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INTRODUCCION:

Si la teología es la ciencia que tiene por objeto a Dios, la Cristología tiene por
objeto a Cristo su persona y su obra, normalmente se considera la Cristología
como una subdivisión de la teología en un sentido etimológico. Esta costumbre ha
influido a menudo en la imagen que historiadores y teólogos orecen de la fe de los
primeros cristianos: comienzan exponiendo su idea sobre Dios y solo en segundo
lugar hablan de sus convicciones cristológicas 1. Cuando en el mundo helenístico la
iglesia se extendió más, comenzó a implementar tanto en el conocimiento como
en la predicación, categorías filosóficas que eran propias de la cultura
mediterránea. La base de la filosofía Griega estaba basada en el saber del actuar
y el funcionar de las cosas para haci plantear la cuestión de que las cosas son en
sí mismas.

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Cristología del NT. Oscar Cullman
Títulos relativos a la obra terrena de Jesús

JESUS, EL PROFETA

La espera de un profeta escatológico se explica desde el antiguo profetismo

Israelita.

Tres clases de profetas en Israel.

Como sabemos muy bien, hubo por lo menos tres clases de profetismo en Israel.

La primera clase es la que podemos llamar “profetas derviches”, Éstos se

caracterizaban por el frenesí extático, contagioso y creciente (ver, por ejemplo: 2

Re 9,11; Jer 29,26; Os 9,7). Tienen visiones y sueños (ver Núm.12,6 y 8). Se

sienten poseídos por “fuerzas o espíritus”, no por la palabra de Dios. Tienen una

preparación física inmediata antes de recibir cada revelación (danzan, oyen

música, gritan, se hieren, etc.). Su mensaje se dirige a una persona determinada,

no al pueblo en general.2

La segunda es la que podríamos llamar “discípulos de profeta” o “hijos de profeta”.

Se caracterizan por vivir en comunidades, dirigidos por un “maestro” o “padre” (por

ejemplo, Eliseo. Ver 2 Re 4,38; 6,1.2.12.21;2,12). Residen junto a un santuario

(ver 1 Sam.19,8 y ss.). Se señalan a sí mismos por medio de tatuajes (ver 1 Re

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Introducción al Apocalipsis, Alejandro Von Rechnitz
20,38 y 41; Zac.13,6; 1 Re 18,28). Viven según una especie de regla.

Normalmente tenían vivienda y alimentación pobrísimas (2 Re 4,1-7). Tenían una

fe intransigente en Yahvé e independencia absoluta frente a la sociedad y

economía3.

La tercera la formaban los que conocemos como “profetas clásicos” o “de libro”.

Se caracterizaban porque en ellos su vida, o sea lo narrativo o anecdótico, pasaba

a un segundo plano. Se expresaban por escrito en forma de poesía hebrea y con

el género literario conocido como “mensaje”. Se sienten a sí mismos

proclamadores de la palabra, no como “poseídos” por espíritus o fuerzas. Se

inspiran repentinamente, sin preparación técnica física inmediata ninguna. No

transmiten un comunicado accidental o personal, sino un mensaje para todo el

pueblo y permanente4.

Los judíos esperaban ¨al profeta que ha de venir¨ (Jn 1.21) esto aparece más claro

en Juan. Cuando las autoridades de Jerusalén mandan sus representantes que

son, al mismo tiempo como notorios que tienen que traer el testimonio de Juan el

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Introducción al Apocalipsis, Alejandro Von Rechnitz

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Introducción al Apocalipsis, Alejandro Von Rechnitz
Bautista bien autenticado y, como diríamos en tierras de cultura hispánica, bien

sellado.

A Juan el Bautista le preguntaron, si él era Elías o era el Profeta que avía de Venir

(Jn 1:21).

Juan mismo se describe como solo una voz Profética que esta cumpliendo lo

anunciado por otra voz profética y que vendrá otro que será el cumplimiento de la

voz profética y que este también será una voz profética.

Juan Bautista fue considerado pues como profeta en el sentido del antiguo

testamento. Así lo muestra todavía un pasaje como Lc 3,2 que dice de él lo que

decía el antiguo testamento de los antiguos profetas, por a hora nos limitamos a

mostrar que la persona de Juan el Bautista, igual que en el Maestro de Justicia de

Qumran y en ciertos taumaturgos y héroes políticos judíos de aquella época, se

pensó que, tras una larga interrupción, había reaparecido un verdadero profeta.

Para los judíos esto era una prueba de que los últimos tiempos estaban cerca.

El hecho de que a Jesús se le considerara un profeta, bastaba para atribuirle una

dignidad escatológica muy precisa

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