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1. Introducción
Desde el punto de vista político, las crisis que atravesó el Imperio Romano son:
Del modo que fue inevitable la separación entre la iglesia oriental y la occidental, entre Roma y
Constantinopla, arguyendo cuestiones teológicas.
Los debates teológicos crearon una enorme ansiedad colectiva y atomizaron las fuerzas para
el testimonio cristiano. Lo político y teológico estuvo íntimamente ligado, con lo cual las
controversias adquirieron un grado de virulencia y violencia inusitado.
La cristiandad fue afectada por los mencionados conclaves, en donde se definieron las
controversias nestoriana y monofisita que trajo como consecuencia el desmembramiento de
la Iglesia y la división entre el este y el oeste.
La mayor parte de los testimonios de esta cristiandad oriental están en lengua siríaca y son
de teología nestoriana.
A fines del siglo V, Bizantino cerró la escuela teológica nestoriana en Edesa.
Por dicho motivo, la escuela se instaló en el territorio persa de Nisibis. De este modo, a partir
del sínodo de Ctesifonte (año 486),
El nestorianismo pasó a ser la forma de cristianismo oficial de los cristianos que vivían dentro
del Imperio Persa.
Estos cristianos querían romper todo tipo de relación con el Imperio Romano, y
especialmente librarse de la acusación de que eran espías al servicio de emperador de
Constantinopla.
Una vez separados del Imperio Romanos, los misioneros nestorianos de origen persa
llevaron el evangelio tan lejos como Chang-an en la China.
Es posible detectar testimonios de la acción del E.S., que a pesar de las persecuciones, las
controversias teológicas, la división entre Oriente y Occidente, y la turbulencia política de
estos años, creyentes e iglesias consideraban como poderosa y dinámica la operación del
Espíritu en medio de ellos.
Conocido por sus adversarios como “el leproso”, Narsés era un fugitivo de las persecuciones
contra los nestorianos en Edesa.
Llegó a dirigir la escuela Nisibis por cerca de cincuenta años. Destacaba como un gran
pensador y escritor de la iglesia nestoriana.
Probablemente fue el pensador más profundo y original de la gran Iglesia del este o iglesia
asiria, más conocida como iglesia nestoriana. Destacaba por sus escritos de homilías, una
liturgia, una exposición de los sacramentos del bautismo y de la eucaristía y un tratado sobre
la corrupción de las costumbres.
Los nestorianos lo recordaban como “doctor admirable”, “arpa del Espíritu Santo”, “lengua de
Oriente”, entre otros (Sus adversarios lo llamaban “el leproso”).
Tiene conocimiento de la manifestación del Espíritu Santo en los ritos cristianos relacionados:
Asociando la experiencia de la “llenura” o “unción” del Espíritu con dichos cultos, llamándola
como la “droga del Espíritu”. Destaca la virtud reveladora del Espíritu.
En cuanto al acto del bautismo, Narsés también cree que la unción del Espíritu Santo no se
limita a ello, sino también se revela mediante la sanación de enfermedades, en el alma o
iniquidades de pensamiento.
Por último, para Narsés es importante la intervención del sacerdote en la manifestación del
Espíritu.
El papel del sacerdote es continuo a fin de que los creyentes puedan recibir esta “droga del
Espíritu”.
A lo largo de todos sus escritos hay exhortaciones que alimentan a los creyentes a procurar
las riquezas del Espíritu.
En Antioquía fue expulsado por monofisita. Llego a ser obispo de Mabbug o Hierópolis
(“ciudad santa”). Defensor de la teología monofisita en oposición al credo calcedónico.
Murió violentamente por ahogamiento en Tracia, lugar donde fue deportado después de ser
capturado en época del emperador Justino (519).
Cree que la obra del Espíritu en el creyente comienza con el bautismo en agua. Se espera la
llenura del Espíritu aun mucho tiempo después del bautismo en agua.
Es a través del bautismo que el creyente se une a Cristo y al Espíritu, nace de nuevo al
mundo del Espíritu, y es introducido a la vida en el Espíritu. Es allí que el nuevo bautizado
recibe directamente de Cristo el don del Espíritu, al “vestirse del Espíritu”.
Jesús envió al mismo Espíritu que obró en Él a morar con sus seguidores y:
- Recibe dones
- Lo capacita
- transforma
Entiende que el Espíritu provee las fuerzas y la voluntad para que el creyente pueda controlar
el cuerpo desde el alma. Es a través de la unión con el E.S. que se puede poner fin a la lujuria
de la carne.
5. Monjes de Egipto
Es enorme la cantidad de padres del desierto egipcio que han dejado testimonio de la acción
del Espíritu Santo.
La acción del Espíritu Santo en la vida de este monje destaca en su lucha constante contra el
pecado y las fuerzas del mal.
Para él existe un conflicto permanente entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal por el
alma humana.
El creyente necesita del Espíritu para poder vencer el pecado, para ello el creyente necesita un
corazón purificado.
El papel del Espíritu no está limitado a la lucha contra el pecado en la vida del creyente sino
también para proveer sanidad para el alma herida por los demonios.
La acción del Espíritu Santo en la vida de este monje también destaca en la lucha contra el
pecado.
El Espíritu Santo no puede vivir en donde hay indignidad y en donde habitan los espíritus
inmundos.
Para Besa la morada del Espíritu en una persona depende de la dignidad del recipiente. Esto
contrasta con la enseñanza del apóstol Pablo e incluso de Filoxeno de Mabbug, quienes
enseñaron que la permanencia del espíritu no depende de la dignidad o del mérito humano.
6. Conclusión
a. Destaca la acción del Espíritu Santo en el pensamiento del Cristiano Oriental del siglo
V.
b. De nuevo el testimonio de los monjes son el punto de lanza para la acción del Espíritu
Santo.
c. A pesar de las divisiones entre Oriente y Occidente del Imperio Romano, la acción del
Espíritu Santo fue notorio en la influencia de la Iglesia.