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Las medidas preventivas de la enfermedad venotrombótica (EVT) son efectivas y pueden

reducir su ocurrencia de manera significativa. Podrían prevenirse hasta el 80% de los eventos
tromboembólicos. Las variables para tener en cuenta son: riesgo trombótico intrínseco del
paciente, riesgo hemorrágico del paciente y el escenario clínico o el tipo de cirugía. (SAC 2016)
Por lo tanto, es imperante analizar los factores de riesgo de un paciente, especialmente en
condición de internación, para indicar medidas de prevención adecuadas.

Los factores de riesgo son muchos: fractura (cadera o pierna), prótesis de cadera o rodilla,
cirugía general mayor, traumatismo mayor, lesión medular, cirugía artrósica de rodilla, accesos
venosos centrales, quimioterapia, insuficiencia cardiaca o respiratoria crónicas, terapia de
sustitución hormonal, malignidad, uso de ACO, ACV con plejía, embarazo o posparto, TVP
previa, trombofilia, reposo en cama mayor a 3 días, inmovilidad prolongada, edad avanzada,
cirugía laparoscópica, obesidad, terreno varicoso.

El factor de riesgo más importante es la edad. La prevalencia es más alta en el sexo masculino
al igual que la recidiva de la ET. Sin profilaxis, la frecuencia de TVP en pacientes sometidos a
una cirugía de hernia puede llegar hasta al 5%, en cirugías mayores abdominales es del 15% al
30%; en la cirugía de cadera, del 50-70% y, en lesiones medulares graves, del 50-100%. (SATI
2019)

Esta numeración de factores precipitantes es extensa y la incidencia de TEP alta, teniendo en


cuenta su carácter de urgencia cardiológica, la prevención toma un papel fundamental. Por lo
cual las siguientes preguntas a resolver son: ¿En que pacientes se debe realizar prevención y
profilaxis? ¿Cuáles son los métodos y estrategias para llevar a cabo la prevención?

La Sociedad Argentina de Cardiología (2016) recomienda, en pacientes internados:

 En los pacientes quirúrgicos internados, cirugía de bajo riesgo y sin factores de riesgo
no se indican medidas farmacológicas, solo deambulación temprana.
 Se recomienda terapia farmacológica en: pacientes no quirúrgicos internados con
malto riesgo trombótico, pacientes críticos, pacientes quirúrgicos con riesgo moderado
intrínseco o por score quirúrgico, pacientes internados por cirugía cardiaca, pacientes
con alto riesgo trombótico o por neoplasia (extender tratamiento por 4-5 semanas),
pacientes quirúrgicos de alto riesgo trombótico con cirugía traumatológica mayor
(extender por 4-5 semanas)
 Se utilizará medidas farmacológicas adicionada a métodos mecánicos en pacientes
quirúrgicos de riesgo alto
 Usar métodos mecánicos en pacientes quirúrgicos con riesgo moderado intrínseco y
cirugías cardiacas con contraindicaciones para la terapia anticoagulante.

De acuerdo a las recomendaciones descriptas, da cuenta de la existencia de diferentes


medidas para la prevención y la necesidad de adecuación a la necesidad puntual del paciente.
En primer lugar, se deben abordar los factores de riesgo: evitar el sedentarismo, mantener un
peso adecuado, evitar tiempos prolongados en bipedestación, evitar tratamiento hormonal o
consumo de anticonceptivos orales, utilizar medias de compresión, terapia con fármacos
venoactivos como flavonoides. En los pacientes internados, la primera medida debe ser la
deambulación temprana de acuerdo a la tolerancia del paciente.

Los métodos de tipo mecánico, reducen la estasis vascular, aumentando el flujo sanguíneo
supliendo la función de bomba favoreciendo la circulación. Se utilizan vendajes y medias de
compresión, las cuales se comercializan con diferentes niveles de compresión según la
necesidad del paciente.

Terapia farmacológica: existen múltiples drogas que pueden ser utilizadas. La heparina no
fraccionada es una de las más utilizadas, se administra por vía subcutánea en dosis de 10.000-
15.000 UI por día, distribuidas cada 8 o 12 horas; sus contras son el riesgo de trombocitopenia
y la necesidad de control por laboratorio. Las heparinas de bajo peso molecular tienen menor
incidencia de trombocitopenia y no necesitan de un control, se debe ajustar la dosis en
enfermedad renal, la más frecuentemente utilizada es enoxaparina 1 mg/kg cada 12 hs. Otros
anticoagulantes como Fondaparinux (5 mg/dia hasta 50 kg, 7,5 mg/dia en paciente de 50-100
kg y 10 mg/dia con un peso mayor a 100 kg), afectan a la coagulación de forma indirecta, no
necesitan controles y son de elección ante trombocitopenia y están contraindicados en
insuficiencia renal. Por otro lado, los anticoagulantes orales como acenocumarol o Warfarina,
son antagonistas de la vitamina K y son útiles para la terapia extendida luego del alta
hospitalaria requiriendo un control de tipo mensual.

Luego de un cuadro de tromboembolismo pulmonar, la duración de la terapia anticoagulante


depende del causante y el riesgo a la recidiva. Si existe causa muy evidente y reversible, se
extenderá por 3 meses; si existe un factor protrombótico se requerirá 6 meses mínimo, en
pacientes con riesgo elevado y crónico el tratamiento se extenderá de forma indefinida.

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