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PERSPECTIVA Y DESAFIOS PASTORAL

[The challenges and role conflicts of the Church’s pastor]

Resumen
Uno de los trabajos más desafiantes es el del ministerio pastoral. Los pastores
suelen ser generalistas, “personas del renacentismo” cuya vocación “requiere
una amplia varidad de habilidades”. ¿Cuáles son los desafíos y conflictos que
suelen enfrentar los pastores en las iglesias? Este breye ensayo 1) reflexiona sobre
la relación del pastor con la iglesia y 2) muestra cuáles son los desafíos que
siempre están presentes en el ministerio pastoral a fin de nunca olvidarlos y saber
cómo hacerles frente.

Palabras clave: Pastor, iglesia, misión, desafíos, conflictos de rol

Abstract
One of the most challenging jobs is pastoral ministry. Pastors are generalists,
“renaissance persons,” whose calling “requires a wide variety of skills.” What are
the challenges and conflicts that pastors frequently face in churches? This essay
1) reflects on the pastor's relationship with the church and 2) shows what are the
challenges that are always present in pastoral ministry in order to never forget
them and know how to face them.

Keywords: Pastor, church, mission, challenges, role conflicts

EL PASTOR Y LA IGLESIA
El pastor necesita comprender el carácter de la misión de la iglesia. El ministerio
pastoral no es independiente de la iglesia. ¡Es todo lo contrario! Si no hubiera
iglesia, no se necesitarían pastores. Hablando estrictamente, una discusión sobre
el ministerio pastoral es parte de la eclesiología. Consecuentemente, a fin de
comprender el rol pastoral, uno debe de comprender también el propósito de la
iglesia. “La filosofía bíblica del ministerio debe estar enraizada en la eclesiología
bíblica”.1 Esta relación es evidente en 1 Timoteo 3:1415: “Esto te escribo… para
que, si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del
Dios viviente, columna y defensa de la verdad”. La iglesia es la casa de Dios.
Existe una estrecha relación entre Dios y la iglesia. El Señor guía y apoya a la
verdad. La iglesia honra y adora a Dios. La iglesia es la columna y baluarte de la

1 Alex D. Montoya, “Approaching Pastoral Ministry Scripturally,” en Rediscovering


Pastoral Ministry: Shaping Contemporary Ministry with Biblical Mandates, ed. John MacArthur, Jr.
(Dallas: Word Publishing 1995), 68.

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verdad. La iglesia ha recibido el mensaje de Dios. Ha recibido la Palabra inspirada


de Dios, los testigos apostólicos, la enseñanza y la verdad. La iglesia guarda este
mensaje y lo proclama. 2 Timoteo 2:18 habla acerca de hombres “que se desviaron
de la verdad diciendo que la resurrección ya se efectuó y trastornan la fe de
algunos”. Obviamente, esta verdad referida en las epístolas pastorales no es una
idea nebulosa; al contrario, tiene que ver con doctrinas cristianas concretas. Por
ejemplo, negando que la resurrección futura de la humanidad significa haberse
apartado de la verdad. La iglesia no puede tolerar tales ideas erróneas. A.
Montoya declara: “La iglesia es una comunidad adoradora, una comunidad
testificadora y una comunidad trabajadora. En otras palabras, la iglesia está para
exaltar al Señor, para evangelizar al mundo y para edificar a su feligresía”.2 Por lo
tanto, “el rol del liderazgo pastoral . . . es proveer guía, cuidado y vigilancia para
la iglesia de modo que cumpla los mandatos ordenados por Cristo de evangelizar
al mundo entero, creciendo en la semejanza de Cristo y existiendo para la
exaltación y adoración de Dios”.3
Además, la iglesia del Nuevo Testamento no está limitada a congregaciones
aisladas. Mientras el Nuevo Testamento llama a las congregaciones locales como
iglesias, él también mantiene el concepto de la iglesia como una entidad
universal.4 En 2 Timoteo 3:15, la iglesia no parece estar limitada a la iglesia en
Éfeso, donde Timoteo sirvió. Otro concepto que los pastores necesitan tener en
mente es la teología del remanente. Jere Patzer sugiere que el ministerio personal
debe considerar la teología (el mensaje), la misión y la organización de la Iglesia
Adventista. Los tres están estrechamente vinculados.
Los pastores no pueden descartar uno de ellos sin causar daño a la iglesia,
a la gente y a ellos mismos. Patzer escribe: “Yo creo que Dios levantó a nuestra
iglesia profética inspirando su teología, la cual guía su misión mediante su
organización… Todos estos elementos están intrínsecamente vinculados. Los tres
son ordenados divinamente. Los tres son profundamente significativos”. 5 Los

2 Montoya, 68.
3 Ibíd., 77.
4 Ver, la iglesia en Éfeso contrastando la iglesia de Colosas. Mientras en Apocalipsis 2-3

son dirigidas a congregaciones individuales, Apocalipsis 12 describe a la iglesia universal.


5 Jere D. Patzer, The Road Ahead: A Vision for Spiritual Leadership in the 21st Century (Nampa,

ID: Pacific Press, 2003), 14.

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pastores que trabajan para la Iglesia Adventista deben comprender su carácter y


no pueden ser negligentes con su mensaje y misión. Ellos deben servir dentro de
estos límites establecidos por el carácter, mensaje y la misión de la iglesia. Ellos
son urgidos a respetar y apoyar la iglesia. Ellos son los representantes de la Iglesia
Adventista mundial. Su ordenación no está limitada a un distrito o país. Por lo
tanto, ellos son desafiados a permanecer alejados de cualquier forma de
congregacionalismo, provincialismo y nacionalismo. Servimos a una iglesia
mundial. Debemos aprender a vivir juntos como una comunidad mundial y no a
edificar paredes de separación y subrayar nuestra idiosincrasia.
Por otro lado, nuestro entendimiento de la Iglesia Adventista como el
remanente visible debe guiar nuestras relaciones con las otras iglesias. Aunque a
veces podría ser necesario señalar problemas en la iglesia, hagámoslo en
humildad y no públicamente. En un número del New York Times, una de las
revistas más vendidas, un pastor adventista fue entrevistado y dijo lo siguiente:
“Como un excavador apasionado de sitios antiguos y pastor adventista del
séptimo día ordenado, Doug parecía encarnar todas las tensiones entre la
ciencia y la religión, entre la historia y la fe… Cuando nos sentamos en un
banco, le pregunté cómo reconciliaba él este trabajo como un arqueólogo
y sus creencias. ‘Creo que he llegado a un acuerdo personalmente con la
Biblia, un libro que es precioso para mí’, dijo, ‘de modo que yo no tengo
que encerrarme en cada historia como un hecho factual. Mi propio sentido
respecto a las Escrituras es que yo creo que hubo algún tipo de actividad
divina detrás de la Biblia, pero no asumo que cada detalle de esa historia
es verdadera. No puede serlo. Pues yo no creo que los detalles sean
importantes. Creo que las lecciones son importantes… No soy
dependiente de factibilidad en todo. Yo puedo mirar hacia atrás y decir:
Bueno, esto no sucedió de esa manera. De modo que no hubieron dos
millones de personas en el éxodo. Pero todavía tengo la sensación de que,
históricamente, arqueológicamente, podemos ver los elementos más
grandes de la historia… Crecí en una tradición en la que la tierra era solo
de seis mil años de antigüedad, pero yo estaba trabajando en un sitio que
es de 250,000 años de antigüedad…’”.6

Semejante declaración puede causar daño. Aunque la lucha del individuo


pueda ser entendible, la equidad requeriría o bien abstenerse de hacer tal
declaración en público, lo cual contradice lo que la iglesia representa o retirarse

6Bruce Feiler, Walking the Bible: A Journey by Land through the Five Books of Moses (New
York: HarperCollins Publishers, 2002), 404-405.

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del ministerio pastoral. Los pastores que trabajan para esta iglesia deben
comprender su naturaleza y propósito, deben respetarla y apoyarla.

DESAFÍOS Y CONFLICTOS DE ROL


Los pastores en su ministerio han tenido toda clase de desafíos y conflictos.
Un problema es la cantidad de roles que uno tiene que asumir y la dificultad de
hacer justicia con todos ellos. Así, el pastor ejerce simultáneamente tles coo una
esposa, un pariente, el niño de uno de los padres, un pastor, un supervisor, un
empleado, o alumno solo por nombrar algunos de ellos aquí. Por otro lado hay
peligros y desafíos para el pastor que están relacionados con sus funciones
pastorales.
1) Presión del tiempo. La presión del tiempo que los pastores han de soportar
al tratar de hacer justicia a las funciones pastorales puede ser muy
estresante. El estudio de Peter Swanson realizado con los pastores en la
Unión Checoslovaquia demostró que “el pastor promedio trabajaba 65
horas a la semana, y algunos apretando el tiempo llegaban hasta unas 85
horas”. 7 Los pastores necesitan planificar su tiempo diligentemente,
priorizando, delegando y evaluando.8
2) Ministerio desequilibrado. Existe el peligro de un ministerio desequilibrado.
Los pastores pueden preferir ciertas funciones sobre otras dejando a un
lado otras. Tienen sus hobbies, funciones que son realizadas más fácilmente
y que no requieren de mucho esfuerzo. Algunos emplean mucho tiempo
en la preparación de sermones. Otros dedican mucho tiempo a la
planificación del servicio de adoración. A menudo, la enseñanza es pobre,
especialmente cuando se trata de la formación sistemática de los miembros
de iglesia. A veces, la evangelización pública es despreciada. Muchos de
estos problemas se pueden atribuir a la falta de visión y planificación por
parte del pastor.
3) Ignora el contexto de la Iglesia. Existe el peligro de ignorar el contexto de la
Iglesia, a saber, su mensaje y misión. Algunos pastores llegan a la iglesia

7 Swanson, 5.
8 Ver Patzer, 67-69, donde él trata con la administración del tiempo, 5-8.

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con interpretaciones extrañas. Otros defienden ideas que se encuentran en


los ministerios independientes, otras iglesias, la ciencia, y en otros lugares,
tales como la evolución teísta, la teología del proceso, la teoría de la
influencia moral, la justificación universal, la nueva teología del pacto, y
los nuevos escenarios del tiempo del fin.
4) Falta de éxito y sus consecuencias. En algunas partes del mundo los pastores
sufren de una falta de éxito, lo cual puede conducir al desgaste. Pueden
llegar a ser extremadamente críticos, el probar las últimas modas, o
mantener el status quo por estar sirviendo sin pasión y entusiasmo y
trabajando lo menos posible. Con frecuencia, la falta de pastores de éxito
se debe a la falta de crítica y al trabajo sin mucha reflexión al aplicar las
últimas tendencias en el cristianismo, como por ejemplo: elementos del
movimiento iglecrecimiento, modelos para la creación de mega-iglesias,
métodos de liderazgo derivados de modelos de negocio, elementos
carismáticos, y los modelos de renovación del culto.
5) Falta de formación. Otro peligro es el concepto de que todos son iguales, que
el pastor es solo uno de la multitud y que, por tanto, la formación no es
necesario. El pastor y su familia rechazan la idea de vivir una vida
ejemplar.
6) Falta de interés en asuntos teológicos y estudios bíblicos. Roger Olson advierte:
“A veces, la corrección doctrinal y teológica ha importado demasiado.
Pero en todo caso, en nuestros días el péndulo ha oscilado hacia el extremo
opuesto, donde muchos cristianos saben poco o nada acerca de las
doctrinas cristianas o cómo o por qué se han desarrollado. El cristianismo
está en peligro de convertirse en poco más que una religión popular de
culto terapéutico y sentimientos individualistas”. 9 Hoy día muchos
pastores se centran casi exclusivamente en la teología práctica y no están
interesados en el estudio de temas teológicos y bíblicos. Se crea una
dicotomía entre la vida, entre lo que se considera importante y la doctrina,
así como en los estudios bíblicos, que son vistos como nada práctico. “Soy

Roger E. Olson, The Story of Christian Theology: Twenty Centuries of Tradition & Reform
9

(Downers Grove: InterVarsity Press, 1999), 17.

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muy consciente”, afirma Marguerite Shuster, “que estoy nadando contra


una marea poderosa cuando abogo por un renacimiento de la predicación
doctrinal… las respuestas van desde la ansiedad, al terror, a la fuga”.10
Hay miembros de iglesia que no hacen más preguntas sobre cuestiones
bíblicas a sus pastores porque afirman que sus pastores no saben bien
teología ni están dispuestos a hacer una investigación a fin de llegar a una
respuesta. Si decimos que la Biblia es fundamental para lo que creemos,
entonces eso necesita la debida atención. “Tan práctico como la vida
misma”, escribe Roy Adams, “la [teología] es lo que nos impide ser
engañados o manipulados por los descarriados e inescrupulosos. Ella
forma la roca firme que es la base sobre la cual anclamos todo lo demás.
Sin ese fundamento estamos totalmente a la deriva”.11 Es, por ejemplo, deseable
para un pastor ser eficaz en los ministerios de grupos pequeños, pero esto no le
hace a él un pastor adventista. Es el mensaje el que hace toda diferencia, no las
técnicas y habilidades.12 Ambos necesitan ir de la mano, siendo el mensaje lo
que tiene la prioridad y está por encima de las habilidades. Peter Schmiechen
enumera varias razones por las cuales el pensamiento teológico está descuidado
por muchos,13 a las que hemos añadido algunos más: el individualismo, el
funcionalismo, el deseo de ser autónomo, el consumismo, un enfoque
sociológico, el pluralismo, el relativismo, la emotividad, el elitismo y la apatía.
El pensamiento teológico es considerado por algunos como demasiado difícil,
demasiado aburrido y consumidor de demasiado tiempo. Sin embargo,
tenemos que pedir a los pastores que se involucren más en los estudios
teológicos a fin de aprender a disfrutar de la belleza del mensaje bíblico. Los
pastores necesitan tomar tiempo para estudiar a fin de presentar —cuando
prediquen— una “comida saludable” y no solo una forma espléndida sin
mucho contenido. Ellos necesitan crecer personalmente en su comprensión de
Dios, su voluntad y su plan de salvación. En gran medida, los pastores son

10 “Preaching Crhistian Doctrine: Derek Morris interviews Margarite Shuster,” Ministry,

January 2002, 10.


11 Roy Adams, “In a Time of Confusion”, en
https://www.adventistreview.org/archives/2000-1549/story2.html (consultado el 20 de enero
de 2010). Él continua: “‘¿Todo lo que necesitamos es a Jesus’? ¿Qué es Jesús? ¿Quién es Jesús? Y
¿por qué le necesitamos a él, y no a Buda o a Platón o a Mahoma o a cualquier otro? Sin la teología,

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responsables del clima en sus iglesias. Esto incluye la comprensión teológica y


el amor por la Palabra de Dios.
7) Dudas sobre las Escrituras. Las dudas acerca de las Escrituras pueden ser
causadas por una variedad de razones, entre ellas, las crisis existenciales
y el estar expuestos a la teología crítica. En algunos círculos se rechazan
los conceptos de la revelación y la inspiración divinas. La influencia
sobrenatural no solo en las Escrituras, sino sobre la vida en la Tierra es
rechazada. La idea de que las Escrituras son estrictamente acondicionadas
culturalmente no contribuye a la apreciación de la misma. Lo mismo

esa afirmación, o tanto como nosotros podamos agregar o estar de acuerdo con él en su cara, no
tendría absolutamente ningún contenido o significado. El nombre Jesús, como una referencia a
una persona que vivió hace 2000 años en Palestina, solo se puede apreciar correctamente en un
contexto teológico. Sin ese contexto, es vacío y carente de cualquier significado.
12 Montoya, 72, declara, Sin embargo al introducir programas innovadores
en favor del cambio y emoción sin concentrarse realmente en la enseñanza de la
Palabra de Dios es como cambiar los platos para el almuerzo sin preocuparse por el
correcto alimento que se sirve en esos platos”.
13 Peter Schmiechen, Christ the Reconciler: A Theology for Opposites,
Differences, and Enemies (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Company,
1996).
ocurre si se acepta el posmodernismo. Las doctrinas que están siendo
cuestionadas son: la creación, la salvación, la Trinidad, el sábado, el
santuario y el remanente. Martin Lutero dijo: “Un obispo, que descuida la
Palabra de Dios, es un lobo y un apóstol de Satanás, aunque fuese santo”.12

CONCLUSIONES
Las funciones pastorales más importantes son enseñanza, predicación,
cuidado pastoral, administración y liderazgo, evangelismo y formar. Estas deben
ser usadas de un modo equilibrado. La enseñanza es tan importante como la
predicación. La modelación es un ingrediente esencial. Los estudios bíblicos y la
teología sistemática son tan importantes como cursos prácticos. Nuestra
eclesiología debe informar y dar forma al ministerio pastoral. Entonces, los
desarrollos extraños deben ser evitados o corregidos. Los conflictos y desafíos en
el ministerio pastoral deben se muy difíciles, especialmente cuando ellos están

12 Martin Luther, WA 8, 29, citado en Bernhard Bonkhoff, “Das Wort der Kirche,”
Informationsbrief 216 (2003), 5.

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relacionados con el fundamento de nuestro mensaje, el cual es la Escritura. A fin


de prevenir estos problemas y desafíos o ayudar a los pastores a estar abrumados
con ellos; son necesarios un entrenamiento básico sólido, supervisión y,
educación continua.

DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS AL MINISTERIO


PASTORAL:
Hacia una pastoral de la postmodernidad

Introducción
«La sociedad está en crisis». En mis cursos de homilética y predicación, les
recomiendo con vehemencia a mis estudiantes que eviten comenzar sus sermones
con lugares comunes y frases vacías, tales como «la sociedad está en crisis». ¿Por
qué hago esa recomendación? Porque la sociedad siempre ha estado, siempre está y
siempre estará en crisis.
• La sociedad egipcia cayó en crisis cuando un grupo de extranjeros llamados los
«Hicsos» ocuparon el país, dándole un golpe de estado a la dinastía del faraón.
• La sociedad romana cayó en crisis cuando César y sus tropas regresaron
triunfantes a Roma desde la Galia Cisalpina, pero cruzaron armados el Rubicón, lo
que marcó el comienzo de la crisis que terminó con la República y dio paso al
Imperio Romano.
• La sociedad europea cayó en crisis cuando el Protestantismo desafió tanto el
poder papal como el poder del emperador del Sacro Imperio Romano, marcando el
fin de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna.
Así podríamos citar miles de crisis que, a lo largo de los siglos, han forjado el
devenir histórico de la humanidad.
Establecemos que la sociedad siempre está pasando por momentos de cambio y por
lo tanto, de crisis. No debe sorprendernos que hoy estemos viviendo momentos
críticos. Lo que debemos hacer es tratar de comprender las características
particulares de la crisis que hoy nos agobia.

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La iglesia debe esforzarse para comprender los desafíos actuales porque le toca
pastorear a la sociedad en medio de la crisis. Esto es tan cierto hoy como lo fue ayer,
dado que el trabajo pastoral siempre ha requerido, siempre requiere y siempre
requerirá el diálogo con la sociedad. La iglesia que se niegue a comprender las
condiciones de la sociedad a la cual Dios le ha llamado a servir, hará un trabajo
pastoral deficiente. El análisis de la sociedad y del individuo en sociedad es un
requisito ineludible de la reflexión que debemos hacer desde la Teología Pastoral.
El trabajo pastoral siempre ha sido desafiante y nuestros tiempos no son la
excepción. Por esta razón, comenzaremos nuestra reflexión con un análisis de la
condición postmoderna en las sociedades hispanoamericanas. Desde ese punto de
partida, pasaremos a considerar cinco desafíos específicos al trabajo pastoral
contemporáneo. Nuestro análisis no podrá ser exhaustivo tanto por la amplitud del
tema como por su carácter fluctuante. Será un análisis sincero, informado por el
respeto al dolor de nuestro pueblo y por el deseo de servir a Dios con amor.

Vivir en los tiempos del «show»


¿Cómo podríamos describir la sociedad contemporánea? En algunos escritos, he
seguido la ruta del análisis postmoderno,1 afirmando que vivimos en una era de
incredulidad, donde los grandes meta relatos que sustentaban las sociedades
occidentales han entrado en crisis. Esas historias maestras están muriendo, lo que da
paso a los microrelatos y a las historias específicas, particularmente, a las historias
que previamente estaban escondidas de los ojos de la mayoría. Vivimos en la era del
fragmento, donde la sociedad le ha declarado la «guerra a la totalidad».
En otros escritos, he seguido la ruta del análisis postcolonial,2 afirmando que
vivimos en una era de inversiones sociales donde los pueblos que otrora fueron
colonizados están «invadiendo al invasor» (para usar la frase feliz de Juan Manuel
García Passalaqua).3 Tanto en Europa como en América, la hegemonía de las
antiguas mayorías está siendo desafiada por la creciente influencia de los grupos
minoritarios. En lugares como Francia e Inglaterra, la comunidad musulmana
continúa creciendo tanto en número como en influencia. En los Estados Unidos, la
comunidad hispana es el grupo étnico de mayor crecimiento y el presidente es
afrodescendiente.
¿Qué tienen en común estas tendencias aparentemente tan disímiles? El elemento
común es la procedencia de esas minorías. Los musulmanes llegaron a Europa por la

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misma razón que los latinos llegamos a los Estados Unidos: el coloniaje. Francia fue
un poder colonial en África e Inglaterra en el Oriente Medio, desde donde emigraron
los musulmanes. Estados Unidos, siguiendo la Doctrina Monroe, fue el poder
colonial en Sur América, Centro América y el Caribe, desde donde hemos emigrado
los latinos. Si hoy las antiguas «mayorías» no pueden controlar el crecimiento y la
influencia de los grupos tradicionalmente minoritarios, es porque ayer invadieron sus
países, esclavizaron a sus pueblos y cambiaron su futuro.
En esta ocasión deseo tomar otro camino. Entrando en diálogo con la crítica radical
francesa, deseo tomar la ruta del análisis antropológico. En particular, planteo que
vivimos en una sociedad del espectáculo, donde la mayor parte de las transacciones
sociales son simuladas, vivimos en una sociedad donde todo es «show».
Mi primer encuentro con estos temas fue mediado por la lectura de los trabajos de
Jean
Baudrillard,4 Marc Augé5y Guy Debord,6 entre otros. Hoy, presento estas ideas en
diálogo con el excelente ensayo de Mario Vargas Llosa, titulado La civilización del
espectáculo,7 cuya lectura crítica recomiendo con entusiasmo.
Vargas Llosa define la civilización del espectáculo de la siguiente manera:
¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer
lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse,
escapar del aburrimiento, es la pasión universal. (33)

Aquí Vargas Llosa confiesa la influencia de Debord, quien en el 1967, publicó un


libro titulado La Société du Spectacle,8 donde define el término «espectáculo» como
la enajenación social que resulta del «fetichismo» de la mercancía, que en nuestra
sociedad suscita un interés tan grande que opaca todo otro asunto de orden cultural o
político. Recordemos que, de acuerdo a la Real Academia Española, un «fetiche» es
un «ídolo u objeto de culto al que se atribuye poderes sobrenaturales».9 Por lo tanto,
el «fetichismo» de la mercancía implica el culto a los objetos que se compran y se
venden en nuestra sociedad. El fetichismo afecta al ser humano en la medida en que
el cuerpo y la vida misma son tratados como objetos. El resultado es una sociedad
donde la vida humana se convierte en un objeto que se compra y se vende como
cualquier otro artículo de consumo. (23-24)
La adquisición obsesiva de productos manufacturados, que mantengan activa y
creciente la fabricación de mercancías, produce el fenómeno de la «reificación» o la

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«cosificación» del individuo, entregado al consumo sistemático de objetos, muchas


veces inútiles o superfluos, que las modas y la publicidad le van imponiendo,
vaciando su vida interior de inquietudes sociales, espirituales o simplemente
humanas, aislándolo y destruyendo su conciencia de los otros, de su clase y de sí
mismo... (24)
En la sociedad del espectáculo, el audio y el vídeo opacan el discurso, al punto que la
pantalla ha sustituido al libro. (27) La revolución cibernética ha acelerado este
proceso, particularmente con el advenimiento de las redes sociales y con la
universalización del Internet. (27)

Este proceso tiene un impacto directo en la educación del individuo, dado que el
«imperio de la moda» coarta el criterio independiente de la persona y le obliga a
conformarse a la conducta aceptada. (28) La moda emplea la publicidad como un
vehículo para imponer sus criterios a la población: «La publicidad ejerce un
magisterio decisivo en los gustos, la sensibilidad, la imaginación y las costumbres».
(38) Esta es una cultura de lo efímero, donde la cultura ha sido remplazada por la
moda y el entretenimiento. (29) La frivolidad de esta manera de vivir es evidente.
Vargas Llosa define la frivolidad de la siguiente manera:

La frivolidad consiste en tener una tabla de valores invertida o desequilibrada en la


que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia y en la
que el gesto y el desplante –la representación– hacen las veces de sentimientos e
ideas... eso es la frivolidad, una manera de entender el mundo, la vida, según la cual
todo es apariencia, es decir, teatro, es decir juego y diversión. (51)
La cultura de lo efímero choca con todo esfuerzo de comunicar conceptos
trascendentes. Esto dificulta la enseñanza de la filosofía, la religión y la
espiritualidad en los tiempos postmodernos, pues la gente está acostumbrada a
«consumir» ideas que desaparecen al instante, como las que transmiten la mayor
parte de las películas de dibujos animados. (31) Vargas Llosa describe en la cultura
este énfasis desmedido en el entretenimiento:
Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene
consecuencias inesperadas:

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la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad, y, en el campo de la


información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el
escándalo. (34)
Esto nos lleva, necesariamente, a considerar los simulacros y los no-lugares tan
comunes en nuestra sociedad. Un «simulacro» es «una acción, un ejercicio o un
ensayo tan vívido que parece real».10 En el concepto propuesto por Jean
Baudrillard, el simulacro es la simulación de algo real. Ese simulacro sustituye lo
real por lo falso, creando una realidad alterna o hiperrealidad. Los simulacros
postmodernos son tan vívidos que «es casi imposible escapar de ellos o distinguirlos
de la realidad que intentan enmascarar».11 Por ejemplo, el «sexo virtual» es un
simulacro de un acto sexual. El problema es que, en ocasiones, provoca una
experiencia tan intensa que algunas personas abandonan el sexo natural para dedicar
todas sus energías al virtual.

Un no-lugar, concepto propuesto por Marc Augé, es un espacio social anónimo y


falso, donde se trata al individuo como cliente. La persona paga por recibir los
servicios, lo que implica que todas las transacciones son falsas. Por ejemplo, los
taxis, los hoteles y los restaurantes son «no lugares», donde pagamos para recibir
hospitalidad y sentirnos «en casa». En los «no lugares» las relaciones humanas se
minimizan, dejándonos completamente solos en medio de las multitudes.12
Por lo tanto, vivimos en un mundo dominado por el espectáculo, dominado por el
«show». Vivimos en un espacio donde la simulación es más importante que la
verdad y donde gran parte de nuestros intercambios sociales son falsos. Esta realidad
nos lleva a la segunda parte del escrito, donde tratamos de contestar la siguiente
pregunta: ¿Cómo podemos proclamar la verdad del Evangelio en un mundo
simulado?

Pastorear en los tiempos del «show»


Este somero análisis de la sociedad del espectáculo nos lleva a considerar cinco
desafíos que presenta la postmodernidad al ministerio pastoral. Nombramos solo
cinco por motivos heurísticos, dado que es posible identificar otros desafíos tan o
más importantes que los nombrados aquí. Empero, creo que los desafíos
seleccionados ilustran adecuadamente el problema de fondo: cómo proclamar la
verdad en una sociedad donde la simulación es la norma.

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Creo que entre los problemas más apremiantes que enfrenta nuestra sociedad se
encuentran:13
1. La desestabilización de la identidad.
2. La manipulación de los deseos por los medios de comunicación masiva.
3. La supresión de la curiosidad por medio de la información trivial.
4. El impacto de la cultura de la celebridad en el ministerio.
5. Y la espiritualidad del consumo.
Pasemos a ver estos elementos con más detalle.

1. La desestabilización de la identidad
La identidad es el gran tema postmoderno. Como recordarán, arriba indicamos que la
postmodernidad implica la muerte de los grandes metarelatos y el renacer del
fragmento. Ante la muerte de las grandes historias maestras, solo quedan micro
historias e historias previamente escondidas. El individuo debe identificarse con
alguna de esas historias específicas para saber quién es.

Por ejemplo, 50 años atrás las naciones todavía tendían a presentarse como un todo
monolítico, donde la inmensa mayoría de la sociedad se identificaba con los valores
patrios. La única excepción eran las personas extranjeras, que por definición
constituían grupos minoritarios. Así, la persona nacida en Colombia era colombiana
o, mejor dicho, «colombiano», dado que el gentilicio se expresaba mayormente en
masculino. Hoy la sociedad se ha fragmentado y esa persona no solo se identifica
como colombiana, sino como hombre o mujer; indígena, criollo o afro-descendiente;
católico, protestante o «nueva era»; heterosexual u homosexual, etc.14

Esta nueva realidad se ve con toda claridad en el mundo de la investigación social. Si


ayer era común encontrar un solo y amplio libro sobre la historia de una nación, hoy
encontramos libros sobre temas históricos y sociales cada vez más específicos. Así,
en lugar de comprar un libro sobre la historia de Puerto Rico, nos suscribimos a un
«blog» sobre la historia de la mujer negra en Puerto Rico durante la década del
cuarenta.
Esta nueva visión de la sociedad afecta de manera particular a nuestra niñez,
adolescencia y juventud, que se ven obligadas a definir su creciente número de
«identidades» cada vez más temprano. Y si digo «identidades», es porque nuestra

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sociedad demanda definición en múltiples áreas, lo que a veces resulta en que una
misma persona reclame hoy identidades que ayer se consideraban contradictorias.
Hoy la juventud debe definir su identidad étnico-racial, social, musical, política,
religiosa y hasta sexual, entre muchas otras.
Recuerdo que hace unos años viajé a California para ofrecer un curso intensivo de
predicación. Antes de comenzar, uno de los participantes se identificó como el
Obispo de una pequeña denominación de la cual había otros cinco estudiantes
matriculados en el curso. El Obispo me advirtió que ellos eran afroamericanos,
pentecostales y homosexuales. Me indicó que ellos hablaban lenguas, danzaban en el
Espíritu y tenían servicios de avivamiento, pero que su compromiso con la inclusión
de personas de identidades sexuales diversas era irrevocable. Finalmente, me pidió
que no hiciera comentarios derogatorios en contra de su grupo y me advirtió que
cualquier intento de exclusión redundaría en una demanda legal en mi contra y en
contra de la institución que ofrecía el curso. Aclarados estos puntos, ofrecí mi curso
como siempre y los estudiantes completaron los trabajos requeridos. Empero, era
evidente que estaba pisando un terreno cultural nuevo, por el cual nunca antes había
caminado.

2. La manipulación de los deseos


Los medios de comunicación masiva y las redes de comunicación social se han
convertido en parte integral de nuestra sociedad. Es prácticamente imposible ir a un
lugar público donde no haya un televisor encendido o donde no se ofrezca acceso al
Internet. Ya sea en un restaurante de comidas rápidas o en la sala de espera de una
oficina médica, la televisión nos bombardea con vídeos y programas enfocados,
primordialmente, en el mundo del entretenimiento.
El problema es que cada canal de televisión, de Internet o de audio tiene una filosofía
dada que guía la selección del material que ofrece. Para decirlo con mayor claridad,
cada medio presenta un «currículo» que responde a los valores de las personas o
instituciones que producen los productos culturales que presenta el medio.
Tomemos, a manera de ejemplo, el caso de la radio. Hoy la radio es digital, por lo
cual uno puede acceder a su emisora favorita tanto por las ondas radiales como por
el Internet. La radio también se ha internacionalizado, por lo que podemos escuchar
materiales producidos por Globo, Telesur, Univisión, Caracol o Venevisión en
prácticamente cualquier país de habla hispana.

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Esos productos internacionales enfocan en la obra de un creciente número de artistas,


quienes muchos de ellos nunca han puesto pie en nuestro país. Sin embargo, el
bombardeo constante de información sobre estas personas crea familiaridad, lo que
lleva a las masas pobres y a las capas medias que consumen estos productos a
identificarse con estas celebridades.

Baste, a manera de ejemplo, el caso de la trágica muerte de Jenny Rivera, la cantante


de música regional mexicana. Que yo sepa, dicha cantante se presentó en Puerto
Rico una sola vez en su carrera. Sin embargo, su muerte fue comentada
extensamente en las redes sociales, particularmente en respuesta a los tributos que
presentaron las cadenas de televisión a su persona. Así, los medios manipulan los
intereses de pueblo, creando un «gusto» por productos culturales foráneos que nada
tienen que ver con nuestra cultura. Claro está, este problema también afecta la
producción de materiales religiosos. Tanto en la literatura como en la música, la
producción nacional es mínima. Esto implica que los libros que leemos y la música
que escuchamos, se escoge en los Estados Unidos, en Brazil o en España. Las
editoriales escogen autores y los internacionalizan, traduciendo sus materiales al
español u ofreciendo simultáneamente varios productos asociados a la misma
persona o al mismo grupo, pues eso facilita el mercadeo de su obra.

3. La supresión de la curiosidad
El tema de la manipulación de los deseos nos lleva necesariamente al tema de la
banalidad en los medios. Hoy, la información que recibimos a través de la prensa es
cada vez más «light». Y si uso la palabra en inglés, en lugar de decir «ligera», es
para comunicar el significado específico del término en la cultura estadounidense,
donde «light» describe algo que tiene poco peso y poca importancia; describe lo
frívolo, lo banal y lo trivial; y describe lo que requiere poco esfuerzo y tiene menos
trascendencia. El problema es que la exposición constante a lo trivial domestica el
intelecto, causando un tipo de ignorancia funcional. Como las palomitas de maíz,
consumir noticias «light» nos llena, pero de manera pasajera. Al igual que las
palomitas de maíz no alimentan, los contenidos «light» no fortalecen el intelecto del
pueblo.
Sobre este tema, Vargas Llosa dice lo siguiente:

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La literatura «light», como el cine «light» y el arte «light», da la impresión cómoda


al lector y al espectador de ser culto, revolucionario, moderno y de estar a la
vanguardia, con un mínimo esfuerzo intelectual. (37)
El periodismo es un área donde las noticias «duras» están perdiendo la batalla en
contra de lo banal. Nótese la llegada a nuestro país de dos periódicos dedicados
mayormente a las noticias «light». Ambos son gacetillas que se ofrecen
gratuitamente, dado que se sostienen con anuncios. Uno de ellos es producido por un
conglomerado europeo, que tiene la intención de ofrecer su «periódico» en todas las
grandes capitales del mundo. El otro es producido por las empresas Ferré-Rangel,
como respuesta a la ofensiva del «periodismo» extranjero.
Desgraciadamente, los materiales religiosos no son inmunes a esta tendencia. Por
eso, las librerías religiosas obtienen la mayor parte de sus ganancias de la venta de
música grabada y pistas para solistas, materiales religiosos, tales como vasos y
obleas para la comunión y material para la escuela bíblica regular o la de verano. En
lo que respecta a los libros, imperan los libros «light», muchos de ellos «escritos»
por cantantes y celebridades. Y si digo «escritos» así, entre comillas, es porque
varios de estos libros han sido redactados por escritores «fantasmas», contratados de
manera anónima y no por el autor o la autora, persona nombrada en la tapa.
Afortunadamente, quedan algunas compañías, como la Editorial CLIE, que
mantienen el compromiso de publicar materiales académicos, tales como
diccionarios, comentarios bíblicos, libros de texto, ensayos teológicos y libros sobre
distintos temas relacionados a la teología pastoral. Sin embargo, la producción y
distribución de esos materiales es cada vez menos rentable, lo que pone en peligro la
continuidad de estos esfuerzos.

No podemos terminar esta sección sin pensar en un elemento que tiene grandes
implicaciones para la búsqueda del conocimiento: la accesibilidad a prácticamente
cualquier tipo de información por medio de una búsqueda cibernética. Esto tiene, por
lo menos, dos implicaciones importantes para nuestro estudio. Por un lado, nuestros
feligreses tienen la oportunidad de consultar fuentes cibernéticas para corroborar lo
que decimos en nuestros sermones, conferencias y clases. Esto es un arma de doble
filo, dado que el Internet contiene tanto información fidedigna como falsa. Esto nos
obliga a preparar nuestros sermones con sumo cuidado, prestando atención a los
detalles.

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Por otro lado, nuestros feligreses tienen la oportunidad de escuchar regularmente a


otros predicadores y a otras predicadoras, aunque nunca visiten sus iglesias. Una vez
más, esto puede ser una fuente de conflicto, particularmente si alguno de nuestros
feligreses presta atención a personas que proclamen falsas doctrinas.
En ocasiones, a mayor opción que tiene un ser humano, mayor dificultad tiene para
tomar una decisión. Por eso, la accesibilidad casi absoluta a todo tema y objeto
tiende a paralizarnos. ¿Cómo tener certeza de que estamos tomando una decisión
acertada cuando tenemos centenares de opciones en nuestras manos? Esa misma
parálisis mata nuestra curiosidad, pues llega el momento que la multiplicidad de
opciones nos abruma y nos damos por vencidos ante el reto de tomar una decisión
correcta.

4. La cultura de la celebridad
Nótese la mención continua de las celebridades en mi escrito. Esto se debe a que,
como vimos en la primera parte, vivimos en una cultura de la celebridad, donde
los famosos marcan la pauta de la moda y promueven el consumo de artículos. Las
celebridades son portavoces del mercado globalizado. De manera creciente, vemos
surgir celebridades religiosas que pronto se convierten en la voz de las
comunidades protestantes. Este fenómeno ocurre como un corolario de la cultura
secular, donde los medios de comunicación masiva recurren continuamente a las
celebridades para que expresen sus opiniones sobre distintos temas de interés.
Dado que la cultura de la celebridad le adscribe una sabiduría inherente a las
celebridades, se entiende que una cantante o un guitarrista puede opinar con
autoridad sobre temas sobre los cuales, en realidad, no tiene conocimiento alguno,
como el calentamiento global o la guerra contra el terrorismo.
Esto explica por qué, cuando surge alguna controversia, los medios de comunicación
masiva entrevistan a celebridades religiosas. No exagero al decir «controversia»,
dado que las noticias «light» se enfocan en las controversias, pues generan interés en
la audiencia y comentarios en las redes sociales, lo que aumenta la sintonía y
redunda en mayor recaudo por concepto de anuncios.
Para decirlo más claro, nuestro sistema económico necesita producir celebridades
para mercadear sus productos culturales. Por eso, cada vez veremos surgir más
celebridades religiosas, cada quien con su sitio en el Internet, su «blog», su canal de

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«YouTube», su libro (tanto en papel como cibernético) y sus canciones o


conferencias en vídeo y audio.
Ahora bien, cabe notar que no todas las personas que ocupan espacios en el discurso
público son celebridades. Algunas personas son líderes «bona fide» que hablan de
manera responsable sobre los distintos asuntos que afectan la sociedad. Estas
personas hablan en virtud de los puestos de autoridad que ocupen en distintas
organizaciones religiosas tanto denominacionales como interdenominacionales.
Existe otra categoría, hoy en peligro de extinción: la persona intelectual. Solo una
generación atrás, los medios de comunicación masiva recurrían a intelectuales,
expertos en distintos campos del saber, para que ilustraran al pueblo. Hoy esa
práctica se considera elitista, razón por la cual la figura del intelectual ha sido
sustituida, en algunas ocasiones, por las celebridades y, en otras ocasiones, por los
foros de llamadas hechas por el público.

5. La espiritualidad del consumo


Es evidente que estoy describiendo una «espiritualidad del consumo». Como indiqué
en otro escrito, podemos parodiar a Descartes y afirmar que la persona postmoderna
dice «compro, por lo tanto existo». Hoy el valor de la persona se determina por el
costo y la calidad de sus posesiones, específicamente de sus bienes inmuebles, de su
auto, de los productos electrónicos que maneja, de su forma de vestir y de los grupos
de pares con quienes se relaciona.
Jean Baudrillard, en su libro «La société de la consommation», afirma que vivimos
en una sociedad de consumo, definiendo este fenómeno como «un modo activo de
relación (no solo con los objetos, sino con la colectividad y con el mundo), un modo
de actividad sistemática y de respuesta global sobre la cual se fundamenta todo
nuestro sistema cultural».15
En el campo de lo religioso, la tendencia al consumismo se ve tanto en la ideología
de la prosperidad que se predica en algunas iglesias como en algunos medios
religiosos de comunicación masiva. También, podemos ver una manifestación de
esta tendencia en la figura del «pastor empresario», que maneja su congregación
como un negocio propio. Algunos de estos líderes religiosos sostienen un estilo de
vida extravagante, manifestado por sus múltiples y costosas posesiones.
Debemos preguntarnos si la «mega iglesia» es, en realidad, un «no lugar» religioso
desde donde se predica un Evangelio despersonalizado a masas anónimas, que no

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tienen una verdadera relación con su «pastor empresario» ni con las celebridades
religiosas que presentan allí sus espectáculos religiosos. Si esto es así, debemos
evitar caer en el error de añorar sus estadísticas, de emplear sus técnicas y mucho
menos de abrazar sus teologías «light».
Ahora bien, debemos comprender que no todas las iglesias de gran tamaño son «no
lugares». Algunas son lugares verdaderos donde la feligresía se sabe conocida,
amada y aceptada por sus pastores y sus pastoras. La diferencia, por lo regular,
estriba en el uso de grupos pequeños o «células» por medio de las cuales la feligresía
establece y mantiene relaciones interpersonales verdaderas, aunque no puedan tener
una relación personal con cada persona que visita el templo o que participa del culto
por medio del Internet. En resumen, creo que no debemos ver la riqueza material
como la única y más importante manifestación de la «bendición» divina,
equiparando el éxito económico con la madurez espiritual. La persecución del éxito
a toda costa, exhibido por medio de títulos extravagantes, de teologías defectuosas y
de la explotación económica de los feligreses, es un mal que debemos evitar.

Conclusión
En resumen, vivimos en una cultura del «show» donde ha surgido una religiosidad
superficial, es decir, una espiritualidad «light» (VL 171). El juicio de Vargas Llosa
sobre estos excesos es muy agudo, cuando dice: «No tiene nada de sorprendente que
en la civilización de la pantomima la religión se acerque al circo y a veces se
confunda con él» (171).
El desafío no puede ser más claro.
o Dios llama a la iglesia a proclamar la verdad del Evangelio en un mundo
dominado por la simulación.
o Dios llama a la iglesia a ser una comunidad verdadera en un mundo poblado por
no-lugares donde todas las transacciones humanas son falsas.
o Dios desafía a la iglesia a proclamar valores trascendentes en un mundo
acostumbrado al entretenimiento religioso.
Sí, escucharon bien, a fin de cuentas, es Dios quien nos desafía, no la sociedad
postmoderna.
Respondamos a Su llamado y desafío en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
AMÉN.

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Notas
1 Véase a Pablo A. Jiménez, An Untimely Word: Reflections on Preaching in a
Postmodern
Time (Austin: ETSS, 1998); y el tercer capítulo del libro La Predicación en el Siglo
XXI: Homilética liberacional y contextual (Terrasa (Barcelona): Editorial CLIE,
2008), 59-84.
2 Véase el cuarto capítulo de La Predicación en el Siglo XXI, 85-102.
3 Juan Manuel García Passalacqua, Invadienco al invasor (San Juan: Editorial
Cultural, 1999).
4 Jean Baudrillard, Simulacra & Simulation (Ann Arbor: The University of
Michigan Press, 1994).
5 Marc Augé, Los «no lugares»: Espacios del anonimato (Barcelona: Editorial
Gedisa, 1996).
6 Guy Debord, The Society of Spectacle (New York: Zone Books, 1994). 7 Mario
Vargas Llosa, La civilización del espectáculo (México: Alfaguara, 2012) 8 Debord,
op. cit.
9 S.v. «fetiche», disponible es
http://www.rae.es 10 Jiménez,
La predicación en el Siglo
XXI, 71.
11 Ibid.
12 Ibid, pp. 72-73.
13 En esta sección seguimos a David F. White, Practicing Discernment with
Youth: A Transformative Youth Ministry Approach (Cleveland: Pilgrim Press,
2005).
14 Sobre el tema de la disolución de las monoidentidades en las sociedades
latinoamericanas, véase a Néstor García Canclini, Consumidores y ciudadanos:
Conflictos multiculturales de la globalización (México: Editorial Grijalbo, 1995).
15 Jean Baurdrillard, La société de la consommation (Paris: Éditions Denoël,
1970).

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