representa.
Hemos citado asimismo las disposiciones del Proyecto de Reforma de CCCom.,
que prevén expresamente la calidad de parte de la persona, y su comparecencia
con patrocinio letrado autónomo, el que deberá serle proporcionado por el Estado
si carece de medios, como forma de garantizar su derecho de defensa y el debido
proceso.
Sentencia. Recursos
Art. 627 — (Texto según ley 14.363) Antes de pronunciar sentencia el
Juez hará comparecer al presunto insano a su presencia o se trasladará a su
domicilio o lugar de internación. La sentencia se dictará en el plazo de quince
(15) días y se comunicará a los registros de incapaces y del estado civil de
las personas.
Si no se declarase la incapacidad, cuando el Juez estimare que del ejercicio
de la plena capacidad pudiere resultar, presumiblemente, daño a la persona o
patrimonio del que sin haber sido hallado demente presenta disminución de
sus facultades mentales, podrá declararlo inhabilitado en la forma y con el
alcance previstos en el art. 152 bis del Código Civil.
La sentencia será apelable dentro del quinto día, por el denunciante, el
presunto insano o inhabilitado, el curador provisional y el asesor de menores.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Inmediación
La inmediación exigida por el artículo, se funda en la situación de vulnerabilidad
de la persona sujeta al proceso, tomando en consideración la situación de
hiposuficiencia en que se halla la persona en función de su padecimiento y
potenciada en caso de internación.
Esta exigencia se relaciona asimismo con el objetivo de garantizar a la persona
el derecho acceso a la justicia(442) .
El acceso a la justicia se vincula con obligaciones de respeto y garantía del
principio de no discriminación(443) , por cuanto "para alcanzar sus objetivos, el
proceso debe reconocer y resolver los factores de desigualdad real de quienes
son llevados ante la justicia. La presencia de condiciones de desigualdad real
obliga a adoptar medidas de compensación que contribuyan a reducir o eliminar
los obstáculos y deficiencias que impidan o reduzcan la defensa eficaz de los
propios intereses"(444) .
La inmediatez está concebida en el Código procesal como un acto procesal
aislado a cumplir previo al dictado de la sentencia. Empero y no obstante la falta
de adecuación normativa, debe atribuirse una significación más amplia al artículo,
elevando a la inmediatez como un recaudo a cumplir durante todo el proceso de
determinación de restricciones a la capacidad.
El conocimiento directo de la persona no sólo permite al juez la comprensión de
la situación de ésta y de sus habilidades y aptitudes; también viabiliza el derecho a
ser oído en su favor; permite conocer las diversas necesidades de la persona
durante el proceso y habilitar, v.gr., el dictado de decisiones cautelares en
resguardo de sus derechos.
La CDPD establece la obligación de asegurar "que las personas con
discapacidad tengan acceso a la justicia en condiciones de igualdad con las
demás, incluso mediante ajustes de procedimientos y adecuados a la edad, para
facilitar el desempeño de las funciones efectivas de esas personas como
participantes directos e indirectos, incluida la declaración como testigos, en todos
los procedimientos judiciales, con inclusión de la etapa de investigación y otras
etapas preliminares"(445) .
Las Reglas de Brasilia establecen el compromiso de "establecer las condiciones
necesarias para garantizar la accesibilidad de las personas con discapacidad al
sistema de justicia, incluyendo aquellas medidas conducentes a utilizar todos los
servicios judiciales requeridos y disponer de todos los recursos que garanticen su
seguridad, movilidad, comodidad, comprensión, privacidad y comunicación"(446) .
Estas garantías apuntan a posibilitar la realización eficaz y efectiva del principio de
inmediatez en relación a las personas con discapacidad.
La CDPD establece la obligación de adoptar las "medidas pertinentes para
asegurar el acceso de las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones
que las demás, al entorno físico, el transporte, la información y las
comunicaciones..."(447) .
En el proceso de determinación de capacidad jurídica, considerando el
mecanismo de apoyos al ejercicio de la capacidad (art. 12 CDPD), que aparece
también receptado en el Proyecto de Reforma de Código Civil y Comercial
(art. 43), estos mecanismos operan más allá de la asistencia jurídica, v.gr., en el
caso admitiendo la comparecencia al proceso de la persona con discapacidad
acompañada de su apoyo de confianza. De tal modo, estos ajustes razonables de
procedimiento aparecen ya como una obligación a imprimir por el Magistrado
según las condiciones de cada proceso y las personales del sujeto con
discapacidad.
La audiencia del art. 627 exige la participación del Ministerio Público en razón
de su carácter de representante de los derechos de la persona con discapacidad
(art. 59 Cód. Civil). La participación del Ministerio Público ha sido elevada a un
estándar convencional por la Corte Interamericana de Derechos Humanos al
afirmar que "en aras de facilitar el acceso a la justicia de las personas en condición
de vulnerabilidad, es relevante la participación de otras instancias y organismos
estatales que puedan coadyuvar en los procesos judiciales con el fin de garantizar
la protección y defensa de los derechos de dichas personas"(448) .
La Corte Interamericana expresó en el conocido precedente "Furlán": "El
Tribunal destaca que efectivamente el 'asesor de menores' cuenta con una amplia
gama de facultades, las cuales, entre otras cosas, le permiten: i) intervenir y
entablar medidas en defensa de los menores de edad o incapaces las acciones y
recursos pertinentes, ya sea en forma autónoma o junto con sus representantes
necesarios; ii) promover o intervenir en cualquier causa o asunto y requerir todas
las medidas conducentes a la protección de la persona y bienes de los menores,
incapaces e inhabilitados; iii) requerir a las autoridades judiciales la adopción de
medidas tendientes a mejorar la situación de los menores, incapaces e
inhabilitados, y iv) peticionar a las autoridades judiciales la aplicación de las
medidas pertinentes para la protección integral de los menores e incapaces
expuestos por cualquier causa a riesgos inminentes y graves para su salud física o
moral. Respecto del momento procesal en que la autoridad judicial a cargo de un
proceso judicial en el que se encuentre involucrado un menor de edad debe
notificar al 'asesor de menores' (...). En este sentido, la Corte observa que
mientras Sebastián Furlán fue menor de edad no se ofició al asesor de menores, y
tampoco se libró oficio a dicha asesoría una vez se tuvo conocimiento del grado
de discapacidad que sufría Sebastián Furlán. (...) Al respecto, el Tribunal
considera que en aras de facilitar el acceso a la justicia de las personas en
condición de vulnerabilidad, es relevante la participación de otras instancias y
organismos estatales que puedan coadyuvar en los procesos judiciales con el fin
de garantizar la protección y defensa de los derechos de dichas personas.
En este sentido, la Convención de Naciones Unidas sobre Personas con
Discapacidad contiene un artículo estableciendo que los Estados Partes
asegurarán que las personas con discapacidad tengan acceso a la justicia en
igualdad de condiciones con las demás, incluso mediante ajustes de
procedimiento y adecuados a la edad, para facilitar el desempeño de las funciones
efectivas de esas personas como participantes directos e indirectos. Además, la
Corte reitera que si bien los derechos procesales y sus correlativas garantías
procesales son aplicables a todas las personas, en el caso de los niños y las niñas
el ejercicio de aquéllos supone, por las condiciones especiales en las que se
encuentran los menores de edad, la adopción de ciertas medidas específicas con
el propósito de que gocen efectivamente de dichos derechos y garantías. El tipo
de medidas específicas son determinadas por cada Estado Parte y pueden incluir
una representación directa o coadyuvante, según sea el caso, del menor de edad
con el fin de reforzar la garantía del principio del interés superior del menor.
Asimismo, el Tribunal considera que habrán casos, dependiendo del tipo de
deficiencia de la persona, en que sea conveniente que la persona con
discapacidad cuente con la asesoría o intervención de un funcionario público que
pueda ayudar a garantizar que sus derechos sean efectivamente protegidos. En
este sentido, la Corte observa que el asesor de menores no fue notificado por el
juez del proceso civil mientras Sebastián Furlán era un menor de edad ni
posteriormente, cuando se contó con los peritajes que daban cuenta del grado de
su discapacidad, razón por la cual Sebastián Furlán no contó con una garantía, no
sólo obligatoria en el ámbito interno, sino que además habría podido intervenir
mediante las facultades que le concede la ley (...), a coadyuvar en el proceso civil.
Teniendo en cuenta lo anterior, en las circunstancias específicas del presente
caso el asesor de menores e incapaces constituía una herramienta esencial para
enfrentar la vulnerabilidad de Sebastián Furlán por el efecto negativo que
generaba la interrelación entre su discapacidad y los escasos recursos
económicos con que contaban él y su familia, generando, como se mencionó
anteriormente (...), que la pobreza de su entorno tuviera un impacto
desproporcionado en su condición de persona con discapacidad. En
consecuencia, la Corte concluye que se vulneró el derecho a las garantías
judiciales establecido en el art. 8.1, en relación con los arts. 19 y 1.1, todos de la
Convención Americana, en perjuicio de Sebastián Claus Furlán".
De tal modo, no resulta necesario ya explicitar o justificar el porqué de esta
participación esencial en el proceso, ante la contundencia de la decisión de la
CIDH , al elevar la falta de participación del Ministerio Público a una de las
razones de condena a la República Argentina, como manifestación de la violación
del derecho al debido proceso.
El Proyecto de Reforma de Código Civil y Comercial, prevé las exigencias
relacionadas con la participación de la persona, en su art. 31. Al recaudo de
comparecencia personal agrega la ineludible asistencia letrada, que será gratuita
para el caso en que la persona no cuente con medios (art. 31 inc. e]).
Finalmente, resulta imperativo que el Juez, antes de dictar sentencia, tome
conocimiento personal de quien ha sido denunciado; del mismo modo que lo haga
el curador provisorio. Ese encuentro "cara a cara" puede significar la diferencia
entre el dictado de una sentencia de incapacidad y su desestimación. La
inmediación, la impresión personal recabada pueden ser la "punta del iceberg" que
lleve a profundizar los elementos probatorios colectados en la búsqueda por
demostrar la salud mental de la persona o su actitud para desempeñarse en su
vida diaria y en la administración de su patrimonio(449) .
Las normas convencionales importan la tácita modificación de todas aquellas
normativas que devengan incompatibles con los aludidos estándares. Así, no sólo
las normas civiles y procedimentales, sino también todas aquellas regulaciones
internas, diseñadas, v.gr., por las Cortes o máximos organismos jurisdiccionales.
En el caso bonaerense, por ejemplo, debe entenderse modificado lo dispuesto
por la Ac. 1800, de fecha 1/8/1978, de la Suprema Corte, en particular lo dispuesto
por su Capítulo 2, al regular con terminología acorde a la época de su sanción
indudablemente y desfasada de la actual, "De los internados, presuntos insanos y
declarados dementes", disponiendo en su art. 8º: "Los jueces en lo civil y
comercial, deberán cumplir puntualmente con la obligación de tomar contacto
personal con el presunto incapaz, establecida por los arts. 624 y 627 del Código
Procesal, visitándolo con la necesaria frecuencia, cuando aquél se encuentre
internado por tal motivo o por las circunstancias contempladas por el art. 482 del
Código Civil". Es ésta una obligación impresa a los Magistrados en relación con
garantizar la inmediatez frente a la situación de internamiento. Asimismo y según
el art. 9º, "Sin perjuicio del cumplimiento de la referida obligación, dichos
magistrados deberán ejercitar efectivamente el deber de fiscalización que
establece el art. 630 del Código Procesal, por sí —con la conveniente
periodicidad— o por intermedio de los funcionarios a que se refiere dicho
dispositivo legal", esto es, aquello relacionado con la visita, fiscalización, control de
las condiciones de internación, no sólo particulares de la persona sino también
institucionales, materializando en cada caso concreto las exigencias de
periodicidad, temporalidad, justificación y necesariedad de toda internación
psiquiátrica, en los términos que actualmente exige la ley 26.657.
2. Alcances de la sentencia
La sanción de la CDPD implica un giro radical en el modo de abordaje y
construcción de "soluciones" jurídicas para la situación de la persona con
disfunción mental. En la ideología de este instrumento supralegal, ya no se trata
de proteger a la persona "incapaz" conforme un criterio médico tradicional, sino
de integrarla , de promover su máxima inclusión en todas las actividades de la
sociedad en igualdad de oportunidades, suprimiendo las barreras (sobre todo,
las culturales ) que existen en esta sociedad, que les impiden o dificultan su
desempeño.
La Convención resalta que las personas con discapacidad son, primero,
personas. Son sujetos de derechos y de obligaciones. Tienen derecho a la
ciudadanía en plenitud. Tienen derecho a tomar sus propias decisiones
(autodeterminación). Tienen derecho a la mayor autonomía posible. De allí que lo
que necesitan ya no es protección sino apoyo de las instituciones jurídicas y de las
estructuras sociales e incluso adecuaciones de las herramientas con las que
habitualmente cualquier persona se desenvuelve en dichas estructuras(450) .
Desde este enfoque supralegal, es evidente que nos encontramos frente a una
imperiosa necesidad de introducir un profundo cambio de paradigma en los
procesos referidos a la definición de la capacidad jurídica (insania o inhabilitación).
Esta necesidad, mejor dicho, imperativo que impone la Convención de los
Derechos de las Personas con Discapacidad, no puede aguardar hasta la
culminación del proceso de modificación legislativa que "aggiorne" la normativa
civil a los postulados de la Convención. Menos aún, creo, puede la Justicia
postergar la aplicabilidad del instrumento internacional, a la espera del "despertar"
del legislador.
El perfil de la CDPD emerge claramente de su art. 12: reconoce la personalidad
jurídica de la persona con discapacidad (punto 1) y su capacidad jurídica en
igualdad de condiciones en todos los aspectos de la vida (punto 2), obliga a los
Estados partes a brindar los apoyos que pudieran necesitar para ejercer esa
capacidad jurídica (punto 3). Más aún, prevé que deberá asegurarse que
las salvaguardas que se establezcan y las restricciones que se impongan en el
uso de la capacidad "respeten los derechos, la voluntad y las preferencias de la
persona", que no haya una "influencia indebida", que sean "proporcionales y
adaptadas" a las circunstancias del caso, que se apliquen por el "plazo más corto
posible" y estén "sujetas a exámenes periódicos". El cambio de paradigma no
puede ser más evidente.
La Convención reconoce que algunas personas con discapacidad necesitan
ayuda para ejercer su capacidad jurídica, por lo cual los Estados deben hacer lo
posible para prestar apoyo a esas personas(451) .
Si bien es cierto que el tratado no reviste jerarquía constitucional, por no estar
incorporada al art. 75, inc. 22 de la C.N., lo cierto es que recepta los derechos
tutelados por los pactos internacionales de derechos humanos que revisten
jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 C.N.), conformando la primera convención
de derechos humanos específica a la discapacidad, que engloba derechos
preexistentes que se explicitan, desarrollan y refuerzan expresamente para el
colectivo de la "discapacidad" (v.gr., arts. 2º, 16, 17 del Pacto internacional de
Derechos Civiles y Políticos; 1º, 3º de la Convención Americana de Derechos
Humanos, Pacto de San José de Costa Rica; 2º de la Declaración Americana de
los Derechos y Deberes del Hombre, y concs., etc.).
El art. 4º de la CDPD obliga a los Estados Partes a "tomar todas las medidas
pertinentes, incluidas medidas legislativas, para modificar o derogar leyes,
reglamentos, costumbres y prácticas existentes que constituyan discriminación
contra las personas con discapacidad".
A fin de poder apreciar la entidad de la modificación en el sistema legal que
implica haber ratificado el tratado, en el Estudio de Naciones Unidas para la
aplicación del mismo se lee: "Toda ley que prevea que la existencia de una
discapacidad es motivo directo o indirecto para declarar la incapacidad jurídica
entra en conflicto con el reconocimiento de la capacidad jurídica de las personas
con discapacidad consagrado en el párr. 2º del art. 12"(452) .
La recta interpretación de este derecho humano a la capacidad jurídica de las
personas con discapacidad, exige entonces extremar el análisis de la
conveniencia del dictado de la interdicción judicial y de la sustitución de la persona
a través de la designación del curador en los términos tradicionales del art. 468 y
concs. del Código Civil.
En efecto, nuestro Código Civil tradicional no abordó el tratamiento de la
persona como sujeto de derechos sino en función de las relaciones jurídicas que
traba con otros. De allí la importancia con que el codificador reguló —
tajantemente— el tema de la capacidad, apuntada a la aptitud para ser titular
de relaciones jurídicas(453) y los efectos de la incapacidad frente a terceros.
En la actualidad, la valoración del derecho privado —fundamentalmente el
derecho de la persona y familia— no puede desligarse del plafón conformado por
los instrumentos internacionales de derechos humanos (DD.HH.) que revisten en
nuestro ordenamiento jerarquía superior a las leyes (art. 31 C.N.) y algunos de
ellos rango constitucional (art. 75 inc. 22).
Uno de los ideales democráticos que incorpora el DD.HH. es el derecho a ser
diferente, como reflejo de la igualdad democrática y liberal, pero que no puede
confundirse con la igualación(454) . En sintonía con esta concepción se aprecia la
adhesión a los instrumentos internacionales respetuosos de la diversidad y las
minorías, entre ellos, la discapacidad.
El desajuste de la normativa civil en materia de discapacidad mental queda
francamente expuesto a partir de la ratificación por la Argentina de la CDPD
vertebrada a partir del reconocimiento de la diversidad de las personas con
discapacidad(455) . La regulación internacional no apunta ya a la "protección de la
persona", sino a promover, proteger y asegurar el goce de sus derechos en
condiciones de igualdad. El énfasis de la CDPD está puesto en las trabas,
barreras y dificultades que la sociedad antepone a las personas con discapacidad
contra su inclusión(456) .
Uno de los principales efectos de la Convención es la "visibilidad" de este grupo
ciudadano dentro del sistema de DD.HH., la asunción de la discapacidad como
una cuestión de derechos humanos y el aporte de una herramienta jurídica
vinculante a la hora de hacer valer los derechos de estas personas(457) .
En contraposición con estos estándares internacionales, nuestro sistema civil
trata a las personas con disfunción mental en forma regresiva, obviando el respeto
al principio de autonomía (art. 19 C.N.) y decretando su incapacidad civil(458) . La
CDPD cambia el enfoque: la preocupación no es proteger a estas personas como
propietarios de bienes o titulares de relaciones jurídicas, sino proteger sus
derechos, resguardo que no se alcanza plenamente con los sistemas de
representación vigentes, exigiendo medidas más ajustadas a la individualidad.
Si bien todos los artículos de la Convención resultan cruciales a la hora de
definir, postular y promover derechos, su central, el art. 12 reza: "Los Estados
Partes reafirman que las personas con discapacidad tienen derecho al
reconocimiento de su personalidad jurídica. 2. Los Estados Partes reconocerán
que las personas con discapacidad tienen capacidad jurídica en igualdad
condiciones con las demás en todos los aspectos de la vida. 3. Los Estados
Partes adoptarán las medidas pertinentes para proporcionar acceso a las
personas con discapacidad al apoyo que puedan necesitar en el ejercicio de su
capacidad jurídica...".
Un principio básico del derecho internacional es que los Estados partes en un
tratado deben hacer que su legislación y sus prácticas sean coherentes con
aquél (459). La operatividad de estos instrumentos impone a los Estados no sólo
una obligación de respeto —principio de no injerencia—, sino también el
imperativo de adecuar el sistema jurídico interno para asegurar la efectividad de
goce de los derechos reconocidos. En consonancia con ello, la incorporación por
Argentina de la CDPD impone la modificación de la regulación legal inferior que
resulte contraria a los estándares de aquélla (460).
Así, los Parlamentos deberán examinar la legislación vigente a fin de determinar
si hay limitaciones a la capacidad jurídica de las PCD y si las disposiciones de la
ley y la práctica se ajustan a la Convención, que requiere a los Estados adoptar
las medidas pertinentes para garantizar que las PCD que necesiten asistencia en
el ejercicio de su capacidad jurídica la reciban(461) .
No es tarea sencilla determinar el sistema conforme el cual debieran regularse
los mecanismos jurídicos dirigidos a garantizar "el apoyo en el ejercicio de la
capacidad jurídica" de las PCD mental (art. 12 CDPD). Más lineal y "fácil" es sin
duda mantener una solución uniforme, como la interdicción que prevé actualmente
la regulación civil. Sin embargo, esta respuesta viola los derechos humanos de las
personas con discapacidad y compromete al Estado Argentino en su
responsabilidad internacional.
Ante este complejo desafío, la doctrina exhibe dos líneas que derivan de las dos
alternativas posibles: mantener el régimen vigente, modificando la regulación para
acercarla lo más posible a la Convención(462) , o implementar un cambio radical,
un nuevo diseño jurídico ajustado a las exigencias convencionales(463) .
En la primera línea ha quedado el intento de la ley 26.657, que mediante la
redacción del art. 152 ter perdió la oportunidad de efectuar una revisión profunda
del régimen legal, y olvidó la vigencia de un sistema preexistente sobre los efectos
de la incapacitación —arts. 472 y sigtes. Cód. Civil—.
Desde mucho tiempo atrás doctrina(464) y jurisprudencia(465) han intentado la
flexibilización de los sistemas restrictivos de capacidad de obrar, mediante la
implementación de alternativas graduales acordes a la diversidad propia de la
discapacidad.
En este sentido, el art. 152 ter, en el contexto de una reforma altamente
ansiada, anunciante de un "nuevo régimen de salud mental", se conformó con
acercarse —tímida y confusamente (466)— a un ya sólido andamiaje
jurisprudencial-doctrinario, al disponer que "las declaraciones de inhabilitación o
incapacidad" deberán "especificar las funciones y actos que se limitan, procurando
que la afectación de la autonomía personal sea la menor posible". Pareciera así
que el principio —lamentablemente introducido en forma tácita— es el de
capacidad, sólo limitable respecto de los actos que establezca la sentencia. No se
visualiza la compatibilidad de esta regla de capacidad con la dualidad
insania/inhabilitación que se mantuvo; más aún cuando en la inhabilitación el
principio era ya la capacidad (467).
De todos modos, se resalta el acierto en lo que al menos constituye un intento
en relación al establecimiento del principio de "la capacidad como variable",
correlato de lo que en materia de menor edad se proclama como "autonomía
progresiva"(468) .
Aun sin llegar a acuerdo respecto de cuál sería la opción más adecuada para
ajustar la legislación a la Convención, mínimamente, los principios a partir de los
cuales se debiera construir el sistema de protección de las personas con
disfunción intelectual, son los de necesidad, subsidiariedad y
proporcionalidad(469) , sea en relación con las limitaciones a su capacidad, como
respecto a los sistemas de acompañamiento y sostén.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Rehabilitación
Art. 629 — El declarado demente o el inhabilitado, podrá promover su
rehabilitación. El juez designará tres médicos psiquiatras o legistas para que
lo examinen, y de acuerdo con los trámites previstos para la declaración de
demencia, hará o no lugar a la rehabilitación.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Aun cuando el art. 636 del Código Procesal establece que el juez, atendiendo
a las circunstancias de cada caso, podrá disponer, para la fiscalización del
régimen de internación, que el curador provisional o definitivo visiten
periódicamente al internado e informen sobre la evolución de su enfermedad y
régimen de atención al que se encontrase sometido, no corresponde la
designación de la Curadora Oficial como curadora ad litem del causante a los
efectos de controlar la legalidad y fiscalizar el procedimiento tendiente a la
realización de un examen interdisciplinario y posterior pronunciamiento en los
términos del art. 152 ter del Código Civil, toda vez que su intervención en el
procedimiento de revisión de sentencia no está previsto cuando el causante se
encontrara internado voluntariamente y hubiera optado por designar a un abogado
particular (511).
2. Si bien la realización e incorporación de exámenes interdisciplinarios no ha
sido reglamentada ni acompañada por la necesaria reforma de los códigos de rito,
aun cuando las sentencias fueran dictadas con anterioridad a la entrada en
vigencia de la referida ley deben adecuarse a esta nueva normativa(512) .
3. La actuación del curador provisorio tiene lugar en procesos de rehabilitación
aun cuando continúe ejerciendo el Curador Definitivo(513) .
4. Aun cuando la rehabilitación no se hubiere solicitado en los términos del
art. 635 del Código Procesal, analógicamente, y ante la falta de regulación
específica, la figura del Curador Público resulta necesaria para asegurar la
defensa técnica de la persona sometida al proceso de determinación de su
capacidad, en orden a garantizarle el más amplio derecho de defensa en juicio
reconocido por la Constitución Nacional(514) .
5. No resulta procedente la rehabilitación parcial de una persona declarada
incapaz en los términos del art. 141 del Código Civil cuando no se observan vicios
manifiestos en los trámites de la causa y la sentencia tiene su fundamento en la
prueba aportada y el derecho aplicable. Sin perjuicio de ello deberá darse
cumplimiento a lo requerido por la Defensora de Menores de Cámara respecto de
especificar en la sentencia que la causante puede cobrar su pensión, administrar
la economía del hogar y las capacidades conservadas y respecto a la inscripción
correspondiente en el Registro de Menores e Incapaces(515) .
6. El requisito del art. 152 ter del Código Civil no debe derivar en una
"actualización automática" para que el pronunciamiento conserve su validez; sino
que se trata de un requerimiento que busca hacer operativo el principio que
establece que la capacidad jurídica plena es la regla, y su limitación, la excepción.
Agrega que la revisión judicial constituye una de las herramientas mediante las
cuales el dicho poder cumple con el derecho de la causante al trato personalizado
y humanitario y la garantía de acceso directo al órgano de decisión establecidos
en normas internacionales(516) .
7. El permitir el acceso a una revisación que determine el estado actual de salud
psicofísica del causante, a la luz de los nuevos derechos y garantías que otorga
la ley 26.657, lejos está de atacar el fundamento con el cual ha sido dictado el
art. 3 del Código Civil, es decir, aquel que vela por garantizar la seguridad jurídica,
la que de ningún modo se vería atacada, ya que de haber sido modificados
aquellos extremos que admitieron la restricción de la capacidad civil del causante
con su consiguiente modificación en relación a su capacidad, aquélla operaría a
partir de su dictado y no modificaría relaciones jurídicas anteriores(517) .
8. Aparece como disvalioso desde todo punto de vista que al impedir la
aplicación de la nueva ley, el resultado final conduzca a que una persona resulte
—en principio— condenada de por vida a ser considerada incapaz. Si alguna duda
aún cupiere al respecto, viene a mi memoria la enseñanza por autorizada doctrina
al puntualizarse que: "Existen en el ordenamiento argentino hipótesis en que las
leyes pueden aplicarse retroactivamente, aun en ausencia de una disposición legal
en tal sentido. Un ejemplo clásico es el de la aplicación retroactiva de la ley más
benigna que rige en materia penal (art. 2º, Cód. Penal). En este caso, se aprecia
con claridad que el fundamento de la retroactividad es la supuesta mayor justicia
de la norma nueva" (Alberto Bueres, Elena Highton,Código Civil y normas
complementarias, Análisis doctrinario y jurisprudencial , Editorial Hammurabi,
Buenos Aires, 1995, p. 10)(518) .
9. Si bien es cierto que la cuestión es controvertida y la norma no resuelve
precisamente el interrogante acerca de aquellas sentencias que se encuentren
firmes desde hace más de 3 años, esto no puede configurar impedimento alguno
para que los jueces tomen una decisión que tienda a satisfacer los derechos en
forma equitativa y justa de los sujetos involucrados, en miras al marco positivo
imperante en la actualidad (...) En ese sentido, el permitir el acceso a una
revisación que determine el estado actual de salud psicofísica del causante, a la
luz de los nuevos derechos y garantías que otorga la ley 26.657, lejos está de
atacar el fundamento con el cual ha sido dictado el art. 3º del Código Civil, es
decir, aquel que vela por garantizar la seguridad jurídica, la que de ningún modo
se vería atacada, ya que de haber sido modificados aquellos extremos
que admitieron la restricción de la capacidad civil del causante con su
consiguiente modificación en relación a su capacidad, aquélla operaría a partir de
su dictado y no modificaría relaciones jurídicas anteriores (...) Además, aparece
como disvalioso desde todo punto de vista que al impedir la aplicación de la nueva
ley, el resultado final conduzca a que una persona resulte -en principio-
condenada de por vida a ser considerada incapaz(519) .
10. Del informe pericial obrante a fs. 538/543 surge que el Sr. C. "...no presenta
dificultades para administrar sus bienes, sostener su desempeño laboral y
mantener una actividad de relación en el contexto de su labor actual en la que
refiere desempeñarse como agente de seguros...", agregando que "...la dirección
de sus acciones puedan verse perturbadas solamente en aquella situación en que
los actos se ven interferidos o afectados frente a una nueva descompensación.
Estas probabilidades esporádicas y dependientes de desencadenantes
relacionados con tensión emocional..." (...) Por consiguiente, efectuando un
análisis del informe médico y de la medida adoptada por el a quo en la resolución
en crisis —a la luz de lo que dispone la ley 26.378—, entiendo que dicha medida
resulta inadecuada, desproporcional e irrazonable, pues de acuerdo a lo
diagnosticado por el equipo médico y a las circunstancias de la persona (70 años,
agente de seguros, residencia a más de 660 km de esta ciudad) no surge la
necesidad de que al Sr. P. A. C. se le imponga limitaciones al ejercicio de la
capacidad plena que el mismo Juez le ha otorgado en la sentencia de fs. 591/598.
Entiendo que la medida adoptada por el Juez de grado resulta una injerencia
arbitraria en la capacidad y en la vida privada del Sr. P. A. C., violatoria de lo
dispuesto por art. 14.2 de la Convención porque —como bien señala la Defensora
oficial— pues con la imposición de dicha medida se le está vulnerando la facultad
de autogobierno, pues si bien los psiquiatras indicaron un régimen de protección
para e l paciente —control médico psiquiátrico ambulatorio—, también debo
valorar que han señalado que el Sr. Pablo Canto efectúa regularmente dicho
control médico con el Dr. C. en el Hospital Penna de la ciudad de Bahía Blanca,
lugar de residencia del causante. Por otra parte, la medida dictada también resulta
violatoria del art. 23 de la Convención Internacional sobre Derechos de las
Personas con Discapacidad como del art. 7º de la ley 26.657 de Salud Mental. El
art. 23 establece que: "...Los Estados Partes protegerán la privacidad de la
información personal y relativa a la salud y a la rehabilitación de las personas con
discapacidad en igualdad de condiciones con las demás...". Y el art. 7º de la ley
26.657 legisla que "El Estado reconoce a las personas con padecimiento mental
los siguientes derechos:... i) Derecho a no ser identificado ni discriminado por un
padecimiento mental actual o pasado..."(520) .
11. La evaluación de las circunstancias fácticas apuntadas requiere su
confrontación con las normas legales, en especial, con las previsiones de la
nueva ley 26.657 —Derecho a la Protección de la Salud Mental—. Por otra parte,
corresponde reiterar el énfasis puesto de relieve por esta ley en el derecho a la
revisión de las sentencias que juzgan respecto de la capacidad de hecho de las
personas. Dicho énfasis surge del texto del art. 7º que explicita el "derecho a que
el padecimiento mental no sea considerado un estado inmodificable" y, además,
de la modificación respecto del art. 152 ter del Código Civil en el cual se determina
el límite temporal a las sentencias dictadas en estos procesos (art. 42 ley 26.657).
Es por ello que en razón de los elementos probatorios agregados en autos y que
se enunciaran en el acápite respectivo corresponde declarar la procedencia de la
revisión de sentencia peticionada por la Sra. Asesora de Incapaces y en virtud de
las normas aplicables: arts. 34, 618, 629 y concs. del CPC y 150, 152 bis, 152 ter
y concs. del Cód. Civil; arts. 14, 16, 75, incs. 22 y 23, de la Constitución Nacional;
arts. 11, 12, inc. 3º, Constitución de la Pcia. de Buenos Aires; art. 12 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos; art. 5º de la Declaración de los
Derechos y Deberes del Hombre; art. 11 de la Convención Americana de
Derechos Humanos, art. 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos; ley 25.280; ley 26.378; ley 26.657: fallo: I) Haciendo lugar a la revisión
de la sentencia de inhabilitación judicial dictada en fecha 7 de septiembre de 1995,
tal como solicitara la Asesoría de Incapaces interviniente, y en tal sentido
disponiendo la rehabilitación de L. R. C.; II) Disponiendo que cese su intervención
la Curadora Definitiva ; III) Imponiendo las costas a cargo del beneficiario de la
presente (521).
12. Toda declaración judicial de inhabilitación o incapacidad deberá fundarse en
un examen conformado por evaluaciones interdisciplinarias para determinar su
situación jurídica. Tales declaraciones no podrán extenderse por un término mayor
a tres años(522) .
13. Resulta necesario, que en forma previa al dictado de una nueva sentencia
se realice un examen del causante, no sólo conformado por evaluaciones
interdisciplinarias integradas (art. 8º de la ley 26.657), sino también actualizado,
pues conforme prevé el art. 7º de esta ley, se reconoce el derecho de las personas
con padecimiento mental a que dicho estado no sea considerado
inmodificable(523) .
14. Una vez efectuada la nueva evaluación interdisciplinaria, que establece el
art. 152 ter del Código Civil y cumplidas debidamente las notificaciones de la
misma, corresponde dictar una resolución que tenga por cumplida la revisión
contemplada en la norma mencionada y mantenga o modifique, según cada caso
concreto, los alcances de la sentencia anterior, criterio que ha de aplicarse tanto a
las sentencias dictadas con posterioridad a la ley 26.657 como a las dictadas con
anterioridad a su entrada en vigencia(524) .
15. Si ha recaído sentencia en el proceso de insania, aceptado el cargo el
curador definitivo del causante, tras la revisión establecida en el art. 152 ter del
Código Procesal, no se requiere la modificación de los alcances de la sentencia, ni
tampoco se invocan intereses contrapuestos entre el incapaz y su representante,
no se advierte la necesidad de la designación de un curador ad litem (525) .
16. El paso de los tres años previsto por la parte final del art. 152 ter del Código
Civil, no significa la caducidad de la sentencia de interdicción sino que importa la
obligación de revisar dentro de ese plazo si aún concurren en la misma medida los
elementos que condujeron a su dictado. Esa revisión trienal no es un nuevo
proceso de incapacidad y por eso no requiere la misma sustanciación. Por dicho
motivo resulta suficiente la asistencia del causante por su curador y el Defensor de
Menores e Incapaces, deviniendo improcedente designar como curador ad litem al
Curador Oficial (526).
17. No corresponde la designación del curador público como curador provisorio
en el marco de las exclusivas gestiones de control periódico de la vigencia de los
motivos que justificaron la restricción a la capacidad oportunamente decidida a
una persona. Ello pues, la revisión regular de la situación de restricción de la
capacidad no conlleva una reapertura constante de un proceso nuevo cada tres
años, sino que constituyen un repaso de las causas que dieron motivo a esa
restricción(527) .
18. Cuando —como en el caso— ni el causante ni su representante legal
hubieren hecho uso del derecho a designar un abogado —conf. art. 22 ley
26.657— una interpretación concordante de las resoluciones de la DGN permite
concluir que los curadores públicos a quienes se hayan atribuido funciones de
curadores provisorios —en el marco de la distribución de tareas ensayada como
experiencia piloto por la Defensoría General de la Nación— son los encargados de
intervenir en los términos del art. 22 de la ley 26.657 respecto de las internaciones
involuntarias iniciadas antes del 31/7/2011 y en aquellos casos en que la persona
se encontrase bajo un proceso judicial de determinación de su capacidad jurídica,
hubiese o no recaído sentencia y cuente o no con curador privado, si no hubiese
designado un abogado(528) .
19. No corresponde incluir en el marco del art. 22 de la Ley de Salud Mental a
todas las situaciones en que una persona con padecimientos mentales que tenga
afectado su discernimiento se aloje en una residencia distinta de la de su grupo
familiar, pues ello incluiría a muchas situaciones que distan de ser una típica
internación psiquiátrica e importaría una injerencia desproporcionada en la
autonomía personal y familiar —en el caso, se trata de una clínica residencial o
residencia—(529) .
20. Es misión específica del curador definitivo y su representación promiscua
con el asesoramiento comprometido y responsable del equipo terapéutico
interdisciplinario asignado por el sistema de salud la de agotar los recaudos
tendientes a permitir que permanezca residiendo en un contexto familiar la
persona afectada por un cuadro crónico que compromete su salud mental y que le
imposibilita vivir solo. En tal contexto, no corresponde la designación de la
curadora oficial como curadora provisional del causante, pues ello importaría
sumar al proceso a un funcionario que ha sido pensado por la ley para una misión
específica distinta (530).
21. El informe de actualización previsto en el art. 152 ter del Código Civil, podrá
ser realizado por los profesionales de la obra social a la que pertenece el causante
—PAMI—, máxime si se tiene en cuenta que no se trata de una pericia en los
términos del art. 631 del Código Procesal, sino de la actualización del estado de
salud mental, conformado por un equipo interdisciplinario con el que debe contar,
en virtud de lo establecido por el art. 6º de la ley 26.657, a fin de cumplimentar,
entre otras, las evaluaciones previstas por los arts. 8º, 16, 42 y concs. de la
referida ley(531) .
22. Los estudios interdisciplinarios que prevé la ley 26.657 y el art. 152 del
Código Civil, corresponde que los realicen los profesionales médicos de la obra
social(532) .
23. El art. 2º de la ley 24.901 declaró que las obras sociales, entre las cuales se
encuentra comprendida las entidades indicadas en el art. 1º de la ley
23.660 tienen a su cargo con carácter obligatorio, la cobertura total de las
prestaciones básicas enunciadas en la ley. De allí que cabe considerar a OSECAC
entre los sujetos alcanzados por las disposiciones de estas normas
referidas(533) .
24. Resulta improcedente la intervención de la Curadora pública en carácter de
curadora provisoria, cuando no surge del Código Civil ni de la ley 26.657 la
necesidad de que el insano, cuente con la asistencia técnica de un curador
provisorio, cuando el causante ya cuenta con una curadora definitiva(534) .
25. El representante legal, tiene la función primordial del cuidado, asistencia,
protección y seguridad de su curada y, fundamentalmente, la de procurar que la
insana recupere o recobre su capacidad, tal como lo establece el art. 481 del
Código Civil. Asignar una curadora provisoria al insano, cuando el ordenamiento
jurídico vigente no lo impone, importaría asignar herramientas a situaciones que
no las necesitan, distrayéndolas de supuestos de vulnerabilidad en los que existe
premura en contar con ellas(535) .
26. La intervención del Curador Oficial se encuentra supeditada a dos
supuestos particulares: a) cuando representar al presunto insano en el proceso, si
éste careciere de bienes o éstos sólo alcancen para su subsistencia o b) en el
supuesto de que alguno de los legitimados hayan solicitado la rehabilitación del
demente o inhabilitado(536) .
27. Conforme la ley 26.657 de Salud Mental y en mérito al deber de asistencia
que le compete, es la Obra Social del causante quien debe hacerse cargo de
emitir el informe interdisciplinario requerido por el art. 152 ter del Código Civil. Ello
así, toda vez que el art. 6º de aquélla establece que los servicios y efectores de
salud públicos y privados, cualquiera sea la forma jurídica que tengan, son los
facultados para realizarlas (arts. 8º, 16, 42 y concs.), y no existe impedimento legal
para que dichos médicos de la Obra Social la lleven a cabo y expidan el pertinente
informe(537) .
28. No resulta procedente la rehabilitación parcial de una persona declarada
incapaz en los términos del art. 141 del Código Civil cuando no se observan vicios
manifiestos en los trámites de la causa y la sentencia tiene su fundamento en la
prueba aportada y el derecho aplicable. Sin perjuicio de ello deberá darse
cumplimiento a lo requerido por la Defensora de Menores de Cámara respecto de
especificar en la sentencia que la causante puede cobrar su pensión, administrar
la economía del hogar y las capacidades conservadas y respecto a la inscripción
correspondiente en el Registro de Menores e Incapaces(538) .
29. El art. 152 ter del Código Civil, al obligar a revisar los alcances de la
sentencia de incapacidad dentro del plazo de 3 años, a fin de determinar si ese
pronunciamiento se adecua a las circunstancias actuales del causante, establece
una pauta de regularidad en el control de las causas que dieron motivo a la
restricción de la capacidad, por lo que no puede entenderse que dicho plazo
implique la caducidad de los efectos de la sentencia(539) .
29. Los profesionales a cargo de la evaluación interdisciplinaria prevista en el
art. 152 ter del Código Civil no deben revertir necesariamente la calidad de peritos
judiciales, sino que alcanza con que cuenten con título habilitante y tengan la
idoneidad suficiente para llevar a cabo la tarea encomendada. En consecuencia,
no existe obstáculo para que el informe social sea elaborado por personal que
cumple funciones en la curaduría oficial, habida cuenta que tampoco resulta
evidente la existencia de incompatibilidad ni la posibilidad de que estos
profesionales pudieran incurrir en parcialidad en desmedro del causante(540) .
30. Mediante la Resolución DGN N 664/12 del 14 de junio de 2012 la Sra.
Defensora General de la Nación dispuso prohibir que los equipos
interdisciplinarios de dicho ministerio presten funciones ajenas a ese organismo,
dejando a salvo la posibilidad de que en forma excepcional se canalice la petición
a través de la Sra. Defensora General de la Nación. Sin embargo, acudir al
mecanismo descripto vulneraría los principios de economía y celeridad procesal,
viéndose afectada la persona que hay que proteger en vez de beneficiarla. Así las
cosas para evitar ese posible perjuicio resulta conveniente que el informe
socioambiental sea realizado por los profesionales en Servicio Social del Juzgado
de Primera Instancia o, en defecto de ellos, en el ámbito de la Dirección Nacional
de Salud Mental, dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, autoridad de
aplicación de la Ley Nacional de Salud Mental 26.657(541) .
31. El término mencionado en el art. 152 ter del Código Civil deberá
interpretarse en el sentido de que obliga a revisar dentro del plazo de tres años los
alcances de la sentencia dictada —lo que implica un reexamen de la situación del
declarado incapaz— a fin de determinar si ese pronunciamiento se adecua a las
actuales circunstancias del causante.
32. La norma que fija como límite de la interdicción los tres años establece una
pauta de regularidad de control, de repaso de las causas que dieron motivo a la
restricción de la capacidad. Por lo que de ningún modo puede entenderse que
opera la caducidad de la sentencia de incapacidad(542) .
33. De conformidad con lo dispuesto por el nuevo texto del art. 152 ter del
Código Civil, la sentencia debe especificar las funciones y actos que se limitan,
procurando que la afectación de la autonomía funcional sea la menor
posible(543) .
34. Si la sentencia que declara la incapacidad de una persona en los términos
del art. 141 del Código Civil aun cuando fue dictada con antelación a la sanción de
la ley 26.657, basa su pronunciamiento en una evaluación interdisciplinaria al
converger para la formación del razonamiento judicial la intervención de
profesionales de diferentes especialidades, en el marco de la consulta que prevén
los arts. 633 y 253 bis del Código Procesal nada corresponde agregar. Ello, sin
perjuicio de que se deberá tener presente el plazo previsto en el art. 152 ter del
Código Civil(544) .
COMENTARIO
El art. 629 resulta también norma procesal que parcialmente debe entenderse
modificada en función del impacto de la ley nacional 26.657.
La institución de la inhabilitación judicial y la de la rehabilitación requieren una
nueva lectura en el orden jurídico nacional a partir de la reforma constitucional de
1994, la promulgación de las leyes 25.280 —Convención Interamericana para la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Personas con
Discapacidad—, ley 26.378 —Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad— y, finalmente, desde la entrada en vigencia de la ley 26.657 —
Ley Nacional de Salud Mental—.
Corresponde nuevamente reiterar el énfasis puesto de relieve por esta ley
nacional en el derecho a la revisión de las sentencias que juzgan la capacidad de
hecho de las personas. No sólo desde los artículos más generales relacionados
con el principio de la capacidad (arts. 3º, 5º, concs.), sino también del propio
art. 7º, que explicita el "derecho a que el padecimiento mental no sea considerado
un estado inmodificable", en consonancia con lo cual provoca mediante su art. 42
la modificación del Cód. Civil, introduciendo el art. 152 ter que establece la
necesidad de revisión de las sentencias dictadas en estos procesos, con el fin de
verificar con el recaudo de temporalidad impuesto —3 años— la pervivencia de la
justificación de las restricciones oportunamente introducidas(545) .
Este recaudo incorporado a la legislación de fondo, impacta en el modo de
interpretación del art. 629 del CPCC. En efecto, no es ya la rehabilitación el único
modo de provocar una remirada de la sentencia restrictiva dictada, sino que ésta
siempre habrá de merecer un nuevo abordaje, con la periodicidad temporal
establecida, que podrá derivar, eventualmente, en la plena restitución a la
capacidad jurídica de la persona —tradicional "rehabilitación"—.
La norma procesal en comentario, en su expresa regulación, prevé un proceso
autónomo, independiente, que habrá de tramitar ante el mismo juez que dictó la
restricción de capacidad, a resultas del cual la persona devendrá restituida al
ejercicio pleno de su capacidad jurídica. Es éste el objetivo único y lineal de este
proceso: la restitución a la plena capacidad jurídica.
No ha sido previsto en la regulación procesal la posibilidad de revisión de la
sentencia a efectos de ajustar lo oportunamente dictado a las condiciones actuales
—más o menos favorables según el caso—, de la persona. No obstante, en razón
de la modificación operada por la ley 26.657 a través del art. 152 ter Cód. Civil y el
alcance nacional de esta normativa, el proceso de rehabilitación deja de ser la
única alternativa tendiente a la modificación eventual de la sentencia de restricción
oportunamente dictada.
En efecto, dispone el art. 152 ter: "Las declaraciones judiciales de inhabilitación
o incapacidad deberán fundarse en un examen de facultativos conformado por
evaluaciones interdisciplinarias. No podrán extenderse por más de tres (3) años y
deberán especificar las funciones y actos que se limitan, procurando que la
afectación de la autonomía personal sea la menor posible".
Tal como ha quedado de manifiesto en el comentario jurisprudencial
precedente, la interpretación de la norma ha dado lugar a variadas
posturas(546) en relación con la eventual caducidad automática de la sentencia de
interdicción primeramente dictada, prevaleciendo la hermenéutica acorde al
espíritu de la norma, consistente en interpretarla como una exigencia de revisión
en el plazo indicado, pero que no importa caducidad alguna, bajo riesgo de dejar a
la persona expuesta a estado de mayor desprotección.
En este sentido se ha dicho que interpretar que la sentencia mantendría su
vigencia y efectos por tres años, como máximo, colocaría al declarado incapaz en
una situación más desventajosa que la anterior, considerando que tanto los
legitimados para la promoción del proceso como el propio incapaz pueden
promover ante el juez su rehabilitación y ello sin sometimiento a plazo
alguno(547) . Muy por el contrario, el plazo de tres años ha querido introducir la
obligación de una revisión periódica.
Respecto de los tres años como límite para exigir la revisión, en consonancia
con los instrumentos internacionales de derechos humanos ("Declaración de los
Derechos del Retrasado Mental", "Convención Internacional sobre los Derechos
de las Personas con Discapacidad", "Principios aprobados por Naciones Unidas
para la Protección de los Enfermos Mentales", entre otros) y el resto del
ordenamiento jurídico interno, el término de debe interpretarse en el sentido de
que la norma obliga a revisar dentro de ese plazo los alcances de la sentencia
dictada (lo que implica un reexamen de la situación del declarado incapaz o cuya
capacidad fue restringida), a fin de determinar si ese pronunciamiento se adecua a
las actuales circunstancias de éste. Por lo que de ningún modo puede entenderse
como que opera la caducidad de la sentencia de incapacidad(548) .
En tal sentido se ha expresado: "A tenor del art. 152 ter del Cód. Civil, el solo
paso del tiempo no hace cesar ipso iure la incapacidad. La persona declarada
incapaz por el solo transcurrir del plazo de 3 años previsto en la norma no
readquiere su plena capacidad, ya que a esos fines debería promover un proceso
de rehabilitación, proceso que sigue vigente y no ha sido derogado por la
modificación legislativa operada. Transcurrido el plazo de tres años establecido
por el art. 152 ter del Cód. Civil no corresponde promover un nuevo proceso de
determinación de la capacidad, sino que debe incoarse un proceso tendiente a
revisar la sentencia declaración de incapacidad".
En cuanto a la aplicación retroactiva de esta norma —esto es, a las sentencias
ya dictadas a la entrada en vigencia de la 26.657— nos pronunciamos por la
afirmativa conforme lo dispuesto por el art. 3º Cód. Civil. Es así operable en forma
inmediata.
El Proyecto de Reforma de Código Civil y Comercial mejora la redacción del
art. 152 ter vigente, al establecer su art. 49 que "la revisión de la sentencia
declarativa puede tener lugar en cualquier momento, a instancias del interesado".
La norma proyectada introduce en forma expresa la posibilidad de revisión en
cualquier momento —aun previo a los tres años— en favor del acceso a la justicia
por la propia persona y su derecho a la defensa de su capacidad jurídica.
Esta facultad, a su turno, se relaciona con el carácter de parte que el Proyecto
reconoce al interesado en el art. 36.
El art. 40 citado habla de "sentencia declarativa", lo que resulta coherente con el
criterio interdisciplinario propuesto por el proyecto, al entender a la sentencia
declarativa de una situación contextual preexistente, dinámica y no estática, lo
cual posibilita su revisión y modificación acorde el cambio de circunstancias
originarias de la persona.
El cambio que introdujo la ley 26.657 —y que acompaña el Proyecto de
Reforma— es coherente con la concepción interdisciplinaria de la salud mental,
así como con el modelo social de la discapacidad (CDPD). En la regulación civil
tradicional, que ha entendido a la incapacidad desde un concepto biológico-
jurídico, que provoca una rígida consecuencia —la sustitución y representación—,
la modificación de la sentencia originaria sólo puede caber, también, desde una
alternativa absolutista: la rehabilitación. Esto es, o se es incapaz —interdicto— o
se es capaz —rehabilitado—. Por el contrario, las modificaciones impuestas por la
normativa internacional y la Ley de Salud Mental, y sus consecuencias a nivel del
reconocimiento del sistema de graduación de capacidades y aptitudes, del mismo
modo que permiten decretar restricciones a la capacidad jurídica, han de habilitar
como contracara "rehabilitaciones parciales" o, más rectamente expresado,
restituciones parciales al ejercicio de la capacidad jurídica, en caso de resultar
proporcional y ajustado a las circunstancias cambiantes de la persona y su
contexto.
Otro aspecto a señalar es que la rehabilitación importa la promoción de un
nuevo proceso y el dictado de una sentencia de rehabilitación. Por el contrario, la
revisión del art. 152 ter no es un proceso nuevo sino puntualmente una revisión de
la sentencia dictada, previo examen interdisciplinario y reanálisis de las
consideraciones y fundamentos tenidos en cuenta al momento de la decisión
originaria, a fin de mantener los estándares de justificación y proporcionalidad de
la restricción.
Huelga aclarar que es posible que como resultado de esta revisión se
compruebe una modificación trascendente de las circunstancias de la persona,
que habiliten la restitución absoluta a la capacidad jurídica, lo que en el caso
deberá ser así dictado.
Desde el art. 152 ter del Cód. Civil la revisión de la sentencia es, además, un
deber para el Magistrado. Asimismo, es deber del curador instar dicha revisión,
como lo es también del Ministerio Público. En tanto que el tradicional proceso de
rehabilitación es una facultad a promover por las personas interesadas —siendo
posible que una sentencia entonces permanezca pétrea en el tiempo si nadie
provocaba su modificación—, el art. 152 ter Cód. Civil en cambio impone un
reanálisis constante de las sentencias dictadas, a fin de confrontar periódicamente
el mantenimiento de los fundamentos fácticos y su correlato jurídico en el caso
concreto: la restricción a la capacidad.
Por lo demás, es esta revisión un deber del Magistrado, línea que es seguida
por el art. 40 del Proyecto, que además prevé esta facultad en favor del
interesado: "en el supuesto previsto en el art. 32, la sentencia debe ser revisada
por el juez en un plazo no superior a TRES (3) años, sobre la base de nuevos
dictámenes interdisciplinarios y mediando la audiencia personal con el interesado".
El proyecto agrega como recaudo al nuevo dictamen interdisciplinario, la audiencia
personal con el interesado.
La revisión debe tener lugar en todo caso y sin necesidad de justificar cambios
aparentes de las circunstancias originarias; no es necesario justificación alguna
más que el transcurso del tiempo que habilita la revisión.
En relación con el aspecto formal, la revisión prevista en el art. 152 ter del Cód.
Civil puede tramitar en el mismo expediente de declaración de incapacidad o
determinación de capacidad o a través de un incidente de revisión de sentencia.
La legitimación para iniciar esta revisión es la establecida por el art. 141 Cód.
Civil.
No corresponde designar un curador provisorio a los fines del proceso, atento
que la persona cuenta con un curador definitivo ya designado y en ejercicio de
funciones(549) .
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Sordomudo
Art. 631 — Las disposiciones del capítulo anterior regirán, en lo pertinente,
para la declaración de incapacidad del sordomudo que no sabe darse a
entender por escrito o por lenguaje especializado, y, en su caso, para la
cesación de esta incapacidad.
Comentario(1)
1. Noción general
La Real Academia Española considera sordomudo a aquella persona que se
encuentra privada por sordera nativa de la facultad de hablar(2) . En el mismo
sentido, Llambías ha manifestado que, en la noción vulgar, los sordomudos son
aquellos que están privados del habla a causa de su sordera de nacimiento(3) ; y
también Rivera ha expresado que, al margen de la conceptualización legal, se
entiende por sordomudo a aquel que por carecer del sentido auditivo no ha podido
adquirir aptitud para hablar(4) .
Es decir que, fuera de toda consideración jurídica, la nota característica para
definir qué entendemos por sordomudo es la ausencia del sentido de audición y
del habla.
Además, según se extrae de estas definiciones, se pone énfasis en que lo que
origina la incapacidad de hablar, es la sordera que la persona padece. El hombre
aprende a hablar por imitación, generalmente durante la infancia. Por eso, el niño
que nace sordo o que adquiere la sordera en los primeros años de vida no percibe
nada de lo que se habla a su alrededor y, en consecuencia, no lo puede imitar.
Como no tiene sensaciones sonoras, no puede aprender los sonidos que no oye.
Esta dificultad en el aprendizaje provoca que hable deficientemente o que no
hable en lo absoluto.
Por estos motivos, se dice que lo fundamental es la sordera y la mudez es
secundaria, pues termina siendo la consecuencia o suma de la falta de audición.
En este caso, donde el sordomudo es fisiológicamente sordo y accidentalmente
mudo, la mudez puede desaparecer con tratamiento pedagógico adecuado, como
también, con un implante coclear (a través de una operación neuroquirúrgica se
coloca un oído interno artificial en las personas con sordera, permitiendo que
recuperen parte del sentido auditivo), convirtiendo al sordomudo en
sordoparlante(5) .
9. Competencia
a) Competencia según el territorio. El inc. 8º del art. 5º del Código de
Procedimientos bonaerense establece que "será juez competente en los procesos
por declaración de incapacidad por sordomudez, el del domicilio del presunto
incapaz o, en su defecto, el de su residencia".
Esto implica que, en principio, el domicilio que importa para definir la
competencia es el domicilio real. La residencia sólo determinará la competencia
eventualmente ante la falta del domicilio real(23) .
El fundamento de la normativa es garantizar la tutela judicial efectiva; y ello, sólo
se logra a través de la plena vigencia y efectividad del principio de inmediación.
Por ese motivo, se requiere un magistrado que esté presente en el departamento
judicial del lugar en el cual el presunto incapaz vive, para así facilitar el control de
la judicatura en cuanto a la persona y los bienes del sujeto que se busca proteger.
Por otro lado, la misma norma determina que en los procesos de rehabilitación
será juez competente aquel que declaró la interdicción (conf. art. 5º inc. 8º del
Cód. Procesal de Bs. As.).
b) Competencia según la materia. El 28/12/2006 se sancionó la Ley del Fuero
de Familia y del Fuero Penal del Niño (ley 13.634). Por medio de dicha ley se
modificó la integración que hasta entonces existía del fuero de familia(24) , y hasta
se disolvieron los Tribunales colegiados de instancia única (ver art. 8º de la ley
13.634), creándose en su reemplazo los nuevos Juzgados de Familia. En la
actualidad, los Juzgados de Familia resultan ser los organismos con competencia
exclusiva para atender en los procesos de declaración de incapacidad,
inhabilitaciones, sus rehabilitaciones y curatela (actual art. 827 inc. n] del Cód.
Procesal Civil y Comercial de Buenos Aires). No obstante ello, hoy en día continúa
la competencia residual de los Juzgados en lo Civil y Comercial y de los Juzgados
de Paz Letrada respecto de las causas iniciadas con anterioridad a la puesta en
funcionamiento del fuero de familia (Res. Sup. Corte Bs. As. 3360/08 y art. 3º de la
ley 14.116).
11. Procedimiento
El art. 631 del Código de Procedimientos prescribe que para el proceso de
incapacidad por sordomudez regirán las disposiciones que regulan la interdicción
por insania "en lo pertinente".
Por ello, al momento de aplicar las normas, el juez deberá analizar las diversas
causas que impulsan, por un lado, la interdicción por insania y, por otro, la
interdicción por sordomudez. A la par, deberá evaluar la finalidad del instituto para
lograr la adecuación de las normas que rigen el procedimiento de insania a un
proceso en cuyo ámbito se pretende la incapacidad de hecho de quien goza
plenamente de sus facultades mentales.
En efecto, no se justifica aplicar las normas que disponen la internación
(arts. 619, 623, 624, 630 del Cód. Procesal Civ. y Com. en su parte pertinente),
salvo que además de la sordomudez el sujeto padeciera alguna alteración mental,
en cuyo caso, debería proseguirse con la interdicción por insania o inhabilitación
según correspondiera.
El proceso se promueve con una denuncia, mediante un escrito de inicio, que
debe contener los requisitos de los arts. 330 y 618 del Código de Procedimientos.
El denunciante debe justificar su legitimación en los términos del art. 144 del
Código Civil, exponer los hechos claramente, y acompañar dos certificados
médicos.
En el caso de que no se hubiesen adjuntado los certificados médicos, el juez
requerirá la opinión de dos médicos forenses, quienes deberán expedirse en un
plazo de 48 horas (art. 619 del Cód. de Proc. Civ. y Com.).
Presentada la denuncia con arreglo a los requisitos legales, se dará lugar a la
apertura del proceso y, previa vista al asesor de menores e incapaces, el juez
procederá a nombrar un curador provisional ad litem , a fijar un plazo —no mayor
a 30 días—, en el cual deberán producirse todas las pruebas ofrecidas, y a
designar un equipo de evaluación interdisciplinario (art. 152 ter del Código Civil,
introducido por ley 26.657).
El juicio de interdicción por sordomudez deberá inscribirse en el Registro de
Juicios Universales, en virtud de lo normado por los arts. 13 inc. f), 15(27) y 23,
inc. h), del Ac. 3397/08 de la Sup. Corte. Bs. As.
El Código de Procedimientos no ordena dar traslado de la demanda al
causante, sino que únicamente manda a notificar la resolución a la que alude el
art. 620 inc. 3º. No obstante la omisión, consideramos conveniente que, junto con
esta cédula, se adjunte el escrito de inicio y toda la documentación que se hubiere
acompañado, para que el causante pueda contar con toda la información
necesaria para presentarse al proceso a ejercer su derecho de defensa en juicio.
Asimismo, corresponde interpretar que dicha resolución debe también
notificarse, en la misma forma al denunciante, al curador provisional y al
representante del ministerio pupilar, ya que a todos ellos se les confiere el derecho
de proponer medidas probatorias, y es necesario que sepan cuándo comenzará a
correr el plazo de producción de pruebas(28) .
Producido el informe del equipo interdisciplinario (art. 152 ter y 155 del Cód.
Civil) y demás pruebas, se dará traslado por cinco días al denunciante, al presunto
incapaz y al curador provisional y, con su resultado, se dará vista al ministerio
público (art. 626 del Cód. Procesal).
Antes de pronunciar sentencia el juez hará comparecer al presunto incapaz a su
presencia o se trasladará a su domicilio.
La sentencia se dictará en el plazo de quince días y si declarase la incapacidad
del sordomudo deberá inscribirse en Registros de Estado Civil y Capacidad de las
Personas.
a) Enumeración
El art. 156 del Código Civil establece que las personas que pueden solicitar la
declaración judicial de la incapacidad de los dementes pueden pedir la de la
incapacidad de los sordomudos, remitiendo a lo que prescribe el art. 144.
En consecuencia, y teniendo en consideración las salvedades que pueden
hacerse por el objeto y las características particulares del procedimiento, resultan
ser legitimados para iniciar el proceso de declaración de incapacidad por
sordomudez: 1) cualquiera de los cónyuges no separado personalmente o
divorciado vincularmente; 2) los parientes de la persona sordomuda; 3) el
Ministerio Público (en nuestro caso, el Asesor de Incapaces); 4) y el respectivo
cónsul, si la persona fuese extranjera.
El inc. 5º del art. 144 del Código Civil (que otorga legitimación para iniciar la
acción a cualquier persona del pueblo cuando el demente sea furioso o incomode
a sus vecinos) no resulta aplicable en los interdictos por sordomudez, por cuanto
—tal como acertadamente sostiene Llambías— no es procedente la acción
popular para iniciar la declaración de incapacidad por sordomudez por estar
ausente el presupuesto al que está condicionada esa acción(29) .
Además, porque en este supuesto se otorga legitimación a los vecinos con el fin
de proteger sus intereses también; y en el caso del sordomudo, no se ve cómo
podrían encontrarse afectados, más cuando se trata de una persona
completamente lúcida y con todas sus facultades mentales.
c) Justificación de la legitimación
Quien inicia el juicio de interdicción debe indicar sus datos personales y
acreditar, con la documentación pertinente, ser uno de los sujetos que tiene
legitimación para iniciar la acción conforme lo prescripto en el art. 144 del Código
Civil (con las singularidades que ya fueron mencionadas (48)). Así, si se trata de
un pariente o del cónyuge, se deberán acompañar las correspondientes partidas
de nacimiento, de matrimonio o los documentos pertinentes en caso de adopción;
por su parte, el cónsul tendrá que acreditar su condición de tal y la nacionalidad
del denunciado.
a) El curador ad litem
Está contemplado en el art. 147 del Código Civil. Se trata de un curador de
carácter provisional, cuya función es representar y defender al presunto incapaz
durante todo el proceso, y hasta que haya pasado en autoridad de cosa juzgada la
sentencia que declara la interdicción del sordomudo o que la desestima. Una vez
ocurrido esto, el curador provisional cesa en sus funciones.
La designación de este curador es necesaria y forzosa, puesto que de lo
contrario se generaría una verdadera situación de indefensión del presunto
incapaz, que además de ser sordomudo, no sabe leer y escribir, e intenta defender
su capacidad en un proceso predominantemente escrito.
Por estos motivos, cualquier paso procesal que ocurra sin que se dé
intervención al curador provisional será nulo. Siempre deberá correrse previa vista
al curador ad litem.
21. Sentencia
La sentencia deberá dictarse dentro del plazo de quince días. El Código
Procesal Bonaerense no establece a partir de qué momento se computa dicho
plazo. En cambio, el Código Procesal de Nación prescribe que el plazo deberá
contarse "a partir de la contestación de la vista conferida al asesor de menores e
incapaces o, en su caso, del acto a que se refiere el párrafo anterior" (esto es,
desde que se hubiese realizado la entrevista personal con el causante).
No obstante la omisión en la que incurre la ley procesal provincial,
consideramos aplicable lo dispuesto en el Código de Nación, pues la regulación
del procedimiento en ambos códigos es similar y la etapa procesal a la que refiere
el artículo permite hacer extensible dicha solución normativa.
En efecto, la sentencia deberá dictarse dentro del plazo de quince días
contados desde la realización de la entrevista personal con el causante o desde la
contestación de la vista que, en los términos del art. 626 del Código de
Procedimientos bonaerense, se hubiese conferido al asesor de menores.
En lo que respecta al contenido de la sentencia, además del estudio
pormenorizado del caso y de la totalidad de la pruebas producidas, el magistrado
deberá expedirse en particular sobre tres elementos: 1) la existencia verificada de
la sordomudez, 2) la imposibilidad del causante de darse a entender por escrito
(este punto y el anterior, valorando —so pena de nulidad— las conclusiones
vertidas por el equipo interdisciplinario), y 3) la delimitación precisa de las
funciones y actos que de acuerdo a las particularidades del caso corresponden
que sean limitadas, procurando que la afectación de la autonomía personal sea la
menor posible (arts. 54 inc. 4º, 152 ter, 153, 155 y concs. del Código Civil).
Además, el juez deberá nombrar al curador definitivo, quien tendrá que
propender a un mejoramiento total de las posibilidades del declarado incapaz.
La sentencia que declare la incapacidad del sordomudo deberá ser comunicada
al Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas (art. 627 del Cód.
Procesal; arts. 1º y 88 de la ley 26.413(53) , y 3º, 4º y 123, inc. e], de la ley
provincial 14.078(54) ).
22. Recursos
La sentencia será apelable dentro del quinto día. Se encuentran legitimados
para interponer el recurso el denunciante, el presunto incapaz, el curador
provisional y el asesor de menores (último párrafo del art. 627 del Cód. Procesal).
El recurso procede en relación y con efecto suspensivo (art. 242, inc. 1º, y 243,
párrafo segundo, in fine , del Cód. Procesal).
Su resolución compete a la Sala especializada en materia de Familia integrada
a las Cámaras de Apelaciones en lo Civil y Comercial (art. 852 del Cód. Procesal).
26. Costas
El principio general es que las costas del procedimiento de incapacidad del
sordomudo deberán estar a cargo del denunciado, puesto que la denuncia ha sido
formulada en su beneficio y para la protección de sus intereses.
Así lo ha resuelto la Sala 2ª, de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y
Comercial de Mar del Plata, al exponer que "declarada la insania, debe
considerarse que el verdadero causante de los gastos causídicos motivados por la
denuncia no es otro que el propio insano, en cuyo exclusivo interés aquélla ha sido
formulada; razón por la cual no se advierten argumentos valederos para apartarse
de este principio básico enunciado, pues si los gastos ocasionados por la
sustanciación del proceso no recayeran sobre el patrimonio del mismo, tendría
que soportarlo el denunciante, cuando en realidad se tratan de tareas realizadas
únicamente en favor del incapaz" (56) .
Excepcionalmente, el denunciante deberá pagar las costas cuando la promoción
del proceso hubiese sido rechazada y el juez considerase en inexcusable el error
en que incurrió al formular la denuncia, o si ésta fuere maliciosa (art. 628 del Cód.
Procesal).
En este sentido se ha pronunciado la Sala 1ª de la Cámara 2ª de La Plata, al
resolver que "en los procesos de insania siendo estimatoria la sentencia, sea que
se declare la incapacidad o la inhabilitación, las costas corren por cuenta del
insano, en cuyo beneficio se instrumentó el proceso, debiendo considerarse sólo
cuando la denuncia es rechazada, si hubo buena fe o por el contrario, malicia o
error excusable, para imponer las costas al denunciante"(57) .
En ningún caso, los gastos y honorarios, a cargo del presunto incapaz, podrán
exceder, en conjunto, del 10% del monto de sus bienes (segundo párrafo del
art. 628 del Cód. Procesal).
27. Rehabilitación
El art. 631 del Código Procesal prescribe que para el levantamiento de la
interdicción del sordomudo se aplicará lo dispuesto para la rehabilitación del
insano, remitiendo en consecuencia, a lo que establece el art. 629.
Esta última norma ordena al juez a designar a "tres médicos psiquiatras o
legistas" para que examinen al sujeto que se pretende rehabilitar. Pero, tal como
sucede con el supuesto previsto en el art. 620, inc. 3º, se aplicará el sistema de
evaluaciones interdisciplinarias previsto en el art. 152 ter del Código Civil, que ya
hemos mencionado en párrafos precedentes.
Siempre deberá darse intervención al Asesor de Menores e Incapaces (ver
art. 158 del Código Civil, que remite al art. 150).
Son parte en este proceso (que, en rigor, no deja de ser una incidencia dentro
del proceso principal) el sordomudo interdicto, el asesor de menores, el curador
definitivo y el peticionario de la rehabilitación.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
B. Legitimación activa
1. Inhabilitación. Legitimación activa. El art. 144 inc. 2º del Código Civil, al
mencionar a los parientes, no distingue la calidad del parentesco ni se detiene en
grados, aunque es bueno indicar que el parentesco colateral más lejano al cuarto
grado o el parentesco por afinidad que exceda el segundo grado, no confieren
título suficiente para iniciar actuaciones de este tipo(14) .
2. Inhabilitación. Legitimación activa. El derecho reconocido por el art. 144 del
Código Civil, no está subordinado a la inexistencia de parientes más próximos, de
modo que puede ser ejercido supliendo la omisión de parientes más cercanos al
causante. De tal modo no puede hablarse de una supuesta falta de legitimación en
la denunciante, en su condición de nieta de la causante, amén que el hijo de dicha
causante al tomar intervención en autos no opuso la excepción prevista en el
art. 345 inc. 3º del CPCC(15) .
3. Inhabilitación. Legitimación activa y función de la Alzada. La Cámara tiene el
deber de controlar oficiosamente lo que haga a la legitimación procesal para
peticionar en un juicio de inhabilitación en los términos del art. 152 bis del Código
Civil(16) .
C. El curador. Funciones
1. Curador del inhabilitado. Función de asistencia. El curador del inhabilitado, a
diferencia del curador de los otros incapaces, no representa el inhabilitado ni
puede actuar en su nombre (arts. 54 inc. 3º, 56 y 57, Cód. Civil), su función es
asistirlo, integrando con su conformidad la manifestación de voluntad del
inhabilitado. Asistencia implica que el inhabilitado puede ejercer personalmente
sus derechos, pero la voluntad jurídica relevante para el otorgamiento de un acto
jurídico se integra con la del curador, quien debe expresar su asentimiento para la
realización del acto(17) .
2. Legitimación del curador. Inversión de fondos. El curador carece de
legitimación para solicitar una nueva inversión respecto de los fondos
pertenecientes a la persona inhabilitada en los términos del art. 152 bis del Código
Civil, pues es el propio inhabilitado quien debe formular tal pedido, y en caso de
que se entendiese necesario aquél debería asistirlo, pero nunca representarlo,
puesto que no se trata de un incapaz, sino de una persona que actúa por sí misma
y que para determinados actos requiere su consenso (18).
3. Curador. Función de asistencia. La actuación del curador del inhabilitado sólo
es de asistencia, no de representación, como sucede en el caso del curador de un
demente declarado tal en juicio —art. 56 del Código Civil— pues el inhabilitado no
es un incapaz (19).
4. Curador. Legitimación para apelar. Si la inhabilitada se encuentra
debidamente notificada de la regulación de honorarios y no los apeló, el curador
no tiene representación legal para hacerlo, pues la función jurídica del curador es
de asistencia y no de representación(20) .
5. Curador. Función e intervención. También reputo equivocado entender que el
inhabilitado necesita de la intervención del curador para convertir en válidos todos
los actos que realice. La función del curador se limita a asistir y no representar al
inhabilitado, exclusivamente en los actos de disposición entre vivos que efectivice,
y los de administración que expresamente le hayan sido vedados en la sentencia.
En nuestro caso, se trata de un acto de última voluntad y de los denominados
personalísimos, en los cuales no tiene intervención el curador(21) .
D. Competencia
1. Competencia. Diferendo con el caso de la ausencia simple. Funda la
declaración de incompetencia la sentenciante de grado, en el entendimiento que lo
perseguido por la accionante es el pedido de curatela del presunto ausente,
circunstancia que ve contemplada en lo normado por el art. 827 del ritual; empero,
a criterio del Tribunal, la situación contemplada en el inc. n de la citada normativa
difiere, ostensiblemente, del pedido introducido en el libelo inicial, desde que la
competencia que se asigna en forma exclusiva a los Tribunales de Familia
corresponde —entre otros supuestos— en los casos de curatela, cuando lo que se
persigue es la declaración de incapacidad e inhabilitación de una persona
determinada, de manera entonces que al haberse articulado la presente acción
con el objeto de obtener la ausencia simple del encartado y no viéndose
contemplada dicha coyuntura en el ya citado art. 827 del Digesto de forma, ello
conlleva a declarar la competencia de la justicia civil ordinaria(22) .
2. Competencia en caso de internación. Esta Corte ha resuelto que cuando se
ha dispuesto o se solicita una internación en virtud de lo establecido por el art. 482
del Código Civil resulta competente para entender en las actuaciones el juez del
domicilio del causante al tiempo de aquélla, como así también en el juicio de
inhabilitación o insania(23) .
3. Competencia para designar nuevo curador. Es competente para intervenir en
un nuevo pedido de designación de curador definitivo, ante el fallecimiento del
designado anteriormente, el juez que previno en el juicio de insania(24) .
4. Competencia de la inhabilitación cuando un juez previno en la internación de
la persona. El Juez que ha prevenido en la internación de una persona en virtud
de lo dispuesto por el art. 482 del Cód. Civil, será también el competente para
conocer en las nuevas internaciones de aquélla, como así también respecto a la
demanda de su inhabilitación o insania, formulada en el mismo proceso o
independientemente(25) .
5. Competencia. Fuero de atracción en caso de muerte del inhabilitado. En el
caso bajo examen, nos encontramos ante un proceso de inhabilitación y curatela
que se encuentra ajeno al fuero de atracción ejercido por la sucesión del
inhabilitado por el simple motivo de extinguirse su objeto con la muerte del
causante. La acción objeto de juicio de inhabilitación queda extinguida por la
muerte del causante y de ningún modo se encuentra alcanzada por el fuero de
atracción que consagra el art. 3284 del Código Civil(26) .
F. Costas
1.Costas en el proceso de inhabilitación. Fallecimiento de la persona
denunciada. Si en un juicio de inhabilitación se produce la muerte de la persona
denunciada con anterioridad a la finalización del mismo, debe recurrirse a los
principios generales sobre costas, descartándose la aplicación del art. 628, CPCC;
siendo posible examinar si el denunciante ha puesto con razón en funcionamiento
los resortes jurisdiccionales, si ha impulsado la litis en orden al interés que
evidenciaba tener o si se dan situaciones singulares como para imponer las costas
por su orden(29) .
2. Costas en el proceso de inhabilitación. Fallecimiento de la persona
denunciada. El art. 628, CPCC en relación con la imposición de costas en un juicio
de inhabilitación, sólo ha previsto los casos en que éste se desarrolla
normalmente, es decir, que termine con la declaración de insania o inhabilitación o
con el rechazo de la petición inicial. De tal modo, habiéndose producido la muerte
de la persona denunciada antes de la finalización del juicio, no es posible aplicar
dicha norma por haberse rebasado las pautas específicas que ésta impone(30) .
3. Costas en el proceso de inhabilitación. Habiendo acreditado la denunciante,
nieta de la causante, mediante la pericia producida por los profesionales
pertenecientes a la Asesoría Pericial de La Plata, el estado de demencia de
aquélla, resulta justo que fallecida esta última, su sucesión pague el cincuenta (50)
por ciento de las costas, y el restante cincuenta (50) por ciento el hijo de la
causante, quien con su injustificada intervención en el proceso obligó a litigar sin
razón valedera (art. 68 CPCC)(31) .
4. Costas. Muerte del causante previo a su finalización. El art. 628 del Cód.
Procesal, en relación con la imposición de costas en un juicio de inhabilitación,
sólo ha previsto los casos en que éste se desarrolla normalmente, es decir, que
termine con la declaración de insania o inhabilitación o con el rechazo de la
petición inicial, por ello, habiéndose producido la muerte del denunciado antes de
la finalización del juicio, no es posible aplicar la mencionada norma por haberse
rebasado las pautas específicas que ésta impone (32).
5. Costas en el proceso de inhabilitación e insania. En los procesos de insania
siendo estimatoria la sentencia, sea que se declare la incapacidad o la
inhabilitación, las costas corren por cuenta del insano, en cuyo beneficio se
instrumentó el proceso, debiendo considerarse sólo cuando la denuncia es
rechazada, si hubo buena fe o por el contrario, malicia o error excusable, para
imponer las costas al denunciante (art. 628 Cód. Procesal)(33) .
6. Suspensión de proceso de separación de bienes hasta que finalice el proceso
de inhabilitación. Si además de accionarse por separación personal y tenencia de
hijos —para lo cual los inhabilitados tienen plena capacidad para ejercer por sí
mismos los derechos que a ellos hace— se promueve también acción de
separación de bienes, ello justifica la suspensión del proceso hasta tanto finalicen
los trámites del juicio sobre inhabilitación previsto por el art. 152 del Cód. Civil,
frente a los riesgos para el presunto incapaz que aquella pretensión puede llegar a
importar en el supuesto de decretarse posteriormente su disminución(34) .
7. Costas. Muerte del causante previo a su finalización. Si en un juicio por
inhabilitación se produce la muerte del denunciado con anterioridad a la
finalización del mismo, debe recurrirse a los principios generales sobre costas,
descartándose la aplicación del art. 628 del Cód. Procesal, siendo posible
examinar si los denunciantes han puesto con razón en funcionamiento los resortes
jurisdiccionales, si han impulsado la litis en orden al interés que evidenciaron tener
o si se dan singulares situaciones como para imponer las costas por su orden(35) .
G. Casos particulares
1. Inhabilitación. Avanzada edad y senilidad. Las dolencias y afectaciones
propias de la edad avanzada, no pueden convertirse por sí solas en fuente de
disminución de la capacidad civil. De ser ello así todo anciano se encontraría en la
situación aludida o la ley habría contemplado límites de edad máxima para la
capacidad plena. El parámetro conceptual de encuadrar en el plano patológico
todas las desviaciones en relación a un organismo en su pleno desarrollo, es
decir, en comparación con la normalidad en la mediana edad pienso sería tan
inexacto como reputar retardado e incapaz a un recién emancipado por edad en
correlación con el desarrollo emocional-intelectual de la madurez. Por eso para
caracterizarse esa senilidad de patológica debe tratarse de una exageración o
aceleración de los procesos normales de senescencia. El temor de que el anciano
no haga los mejores negocios que podría hacer o inclusive que los haga
mediocres o malos, como lo puede hacer cualquier persona capaz, no tiene su
remedio en la inhabilitación si ello no resulta de un estado patológico(36) .
2. Ancianidad e inhabilitación. Debe desestimarse la declaración de
inhabilitación solicitada respecto de una persona anciana —en el caso, de 90 años
de edad—, pues es el hecho de que pretenda disponer de una suma considerable
de dinero mensualmente para sus gastos no configura un acto de absurdo en el
manejo de sus negocios y finanzas, en tanto no es irracional que pretenda tener
un estándar de vida sin sobresaltos mientras no comprometa su capital ni absorba
la totalidad de sus utilidades(37) .
3. Embriaguez habitual. Informes médicos. No obstante que es al juez a quien le
incumbe determinar si, en el caso, se han verificado los presupuestos de hecho
que prevé el inc. 2º del art. 152 bis del Código Civil invocado en la demanda, lo
cierto es que en función de los fundamentos científicos expuestos por los Señores
peritos médicos psiquiatras de la Asesoría Pericial, no puede prescindirse de las
mismas a la luz de las reglas de la sana crítica (arts. 384 y 474, Cód. Procesal).
Con tal alcance, entiendo que de la apreciación integradora de todos los
elementos de juicio individualizados, cabe considerar, como lo sostiene la Sra.
Asesora de Incapaces, que el caso queda aprehendido en el inc. 1º del art.
152 del Código Civil, a propósito que la embriaguez habitual de una persona la
expone a otorgar actos jurídicos perjudiciales a su persona o patrimonio (arts. 164,
246 y 384, Cód. Procesal). En efecto, a la luz de las reglas de la sana crítica y las
que gobiernan la apreciación de la prueba pericial, que no ha sido enervada por
otros elementos objetivos de juicio, autoriza a considerar que el supuesto de
hecho del sub lite se encuadra en el art. 152 bis, inc. 1º, del Código Civil(38) .
4. Convención Internacional de las Personas con Discapacidad. Sistema de
apoyo familiar. Es procedente desestimar la declaración de inhabilitación respecto
de una persona consumidora de sustancias psicoactivas y, en cambio, fijar un
régimen de protección conforme las pautas establecidas en el art. 12 de la
Convención Internacional de las Personas con Discapacidad, pues si bien es
cierto que no tiene una plena autonomía en los actos de su vida diaria que la
permitan administrarse, también lo es que recibe apoyo familiar para el ejercicio de
su capacidad jurídica, y que tiene apoyo de un profesional, que corroboró su
estabilidad y adherencia al tratamiento(39) .
COMENTARIO
7. Legitimación activa
La legitimación activa difiere según la causal en la que se funda la inhabilitación
promovida.
8. Competencia
10. La demanda
La demanda de inhabilitación debe cumplir los recaudos contenidos en los
arts. 330 y 618 del CPC, en lo que en cada caso resulte aplicable.
Así, deberá incluir los datos personales de quien promueve la acción,
explicando y justificando documentalmente su legitimación activa de conformidad
con el art. 144 incs. 1º a 4º del Código Civil —cuando se trata de las causales de
alcoholismo y toxicomanía o disminuidos mentales (78)— o de conformid ad con lo
normado en el art. 152 bis inc. 3º, si se tratase de un supuesto de prodigalidad.
Deberá indicar con precisión los datos personales de la persona cuya
inhabilitación se requiere, incluyendo su nombre completo, DNI —u otro
documento acreditativo de identidad— y su domicilio real o residencia (arg.
art. 330 inc. 2º del CPC).
Deberá explicarse con claridad cuál es la causal por la cual se pretende
inhabilitar a la persona, detallando todos los antecedentes médicos, familiares,
patrimoniales —o de cualquier otra índole, según sea el caso— que permitan al
juez hacerse una idea acabada del conflicto, de la problemática que motiva el
pedido y de la necesidad o utilidad de acudir al instituto de la inhabilitación (arg.
arts. 330, inc. 4º, y 618 del CPC).
En los casos de los incs. 1º y 2º del art. 152 bis del Código Civil, deberán
acompañarse dos certificados médicos en los cuales se detalle el estado de salud
de la persona y en el que surjan las circunstancias aprehendidas por la norma
como causales de inhabilitación.
De no ser posible acompañar tales constancias, será de aplicación el art. 619
del CPC previsto para el proceso de insania con la salvedad de que el juez deberá
asegurar que ese examen no sea exclusivamente médico (como indica la norma
procesal), sino que deberá estar compuesto de forma tal de garantizar la
modalidad de abordaje interdisciplinario que ha regulado la nueva Ley de Salud
Mental (arts. 8 y sigtes. de la ley 26.657)(79) .
Idéntico criterio deberá adoptarse con relación a las facultades emergentes de
la segunda parte del citado art. 619 del CPC (en cuanto establece la facultad del
juez de ordenar la internación a los fines de la realización del examen forense). En
la actualidad, a nuestro entender, las decisiones de un magistrado en orden a
internar a una persona en un nosocomio en razón de un padecimiento mental —
aun cuando sea a los fines de su evaluación forense— deberán ser adoptadas
atendiendo exclusivamente a los principios y las directrices establecidas en el
capítulo VII de la ley 26.657 y los arts. 14 y sigtes. del decreto reglamentario
603/2013.
En lo que respecta a la causal del inc. 3º del art. 152 bis del Código Civil, si bien
el denunciante no deberá acompañar certificados médicos, deberá acreditar
sumariamente los hechos que demuestren, prima facie , la pérdida o dilapidación
de los bienes por parte del demandado, en forma tal de conferir a la demanda un
respaldo objetivo de verosimilitud y seriedad y de evitar, en consecuencia, la
prosecución de un proceso susceptible de irrogar sensibles perjuicios a aquél(80) .
De todas formas, y como bien dice Rivera, cabe tener presente que también en
los casos de prodigalidad puede devenir necesario realizar una evaluación
psicológica y eventualmente médica dado que no en pocas ocasiones la
prodigalidad revela un estado emocional o espiritual perturbado que el juez debe
conocer para evaluar correctamente la decisión a tomar(81) .
23. Costas
Las costas generadas por la tramitación de un proceso de inhabilitación deben
ser solventadas, en principio, con el patrimonio del propio causante. No por su
calidad de parte "vencida" (repárese que no hay aquí una aplicación del principio
objetivo de la derrota regulado en el art. 68 del CPC), sino porque ha sido en su
beneficio y tutela que ha sido promovida la acción.
Esta tesitura fue sostenida por la Sala C de la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil al resolver que "en el marco de una declaración de inhabilitación de
personas, corresponde confirmar la imposición de costas del proceso al
inhabilitado conforme al principio establecido en el art. 68 del Código Procesal, ya
que de acuerdo con las particularidades de caso, los gastos procesales
ocasionados deben recaer sobre su patrimonio pues la acción fue promovida en
su interés y protección"(102) .
Cabe consignar que en ningún caso los gastos y honorarios a cargo del
presunto insano podrán exceder, en conjunto, del 10% del monto de sus bienes
(art. 628, segundo párrafo, del CPC).
La excepción al principio general que establece que las costas deben ser
soportadas por el denunciado se presenta cuando juez advierte como
"inexcusable" el error en que hubiere incurrido el denunciante al formular la
denuncia, o si ésta fuera maliciosa.
En tal caso, y por aplicación del primer apartado del art. 628 del CPC, las costas
serán soportadas por el denunciante.
En este sentido, la Cámara 2ª de La Plata, Sala 1ª, resolvió que "en los
procesos de insania siendo estimatoria la sentencia, sea que se declare la
incapacidad o la inhabilitación, las costas corren por cuenta del insano, en cuyo
beneficio se instrumentó el proceso, debiendo considerarse sólo cuando la
denuncia es rechazada, si hubo buena fe o por el contrario, malicia o error
excusable, para imponer las costas al denunciante"(103) .
En los casos en que el denunciado muere previo a la sentencia, la Suprema
Corte provincial entendió que "debe recurrirse a los principios generales sobre
costas, descartándose la aplicación del art. 628 del Cód. Procesal, siendo posible
examinar si los denunciantes han puesto con razón en funcionamiento los resortes
jurisdiccionales, si han impulsado la litis en orden al interés que evidenciaron tener
o si se dan singulares situaciones como para imponer las costas por su
orden(104) .
Ausente
Art. 634 — El proceso de declaración de ausencia se ajustará a las
disposiciones nacionales que rigen la materia y, en lo aplicable, a las
establecidas para la declaración de incapacidad.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Simple ausencia
1. Función de la ausencia simple. Presupuestos. La ley prevé, para los
supuestos en los cuales una persona no se halla, fuere necesario cuidar de sus
bienes y no hubiere dejado apoderado o cuando el poder que hubiere otorgado
fuere insuficiente, hubiere caducado o el apoderado no lo hubiere desempeñado
convenientemente, la posibilidad de declarar su ausencia (art. 15, ley 14.394). De
tal forma, luego de haberse podido sustanciar el procedimiento reglado en la ley
14.394 (arts. 15 a 20, ley cit.), se hubiera concluido en la designación de un
representante para quien se encuentra en la situación antedicha. Este curador
hubiera representado al condómino ausente en la división extrajudicial de la cosa
común y evitado de tal manera la promoción de este proceso(1) .
2. Ausencia simple. Competencia. Tal como lo indica la ley 14.394, en el
procedimiento de declaración de ausencia simple será Juez competente el del
domicilio o en su defecto el de la última residencia del ausente (art. 16); ello
significa que solamente se recurrirá a la residencia para determinar el juez
competente, en subsidio, a falta de domicilio o cuando éste fuere desconocido(2) .
COMENTARIO
El artículo en comentario establece las normas procesales aplicables a la
denominada "simple ausencia", regulada en los arts. 15 a 21 de la ley 14.394. No
debe confundirse la simple ausencia con la ausencia con presunción de
fallecimiento. Esta última se encuentra regulada en los arts. 22 a 32 de la ley
14.394 —originalmente tratada en los arts. 110 a 125 del Código Civil— y el
Código Procesal Civil y Comercial bonaerense la menciona expresamente en su
art. 773, a cuyo comentario remitimos(10) .
También debe distinguirse de los supuestos antes mencionados la ausencia por
desaparición forzada regulada en la ley nacional 24.321 para aquellas personas
que hasta el 10 de diciembre de 1983 hubiesen desaparecido involuntariamente
del lugar de su domicilio o residencia, sin que se tenga noticia de su paradero(11) .
Sobre este caso en particular nos referiremos más abajo (ver punto II).
b) Competencia
De conformidad con lo establecido por el art. 16 de la ley 14.394, es competente
el juez del domicilio, o en su defecto, el de la última residencia del ausente. Si éste
no los hubiere tenido en el país o no fuesen conocidos, lo será el del lugar en que
existiesen bienes abandonados, o el que hubiese prevenido cuando dichos bienes
se encontrasen en diversas jurisdicciones. La jurisprudencia bonaerense ha
interpretado al respecto que "en el procedimiento de declaración de ausencia
simple será Juez competente el del domicilio o en su defecto el de la última
residencia del ausente (art. 16); ello significa que solamente se recurrirá a la
residencia para determinar el juez competente, en subsidio, a falta de domicilio o
cuando éste fuere desconocido(13) .
En lo que a la materia respecta, en el ámbito de la provincia de Buenos Aires,
los procesos de ausencia simple corresponden al entendimiento de la justicia civil
y comercial(14) .
c) Legitimación activa
La ausencia simple de una persona y el nombramiento del curador puede ser
requerida por el Ministerio Público y toda persona que tuviera un interés respecto
de los bienes del ausente (art. 17 de la ley 14.394).
f) Costas
Las costas deben soportadas por el patrimonio del declarado ausente en la
inteligencia de que ha sido en su beneficio que se ha instado el
procedimiento(17) .
Recaudos
Art. 635 — La parte que promoviere juicio de alimentos deberá, en un
mismo escrito:
1º) Acreditar el título en cuya virtud los solicita.
2º) Denunciar, siquiera aproximadamente, el caudal de quien deba
suministrarlos.
3º) Acompañar toda la documentación que tuviere en su poder y que haga a
su derecho, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 332.
4º) Ofrecer la prueba de que intentare valerse.
Si se ofreciese prueba testimonial, los testigos declararán en primera
audiencia.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Responsabilidades alimentarias
1. Entre cónyuges. a) El derecho de familia establece obligaciones alimentarias
derivadas del "matrimonio", y ubica a los cónyuges como recíprocamente
responsables (art. 198 Cód. Civil) en virtud del principio de igualdad de ambos(1) ,
no sólo mientras se encuentren unidos, sino también cuando ocurren diversas
vicisitudes matrimoniales, tales como la separación de hecho, la separación
personal, el divorcio vincular o la nulidad (arts. 207, 208, 209, 221, 222, Cód.
Civil).
b) Mientras los cónyuges se encuentran "separados de hecho" y no haya
sentencia que decrete su separación personal, divorcio(2) o nulidad, las
obligaciones alimentarias continúan vigentes, pues éstas provienen del matrimonio
(art. 198, Cód. Civil) y no de la convivencia efectiva(3) ; deberes estos que se
mantienen, con prescindencia de las supuestas culpabilidades que en el futuro
pudiere establecer la sentencia de separación personal o de divorcio (arts.
207, 209, 217, Cód. Civil)(4) .
c) El art. 207 Cód. Civil regula los alimentos debidos al cónyuge inocente de la
separación; el art. 209 Cód. Civil, el derecho alimentario haya o no culpabilidad,
cuando alguno de ellos no tuviera recursos propios suficientes ni posibilidad
razonable de procurárselos; pero, en este marco, los parientes por consanguinidad
están primeros en el orden de prelación y luego el ex cónyuge(5) .
2. De progenitores a hijos. a) Ambos progenitores, conforme su condición y
fortuna, y en la medida de sus posibilidades, tienen responsabilidades alimentarias
derivadas de la patria potestad respecto de sus hijos menores desde la
concepción y hasta los 21 años de edad, o antes de ésta, si se emancipan por
matrimonio o hasta los 18 años si los hijos pueden procurarse los alimentos por
sus propios medios (arts. 126 y 265 —reformados por ley 26.579—, 267, 268,
Cód. Civil)(6) .
b) La contribución económica que efectúa uno de los progenitores no importa la
liberación de la obligación alimentaria del otro (7).
c) Acreditando la imposibilidad de los progenitores, los hijos —por sí o a través
de sus representantes legales— están habilitados a requerir la ayuda de alguno de
los parientes obligados a pasar alimentos, no con la amplitud del art. 267 Cód.
Civil, sino con los alcances del art. 372 Cód. Civil(8) .
d) Según el art. 126 Cód. Civil, reformado por la ley 26.579, los menores
adquieren la mayorías de edad y se emancipan legalmente a partir de los 18 años.
A su vez, el art. 265, reformado por la ley 26.579, dispone que la obligación de los
padres de prestar alimentos a sus hijos, con el alcance establecido en el art. 267,
se extiende hasta la edad de 21 años, salvo que el hijo mayor de edad o el padre,
en su caso, acrediten que cuenta con recursos suficientes para proveérselos por sí
mismo. De ello se desprende que los menores de edad podrán accionar por
alimentos contra sus progenitores a través de sus representantes legales, hasta
que cumplan 18 años; pues a partir de esa edad, cesa la representación legal, y
deberán iniciar o continuar la acción alimentaria por su propia legitimación
procesal, y sus representantes legales no podrán proseguir o iniciar la acción,
salvo que fueren acreedores de un derecho propio por alimentos(9) .
e) El deber alimentario de los padres con respecto a los hijos mayores de edad
que no hubieran cumplido 21 años, no deriva de las relaciones de parentesco, sino
que reviste la misma naturaleza que el derivado de la patria potestad, aunque ese
régimen haya cesado. Ello surge claramente del párrafo agregado por la ley
26.579 al art. 265 del Cód. Civil, en virtud del cual se extiende "con el alcance
establecido en el art. 267" la obligación alimentaria de los padres hasta que los
hijos cumplan 21 años de edad.(10) .
3. Otros parientes. Entre los parientes por consanguinidad, se deben alimentos
los ascendientes y descendientes recíprocamente, siendo preferentes los más
próximos en grado, y a igualdad de grado, los que estén en mejores condiciones
para proporcionarlos (art. 367, inc. 1º, Cód. Civil). También se deben alimentos
entre sí, los hermanos y medio-hermanos (art. 367, inc. 2º, Cód. Civil). Entre los
parientes por afinidad, sólo se deben alimentos los que se encuentren en primer
grado de parentesco (arts. 368, 372, Cód. Civil). El orden de los parientes es
sucesivo o subsidiario y no simultáneo(11) .
E. Alimentos provisorios
1. Procedencia. Los alimentos provisorios participan de la naturaleza de las
medidas cautelares, que tienen características especiales. En su mérito, las
condiciones de admisibilidad de éstos —verosimilitud del derecho y peligro en la
demora— no requieren de prueba fehaciente, toda vez que en rigor se coligen del
título en virtud del cual se reclaman los alimentos y de las necesidades
impostergables que se aspita a cubrir con la cuota(24) .
2. Alimentos pedidos antes, durante y después del juicio de reclamación de
filiación. a) En relación con los alimentos provisionales durante el proceso de
filiación, se ha declarado que si bien el derecho a reclamar alimentos se apoya en
el emplazamiento del estado de hijo, dado el carácter impostergable de las
necesidades que atienden, cabe otorgar alimentos provisionales a quien ha
demandado por filiación y aun antes de iniciado ese proceso, cuando surge prima
facie el vínculo invocado(25) .
b) Para la prestación de alimentos a un hijo extramatrimonial, no es necesaria la
declaración previa de ese carácter en juicio ordinario, ya que basta que prima
facie resulte justificado mediante prueba testimonial o documental o confesión ficta
o expresa del demandado(26) .
3. Impacto de los alimentos provisorios en relación con la sentencia
definitiva. Los alimentos provisorios fijados durante el proceso de alimentos, son
tomados inicialmente a cuenta de la suma que finalmente resulte como cuota de
alimentos en la sentencia definitiva; y si en ésta, la cuota alimentaria se fija en una
cifra superior a la provisoria, para la liquidación de los alimentos atrasados se
descontarán los importes mensuales abonados y sólo se computarán como
deudas las sumas restantes hasta completar la cifra que se corresponde con la
fijada como cuota definitiva(27) .
4. Cese. Los alimentos provisorios que se hubieran fijado durante el proceso de
divorcio o de alimentos en favor de uno de los cónyuges, cesarán cuando recaiga
sentencia de separación personal o divorcio si de ésta no derivara la inocencia del
cónyuge alimentado, y los cónyuges no hubieran celebrado acuerdo alguno en tal
sentido(28) .
COMENTARIO
1. Responsabilidades alimentarias
a) Definición
Se llaman así las obligaciones de carácter humanitario (29) —identificada por
algunos doctrinarios, como asistencial(30) — que pesan sobre quienes deben
proveer a la manutención material de otra persona, a fin de asegurarle a ésta lo
necesario para la sobrevivencia, habitación, vestuario y asistencia de las
enfermedades; que, en casos de urgencia, implica la conservación de la integridad
psicofísica de alimentado(31) .
c) Abuelos
La acción de alimentos en favor de los hijos contra los progenitores —derivada
de la patria potestad—, puede también entablarse simultáneamente contra los
abuelos, por razones de economía procesal, o en un proceso independiente(32) .
Razones de celeridad y economía procesal aconsejan que, de resultar
infructuosos los intentos de la accionante —en el sentido de lograr el cumplimiento
de la obligación alimentaria a cargo del progenitor, obligado principal—, basta esa
sola circunstancia para que la obligación recaiga en los abuelos(33) .
La acción de alimentos dirigida contra los abuelos es una acción directa y no
subsidiaria . Ello así, porque las disposiciones de registro constitucional (arts. 27,
inc. 4º, Convención de los Derechos del Niño; 75, incs. 22 y 23, Constitución
Nacional; 15 y 36, inc. 2º, Constitución de la Provincia de Buenos Aires) desplazan
la operatividad del art. 367 del Código Civil, el cual no es oponible al menor titular
del derecho fundamental y personalísimo que lo legitima a proponer directamente
(no de modo sucesivo o subsidiario) la acción por alimentos contra sus abuelos,
obligados sin más —acreditados los requisitos de procedencia— a su
cumplimiento. Las mutaciones normativas acaecidas por la vía de la Constitución y
los Tratados a ella incorporados, brindan la oferta más práctica y beneficiosa para
asegurar en "tiempo oportuno" la satisfacción del interés superior del menor, sin
quebrantar la regla de razonabilidad. Así es como se da respuesta más adecuada
a un requerimiento que no admite diferimientos y cuya composición se logra con
una interpretación sistémica, putativa, pragmática y teleológica. De ello cabe
sostener que la absoluta fuerza del principio de subsidiaridad es aparente, porque
razones superiores de solidaridad familiar y de atención a las necesidades,
justifican el reclamo, y llevan en la práctica a una razonable flexibilización. Lo que
importa es efectivizar la protección, la asistencia en el momento oportuno. La
comunidad familiar —de la que los parientes también forman parte— debe
responder a ese patrón de solidaridad(34) .
l) Forma
La norma civil que mejor expresa la vía procesal para fijar alimentos provisorios
es la contenida en el art. 375 del Código Civil; ya que, luego de disponer que el
trámite de alimentos será "sumario", dice a continuación: "...y desde el principio de
la causa o en el curso de ella, el juez, según el mérito que arrojaren los hechos
podrá decretar la prestación de alimentos provisorios para el actor, y también las
expensas del pleito, si se justificare absoluta falta de medios para seguirlo".
m) Finalidad
Esta norma civil, de neto corte procesal a pesar de estar contemplada en el
Código de fondo, además de asegurar el tipo de trámite, procura la "tutela judicial
efectiva" (art. 15, Constitución de la Provincia de Buenos Aires) respecto de un
derecho humano cuya protección y garantía no admiten demoras; y, en ese
contexto, asegura la prestación alimentaria desde el inicio del reclamo, a petición
del accionante o, incluso como medida cautelar, antes de promover la acción
principal por alimentos (arts. 195, 232 y concs., CPCC).
p) No son retornables
En el juicio de alimentos, los alimentos recibidos en más, aunque la Cámara los
baje, no son retornables(50) .
q) Modificación
Los montos fijados como alimentos provisorios, admiten modificaciones a lo
largo del proceso —o su cese—; toda vez que, como ocurre también con los
alimentos definitivos, la cobertura debe adaptarse a las variaciones de la vida
misma, tanto en relación con las necesidades de los beneficiarios como respecto
de los vaivenes económicos del pagador.
r) Alimentos provisorios en juicio de filiación
El hijo que aún no tuviera filiación reconocida también podrá solicitar alimentos
provisorios, por sí, o a través de sus representantes legales en su caso. El
reclamo podrá efectuarse aun antes de la demanda por reclamación filiatoria, o
conjuntamente con ella, o durante el transcurso de este proceso; y también, desde
luego, después de haber obtenido sentencia favorable de filiación. En el campo del
proceso de filiación, pueden establecerse alimentos provisorios como medida
cautelar.
"Procede fijar una cuota alimentaria provisoria en el juicio filiatorio, si la
probabilidad de paternidad del alimentante se encuentra prima facie acreditada
mediante el estudio de ADN (Cám. Nac. Civ., Sala M, 30/6/1997, JA, 1999-II-454),
o que haya mediado confesión expresa o ficta del demandado por filiación, o que
quien lo solicita haya obtenido sentencia favorable. Sin embargo, los criterios
varían, pues se ha declarado que es admisible la demanda de alimentos
provisionales para la titulada hija del demandado cuando el derecho invocado
fuera verosímil, sin que pueda supeditarse dicho reclamo al dictado de la
sentencia en el proceso de filiación por cuanto los gastos que deben solventarse
con la pensión alimentaria son improrrogables (Juzg. Civ. Com. y Trab. San
Cristóbal, 30/9/1993, JA, 1996-II-sínt)"(51) .
El Proyecto de Reformas al Código Civil y Comercial de la Nación —conforme la
labor encomendada por el decreto nacional 191/2011 a la Comisión Reformadora
creada al efecto, y el resultado de la obra elevado al Honorable Congreso de la
Nación por Mensaje del Poder Ejecutivo Nacional 884/2012— prevé una norma de
fondo que contempla el tipo de reclamo por esta materia, estableciendo que
durante el proceso de reclamación de la filiación e incluso antes de su inicio, el
juez puede fijar alimentos provisorios contra el presunto progenitor (proyectado a
la fecha como art. 586)(52) .
Audiencia preliminar
Art. 636 — El juez, sin perjuicio de ordenar inmediatamente las medidas
probatorias que fueren solicitadas, señalará una audiencia que tendrá lugar
dentro del plazo que no podrá exceder de diez (10) días, contado desde la
fecha de presentación.
En dicha audiencia, a la que deberán comparecer las partes personalmente
y el representante del ministerio pupilar, si correspondiere, el juez procurará
que aquéllas lleguen a un acuerdo directo, en cuyo caso, lo homologará en
ese mismo acto, poniendo fin al juicio.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Audiencia preliminar
1. Objeto. El propósito de esta audiencia procura la conciliación; y si ésta se
logra, tiene el mismo valor que la sentencia, y la posibilidad de ejecución judicial
de ésta(55) .
2. Notificación. Ejercicio de defensa del demandado. La fijación de la audiencia
de conciliación prevista por esta norma debe efectuarse mediante notificación con
copia de la demanda y de la documentación adjuntada por la actora. El art. 636
CPCC no impide la contestación de la demanda, pues el demandado puede
ejercer su derecho a defensa y producir la prueba que estime necesaria, dentro de
los límites para esa parte establecidos en este proceso especial(56) .
3. Acuerdo sin homologar. Transcurso del tiempo. Cambio de circunstancias. Si
el convenio al que arribaron las partes no fue homologado oportunamente, y con
posterioridad a su firma una de las partes peticiona su nulidad por haber sido
presionada al momento de firmarlo, cabe darle la razón al juez de grado en su
decisión de no homologar dicho convenio, pues sin entrar a analizar la nulidad o
no del convenio, es lo cierto que tanto las resoluciones, como los convenios sobre
tenencia y/o alimentos, revisten el carácter de provisorios, pues si cambian las
circunstancias, pueden ser modificados (doct. arts. 1167 y 647 CPCC).
Encontrándose en autos demostrado fehacientemente el cambio de
circunstancias, se concluye que al tiempo de resolver el juez de grado, ya no
existía acuerdo de las partes en torno a la tenencia y alimentos de sus hijos,
cuestión que torna inviable la homologación de lo convenido; y por ello,
corresponde confirmar la resolución recurrida(57) .
COMENTARIO
5. Tipo de notificación
Resulta necesario aclarar que la notificación del actor se produce ministerio
legis , mientras que la del accionado deberá efectuarse conforme lo dispuesto por
los arts. 135 y 143 y siguientes —estos últimos, reformados por ley 14.142—,
CPCC.
6. Contenido de la notificación
Además de notificar la fecha de la audiencia preliminar, cabe advertir que, a
pesar de no estar previsto en esta norma en análisis, resulta obligatorio el traslado
de la demanda y su documental, para no vulnerar el derecho de defensa en juicio
del demandado (art. 18, C.N.), ya que se trata de un juicio contradictorio.
Dicho traslado deberá ser dispuesto en el mismo auto por el que se fija la fecha
de celebración de la audiencia preliminar prevista por el art. 636 en estudio, y de
esta forma también se anticipan las pretensiones económicas del actor con el fin
de facilitar el acuerdo de conciliación en tal audiencia o, en su caso, de permitir la
articulación de las defensas que estime necesarias el demandado.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
2. Multa
La ley 14.365 ha modificado la redacción anterior de esta norma, que fijaba la
multa en pesos; ahora, la multa habrá de imponerse en base al valor del Jus , y el
aumento de este último importará la actualización inmediata de los valores
mínimos y máximos a considerar para la aplicación judicial de la sanción. Tales
parámetros servirán para que el juez fije el importe correspondiente, tomando en
cuenta, asimismo, los indicadores contenidos en la demanda sobre el caudal
económico del demandado.
En el auto de imposición de la multa se indicará que el importe correspondiente
deberá depositarse en el Banco de la Provincia de Buenos Aires a la orden del
juez interviniente, como perteneciente a la causa alimentaria en trámite; y la suma
será en beneficio del alimentado, quien podrá solicitar al juez su cobro.
COMENTARIO
Incomparecencia justificada
Art. 639 — A la parte actora y a la demandada se les admitirá la
justificación de la incomparecencia por una sola vez. Si la causa subsistiere,
aquéllas deberán hacerse representar por apoderado, bajo apercibimiento de
lo dispuesto en los arts. 637 y 638, según el caso.
COMENTARIO
1. Justificación
Como es lógico, la ley procesal admite la acreditación de circunstancias
justificantes de las ausencias a la audiencia preliminar, tanto del actor como del
demandado. No obstante, la norma advierte sobre la aceptación de
incomparecencias justificadas de cada parte, por una sola vez; pues, conforme la
naturaleza del proceso, la urgencia del caso indica que la nueva fecha fijada para
la celebración de aquella audiencia deba cumplir con su objetivo primordial:
procurar el acuerdo —si éste es posible—, o proseguir con premura el proceso
iniciado.
Para ello se les advertirá judicialmente a las partes que, si persistieran los
motivos justificados para una nueva inasistencia personal, la nueva audiencia se
celebrará con el representante que resulte apoderado por quien no pueda
concurrir a la audiencia fijada; bajo apercibimiento de aplicar al incumplidor las
sanciones previstas en las dos normas anteriores.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Traslado de la demanda y de la documental. El demandado debe ser
notificado de la demanda y de la prueba documental adjuntada a ésta, con
anterioridad a la celebración de la audiencia preliminar; tanto para suscribir un
acuerdo conciliatorio en ésta, como para desplegar sus defensas si no se logra
una conciliación(59) .
2. Plazo para contestar la demanda. El demandado por alimentos se encuentra
habilitado para contestar la demanda y controvertir las pretensiones de la parte
actora, explicando las razones de su oposición; fijándose como límite temporal
para desplegar tal actividad el de la celebración de la audiencia preliminar del
art. 636 CPCC, pudiendo hacerlo antes de esa oportunidad(60) .
3. Pruebas a cargo del demandado. a) Pruebas admitidas. El proceso de
alimentos, por su especial naturaleza, reconoce al demandado en su calidad de
"parte", aunque de actuación limitada por la enumeración legal; ello, conforme
establece el art. 640 CPCC(61) .
b) Pruebas no admitidas. Entre las pruebas no enumeradas por la norma se
encuentran, por ejemplo, las pruebas confesional y testimonial; y la admisión
excepcional(62) es una facultad reservada al juez de la causa. Otro tanto ocurre
con la prueba pericial. La intención del legislador es evitar la dilación del proceso
más allá de las fronteras habilitadas por esta materia especial.
c) Ello no significa que la limitación probatoria del demandado impida el ejercicio
de su defensa, pues ésta puede ejercerse a través de otros medios no
autorizados, cuando sea susceptible de producirse en la audiencia o dentro del
plazo fijado por el art. 644 CPCC(63) .
4. Intervención del demandado en la prueba testimonial de la actora. Si la parte
actora hubiera ofrecido prueba testimonial, y ésta se hubiera realizado en "primera
audiencia" —conforme dispone el art. 635, último párrafo, CPCC—, y si aquellos
testimonios se hubieran producido sin la previa notificación al demandado, este
último podrá solicitar la fijación de nuevas fechas de audiencias testimoniales a fin
de ejercer plenamente su derecho de repreguntar, con lo cual se evitará un
eventual pedido de nulidad de las declaraciones testimoniales que no respetaron
el principio de igualdad entre las partes (art. 16, C.N.)(64) .
COMENTARIO
1. Pruebas
La norma en análisis regula el ejercicio del derecho de defensa en juicio de la
parte demandada, de forma particular para este tipo reclamos (arts. 18, C.N.); sin
embargo, por tratarse de un proceso cuya cuestión no admite demoras, la norma
recorta el tipo de pruebas de las que puede valerse el accionado y el plazo de
producción de las que admite —no más allá del plazo previsto por el art. 641, es
decir, el plazo de producción de prueba ofrecida por la actora—, con el fin de
evitar injustas dilaciones en la resolución de casos como éste, que involucra
cuestiones humanitarias.
Entre las pruebas no enumeradas por la norma se encuentran, por ejemplo, las
pruebas confesional, testimonial y pericial. Esta expresa omisión ha merecido
críticas por generar una desigualdad de derechos entre la parte activa —que sí
puede producir este tipo de pruebas— y la parte pasiva, que se halla impedida.
El sentido de este desequilibrio procesal ideado especialmente por la ley en
tratamiento es acotar las posibilidades de alargamiento desmedido del proceso,
que perdería el sentido de trámite especial, urgente y de carácter humanitario, y
facilitaría la postergación artificial de las obligaciones alimentarias legalmente a
cargo del demandado.
No obstante, en algunos casos el juez podrá autorizar la producción de prueba
testimonial ofrecida por el accionado u otro tipo de pruebas no enumeradas en
esta norma, si éste justificara verosímilmente su importancia y no pudiera ser
suplida por otras pruebas; pero si se admitieran, deberían fijarse las fechas para la
producción de las declaraciones testimoniales o la inclusión de otras pruebas, sin
que ello afecte el plazo para dictar sentencia expresamente dispuesto por el
art. 641 CPCC.
Sentencia
Art. 641 — Cuando en la oportunidad prevista en el art. 636 no se hubiere
llegado a un acuerdo, el juez, sin necesidad de petición de parte, deberá
dictar sentencia dentro de los cinco días, contados desde que se hubiese
producido la prueba ofrecida por la parte actora.
Admitida la pretensión, el juez fijará la suma que considere equitativa y la
mandará abonar por meses anticipados, desde la fecha de interposición de la
demanda.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Valoración de la prueba
Desde luego, el sistema imperante en la ley de rito provincial es la valoración de
la prueba conforme las reglas de la sana crítica (art. 384 CPCC). En numerosos
casos, tanto la prueba testimonial como la prueba indiciaria resultan ser piezas
valiosas para demostrar el caudal económico del demandado; sobre todo cuando
el actor no tiene suficientes elementos documentales o informativos definitorios; y
con aquellas pruebas, el juez podrá establecer de todos modos la cuota
alimentaria más adecuada. Sin embargo, la prueba indiciaria producida por el
demandado no podrá ser sobreestimada por encima de las pruebas documentales
e informativas ofrecidas por la parte actora que acreditan la capacidad económica
del deudor alimentario, pues el juez no debe caer en el absurdo de fallar
contrariando las reglas de la sana crítica, afectando con ello los derechos del
alimentado, máxime si se trata de menores de edad(65) .
D. Imposición de costas
1. En general. En el juicio de alimentos, en principio y en atención a la
naturaleza jurídica de estos procesos, las costas deben ser impuestas al
alimentante (doct. art. 373 Cód. Civil, 68, CPCC; esta Sala, causa 258.370 rsi
50/13); toda vez que de no ser así, se desvirtuaría la naturaleza de la prestación,
gravando cuotas cuya íntegra percepción se presupone ante una necesidad de
subsistencia del beneficiario. Por ello, en atención a las circunstancias particulares
de la causa, la controversia habida entre las partes y el dictamen de la Asesora de
Incapaces favorable a la pretensión de sus asistidos, es forzoso colegir que las
costas del proceso deben imponerse al alimentante(76) .
2. Excepciones. a) Si el recurso de la actora en la Alzada ha sido parcialmente
desestimado y el recurso de la demandada ha prosperado, dada la índole de los
reproches de aquélla corresponde en la especie la imposición de costas en el
orden causado(77) .
b) Atento a como ha sido resuelta la cuestión, con resultados parcialmente
estimados y rechazados tanto para la alimentada como para el alimentante, las
costas deben imponerse en el orden causado (arg. art. 71 CPCC)(78) .
COMENTARIO
1. Actuación de oficio
Finalizada la audiencia preliminar prevista por el art. 636, el juez homologará el
acuerdo conciliatorio al que hubieran arribado las partes. De no lograrse éste, se
dejará constancia por acta de la imposibilidad de acuerdo; y, conforme dispone la
norma en análisis, el juez pasará a dictar sentencia de oficio, sin necesidad de
esperar al pedido de parte en tal sentido. Desde luego, así se hará siempre que no
quede prueba pendiente de producción.
Alimentos atrasados
Art. 642 — Respecto de los alimentos que se devengaren durante la
tramitación del juicio, el juez fijará una cuota suplementaria, de acuerdo con
las disposiciones sobre inembargabilidad de sueldos, jubilaciones y
pensiones, la que se abonará en forma independiente.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
3. Forma de pago
Aprobada tal liquidación, el juez dispondrá la forma de pago, que será
suplementaria e independiente de la cuota de alimentos propiamente dichos que
se hubieran fijado oportunamente en la sentencia que los concede.
Percepción
Art. 643 — Salvo acuerdo de partes, la cuota alimentaria se depositará al
beneficiario a su sola presentación. Su apoderado sólo podrá percibirla
cuando existiere resolución fundada que así lo ordenare.
COMENTARIO
1. Modalidad de cobro
Si nada hubieran pactado las partes al respecto, la cuota alimentaria deberá
abonarse en el Banco de la Provincia de Buenos Aires, en una cuenta especial
abierta al efecto por disposición del juez de la causa, de la cual el alimentado en
forma personal —o su representante legal, si el beneficiario fuere menor de edad,
o se hubiere restringido esa facultad por disposición judicial en juicio de
capacidad— podrá efectuar las extracciones correspondientes.
Sólo se admitirá el cobro por un apoderado del beneficiario, cuando el juez
hubiera autorizado expresamente esta modalidad, a pedido del alimentado.
Aun dictada la sentencia de alimentos por falta de acuerdo de las partes, éstas
podrán en cualquier momento convenir variantes en las modalidades de pago —
por ejemplo, depósitos en bancos privados, habilitación de una tarjetas de crédito
o de débito, pagos combinados en especie y en efectivo, etc.—; convenios que
deberán ser homologados judicialmente para sustituir o complementar, en su
caso, la forma de pago dispuesta por la sentencia que decretó los alimentos.
2. Modalidad de pago
El deudor alimentario podrá, a su vez, solicitar voluntariamente a su empleador,
que este último efectúe sobre su salario la retención mensual de la cuota
alimentaria, y que luego efectúe directamente el respectivo depósito bancario o el
pago directo al alimentado.
También el deudor alimentario podrá ser obligado a dicha retención, mediante
orden judicial dispuesta por el juez de la causa; modalidad que deberá ser
comunicada al empleador mediante oficio judicial.
Recursos
Art. 644 — La sentencia que deniegue los alimentos será apelable en
ambos efectos. Si los admitiere, el recurso se concederá en efecto devolutivo.
En este último supuesto, una vez deducida la apelación, se expedirá
testimonio de la sentencia, el que se reservará en el juzgado para su
ejecución, remitiéndose inmediatamente las actuaciones a la cámara.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Denegación de alimentos u otras medidas
La sentencia que deniegue los alimentos será apelable en relación y en ambos
efectos. El recurso se deberá fundar en la instancia de origen, y será resuelto por
la Cámara de Apelación. En similar sintonía, serán apelables las sentencias
interlocutorias que denieguen alimentos provisorios o medidas cautelares;
recursos que también deberán fundarse en la instancia de origen, y serán
resueltos por la Alzada.
Cumplimiento de la sentencia
Art. 645 — Si dentro del quinto día de intimado el pago, la parte vencida no
lo hubiera hecho efectivo, sin otra sustanciación se procederá al embargo y
se decretará la venta de los bienes necesarios para cubrir el importe de la
deuda.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
COMENTARIO
b) Excepción
La norma en estudio enuncia como excepción lo dispuesto en el art. 80 de la
Ley de Matrimonio Civil 2392, que corresponde al actual art. 209 del Código Civil
(según ley 23.515).
Decretado el divorcio, esta norma admite que uno de los cónyuges pueda
reclamar que el otro le provea alimentos —aun en caso de culpabilidad de aquél—
, los que se denominan "alimentos de extrema necesidad" (art. 209 Cód. Civil).
Ello así, siempre que el peticionario acreditare no tener medios suficientes para
subsistir y su imposibilidad para obtenerlos, y que el alimentante pudiera
proveerlos.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Retroactividad de la modificación
La moderna redacción del artículo ha querido significar que la sentencia
modificatoria tendrá efecto retroactivo a la época de interposición de este reclamo,
poniéndose fin así a las anteriores discusiones doctrinarias y jurisprudenciales que
ocasionaron fallos disímiles sobre el particular.
Desde luego, si durante el trámite de incidente por aumento de la cuota se
fijaran "alimentos provisorios" por una suma mayor a la cifra que se viene
abonando, éstos regirán desde que queden firmes con idéntico efecto retroactivo,
y será luego considerado en la sentencia incidental que fije el monto definitivo.
Litis expensas
Art. 648 — La demanda por litis expensas se sustanciará de acuerdo con
las normas de este título.
COMENTARIO
1. Concepto
Se denomina "litis expensas" a la suma de dinero necesaria para costear los
gastos de justicia requeridos por el actor al demandado, para iniciar la tramitación
del juicio(114) . No importa el pago íntegro del juicio, sino lo indispensable para su
promoción, y admitirá ampliaciones posteriores si ello fuera necesario.
Rigen hasta que se quede firme la sentencia definitiva.
Esta posibilidad se encuentra reconocida expresamente en el Código Civil para
los casos de divorcio y de alimentos (arts. 231, 375, y 1295).
2. Normas aplicables
Para la percepción de tales gastos, serán aplicables las reglas dispuestas para
el juicio de alimentos.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Cuestiones generales
1. Rendición de cuentas. Concepto. a) La rendición de cuentas es la acción y
efecto de presentar al conocimiento de quien corresponda, para su examen y
verificación, los saldos y operaciones debidamente justificados, provenientes de
un encargo de administración o gobierno(1) .
b) Rendir cuentas es, presentar al dominus negotti la descripción gráfica de las
operaciones efectuadas acompañadas de las informaciones aclaratorias
necesarias y de los respectivos comprobantes(2) .
c) Ese accionar constituye el objeto de una obligación de hacer, que para
hacerla efectiva, cuando tal obligación se alega impuesta en virtud de la gestión de
negocios ajenos, en un primer momento habrá que determinar si realmente
existe(3) .
d) La rendición de cuentas desde el punto de vista jurídico presenta dos
aspectos distintos aunque complementarios que deben corresponderse
necesariamente: a) como hecho documentado, se trata de una declaración que da
razón de que determinada negociación realizada por el comerciante ha sido
concluida de una forma dada; b) como documento, es un instrumento probatorio
que acredita las operaciones acabadas, el procedimiento seguido y el resultado
obtenido, del cual —ulteriormente— surgirá una situación jurídica relevante para el
derecho, v.gr. habrá un deudor y un acreedor (4).
e ) El procedimiento especial de rendición de cuentas, consiste en una
descripción gráfica de las operaciones realizadas por cuenta o en interés del
principal y con su respaldo documental correspondiente, a los efectos de que
aquél pueda conocer aquéllas para realizar su examen, verificación y eventual
impugnación(5) .
f) No cabe confundir la obligación de rendir cuentas con el deber de informar, ya
que la primera involucra la justificación de partidas, de la inversión de los fondos, y
una eventual responsabilidad residual por como ellos fueron aplicados(6) .
2. El juicio de rendición de cuentas. Su objeto. a) Este juicio de conocimiento
tiene por objeto determinar la existencia de la obligación de rendir cuentas,
declarando la existencia (o inexistencia) del derecho que invoca el actor(7) .
b) En la demanda por rendición de cuentas quien la promueve deduce su
pretensión a que se declare que el demandado está obligado a rendirle cuentas de
una determinada gestión, peticionando que se lo condene a hacerlo dentro de un
plazo(8) .
c) La posible responsabilidad por incumplimiento del mandato o gestión es un
tema que no ha de ventilarse en el juicio de rendición de cuentas; ello sin perjuicio
de que, claro está, como resultado de la evaluación de la rendición de cuentas, se
cuente con un insoslayable elemento para ponderar de qué modo se llevó a cabo
la administración, si ella fue ruinosa o beneficiosa para el administrado, lo que
implica la formulación de un juicio de valor(9) .
d) Para el juzgamiento de la obligación a rendir cuentas es indistinto si la
gestión ha producido beneficios o perjuicios(10) .
e) No exime de la obligación de rendir cuentas el hecho de que las operaciones
no hayan resultado beneficiosas. Tampoco el hecho debe ser acreditado al
demandar. El resultado positivo o negativo de las operaciones sólo cabe estimarlo
finalizada que sea la rendición de cuentas(11) .
3. Estructuración legal del proceso. Etapas. a) El proceso de rendición de
cuentas no finaliza con la sentencia que declara la obligación de pago sino que
cabe deslindar dos actividades lógicamente sucesivas y de las cuales una es
presupuesto necesario de la otra. Primero, saber si se debe o no rendir cuentas; o
sea, si alguien y respecto de otro, viene obligado a hacerlo, si hay dudas o
discrepancias acerca de esta circunstancia, deberá dilucidarse con carácter previo
y en el correspondiente proceso de conocimiento, si existe o no tal
indeterminación, pues ello se establecerá mediante la respectiva sentencia de
condena. En un segundo momento y despejada esta falta de certeza, al cabo de la
comprobación de las cuentas, se abre paso al posterior procedimiento de rendirlas
que es en donde, judicialmente, podrán ajustarse, discutirse y, por tanto, agotar su
resultado (12).
b) Se trata de un juicio especial que consta, básicamente, de dos etapas: en la
primera se establece si existe la obligación de rendir cuentas y en la segunda —
reconocida esa obligación como derivación de la anterior— se examinan las
cuentas efectivamente rendidas(13) , por el trámite correspondiente a los
incidentes, restando la eventual ejecución de los saldos activos, por el
procedimiento de ejecución de sentencia(14) .
c) En el juicio de rendición de cuentas corresponde deslindar dos actividades
lógicamente sucesivas y de las cuales una es presupuesto necesario de la otra:
cabe, primero, saber si se debe o no rendir cuentas; o sea, si alguien y respecto
de otro, viene obligado a hacerlo. Si hay dudas o discrepancias acerca de esta
circunstancia, deberá dilucidarse con carácter previo y en el correspondiente
proceso de conocimiento, si existe o no tal indeterminación, pues ello se
establecerá mediante la respectiva sentencia de condena. En un segundo
momento y despejada esta incerteza, al cabo de la comprobación de las cuentas,
se abre paso al posterior procedimiento de rendirlas que es en donde,
judicialmente, podrán ajustarse, discutirse y, por tanto, agotar su resultado(15) .
d) El juicio por rendición de cuentas contiene fundamentalmente dos etapas. En
la primera, el motivo de la controversia se centra en la improcedencia de la
obligación de rendir cuentas, que el actor pretende que se reconozca con relación
a los emplazados. Una vez obtenida esta condena, comienza la segunda etapa,
que consiste en la rendición de cuentas propiamente dicha, la cual es derivación
de la sentencia que condenó a esa prestación y que no es sino una forma especial
de ejecución de sentencia. Todavía es posible determinar una tercera etapa, que
es el cobro del saldo que pueda arrojar la rendición de cuentas, la cual se cumple
en ocasión de la ejecución de la sentencia que aprueba las cuentas y fija el saldo
debido(16) .
e) En el juicio de rendición de cuentas se suceden dos fases unidas entre sí de
las cuales una es presupuesto necesario de la otra: la primera, consiste en
determinar si se debe o no rendir cuentas; la segunda, si la decisión es positiva,
en la presentación formal de las mismas(17) .
f) Dada la diversidad de relaciones jurídicas que obligan a rendir cuentas y la
complejidad que ellas suelen presentar, el proceso supone dos o tres etapas, en
las cuales se discuten la obligación de tener que rendirlas, como primer paso; en
el segundo, que nace de la condena, corresponde efectuar la rendición de cuentas
en sí, y en el tercero, que depende del resultado que arroje el anterior, se percibe
el cobro del saldo(18) .
g) En verdad, corresponde deslindar dos actividades lógicamente sucesivas y
de las cuales una es presupuesto necesario de la otra: cabe, primero, saber si se
debe o no rendir cuentas; o sea, si alguien y respecto de otro, viene obligado a
hacerlo. Si hay dudas o discrepancias acerca de esa circunstancia, deberá
dilucidarse con carácter previo y en el correspondiente proceso de conocimiento,
si existe o no tal indeterminación, pues ello se establecerá mediante la respectiva
sentencia de condena. En un segundo momento y despejada esa incerteza, al
cabo de la comprobación de las cuentas, se abre paso al posterior procedimiento
de rendirlas que es donde, judicialmente, podrán ajustarse, discutirse y por tanto,
agotar su resultado (19).
h) Luego de haber quedado firme o ejecutoriado el derecho "a" y la obligación
"de" rendir cuentas, puede establecerse la obligación del pago de saldo insoluto
mediante la exigencia de restitución del mismo, dado que debe distinguirse y
diferenciarse el proceso tendiente a establecer si existe la obligación de rendir
cuentas, del de la rendición propiamente dicha, que es consecuencia del
contenido del primero, pues sin perjuicio de que el reclamante persiga también
luego de la rendición de cuentas la devolución mediante pago de lo que le
corresponde en este proceso cabe distinguir dos etapas bien diferenciadas: a) la
de carácter declarativo, donde se trata de verificar y, por ende, declarar la
existencia de la vinculación jurídica que obliga a rendir cuentas y b) en caso de
sentencia afirmativa, la resultante de tal obligación(20) .
i) Debe distinguirse y diferenciarse el proceso tendiente a establecer si existe la
obligación de rendir cuentas, del de la rendición propiamente dicha, que es
consecuencia del contenido del primero(21) .
j) La segunda etapa constituye sustancialmente la rendición de cuentas
propiamente dicha, y es natural consecuencia de la anterior(22) ; aquí no se
discute la obligación de rendir cuentas —ya establecida— sino el monto de las
cuentas(23) .
k) Pudiendo agregarse una tercera, al adicionarse una complementaria de las
indicadas, la que dependerá del resultado que arroje la anterior y mediante la cual,
en estado marcadamente ejecutivo, se tiende al cobro del saldo debido(24) .
B. La primera etapa
1. El objeto de la pretensión y sus límites. a) El procedimiento judicial previsto
por los arts. 649 y sigtes. del CPCC, tiene por finalidad la comprobación de la
obligación de rendir cuentas(25) .
b) En la primera de las etapas que integran el proceso de rendición de cuentas
sólo se discute la obligación de rendirlas y si, como en el caso, se hace lugar a la
demanda, es en la segunda etapa cuando se controvierten las cuentas
rendidas(26) .
c) Es prematuro e inconducente reclamar sumas de dinero y sus accesorios en
el escrito de demanda, en el primer tramo o etapa del proceso(27) .
d) Hasta tanto no haya firmeza en la dilucidación de que la obligación de rendir
cuentas existe, mal puede haber condena al pago de suma alguna por vía de
restitución de lo recibido por el comitente (28).
2. Alcances y contenido de la sentencia. a) En el juicio por rendición de cuentas
si la litis se traba, exclusivamente en cuanto hace a la obligación o no de rendirlas,
la sentencia debe limitarse a resolver sobre ese tema, dejando para una segunda
etapa, si corresponde, la discusión en sí de las cuentas(29) .
b) El objeto del juicio de rendición de cuentas es la simple admisión o negación
de la existencia de la obligación de rendir cuentas, por lo que la sentencia debe
limitarse exclusivamente, en observación al principio de congruencia, a admitir o
negar la existencia de tal obligación(30) .
c) Excede los límites de la primera de las etapas la sentencia que hace lugar a
la rendición pero también condena al pago de una suma(31) .
d) Hasta tanto no hay firmeza en la dilucidación de que la obligación de rendir
cuentas existe, mal puede haber condena al pago de suma alguna por vía de
restitución de lo recibido por el comitente(32) .
e) En materia de rendición de cuentas la discusión versa sobre si existe o no
obligación de que los accionados rindan cuentas al actor y la sentencia deberá
limitarse a sancionar o rechazar esta obligación, sin contener condenaciones al
pago de sumas de dinero que puedan resultar de la rendición que en oportunidad
posterior deba realizarse(33) .
f) Si bien en principio la primera etapa tramitada, sólo tiende a establecer la
existencia o no de la obligación de rendir cuentas por parte de la demandada, no
resulta desacertado incluir en el decisorio la delimitación de su ámbito, cuando la
propuesta de los litigantes así lo autorizare(34) .
3. Supuestos particulares: la ausencia de controversia acerca de la obligación
de rendir cuentas. a) Si no se halla discutida en la litis la obligación de rendir
cuentas, es correcto el proceder de saltar la discusión relativa a la obligación de
rendirlas y pasar a la etapa siguiente de la efectiva rendición, aspecto
procedimental que debe contar con todas las garantías del contradictorio, en tanto
es allí donde se producen, discuten y agotan(35) .
b) Si el accionado al contestar la demanda admite la obligación y presenta la
pertinente rendición, no existe óbice legal para que se emita la decisión judicial
aprobando las cuentas, si así correspondiere, y determinando, en su caso, el saldo
deudor o acreedor resultante(36) .
c) Sin que medie pronunciamiento concreto de condena a los demandados para
que rindan cuentas (por cuanto los mismos presentaron la rendición al contestar
demanda), la Sra. Juez de Grado, luego de concluir la existencia de la obligación
de rendirlas ingresa, en la misma sentencia, a la segunda etapa y juzga las
cuentas rendidas para, también en idéntico pronunciamiento, directamente
establecer un saldo favorable al actor. Este temperamento procesal (fruto, en
cierto modo, de la poco clara regulación legal de los arts. 649 a 654 del CPCC que
no demarcan, con claridad, cómo se va pasando de una etapa a la otra cuando el
requerido no controvierte acerca de la existencia de la obligación de rendir cuentas
y directamente las rinde) no ha sido objeto de crítica ni cuestionamiento por
ninguna de las partes, con lo cual queda exento de la revisión de la Alzada
(arts. 266 y 272 CPCC)(37) .
4. La cuenta presentada por el actor en los términos del art. 649, segundo
párrafo, del CPCC. Función del juez. a) La ley ritual contempla la posibilidad de
que ante el incumplimiento de la orden judicial sustentada en la sentencia firme o
ejecutoriada que declaró la obligación de rendir cuentas (al no darse los supuestos
del art. 650 inc. 2º de la ley 7425) se puedan considerar y aprobar las que haya
presentado el actor (art. 649 del CPCC), pero que para que ello suceda, a quien
se encuentra obligado a rendirlas debió habérsele otorgado previamente un plazo
para materializar ese contenido y que a su vencimiento el resultado haya sido
negativo (mismo art. 649 cit.)(38) .
b) El derecho del actor a presentar las cuentas, ante el incumplimiento del
demandado, no vuelve automáticamente a este último en caso de incumplimiento
del primero(39) .
c) Al no rendir cuentas debidamente el obligado a hacerlo, debe estarse a las
que presente el contrario, en todo aquello que el obligado no pruebe que fueren
inexactas (art. 649, párr. 2º, Cód. Civil)(40) .
E. Prescripción de la acción
1. El plazo de prescripción para la acción de rendición de cuentas empieza a
correr desde el día en que los obligados a rendirlas cesaron en sus respectivos
cargos. Esta norma resulta aplicable tanto a los mandatarios legales cuanto a los
convencionales(98) .
2. Si la obligación de administrar es de naturaleza civil, resultan de aplicación
los arts. 3960 y 4023 del Código Civil(99) .
3. Se considera aplicable a las acciones entre socios, como la rendición de
cuentas, derivadas de la sociedad no constituida regularmente, el plazo ordinario
de diez años del art. 846 del Código de Comercio, ya que la prescripción corta, de
tres años, prevista en el art. 848, inc. 1º, se aplica tan sólo a las sociedades
regulares, tal como resulta de la disposición citada(100) .
F. Extinción de la obligación
La obligación de rendir cuentas se extingue por la renuncia que haga el
mandante con posterioridad a la gestión o bien por remisión tácita con prueba
evidente de tal renuncia, esto es, ante un recibo otorgado por "saldo total" o por
acuerdo de exención de dar cuentas o en el caso de que el principal hubiera
ejercido un control constante y permanente, pues en este supuesto las cuentas le
fueron rendidas a medida que se ejecutaba el mandato (arts. 868, 874 del Código
Civil; 375, 384 del CPCC)(101) .
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. La rendición incidental: naturaleza y supuestos de procedencia. a) Si la
sentencia admite la demanda y condena a rendir cuentas, entonces sigue el
trámite de la rendición de cuentas en sí siendo el trámite para determinar si existe
la obligación de rendir cuentas, el que corresponde al proceso sumario, y la
aprobación de la rendición de cuentas se hace por el trámite de los incidentes
(art. 650, Cód. Proc.), configurando este último una forma especial de ejecución de
la sentencia de condena(102) .
b) La vía incidental de la obligación de rendir cuentas solamente procede en los
supuestos de que exista sentencia declarativa estimando la obligación de rendir
cuentas; o bien que la obligación de rendirlas resulte de un instrumento público o
privado debidamente autenticado; o si se hubiere admitido tal obligación al ser
requerido por vía de la diligencia preliminar prevista en el inc. 10 del art. 323 del
Cód. Procesal(103) .
2. Objeto. a) Debe considerarse como prematura la pretensión de percibir saldo
alguno cuando no se ha practicado ni aprobado la rendición de cuentas y la
condena de la sentencia es, justamente, a efectuar dicha rendición(104) .
b) Bien entendido que el "mérito" de la rendición estriba en el ajuste a la
realidad de los hechos de administración con las cuotas presentadas y no con el
mayor o menor éxito que arroja como resultado la administración, la posible
responsabilidad por incumplimiento del mandato o gestión es un tema que no ha
de ventilarse en el juicio de rendición de cuentas. Vale decir que las cuentas bien
pueden aprobarse independientemente del resultado deficitario o superavitario de
la gestión, ya que la corrección de la rendición no implica necesariamente un
cumplimiento satisfactorio de la manda de administración. Ello sin perjuicio de que,
claro está, como resultado de la evaluación de la rendición de cuentas, se cuente
con un insoslayable elemento para ponderar de qué modo se llevó a cabo la
administración, si ella fue ruinosa o beneficiosa para el administrado; lo que
implica la formulación de un juicio de valor(105) .
COMENTARIO
Facultad judicial
Art. 651 — En los casos del artículo anterior, si conjuntamente con el
pedido, quien promovió el incidente hubiere acompañado una cuenta
provisional, el juez dará traslado a la otra parte para que la admita u observe,
bajo apercibimiento de que si no lo hiciere se aprobará la presentada.
El juez fijará los plazos para los traslados y producción de prueba,
atendiendo a la complejidad de las cuentas y documentos que se hubiesen
acompañado.
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Saldos reconocidos
Art. 653 — El actor podrá reclamar el pago de los saldos reconocidos por el
demandado, sin esperar la resolución definitiva sobre las cuentas y sin que
por ello se entienda que las ha aceptado.
El pedido se sustanciará por las normas sobre ejecución de sentencias.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
La norma contempla la posibilidad de acudir a la ejecución aun cuando la
controversia sobre las cuentas no haya finalizado.
Así, cuando el demandado rinde las cuentas el actor puede, para el caso en que
el cuentadante no hubiere desembolsado el saldo deudor, reclamar el monto
reconocido acudiendo a las normas de la ejecución de sentencia.
Las posibilidades serían, entre otras, que hubiese conformidad del actor
respecto de algunas partidas o también que, sin prestar conformidad con ninguna,
sostuviera el accionante que el saldo es mayor, en cuyo caso podría proceder
ejecutoriamente por el monto menor y luego estarse a lo que se decida acerca de
las impugnaciones.
Obviamente, para poner en funcionamiento este dispositivo legal es recaudo
esencial o bien que el cuentadante ya hubiera presentado la rendición o bien que
se hubiera expedido acerca de la arrimada por su contraparte, pues sólo así se
podrá operar en base a un reconocimiento emanado del deudor.
Finalmente, de acuerdo con el espíritu que subyace a la solución legal y
aplicando el mismo criterio que la inspira, el actor podría peticionar la entrega
inmediata de las sumas que el demandado hubiera depositado a título de saldo
deudor, aunque la ley no lo diga expresamente.
Es que sería irrazonable pensar que el legislador le permite proceder
ejecutoriamente en base a los saldos reconocidos y, paralelamente, considerar
que no fue su intención permitirle al actor hacerse, en forma automática, del dinero
que el demandado hubiera depositado por ese mismo concepto.
Con todo, podría llegar a presentarse algún obstáculo que impida dicha entrega
inmediata (art. 21 ley 6716), el que sólo podría sortearse mediante el
afianzamiento aludido por dicha preceptiva, teniendo en cuenta que —
probablemente— al momento de efectuarse el pedido, las actuaciones no estén en
estado de regularse aún los pertinentes honorarios profesionales.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Si del examen integral de las constancias de autos no surge que la
demandante revista la condición de deudora que justifique la necesidad de
liberarse de la obligación de abonar suma alguna y, por consiguiente, de depositar
cualquier importe de saldo deudor, la situación fáctica no se encuadra en el
supuesto de hecho que aprehende el art. 654 del ordenamiento procesal, que está
previsto respecto del deudor interesado en liberarse de una obligación de pagar
suma de dinero(142) .
2. Para que se imponga la obligación de rendir cuentas, basta la existencia de
negociación en las cuales se haya administrado bienes, gestionado negocios total
o parcialmente ajenos, ejecutado un hecho que suponga manejos de fondos
ajenos o de bienes que no le pertenezcan en propiedad o involucren un interés
ajeno. Y la demanda de aprobación de cuentas únicamente legitima al deudor
para accionar por aprobación de las cuentas que se presenten(143) .
COMENTARIO
Así como el acreedor tiene derecho a emplear los medios legales, a fin de que
el deudor le procure aquello a lo que está obligado, el deudor tiene derecho a
obtener las liberaciones correspondientes cumpliendo su obligación (art. 505) aun
cuando el acreedor no prestare su anuencia al efecto.
Luego, en las múltiples situaciones jurídicas en que hubiera nacido la obligación
de rendir cuentas bien puede darse la hipótesis de que el cuentadante quisiera
rendirlas y el acreedor de las mismas no prestara su anuencia para recibirlas o no
pudiera hacerlo; sería, por ejemplo, alguno de los supuestos del art. 757 del
Código Civil, especialmente en sus incs. 1º a 4º.
En estos casos, la ley procesal le da la posibilidad al cuentadante de iniciar una
suerte de "consignación" de las cuentas, en caso de que tenga interés en
desobligarse, para evitar futuras responsabilidades e incluso en el supuesto de
existir algún saldo a su favor.
Aquí, la primera etapa del proceso sería innecesaria, ante el concreto
reconocimiento del cuentadante de estar obligado en este sentido.
La competencia, en estos procesos, se rige por las mismas pautas referentes al
de rendición de cuentas, pero si no estuviese especificado el lugar donde éstas
deban presentarse, podrá serlo también el del domicilio del acreedor de las
cuentas, a elección del actor (art. 5º inc. 6º CPCC).
Será necesario, al entablar el proceso, identificar y exponer los hechos que
demuestren que el actor es deudor de la obligación de rendir cuentas y el
demandado acreedor de la misma (art. 330 inc. 4º CPCC) y con el escrito de
demanda presentar directamente las cuentas (en la forma enunciada
anteriormente) adjuntando también la boleta de depósito del saldo deudor.
En el caso de faltar alguno de estos recaudos, bien el juez podrá requerir su
previo cumplimiento antes de conferir traslado de las cuentas (arts. 34, inc. 5º, ap.
b], y 36, CPCC).
El plazo del traslado lo fijará el juez y el apercibimiento específico lo ha
determinado el legislador: si no se impugnaren las cuentas se tendrá al interesado
por conforme de las mismas.
Se traslada, así, al acreedor la carga de impugnar las cuentas presentadas,
impugnación que también deberá reunir los requisitos que ya hemos enunciado.
Si el acreedor de las cuentas las impugna, deberán bilateralizarse las
objeciones y, luego, producir la prueba que fuere menester, para finalmente
decidir.
Por cierto, y al margen de todo esto, el demandado podría introducir otro tipo de
defensas, como por ejemplo las que tendieran a demostrar que no están dados los
requisitos (temporales o de otro tipo) para que sea el momento de rendir cuentas,
o no estar —por su parte— obligado a recibir la rendición (v.gr. por no ser el
acreedor de este débito) o no ser el actor quien debe revestir la figura de
cuentadante.
La sentencia habrá de decidir las cuestiones planteadas por las partes y, por
supuesto, aprobar o desaprobar las cuentas, aunque no parece adecuado que,
para el caso de prosperar las impugnaciones, aquí se formulen condenaciones
que trasciendan el objeto de la pretensión inicial, salvo el caso de que mediara
reconvención del acreedor de la rendición de cuentas.
Las costas seguirán los principios generales.
Será importante, a estos efectos, analizar la postura asumida por el
demandado, especialmente si se allana, en orden a determinar si su conducta
anterior (extrajudicial) fue la que obligó al accionante a acudir a los estrados
judiciales.
Arancelariamente, y dado su objeto, este proceso sí podría considerarse de
monto determinado.
Al margen de lo que pudiera decidirse sobre las cuentas, es claro que el
acreedor de las mismas podría reclamar, inmediatamente y sin esperar la decisión
sobre el fondo del asunto, la entrega de la suma depositada en los términos del
art. 653 del CPCC, pues lo actuado por el cuentadante en tal sentido implicaría
necesariamente el reconocimiento de la existencia de estos saldos deudores; ello
con la salvedad efectuada anteriormente con relación al art. 21 de la ley 6716.
Procedencia
Art. 655 — Procederá la mensura judicial:
1. Cuando estando el terreno deslindado, se pretendiera comprobar su
superficie.
2. Cuando los límites estuvieren confundidos con los de un terreno
colindante.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
La mensura consiste "en una operación técnica que tiene por objeto la ubicación
del título sobre el terreno, trazando su forma geométrica en un plano y
comprobando su superficie"(10) .
La voz mensura proviene del latín: mensurare , que significa "medir".
La mensura tiene por objeto determinar, en el terreno, la extensión, forma y
límites que a éste le corresponde, conforme a la respectiva escritura de dominio, y
obtener así el plano(11) .
Pero no es de la mensura que nos vamos a ocupar aquí, sino del juicio de
mensura. La mensura es practicada por agrimensores normalmente, sin necesidad
de concurrir a los tribunales; en el foro se utiliza el plano de mensura
confeccionado por agrimensores principalmente en los juicios de usucapión,
donde la ley 14.159 exige, entre otros recaudos, su presentación para dar trámite
a la prescripción adquisitiva de dominio de inmuebles. No es el único caso de
utilización de la mensura particular, pero sí claramente donde adquiere mayor
importancia.
Tampoco nos vamos a ocupar aquí de la "acción de mensura", de naturaleza
sustancial, que contempla el art. 2746 del Código Civil, en favor de quien poseyere
terrenos cuyos límites estuvieren confundidos con los de un terreno colindante, a
quien se reputa condómino con el poseedor de ese terreno contiguo, y se le
acuerda derecho para pedir que los límites confusos se investiguen y se
demarquen.
Para avanzar en este comentario diremos que nos ocuparemos solamente de
una de las tres formas en que el ordenamiento procesal contempla a la mensura:
1) Como proceso voluntario , contemplado por este artículo, y cuya única
finalidad es confeccionar un plano que mida el terreno y establezca si él coincide
con las medidas que menciona el título de propiedad del lote.
2) Como diligencia preliminar , en los términos del art. 323, inc. 9º, que
establece en lo pertinente que "El proceso de conocimiento podrá prepararse
pidiendo el que pretenda demandar, o quien, con fundamento prevea que será
demandado:... 9. Que se practique una mensura judicial"; en este supuesto, la
mensura constituye la preparación de un proceso de conocimiento que sólo queda
completo con su promoción.
3) La mensura que requiera el proceso contencioso de deslinde , que contempla
el art. 671 CPCC(12) .
De lo que vamos a ocuparnos en este comentario y en el de los artículos
siguientes es de la primera de esas tres tipologías, que contiene al "juicio de
mensura", que regla el CPCC en sus arts. 655 y siguientes, que es un
procedimiento judicial, de naturaleza voluntaria, que se abre con una demanda
presentada ante un juez, tendiente a obtener la realización de un procedimiento de
comprobación de la superficie de un determinado lote de terreno.
Se trata de una temática poco o nada profundizada y menos esclarecida. Ello al
punto que De la Colina llamaba al juicio de mensura "una especie de flor del
aire"(13) , opinión que no es solitaria en doctrina(14) , ya que se dice que este
procedimiento no tiene arraigo alguno en nuestras costumbres procesales, lo que
es cierto, y que él guardaría una relación confusa, ambigua, con la acción de
mensura que contempla el Código Civil en su art. 2746, si no dependería
directamente de él, afirmación esta que no compartimos.
En similar sentido se pronunció antiguamente la Corte Suprema, expresando
que el juicio de mensura no es una "acción autónoma", sino que resulta del
derecho real que se tiene según el precepto expreso del art. 2749 del Código
Civil(15) .
Nos apresuramos a manifestar que no coincidimos con la idea de que el
procedimiento regulado por los arts. 658 y sigtes. CPCC tenga relación con la
solitaria mención, huérfana de regulación jurídica, que simplemente menciona el
art. 2746 Cód. Civil. Ésa sí que podría ser llamada, y con mayor propiedad, un
clavel del aire.
Por otra parte, se ve que la tesitura de la dependencia del régimen del CPCC
respecto del Código Civil ha arraigado profundamente en los escritores y jueces
de la Ciudad de Buenos Aires, quienes no comprenden el federalismo, al que
suelen juzgar un lastre del desarrollo argentino, sin apreciar que precisamente la
falta de federalismo real y el autoritarismo largamente centenario de las
autoridades que gobiernan al país desde el puerto —cualquiera haya sido su
procedencia ideológica y hasta geográfica — es lo que ha frustrado
sucesivamente muchas posibilidades de desarrollo del país.
Tales escritores porteños evidentemente soslayan o prefieren ignorar que la
materia procesal constituye una temática no delegada por las provincias —catorce
de ellas preexistentes a la Nación y fundadoras suyas— y no vacilan en sugerir
restricciones a las regulaciones procesales provinciales que no tienen otra base
que conjeturas o intuiciones acerca del espíritu de una norma de fondo (encima
citada equivocadamente). Con esa liviandad se escribe a veces en Buenos Aires,
como si la verdad científica allí anidara irremediablemente, lo que —de ser así—
ha sido muy bien escondido.
Y en cuanto a la Corte Suprema, la misma se ha declarado infinidad de veces
guardiana de la unidad de la legislación de fondo, pero ni una ocasión guardiana
de un federalismo efectivo. Es más, en los anales de la jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación lucen convalidados verdaderos atropellos al
federalismo argentino, que los diarios del puerto se ocupan muy bien de guardar.
Ello aclarado, se ha escrito que el juicio de mensura "es de carácter
esencialmente técnico, de ubicación y delimitación; la propiedad y la misma
posesión quedan en él indemnes. Puede tener distintas finalidades: conocer la
ubicación o extensión del inmueble, preparar la división entre comuneros o reglar
los límites de dos fundos que no son comunes, representando en un plano gráfico
y en el terreno, la figura geométrica indicada en el título de propiedad del
inmueble"(16) .
Se ha dicho también que "por medio de la operación técnica denominada
mensura se comprueba si las medidas consignadas en un título de propiedad se
ciñen a las que realmente tiene el terreno"(17) .
Y, con mayor precisión que "la mensura tiene por objeto determinar, en el
terreno, la extensión, forma y limites que a éste le corresponde, conforme a la
respectiva escritura de dominio, y obtener así el plano. Comprende operaciones
técnicas reservadas por ley a peritos habilitados según dec.-ley 10.028/57"(18) .
La norma que comentamos declara procedente a la mensura judicial en dos
situaciones:
1) si estando el terreno deslindado, se pretendiera comprobar su superficie; y
2) si los límites estuvieren confundidos con los de un terreno colindante.
Puede extraerse como elemento aglutinante de esos dos supuestos que el juicio
de mensura es un procedimiento de tipo material antes que jurídico, pues no
afecta a los derechos de propiedad que surgen de títulos relativos al terreno, sino
que lo que se realiza es una comprobación sobre el terreno, esto es, se busca
verificar cómo se plasma o corresponde el título con el terreno que éste
documenta jurídicamente.
Lógico es concluir, en consecuencia, que cuando no existen divergencias entre
título y terreno y no hay divergencias entre linderos respecto de los hitos y
mojones del deslinde, no es necesario realizar una mensura judicial.
La necesidad de ésta, la mensura aparece cuando existen inexactitudes o
vacíos catastrales, cuando en el pasado se han pasado tierras de jurisdicción
nacional a provincial, con la creación de provincias en los viejos territorios
nacionales, lo que provocó enormes dificultades catastrales y de determinación de
linderos.
Aun hoy existen provincias, en el interior y, por caso, en la Patagonia en que el
catastro territorial refleja sólo un porcentaje de su territorio, con lo que los títulos
de las propiedades suelen presentar grandes diferencias sobre el terreno que
documentan jurídicamente.
También se hace necesario el procedimiento previsto en el Título V, cuando los
mojones han sido, retirados, movidos o reemplazados —sea de mala fe o no—,
con lo que el terreno deja de estar debidamente representado en los títulos y
planos.
También se requiere el juicio de mensura cuando la superficie de un
determinado lote, cuyos linderos están bien determinados, es lo que se pretende
comprobar, por ejemplo, porque a un comprador se le ha vendido ese lote con
indicación de una superficie total mayor a la que éste piensa que se encuentra
contenida por los linderos. Ése es el primer supuesto de andamiento de este
procedimiento, que propiamente es una operación de tipo técnico tendiente a
extraer un valor total numérico correcto e indudable, de acuerdo al terreno
mensurado, que identifique la superficie total del lote. Se trata de un procedimiento
esencialmente voluntario, que se cumple a pedido del interesado y que se hace
judicialmente para preconstituir prueba, normalmente a los efectos de un juicio
posterior, como sería un reclamo de diferencias en la superficie vendida al
comprador del lote.
Si bien se mira en este supuesto, aun de proceder el juicio de mensura, no
existe afectación a terceros, puesto que como los límites están claros, la mensura
no afecta a ningún colindante. En todo caso se trata de un procedimiento que
puede afectar a titulares anteriores del inmueble o a otras personas que invoquen
derechos sobre él, como otros coherederos, pero no proyecta efectos sobre
propietarios o poseedores de terrenos linderos.
El segundo supuesto de procedencia de esta acción es más complejo y puede
fácilmente bilateralizarse o multilaterizarse. En su segunda variante, este juicio de
mensura es un procedimiento de determinación de límites de un terreno.
La complejidad es mayor al caso anterior, porque aquí no están claros ni los
linderos ni, por ende, la superficie del lote y debe el agrimensor nombrado por el
juez trasplantar al terreno las especificaciones del título, lo que exige verificar
mojones, verificar en el terreno la existencia de accidentes naturales que se
mencionaran en el título, de límites artificiales levantados —mencionados o no en
el título—, la existencia de construcciones sobre el terreno, etcétera.
En este segundo supuesto, el juicio de mensura tiene dos pasos, uno primero,
que es el trazado o determinación de los linderos correctos, en caso de estar ellos
confundidos. Y, recién luego de ello, una segunda etapa, que coincide con la del
caso anterior, que es la determinación del volumen del terreno. Esta última no se
puede hacer en el caso previsto por el numeral 2 del art. 655 CPCC sin haber
realizado debidamente la primera, consistente en la determinación correcta de
linderos. Ello, porque la superficie extraída de la mensura será claramente
incorrecta, si los linderos están mal definidos o indebidamente trazados sobre el
terreno. En esta situación, el juicio de mensura puede afectar los derechos de
terceros o propietarios colindantes.
El título V en que se inserta la norma anotada es Mensura y deslinde, lo que
muestra la conveniencia de trazar la distinción conceptual entre la mensura que
regla el art. 655 y los que lo siguen del deslinde, que regulan los arts. 670 a 672
CPCC.
La distinción es conceptualmente clara, pero no siempre ha sido bien
explicada: el supuesto previsto en el art. 655, inc. 1º, CPCC es un supuesto de
mensura propiamente dicha. Para definirla correctamente, nada mejor que las
palabras del maestro Alsina: "La mensura (de mensurare , "medir"), es la
operación técnica que tiene por objeto la ubicación del título sobre el terreno,
trazando su forma geométrica en un plano, que es la expresión gráfica de las
indicaciones contenidas en el título, para comprobar si la superficie poseída es la
que éste indica y determinar, en su caso, la de la porción que falte dentro de las
propiedades vecinas"(19) .
En cambio, el supuesto previsto en el art. 655, inc. 2º, CPCC es un supuesto de
deslinde primero y de mensura después.
El deslinde es "el acto por el cual, mediante la mensura de dos propiedades
contiguas, cuyos límites se hallan confundidos, se establece la línea divisoria entre
ellas. De ello se extrae que puede haber así mensura sin deslinde, cuando no
tiene otro objeto que la aplicación del título al terreno, pero no puede haber
deslinde sin mensura, porque éste es el modo de averiguar los límites. El
amojonamiento es una consecuencia del deslinde" (20) .
Sólo después de deslindar se puede mensurar, en el caso contemplado en el
numeral 2 del art. 655, CPCC. La diferencia entre este deslinde previo a la
mensura y el deslinde previsto por los arts. 670 a 672, CPCC es que en el
deslinde del art. 655, inc. 2º, CPCC, la verificación de límites, colocación de
mojones si faltaren y la eventual penetración del agrimensor en la línea separativa
de la propiedad lindera se realiza al solo título informativo, ya que no confiere
derechos al peticionario frente a los colindantes, a diferencia del deslinde en que
se fija definitivamente la línea divisoria de ambos terrenos.
El maestro Fassi sostenía que "aun cuando no se establece ninguna restricción
en cuanto a los inmuebles que pueden ser objeto de la mensura..., corresponde
concluir que de acuerdo con el espíritu del art. 2748, Cód. Civ., sólo es procedente
respecto de propiedades que no estén edificadas, sean rurales o urbanas. Lo que
no obsta para que en juicios donde se discute el dominio se ordene y realice una
mensura mediante pericia".
No estamos de acuerdo en absoluto con tal restricción. Ello por varios motivos:
a) En primer lugar, porque como el propio Fassi concede, tal restricción no está
establecida legalmente, lo que a tenor del principio de reserva receptado por
el art. 19 de la Constitución Nacional, debe entenderse que aplicar una
limitación tal implicaría vulnerar los derechos de los justiciables, al no existir
ley que los recorte. En clásicas palabras Juan Bautista Alberdi escribió que,
en el sistema de nuestra Constitución, la libertad se presume, mientras que la
restricción se expresa.
b) Tampoco es feliz recurrir al espíritu del art. 2748 del Código Civil, que recepta
la acción de deslinde, diversa a la que aquí se analiza. En todo caso debió
mencionarse al espíritu del art. 2746 Cód. Civil, y aun así el fundamento
sería, a nuestro juicio, excesivamente sutil.
c) Es más, existiría un serio inconveniente para asentar la restricción aun en esa
norma del ordenamiento de fondo: el juicio de mensura que aquí se estudia
es un procedimiento judicial, de naturaleza procedimental, reglado en los
Códigos provinciales adjetivos o de forma, que han hecho uso de sus
facultades no delegadas al Gobierno Nacional, con lo que no podrían
válidamente asentarse restricciones a los derechos y moldes procesales
receptados por el legislador local en materia no delegada, con base no ya en
normas de fondo, sino en el inasible espíritu de ellas, que incluso no surge
prístinamente con el alcance que le pretende dar el maestro Fassi en este
tema.
d) El criterio propuesto por Fassi es profundamente perturbador y llevaría a esta
figura, poco utilizada de por sí, a no ser usada nunca, ya que bastaría con
que un lote de campo inmenso tuviera cualquier construcción encima para,
siguiendo su criterio, no poder mensurarlo, lo que nos parece redondamente
un dislate.
Nos pronunciamos, en consecuencia, en contra de tal restricción, que nos
parece huérfana de buenas razones y, por ende, antojadiza y desechable.
Ahora bien, trazada esta distinción conceptual entre mensura y deslinde,
avanzaremos sobre las características y peculiaridades del juicio de mensura:
a) Su objeto es la aplicación del título al terreno: Se trata de un juicio voluntario
que se inicia con la petición de la mensura por el actor; en este juicio
interviene una única parte: el peticionante, el que no adquiere con este
procedimiento ningún derecho o protección legal de su posesión. Ello, porque
si de la mensura surgiese que un segmento o fracción de su terreno es
poseída por algún vecino, él deberá reclamarla en juicio ordinario posterior.
Sin embargo, ello no significa que la mensura carezca de interés o provecho,
pues su función es dar certeza material al trasplante del título sobre el
terreno, así como muestra las eventuales equivocaciones o vacíos del título o
del catastro. Se trata de un procedimiento útil cuando han existido
modificaciones del terreno, como cambios de curso de ríos, de bordes de
lagunas, terremotos, cuando existe confusión de límites o diferencias en la
superficie objeto de cesión por título y la realidad extrarregistral o vacíos
catastrales.
b) Este juicio es esencialmente voluntario: en él interviene solamente quien
peticiona la mensura; ello, ya que los propietarios de fundos colindantes no
son partes en esa litis, ni tienen otra obligación que la de exhibir sus títulos a
fin de que el agrimensor pueda establecer, en caso de hallar diferencia entre
la superficie a mensurar y la que expresan los títulos, quién de entre los
colindantes se halla en posesión del segmento del polígono que falta según el
título o el error de éste último.
c) La sentencia dictada en el juicio de mensura deja intactos los derechos de
posesión y dominio: vid artículo siguiente.
d) La sentencia que en él se dicte no hace cosa juzgada ni formal ni
material: ver artículo siguiente.
e) El juez acota su decisión a la declaración de que teniendo en cuenta los
títulos o linderos presentados, la operación de mensura es correcta.
f) No es un juicio de conocimiento: ver artículo siguiente.
g) Es normalmente una acción preparatoria de otra de
conocimiento: normalmente quien encara un juicio de mensura lo hace para
preconstituir prueba de que luego utilizará en un juicio ordinario posterior, sea
una acción real como un juicio de reivindicación o una acción personal, un
reclamo contra quien le vendiera el inmueble, si éste difiriera en su superficie
real respecto de la vendida, en medida importante para alterar el monto
pagado.
h) Al tratarse de un procedimiento voluntario, el mensurante o actor del juicio de
mensura, no adquiere a través de este procedimiento ningún derecho: ver
artículo siguiente.
i) Los colindantes no pueden oponerse a la mensura: ver artículo siguiente.
j) Si resultare de la mensura que una fracción de la propiedad del peticionario de
la mensura es objeto de posesión de un colindante, el mensurante deberá
reclamarla a través de un juicio ordinario posterior a ella.
k) El juez competente para la mensura es el del lugar en que se ubica el
inmueble objeto de ella (art. 5º, inc. 1º, CPN), el que tiene preeminencia, por
ejemplo, por sobre el juez de la sucesión que incluyera la cosa
mensurada (21) .
l) La competencia en este tipo de proceso es esencialmente provincial, siendo la
competencia federal es excepcionalísima y derivada solamente de la
intervención en este proceso voluntario de una parte que tenga derecho a
reclamar ese fuero especial, por razones de distinta nacionalidad o vecindad,
o si se tratara de alguna entidad regida por ley especial del Congreso.
Alcance
Art. 656 — La mensura no afectará los derechos que los propietarios
pudieren tener al dominio o a la posesión del inmueble.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Juicio de mensura y derechos sustanciales. La doctrina ha caracterizado el
juicio de mensura como un ámbito inadecuado para la discusión de derechos
controvertidos. Por ello, tratándose de una acción que se adscribe a la jurisdicción
voluntaria, las cuestiones relativas al dominio de los inmuebles se deben ventilar
en el pertinente juicio ordinario(22) .
2. Efectos de la mensura. a) La aprobación judicial de una mensura, sin
oposición del Fisco, no hace cosa juzgada con respecto al juicio de mensura de
una propiedad distinta, en el cual la operación ha sido impugnada por el Fisco por
no estar de acuerdo con la proyección de aquel trabajo topográfico sobre la tierra
de que trata el actual litigio; por lo que tampoco se le puede objetar que proceda
con criterio distinto en uno y otro caso(23) .
b) El procedimiento de mensura no es un juicio, es sólo una operación, un acto
de jurisdicción no contenciosa que no da ni quita derechos(24) .
COMENTARIO
El juicio de mensura y la acción real son figuras jurídicas que guardan una
respetable distancia entre ellas; ello, al punto que casi no tienen relación.
La mensura no es una acción real, por más que en el art. 2746 Cód. Civil existe
una figura que podría ser colocada en ese anaquel, pero claramente no es la
regulada por los arts. 655 y sigtes. CPCC Pcia. de Buenos Aires.
Por otra parte, es claro que no es una acción real, la que aquí analizamos,
porque a través de ella, no se discute el dominio bajo ninguno de sus aspectos.
En agudos conceptos, el maestro Reimundín señaló hace mucho que el de
mensura es "un procedimiento de jurisdicción voluntaria, que tiene por objeto
confirmar por medio de una operación técnica los límites que tiene un terreno, sin
perjuicio del derecho de los linderos: se limita al examen de la operación
geodésica y no declara ningún derecho..."(25) .
Finalmente, no debe soslayarse que el juicio de mensura no siempre, ni
necesariamente, es preparatorio de una reivindicación, Ello, porque "si es posible
precisar dentro de límites ya conocidos la superficie que se reivindica, la mensura
será un medio de prueba a practicarse en el juicio para demostrar que esa
superficie no está comprendida en el título del reivindicado sino del reivindicante.
Si los límites son desconocidos, habrá que hacer una mensura previa para
establecerlos, porque no se puede reivindicar una cosa indeterminada"(26) .
En nuestro comentario del artículo anterior hemos reseñado las características
esenciales del juicio de mensura. Algunas de esas características nos hemos
limitado a esbozarlas, remitiendo a la anotación de esta norma para desarrollarlas;
ello así, porque tenían mayor relación con este artículo que con el otro, pero tratar
algunas características en una nota y otras en la siguiente, sin la menor enunciar
todas juntas en algún segmento hubiera conspirado contra la necesaria unidad
expositiva. Por tal motivo se enunciaron juntas todas las características del juicio
de mensura en el comentario al artículo anterior y se reservó para el actual solo el
análisis de las notas más directamente relacionadas con la presente norma. Tales
las siguientes:
a) El juicio de mensura es esencialmente voluntario: en él interviene solamente
quien peticiona la mensura, sin que existan contradictores, ni terceros
necesariamente vinculados.
Consideramos que mensura y litigio son conceptos jurídicos incompatibles,
sencillamente porque el juicio de mensura no puede prosperar cuando hay
oposición, la que genera una contienda, un litigio, que lo desborda esencialmente
y lo transmuta en un proceso diferente: un proceso ordinario, de naturaleza
adversarial, lo que implica el abandono por incompatibilidad de las simples y llanas
formas del juicio de mensura, proceso voluntario, si los hay.
Suele decirse que este juicio especial puede hacerse contradictorio: se trata de
un sensible error. Ello, por cuanto si existiera oposición de alguno de los
colindantes a la mensura, la oposición se resolverá en un juicio ordinario, que ya
no será el de mensura, sino otro distinto y que afectará a los eventuales
contendientes en cuanto a sus derechos sobre el terreno, extremo que distingue a
dicho juicio esencialmente del de mensura.
En este sentido que nos venimos pronunciando, lo ha hecho la Corte Sup. en un
viejo fallo en el que resolviera que "la oposición a la mensura y deslinde iniciada
por el Fisco de la Pcia. de Corrientes c/ The Liebig's Extract of Meat Co. Ltd." ha
hecho de esta causa un caso contencioso cuya sustancia es la de un juicio
contradictorio y ordinario, tal como resulta de los derechos y hechos alegados por
las partes y de haberse controvertido y producido prueba sobre el dominio y
posesión de las tierras cuya mensura y deslinde se demanda, así como sobre la
procedencia y carácter de la acción incoada"(27) .
También en pareja senda se ha pronunciado De Santo, quien sostiene que "la
unilateralidad del procedimiento no desaparece por la circunstancia de la citación
de los linderos, y la sentencia, que carece de la autoridad de cosa juzgada, no le
confiere al peticionante ningún derecho más que la comprobación de la superficie
exacta del terreno"(28) .
Y Reimundín ha dicho que "se trata de un procedimiento de jurisdicción
voluntaria, vale decir de un procedimiento unilateral; la citación a los linderos no le
quita este carácter... pues, tal citación tiene por finalidad específica que los
linderos puedan controlar si quisieren la operación geodésica y ofrecerles la
oportunidad para que hagan valer sus derechos si éstos resultaran
afectados"(29) .
Lo expuesto implica que un juicio iniciado originalmente como de mensura y con
características de juicio voluntario, en caso de sobrevenir oposición de algún
colindante o de otra persona que invocare derechos sobre el terreno a demarcar,
se convierte en un juicio ordinario, de naturaleza contenciosa, lo que muta la
esencia del proceso inicial en otro radicalmente distinto, que genera la obligación
de recaratular la causa y que no es una mera prolongación o nuevo capítulo del
juicio de mensura, sino que implica la adopción de un molde procesal
absolutamente contradictorio con él.
En esta línea, bien se ha dicho que "se trata de un procedimiento extra
contencioso, sin perjuicio de que se convierta en contencioso en caso de
oposición de los colindantes..., que solamente pueden requerir los que tengan un
derecho real sobre el terreno (art. 2749, Cód. Civil) y para cuyo ejercicio no es
menester la posesión actual, bastando el derecho real de dominio"(30) .
La conclusión de lo expuesto es clara: el juicio de mensura es un procedimiento
de tipo voluntario, que deja de existir ante la oposición de un colindante, dando
nacimiento a un procedimiento nuevo, de esencia contradictoria y bajo el molde
del proceso ordinario.
En palabras de Fassi, "el proceso de mensura es de carácter voluntario, pues
tiende a satisfacer el interés del solicitante sin otorgarle derechos de posesión o
dominio, los cuales, en su caso, deben hacerse valer en el correspondiente
proceso contencioso de conocimiento. Pero puede convertirse en contencioso en
el supuesto de que alguno de los colindantes se oponga a la aprobación de la
diligencia"(31) .
b) La sentencia dictada en el juicio de mensura deja intactos los derechos de
posesión y dominio ; ello, en primer lugar, por tratarse de un juicio voluntario, que
tramita con la sola intervención de quien lo inicia. Y, en segundo, porque lo
resuelto en él no hace cosa juzgada.
c) La sentencia que en él se dicte no hace cosa juzgada ni formal ni
material. Bien se ha dicho que "en razón de que no ha sido precedida de un
debate judicial, de una controversia en materia de prueba y de una decisión
declarativa al respecto, la resolución que recaiga sobre la petición de mensura no
tiene los alcances de una sentencia con autoridad de cosa juzgada. Esto significa
que las cuestiones referentes al dominio y a la posesión de los terrenos, al no
haber sido materia de debate, pueden hacerse valer en un proceso de
conocimiento autónomo"(32) .
Por ello, si se demostrara luego en dicho juicio ordinario la existencia de un
error material o de cálculo en el replanteo del título al terreno o su disconformidad
con los antecedentes del título, este yerro puede ser corregido, en cualquier
tiempo que se descubra. Esto es así, dado que la mensura es aprobada por el
juez utilizando la fórmula tan tradicional como ambigua de que la aprobación se
hace en "cuanto hubiere lugar por derecho", como si se tratara de una información
sumaria o una cuenta particionaria.
d) No es un juicio de conocimiento. La mensura es un juicio de determinación
territorial, no de asignación de derechos sobre un inmueble. Es un juicio de
determinación o esclarecimiento material más que jurídico, por lo que la resolución
del tribunal que aprueba la mensura no reconoce ningún derecho al pretensor,
quien deberá efectuar su reclamación sustancial sobre el lote en un juicio ordinario
posterior a la mensura.
e) Al tratarse de un procedimiento voluntario, el mensurante o actor del juicio de
mensura, no adquiere a través de este procedimiento ningún derecho , ya que no
hay asignación ni adquisición de derechos en este tipo de juicios. Tampoco, por
obvias razones, puede él verse perjudicado por la determinación del territorio que
se haga en la mensura.
f) Los colindantes no pueden oponerse a la mensura , ya que no se dirimen
derechos sobre el terreno, sino que se trata de un trabajo técnico por naturaleza
que no beneficia al que pidió la mensura ni perjudica a los vecinos, cuya posesión
y dominio quedan indemnes. Distinto ocurre con la mensura que va acompañada
de deslinde, pues en este caso sí puede existir oposición, ya que sí se dirimen
derechos en el deslinde.
g) Si resultare de la mensura que una fracción de la propiedad del peticionario
de la mensura es objeto de posesión de un colindante, el mensurante deberá
reclamarla a través de un juicio ordinario posterior a ella.
h) Fassi sostenía que estaba en vigencia "la antigua doctrina judicial para la que
la mensura, el deslinde y amojonamiento son actos posesorios. Dado el alcance
limitado de la oposición, que no convierte al citado en parte, consideramos que
éste tiene el derecho de deducir interdictos por significar la mensura una turbación
de la posesión"(33) . No vemos motivo para no adherir a tal formulación, sobre
todo porque si bien la mensura propiamente dicha o mensura sin deslinde, no
afecta los derechos de los colindantes, lo cierto es que alguien puede sentir como
una invasión a sus dominios tal acto o una turbación de sus derechos y reaccionar
contra ellos, con la herramienta procesal que el ordenamiento le pone en la mano
para estos casos: un interdicto(34) .
Requisitos de la solicitud
Art. 657 — Quien promoviere el procedimiento de mensura, deberá:
1. Expresar su nombre, apellido y domicilio real.
2. Constituir domicilio legal, en los términos del art. 40.
3. Acompañar el título de propiedad del inmueble.
4. Indicar el nombre, apellido y domicilio de los colindantes, o manifestar que
los ignora.
5. Designar el agrimensor que ha de practicar la operación.
El juez desestimará de oficio y sin sustanciación previa la solicitud que no
contuviere los requisitos establecidos.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
COMENTARIO
Si se encuentran reunidos los recaudos del artículo anterior, el juez dará curso a
la petición; si bien se trata de un proceso voluntario, la admisión del requerimiento
del mensurante lleva aparejado el dictado de un acto procesal de admisión de
competencia, que exige además tener al peticionario por parte, por constituido el
domicilio procesal, por denunciado el real, por cumplidos los recaudos requeridos
por el art. 657 CPCC. Se trata de una resolución interlocutoria, que debe cumplir
los recaudos y formas de éstas (53).
En cuanto al experto a designar, la norma que aquí analizamos utiliza un
lenguaje ciertamente dudoso en su numeral nro. 1, al expresar que el juez deberá
"disponer que se practique la mensura por el perito designado por el recurrente ".
Más allá de que la solución legal no sea discutible, la terminología es
equivocada o, al menos, muy dudosa, ya que por concepto un perito es un auxiliar
de la justicia, que es nombrado de oficio por el juez, mientras que en este caso, la
designación la hace el recurrente.
Es indudable, en primer lugar, el desacierto de hablar de un "perito" designado
por el peticionario del trámite, lo que es imposible, por cuanto la designación
recién se concreta cuando el juez dicta el auto de admisión de su competencia y
tiene al presentante por parte.
Pero, además, es totalmente equivocado decir que la designación la hace el
recurrente, porque recurrente es quien recurre y aquí no estamos en presencia de
recurso alguno, esto es, un alzamiento contra la resolución de un juez ante un
superior suyo pidiendo que revise el criterio del a quo , sino de una petición
efectuada ante un juez de grado.
Y decimos que la solución legal no es dudosa porque compartimos el criterio de
que "como el juicio es voluntario, se explica que la ley conceda al peticionante el
derecho a proponer el perito que ha de practicar la diligencia, ya que es el único
que deberá afrontar los gastos que ella origine"(54) .
Pese a la latitud de la norma, consideramos que el juez debe examinar la
idoneidad del perito(55) y proceder a nombrarlo sólo en caso de que no se
encuentre privado de ella o se halle incurso en alguna causal de incompatibilidad,
como parentesco, existencia de interés, etc.
El perito debe ser agrimensor y reunir las condiciones exigidas para los peritos,
esto es, la aceptación del cargo, la idoneidad en la materia y la inexistencia de
causales de inidoneidad, como sería no tener interés en el pleito, no ser pariente
del mensurante, etcétera (56).
El perito, si no se encuentra alcanzado por alguna de estas incompatibilidades,
aceptará el cargo en el expediente, siéndole éste entregado si lo solicitara bajo
constancia, para así realizar la mensura teniendo los títulos de propiedad a la
vista(57) .
Jurisprudencialmente se ha dicho que, c omo principio —atento a su carácter de
auxiliar de la justicia que asesora al juez sobre cuestiones técnicas y que, por la
índole de sus funciones, debe actuar con absoluta imparcialidad— el perito debe
ser creído acerca de las verificaciones que dice haber practicado, en tanto no se
demuestre lo contrario(58) .
Una vez nombrado, el perito es un oficial público y un auxiliar del juez, con lo
que debe mantener su imparcialidad y objetividad, procediendo a realizar su
trabajo dentro del plazo que el juez le designara y presentando su informe ante
éste en la forma de estilo, es decir, dotado de los fundamentos técnicos requeridos
para dar objetividad a sus comprobaciones técnicas.
Como dijéramos en un voto de nuestra autoría, en un caso en que los peritos
actuantes habían extralimitado su función de auxiliares del juez para invadir —o
pretender hacerlo— el terreno propio de los juzgadores, cuadra poner de resalto
que la función del perito es la de auxiliar al juez, iluminando su juicio en materias
ajenas a su conocimiento y propias de la incumbencia del experto consultado. Por
ende, la función pericial se agota en la determinación de los aspectos científicos
—propios de su incumbencia— involucrados en la disputa sub lite y el
encasillamiento de los hechos debatidos en la liza en las reglas y leyes de la
ciencia de que se trate(59) .
Agregamos allí que el encasillamiento jurídico de los hechos o aspectos
científicos determinados por el perito escapa a la función pericial, al ser una labor
propia del juzgador e indelegablemente suya(60) .
Y párrafos debajo dijimos en esa causa que los datos consignados por los
peritos en sus dictámenes no pueden ser entelequias que surjan de pronto de un
informe, sin que ese dato se corresponda con razones científicas que lo justifiquen
y enmarquen(61) .
Expusimos seguidamente que desde los griegos hasta hoy, la ciencia para ser
tal debe ser verificable. Objetiva y verificable, de otro modo no es ciencia sino
opinión y así debe tomarse. Los griegos distinguían el saber
en Doxa y Episteme . Episteme era el conocimiento científico, regido por reglas,
enmarcado por principios y aquilatado en una lex artis asentada y asumida por la
Academia. Doxa era la opinión vulgar, de suyo insegura y asentada en terreno
cenagoso, que hoy podía pasar por válida y mañana demostrarse su absoluta
inatendibilidad(62) .
Y que un dato no es científico por el hecho de que emane de un profesional en
determinada materia. Un dato determinado se transforma en científico cuando va
acompañado de la expresión de los principios que han regido su extracción, a
partir de hechos comprobados. De tal modo, el encuadramiento de hechos por el
experto para ser científico requiere de la explicitación de los fundamentos y
principios científicos que presidieron ese encuadramiento y que tornan verificable
al mismo. No hay ciencia sin verificabilidad. Y no hay verificabilidad sin
fundamentos suficientes. Ergo, la del perito o consultor técnico de parte es una
opinión suya y no un conocimiento científico regular y verificable, si sus datos
lucen huérfanos de los principios que los alumbraran y justifican científicamente y
así debe declararse(63) .
Estas ideas tienen una importancia fundamental en todo proceso judicial,
incluidos los procesos voluntarios; porque es necesario decirlo claramente, que el
proceso sea voluntario no significa que se trate de un juego de ficciones destinado
a obtener comprobaciones dudosas de realidades inasibles.
Que el proceso sea voluntario no puede significar que el perito pueda tener
interés, que el juez no analice debidamente si la mensura practicada por el experto
satisface un examen de logicidad, si ella contiene fundamentos, si éstos son
plausibles o descabellados, etcétera.
Se trata de un proceso judicial, no de un tren fantasma, de un carrusel o de un
procedimiento informal donde sea admisible cualquier irregularidad o desvarío.
Y qué ocurre si el perito propuesto por la peticionaria ("designado" por ella, dice
la norma ), no acepta el cargo. Pensamos que en tal caso el mismo debe ser
removido por el juez y debe solicitarse al presentante que proponga otro. Si no lo
hiciera éste, entendemos que el juez no debe proseguir el trámite de oficio,
designando otro de la lista de peritos oficiales. Ello, porque al tratarse de un
proceso voluntario, el interés de la parte accionante marca el paso del
procedimiento y si ésta, ante la requisitoria del juez, no satisface su carga procesal
de proponer un nuevo perito, pues el juez no debe forzar la situación yendo por
encima del interés de la parte. En tal situación, creemos que el juez, siguiendo
similar camino que el que postulamos interpretando el artículo anterior, debe dar
fin al proceso, rechazando la petición ante la falta de cumplimiento —
sobreviniente— de uno de los requisitos de la acción, que no es saneado en
tiempo propio ante la intimación del juez.
Si, en cambio, el peticionario se presenta ante el juez con una nueva propuesta
de perito —pese al lenguaje de la norma que habla de designación, entendemos
que lo que efectúa la parte es una propuesta de perito, ya que en sentido propio la
designación la hace el magistrado, a través de un acto procesal suscripto por él—
, el trámite continúa donde había quedado ante la falta de aceptación del perito
originalmente propuesto.
No es la situación más común, ya que normalmente el peticionario habrá
hablado previamente con el perito que propondrá; sin embargo, siempre pueden
surgir entre ellos desavenencias posteriores, las que suelen obedecer a motivos
de dinero en estos casos. Las vísceras más sensibles en las lides curialescas o
anexas suelen pasar por el bolsillo, con lo que los arrepentimientos o las
desavenencias posteriores a los acuerdos, no suelen transitar lejos de algún
incumplimiento de la palabra dada por uno de los sujetos procesales o, por una
nueva reflexión o una mayor exigencia del otro.
Ello aclarado, debe decirse que este proceso en particular tiene establecidos en
este artículo dos formalidades específicas: la citación por edictos y la
comunicación del pedido de mensura a la oficina topográfica.
Los edictos publicados tienen que satisfacer las menciones que la norma
consigna y dar cumplimiento, ante cualquier circunstancia, al principio de
comunicación eficaz. Las formas de notificación establecidas por el CPCC se
orientan a la notificación efectiva de su destinatario, con lo que no deben ser vistas
como comunicaciones ritualistas y prescindibles, en las que puede obviarse
cualquier requisito.
En materia de notificaciones procesales, como están en juego los derechos de
los citados, ante la duda de si una comunicación procesal cumplió su objetivo,
debe practicarse nuevamente(64) . Ello no implica la renovación de actos por un
afán preciosista, pero sí el análisis de si se han cumplido las exigencias legales,
puesto que en las notificaciones están en juego la vigencia efectiva de los
derechos: de nada valdría declamar derechos en favor de los justiciables, si éstos
luego no se enteran debidamente de la existencia del proceso, de la fecha de
realización de la mensura, etcétera.
Por ende, la comunicación debe hacerse eficientemente desde el punto de vista
comunicacional y con la antelación mínima requerida para que los interesados
puedan concurrir al acto de la mensura.
La citación por edictos constituye un llamamiento a comparecer efectuado erga
omnes o en forma indeterminada. Es la primera citación que debe realizarse en la
mensura, pero a ella seguirán otras, como veremos en el artículo siguiente.
La comunicación a la oficina topográfica se orienta como recaudos a otros fines:
que tal organismo pueda brindar instrucciones y datos técnicos al perito, para la
realización de la pericia de acuerdo a pautas uniformes, a datos correctos de
amojonamiento, etcétera.
COMENTARIO
COMENTARIO
Oportunidad de la mensura
Art. 661 — Cumplidos los requisitos establecidos en los arts. 657 a 659, el
perito hará la mensura en el lugar, día y hora señalados, con la presencia de
los interesados o de sus representantes.
Cuando por razones climáticas o mal estado del terreno no fuese posible
comenzar la mensura en el día fijado en las citaciones y edictos, el
profesional y los interesados podrán convenir nueva fecha todas las veces
que ello sea necesario, labrándose siempre acta de cada postergación.
Cuando la operación no pudiere llevarse a cabo por ausencia del
profesional, el juzgado fijará la nueva fecha. Se publicarán edictos, se
practicarán citaciones a los linderos y se cursarán avisos con la anticipación y
en los términos del art. 659.
COMENTARIO
Continuación de la diligencia
Art. 662 — Cuando la mensura no pudiere terminar en el día, proseguirá en
el más próximo posible. Se dejará constancia de los trabajos realizados y de
la fecha en que continuará la operación, en acta que firmarán los presentes.
COMENTARIO
Esta norma regula el supuesto de que el perito no pudiera terminar la mensura
durante el mismo día que comenzara, lo que será bastante normal, si se trata de
una fracción importante de terreno a mensurar o una no tan grande, pero de
terreno accidentado, cruzado por diversos accidentes geográficos, como ríos o
arroyos o de terrenos desnivelados, como serranías o bardas, lo que es bastante
común en ciertas zonas de nuestra Provincia, como Tandil, Sierra de la Ventana o
la zona de Saldungaray u Olavarría.
Para tales supuestos, la norma contempla un mandato de sentido común: que la
labores proseguirán lo más próximo posible y dos disposiciones de tutela de la
buena fe: a) que se dejará constancia de los trabajos realizados en acta que
firmarán los presentes; y b) que dicha acta contendrá también la fecha en que
continuará la operación.
Ello para evitar dos extremos de hecho igualmente inconvenientes: que, como el
viejo mito griego de Penélope, se desteja de noche lo que se tejió de día,
cambiando por caso el perito al reanudar las labores alguna constatación que
fuera inconveniente para quien le encargó el trabajo y para evitar sorpresas a los
colindantes que podrían verse sorprendidos en su buena fe si luego de firmar el
acta de la mensura, se suspendiese la misma y luego se desarrollara sin ellos
delante al retornar a la labor, según la voluntad del agrimensor.
Por otra parte, la firma del acta por los colindantes hace que éstos queden
notificados de la fecha de reanudación de las labores, lo que obvia la necesidad
de practicar nuevas notificaciones a los interesados, permitiendo ganar en
celeridad al procedimiento.
Fassi y Falcón plantean un supuesto interesante, aunque algo teórico, de que si
con los trabajos que se llevaron a cabo antes de la suspensión de labores se logró
terminar la mensura respecto del límite con alguno de los titulares colindantes, no
será necesaria la presencia de éste en el resto de la operación(79) .
Se trata de una situación similar a la de cualquier sujeto procesal que queda
desinteresado en la litis; al haber cumplido la intervención que le concernía en
defensa o tutela de su interés no se justifica ya su comparecencia. Claro que si el
mismo desea continuar concurriendo a los actos posteriores, no se le podrá
impedir que lo haga.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Remoción de mojones
Art. 665 — El agrimensor no podrá remover los mojones que encontrare, a
menos que hubiesen comparecido todos los colindantes y manifestasen su
conformidad por escrito.
COMENTARIO
La norma analizada establece que para estar autorizado a remover los mojones
que encontrare durante la mensura el agrimensor deberá contar con la
conformidad por escrito de todos los colindantes.
La regulación legal implica, en primer lugar, que la ausencia de uno solo de los
colindantes, aunque haya sido notificado oportunamente, invalida la conformidad
manifestada por los restantes a la remoción de mojones(83) .
Ello implica que mientras no haya conformidad de todos los interesados, la
remoción de mojones existentes en el terreno puede ser efectuada como resultado
de un deslinde, pero no de la mensura. Ello es de toda lógica, porque la remoción
de mojones excede la simple mensura que, por concepto y esencia, no consiste
en deslindar las propiedad(84) ni en fijar sus correctos límites.
Tal vez quien mejor explica esta norma es el Prof. Jesús Cuadrao, normalmente
sintético en el análisis de los textos. Sin embargo, conviene seguirlo en su
comentario a esta manda: "El amojonamiento es y consiste en el hecho de colocar
señales en la línea de separación, una vez efectuado el deslinde. Por ello el
emplazamiento de este artículo, y su título, pueden inducir a confusión. Los
mojones no pueden ser alterados más que como consecuencia de una operación
de deslinde. Pero todos los reglamentos prevén que en el curso de la mensura se
puede hallar mojones en el terreno, y para tal caso establecen que bajo ningún
pretexto podrá el agrimensor o ingeniero removerlos, aunque estén mal colocados
y si esto fuera notorio y los interesados convinieran en su remoción, se disponen
todas las garantías para hacerlo, dada la trascendencia que la operación implica.
El precepto, pues, hubiera requerido mayor desarrollo o desenvolvimiento, por
cuanto estamos tratando de una mensura judicial, ajena al amojonamiento, que es
posterior al deslinde"(85) .
Por otra parte no cabe soslayar que "los mojones serán, justamente, elementos
inapreciables de juicio en las acciones posesorias o petitorias que no han quedado
comprendidas en la mensura"(86) .
En cuanto a la reposición de mojones, afirman Palacio y Alvarado Velloso que
"en el caso de que el peticionario de la mensura lo haya requerido y medie la
conformidad aludida en el número precedente, el perito puede reponer los
mojones que correspondieren a una operación anterior y hubiesen
desaparecido"(87) . La solución es de estricta lógica, aun cuando carece de base
legal en que fundarse.
Tal vez su mayor basamento sea el principio jurídico-lógico formulado en
tiempos inmemoriales en latín de esta manera: Non debet illi cui plus licet, quod
minus non licere. Su significa es obvio: " Quien puede lo más, puede lo menos" o
"A quien se permite lo más, se permite lo menos"(88) .
Ergo, si el agrimensor puede remover los mojones con la conformidad de todos
los linderos, también puede reinstalar los preexistentes que se hubiesen perdido,
si contara con la misma conformidad.
COMENTARIO
Efectos
Art. 668 —Cuando la oficina topográfica no observare la mensura y no
existiere oposición de linderos, el juez la aprobará y mandará expedir los
testimonios que los interesados solicitaren.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
Procedencia. Cuando dos propiedades están divididas por una cerca o una
zanja y uno de los dueños pretende que se le toma terreno, no hay razón para una
acción de deslinde, desde que los terrenos están delimitados materialmente. Lo
que corresponde es reivindicar lo que se toma (art. 2747 Cód. Civil)(2) .
COMENTARIO
El tema que analizamos en esta norma es uno de los más complejos del Código
Procesal, aunque esa complejidad se halla ensordinada por la escasa aplicación
práctica del instituto, que amengua tal dificultad conceptual.
Ello quita de la vista la evidencia del tratamiento excesivamente simplista y
hasta reduccionista que algunos autores hacen de este tema, desde el hontanar
procesal.
Creemos que vale la pena alguna profundización de este tópico, para evitar caer
en equívocos que son comunes en otras obras.
Con ese objetivo diremos liminarmente que la vigencia efectiva de los derechos
reales sobre inmuebles exige que ellos se encuentren delimitados con exactitud en
cuanto a su superficie y linderos, para poder realizar sobre ellos una registración
que sea eficaz y que no genere dudas y litigios. No hay derechos reales efectivos
sobre inmuebles inciertos en su superficie o límites; lo que hay en estos casos es
un litigio seguro a mediano plazo.
El problema radica en que muchas veces el terreno objeto del derecho real está
mal demarcado, o estando bien delimitado en el plano, está mal trazado sobre el
terreno, sea porque alguno de los terrenos contiguos ha invadido otro terreno y se
han corrido los límites o porque alguien ha corrido los hitos o mojones o porque
éstos han desaparecido.
Se produce entonces un fenómeno que se llama "confusión de límites", el que
no significa la existencia de una duda o desconocimiento sobre la titularidad de los
derechos reales respecto de determinada franja o segmento de tierra sino sobre
su correcta y precisa determinación sobre el terreno.
En otras palabras, en la confusión de linderos, los límites están confundidos de
tal forma que no puede conocerse exactamente la línea perimetral de cada
propiedad; y el lecho de que los predios estén inscriptos en el Registro de la
Propiedad no soluciona el inconveniente ya que no hay duda de derechos en
abstracto sino sobre la materialización de derechos sobre el terreno, es decir,
sobre la extensión concreta de los derechos en el campo o lote.
La confusión de límites es un supuesto de hecho que el Código de Vélez ha
captado de manera deficiente, anquilosada(3) , la que se configura en los casos
en que las partes no saben con certeza por qué lugar del terreno pasa la línea
divisoria de sus predios; ello puede obedecer a diversas causales:
a) porque no existan mojones divisorios; o
b) porque ellos han desaparecido sea por el paso del tiempo, por fenómenos
naturales o por un hecho o actuar humano.
Pero no cualquier situación de indefinición limítrofe puede dar lugar a un
condominio por confusión. Para que ello ocurra deben concurrir determinados
presupuestos:
a) las heredades deben ser contiguas (art. 2748, Cód. Civil, primera parte), pues
de otro modo sería lógica y físicamente imposible la confusión;
b) los predios no deben estar edificados (art. 2748 Cód. Civil, in fine );
c) el pleito o diferendo no debe versar sobre el alcance de los títulos (art. 2747,
Cód. Civil, a contario sensu ); y
d) el límite no debe estar definido sobre el lote por desaparición de los mojones
o hitos divisorios (art. 2747, Cód. Civil).
Pues bien, cuando esta situación fáctica se configura, el ordenamiento
sustancial da a los interesados la acción de deslinde, conocida desde los tiempos
del derecho romano y denominada allí actio finium regundorum ; se trata de una
acción tendiente a lograr que los límites se investiguen y demarquen (art. 2746
Cód. Civil).
Al ordenamiento jurídico le resulta de gran interés que este tipo de situaciones
de derechos dudosos o no plenos se resuelvan natural y rápidamente, dado que
su permanencia o dilatación en el tiempo conspira contra el pleno ejercicio de los
derechos.
Brillantemente ha escrito el maestro Díez-Picazo que "el derecho de dominio
supone, como es lógico, la posibilidad de monopolizar el goce de una cosa y, por
consiguiente, de excluir a los demás de ese goce. Aunque la facultad de exclusión
se canaliza sobre todo a través de las acciones protectoras del dominio y de la
posesión, puede también legitimar para actuaciones preventivas como las que
tienden a lograr una perfecta individualización de la cosa, especialmente si es
inmueble, mediante la colocación de signos exteriores que hagan reconocible la
propiedad"(4) .
Prueba de este interés en darle término a la situación de confusión lo marca que
la acción de deslinde es una de los pocas acciones imprescriptibles que existen en
el derecho argentino; cabe recordar que, a tenor de lo dispuesto por el art. 4019,
inc. 3º, Cód. Civil, es imprescriptible la acción de división mientras dura la
indivisión de los comuneros.
No resulta de interés analizar aquí si es una acción real o personal, pues ello
carece de incidencia práctica.
Las normas procesales de las respectivas jurisdicciones establecen un
procedimiento específico para la acción de deslinde (arts. 670 a 672 CPCC Bs. As.
y arts. 673 y sigtes, CPCCN).
Ahora bien, ¿qué es el deslinde? Y ¿cómo se canaliza procesalmente?
El deslinde es la traza del límite entre dos heredades que hasta ese momento
se hallaban confundidas.
El deslinde es una forma de determinación de la extensión espacial o geográfica
de dos inmuebles que se hallaban confundidos en cuanto a sus linderos.
El Código Civil argentino concede a los colindantes dos vías para resolver la
situación de confusión:
a) mediante acuerdo entre todos los interesados, situación que es regida por el
artículo que actualmente comentamos y el art. 2753 Cód. Civil, el que edicta:
"El deslinde de los terrenos puede hacerse entre los colindantes por acuerdo
entre ellos que conste de escritura pública. Bajo otra forma será de ningún
valor. El acuerdo, la mensura y todos los antecedentes que hubiesen
concurrido a formarlo deben presentarse al juez para su aprobación; y si
fuese aprobado, la escritura otorgada por personas capaces, y la mensura
practicada, servirán en adelante como título de propiedad, siempre que no se
causare perjuicio a tercero. En lo sucesivo, el acto puede únicamente ser
atacado por las causas que permiten volver sobre una convención", y
b) por vía de un juicio declarativo de derechos, que regla el art. 2754 Cód. Civil,
que defiere la regulación del proceso a lo que prescriban las leyes de
procedimiento, supuesto que será objeto de análisis en el artículo siguiente.
El deslinde puede realizarse por acuerdo de partes (situación que capta
normativamente este artículo que estamos tratando).
Esta situación se da cuando los propietarios colindantes, cuyos terrenos no
están claramente determinados en sus linderos, se ponen de acuerdo sobre la
línea divisoria de éstos, efectuando un deslinde privado y de común acuerdo, el
que tendrá los efectos previstos en el art. 2753 Cód. Civil.
El art. 670 CPCC no es otra cosa que la implementación de la antedicha manda
sustancial.
El deslinde efectivizado por convenio de los vecinos extrae la cuestión del
ámbito del litigio o juicio de deslinde (que norma el art. 671 CPCC), constituyendo
un acuerdo de partes, es decir, un ejercicio de autocomposición privada de
intereses en conflicto.
Claro que esta forma de solución de controversias no adversarial no es informal
ni libre en su ejercicio. Ello podría conducir a excesos, abusos y
aprovechamientos.
Por el contrario, el ordenamiento exige a los linderos severas formas para esta
división del anterior condominio: el art. 2753 Cód. Civil requiere que el deslinde
extrajudicial se instrumente en escritura pública, añadiendo que será de ningún
valor bajo otra forma que no sea ésa. Excede el interés de este estudio determinar
si se trata de una formalidad probatoria o solemne.
En lo que aquí toca, cabe decir que la escritura, la mensura y todos los
antecedentes que hubiesen concurrido a formar el acuerdo deben presentarse al
juez para su aprobación. Si el juez la aprobare, la escritura y la mensura, serán en
adelante título de propiedad, en tanto no afectaren derechos de terceros(5) .
Hecha la partición entre las partes, el acto puede ser atacado exclusivamente
por las causales que permiten volver sobre un contrato o convención, es decir por
alguno de los vicios de los actos voluntarios. No probada la existencia de alguno
de ellos, la convención subsiste y sigue en vigor.
En cuanto a la presentación en justicia de los interesados para llevar ante el
juez la escritura que instrumenta el acuerdo de voluntades de terminar con la
confusión de límites y sus antecedentes, y obtener la aprobación del deslinde
efectuado privadamente, tal pretensión da nacimiento a un proceso voluntario que
finaliza con el dictado de una sentencia, que corporiza un acto homologatorio que
se dicta inter partes y dejando a salvo los legítimos derechos de terceros a los que
pudiera perjudicar tal acuerdo.
Pero, aprobado por el juez el deslinde extrajudicial, la situación para la parte
que quisiera dejar sin efecto el acuerdo es grave, ya que debe desandar el camino
transitado y lograr revertir una sentencia firme, pasada en autoridad de cosa
juzgada, lo que implica que sólo la acreditación de vicios gravísimos o de una
situación de cosa juzgada írrita podría anular tal aprobación, lo que no es una
situación sencilla ni común de ver en los hechos.
Deslinde judicial
Art. 671 — La acción de deslinde tramitará por las normas establecidas
para el juicio sumario.
Si el o los demandados no se opusieren a que se efectúe el deslinde, el juez
designará de oficio perito agrimensor para que realice la mensura. Se
aplicarán, en lo pertinente, las normas establecidas en el capítulo I de este
título, con intervención de la oficina topográfica.
Presentada la mensura, se dará traslado a las partes por diez días, y si
expresaren su conformidad, el juez la aprobará estableciendo el deslinde. Si
mediare oposición a la mensura, el juez, previo traslado y producción de
prueba por los plazos que fijare, dictará sentencia.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
COMENTARIO
La presente norma es perfectamente superflua, ya que además de remitir a la
manda anterior, para el caso de que se declare procedente el deslinde, lo que
implica que nada agrega a ella, expresa luego que "Si correspondiere, se
efectuará el amojonamiento".
Nuevamente se trata de una norma inadecuada, ya que o es superflua, o es
incompleta, ya que no dice en qué supuestos de amojonará ni cómo.
Veremos seguidamente algunos conceptos de interés que la norma omite.
El efecto o consecuencia jurídica del deslinde es poner fin al estado de
indeterminación que existía sobre la extensión o linderos de dos propiedades
contiguas.
Luego del deslinde los títulos de las propiedades quedan perfeccionados —en lo
tocante al sector confuso , pues en la parte no discutida ya estaban en regla — y
en condiciones de ser inscriptos en el Registro de la Propiedad, produciendo
efectos erga omnes (21) .
El problema es que, a veces, con el deslinde solo no basta para acabar con
toda dubitación o incertidumbre sobre la extensión geográfica del derecho sobre el
terreno.
Por eso es bueno diferenciar algunos conceptos. En primer término, ante el
límite espacial confuso se torna necesario un procedimiento que se
llama demarcación : él consiste en el trazado o establecimiento de una línea
divisoria entre dos predios contiguos, límite que debe estar señalado por signos
exteriores aparentes y reconocibles.
El signo exterior más visible, tangible y rotundo de un lote de terreno es el cerco
o cerramiento, que marca el cierre o empalizamiento de un predio por todos sus
lados. Ello es imposible o impracticable respecto de inmuebles rústicos, con lo que
los signos exteriores a colocar deben ser marcas o señales que amén de visibles y
aparentes sean de un costo aceptable y de posible realización material y
económica.
Por ende, en el procedimiento de demarcación de las propiedades rústicas
deben distinguirse dos diferentes operaciones: a) el deslinde , que venimos
estudiando en los dos artículos anteriores, y b) el amojonamiento .
El amojonamiento ha sido definido correctamente como la señalización o
exteriorización mediante hitos o mojones de los límites entre dos propiedades(22) .
La demarcación por amojonamiento se realiza generalmente por la colocación
de piedras o la instalación de obras sólidas con alguna elevación sobre el terreno
—para evitar que sean tapadas por partículas de polvo, ramas, etc. — en los
puntos en que forma ángulos la línea divisoria de dos predios. Los límites pueden
también ser marcados con árboles, setos, fosos, etc., aunque lo más común es
que se los trace con mojones.
Cuando los mojones que se hallaban colocados desaparecen por un hecho
accidental, los interesados pueden pedir su restablecimiento, sin estar obligados a
pedir una nueva mensura.
En cambio, si los mojones fueran removidos o suprimidos por uno de los
vecinos o un empleado suyo, esta situación podría exigir el inicio de una acción
posesoria, como la reivindicación (art. 2747 Cód. Civil).
Trámite(1)
Art. 673 — La demanda por división de cosas comunes se sustanciará y
resolverá por el procedimiento del juicio sumario.
La sentencia deberá contener, además de los requisitos generales, la
decisión expresa, cuando fuere posible, sobre la forma de la división, de
acuerdo con la naturaleza de la cosa.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Cuestiones generales
1. Condominio. Concepto. Siendo que hay condominio, cuando dos o más
personas ejercen en común el derecho de propiedad sobre una cosa mueble o
inmueble(2) . El condominio es un supuesto de comunidad en los derechos reales.
Ésta se produce por la existencia de una pluralidad de sujetos titulares de un
derecho igual sobre la misma cosa, cuando el derecho real respecto del cual se
establece tal comunidad tiene carácter de exclusividad(3) .
2. Derechos de los copropietarios. Cuando media pluralidad de propietarios y
poseedores, los derechos de éstos —con relación a terceros— abarcan la
totalidad de la cosa, pero entre sí cada uno está limitado por el derecho de los
demás (arts. 2508 y 2673, Cód. Civil). Por ello, quien posee en virtud de un título
que reconoce la existencia de los derechos de otro, no puede invocar posesión
exclusiva sobre el inmueble porque lo impide su causa possessionis , que admite
la concurrencia de otros derechos en común(4) .
3. Facultades de los condóminos de enajenar. Límites. De ese carácter del
condominio, surge conforme el art. 2677 que cada copropietario puede enajenar la
cosa en la medida de su parte indivisa sin el asentimiento de los restantes
condóminos. Esta facultad de vender por parte del condómino se refiere
exclusivamente a la parte indivisa, y no a una parte físicamente determinada del
inmueble, por lo que el negocio realizado en tal sentido es nulo(5) . Pudiendo
enajenarse incluso mientras tramita el juicio de división de condominio.
4. Subasta de la parte indivisa del bien en condominio. a) Puede decretarse la
subasta de una parte indivisa, sin que se requiera la conformidad de los demás
comuneros, quienes por tal motivo, no deben ser citados al juicio en el que se
ordena la venta, pues no ven afectados sus derechos sobre sus respectivas
partes. Vale decir que el acreedor hipotecario puede ejercitar sus derechos —
subastar parte del inmueble— sin supeditarlos a la partición, pues ello no causa
perjuicio al comunero quien puede obtener la división con ulterioridad(6) .
b) Con relación a ello, se ha dicho que si en un expediente sólo se embargó y
ordenó el remate de una cuota parte indivisa, tendrá prioridad sobre él quien esté
en condiciones de subastar el inmueble en su totalidad, pues indudablemente el
valor será distinto aun para cada parte indivisa. Desde el punto de vista del
adquirente, no es lo mismo comprar, por ejemplo, la mitad indivisa de un inmueble
en un remate para esperar luego la subasta de la otra mitad en otro juicio, con lo
aleatorio que ello puede ser en cuanto a posibilidad de adjudicación, precio, etc.;
que comprar un inmueble de única vez (7).
5. Constitución convencional del condominio. Cuando el condominio tiene como
fuente u origen un contrato, mas, cuando el mismo tiene origen convencional y se
refiera a un inmueble, se requiere para su constitución la escritura pública
(art. 1184, inc. 1º del Cód. Civil, sin perjuicio claro está de la inscripción del título
en el Registro de la Propiedad para su oponibilidad a terceros (art. 2505 Cód.
cit.).(8)
6. División convencional del condominio. Pretender lograr la división de un
condominio sobre la base de un boleto de compraventa, importa confundir el
derecho real de condominio con el contrato de compraventa a que se refiere el art.
1323 del Código Civil, que tiene alcance declarativo en el sentido que mientras el
vendedor no entrega la cosa continúa siendo su propietario y el comprador no
adquiere hasta ese momento más que un derecho a la cosa, no un derecho sobre
la cosa o en la cosa(9) .
7. Indivisión forzosa e Indivisión hereditaria. a) La indivisión hereditaria no
constituye por sí misma un derecho diverso de los que pertenecían al causante, ni
introduce modificación alguna en la naturaleza jurídica de esos derechos. El
dominio del causante queda convertido en condominio por la pluralidad de titulares
que origina la apertura de la sucesión, así como los derechos de propiedad sobre
bienes propiamente dichos quedan convertidos en "comunión de bienes que no
sean cosas", según lo preceptuado por el art. 2674 del Código Civil(10) .
b) No se constituye el condominio, estrictamente hablando, cuando la
copropiedad así formada no proviene ni de un contrato, ni de un acto de última
voluntad, ni el caso es de los designados por la ley, sino la subsistencia de un
estado de comunidad hereditaria que recién concluirá con la partición(11) .
8. Acción de división. En el condominio cada comunero goza del dominio
exclusivo sobre una parte indivisa de la cosa común. La forma en que esa parte
indivisa se concreta en una porción del bien, en proporción al interés que posee
sobre la cosa, es a través de la división de la misma, haciendo que cada uno
adquiera materializada la parte que le corresponde, si no existe una indivisión
forzosa legal o convencional(12) .
9. Legitimación del heredero para pedir la división de la cosa común. Nada
obsta a que el heredero del condómino ponga en movimiento la acción prevista
por el art. 2692 del Código Civil, aun cuando no se hubiera procedido a la
inscripción a su nombre en el Registro de la Propiedad de los bienes dejados por
su autor(13) .
10. El orden público en la división de la cosa común. Conforme el art. 2692, es
de orden público, no pudiendo haber más causales de indivisión que las que
determina la ley(14) .
11. Aplicación de las reglas de la división de las sucesiones a la división de
cosas particulares. El art. 2698 dispone que deben aplicarse a la división de cosas
particulares las reglas relativas a la división de las sucesiones, a la manera de
hacerla y a los efectos que ella produce. Pero bien, debe distinguirse el pedido de
división de condominio entre los comuneros, que es un derecho propio de cada
condómino y se ejercita mediante la acción judicial de división de condominio, del
procedimiento a seguir para obtener la concreción de la partición de los bienes
entre aquéllos, que debe tramitarse según las normas propias de la división de las
sucesiones, con arreglo a lo previsto en el art. 2698 del Código Civil, el cual se
hace efectivo en una segunda fase del juicio, es decir, durante la etapa de
ejecución de sentencia(15) .
12. Naturaleza. La acción de división de condominio es de carácter real, por lo
que sólo revisten la calidad de condóminos quienes resulten ser titulares de dicho
derecho real perfectamente establecido y probado(16) . Dada la naturaleza real
del derecho de condominio, la facultad del copropietario de pedir la división no
tiene como contrapartida la obligación del otro o de los restantes de acceder a ella,
pues conforme al art. 497 de la ley sustantiva no hay obligación que corresponda a
un derecho real(17) .
13. Etapas en la acción de división. La división de condominio se divide en dos
etapas, la primera de ellas es el pedido de división de condominio, que es el
derecho de cada condómino que ejerce mediante la acción judicial de división de
condominio, y la segunda de ellas es el procedimiento para la efectivización de la
partición de los bienes entre ellos, en especie o mediante subasta, que se
concreta según las normas propias de la división de las sucesiones, conforme el
art. 2698 del Código Civil, durante la etapa de ejecución de sentencia(18) .
14. Imposibilidad de partición en especie. Siendo imposible la partición en
especie, por cuanto el inmueble en cuestión no se puede subdividir ni afectar a
propiedad horizontal. La solución para el caso se encuentra entre dos
posibilidades: la subasta o la venta privada, para, una vez transformada la cosa
indivisible en dinero, luego de repartirse el producido en función de las alícuotas
que poseen cada uno en el condominio. Dicha situación deberá ser acordada por
las partes y, si ello no ocurre, decidido por el juez en la etapa de ejecución de
sentencia(19) .
15. Competencia. Como es una acción real, el juicio por división de cosas
comunes no es atraído por la sucesión de uno de los condóminos, sino que en
caso de fallecimiento de uno de ellos la demanda deberá promoverse contra sus
sucesores ante el juez que corresponda en orden a los dispuesto por los incs. 1º y
2º del art. 5º del Código Procesal(20) .
B. Requisitos
1. La constitución del condominio. Para intentar con éxito la acción del art. 2692
del Código Civil, es presupuesto que el condominio se haya constituido; no
procede cuando quien lo intenta sólo cuenta con un instrumento privado, sin
perjuicio, claro está, de la acción personal para acceder al condominio(21) .
2. Falta de exclusividad de la posesión de un condómino. El derecho a pedir la
división de la cosa común presupone que el otro condómino no invoque un
derecho de poseedor exclusivo, pues de ser así existirían intereses contrapuestos
que no podrían dilucidarse en el proceso por división de cosas comunes, sino
mediante la acción reivindicatoria(22) .
3. Incontroversia de la acción real. Es improcedente la acción de división de
condominio si el derecho real se encuentra controvertido, pues es condición de la
citada acción la existencia de una copropiedad debidamente reconocida,
resultando idónea en caso contrario la acción de reivindicación(23) .
4. Escritura pública para acreditar el carácter de propietario. Tratándose en la
especie de la división de condominio de un bien inmueble, se requiere para
acreditar el carácter de propietario la escritura pública (arts. 1184, inc. 1º, 2602,
2692 y concs., Cód. Civil); en consecuencia resulta insuficiente el boleto de
compraventa acompañado(24) .
5. Citación de todos los condóminos. Al proceso deben ser citados todos los
condóminos, por el hecho de tratarse de un litisconsorcio necesario, y si se omite
citar a alguno de ellos, la demanda debe ser rechazada(25) .
6. División sobre la totalidad del bien. Asimismo, es inadmisible la demanda
respecto de la mitad indivisa de varios bienes, toda vez que la partición tiende a
dividir el todo y no a separar algunos bienes, dejando en condominio el resto,
salvo que medie conformidad(26) .
C. Legitimación
1. Legitimación del heredero para pedir la división de la cosa común. Nada
obsta a que el heredero del condómino ponga en movimiento la acción prevista
por el art. 2692 del Código Civil aun cuando no se hubiera procedido a la
inscripción a su nombre en el Registro de la Propiedad de los bienes dejados por
su autor(27) .
2. Acción de división contra el condómino usucapiente. Es procedente la
demanda de división de condominio, no obstante ser factible que la extinción de
éste se produzca cuando uno de los condóminos se convierte en propietario
exclusivo de la cosa común por haberla poseído para sí durante el tiempo y en las
condiciones prescriptas por la ley, toda vez que para que la referida extinción se
produzca es necesario acreditar el momento en que se intervirtió el título, siendo
insuficiente la circunstancia de referir que se comenzó a poseer la totalidad de la
cosa para sí(28) .
3. Interversión de título en el condominio. Si bien se produce la extinción del
dominio cuando un tercero se convierte en propietario exclusivo de la cosa por
haberla poseído para sí durante el tiempo y en las condiciones requeridas por los
arts. 4015 y 4016 del Código Civil; para que eso suceda es preciso acreditar,
además de los recaudos señalados, el momento en que se produjo la interversión
del título por parte de quien dice poseerla en su totalidad. En el supuesto debatido,
no se trata simplemente de probar la posesión, sino la interversión del título.
Podemos decir que una cosa es probar la posesión que se ejerce sobre el
inmueble que pertenece a extraños, y otra es acreditarla cuando el bien pertenece
por herencia a quien se dice exclusivo poseedor, como a sus hermanos y madre.
En tal caso, no es absurdo sino lógico extremar los recaudos para que la loable
solidaridad familiar no se castigue con el despojo (29).
4. División de inmueble de carácter ganancial. La circunstancia que se pretenda
la división de condominio respecto de un inmueble de carácter ganancial que
adquirió uno de los cónyuges con un tercero, no otorga legitimación al otro para
intervenir en las actuaciones correspondientes (art. 2673, 2692 y concs. del
Código Civil). Y ello así, toda vez que, si bien el inmueble materia de división es de
carácter ganancial, el mismo figura registrado a nombre del cónyuge demandado y
dicha titularidad dominial excluye del patrimonio de la cónyuge, durante la vigencia
de la sociedad conyugal, cualquier derecho sobre dicho ganancial adquirido por su
marido, puesto que la división de estos bienes por mitades recién habrá de
hacerse con la disolución de esa comunidad(30) .
D. Procedencia
1. Falta de constitución del derecho real de dominio. No sólo es un
razonamiento lógico, sino estrictamente jurídico a la luz de la normatividad
relacionada, que mal puede haber "división de condominio" si no existe constituido
el derecho real de dominio adquirido de acuerdo a derecho(31) .
2. El Boleto de compraventa como título de dominio. El boleto de compraventa
no resulta un título de dominio, pues ese derecho real sólo deviene transmisible
mediando escritura pública, tradición e inscripción (arts. 577, 1184, inc. 1º, 1185,
2505, 2524, 2601, 2602, 2603 y 2609, Cód. Civil); requisitos que deben también
concurrir cuando aquel derecho real de propiedad pertenece a varias personas por
una parte indivisa sobre una cosa, configurándose recién entonces la existencia
de condominio, en los términos que edicta el art. 2673 del Código de Vélez(32) .
3. Subsistencia del estado de indivisión hereditaria. Resulta improcedente la
demanda por división de condominio cuando no ha cesado el estado de indivisión
hereditaria(33) .
4. La división de condominio con relación a un condómino fallecido. Para el
derecho sustancial la sucesión se abre con la muerte del causante (art. 3282 Cód.
Civil y su nota), quedando condicionados los efectos propios de esta apertura a la
aceptación de la herencia por los herederos (arts. 3311 y concs. Cód. Civil), la que
se presume realizada tácitamente cuando el sucesor se presta a una demanda
formada contra él como heredero (art. 3375 Cód. Civil). Esto implica que la
demanda contra los herederos conocidos cuando, como aquí ocurre, se trata de
herederos forzosos que entraron en posesión de la herencia desde el día de la
muerte del causante (art. 3410, Cód. Civil), se puede incoar aun cuando todavía
no esté iniciado el proceso sucesorio. Cuando la acción que se pretende ejercer
se trata, como aquí, de una división de condominio, la facultad del condómino que
la promueve de iniciar el sucesorio de su condómino fallecido, recién nacerá una
vez notificados los herederos de la demanda por división, sea ante el silencio de
éstos sea si la contestan repudiando la herencia. Si la contestan aceptando, el
juicio continuará contra ellos, y la facultad de iniciar y aun proseguir el sucesorio
del causante sólo nace cuando habiendo sentencia condenando a la división, los
herederos no han iniciado ese proceso o han sido remisos en su continuación,
dado que para poder cumplir el fallo es necesario poner la sucesión en estado de
poder transmitir la parte indivisa del causante, sea mediante la inscripción de la
declaratoria de herederos sea a través del sistema de tracto abreviado (arts. 1184
y 2505 del Cód. Civil y 2º, inc. a], 14, 16, 22, 23 y concs. ley 17.801)(34) .
E. Aspectos procesales
1. Tipo de Proceso. La división de cosas comunes se sustanciará por el
procedimiento sumario, siempre y cuando no medie acuerdo privado válido de los
condóminos —v.gr., por ejemplo cuando existan menores o incapaces, art. 3465,
inc. 1º del Cód. Civil— exigiendo un litisconsorcio pasivo necesario, toda vez que
la sentencia no podrá pronunciarse útilmente si no mediara una litis integrada con
todos los condóminos y/o sus sucesores. La oportuna integración de la litis con los
restantes condóminos puede y debe ordenarse de oficio, tal como lo impone
específicamente al Juzgador el art. 89, párr. 2º del Cód. Procesal y
genéricamente, como parte de su ineludible condición de director del proceso, el
art. 34, inc. 5º, del mismo Código(35) .
2. Carga de la prueba. Se invierte la carga de la prueba (art. 375, CPC) cuando
se pone en cabeza del demandado probar la innecesariedad de la promoción de la
demanda por división de condominio, desde que se le obliga a probar un hecho
negativo: la inexistencia de gestiones previas(36) .
3. Legitimación activa. Si ante la demanda de división de condominio se opone
—por el accionado— el carácter de exclusivo propietario, ello implica negación a la
legitimación activa(37) .
F. Reconvención
1. Admisibilidad. a) En cuanto a la reconvención, en el proceso de división de
cosas comunes que se sustancia y resuelve por el procedimiento del juicio
sumario, es admisible ésta siempre y cuando guarde suficiente conexión con la
pretensión originaria(38) .
b) Procede la reconvención si se demanda por división de condominio de un
inmueble y el demandado reclama la disolución de la sociedad de hecho que se
invoca y se denuncia que el inmueble cuya división es objeto de demanda integra
el patrimonio de la sociedad, no siendo óbice la circunstancia de que, en principio,
constituye requisito de la reconvención el de que sea susceptible de ventilarse por
los mismos trámites de la demanda, debiendo en cambio decidirse, al proveerla, el
procedimiento que corresponde imprimirle(39) .
2. Tipo de proceso. Si bien la sustanciación de la contrademanda por disolución
de sociedad de hecho debe tramitar de acuerdo a las normas del juicio ordinario
—plenario mayor— desde que es una contienda judicial que no tiene señalada
una tramitación determinada (art. 319, Cód. Procesal), mientras que la división de
cosas comunes se sustancia y resuelve por el procedimiento del juicio sumario —
plenario abreviado— lo cierto es que el órgano jurisdiccional en ciertas situaciones
se halla facultado a determinar el procedimiento a seguir (arts. 101, 188, inc. 3º,
208, in fine , 319, 321, in fine , 322, in fine , 319, 321, in fine , 322, in fine , 514,
Cód. Procesal) y de ahí que frente a la hipótesis de que la reconvención deba
tramitar por otro tipo de proceso de conocimiento, siempre que la sentencia que
haya de dictarse respecto de una de las pretensiones sea susceptible de producir
eficacia de cosa juzgada en relación con la otra incumbe al juez determinar el tipo
de procedimiento que corresponde imprimir a ambas. Como pauta directriz, se
estima prudente que se fije el trámite del juicio ordinario, toda vez que es el que
mejor contempla el adecuado ejercicio del derecho de defensa en juicio (art. 18
C.N.), al permitir mayor amplitud en las diversas etapas del proceso con relación al
sumario(40) .
3. Tramitación conjunta. Cuando se demanda por división de condominio de un
bien y se contrademanda por pago de las cargas relativas a ese mismo bien,
conlleva a una situación disvaliosa el no tramitar juntamente todas las
cuestiones(41) .
G. Costas
1. Principio general. Estando ambas partes contestes en requerir judicialmente
la división del condominio a través de acción y reconvención, las costas relativas a
tales actuaciones han de imponerse en el orden causado y en proporción al
interés de cada condómino (arts. 34, inc. 4º; 68, 164, 242, 243, 260 del
CPCC)(42) .
2. Tratativas previas extrajudiciales. a) Aunque se trate de un derecho
indisputable del comunero solicitar la liquidación del estado de indivisión, ello no
conduce a considerar que, cuando la vía judicial no está impuesta, quede liberado
de acreditar la resistencia previa de los demás condóminos a los fines de la
imposición de las costas(43) .
b) Si no se ha alegado que el accionado se haya opuesto a un arreglo privado
para la liquidación y partición del inmueble, obligando a promover la acción por
separación de bienes, la falta de contestación a la demanda y la declaración de
rebeldía no deben ser consideradas como oposición, sino como un allanamiento a
la acción deducida, por lo que no cabe imponerle las costas, que deben ser
soportadas en el orden causado, en proporción al interés de cada uno de los
partícipes(44) .
H. Honorarios
1. Principio general. Tratándose de una división de condominio la regulación
debe efectuarse según el art. 38 de la ley 8904 careciendo de respaldo legal el
auto que los establece sin cumplir con esa norma, pues no existe otra para lograr
el establecimiento de una pauta justa y cierta del monto(45) .
2. Base para la regulación. a) En los juicios de división de condominio en los
que la pretensión fue rechazada con costas, el alcance de esta condena no queda
limitada a la porción indivisa del actor sino que comprende la totalidad del bien, no
pudiendo confundirse la locución "beneficio común" a que hace referencia el
art. 38 del decreto-ley 8904 con satisfacción del interés particular(46) .
b) Frente a los valores asignados por los comuneros a bienes indivisos a los
efectos de su división, deviene impropio acudir a la valuación fiscal de los
inmuebles, toda vez que ello es procedente ante la inexistencia de una tasación
conformada por los interesados y alcanzados por los efectos de la preclusión
(arts. 1º, 27, inc. a] y 38, dec.-ley 8904/77, 34, inc. 5º, 150, 155, 239, 244 y concs.,
CPCC)(47) .
c) En los juicios de división de condominio, la litis se origina en la necesidad de
partir el bien y de disponer de la proporción que le corresponde a cada condómino.
El objeto del juicio es para uno, la parte que le pertenece en el inmueble y los
honorarios de los profesionales han de regularse sobre el valor de la parte de cada
mandante o patrocinado, aun cuando las costas hayan sido impuestas en su
totalidad a la demandada(48) .
d) En esta materia, el monto del juicio a los efectos arancelarios, está
determinado por el valor de la cuota o parte defendida cuando la gestión de cada
letrado ha sido de beneficio particular de su patrocinado. Son de aplicación —en
su consecuencia— las pautas del art. 47 en consonancia con las del art. 38 de la
ley 8904(49) .
3. Etapas. a) En los juicios de división de condominio, existen dos "etapas"
perfectamente diferenciables: los trabajos anteriores a la sentencia y los
posteriores. Los primeros deben considerarse efectuados en beneficio de las
respectivas partes, por lo que no revisten el carácter de comunes(50) .
b) Nuestro ordenamiento procesal contempla dos etapas en este tipo de
procesos: a) la primera relativa a la división de condominio en sí, en donde si las
partes llegaren a un acuerdo sobre la forma, entonces podrá el juez ordenar la
división en la forma convenida o en la que pueda resultar en caso de ser posible
decidirlo en esta etapa —conf. art. 673 del CPCC—; b) la segunda etapa,
ejecutoriada la sentencia que ordena la división, en donde el juez debe convocar a
una audiencia para que las partes "convengan la forma de división" en el caso de
no haberse resuelto, y para designar los peritos, tasadores, partidores o martilleros
en su consecuencia. Igualmente, para el caso que la forma de división se hubiere
resuelto en la primera etapa, entonces la audiencia tendrá por fin designar los
peritos o martilleros que la hagan efectiva. Y todo este procedimiento puede llegar
a efectivizarse, sin que exista un real enfrentamiento, litigio o controversia de
fondo entre los comuneros(51) .
COMENTARIO
1. El condominio
a) Concepto
La pertenencia en común sobre una cosa por varias personas configura el
derecho real de condominio enumerado en el inc. 1º del art. 2503 del Código Civil,
el cual es definido en su art. 2673 "...como el derecho real de propiedad sobre una
cosa que pertenece a varias personas, por una parte indivisa sobre una cosa
mueble o inmueble".
El condominio no es otra cosa que un dominio en estado de comunidad.
Pero se impone hacer una diferenciación entre ambos conceptos de comunidad
y condominio. La comunidad es el género, y el condominio, la especie. Tiene dicho
el maestro Borda que la comunidad supone la concurrencia de varias personas
que tienen los mismos derechos sobre un bien o un conjunto de bienes, pudiendo
ejercerlos en forma armónica y no excluyente(52) . Como por ejemplo la que se
origina cuando fallece una persona dejando varios herederos produciéndose el
estado de indivisión normado por los arts. 3449 y sigtes. del Código Civil.
Conforme los arts. 577, 1184, inc.1º, 1323, 2505, 2524, 673, 2675, 3265 y
concs. del Código Civil, el condominio es el derecho real de propiedad que
pertenece en forma indivisa a dos o más personas que se adquiere por contrato,
actos de última voluntad o ministerio legis .
2. Acción de división
a) La partición como causal de división
Cuando no existe una causa de indivisión, en el caso del condominio forzoso, la
causal de extinción es la partición.
d) Competencia
El juez competente será el del lugar donde se encuentre ubicado el bien a
dividir. Si fueran varios, en distintas jurisdicciones, será el de alguno de ellos,
siempre y cuando allí tenga domicilio el demandado, de no ser así, será donde
esté situado cualquiera de ellos, a elección del actor (art. 5º, inc. 1º, del CPCC).
3. Presupuestos procesales
b) Prueba
Con el escrito de demanda se deberá acompañar toda la prueba documental
que acredite la existencia del condominio y su calidad de condómino, ofreciéndose
toda la prueba que considere idónea en apoyo de su derecho. Puede proponerse
también la forma en que corresponde realizar la división de la cosa común.
c) Allanamiento
Presentada la demanda, pueden suscitarse distintas hipótesis. Reclamando el
actor la división y proponiendo la forma de practicarla, el demandado se puede
allanar a la división pero objetar la forma de practicarla. En este caso no media
ningún impedimento para que el conflicto sea objeto de debate, prueba y
sentencia en la primera etapa del proceso.
Puede ocurrir también que no se plantee en la demanda la forma de realizarse
la división, o que el demandado al contestar la demanda se oponga a la división, a
la existencia de condominio o cuestione la calidad de comuneros de los actores.
En este caso el juez se debe limitar a declarar la disolución del condominio y diferir
para la etapa de ejecución de la sentencia la determinación de la forma de la
partición.
Vale decir, el allanamiento puede ser parcial.
e) Costas
En los juicios de división de condominio, existen dos "etapas" perfectamente
diferenciables: los trabajos anteriores a la sentencia y los posteriores. Los
primeros deben considerarse efectuados en beneficio de las respectivas partes,
por lo que no revisten el carácter de comunes. La segunda etapa consiste en la
materialización de la división del condominio. Ésta es considerada como de
ejecución de sentencia, razón por la cual se debe apreciar si ha habido trabajos en
beneficio general o particular para determinar si los honorarios son comunes o
particulares.
Con relación a la imposición de costas, el proceso de división de condominio
presenta algunas particularidades. Éstas van a estar dadas por la conducta
anterior y posterior a la interposición de la demanda, en relación con la incidencia
del allanamiento y en función del resultado final del mismo.
Como regla general, en los procesos de división de condominio las costas
deben imponerse en el orden causado y en proporción al interés de cada
condómino, puesto que lo contrario significaría obligar, sin motivo, a que cada
interesado reciba su parte disminuida cuando —como en el caso— el demandado
puso de manifiesto su coincidente voluntad de proceder al cese del estado de
indivisión y la actora no demostró que la conducta reticente de su contraparte, en
las tratativas extrajudiciales, haya provocado la necesidad de promover el juicio
(arts. 2692 del Cód. Civil; 68, 354, 375, su doc. del CPCC).
La imposición de costas por su orden, en los casos de demandarse
judicialmente la división de cosas comunes, constituye un principio y no un
axioma. Serán los antecedentes de la causa los que, en definitiva, definirán la
norma aplicable para regular la distribución de las costas.
El art. 38 del dec.-ley 8904 establece que tratándose de acciones de división de
bienes comunes, se aplicará la escala del art. 21 reduciéndose el monto del
honorario en un 20%, atendiendo al valor de los bienes conforme a lo dispuesto en
el art. 27, si la gestión hubiera sido en beneficio general y con relación a la cuota o
parte defendida, si fuere en el solo beneficio del patrocinado.
f) Prueba
Se invierte la carga de la prueba (art. 375, CPC) cuando se pone en cabeza del
demandado probar la innecesariedad de la promoción de la demanda por división
de condominio, desde que se le obliga a probar un hecho negativo: la inexistencia
de gestiones previas.
Cuando al demandar por división de condominio se afirma el fracaso previo de
intentos extrajudiciales para ese propósito, y en la réplica los emplazados, además
de allanarse incondicionalmente, niegan expresamente la resistencia, queda a
cargo del actor (art. 375, CPC) acreditar esa afirmación y de su acreditación
dependerá el pago de las costas (art. 68, Cód. cit.).
Peritos
Art. 674 — Ejecutoriada la sentencia, se citará a las partes a una audiencia
para el nombramiento de un perito tasador, partidor o martillero, según
corresponda, y para que convengan la forma de la división, si no se hubiere
establecido en la sentencia. Para su designación, y procedimientos ulteriores,
se aplicarán las disposiciones relativas a la división de herencia, en el primer
caso, o las del juicio ejecutivo, en el segundo.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Forma de la partición
Una vez ejecutoriada la sentencia, si es que ésta no dispuso la forma en que
debe hacerse la partición, el Juez llamará a las partes a una audiencia para que,
en lo posible, acuerden la forma de la división y el nombramiento de los peritos
tasador, partidor o martillero.
Debe aceptarse la decisión unánime de lo que convenga, en el caso de ser
todos capaces (art. 3462 del Cód. Civil), salvo que ello convierta en antieconómico
su uso o aprovechamiento (arts. 2326 y 3475 bis del Cód. Civil).
La partición es la causa típica de extinción del condominio normal u ordinario.
Se trata del acto por el cual el derecho del condómino sobre la parte indivisa se
transforma en un lote material, equivalente a su interés en la cosa. En otras
palabras, es el acto que pone fin al estado de comunidad, haciendo que cada uno
adquiera materializada la parte que le corresponde(74) .
División extrajudicial
Art. 675 — Si se pidiere la aprobación de una división de bienes hecho
extrajudicialmente, el juez, previas las ratificaciones que correspondieren, y
las citaciones necesarias en su caso, resolverá aprobándola o rechazándola,
sin recurso alguno.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. La división extrajudicial
Todos los condóminos mayores de edad y capaces pueden convenir
privadamente la partición de los bienes (art. 3465, inc. 3º, Cód. Civil), en su caso,
mediante escritura pública, o bien someter al juez el instrumento privado en el cual
la hayan acordado (art. 1184, inc. 2º, Cód. Civil), incluso de existir incapaces,
supuesto en el que el juez, previas las ratificaciones que correspondieren y las
citaciones necesarias en su caso, podrá resolver aprobándola o rechazándola, sin
que quepa contra su resolución recurso alguno, tratándose estas actuaciones de
un proceso extra contencioso de homologación judicial del convenio.
Se trata de un típico proceso voluntario en la medida en que no aparezca algún
sujeto con un interés contrapuesto o cuestionando la validez del acuerdo arribado
por los condóminos.
Si existen intereses de incapaces habrá que dar intervención al Asesor (art. 59
Cód. Civil), bajo pena de nulidad del trámite.
Una vez aprobada, la ejecución se hará siguiendo las pautas del art. 674.
Clase de juicio
Art. 676 — La acción de desalojo de inmuebles urbanos o rurales se
sustanciará por el procedimiento establecido por este Código para el juicio
sumario.
Se podrá dirigir esta acción contra el locatario, sublocatario, tenedor
precario, intruso, o cualquier otro ocupante, cuya obligación de restituir o
entregar, sea exigible.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Cuestiones generales
1. Causal alegada no probada. Procedencia del desalojo. En un criterio que no
compartimos, como lo explicaremos en el comentario, se ha dicho que, aunque no
se dé exactamente la causal esgrimida al accionar, es viable decretar el desalojo,
sin esperar a que se promueva otro juicio con igual fin, cuando se aprecia la
inexistencia de una razón viable en el ocupante para continuar en la cosa,
evitando así un inútil dispendio de actividad jurisdiccional(1) . En igual sentido, se
sentenció que si se demanda sólo por la causal de falta de pago y durante la
tramitación del proceso, se produce el vencimiento del término contractual, puede
hacerse valer esta última causal en sentencia como hecho sobreviniente, máxime
cuando no ha sido negado el contrato, ni se alude a una eventual prórroga del
lapso estipulado, por cuanto ello no afecta el derecho de defensa y principio de
congruencia(2) .
2. Principio de congruencia. Incurre en incongruencia el fallo que hace lugar a la
demanda por causales no alegadas al demandar(3) .
3. Modificaciones no autorizadas en la unidad. Fácilmente removibles.
Improcedencia. Si las construcciones efectuadas por la locataria, y en las cuales
se basamenta la causal invocada para impetrar la resolución contractual, pueden
ser destruidas sin mayores esfuerzos y costos, volviendo las cosas al estado en
que otrora se hallaban al finalizar el contrato, la demanda de desalojo merecerá
rechazo(4) .
4. Posesión. Verosimilitud de la defensa. Para frustrar la demanda de desalojo
en función de la posesión alegada por el demandado, habrá que atenderse la
verosimilitud de la posesión, no meramente la intención de poseer(5) . No basta
con mentar o invocar el título de poseedor por el demandado en proceso de
desalojo para enervar la pretensión que lo anima, desde que es menester que se
acredite prima facie tal aserto(6) . No procede la demanda de desalojo (sin
perjuicio de las acciones posesorias o petitorias que restan al propietario) si el
accionado comprueba prima facie la efectividad de la posesión que invoca
justificando así la seriedad de su pretensión(7) . El desalojo demandado por la
comodante no es la vía idónea para obtener la restitución del bien cuando el
accionado comprueba, prima facie, la efectividad de la posesión que invoca, en el
caso, habiéndosele adjudicado la vivienda objeto de la acción(8) .
5. Legitimación activa. Principio general . Se otorga a favor de quien tiene la
titularidad de un derecho sobre los bienes que autorice a disfrutarlos en concepto
de propietario, poseedor, locador, usufructuario, usuario o cualquier otro título
análogo(9) .
B. Supuestos específicos
1. Locador. Si se demanda el desalojo invocando como título habilitante una
vinculación contractual, resulta ajeno a la litis así conformada todo lo relacionado
con la titularidad dominial(10) .
2. Administrador de la sociedad conyugal. En su carácter de administradores de
la sociedad conyugal, tanto el marido como la mujer, se encuentran legitimados
para entablar la demanda por desalojo (art. 1276 del Cód. Civil). Lo mismo ocurre
con el administrador de la herencia, máxime teniendo en cuenta que la acción por
desalojo es un acto meramente conservatorio(11) .
3. Administrador de la sucesión. La promoción del juicio de desahucio constituye
un acto de administración que tiende, por procedimientos normales, a la
conservación del patrimonio de la sucesión, que no requiere autorización judicial
expresa para entablarla. A los fines de la legitimación ad processum , es suficiente
la condición de administradora para gestionar judicialmente la recuperación de un
bien dado en locación por el causante. Por otra parte, el art. 747 del ordenamiento
ritual no distingue —en las facultades que otorga— si se trata de administrador
definitivo o provisional (arts. 727 y 744 Cód. citado), lo que conduce a admitir la
posibilidad de demandar por desalojo, ya que es una facultad virtualmente
comprendida en la esencia del mandato que desempeña el administrador, cuyo
deber más sustancial es el de proveer a la seguridad y conservación de los bienes
que le han sido confiados(12) .
4. Cesionario. El cesionario del contrato de locación está habilitado en tal
carácter para promover la demanda de desalojo contra los continuadores de esa
locación (art. 676, CPC) con independencia de su condición de propietario del
inmueble(13) .
5. Legitimación pasiva. En el marco de una acción por desalojo, resulta
improcedente el agravio de uno de los codemandados respecto al rechazo de la
excepción de falta de legitimación pasiva, pues el a quo se sujetó a prueba
concreta e hizo explícito el fundamento de la obligación de restituir de toda
persona que no demuestra un derecho a su favor(14) .
C. Supuestos específicos
1. Concubina. a) El propietario de un inmueble que reconoce que habita en él no
puede demandar el desalojo a quien fuera su concubina porque esto excluye la
figura de la intrusión, ni demuestra cuál es o de dónde deriva la obligación exigible
de la que se siente acreedor. Además carece de lógica pretender recuperar lo que
se tiene, no siendo el juicio de desalojo marco adecuado para decidir el mejor
derecho a la posesión(15) .
b) Es procedente el desalojo incoado contra la ex concubina del condómino,
pues el concubinato no da derecho a la continuación del uso del inmueble luego
de su finalización, dado que la amplitud de la fórmula utilizada por las
disposiciones procesales que regulan el procedimiento de desalojo permite
encuadrar como sujeto pasivo de la acción al unido de hecho, cuando se refiere a
cualquier otro ocupante cuya obligación de restituir o entrega sea exigible (16).
2. Posesión. Falta de prueba. La acción de desalojo debe prosperar si el
demandado no logró acreditar de manera suficiente la posesión invocada, pues
ante la falta de credibilidad de las declaraciones testimoniales, y la realización del
plano de mensura con posterioridad a la intimación de la entrega del bien, el
carácter de la ocupación deviene ilegítimo(17) . La acción personal de desalojo
reglada por el art. 676 del Cód. Procesal de la Provincia de Buenos Aires no
constituye una vía sucedánea de las acciones petitorias o posesorias, esto es, no
procede si el accionado comprueba prima facie la efectividad de la posesión que
invoca, justificando lo verosímil de su pretensión, no bastando para ello con
mentar o invocar el título de poseedor para enervar la pretensión que lo
anima(18) .
3. Mero ocupante. La acción de desalojo resulta procedente, si el accionado
reconoció su calidad de mero ocupante del inmueble al diligenciarse un
mandamiento de constatación, no acreditó el pago del impuesto inmobiliario ni de
tasas municipales que hacen al mantenimiento de la propiedad, ni probó las
mejoras y reparaciones que alegó haber realizado en ésta y que se traslucirían en
la existencia de animus domini (19) .
4. Relación laboral. Falta de prueba. Procede el desalojo para recuperar la
tenencia de un inmueble de quien es deudor de una obligación exigible o de quien
es intruso, si está acreditado que el accionante reviste el carácter de propietario y
el ocupante no pudo acreditar la prestación de servicios bajo la dependencia del
pretendido empleador, que hubiera permitido la eventual aplicabilidad del art. 23
de la ley de contrato de trabajo(20) .
5. Desalojo. Menores. La Provincia de Buenos Aires, por intermedio de los
organismos competentes, debe abstenerse de llevar adelante una orden de
desalojo de un barrio hasta tanto se resguarden los derechos de los niños que allí
habitan pues, una decisión contraria, implicaría que éstos afrontaran una situación
de desprotección que afectaría su derecho a la vivienda, su integridad física y
demás derechos humanos fundamentales(21) .
6. Fiador. Imposición de costas. a) Teniendo en cuenta que el contrato se
hallaba vencido en oportunidad de allanarse el locatario a la demanda de desalojo
promovida por el actor, es decir que aquél se encontraba en mora en su obligación
de restituir el bien locado, no cabe duda que debe soportar las costas del juicio;
máxime si se tiene en consideración que en el respectivo contrato se pactó la
mora de pleno derecho sin necesidad de requerimiento previo, ante la falta de
cumplimiento de parte del locatario de cualquiera de las obligaciones asumidas
(arts. 509, 1197, 1604, inc. 1º, Cód. Civil)(22) . Es improcedente la extensión al
fiador de la responsabilidad por las costas del proceso de desalojo iniciado como
consecuencia de la falta de pago de alquileres devengados luego de superado el
plazo de vigencia del contrato de locación original, en tanto una
solución contraria importa una transgresión del art. 1582 bis del Código Civil e
implica una agravación y elongación de las obligaciones originariamente
convenidas (del voto de los Dres. Hitters y Pettigiani)(23) .
b) La Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Morón ha dispuesto,
mediante fallo plenario, que "es procedente la citación al juicio de desalojo del
garante, a los fines de responder eventualmente por las costas impuestas al
locatario, cuando contractualmente ha asumido tal obligación"(24) .
7. Efectos de la sentencia. La sentencia de desahucio dictada contra el
ocupante o tenedor del inmueble tiene eficacia respecto de los familiares que con
el convivían, en cuanto a que su obligación de restituir les alcanza, por no invocar
un derecho personal a tener la cosa y desde que su ocupación depende o deriva
de la del demandado, sin que sea menester pedirlo ni expresarlo. De otra manera,
correspondería entender que la orden de desalojo, tendría que mencionar a cada
uno de los familiares, personas de servicio, ocupantes accidentales, etc., que al
momento del cumplimiento de aquélla allí se hallare(25) .
8. Prescripción. Interrupción. a) La demanda por desalojo por intrusión resulta
interruptiva del curso de la prescripción adquisitiva y el rechazo de aquélla por
haber el demandado acreditado prima facie ser poseedor, no autoriza a no tener
por sucedida la interrupción, toda vez que a los fines del art. 3987 del Cód. Civil, el
demandado no es absuelto definitivamente cuando la sentencia rechazó la
demanda por haberse errado al elegir la acción(26) .
b) La iniciación de la acción reivindicatoria tiene efecto interruptivo sobre el
curso de la prescripción de la acción por resolución contractual y desalojo, con los
efectos de los arts. 3984, 3986 y 3998 del Código Civil, pues existió una evidente
intención de recuperar el inmueble(27) .
COMENTARIO
1. El juicio de desalojo(28)
El proceso de desalojo ha sido considerado como un proceso especial dentro
del entramado del Código Procesal y que, en ese sentido, fuera ubicado
metodológicamente en el Libro IV, "Procesos especiales", Título VII del cuerpo
normativo.
Históricamente este proceso reconoció su origen en la ley de enjuiciamiento civil
española de 1855, donde era una práctica procesal breve y sencilla, sólo viable
cuando se discutía el vencimiento del contrato o en cualquier momento ante su
inexistencia, pero improcedente cuando se controvertía el fondo o las condiciones
del contrato(29) . Luego, el tiempo y las reformas procesales, ampliaron el
conocimiento del proceso de desalojo, dejando de ser un sumario stricto
sensu, aunque limitando su objeto a la discusión en torno a la tenencia del
inmueble.
Su objeto es viabilizar una pretensión tendiente a recuperar el uso y goce de un
bien inmueble que se encuentre ocupado por quien carece de título para ello, sea
por tener una obligación exigible de restituirlo o por revestir el carácter de simple
intruso, aunque sin pretensiones a la posesión, aspecto propio de los interdictos o
de las acciones posesorias, o, en su caso, de la acción de reivindicación. Es por
ello que el art. 676 del Código Procesal, establece que la acción —pretensión— de
desalojo procederá contra locatarios, sublocatarios, tenedores precarios, intrusos y
cualesquiera otros ocupantes cuya obligación de restituir le sea exigible. La
pretensión de desahucio sólo importa la invocación, por parte del actor, de un
derecho personal a exigir la restitución del bien, de manera que excede el ámbito
del proceso analizado toda controversia o decisión relativa al derecho de
propiedad o de la posesión que puedan arrogarse las partes, que deberá ser
materia de las correspondientes acciones posesorias(30) .
En ese mismo ideario comúnmente no se ha admitido al demandado la
posibilidad de reconvenir o su admisibilidad ha tenido un carácter sumamente
restrictivo por entorpecer el normal desenvolvimiento del proceso.
También, siguiendo la estructura propia de un proceso especial, en el
ordenamiento nacional existen reglas específicas que el ordenamiento provincial
—en forma deficitaria en nuestro criterio—, no ha incorporado. Así, por ejemplo,
en el proceso de desalojo en el CPCCN se limitan los medios probatorios en
algunos casos (cfr. art. 685), se impide la procedencia de la recusación sin
expresión de causa (art. 14), se prevé la notificación a eventuales subinquilinos y
ocupantes (art. 681), se establece la actividad específica que debe desarrollar el
oficial notificador al efectuar el emplazamiento a los accionados (art. 684). Esto
conforma un modo de litigación específico que lo distingue de los procesos de
conocimiento amplio, sumario u ordinario.
2. Proceso causal
Las particularidades enunciadas en el párrafo precedente, hacen que la
invocación de la causal en el proceso de desalojo determine un recorte de las
cuestiones que serán objeto de estudio y debate en orden a limitar las
controversias y discernir si existen motivos para ordenar la restitución del bien
raíz(31) . Ése es el enlace lógico con las restricciones que estructuran ese
subsistema procesal.
Proponer otra tesitura sobre este punto importaría admitir que los contendientes
desborden su objeto a una discusión sin restricciones, más dilatada; claro que, de
seguir esa postulación, ningún sentido tendría referirse al proceso de desalojo
como un litigio especial, ya que nuestro ordenamiento adjetivo cuenta con el
proceso residual u ordinario a tal efecto. Se perdería la anhelada celeridad en pos
de una investigación ilimitada a todo tipo de planteo defensivo.
Eludir los límites causales, además, llevaría a la sentencia a caer en: extra
petita, ultra petita o cifra petita , según conceda cosas que no han sido solicitadas,
cuando dé más de lo solicitado, o bien, cuando no se expida sobre alguna
pretensión requerida por las partes.
La ley exige, entonces, correspondencia entre las cuestiones introducidas por
las partes y el pronunciamiento: i) sujeto: esto es la legitimación procesal que
constituye en partes a quienes se enfrentan en una controversia, o en el
peticionario a quien requiere en un proceso de jurisdicción voluntaria, determina
quiénes han de ser los que resulten interesados por el pronunciamiento judicial; ii)
el objeto procesal: la congruencia de este encuadre es doble; el primer aspecto
refiere a las peticiones o pretensiones que se plantearon como objeto y causa
pretendi y su vínculo con la sentencia íntegramente considerada. Y la restante
recala en la parte dispositiva exclusivamente, para advertir si el fallo atiende a
todas y cada una de las cuestiones; iii) la causa: la invocación que las partes
hacen otorgando a sus afirmaciones un sentido jurídico que creen justo y
adecuado que no puede modificarse posteriormente sin desmedro de la garantía
operante de la defensa en juicio (32).
Refiriéndose al proceso de divorcio, cuya estructura es idéntica en este aspecto
al proceso de desalojo, y recalando en la importancia de la causal, Falcón explica
que "Si bien se sigue el principio de sustanciación, se construye a través de
causales. En este proceso, a diferencia del sistema de sustanciación simple,
donde los hechos fundan la pretensión, los hechos fundan la causal, la que
probada da lugar directo al acogimiento de la pretensión" (33).
De tal suerte, disponer el desalojo por una causal no invocada resulta un exceso
en la recta aplicación del iura novit curia, facultad esta que debe ser aplicada con
suma cautela, ya que tan sólo habilita a los magistrados a efectuar el encuadre
jurídico legal correspondiente en caso de existir el error o la omisión de la parte,
mas no a trastocar los hechos o la causal por la que libremente decidieron
demandar. Es que si el desalojo prosperara por una causal distinta a la alegada,
cabría preguntarse si el demandado no tiene derecho a ser escuchado por ésta,
oponer sus defensas y ofrecer prueba.
Es claro Falcón, quien explica que si se demandó por falta de pago, el
demandado acreditó haber cumplido esa obligación y durante el curso del proceso
vence el contrato, ese hecho no puede ser considerado y la demanda debe ser
rechazada(34) .
3. Legitimación activa
Aunque el proceso de desalojo nació estrechamente vinculado al contrato de
locación, su evolución ha ampliado el marco de disponibilidad de esta vía a otros
supuestos en que se persigue la restitución de un bien inmueble, aunque la
relación sustancial no provenga de un arrendamiento. En este orden, se puede
decir que están legitimados activamente para promover el proceso todos aquellos
titulares de una acción personal que pretendan excluir a otros de la detentación de
un inmueble. Todo sujeto que tenga derecho al uso y goce de la cosa inmueble,
tales como, el propietario, el condómino, los herederos, el poseedor, el locador, el
locatario principal, el usufructuario, el usuario, el comodante, el administrador de la
sucesión, los legatarios, el Consorcio de propietarios —art. 6º de la ley 13.512—,
etcétera (35).
4. Legitimación pasiva
Puede perseguirse la desocupación de un bien inmueble contra todo sujeto que
ilegal e indebidamente disponga del bien, sin invocar un derecho o título legítimo
para su ocupación. Fundamentalmente la legitimación pasiva recae en todo el que
esté en la "tenencia actual", ya sea sin derecho originario y regularmente
conferido, por abuso de confianza, engaño, clandestinidad o violencia, intrusión
propiamente dicha, o en virtud de un título que, por su precariedad, engendre la
obligación de restituir (rescisión del comodato, del arrendamiento, del contrato de
trabajo). La pretensión puede dirigirse contra cualquier ocupante cuya obligación
de restituir le sea exigible, motivo por el cual es necesario efectuar la notificación
genérica a "subinquilinos y ocupantes"(36) .
Respecto del intruso, debe considerarse que la causal suele ser usada
equívocamente en casos en que no resulta pertinente (v.gr., concubina y otras
ocupaciones realizadas con la aquiescencia de quien podía permitirla). Es que el
"intruso" es el ocupante circunstancial, sin base ni pretensión jurídica alguna, cuya
ocupación transitoria es de mera tenencia, sin animus domini de la cosa y a quien
se introdujo en el inmueble por un acto unilateral, sin la conformidad de quien
debía prestarla, es decir de quien tiene el uso y goce de la cosa(37) .
6. Fiador
En cuanto a la figura del fiador del locatario, debe señalarse que no es un
legitimado pasivo, desde que no tiene obligación exigible de restituir el inmueble.
Es así que tampoco puede intervenir como tercero legitimado, pues no es parte de
la relación jurídica sustancial en lo relativo al uso y goce del bien —única disputa
que se da en el proceso de desalojo—. Lo dicho impide, lógicamente, que pueda
ser condenado en costas —como lo ha resuelto el fallo plenario dictado en
Morón—. Sí puede intervenir como tercero interesado o adherente simple(42) .
7. Efectos de la sentencia
Los efectos de la sentencia se hacen extensivos contra los demandados e
integrantes de su grupo familiar. Si el demandante pretende que surta efectos
contra eventuales subinquilinos y ocupantes, deberá tomar el recaudo de
notificarles la demanda oportunamente —luego de que el oficial notificador los
mencione en el acto del traslado de la demanda—, a fin de mantener el derecho
de defensa en juicio y la eficacia de la cosa juzgada.
8. Mediación
Se otorga el carácter optativo a la mediación previa conforme el art. 5º de la ley
13.951 de la Provincia de Buenos Aires; norma análoga al art. 6º de la ley 26.589
en la esfera nacional.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Concepto. La "medida cautelar innovativa" del art. 676 bis del Cód. Procesal,
consistente en la entrega del inmueble al accionante, fue regulada para evitar que
durante el trámite del juicio se desbaraten los derechos del actor, no tanto por el
temor de no poder recuperar la tenencia del inmueble —puesto que ello se halla
asegurado con el uso de la fuerza pública— sino más bien por el riesgo de la
irreparabilidad de los perjuicios que se podrían llegar a producir si el accionado no
desocupa el bien cuya obligación de restituir le es exigible(43) .
2. Presupuestos. Procede la medida cautelar innovativa prevista en el art. 676
bis del CPC cuando la acción se dirija contra el tenedor precario o intruso; la litis
se encuentre trabada; el derecho del actor sea verosímil; se preste caución real y
exista peligro en la demora (art. 676 bis última parte CPC)(44) .
3. Oportunidad. La medida que otorga el art. 676 bis del CPC sólo puede
requerirse después de que la demanda haya sido respondida por el accionado, o
cuando decretada su rebeldía, ésta se encuentre firme y consentida(45) .
4. Oportunidad. Traba de litis o vencimiento del plazo para responder la
demanda. La procedencia de la medida prevista en el art. 676 bis del CPC,
impone entre otros recaudos que haya quedado trabada la litis —es decir
no inaudita parte en la tramitación del juicio de desalojo contra el tenedor precario
o intruso. En consecuencia, una vez presentada la contraria o vencido el término
para contestar la demanda podrá plantearse la cuestión(46) .
5. Criterio riguroso en su apreciación. Como la cautela que otorga el art. 676 bis,
conlleva la tutela judicial de un estado fáctico-jurídico, en aras de garantizar el
goce eventual o futuro del inmueble sub causa , una vez reconocido o declarado
judicialmente el derecho en que se apontoca la demanda, es que su apreciación
debe primar un criterio riguroso, con la finalidad de evitar que a través de la
pretensión cautelar, se dirime virtualmente el objeto litigioso, sin contar —aún—
con elementos indubitables(47) . También se juzgó que, dada la gravedad de la
medida prevista en el art. 676 bis del CPC, la acreditación del peligro en la
demora, al igual que la verosimilitud en el derecho, debe justificarse con
elementos de convicción que, sin llegar a la exigencia de "prueba acabada",
permitan inferir los motivos por los cuales se hace imperioso que el accionante
recupere la tenencia del bien. Es decir, lo suficiente como para que el tribunal
advierta prima facie que si la entrega se demora para el final del juicio, ello podría
producir un perjuicio de imposible o difícil reparación en aquel momento del
pleito(48) .
6. Verosimilitud. Consideración de la defensa. Para la procedencia de la medida
que autoriza el art. 676 bis del CPC, no sólo debe resultar "verosímil" la versión
que en tal sentido suministre el accionante, sino que, por tratarse de una medida
que opera sólo luego de trabada la litis, también es importante observar la
seriedad de la defensa que ha opuesto el accionado, puesto que las posibilidades
de progreso de la demanda de desalojo también dependen de las circunstancias
obstativas que haya mencionado el ocupante en su escrito de responde(49) . En
igual sentido se dijo que la acción de desalojo prevista en el art. 676 bis [1] del
CPC, por tratarse de una medida que sólo opera luego de trabada la litis, es
importante observar, además de la verosimilitud del derecho del accionante, la
seriedad de la defensa que ha opuesto el accionado, puesto que las posibilidades
de progreso de la demanda de desalojo también dependen de las circunstancias
obstativas que haya mencionado el ocupante en su escrito de responde. Es decir,
la restitución inmediata no podría ordenarse si la verosimilitud del planteo del
demandante se enfrenta con una defensa que arroja la misma fuerza de
convicción(50) .
7. Procedencia. Reconocimiento del contrato. Ausencia de recibos. El pedido de
desalojo anticipado, es procedente, en tanto el demandado reconoció el contrato
de locación y su prórroga y no acompañó recibos de pago del canon locativo
posteriores a la fecha de vencimiento de la locación encontrándose cumplido el
presupuesto que exige el art. 676 ter. del Cód. Procesal Civil y Comercial(51) . Es
procedente ordenar la desocupación inmediata del inmueble locado de acuerdo al
art. 676 ter del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires
debido a que el demandado contestó la demanda, reconoció expresamente la
locación, sólo opuso excepciones meramente dilatorias y se configura el peligro en
la demora, en atención a la indisponibilidad que sufre el actor del bien objeto del
proceso(52) .
8. Procedencia. Vencimiento del plazo locativo. Resulta procedente el desalojo
anticipado solicitado, toda vez que el plazo de vigencia de la relación locativa ha
fenecido y que se acompañó documental que alude a plurales inconvenientes que
se habrían suscitado entre el demandado y los demás consorcistas, de los que
pudieran derivarse perjuicios para el actor(53) .
9. Procedencia. Intrusos. Descrédito animus domini. Ante una demanda de
desalojo imputando calidad de intrusos a los accionados y reparando en el pleno
reconocimiento de la ocupación del inmueble materia de juicio, perfílase nítido el
presupuesto de hecho que legisla el nuevo art. 676 bis del Cód. Procesal, al
resultar insostenible que a menos de un año de la "toma" de la propiedad pueda
enarbolarse animus domini con entidad cierta(54) .
10. Procedencia. Tenedor precario. Es procedente la entrega del inmueble
objeto de la litis si ha quedado demostrada la condición de precarista del
demandado por haberse declarado judicialmente el vencimiento del contrato.
Deviene así ilegítima su actual ocupación; quedando entonces configurada la
verosimilitud del derecho exigida por el art. 676 bis CPC, como uno de los
recaudos para la viabilidad de la medida(55) .
11. Tenedor precario. Justificación de los perjuicios. El inquilino que permanece
en el inmueble luego de vencido el contrato de locación, aun cuando continúe
abonando los arriendos, constituye un tenedor precario, ya que la sola
manifestación del locador en el sentido de no admitirle la permanencia, basta para
justificar el pedido de desalojo (arg. art. 1622 del CCI). En dicho supuesto, si el
accionante justifica debidamente cuáles son los perjuicios actuales o inminentes
que se le producirían en el caso de permitir que el accionado persista en la
ocupación, podrá requerir la medida prevista en el art. 676 bis del CPC(56) .
12. Peligro en la demora no se presume. Debe ser grave, actual e
inminente. Conforme se desprende del segundo párrafo del art. 676 bis del Código
ritual, el perjuicio no sólo debe ser grave, sino actual o inminente, no evitable sino
mediante la referida medida cautelar y, por lo tanto, debe tratarse de la
potencialidad inmediata de la producción de graves perjuicios para el actor. De allí
entonces, que el peligro en la demora no pueda presumirse, ni basta la mera
manifestación de la actora de la posibilidad de un daño, para que se lo acepte
como real(57) .
13. Indisponibilidad del inmueble no es suficiente perjuicio. El perjuicio que,
según la actora le irrogara la no disponibilidad del inmueble para locarlo, atento a
la presencia del intruso desde abril de 1994, no exterioriza un grado de inminencia
como la requerida por el art. 676 bis del CPC, para justificar la entrega inmediata
del bien como medida cautelar. Ello así en tanto tal supuesto perjuicio se ha
consolidado en una situación de hecho que obviamente sólo podrá alterarse por
vía del pronunciamiento final perseguido(58) .
14. Estado de abandono del inmueble es perjuicio suficiente. Pudiendo resultar
perjudicial para la actora el estado de abandono del bien inmueble, y que el
referido perjuicio debe estimarse cierto, corresponde otorgarle la tenencia
provisoria del bien, aun cuando no resulten estrictamente aplicable el art. 676 bis
CPCC (ley 11.443) que se refiere a acciones contra tenedores precarios o
intrusos. El derecho parece verosímil para lo peticionado y el perjuicio grave está
latente(59) .
COMENTARIO
1. Concepto(60)
Las normas se enrolan dentro de lo que se ha denominado tutela cautelar
material, ya que la petición cautelar coincide con la pretensión de fondo del
proceso. E l desalojo anticipado debe ser entendido como una medida cautelar
innovativa; basta con observar los presupuestos exigidos por la norma, que no son
otros que los de las medidas cautelares para llegar fácilmente a esa conclusión.
Ya en un clásico ensayo, de unos setenta años de antigüedad (Introduzione allo
studio sistematico dei provvedimenti cautelari, Padova 1936, p. 26), Piero
Calamandrei había distinguido dos tipos de medidas cautelares(61) . Las
conservativas y las innovativas. Las primeras tendientes a mantener un estado de
hecho o de derecho existente, y las segundas dirigidas a obtener la modificación
del mismo. La finalidad concreta de la medida cautelar innovativa es modificar un
estado de cosas (de hecho o de derecho) existente al tiempo de su
pronunciamiento. El ejemplo más típico de la especie es la suspensión de los
efectos de los actos administrativos, haciendo cesar la presunción de legitimidad y
de ejecutoriedad de los mismos, anticipando de alguna manera la decisión de la
sentencia de mérito. Por este motivo los tribunales han tratado este tipo de
resoluciones cautelares con carácter de excepción.
2. Operatividad
La modificación producida por la ley 14.220 amplió sus supuestos de
operatividad a las causales de falta de pago o vencimiento de contrato, ya que
antes su campo se limitaba al tenedor precario y al intruso. Como indican las
normas, la posibilidad de anticipar el desalojo se dará una vez trabada la litis. De
modo tal que la defensa del accionado conformará la verosimilitud del derecho.
Una vez notificada la demandada deberá transcurrir el plazo otorgado para que el
emplazado se presente.
Las normas provinciales, a diferencia de lo que sucede en el orden nacional,
poseen un agravante para la consideración en el peligro en la demora. Aquél se
debe presentar "...cuando de no decretarse la entrega inmediata del inmueble,
pudieren derivarse graves perjuicios para el accionante". Una interpretación
estricta de la norma limitaría ampliamente su espectro de uso. El Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación no requiere que el actor demuestre el peligro en la
demora (periculum in mora ), ya que el mismo debe presuponerse como los daños
que puede producir en el patrimonio de locador la no entrega de la tenencia del
inmueble, es evidente que aquél no estará constituido por la desaparición de los
medios necesarios para el cumplimiento de la sentencia, cosa que finalmente se
podrá realizar desalojando a la demandada, sino por la prolongación excesiva del
juicio. Pues bien, dependiendo del contenido que se le asigne a "perjuicios
graves", será el uso que se le dé a la herramienta.
Es necesario, como requisito de operatividad, que se ofrezca una caución real
(contracautela) suficiente para responder a eventuales daños que sufra el
demandado, si con posterioridad no se verifican los hechos alegados por el actor y
previstos en la norma.
5. Apelación
El recurso de apelación interpuesto por el demandado contra la medida que
dispone la desocupación inmediata del inmueble en un proceso de desalojo se
debe conceder con efecto devolutivo, en atención a la naturaleza cautelar de la
medida (arg. art. 198, CPBA).
A nuestro criterio, debe primar el carácter cautelar, de otra manera no se
cumpliría con el fin del desalojo anticipado. Como sabemos, en materia de
apelación la regla es el efecto suspensivo, y sólo procede el efecto devolutivo
cuando así lo prevé la ley. Sin embargo, en este caso corresponde aplicar lo
normado para la apelación en los procesos cautelares.
Cuando se habla de efecto devolutivo, debemos entender que se produce un
desmembramiento del expediente principal. Por ello se debe formar el incidente
previsto por el art. 250 del CPN, a efectos de que la apelación no interrumpa el
cumplimiento de la medida.
Condena de futuro
Art. 677 — La demanda de desalojo podrá interponerse antes del
vencimiento del plazo convenido para la restitución del bien, en cuyo caso la
sentencia que ordena la desocupación deberá cumplirse una vez vencido
aquél. Las costas serán a cargo del actor cuando el demandado, además de
allanarse a la demanda, cumpla con su obligación de desocupar el bien o
devolverlo en la forma convenida.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Concepto. La acción de desalojo con condena de futuro, tiene por objeto
prevenir el daño que se derivaría de la falta de un título ejecutivo en el momento
en que la prestación sea debida, por lo que confiere al locador la posibilidad de
tener en sus manos la desocupación inmediata del bien si el locatario no lo hace
en el término pactado(64) . También se dijo que la condena de futuro presupone
una especie de juicio preventivo, en el que el interés de obrar finca en la
posibilidad de una violación futura del derecho y en la necesidad de prevenir el
daño que se derivaría de la falta de un título ejecutorio en el momento en que la
prestación sea debida(65) .
2. Concepto. Es en beneficio del locador. La condena de futuro que prevé el
art. 677 del Cód. Procesal es un proceso donde el interés de obrar por parte del
locador radica en la posibilidad de una violación futura del derecho por parte del
inquilino y en la necesidad de prevenir el daño que se derivaría de la falta de un
título ejecutorio en el momento en que la prestación sea debida. En otras palabras,
la condena de futuro ha sido legislada en beneficio exclusivo del locador(66) .
3. Pedido de homologación. Plazos no vencidos. Reencausado. Habiéndose
pactado en un convenio de desocupación la entrega del inmueble sin respetar los
plazos mínimos previstos en la ley 23.091 (Adla, XLIV-3712), siendo esta
disposición de orden público, y encontrándose próximo a cumplirse el plazo legal
de la locación, el pedido de homologación debe ser encuadrado en la pretensión
de condena de futuro(67) .
4. Cumplimiento. Entrega de llaves. Habiéndose enmarcado la cuestión del
desalojo de un inmueble locado en un trámite judicial, no puede cuestionarse la
actitud del demandado que entregó las llaves en el expediente. La regla de la
buena fe que debe presidir la ejecución de los contratos (art. 1198, primera parte,
del Cód. Civil), hace que deba aceptarse como válida dicha entrega, y que la
diferencia con la entrega de las llaves en el domicilio postulado por el actor, no
pueda tener el efecto de considerar incumplido el desalojo(68) .
5. Costas al actor. Cumplimiento. Si se ha recurrido a la vía del desalojo
anticipado, y ha mediado allanamiento a la demanda y cumplimiento de la
obligación de desocupar el bien, las costas serán impuestas al actor por haberse
tratado de una tramitación que, a la postre, ha sido innecesaria —art. 677 Cód.
Proc.(69) —. El art. 677 del Cód. Procesal es bien explícito en el sentido que las
costas serán a cargo del actor cuando el demandado, además de allanarse a la
demanda, cumpla con su obligación de desocupar el bien o devolverlo en la forma
convenida(70) .
6. Costas. Relevo. Dos supuestos. El relevo de costas a favor del locatario
(art. 677, Cód. Procesal Civil), repara en dos razones: a) allanamiento oportuno; b)
entrega de bien en tiempo propio. Si alguna de éstas falta, deberán cargarse al
inquilino demandado por desalojo(71) .
7. Costas. Desocupación al vencimiento. Diferimiento. En la condena de futuro,
o de ejecución eventualmente diferida, las costas serán a cargo del actor, cuando
el demandado, además de allanarse, cumpla entregando el bien. De tal manera
que desde que la norma supone que el plazo estipulado para la restitución no se
haya vencido al promoverse la demanda, la solución pedida por el inquilino de
desocupar la finca al vencer el plazo es justa, y no la que pide el actor de que para
que prospere la exención deba desocuparse al momento de efectuarse el
allanamiento. En tal caso es viable diferir la imposición de costas a las resultas de
la conducta que en definitiva observará el inquilino al momento de la
desocupación(72) .
COMENTARIO
1. Concepto(73)
No siempre la sentencia de condena tiene por condición la violación de un
derecho. Existen supuestos en que se puede actuar por una prestación todavía no
debida y que, por lo tanto, no supone violación alguna del derecho en el momento
de pronunciar la sentencia(74) .
Muchas veces la duración del proceso presupone una perpetuación de la
violación del derecho que no siempre puede ser adecuadamente reparada o un
retardo perjudicial en la constitución de aquél, y que, por lo tanto, exige una
anticipación del conocimiento del juez. Ello así, ya que de este modo, de
sobrevenir la situación jurídica o antijurídica, el lapso entre ellas y la operatividad
de una sentencia pronunciada con anterioridad será sensiblemente menor a aquel
que hubiese demandado la tramitación total de un proceso de conocimiento, con
posterioridad a la tipificación del casus .
La necesidad de obtener una condena con operatividad pendiente de plazo se
relaciona con el mayor o menor uso que se haga de las medidas cautelares
innovativas que permiten el desalojo anticipado, puesto con ellas el actor no se ve
obligado a soportar la duración del juicio sin recobrar la tenencia del inmueble.
2. Caracteres
a) Obligación no exigible
El carácter preventivo del instituto y la precedencia del proceso a la lesión o a la
tipificación del caso , importa que cuando aquél se promueva la obligación aún no
sea exigible, o al caso le restará un elemento que penderá de un plazo.
Ello no obsta, claro está, para que el plazo venza durante el trámite del proceso,
aun antes de la sentencia. En este último supuesto, la sentencia no estará
supeditada al vencimiento del término, sino que será pura y simple.
b) Inexistencia de lesión
Es normal que la pretensión sea deducida una vez que la lesión ha operado a
fin de restablecer el equilibrio jurídico conculcado por aquélla. En la pretensión de
condena de futuro aquélla precede a la lesión, ya que nos encontramos ante una
fundada certidumbre de que la violación del derecho operará en el futuro. No
obstante, la anticipación del conocimiento del juez acerca de una situación
antijurídica, que se puede o no presentar, es una cuestión doblemente
contingente. Ello así, toda vez que, por un lado la lesión se podría no concretar, y
aun concretada podría no dar lugar a una cuestión justiciable.
De allí que la eventualidad de la lesión siempre será una cuestión de grado más
o menos posible y derivada de las circunstancias propias de cada caso, que en
algunos, como el que comentamos, viene a quedar presumida por la ley en
función de lo que suele ocurrir en una generalidad de casos.
c) Verosimilitud del derecho
Al juzgarse como presente una lesión que supuestamente acaecerá en el futuro
sólo se lo podrá hacer bajo la óptica de que aquella lesión se concretará, y como
es lógico, ello siempre importa un juicio hipotético, lo que encierra como
contracara de la misma moneda que quien acciona sólo lo hará sobre la base de
verosimilitud de su derecho.
Bien refiere Colombo que se trata de un juicio de probabilidad acerca del
acaecimiento de un hecho futuro, que se formula considerando una determinada
circunstancia o un conjunto de circunstancias actuales(75) .
Afinando el concepto, podríamos decir que se trata de suponer que ciertas
contingencias fácticas y cierta apoyatura normativa pervivirán al vencimiento de un
plazo y condicionarán la concreción de una lesión.
3. Costas
Es evidente que si el inquilino es demandado anticipadamente y luego cumple
en término la restitución del inmueble, se lo habrá obligado a participar en el
proceso injustificadamente. Ello siempre que no hubiese promovido defensas que
hayan fracasado. Aquella participación innecesaria irroga gastos comprendidos en
la condena en costas, que deberán ser soportados por el actor, quien sin razón,
obligó al demandado a litigar.
En tal sentido, el artículo que comentamos participa del criterio general
instaurado en la materia. Condiciona su aplicación a dos presupuestos: 1) que el
demandado se hubiese allanado a la demanda; 2) que cumpliera su obligación de
desocupar oportunamente el inmueble o de devolverlo en la forma convenida.
El allanamiento capaz de hacer cargar al actor con las costas debe ser
oportuno, es decir, formulado dentro del plazo para contestar la demanda. Sin
embargo, la Cámara Nacional Especial en lo Civil y Comercial de la Capital
Federal ha resuelto en fallo plenario que, aun no mediando allanamiento, no
corresponde en todos los actos la aplicación de las costas en la sentencia
definitiva(76) .
El pronunciamiento sobre costas se debe diferir hasta el tiempo del
cumplimiento de la sentencia, de donde resultará si el inmueble se ha restituido en
tiempo oportuno.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
B. Convenios de desocupación
1. Vigencia de la normativa. El art. 47 de la ley 21.342 referido a desocupación
de inmuebles se encuentra vigente, en tanto las normas procesales de dicha ley
no fueron derogadas expresa o tácitamente por la actual ley 23.091. En
jurisdicción nacional, la ley 22.434 —modificatoria del CPCCN— en su art. 2º, sólo
derogó los arts. 33 a 46 de la misma por lo cual debe considerarse la vigencia —
en esa jurisdicción— de los arts. 47 y 48 (convenios de desocupación y abandono
de la locación) (84).
2. Conocimiento limitado. Control de recaudos legales. Improcedencia de
excepciones. El ámbito de conocimiento en este tipo de causa es sumamente
limitado, circunscribiéndose la intervención del órgano jurisdiccional a un control
de cumplimiento de los recaudos legales, no existiendo técnicamente juicio, en el
sentido de controversia, por lo tanto es improcedente la excepción de
litispendencia opuesta (85).
3. Debe garantizarse la defensa. La homologación judicial de un convenio de
desocupación no es una mera formalidad, pues antes de efectuarla, el juez debe
examinar la concurrencia de los requisitos exigidos para la validez del convenio,
pudiendo el interesado introducir en tiempo oportuno lo que entienda son sus
defensas o excepciones (86).
4. Violación plazo mínimo de la locación. Se advierte que en el presente caso se
da un supuesto de excepción al principio general que limita el ámbito de
conocimiento de este tipo de procesos, ya que surge palmariamente la violación
de una norma de orden público, con referencia a los plazos mínimos de locaciones
comerciales, no pudiéndosele dar al convenio de marras el alcance de una
resolución anticipada, en los términos del art. 8º de la ley 23.091 (87).
5. Recaudos exigibles. Si el convenio de desocupación no reúne los recaudos
exigidos por el art. 47 de la ley 21.342, por carecer de fecha de emisión y de fecha
de desocupación, no corresponde admitir su homologación(88) .
6. Convenios homologables. Sólo acceso a la locación. Sólo son homologables
los convenios de desocupación que acceden a un contrato de locación, porque así
lo contempla la ley (art. 47 de la ley 21.342), pero no otro tipo de convenio que
tiene por sustento un contrato principal anterior, y que su objeto lo constituye no el
acceso a la locación de la vivienda, sino a la propiedad misma (89).
7. Comprende sólo el acuerdo a desocupar. La cosa demandada o el contenido
de lo reclamado queda suscripta a la naturaleza de tal procedimiento. Por lo tanto,
habiendo quedado delimitado el objeto de la acción —pretensión— únicamente al
pedido de homologación de convenio, no puede tardíamente introducirse un nuevo
tema de discusión, que a tenor de lo requerido —cobro de pesos y exclusión de
vivienda— requiere un debate amplio que excede del marco propio del juicio de
homologación(90) .
8. Decisión homologatoria. Carácter definitivo. a) El pronunciamiento de la
Cámara recaído en la homologación de un convenio de desocupación, no reviste
carácter de definitivo en los términos de los arts. 278 y 296 del CPC (91).
b) Es definitiva la decisión recaída en un proceso de homologación de convenio
de desocupación si en ella se resolvieron defensas que no podrán ser renovadas
cuando se provea al pedido de desahucio (92).
COMENTARIO
3. Convenios de desocupación
El art. 47 de la ley 21.342 establece: "Cuando el locatario, después de celebrar
el contrato y estando en ocupación del inmueble, hubiese convenido con el
locador plazos diferentes de los originales, el locador podrá solicitar directamente
el cumplimiento del convenio presentando el documento respectivo y el juez,
previa audiencia del locatario, decretará el lanzamiento sin más trámite que los
correspondientes a la ejecución de sentencia que condena a hacer.
"Los convenios a que se refiere el párrafo anterior deberán haber sido
homologados judicialmente. Las partes en el convenio, bajo su responsabilidad,
indicarán las sublocaciones a plazo fijo que hayan sido autorizadas por el locador.
La homologación se dictará con citación de los respectivos sublocatarios".
La viabilidad de tales convenios aparece subordinada a diversos presupuestos
que estudiaremos a continuación.
d) Homologación
Para que los convenios se puedan ejecutar es necesario que previamente sean
homologados judicialmente. Ello no es una mera formalidad, pues antes de
hacerla el juez debe examinar la concurrencia de los requisitos exigidos por la ley
para la validez del convenio.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Cuestiones generales
1. Concepto. a) La acción de usucapión, más que al mantenimiento o
recuperación del ejercicio de un derecho real, tiende al reconocimiento del
derecho de propiedad y se ejerce frente al titular del dominio registral, contra quien
pudiere resultar propietario o contra el Estado como titular del dominio eminente
sobre las tierras sin dueño, pero puede hacerse valer también frente a un tercero
que haya turbado o desposeído al usucapiente, luego de haber completado éste el
plazo prescriptivo(1) .
b) La prescripción adquisitiva de dominio constituye uno de los medios de
adquisición de la propiedad enumerados por el art. 2524 inc. 7º del Cód. Civil. La
condición requerida para ello es que la posesión durante un lapso de veinte años,
sea a título de dueño, continua, no interrumpida, pública y pacífica(2) .
2. Objeto del proceso. La demanda que pretende la usucapión del inmueble
debe sustanciarse con quien resulte titular de dominio o quienes acrediten ser sus
sucesores (arts. 24 ley 14.159, 3279 Cód. Civil; 679 y 680 del CPC) y su objeto lo
constituye el logro de una declaración judicial que reconozca operada en favor del
o de los accionantes la prescripción respecto del bien en cuestión como uno de los
modos que el Código Civil estatuye para adquirir el dominio (arts. 2524, 3999 y
concs)(3) .
3. Orden público. En la prescripción adquisitiva de dominio está en juego el
orden público ya que ley obliga al juez a verificar los extremos en ella dispuestos
(ley 14.159, art. 24, art. 679 incs 1º, 2º, y 3º del CPCC)(4) .
B. Posesión
1. A título de dueño ( animus domini ). a) En las demandas por usucapión debe
probarse la posesión "animus domini " actual, también la anterior y especialmente
la que se tuviera en el inicio de la ocupación, como único medio de demostrar el
cumplimiento del plazo legal(5) .
b) Además de tener por acreditado el "corpus " posesorio, es decir el elemento
material, debe presumirse el "animus " que es el elemento intencional, que si bien
es abstracto, ha menester de hechos exteriores que conduzcan a tenerlo por
acreditado. El "corpus " no hace presumir el "animus ", el que debe ser probado
por quien lo invoca, cuya prueba debe ser terminante y restrictivamente
considerada, ya se trate de quien acciona como usucapiente, como de quien
opone la prescripción como defensa(6) .
La prescripción adquisitiva supone el apoderamiento del bien con ánimo de
dueño —rem sibi habendi — y mientras ello no se demuestre a través de la
pertinente e ineludible prueba compuesta, los jueces deben considerar a quien lo
ocupa como mero detentador de la cosa (arg. arts. 2351, 2373, 2384 y 4015, Cód.
Civil, y 679, inc. 1º, CPCC)(7) .
2. Continuidad. La prueba en la usucapión debe acreditar la existencia de una
cadena regular de actos, no necesariamente diarios, pero sí practicada con
intervalos lo suficientemente cortos para que no existan lagunas que desdibujen el
uso normal del inmueble(8) .
3. Interrupción de la prescripción. El art. 4.016 del Cód. Civil menciona al que ha
poseído durante veinte años sin interrupción alguna...", con lo que incorpora ese
requisito a la posesión para usucapir. La interrupción consiste en actos positivos,
generalmente de terceros, pero que pueden consistir en actos del propio
poseedor. El efecto de la interrupción es hacer desaparecer la posesión anterior
como si nunca hubiera existido. El Código señala taxativamente las causas de
interrupción de la posesión. La interrupción de la posesión destruye alguna de las
condiciones esenciales de la usucapión (permanencia en la posesión e inacción
del propietario) y corta el curso de aquélla, haciendo inútil el tiempo ganado(9) .
C. Competencia
1. Principio general. La usucapión es un modo de adquirir el dominio tendiendo
a la determinación de derechos reales sobre un inmueble... rigiéndose en la
determinación de su competencia por la regla contenida en el art. 5º inc. 1º de
CPCC(10) .
2. Fuero de atracción. La acción declarativa de usucapión que persigue el
reconocimiento en juicio del derecho de dominio, configura una acción de
naturaleza real, razón por la cual, no es de aplicación el fuero de atracción del
juicio sucesorio. Consecuentemente con ello, no compete al Juez del sucesorio, el
conocimiento del proceso de usucapión, por tratarse la aquí promovida de una
acción asimilada o de naturaleza real, y no de una acción personal, como lo exige
el art. 3284 inc. 4º del Código Civil para que funcione el fuero de atracción
establecido por dicha norma(11) .
3. Contencioso Administrativo. Las acciones tendientes a la adquisición del
dominio por la usucapión regulada por el Código Civil son ajenas a la materia
propia del fuero en lo contencioso administrativo y, por extensión, en aquellas
cuyo objeto es el reconocimiento de una situación de hecho vinculada con la
posesión de un bien a título de dueño (arts. 2351 y sigtes. del Código Civil)(12) .
D. Legitimación activa
1. Principio general. El poseedor "animus domini " que cumplió el plazo legal y
quiere regularizar registralmente su título, debe iniciar el proceso de usucapión y
producir la prueba que la ley reclama(13) .
2. Tenedor. Quien sólo dice estar cuidando una cosa, reconoce que le
pertenece a otra aun en la posesión de ella revistiendo la condición de mero
detentador en nombre de otro, de manera que siendo ello así, no puede luego
sostener la "posesión animus domini " en cabeza suya, pues para ello es
necesario que se hubiese operado la interversión del título (arts. 2351, 2352, 2353,
específicamente, 2354, 2401, 2445, 2446, 2447, 2461, 2462, inc. 6º, 2463 del
Cód. Civil)(14) .
3. Accesión de posesiones. En la figura de las llamadas accesiones de
posesiones que son distintas y separables entre sí, se caracterizan en que el
anterior traspasa a un tercero, a título singular los derechos y ventajas,
emergentes del estado de hecho de su posesión y así, mediante la accesión el
segundo puede completar el plazo legalmente requerido para la prescripción
adquisitiva a su favor. El vínculo de derecho está dado por el título en virtud del
cual se entregó la cosa, lo cual constituye un requisito para que opere la accesión
de posesiones, pues debe haber un nexo jurídico de transmisión; por ende, para
que se puedan unir dos posesiones distintas es indispensable un vínculo jurídico
destinado a transmitir los derechos posesorios o sea continuidad indisoluble entre
el tradens anterior, siendo bastante a esos efectos que medie una tradición
traslativa de posesión, aunque este último vínculo jurídico sea defectuoso(15) .
E. Legitimación pasiva
1. Titular registral. El juicio de prescripción adquisitiva es un trámite obligado
que debe llevar a cabo quien pretende usucapir y que debe entenderse,
inexorablemente, con quien resulte titular del dominio de acuerdo a las
constancias del Registro de la Propiedad (art. 24 ley 14.159)(16) .
2. Sucesores. Dentro del ámbito específico del proceso de usucapión, y
conforme lo dispuesto por el art. 679, inc. 4º del compendio de forma, que
establece que será parte en el juicio quien figure como propietario en el Registro
de la Propiedad Inmueble, en el caso que uno de los titulares registrales hubiere
fallecido antes de la promoción de la demanda, ésta debe entenderse con sus
herederos. Y si se desconoce la existencia de los mismos se configura el supuesto
de "demandado incierto" que contempla el art. 341 del Código de Procedimientos,
resultando procedente su citación por edictos(17) .
3. Fiscal de Estado. Es sabido que el proceso contencioso de usucapión se
debe entablar contra quien resulte titular del dominio o con aquellos que acrediten
ser legítimos sucesores del titular del bien. Y en caso de no figurar propietario en
el Registro de la Propiedad, corresponde conferir traslado a la Fiscalía de
Estado ad eventum de que la provincia tuviera intereses fiscales comprometidos.
Ello es así, en virtud del derecho originario que se atribuye al Estado sobre las
tierras sin dueño, conocidas como fiscales o tierras públicas, a pesar de
pertenecer al dominio privado. Es decir, que sobre las tierras que carecen de otro
dueño, el Estado tiene un derecho de propiedad, pero no porque se trate de
bienes públicos, sino simplemente porque se le atribuyen a título de propiedad
territorial originaria(18) .
4. Terceros Interesados. El llamado a "todos los que se consideren con
derecho" contenida en la parte final del art. 681 del CPC, se refiere a la citación
para supuestos especiales (v.gr. compradores por boleto; otros poseedores, etc.),
pero resulta ineficaz para suplir el debido emplazamiento a los presentes
herederos de la persona nominada en los edictos sin hacerse constar su
fallecimiento; en cuyo caso se los debe citar en ese carácter(19) .
5. La usucapión como defensa. Frente a la acción de reivindicación del titular
del dominio de un inmueble, el demandado poseedor usucapiente de plazo
cumplido puede oponer con éxito la defensa de prescripción adquisitiva, ya que es
éste uno de los modos de adquirir el dominio del inmueble que se pretende
reivindicar (arts. 2524, inc. 7º; 4015 y 4016 del Cód. Civil), causando con ello la
pérdida del dominio del pretenso reivindicante, pues el dominio es exclusivo y no
tolera que dos personas puedan tener cada una en el todo el dominio de una cosa
(art. 2506; 2508 y 2510 in fine del Cód. Civil); lo que a su vez conlleva el efecto de
que el hasta entonces titular dominial vea extinguida su legitimación activa
respecto de la acción reivindicatoria con relación a tal cosa (art. 2758 del Cód.
citado), no impone al demandado la carga o condición de plantear la acción de
usucapión por vía reconvencional, pues ella no es una acción que conduzca a una
sentencia constitutiva del dominio adquirido por el usucapiente, sino meramente
declarativa, tendiente a comprobar judicialmente y en proceso contradictorio con el
titular de la registración dominial, especialmente, los extremos legales pertinentes,
a fin de obtener la correspondiente inscripción registral del dominio así adquirido y
su consecuente validez erga omnes (arts. 2505 del Cód. Civil; 24 y 25 de la ley
14.159, texto s/ dec.-ley 5756/58 y 679 del CPCC)(20) .
F. Requisitos de la demanda
Para promover la acción de usucapión, además de los requisitos comunes a
toda demanda, tanto la ley 14.159 como el Código Procesal Civil y Comercial
exigen que se acompañen dos documentos específicos: el certificado que acredite
la titularidad del dominio y el plano de mensura(21) .
1. Certificado de dominio. a) En un juicio de usucapión se debe demandar a
aquel en cabeza de quien figura inscripto el dominio del bien, a cuyo fin es prueba
ineludible —y suficiente a la vez— el respectivo certificado registral acreditante de
la inscripción que dota de publicidad a la adquisición del dominio de
inmuebles (22).
b) El ap. 2º del art. 679 del CPC refiere al certificado sobre la condición jurídica
del inmueble y en el cual se consignará, además, "con precisión y amplitud" los
datos personales del titular o titulares del dominio, el que deberá ser expedido,
asimismo, por el Registro inmobiliario correspondiente(23) .
2. Plano de mensura. El plano de mensura tiene que confeccionarse
especialmente para el juicio que persiga una usucapión, a fin de individualizar el
inmueble, determinando con exactitud la superficie poseída, sus medidas y
linderos, de modo que haya coincidencia entre el bien en su aspecto físico y el
título que surja de la eventual sentencia a dictarse (art. 679, Cód. Procesal y su
doc.)(24) .
3. Visado. Para promover la acción de usucapión, además de los requisitos
comunes a toda demanda, tanto la ley 14.159, como el Código Procesal Civil y
Comercial exigen que se acompañen dos documentos específicos: el certificado
que acredite la titularidad de dominio y el plano de mensura. Quiere decir,
entonces, que la ineludible obligación de acompañar el plano de mensura
aprobado por la Dirección de Geodesia en las condiciones que estipula la norma,
no puede ser obviado con un plano que no está debidamente visado por la
mencionada oficina técnica administrativa(25) .
4. Incumplimiento. Saneamiento. Si bien es cierto que resulta requisito
necesario a los fines de determinar la admisibilidad de la demanda de usucapión,
que se acompañen en debida forma tanto el certificado de dominio que acredita la
titularidad del bien como el plano de mensura respectivo (art. 679 del CPCC, incs.
2º y 3º), no surge de la norma citada que la omisión de acompañarse ab
initio dicha documentación traiga como consecuencia irremediable el rechazo de la
demanda, atento que en virtud de lo preceptuado en el art. 336 del CPCC y las
facultades ordenatorias otorgadas por el art. 34 del mismo código, el juez puede
requerir la subsanación de las deficiencias procesales incurridas. Constituye una
facultad saneadora, encaminada al ordenamiento y corrección de los actos
procesales, a fin que la relación procesal pueda constituirse regularmente y
transitar por carriles normales que eviten un inútil desgaste jurisdiccional a fin de
arribar a una sentencia de mérito. Constituiría un exceso ritual manifiesto,
inconciliable con un adecuado servicio de justicia, la negativa a considerar
documentación comprobatoria del derecho alegado por el litigante, no obstante su
extemporánea agregación a la causa(26) .
G. Prueba
1. Apertura a prueba. No basta argumentar que la posesión detentada por sus
antecesores fue reconocida por los titulares de dominio que, debidamente
notificados, no contestaron la demanda. Juega en esto la particularidad del juicio
por usucapión, respecto al cual no rige en plenitud la normativa de los arts. 354,
inc. 1º, y 60 del Código Procesal, por cuanto, tratándose de una adquisición del
dominio originaria (doct. arts. 2524, inc. 7º, y 4015 Cód. Civil), es en todos los
casos necesario comprobar fehacientemente que se dan los presupuestos que la
configuran. Esta exigencia del ordenamiento tiene por finalidad evitar que
mediante el allanamiento, la incontestación de la demanda o la rebeldía de los
titulares de dominio demandados, se encubra una transmisión de dominio
derivada, y se borren con tal artilugio los vicios o cargas que pudieran afectarla y
que pasan al sucesor singular (arts. 3266, 3270 y concs. Cód. Civil). De tal modo,
la incontestación de la demanda por los accionados carece de relevancia a este
respecto, en tanto no libera a la actora de la carga de probar de modo indubitable
tanto la posesión propia como la de sus antecesores, si necesita unir una con otra
a los fines de cubrir el lapso de 20 años que la ley exige (arts. 4015 Cód. Civ.; 24
ley 14.159 y 679 y sigtes. Cód. Proc)(27) .
2. Carga de la prueba. El tránsito por los carriles de este especial modo de
adquirir el dominio, tendiente a la acreditación de los recaudos legales (arts. 679,
681 del CPC y 24 de la ley 14.159), deviene imperativo para el pretenso poseedor,
ya que ni el allanamiento expreso del propio titular alcanzaría para eximirlo de tal
carga. El juicio de usucapión posee particulares características. En él no cabe el
allanamiento con efectos conclusivos del proceso (art. 307, párr. 2º del Cód. cit.),
ya que en los intereses socioeconómicos en juego, se encuentra comprometido el
orden público. En tal sentido, por tratarse, como dije, de una peculiar forma de
adquisición del dominio, debe acreditarse en forma insoslayable el cumplimiento
de los requisitos que la ley impone para ello, lo que excluye el acuerdo de
partes(28) .
3. Principio general. Amplitud. Prueba compuesta. a) Cuando los ordenamientos
vigentes estatuyen que es admisible toda clase de pruebas, pero que el fallo no
puede basarse exclusivamente en la testimonial (art. 24, inc. c], parte 1ª, ley nac.
14.159; art. 679, inc. 1º, CPCC), ello no importa una descalificación de esta última
ni su relegamiento a un rol secundario, sino que, al contrario, en el proceso de
usucapión la prueba de testigos es por lo común la más importante y convincente
porque se trata de acreditar hechos materiales, si bien la ley, con justificada
desconfianza, ha querido que los testimonios sean contemplados y corroborados
por elementos de juicio objetivos e independientes(29) .
b) La singularidad de la "prueba compuesta" en materia de usucapión consiste
en que el sentenciante no puede fundar su sentencia con apoyo exclusivo en la
prueba testimonial. El art. 24 inc. c) de la ley 14.159 —art. 679 inc. 1º del CPCC—
exige que dicha prueba sea integrada por evidencias de otro tipo recíprocamente
corroborantes. Esta exigencia de la ley 14.159, viene a solucionar aquel temor que
señalaba el maestro uruguayo E. Couture, cuando escribía que era menester
evitar que por la vía del proceso de usucapión se abrieran las puertas a la
legitimación del despojo para adquirir la propiedad a espaldas del verdadero
dueño(30) .
c) El carácter contencioso del juicio de usucapión supone la carga de la prueba
de los hechos constitutivos del derecho alegado, ello se logra cuando, como en el
caso, las pruebas arrimadas conforman lo que se denomina "prueba compuesta".
La prueba compuesta es la coordinación de elementos correspondientes a
diferente naturaleza probatoria y deja como saldo sistematizador una acreditación.
Las declaraciones testimoniales, evaluadas a la luz de la sana crítica, son
sumamente importantes para resolver la cuestión, por cuanto los testigos dan
cuenta del conocimiento personal de los actos posesorios que aluden realizados.
Sin embargo, es sabido que la ley requiere que la prueba testimonial no sea la
única aportada por el demandante, es decir que se halle corroborada por la
evidencia de otro tipo, que formen con ella la prueba compuesta(31) .
Conforman la prueba compuesta el plano de mensura y los certificados
registrales de que nos habla el art. 679, incs. 2º y 3º del Código Procesal Civil y
Comercial; los instrumentos que acrediten el pago de obras y mejoras y los
recibos de tasas, impuestos y servicios; al respecto, si bien no es menester que se
demuestre el pago de tales tributos durante todo el tiempo de la pregonada
posesión, su cantidad y temporaneidad serán elementos de convicción que
concurrirán a conformar aquella prueba compuesta(32) .
4. Apreciación de la prueba. a) El principio aplicable aun en aquellos casos de
propietario desconocido o cuando no se acreditare la existencia de otra efectiva
ocupación, pues tratándose de un medio de adquisición del dominio, dada su
trascendencia económico-social, la prueba de los hechos en que se funda debe
ser siempre concluyente(33) .
b) El Juez debe analizar las pruebas con el máximo de prudencia ya que la
usucapión importa la pérdida del derecho de dominio de quien figura como titular,
por el transcurso del tiempo, correspondiendo en tal caso la cancelación de la
inscripción vigente y el reconocimiento de un nuevo titular de dominio —conforme
art. 682 del CPCC y 4015 del Cód. Civil—(34) .
5. Prueba testimonial. La prueba testifical mantiene todo su valor y por lo
general resulta la más apta para acreditar las afirmaciones del demandante,
puesto que posibilita la reconstrucción de los hechos a través del lapso posesorio,
pero debe confrontarse con otras pruebas que reflejen esos mismos hechos
(art. 679, inc. 1º, CPCC)(35) .
6. Prueba documental
6.a) Pago de impuestos y servicios. Importancia. a) Al margen de que el "corpus
posesorio " haga o no presumir el "animus domini " hay actos emanados de quien
pretende la usucapión que de por sí son demostrativos de su intención de
comportarse como dueño y una forma de probar esa intención o comportamiento
lo constituye el pago más o menos regular de los impuestos o tasas que afectan el
inmueble en cuestión. Si a esa actividad, que supone desde todo punto de vista
algo mucho menos riesgoso que la de efectuar mejoras o construcciones sobre
terreno ajeno se le atribuye el carácter de un medio de acreditar el "animus ", es
contrario a la lógica desconocer la eficacia probatoria de estos otros actos
respecto de la intención de poseer para sí(36) .
b) El pago de los impuestos constituye una exteriorización del "animus rem sibi
habendi ", no hace más que exteriorizar el "animus domini " y una forma de
probarlo es, evidentemente, acreditar que el poseedor se comportó como lo hace
habitualmente un propietario, o sea, pagando, más o menos regularmente los
gravámenes que afectan al inmueble. El pago de las obligaciones fiscales sirve así
para comprobar el ánimo de dueño que tiene el ocupante y no el transcurso del
término legal de prescripción, resultando, en consecuencia, admisible que no
tenga una antigüedad que se remonte a todo el lapso de la usucapión, bastando
que se ubique en algún momento bastante anterior a la demanda(37) .
6.b) Periodicidad. Luego de la reforma introducida por el decreto-ley 5756/58 a
la ley 14.159, el acompañamiento de los comprobantes de pago de impuestos
constituye un recaudo de procedencia de la demanda. No obstante ello, a tal
documentación se le sigue asignando legalmente una marcada importancia
convictiva; puesto que el inc. c) del art. 24 de dicha ley dispone que "...será
especialmente considerado el pago, por parte del poseedor, de impuestos o tasas
que gravan el inmueble, aunque los recibos no figuren a nombre de quien invoca
la posesión...". Entonces, aunque no deja de ser una de las pautas a tomar en
cuenta, el pago de impuestos resulta muy importante a fin de determinar si está o
no demostrado el lapso necesario de posesión. Pero debe quedar en claro que la
eficacia convictiva del pago de impuestos, depende del modo en que los pagos se
hayan ido realizando. Para gozar de fuerza probatoria, los pagos deben haberse
ido sucediendo en forma medianamente regular, aunque no corresponde exigir
una puntillosa puntualidad en cuanto a los vencimientos. Es que si el pago de
impuestos se efectuó en un único acto y poco tiempo antes del inicio del proceso,
tal conducta no revela el animus domini del peticionante, sino más bien pareciera
estar encaminada a preconstituir prueba(38) .
6.c) Flexibilidad. Si bien el pago de impuestos, tasas y servicios del inmueble a
usucapir es elemento de convicción de relevancia, pues implica clara
exteriorización del animus domini , no es menester que tales pagos abarquen
exactamente todo el lapso que alega el usucapiente; el art. 24 inc. c) de la ley
14.159 ratifica tal relevancia probatoria(39) .
6.d) Pago por parte del propietario. Efecto interruptivo. El pago de impuestos
tiene importancia como demostración del ánimo de poseer por sí; pero no es en sí
mismo un acto posesorio, de tal modo que el pago hecho por el verdadero titular
del dominio, no tiene efecto interruptivo de la prescripción adquisitiva(40) .
6.e) Falta de acreditación. La no acreditación de pago de impuestos no es óbice
para concluir en una sentencia que admita por título lo que ya se adquiriera por
modo, ya que la exigencia primigenia en tal sentido fue modificado por el art. 24 de
la ley 14.159, donde sólo se le otorga especial consideración(41) .
6.f) El plano de mensura como prueba de la posesión. a) La confección de un
plano y la consecuente subdivisión del lote original, exteriorizan un supuesto de
interversión de título(42) .
b) Resulta indudable que el plano de mensura de que nos habla el art. 679
inc. 2º de la ley formal no es menester tenga la misma antigüedad que el inicio de
la posesión; cuanto más cercana sea su confección a aquella fecha, más fuerza
de convicción tendrá como elemento integrante de la prueba compuesta que la
posesión adquisitiva requiere(43) .
7. Reconocimiento judicial. Sobre el reconocimiento judicial, y particularmente
con la relación a la usucapión, se ha dicho, que si bien por sí solo, no tiene la
posibilidad de extender sus comprobaciones a un pasado más o menos remoto,
no lo es menos, que posibilita comprobar, en el momento de realizarse, el estado y
condiciones de la ocupación, así como verificar quien ocupa el bien, o la existencia
de edificaciones o mejoras que, aun con la imprecisión de los ojos del profano,
llevan a la convicción de una mayor o menor antigüedad de las mismas(44) .
COMENTARIO
1. Noción
Conforme la definición dada por nuestro codificador en el art. 3948 del Código
Civil, la prescripción para adquirir es un derecho por el cual el poseedor de una
cosa inmueble, adquiere la propiedad de ella por la continuación de la posesión,
durante un tiempo fijado por la ley. Dicho instituto encuentra su fundamento en la
necesidad de consolidar determinadas situaciones fácticas que se caracterizan por
una suerte de incertidumbre, salvaguardándose así el valor seguridad jurídica.
(Ver nota al art. 3965 del Código Civil).
Del concepto expuesto surgen claramente los elementos constitutivos del
instituto y a cuya satisfacción se encuentra supeditada la procedencia de este
modo de adquisición del dominio. De allí que las condiciones que debe cumplir la
posesión para que pueda llegar al dominio por prescripción son:
1) Se debe ejercer a título de dueño (animus domini ): se trata de la
manifestación de actos o hechos emanados de quien invoca la usucapión que
demuestran su intención de comportarse como dueño, y no que la posesión
sea efecto de la simple tolerancia del titular del derecho de dominio.
2) Continuidad en el tiempo : no necesariamente la cosa debe ser poseída
permanentemente, sino que deberá serlo en la forma y oportunidad que por la
naturaleza de la cosa corresponda, ello si, sin que el pretenso usucapiente
haya sido privado del poder que tiene por un tercero o por el verdadero
propietario.
3) Publicidad : la posesión debe ser pública, para no incurrir en vicios de
clandestinidad (art. 2479 del Cód. Civil).
2. Plazos
La prescripción adquisitiva de dominio puede ejercerse sobre bienes de
diferente naturaleza, y será ésta la que marcará los distintos plazos tras los cuales
operará:
1) Bienes inmuebles : en cuyo caso los derechos reales sobre este tipo de
cosas prescriben por la posesión continua de veinte años, sin necesidad de
título o buena fe parte del poseedor, salvo lo dispuesto para las servidumbres
(art. 4015 del Cód. Civil); si la posesión es de buena fe y con justo título, la
prescripción operará a los diez años (art. 3999 del Cód. Civil).
2) Bienes muebles : dispone el art. 4016 bis del Código Civil (texto incorporado
por la ley 17.711) que quien ha poseído durante tres años con buena fe una
cosa mueble robada o perdida, adquiere el dominio por prescripción. Si se
trata de cosas muebles, cuya transferencia exija inscripción en registros
creados o a crearse, el plazo para adquirir su dominio es de dos años en el
mismo supuesto de tratarse de cosas robadas y perdidas. En ambos casos
las posesión debe ser de buena fe y continua.
3) Automotores : la prescripción actúa a los dos años (conf. ley 22.977), para
que ella opere deben cumplirse los siguientes recaudos: a) inscripción
registral a nombre del prescribiente. Tal publicidad registral es lo que da
fundamento al acortamiento del plazo; b) la misma debe ser de hecha de
buena fe, y así también debe serlo la posesión posterior; c) la posesión debe
ser continua; d) la buena fe del propietario registral se presume; y e) el plazo
dice dos años para que opere la prescripción se cuenta desde la fecha de
inscripción del automotor en el registro a nombre del usucapiente.
4) Bienes del Estado : respecto de los bienes de dominio público, debemos
señalar que los mismos gozan de los atributos de inalienables e
imprescriptibles, por lo tanto no pueden ser adquiridos por este modo
(arts. 2336, 2337, 2339, 2343 a contrario sensu , 2344, 2415, 3951, 3952,
4019 y concs. del Código Civil). Por el contrario, aquellos bienes del dominio
privado del Estado son susceptibles de usucapir como cualquier otro bien
particular.
4. Procedimiento
Está regulado por la ley 14.159 y sus modificatorias. Es una acción personal de
orden netamente contenciosa y tramita en la Provincia de Buenos Aires por vía
sumaria.
5. Competencia
Es competente para entender en la demanda por prescripción adquisitiva el juez
del lugar donde esté ubicada la cosa litigiosa para el caso de los bienes
inmuebles, mientras que para el caso de las cosas muebles, será el juez del lugar
donde se encuentren o el del domicilio del demandado a elección del usucapiente
(art. 5º, incs. 1º y 2º, del CPCC)
6. Legitimación activa
En los términos de los arts. 2524, inc. 7º, 4015 y 4016 del Código Civil, se
encuentra legitimado el poseedor del inmueble o su sucesor a título singular o
universal.
7. Legitimación pasiva
La demanda que pretende la usucapión del inmueble debe sustanciarse con
quien resulte titular de dominio o quienes acrediten ser sus sucesores (arts. 24, ley
14.159, 3279, Cód. Civil; 679 y 680 del CPCC).
8. Requisitos de la demanda
Para promover la acción de usucapión, además de los requisitos comunes a
toda demanda (art. 330 del CPCC), tanto la ley 14.159, como el Código Procesal
Civil y Comercial exigen que se acompañen dos documentos específicos: el
certificado que acredite la titularidad de dominio y el plano de mensura (art. 679,
incs. 2º y 3º, del CPCC).
El primero de los documentos tiende al conocimiento de los titulares dominiales
del bien, como así sus circunstancias, mientras que la obligación de acompañar el
plano de mensura aprobado por la Dirección de Geodesia en las condiciones que
estipula la norma, tiene por objeto individualizar el bien que se pretende usucapir,
determinando con exactitud su superficie, medidas y linderos, de modo que no
haya dificultades para vincular al inmueble sobre el que se formula la pretensión y
recaen las pruebas, y el título que de todo ello resulte.
9. Prueba
La carga se encuentra en cabeza del pretenso usucapiente (art. 375 del CPCC)
y será admisible toda clase de pruebas. La misma consistirá en demostrar que
durante el plazo prescripto por la ley para el caso que corresponda, se ha tenido
en forma efectiva, pública, pacífica e ininterrumpida con ánimo de posesión el bien
en litigio.
La misma debe ser concluyente y los actos invocados inequívocos. Al respecto
los decisorios subrayan la "suma prudencia" del juzgador en el análisis de los
elementos aportados, a fin de verificar plenamente la posesión animus domini , así
como el inicio de la ocupación.
Propietario ignorado
Art. 680 — Toda vez que se ignore el propietario del inmueble se requerirá
informe del organismo técnico-administrativo, que corresponda, de la
Provincia, sobre los antecedentes del dominio y si existen intereses fiscales
comprometidos.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Integración de la litis
1. Notificación. La demanda de usucapión de un inmueble debe sustanciarse,
en principio, sólo con quien resulte titular de dominio de conformidad con lo
dispuesto por los arts. 24 de la ley 14.159 y 679 inc. 4º, del CPC, supuesto en el
cual, de conocerse su domicilio, corresponde correrle traslado de la misma de
acuerdo al trámite normal de sustanciación de los procesos (arts. 338 y concs. del
Código Procesal)(49) .
2. Derecho de defensa en juicio. Es inapropiada para resguardar el derecho de
defensa del demandado la notificación del traslado de la demanda en el domicilio
denunciado por el actor y practicada bajo su responsabilidad; y no porque este
mecanismo de creación pretoriana deba desecharse de plano en el proceso de
usucapión, sino porque al carecer de vinculación aquel domicilio denunciado con
los surgidos de los informes de ley, se incurre en un franco apartamiento de las
normas procedimentales que sienta el citado art. 681, las que imponen la citación
por edictos del propietario si el domicilio continuara en la condición de
desconocido como consecuencia de la infructuosidad de las gestiones que la ley
prevé para determinarlo (arg. arts. 18 de la Constitución Nacional; 10 y 15 de la
Constitución Provincial; 338 y 341 del CPCC)(50) .
3. Notificación por edictos. Plazo de publicación. Cabe interpretar que el art. 681
del ordenamiento procesal se refiere únicamente al plazo de citación y no al de
publicación edictal. Por consiguiente entiende este Tribunal, que con relación a
este último resulta de aplicación la norma genérica del art. 341 del mismo cuerpo
legal, que establece el de dos días para citar a personas cuyo domicilio se
desconoce (arts. 145, 146, y 147, CPCC)(51) .
4. Terceros interesados. Conforme lo ordena el art. 681 del Código Procesal, a
más del propietario del inmueble o sus herederos, la citación mediante edictos lo
es también para todos aquellos que se consideren con derechos al bien a
usucapir, lo que se justifica teniendo en cuenta el efecto erga omnes de la
sentencia que eventualmente ha de recaer (art. 682 del Cód. Procesal). Y el plazo
de diez días previsto es tanto para que el interesado se presente en la causa
como para que conteste la demanda impetrada, es decir, sin distinción por parte
del legislador entre lo que es la citación para comparecer y el emplazamiento para
contestar la pretensión(52) .
B. Defensor Oficial
1. Intervención. Habiéndose ya realizado las diligencias que prevé el art. 681 del
CPCC publicados los edictos que ordena la norma citada, corresponde que el
Defensor ejerza la representación para la que fue designado. Ello no excluye la
realización de más diligencias tendientes a averiguar el paradero. Sin embargo,
ellas ya no son condición para la intervención del Defensor, sino parte de los
deberes de su cargo (art. 341 del CPCC)(53) .
2. Deberes y facultades. La función del Defensor de Ausentes es representar a
quien fue citado por edictos por desconocerse su domicilio, salvaguardando así los
intereses del ausente en función del principio procesal de bilateralidad y del
constitucional del derecho de defensa en juicio(54) .
C. Actitud del demandado
1. Rebeldía. Si bien no puede perderse de vista que la incontestación de la
demanda y más aún, la declaración de rebeldía autorizan al Juzgador a tener por
ciertos los hechos lícitos invocados por el actor y por auténtica la documentación
acompañada, ello en definitiva no obliga al juez, debiendo éste juzgar según el
mérito de la causa. En ningún supuesto el actor será relevado de la obligación de
probar los hechos que dan virtualidad a la adquisición de dominio por prescripción;
pues de no ser ello así, se podrían realizar verdaderas maniobras en perjuicio del
propietario, quien podría estar expuesto a perder su dominio, sin siquiera
enterarse de que ha sido demandado(55) .
2. Allanamiento. Teniendo en cuenta la naturaleza del proceso de usucapión, si
bien el allanamiento resulta procedente, el juez debe abrir el juicio a prueba pues
en materia de derechos reales está comprometido el orden público y se vulneraría
seriamente el interés superior de la sociedad si se permitiera perder el dominio por
una mera declaración de voluntad(56) .
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Sentencia
1. Efectos. a) Tanto la prescripción breve como la larga o veinteañal persiguen,
en definitiva, el dictado de una sentencia que tendrá principalmente valor
declarativo de un hecho ya consumado, poniendo de manifiesto que el dominio ya
se encuentra incorporado al patrimonio del poseedor(57) .
b) Es necesario distinguir el efecto que ella produce como norma individual,
aplicable a la relación entre el usucapiente y el titular del dominio usucapido, del
que tiene en cuanto declarativa del título de adquisición del dominio obtenido por
el poseedor. En el primer caso, sólo hace cosa juzgada y adquiere definitividad
respecto al titular del dominio que mediante ella se cancela, quien no podrá ya
atacarla ni pedir su revisión, salvo por vías excepcionales (ej.: la acción de
nulidad). En el segundo, el nuevo dominio que ella declara adquirido, seguido de
la inscripción, como todo derecho real es oponible erga omnes . El título, goza de
la presunción de legitimidad que le confiere el ordenamiento y es al que lo
contradice a quien le incumbe probar lo contrario (arts. 2505 y 2523 del Cód.
Civil)(58) .
2. Inscripción. a) En el juicio de usucapión, la sentencia mandará inscribir el
dominio en el Registro de la Propiedad Inmueble a nombre del nuevo titular; y para
ello referirá al inmueble denunciado en la litis, siendo de aplicación los términos de
los arts. 2314 siguientes y concordantes del Código Civil, que determinan que la
diligencia abarcará, de prosperar la acción, no sólo el terreno que se pretende
como única cosa a usucapir, sino también las cosas muebles que se encuentran
realmente inmovilizadas por su adhesión física al suelo, con tal que esta adhesión
tenga el carácter de perpetuidad (art. 2315, Cód. Civil), quedando comprendidos
en esta categoría los edificios y sus cimientos, todas las construcciones que se
hagan adhiriéndose al suelo, sean superficiales o subterráneas, transmitiéndose el
carácter a las cosas muebles que contribuyen a formar la unidad definida como
edificio(59) .
b) Cumplido el plazo legal de prescripción el poseedor se transforma en dueño
por el solo hecho de su posesión, con prescindencia del pronunciamiento
jurisdiccional que reconozca su derecho o lo declare. La prescripción, en suma,
produce la adquisición del dominio por el usucapiente, aunque para la
disponibilidad del derecho así incorporado al patrimonio del poseedor y la
obtención del instrumento representativo sea menester la sentencia declarativa y
la inscripción registral(60) .
3. Cosa juzgada. Así como el art. 682 del Código Procesal Civil y Comercial
brinda efectos de cosa juzgada material a la sentencia que reconoce la posesión
del usucapiente, no puede sostenerse —por oposición— que el fallo que rechaza
la pretensión por falta de acreditación de la posesión (corpus y animus ) sea
inocuo y el déficit que provocara el rechazo de la pretensión pueda ser subsanado
mediante un proceso ulterior(61) .
B. Costas
1. Principio general. La carga de las costas recae sobre las partes, las que
deben imponerse o distribuirse conforme a las reglas procesales; por lo tanto, no
cabe hacer distinción alguna según que la parte concurra al proceso asistida por
apoderado o patrocinante particular o lo haga mediante un representante del
Ministerio Público, sea éste el asesor de incapaces o el defensor de pobres y
ausentes; en otros términos, la forma en que es representada la parte carece de
incidencia sobre la carga de las costas procesales(62) .
2. Falta de oposición. Costas por su orden. El poseedor animus domine que
cumplió el plazo legal y quiere regularizar registralmente su título, debe en todos
los casos iniciar el proceso de usucapión, y producir la prueba que la ley reclama,
independientemente de que el juicio se torne contradictorio, haya allanamiento del
demandado o éste se encuentre en rebeldía. No es entonces la actitud que asuma
el titular del inmueble lo que lo obliga a litigar, sino una necesidad legal inherente a
este modo de adquisición del dominio que le resulta ineludible. En consecuencia,
no es el demandado quien dio lugar al litigio, sino una necesidad propia del
usucapiente inherente a su modo de adquisición siendo razonable entonces, que
la parte actora afronte las costas generadas por su necesidad legal, pero no así
aquellos gastos vinculados con el actuar de la contraria(63) .
3. Ausente representado por el Defensor Oficial. Si bien es cierto que en el
proceso sumario de usucapión, la imposición de costas no escapa a las normas
procesales establecidas en el Código Procesal (art. 68 del CPCC), tal criterio,
debe flexibilizarse cuando el accionado es representado en ausencia por el
Defensor Oficial, pues la postura asumida por éste —dado el carácter funcional de
su cargo— no puede considerarse como una verdadera oposición a la pretensión
respondida, habida cuenta que se limita a adoptar una actitud de expectativa,
ateniéndose en definitiva, al resultado de la prueba a rendirse en la causa(64) .
COMENTARIO
1. Efectos de la sentencia
La sentencia que se dicta en un juicio de usucapión tiene principalmente valor
declarativo de un hecho ya consumado, y viene a poner de manifiesto que el
dominio ya se encuentra incorporado al patrimonio del poseedor(65) .
2. Cosa juzgada
Si el magistrado entra a conocer sobre la prueba y el pretendido derecho a
usucapir, el pronunciamiento una vez firme, trascenderá el marco del proceso en
que ha sido dictado, vale decir, la sentencia tendrá autoridad de cosa juzgada
material. Por su parte, la declaración de inadmisibilidad no excluye que la
demanda por defectos formales pueda en un futuro proceso ser nuevamente
examinada. Si la repulsa fue por cuestiones de fondo, o mérito, tiene carácter de
irremediable, toda vez que la demanda no podrá ser nuevamente propuesta(66) .
TÍTULO IX
Excepciones
Art. 685 — No regirá dicho plazo, cuando se trate de leyes, decretos,
ordenanzas o reglamentos, de carácter institucional o que afecten derechos
de la personalidad no patrimoniales. Tampoco regirá cualquiera sea la
naturaleza de los preceptos impugnados, cuando éstos no hayan sido aún
aplicados al demandante y la acción se ejercite con finalidad preventiva.
Contenido de la decisión
Art. 688 — Si la Suprema Corte estimase que la ley, decreto, ordenanza o
reglamento cuestionados, son contrarios a la cláusula o cláusulas de la
Constitución que se citaron, deberá hacer la correspondiente declaración
sobre los puntos discutidos. Si por el contrario, no halla infracción
constitucional, desechará la demanda.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
C. Objeto de impugnación
1. Mandatos generales, abstractos e impersonales. a) La acción de
inconstitucionalidad ha sido instituida teniendo en consideración a ordenamientos
jurídicos designables como "ley", tanto en el sentido formal cuanto en el sentido
material del vocablo. Esto implica que el objeto exclusivo de esta acción son
aquellos ordenamientos jurídicos que tienen en común, con abstracción de la
denominación que se les haya dado, el constituir mandatos generales, abstractos
e impersonales dirigidos a la comunidad, y es precisamente cuando tal mandato
entra en colisión con las normas constitucionales de la Provincia que cobra vida la
mentada acción originaria. No correspondiendo utilizar la acción originaria de
inconstitucionalidad cuando lo que se impugna es un acto de alcance individual
cuyo remedio, si es legítimo, debe buscarse por otro cauce procesal (3).
b) La demanda de inconstitucionalidad es improcedente si lo que se cuestiona
no es la validez constitucional de una ley, decreto, ordenanza o reglamento, sino
su aplicación al accionante, pues si bien la aplicación concreta de un precepto
puede afectar principios constitucionales, ello nada tiene que ver con la validez del
precepto en abstracto, que es lo único que puede discutirse mediante la acción de
inconstitucionalidad(4) .
2. Normas vigentes. No pueden ser objeto de la acción de inconstitucionalidad
las leyes que habiendo sido sancionadas por la Legislatura no hayan sido
promulgadas expresa o tácitamente por el P.E., en tanto no constituyan derecho
positivo vigente(5) .
3. Las omisiones y la violación al principio de la igualdad. a) Omisiones. El
detalle sobre el objeto de la pretensión declarativa de inconstitucionalidad, en lo
que interesa al caso, implica que el conflicto que ella comprende sólo puede
suscitarse ante la existencia de una norma de jerarquía infraconstitucional
proveniente de autoridades públicas provinciales o locales, de lo que se colige la
inviabilidad de controvertir este tipo de proceso omisiones o simples abstenciones
normativas, justamente, por la ausencia de una expresión concreta de alguno de
los ordenamientos jurídicos individualizados. Esta interpretación en modo alguno
conduce a restringir el derecho de tutela judicial efectiva y el acceso a la
jurisdicción (art. 15, Const. Pcial.), pues la omisión de la autoridad pública,
reglamentaria o material, puede ser controvertida tanto en el marco del proceso
del amparo (art. 20 Const. Pcial.), como en las causas contencioso administrativas
(art. 166, párrafo final, Const. Pcial.), al hallar expreso reconocimiento en las
citadas normas del ordenamiento positivo de grado superior(6) .
b) Violación al derecho a la igualdad. L a circunstancia de que el control de
constitucionalidad pretendido involucre la razonabilidad del criterio de
diferenciación normativo empleado para conferir ciertos derechos a unos en
desmedro de otros y, a partir de ello, concluir si ha sido vulnerada la igualdad, no
empece la configuración del objeto propio de la acción definida por el art. 161,
inc. 1º, de la Constitución provincial(7) .
D. Cuestiones ajenas a la demanda originaria
1. Actos de alcance particular. a) Sólo pueden ser objeto de impugnación
ordenamientos que, con independencia de su denominación, constituyan
mandatos generales, abstractos e impersonales dirigidos a la comunidad,
características que no reviste la Resolución 57/99 emanada de la Secretaría de
Asuntos Municipales e Institucionales de la Municipalidad de Pilar, por medio de la
cual —entre otras cuestiones— se otorgó "la convalidación técnica final
(factibilidad) de acuerdo con lo prescripto por el decreto 27/98, al anteproyecto del
Barrio Cerrado "La Lomada de Pilar..." (art. 1°º), siendo un acto de evidente
carácter individual, insusceptible de impugnación por esta vía (8).
b) No es susceptible de impugnación mediante la acción originaria de
inconstitucionalidad (arts. 149, inc. 1º, Const. Pcial; 683 y concs., CPCC) una
norma de alcance particular, desde que el objeto exclusivo de la acción
mencionada son aquellos ordenamientos jurídicos que tienen en común, con
abstracción de la denominación que se les haya dado, el constituir mandatos
generales, abstractos e impersonales dirigidos a la comunidad. En el caso, los
actores plantean la nulidad e inconstitucionalidad de una ordenanza municipal a
través de la cual se aprobó un proceso licitatorio determinado, otorgándose por
consecuencia, la concesión de un "servicio público" a una empresa privada(9) .
c) No constituye un mandato general, abstracto e impersonal requerido por la
jurisprudencia de este Tribunal para que una norma sea objeto normal de
impugnación a través de la acción originaria de inconstitucionalidad, el rechazo al
pedido de prestación de acuerdo para designar a la accionante como juez de
Cámara en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de La Plata (10).
d) Sólo pueden ser objeto de impugnación ordenamientos que, con
independencia de su denominación, constituyan mandatos generales, abstractos e
impersonales dirigidos a la comunidad, características que no revisten las
ordenanzas 1957/08 y 1958/08, por medio de las cuales se dispuso la rescisión y
toma de posesión del inmueble destinado a la explotación del matadero municipal
de Bolívar, siendo un acto de evidente carácter individual, insusceptible de
impugnación por esta vía (cfr. arts. 161, inc. 1º, Const. prov.; 195 y 683 y sigtes.
del CPCC; 1º, 2º inc. 1º, y 12, inc. 1º, de la ley 12.008 —texto según ley 13.101—
)(11) .
G. Legitimación
1. Legitimación activa. a) Parte interesada en el caso de afectación de derechos
individuales. a.1) Es considerada "parte interesada" a los efectos de promover la
acción de inconstitucionalidad, quien se halla comprendido por la ley, ordenanza o
decreto, en cuanto su aplicación puede causar agravio a un derecho, exención o
garantía que esté acordado por alguna cláusula de la Constitución; agravio que
debe responder a un interés concreto y no a un móvil genérico o abstracto, como
tal ajeno a la función de la Corte, que sólo se vincula con la reparación del
derecho vulnerado de un particular(17) .
a.2) Fuera de los supuestos en los que se hallan en juego derechos de
incidencia colectiva en general, la aptitud legitimante en el proceso constitucional
exige una cierta pertenencia o titularidad del derecho o interés que se invoca. Ello
excluye la utilización de la pretensión originaria de inconstitucionalidad como
medio para hacer valer una "acción popular", en el sentido que pueda articularla
"cualquiera del pueblo"(18) .
a.3) Sabido es que el art. 161 inc. 1º de la Constitución Provincial exige que la
norma impugnada sea "controvertida por parte interesada". Al respecto, este
Tribunal ha sostenido que el interés que califica a quien demanda debe revestir la
cualidad de ser "particular" y "directo", situación que se configura cuando el
ejercicio del derecho constitucional de quien deduce la acción se haya afectado "o
ha de ser ineludiblemente lesionado, de no intentarse la acción con carácter
preventivo" por la vigencia o la aplicación de la norma jurídica cuya
constitucionalidad controvierte. Esa línea interpretativa fue reafirmada por la
Suprema Corte en su actual integración, dejando a salvo, empero, los supuestos
en que se hayan comprometidos derechos de incidencia colectiva en general(19) .
b) Legisladores . Ausencia de legitimación. La carencia de legitimación alegada
por un grupo de legisladores es nítida en cuanto al cargo que tienen, porque esa
calidad sólo los habilita para actuar como tales en el ámbito del órgano que
integran, y con el alcance otorgado a tal función por la Constitución Nacional y
provincial(20) .
c) Cajas previsionales o Colegios Profesionales. Toda vez que las entidades
actoras, en la especie, tienen por objeto la defensa de los intereses de jubilados y
pensionados de las cajas de previsión provincial (IPS y Caja de Policía), a esta
altura del proceso puede considerarse verosímil la representatividad invocada al
incoarlo, con sustento en que la normativa impugnada repercute o habrá de
repercutir sobre sus representados, sin que sea exigible para resolver la presente
incidencia que den cabal cuenta de la efectiva violación de derechos
pertenecientes a los afiliados al sistema, aspecto que en todo caso ha de ser
dirimido en la sentencia de mérito(21) .
d) Partidos políticos. Los partidos o agrupaciones políticas constituyen
instituciones fundamentales del sistema democrático (arts. 38, C.N. y 59 Const.
Prov.) y poseen legitimación suficiente —y así lo ha decidido esta Suprema
Corte— para impugnar decisiones de la Junta Electoral en lo relativo al proceso
eleccionario (causa A. 102.434 "Apoderado del Mo.Po.Bo", res. del 17/10/2007) o
cuestionar la constitucionalidad de la normativa que los regula (causas I. 68.475
"A.R.I.", sent. del 2/3/2011 e I. 71.491 "Coalición Cívica", res. del 6/6/2011). Ahora
bien, extender la referida legitimación a situaciones donde no se encuentra
acreditado que el objeto de la Agrupación actora permita tenerla por titular del bien
colectivo que alega defender, comportaría un abuso jurisdiccional, sin perjuicio de
que los actores se encuentren habilitados para actuar en ámbitos diferentes al de
un proceso judicial, y con el alcance otorgado a su función por las constituciones
de la Nación y de la Provincia(22) .
e) Derechos individuales homogéneos. e.1) Una variada gama de derechos de
incidencia colectiva han sido reconocidos genéricamente como habilitantes de una
legitimación "extraordinaria" en cabeza de los afectados y las asociaciones que
propenden a la defensa de los bienes jurídicos comprometidos, entre otros
(arts. 43, C.N.; 20 ,inc. 2º, Const. Prov.). Lo que permite dejar a un lado toda
concepción que tienda a confundir el concepto de "parte interesada" con la de
"sujeto titular de una prerrogativa en modo exclusivo o excluyente". Hay afectados
que comparten su lesión con otros que se encuentran en la similar situación, a
consecuencia de un acto o serie de actos que constituyen la fuente común del
daño padecido, siendo prácticamente inviable o muy dificultosa o disfuncional la
constitución entre todos ellos de un litisconsorcio. Estamos en tales hipótesis
frente a los derechos de incidencia colectiva tutelados por la Constitución Nacional
(arts. 41, 42, 43) así como por la Carta provincial (art. 20, inc. 2º) y por diversas
leyes especiales (v.gr., leyes 25.650, 24.240).
e.2) En dichas circunstancias, la legitimación individual que todo interesado
posee para remediar su propia lesión personal, convive con la legitimación
colectiva, que el ordenamiento reconoce a los afectados para proveer a la defensa
del grupo abarcado por el hecho generador del perjuicio respectivo.
Se trata de dos órbitas de actuación diversas, que en ciertas ocasiones pueden
coincidir, dado que un mismo acto o evento lesivo puede generar pretensiones
estrictamente individuales, a la par de otras destinadas a tutelar derechos de
incidencia colectiva. En lo que concierne a la legitimación para obrar de los
particulares, en ambos casos el ordenamiento autoriza al afectado (o, en la
terminología de la Constitución Provincial, la "parte interesada") a promover las
acciones pertinentes para la tutela de los derechos involucrados. Es decir, que los
sujetos particulares amenazados o lesionados por un acto u omisión, revisten a la
vez legitimación individual (para la defensa de padecimientos que sólo a ellos
concierne) y colectiva (para procurar remediar el daño sufrido por el grupo de
sujetos que comparten indivisiblemente la titularidad de un bien colectivo, o que
disfrutan a título personal derechos sustancialmente homogéneos)(23) .
2. Legitimación pasiva. a) Autor de la norma. Resulta improcedente la demanda
de inconstitucionalidad si se acciona contra la Caja de Previsión Social para
Profesionales de Ciencias Económicas habida cuenta de que el citado ente no ha
dictado la norma cuestionada —art. 47 de la ley 10.165— ni puede ser sujeto
pasivo de la acción originaria de inconstitucionalidad(24) .
b) Ordenanzas municipales. Funcionario competente . En atención a lo
dispuesto en el art. 686, inc. 2º, del CPCC, que establece que de la demanda se
dará traslado a los representantes legales de las Municipalidades cuando la norma
emanare de una de esas entidades y a lo normado en los incs. 10 y 11 del art. 108
del dec.-ley 6769/58, se desprende claramente que el representante legal de una
comuna es el Intendente Municipal(25) .
c) Citación de terceros. Si de las constancias de autos surge prima facie que el
resultado del pleito puede afectar intereses propios de la Caja de Seguridad Social
para profesionales de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires,
habiéndolo solicitado la parte demandada, corresponde citar a dicha entidad en el
carácter de tercero para que en el término de quince días tome en el proceso la
intervención que pudiera corresponder (arts. 94, 96 CPCC), manteniendo en
suspenso el desarrollo del proceso (arts. 89, 95)(26) .
I. Acumulación de pretensiones
No son objeto exclusivo de la pretensión declarativa de inconstitucionalidad
aquellos ordenamientos que poseen en común el constituir mandatos generales,
abstractos e impersonales, pues a través de este conducto es factible también, por
vía indirecta u oblicua, lograr la anulación del acto atacado, cuando el precepto
general es inconstitucional. Siendo tal el alcance que corresponde otorgar a la
acción originaria cuyo conocimiento y decisión atribuye a esta Corte el art. 161,
inc. 1º, de la Constitución Provincial, indudablemente la presente queda
comprendida en sus lindes, ni bien se aprecie que es la aplicación del propio
articulado de la ley 14.086 —cierto que una vez publicada la fecha de convocatoria
a elecciones definida por decreto 333/11—, la que provocaría la lesión
constitucional denunciada. De tal modo queda en evidencia que la demanda
confronta el texto de las disposiciones impugnadas con el de las cláusulas
constitucionales que entiende se encuentran contrariadas, denunciando violación
de garantías supralegales por parte de un ordenamiento que reviste notas
distintivas de generalidad y abstracción(28) .
J. Cuestión abstracta
1. La cuestión litigiosa se torna abstracta si ha sido derogada la norma objeto de
la acción de inconstitucionalidad y el actor no conserva un interés concreto
derivado de la subsistencia de efectos producidos por aquélla, por lo que cualquier
decisión al respecto resultaría meramente teórica, inútil e inoficiosa y, por lo
mismo, impropia de la función judicial(29) .
2. No se torna abstracto el caso planteado, aun cuando al momento de la
sentencia haya perdido actualidad o vigencia la norma cuestionada en la demanda
de inconstitucionalidad, si el actor conserva un interés concreto derivado de la
subsistencia de efectos definitivamente producidos por dicha norma. (En el caso,
el actor alega la existencia de perjuicios remanentes —los daños que la clausura
le provocó cuyo resarcimiento procurará, según afirmó en esta instancia— que no
permiten considerar extinguida la pretensión ni abstracto su objeto)(30) .
N. Medidas cautelares
1. Requisitos y evaluación. Es doctrina asentada del Tribunal que el examen de
los presupuestos a los que se halla sujeta la procedencia de las medidas
cautelares es particularmente estricto en el ámbito de la pretensión originaria de
inconstitucionalidad, atento la presunción de constitucionalidad de que gozan las
leyes, sobre todo, cuando se repara en el carácter marcadamente institucional de
normativa objeto de la impugnación(44) .
2. Suspensión cautelar de los efectos de una ley. Las medidas cautelares deben
examinarse con suma estrictez o mayor rigor cuando lo que se procura es la
suspensión de los efectos de una ley, puesto que tales actos se presumen
dictados con arreglo a la Constitución, mientras no se produzca una declaración
judicial que determine lo contrario(45) .
3. Examen de la verosimilitud del derecho en casos de normas declaradas
inconstitucionales con anterioridad. Si bien la verosimilitud del derecho debe ser
examinada con mayor rigor si lo que se procura a través de una medida cautelar
es la suspensión de los efectos de una ley, decreto, ordenanza o reglamento, en
atención a la presunción de constitucionalidad y legalidad que ostentan tales
actos, tal principio reconoce excepción, conforme consolidada doctrina de este
Tribunal, cuando ya ha sido declarada la invalidez constitucional de la disposición
puesta en crisis, circunstancia que habilita a suponer una razonable probabilidad
de éxito en el fondo. La inconstitucionalidad del art. 57 inc. e) de la ley 10.579 —
norma que resulta objeto de impugnación en autos—, fue declarada por este
Tribunal, con fecha 11/4/2007, al dictar sentencia definitiva en los autos B-65.728
"Zunino, Ana María c/ Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de
Buenos Aires. Amparo", hecho que otorga suficiente verosimilitud al derecho
pretendido por la actora(46) .
4. Evaluación del peligro en la demora. La procedencia de tutela urgente y
provisoria exige la concurrencia de una situación de peligro en la demora
(arts. 195, 230, 232 y concs. CPCC). El Tribunal ha sostenido que en la evaluación
de tal requisito es preciso indagar tanto el gravamen que produciría la ejecución
del acto o norma cuestionados si al cabo del proceso fuera declarado ilegítimo —
para el caso inconstitucional— como —respecto de— aquel que resultaría de la
paralización temporal de los efectos de la medida cuestionada, en el supuesto de
arribarse a una sentencia adversa a la pretensión(47) .
5. Verosimilitud en el derecho. La finalidad del proceso cautelar consiste en
asegurar la eficacia práctica de la sentencia que debe recaer en un proceso y, por
tanto, la fundabilidad de la pretensión que constituye su objeto no depende de un
conocimiento exhaustivo y profundo de la materia controvertida en el juicio
principal, sino de un análisis de mera probabilidad acerca de la existencia del
derecho discutido, con las particularidades en el terreno de la inconstitucionalidad
de las normas que pueden ser impugnadas por vía de la demanda originaria de
inconstitucionalidad(48) .
Ñ. Prueba
1. Ausencia de prueba. Si la quejosa no ha probado la existencia y gravedad de
los hechos en que asienta su reproche, pues de la lectura del expediente no se
desprende que la reclamante haya siquiera intentado demostrar que la tasa
controvertida le genera un impedimento que afecta significativamente su
patrimonio o frustra gravemente el servicio del que es concesionaria, en grado tal
que avasalle todo criterio de razonabilidad, debe rechazarse el planteo de
inconstitucionalidad(49) .
2. Prueba de las circunstancias particulares que determinan la
inconstitucionalidad de la norma. Si no se ha acreditado una irrazonable relación o
manifiesta falta de equivalencia entre el quantum de la tasa y el costo del servicio
municipal que en sustancia aquélla retribuye; ni que al diseñar el gravamen el
Municipio haya prescindido arbitrariamente de ponderar la capacidad contributiva
del obligado al pago cabe desestimar el planteo de inconstitucionalidad(50) .
COMENTARIO
3. Objeto de la pretensión
El objeto inmediato de la pretensión es la declaración de inconstitucionalidad de
leyes, decretos, ordenanzas o reglamentos de índole local(67) . Por lo tanto, para
emplear esta herramienta debe alegarse y acreditarse debidamente que alguna de
esas normas, refiriéndose a cuestiones reguladas por la Constitución provincial,
colisiona en forma directa con su contenido. En razón del ámbito delimitado para
esta pretensión por la Constitución de la provincia y el Código Procesal, la
demanda originaria no es la vía apropiada para cuestionar el conflicto reflejo o
indirecto con la Constitución, que es aquel que se da cuando una norma inferior se
contrapone a otra que según aquélla es superior.
La normas generales objeto de la impugnación deben estar conformadas
definitivamente, ello es, vigentes o en condiciones de entrar en vigencia. En otras
palabras, deben estar en estado de producir efectos jurídicos. Por tal razón, no es
posible cuestionar por medio de esta pretensión un proyecto de ley o una norma
ya derogada, salvo, en este último caso, que aún pueda producir efectos sobre los
derechos o intereses del actor.
Por no resultar mandatos generales, quedan excluidos de la demanda
originaria, los actos dictados en atención a una situación individual como son los
actos administrativos individuales, las ordenanzas municipales aplicables respecto
de personas determinadas o las sentencias judiciales. También le resultan ajenas
a su ámbito las resoluciones de alcance general emanadas de organismos no
estatales (por ejemplo, Cajas de Previsión de Profesionales).
Asimismo, con apoyo en la interpretación literal de la disposición constitucional
que le atribuye competencia originaria, la Suprema Corte entiende que sólo
pueden cuestionarse por esta vía preceptos concretos. De ese modo, no admite la
demanda originaria para declarar la inconstitucionalidad de una omisión legislativa
o reglamentaria. No obstante, este impedimento no apareja que quien alegue que
una norma contraría a la constitución provincial por no incluirlo en sus previsiones,
no pueda valerse de ella para resguardar su derecho a la igualdad. En ese caso
resulta palmario que no se trata de omisiones inconstitucionales por parte del
Estado, sino de agravios que tienen origen en una eventual discriminación
inconstitucional.
Igualmente y por tratarse de un instituto de neto corte local, en defensa de la
supremacía de la Norma Fundamental provincial, resulta ajeno a esta pretensión
la evaluación de la compatibilidad entre las normas generales que menciona el
161 de la Constitución provincial y la Constitución Nacional(68) .
4. Legitimación
a) Legitimación activa
La Constitución de la Provincia de Buenos Aires establece, para suscitar la
jurisdicción originaria de la Corte, que la constitucionalidad de una norma general
se "controvierta por parte interesada" (art. 161 inc. 1º). De acuerdo con reiterada
jurisprudencia del Tribunal y desde la perspectiva de los derechos individuales, el
interés que califica a la "parte" debe, en principio, revestir la cualidad de ser
"particular" y "directo", situación que se configura cuando el ejercicio del derecho
constitucional de quien deduce la acción se haya afectado por la aplicación de la
norma jurídica cuya constitucionalidad controvierte(69) .
Por tal razón, resulta necesario, entonces, que en la demanda originaria se
ponga de relieve, que en modo cierto o inminente, las normas cuestionadas
proyectan o han de proyectar sus efectos, en forma adversa o perjudicial, sobre la
situación subjetiva de quien acciona; ya que el carácter de "parte interesada"
supone una cualidad en el impugnante, que exige una cierta concreción en la
afectación de su esfera propia.
Con apoyo en tal doctrina es que se ha negado legitimación a quienes invocan
condiciones genéricas como la de contribuyente, cualquiera del pueblo, concejal o
legislador, en tanto tales condiciones, a juicio del Tribunal, no amplían el ámbito de
sus derechos subjetivos, confiriéndoles legitimación activa para deducir la
demanda originaria(70) .
Asimismo, el interés debe subsistir al momento de dictarse la sentencia, ya que
de lo contrario el pronunciamiento devendría abstracto. No obstante, la mera
derogación de un precepto general no importa la necesaria abstracción del
pronunciamiento, cuando puedan subsistir para el actor, efectos perjudiciales
derivados de aquél.
A través de los alcances dados a la legitimación activa, la Suprema Corte
intenta garantizar el ejercicio de la judicatura dentro de sus cauces propios, es
decir, en el ámbito de un "caso" o "controversia" y descarta, igualmente, que la
demanda originaria la habilite a efectuar, desde el plano de la legitimación, un
control de constitucionalidad abstracto. Con ello se quiere señalar, que desestima
la posibilidad de que se haya instaurado por esa vía un contralor que pueda ser
articulado en la exclusiva defensa de la constitucionalidad y que proceda a
instancias de quien no resulta directamente afectado.
El tribunal, no obstante y en razón de reconocerse estatus constitucional a los
derechos colectivos(71) , reformuló el concepto de parte interesada para los casos
en que la demanda se promueva para cuestionar la validez de normas que afectan
aquellos derechos. En primer lugar, dejó de exigir que el interés "concreto y
personal" fuera "exclusivo" o "excluyente" para que sea digno de atención
procesal. En segundo lugar, reconoció que por la propia naturaleza de los
derechos en juego —colectivos o individuales pero homogéneos— debía
reconocerse para su defensa a legitimados "extraordinarios", como lo son, entre
otros, el afectado y las asociaciones que propenden a la defensa de los bienes
jurídicos comprometidos, entre otros(72) .
b) Legitimación pasiva
A diferencia de lo que ocurre, como regla, a nivel federal, en el cual el
demandado debe ser quien resulte beneficiado por la aplicación de la norma, el
legitimado pasivo en el sistema provincial es el autor de la norma
cuestionada(73) , (74) . Sin perjuicio de ello, en ciertos casos, la Suprema Corte
ha admitido, a pedido del demandado, la citación de quien resultara perjudicado,
en caso de declararse la invalidez de la ley.
d) Sometimiento voluntario
De acuerdo a la doctrina de nuestro más Alto Tribunal de la provincia, quien se
ha sometido en forma voluntaria a un régimen legal, sin reserva expresa, no podrá
valerse de la demanda originaria de inconstitucionalidad. Tal sometimiento se
configurará cuando los actos de sujeción al régimen jurídico sean producto de una
conducta deliberada, esto es, ejecutada con discernimiento, intención y
libertad(76) . Por tal razón, esta doctrina no resultará aplicable cuando se cumpla
con la normativa cuestionada con la salvedad de impugnarla o cuando estén en
juego derechos irrenunciables como son, por ejemplo, los de naturaleza laboral o
previsional. Tales limitaciones resultan lógicas si se tiene en cuenta que las líneas
argumentales empleadas para fundarla han sido la renunciabilidad de los
derechos y la doctrina de los actos propios(77) . De todos modos, y sin perjuicio
de las excepciones señaladas, coincidimos en que la aplicación de esa tesitura
debe hacerse evaluando las circunstancias particulares del caso y comprobando
que la sujeción haya sido efectivamente voluntaria(78) .
f) Sentencia. Efectos
En razón de que el control constitucional, efectivizado a instancias de la
demanda originaria, se lleva a cabo dentro de un caso articulado por aquel que
demuestre un interés particular y directo (83), la sentencia sólo alcanzará a las
partes del proceso. De manera tal que la declaración que se haga en aquélla está
impedida de trascender la esfera estricta de los litigantes o partes procesales y,
por tanto, no tiene efectos derogatorios de la norma, ni alcance erga omnes .
No obstante, tal solución puede aparecer como inconveniente en determinados
casos en los cuales el control normativo, sin perjuicio de la legitimación de quien
promovió la demanda, es abstracto o meramente objetivo. Efectivamente, si el
control constitucional se lleva a cabo evaluando la compatibilidad en abstracto de
una norma inferior en relación con la Constitución, resulta evidente que si aquélla
es declarada inconstitucional, lo será de ese modo tanto para el actor como para
todos los que se encuentren en igual situación que él. Esa identidad será la
consecuencia de que las razones objetivas evaluadas para efectuar tal declaración
resultarán iguales en todos los casos, al haber quedado al margen de ponderación
cualquier circunstancia particular de quienes resultaron actores. Así, por ejemplo,
cuando se declara inconstitucional una norma que establece criterios desiguales
sólo por causa del sexo o nacionalidad de sus destinatarios, el examen de validez
se lo ha hecho atendiendo a esa única razón. Por tal motivo, si los efectos de la
sentencia se circunscriben al caso, se obliga a todos quienes se encuentren en
igual situación a promover otra demanda —con el consiguiente juicio— cuando de
antemano ya se conoce el resultado (84), lo que resulta, evidentemente, un
dispendio jurisdiccional (85).
El debate sobre esta cuestión se ha dado en el seno de nuestro más Alto
Tribunal de la Provincia y ha terminado prevaleciendo la solución tradicional, en
cuanto a la imposibilidad de expandir los efectos de la sentencia a partes ajenas a
las del proceso(86) .
Lo expuesto con anterioridad tiene referencia al proceso individual y no se
aplica, por supuesto, a los procesos de índole colectiva. En estos casos, los
efectos de la sentencia se extienden a todos los que se encuentren en igual
situación frente a la norma o a todo el colectivo que tiene derecho a gozar de un
bien de naturaleza indivisible y que, por tanto, no es pasible de una apropiación
individual(87) .
Tribunal competente
Art. 689 — Las causas de competencia entre los Poderes Públicos de la
Provincia, serán resueltas por la Suprema Corte, a la vista de los
antecedentes que le fueren remitidos y previo dictamen del Procurador
General.
Deducida la demanda, la Corte requerirá del otro Poder el envío de los
antecedentes constitutivos del conflicto, los que serán remitidos dentro de
cinco días a más tardar, con prevención de que será resuelto con los
presentados por el poder demandante.
Resolución
Art. 690 —El Procurador General deberá expedirse en el plazo de cinco
días y la Suprema Corte resolver de inmediato, comunicando la resolución a
quien corresponda.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Configuración
1 . Los conflictos que se producen entre las municipalidades y autoridades de la
Provincia a los que se refiere el art. 196 de la Constitución provincial, requieren
para su configuración la existencia de una contienda entre los órganos
involucrados con motivo o en el ejercicio de sus respectivas atribuciones, lo que
ocurre cuando alguno de ellos aduce que el otro ha invadido o intenta invadir su
esfera de competencias. En el caso, no obstante el carácter de las partes
intervinientes, que la cuestión que por vía de una pretensión de reconocimiento de
derechos y de una medida cautelar de contenido positivo —pretensión susceptible
de ser encuadrada en los arts. 1º y 12 inc. 2º de la ley 12.008, texto según ley
13.101— se ha expuesto ante un juzgado de primera instancia, no se encuentra
configurada ninguna de esas situaciones(1) .
2 . El conflicto de poderes previsto en el art. 161 inc. 2º de la Constitución
provincial tiene lugar cuando uno de los poderes del Estado denuncia la injerencia,
el avasallamiento o desconocimiento de sus competencias por parte de otro(2) .
3 . Las "causas de competencia entre los poderes públicos" a las que alude la
norma constitucional, son las que se producen cuando uno de los poderes del
Estado se arroga atribuciones que le han sido conferidas a otro poder; o invade de
algún modo la esfera de competencias de éste(3) .
4 . Los conflictos de competencia entre poderes públicos de la Provincia se
producen "cuando uno de los poderes del Estado se arroga atribuciones que le
han sido conferidas a otro poder o invade de algún modo la esfera de competencia
de éste (doct. causas B. 53.062, res. del 27/11/1990; B 62.269, res. del 14/3/2001;
B 67.594, sent. del 25/2/2004; B 68.935, "Cámara de Apelación y Garantías de
Dolores", res. del 9/5/2007; B 69.631, "Tribunal de Casación Penal", res. del
4/6/2008 y B 71.067 "Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal de La
Plata", res. del 4/8/2010)"(4) .
5. Las "causas de competencia entre los poderes públicos" a las que alude el
art. 161 inc. 2º de la Constitución provincial, son las que se producen cuando uno
de los poderes del Estado se arroga atribuciones que le han sido conferidas a otro
poder o invade de algún modo la esfera de competencias de éste(5) .
6 . La situación de conflicto que aprehende el inc. 2º del art. 161 de la
Constitución provincial y suscita la competencia originaria de esta Suprema Corte
no se halla actualmente configurada en el caso, en tanto, la actuación del órgano
jurisdiccional emplazado, que es señalada como una interferencia en las
atribuciones del Poder Ejecutivo, se vincula con el objeto y forma parte de un
proceso que se encuentra en trámite y, como tal, se halla sujeta a las resultas del
ejercicio de la función jurisdiccional y las instancias revisoras —en orden a su
impugnación— previstas en las normas procesales aplicables(6) .
7 . No es posible que los conflictos de competencia entre los poderes públicos
de la Provincia que este Tribunal está llamado a resolver por mandato
constitucional (art. 161 inc. 2º, Constitución de la Provincia) se planteen en forma
potencial, eventual o hipotética(7) .
8 . Ha llegado la hora de abandonar el tradicional criterio de esta Suprema Corte
conforme al cual no se entendía configurado el conflicto cuando se trataba de
cuestionamientos sobre el cumplimiento de la faz práctica de determinados actos.
Es que la reiteración de puntuales circunstancias en las cuales los jueces ven
imposibilitada su labor, en conjunción con la renovada función del Poder Judicial
como garante del cumplimiento de lo dispuesto en las Constituciones y los
Tratados, exigen un replanteo. Particularmente aquella función de garantía no
puede ser resignada aún ante la invocación de dificultades de financiación(8) .
9 . Resulta explicable que en sus orígenes y durante largo tiempo, el
mecanismo instituido en los arts. 689 y 690 del Código Procesal en lo Civil y
Comercial haya sido concebido sólo para hipótesis extremas en las que se
exterioriza manifiestamente el desconocimiento de las esfera de atribuciones de
determinado poder o la invasión de potestades por otro. Las complejidades de los
tiempos que corren determinan hoy la necesidad de reinterpretar el instituto,
deteniendo el examen en problemáticas que si bien en principio no traslucen el
desborde con tan categórica nitidez, evidencian sin embargo notables desajustes
que a la postre dificultan y tornan inidóneo el ejercicio de sus atribuciones por
parte del segmento estatal afectado. Es precisamente, la plataforma fáctica que
exhibe esta causa, por parte presente cotidianamente en el desenvolvimiento del
fuero de menores en su integralidad, tal como resulta de las máximas de
experiencia. Es en ese contexto que debe aprehenderse la funcionalidad del
instituto "conflicto de poderes". La interrelación entre jueces minoriles y
administración, a la hora de materializar toda la gama de situaciones en que
ambos sectores están involucrados, aparece ciertamente trabada por un
preconcepto inexorablemente aducido: el de las carencias materiales, las
insuficiencias presupuestarias y la saturación de las plazas disponibles para el
correcto tratamiento de los menores. A todo esto, los órganos jurisdiccionales
resultan garantes del cumplimiento por el Estado de los compromisos asumidos en
los Tratados internacionales. Esa función de garantía no puede ser resignada aún
ante la invocación de dificultades de financiación(9) .
10 . Las causas de competencia entre los poderes públicos de la Provincia han
sido definidas desde antiguo por este Tribunal como conflictos nacidos sobre el
alcance de las atribuciones constitucionales conferidas a cada uno de los Poderes
subordinados al régimen Federal(10) .
11 . Todo conflicto de poderes presupone la configuración de un caso, causa o
controversia (doct. arts. 116, C.N.; 161 inc. 2º, 166, 171 y concs., Constitución
Provincial), único supuesto en que la función jurisdiccional puede ser ejercida(11) .
C. Legitimación
1. Corresponde exigir como requisito de interposición de un conflicto de poderes
en los términos del art. 161 inc. 2º de la Constitución de la Provincia, que la
presentación efectuada por los señores Ministros del Poder Ejecutivo provincial
sea avalada expresamente por el señor Gobernador de la Provincia(14) .
2 . La cuestión de competencia entre poderes públicos de la provincia ha sido
caracterizada tradicionalmente por el Tribunal como la que se produce cuando uno
de los poderes del Estado se arroga atribuciones que le han sido conferidas a otro
poder o invade de algún modo la esfera de competencias de este. Obviamente, la
cuestión queda configurada cuando alguna de las autoridades suficientemente
legitimada la plantea formalmente ante la Suprema Corte(15) .
E. Cautelares
A efectos de determinar la procedencia de la tutela cautelar, se impone
considerar los extremos requeridos por la ley procesal (fumus boni
iuris y periculum in mora ; arg. arts. 230, 232 y concs. CPCC), no sólo sopesando
la concurrencia de ambos en el asunto traído a conocimiento del Tribunal, sino
también formulando el prudente balance de forma tal de ponderar la presencia de
cada uno(17) .
F. Cuestiones no judiciables
Las decisiones de la Junta Electoral provincial no resultan revisables
judicialmente, ni por la vía de los recursos extraordinarios contemplados en el
art. 161 de la Constitución provincial, ni a través de la acción contencioso
administrativa, como tampoco por medio de la acción de amparo(18) .
G. Debido proceso
El trámite previsto en el segundo párrafo del art. 689 del CPCC expresa a su
modo la bilateralidad de la contienda; no enerva per se la oposición al conflicto
que pudiere efectuar la contraparte y por ello no vulnera la garantía del debido
proceso (arts. 18, C.N.; 15, Const. Pcial)(19) .
A. Configuración
1. La competencia de esta Corte en materia de conflictos internos de las
municipalidades comprende a dos situaciones: los conflictos que ocurren en el
seno del Concejo Deliberante y aquellos que se suscitan entre los dos
departamentos que componen la Municipalidad(20) .
2 . La competencia que le confiere a este Tribunal el art. 196 de la Constitución
de la Provincia comprende a las contiendas que involucren a los dos
departamentos que componen el poder municipal, siempre que se susciten con
motivo de sus respectivas atribuciones, como cuando uno desconoce al otro la
facultad que éste se atribuye o invade directa o indirectamente la esfera del
otro (21).
3 . Al interpretar el sentido de la norma prevista en el art. 196 de la Constitución
de la Provincia, señaló que los casos que la Corte debe resolver en forma
originaria y exclusiva son aquellos en los que, independientemente de cómo hayan
sido planteados, se procura dirimir una contienda de competencia entre un órgano
de la Provincia de Buenos Aires y una municipalidad acerca de sus respectivas
atribuciones(22) .
4 . No se verifica un supuesto de conflicto municipal en los términos del art. 196
de la Constitución de la Provincia cuya resolución corresponda a esta Suprema
Corte, por cuanto —sin perjuicio de la necesaria tutela constitucional que debe
brindarse al ejercicio de sus derechos por parte de los concejales en la
designación de las autoridades del cuerpo— no nos encontramos frente a una
situación que afecte gravemente el funcionamiento del departamento deliberativo
local (doct. causa B. 69.478, "Córdoba", sent. del 11/3/2009)(23) .
5 . Esta Suprema Corte ha interpretado en numerosos antecedentes que
conforme a la legislación reglamentaria, las decisiones del Concejo Deliberante
susceptibles de ser revisadas judicialmente por la vía del conflicto al que se refiere
el mentado art. 196 de la Constitución con la expresión "que ocurran en el seno"
del departamento deliberativo, son aquellas por las que se dispone la suspensión
preventiva o destitución del Intendente municipal o de cualquier concejal —
excepto que estas decisiones se fundamenten en la comisión de delitos dolosos—
así como también, sólo con relación a los concejales, las que apliquen
determinadas sanciones (arts. 263 bis, decreto-ley 6769/1958, texto según ley
11.024; doct. causas B 54.451, "Saric" y B. 54.450, "Zakhem", ambas res. del
96/1992; B 55.600, "López", res. del 15/2/1994; B 58.988, "Ríos",
res. del 21/4/1998; B 63.612, "Mazzieri", res. del 24/4/2002, entre muchas
otras) (24).
6 . Sin perjuicio de tal supuesto especial contemplado por el art. 263 bis de la
mencionada ley, cabe entender que pueden quedar comprendidas en el alcance
de la disposición constitucional (art. 196) otras situaciones ocurridas en el seno del
Concejo Deliberante en la medida que se trate de "conflictos" y que no se
encuentren excluidas de la vía en cuestión. Por otra parte, desde el momento que
el art. 261 del decreto-ley 6769/1958 remite con amplitud a lo dispuesto por el
citado art. 196, no puede considerarse que la normativa reglamentaria delimite los
conflictos ocurridos en el seno del Concejo Deliberante, sólo a los casos previstos
por el art. 263 bis, sin perjuicio de que se requiera, como se expresó, la
configuración de la situación de "conflicto" que es la que habilita la competencia de
la Suprema Corte para dirimirlo (causas B 64.165, "Salgado", res. del 14/8/2002; B
68.300, "Fernández", res. del 10/8/2005 y B 68.190 "Roberto Carlos", sent. del
8/4/2007)(25) .
7 . Corresponde destacar que los hechos que motivan la denuncia efectuada a
fs. 33/51, no conforman una materia propia de los conflictos que esta Suprema
Corte está llamada a resolver a tenor de los arts. 196 de la Constitución provincial
y 261 y conc. del decreto ley 6769/58, en tanto están dirigidos más que para
denunciar una invasión de facultades propias o la configuración de un conflicto en
el seno del Concejo Deliberante, a impugnar la ordenanza por ilegítima, lo cual no
puede tener cauce —cuando su planteo es tal como se formula en la especie—
por la vía establecida en el art. 196 de la Constitución provincial (doct. causas B.
54.108 "Mangas", res. del 26/11/1991; B 57.823 "Ferro", res. del 15/4/1997; B
67.763, "Eurruela", res. del 28/4/2004)(26) .
8 . Para la existencia de un conflicto municipal de los previstos en el art. 261 del
decreto 6769/58, es menester que éste no tenga solución en el ámbito de la
comuna en la que se ha suscitado por haberse agotado los medios de los que
disponen ambas ramas del poder comunal para superar sus divergencias(27) .
9 . La competencia que le confiere el art. 196 de la Constitución de la Provincia
a este Tribunal comprende los denominados conflictos externos municipales(28) .
10 . Recientemente esta Corte ha expresado —por mayoría— que su
intervención en los conflictos municipales presenta tres notas concurrentes: a) el
planteamiento —a efectos de la admisibilidad extrínseca de la acción— de la
efectiva existencia de la materia justiciable que enmarca la competencia de esta
Corte, es decir, "la contienda interna municipal"; b) el análisis de lo que se ha dado
en denominar "legalidad del procedimiento", esto es, la verificación del
cumplimiento de las normas rituales que rigen la cuestión y la sujeción a las
garantías y principios constitucionales; y c) resueltos afirmativamente los puntos
anteriores, el juzgamiento sobre la razonabilidad o absurdo de la decisión
motivante del conflicto, teniendo en cuenta que no se trata de rever lo decidido en
sede municipal, cual si fuese simple instancia apelativa, sino de ejercer una suerte
de contralor extraordinario y excepcional(29) .
11 . No es misión del Tribunal, en ejercicio de su competencia —incluida,
obviamente, la que le atribuye el art. 196 de la Constitución de la Provincia—, el
evacuar consultas (30).
B. Ampliación por ley de supuestos de admisibilidad
1. Es inconstitucional el art. 263 bis del dec. 6769/58 incorporado por la ley
11.024, por exceder la competencia atribuida al Tribunal por el art. 187 de la
Const. Prov., en tanto le confiere el juzgamiento de las decisiones del Concejo
Deliberante adoptadas " en el caso del art.254", referido a la aplicación de
sanciones menores (incs.a) y b) que en modo alguno significan obstrucción en el
ejercicio del mandato conferido ni por ende, alteraciones en la integración
institucional del cuerpo. Ello así, toda vez que las atribuciones determinadas
constitucionalmente no pueden ser ampliadas, modificadas ni alteradas por el
legislador(31) .
2 . La competencia originaria fijada en la Constitución (art. 196, Constitución
provincial) no puede ser ampliada por vía analógica (32).
C. Legitimación
1. Por más amplio y flexible que deba ser el acceso a la jurisdicción (art. 15,
Constitución de la Provincia), no hay duda de que la aptitud legitimante en el
proceso constitucional supone, en este tipo de casos una cierta pertenencia o
titularidad del derecho o interés que invoca. No se advierte, ni se explica, pues,
cómo los aquí actores, en su calidad de concejales, han experimentado una
vulneración a su derecho con la firma del Acta Acuerdo por parte del
Departamento Ejecutivo(33) .
2 . La calidad de concejal no amplía el ámbito de los derechos públicos
subjetivos confiriendo, en el caso, legitimación activa para deducir la demanda. Tal
carácter en la tripartición funcional consagrada en el texto constitucional, lo habilita
sólo a ejercer la iniciativa legislativa bajo la forma de proyecto (causa I. 68.479
"Campanaro", res. del 28/6/2006)(34) .
3 . Con todo, no pasa inadvertido, por fin, el señalamiento de la condición de
ciudadanos de la Municipalidad de La Matanza tangencialmente efectuado por uno
de los co-actores —Rubén Adrián Verdini— en su escrito de demanda al
denunciar su domicilio real en la localidad de San Justo. Si bien no es plausible
que la mera invocación de aquella calidad baste para viabilizar definitivamente el
acceso jurisdiccional, tratándose, en la especie, de un asunto de índole local y
urbano-ambiental, en el que el tipo de situación jurídica que se dice afectada —y
procura ser objeto de resguardo mediante la pretensión articulada— así como la
correlativa infracción normativa que se denuncia, adquieren dimensiones más bien
acotadas, que prima facie no se identifica con el interés —generalizado y común—
de toda persona en la salvaguarda de la juridicidad o en el ejercicio regular de los
cometidos estatales, parece excesivo desestimar de oficio, in limine litis , la
demanda entablada, sin verificar todos los extremos conducentes del caso(35) .
4 . Únicamente se hallan legitimados para promover conflictos en los términos
del art. 196 de la Constitución provincial los departamentos deliberativo o
ejecutivo, cuando se trata de una efectiva contienda acerca de sus respectivas
competencias; o el intendente o los Concejales que se encuentren en alguna de
las situaciones descriptas por la Ley Orgánica de las Municipalidades como
constitutivas de un conflicto interno municipal. Por el contrario, este Tribunal ha
declarado la inexistencia de conflicto cuando, promovido por un concejal o por
concejales en forma individual y fuera de los casos antes aludidos, el o los
presentantes se limitan a manifestar su discrepancia con lo resuelto por la mayoría
del cuerpo del que forman parte mediante decisiones que reputan ilegítimas o,
más específicamente, cuando la impugnación se refiere al modo y forma en que
se han renovado las autoridades del Concejo deliberante que integran, doctrina
que debe reputarse igualmente aplicable a los casos en que algunos integrantes
del órgano deliberativo municipal cuestionan decisiones y vías de hecho (como es
el cambio de cerraduras del Concejo Deliberante) adoptadas por otro grupo de
Concejales(36) .
5 . Sólo se hallan legitimados para promover conflictos municipales de los
llamados "internos" los departamentos deliberativos o ejecutivos, cuando se trate
de una efectiva contienda acerca de sus respectivas competencias; o el
Intendente o los Concejales que pudieran haber sido suspendidos o destituidos,
conforme los supuestos descriptos en el texto de la L.O.M., dec.-ley 6769/58, t.o. y
modif. hasta ley 12.288(37) .
D. Carga de la prueba
La carga de la prueba está establecida en interés del que la ofreció, su
incumplimiento en tiempo oportuno —que requiere mayor diligencia cuando el
término de la prueba se encuentra vencido— implica la pérdida del derecho de
producirla en el futuro(38) .
E. Cautelares
1 . No cabe interpretar los arts. 261 y 263 bis de la Ley Orgánica de las
Municipalidades en un sentido mecánico o automático, coligiendo que la sola
presentación del afectado trae aparejada inexorablemente la suspensión del acto.
Como todo arbitrio cautelar requiere la necesaria ponderación de las
circunstancias por el órgano jurisdiccional(39) .
2 . Recientemente, esta Suprema Corte decidió, frente a peticiones de
suspensión basadas en la inteligencia de un funcionamiento automático del
instituto, que la medida del art. 263 bis del dec.-ley 6769/58, como todo arbitrio
cautelar, exige la ponderación de las circunstancias pertinentes y, por considerar
que los elementos de juicio reunidos en esos casos no lograban sustentar una
medida como la que en cada uno se requería, las denegó(40) .
3 . Según lo prescripto por el art. 263 bis de la Ley Orgánica de las
Municipalidades, contra la decisión del Concejo Deliberante adoptada con arreglo
al procedimiento normado en los arts. 247 a 256 por la que se disponga la
suspensión preventiva del Intendente Municipal, procederá la revisión judicial por
la vía del conflicto que prevé el art. 261. El último párrafo del mencionado art. 263
bis, expresamente prevé que la medida adoptada no hará ejecutoria hasta la
resolución definitiva del conflicto o el transcurso del plazo para su interposición, el
que será de cinco días. Sin perjuicio de la cuestión relativa al efecto suspensivo de
la promoción del conflicto allí previsto, es claro que, hasta tanto no expire el
término señalado en la disposición, la medida adoptada "no hará ejecutoria"(41) .
H. Cuestión abstracta
Se torna abstracto cualquier pronunciamiento de este Tribunal acerca del
conflicto promovido por el accionante con la finalidad de que se declare la nulidad
de la decisión del Concejo Deliberante de Bahía Blanca que lo destituyó del cargo
de Intendente municipal que desempeñara, y se lo reponga en el ejercicio del
mismo, para el que había sido elegido por un período que culminó el 10/12/2007;
en tanto el lapso para el que fuera designado Intendente feneció y, por ende, una
sentencia que acogiere o desestimare la pretensión no tendría efecto alguno y
constituiría una declaración meramente teórica, impropia de la función
jurisdiccional(46) .
I. Plazos
1 . El plazo de cinco días fijado en el último párrafo del art. 263 bis es de
carácter procesal y, por tanto, debe computarse por días hábiles(47) .
2 . El plazo de caducidad referido es aplicable sólo para acudir a la revisión
judicial en los supuestos expresamente contemplados en el aludido art. 263 bis
como configurativos de un conflicto municipal (doct. causa B. 58.000, "Mitre", res.
del 8/4/1997)(48) .
COMENTARIO
Concurso voluntario
Art. 692 — El deudor deberá presentar un escrito con la nómina completa
de sus acreedores y deudores y con la descripción detallada de sus bienes,
inmuebles y muebles, ubicados dentro o fuera de la jurisdicción. Sin estos
requisitos no se dará curso a la petición.
La ocultación o falsa denuncia de cualquiera de estos hechos, convertirá al
concurso civil en doloso o fraudulento a los efectos de la ley 11.077.
Concurso necesario
Art. 693 — En el caso de que un acreedor legítimo solicitare el concurso
civil de su deudor se fijará una audiencia para que éste comparezca a dar
explicaciones sobre su estado patrimonial; cumpla con los requisitos y
condiciones previstas en el art. 692; y para que proponga una solución al
reclamo de su acreedor, la que si fuese aceptada pondrá fin al juicio, con
costas a cargo del deudor. En caso contrario, se decretará su concurso civil.
Medidas urgentes
Art. 695 — Hasta tanto no quede firme la resolución que decreta el
concurso, el síndico sólo podrá adoptar las medidas urgentes que tiendan a la
conservación de los bienes del deudor.
Gastos de publicación de edictos
Art. 696 — El deudor o el acreedor, en su caso, deberán depositar a la
orden del juzgado los fondos necesarios para el pago de las publicaciones de
edictos, o suministrar esos fondos directamente al síndico, o hacerlos publicar
por sí. Dicha obligación deberá cumplirse dentro de los 5 días de encontrarse
firme la resolución que decreta el concurso, o dentro de 10 días, cuando la
publicación de edictos debiere realizarse fuera del lugar del asiento del
juzgado. En caso contrario se los tendrá por desistidos de su petición, salvo
que el síndico adelantase el importe correspondiente.
Rendición de cuentas
Art. 700 — Terminada su administración, el síndico rendirá una cuenta
general que se pondrá de manifiesto en la secretaría durante 15 días, a
disposición del deudor y de los acreedores. Transcurrido dicho plazo sin que
mediare oposición, el juez la aprobará, si correspondiere.
Trámite de la oposición
Art. 701 — Las reclamaciones que ese efectuaren contra la cuenta se
sustanciarán por el trámite de los incidentes, con intervención del síndico. Los
que adujeren las mismas razones litigarán en la forma dispuesta en el art. 54.
Concurso especial
Art. 702 — Los acreedores hipotecarios y aquellos que tengan privilegio
especial respecto de los causales no hubiese mediado oposición, o que
hubieren obtenido sentencia ejecutoria que lo reconozca, no estarán
obligados a esperar los resultados del concurso general y serán pagados con
el producto de los bienes afectados al privilegio o hipoteca, sin perjuicio de
obligarles a dar caución de acreedores de mejor derecho. El sobrante, si lo
hubiere, entrará a la masa y por lo que faltare concurrirán a prorrata con los
acreedores quirografarios.
Mayoría
Art. 703 — Las mayorías a que se refiere el presente título se computarán
por capital.
CAPÍTULO II
Trámite
Art. 705 — Del estado de verificación y graduación de créditos a que se
refiere el artículo anterior, se dará vista al deudor y a los acreedores que se
hubieren presentado a la toma de razón, notificándolos por cédula en sus
domicilios constituidos, para que en el plazo de 10 días expresen su
conformidad o las objeciones que tuviesen contra el criterio aconsejado por el
síndico con respecto a cada uno de los créditos incluidos en ese estado.
Pronunciamiento
Art. 707 — Una vez verificados y graduados definitivamente los créditos en
la forma establecida en el artículo anterior, el juez se pronunciará sobre su
aprobación. No se admitirán ulteriores oposiciones.
Créditos observados por la mayoría
Art. 708 — Los créditos que hubiesen sido observados por la mayoría de
acreedores se tendrán por rechazados, sin perjuicio del derecho del
interesado a promover incidente para su verificación. En este caso, si el
derecho, fuere verosímil, el juez dispondrá que el síndico efectúe la reserva
de los dividendos que le pudieren corresponder.
Incidentes
Art. 710 — Si el interesado en sostener la legitimidad del crédito no
promoviere el incidente dentro del plazo de 15 días, contados desde la fecha
de su verificación provisional, se producirá la caducidad del derecho que
pudiere corresponderle.
Dividendos
Art. 711 — En caso de verificación provisional, el síndico deberá reservar
los dividendos correspondientes hasta tanto quede firme la resolución que se
dicte en el incidente.
LIQUIDACIÓN Y DISTRIBUCIÓN
Remate
Art. 713 — Para el remate de los bienes del concurso, su aprobación y
otorgamiento de las escrituras de venta, en los casos que correspondiere, se
observará lo dispuesto para el cumplimiento de la sentencia del remate,
previa notificación por cédula a los acreedores verificados, definitiva o
provisionalmente.
Adjudicación
Art. 714 — El remate sólo podrá evitarse si dentro del plazo de 5 días de
ser notificados de la providencia que lo ordena, la mayoría de los acreedores
quirografarios se pronunciare expresamente por escrito, en contra de la venta
y en favor de la adjudicación de ese bien, de varios, o de todos los bienes del
deudor.
En este caso le serán adjudicados en condominio por el valor fijado en la
tasación judicialmente aprobada previo pago de las costas y de los créditos
privilegiados. Los acreedores podrán ejercer la facultad de solicitar la
adjudicación en cualquier estado del proceso posterior a la verificación y
graduación.
La adjudicación total importará la extinción de las deudas y surtirá los
efectos de la carta de pago.
Notificación
Art. 717 — El resultado definitivo del concurso se notificará por cédula a los
acreedores verificados.
Forma de distribución
Art. 718 — El producto de los bienes del concurso se distribuirá a prorrata
entre los acreedores, salvo que hubieren causas legítimas de preferencia.
Acreedores remisos
Art. 719 — Los acreedores que no se hubiesen presentado al síndico
dentro del plazo fijado por el juzgado, en la oportunidad prevista en el inc. 5º
del art. 694, no serán admitidos a la masa. La verificación de sus créditos se
hará por el trámite de los incidentes, a su costa con audiencia del síndico.
Sólo tomarán parte en los dividendos cuya distribución no se hubiese
efectuado o propuesto al tiempo de deducir su pretensión. Si cuando se
presentasen los acreedores morosos a reclamar sus derechos estuviese ya
repartido el haber del concurso, no serán oídos, salvo que aún no hubiesen
transcurrido los plazos establecidos en la ley 11.077 según los casos.
Reserva provisional
Art. 720 — Si antes de declarado definitivamente el derecho de preferencia
de algún acreedor privilegiado o hipotecario, llegase la ocasión de dar un
dividendo, se le considerará en la calidad de acreedor personal y su cuota
quedará en reserva para recibir el destino que le corresponda según la
sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada.
CAPÍTULO IV
Beneficio de competencia
Art. 723 — El juez podrá acordar al concursado el beneficio de
competencia, de conformidad con las disposiciones del Código Civil, sin
perjuicio del derecho de los acreedores a promover las acciones que por dolo
o fraude les pudieren corresponder.
COMENTARIO
1. Aclaración previa
En su momento, la ley nacional 19.551 de Concursos y Quiebras, en adelante
LCQ, estableció que el estado de cesación de pagos era presupuesto para la
apertura del concurso o de la quiebra, sin atender a su causa ni a la naturaleza de
las obligaciones a las que afectare (arg. art. 1º).
En otros términos, la ley borró la distinción entre obligaciones civiles y
comerciales, y consecuentemente, la causa o naturaleza del deber pasó a ser
indiferente.
A raíz de ello, y desde 1972, terminó aquella histórica y clásica doble
regulación, por un lado, la quiebra de los comerciantes regulada a nivel nacional; y
por otro, el concurso civil establecido por cada Estado provincial en su respectivo
Código Procesal(1) .
En definitiva, las personas físicas no comerciantes son sujetos comprendidos en
la imperante ley 24.522 de Concursos y Quiebras con las reformas introducidas
por las leyes 25.561, 25.563, 25.589, 26.086 y 26.684 que ratificó el
temperamento expuesto.
Por lo tanto, el régimen del concurso civil previsto en el Código Procesal Civil y
Comercial de la Provincia de Buenos Aires, aun cuando no haya sido derogado
expresamente por el legislador provincial, resulta inaplicable.
Carece, por ende, de sentido que nos explayemos respecto de aquellas normas
generales que regulaban este proceso universal, el procedimiento de verificación y
graduación de créditos, o del conjunto de preceptos que hacían a la rehabilitación
y al beneficio de competencia.
Nuestro comentario se circunscribe a puntualizar muy brevemente dos tópicos,
a saber, la relación existente entre el patrimonio y las obligaciones, con los
procesos de ejecución; y a sentar algunas premisas en aras de establecer
aquellos supuestos en que corresponde la aplicación supletoria, no ya de los
arts. 691 a 723 del CPCCBA, sino de las normas procesales locales en el trámite
de un concurso o quiebra (arg. art. 278 LCQ).
Requisitos de la iniciación
Art. 724 — (Texto ley 11.511) Quien solicitare la apertura del proceso
sucesorio, deberá justificar, prima facie, su carácter de parte legítima y
acompañar la partida de defunción del causante, denunciando el nombre y
domicilio de los herederos o representantes legales conocidos.
Si el causante hubiere hecho testamento y el solicitante conociere su
existencia, deberá presentarlo, cuando estuviese en su poder, o indicar el
lugar donde se encontrare, si lo supiere.
En todos los casos se oficiará al Registro de Testamentos de Colegio de
Escribano de la Provincia, quien deberá informar sobre la existencia de
testamento u otra disposición de última voluntad. Si el informe resultare
positivo, el Juez requerirá del Notario testimonio de la escritura, si aquél
hubiese sido otorgado por acto público, o la entrega del original en caso
contrario.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Cumplimiento de los requisitos previos
1. Partida de defunción y último domicilio del causante. En este sentido si bien
el certificado de defunción demuestra únicamente el fallecimiento del causante, y
no constituye por sí solo prueba suficiente para establecer con precisión el último
domicilio de aquél, si la indicación de dicho domicilio no aparece desvirtuada por
ningún otro elementos de juicio, tal la mención es la que debe prevalecer a los
efectos de atribuir la competencia judicial(1) .
2. Partidas emitidas en el extranjero. A veces existen situaciones que dificultan
la obtención de partidas o documentos que acrediten los vínculos, en este sentido
se resolvió que ante la calidad de extranjero del de cuius y la imposibilidad de
obtener la partida pertinente, el nacimiento aparece acreditado con la información
sumaria rendida, y que por haberlo sido con intervención judicial, no requiere
legalización o autenticación alguna(2) .
3. Inexistencia de Registros. Por su parte, ante la imposibilidad de presentar la o
las partidas que acrediten el vínculo invocado por el pretendiente de la sucesión
por inexistencia de registros, no constar en ellos los asientos o no estar llevados
en debida forma en ese supuesto resulta necesario acudir a otros medios de
prueba que es lo que se ha dado en llamar "prueba supletoria" y para que ésta
resulte admisible debe demostrarse el supuesto de hecho, es decir que realmente
existe imposibilidad de obtener la partida(3) .
4. Límites a la vocación hereditaria. a) Ahora bien, existen límites que deben
ponderarse a la hora de determinar si habilita la instancia la vocación hereditaria
alegada de acuerdo al orden público local, por ello carece de legitimación para
promover el juicio sucesorio, quien contrajo nupcias con el causante en otro país
mediando impedimento de ligamen porque el primer matrimonio del causante
celebrado en la República Argentina no había sido disuelto por la sentencia
dictada en el marco de la ley 2393 (Adla, 1881-1888, 497), en tanto el régimen de
dicha norma no disolvía el vínculo matrimonial, ni por la posterior sentencia
dictada por un juez —en el caso, de Alemania— que carecía de la competencia
internacional dispuesta en el art. 104 de la citada ley porque no era el juez del
domicilio conyugal(4) .
b) O supuestos como el caso donde, si bien la hermana de la causante se
encontraba habilitada a la promoción de la sucesión dada su condición de
heredera legítima (cfr. arg. art. 3428 del Código Civil), no es menos cierto que ante
la radicación de otro proceso deducido por quien desplaza su vocación hereditaria,
cede su legitimación para continuar interviniendo(5) .
COMENTARIO
2. Clases
El proceso sucesorio como procedimiento voluntario para la determinación e
individualización de los herederos, regula tres situaciones concretas.
La denominada sucesión ab intestato , donde el llamamiento de los herederos
se determina conforme las prescripciones establecidas en la ley sustancial civil
(arts. 3565 sigtes. y concs. del Cód. Civil), la sucesión testamentaria (arts. 3606
sigtes y concs. Cód. Civil) y la sucesión del Fisco (arts. 3588 y 3589 del Cód.
Civil).
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
3. Prórroga de la competencia
El art. 3285 del Código Civil, permite prorrogar la competencia por razones de
economía procesal y en pos de facilitar el acceso a la jurisdicción, cuando el
difunto no hubiere dejado más que un heredero, pudiendo éste iniciar el proceso
sucesorio ante el juez de su domicilio.
Buscando el art. 3284 del Código Civil concentrar ante un solo juez todo lo
relativo a la universalidad del patrimonio que se transmite con el activo y pasivo
que lo integran, nada es más adecuado a esa concentración que admitir la
prórroga de jurisdicción a favor del juez del domicilio del único heredero cuando
está dentro de la provincia, pues, cuando se da ese caso, cesa el fuero de
atracción del sucesorio y los acreedores del causante y de la sucesión ante el juez
del domicilio de ese heredero único (art. 3285), siendo entonces a través de esa
prórroga que se logra esa unidad jurisdiccional.
Lo expuesto no obsta a que pueda prorrogarse la jurisdicción, si existe
conformidad de todos los llamados a recoger la herencia (art. 1º CPCBA).
En estos casos, el asentimiento de los herederos puede ser expreso cuando se
formula por escrito suscribiendo la petición inicial; o tácito, si guardan silencio tras
ser notificados por cédula o medio idóneo (art. 136, Cód. Procesal).
Por otro lado, el lugar del fallecimiento puede no coincidir con el domicilio
habitual, que se considera el lugar de residencia con su familia. También puede
ser el asiento de sus negocios y sus bienes ante la duda del domicilio conyugal.
4. El fuero de atracción
Atento a lo dispuesto por el art. 3284 del Código Civil —que contiene un
precepto de naturaleza procesal al regular la competencia del sucesorio, sea éste
testado, intestado o vacante— se impone una jurisdicción obligatoria, cuyo
carácter de orden público ha terminado por ser reconocido pacíficamente por los
Tribunales. Quedan así comprendidos ante el forum hereditatis las acciones
personales de los acreedores del causante antes de la división de la herencia.
Debe aclararse que el fuero de atracción, de conformidad con la norma de
referencia, opera respecto de las situaciones en que el causante y su patrimonio
resultan legitimados pasivos de las acciones entabladas contra ellos, mas no, en
los supuestos que sea necesario accionar, donde rigen las reglas de competencia
comunes según se trate de acciones reales o personales.
La diligencia preliminar requerida en estos obrados con miras a demandar a los
ocupantes de un bien que compone el acervo hereditario, no corresponde que sea
radicada ante el magistrado que interviene en el proceso sucesorio, ya que el
fuero de atracción se ejerce pasivamente, o sea, cuando la sucesión es
demandada y no rige, por lo tanto, cuando los herederos ejercen la pretensión que
hubiere correspondido al causante contra terceros (art. 3284 Cód. Civil).
El proceso sucesorio es un proceso universal que, al igual que los concursos y
las quiebras, genera un fuero de atracción que implica para el juez del sucesorio
entender en los procesos en que sea parte el causante y hasta tanto dure el
estado de indivisión de los bienes de la masa hereditaria, o sea hasta la partición
definitiva.
El fuero de atracción del juicio sucesorio es, por definición, pasivo es decir,
funciona respecto de las demandas intentadas contra la sucesión; que equivale a
sostener, cuando ésta es demandada. En cambio, cuando es actora, los
herederos ejercen las acciones que hubieren correspondido al difunto, y se aplican
las reglas comunes de la competencia.
La atracción es una figura jurídica de orden público, cuya función es reglar
excepcionalmente la competencia en razón de la materia, para lo cual y con el
objeto de facilitar la liquidación de la herencia, la división de los bienes y el pago
de las deudas, concentra ante un mismo tribunal las demandas contra la sucesión
aún indivisa.
Ahora bien, el criterio jurisprudencial que considera inaplicables las reglas del
fuero de atracción cuando ha fallecido más de un demandado, se fundamenta en
la circunstancia de que no hay motivos para establecer la preferencia de un
proceso sucesorio sobre otro, por lo que en supuestos donde la sucesión de los
codemandados fallecidos, por haber sido cónyuges, tramitan en forma simultánea
en el mismo expediente, no existe obstáculo alguno para la aplicación del fuero de
atracción contemplado en el art. 3284, inc. 4º, del Cód. Civil.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Administrador provisorio
Durante el estado de indivisión, si bien los comuneros tienen en principio un
derecho de uso y goce de las cosas comunes, normalmente acuerdan la forma en
que tal uso es ejercido, solución impuesta por necesidades prácticas evidentes,
puesto que la otra salida —la administración conjunta por todos los herederos—
daría lugar a toda suerte de inconvenientes y confusiones coadyuva a esta
solución lo preceptuado en el art. 3451 del Código Civil.
Con este marco, y teniendo presente que los actos del mayor número no obliga
a los otros coherederos que no han prestado su consentimiento, es el Juez quien
debe decidir las diferencias que surgen entre los herederos respecto de la
administración de los bienes de la masa.
La norma crea una diferencia con el régimen del condominio, llevando a las
partes e interesados a un acuerdo potencial que se celebra en una audiencia cuya
finalidad es designar un administrador entre ellos.
Se denomina administrador provisional a la persona designada para ejercer esa
función hasta la Declaratoria de herederos o, en su caso, la aprobación del
Testamento. Después, podrá o no ser definitivo.
Su tarea consiste en conservar los bienes, siguiendo instrucciones que hacen a
la vigilancia, conservación y disposición de ellos, procurando no afectar derechos
e intereses de la comunidad indivisa.
Intervención de interesados
Art. 728 —La actuación de las personas y funcionarios que pueden
promover el proceso sucesorio o intervenir en él, tendrá las siguientes
limitaciones:
1º) El ministerio público cesará de intervenir una vez aprobado el
testamento, dictada la declaratoria de herederos, o reputada vacante la
herencia;
2º) Los tutores ad litem cesarán de intervenir cuando a sus pupilos se les
designe representante legal definitivo, o desaparezca la incapacidad o la
oposición de intereses que dio motivo a su designación;
3º) El organismo recaudador fiscal, en la forma y a los efectos que se
establecen en el Código Fiscal, y en cuanto concierne a la determinación y
percepción del impuesto a la transmisión gratuita de bienes.
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Acreedores excluidos por la norma. No tienen interés los acreedores
personales del heredero por una acción real para recuperar ciertas cosas ajenas a
la sucesión, a cuyo fin deberá ejercer contra el heredero la acción que
corresponda a la relación jurídica que lo une con él y genera la obligación(26) .
2. La intimación previa como requisito para el inicio del sucesorio. a) No resulta
facultad del acreedor del causante ingresar en la etapa inicial del juicio sucesorio
que pretende promover sin el cumplimiento en debida forma del requisito de la
intimación previa a los herederos denunciados que ponga de relieve la inactividad
de estos (arts. 3314 cit. y su doct.)(27) .
b) Ahora bien si la sucesión ha sido iniciada por el acreedor, e intimado el
heredero denunciado por éste, tomó intervención en los autos y a partir de
entonces, deja transcurrir un lapso de tiempo prudencial sin realizar trámite alguno
tendiente a impulsar el procedimiento, se configura la situación prevista en la
última parte del art. 729, correspondiendo, en consecuencia, intimar al heredero
para que en el caso de que no active el procedimiento, pueda hacerlo el acreedor
subrogándose en los derechos de aquél(28) .
3. Carácter subsidiario de la intervención del acreedor. Si bien los acreedores
del causante o de sus herederos pueden solicitar la activación del trámite
sucesorio previa e imprescindible intimación fehaciente a los herederos que ponga
de relieve una manifiesta inacción de éstos (art. 3314, Cód. Civil), ninguno de
aquéllos puede ser considerado estrictamente parte del proceso sucesorio en el
que intervenga, pues su participación está siempre condicionada a la inactividad
de los herederos, y su interés limitado a acrecentar el patrimonio de su deudor,
que servirá de garantía para la satisfacción del crédito que prima facie hubiere
acreditado, circunscribiéndose de ese modo la tutela jurisdiccional de los derechos
del acreedor, imposibilitándose que se arrogue derechos inherentes a la persona
del heredero(29) .
4. Medidas de conservación. Se ha resuelto que, a fin de no tornar ilusorios, en
virtud del libramiento de cheques ordenado, los eventuales derechos de un
acreedor respecto del cual se ha determinado la verosimilitud de su acreencia,
resulta ajustado a derecho suspender, la entrega de los giros hasta tanto el
Tribunal de Trabajo interviniente, de ser procedente, provea adecuadamente la
medida cautelar a la que ya se ha dado curso(30) .
COMENTARIO
Fallecimiento de herederos
Art. 730 — Si falleciere un heredero o presunto heredero, dejando
sucesores, éstos deberán acreditar ese carácter y comparecer, bajo una sola
representación, dentro del plazo que el juez fije. Se aplicará, en lo pertinente,
lo dispuesto en el art. 54.
COMENTARIO
Acumulación
Art. 731 — Cuando se hubiesen iniciado dos juicios sucesorios, un
testamentario y otro ab intestato , para su acumulación prevalecerá, en
principio, el primero. Quedará a criterio del juez la aplicación de esta regla,
teniendo en cuenta el grado de adelanto de los trámites realizados y las
medidas útiles cumplidas en cada caso, siempre que la promoción del
proceso o su sustanciación no revelaren el propósito de obtener una prioridad
indebida. El mismo criterio se aplicará en caso de coexistencia de juicios
testamentarios o ab intestato .
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Audiencia
Art. 732 — Dictada la declaratoria de herederos o declarado válido el
testamento, el juez convocará a audiencia que se notificará por cédula a los
herederos y legatarios de parte alícuota, en su caso, y a los funcionarios que
correspondiere, con el objeto de efectuar las designaciones de administrador
definitivo, inventariador, tasador y las demás que fueren procedentes.
COMENTARIO
1. Designaciones
Se establece esta audiencia con el fin de simplificar los trámites y abreviar el
procedimiento para la designación de todos quienes deben actuar en la etapa de
división de la herencia y partición de los bienes.
Los nombramientos pretenden resolverse en un único acto, pero como el
patrimonio a transmitir aún se encuentra indiviso, los auxiliares de la justicia deben
ser propuestos por unanimidad de los interesados, debiendo resolver el Juez en
caso de oposición o divergencia.
Este acuerdo no rige para el escribano inventariador, a quien le basta la simple
mayoría de los herederos presentes en él.
Sucesión extrajudicial
Art. 733 — Aprobado el testamento o dictada la declaratoria de herederos,
en su caso, si todos los herederos fueren capaces y hubiere conformidad
entre ellos, los ulteriores trámites del proceso sucesorio podrán continuar
extrajudicialmente a cargo del o de los profesionales intervinientes.
En este supuesto, las operaciones de inventario, avalúo, partición y
adjudicación, deberán efectuarse con la intervención y conformidad de los
organismos administrativos que correspondan.
Cumplidos estos recaudos los letrados podrán solicitar directamente la
inscripción de los bienes registrables y entregar las hijuelas a los herederos.
Si durante la tramitación extrajudicial se suscitasen desinteligencias entre
los herederos, o entre éstos y los organismos administrativos, aquéllas
deberán someterse a la decisión del juez del proceso sucesorio.
El monto de los honorarios por los trabajos efectuados será el que
correspondería si aquéllos se hubiesen realizado judicialmente. No se
regularán dichos honorarios hasta tanto los profesionales que hubiesen tenido
a su cargo el trámite extrajudicial presenten al juzgado copia de las
actuaciones cumplidas, para su agregación al expediente.
Tampoco podrán inscribirse los bienes registrables sin el certificado
expedido por el secretario en el que conste que se han agregado las copias a
que se refiere el párrafo anterior.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
COMENTARIO
1. La sucesión ab intestato
El juicio ab intestato (sin testamento) procede cuando:
a) El causante no dejó testamento, en cuyo caso los bienes hereditarios se
defieren según el orden de llamamiento y preferencia determinado por la ley.
b) El causante redactó un testamento, acto por el cual una persona dispone
para después de su muerte de todos sus bienes o de parte de ellos, pero sin
instituir herederos. Explican Fenochietto y Arazi que, se habla en este caso,
de sucesión mixta, pues corresponde proceder en el mismo expediente a la
declaración de validez del testamento, para cumplir las mandas del causante,
como también pronunciar oportunamente declaratoria de herederos para
deferir la parte de la herencia no mencionada en el testamento(2) .
Sin embargo, no proceden los trámites de la sucesión ab intestato cuando es
evidente, aun sin institución de herederos, que el causante ha dispuesto
acerca de la totalidad de los bienes mediante legados.
c) Se declare nulo el testamento, medie renuncia a la herencia por parte del
heredero instituido o nos encontremos frente a un caso de indignidad de los
herederos designados.
Declaratoria de herederos
Art. 735 — (Texto ley 11.511). Cumplidos el plazo y los trámites a que se
refieren los arts. 724 y 734 y acreditado el derecho de los sucesores, el Juez
dictará Declaratoria de Herederos.
Si no se hubiere justificado el vínculo de alguno de los presuntos herederos,
se diferirá la Declaratoria por el plazo que el Juez fije para que, durante su
transcurso, se produzcan la prueba correspondiente. Vencido dicho plazo, el
Juez dictará Declaratoria a favor de quienes hubieren acreditado el vínculo, o
reputará vacante la herencia.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Admisión de herederos
Art. 736 — Los herederos mayores de edad que hubieren acreditado el
vínculo conforme a derecho, podrán, por unanimidad, admitir coherederos
que no lo hubiesen justificado, sin perjuicio del impuesto a la herencia y sin
que ello importe reconocimiento del estado de familia. Los herederos
declarados podrán, en iguales condiciones, reconocer acreedores del
causante.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
2. Pretensión de impugnación
Las acciones de impugnación contra la declaratoria no tienen en el código un
procedimiento específico para resolver estas cuestiones, por lo cual se puede
adoptar la regla prevista en el art. 319, de modo tal que se ventilarán por el
proceso ordinario.
Ello, siempre y cuando, no surja de la documentación adjunta un derecho
manifiesto que admita sustanciar la oposición por la vía de los incidentes. La regla
sería que se tratara de una simple comprobación documental.
En este aspecto, acreditado el parentesco por medio de las partidas respectivas
es procedente el pedido de que se dicte declaratoria de herederos a favor de
quien tiene vocación hereditaria. Empero, toda vez que en el juicio sobre
impugnación de filiación se discute, precisamente, si está acreditado el vínculo de
hija que se invoca, corresponde suspender el dictado de tal declaratoria.
3. Posesión de la herencia
Si como en el ámbito del Código Civil queda establecido el carácter normativo
de la posesión hereditaria, en el Código Procesal se regula lo referente a la
obtención formal del título a los efectos de la transmisión dominial (arts. 724 y
sigtes.).
De ahí que tanto en la sucesión deferida a los herederos forzosos (art. 3410 del
Cód. Civil) como en los demás casos de herederos ab intestato (art. 3412 del Cód.
Civil) la declaratoria de herederos es esencial para otorgar la posesión hereditaria
y cumplir el trámite registral de la transmisión dominial de los bienes dejados por el
causante
El art. 3410 del Código Civil dice: "Cuando la sucesión tiene lugar entre
ascendientes, descendientes y cónyuge, el heredero entra en la posesión de la
herencia desde el día de la muerte del autor de la sucesión sin ninguna formalidad
o intervención de los jueces, aunque ignorase la apertura de la sucesión y su
llamamiento a la herencia".
Se trata de la posesión de la herencia de pleno derecho o ipso iure . Obsérvese
que esta posesión, si bien puede permitir un reconocimiento de la calidad de
heredero respecto de la universalidad, no es suficiente, en cambio, para atribuir
título oponible respecto de cada uno de los bienes que la integran, singularmente
considerados.
En este sentido, así como la gestión de la declaratoria de herederos consolida
en los hechos la posesión hereditaria en cabeza de los herederos, el
correspondiente decreto de inscripción es donde se cristaliza la actuación que le
es propia al juez del sucesorio en punto a la correcta individualización de los
bienes que pasan a integrar la comunidad hereditaria en caso de indivisión, o el
condominio, si es que existe partición aprobada y aun no inscripta.
En síntesis, la insuficiencia de la posesión hereditaria de pleno derecho como
título a la adquisición ut singuli de los bienes comprendidos en la universalidad
hereditaria. Pero, en cambio, permite a los herederos que gozan de ella, oponer,
sin necesidad de intervención judicial previa, los derechos y acciones dependiente
de la universalidad como tal.
En cambio, los otros parientes llamados por la ley a la sucesión (parientes
colaterales hasta el cuarto grado inclusive) no pueden tomar la posesión de la
herencia, sin pedirla a los jueces y justificar su título a la sucesión. Dentro de este
grupo también se encontraría los herederos que fuesen instituidos en testamentos.
Ampliación de la declaratoria
Art. 738 — La declaratoria de herederos podrá ser ampliada por el juez en
cualquier estado del proceso, a petición de parte legítima, si correspondiere.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Ampliación de la declaratoria
Desde el punto de vista de la esencia del proceso sucesorio en el ordenamiento
ritual vigente, el procedimiento se encuentra destinado solamente a certificar la
calidad de heredero y distribución de los bienes del causante —pagar las deudas y
luego distribuir el saldo—; es un proceso voluntario que comprende solamente un
conjunto de normas de actuación para una finalidad determinada.
La declaratoria de herederos o su ampliación no es una sentencia y sólo se
limita a declarar la existencia de herederos "en cuanto ha lugar", por lo que no
existe cosa juzgada con respecto a la condición de quienes fueron declarados
herederos.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
2. Audiencia
La norma prevé la convocatoria a una audiencia, a la que citará a los
beneficiarios y a los presuntos herederos cuyos domicilios fueren conocidos. En
caso de que en el testamento ológrafo figuren beneficiarios con domicilio
desconocido, acreditada esta circunstancia no será necesaria la publicación de
edictos a los fines de su citación.
El objeto central de la audiencia es reconocer la firma del causante en el
testamento y conocer las mandas dispuestas cuando se trata de un instrumento
presentado en sobre cerrado.
Protocolización
Art. 740 — Si los testigos reconocieren la letra y firma del testador, el juez
rubricará el principio y fin de cada una de las páginas del testamento y
designará un escribano para que lo protocolice.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Cuestiones de procedimiento
La protocolización de testamento no es un acto procesal sino una forma del acto
testamentario mismo, siendo por tanto materia de la ley de fondo, expresamente
normada en el art. 3692 del Código Civil, que dispone que una vez rubricado el
testamento el juez deberá entregarlo al actuario para que se archive y se den
copias a quienes corresponda.
El art. 705, en concordancia con el art. 3692 del Código redactado por Vélez
Sarsfield, presume la verdad y sinceridad del testamento, de manera que la
falsedad debe ser probada por quien la denuncia.
Tal presunción de autenticidad se funda en el procedimiento de verificación
instituido por el art. 3692 de ese cuerpo legal y tiene un valor iuris tantum , que se
mantiene hasta que la parte interesada acredita la adulteración invocada.
De este modo, se articula con la actividad que el Juez despliega en la audiencia
prevista al efecto, donde se hará un examen del documento y de los dichos de los
testigos.
Si las manifestaciones de los deponentes fueran contradictorias o con poca
claridad acerca de lo que saben y les consta, se podrá exigir la declaración de otro
u otros testigos que corroboren los dichos de los primeros. Ello en razón del deber
que pesa sobre el juzgador de verificar la existencia del presupuesto necesario
para la apertura del proceso sucesorio
En caso contrario, procederá a firmar al principio y fin de cada hoja del
testamento ológrafo o cerrado, evitando así las eventuales sustituciones,
agregados o enmendaduras.
2. Protocolización
La protocolización del testamento se practica sólo por resolución judicial que la
autoriza. Se le entregará el original del testamento ológrafo al escribano
designado, con la firma del juez estampada al principio y al final de cada hoja en
que fue extendido.
El notario procederá a agregarlo a su protocolo, extendiendo un acta en
escritura pública donde transcribirá el contenido del testamento y relacionará lo
actuado (art. 1003, Cód. Civil).
La diligencia de protocolización de los testamentos ológrafos, a la que el
art. 3692 del Código Civil le asigna el carácter de necesaria desde que sin ello no
puede promoverse el pertinente juicio testamentario, reviste en la economía de
nuestro Código Procesal, la naturaleza y significación de una medida preparatoria
de aquél, enderezada a reconocerle autenticidad al testamento ológrafo
convirtiéndolo consiguientemente en un instrumento público.
La formalización del testamento no es un acto procesal sino una forma del acto
testamentario mismo, siendo por tanto materia de la ley de fondo, expresamente
normada en el art. 3692 del Código sustancial, que dispone que una vez rubricado
el testamento el juez deberá entregarlo al actuario para que se archive y se den
copias a quienes corresponda.
3. Cotejo de letra
La posibilidad de recurrir a la pericia caligráfica como método de reconocimiento
de la letra y la firma de los testamentos autógrafos, está contemplada sólo en el
caso del testamento cerrado (art. 3695, ley de fondo), para los supuestos de
imposibilidad de concurrencia de la mayoría de los testigos o del escribano.
Oposición a la protocolización
Art. 741 — Si reconocida la letra y la firma del testador por los testigos, se
formularen objeciones sobre el cumplimiento de las formalidades prescriptas,
o reclamos que no se refieran a la validez del testamento, la cuestión se
sustanciará por el trámite de los incidentes.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Citación
Art. 742 — (Texto según ley 11.511). Presentado el testamento, o
protocolizado en su caso, el Juez dispondrá la notificación personal de los
herederos instituidos, de los demás beneficiarios y del Albacea, para que se
presenten dentro de treinta (30) días. En el mismo acto ordenará la
publicación de edictos en la forma y por el plazo determinados en el art. 734,
inc. 2º.
Si se ignorase el domicilio de las personas mencionadas en el párrafo
anterior se procederá en la forma dispuesta en el art. 145.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. La aprobación del testamento
La aprobación del testamento en cuanto a sus formas es una función
jurisdiccional, es decir, un atributo reservado a los jueces y en el caso de
testamento otorgado por acto público deben igualmente verificar si las formas
dadas al acto cumplen los recaudos legalmente exigidos, puesto que puede ocurrir
que la firma del instrumento le pertenezca al autor de la sucesión, que el contenido
de sus expresiones voluntarias se encuentre allí reflejado, etc., y que sin embargo,
el instrumento no reúna los requisitos legalmente establecidos para constituir un
testamento por acto público, no debiendo en tal caso el juez proceder al
reconocimiento de la validez formal del testamento.
En la misma providencia que ordena citar a herederos, beneficiarios y demás
interesados en la sucesión abierta, el Juez debe resolver sobre la admisión formal
del testamento, a cuyo fin tiene que pronunciarse sobre las formas extrínsecas del
mismo e indicar, en su caso, si existe alguna causa que impida poner en posesión
de la herencia a los herederos que aún no la tuvieran de pleno derecho.
La demanda de nulidad de testamento no impide esta declaración, que no
causa "estado" y se dicta sin perjuicio de terceros.
Mientras no se fulmine judicialmente con una sentencia de nulidad, no se puede
desconocer la eficacia de las disposiciones, si bien el nulidicente podrá intentar a
través de una medida cautelar, privar de efectos al acto impugnado durante la
sustanciación del juicio ordinario de anulación testamentaria.
2. Posesión de la herencia
La aprobación del testamento supone un acto simétrico a la declaratoria de
herederos de la sucesión ab intestato , y como éste, importa otorgar la posesión
de la herencia a quienes no la tuvieran de pleno derecho
El art. 3410 del Código Civil establece que "cuando la sucesión tiene lugar entre
ascendientes, descendientes y cónyuge, el heredero entra en posesión de la
herencia desde el día de la muerte del autor de la sucesión, sin ninguna
formalidad o intervención de los jueces, aunque ignorase la apertura de la
sucesión y su llamamiento a la herencia".
Además, el art. 3417 esclarece que, desde la posesión de la herencia, quienes
asumen la persona del difunto, se convierten en propietarios, acreedores y
deudores de todo lo que aquél le correspondía.
El art. 3412 establece que "los otros parientes llamados por la ley a la sucesión
no pueden tomar la posesión de la herencia, sin pedirla a los jueces y justificar su
título a la sucesión".
CAPÍTULO IV - ADMINISTRACIÓN - POR JOSÉ MARÍA TORRES TRABA
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Expedientes de administración
Art. 746 — Las actuaciones relacionadas con la administración tramitarán
en expediente separado, cuando la complejidad e importancia de aquella así
lo aconsejare.
COMENTARIO
1. Incidencias en la administración de los bienes
Cuando la complejidad de las cuentas o las cuestiones vinculadas con el
desenvolvimiento de la administración así lo aconsejen, se abrirán "incidentes de
administración".
No se trata propiamente de un "incidente" en los términos del art. 175, ya que
no existen cuestiones a resolver, con la salvedad que pueden haber conflictos
eventuales derivados de observaciones que los herederos puedan efectuar sobre
los resultados de la gestión expuestos por el administrador.
Como señalamiento preciso tendiente a evitar confusiones, la ley prefiere
utilizar, para estas actuaciones promovidas a fines informativos, el término
"expediente de administración". En ellas el administrador rendirá cuentas,
recabará autorizaciones y en general se exteriorizarán los actos de la gestión que
lleva a cabo.
De las presentaciones que realice, se dará traslado, en principio, a la totalidad
de los beneficiarios de la sucesión que no se encuentren desinteresados.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Administrador. Alcance de sus facultades. El art. 747 del CPCC, al reglar las
facultades del administrador de la sucesión, restringe sus potestades a la mera
realización de actos conservatorios sobre los bienes hereditarios, requiriendo el
consentimiento unánime de todos los herederos o la autorización judicial, en su
defecto, para realizar cualquier otro acto (art. 3451 del Cód. Civil)(6) .
2. Facultades. El administrador del sucesorio cuenta con facultades para
realizar actos conservatorios de los bienes administrados, de modo que su esfera
de acción legítima se circunscribe al ámbito de la ejecución de los actos
indispensables para la conservación de los bienes indivisos, dentro de su estricto
concepto de utilidad. La distinción entre actos de disposición y de administración
está dada en que los últimos atienden, por procedimientos normales, a la
conservación y explotación del patrimonio, así como al empleo de las rentas. Por
el contrario, el acto de disposición implica el egreso anormal de bienes y una
modificación sustancial de la composición del patrimonio. Toda controversia
relativa a la actuación de la administradora del proceso sucesorio, como a la
rendición de cuentas que le sean requeridas (arts. 744, 747, 748 del Cód.
Procesal), exceden la naturaleza voluntaria del proceso y por evidentes razones
que hacen al buen orden del mismo, deben tramitar en principio por la vía
incidental, sin perjuicio de las facultades del Juez de disponer otra si así lo
estimare conveniente atención a las singularidades del caso (arts. 175 y sigtes.,
748 del Cód. Procesal)(7) .
2. Atribuciones. El área de atribuciones del administrador, como se señalara, se
restringe a la ejecución de actos conservatorios, es decir aquellos destinados al
mantenimiento de los bienes del sucesorio, y aunque se incluya en dicha
preceptiva ciertas funciones de gestión ordinaria conforme a la naturaleza y estado
de los bienes quedados al fallecimiento del causante, entre las que pueden
mencionarse la percepción de las rentas que los inmuebles relictos estén
produciendo. Le estaba vedado en cambio arrogarse facultades de representación
que excedan tales prerrogativas, como lo es en el caso el pedido de determinación
de cánones locativos por el uso del inmueble componente del acervo por un
heredero, así como la reclamación de su pago en el mismo juicio. Estos actos que
escapan de la noción recién analizada, pues más que a la manutención y
protección del acervo apuntan a la obtención de nuevas rentas o utilidades propias
del bien componente del caudal relicto, lo que lo encuadra como acto de
administración ordinaria, de suyo en principio vedado a cualquiera de los
herederos, incluso a la mayoría (art. 3451, Cód. Civil)(8) .
3. Adquisición de bienes. La adquisición de una parcela de terreno o espacio en
el cementerio municipal, para erigir allí un sepulcro, es una figura de carácter
administrativo, configurando una concesión de uso para un fin determinado. De
modo que si el causante fuera el concesionario sería menester distinguir, si la
concesión es otorgada a perpetuidad o si lo es por un plazo determinado. En el
primer supuesto, los coherederos pasan a ser cotitulares del derecho sobre el
sepulcro, el cual debe permanecer en estado de indivisión, salvo que los
sucesores en forma unánime decidan lo contrario, quedando los derechos y
obligaciones de los cotitulares sujetos a las disposiciones del condominio y, por
ende, obligados a contribuir con los tributos y gastos del sepulcro (arts. 2685, 2686
y concs., Cód. Civil). En la segunda hipótesis, en principio, el derecho indiviso
sobre el sepulcro se mantiene por el plazo de la concesión y sólo durante ella sus
herederos cotitulares están obligados a sufragar los gastos de manutención, al
estar comprendida dentro de las deudas y cargas de la sucesión (art. 3474 y su
nota, Cód. Civil). El administrador del sucesorio, por ende, carece de facultades de
decidir y disponer la renovación de la concesión en representación de los
restantes coherederos y, por tanto, para sufragar con bienes del acervo las
erogaciones que ello genere, pudiendo sólo, en todo caso, realizarlo a nombre
propio y con su patrimonio(9) .
4. Personería procesal. El administrador y la capacidad para estar en juicio. En
relación a que el administrador judicial de una sucesión sólo tendría facultades
para realizar actos conservatorios de los derechos e intereses de la comunidad, no
pudiendo interponer demandas a nombre de aquélla salvo con la autorización
unánime de los herederos, debe puntualizarse que precisamente a la demanda de
desalojo se la ha considerado comprendida en dichas facultades por tratarse en sí
de un acto de administración conservatorio de los intereses del sucesorio.
La designación de administrador de los bienes sucesorios equivale a un
mandato concebido en términos generales, y aunque de carácter provisional, le
permite estar en juicio en nombre de los herederos para demandar el desalojo, sin
necesidad de autorización judicial previa, puesto que se trata, meramente, de
ejercitar un acto de administración comprendido en la órbita de sus facultades
implícitas(10) .
5. Límites a la función del administrador. Se ha resuelto que excede las
facultades que la ley otorga al administrador, suscribir documentación tendiente a
efectivizar el traspaso de dominio de bienes oportunamente enajenados por el
causante, pues se tratan estos de actos de disposición vedados por el presente
artículo(11) .
COMENTARIO
3. Gastos extraordinarios
Los gastos extraordinarios deben ser previamente autorizados por el juez de la
sucesión.
El administrador deberá solicitarlos al juez, quien correrá traslado a las partes,
salvo cuando la demora pudiera ocasionar perjuicios. En este supuesto, deberá
informar al juzgado dentro del tercero día de realizados.
El nombramiento de auxiliares solamente es posible con resolución judicial
aprobatoria.
Rendición de cuentas
Art. 748 — El administrador de la sucesión deberá rendir cuentas
trimestralmente, salvo que la mayoría de los herederos, hubiere acordado fijar
otro plazo. Al terminar sus funciones rendirá una cuenta final.
Tanto las rendiciones de cuenta parciales como la final se pondrán en
secretaría a disposición de los interesados durante 5 y 10 días,
respectivamente. Si no fueren observadas, el juez las aprobará, si
correspondiere. Cuando mediaren observaciones, se sustanciarán por el
trámite de los incidentes.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
Procedimiento para la rendición de cuentas. El art. 748 del Cód. Procesal regula
expresamente el plazo para rendir las cuentas parciales y finales de la
administración del sucesorio, como también el trámite a que debe sujetarse y su
eventual aprobación o rechazo. Mediando objeción de los interesados,
corresponde la vía incidental, decidiendo en definitiva el juez con prescindencia
incluso de la opinión de la mayoría. Según dicha normativa, esas rendiciones
deben ser puestas de manifiesto en secretaría por cinco días si son parciales y
diez si finales, plazo común que corre desde la última notificación por ministerio de
la ley, ya que no es necesaria la personal o por cédula, por cuanto es un supuesto
especialmente previsto en el capítulo sobre administración en el proceso sucesorio
que torna inaplicables las vistas o traslados y liquidaciones en general, que sí
exigen la notificación personal o por cédula(12) .
COMENTARIO
1. Rendición de cuentas
Como toda persona que gestiona intereses ajenos, el administrador de la
sucesión se halla obligado a rendir cuentas, debiéndolas rendir trimestralmente,
salvo que la mayoría de los herederos hubiera acordado fijar otro plazo. De las
cuentas se correrá traslado por cédula a los interesados, quienes podrán dentro
del quinto día observar o impugnar los resultados de las mismas. En este caso, se
formará incidente individual.
No obstante, los herederos en acuerdo unánime, pueden dispensar al
administrador de rendir cuentas.
Tanto las rendiciones parciales como la final deben ir acompañadas por recibos
y demás documentación de respaldo, que acredite las respectivas partidas y
facilite la comprensión de la cuenta.
Asimismo, el administrador debe ingresar los fondos que recaude a medida que
los perciba, con la sola excepción de los necesarios para la atención de los gastos
propios de la administración.
Sustitución y remoción
Art. 749 — La sustitución del administrador se hará de acuerdo con las
reglas contenidas en el art. 744.
Podrá ser removido, de oficio o a pedido de parte, cuando su actuación
importare mal desempeño del cargo. La remoción se sustanciará por el
trámite de los incidentes.
Si las causas invocadas fueren graves y estuviesen prima
facie acreditadas, el juez podrá disponer su suspensión y reemplazo por otro
administrador. En este último supuesto, el nombramiento se regirá por lo
dispuesto en el art. 744.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
2. Remoción
La remoción del administrador sólo resulta procedente cuando median graves y
comprobadas anomalías en el desempeño de su cargo o calificada falta de aptitud.
3. Legitimación para solicitar la remoción
La remoción del administrador puede ser dispuesta de oficio. Cuando lo solicita
la parte, se formará un incidente, que se debe resolver previa sustanciación con
todos los interesados.
Podrá promover este incidente, por vía de principio, el heredero, quien debe
tener un interés jurídico concreto en deducir el incidente.
En virtud del principio general establecido en el art. 1683 del Código Civil,
mientras no se prueben los hechos aducidos como justa causa para la remoción
del administrador, debe presumirse su inocencia y respetar el contrato que lo
designó.
Honorarios
Art. 750 — El administrador no podrá percibir honorarios con carácter
definitivo hasta que haya sido rendida y aprobada la cuenta final de la
administración. Cuando ésta excediere de 6 meses, el administrador podrá
ser autorizado a percibir periódicamente sumas, con carácter de anticipos
provisionales, las que deberán guardar proporción con el monto aproximado
del honorario total.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
El inventario constituye, en los términos del art. 3469 del Código Civil, la reunión
de las cosas existentes en el acervo hereditario y los créditos en favor de la
sucesión. Implica una descripción de los bienes; y normas de buena práctica
aconsejan proceder con la enumeración de los de mayor liquidez, como el dinero,
títulos y créditos, para proseguir luego con los muebles, semovientes e
inmuebles(7) .
El inventario deberá ser claro y detallado, debe contener una minuciosa
enumeración de los bienes que forman parte de la herencia y el específico detalle
de las deudas que forman parte del pasivo, así permitiremos determinar la masa
de bienes con la que se afrontarán las deudas que daban ser satisfechas.
El principio rector querido por el legislador en cuanto a la forma de llevarlo a
cabo es la supremacía de la autonomía de la voluntad. Tanto es así que puede
portar dicho carácter la denuncia de bienes presentada por todos los pretensos
herederos siempre y cuando no se encuentre afectado el orden público.
Asimismo dicho principio se vincula con uno de los caracteres naturales del
proceso sucesorio, es decir su carácter voluntario, entendido en el sentido de que
el juez del sucesorio en el expediente principal no resolverá conflictos, los mismos
deberán ser planteados por vía de incidente.
1. Formas
Dentro de los fundamentos del Proyecto de Unificación del Código Civil y
Comercial del año 2012 y a partir del art. 2341, podemos encontrar normas
procesales que autorizan la sustitución del inventario judicial por la denuncia de
bienes por voluntad unánime de los herederos, excepto disposición legal en contra
o que el inventario haya sido pedido por los acreedores(8) .
1) E xtrajudicial : esta modalidad de inventario reviste la forma de denuncia de
bienes, en los supuestos en los cuales no existe conflicto entre aquellos que
pretenden ser declarados herederos o han sido declarados tales,
dependiendo el momento procesal en el que se confeccione. Dicha denuncia
de bienes suplirá el inventario judicial. Aquí la intervención de los letrados que
acompañen a quienes promuevan el proceso sucesorio será de vital
importancia, puesto que deberán intervenir de manera eficaz y conjugar, para
el caso de la existencia de conflicto entre los pretensos herederos habilidades
conciliatorias tendientes a lograr su autocomposición para obtener así agilizar
el trámite judicial y evitar la presencia de incidentes.
2) Judicial : esta modalidad de inventario es la que exige el artículo en
comentario y frente a situaciones y supuestos específicos en los que no
alcanza la voluntad unánime de los herederos por encontrarse comprometido
el orden público. Sin embargo, debo señalar que para el supuesto relativo a la
presencia de herederos cuya capacidad jurídica se encuentre determinada
por sentencia judicial firme, deberá contemplarse la posibilidad de su
confección extrajudicial, si así lo eligen los mismos, con la intervención de
quien desempeñe la configuración de apoyo determinada por el juez. Esta
solución sería coherente con el paradigma actual que en la materia ha
consagrado la Convención de los Derechos de las Personas con
Discapacidad y su impacto en la legislación interna.
2. Intervención del Ministerio Público en el rol del Asesor de Incapaces
En aquellos procesos sucesorios en los que sean parte niños, niñas y
adolescentes o personas cuya capacidad jurídica se hubiera determinado en los
términos de los arts. 141, 152 bis y 152 ter del Código Civil, deberá intervenir el
Ministerio Público en la figura del Asesor de Incapaces, quien por imperio de lo
dispuesto en el art. 38, incs. 1º y 4º, de la ley 14.442 del mes de enero de
2013(9) , tendrá a su cargo el deber de dictaminar en forma congruente con el
superior interés en cada caso.
En el primer supuesto intervendrá como representante promiscuo con el padre,
madre o quien ejerza los derechos inherentes a la responsabilidad parental y en el
segundo junto con aquella figura que el juez del proceso de determinación de
capacidad haya previsto para cada caso en particular.
3. Beneficio de inventario
El beneficio de inventario es un instituto originado en la idea de limitar la
responsabilidad del heredero otorgándole la ventaja de no verse obligado al pago
de las deudas y cargas de la herencia con sus propios bienes, sino sólo con los
bienes que reciba del causante. Impide que se produzca la confusión de
patrimonios, efecto propio del régimen de la sucesión en la persona adoptado por
Vélez Sarsfield (arts. 3417 y 3342) y la consecuente responsabilidad ultra vires
hereditatis (art 3343)(10) .
Desde su naturaleza jurídica, el beneficio de inventario se traduce en un modo
de aceptación de la herencia, en virtud del cual el patrimonio de la herencia no
pierda su unidad y, a la vez, no se confunde, en su contenido de titularidades
transmisibles, con el patrimonio del heredero. Su principal efecto lo constituye el
hecho de que los bienes hereditarios pasan, se transmiten al heredero, pero
permanecen distintos, o sea, separados, de los bienes personales de él. Tal modo
de aceptación supone una importante excepción a los principios de la sucesión en
la persona(11) .
Inventario provisional
Art. 752 — El inventario se practicará en cualquier estado del proceso,
siempre que lo solicitare alguno de los interesados. El que se realizare antes
de dictarse la declaratoria de herederos o aprobarse el testamento, tendrá
carácter provisional.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Inventario definitivo
Art. 753 — Dictada la declaratoria de herederos o declarado válido el
testamento, se hará el inventario definitivo. Sin embargo, con la conformidad
de las partes podrá asignarse este carácter al inventario provisional, o
admitirse el que presentaren los interesados, a menos que en este último
caso existieren incapaces o ausentes, y sin perjuicio de la intervención que
corresponda al organismo recaudador fiscal.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Si los bienes existentes fuera del lugar donde tramite el proceso sucesorio se
encuentran dentro de la misma provincia, deberá llevarse a cabo mediante el
correspondiente oficio u exhorto en los términos de los arts. 131 y 132 del Código
Procesal. Sin embargo, cuando deba realizarse fuera de la Provincia de Buenos
Aires o en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires deberá darse cumplimiento con
los arts. 3º y concordantes del Convenio aprobado por la ley 22.172.
Dichas circunstancias requerirán de la realización de gestiones en extraña
jurisdicción que representarán un trabajo mayor para el letrado que acompañe a
las partes.
Un supuesto más debemos contemplar es el relativo a los bienes fuera del país:
en este caso deberá estarse a las previsiones establecidas en el art. 3284 en el
sentido de que el juez competente será el del último domicilio del causante, sin
perjuicio de las convenciones que rijan según el país que se trate en materia de
legislación aplicable.
Por lo tanto, en caso de existencia de bienes fuera del país, deberá requerirse
mediante exhorto diplomático la realización del correspondiente inventario en el
lugar donde los bienes se encuentren.
Citaciones. Inventario
Art. 756 — Las partes, los acreedores y legatarios y el representante del
organismo recaudador fiscal serán citados para la formación del inventario,
notificándoselos personalmente del lugar, día y hora de la realización de la
diligencia.
El inventario se hará con intervención de las partes que concurran.
El acta de la diligencia contendrá la especificación de los bienes, con
indicación de la persona que efectúe la denuncia. Si hubiese título de
propiedad, sólo se hará una relación sucinta de su contenido.
Se dejará constancia de las observaciones o impugnaciones que formularen
los interesados.
Los comparecientes deberán firmar el acta. Si se negaren se dejará también
constancia, sin que ello afecte la validez de la diligencia.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
Aspectos relevantes. Según establece el art. 756 del Código Procesal, todos los
interesados en el sucesorio serán citados para la formación del inventario
notificándoselos personalmente de la diligencia, del lugar, día y hora de su
realización, la que se concretará con las partes que concurran. Sean cuales fueren
las razones por las cuales la coheredera y su letrado se retiraron del acto, ello en
modo alguno impedía la realización del inventario, toda vez que la notaria
designada en autos bien pudo llevar adelante la diligencia con los restantes
comparecientes después de la actitud asumida por la coheredera desde que "el
inventario se hará con las partes que concurran" (art. 756 Cód. Procesal). De tal
modo, la circunstancia de haberse retirado la mencionada coheredera de la
diligencia no pudo necesariamente llevar a la frustración del inventario, pues su
presencia no era requisito ineludible para su validez y el restante heredero no
expresó su voluntad de realizarlo pese a la ausencia de aquélla; por consiguiente,
no puede achacársele la responsabilidad por la suspensión del acto, motivo por el
cual los gastos que ello originó deberán ser sufragados por todos los herederos en
partes iguales (art. 756 del Cód. Procesal)(19) .
COMENTARIO
Para la citación requerida en el primer párrafo del artículo en análisis podrán ser
utilizados los medios establecidos por los arts. 143 y 143 bis del CPCC conf. ley
14.142 y el Acuerdo 3540/2011 de la Suprema Corte de la provincia de Buenos
Aires, es decir, podrán ser utilizadas las cédulas emanadas del juzgado, sistema
de notificaciones electrónicas en los casos que se reúnan los extremos exigidos
por la Acordada en el sentido de la aceptación por parte de todos los interesados o
podrá disponerse de medios extrajudiciales contemplados como el envío de una
carta documento o la notificación personal por parte del escribano designado.
Todo lo hasta aquí indicado será necesario frente a la ausencia de paz entre los
pretensos herederos, puesto que frente a la paz entre ellos, nada obsta que el
escribano cite telefónicamente a todos aquellos llamados por la ley a participar del
inventario.
La ausencia de alguno de los convocados a su realización no obstaculizará el
acto, procediendo a llevarse a cabo aun frente a un pretenso heredero que se
retira y no firma.
De igual modo, si el escribano advierte la presencia de observaciones deberá
consignarlas, sin perjudico de las facultades profesionales del interviniente para la
autocomposición de la conflictiva que pudiera suscitarse.
Avalúo
Art. 757 — Sólo serán valuados los bienes que hubiesen sido
inventariados, y siempre que fuere posible, las diligencias de inventario y
avalúo se realizarán simultáneamente.
El o los peritos serán designados de conformidad con lo establecido en el
art. 754.
Podrán ser recusados por las causas establecidas para los peritos.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Perito tasador. La designación de un perito tasador de la lista oficial no afecta
garantía alguna y es la vía idónea, cuando no existe acuerdo de partes para
realizar el avalúo de un bien inmueble por lo cual el recurso interpuesto en dicha
parcela no puede prosperar (arts. 754 y 757 del CPC; art. 4366 del CCI)(20) .
2. Entre los objetivos del avalúo se encuentran : a) Recién una vez conocido el
monto de los bienes hereditario, será posible constatar si la legítima se encuentra
lesionada, es decir, si el causante se ha excedido en la porción disponible. Para
ello, resultan necesarias las operaciones de inventario, avalúo y partición que,
efectuadas con citación de todos los interesados, comprueben que los derechos
de los acreedores y de los herederos forzosos no se verán afectados por el
cumplimiento de aquella disposición de última voluntad (arts. 3602, su doct., del
Código Civil; 751, 753, 754, 756, 757, 758, 761, 762 y conc., su doct., del
ordenamiento objetivo)(21) .
b) Es cierto que cuando constare en el proceso universal un valor por tasación,
estimación o venta superior a la valuación fiscal, dicho valor debe ser considerado
a los efectos de la regulación de honorarios (art. 35, ap. 2º, decreto-ley 8904/77),
pero no lo es menos que cuando la ley habla de "tasación, estimación o venta"
supone que las mismas hayan sido solicitadas o confirmadas por los herederos o
emanen de ellos a los fines específicos de la operación de avalúo de los bienes
relictos o de la partición y adjudicación de éstos (arts. 751, 757 y 761, CPCC)(22) .
c) Respecto de la interpretación que corresponde darle a lo preceptuado por el
art. 35 del dec.-ley 8904/77, la regla en los procesos sucesorios —respecto del
valor que habrá de tomarse con relación a bienes inmuebles— es la utilización de
la valuación fiscal al tiempo de la regulación, ello surge con meridiana claridad del
inc. a) transcripto y es la postura seguida por la Cámara en la resolución atacada.
El caso excepcional contenido en el párrafo que sigue al inc. b) —valor mayor al
de las valuaciones fiscales que surja de tasación, estimación o venta— se
configura, cuando las mentadas determinaciones ya obraban en la causa al tiempo
de la regulación y fueron aportadas por los herederos o realizadas a pedido de
éstos —y, por supuesto, aceptadas por ellos— para actividades propias del trámite
en curso. Esto es, cuando tales "valores reales" habían sido admitidos por los
herederos y preexistían al momento en que se desarrolla la fase regulatoria de
honorarios(23) .
d) La realización del avalúo no puede quedar en manos del escribano
inventariador desde que no sólo no fue ésa la tarea para la que fuera designado,
sino que tampoco es de las que por su naturaleza, puede considerarse
comprendida en la órbita de su incumbencia específica (arts. 35, 127, 128, 129,
130 y conc. dec.-ley 9020/78)(24) .
COMENTARIO
Una vez hecho el inventario de los bienes se procede a darles valor, es decir,
asignarles valor en dinero. Ello puede realizarse junto con la denuncia de bienes o
de modo separada acompañando la documentación actualizada que respalde
dicha valuación (ejemplo: valuaciones actualizadas expedidas por ente estatal:
ARBA, Municipalidad, otros).
En los supuestos en los que sea necesaria la designación de un profesional
para asignarles valor a los bienes de la herencia, el juez citará audiencia a los
herederos, quienes deberán efectuar la elección del profesional por mayoría de los
presentes (art. 754 del CPCCBA).
En cuanto al perito que lo llevará a cabo, si bien el Código no es expreso, debe
suponerse que puede ser el mismo escribano, por cuanto determina que "siempre
que fuere posible las diligencias de inventario y avalúo se realzarán
simultáneamente". Pero deberán nombrarse peritos tasadores —así, contadores,
ingenieros, etcétera— si la naturaleza de los bienes a valuar así lo exige(25) .
Una vez más la ley adjetiva permite a las partes utilizar el modo que estimen
corresponda para la confección del avalúo.
Otros valores
Art. 758 — Si hubiere conformidad de partes, se podrá tomar para los
inmuebles la valuación fiscal y para los títulos y acciones la cotización de la
bolsa de comercio o mercado de valores al día del fallecimiento del causante.
Si se tratare de los bienes de la casa-habitación del causante, la valuación
por peritos podrá ser sustituida por declaración jurada de los interesados.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Otros valores. En cuanto al primer aspecto : a) La "valuación fiscal final" se
corresponde a la valuación fiscal incrementada con el índice corrector que fija la
ley impositiva 14.044 para el corriente año, fijado en 2,56, el cual es de uso
exclusivo para el Impuesto de Sellos, de acuerdo con lo establecido en el art. 263
del Código Fiscal (t.o. 2011). La ley provincial 14.200 impositiva para 2011,
contiene cambios relativos al impuestos a la transmisión gratuita de bienes. Dicho
impuesto alcanza a todo enriquecimiento que se obtenga en virtud de las
transmisiones a título gratuito, para cuya determinación se tendrá en cuenta el
valor de los bienes y las deudas a la fecha de producirse esa transmisión, que en
caso de herencia es la fecha del deceso del causante. Asimismo, en oportunidad
de determinarse el valor de los bienes inmuebles sobre los que se calcula el
impuesto por medio de la valuación fiscal —por arrojar ésta el mayor valor
respecto de los indicados en la norma— corresponderá un ajuste por medio del
coeficiente corrector previsto en el art. 241 del Código Fiscal para el Impuesto de
Sellos (2,56, conf. art. 47, ley 14.200; conf. arts. 92, 100, 101, inc. 1º, ley
14.044)(26) .
b) En relación con el segundo : Dado que el art. 35, inc. a), de la ley 8904/77
alude a la valuación fiscal vigente al momento de la realización... ningún
argumento valedero existe para descalificar a ese fin los valores que surgen de la
documentación (certificados de deuda acompañados por el ex patrocinante de los
coherederos), por ser la más próxima al último revalúo inmobiliario autorizado por
la ley 13.297 y la ley impositiva 2005. De allí que deba revocarse el auto apelado
que ordenó se practique la verificación de subsistencia de la determinación y
constitución del estado parcelario ya realizado para que informe el agrimensor a
cuánto asciende la valuación fiscal de los inmuebles para el año 2004(27) .
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Reclamaciones
Art. 760 — Las reclamaciones de los herederos o terceros sobre inclusión o
exclusión de bienes en el inventario se sustanciarán por el trámite de los
incidentes.
Si las reclamaciones versaren sobre el avalúo, se convocará a audiencia a
los interesados y al perito para que se expidan sobre la cuestión promovida,
resolviendo el juez lo que correspondiere.
Si no compareciere quien dedujo la oposición, se lo tendrá por desistido con
costas. En caso de inasistencia del perito, éste perderá el derecho a cobrar
honorarios por los trabajos practicados, cualquiera sea la resolución que se
dicte respecto de las impugnaciones.
Si las observaciones formuladas requiriesen, por su naturaleza,
sustanciación más amplia, la cuestión tramitará por juicio sumario o por
incidente. La resolución del juez no será recurrible.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
Reclamaciones: objetivo. a) El inventario de los bienes, no prejuzga sobre la
titularidad de dominio de los que se incluyan en dicha diligencia, de modo que una
vez realizado, los herederos o terceros que se consideren con derecho a todos o a
algunos de dichos bienes podrán pedir su exclusión por vía del pertinente
incidente (arts. 175, 751, 752 CPCC) (29).
b) Tratándose de reclamaciones concretadas por herederos contra la cónyuge
del causante referida a los bienes que deben ser incluidos en el acervo sucesorio,
el trámite incidental resulta formalmente apto para su sustanciación, tal como
expresamente lo prevé el art. 760 del Código de rito (30).
COMENTARIO
Dentro del plazo establecido por el artículo anterior, los herederos o terceros
interesados pueden formular observaciones al inventario y avalúo sin perjuicio de
las que pudieran efectuar en el acto de su confección de conformidad con el
art. 754 del Código Procesal bonaerense.
Si se planteare la cuestión sobre la inclusión de bienes en el inventario o se
pretende la exclusión de alguno, el trámite se sustanciará por la vía incidental. Si
las reclamaciones versaren sobre el avalúo, el juez de la sucesión deberá
convocar a las partes y al perito a una audiencia para que se expidan.
El juez resolverá luego de ella. Si quien impugnó el avalúo no compareciere a la
audiencia, se lo tendrá por desistido de la oposición, con costas. Si el inasistente
fuera el perito, perderá el derecho a cobrar sus honorarios, cualquiera que sea la
resolución que se dicte al respecto.
Finalmente, trátese de observación al inventario o al avalúo, si las cuestiones
planteadas requirieran, por su naturaleza, sustanciación más ampliada, el juez
podrá imprimirle en todo caso trámite de incidente o disponer esa sustanciación
por las normas del proceso sumario (31).
Partición privada
Art. 761 — Una vez aprobadas las operaciones de inventario y avalúo, si
todos los herederos están presentes y son capaces, podrán convenir la
partición en la forma y por el acto que, por unanimidad, juzguen conveniente.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Concepto . a) La partición es una operación consistente en singularizar,
previa determinación (inventario) y avalúo del total (art. 761 Cód. Procesal), los
bienes a adjudicar a cada heredero individual en orden al alcance de su vocación
sucesoria encontrándose sujeta a un sistema regulado por el Código Civil y
también, cuando ello se ha de producir dentro de un proceso judicial por normas
adjetivas que guardan correlación con él(1) .
b) La partición constituye el tramo final del juicio sucesorio, lo que supone el
cumplimiento de sus etapas previas: declaratoria de herederos (o aprobación del
testamento), inventario y avalúo de los bienes que componen la masa hereditaria.
O sea: no se pueden partir los bienes sucesorios mientras no estén
individualizados y tasados, porque únicamente en conocimiento de los valores es
posible realizar una distribución proporcional de la masa(2) .
c) La partición es el acto por el cual los herederos que son llamados a recibir la
herencia materializan la porción ideal que les corresponde, convirtiendo a cada
uno de ellos en dueño exclusivo de las cosas que se les adjudicaron y mediando
conformidad expresa de todos los herederos presentes y capaces, éstos pueden
realizar la partición en la forma y por los actos que por unanimidad juzguen
convenientes (arts. 3462 del Cód. Civil; 767 del Cód. Procesal). Y desde luego,
como modo de extinguir la indivisión poscomunitaria, su instrumentación puede
hacerse en el juicio sucesorio, porque la sucesión es un procedimiento destinado a
concluir por esta vía sencilla cuando existe pluralidad de herederos y masa
indivisa(3) .
2. Formas de llevarla a cabo. Conforme dispone el art. 3462 del Código Civil, si
todos los herederos están presentes y son capaces, la partición puede hacerse en
la forma y por el acto que por unanimidad juzguen convenientes . Y, en ejercicio
de esa facultad, los dos herederos designados en autos, convinieron en la
audiencia, la forma de adjudicarse los bienes inmuebles de este sucesorio y de ahí
que revista carácter de acuerdo obligatorio y "se lo considere un contrato sometido
a las reglas generales concernientes a los contratos". Y, los términos que se
exponen en ese acuerdo, no pueden ser dejados sin efecto y prescindirse de
ellos a posteriori por decisión unilateral de alguno de los firmantes, ya que sería
violatorio de las disposiciones de los arts. 1197, 1200 y 1204 del Código Civil. De
tal manera la partición dispuesta por los herederos de mutuo acuerdo no puede
ser así dejada sin efecto por la voluntad unilateral de uno de ellos que consintió
que así se hiciera, máxime si la misma no contraría la esencia de la partición que
fue prevista mediante la adjudicación en especie a cada heredero de los
inmuebles que forman el acervo, sin que sea del caso entrar a evaluar la presunta
desigualdad de los valores adjudicados y el monto de la compensación
efectuada(4) .
3. Modos de efectuar la partición. a) A) Privada: exigencias: que todos los
herederos están presentes y sean capaces; que obren por unanimidad (art. 3462
Cód. Civil)(5) .
b) El requisito de unanimidad de herederos establecido por el art. 3462 del Cód.
Civil para la realización de la partición privada de bienes, interesa tanto al
contenido como a la forma del acto. En consecuencia, para resolver que la
partición sea privada y para determinar el modo de efectuarla y el acto que la
materializará, se exige la presencia y capacidad de todos los herederos y que los
mismos obren por unanimidad(6) .
b) B) Judicial : Existiendo menores interesados y con intereses contrapuestos,
hijos del causante (medios hermanos), las respectivas madres no pueden celebrar
ningún acuerdo sobre los bienes relictos, que en realidad no les pertenecen, sin la
autorización judicial del Sr. Asesor de Incapaces (arts. 197, 839, 1870 inc. 1º,
1881, inc. 3º, Cód. Civil)(7) .
c) La falta de consentimiento expreso por parte de la totalidad de las
coherederas a la propuesta particionaria, a lo que se aduna la existencia de una
incapaz interesada, conduce a reputar inviable la partición privada pretendida,
debiendo realizársela en forma judicial, sea a través de la designación de un perito
partidor o en forma indirecta mediante la venta de los bienes en pública
subasta(8) .
d) C) Mixta : los coherederos pueden instrumentar la partición por medio de un
documento privado, que luego es homologado por el juez.
Existe también partición mixta cuando:
C.1) Los ascendientes, por donación entre vivos o por testamento, hacen la
partición anticipada de sus propios bienes entre sus hijos y descendientes, o por
actos especiales de los bienes que estos últimos obtuviesen en otras sucesiones
(art. 3514 del Cód. Civil).
C.2) Los ascendientes que nombran tutores a sus descendientes menores,
pueden autorizarlos para que hagan los inventarios, tasaciones y particiones de
sus bienes extrajudicialmente, presentándolas después al juez para su aprobación
(art. 3515 del Cód. Civil)(9) .
COMENTARIO
1. Privada: Exigencias
Una de las modalidades que los herederos pueden elegir para concretar la
partición de los bienes del sucesorio es la que incluye la realización de los mismos
mediante su venta privada o judicial. Para determinar que la partición sea privada
como la forma de efectuarla y el acto que la materializara se necesitan dos
requisitos:
1) Presencia de todos los herederos: Debe estar presente la voluntad del
heredero, ya sea a través de su presencia física y la exteriorización in situ de la
misma o a través de mandatario. En este último caso, el mismo Código Civil
establece el tipo de instrumento poder especial según la clase de acto jurídico que
deba celebrarse (arg. art. 1881, 1887). En cuanto a la forma, deberá celebrarse el
contrato de mandato en escritura pública (art. 1184, inc. 2º, del Cód. Civil).
Respecto de los declarados ausentes con presunción de fallecimiento, se ha
considerado que los herederos declarados del presuntamente fallecido
( arts. 3457, parte 1ª, y 28, ley 14.394), pueden intervenir en la partición como
herederos presentes del heredero ausente, pero obrando bajo una sola
representación (art. 3459)(13) .
2) Plena capacidad : La capacidad aquí exigida es la misma que para celebrar
convenciones jurídicas de conformidad con el art. 1160 del Código Civil. La
reforma introducida por la ley 26.449 y posteriormente por la ley 26.579 han
simplificado las categorías relativas a la edad a partir de la cual una persona es
plenamente capaz determinando que son menores las personas que no hubieran
cumplido la edad de dieciocho años (14).
Será óbice para la modalidad de la partición privada la presencia de menores de
edad o personas cuya capacidad jurídica se encuentre limitada por sentencia
judicial en los términos y alcances de los arts. 141, 152 ter del Código Civil
(art. 3465, inc. 1º, del Cód. Civil); aquí deberá intervenir el Ministerio Público en la
figura de los Asesores de Incapaces con los alcances previstos en la ley
14442(15) .
3) Unanimidad : El Código Civil exige la unanimidad al momento de elegir la
forma de llevar a cabo la partición consagrando el principio de autonomía de la
voluntad para tal fin con un claro límite de orden público: unanimidad. Además
agrega otros límites también de orden público como el previsto en el art. 3465.
Los herederos, en consecuencia, cuando por unanimidad eligen el modo de
llevar a cabo la partición de la herencia, celebran una convención jurídica en los
términos de los arts. 21, 1137, 1195 y 1197 del Código Civil.
El Proyecto de Unificación del Código Civil y Comercial del año 2012 continúa
exigiendo la unanimidad en la elección del modo a través del cual llevarán a cabo
la partición los herederos(16) .
2. Judicial
La partición de ser judicial, conforme art. 3465 del Código Civil, en supuestos
donde existen menores, incapaces, cuando haya oposición de terceros fundada en
un interés jurídico o falta de acuerdo de todos los herederos mayores y
capaces(17) .
3. Mixta
Los coherederos pueden instrumentar la partición por medio de un documento
privado, que luego es homologado por el juez.
Existe también partición mixta cuando:
c.1) los ascendientes, por donación entre vivos o por testamento, hacen la
partición anticipada de sus propios bienes entre sus hijos y descendientes, o por
actos especiales de los bienes que estos últimos obtuviesen en otras sucesiones
(art 3514 del Cód. Civil).
c.2) los ascendientes que nombran tutores a sus descendientes menores,
pueden autorizarlos para que hagan los inventarios, tasaciones y particiones de
sus bienes extrajudicialmente, presentándolas después al juez para su aprobación
(art. 3515 del Cód. Civil)(18) .
Asimismo, entiendo, que tanto en el supuesto de los menores de edad como de
las personas con su capacidad jurídica determinada por sentencia en los términos
de los arts. 141, 152 bis y 152 ter del Código Civil, o en aquellos casos en los
cuales un heredero cuente con un sistema de apoyo determinado por sentencia
judicial en los términos de la Convención de las Personas con Discapacidad, si
tenemos en cuenta el paradigma actual relativo a las capacidades en progreso y
los sistemas de apoyo y ajustes razonables, debería aceptarse la partición bajo la
modalidad mixta, puesto que una vez presentada la partición ante el juez de la
sucesión y, previo dictamen del Ministerio Público en la figura del Asesor de
Incapaces, sería posible su aprobación sin necesidad de transitar el camino de la
partición judicial. Debería exigirse en el primer supuesto la presencia en el
instrumento privado de la persona que lo represente y en el segundo aquel que
sea designado en la sentencia de determinación de capacidad(19) ya sea en bajo
la figura de protector (20) , curador definitivo o aquel que el juez establezca.
Partidor
Art. 762 — El partidor, que deberá tener título de abogado, será nombrado
en la forma dispuesta para el inventariador.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Plazo
Art. 763 — El partidor deberá presentar la partición dentro del plazo que el
juez fije, bajo apercibimiento de remoción. El plazo podrá ser prorrogado si
mediare pedido fundado del partidor o de los herederos.
Certificados
Art. 765 — Antes de ordenarse la inscripción en el Registro de la
Propiedad de las hijuelas, declaratoria de herederos, o testamento, en su
caso, deberá solicitarse certificado sobre las condiciones de dominio de los
inmuebles.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Plazo
Cabe destacar que en todos los procesos el rol de instructor eficaz y director del
mismo que reviste el juez le permite en el marco de lo normado por los arts. 34 y
36 del CPCCBA establecer el plazo en que deberá ser practicada y presentada la
partición de la herencia. Dicho plazo puede ser razonablemente prorrogado a los
efectos de brindar al abogado partidor, dependiendo la complejidad de la tarea
encomendada, el tiempo suficiente para su correcta elaboración velando de este
modo por la tutela del orden público involucrado en dicha labor.
4. Clase de certificados
Debemos distinguir los siguientes certificados:
a) Certificados de dominio : Con los certificados de dominio obtendremos los
datos registrales precisos del inmueble cuya situación notarial variará y la
existencia de gravámenes que pudieran existir y su vigencia.
b) Certificados de anotaciones personales : Con la información obtenida a
través de estos certificados conoceremos las medidas que pudieran existir en
relación a la persona del causante, su vigencia y en su caso la existencia de
algún acreedor hasta el momento desconocido(29) . En relación a los
certificados de anotaciones personales de los herederos, no sólo podrá
conocerse la existencia de medidas inscriptas relativas a procesos en los
cuales el mismo sea deudor, sino que podrán conocerse la existencia de
medida dispuesta en el marco de un proceso de determinación de capacidad
y en caso de encontrarse vigente el juez se verá obligado, si las partes nada
dijeron, a dar intervención al Ministerio Público en la figura del Asesor de
Incapaces y pedir las explicaciones relativas al ocultamiento de dicha
información y, en su caso, efectuar las denuncias corresponda(30) .
Trámite de la oposición
Art. 767 — Si se dedujere oposición el juez citará a audiencia a las partes,
al ministerio pupilar, en su caso, y al partidor, para procurar el arreglo de las
diferencias. La audiencia tendrá lugar cualquiera fuese el número de
interesados que asistiere. Si quien ha impugnado la cuenta particionaria
dejare de concurrir, se lo tendrá por desistido, con costas. En caso de
inasistencia del perito, perderá su derecho a los honorarios.
Si los interesados no pudieren ponerse de acuerdo, el juez resolverá dentro
de los 10 días de celebrada la audiencia.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
Cuenta particionaria: presentación, vista, aprobación. a) La inapelabilidad del
auto que aprueba la partición, emerge a su vez de lo expresamente normado por
el art. 766 del ordenamiento ritual en el cual descansa el rechazo dictado en la
instancia original, en tanto la hipótesis de excepción que el precepto legal contiene
—vulneración de la legítima—, se halla orientado al caso en el cual la partición se
haya encomendado a un tercero, mas en modo alguno, a casos como en el
presente ocurre, en el que el convenio, se erige al grado de un acto deliberado,
jurídicamente relevante y plenamente eficaz de quien hoy, se coloca enfrentado
con sus propios actos(31) .
b) Debe revocarse la sentencia que aprueba una cuenta particionaria —en el
caso, en el marco de una sucesión el letrado de uno de los herederos apeló la
sentencia de grado que tuvo por aprobada la cuenta— si los honorarios derivados
de las actuaciones profesionales que benefician a la masa no fueron incluidos en
el rubro correspondiente a las cargas de la sucesión, toda vez que si bien en la
cuenta se incluyó entre las bajas una cantidad estimada, la misma es inferior a los
emolumentos regulados en el expediente para el rubro honorarios de los diversos
profesionales intervinientes(32) .
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Declaración y reputación de herencia vacante. a) No debe confundirse
cuando una herencia se reputa vacante (art. 3539 del Cód. Civil), con la
declaración de vacancia de la misma (art. 3544 del Cód. Civil), debiendo el
acreedor, para ver satisfecho su crédito, solicitárselo al Fiscal de Estado, pues es
éste quien durante la reputación de vacancia cuenta con las facultades y está
afectado por los deberes del heredero beneficiario (art. 3541 Cód. Civil), con una
diferencia sustancial: no es heredero, por lo que no continúa la persona del
causante, sino que administra y liquida un patrimonio ajeno(1) .
b) La declaración de vacancia de la herencia supone, según el art. 3544 del
Código Civil, que han sido pagadas las deudas y vendidos los bienes hereditarios.
Asimismo, supone que durante el período provisional de reputación no se ha
presentado ningún pretendiente a la herencia o, en su caso, no ha logrado
acreditar su vínculo con el causante para fundar su vocación sucesoria(2) .
2. Designación de curador. En congruencia con el sistema adoptado por nuestra
legislación, en el cual no existe herencia sin titularidad y a los efectos de brindar
seguridad jurídica al tránsito operado con la apertura de la sucesión y su
reputación y declaración de vacancia, es necesaria la designación de la figura del
curador provisorio a los bienes del causante.
Tratándose de una sucesión vacante, el curador es el que ejerce activa y
pasivamente los derechos hereditarios, siendo sus facultades y deberes los del
heredero beneficiario (art. 3541 Cód. Civil), lo que implica que el patrimonio del
causante habrá de mantenerse separado de la hacienda del Fisco, que será en
este caso quien lo suceda en los bienes luego de liquidado con ellos el pasivo
(arts. 3544, 3588 y 3589 Cód. Civil). Según nuestro ordenamiento provincial,
denunciada una herencia como vacante o devenida tal (art. 770, párr. 2º, Cód.
Procesal), se designará curador provisional en la persona del señor Fiscal de
Estado o el letrado que éste designe (art. 768 Cód. Procesal), siendo su obligación
hacer inventario de los bienes de la herencia (art. 3541, Cód. Civil) y atender en la
medida de ellos su pasivo (art. 3589, último párrafo, Cód. Civil). La contestación
de demanda por usucapión de un inmueble de la sucesión por parte del curador,
se inscribe en su deber de realizar todos los actos necesarios para la
conservación de los bienes que se transmiten (arts. 3383 y 3541 Cód. Civil), razón
por la cual las costas que se generen son cargas de la sucesión (art. 3879, inc. 1º,
Cód. Civil) y es ésta quien responde por ellas(3) .
COMENTARIO
Normas aplicables
Art. 769 — En todo lo aplicable se regirá por el procedimiento previsto en
los artículos anteriores; el juez podrá hacer uso de su facultad que el
art. 148(12) confiere a los litigantes cuando lo justifique el caudal del acervo
sucesorio.
Trámite
Art. 770 — Hecho el llamamiento de herederos y acreedores por edictos y
vencido su término sin que se presente ninguno que justifique su título y
acepte la herencia, ésta se reputará vacante y el juez designará al curador
hasta entonces provisional en el carácter de definitivo. El curador definitivo
aceptará el cargo bajo juramento e instará la realización del inventario
definitivo de los bienes sucesorios en la forma prevenida en el capítulo
precedente.
De igual manera se obrará aun cuando la sucesión no haya sido denunciada
como vacante si finalmente resulta que los presuntos herederos no pudieron
justificar el título alegado, ni se ha presentado ningún otro aceptando la
herencia.
Sin perjuicio del derecho del Fisco de solicitar la adjudicación de los bienes
en especie, en cuanto otras leyes no se opongan, los de la herencia se
enajenarán siempre en remate público debiendo liquidarse aquellos que sean
necesarios para pagar a los acreedores y las expensas útiles del denunciante
a quien le quedarán además a salvo los derechos que le reconozcan otras
leyes en su carácter de tal.
Todas las cuestiones relativas a la herencia reputada vacante, se
sustanciarán con el curador y el ministerio público, como representante de los
que pudieran tener derecho a la herencia.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
2. Curador de la herencia
El Código Civil establece exigencias al curador designado; así, debe hacer
inventario de la herencia ante escribano público y dos testigos. Ejerce activa y
pasivamente los derechos hereditarios, y sus facultades y deberes son los del
heredero que ha aceptado la herencia con beneficio de inventario (19).
En definitiva, el curador es el represente de la sucesión y su actuación se rige
por los arts. 3541/3543 del Código Civil; por las relativas a la curatela de bienes
(arts. 485/490 del Cód. Civil) y por el mandato (arts. 1870 y concs. del Cód. Civil),
en su carácter de administrador y liquidador de la herencia, tiene a su cargo los
actos de conservación, administración e incluso disposición con autorización
judicial, si se trata de bienes perecederos o para el pago de deudas. Por otra
parte, del precepto equiparador se desprende que "es con el curador con quien
han de sustanciarse las articulaciones y pretensiones concernientes a los bienes
del acervo, así como las que se susciten en torno al desarrollo del procedimiento
en procura del objetivo de ingresar finalmente los bienes al patrimonio estatal que
corresponda, por ello es que es al curador a quien debe, por ejemplo, reclamarse
la escrituración del inmueble adquirido en vida al causante, el pago de las
expensas, etcétera(20) .
Durante la reputación de vacancia el curador no es heredero, por lo que no
continúa la persona del causante; administra y liquida un patrimonio ajeno y su
actuación se regula por las normas del mandato. Por lo tanto, los actos que lleva a
cabo la Fiscalía de Estado dentro de los límites de una sucesión que se reputa
vacante son considerados como hechos personalmente por la representada y sólo
responde con su propio patrimonio en caso de falta grave en su administración.
Por tal razón, ejercitados pasivamente los derechos contra el causante y
satisfechos todos los acreedores (art. 3541 Cód. Civil), los bienes que pertenecen
al de cuius se enajenan (salvo la posibilidad de adjudicación en especie, art. 770
CPCC) correspondiendo el remanente a la Provincia, ocasión en que recién se
declara vacante a la sucesión (art. 3544 Cód. Civil)(21) .
En el Proyecto de Unificación del Código Civil y Comercial 2012 el curador debe
recibir los bienes bajo inventario. Debe proceder al pago de las deudas y legados,
previa autorización judicial. A tal efecto, a falta de dinero suficiente en la herencia,
debe hacer tasar los bienes y liquidarlos en la medida necesaria. Debe rendir
cuentas al Estado o a los Estados que reciben los bienes (22).
COMENTARIO
COMENTARIO
Presunto fallecido
Art. 773 — La tramitación de la declaración del fallecimiento presunto y de
la sucesión del así declarado, se ajustará a lo establecido en las leyes de
fondo sobre la materia, y en todo lo aplicable, se seguirá el procedimiento
previsto en los capítulos precedentes.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
Norma de reenvío al ordenamiento de fondo. Conforme surge de la propia letra
del art. 773 del CPCC, la tramitación de la declaración de fallecimiento presunto y
la sucesión del así declarado, se ajustará a lo establecido en las leyes de fondo
sobre la materia y en todo lo aplicable, se seguirá el procedimiento previsto para el
trámite de la sucesión. Las reglas de fondo a las que se refiere, son las contenidas
en los arts. 24 y sigtes. de la ley 14.394. El objeto de este proceso es el dictado de
una sentencia declarativa del fin de la existencia de una persona, permitiendo con
ello la apertura de la sucesión, pero con la regulación específica de los arts. 28 y
sigtes. de la ley 14.394. De allí entonces que es competente en el juicio sucesorio
de quien fuera declarado ausente con presunción de fallecimiento, el juez que
intervino en el proceso en el cual se dictó la declaración, surgiendo ello del propio
texto de la ley 14.394, en la que se entremezclan normas relativas a la declaración
de ausencia con otras relativas a la inscripción de bienes(1) .
COMENTARIO