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Antiguo testamento II

Unidad I:

Generalidades de la
Literatura Profética

L
a Biblia y su mensaje han contribuido al desarrollo de la igle-
sia cristiana durante siglos. Su lectura ha servido de inspira-
ción a individuos y comunidades.
El Antiguo Testamento incluye temas que son diversos, los
géneros son muy variados y aún los especialistas no se ponen de
acuerdo en identificar algunos, tales como: escritores, fecha de
composición, destinatarios, propósito, ocasión, temas relevantes,
entre otros.
Por este motivo, para comprender mejor los Libros Proféticos,
es necesario conocer acerca de los aspectos literarios, estilos, géne-
ros y estructura de los libros que lo conforman; su teología, así
como el contexto en el cual se escribieron. Pero, antes de entrar en
el tema, consideremos la persona del profeta.

¿QUIÉN ES UN PROFETA?
Para algunos, el profeta es quien “predice el futuro”, una espe-
cie de adivino, que puede saber lo que ha pasado o pasará. De
acuerdo a José L. Sicre, esta concepción tiene dos fundamentos:

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Uno de tipo etimológico erróneo; el otro, parcialmente justificado


de tipo histórico.1
Con respecto al primero, “profeta” viene del hebreo nabí que
significa “el que sale como agua de un manantial o fuente” Esto
se refería, probablemente, al discurso de entusiasmo y en forma
de éxtasis del profeta, particularmente entre los primeros repre-
sentantes del movimiento profético. Pero en tiempos primitivos se
consideraba como “vidente” a quien hablara en nombre de Dios,
indicando así la importancia de la misión profética.
En lo referente al segundo fundamento, hay ocasiones en la
Biblia en que el vidente sabe lo que ha pasado y lo que pasará,
por ejemplo: Samuel se refiere a las asnas que se le han perdido
a Saúl (1 Samuel 9:6-7,20); Ahías, un profeta ciego, sabe quien va
a visitarlo (1 Reyes 14:1-16); Elías predice la muerte de Ocozías
(2 Reyes 1: 16-17); Eliseo sabe lo que ha hecho su criado Giezi (2
Reyes 5:20-27).
Sin embargo, debemos notar que en el Antiguo Testamento y
principalmente antes de Moisés, toda persona cuya vida, obra y
palabras servían para comunicar algo de Dios y de sus pensamien-
tos a los hombres, era “profeta” en sentido general. Así tenemos
a Abraham (Génesis 20:27), María, la hermana de Moisés, (Éxodo
15: 20), las bendiciones de Isaac y Jacob (Génesis 27: 27-29, 39-40,
48:20), los sueños de José (Génesis 37: 5-11), Moisés es considerado
“profeta” porque es un portavoz de Dios. Existieron profetas en el
tiempo de los Jueces como Débora (Jueces 4:4) y un profeta anóni-
mo (Jueces 6:6-12).
Además, leyendo los libros de Amós, Isaías, Oseas, Miqueas,
Jeremías, entre otros, el profeta no es un adivino, sino un hombre
llamado por Dios para transmitir su palabra, para orientar a sus
contemporáneos e indicarles el camino recto. A finales del Siglo
VI a. C., Zacarías sintetizaba la predicación de sus antecesores de
esta manera: “Convertíos de vuestra mala conducta y de vuestras
malas acciones” (Zacarías 1:4).

1 Sicre. Los profetas de Israel y su mensaje. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1986., pp.
5-14.

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La exhortación que hacen los profetas, con frecuencia va


acompañada de referencias al futuro, prediciendo el castigo o pro-
metiendo la salvación. En ocasiones, los profetas son conscientes
de revelar cosas ocultas, pero su misión principal es iluminar el
presente, con todos sus problemas sociales, políticos, corrupción
religiosa, desesperanza y escepticismo.

TRASFONDO BÍBLICO GENERAL


El profeta Amós deja claro que ser profeta era un don de Dios
(Amós 2:11). El origen divino del oficio profético es afirmado por
Jeremías, que también revela que comenzó con Moisés (Jeremías 7:25).
Un pasaje fundamental para comprender el oficio de profeta es
Deuteronomio 18:9-22. En este pasaje Moisés declaró que Dios iba
a levantar la institución profética, y que algún día se levantaría un
gran Profeta. El contexto de Deuteronomio y el establecimiento del
oficio profético a lo largo de los años, nos permite comprender que
Jesucristo iba a ser el gran Profeta, pero también que habrían otros
profetas que lo iban a anteceder y a anunciar.

LOS NOMBRES DADOS A LOS PROFETAS

Ro’eh, “Vidente”

Se halla once veces en el Antiguo Testamento para describir


al profeta, como un hombre de percepciones espirituales excep-
cionales. El término indica la visión penetrante característica en
la mayoría de los profetas. Samuel fue un vidente que alcanzó
gran reputación en su comunidad (1 Samuel 9:9-11), considera-
do como un hombre singularmente afortunado, por el hecho de
haber sido favorecido por Dios, dándole algunas respuestas sobre
lo desconocido.

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Chozeh, “Vidente”, “místico”

Un vidente era uno que llevaba una vida religiosa contemplati-


va. Las funciones de vidente y escrutador de lo futuro de los pro-
fetas primitivos, alcanzaron su más alta expresión en los profetas
posteriores. El nombre anterior y éste dan énfasis al modo en que
los profetas recibían los mensajes en vez de darlo a la calidad de
ellos como portavoces de ese mensaje.

Nabhi, “Profeta”, “proclamador”

Pone la fuerza e importancia en la expresión del mensaje y no


en la visión. El profeta no sólo hablaba las palabras de Dios, sino
que era considerado como “boca de Dios”: el lugar donde Dios
habla (1 Reyes 8:15; Isaías 1:20; Jeremías 15:19 ).
La palabra “profeta” en español, y la misma palabra expresada
en el griego propheetes, describen a una persona que no habla por
sí misma sino en nombre de otra. La idea de predicción de eventos
futuros cercanos o remotos, está a simple vista en todo el Antiguo
Testamento. Sin embargo, los profetas fueron en primer lugar y
prominentemente cada uno en su propia esfera, maestros y predica-
dores; testigos del Altísimo a la vez que vaticinadores de lo futuro.
No hay diferencia en la función del nabhi, ro’eh y chozeh. Una
persona así podía ser llamada por cualquiera de esas designacio-
nes. Sin embargo, quizá exista una diferencia de énfasis. La palabra
nabhi destaca la obra activa del profeta al proclamar el mensaje de
Dios. Mientras que las palabras ro’eh y chozeh, ponen en primer
plano la experiencia por medio de la que, se le hacía ver al profeta
este mensaje.

Varón de Dios

Esta frase enfatizaba el santo llamamiento, el carácter moral y


el ministerio dado por Dios al profeta. Este término se encuentra
en numerosos pasajes (1 Samuel 9:10; 2 Reyes 1:9, 11, entre otros).

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Siervo de Jehová

Las Escrituras hacen frecuente referencia a los profetas como “mis


siervos” (2 Reyes 9:7; 17:13; Ezequiel 38:17; Daniel 9:6), enfatizando
la estrecha y santa relación entre Dios y sus fieles mensajeros.

LA FUNCIÓN DE LOS PROFETAS

Primero, los profetas eran predicadores de la ley ya revelada.


No todo lo que proclamaban los profetas eran nuevas verdades. De
hecho, su ministerio estaba claramente basado en la verdad de Dios
que había sido revelada por medio de Moisés (y otros). Los profetas
(quizá ayudando a los sacerdotes) exponían vigorosamente una ver-
dad que era descuidada, mal comprendida o desconocida (Jeremías
11:1-5; Daniel 9:4-13; Malaquías 4:4).
Segundo, los profetas predecían personas y acontecimientos
venideros. En base a las necesidades de su tiempo, predecían juicios
venideros o bendiciones, aunque hablaban primariamente a las per-
sonas de su época. La profecía predictiva se ocupaba del juicio, de la
salvación, del Mesías y de su reino.
Algunas predicciones eran condicionales, ya que dependían de
la conducta futura de aquellos a quienes concernía, y podría tomarse
más bien como advertencias para conducir a los hombre al arrepenti-
miento (Jonás 3). Otras profecías tenían una doble referencia; prime-
ro a un cumplimiento cercano en la época misma del profeta, como
se ve en el caso de Isaías 7:3-9; y luego a un acontecimiento mucho
más allá de la visión personal e inmediata del profeta, que, no obs-
tante, parece surgir de las circunstancias presentes, como cuando en
un paisaje las hileras de colinas distantes forman un solo cuadro con
el primer plano (Isaías 7:1-14 = Mateo 1:23; Isaías 40:3 =Marcos 1:2;
Daniel 7:13 = Marcos 14:62).
Tercero, los profetas actuaban como vigías sobre los conductores
y el pueblo de Israel. Los profetas eran guardianes de la constitución
de Israel (la Ley). Eran los preservadores y defensores de los princi-
pios sobre los que la teocracia había sido edificada. No sólo predica-

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ban la Ley, sino que llamaban a Israel a obedecerla, advirtiéndoles


de un juicio cierto si rehusaban. Ésta era probablemente la función
primera del profeta.
En su ministerio, el profeta no sólo hablaba al pueblo de Israel
sino que también se le veía asociado con los gobernantes y reyes de
Israel. Es importante comprender la razón de esto. Sería un grave
error suponer que los profetas, debido a su gran interés en la monar-
quía, fuesen principalmente políticos. Su actividad política siempre
estaba subordinada a un fin religioso. Servían como consejeros, pero
lo hacían a fin que prosperase el reino teocrático. Era a través del
rey (o gobernante) que el profeta podía a menudo influenciar mejor
a la nación para la verdad de Dios (Elías y Acab; Isaías y Ezequías;
Hageo y Zorobabel; Jeremías y Sedequías).

GÉNEROS LITERARIOS
DE LOS LIBROS PROFÉTICOS

La primera impresión que recibimos de los libros proféticos es de


desorden; sin embargo, debemos tener en cuenta que fueron escritos
en una cultura muy diferente a la nuestra. De allí que sea importante
conocer los géneros literarios de los mismos.

GÉNEROS DE SABIDURÍA

A. La parábola: Natán y David (2 Samuel 12:1-7).


B. Alegoría: Ezequiel ante el rey de Judá (Ezequiel 17:1-9).
C. Bendición y maldición (Jeremías 17: 5-8).
D. Comparaciones (Jeremías 17:11).
E. Pregunta (Amós 3: 3-6).

GÉNEROS TOMADOS DEL CULTO

A. Himnos (Amós 4:13; 5: 8-9; 9: 5-6; Isaías 12).


B. Instrucción (Amós 4: 4-5).

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C. Oración (Jeremías 32: 16-25).


D. Oráculo o respuesta divina de salvación (Isaías 48: 8-16).

GÉNEROS TOMADOS DEL ÁMBITO JUDICIAL

A. Fiscal en proceso (Ezequiel 22: 1-16; 18: 5-9).


B. Formulaciones casuísticas (Ezequiel 18: 10-17).
C. Requisitoria profética o la acción que Dios requería a través
del profeta por parte del pueblo (Miqueas 6: 1-8).

GÉNEROS TOMADOS DE LA VIDA DIARIA

A. Canción de amor (Isaías 5: 1-7).


B. Canción de trabajo (Ezequiel 24: 3-5, 9-10).
C. Canto a la espada (Ezequiel 21: 13-21).
D. Elegía o lamento o endecha (Amós 5: 2-3).
E. Los ayes (Habacuc 2: 7-8).

GÉNEROS NARRATIVOS
ESTRICTAMENTE PROFÉTICOS

A. Denuncia: Anuncio de castigo, fórmula del mensajero. Lo


encontramos cuando Amós enfrenta al sumo sacerdote
Amasías (Amós 7: 16-17). A veces se usa metáforas como
cuando Isaías habla contra el mayordomo del palacio Sebna
(Isaías 22: 15-18).
B. La acusación (Amós 1: 6).
C. Las acciones simbólicas: Los profetas llevaban a cabo ciertas
acciones o daban instrucciones para que otros las hicieran,
explicando que aquellas acciones significaban verdades que
deseaban comunicar. Es muy frecuente entre los profetas del
siglo VII a.C. y comienzos del siglo VI a.C. Por ejemplo en
1 Reyes 11: 29-31 el profeta destroza un manto nuevo; en 1
Samuel 11:7 se descuartiza una pareja de bueyes; en 2 Reyes

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13: 14-19 se tira flechas por una ventana, etc. Estas acciones
simbólicas contienen seis elementos:

1. La orden de ejecutarla viene siempre de Dios.


2. El relato.
3. La interpretación.
4. Los testigos oculares.
5. El compromiso de Dios a ejecutar lo simbolizado.
6. El nexo entre la acción simbólica y lo simbolizado.

TEMAS PRINCIPALES
DE LOS LIBROS PROFÉTICOS

Los profetas escritores, por lo general, escribieron en tiempos


de degeneración nacional y juicio inminente, y se constituyeron,
en cierto sentido, en la conciencia insistente de la nación. En este
contexto, Stanley Ellisen hace una clasificación2 de sus temas prin-
cipales, los cuales son los siguientes:

TEMAS ÉTICOS

1. La condenación de la idolatría, la inmoralidad y la injusticia


con un llamado al arrepentimiento y a la vida justa (Jeremías
51:17; Oseas 4:17; Miqueas 6:8).
2. El carácter de Dios que requiere justicia y misericordia y pro-
mete el juicio a los que no se arrepienten (Ezequiel 3: 17-21;
Oseas 11: 1-8; Miqueas 6: 9-16).
3. El carácter de la religión verdadera contrastándola con la
vanidad de la religión ceremonial sin la obediencia a Dios
(Oseas 4: 12-13; Amós 8:10; Zacarías 7: 3-7).
4. El testimonio de Israel (Jeremías 2: 2; 3: 6; 25: 1-4).

2 Ellisen, Stanley. Hacia el conocimiento del Antiguo Testamento. EE.UU.: Editorial


Vida, 1990., pp. 209-210.

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TEMAS TEOLÓGICOS

1. ¿Cómo era el pacto que los ligaba con Dios? (Jeremías 31: 31;
Ezequiel 16:8).
2. ¿Qué es el templo y sus servicios? (Hageo 2: 1-9).
3. ¿Qué deseaba Dios de su pueblo? ¿Cuáles son sus juicios?.
4. Dios y sus atributos (Jeremías 2:13; 10:12; 27:5,6; Habacuc 3:2-6).

Dentro de los temas teológicos podemos observar profecías


que tienen que ver con los acontecimientos futuros, tanto de Israel
como de las otras naciones. A continuación mencionaremos algu-
nos de estos temas escatológicos:

1. La conservación de Dios del remanente fiel de Israel (Isaías


10:21; Sofonías 3:13).
2. El Mesías y su obra (Isaías 28:16; Daniel 9:26; Zacarías 12:10;
Zacarías 13:7).
3. La intervención de Jehová en gracia.
4. Intervención para la liberación y juicio de los rebeldes.
5. El día de Jehová (Joel 2: 1-2, 11; Amós 5:18; Abdías 15).
6. El rey y el reino (Daniel 7:18; Abdías 21).
7. Israel y las naciones circundantes (Abdías 2-4; Nahum 3: 1-3;
Zacarías 11:1-3).

TIPOS DE CLASIFICACIÓN
DE LA LITERATURA PROFÉTICA

La Literatura Profética puede ser clasificada desde diferentes


puntos de vista. Todas las clasificaciones tienen su por qué.

CLASIFICACIÓN TRADICIONAL - CANÓNICA

Esta división es la que aparece en las Biblias actuales, de acuer-


do al orden canónico moderno. La designación de Profeta “Mayor”

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simplemente significa que el mensaje es más extenso que el del


Profeta Menor, y que se encuentra una mayor variedad de cuestio-
nes tratadas en sus escritos.

A. Profetas Mayores B. Profetas Menores


1. Isaías 1. Oseas
2. Jeremías 2. Joel
3. Lamentaciones 3. Amós
4. Ezequiel 4. Abdías
5. Daniel 5. Jonás
6. Miqueas
7. Nahum
8. Habacuc
9. Sofonías
10. Hageo
11. Zacarías
12. Malaquías

CLASIFICACIÓN CRONOLÓGICA
Esta división tiene que ver con el orden cronológico de cómo
iban apareciendo en escena los profetas. En este curso seguiremos
esta clasificación.

A. Profetas del Siglo VIII a.C. C. Profetas del Exilio


(Reino Dividido)
1. Ezequiel
1. Isaías 2. Daniel
2. Miqueas
3. Oseas
4. Amós
5. Jonás
B. Profetas del Siglo VII a.C. D. Profetas del Post-exilio
(Reino Solitario)
1. Joel
1. Sofonías 2. Zacarías
2. Jeremías 3. Hageo
3. Abdías 4. Malaquías
4. Nahum
5. Habacuc

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