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UNIVERSIDAD PEDAGOGICA NACIONAL “FRANCISCO MORAZAN”

“PROGRAMA DE FORMACION CONTINUA PARA DOCENTES EN SERVICIO”


SEDE-MARCALA

Catedrática : Licda. María Auxiliadora Morales

Alumna : Dania Yamileth Osorio Urquía

Sección : L1

Fecha : 12 de mayo de 2020

Marcala, La Paz
Análisis Literario “Crimen y Castigo”

Titulo de la obra : “Crimen y Castigo”

Género Literario : Narrativo

Especie Literario : Novela

Moviemiento o corriente literario: Realismo

Publicación del libro : 1866

Autor : Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Crimen y Castigo, una de las obras cumbres de Dostoievski y de la literatura
universal, nos presenta un retrato psicológico de distintos personajes dentro
de un contexto marcado por temas como el crimen, la justificación del
mismo, el castigo y la redención (que es diferente al castigo). Bien podríamos
establecer cierta simetría contrapuesta entre crimen-justificación y castigo-
redención.
Crimen-justificación
Esta primera dualidad se presenta en la novela desde la primera parte cuando
Raskolnikov, el personaje principal, debate internamente respecto a la
posibilidad de llevar a cabo “un asunto” que ha estado rondando su cabeza
desde hace tiempo a asesinar y robar a una vieja anciana y usurera Alena
Ivanovna. En la superficie, el objeto de aquel crimen es provisionarse de al
menos 3000 rublos, los cuales serían suficientes para salir de la miseria en
que se encuentra y terminar los estudios de la universidad que ha
abandonado y alivianar la carga de su madre quien le envía el poco dinero
que puede desde su pueblo natal.
En medio de sus divagaciones llega una carta de su madre en donde consta
que su hermana, Dunia, está comprometida con un comerciante que ha
logrado fortuna a través de una vida dedicada a los negocios; este
acontecimiento encona en Raskolnikov el orgullo, ya que es consciente que su
hermana está sacrificando su vida al casarse con este personaje con el fin de
asegurar un futuro más cierto a su madre y a él. Se propone resueltamente
impedir tal unión. En esta particular condición, el plan adquiere bríos en la
medida en que el dinero que logre obtener del robo a la vieja usurera será la
base con la cual librar a Dunia del sacrificio que está dispuesta a cometer.
Por otro lado, Raskolnikov ha escrito un artículo en cierta revista en donde
expone sus ideas respecto a la escisión de los hombres entre los superiores o
“extraordinarios”, quienes tienen el derecho y, podríamos decir, la obligación
de cometer ciertos crímenes por el bien de la humanidad, por lo cual se les
será reconocido e incluso alabado; y los hombres inferiores u “ordinarios”,
cuya única función es obedecer las leyes y cumplir su función de reproducir la
raza humana. En este punto, cabe resaltar que Raskolnikov es un profundo
admirador de Napoleón y su obra.
En resumen, al momento de cometer el crimen, parecen confluir dos
justificaciones; la primera, de tipo pragmático, es simplemente abandonar su
miseria y evitar el sacrificio de su hermana; la segunda, de un sentido más
elevado y noble, librar a la sociedad de un ser despreciable, avaro y miserable
que se aprovecha del sufrimiento y la necesidad de los más débiles.
Hacia el final de la novela en diálogo con Dunia en relación a la implicación
moral de su crimen, Raskolnikov le declara:
¡Bien es verdad que no procedía conforme a las reglas de la estética!
Decididamente, no comprendo por qué es más glorioso arrojar bombas
contra una ciudad sitiada que asesinar a hachazos a una persona. La falta de
estética es el principal signo de la impotencia. Jamás lo comprendí como
ahora, pero menos que nunca comprendo tampoco cuál fue mi crimen.
¡Nunca fui tan fuerte y estuve tan convencido como en este momento!»
(pag.339).

En este punto, su remordimiento y angustia gira en torno a la estética del


acto su incomprensión de ¿por qué glorificar el asesinato de miles o millones
de personas frente a la insignificante cifra de una sola? eso se debe, tal vez, a
la estética del crimen las bombas y en general, la guerra despliegan lo más
avanzado de la ciencia y la técnica humana… podríamos decir que es casi un
arte, un espectáculo… mientras que asesinar con un hacha denota un método
primitivo y vulgar. Cuando Raskolnikov afirma que “La falta de estética es el
principal signo de la impotencia” podemos concluir que lo que separa la
gloria y admiración de un Napoleón de la vulgaridad y repudio de un
Raskolnikov son los medios y la escala… pero lo que Dostoievski quiere
transmitir es que ambos crímenes son repudiables y que tanto en un caso
como en el otro, la justificación del crimen basado en actos nobles o de seres
extraordinarios no tiene razón de ser. En varias ocasiones llama la atención
que, especialmente al principio, Dostoievski da el título a Raskolnikov de
nuestro héroe.
Es una fuerte crítica social a la concepción de hombres superiores o
extraordinarios que por su condición poseen cierta licencia por sus actos
criminales. Tal vez, y sin temor a hacer una mala intensión, es posible leerla
como una crítica al Estado, la milicia y a grupos revolucionarios de su época
como órganos que se autoproclaman escindidos de la sociedad y con auto
indulgencia de llevar a cabo actos “nobles”. En la obra, Raskolnikov se
compara a Napoleón, quizá la intención de Dostoievski es comparar a
La consecuencia del acto: el castigo. Por una parte, es el precio o penitencia
que la ley de los hombres impone sobre los crímenes. En este caso se
asociaría a la condena recibida por Raskolnikov. Pero, por otra parte, el
verdadero castigo es el conflicto moral y psicológico que lleva a Raskolnikov a
la confesión de su crimen, aún sabiendo las posibilidades de quedar impune o
huir de San Petersburgo.
Durante el primer año de presidio puede decirse que Raskolnikov sufre el
castigo de la reclusión y el castigo moral de empecinarse en el carácter noble
y superior de su acto de su separación moral y espiritual con sus compañeros
de presidio aún cuando físicamente convivan juntos…
De este doble castigo, el primero tiene un plazo fijo de 8 años, mientras que
el segundo es indefinido. El primero se salda con la apertura de las puertas, el
segundo se salda con la Redención.
En este aspecto, se recurre a un fuerte sentido cristiano. El capítulo en que
Raskolnikov confiesa su crimen a Sonia le pide leer el pasaje de la Biblia que
hace referencia a la resurrección de Lázaro por Jesús como símbolo del deseo
redimirse y nacer de nuevo. Posteriormente, cuando Raskolnikov se despide
por última vez de Sonia para dirigirse a la comisaría, ella le da una cruz de
ciprés mientras que ella guarda una de plata como símbolo de su unión y
compañía incondicional de Sonia. Él, en un tono burlón, lo asocia a cargar la
cruz el trayecto a la comisaría implica pasar por una plaza, ponerse de
rodillas, besar el suelo y expiar su crimen en el proceso se humilla y los
transeúntes se burlan de él. Es clara la asociación con el camino que realizara
Jesús a la crucifixión.
Ya en el presidio, la Redención viene de mano del amor de Sonia. Cuando
creyó la posibilidad de perderla tras una breve enfermedad, Raskolnikov se
abre al profundo sentimiento del amor que siente por ella, es ese amor que
destruye su orgullo pretencioso. He aquí, en mi opinión,
“De repente, y sin que el preso supiera cómo había sido aquello, una fuerza
invisible le arrojó a los pies de la joven. Lloró y le abrazó las rodillas. En el
primer momento Sonia quedó sorprendida y su rostro se tornó lívido. Se
levantó rápidamente y, toda temblorosa, miró a Raskolnikov; pero le bastó
aquella mirada para comprenderlo todo. Una felicidad inmensa se leyó en sus
ojos radiantes; no había la menor duda que aquel hombre la amaba, de que
la amaba con amor infinito. Por fin, había llegado aquel instante”.
Quisieron hablar y no pudieron. Los dos estaban pálidos y extenuados, pero
en sus rostros enfermizos brillaba ya la aurora de una renovación, de un
completo renacimiento. El amor los regeneraba; el corazón del uno encerraba
un inagotable manantial de vida para el corazón del otro.» pag.357
Por otro lado, el castigo en el presidio es algo extraño, incluso secundario,
comparado con el castigo moral. El cumplimiento de la condena física es
insignificante frente a la condena moral. Anterior a su redención, Raskolnikov
se cuestionaba sobre el sin sentido de salir de prisión ¿Para qué vivir? ¿Con
qué objeto? No obstante, y posterior a la Redención,
“Resolvieron esperar, tener paciencia. Les quedaban siete años de estancia en
Siberia. ¡Qué intolerables sufrimientos y qué infinita felicidad debían de llenar
aquel lapso de tiempo!.pag.357
Luego de este «completo renacimiento», Raskolnikov regresa a su celda y
nota de inmediato que los demás detenidos, sus antiguos enemigos, le miran
con un aire diferente y responden a su saludo con afabilidad… «Ahora lo
recordaba y comprendía que debía ser así». Es decir, gracias al amor,
Raskolnikov reingresa a la comunidad de los hombres, regresa a ese estado
que ahora recuerda y comprende, a ese estado que es el conocimiento de lo
verdadero. (Raskolnikov era consciente del abismo que le separaba de los
demás reos, y a renglón seguido, se mencionan a los polacos presos por
motivos políticos y algunos rusos –un antiguo oficial y dos seminaristas- que
menospreciaban a los demás reclusos y se separaban de éstos. El sabe bien
que están equivocados).

En conclusión, vemos que el orgullo y el egoísmo significan la separación de


los hombres, mientras que el amor es la unión.
El último párrafo de la novela declara:
“Pero aquí comienza una nueva historia, la historia de la lenta y progresiva
recuperación de un hombre, de su renovación y de su paso gradual de un
mundo a otro nuevo. Esto podría constituir el tema de un nuevo relato; el
que nos propusimos contar ha terminado”. Pag.357
Considero que el aspecto que mejor engloba el trasfondo espiritual de la obra es el sueño que en
medio de su delirio tiene Raskolnikov en la enfermería del presidio:
Le pareció ver el mundo entero desolado por una terrible calamidad sin precedentes que viniendo
del centro de Asia había caído sobre Europa. Todos debían perecer, excepto un reducido número
de privilegiados. Unas triquinas de especie desconocida, seres microscópicos se introducían en el
cuerpo de las personas, pero aquellos seres eran unos espíritus dotados de inteligencia y voluntad.
Los individuos infectados por ellos se volvían instantáneamente locos furiosos.
“Sin embargo, y aquello resultaba bastante extraño, jamás los hombres se
habían creído tan sabios, tan en posesión de la verdad como se creían
aquellos infortunados. Jamás habían tenido tanta confianza en la infabilidad
de sus juicios, en la solides de sus conclusiones científicas y de sus principios
morales. Pueblos, ciudades, regiones enteras se veían atacadas por aquella
enfermedad y perdían la razón. Todos se hallaban agitadísimos e incapaces de
comprenderse los unos a los otros. Cada cual se creía en posesión de la
verdad, y, al contemplar a sus semejantes, se golpeaba el pecho, lloraba y se
retorcía las manos. No se podían entender acerca del bien y del mal, ni sabían
a quien condenar ni a quien absolver. Las personas se mataban entre sí bajo
el impulso de una cólera absurda. Se reunían hasta formar grades ejércitos,
pero una vez comenzaba la campaña, el desacuerdo relajaba a las tropas, las
filas se rompían y los guerreros se arrojaban unos contra los otros,
degollándose y devorándose. En las ciudades tocaban constantemente a
rebato, daban continuamente el toque de alarma, pero, ¿por quien y por qué
motivo? Nadie lo sabía y todos estaban en constante sobresalto. Se
abandonaban los oficios ordinarios porque cada uno proponía sus ideas, sus
reformas, y no había manera de ponerse de acuerdo. La agricultura estaba
completamente abandonada. Las gentes se reunían en grupos aquí y allá se
ponían de acuerdo para una acción común y juraban no separarse, pero al
cabo de un momento olvidaban la resolución que habían tomado y
empezaban a acusarse a batirse y a matarse. Los incendios y el hambre
completaban aquel triste cuadro. Todo perecía: hombres y cosas. La
calamidad extendía cada vez más sus devastaciones. En todo el mundo
podían salvarse únicamente algunos hombres puros destinados a restaurar el
género humano, a renovar la vida y a purificar la tierra; pero nadie vía
aquellos hombres por ninguna parte, nadie oía sus palabras y su voz”.

Nota: quise escribir el número de algunas páginas que para mi eran


importantes.

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