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Estudiante
Leoneidys Moreno
I Trasfondo Histórico
Juan, él más joven de los doce apóstoles, escribió este evangelio algún
tiempo después de que Mateo, Marcos y Lucas escribieron los suyos, y su
propósito fue suplementar esos mensajes. Los primeros tres evangelios han sido
llamados "sinópticos"(del griego "ver juntos") debido a que presentan en
general el mismo punto de vista de la vida y enseñanza de Cristo. El evangelio
de Juan es un libro extraordinario. Trata de los asuntos más profundos de la
vida, usando un estilo directo y simple. Juan presenta a Jesús como el Hijo de
Dios y el "unigénito del Padre." El versículo 16 del capítulo 3 ha sido llamado
"el corazón del evangelio". Juan también estaba pensando en las enseñanzas del
gnosticismo, para desenmascararlo con la verdad del evangelio. 91 veces repite
la palabra Padre
Origen y fecha
II Narrativa Histórica
Estructura y contenido
Ya que el espacio permitido nos impone la brevedad, intentaremos llegar a
nuestros lectores ofreciéndoles el mensaje con claridad. En el evangelio de
Juan, Jesús nos es presentado como el Hijo del Padre que, arrancándose de su
más íntima unión con él, aterriza en nuestra historia y comparte nuestra
naturaleza humana. Comunica a los hombres los secretos y la vida misma de
Dios y retorna después, a través de su pasión-glorificación, a su punto de
origen. Este esquema general se desarrolla en dos grandes partes: 1′)
Manifestación al mundo mediante la narración de hechos y palabras que le
acreditan como el Enviado (Jn 2, 1-12, 50). 20) Revelación más particular a los
suyos, que culmina en la pasión-resurrección (Jn 13, 1-20, 31).
Logo y testimonios
La Iglesia primitiva recurrió frecuentemente a los himnos para celebrar,
expresar y anunciar su fe. Nuestro logo (Jn 1, 1-18) es un buen ejemplo de ello.
En él nos es presentado el protagonista del evangelio, destacando su origen
eterno (w. 1-5), su aparición como luz y vida en nuestro mundo (vv. 9-13) y el
aterrizaje definitivo en nuestra historia haciéndose uno de nosotros (w. 14-18).
Nuestro evangelio utilizó este himno primitivo para prologar su obra. Este
nuevo destino le obligó a introducir en él algunas modificaciones y
ampliaciones: la insistencia en que la Palabra proyectaba hablar al hombre antes
de que éste existiese (v. 2); la acentuación del Bautista como testigo de Jesús,
frente a las sobrevaloraciones que los discípulos de Juan habían hecho de su
persona (vv. 6-8. 15); el modo concreto como Dios llegó a nuestro mundo,
superando intentos anteriores de acercamiento, como el de Moisés (w. 14-
16.18).
El mismo Jesús (Jn 1, 50-51) garantiza de forma absoluta que sus discí-
pulos le descubrirán como el Hijo del hombre: el camino hacia el Padre, el
punto de unión entre el cielo y la tierra. A ello se alude con la referencia implí-
cita a Gen 28, 12: la escala de Jacob. El título Hijo del hombre, que aparece
veinticinco veces en este evangelio y siempre en labios de Jesús -incluida la
aparente excepción de Jn 12, 34- parece referirse a la mediación entre Dios y el
hombre. Sólo en una ocasión -Jn 5, 27- hace referencia a su aspecto judicial.
Libro de los signos (Jn 2, 1- 12, 50)
Cuando los evangelios sinópticos se refieren a los hechos prodigiosos de Jesús
utilizan un vocablo griego, que podríamos traducir por acciones poderosas. El
cuarto evangelio, en cambio, se refiere sistemáticamente a esos hechos
prodigiosos con la palabra, “signos” o “señales” o acciones significativas.
Como estos signos -siete en total- han sido reunidos por Juan en la sección que
va desde el cap. segundo hasta el doce inclusive, todo el bloque ha recibido la
denominación de “Libro de los signos”. Pero no todo es material narrativo en la
sección. Junto al relato de los signos, el evangelista ha colocado una serie de
discursos, diálogos y debates que constituyen el nervio teológico del evangelio.
Incluso puede afirmarse que en la intención del autor los signos y los
demás hechos narrados en esta sección están en función del material discursivo.
Por lo mismo es difícil precisar dónde termina lo que podríamos llamar
“historia” y dónde comienza la elaboración teológica del evangelista. Lo cual
no dispensa, al contrario, anima a buscar y a hacer lo posible para encontrar el
sentido específico que tienen los “signos” en el cuarto evangelio. Tampoco es
fácil dilucidar si hay progreso de las ideas en el paso de un signo a otro o es
toda la verdad del evangelio lo que se propone en cada uno de los signos. En
todo caso, el mensaje de cada signo y de su correspondiente acompañamiento
doctrinal se captará mucho mejor si se lee sobre el trasfondo de la totalidad del
evangelio.
Para la comprensión del primer signo (2, 1-12) deben ser tenidos en
cuenta los siguientes puntos de referencia: la constatación de la madre de Jesús
“no tienen vino”, que significa la insuficiencia de la revelación antigua; la
afirmación de Jesús: la revelación plena comenzará cuando llegue su “hora”, es
decir, la cruz-resurrección. Esto se afirma en el marco de una boda: inicio de las
nuevas relaciones entre Dios y el hombre. Comienza un tiempo nuevo, una
nueva creación (sumando a estos tres días los cuatro mencionados en el cap.
1° tenemos una semana: alusión a la primera creación).
Viene a continuación la sustitución del templo (2, 13-22), que es una
acción significativa. Los sinópticos sitúan este relato en la última semana de la
vida de Jesús. Es, pues, el de Juan un relato anticipado por cuanto que el hecho
en sí mismo supone una actividad previa de Jesús. La razón de dicha
anticipación es su carácter programático. En lugar de la purificación del templo
aquí debiéramos hablar de la sustitución del mismo. En realidad se trata de eso.
Jesús es presentado como el verdadero y único templo, el punto de unión entre
lo humano y lo divino. El templo antiguo y todas las realidades simbolizadas en
él se hallan totalmente reemplazadas por la persona de Jesús.
Al relato narrado debía seguir, por lógica, discurso sobre pan de vida (6,
23-51 a) en el que se establece una comparación: Como el maná salvó al
antiguo pueblo de Dios, así ahora Jesús ha sido enviado del cielo, no como un
milagrero común, sino como el pan que da la vida eterna y que debe ser comido
mediante la aceptación por la fe. Este discurso sobre “el pan de vida” es de tipo
“sapiencial”: se atribuye a este pan lo que el A. T. aplicaba a la Sabiduría, y
podía ser entendido perfectamente por los interlocutores de Jesús en una
sinagoga.
Por otra parte, la impresión total que nos da Juan después de leer los
evangelios sinópticos es que aquí tenemos una interpretación de Jesús en lugar de un
relato estrictamente literal de su vida. Las enseñanzas impartidas por él son diferentes,
como también lo es el retrato de su persona, particularmente en lo que respecta a la
conciencia que tenía de su mesianismo y su carácter filial. Pero sería poco aconsejable
enfatizar estas diferencias. Jesús no es menos humano en Juan que en los otros
evangelios, y aun el “secreto mesiánico” de los sinópticos no está totalmente ausente
en Juan. F. F. Bruce se atreve a decir que no hay discrepancia fundamental entre el
Jesús de los evangelios sinópticos y el de Juan (The New Testament Documents5,
1960, pp.60s).
Lo que esto significa es que Juan no contradice a los otros evangelios, sino que
interpreta a la persona que ellos describen. Mientras los otros evangelistas nos dan una
fotografía de Jesús, Juan nos ha proporcionado un retrato (W. Temple, op. cit. inf., pp.
xvi). En consecuencia, y a la luz de lo dicho, podemos emplear el Evangelio de Juan
como una fuente para el estudio de la vida de Jesús y para la interpretación joanina de
su vida, aun cuando sea imposible separar completamente ambos aspectos. No es
posible comprender completamente la vida terrenal de Jesús independientemente de la
revelación que de sí mismo como Señor resucitado hace a su iglesia. Bajo la
inspiración del Espíritu (cf. 14.26; 16.14) Juan dio a conocer el significado de la vida
terrenal de Jesús; interpreta su historia y al hacerlo nos da, en las palabras de A.M.
Hunter, “el verdadero significado de su historia terrenal” (Introducing New Testament
Theology, 1957, pp. 129).
Los romanos en lugar de los Persas, eran los que tenían bajo su domino
a Palestina pensamiento y cultura de los griegos (Helenismo), mas bien que los
dioses de los cananeos como Baal y Moloc, amenazan ahora con descarriar el
pueblo de Dios.
Situación Social:
Partidos Religiosos:
Los partidos de los saduceos y los Fariseos (lo mismo que los partidos
políticos de los Zelotes y los herodianos) no existían en el Antiguo Testamento.
Funcionarios Religiosos:
Instituciones Religiosas:
Costumbres:
Contexto Geográfico
Nunca se ha escrito un libro que reclame cosas tan grandes para su héroe
como el Evangelio de Juan. Su autor le otorga los títulos más exuberantes al
Cristo histórico. De hecho, desde el primer v. dice que es Dios. La tradición
sostiene que Juan es su autor y que la fecha y lugar de autoría fue en algún
tiempo hacia el cierre del primer siglo d. de J.C., en Asia Menor.
V BIBLIOGRAFIA