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En ciertas épocas se consideraba alfabetizado a quien podía firmar y seguir instrucciones simples.
Por ejemplo, en 1958 la UNESCO definía a una persona alfabetizada como alguien capaz de leer y
escribir un enunciado simple de la vida cotidiana y comprenderlo. Pero esta idea hoy, está
ampliamente cuestionada, en cambio, se ha venido imponiendo en la literatura internacional el
concepto de alfabetización funcional como el uso comprensivo del sistema de escritura.
En 1978 la UNESCO se refería a este concepto como la capacidad de resolver las demandas de
alfabetización dentro del contexto social, pero estas demandas varían considerablemente entre
regiones, lo que complejiza todo intento de estandarización y comparación.
La heterogeneidad de definiciones continúa. Por ejemplo, para determinar las tasas de
analfabetismo funcional en la década de 1990, la UNESCO recomendaba basarse en la cantidad de
años de escolaridad: quienes tienen menos de cuatro años de estudios se consideraban analfabetos
funcionales bajo el supuesto de que con menos años habría un retorno al analfabetismo. Algunos
organismos y foros educativos en Brasil consideran que sería necesario tomar como criterio ocho
años de educación para disponer de un nivel de alfabetización funcional (Gomes Batista y Masagao
Ribeiro, 2007) pero muchos especialistas y organismos cuestionan la arbitrariedad de la medida en
años de escolaridad como indicador de alfabetización funcional.
La Encuesta Internacional de Alfabetización de Adultos aplicada en varios países de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), define la alfabetización
como la capacidad para utilizar materiales impresos e información escrita para funcionar en la
sociedad, para lograr las propias metas y para desarrollar el conocimiento y el potencial propio
El Programa Internacional para la Evaluación del Desempeño de los Estudiantes ( Programme for
International Student Assessment, PISA) de la OCDE define competencia lectora como “la
capacidad de una persona para comprender, utilizar y reflexionar sobre los textos escritos, a fin de
lograr sus metas, desarrollar sus conocimientos y potencialidades, y participar en la sociedad”.
Actualmente documentos oficiales sobre la enseñanza muestran con contundencia una perspectiva
sobre el significado de la alfabetización que trasciende en mucho el conocimiento del sistema de
escritura y concibe más ampliamente a las prácticas del lenguaje como objeto de la alfabetización
en la escuela, alerta también acerca del largo plazo y la amplitud de esos aprendizajes. A pesar de la
ampliación del concepto de alfabetización que organismos internacionales y especialistas
reconocen, muchos programas actuales de diferentes regiones del mundo tienen una duración muy
corta y apuntan a un nivel elemental de alfabetización.