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Este documento describe la incertidumbre política, económica y social en Ecuador en los últimos años, con nueve presidentes en nueve años. También describe cómo los jóvenes, especialmente el movimiento hip hop, están desafiando el statu quo a través de la autorepresentación, la autoeducación y la crítica de las instituciones. El documento argumenta que la incertidumbre puede verse como una oportunidad para una vida creativa y libertaria entre la juventud ecuatoriana.
Este documento describe la incertidumbre política, económica y social en Ecuador en los últimos años, con nueve presidentes en nueve años. También describe cómo los jóvenes, especialmente el movimiento hip hop, están desafiando el statu quo a través de la autorepresentación, la autoeducación y la crítica de las instituciones. El documento argumenta que la incertidumbre puede verse como una oportunidad para una vida creativa y libertaria entre la juventud ecuatoriana.
Este documento describe la incertidumbre política, económica y social en Ecuador en los últimos años, con nueve presidentes en nueve años. También describe cómo los jóvenes, especialmente el movimiento hip hop, están desafiando el statu quo a través de la autorepresentación, la autoeducación y la crítica de las instituciones. El documento argumenta que la incertidumbre puede verse como una oportunidad para una vida creativa y libertaria entre la juventud ecuatoriana.
Culturas juveniles, hip hop, resistencias simbólicas, entre la incerteza y
los sueños contrahegemónicos.
Ecuador es la muestra de mayor incertidumbre e inestabilidad política, económica y
social de los últimos tiempos en Latinoamérica, nueve presidentes en los últimos nueve años. Un poder fragmentado, sea de derecha, de centroizquierda o de algo que quiere llamarse izquierda, busca los mecanismos para autosostenerse y autolegitimarse frente al imaginario de desinstitucionalización que se ha producido por diversas manifestaciones sociales emergentes que desdicen de la certidumbre del poder y de sus centralidades, desde el movimiento de los forajidos, el “Que se vayan todos”, se han contagiado algunos sectores, principalmente de jóvenes, que acompañados de discursos neoanarquistas proponen el desconocimiento de la racionalidad institucional y que, ingenua o concientemente, se piensan y repiensan el país con la intención de sobrevivir, construyendo procesos de autorepresentación, convocatorias horizontales y desde prácticas materiales y discursivas ponen en crisis la lógica de certeza de las promesas liberales. Si estas críticas fueran realizadas por intelectuales y académicos universitarios, tal vez no causaría mayor impacto en la sociedad. Pero ahora son las manifestaciones juveniles las que desdicen el mundo que habrían propuesto los adultos y en el que les habría tocado vivir. Específicamente el movimiento hiphop, que vive un momento de formación como sujeto emrgente, cuya maduración evidencia la toma de conciencia frente a la hostilidad de la realidad en la que se halla inmerso. En términos académicos, el concepto de “parresía”, más allá de la visión socrática, se actualiza en las diversas prácticas juveniles, es decir, el hecho de decir la verdad a pesar de poner en riesgo la propia vida, en la versión de la cultura juvenil se trataría de arriesgar la vida simbólica, de ahí su lucha por autorepresentarse y autorelatarse. La versión de la cultura juvenil del hiphop muestra ciertas particularidades, por ejemplo, frente al Tratado de Libre Comercio (TLC) o al acuerdo de la Base de Manta, se ha organizado un gran evento frente a la embajada estadounidense, con motivo del “día mundial del hiphop contra el imperio” que recuerda el inicio de la invasión norteamericana a Irak (globalización contrahegemónica). De la misma manera, los hiphoperos, que en buena parte son pobres y excluidos de la educación se autoconvocan para realizar actividades de autoeducación y contextualizar los problemas para enfrentarlos críticamente, es interesante que los jóvenes desconfíen de sus maestros que en su mayoría no manejan adecuadamente los temas e inviten a personas que sí, evidenciando la incertidumbre de la verdad propuesta por la institución educativa que, en compañía de los medios los han criminalizado. La incertidumbre puede ser problematizada desde la posibilidad de seducción que permitiría en el imaginario social al interior de la sociedades de riesgo, específicamente en el de los jóvenes, permitiendo entender la incerteza como posibilidad de vida desde la contingencia, esto deconstruye la linealidad de la vida, los fines últimos y las subjetividades fundantes, poniendo en el centro a la creatividad como práctica libertaria en las nuevas formas de contar los mundos de la vida frente al mundo social de las certezas.